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obediencia, sea en referencia a esta virtud, asistencia que el Espíritu Santo presta a la
sea al hablar de la justicia y del conjunto de Iglesia y, por tanto, la necesidad de actuar
las virtudes sociales, al analizar la naturale- en todo momento con actitud de fe. De ahí
za y fundamento de las leyes, al considerar que, más que de simple obediencia, habla
los derechos y deberes de la persona en de amor, de unidad, de fidelidad filial: “¡Qué
cuanto ser social, etc. Han desarrollado alegría, poder decir con todas las veras de
así una doctrina amplia, completada con mi alma: amo a mi Madre la Iglesia santa!”
una variada casuística (en qué casos es (C, 518). “Ese grito –«serviam!»– es volun-
lícito no obedecer a un mandato, cuándo tad de «servir» fidelísimamente, aun a cos-
se puede –e incluso se debe– acudir a la ta de la hacienda, de la honra y de la vida,
objeción de conciencia...). Aunque en la a la Iglesia de Dios” (C, 519).
predicación de san Josemaría no faltan Para concretar algo más lo que implica
referencias a esas cuestiones, no parece la obediencia en la Iglesia, podemos seña-
necesario entrar aquí en su consideración lar dos campos fundamentales:
detenida; nos podemos, por eso, limitar a
a) Ante todo, la obediencia de la fe (cfr.
los principios generales ya esbozados.
Rm 10, 16), la aceptación rendida de
la fe que trasmite la Iglesia y, en ella,
2. La obediencia en el contexto de la co- el magisterio ejercido por los obispos
munidad eclesial y particularmente por el Romano Pon-
“Fue voluntad de Dios santificar y sal- tífice. Se trata de verdadera obedien-
var a los hombres, no aisladamente, sin cia, pues el contenido u objeto de la
conexión alguna de unos con otros, sino fe trasciende la razón humana, y por
constituyendo un pueblo, que le confesa- tanto reclama la adhesión profunda y
ra en verdad y le sirviera santamente” (LG, confiada al magisterio eclesiástico (S,
9). Fruto de esa voluntad divina es la Igle- 275; F, 133, 581). Pero, de otra parte,
sia, signo y sacramento de una salvación trasciende el concepto de obediencia,
destinada a la humanidad. Habiendo sido pues no se trata de rendir la propia vo-
incorporado a la Iglesia por el Bautismo, el luntad ante la de otro, sino de acoger
cristiano, varón o mujer, crece en el seno un testimonio y, al hacerlo, abrirse a la
de la comunidad cristiana, en la que tie- verdad que ese testimonio trasmite,
ne acceso a la palabra de Dios y a esas dejándose llenar de la “luz”, del “es-
fuentes de vida que son los sacramentos. plendor”, de la “seguridad”, del “calor”
La Iglesia es, como señala también el do- que la fe implica (cfr. C, 575).
cumento arriba citado (cfr. LG, 11), una co- b) Pero la Iglesia ha recibido de Cristo
munidad organice structa, orgánicamente no sólo la misión de transmitir la ver-
estructurada, con una configuración que, dad revelada, sino también la de guiar
partiendo de la distinción entre sacerdocio al cristiano, orientando su conducta
común (sacramento del Bautismo) y sacer- para que cumpla todo lo que Cristo ha
docio ministerial (sacramento del Orden), mandado (cfr. Mt 28, 30). Hay, por eso,
comprende una diversidad de instituciones en la vida de la Iglesia, mandamientos
surgidas de la acción del Espíritu Santo y y preceptos (la Misa dominical, por
de desarrollos históricos. En la Iglesia hay, ejemplo), que el cristiano está llama-
pues, una igualdad y fraternidad radicales, do a cumplir, y a cumplir “fielmente”
y al mismo tiempo una autoridad, una je- (cfr. C, 522), y hay también consejos
rarquía. Y, por tanto, obediencia. (la práctica de determinadas devocio-
Aquí la enseñanza de san Josemaría nes, también por ejemplo), que deben
está informada por un principio funda- ser recibidos y considerados con la
mental: el reconocimiento sincero de la atención y docilidad que su origen
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reclama. La disciplina eclesiástica es, cionado con la revelación del amor de Dios
por lo demás, amplia y deja un dila- hacia los hombres, con la proclamación de
tado espacio a la iniciativa individual su paternidad, de su atención a la criatu-
en todo lo referente a esa busca de la ra humana, a la que acompaña con amor
santidad y a ese ejercicio del aposto- de Padre en todas las circunstancias de
lado a los que todo cristiano, en razón su vida. La conciencia de esa paternidad,
de su bautismo, está llamado. y de la correspondiente filiación, lleva al
En el seno de la Iglesia, en ocasiones cristiano a asumir la propia existencia sa-
como efecto de una inspiración especial biendo que puede afrontar todo momento,
del Espíritu Santo, en otras como fruto de toda tarea, viviéndola con conciencia de
la iniciativa de personas o de instituciones la cercanía amorosa de Dios, y por tan-
concretas, hay múltiples instituciones con to con actitud de amor, de adoración, de
finalidades apostólicas, educativas, asis- obediencia, de deseos de cumplir en todo
tenciales, etc., que en uno u otro campo instante la voluntad divina.
