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Por RORY SMITH 7 de abril de 2018
Pep Guardiola llegó al Manchester City hace menos de dos años. T im Ir ela n d/A ssocia t ed Pr ess
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Sin embargo, Guardiola no cedió respecto a la cantidad de riego que debían EXPLORA NYTIMES.COM/ES
recibir todos los campos. El estilo que prefiere, de pases rápidos, funciona
mejor en un terreno resbaladizo, así que el personal del City ahora riega sus
campos mucho más de lo que lo hacía en el pasado. Ha habido ocasiones,
durante los entrenamientos, en que los rociadores se apagan apenas justo
antes de que los jugadores den el primer paso para entrar a la cancha antes
de entrenamientos, para garantizar que la superficie quede justo como Pep la
quiere.
Esta es la medida verdadera del efecto que ha tenido Guardiola en los clubes
que lo han contratado, mucho más que el torrente de goles que anotan, los
récords que despedazan y los títulos que ganan. Todo lo que ha hecho
Guardiola se origina en su meticulosidad, una atención casi patológica a los
detalles.
Guardiola ha fomentado que la alineación se sienta más unida: may or cohesión entre los
jugadores y entre estos con la ciudad. A n t h on y Dev lin /A g en ce Fr a n ce-Pr esse &m da sh ; Get t y Im a g es
Esta temporada ha hecho del Manchester City un equipo que es tan hermoso
de mirar como devastador para los demás en la Premier, con una
superioridad sin igual en la cima de la liga.
Hizo lo mismo con el Bayern Munich. Algunos directivos del club quizá
pensaban que él era demasiado intenso, demasiado agotador. Sin embargo,
hasta los que se sintieron –de cierto modo– aliviados de verlo partir
reconocen que el legado duradero de Guardiola no fueron los tres títulos que
ganó de la Bundesliga, sino el modo en que pulió y perfeccionó todo lo que
pudo. Hizo que el Bayern, un símbolo de las buenas prácticas en el fútbol,
fuera mejor.
Va mucho más allá del largo del césped. Como lo demostró su disposición de
escuchar al personal encargado de los campos respecto a ese tema, Guardiola
quedó impresionado del profesionalismo que encontró al llegar al City —no
tuvo que hacer tantos cambios radicales como esperaba—, pero aun así no ha
dejado un rincón sin revisar.
Así que, con la ayuda de los psicólogos deportivos del City, este año ha hecho
un esfuerzo para inculcar en sus jugadores no solo qué involucra jugar para el
Manchester City, sino qué conlleva ser de Mánchester.
Esta estrategia universal, así como su estilo de juego y su historial, han hecho
que Guardiola sea tan atractivo para el Manchester City. El City se apresta a
ganar la Liga Premier con dos récords: cantidad de puntos y mayor
diferencia de puntos con el segundo lugar.
Esta temporada, el Man City encabeza la tabla de la Liga Premier y también el tablero de goles.
Gly n Kir k /A g en ce Fr a n ce-Pr esse — Get t y Im a g es
Y, por supuesto, también está el efecto que deja en la cultura del país en que
trabaja. Después de que Guardiola se fue de Alemania, Thiago Alcántara, uno
de sus mediocampistas en el Bayern, dijo que el entrenador había “cambiado
el concepto del fútbol alemán”, con su énfasis en la posesión, el cual había
complementado “la fuerza, la potencia y los goles” que caracterizaban a la
Bundesliga. Según Thiago, esto sirvió para que Alemania pudiera encontrar
“la armonía necesaria para ser campeona del mundo”.
Guardiola con Bernardo Silv a después del triunfo del City contra Chelsea, 1 -0, el 4 de marzo.
A n dr ew Y a t es/Reu t er s
El título que consiguió el Chelsea en 2017, con tan solo el 53 por ciento de la
posesión a lo largo de la temporada, y el del Leicester el año anterior —con
solo el 40 por ciento— parecían confirmar que mantener el control del balón
ya no era un prerrequisito para tener éxito.
Claro, eso fue hasta que llegó Guardiola: este año, el Manchester City ha
tenido un porcentaje de posesión de 71,5, por mucho el más alto desde que se
comenzó a registrar la estadística en 2003. Es poco probable que su
obtención del título haga que otros cambien su forma de ver el fútbol o que
haya otros menos agraciados que quieran seguir el ejemplo. No obstante, al
menos sí perfora la estructura ortodoxa.
El cambio más significativo que ha provocado Guardiola en los dos años que
lleva en Inglaterra —como ya había demostrado que sucedería— no es en
términos de cómo la Liga Premier juega al fútbol, sino de cómo piensa el
juego en sí.
En octubre de 2016, Guardiola dijo: “No voy a cambiar mi estilo”. Con esta
aseveración, recalcó la cantidad de trofeos que había ganado como
entrenador. “Lo siento, muchachos”, añadió. Una y otra vez, le dijeron que su
deseo de jugar desde la posición del arquero no iba a funcionar en Inglaterra.
Guardiola respondió, simplemente, que no cambiaría de opinión hasta su
último día de entrenador.