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Los problemas emocionales en los

niños
Fernando Clementin · 7 febrero, 2019
La vida está llena de condicionantes que pueden jugar a favor o en contra de
nuestro bienestar. Los niños no son la excepción a esta regla. Sus características
innatas y las del ambiente en el que crecen pueden beneficiar o perjudicar su
desarrollo emocional.

3Compartidos

 Enuresis secundaria: ¿por qué se hace pis de nuevo?


 Objetos transicionales: ese peluche del que no se separa
 La técnica del modelado
Los problemas emocionales en los niños pueden afectar a sus relaciones con los
demás, su conducta y su estado de ánimo. Los padres deben ser capaces
de detectar estas anomalías y solucionarlas lo más rápido posible, ya que
perjudican el desarrollo del niño en varios aspectos.
Este tipo de problemas no son exclusividad de los adultos. Por diferentes
circunstancias, ya sea internas o del entorno, los niños se ven afectados
por coyunturas perjudiciales para su salud emocional.

Estos aparecen cuando las emociones negativas tienen un impacto desmedido en


la vida del pequeño. Aunque esto no quiere decir que se deba subestimar su
importancia.

Las emociones negativas son sumamente relevantes para las


personas. Es mediante el miedo como nos protegemos de amenazas, con el
enfado nos defendemos ante ataques de otros y con la adrenalina aumentamos
nuestras capacidades cuando es necesario.
Los problemas emocionales en los niños pueden ser muy malos
para su bienestar físico y psicológico. A continuación, veremos cómo
detectarlos y qué hacer para solucionarlos.

Problemas emocionales más frecuentes en la niñez


Los trastornos emocionales que se presentan con mayor asiduidad en los niños
son:

 Falta de empatía: en estos casos los niños no son capaces de


reconocer las emociones de las otras personas. Por lo tanto, no notan si
alguien está triste, contento o enfadado. Además, son incapaces de
comprender por qué se sienten así.
 Depresión: puede ser causada por diversos factores. Altera en gran
medida la conducta de los niños, así como su estado de ánimo, su
rendimiento escolar, su respuesta frente a estímulos externos y su
relación con los demás.
 Ansiedad: si bien se trata de un mecanismo de defensa ante una
amenaza o peligro, la ansiedad desmedida o en situaciones injustificadas
puede provocar irritabilidad, nervios e inquietud. Además, también suele
ser origen de otros trastornos físicos, algunos muy serios.
 Intolerancia a la frustración: se trata de la imposibilidad de
aceptar reglas, normas o situaciones que no les resulten convenientes.
Generalmente se expresa mediante el enfado y una conducta agresiva.
 Fobias: son miedos excesivos. Algunos, además, pueden estar
relacionados con cosas cotidianas (como la lluvia, por ejemplo).
Provocan grandes complicaciones que afectan a la estabilidad mental y a
la vida social.
 Trastorno de pánico: son cuadros de miedo intenso, acompañado por
síntomas físicos verdaderamente angustiantes para quien lo padece.

Causas más comunes de los problemas


emocionales en los niños
Tal y como fue mencionado previamente, hay dos tipos de desencadenantes para
los problemas emocionales en los niños:

Internos
Estos están ligados a la regulación emocional propia de cada ser
humano.
Algunos factores que pueden determinar una tendencia a sufrir problemas
emocionales son: tener un carácter excesivamente fuerte, ser altamente
introvertido, sufrir déficits de atención, inseguridad o fallos en el
procesamiento de la información.
«La vida es 10% lo que experimentas y 90% cómo respondes a ello»

Externos
El ambiente en el que un niño crece determinará en gran medida
este desarrollo. Si forma parte de una familia donde hay violencia, agresividad
y negatividad, su estabilidad emocional se verá perjudicada.

Asimismo, el ambiente escolar es igual de importante, ya que es su primer


contacto con sus pares en el mundo exterior.

Es importante, por ende, que no existan situaciones de abuso u hostigamiento.


También pueden influir las malas relaciones con los profesores, el no sentirse
un miembro valorado en la comunidad educativa y el mal
rendimiento académico.
¿Cómo detectar problemas emocionales
en los niños?
Lo primero que debemos considerar es que nunca un niño vendrá y nos dirá:
«Estoy sufriendo de baja autoestima por las críticas de mis compañeros». Por
eso debemos estar atentos a su conducta, que será el medio por el
cual canalizará todos los sentimientos reprimidos.
Si el niño manifiesta actos de nerviosisimo, como morderse las uñas, gritar,
romper objetos o ser agresivo, esto puede ser un indicador. También
algunos síntomas físicos, como las taquicardias, las náuseas o la
tensión muscular.
Asimismo, prestemos atención también a aquello que no manifiesta. Si
notamos que no confía en sus aptitudes, que encara los problemas con actitud
negativa o que tiene una dificultad anormal para relacionarse con los demás,
debemos intentar indagar qué está pasando por su cabeza.

Consejos para tratar los problemas emocionales


en los niños
La recomendación más atinada ante un caso de trastorno emocional en un niño es
acudir a un profesional.

Un psicólogo o un psiquiatra, por ejemplo, podrían diagramar un plan


de educación emocional para enseñarle a controlar los diversos sentimientos que
afloran según las situaciones. La inteligencia emocional es el arma clave
para combatir este tipo de trastornos.
Asimismo, debemos estar presentes a lo largo de su infancia. La mejor manera
de ayudarlos es siendo comprensivos, abiertos, estando dispuestos a
transmitir enseñanzas y valores en todo momento y, sobre todo, demostrándoles
que estamos a su disposición cuando sientan que algo no va bien.

