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preciado Director y Directora de Mayordomía.

Quiero en primer lugar, extenderle un abrazo fraternal y expresarle mi deseo


sincero de que Dios esté siempre presente y ocupando el primer lugar en nuestras
vidas.

El Señor en su infinita sabiduría, lo ha escogido como su instrumento para alcanzar


los objetivos que tiene nuestra iglesia, y estoy convencido que Dios lo utilizará
poderosamente, confíe en Él completamente, porque Él ya colocó su confianza en
usted.

En esta semana de Mayordomía (10-17 de agosto), estamos orando para que sea una
semana especial, con muchas decisiones y con el objetivo de alcanzar “Marcas de
Fidelidad” en nuestras vidas, creemos que sin duda será una Semana de muchas
bendiciones.

Al terminar este momento espiritual tan importante para nuestra iglesia, el sábado
17 de agosto, tendremos el programa “24/7 en Mayordomía”, en otras palabras,
serán 24 horas dedicadas de manera exclusiva al Ministerio de Mayordomía, desde
el programa de la Recepción de Sábado, Escuela Sabática, Adoración Infantil, Culto
Divino y el Culto Joven, desde la puesta de sol del día viernes, hasta la puesta de sol
del día sábado.

Contamos con usted cómo Director o Directora de mayordomía y sobre todo como
Líder de Iglesia, bajo la conducción del Pastor Distrital, quien de manera anticipada
coordinará las actividades con cada Departamento de la Iglesia y con el Anciano de
turno o Director de Congregación, para que juntos podamos cumplir los objetivos
de ésta semana denominada “Marcas de Fidelidad”.

Que Dios lo Bendiga grandemente, desde la Unión Boliviana estamos orando por
usted y su familia, por su crecimiento espiritual constante y por los desafíos en este
Ministerio.

Pr. Rubén Santos Chura P.


MINISTERIO DE MAYORDOMÍA CRISTIANA - UNIÓN BOLIVIANA
SABIDURÍA 4
Sábado 10/08/19

VELEROS Y MAYORDOMOS 10
Domingo 11/08/19

LA MAYORDOMÍA DEL TIEMPO 16


Lunes 12/08/19

MAYORDOMOS DE NUESTRA SALUD 22


Martes 13/08/19

EL ABRAZO DE LA MULTIPLICACIÓN 28
Miércoles 14/08/19

JESÚS CÓMO SEÑOR 34


Jueves 15/08/19

SACRIFICAR 40
Viernes 16/08/19

DIOS COMPLETARÁ SU OBRA 47


Viernes - Recepción de Sábado 16/08/19

EL AMOR 50
Sábado - Adoración Infantil 17/08/19

EL ALFOLÍ CENTRAL 53
Sábado - Culto de Adoración 17/08/19

MUÉVASE POR LA VIDA 59


Sábado - Culto de Joven 17/08/19
Proverbios 2:2

“Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia”


(Proverbios 2:2)

Una persona puede tener mucho conocimiento pero si no sabe usarlo, de nada le
sirve.

Ilustración: Unos días antes de fallecer, don Martín Cáceres, llamó a su hijo Samuel
Cáceres al cuarto, en medio de los dolores, y sosteniendo la mano de su único hijo varón,
le dijo: – Sé sabio hijo mío. Coloca a Dios en primer lugar y todo te irá bien. – ¿Qué quieres
decir? –preguntó el muchacho, intrigado. Por-que su padre no era un hombre religioso.
Nunca lo había visto ir a la iglesia, ni cosa parecida. Dios nos ha bendecido porque sin que
tu madre sepa, yo siempre le he devuelto los diezmos. – ¿Diezmos? – Sí. La décima parte
de nuestras entradas le pertenece a Dios, y yo he respetado lo que es suyo. La súbita
aparición de la madre en aquel momento, interrumpió el diálogo, pero las últimas
palabras de su padre nunca se borraron de su mente. Se hicieron marcas indelebles de
fuego en su corazón.
Lo interesante de esta historia es que Samuel, al igual que su padre, tampoco es un
hombre religioso. No frecuenta iglesia alguna, no conoce mucho la Biblia, pero, es fiel en
la devolución de los diezmos. – Eso es apenas sabiduría – declara con una sonrisa. –
Sabiduría ¿por qué?

Reconocer que Dios es dueño de todo, es el primer paso del éxito. Samuel reconoce
que Dios es dueño de todo, de esta manera: “Mi padre me enseñó en el lecho de muerte”

Reconocer que Dios es dueño de todo, es sabio. No intentes desplazar al dueño del
universo, creyendo que tú puedes hacer todo, que eres dueño de todo cuanto tienes, y
que puedes controlar todo cuando puedas. “Del Señor, es la tierra y todo lo que en ella
hay, el mundo y los que en él habitan” (Salmo 24:1)

El ser humano sabe por experiencia lo que significa ser socio del dueño del universo,
es decir: Dios; pero teóricamente, conoce poco. Lo que poca gente sabe es que gente
exitosa como Samuel Cáceres, sin mucha teoría, vive el principio del principio.

Porque en la vida, todo tiene un principio. El principio de la palanca mueve una roca
gigantesca. El principio de la gravedad, transforma el pico helado de una montaña en
aluvión destructor.

La vida posee principios. Son estos los que generan fuerza, para bien, o para mal.

La Biblia presenta el principio de la vida, en el principio mismo de la creación. “Dios, en el


principio, creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Dios es absoluto y primero. Solo Él existía
en el principio. Pero salió de la contemplación y entró en la acción. Creó los cielos y la
tierra. Porque la vida es dinámica se comparte, se entrega. Y los resultados siempre son
cielos y tierra.

Las preocupaciones son resultados de la angustia, y la angustia es la excesiva


preocupación por el futuro.

Sin embargo, es la confianza que genera esperanza y seguridad, en que Dios nuestro
Padre, actuará en el tiempo perfecto y con la bendición perfecta en la vida de quienes
confían plenamente en Él.

