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La neutralidad
Estética / Patrones
Otra idea central al desarrollo de un estado de curiosidad es el concepto de la estética. Al
describir a los artistas, a los que estaba enseñando en la Escuela de Bellas Artes de California,
Bateson reconoció que "respondían al patrón que conecta" (2, pág. 8). Una orientación hacia al
patrón, opuesta a la orientación hacia entidades discretas, es más sugestiva del ámbito artístico.
Por otro lado, la ciencia ha sido históricamente caracterizada como enfatizando
comparaciones cuantitativas de entidades discretas.
El desplazamiento hacia la estética en la terapia subraya nuestra sensibilidad al patrón.
"Una base estética... requiere que tengamos el valor de construir y encontrar diferencias" (6, pág.
198), y proporcionar "un marco contextual para la acción práctica" (p. 8). Esta propuesta está
vinculada a la discusión sobre la curiosidad ya mencionada. Adoptar una orientación estética
hacia el estudio de la interacción, no sólo traslada nuestro foco hacia el patrón, sino que también
enfatiza la multiplicidad de posibles patrones. Mientras existe una pluralidad de alternativas,
podemos mantener un estado de curiosidad. Esta curiosidad aumenta merced a la excitación de
tener miles de "historias" aplicables para describir una interacción. Por medio de la miríada de
historias comenzamos a ver la descripción y la explicación subsiguiente de manera más neutral.
Supongan que estamos conduciendo una entrevista inicial con una familia que se definió como
necesitada de terapia. Si creemos que hay una descripción de la interacción que explicará el
problema de la familia, probablemente buscaremos la mejor descripción entre las que nos fueron
proporcionadas por los miembros de la familia. Esto puede significar la aceptación de la
descripción ofrecida por un miembro, sin tomar en cuenta la de otros. O bien, puede significar
una combinación de las descripciones de todos o de algunos de los miembros, a fin de formar la
descripción correcta. Finalmente, podría significar que el/la terapeuta suministre su propia
descripción (utilizando tal vez partes de la descripción de uno/algunos/todos los miembros de la
familia). En esta situación, nuestra curiosidad se concentra en descubrir cuál de las descripciones
provee la explicación más lógica. Este tipo de curiosidad puede ser apropiadamente llamada
"explicación científica” en el sentido tradicional.
A medida que sentimos más curiosidad acerca de las posibles formaciones de patrones,
nuestro análisis se torna más estéticamente placentero.
Aquí podemos ver que los patrones crean un estado mental que podríamos llamar
"neutralidad". La neutralidad, a su vez, se describe mejor como un estado de curiosidad. Si somos
curiosos, actuamos de cierto modo frente a los sistemas que estamos estudiando. Esta es la clase
de actuación que llegó a ser definida como neutral. Cuando nos sentimos curiosos acerca de los
patrones o relaciones entre ideas, gente, eventos y comportamientos, perturbamos (8) el
sistema con el cual estamos interactuando pero en formas diferentes de las perturbaciones
basadas en nuestros intentos de descubrir la descripción/explicación correcta (o sea conexiones
causales).
Específicamente, recurriendo al trabajo de Maturana (8), el tipo de curiosidad producido
por el marco causal incorpora la noción de "interacción instructiva"; la curiosidad dentro del
marco estético no lo hace. La interacción instructiva puede describirse como actuando "como si
algunos individuos “instruyeran” a otros individuos acerca de qué hacer y cómo hacer lo que
hacen" (4, pág, 246).
Si creemos en la interacción instructiva, tratamos de cambiar a la gente dirigiéndola. Esto
se puede lograr solamente cuando tenemos una descripción "exacta" del problema. Esta es la
orientación de la ciencia e ingeniería lineal tradicional. Por otra parte, una ciencia estética
centrada en la curiosidad "abandona' el intento de dirigir a la gente.
