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Adriana Puiggros: "El docente tiene que enseñar y exigir"

Diario La Nación – 29 de febrero de 2004

--¿Qué es lo que más le preocupa cuando mira el sistema educativo argentino?


--Me preocupan tres cosas: los adolescentes, la estimulación de la alimentación de los
chicos pequeños y la relación de la educación con el trabajo y la producción. Creo que
son puntos centrales y de los cuales se puede derivar el conjunto de lo que habría que hacer.
--¿Por qué le preocupan los adolescentes?
--La generación del 80 fue muy coherente con diseñar un perfil de niño: el alumno de
primaria. Es muy urgente que en la Argentina se tomen decisiones con respecto al
adolescente. Durante todo el siglo XX, los adolescentes tuvieron la contención de la
escuela secundaria, a la que se sumaban los clubs donde se podían asociar y la
convocatoria de los partidos políticos y de la Iglesia. Los chicos tenían dónde estar.
Durante la década del 90, con una situación muy crítica y una fuerte pérdida de valores,
se produjo una descomposición del espacio de contención y de vida de los
adolescentes, acompañada por una crisis de la familia. Reconstruir un perfil del
adolescente y proyectarlo al país que se quiere no sólo es una urgencia, sino que se
inscribe en el legado indispensable que la Argentina le debe a las próximas
generaciones.
--¿Qué papel jugó en esta situación la educación media?
--Aunque he sido muy crítica de la ley federal de educación, haber establecido el
Polimodal fue un acierto, porque introdujo por primera vez la idea de trabajo y la
vinculación a la producción en el tronco central del sistema educativo argentino. Creo
que la Ciudad de Buenos Aires y Neuquén deberían sumarse al sistema educativo
argentino e incorporarlo. La educación media nunca estuvo vinculada a un proyecto
productivo de país, porque siempre se supuso que la renta agraria iba a derramar sobre
el conjunto de la sociedad. Esto explica el fracaso sucesivo de todos los proyectos que
vinculaban educación y trabajo entre mediados de la década de 1880 y 1916. Y fue
además un fracaso social, porque el conjunto de la sociedad quería tener hijos doctores.
--¿Por qué ha dado tan malos resultados el Polimodal, entonces?
--Porque no se terminó de implementar. Porque se lo separó del tercer ciclo de la
Educación General Básica (7°, 8° y 9°) y así, en las provincias, los dos ciclos quedaron
ubicados de maneras distintas y desarticulados. También porque, en el actual sistema,
el Polimodal significa que el adolescente pasa tres años sin orientación. Lo que hace
falta no es volver a la vieja escuela secundaria sino encontrar formas de articulación
entre el tercer ciclo de la EGB y el Polimodal, recuperar un espacio de enseñanza-
aprendizaje en el cual el adolescente pueda hacer deportes, relacionarse con el arte,
con la música y donde pueda recibir enseñanzas indispensables para insertarse en el
mundo del trabajo y la educación superior. La reforma educativa es muy difícil de evaluar
porque fue cruzada por la crisis.
--¿Cree que los docentes están preparados para llevar a cabo estas reformas?
--La preparación de los docentes en el país es muy desigual. El Ministerio de Educación
y los ministros provinciales tienen como tarea acordar un plan nacional de formación
docente que tenga en cuenta las particularidades regionales. En realidad, es
indispensable que haya una planificación regional de la educación, es decir, que los
ministerios de Educación, los organismos de ciencia y técnica, las universidades y los
institutos de educación superior hagan acuerdos sobre los cuales se asiente el plan
educativo para las próximas décadas. No hay un único punto de inicio de la recuperación
argentina. También es necesario que se avance en la renegociación de la deuda y que
haya un esquema productivo para la Nación, porque en ese esquema se tiene que
inscribir la educación, si no vamos a formar gente para una nación que no va a existir.
Se requiere que el país tenga un camino productivo con una mirada de aquí a diez años
para decidir qué orientaciones tendrá el Polimodal o una reforma de la educación
superior. En parte, el Polimodal fracasó porque la idea de relacionar educación y trabajo
sólo puede prosperar si hay un esquema productivo y si lo que se quiere transmitir no
es sólo una capacitación inmediata para trabajar en una empresa sino una formación
general, humanística, conocimientos básicos y un concepto de trabajo.