“Por lo tanto les digo: No se preocupen por su vida, ni por qué comerán o qué beberán;
ni con qué cubrirán su cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más
que el vestido? Miren las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen en
graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas?
¿Y quién de ustedes, por mucho que lo intente, puede añadir medio metro a su estatura?
¿Y por qué se preocupan por el vestido? Observen cómo crecen los lirios del campo: no
trabajan ni hilan, y aun así ni el mismo Salomón, con toda su gloria, se vistió como uno de
ellos. Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se echa en el
horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe? Por lo tanto, no se
preocupen ni se pregunten “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?”
Porque la gente anda tras todo esto, pero su Padre celestial sabe que ustedes tienen
necesidad de todas estas cosas. Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” (Mateo 6:25-33).

La angustia, es decir la no confianza en el Señor, desespera y esta hace que uno pueda
incurrir en deudas, como producto de decisiones alocadas. Las deudas son olas
gigantescas que te arrastran destructivamente si no las enfrentas a tiempo.

La tragedia humana es desear cielos y tierra, olvidándose de colocar a Dios en el


principio.

“A cualquiera que me oye estas palabras, y las pone en práctica, lo compararé a un


hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Cayó la lluvia, vinieron los ríos, y
soplaron los vientos, y azotaron aquella casa, pero esta no se vino abajo, porque estaba
fundada sobre la roca. Por otro lado, a cualquiera que me oye estas palabras y no las pone
en práctica, lo compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena. Cayó
la lluvia, vinieron los ríos, y soplaron los vientos, y azotaron aquella casa, y esta se vino
abajo, y su ruina fue estrepitosa” (Mateo 7:24-27).

“A cualquiera que me oye estas palabras”, dijo Jesús. No se trata de un simple oír con los
oídos, sino con el corazón. Significa salir de la comodidad de lo conocido y adentrarse en
el mar extraño de la fe.

El único que puede hacer y cumplir los pactos es Dios, por ser auto suficiente, y ser
soberano. El ser humano solo puede cumplir sus votos, con la ayudad de Dios.

En Mateo 6:24-27, en solo tres versículos el Señor repite la expresión “Lo digo yo, el
Señor”. El Dios soberano y eterno firma el cheque. No es una persona cualquiera. Es el
creador del cielo y de la tierra. Aquel cuya palabra permanece para siempre. Aquel cuya
palabra es hoy, mañana y por todos los siglos.

El ser humano solo debe creer y someterse por fe al pedido de Dios. “No tenemos
ningún enemigo exterior a quien debemos temer. Nuestro gran conflicto lo tenemos con
nuestro yo no consagrado. Cuando dominamos el yo somos más que vencedores por
medio de Aquel que nos amó” (Consejos sobre Mayordomía Cristiana, p. 23).

El peor enemigo que enfrentamos somos nosotros mismos.

“Hermanos míos... Nuestro tiempo de prueba no está en el futuro, sino en el momento


presente” (Review and Herald, marzo 5, 1908 Consejos sobre Mayordomía Cristiana, p.
24).

“Nunca debemos olvidar que se nos ha puesto a
prueba en este mundo a fin de
determinar nuestra aptitud para la vida futura. No podrá entrar en el cielo ninguna
persona cuyo carácter haya sido contaminado por la fea mancha del egoísmo. Por lo
tanto, Dios nos prueba aquí entregándonos posesiones temporales a fin de que el uso
que hagamos de ellas demuestre si se nos pueden confiar las riquezas eternas”. (Review
and Herald, mayo 16, 1893).

No limites la mayordomía al dinero. Mayordomía nace en el corazón.

La peor desventura es la del alma. No existe desnudez más terrible que la desnudez del
corazón. Anhelas ver y no lo puedes porque eres ciego. Vives en la penumbra de tus
temores, aferrado al brillo engañoso del dinero. Creyendo que si le devuelves a Dios, lo
que le pertenece, te quedarás pobre.

Mayordomía tiene que ver con todo nuestro ser.

“Por cuantiosas o reducidas que sean las posesiones de una persona, esta debe recordar
que las ha recibido tan solo en calidad de depósito. Debe rendir cuenta a Dios de su fuerza,
habilidad, tiempo, talento, oportunidades y recursos. Esto constituye una obra individual;
Dios nos da para que seamos como él, generosos, nobles y benevolentes al compartir lo
que tenemos con otros. Los que olvidan su misión divina procuran tan solo ahorrar o
gastar para complacer el orgullo o el egoísmo; estos puede ser que disfruten de los
placeres de este mundo, pero ante la vista de Dios... son desventurados, miserables,
pobres, ciegos y desnudos (Review and Herald, mayo 16, 1882. Consejos sobre
Mayordomía Cristiana, p. 25).

En una mañana lluviosa y fría le sucedió a Samuel algo extraño. La ciudad era un caos
completo. El tránsito pesado enervaba a los conductores. En medio de ese tránsito
infernal, Samuel conducía su automóvil último modelo. Los carros no avanzaban. La
procesión se extendía por varios kilómetros. Repentinamente, sintió un golpe en la
ventana. Un muchacho de la calle había roto con una piedra la ventana lateral y se
apoderó de una valija negra donde Samuel guardaba documentos importantes. El robo
duró pocos segundos y cuando él tomó consciencia de las cosas, el muchacho ya corría
llevando el maletín.

Samuel se agarró la cabeza y exclamó. – ¡No, por favor, el maletín no! Entonces sucedió
lo verdaderamente inesperado. El muchacho interrumpió la fuga, regresó corriendo,
lanzó el maletín por la ventana y gritó. – Discúlpeme, Señor. Y se perdió entre los
vehículos.

Te invitamos a confiar en Dios, y elegir poner a Dios en primer lugar en todo: “El provee
la sana sabiduría a los rectos: es escudo a los que caminan rectamente. Él es que guarda
las veredas del juicio, y preserva el camino de sus santos” (Proverbios 2:7,8)

La sabiduría empieza al poner nuestra confianza en Dios, y con esto el cristiano lleva la
marca de fidelidad. ¿Usted desea tenerla también?
Marcos 10: 17-27

Un hombre llevó un pequeño velero enganchado detrás del coche cuando cambió de
Tennessee a California. La bahía de San Francisco es el mejor lugar del mundo para
navegar, y planeó colocar su velero allí. Pero después de un año o más de navegación,
descubrió que el costo de vida en California era mucho más caro que en Tennessee.
Entonces puso el barco a la venta. El día en que el nuevo dueño vino, enganchó el tráiler
al coche y llevó el velero por la carretera, derramó algunas lágrimas. Nunca sería capaz de
comprar otro velero.

