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niños
Fernando Clementin · 7 febrero, 2019
La vida está llena de condicionantes que pueden jugar a favor o en contra de
nuestro bienestar. Los niños no son la excepción a esta regla. Sus características
innatas y las del ambiente en el que crecen pueden beneficiar o perjudicar su
desarrollo emocional.
3Compartidos
Internos
Estos están ligados a la regulación emocional propia de cada ser
humano.
Algunos factores que pueden determinar una tendencia a sufrir problemas
emocionales son: tener un carácter excesivamente fuerte, ser altamente
introvertido, sufrir déficits de atención, inseguridad o fallos en el
procesamiento de la información.
«La vida es 10% lo que experimentas y 90% cómo respondes a ello»
Externos
El ambiente en el que un niño crece determinará en gran medida
este desarrollo. Si forma parte de una familia donde hay violencia, agresividad
y negatividad, su estabilidad emocional se verá perjudicada.
Tanto la bibliografía norteamericana como la española, asocian estos resultados con las
circunstancias socioeconómicas y sociales contemporáneas, los nuevos estilos y
estructuras de la familia actual, enumerando algunas que resultan coincidentes con
nuestra realidad:
Este trastorno suele interferir en su desarrollo y en las relaciones con sus iguales ya que
estos niños suelen tener dificultades para participar en juegos, actividades, deportivas.
Cuando están fuera del hogar o sin el acompañamiento de los padres, suele cursar con un
elevado malestar y perturbación en el niño que lo padece, siendo frecuentes los síntomas
fóbicos, de ansiedad, quejas somáticas e incluso sintomatología depresiva. La edad de
comienzo más frecuente se ha situado en la niñez media, entre los siete y nueve años de
edad, aunque suele también presentarse en la edad preescolar.
Aunque en la bibliografía minimizan los posibles riesgos a largo plazo, colocando en las
condiciones externas la evolución casi espontánea.
Hemos recibido preescolares menores con sintomatología estructurada, estable y gran
resistencia a la intervención.
Explicar a los padres o tutores el origen del problema. A partir de esta comprensión,
como estrategia general, hay que potenciar espacios de comunicación diaria con el
niño. Priorizar la calidad versus la cantidad en la interacción. Afirmar, que un vínculo
roto, no establecido o deficiente va a cursar probablemente con un niño inseguro,
temeroso del entorno y el futuro.
Recordarle cuanto le queremos y lo importante que es él para la familia. Darle
protagonismo y saber estimular la conducta o el trabajo correcto inmediatamente
después que lo lleve a cabo.
Si hay problemas de impulsividad o atención, incorporar juegos que entrenen la
demora de la respuesta y el pensar antes de actuar.
Fomentar que explique sus sentimientos y emociones (tristeza, alegría, etc.) más
que lo que ha hecho (jugar, ir de excursión, etc.). Esto debe servir de base para que
los padres razonen con él los aspectos de sus sentimientos.
Depresión en la Infancia
La existencia de la depresión en la infancia ha sido cuestionada durante muchos años. En
épocas relativamente recientes, existía aún la concepción popular de una etapa infantil en
la que no cabían sentimientos de tristeza, abatimiento, preocupaciones o sentimientos de
culpabilidad en niños antes de la pubertad.
La depresión infantil es un trastorno complejo, que incluye alteraciones cognitivas,
psicofisiológicas y motoras, que difieren según los casos. El proceso de evaluación
psicológica consiste en obtener información relevante, fiable y valida del niño y de otras
personas que se relacionan con él. Varias son las dificultades que se presentan. Una
primera radica en la disparidad de procedimientos que dificulta la comparación entre
estudios. Un segundo hace referencia a la dificultad de utilizar pruebas de autoevaluación
en los niños más pequeños. Finalmente señalar que sigue habiendo un reducido número
de pruebas específicas para evaluar estos trastornos en niños, si bien, se ha avanzado
bastante respecto a años anteriores en nuestro país.