LOS TRASTORNOS EMOCIONALES EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA. IDENTIFICACIÓN


Aurora García Morey Facultad de Psicología, Universidad de La Habana
Resumen
La literatura especializada coincide en el aumento en los últimos diez años de los
trastornos emocionales en la infancia y la adolescencia, llegando sus reportes a cifras
millonarias. Nuestras observaciones a partir de la práctica clínica y estudios de casos
coinciden, por lo que en el presente trabajo ofrecemos algunas reflexiones y experiencias
en el uso de las técnicas gráficas en su identificación e intervención.
Abstract
The literature agrees with the increase in the last ten years of emotional disorders in
childhood and adolescence, reaching its reports to millions. Our observations from clinical
practice and case studies coincide, so this paper and offer some thoughts and experiences
on the use of graphic techniques in identification and intervention.
Palabras claves
diagnóstico, psicología clínica, técnicas gráficas, diagnosis, clinical psychology, graphic
techniques
En la última década, hemos observado en consulta el aumento de la frecuencia de algunos
cuadros clínicos correspondientes al grupo de los trastornos de las emociones en la
infancia y la adolescencia, por lo que indagamos en la literatura acerca del
comportamiento de las entidades o sintomatología de mayor incidencia en otros países,
encontrando coincidencia en la mayoría de los casos. Si bien entre los meses de
septiembre y octubre aumenta la frecuencia de los problemas relacionados con la
adaptación escolar, resulta llamativa la estructuración de algunos cuadros clínicos en los
cuales la sintomatología emocional emerge como trastorno primario de causas múltiples,
como secundario a otros trastornos, o enmascarado en expresiones conductuales y
distorsionando, la verdadera cara del problema.
Los estudios epidemiológicos en otros países, estiman entre un 10 a un 20% la prevalencia
de psicopatología infantil.
El Departamento de Sanidad estima que uno de cada cinco niños en Estados Unidos
padece de un trastorno emocional o del comportamiento, lo que equivale a catorce
millones de niños y adolescentes. El Dr. Harold S. Koplewicz, presidente del Instituto de
Salud Mental Infantil (Child Mind Institute), institución dedicada a ofrecer apoyo e
información sobre atención psicológica emocionales y de conducta son patologías
frecuentes en la infancia y adolescencia, afirmó que el setenta y cinco por ciento de todas
las enfermedades de psiquiatría ocurren antes de los veinticuatro años de edad, y el 50%
ocurren antes de los catorce años.*
El Instituto Nacional de Salud Mental estima que las enfermedades mentales más
comunes entre los niños en Estados Unidos entre los ocho y los quince años de edad son:
• El Trastorno de Deficiencia de Atención e Hiperactividad (TDAH)
• Trastornos en el estado de ánimo
• Depresión severa
• Trastornos de conducta
• Distimia
• Trastornos de ansiedad
• Trastornos de pánico
• Trastornos de ansiedad generalizada
• Trastornos alimentarios

Según la CDC el principal trastorno mental infantil es el Trastorno de Deficiencia de


Atención e Hiperactividad (TDAH) el cual afecta a 8.5 % de los niños entre ocho y quince
años de edad; seguidos por 3.7% de niños que padecen de trastornos en el estado de
ánimo, y un 2.7% de los que niños con depresión severa. No logramos encontrar
estadísticas en niños menores de ocho años, por lo que no estarían en estas cifras
considerados todos aquellos casos de preescolares que se inician en la vida escolar, donde
emergen un elevado número de casos con dificultades en la adaptación o trastornos
específicos del aprendizaje y que pueden tener como efecto derivado, sentimientos de
incapacidad, minusvalía, angustia, ansiedad, entre otros síntomas.
Según reportes de la Clínica Mayo estos son algunos de las señales que deben observar,
los médicos, maestros y familiares con vistas a la detección precoz de alteraciones de la
esfera emocional:

 Dificultad para concentrarse.


 Pérdida de peso inexplicable.
 Abuso de sustancias tóxicas.
 Cambios de comportamiento.
 Cambios en estado de ánimo.
 Sentimientos extremos.
 Infligirse daño físico.

Tanto la bibliografía norteamericana como la española, asocian estos resultados con las
circunstancias socioeconómicas y sociales contemporáneas, los nuevos estilos y
estructuras de la familia actual, enumerando algunas que resultan coincidentes con
nuestra realidad:

 La estructura familiar: aumentan las separaciones, los divorcios, familias


reconstituidas, más variedades y tipologías de familias.
 Las normas, los códigos de conducta y las costumbres sociales: la influencia
mediática, y la dificultad de las familias en el establecimiento de límites que los
reafirmen como figuras de autoridad y los validen para propiciar y aplicar una
disciplina adecuada.
 La tendencia a subestimar el valor del esfuerzo: del tiempo de adaptación
necesario para manejar y superar los conflictos y la poca tolerancia a la frustración y
el cultivar el esfuerzo personal y colectivo.
 El culto al cuerpo: y a los modelos femeninos de mujer delgada y esbelta aumentan
las patologías por desagrado externo, como la anorexia mental y la bulimia, y la
contrapartida masculina de fuerza física y violencia.
 Dificultad para pensar de manera autónoma, simbolizar y liberar la tensión
interna en forma de emociones y sentimientos y su posible relación con la mayor
incidencia de patología psicosomática, como vía preferente de expresión de los
conflictos.

 La mayor competitividad: generadora de conflictos, especialmente en los niños


más frágiles y vulnerables.
 La necesidad de dedicar más tiempo a los compromisos laborales, en detrimento
del tiempo a dedicar a la familia, en contradicción con la necesidad de cubrir las
necesidades de sostén de los hijos.

Principales relaciones familiares disfuncionales:

 Los patrones rígidos, inflexibles, incapaces de adaptarse a los cambios y condiciones


de la familia moderna.
 Familias que niegan y evitan sistemáticamente el conflicto (siempre todo va bien).
 Relaciones familiares muy invasivas. No hay límites claros entre sus miembros, no
queda espacio para la intimidad y la individualización de cada uno.
 Relaciones sobreprotectoras: los padres no se adaptan a los progresos del
desarrollo de sus hijos, ni a las demandas de independencia. Se les priva de
comportamientos autónomos y se les mantiene infantilizados.
 Relaciones frías, con ausencia de expresiones de cariño de los padres, sin interés
por los avances del niño. Los padres no estimulan sus avances, ni se interesan por
sus estudios, o por sus amigos y compañeros con los que emplean el tiempo libre.
 Los padres que, debido a sus compromisos personales o profesionales, no se
organizan para dedicar un tiempo mínimo a sus hijos.

Cuadros clínicos coincidentes


Trastorno de ansiedad de separación
Es la ansiedad excesiva relacionada con la separación de las personas a las que está
vinculado el niño (normalmente los padres y especialmente la madre), con la separación
del hogar o de otros familiares.
Sus síntomas se manifiestan a nivel

 Cognitivo (preocupación excesiva y persistente a perder las figuras de apego o a


que les suceda algo malo.
 Conductual (resistencia o rechazo a acudir a la escuela u otro lugar, negarse a
dormir solo o fuera de casa si no está cerca la figura de vinculación).
 Somáticas (dolores de estómago, cabeza, pesadillas recurrentes, náuseas).
 Emocional (llanto, irritación, ansiedad y angustia).

Este trastorno suele interferir en su desarrollo y en las relaciones con sus iguales ya que
estos niños suelen tener dificultades para participar en juegos, actividades, deportivas.
Cuando están fuera del hogar o sin el acompañamiento de los padres, suele cursar con un
elevado malestar y perturbación en el niño que lo padece, siendo frecuentes los síntomas
fóbicos, de ansiedad, quejas somáticas e incluso sintomatología depresiva. La edad de
comienzo más frecuente se ha situado en la niñez media, entre los siete y nueve años de
edad, aunque suele también presentarse en la edad preescolar.
Aunque en la bibliografía minimizan los posibles riesgos a largo plazo, colocando en las
condiciones externas la evolución casi espontánea.
Hemos recibido preescolares menores con sintomatología estructurada, estable y gran
resistencia a la intervención.

