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Beca Instituto Balseiro 2018 

La ciencia​ ​nos necesita  


Por Ana Paula Durán 
 

Introducción 
“Cierren los ojos e imaginen a una persona que estudia ciencias” Así comenzaba mi primera clase de química en 4to año. Todos,
incluyéndome, pensamos en la típica imagen de un hombre canoso con anteojos y bata. “¿Por qué? ¿Acaso no hay ​cientific​a​s​?”.
Tal como dijo la ecóloga estadounidense-argentina Amy Austin: “La imagen de un científico exitoso es un hombre de edad
mediana con el guardapolvo (bata) puesto. Y cuando ven a una mujer, no saben bien cómo reaccionar”.
Pero la ciencia no es solo “hombres, batas y laboratorios”. Hacen ciencia también hombres y mujeres que estudian historia,
hacen política, investigan trabajo social, indagan en la psicología, se interesan por la ingeniería, etc.

En la ciencia se dan las mismas situaciones que en otros ámbitos: Nuestra sociedad está plagada de estereotipos… y las
mujeres, a lo largo de los años, no estuvimos exentas.
Ya Aristóteles decretaba: “Las mujeres son blandas y frias, y, por tanto, incapacitadas para pensar”. Hasta el siglo pasado era
inconcebible que una mujer trabaje, pueda valerse por sí misma y mucho más que estudie ciencia, algo históricamente
relegado a los hombres.
Es así que la tarea de las científicas fue siempre silenciosa. La historia las ha ocultado. Exponentes de la talla de Nettie Stevens
y Rosalind Franklin realizaron descubrimientos valiosísimos para la historia de la ciencia, pero, sin embargo, siempre
trabajaron a la sombra de sus colegas.

Recién en este siglo las mujeres nos animamos a salir, a hacernos oír, a darnos a conocer. Y ya nadie nos podrá ocultar.

Raras 
Las cientificas son concientes de su ausencia. Los números son claros: Hoy en día, apenas el 28% de los investigadores son
mujeres en el mundo. Alrededor de un 18% de mujeres dirigen centros de investigación. Desde la creación de los Premios
Nobel de Ciencias, menos del 3% ha sido otorgado a mujeres.
“Somos raras. Además, en el mundo del poder las mujeres no tenemos experiencia. Es un mundo que tiene que cambiar y para
ello tiene que haber más mujeres para que lo hagan posible”, diría María Blasco, una prestigiosa profesional española en el
ámbito de la oncología y el envejecimiento, además de ser una incansable luchadora por los derechos del género.
Pero, de lo que nadie se acuerda, como recalcó Ana Belén Elgoyhen, es que el trabajo de cada una de las mujeres, por todo el
esfuerzo y tiempo dedicado, cumple una doble función: "Las mujeres tenemos que hacer todo. Y hay que ir del laboratorio a la
casa, y criar hijos y no tener culpa por trabajar tantas horas"

Mucho por lograr 


En Tucumán, como en muchos lugares, se dieron varios casos puntuales donde la mujer es objeto de burlas y menosprecio en
el ámbito académico. Solo por dar uno de tantos ejemplos, no hace mucho en la catedra de anatomía de la facultad de
odontología de la UNT, un profesor mencionó que “las mujeres tienen 4 neuronas, es decir, una por hornalla”. ¿Es acaso esto,
digno de un profesional?
“Las mujeres deberían estar en la cocina” “No se embaracen hasta que se reciban” “Vayan a lavar los platos” son solo palabras
desanimantes; ​vacías​ de sabiduría, pero a la vez ​llenas​ de prejuicios. No son apropiadas en ningún modo y mucho menos
motivan a progresar.
Constantemente y en diversos ámbitos las mujeres somos menospreciadas por el mero hecho de serlo. No somos tomadas en
serio y se cree en nuestra incapacidad. Somos testigos de aberraciones callejeras, piropos, acosos. Muchas veces nos toca

 
 

atravesar situaciones espantosas que hasta ya parecen normales, pero están muy lejos de serlo. A pesar de los grandes avances
que vemos hoy en día y el gran poder femenino latente en la sociedad, aún queda mucho por lograr.