Las pruebas de papel y lápiz, incluyendo los autoregistros, se utilizan a partir de los seis
años que es la edad normal de inicio de la lectura y escritura. Sin embargo, debemos
siempre asegurarnos de que la prueba resulte comprensible para el niño antes de su pase
y descartarlo cuando se presenten dificultades lectores o retraso mental. El dibujo
espontáneo y los temáticos pueden resultar valiosos desde los cuatro años.
La teoría de la depresión enmascarada supuso un avance en el reconocimiento de la
depresión infantil. La observación de un estado de ánimo irritable o disfórico en
numerosos problemas propios de la infancia y de la adolescencia, como dificultades en el
aprendizaje escolar, hiperactividad, conducta antisocial, ansiedad de separación, anorexia
nerviosa, rechazo escolar, llevaron a hipotetizar que la depresión era un trastorno latente
que se manifestaba de diferentes formas.
2 Sintomatología de la depresión en niños y adolescentes
En la aproximación a la sintomatología depresiva, los de Weinberg (1973) exponen un
conjunto de criterios operativos claros dirigidos específicamente a diagnosticar la
depresión en niños.
Respecto a su prevalencia se sitúa alrededor del 2 al 3% de la población en niños de nueve
a diez años aumentando este porcentaje con la edad para situarse en valores superiores al
8% en adolescentes. De todas formas estos datos pueden ser superiores si se contemplan
también diagnósticos leves o transitorios de depresión.
Veamos la siguiente tabla (Tabla 1.) con los detalles de las categorías de síntomas y sus
manifestaciones.
Tabla 1.
Según este modelo, para establecer el diagnóstico de depresión deben concurrir dos
síntomas principales y al menos dos de secundarios. Estos síntomas deberían persistir al
menos durante cuatro semanas consecutivas. Dichos síntomas deben constituir un cambio
significativo respecto al funcionamiento anterior del niño.
Otros problemas
Al igual que hace algunos años aumentó el número de consultas referidas a los trastornos
de ansiedad en sus diferentes formas expresivas y sobre todo la ansiedad de separación,
estamos evaluando un número importante de casos entre los cuatro y los seis años en los
cuales el Motivo de Consulta difiere en gran medida de las principales características
psicológicas y alteraciones que presentan los pequeños. La intranquilidad, desobediencia,
agresividad y quejas de la maestra o los adultos responsables de su educación, sobre el
control insuficiente sobre el niño.
Este es el grupo al que nos referíamos al inicio en el que la ira y la falta de control de
impulsos y los cambios de humor enmascaran problemas relacionados con sus
limitaciones en procesos básicos del desarrollo como son el déficit motor y su impacto en
la comunicación, las habilidades sociales, autoestima, aprendizaje y equilibrio y estabilidad
emocional.
Me refiero a niños entre cuatro y seis años con un retraso motor no menor de un año, y su
impacto en su incorporación a la vida escolar.
Ejemplo 1:
Tomemos a modo de ejemplo un niño varón de cuatro años con antecedentes de
problemas de adaptación a los dos años, y que en estos momentos presenta nuevamente
dificultades para ser cuidado por personas ajenas a su madre y que reclama de manera
constante la presencia de su padre residente fuera de Cuba.
El motivo de consulta referido por su madre es que está muy agresivo con los adultos,
presenta sudoración en las manos, histrionismo, manipulación de los abuelos y la madre y
serios problemas en la adaptación a situaciones nuevas.
En el dibujo temático de la familia ejecuta la figura segunda, en color marrón.
Dibujo 1
Observe la preferencia cromática por el marrón en los dibujos (dibujo 1; dibujo 2)
(Nota:1).
Dibujo 2
Al realizar la comprobación de su asimilación de patrones, encontramos una dificultad en
la ejecución de los círculos, ángulos rectos y limpieza de las líneas rectas.
Se mostró cooperador, y trataba de que sus dibujos le quedaran “bien”. Logró realizar una
figura humana no solo reconocible, sino con algunos detalles de mayor elaboración
Estas representaciones gráficas nos muestran la asimilación de la estimulación, y
corrobora algunos de los resultados que arrojó el estudio socio afectivo del preescolar
cubano, comienzan a los dos años con una ejecución superior a lo descrito en la literatura,
pero alrededor de los tres años se estancan, no logrando la nominalización por falta de
acompañamiento seguro y estimulador del desarrollo. Las representaciones de las familias
muestran inadecuación y seriaciones de color, reclamando mayor atención.