desarrollan la misión de la Iglesia o contri- La virtud de la obediencia adquiere así
buyen a ella. Todas estas instituciones po- los rasgos propios de una virtud general
seen, más determinada, en algunos casos, (S.Th., I-II, 9-104), de una virtud que hace
menos definida, en otros, una estructura referencia sobre todo a lo que determina
de gobierno, lo que conlleva relaciones de la autoridad de la Iglesia, a quien tiene
decisión y de obediencia. En los capítulos función de gobierno en los distintos ám-
de Camino y Surco que san Josemaría de- bitos de la sociedad civil, a la totalidad de
dica a la obediencia, se contienen diversos la existencia. Ya que, como escribe san
puntos que hacen referencia a esta reali- Pablo, “no hay autoridad que no venga de
dad. Citemos tres que nos parecen signi- Dios: las que existen han sido constituidas
ficativos: “En los trabajos de apostolado por Dios”, de modo que “quien se rebe-
no hay desobediencia pequeña” (C, 616); la contra la autoridad, se rebela contra el
“¡Qué lástima que quien hace cabeza no te ordenamiento divino” (Rm 13, 1-2); lo que
dé ejemplo!... –Pero, ¿acaso le obedeces reclama que se obedezca también interior-
por sus condiciones personales?... ¿O el mente, “no sólo por temor al castigo, sino
«obedite praepositis vestris» –«obedeced también por motivos de conciencia” (Rm
a vuestros superiores?», de San Pablo, 13, 5). Siempre, claro está, que el manda-
lo traduces, para tu comodidad, con una to responda a la justicia y no se oponga al
interpolación tuya que venga a decir...,
querer de Dios, ya que “hay que obedecer
siempre que el superior tenga virtudes a mi
a Dios antes que a los hombres” (Hch 5,
gusto?” (C, 621, citando Hb 13, 17); “No
29). La obediencia es, en este sentido, una
amas la obediencia, si no amas de veras
virtud general, puesto que impulsa a vivir
el mandato, si no amas de veras lo que te
de modo que “siempre y en todo” (C, 287)
han mandado” (S, 375).
se busque agradar a Dios, cumplir su vo-
luntad sea cual sea la vía a través de la que
3. Dimensión teologal de la obediencia se nos manifieste. De ahí la exclamación
cristiana que encontramos en Forja: “Ojalá pueda
Cuanto antecede es, sin duda, impor- decirse que la característica que define tu
tante, pero si nos quedáramos ahí, per- vida es «amar la Voluntad de Dios»” (F, 48),
maneceríamos en la superficie de lo que porque en la identificación con la voluntad
la fe cristiana manifiesta respecto de la divina está la plena realización de la perso-
obediencia. El dato fundamental, y podría- na humana, y la fuente de la felicidad que,
mos decir específico, del mensaje cristiano incoada en el vivir terreno, desemboca en
sobre la virtud de la obediencia está rela- la eternidad.