Porque los datos muestran que las mujeres que quieren dedicarse a la ciencia se encuentran todavía con muchas barreras. Son
una minoría en la investigación científica y la adopción de decisiones en materia de ciencias. De hecho, según un estudio
aportado por la ONU en esta resolución, la probabilidad de que las estudiantes terminen una licenciatura, una maestría y un
doctorado en alguna materia relacionada con la ciencia es del 18%, 8% y 2%, respectivamente, mientras que la probabilidad
para los estudiantes hombres es del 37%, 18% y 6%; lo que representa hasta el triple de oportunidades para el sexo
masculino.
¿Alguien escuchó que la biología diga que los hombres son más aptos que las mujeres? ¿O serán, más bien, las posibilidades y el
trato para unas y para otros?
No se puede constatar la superioridad intelectual de ningún sexo. Es así que la igualdad de género debería tomarse como una
razón de ser de la ciencia, donde se valoren absolutamente todas las ideas sin siquiera hacer distinciones en la sexualidad del
investigador.

¿Por que? 
El común de la gente se preguntará ¿Por qué las mujeres “no quieren” estudiar ciencia? Aunque en estas alturas ya se deben
dar una idea, sumo a la respuesta unos simples ejercicios:
1) “Nómbrenme 5 científicos y 5 científicas”.
La primera parte se podrá responder con facilidad;
● Científicos: Einstein, Newton, Darwin, Bohr, Pasteur, etc.
A la hora de la segunda parte, se torna más complicada la resolución;
● Científicas: Marie Curie​…
Estos tres puntos suspensivos significan mucho más que un “no se qué responder”, dan lugar a la incertidumbre y muestran
claramente el déficit.
2) Si se quiere un ejercicio más simple aún, basta con insertar en el buscador de Google dos palabras: “científicos
reconocidos”. Podremos observar cómo entre los primeros 50 postulados, 47 son hombres. Mientras que Marie Curie
aparece entre los 5 primeros, solo luego de varios nombres aparece Rosalind Franklin y casi sobre el final, Sofia
Kovalévskaya como únicas representantes femeninas.
Esto demuestra que, sumado a los estereotipos y prejuicios, algo tan fácil como la falta de referentes también desempeña un
papel fundamental.

Cambiar el mundo 
“Aunque las leyes dicen que mujeres y hombres somos iguales y tenemos las mismas oportunidades, la vida real es muy
distinta, y la ciencia es uno de los campos donde esto se hace más patente”, explicó la investigadora española Leni Bascones.
A pesar de que el número de mujeres que se inscriben en las universidades argentinas para estudiar carreras como Ciencias
Naturales, Ingeniería, Tecnología, Ciencias Sociales, Humanidades y Ciencias Agrícolas va en aumento, todavía se encuentra
pendiente en el mundo de la ciencia -al igual que en el ámbito de las corporaciones- que las mujeres constituyan los cargos más
altos.
El techo de cristal es la forma de interpretar simbólicamente esa superficie superior, que permite a las mujeres mirar hacia
arriba pero que les impide traspasarla, está construido sobre la base de rasgos que son difíciles de detectar, por eso no se ve y
se llama de cristal.

La ciencia sigue siendo institucionalmente sexista. Pese a que ha habido algún progreso, las mujeres científicas aún están peor
pagadas, se las promueve con menor frecuencia, consiguen menos becas o proyectos y tienen más probabilidades de abandonar la
carrera investigadora que los hombres con una cualificación semejante;​ rezaba un artículo de la revista NATURE el 7 de marzo
de 2013.
Los gestos de avance pueden ser grandes o pequeños. Pueden ir desde la inversión estatal y el reconocimiento en el mundo
académico, hasta el simple aliento a las niñas para que se convenzan de su capacidad de investigar, de descubrir y de crear.
 

A veces solo se trata de ser un poco más consciente de la problemática y querer ser parte del cambio. De valorar, de leer, de
informarse. De posiciones empáticas y creer en las capacidades más allá de los prejuicios. De dar a las mujeres también la
oportunidad de cambiar al mundo.