Ejemplo 2:
Sexo femenino, seis años
MC.: mucha intranquilidad y “juegos de manos” en la escuela, quejas de indisciplinas y
disminución del rendimiento escolar.
La niña se muestra Inhibida, no quiere hablar de los dibujos realizados (dibujo 3; dibujo 4)
y cuesta mirarle el rostro.
Dibujo 3
Dibujo 4
Cuando le pregunto por la escuela comienza a llorar y se mantiene todo el resto del
tiempo así. La representación de la familia está constituida por papá mama ella y la perra.
Se observa tendencia al estropeo del concepto de familia y resulta notable la inhibición de
la respuesta emocional cuando el dibujo temático se refiere a la de un desempeño en el
dibujo espontáneo lo que incluye el color, con cambios de humor, y una preferencia
cromática entre la agresividad y la angustia, pasa a la inhibición y muestra lo dañado del
concepto de familia.
Conclusiones
A modo de conclusiones podemos afirmar:
Bibliografía:
García Morey, A., (2003), Psicopatología infantil. Su evaluación y diagnóstico, Félix Varela,
La Habana: Félix Varela.
J. Sabrià Pau:Pediatra. CAP Sant Vicenç dels Horts, Barcelona, Pediatr Integral 2 Entrevista
por correspondencia con: Dr. Harold S.
Koplewicz, Presidente del Instituto de Salud Mental Infantil (Child Mind Institute), 7 de
mayo, 2012.
Andrew S. Garner, MD, PhD, Jack P. Shonkoff, MD, Benjamin S. Siegel, MD, Mary I.
Dobbins, MD, Marian F. Earls, MD, Andrew S. Garner, MD, PhD, Laura McGuinn, MD, John
Pascoe MD, PH, David L. Wood, MD Pediatrics 1 de enero 2012 129:15631566.
Instituto Nacional de Salud Mental. Página de trastornos mentales entre los niños.
Octubre 2010. http://www.nimh.nih.gov/statistics/1ANYDIS_CHILD.shtml
Notas:
1 Fuente de las imágenes: Estudios de casos de la autora. Las imágenes no han sido
retocadas, solo el ejemplo del trastorno vincular ha sido cortada por razones éticas.
Trastorno de la conducta
¿Qué es un trastorno de la conducta (CD)?
El trastorno de la conducta es un trastorno del comportamiento, algunas veces diagnosticado en la
infancia, que se caracteriza por comportamientos antisociales que violan los derechos de otros y los
estándares y reglas sociales apropiados a la edad. Los comportamientos antisociales pueden incluir la
irresponsabilidad, comportamientos delincuentes (como ausentismo escolar y escaparse), violar los
derechos de otros (como robo), y/o agresión física contra animales u otros (como asalto y violación).
Estos comportamientos generalmente ocurren juntos; sin embargo, uno o varios pueden ocurrir sin el
otro.
Los siguientes son los síntomas más comunes del trastorno de la conducta. Sin embargo, cada niño
puede experimentar los síntomas de manera diferente. Los 4 grupos principales de comportamientos son
los siguientes:
Conducta agresiva. La conducta agresiva causa o amenaza con daño físico a otros y puede incluir lo
siguiente:
o Comportamiento intimidatorio
o Acoso
o Peleas físicas
o Uso de armas
o Incendio provocado
o Mentir
o Robar
o Hurto en tiendas
o Delincuencia
o Escapar
o Burlas
o Maldades
Los síntomas del trastorno de la conducta pueden parecerse a otras condiciones o problemas médicos.
Siempre consulte con el médico de su hijo para un diagnóstico.
Además, el trastorno de la conducta con frecuencia coexiste con otros trastornos de salud mental,
incluyendo trastornos del estado de ánimo, trastornos de ansiedad, trastorno de estrés postraumático,
abuso de sustancias, trastorno de déficit de atención/hiperactividad y trastornos del aprendizaje,
aumentando la necesidad de un diagnóstico y tratamiento tempranos. Consulte con el médico de su hijo
para obtener más información.
