Sie sind auf Seite 1von 3

INFORME BRUNDTLAND “UN FUTURO COMÚN”

El Informe Brundtland (Dra. Gro Harlem Brundtland) es un reporte socio económico y


ambiental presentado luego de la Comisión Mundial del Ambiente y el Desarrollo
celebrada en Tokio, Japón, en 1987. El mismo evidencia en síntesis los problemas
ambientales globales y propone una serie de medidas que deben ser consideradas para
revertir el proceso. El Informe Brundtland se destaca por abordar oficialmente, por
primera vez, el concepto de desarrollo sostenible.

Hace poco más de 25 años la Comisión encabezada por la Dra. Brundtland advertía sobre
el profundo cambio en la relación “ser humano – planeta” durante el siglo XX, destacando
como el crecimiento demográfico desmedido y el aumento en el uso de la tecnología
estaban provocando una alteración evidente en la atmósfera, el suelo, el agua, la flora, la
fauna y las relaciones entre todos estos elementos. Numerosas circunstancias
(sobreexplotación de recursos en América latina y África, degradación del suelo y la
agricultura ligada a pesticidas, la catástrofe de Chernobyl y la destrucción de la capa de
ozono) alentaban la hipótesis de que la humanidad había alcanzado el límite en su
relación con la naturaleza, por lo que era necesario desarrollar de forma concreta y
realista acciones para combatir estas temáticas alarmantes.

Paralelamente en aquellos años también se enfatizaba “la frustración” ante los intentos
inocuos de instituciones políticas y económicas para adaptarse y sobrepasar las
dificultades en conjunto. La eterna discusión de quién debía pagar los platos rotos en
materia de medio ambiente recién comenzaba a gestarse y las responsabilidades lejos
estaban de ser compartidas. No obstante, en medio de este panorama conflictivo, como
una bocanada de aire fresco aparece por primera vez de forma oficial el concepto de
“desarrollo sostenible”, una nueva forma de concebir el desarrollo post Rostowiano.

En Informe en 1987.

Partiendo de la premisa de que “el desarrollo toma lugar en cualquier lugar donde el
hombre es activo”, el término aparece como un vocablo superlativo y conceptualmente
político a nivel global. El mismo, se apoya en la voluntad por crear el cambio, con
necesidades ambientales, sociales y económicas que deben ser concebidas y ejecutadas
en un proceso integral de desarrollo. En clara oposición a las metodologías imperantes el
concepto de “desarrollo sostenible” implica además el progreso humano como avance
social, base logística de una nueva era industrial. Además, como una premisa léxica
aparece en su esencia el concepto de “solidaridad” en el espacio (unirse regionalmente
para combatir problemas comunes) y en el tiempo (no comprometer los recursos de las
generaciones futuras).

Por el lado ejecutivo, en contrapartida de los numerosos problemas geopolíticos, la


Comisión Brundtland apelaba al compromiso de la población (actor siempre secundario)
en todos los niveles, argumentando que la educación en término amplio es fundamental
para cambiar las actitudes en cada punto del planeta. Para ello era necesario difundir la
información y por tanto, contar el apoyo de los medios de comunicación de masas pero
también de padres y profesores y de todas las personas informadas.

Ya en 1987 el Informe subrayaba la importancia de los años a venir, cruciales para romper
con el pasado y acabar con los mismos métodos de desarrollo que solo han ayudado a
incrementar la inestabilidad. Como un deseo más que una previsión, el documento
preveía “una transición exitosa hacia el desarrollo sostenible en el año 2000 y más allá” lo
que “requería de un cambio masivo en los objetivos sociales”. Para lograrlo el Informe
Brundtland preconizaba:

1- Revivir el crecimiento (la pobreza es la mayor fuente de degradación ambiental).


2- Cambiar la calidad del crecimiento (equidad, justicia social y seguridad deben ser
reconocidas como metas sociales de máxima prioridad).
3- Conservación del medio ambiente (agua, aire, suelo, bosques)
4- Asegurar un crecimiento demográfico sostenible.
5- Reorientar la tecnología y el manejo de riesgos.
6- Integrar el medio ambiente y la economía en los ámbitos de decisión.
7- Reformar las relaciones económicas internacionales.
8- Reforzar la cooperación internacional.

El Informe en 2012.

Como una paradoja, 25 años después, el Informe Brundtland sigue vigente y muchas de
sus consideraciones siguen aún sin resolverse, tanto, que el mismo podría haber sido
concebido perfectamente en 2012 y pocos notarían la diferencia. La pregunta es ¿hasta
que punto es factible evaluar los problemas ambientales globales coherentemente,
cuando la mentalidad de análisis costo-beneficio carece aún de responsabilidad y
solidaridad?.

Compartir la convicción de la Comisión “Brundtland” de que es necesario construir un


futuro que sea más próspero, más justo y más seguro para todos; sosteniendo y
expandiendo las bases ecológicas para el desarrollo es naturalmente posible. Solo hay que
convencer y convencerse de que es imperioso trabajar para el medio ambiente y no con el
medio ambiente.

En 1987 el Informe subrayaba que “lo que hoy podría parecer difícil o imposible puede ser
posible en el futuro”. Estamos a tiempo no solo de aprender o pensar, sino a actuar en
consecuencia, 25 años después.

Das könnte Ihnen auch gefallen