Días después un amigo de la iglesia le llamó y dijo: “Supe que vendiste tu velero. Tengo
un velero, pero nunca tengo la oportunidad de usarlo. Entonces, tal vez pudiéramos hacer
un acuerdo. Si usted está dispuesto a mantenerlo limpio y reparado, voy a pagar por todo,
y usted puede usarlo siempre que desee”.

Fue un gran acuerdo. Él pagó todas las cuentas y el hombre comenzó a usarlo siempre
que quería, cuidando como si fuese suyo. ¡Ahora él era el administrador de aquel velero!
Era como si fuera de él, pero no lo era. Tenía que recordar que era de su amigo. Si había
algo drástico que quería hacer, como pintar de otro color, tenía que consultarlo, porque
era realmente del amigo. Él era sólo un mayordomo.

En los días de Jesús, tener un mayordomo era una cosa común. Si un hombre tenía un
esclavo que fuese un administrador capaz, él podría hacer de este el administrador de su
casa. El mayordomo haría todas las contrataciones y despidos y él supervisaría a los
demás esclavos. Él compraría todos los suministros y cuidaría para que todo se hiciera de
manera que el dueño de la casa no se preocupase por esas cosas.

El maestro podría incluso hacer un largo viaje para supervisar sus propiedades o rebaños
de cabras y ovejas. Entonces él diría a su mayordomo “estaré fuera por tres años; cuida
de todo”. Cuando viaja, el mayordomo se queda al mando. Contrata, despide, compra,
vende, planta, cosecha, hace lo que necesita ser hecho y, cuándo el dueño vuelve,
pregunta: “¿cómo fue?” Y el mayordomo muestra lo que hizo.

Eso es mayordomía. Todo el tiempo el mayordomo recuerda que las cosas que él tiene no
le pertenecen. Él es el mayordomo y no el dueño. Este era el plan original de Dios. Ver
Génesis 1 y leer como Dios creó todo. Dice que Él creó al hombre y le dijo: “Quiero que sea
mayordomo y tenga dominio sobre todo eso. Quiero que usted cuide, cultive y recoja.
Recuerde, yo soy el Dios Creador, entonces todo eso Me pertenece.

Nosotros, los humanos, tenemos dificultades para recordar de esto. A partir de los dos
años comenzamos a decir “mío” y “no” A medida que crecemos y nos volvemos más
sofisticados, decimos: “En realidad, voy a usarlo esta semana”. Pero la misma idea
persiste: “tengo mis cosas, y usted tiene sus cosas, mis cosas son mis cosas, he comprado,
he ganado y me pertenece”

Pero nos olvidamos que Dios es el dueño de todas las cosas. Mira a tu alrededor ahora.
Todo lo que hay aquí es de Dios y no mío. No pertenece ni a la iglesia; pertenece a Dios.
Esta es la construcción de Dios, pero eso no es verdad sólo en las cosas de la iglesia, es
verdad en ti. Esta es la corbata de Dios y su traje. Y no sólo eso, usted también es de Dios.
¡No pertenece a usted mismo! Todo lo que poseemos, tenemos y usamos, toda la tierra
en su plenitud pertenece a Dios.

Estamos aquí por un tiempo tan corto; algunos breves años y después desaparecemos.
La idea de que podríamos poseer algo es absurda. Nosotros acumulamos todo tipo de
cosas y después morimos. ¿A quién pertenece? Ciertamente no puede llevar con usted.
Llegamos al mundo y salimos. La buena mayordomía dice: “Todo pertenece a Dios, y es
su derecho a hacer como quiera.” Mi tarea como mayordomo es ver que los deseos de
Dios se realizan.
En Marcos 10, comenzando con el versículo 17. Aquí está un sujeto que casi ha conseguido,
pero no completamente. Cuando Jesús comenzó su camino, un hombre corrió hacia Él y
cayó de rodillas delante de Él. Los otros evangelios dicen que ese hombre era un joven
rico, pero gobernantes y jóvenes ricos no corren. Ellos son muy conscientes de su
dignidad para correr. Ellos ciertamente no se arrodillan en la tierra frente a un carpintero
galileo que se convirtió en rabino. Pero el joven gobernante nos dice que es bastante
sincero. Él realmente quiere encontrar la respuesta a su pregunta. “Maestro bueno”, él
pregunta: “¿Qué haré para heredar la vida eterna?”

Jesús responde: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios.
¿Los mandamientos sabes? No adulteres, honra a tu padre y a tu madre.” Y el joven
respondió: “Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud”.

Las Escrituras dicen que: “Jesús, mirándole, le amó” Él le ama por su sinceridad,
entusiasmo y compromiso. Él le ama por su deseo de formar parte del reino Jesús no
quiere apartarlo; Él quiere conquistarlo Jesús le ama y dice: “Una cosa te falta: anda,
vende todo lo que tienes, dadle a los pobres ven y sígueme”

Oyendo esto el semblante del joven cae. Él sale tristemente, pues tiene gran riqueza.
“Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de
Dios los que tienen riquezas!

¿Sobre qué es esta historia? Lo que Jesús está hablando aquí es la realidad de que usted
no puede ser un ciudadano del reino de Dios y mantener la doble ciudadanía en otro reino
Usted no puede poner un pie en el reino de Dios y un pie en el reino de este mundo y
quedarse encima del muro. Jesús dice: “No podéis servir a Dios y a Mamón”, Mateo 6:24.

Mamón es el nombre del dios de este mundo Usted no puede servir a Dios con todo su
corazón, alma y mente y reservar algún pedazo de él para servir a sus intereses mundanos
Usted sabe que debe entregarse sin reservas a Dios y eso es exactamente lo que el joven
rico no está dispuesto a hacer Él quiere la vida eterna, él quiere conocer a Dios y ser un
hombre de Dios. Es por eso que corre y se arrodilla. Pero Jesús dice: “Te amo Yo quiero
que estés en mi reino” Aquí está lo que necesitas: compromiso sincero con el reino, eso
significa que debéis reconocer que es propiedad de Dios todo lo que posee El joven no
está dispuesto a hacerlo y se va triste.