Trastorno desafiante oposicionista


La conducta de oposición puede tomar diferentes formas, desde la pasividad extrema (no
obedecer sistemáticamente mostrándose pasivo o inactivo), hasta verbalizaciones
negativas, insultos, hostilidad o resistencia física con agresividad hacia las figuras de
autoridad, ya sean los padres, maestros o educadores.
La conducta desafiante y de oposición de inicio temprano suele ser persistente y puede ir
asociada a diferentes tipos de patología infantil y adolescente. Este trastorno, al igual que
la ansiedad de separación, suele encontrarse, en el abandono real o virtual del niño en la
primera infancia por parte de los padres. Los lazos afectivos (apego) insuficientes y
negativos, no lograron el crecimiento psicológico, el validismo y vínculos emocionales
sanos y estables con la separación segura, en la que el niño estará preparado y activo en
su propio desarrollo.
Trastorno de hipersensibilidad social
Miedo y desconfianza a extraños que produce una ansiedad excesiva y le impide
mantener relaciones sociales normales, este trastorno se da antes de los seis años de
edad. Incluye el trastorno por evitación.

Trastorno de rivalidad entre hermanos


El trastorno aparece unos meses después del nacimiento del hermano menor. El hermano
mayor manifiesta celos y rivalidad contra el hermano menor e intenta competir
constantemente para llamar la atención de sus padres. En los casos graves se acompaña
de hostilidad, maldad e infamias contra el hermano menor y pudiendo mostrar
comportamientos pueriles como es enfrentarse con los padres, llamar la atención con la
comida, rabietas.

Trastorno del vínculo


Hablamos del Trastorno del vínculo cuando se han producido rupturas traumáticas en el
lazo afectivo niñomadre desde las etapas más tempranas.
Diversas pueden ser las causas: abandono, maltrato, separaciones, Hogares para niños sin
amparo filial y posteriormente adoptados, niños que han estado en incubadoras, o
ingresados en los primeros años de vida.
La sintomatología puede ser variada, desde retraimiento extremo a conductas disruptivas
que cursan con hiperactividad, déficit atencional e impulsividad.
Pero no siempre hacen falta grandes traumas para que un niño pueda desarrollar
problemas de vinculación. Las largas horas de trabajo de muchos padres, los sustitutos
temporales, las instituciones internas en etapas anteriores al segundo año de vida, no
facilitan que se establezcan en su momento tiempos y la calidad de relación que muchos
niños necesitan.
La mayoría de niños que presentan alteraciones en el vínculo afectivo suelen poner a
prueba constantemente el amor de sus padres y los lazos que tienen en común. Lo más
paradójico es que lo hacen mediante un proceso sutil de exigencias, manipulaciones,
mentiras e, incluso, utilizando comportamientos agresivos y violentos hacia las personas
que quieren. También, a veces, contra ellos mismos.
La función primordial del llamado vínculo o apego establecido por el niño, en sus primeras
etapas evolutivas con las figuras que lo cuidan (en especial madre y padre), obedece a una
necesidad vital de reducir la ansiedad que permita el afrontamiento de situaciones
generadoras de ansiedad.

Niveles de ayuda para padres y tutores

 Explicar a los padres o tutores el origen del problema. A partir de esta comprensión,
como estrategia general, hay que potenciar espacios de comunicación diaria con el
niño. Priorizar la calidad versus la cantidad en la interacción. Afirmar, que un vínculo
roto, no establecido o deficiente va a cursar probablemente con un niño inseguro,
temeroso del entorno y el futuro.
 Recordarle cuanto le queremos y lo importante que es él para la familia. Darle
protagonismo y saber estimular la conducta o el trabajo correcto inmediatamente
después que lo lleve a cabo.
 Si hay problemas de impulsividad o atención, incorporar juegos que entrenen la
demora de la respuesta y el pensar antes de actuar.
 Fomentar que explique sus sentimientos y emociones (tristeza, alegría, etc.) más
que lo que ha hecho (jugar, ir de excursión, etc.). Esto debe servir de base para que
los padres razonen con él los aspectos de sus sentimientos.

Depresión en la Infancia
La existencia de la depresión en la infancia ha sido cuestionada durante muchos años. En
épocas relativamente recientes, existía aún la concepción popular de una etapa infantil en
la que no cabían sentimientos de tristeza, abatimiento, preocupaciones o sentimientos de
culpabilidad en niños antes de la pubertad.
La depresión infantil es un trastorno complejo, que incluye alteraciones cognitivas,
psicofisiológicas y motoras, que difieren según los casos. El proceso de evaluación
psicológica consiste en obtener información relevante, fiable y valida del niño y de otras
personas que se relacionan con él. Varias son las dificultades que se presentan. Una
primera radica en la disparidad de procedimientos que dificulta la comparación entre
estudios. Un segundo hace referencia a la dificultad de utilizar pruebas de autoevaluación
en los niños más pequeños. Finalmente señalar que sigue habiendo un reducido número
de pruebas específicas para evaluar estos trastornos en niños, si bien, se ha avanzado
bastante respecto a años anteriores en nuestro país.
Las pruebas de papel y lápiz, incluyendo los autoregistros, se utilizan a partir de los seis
años que es la edad normal de inicio de la lectura y escritura. Sin embargo, debemos
siempre asegurarnos de que la prueba resulte comprensible para el niño antes de su pase
y descartarlo cuando se presenten dificultades lectores o retraso mental. El dibujo
espontáneo y los temáticos pueden resultar valiosos desde los cuatro años.
La teoría de la depresión enmascarada supuso un avance en el reconocimiento de la
depresión infantil. La observación de un estado de ánimo irritable o disfórico en
numerosos problemas propios de la infancia y de la adolescencia, como dificultades en el
aprendizaje escolar, hiperactividad, conducta antisocial, ansiedad de separación, anorexia
nerviosa, rechazo escolar, llevaron a hipotetizar que la depresión era un trastorno latente
que se manifestaba de diferentes formas.
2 Sintomatología de la depresión en niños y adolescentes
En la aproximación a la sintomatología depresiva, los de Weinberg (1973) exponen un
conjunto de criterios operativos claros dirigidos específicamente a diagnosticar la
depresión en niños.
Respecto a su prevalencia se sitúa alrededor del 2 al 3% de la población en niños de nueve
a diez años aumentando este porcentaje con la edad para situarse en valores superiores al
8% en adolescentes. De todas formas estos datos pueden ser superiores si se contemplan
también diagnósticos leves o transitorios de depresión.
Veamos la siguiente tabla (Tabla 1.) con los detalles de las categorías de síntomas y sus
manifestaciones.
Tabla 1.