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del Padre. Cristo redentor obedece filial obedecía” (ECP, 17). Todo el arco de la vida
y amorosamente con el deseo de restituir terrena del Hijo de Dios, desde que entra
al Padre la gloria lesionada por la ofensa en el mundo por la Encarnación (Lc 1, 26),
de los hombres, y para ofrecer esta salva- hasta que entrega su espíritu en la Cruz
ción perdida. Cristo se convierte así en el (Flp 2, 8), permanece bajo el signo de la
puente, en el arcaduz por el que el Amor obediencia filial, de una adhesión amorosa
de Dios fluye en el interior de los corazones y rendida a la voluntad de Dios. Desde esta
que, reanimados por la caridad y corres- perspectiva, que tiene como trasfondo la
pondiendo a la gracia del Espíritu Santo, escena del Calvario, los años de la infancia
aprenden a obedecer siguiendo las huellas y juventud de Cristo, su obediencia oculta
del Verbo encarnado (cfr. ECP, 84). En esta en Nazaret, resultan especialmente lumi-
respuesta humana, incoada en el fiat obe- nosos y elocuentes: “Miremos de nuevo el
diente de María (cfr. ECP, 173; AD, 25), se ejemplo de Cristo. Jesús obedece, y obe-
hace presente, de algún modo, el misterio dece a José y a María. Dios ha venido a la
de Jesús obediente, contribuyendo así con tierra para obedecer, y para obedecer a las
Él a la gloria de Dios y a la salvación de criaturas” (ECP, 17). El sometimiento del
la humanidad. Desde las coordenadas del Hijo a los planes de Dios durante todo el
eterno proyecto creador y redentor de la tiempo de su vivir “ordinario” aparece, en
Trinidad, y de su economía en la historia su sobria normalidad, cargado de un signi-
de la salvación por las misiones del Hijo y ficado salvífico que se desvela plenamente
del Espíritu Santo, es como san Josemaría en el Gólgota: “con el anonadamiento, con
ilumina la lógica de esta virtud. la sencillez, con la obediencia: con la di-
vinización de la vida corriente y vulgar de
b) Cristocéntrica las criaturas, el Hijo de Dios fue vencedor”
La predicación del fundador del Opus (ECP, 21).
Dei toma constantemente inspiración del El segundo rasgo –virtualidad cristi-
texto evangélico, llevando al interlocutor a conformadora– indica que Cristo obedien-
imitar y a tratar personalmente a Cristo. Su te, plenamente identificado por amor a la
discurso adopta siempre una perspectiva voluntad de su Padre, no es sólo un mero
cristocéntrica, en la que la obediencia apa- ejemplo, sino un modelo que el Maestro
rece connotada por dos rasgos insepara- interior –el Espíritu Santo– reproduce en la
bles: su perfil cristológico y su virtualidad vida del cristiano con la colaboración de su
cristiconformadora. libertad. En ese camino de identificación
El primero se apoya en un dato bíbli- con Cristo, de “cristificación” (cfr. CECH,
co central: Cristo obedeció. La obedien- p. 268), que es la senda de la santidad,
cia cristiana tiene su modelo en el Hijo la obediencia tiene una especial función
de Dios, que se hace hombre y secunda “cristiconformadora”: inclina a incorporar
con su vida el cumplimiento del designio la propia voluntad a la adhesión amorosa
salvífico del Padre. Dos son los textos y filial de Cristo respecto al querer de su
neotestamentarios más recurrentes en su Padre. La comprendemos así como la vir-
predicación: Lc 2, 51 y Flp 2, 8. Para san tud por “la que respondemos a la bendita
Josemaría, la obediencia caracteriza de paternidad de Dios” (ECP, 17); y, por tanto,
modo tan central la existencia de Cristo, como una actitud de hijos, no de esclavos;
que adquiere la categoría de síntesis bio- como una actitud llena de señorío y de
gráfica: “Los Santos Evangelios nos han amor, no de servilismo.
transmitido otra biografía de Jesús, resu- Sin la obediencia no puede haber au-
mida en tres palabras latinas, que nos da téntico seguimiento ni plena identificación
la respuesta: erat subditus illis (Lc 2, 51), con Cristo, pues su ser Hijo se manifiesta
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to de los principios de orden moral que la Libertad en las cuestiones temporales; Moral
Jerarquía interpreta y enseña, y asumiendo cristiana; Secularidad; Sociedad; Vida ordinaria,
en nombre propio la responsabilidad de las Santificación de la.