¿Por qué? Porque todo lo que poseemos tiene un “gancho” en nosotros y ese gancho nos
sostiene de vuelta al mundo, a partir del momento en que creo que poseo aquel coche o
aquella casa, estoy adicto, cuanto más ganchos tenemos en nosotros, más “adicto”
somos, más estamos ligados a este reino, donde todo gira en torno a comprar, vender y
manipular.

Es por eso que cuando Jesús contó las parábolas del reino Él dijo: “El reino de los cielos
es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla
preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.”, Mateo 13:45-46 ¿Qué le da por eso?

Todo Me sorprende que todos pueden formar parte del reino de los cielos, pero el precio
es siempre el mismo: todo.

El marinero estaba tratando de mostrar a un amigo cómo atar un velero, y estaba de pie,
con un pie en el muelle y un pie en el velero que demostraba ¿Adivina lo que pasó? ¡El
velero empezó a alejarse del muelle! ¡Usted no puede quedarse mucho tiempo así Puede
intentar parecer equilibrado, pero tarde o temprano, usted cae!

Es así cuando usted intenta quedarse con un pie en el reino de este mundo y el otro en el
reino de los cielos. Es imposible mantener su equilibrio. Eso es lo que Jesús estaba
diciendo al joven rico. Y es por eso que se fue triste.

En Marcos 12:41-44 Jesús se sentó frente al tesoro del templo y observó a la multitud traer
sus ofrendas. Muchas personas ricas colocaban grandes sumas, pero una pobre viuda se
acercaba en silencio y colocaba dos pequeñas monedas de cobre (valiendo sólo una
fracción de centavo). Jesús llamó a sus discípulos y dijo: “De cierto os digo que esta viuda
pobre echó más que todos los que han echado en el arca”.

Ahora, si usted tiene inversiones, sabe que una regla fundamental de la inversión es
diversificar. Pero esta viuda no diversificó. Ella tomó todo lo que tenía e invirtió en el reino
de Dios. Y Jesús la elogió. Yo sé que es difícil. Es sólo por el poder del Espíritu Santo que
podemos confiar en Dios de esa manera. Lo que realmente estamos hablando hoy no es
sobre el dinero. Es sobre la vida. El dinero es sólo una parte. El asunto principal es
entregarnos de todo corazón a Dios.

En Lucas 19:29-33 dice que Jesús va a Jerusalén por última vez: “Y aconteció que llegando
cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus
discípulos, diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado,
en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. Y si alguien os
preguntare: ¿por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita Cuando
desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?”
En aquellos días, los animales eran una propiedad valiosa. Un ejemplo similar sería usted
salir de su casa sólo para ver a alguien entrar en su coche y encender la ignición, Usted
gritar: “Hey, ¿adónde vas con mi coche?” Un animal era transporte, trabajo y riqueza.
Entonces puedo imaginar el puño del dueño levantado diciendo: “¿Por qué estás
desatando mi animal?” Los discípulos responden: “El Señor lo necesita”. Y él dijo: “está
bien”.

Debemos ser capaces de responder de la misma manera No estamos hablando de


generosidad y liberalidad, estamos hablando de ser un buen mayordomo.

Estamos hablando del hecho de que Dios es dueño de todo y tiene el derecho, en
cualquier momento de cualquier día, de poner el dedo en algo y decir: “lo necesito” E
inmediatamente diríamos “es suyo”, sea lo que sea.

Note el resultado final Jesús cabalga en el pollino y el pueblo grita: “¡Bendito el rey que
viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!” Lucas 19:38 Eso es lo
que siempre sucede cuando tú y yo ejercemos una buena mayordomía Todo es conocido
por ser de Dios. Y nosotros somos conocidos como sus mayordomos. Nosotros le damos
lo que es de Él por derecho.

La viuda pobre y el dueño del pollino tenían la marca de la fidelidad ¿Usted desea tenerla
también?

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Salmos 90:1; Éxodo 20:8-11; Mateo 25:31-36

Al conocer la historia de Alejandro el Grande (julio de 356 a .C.- junio de 323 a .C.) y saber
que él sólo vivió hasta los 32 años de edad, impresiona el hecho de que una persona tan
joven haya tenido tantos logros. De la misma manera, conocer sobre el Dr. Martin Luther
King Jr. (enero de 1929 a abril de 1968) y todo lo que él realizó en apenas 39 años, nos
imaginamos: ¿cómo una persona podría alcanzar tanto en una vida tan corta? Hay muchas
personas que vivieron hasta más de 70 años de edad en esta tierra y algunos de nosotros
que estamos vivos todavía podremos vivir hasta esa edad o quedarnos aún más viejos,
pero cuando consideramos lo que hemos realizado durante este tiempo de vida,
podremos quedarnos con cuestiones que es bueno considerar .

No sería justo que insinué que todas las personas deberían vivir de formas tan
espectaculares como Alejandro, el Grande o Martin Luther King Jr., pero lo que me
gustaría que exploráramos es la buena administración de nuestro tiempo. ¿Cómo los
cristianos deberían ver el tiempo, bíblicamente hablando? ¿Cómo los creyentes pueden
glorificar a Dios en la manera como manejan el don del tiempo? ¿Cuáles son algunas de las
maneras prácticas en que se puede gestionar el tiempo de forma eficaz y productiva?

La primera visión sobre el tiempo es que Dios está fuera de él. “Antes que naciesen los
montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios”,
Salmos 90:2.

La segunda visión es que a diferencia de Dios, sentimos la presión del tiempo. “Porque
mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias
de la noche”, Salmos 90: 4. Nosotros somos como la hierba que crece por la mañana y
cuando el sol de la tarde la golpea, ella se marchita y muere.

La tercera visión de la oración del salmista es: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros
días, que traigamos al corazón sabiduría”, Salmos 90:12. ¿Qué significa esto? La
programación, que es una forma literal de numerar sus días (hay personas que usan
agendas. Mapean todo el día 7:30: levantar. 7:35: cepillarse los dientes). Otras tienen una
lista general de grandes cosas para realizar. ¿Cuándo usted siente que está usando bien
su tiempo? La mayoría de la gente diría: Cuando hago mucho. La productividad. Una nueva
actitud puede reformular totalmente nuestra noción de tiempo. Y eso es lo que el salmista
está ofreciendo- una razón para tener cuidado con el tiempo, lo que difiere de las razones
que generalmente damos.