Según este modelo, para establecer el diagnóstico de depresión deben concurrir dos
síntomas principales y al menos dos de secundarios. Estos síntomas deberían persistir al
menos durante cuatro semanas consecutivas. Dichos síntomas deben constituir un cambio
significativo respecto al funcionamiento anterior del niño.
Otros problemas
Al igual que hace algunos años aumentó el número de consultas referidas a los trastornos
de ansiedad en sus diferentes formas expresivas y sobre todo la ansiedad de separación,
estamos evaluando un número importante de casos entre los cuatro y los seis años en los
cuales el Motivo de Consulta difiere en gran medida de las principales características
psicológicas y alteraciones que presentan los pequeños. La intranquilidad, desobediencia,
agresividad y quejas de la maestra o los adultos responsables de su educación, sobre el
control insuficiente sobre el niño.
Este es el grupo al que nos referíamos al inicio en el que la ira y la falta de control de
impulsos y los cambios de humor enmascaran problemas relacionados con sus
limitaciones en procesos básicos del desarrollo como son el déficit motor y su impacto en
la comunicación, las habilidades sociales, autoestima, aprendizaje y equilibrio y estabilidad
emocional.
Me refiero a niños entre cuatro y seis años con un retraso motor no menor de un año, y su
impacto en su incorporación a la vida escolar.
Ejemplo 1:
Tomemos a modo de ejemplo un niño varón de cuatro años con antecedentes de
problemas de adaptación a los dos años, y que en estos momentos presenta nuevamente
dificultades para ser cuidado por personas ajenas a su madre y que reclama de manera
constante la presencia de su padre residente fuera de Cuba.
El motivo de consulta referido por su madre es que está muy agresivo con los adultos,
presenta sudoración en las manos, histrionismo, manipulación de los abuelos y la madre y
serios problemas en la adaptación a situaciones nuevas.
En el dibujo temático de la familia ejecuta la figura segunda, en color marrón.
Dibujo 1
Observe la preferencia cromática por el marrón en los dibujos (dibujo 1; dibujo 2)
(Nota:1).

Dibujo 2
Al realizar la comprobación de su asimilación de patrones, encontramos una dificultad en
la ejecución de los círculos, ángulos rectos y limpieza de las líneas rectas.
Se mostró cooperador, y trataba de que sus dibujos le quedaran “bien”. Logró realizar una
figura humana no solo reconocible, sino con algunos detalles de mayor elaboración
Estas representaciones gráficas nos muestran la asimilación de la estimulación, y
corrobora algunos de los resultados que arrojó el estudio socio afectivo del preescolar
cubano, comienzan a los dos años con una ejecución superior a lo descrito en la literatura,
pero alrededor de los tres años se estancan, no logrando la nominalización por falta de
acompañamiento seguro y estimulador del desarrollo. Las representaciones de las familias
muestran inadecuación y seriaciones de color, reclamando mayor atención.
Ejemplo 2:
Sexo femenino, seis años
MC.: mucha intranquilidad y “juegos de manos” en la escuela, quejas de indisciplinas y
disminución del rendimiento escolar.
La niña se muestra Inhibida, no quiere hablar de los dibujos realizados (dibujo 3; dibujo 4)
y cuesta mirarle el rostro.

Dibujo 3
Dibujo 4

Cuando le pregunto por la escuela comienza a llorar y se mantiene todo el resto del
tiempo así. La representación de la familia está constituida por papá mama ella y la perra.
Se observa tendencia al estropeo del concepto de familia y resulta notable la inhibición de
la respuesta emocional cuando el dibujo temático se refiere a la de un desempeño en el
dibujo espontáneo lo que incluye el color, con cambios de humor, y una preferencia
cromática entre la agresividad y la angustia, pasa a la inhibición y muestra lo dañado del
concepto de familia.

Conclusiones
A modo de conclusiones podemos afirmar:

 No podemos dejarnos llevar por lo aparente, referido como queja o preocupación,


sino profundizar en las posibilidades que nos ofrecen nuestros recursos y técnicas,
(dibujo espontáneo y temáticos), triangulando la información de manera tal que
nos acerquemos al sujeto, ¿Cómo es?, ¿por qué esos síntomas? y cómo
acompañarlo en el proceso del desarrollo óptimo de sus potencialidades.
 Es posible evaluar la calidad de la respuesta emocional de los preescolares y
escolares mediante el ofrecimiento del uso del color como opción en sus dibujos
espontáneos y temáticos. Esto nos permite profundizar en la presencia o no de
respuesta emocional y la calidad de esta.
 Resulta importante la potenciación de cualquier espacio de ayuda en el que además
de evaluar, podamos mostrar a la familia cómo acompañar al niño en el proceso de
aprendizaje, sin que esto quiera decir que forcemos, o torzamos la expresión de
emociones negativas, por el contrario que puedan ser exploradas, comprendidas y
el propio instrumento evaluador se convierta en metodología de intervención y
canalización.

Bibliografía:

García Morey, A. (2005), “Mirando con ojos de niños”, en colectivo de


autores, Implicaciones de la tortura psicológica en contextos de violencia política, Bogotá:
Códice Ltda.

García Morey, A., (2003), Psicopatología infantil. Su evaluación y diagnóstico, Félix Varela,
La Habana: Félix Varela.

García Morey, A. (2010), Te digo un secreto,… estoy dibujando. Arequipa: Universidad


Nacional de San Agustín.

García Morey, A. “Indicadores globales de daño emocional severo”. Revista del


CIMEQ, vol. II, no. 1, 2010.

J. Sabrià Pau:Pediatra. CAP Sant Vicenç dels Horts, Barcelona, Pediatr Integral 2 Entrevista
por correspondencia con: Dr. Harold S.

Koplewicz, Presidente del Instituto de Salud Mental Infantil (Child Mind Institute), 7 de
mayo, 2012.

Andrew S. Garner, MD, PhD, Jack P. Shonkoff, MD, Benjamin S. Siegel, MD, Mary I.
Dobbins, MD, Marian F. Earls, MD, Andrew S. Garner, MD, PhD, Laura McGuinn, MD, John
Pascoe MD, PH, David L. Wood, MD Pediatrics 1 de enero 2012 129:15631566.

Instituto Nacional de Salud Mental. Página de trastornos mentales entre los niños.
Octubre 2010. http://www.nimh.nih.gov/statistics/1ANYDIS_CHILD.shtml

Departamento de Salud de EE.UU. (Oficina de Salud de Minorías) U.S. Department of


Health and Human Services Office of Minority Health septiembre del 2004:1721.

Instituto Child Mind. Página de Speak Up For Kids. 2012


http://www.childmind.org/en/speakupfacts/
MedlinePlus. Página sobre Trastornos de la conducta del niño. Revisado: 5 de abril del
2012. http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/childbehaviordisorders.html
Clínica Mayo. Hoja de información sobre el trastorno de hiperactividad y atención en los
niños. Revisado: 10 de febrero del 2011.
http://www.mayoclinic.com/health/adhd/ds00275/dsection=symptoms004;VIII(8):642650
.M.S.Jellinek y J.M. Murphy, Massachussets General Hospital.