Su opinión o preferencia
Terapia familiar. La terapia familiar con frecuencia se enfoca en hacer cambios dentro del sistema
familiar, como mejorar las destrezas de comunicación e interacciones familiares.
Terapia grupal de pares. La terapia grupal de pares se enfoca con frecuencia en el desarrollo de destrezas
sociales y destrezas interpersonales.
Medicamentos. A pesar de que no se considera efectiva en el tratamiento del trastorno de la conducta, la
medicación puede ser utilizada si están presentes otros síntomas o trastornos y responden a la
medicación.
Bajo este epígrafe se agrupan comportamientos muy diversos y de severidad dispar, donde se
incluyen la desobediencia, provocación, negativismo, hostilidad, perder los estribos con facilidad,
discutir con adultos y desafiarlos, hacer deliberadamente cosas que molestan a otros, agresividad
hacia uno mismo y/o hacia los demás, engañar, robar, destrozar bienes propios y/o ajenos,
vandalismo, incendios provocados, violar reglas o incumplir normas, escaparse de casa,
absentismo escolar,…
Si bien muchas personas pueden ser o estar intranquilas y distraídas, estas cualidades deben ser
más intensas, persistentes y perturbadoras para poder acreditar un diagnóstico de TDAH. Los
síntomas nucleares del trastorno son el déficit de atención, la impulsividad y la falta de atención y
éstos deben causar dificultades en múltiples áreas, por ejemplo, en la escuela, el hogar o con
amigos.
Los trastornos generalizados del desarrollo generalmente son evidentes en los primeros años de
vida. Los niños con estos trastornos tienen dificultades en el desarrollo temprano del lenguaje, la
comunicación, la socialización y la motricidad. El trastorno autista y el síndrome de Asperger (SA)
son dos de las formas más comunes de trastornos generalizados del desarrollo (TGD).
En general, los niños con síndrome de Asperger no presentan las deficiencias cognitivas o de
lenguaje que manifiestan los niños con trastorno autista. Sin embargo, en ambos trastornos, los
niños tienen dificultades para comprender las situaciones sociales y carecen de habilidades
empáticas. Ambos trastornos pueden considerarse incluso puntos extremos de un mismo espectro.
De hecho los niños diagnosticados de TGD podrían ubicarse en cualquier punto de este espectro,
presentando cuadros muy heterogéneos tanto a nivel conductual como funcional.
A diferencia del simple retraso del lenguaje, los trastornos del lenguaje, se caracterizan por una
anomalía en el desarrollo del Lenguaje. Las manifestaciones clínicas varían y pueden percibirse
como una dificultad articulatoria, en la compresión del lenguaje, en su procesamiento o en la
expresión verbal. De hecho hay niños que aún teniendo un trastorno del lenguaje, pueden producir
sonidos y su discurso se puede entender.
Los trastornos del lenguaje en raras ocasiones se deben a una falta de inteligencia pero si pueden
ocurrir en niños con otros problemas del desarrollo, con trastornos del espectro autista, con
hipoacusia y con dificultades de aprendizaje. Un trastorno del lenguaje también puede ser causado
por daño al sistema nervioso central, el cual se denomina afasia.
Trastornos de Ansiedad:
Incluyen miedos, fobias, dificultades para separarse del adulto, obsesiones y compulsiones,
traumas,…)
Trastorno de Ansiedad por separación (TAS): un temor extremo de ser separado del
hogar o de la persona principal que lo cuida
Trastorno de Ansiedad generalizada (TAG): una preocupación excesiva e
incontrolable
Fobia Social: temor excesivo a ser evaluado negativamente, a ser rechazado,
humillado o avergonzado frente a los demás
Trastorno de Pánico con/sin Agorafobia: episodios de ataques de pánico, que
cursan con síntomas como falta de aire, palpitaciones, hormigueo y sensaciones de
adormecimiento, oleadas de frío o calor, o terror al encontrarse en ciertos lugares o
situaciones.
Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC): presencia de obsesiones o compulsiones
que el niño siente que no puede controlar y que son lo suficientemente graves como
para interferir en las actividades de su vida diaria. Las obsesiones son pensamientos
reiterados e indeseados que a menudo se relacionan con miedos de contaminación.
Las compulsiones son conductas reiteradas y sin sentido, que se manifiestan para
intentar neutralizar pensamientos o impulsos. Los rituales de control y lavado son
particularmente comunes en los niños. Los niños con TOC pueden desempeñarse
satisfactoriamente a nivel académico, pero pueden tener dificultad para realizar sus
tareas, ya que suelen necesitar que todo salga perfecto. Los síntomas que son graves
y consumen tiempo pueden comprometer la autoestima e interferir en el desempeño
con sus amistades y familiares.
Mutismo selectivo:
El mutismo selectivo se refiere al silencio selectivo en un niño que habla sin problemas en
situaciones muy familiares. Los niños con mutismo selectivo se desenvuelven y hablan
normalmente en el ambiente familiar próximo; sin embargo, cuando hay personas poco conocidas,
se vuelven tímidos y retraídos. Algunos niños evitan el contacto visual y no se comunican de
ninguna manera con los demás. Otros no recurren a gestos ni cambios en su expresión facial. A
pesar de que es poco común, el mutismo selectivo merece mucha atención porque persiste y tiene
un impacto funcional (social, educativo) en los niños pequeños
Un niño o adolescente puede desarrollar este trastorno, después de presenciar o estar expuesto a
una situación traumática extrema en la que el mismo menor o una persona importante se ve
involucrada en una amenaza de lesión o muerte o incluso en un hecho real de lesión o muerte que
causa miedo, desprotección u horror intenso. En la mayoría de los casos, la conmoción y angustia
inicial provocadas por el trauma disminuyen con el transcurso del tiempo, y las heridas
emocionales se procesan y disipan. Cuando el recuerdo del trauma no disminuye y la perturbación
provoca trastorno en diferentes áreas de la vida, el niño se encuentra en riesgo de desarrollar
trastorno de estrés postraumático (TEPT).
A veces un niño o adolescente se queja continuamente de una molestia o un dolor , sin que pueda
encontrarse una causa médica que lo explique. Sin embargo, el dolor o la molestia son muy reales
para el joven. El niño o adolescente puede estar sufriendo una enfermedad psicosomática
(trastorno somatomorfo) y puede estar expresando sus conflictos emocionales a través de las
quejas físicas. Los trastornos somatomorfos diagnosticados en niños incluyen el trastorno de
conversión, trastorno de somatización, trastorno dismórfico corporal, hipocondría y trastorno del
dolor.
La vinculación hace referencia al lazo íntimo que se forma entre un niño o bebé y la principal
persona a cargo. Una vinculación segura se considera vital para el desarrollo emocional del niño y
su capacidad para establecer otras relaciones sociales saludables. Los bebés y niños con este
trastorno muestran una relación social inapropiada para el nivel de desarrollo, y no inician ni
responden como deberían a la mayoría de las interacciones sociales.
Los niños y adolescentes que sufren estos trastornos pueden perder contacto con la realidad y son
incapaces de controlar su pensamiento o su conducta. Hay casos de afectación severa donde se
pueden llegar a tener pensamientos de hacerse daño a uno mismo o a otras personas.
La esquizofrenia supone el cuadro más grave y de peor pronóstico, puede tener un inicio gradual,
con síntomas de aislamiento y alteraciones del lenguaje que se tornan evidentes con el transcurso
del tiempo, o puede tener un inicio repentino en la adolescencia.
Trastornos de la eliminación
Se refiere a una falta de control esfinteriano, que lleva a los niños a orinarse (enuresis) o defecar
(encopresis) involuntariamente sin que exista una enfermedad orgánica que lo genere. Para su
diagnóstico requiere que haya pasado el tiempo en que el control intestinal y urinario es
fisiológicamente posible, momento que coincide habitualmente con la edad en que el niño ya logra
usar el inodoro, en general los 4-5 años de edad. Este diagnóstico es más común en niños
pequeños, pero puede darse hasta los 10 ó 12 años. La experiencia clínica sugiere que no suele
durar más allá de la adolescencia.