Un principio de gobierno más profundo y mucho más espiritual: la sabiduría. Quiero


sugerir que usted deje de gobernar el uso de su tiempo por el principio de la productividad
y utilice el principio de la sabiduría - la obtención, el desarrollo y el uso de la sabiduría.

La sabiduría de poseer menos

Nosotros no poseemos nuestras cosas. Nuestras cosas nos poseen. Tenemos que
mantener, mover y limpiar. Tener más cosas es igual a tener menos tiempo. Si pasamos
de un principio exterior como productividad, para una razón interna como sabiduría, eso
cambiará nuestra actitud en ser consumistas. No estoy diciendo que es fácil. Vivimos en
una sociedad consumista.

La sabiduría de hacer menos

Incluso en nuestro ocio nos sentimos obligados a ver u oír algo. Algunos de nosotros son
adictos a la sensación de estar ocupados. Este sentimiento no es a menudo acompañado
por un sentimiento de realización. Hay sabiduría en decidir hacer menos. Muchas veces
sacrificamos nuestro tiempo para conseguir cosas que no duran. Algunas personas son
adictas al trabajo y eso les cuesta caro en términos de familia y amigos.
¡Algunos salen de vacaciones y se quedan más ocupados que cuando en el trabajo! Esto
es mucho más un punto espiritual. El salmista nos pide a enumerar nuestros días para
aplicarlos a la sabiduría. ¡Hay poca sabiduría en trabajar constantemente para las cosas!

La sabiduría de desperdiciar menos. Déjeme enumerar algunas prioridades para usted:

Leer historias para los niños.


Orar. Usted no puede orar con prisa.
Abrazar y besar a la gente que amas.
Cuidar de las flores.
Acariciar gatos.
Leer la Biblia o cualquier libro pensativo.
Hacer aviones modelo.
Sentarse en el balcón y charlar. ¿Usted sabía que el tiempo promedio que un
marido y su esposa pasan hablando es de 13 minutos al día?
Hacer un picnic.
Meditar.

Además de todo esto el trabajo es una prioridad mucho menor. Usted puede incluso
argumentar que tener una casa impecable es una prioridad. Pero pasamos nuestro
tiempo trabajando y limpiando. El Señor dijo lo que es bueno: “Solamente hacer justicia,
amar misericordia, y humillarse para andar con Dios”, Miqueas 6: 8. La mayoría de las
personas que ya llegaron a los 50 años dice que fue en un flash. La vida pasa rápidamente.
Nunca he oído a nadie en su lecho de muerte decir: “Ah, quería haber pasado más tiempo
en el trabajo”. “Oh, como me arrepiento de no lavar más las ventanas”. La gente lamenta
cosas muy diferentes. Mis amigos, vamos a usar nuestro tiempo para buscar sabiduría
(Loren Scibold).

De acuerdo con Salmos 90:10, Dios encaminó a la humanidad para vivir cerca de setenta
años. Si aún hay fuerza, ochenta años o un poco más. La vida en sí y la capacidad de vivir
cada momento es un regalo de Dios. Pablo proclama que “Él es quien da a todos vida,
aliento y todas las cosas” que “en él vivimos”, nos movemos, y somos”, Hechos 17:25-28.

Dado estos hechos sería correcto decir que los setenta años enteros o más son regalos
de Dios. Esos setenta años en la tierra nos son prestados y cuando llega nuestra hora de
descansar en el Padre, el tiempo nos es quitado. Desde este punto de vista, esos setenta
años son nuestros, sólo en el sentido de que son un regalo de Dios. Siendo éste el caso,
somos entonces responsables ante Dios por cómo usamos este don del tiempo. Elena
de White lo pone directamente cuando dice: “Nuestro tiempo pertenece a Dios. Cada
momento es suyo, y nos hallamos bajo la más solemne obligación de aprovecharlo para
su gloria”, Palabras de Vida del Gran Maestro, 233. Para los cristianos es importante no
pasar el don de la vida (tiempo) descuidadamente.

La manera en que lidiamos con nuestro tiempo puede traer gloria a Dios o deshonrarlo.
“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”, 1
Corintios 10:31. Por lo tanto, es necesario que los cristianos garantan que su vida y todas
sus actividades sean realizadas para la gloria de Dios.

Una respuesta rápida a este desafío es simplemente como dice la Biblia: “Hacedlo todo
para la gloria de Dios”. En otras palabras, nuestras acciones deben ser aceptables y
honradas a los ojos de Dios. A continuación hay algunas de las áreas en las que podemos
honrar a Dios con el uso del tiempo:

Observación del Sábado: Dentro del don de la vida Dios enseñó al hombre cómo él debe
administrar porciones de ese tiempo. Con referencia al sábado Dios dice “Acuérdate del
día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra; mas el séptimo
día es reposo para Jehová tu Dios; no harás en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni
tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas”, Éxodo
20:8-10 . La guarda del sábado comienza a la puesta del sol del viernes, el sexto día, y
termina a la puesta del sol del sábado, el séptimo día.

Testificar: Otra manera por la cual un creyente puede usar el tiempo para la gloria de Dios
es involucrarse en el testimonio de Jesús. La misión que Cristo dio a sus seguidores tiene
implicación directa con la mayordomía del tiempo. Los seguidores de Jesús son invitados
a ir y hacer discípulos de todas las naciones (Mateo 28:19). Este es un comando que
requiere el uso del tiempo para cumplirlo.

Servicio a los demás: Otra forma de dar gloria a Dios en nuestro uso del tiempo es prestar
servicio a fin de traer alivio a los demás. Una de las características de aquellos que
ocuparán el Reino de Dios es que habrán sido personas que aprovecharon su tiempo para
el bien de los demás. “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis
de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me
visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.” (Mateo 25:35-36). De hecho usted notará que el
verso primero se refiere a cómo esos “candidatos al cielo” usaron sus posesiones
materiales y entonces se refiere a cómo ellos usaron su tiempo.