Notas:

1 Fuente de las imágenes: Estudios de casos de la autora. Las imágenes no han sido
retocadas, solo el ejemplo del trastorno vincular ha sido cortada por razones éticas.

Trastorno de la conducta
¿Qué es un trastorno de la conducta (CD)?
El trastorno de la conducta es un trastorno del comportamiento, algunas veces diagnosticado en la
infancia, que se caracteriza por comportamientos antisociales que violan los derechos de otros y los
estándares y reglas sociales apropiados a la edad. Los comportamientos antisociales pueden incluir la
irresponsabilidad, comportamientos delincuentes (como ausentismo escolar y escaparse), violar los
derechos de otros (como robo), y/o agresión física contra animales u otros (como asalto y violación).
Estos comportamientos generalmente ocurren juntos; sin embargo, uno o varios pueden ocurrir sin el
otro.

¿Qué causa el trastorno de la conducta?


Las condiciones que contribuyen al desarrollo del trastorno de la conducta se consideran que son
multifactoriales, lo que significa que muchos factores contribuyen a la causa. Las pruebas
neuropsicológicas han demostrado que los niños y adolescentes con trastornos de la conducta tienen un
deterioro en el lóbulo frontal del cerebro que interfiere con su capacidad para planear, evitar el daño y
aprender de experiencias negativas. Se considera que el temperamento en la infancia tiene una base
genética. Los niños o adolescentes a quienes se consideran que tienen un temperamento difícil tienen
más probabilidades de desarrollar problemas conductuales. Los niños o adolescentes de ambientes de
hogares desfavorecidos, disfuncionales y desorganizados tienen más probabilidades de desarrollar
trastornos de la conducta, aunque se puede encontrar en todos los grupos socioeconómicos. Se ha
encontrado que los problemas sociales y el rechazo del grupo de pares contribuyen a la delincuencia. El
estatus socioeconómico bajo ha sido asociado con los trastornos de la conducta. Los niños y
adolescentes que exhiben comportamientos delincuentes y agresivos tienen perfiles cognitivos y
psicológicos distintivos cuando se comparan con niños con otros problemas mentales y grupos de
control. Todos los factores contribuyentes influyen en cómo los niños y adolescentes interactúan con
otras personas.

¿Quién resulta afectado por los trastornos de la conducta?


El trastorno es más común en chicos que en chicas. Los niños y adolescentes con trastornos de la
conducta con frecuencia tienen también otros problemas psiquiátricos que pueden contribuir al
desarrollo del trastorno de la conducta. La prevalencia de los trastornos de la conducta ha aumentado en
las décadas recientes a través de las razas, culturas y grupos socioeconómicos.

¿Cuáles son los síntomas del trastorno de la conducta?


La mayoría de síntomas vistos en niños con trastorno de la conducta ocurren también a veces en niños
sin este trastorno. Sin embargo, en niños con trastorno de la conducta, estos síntomas ocurren con más
frecuencia e interfieren con el aprendizaje, ajuste escolar, y, algunas veces, con las relaciones del niño
con otros.

Los siguientes son los síntomas más comunes del trastorno de la conducta. Sin embargo, cada niño
puede experimentar los síntomas de manera diferente. Los 4 grupos principales de comportamientos son
los siguientes:

 Conducta agresiva. La conducta agresiva causa o amenaza con daño físico a otros y puede incluir lo
siguiente:

o Comportamiento intimidatorio

o Acoso

o Peleas físicas

o Crueldad con otros o con animales

o Uso de armas

o Forzar a alguien a actividad sexual, violación o acoso sexual

 Conducta destructiva. La conducta destructiva puede incluir las siguientes:

o Vandalismo; destrucción intencional de la propiedad

o Incendio provocado

 Falsedad. El comportamiento deshonesto puede incluir los siguientes:

o Mentir

o Robar

o Hurto en tiendas

o Delincuencia

 Violación de reglas. La violación de reglas ordinarias de conducta o normas apropiadas a la edad


pueden incluir las siguientes:

o Ausentismo escolar (no asistir a la escuela)

o Escapar
o Burlas

o Maldades

o Actividad sexual muy temprana

Los síntomas del trastorno de la conducta pueden parecerse a otras condiciones o problemas médicos.
Siempre consulte con el médico de su hijo para un diagnóstico.

¿Cómo se diagnostica el trastorno de la conducta?


Un psiquiatra infantil, o un profesional de salud mental calificado generalmente diagnostica los
trastornos de la conducta en niños y adolescentes. Una historia detallada de la conducta del niño por
parte de los padres y profesores, observaciones de la conducta del niño, y, algunas veces, las pruebas
psicológicas contribuyen a hacer el diagnóstico. Los padres que notan síntomas de trastorno de la
conducta en su hijo o adolescente pueden ayudar buscando una evaluación y tratamiento tempranos. El
tratamiento temprano puede con frecuencia prevenir problemas futuros.

Además, el trastorno de la conducta con frecuencia coexiste con otros trastornos de salud mental,
incluyendo trastornos del estado de ánimo, trastornos de ansiedad, trastorno de estrés postraumático,
abuso de sustancias, trastorno de déficit de atención/hiperactividad y trastornos del aprendizaje,
aumentando la necesidad de un diagnóstico y tratamiento tempranos. Consulte con el médico de su hijo
para obtener más información.

Tratamiento del trastorno de la conducta


El tratamiento específico para niños con trastorno de la conducta será determinado por el médico de su
hijo con base en:

 La edad, salud global e historial médico de su hijo

 La extensión de los síntomas de su hijo

 La tolerancia de su hijo a medicamentos o terapias específicos

 Las expectativas del tratamiento de la condición

 Su opinión o preferencia

El tratamiento puede incluir:

 Enfoques cognitivo-conductuales. La meta de la terapia cognitiva-conductual es mejorar las destrezas de


solución de problemas, destrezas de comunicación, control de los impulsos y destrezas de manejo de la
ira.

 Terapia familiar. La terapia familiar con frecuencia se enfoca en hacer cambios dentro del sistema
familiar, como mejorar las destrezas de comunicación e interacciones familiares.

 Terapia grupal de pares. La terapia grupal de pares se enfoca con frecuencia en el desarrollo de destrezas
sociales y destrezas interpersonales.
 Medicamentos. A pesar de que no se considera efectiva en el tratamiento del trastorno de la conducta, la
medicación puede ser utilizada si están presentes otros síntomas o trastornos y responden a la
medicación.