Además, podemos notar que la curiosidad y la preocupación estética por el patrón,
generan respeto, casi del mismo modo que el respeto genera un sentido de curiosidad y de
estética. En la vida diaria, la mayoría de la gente no siente curiosidad (en el sentido neutral)
acerca de gente, eventos, ideas o comportamientos para los cuales no siente respeto. Y,
recursivamente, es típico que no sintamos respeto por gente, eventos, ideas o comportamientos
que no despiertan nuestra curiosidad. Desde luego que podríamos identificarnos como curiosos
respecto del comportamiento de una persona que no respetamos. Empero, esta curiosidad es de
sentido lineal puesto que se orienta a "descubrir" y, por consiguiente, a "explicar" por qué esa
persona se comportó de tal manera. En estas situaciones estamos interesados, típicamente, en
"descubrir más y más evidencia de que nuestra falta de respeto es "correcta" y "bien
fundamentada".
Por otra parte, la curiosidad desde una perspectiva estética (que es la clase de curiosidad
que nos interesa desde el punto de vista sistémico), está basada en la noción que cada sistema
tiene una lógica en su interacción. Esta lógica no es ni buena ni mala, ni correcta ni incorrecta.
Es, simplemente, operativa. Desde esta perspectiva respetamos la integridad del sistema, Y,
nuevamente, nuestro respeto hacia el sistema acrecienta nuestra curiosidad acerca de cómo
ideas, comportamientos y eventos participan en la creación y el mantenimiento de la integridad
del sistema. Respetar un sistema significa que actuamos hacia el sistema con la recurrente
comprensión de que el sistema simplemente hace lo que hace y que esta acción es la misma que
lo hace.
También es necesario reconocer los límites de lo que sabemos acerca de los sistemas
humanos. Específicamente, las situaciones sociales y el estilo de vida familiar cambian con el
correr del tiempo. Sólo sabemos lo que ocurrió en el pasado; no sabemos cuáles serán los
patrones culturales del futuro. Por lo tanto, no podemos enseñar a una pareja como ser una
pareja, a un padre cómo ser un padre y al niño cómo ser un hijo o una hija.
Como terapeutas familiares no podemos inventar una familia. Lo que mejor hacemos es
traer a la luz patrones mediante la interacción con la familia. No podemos pensar en nosotros
mismos como en maestros que enseñan a la familia mejores guiones a fin de ser familias. Sin
embargo, al no saber cuál guion específico tendrá éxito en una familia específica, sólo nos queda
interactuar de alguna manera que tal vez perturbará al sistema de tal forma que encontrará su
propio guion nuevo (o reescrito). Por lo tanto, se vuelve necesario un marco estético, para que
dentro de él se pueda realzar la curiosidad.
Desde esta perspectiva, el respeto por el sistema no es una posición de control social
(pese a que ciertamente deberíamos reconocer y aceptar nuestra obligación legal de actuar en
ese rol), sino una posición desprovista de control social y de interacción instructiva. En lugar de
concentrarnos en enseñar, podemos concentrarnos en aprender, en el sentido que, mediante la
interacción (entrevistando en el contexto clínico) generamos más curiosidad que realza al
aprendizaje.
Síntomas de la no-neutralidad
Cuando el terapeuta se desplaza de la posición sistémica experimenta menos curiosidad.
Afortunadamente, existen varios síntomas que indican el deslizamiento desde un marco estético,
sistémico y polifónico, hacia un marco lineal y monofónico. La siguiente discusión presenta dos
clases de síntomas: el aburrimiento y la experiencia psicosomática.
El aburrimiento
A veces la persistente fantasía-síntoma toma la forma de "qué lindo sería ser plomero*
o "qué lindo seria si fuera empleada en una confitería".