Crecimiento espiritual: Yo me omitiría si dejara fuera el hecho de que los creyentes


deberían usar el don del tiempo para involucrarse en disciplinas espirituales que ayudan
en el crecimiento espiritual. Tales disciplinas incluyen estudio de la Biblia, oración, ayuno
y servicio cristiano. Es durante el tiempo de implicación en el estudio de la Biblia y en la
oración que el crecimiento espiritual sucede.
Hay muchas personas que no pueden realizar sus planes porque no se esfuerzan. Para
ello, el consejo de Elena de White es muy apropiado. “Tengan los tales un propósito
definido en su obra. Decidan cuánto tiempo se requiere para hacer una tarea
determinada, y entonces dedíquese todo esfuerzo a terminar el trabajo en ese tiempo. El
ejercicio de la voluntad hará más diestras las manos”, Palabras de Vida del Gran Maestro,
235.

En la medida en que valoramos el don del tiempo, nosotros como creyentes, lo invertimos
de acuerdo con los principios bíblicos para que podamos dar gloria al Dios que pronto nos
concederá el tiempo eterno.

El salmista y el cristiano, que usan el tiempo con sabiduría tienen la marca de la fidelidad.
¿Usted desea tenerla también?
Éxodo 15: 26

“Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová́ tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus
ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todo sus estatutos, ninguna
enfermedad de las que envié́ a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová́ tu
sanador”. Éxodo 15: 26

Cuando dios creó nuestro mundo, todo estaba en perfecto equilibrio, no había dolor ni
sufrimiento, y todas las criaturas, especialmente Adán y Eva, vivían en perfecta salud, paz
y felicidad.

Con la entrada del pecado, todo cambió. La enfermedad y la muerte pasaron a ser destino
de cada uno de nosotros.

El ser humano, hoy, busca desesperadamente vencer la enferme-dad. Millones de dólares


son empleados en investigaciones y en el desarrollo de nuevas tecnologías y nuevos
medicamentos.
Pero ¿Qué es la salud, realmente? ¿Se ha detenido a pensar en esto? ¿Qué hacer para tener
la marca de la buena salud?

Hemos escuchado muchos dichos sobre salud. Algunos dicen. "La Salud es dinero", o la
Salud no es una dádiva, es un logro". "La salud no se valora hasta que se pierde", y así por
el estilo. Nadie puede contradecir estos enunciados, pero desde un punto de vista
práctico, ¿Cómo se logra y cómo se conserva?

Bien algunos dirán uno nace bien con ella o sin ella. Si la tienes bien, si no, mala suerte.
Muchos nacen con ella, pero por lo general es allí́ donde termina. Tomarnos la salud como
algo de suerte, la comprendemos poco, y no hacemos mucho para conservarla. Pero
vamos a considerar la salud como dinero en el banco. Lo puedo gastar en distintas formas
hasta que termine o lo pueda utilizar como una inversión y si se emplea sabiamente,
puede crecer y multiplicarse, permitiendo que tengamos mucho más. El dinero se puede
acabar fácilmente, así es que debe ser juiciosamente utilizado para retenerlo. La salud
puede sencillamente acabarse. Si no se usa ordenadamente se acabará rápidamente.

En la parábola de los talentos Cristo enseña un principio que se puede ver en toda la
naturaleza una ley biológica de la cual nadie puede escapar, una ley que funciona en todos
y en todos los seres vivientes.

Desde una enzima en una célula hasta el sistema de un organismo superior. La que no
usamos nos será́ quitado. El hombre que recibió́ un talento, no lo perdió́, ni lo gastó,
simplemente lo guardó en un sitio seguro. Observe el final de la historia, quítale el talento
y dáselo al que tenía 10 talentos.

(Mateo 25:29). 29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo
que tiene le será quitado. 30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el
lloro y el crujir de dientes.

La lección es fácil de entender. Los músculos no utilizados, se atrofian. Los huesos no


ejercitados se desmineralizan. Las muñecas no movilizadas se ponen tensas. Ninguna
función dará́ más de lo que se exige. Y mientras menos exijamos, menos tendrá́ que dar
cada función. Esto quiere decir que cada función tiene que ser razonablemente usada,
pues de lo contrario se pierde.

La salud como usted sabe es cada unidad funcional, funcionando eficientemente,


adecuadamente soportada, y aproximadamente guiada. No hay ninguna vida corta en
mantener o prolongar la salud. Ninguna pastilla, ninguna comida mágica, ningún elíxir de
alguna tierra lejana. Usted la utiliza o la pierde. Todo depende de usted mismo.
"Si oyeres atentamente la voz de Jehová́ tu Dios e hicieres lo recto delante de sus ojos y
dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad
de las que envié́ a los Egipcios, te enviaré a ti; PORQUE YO SOY TU SANADOR" (Éxodo
15:26).

La historia del pueblo de Israel estuvo muy relacionada con la obediencia a Dios y a sus
mandamientos. Cada promesa de bendición tenía una premisa como requisito.

El texto bíblico que estamos usando destaca unas declaraciones importantes


relacionadas con la salud.

La obediencia a Dios y sus preceptos permite una vida saludable y abundante.

En segundo lugar se destaca la importancia de reconocer que la verdadera medicina


proviene de Dios, y aunque estamos en un mundo lleno de enfermedad y dolor Él nos
garantiza sanarnos de toda dolencia.

En tercer lugar, si somos obedientes en guardar las leyes que Dios ha prescrito, (salud,
higiene, moral etc.) estaremos siempre sanos y no nos enfermaremos.

Dios quiere que nuestra salud sea próspera, fructífera y eficiente. Cuando San Juan
escribe su tercera epístola, clarifica esta declaración: "Amado Yo deseo que tú seas
prosperado en todas las cosas y que tengas salud así́ como prospera tu alma". 3 Juan 1:2

Debemos recordar que San Juan, fue el último discípulo del grupo apostólico en morir de
muerte natural, en la isla de Patmos; sí Dios le inspira en ese tiempo Neo-testamentario
que se promueva a favor de la salud es porqué Él guía, confirma a su pueblo en la
importancia de la prosperidad espiritual junto con la prosperidad en la salud.