Prevención del trastorno de la conducta en la infancia


Al igual que con el trastorno de oposición desafiante (ODD), algunos expertos creen que una secuencia
de experiencias del desarrollo ocurre en el desarrollo del trastorno de la conducta. Esta secuencia puede
comenzar con prácticas de crianza inefectivas, seguidas de fracaso académico y malas interacciones con
los pares. Estas experiencias con frecuencia llevan a ánimo deprimido e involucramiento en un grupo de
pares rebeldes. Sin embargo, otros expertos creen que muchos factores, como el abuso infantil,
susceptibilidad genética, historial de fracaso académico, daños cerebrales, y/o experiencia traumática
influyen en la expresión del trastorno de la conducta. La detección e intervención tempranas en una
familia negativa y las experiencias sociales pueden resultar útiles en interrumpir el desarrollo de la
secuencia de experiencias que llevan a comportamientos más perturbadores y agresivos.

Tipos de trastornos en la infancia / Trastornos


psigológicos/psiquiátricos en la infancia
Trastornos de Conducta:

Bajo este epígrafe se agrupan comportamientos muy diversos y de severidad dispar, donde se
incluyen la desobediencia, provocación, negativismo, hostilidad, perder los estribos con facilidad,
discutir con adultos y desafiarlos, hacer deliberadamente cosas que molestan a otros, agresividad
hacia uno mismo y/o hacia los demás, engañar, robar, destrozar bienes propios y/o ajenos,
vandalismo, incendios provocados, violar reglas o incumplir normas, escaparse de casa,
absentismo escolar,…

Trastorno de Déficit de Atención con/sin Hiperactividad (TDAH):

Si bien muchas personas pueden ser o estar intranquilas y distraídas, estas cualidades deben ser
más intensas, persistentes y perturbadoras para poder acreditar un diagnóstico de TDAH. Los
síntomas nucleares del trastorno son el déficit de atención, la impulsividad y la falta de atención y
éstos deben causar dificultades en múltiples áreas, por ejemplo, en la escuela, el hogar o con
amigos.

Trastornos Generalizados del Desarrollo y/o Trastornos del


Espectro Autista:

Los trastornos generalizados del desarrollo generalmente son evidentes en los primeros años de
vida. Los niños con estos trastornos tienen dificultades en el desarrollo temprano del lenguaje, la
comunicación, la socialización y la motricidad. El trastorno autista y el síndrome de Asperger (SA)
son dos de las formas más comunes de trastornos generalizados del desarrollo (TGD).
En general, los niños con síndrome de Asperger no presentan las deficiencias cognitivas o de
lenguaje que manifiestan los niños con trastorno autista. Sin embargo, en ambos trastornos, los
niños tienen dificultades para comprender las situaciones sociales y carecen de habilidades
empáticas. Ambos trastornos pueden considerarse incluso puntos extremos de un mismo espectro.
De hecho los niños diagnosticados de TGD podrían ubicarse en cualquier punto de este espectro,
presentando cuadros muy heterogéneos tanto a nivel conductual como funcional.

Trastornos del Habla y/o del Lenguaje:

A diferencia del simple retraso del lenguaje, los trastornos del lenguaje, se caracterizan por una
anomalía en el desarrollo del Lenguaje. Las manifestaciones clínicas varían y pueden percibirse
como una dificultad articulatoria, en la compresión del lenguaje, en su procesamiento o en la
expresión verbal. De hecho hay niños que aún teniendo un trastorno del lenguaje, pueden producir
sonidos y su discurso se puede entender.

Los trastornos del lenguaje en raras ocasiones se deben a una falta de inteligencia pero si pueden
ocurrir en niños con otros problemas del desarrollo, con trastornos del espectro autista, con
hipoacusia y con dificultades de aprendizaje. Un trastorno del lenguaje también puede ser causado
por daño al sistema nervioso central, el cual se denomina afasia.

Trastornos de Ansiedad:

Incluyen miedos, fobias, dificultades para separarse del adulto, obsesiones y compulsiones,
traumas,…)

 Trastorno de Ansiedad por separación (TAS): un temor extremo de ser separado del
hogar o de la persona principal que lo cuida
 Trastorno de Ansiedad generalizada (TAG): una preocupación excesiva e
incontrolable
 Fobia Social: temor excesivo a ser evaluado negativamente, a ser rechazado,
humillado o avergonzado frente a los demás
 Trastorno de Pánico con/sin Agorafobia: episodios de ataques de pánico, que
cursan con síntomas como falta de aire, palpitaciones, hormigueo y sensaciones de
adormecimiento, oleadas de frío o calor, o terror al encontrarse en ciertos lugares o
situaciones.
 Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC): presencia de obsesiones o compulsiones
que el niño siente que no puede controlar y que son lo suficientemente graves como
para interferir en las actividades de su vida diaria. Las obsesiones son pensamientos
reiterados e indeseados que a menudo se relacionan con miedos de contaminación.
Las compulsiones son conductas reiteradas y sin sentido, que se manifiestan para
intentar neutralizar pensamientos o impulsos. Los rituales de control y lavado son
particularmente comunes en los niños. Los niños con TOC pueden desempeñarse
satisfactoriamente a nivel académico, pero pueden tener dificultad para realizar sus
tareas, ya que suelen necesitar que todo salga perfecto. Los síntomas que son graves
y consumen tiempo pueden comprometer la autoestima e interferir en el desempeño
con sus amistades y familiares.

Si no se tratan, los trastornos de ansiedad pueden provocar dificultades en otras áreas,


por ejemplo, se pueden dificultar las relaciones con los iguales ya que un niño con fobia
social evita las situaciones sociales.

Mutismo selectivo:

El mutismo selectivo se refiere al silencio selectivo en un niño que habla sin problemas en
situaciones muy familiares. Los niños con mutismo selectivo se desenvuelven y hablan
normalmente en el ambiente familiar próximo; sin embargo, cuando hay personas poco conocidas,
se vuelven tímidos y retraídos. Algunos niños evitan el contacto visual y no se comunican de
ninguna manera con los demás. Otros no recurren a gestos ni cambios en su expresión facial. A
pesar de que es poco común, el mutismo selectivo merece mucha atención porque persiste y tiene
un impacto funcional (social, educativo) en los niños pequeños

Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT):

Un niño o adolescente puede desarrollar este trastorno, después de presenciar o estar expuesto a
una situación traumática extrema en la que el mismo menor o una persona importante se ve
involucrada en una amenaza de lesión o muerte o incluso en un hecho real de lesión o muerte que
causa miedo, desprotección u horror intenso. En la mayoría de los casos, la conmoción y angustia
inicial provocadas por el trauma disminuyen con el transcurso del tiempo, y las heridas
emocionales se procesan y disipan. Cuando el recuerdo del trauma no disminuye y la perturbación
provoca trastorno en diferentes áreas de la vida, el niño se encuentra en riesgo de desarrollar
trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Trastorno Somatomorfo (Enfermedad Psicosomática):

A veces un niño o adolescente se queja continuamente de una molestia o un dolor , sin que pueda
encontrarse una causa médica que lo explique. Sin embargo, el dolor o la molestia son muy reales
para el joven. El niño o adolescente puede estar sufriendo una enfermedad psicosomática
(trastorno somatomorfo) y puede estar expresando sus conflictos emocionales a través de las
quejas físicas. Los trastornos somatomorfos diagnosticados en niños incluyen el trastorno de
conversión, trastorno de somatización, trastorno dismórfico corporal, hipocondría y trastorno del
dolor.