--¿Cómo se hace esto cuando las diferencias económicas, políticas y educativas
entre las provincias son tan profundas?
--Es una tarea nacional. Cuando hay que decidir políticas, hay que solucionar el
problema inmediato y al mismo tiempo plantear políticas por las cuales formemos
sujetos productivos. Por eso, por un lado el Gobierno nacional, con el Consejo Federal
y las universidades, deberían llegar a un acuerdo sobre programas nacionales que
mejoren la equidad, por ejemplo en la alimentación de los chicos. Hay que reforzar al
docente de primer grado, que es el que inicia en la escuela al chico, que va a sellar en
él la situación de escolarización, y al mismo tiempo hacer una reforma importante de la
educación superior, que en la Argentina lleva 30 años de atraso. Los docentes se forman
en la educación superior y los niveles de desigualdad también tienen que ver con el
aporte que los docentes pueden dar en las aulas. Hay que sacar a la escuela del circuito
de reproducción de la pobreza. Con buenos maestros y profesores, y con una
infraestructura como se debe, la escuela tiene que retener a los chicos, garantizar que
se les enseñe, integrar, calificar y ser exigente. Es un error creer que porque los chicos
son pobres, porque son los más castigados, hay que tener una política de promoción y
no exigirles. No puede ser. El docente tiene que enseñar y exigir. Que se llegue a hora,
que se cuiden los útiles, que alguien de la familia se vincule de un modo responsable a
la escuela es un trabajo que tienen que hacer los docentes. No es un trabajo extra, es
lo que los docentes argentinos hicieron siempre.
--En el imaginario de la Argentina, siempre se percibió la educación pública como
una educación de calidad. ¿Cree que eso se está perdiendo?
--Más que decir que las nuevas generaciones saben menos, habría que estudiar qué es
lo que saben y cómo aprenden. Es un momento de crisis de las viejas formas de
aprendizaje y de los viejos saberes, y no hay articulaciones sistemáticas entre saberes
formales y no formales, es decir, todo lo que aprenden los trabajadores en su actividad
y aquellos que han cursado materias de diferentes carreras pero no tienen título. El
sistema educativo argentino es muy limitado y muy antiguo en este reconocimiento,
tiende a desacreditar. Hay que avanzar en un sistema que acredite saberes formales e
informales.
--Mencionó antes la necesidad de reformar la educación superior. ¿En qué sentido?
--En primer lugar, hay que crear un sistema de educación superior, como dice la ley.
Debería haber formas de articulación entre terciarios y universidades. Habría que
multiplicar los institutos terciarios de distinto tipo (técnicos, de formación docente, de
comunicación) y generar un sistema de reconocimiento de títulos intermedios, con
mayor flexibilidad curricular entre instituciones y entre carreras. Además, la educación
superior debería vincularse mucho más al sistema de ciencia y tecnología.
--¿Cómo ve la gestión del ministro Daniel Filmus?
--Creo que es una gestión digna. Y me parece que, de aquí para adelante, es importante
que el ministro conduzca al Consejo Federal en la rearticulación del sistema, por
ejemplo, con el establecimiento de equivalencias de la educación entre las provincias.
Hay que pensar en el restablecimiento de la justicia social en la educación en términos
de gran política de Estado y no de políticas parciales. Hay que actuar por arriba y por
abajo: empezar por una gran modificación del sistema de educación superior, reforzar
la alimentación de los chicos y ocuparse de los adolescentes, todo a la vez, pero, para
que esto suceda, tiene que haber una política educativa nacional, un gran diseño.
--¿Cree que ya existe?
--Creo que se empieza a tener conciencia de que debe existir. En el tiempo que lleva el
actual Gobierno, el país ha avanzado en la solución de problemas estructurales, de
orden económico-social. Ahora hay que diseñar un sistema productivo. Las empresas
empiezan a requerir gente más capacitada y comienza a haber cierta conciencia, en el
sector público y en el privado, de que hay que invertir en educación. El Ministerio de
Educación también tiene que trabajar para sensibilizar más al sector privado, para que
entiendan que, si no hacen los aportes correspondientes al sector público, vía impuestos
y de manera directa, no pueden vivir de sus recursos.

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