Síntomas psicosomáticos
La segunda clase de síntomas es aquella de la experiencia psicosomática. Esta también
se encuentra relacionada con la no neutralidad. Los dolores de cabeza son probablemente la
expresión más común, a pesar de que la transpiración, presión alta y dolor de espalda son
también quejas frecuentes. Cada terapeuta debería aprender a reconocer sus respuestas
psicosomáticas. Una secuencia típica puede incluir un conflicto entre el terapeuta y el contexto
en el cual él/ella trabaja. Si los terapeutas trabajan para una institución legalmente subordinada
al mandato de tratar sólo a familias que necesitan control social (por ej.: incesto o
drogadicción), es fácil que pierdan su posición terapéutica y se conviertan en una nulidad en
términos de lo que habían sido entrenados para hacer. Si los/las terapeutas sienten que no
pueden ser terapéuticos, probablemente sentirán que no tienen valor alguno. Sin embargo, al
mismo tiempo y en virtud de su profesión, deben defender a la familia contra la sociedad y, a
menudo, contra sí misma.
En tal contexto, la institución está en contradicción directa con la idea de un marco
estético. La curiosidad del terapeuta es fácilmente sofocada. En estos casos colegas y/o amigos
a veces ayudan a regenerar la curiosidad del terapeuta preguntando simplemente por qué él o
ella tiene tan mal aspecto. Tales preguntas, cuando son sentidas como preocupación, ayudan al
terapeuta a iniciar nuevas preguntas y a renovar su curiosidad con el fin de encontrar nuevos
patrones.
Una de las estrategias para manejar este síntoma de no-neutralidad, es hacer lo que exige
el contexto - sea actuar como agente del control social, pero, simultáneamente, evitar asumir
toda la responsabilidad de controlar el problema. Asumir plena responsabilidad para controlar el
problema de la familia significa suponer que el trabajo del terapeuta es instruir. Hacerse cargo
del problema es limitador; oculta la habilidad de sentirse curioso acerca del contexto. Hacerse
cargo y actuar terapéuticamente responsable no son la misma cosa. La responsabilidad del
terapeuta comienza con ver su propia posición en el sistema. Muchas a veces esto significa
simplemente reconocer el poco poder que uno tiene y, al mismo tiempo, conservar el respeto
por el sistema. Nuevamente, la curiosidad ayuda a crear un puente entre estos reconocimientos
distintos.
Consideren la posición de intentar encargarse totalmente del problema. Con demasiada
frecuencia esto acarrea un sentido de indignación moral. Para tener el derecho de control sobre
la gente, debemos sentirnos moralmente superiores. O sea, debemos sentirnos como alguien
que lo sabe todo, que reconoce el mal y el bien y que puede indicar el camino correcto. Las
familias a menudo esperan de nosotros que actuemos de ese modo (por ej.: familias que están
en tratamiento por incesto, esperan vernos fruncir el ceño ante tal conducta). Sin embargo, al
sentirnos moralmente indignados asumimos la responsabilidad de intervenir para que esa
conducta inmoral no se repita. En lugar de buscar recursos que es lo que el terapeuta
tradicionalmente trata de hacer) gastamos nuestro tiempo tratando de controlar a la familia.
Dejamos de buscar recursos dentro de la propia familia porque estamos demasiado ocupados
rotulando el patrón como correcto o incorrecto.
Aún seguimos confrontando un dilema. Si no disuadimos el comportamiento de la
familia ¿quién lo hará? Una forma de manejar el asunto del control social es empezar por la
suposición de que vivimos en un mundo lleno de violencia. Esta es, obviamente, una posición
moralística. Por otra parte, si arrancamos desde la perspectiva de la curiosidad, llegamos a dos
importantes observaciones:
a) el sistema con que tratamos está vivo y, por lo tanto, algo debe funcionar; y
b) si hay violencia en la familia no significa necesariamente que el terapeuta tiene el derecho de
ser a su vez violento con la familia.
La violencia puede no ser estética en y por sí misma, pero es ciertamente un patrón. No
todos los patrones son estética mente placenteros (1).
El trabajo del terapeuta es ayudar al sistema familiar a desarrollar patrones más estéticos.