Trastornos Afectivos y/o del estado de ánimo :


 Trastornos Depresivos. Los niños que sufren depresión pueden acusar síntomas
característicos como pueden ser desánimo, baja autoestima, desesperanza y culpa,
pero muy a menudo también pueden mostrarse irritables, imposibles de complacer,
con mal humor y oscilan de la tristeza profunda a la ira repentina. En casos más graves
puede acompañarse también de dificultades para concentrarse, cansancio, problemas
para dormir, problemas de apetito, retraimiento social, intranquilidad o aletargamiento,
disminución del interés o del placer en las actividades, pensamiento de muerte. A
veces los jóvenes sienten que el suicidio es la única forma de detener el dolor. Los
padres deben tomar en serio cualquier conversación sobre suicidio o muerte, y
consultar de inmediato a un especialista en salud mental.
 Trastorno Bipolar/ Trastorno maníaco depresivo: Se caracteriza por cambios de
humor persistentes e intensos que van desde la depresión hasta la manía. Estos
estados de ánimo son fuertemente intensificados o claramente diferentes de la
personalidad habitual del niño, y su intensidad y duración son muy exageradas y
desproporcionadas a los hechos que las pueden precipitar. La persona con trastorno
bipolar experimenta los signos típicos de depresión (ya descritos) al igual que los
signos de manía (euforia, sentimientos de grandiosidad y invencibilidad, energía
inusual, disminución de la necesidad de sueño, conductas de riesgo e incluso una
pérdida del contacto con la realidad) que producen alteraciones en el funcionamiento.
Cada fase puede durar varios días o meses. El trastorno es poco frecuente en niños
menores de doce años de edad, y a menudo se diagnostica en la adolescencia.
Trastornos Reactivos de la Vinculación:

La vinculación hace referencia al lazo íntimo que se forma entre un niño o bebé y la principal
persona a cargo. Una vinculación segura se considera vital para el desarrollo emocional del niño y
su capacidad para establecer otras relaciones sociales saludables. Los bebés y niños con este
trastorno muestran una relación social inapropiada para el nivel de desarrollo, y no inician ni
responden como deberían a la mayoría de las interacciones sociales.

Existen dos tipos principales de trastorno reactivo de la vinculación:

 Tipo inhibido, que se caracteriza por la incapacidad persistente de iniciar y responder


a la mayoría de las interacciones sociales de forma apropiada para el nivel de
desarrollo.
 Tipo desinhibido, que se caracteriza por la sociabilidad indiscriminada o la falta de
selectividad en la elección de figuras de vinculación.
Trastornos de Aprendizaje
Conllevan una dificultad para adquirir competencia en algunas áreas como por ejemplo: la lectura,
las matemáticas, la expresión escrita y las habilidades sociales; según lo esperado para su edad,
nivel escolar e intelectual. Los tipos más importantes de trastornos del aprendizaje son trastorno
de lectura,trastorno del cálculo, trastorno de expresión escrita y trastorno de aprendizaje no
verbal.
Síndrome de Gilles de la Tourette y Otros Trastornos por Tics:
Se caracterizan por tics vocales y motores involuntarios que pueden variar e incrementarse y
reducirse con el transcurso del tiempo. Un tic motor es una contracción nerviosa rápida y reiterada
que produce un movimiento rápido y repentino. Los tics motores más comunes son parpadear,
encogerse de hombros, y hacer muecas y movimientos con la nariz. Un tic vocal es un sonido
realizado involuntariamente y puede incluir ruidos y sonidos sin sentido, entre ellos, gruñidos,
chasquear la lengua, silbar y despejarse la garganta. Es posible también tener solamente tics
motores o tics vocales. Este trastorno se inicia durante la infancia o adolescencia temprana, y
puede incluir períodos de remisión que pueden durar varios años. La gravedad, frecuencia y
variabilidad de los síntomas pueden disminuir durante la adolescencia y edad adulta. En otros
casos, los síntomas desaparecen completamente, en general en etapas adultas tempranas.

Trastornos Psicóticos y Esquizofrenia Infantil

Se caracterizan por un pensamiento perturbado vinculado con ideas falsas o “disparatadas”,


alucinaciones (ver, escuchar o sentir cosas que no están allí) así como una conducta y el lenguaje
desorganizados o “sin sentido”.

Los niños y adolescentes que sufren estos trastornos pueden perder contacto con la realidad y son
incapaces de controlar su pensamiento o su conducta. Hay casos de afectación severa donde se
pueden llegar a tener pensamientos de hacerse daño a uno mismo o a otras personas.

La esquizofrenia supone el cuadro más grave y de peor pronóstico, puede tener un inicio gradual,
con síntomas de aislamiento y alteraciones del lenguaje que se tornan evidentes con el transcurso
del tiempo, o puede tener un inicio repentino en la adolescencia.

Trastornos de la eliminación

Se refiere a una falta de control esfinteriano, que lleva a los niños a orinarse (enuresis) o defecar
(encopresis) involuntariamente sin que exista una enfermedad orgánica que lo genere. Para su
diagnóstico requiere que haya pasado el tiempo en que el control intestinal y urinario es
fisiológicamente posible, momento que coincide habitualmente con la edad en que el niño ya logra
usar el inodoro, en general los 4-5 años de edad. Este diagnóstico es más común en niños
pequeños, pero puede darse hasta los 10 ó 12 años. La experiencia clínica sugiere que no suele
durar más allá de la adolescencia.

Trastornos del sueño

Nos referiremos fundamentalmente a todos aquellos trastornos que son consecuencia de


alteraciones endógenas en los mecanismos del ciclo sueño-vigilia, y que con frecuencia se ven
agravados por factores de condicionamiento. Se incluyen como los más frecuentes: los terrores
nocturnos, las pesadillas, las dificultades para conciliar el sueño, los despertares frecuentes
y/o precoces, el sonambulismo,…

También existe la posibilidad de que algunos trastornos del sueño surjan como consecuencia de
malos hábitos (dificultad para dormir solo) y/o sean secundarios a otros problemas
psicológicos/psiquiátricos (ansiedad/miedos, depresión,…)

Trastornos de conducta en los niños


19 DE MAYO DE 2010 - 16:59 CEST BY HOLA.COM





Última revisión: 2010-05-19


Existe una serie de trastornos de la conducta y de las emocionesque habitualmente se
manifiestan en la infancia o la adolescencia. Entre ellos, se encuentran los trastornos de
ansiedad y las fobias, el trastorno de rivalidad entre hermanos, los trastornos de tics,
la enuresis y el tartamudeo. Sin embargo, hay dos tipos de alteraciones de la conducta
que, por su frecuencia y repercusión, se describen a continuación: los trastornos
hipercinéticos y los trastornos disociales.
¿En qué consisten?
Se caracterizan por comenzar a una edad temprana (a partir de los 3 años), y consisten en
una combinación de un comportamiento hiperactivo con una marcada falta de atención y
de continuidad en las tareas. Quienes los padecen son niños que están en constante
movimiento, que no paran, especialmente cuando se encuentran en presencia de otras
personas, y que no acaban sus tareas. Son niños nerviosos difíciles de educar, lo que
genera la lógica preocupación de sus familiares y educadores.
Los trastornos hipercinéticos afectan, en nuestro país, al 2,5% de la población. Estudios
norteamericanos elevan este porcentaje hasta el 5%, mientras que otras investigaciones en
Gran Bretaña estiman la cifra en un 1%. Son tres veces más frecuentes en varones que en
mujeres y se dan más en los hijos primogénitos.