Como Iglesia Adventista, y como buenos mayordomos hemos sido colocados en este
mundo para ser ejemplo de las demás personas en todo y especialmente en ser un pueblo
sano. Hay algunas citas de la Sierva del Señor, Elena de White, que destaca la importancia
del cuidado de nuestra salud.

"La obra de la reforma pro-salud es el medio que el Señor utiliza para aminorar el
sufrimiento de nuestro mundo y purificar a su iglesia. Se me ha indicado que diga a los
educadores de la reforma pro-salud: ¡Avanzad! El mundo necesita cada jota de influencia
que podemos ejercer para detener la marea de la desgracia moral”. Evangelismo Pág. 195.

́
San Mateo 4:23 el apóstol destaca la importancia que dio Jesucristo al trabajo en pro de
la salud. "Y recorrió́ Jesús toda Galilea, ensenando y predicando... y sanando...” "Así que
Jesús predicaba, ensenaba y sanaba, a la vez que la gente le aceptaba como Mesías. Él les
daba la garantía de la salud, "Cuando Cristo sanó al paralítico, primero le concedió́ la
sanidad espiritual y luego la sanidad física. Jesús le dijo" "Hijo tus pecados te son
perdonados... y luego le dijo levántate toma tu lecho y vete a tu casa". Que regocijo
inmenso sintió́ este paralítico; Jesucristo le alivió espiritualmente y físicamente. El Gran
Médico Misionero, sanaba a los enfermos y predicaba el evangelio. En su obra la curación
y la enseñanza se unían estrechamente. "Era su misión ofrecer a los hombres completa
restauración; vino para darles salud, paz y perfección de carácter".

Una marca saludable es estar física y mentalmente alerta con suficiente energía y
entusiasmo para vivir. Es llegar a conocer las leyes de la naturaleza al punto que se pueda
vivir en armonía con ellas.

Una marca saludable es dedicar tiempo para realizar ejercicios sistemáticos al aire
puro y al sol. Es nadar, caminar, trotar, andar en bicicleta. Es tener abundante energía y
no sentirse cansado todo el día. Es no tener músculos flojos. Es ser físicamente capaz y
tener buena imagen con un rostro radiante.

Una marca saludable es dormir suficientes horas cada noche, y tal vez tener un corto
descanso al mediodía. Es sentirse descansado y refrescado, listo para enfrentar los goces
y tristezas del día. Es tomar tiempo para la recreación y el refrigerio mental. Es la
determinación de evitar estar despierto hasta altas horas de la noche y trabajar los fines
de semana y días feriados. Es aprender a vivir de tal manera que haya tenido tiempo para
estar con la familia y con los amigos.

Una marca saludable es ser precavido y escoger un estilo de vida que prevenga la
enfermedad y los accidentes. Es darse cuenta que la salud y el contentamiento depende
mayormente de la manera que usted cuida de su salud ahora, y no esperar hasta que sea
demasiado tarde.

Una marca saludable es comer a horas regulares y no a cada momento durante el día
o la noche. Es comer frutas, vegetales, cereales de granos no refinados, legumbres; es no
comer comida grasosa y rica en colesterol; azúcar y comidas refinadas.

Una marca saludable es tener fe en Dios. Es restaurar la paz y la amistad en un mundo


lleno de luchas y odios. Es aprender a amar y ser amado; dar liberalmente y recibir
graciosamente. Es ayudar cuando es necesario, en vez de criticar y culpar. Es mejorar el
ambiente en el cual usted vive con su sola presencia. Procuremos por la gracia de Dios,
vivir con óptima o mejor salud de hoy en adelante.
́
Mis hermanos: Dios nos hizo para ser felices, saludables, y no enfermos. Y son los hábitos
que formamos los que determinarán nuestro destino.

Que nuestro bondadoso Padre nos ayude a escuchar su voz, y como buenos mayordomos
formemos hábitos que promuevan la vida, no la enfermedad.

Tener una buena salud es llevar la marca de la fidelidad. ¿Usted desea tenerla también?
1 Reyes 17: 10-14

George Miller era un visionario alemán que se sintió llamado por Dios para abrir un
orfanato para niños necesitados de Bristol, Inglaterra. Cuando Dios lo llamó para esa tarea
desafiante, no tenía dinero, comida para alimentar a los huérfanos hambrientos y ninguna
tierra para construir el orfanato. George Miller tenía sólo un bien precioso: fe en la
disposición de Dios para responder a la oración y en su capacidad de satisfacer las
necesidades de sus hijos. Miller fue guiado y energizado por una promesa bíblica: “Pídele
y recibirás” (Juan 16:24).

Permaneciendo en la promesa del Dios inmutable, Miller oró. Él oró por tierra y Dios la
proveyó. Oró por dinero y Dios proveyó. Él sabía que Dios era capaz de hacer grandes
cosas. Y luego tuvo más de mil huérfanos bajo sus cuidados.

Fue una tarea gigantesca proporcionar alimentos, ropa y necesidades de la vida a esos
niños. Lo que hizo la tarea aún más difícil fue la política de Miller de nunca revelar sus
necesidades, pero creía que si conversaba con Dios, Él impresionaría a alguien para suplir
la necesidad específica. ¡Qué fe increíble!
En su diario de oración, Miller narra un episodio sobre cuando no había desayuno para
alimentar a los niños. Él pidió a los niños que tomaran sus lugares a la mesa y
confiadamente agradeció a Dios por proporcionarles un desayuno saludable. ¡Al final de
la oración, un golpe fuerte en la puerta anunció la llegada de un panadero con una carreta
de pan fresco!

De acuerdo con Miller, cuidar de los huérfanos era el resultado de algo mayor. Él confesó
que la principal razón por la cual él se involucró en este ministerio fue para probar a la
generación moderna e incrédula que Dios puede suplir nuestras necesidades diarias en
respuesta a la oración, si creemos y obedecemos su voluntad.

Cuando Jesús vio el paso del tiempo hasta la última generación, Él se preguntó en voz
alta: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”, Lucas 18:8. Aunque la
incredulidad era predominante en el tiempo de Jesús, predijo con exactitud que habría
una alarmante falta de fe en los últimos días de la historia de la Tierra.

