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En

los últimos años, Europa se ha convertido en el gran exportador del mundo.


No tiene materias primas ni gigantes tecnológicos, pero tiene fábricas. Cuando
la economía de la región se hundió, en la grave crisis vivida entre 2008 y 2013,
solo la demanda exterior generó un impulso de crecimiento. Y los países lo
explotaron volcándose hacia las exportaciones y aplicando el modelo alemán:
competitividad y exportaciones.

El resultado es que la eurozona es hoy la región con mayor superávit por


cuenta corriente del mundo, por delante de China. En 2018 llegó a superar los
465.000 millones de dólares de beneficios. Una gran inyección de divisas que
permitió a la región vivir los meses más felices desde la burbuja inmobiliaria.
Hasta que la guerra comercial se cruzó en el camino.

El conflicto entre China y Estados Unidos está teniendo en Europa su principal


víctima. La región, volcada en la demanda externa, ha visto cómo se apagaba
su principal motor de crecimiento, quedando así a merced de la débil demanda
interna. La mejor evidencia es el deterioro de las previsiones de crecimiento que
ha sufrido la región en el último año. El FMI ha recortado su estimación para la
eurozona en un tercio, para Alemania en dos tercios y para Italia en un 90% en
solo 12 meses. Ninguna gran área mundial ha vivido un parón económico tan
grave, y la causa no es otra que la guerra comercial.

La crisis que nos acecha


Javier G. Jorrín
Cuando la economía desaparece del debate social, el precio de la vivienda se
multiplica cada año y los mercados se pelean por la rentabilidad obviando el
riesgo, es el momento de preocuparse
El propio presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, lo ha explicado
en las últimas reuniones, en las que ha vuelto a poner en marcha los estímulos
monetarios ante el frenazo económico. “Las previsiones económicas se están
poniendo peor y peor cada día debido a la integración de Europa en las
cadenas de montaje, que provoca que [la guerra comercial] se expanda
rápidamente”. Solo la demanda interna sostiene ahora la economía europea,
porque las exportaciones y, por extensión, la industria están atravesando un
gran bache.

Europa alcanzó su mayor superávit por cuenta corriente en el segundo trimestre


de 2018, por encima de los 400.000 millones de dólares. Desde entonces, ha
descendido más de un 21%, lo que ha frenado la entrada de divisas en la
región. Por el contrario, en China han repuntado más de un 45% en los últimos
meses después de los malos resultados de 2018. Datos que evidencian a quién
está afectando realmente la debilidad del comercio global.

Europa sufre las consecuencias de la guerra comercial por dos vías diferentes.
La primera es la alta participación del continente en las cadenas de
valor internacionales. Una buena parte de la producción, especialmente de
Alemania e Italia, son componentes que utilizan como insumos industrias de
otros países. Esto significa que si el comercio global se debilita y las cadenas
de valor se rompen, los más afectados serán precisamente aquellos que tienen
mayor superávit exterior.

Europa sufre las consecuencias de la guerra comercial por dos vías: su


participación en las cadenas de valor y la depreciación del yuan

Este factor explica una buena parte del frenazo que han sufrido Alemania e
Italia. El primero tiene su economía estancada y el segundo llegó a caer en
recesión a finales de 2018 y apenas se ha recuperado desde entonces. El FMI
estima que Italia crecerá apenas un 0,1% y Alemania, un 0,7%, lo que
condenará a la eurozona a crecer únicamente un 1,3%.

[¿Qué le pasa a Alemania? La locomotora europea da señales de agotamiento]

Los dos protagonistas de la guerra comercial crecerán mucho más que Europa,
lo que muestra claramente quién es el verdadero perdedor de esta batalla. El
FMI estima un crecimiento de Estados Unidos del 2,6%, el doble que Europa, y
para China un 6,2%, casi cinco veces más.

La segunda vía por la cual se contagia la guerra comercial a Europa es


la devaluación del yuan. Ante los aranceles del presidente de EEUU, Donald
Trump, China respondió con una devaluación de su divisa no vista en décadas.
La divisa china cotizaba el lunes por encima de los siete yuanes por dólar, el
nivel más bajo en 11 años. El Banco Popular de China fija su tipo de cambio
cada día y el lunes decidió rebajarlo hasta 6,9 yuanes por dólar, lo que significa
una devaluación en toda regla de la divisa. A última hora de este lunes, el
Departamento del Tesoro de EEUU designó a China como país "manipulador de
divisas" y amenazó con tomar represalias para acabar con sus "injustas"
ventajas competitivas en el marco del FMI, en lo que supone un nuevo golpe al
gigante asiático.

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