El problema se acentúa con el tiempo, pues estos niños suelen ser descuidados, propensos
a accidentes e incidentes y se saltan continuamente las normas. Lógicamente se vuelven
impopulares, tanto entre los otros niños como entre los educadores y los adultos, lo que
desemboca progresivamente en su aislamiento.

¿Cómo se diagnostican?
Estos casos se detectan al observar una falta de atención e hiperactividad (actividad
excesiva) en el niño. Deben darse ambas características en más de una situación (por
ejemplo, en clase, en la consulta del especialista, en casa). El déficit de atención se
identifica porque los chicos cambian frecuentemente de una actividad a otra, dando la
impresión de que pierden la atención en una tarea porque pasan a entretenerse con otra.
La hiperactividad se caracteriza por una inquietud excesiva, en especial en situaciones
que requieren una relativa calma.

Además, estos niños tienden a comportarse de forma desinhibida y descarada, no se


atienen a las normas y, en muchas ocasiones, sufren trastornos en el aprendizaje y torpeza
y dificultad en los movimientos. En cualquier caso, el diagnóstico definitivo deberá ser
determinado por un especialista.

Factores genéticos
Los hermanos de un niño hiperactivo tienen un riesgo dos veces mayor de padecer el
trastorno que la población general. Se ha comprobado que el trastorno hiperactivo se
presenta, con más frecuencia, en ambos gemelos homocigóticos que en el caso de los
heterocigóticos.

Factores estacionales
Se ha demostrado que septiembre es el mes en el que nacen más niños con este trastorno.
Podría deberse a infecciones que, durante el invierno, afectan al desarrollo del feto en sus
tres primeros meses de evolución.

Lesiones cerebrales
Se pueden producir durante el embarazo, en el parto o en los primeros años de vida del
niño (por accidentes o infecciones).

Factores neuroquímicos y neurofisiológicos


Algunos indicios hacen pensar que algunos neurotransmisores cerebrales (como la
noradrenalina) y ciertas hormonas tienen que ver con este trastorno.

Factores psicosociales
Los niños ingresados en instituciones son con frecuencia hiperactivos y tienen periodos
de atención cortos. Se cree que es debido a la falta de cariño y apoyo familiar, pues
mejoran cuando son adoptados por una familia.
¿Cuáles son sus causas?
No se conoce la causa de esta enfermedad, pero sí algunos factores que influyen en su
aparición:

¿Cuál es su tratamiento?
El tratamiento debe instaurarlo un especialista. Se utilizan fármacos estimulantes del
sistema nervioso central, como la anfetamina o el metilfenidato. En ocasiones, están
indicados los fármacos antidepresivos o los antipsicóticos. Nada más comenzar el niño a
tomar la medicación, se debe hacer un seguimiento consensuado, de acuerdo con los
familiares y los profesores o educadores, para que la intervención sea más efectiva.

En muchos casos, se complementa el tratamiento farmacológico con la psicoterapia,


especialmente para mejorar el aprendizaje, la conducta y las habilidades sociales. Es
preciso, asimismo, contar con los padres y los educadores en el proceso de psicoterapia.

Los trastornos hipercinéticos ¿En qué consisten?


Son una forma persistente y reiterada de comportamiento agresivo o retador. El niño o
joven comete actos graves contra los demás o contra bienes ajenos. Los trastornos
disociales suelen acompañarse de unas relaciones sociales insatisfactorias y de fracaso
escolar. Estos chicos se dedican a tiranizar, amenazar o intimidar a los demás. Es un
trastorno mucho más frecuente en varones y, según los estudios se da entre el 6% y el
16% de los chicos menores de 18 años.

Es una enfermedad más frecuente en niños cuyos padres padecen alcoholismo o


personalidad antisocial.
¿Cómo se diagnostican?
Se trata de niños que, con el tiempo, de manera persistente muestran las siguientes
actitudes: peleas e intimidaciones, crueldad hacia los demás, agresión ante bienes ajenos,
robos, mentiras reiteradas, desobediencia y huidas de casa y de la escuela.

Difícilmente sienten remordimientos y no responden ante los castigos. Tienen tendencia a


utilizar drogas y armas y, a menudo tendrán problemas sociales y judiciales, sobre todo
en los casos más graves.
Educación de los padres
Una educación dura, caracterizada por las agresiones físicas o verbales, favorece la
aparición del trastorno disocial.

Factores socioculturales
Los niños que sufren de privaciones socioeconómicas, cuyos padres están en desempleo y
reciben un insuficiente apoyo social, tienen más probabilidades de desarrollar trastornos
disociales.

Factores psicológicos
Los niños criados en malas condiciones suelen ser agresivos e inmaduros. Está
comprobado que los niños expuestos al abuso o a los malos tratos tenderán a reaccionar
de forma agresiva e imitar el “ejemplo” de sus progenitores.

¿Cuáles son sus causas?


Como ocurre con los niños hiperactivos, se conocen algunos factores que influyen sobre
la aparición de esta enfermedad:

¿Cuál es su tratamiento?
Ante la complejidad de la conducta de estos chicos, el tratamiento debe ser integral y
abarcar todos los ámbitos posibles. La base está en crear una estructura ambiental con
normas consistentes y consecuencias establecidas. La mencionada estructura se debe
instaurar en el hogar, para lo que los padres y familiares pueden aprender algunas
técnicas de conducta. Lo mismo se puede aplicar al ámbito escolar, para que los chicos
encuentren un refuerzo en su conducta positiva y adecuada, tanto en casa como en el
colegio.

A menudo, tanto el niño como los padres precisan tratamiento psiquiátrico. El especialista
aplicará técnicas de psicoterapia y de educación sanitaria. Algunos niños deberán ser
tratados con medicaciones antipsicóticas, litio y antidepresivos, según los casos, para
complementar la psicoterapia y la intervención educativa.

Cuando el medio familiar sea caótico o agresivo con el niño, será necesario encontrar una
residencia alternativa para el chico, con el fin de procurar su bienestar y su salud.

Los trastornos disociales

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