decisiones que adopten y de las actuacio-
nes a las que preceden. Esa libertad y res- Bibliografía: AD, 24-38; C, 614-629; CONV,
ponsabilidad en lo temporal comporta que, 113-123; ECP, 14-21, 41-53; IJC, pp. 13-19;
junto a la unidad en la fe, se dé un amplio y S, 372-415; AIG, pp. 99-124; Javier Echevarría,
Memoria del Beato Josemaría Escrivá. Entrevis-
legítimo pluralismo entre los laicos respec-
ta con Salvador Bernal, Madrid, Rialp, 2000, pp.
to a sus libres actuaciones personales en
119, 164, 233, 328-331; Ernst Burkhart - Javier
materias de tipo profesional, social, políti- López, Vida cotidiana y santidad en la enseñanza
co, etc., ya que la doctrina católica no crea de San Josemaría. Estudio de teología espiritual,
dogmas en materias opinables. II, Madrid, Rialp, 2010, pp. 434-439; Ignacio de
Estamos ante una enseñanza cons- Celaya Urrutia, “Obediencia”, en GER, XVII, pp.
154-157; Tullo Goffi, “Obbedienza”, en Ermanno
tantemente pregonada en la vida y en el
Ancilli (dir.), Dizionario Enciclopedico di Spiritua-
ministerio de san Josemaría: la obediencia lità, Roma, Città Nuova, 1990, pp. 1739-1743;
del cristiano a Dios y a la autoridad de la Michel Labourdette, “La vertu d´obéissance se-
Iglesia no está reñida con la libertad y la lon St. Thomas”, en Revue thomiste, 57 (1957),
responsabilidad personal en el orden tem- pp. 626- 6567; Álvaro del Portillo, Entrevista
poral; es más, la realización de los planes sobre el Fundador del Opus Dei, Madrid, Rialp,
divinos en ese orden –a la que los laicos 1993; Jean-Marie R. Tillard, “Obéissance”, en
están convocados por llamada divina– DSp, XI, 1982, cols. 535-563.
pasa por una obediencia sobrenatural y, a María Pilar RÍO
la vez libre e inteligente, reflexiva, madura,
responsable. La ilustraba así: “Un hombre
sabedor de que el mundo –y no sólo el
templo– es el lugar de su encuentro con ORACIÓN
Cristo, ama ese mundo, procura adquirir
1. Características generales de la oración
una buena preparación intelectual y pro-
de los hijos de Dios. 2. La oración mental.
fesional, va formando –con plena libertad–
3. De la oración mental y las oraciones vo-
sus propios criterios sobre los problemas cales a la vida de oración.
del medio en que se desenvuelve; y toma,
en consecuencia, sus propias decisiones Orar es entrar en relación personal
que, por ser decisiones de un cristiano, consciente con Dios y orientar toda la vida
proceden además de una reflexión per- a Él y a su gloria, poniendo en acto las vir-
sonal, que intenta humildemente captar la tudes teologales. La oración se desarrolla
Voluntad de Dios en esos detalles peque- en múltiples formas, distinguidas en ora-
ños y grandes de la vida. Pero a ese cris- ción vocal, mental y contemplativa, para
tiano jamás se le ocurre creer o decir que él llegar al fin a que toda la vida sea una ora-
baja del templo al mundo para representar ción (cfr. F, 441).
a la Iglesia, y que sus soluciones son las San Josemaría afirmaba: “Nunca me
soluciones católicas a aquellos problemas” cansaré de hablar de oración” (AD, 244).
(CONV, 116-117). En toda su actuación De hecho la oración está presente en toda
temporal, el cristiano actúa con libertad su predicación. Entre los textos donde
personal y, por tanto, con responsabilidad trata del tema ex professo y con más ex-
también personal. tensión destacan el capítulo “Oración” de
Camino (81-117) y las homilías Vida de ora-
Voces relacionadas: Deberes de estado; Familia, ción y Hacia la santidad (cfr. AD, 238-255,
Santificación de la; Fe; Identificación con Cristo; 294-316): la oración, en la enseñanza del
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