Nuestro trabajo como terapeutas incluye ayudar a que los sistemas parezcan lógicos. En primer
lugar esto requiere aceptarlos tal como son. Esto no significa que no aspiremos al cambio -
particularmente en patrones identificados por nuestra cultura como inmorales o ilegales,
Debemos recordar que esperar un cambio es una consecuencia inevitable de vivir en una
cultura que creó la profesión de "terapeuta". El cambio, desde la perspectiva estética, más
probablemente tenga lugar cuando el sistema no está instruido directamente, sino más bien
cuando se le ofrecen opciones diferentes. Demostrar la lógica de un sistema, incluyendo el
violento, sólo puede ser logrado a través de una postura de curiosidad y un enfoque estético al
observar una amplia variedad de patrones. La confirmación de la lógica en un sistema, basada en
una postura de neutralidad, es una estrategia que difiere del juicio rígido y posteriores esfuerzos
para corregirlo.
1. Desde esta perspectiva, la violencia terapéutica es definida como un intento del terapeuta de instruir a la familia
según su propio patrón. Esto es consistente con la definición que hizo Maturana (8) de la violencia: estar tan
convencido de tener una opinión verdadera que la opinión de otro es falsa y debe cambiar.
Hipotetizando
La curiosidad nos impulsa a continuar buscando descripciones y explicaciones diferentes
aun cuando no podamos imaginar de inmediato la posibilidad de que existan otras. En este
sentido la hipotetización está conectada con la curiosidad. La hipotetización tiene que ver más
con la técnica. La curiosidad es una postura, mientras la hipotetización es lo que se hace para
tratar de mantener esa postura.
Una manera de generar hipótesis útiles, es el uso de la metáfora del relato de las historias.
Las familias son maravillosas narradoras de historias porque tienen guiones tan interesantes para
describir. Llegan a la terapia con esos guiones apretadamente escritos. Su problema es que sus
guiones no los ayudan a funcionar del modo que ellos consideran útil. Como clínicos, ofrecemos
a la familia nuevos guiones (basados en nuestras hipótesis) a los cuales la familia responde
adaptando su propio guion, al que, a su vez, nos ayuda a cambiar el nuestro, y así seguido. Cuando
nos sentimos incapaces de desarrollar hipótesis, sabemos que hemos aceptado el guión de la
familia y perdido así nuestro sentido de curiosidad.
Sin embargo, el tratamiento clínico de las familias no es el único contexto en el cual
resulta difícil generar hipótesis. Hemos notado que los estudiantes frecuentemente encuentran
difícil captar la idea de formar hipótesis o de hipotetizar acerca de un sistema. Esto ocurre
probablemente porque hemos sido educados en un contexto cultural en el cual la creencia
común es que los maestros saben más que los estudiantes. Nos inclinamos a respetar a "aquello
que es". Resulta difícil desarrollar un estado de curiosidad dentro de este tipo de contexto. El
respeto por la autoridad, al punto de sentirnos incapaces de influenciar o cuestionar la posición
de la autoridad, es una señal de pensamiento lineal, el cual es, además, marcado por creer en lo
que dice la familia. Es imposible ser curiosos cuando somos "ver daderos creyentes".
La historia del mundo accidental se caracteriza por nuestra búsqueda de explicaciones
exactas. Con semejante historia, no es sorprendente que a todos nos resulte difícil generar
hipótesis, lo cual requiere la suspensión de la búsqueda de una explicación. En el trabajo del
Equipo de Milán de los primeros tiempos (12), se sugirió que "la tiranía del condicionamiento
lingüístico" era parte de esa herencia. Para ayudarnos a superar explicaciones lineales se sugirió
evitar el uso del verbo autoritario "ser". Cuando describimos a la gente, eventos y creencias como
"siendo", tendemos a dejar de buscar hipótesis en lugar de actuar en forma de diálogo:
desafiando constantemente las historias/hipótesis de las familias y nuestras propias
historias/hipótesis previas.
La circularidad
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