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Xabi, jugador de gran calidad, juega más atrás que usted. ¿No debería ser al
revés?
Xabi y yo nos complementamos perfectamente. Es excelente, muy preciso en el pase
y con un gran disparo de 25 metros. Pero en el momento en el que existe un hueco
en la parte de arriba yo sé que tengo que estar ahí y voy. Y al contrario también
ocurre. En realidad, los dos tenemos las mismas funciones. Estamos pendientes el
uno del otro. Es como un juego dentro de un juego.
¿Qué supuso para Alemania que la selección fuera tan joven y llena de
mestizajes?
Lo más bonito es que el fútbol une a la gente. Para nosotros fue una responsabilidad
representar a Alemania en este momento porque sabíamos que fuera del campo se
estaba creando algo especial socialmente hablando. El mundo entero vio otra imagen
de Alemania, no esa típica que todos tienen en la cabeza. Una imagen de un equipo
variopinto, joven, talentoso y que sirve como ejemplo. Y con alegría de vivir
sensaciones buenas.
¿Sigue la política?
Obviamente. Es un tema importante, ¿no? Un momento increíble fue cuando la
señora Merkel se acercó al vestuario y le tendió la mano a Özil. Fue algo para
recordar. Todos alucinamos con esa situación.
¿Es religioso?
Musulmán.
Aquí está arropado: Özil, Diarra, Benzema ¿Hacen algún ritual antes de los
partidos?
Eso es personal de cada uno. Yo no me lo tomo muy en serio. Cumplo la normativa y
los rituales habituales, pero no hago nada que pueda ser exclusivo antes de los
partidos.
Usted entró en la Academia del Sttutgart con ocho años. ¿Era más
corpulento que los otros chicos, como ahora?
Sí, siempre he sido uno de los niños más grandes. Todo el mundo estaba diciendo
que tenía un problema con la velocidad. Parecía que lo hacía todo de forma lenta
porque era grande. Luego, me hicieron unas pruebas y se comprobó que era de los
más rápidos. Todo el mundo me pidió disculpas.