También existe la posibilidad de que algunos trastornos del sueño surjan como consecuencia de
malos hábitos (dificultad para dormir solo) y/o sean secundarios a otros problemas
psicológicos/psiquiátricos (ansiedad/miedos, depresión,…)
El problema se acentúa con el tiempo, pues estos niños suelen ser descuidados, propensos
a accidentes e incidentes y se saltan continuamente las normas. Lógicamente se vuelven
impopulares, tanto entre los otros niños como entre los educadores y los adultos, lo que
desemboca progresivamente en su aislamiento.
¿Cómo se diagnostican?
Estos casos se detectan al observar una falta de atención e hiperactividad (actividad
excesiva) en el niño. Deben darse ambas características en más de una situación (por
ejemplo, en clase, en la consulta del especialista, en casa). El déficit de atención se
identifica porque los chicos cambian frecuentemente de una actividad a otra, dando la
impresión de que pierden la atención en una tarea porque pasan a entretenerse con otra.
La hiperactividad se caracteriza por una inquietud excesiva, en especial en situaciones
que requieren una relativa calma.
Factores genéticos
Los hermanos de un niño hiperactivo tienen un riesgo dos veces mayor de padecer el
trastorno que la población general. Se ha comprobado que el trastorno hiperactivo se
presenta, con más frecuencia, en ambos gemelos homocigóticos que en el caso de los
heterocigóticos.
Factores estacionales
Se ha demostrado que septiembre es el mes en el que nacen más niños con este trastorno.
Podría deberse a infecciones que, durante el invierno, afectan al desarrollo del feto en sus
tres primeros meses de evolución.
Lesiones cerebrales
Se pueden producir durante el embarazo, en el parto o en los primeros años de vida del
niño (por accidentes o infecciones).
Factores psicosociales
Los niños ingresados en instituciones son con frecuencia hiperactivos y tienen periodos
de atención cortos. Se cree que es debido a la falta de cariño y apoyo familiar, pues
mejoran cuando son adoptados por una familia.
¿Cuáles son sus causas?
No se conoce la causa de esta enfermedad, pero sí algunos factores que influyen en su
aparición:
¿Cuál es su tratamiento?
El tratamiento debe instaurarlo un especialista. Se utilizan fármacos estimulantes del
sistema nervioso central, como la anfetamina o el metilfenidato. En ocasiones, están
indicados los fármacos antidepresivos o los antipsicóticos. Nada más comenzar el niño a
tomar la medicación, se debe hacer un seguimiento consensuado, de acuerdo con los
familiares y los profesores o educadores, para que la intervención sea más efectiva.
Factores socioculturales
Los niños que sufren de privaciones socioeconómicas, cuyos padres están en desempleo y
reciben un insuficiente apoyo social, tienen más probabilidades de desarrollar trastornos
disociales.
Factores psicológicos
Los niños criados en malas condiciones suelen ser agresivos e inmaduros. Está
comprobado que los niños expuestos al abuso o a los malos tratos tenderán a reaccionar
de forma agresiva e imitar el “ejemplo” de sus progenitores.
¿Cuál es su tratamiento?
Ante la complejidad de la conducta de estos chicos, el tratamiento debe ser integral y
abarcar todos los ámbitos posibles. La base está en crear una estructura ambiental con
normas consistentes y consecuencias establecidas. La mencionada estructura se debe
instaurar en el hogar, para lo que los padres y familiares pueden aprender algunas
técnicas de conducta. Lo mismo se puede aplicar al ámbito escolar, para que los chicos
encuentren un refuerzo en su conducta positiva y adecuada, tanto en casa como en el
colegio.
A menudo, tanto el niño como los padres precisan tratamiento psiquiátrico. El especialista
aplicará técnicas de psicoterapia y de educación sanitaria. Algunos niños deberán ser
tratados con medicaciones antipsicóticas, litio y antidepresivos, según los casos, para
complementar la psicoterapia y la intervención educativa.
Cuando el medio familiar sea caótico o agresivo con el niño, será necesario encontrar una
residencia alternativa para el chico, con el fin de procurar su bienestar y su salud.