De acuerdo con un estudio realizado por la consultora MERCER, una de las más grandes del mundo, titulado “Cuando las
Mujeres Prosperan, los Negocios Prosperan”, existe una clara tendencia a una mayor inclusión de la mujer en la fuerza laboral;
y son precisamente los negocios que están aplicando políticas y criterios de inclusión los que registran un mayor crecimiento a
nivel global.
El objetivo reside, por tanto, en crear las condiciones dentro de las empresas para combatir la discriminación y cultivar el
talento, lo que implica combatir bagajes culturales resistentes al cambio. Es imperativo para el mundo del trabajo contar con
una mayor diversidad de género, ya que la presencia femenina impacta positivamente y permite aportes variados a las
investigaciones, también aplicadas al ámbito científico.

La mitad del genio creador 


La definición de los problemas a investigar, los datos que pueden considerarse válidos, las metáforas a partir de las que se
construye el conocimiento científico muchas veces están marcadas por los rasgos de género. Es así que, desde posiciones
específicas en términos sociales, y también de género, es fácil ver que por la experiencia las mujeres pueden aportar diferentes
problemas, sujetos y formas de conocer.
Como dice la Directora General de la UNESCO, "La humanidad no se puede permitir ignorar a la mitad de su genio creador". La
ciencia nos necesita, a nosotras, las mujeres, necesita nuestros aportes, nuestros esfuerzos y nuestros sueños.
Lejos de ser una pelea de géneros, ni de imponerse unos sobre otros, la ciencia debe caracterizarse por la pluralidad de
investigación, la diversidad de conocimientos y la aceptación sin prejuicios de los ensayos, basándose objetivamente en su
contenido.

Marie Curie cierta vez dijo: “Nunca he creído que por ser mujer deba merecer tratos especiales, de creerlo estaría reconociendo
que soy inferior a los hombres, y yo no soy inferior a ninguno de ellos”. A veces, en el afán de conquistar derechos, muchas
veces caemos en el error que Curie mencionaba. Las protestas desmedidas motivadas por el odio no representan para nada el
verdadero objetivo de las pioneras feministas, y es algo que genera una grieta gigante en el género. Si como mujeres nos
unimos en una lucha sensata y fundamentada, tomando en cuenta las opiniones de todas y discutiendo con tolerancia,
lograremos muchos más avances de los que conseguimos hasta ahora, evitando peleas innecesarias tratando de defender lo
mismo, pero de distintas formas.

Como estudiante de Humanidades y Cs. Sociales, me siento esperanzada. Debo admitir que jamás me tocó vivir en carne propia
una situación angustiosa, pero las noticias asustan. Desde niña siempre me creí capaz de poder lograr lo que quisiera, sin
importar lo difícil que parezca. Pero los niños viven en un mundo de fantasías y cuando crecemos y nuestros pies tocan tierra,
nos damos cuenta de que no todo es color de rosas.
La violencia, la discriminación y los prejuicios atentan contra nuestras mentes soñadoras, pero creo firmemente que se puede
dar un vuelco a través del esfuerzo, la paz y la empatía. En este marco, las mujeres caminamos a pasos agigantados. Es difícil, si,
pero que no quepa duda de que las mujeres estamos dando batalla y a la ciencia llegamos para quedarnos.

Bibliografía: 

● Mujeresconcienca.com ● Sitio web de la UNSAM ● Diario La Gaceta (Tucumán)


● Diario El País (España) – (Universidad San Martín) ● Diario La Nación (Argentina)
sección Mujeres y niñas en la ● Sitio web de la UNAM ● Sitio web del CONICET
ciencia (Universidad Nacional ● La mujer y la actividad
● Investigaciónyciencia.es Autónoma de México) científica – educ.ar
● Revista Nature ● For women in science ● Noticias Universia
● Diario Infobae (Argentina) (L’oreal – Unesco) ● abc.es
● Diario El Tiempo (Colombia) ● Sitio web de la UNESCO ● Sitio web de la secretaría de
● Diario El Mostrador (Chile) la mujer de Bogotá
 

● Las mujeres en el mundo del Trabajo, Empleo y Seguridad ● Diario Público (España)
trabajo – Ministerio de Social de Argentina ● Diccionario de la lengua
● mujeresenred.com española - RAE

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