Un padre trajo a su hijo poseído por demonios hasta Jesús, pero no creyó plenamente
que Él pudiera curar. En su diálogo con el Salvador él introdujo un elemento de duda.
Jesús lo reprendió por su incredulidad y el hombre gritó: “Creo, me ayuda en mi
incredulidad”, Marcos 9:24. Como Abraham en la saga sobre Agar e Ismael, no creemos
muchas veces que Dios puede ser confiable para mantener Sus promesas a nosotros.
Aunque Él haya repetidamente dicho que suplirá nuestras carencias, el gran pecado de
ser independiente y tratar de ser autosuficiente nos atormenta.

¡Limitamos nuestro pensamiento al proceso matemático de sustracción olvidando que


nuestro Dios está especializado en multiplicación! Pensamos que si damos pasaremos a
ser pobres. No podemos obligarnos a confiar en Él para satisfacer nuestras necesidades
cuando no Lo colocamos en primer lugar. ¡Cuántas bendiciones perdemos al aferrarnos a
la miseria que tenemos!

Dios nos llama para volver a Él con confianza infantil. Él nos desafía a creer que es capaz
de hacer todo lo que prometió. “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas
mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa
en nosotros”, Efesios 3:20.

La Biblia registra historias de fieles y las bendiciones resultantes de su fidelidad. La historia


de la viuda de Sarepta es un ejemplo. Su fidelidad ejemplar es citada por el Maestro en Su
poderoso sermón. “Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel pero a ninguna
de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón”, Lucas 4: 25-26. El
hecho de que esa mujer no era ni siquiera una israelita la hace quedarse de pie en las
crónicas de la fe. Jesús la escogió como una lección objetiva de fidelidad.
La viuda de Sarepta observo en vano al cielo en busca de lluvia Su corazón estaba pesado
cuando ella reconoció los primeros signos de hambre en su hijo En cierta mañana, lo que
más temía sucedió. Había suficiente harina y aceite para hacer una comida más.

Ella continuaba esperando que algún milagro cambiase su situación, pero los dioses de
Sidón eran imprevisibles y no confiables. Con el corazón pesado ella salió de la ciudad para
recoger algunas astillas y cocinar su última comida.

Perdida en pensamientos, un hombre la llamó pidiéndole un vaso de agua. Dar agua a un


extraño con sed no fue problema. No amenazaba su sustento, pero cuando fue a buscar
el agua para el profeta Elías, su próximo pedido la detuvo abruptamente. “Ruego que me
traigas también un bocado de pan en tu mano”, 1 Reyes 17:11.

Elías había ido para allá después de recibir órdenes expresas del Señor. Habiendo
entregado la noticia que no llovería en Acab, Dios ordenó que Elías se escondiera en el
arroyo de Querite. Y mientras él estaba allí, fiel a la promesa de Dios, “Los cuervos le traían
pan y carne por la mañana y por la tarde, y bebía del arroyo”, 1 Reyes 17:6.

Cuando la corriente de agua se secó, Dios dijo al profeta: “Levántate, vete a Sarepta de
Sidón, y quédate allí; he aquí He dado orden allí a una mujer viuda que te sustente.

Entonces él se levantó a la puerta de la ciudad, vio a una mujer viuda que estaba allí
recogiendo leña; y la llamó, diciendo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un
vaso, para que beba”, 1 Reyes 17:9-10.

Elías pide lo imposible y la viuda busca explicar la situación Dios no envió a Elías a alguien
con recursos, sino a una viuda pobre. Esta es una reprensión para nosotros que
disculpamos nuestra negativa a dar a Dios bajo el pretexto de que estamos teniendo
terribles dificultades económicas.

“Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan asado; tengo solamente un puñado de harina en
la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; ahora recogía dos leños, para entrar, prepararlo
para mi hijo y para mi, para que lo comamos, y nos dejemos morir”, 1 Reyes 17:12.

Usando la terminología: “Vive Jehová tu Dios”, ella está haciendo un juramento para decir
la verdad. Lo que la viuda expresa es la realidad de su situación. Ella todavía está
operando a partir de las matemáticas de la substracción.

“Elías le dijo: No tengas temor; vé, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello
una pequeña torta asada debajo de la ceniza, y tráemela; después harás para ti y para tu
hijo Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el
aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la
tierra.” 1 Reyes 17:13,14.

Mientras Elías hablaba, la viuda empezó a ver las limitaciones de su sustracción


matemática y decidió abrazar la aritmética de multiplicación del cielo Ella realmente vio el
camino de Dios como el camino para salir de su desesperada situación.

Elena de White declara de la siguiente manera poderosa sobre la viuda: “No podría
haberse exigido mayor prueba de fe Hasta entonces la viuda había tratado a todos los
forasteros con bondad y generosidad En ese momento, sin tener en cuenta los
sufrimientos que pudiesen resultar para ella y su hijo, y confiando en que el Dios de Israel
supliría todas sus necesidades, dio esta prueba suprema de hospitalidad obrando “como
le dijo Elías”. Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 166.

En la conclusión, ella dice: “La viuda de Sarepta compartió el poco alimento con Elías; y
en cambio su vida fue conservada y la de su hijo. Y a todos los que, en tiempo de prueba
y escasez, dan simpatía y ayuda a otros más menesterosos, Dios ha prometido una gran
bendición. Él no ha cambiado. Hoy Su poder no es menor que en los días de Elías.”
Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 166.

El diagnóstico de Elías sobre la viuda es un ejemplo para nosotros. Una razón por la cual
muchos de nosotros no damos nuestros diezmos y ofrendas es porque estamos
paralizados por el miedo. Todavía abrazamos la aritmética de la sustracción. Estamos
convencidos de que si damos diezmos y ofrendas ciertamente llegaremos a la ruina
financiera, pues difícilmente tenemos suficiente para sobrevivir. A medida que
analizamos nuestros gastos y las comparamos con nuestra pequeña renta, el miedo nos
toma. Cuando un “profeta” nos desafía a poner a Dios en primer lugar, cuestionamos
¡cómo vamos a sobrevivir! Necesitamos expulsar nuestro miedo y con fe pedir a Dios que
nos ayude graciosamente a evitar la aritmética terrestre y temporal de la sustracción y
abrazar la aritmética celestial y eterna de la multiplicación.

Cuando la viuda decidió poner a Dios en primer lugar, ella experimentó tres bendiciones:

La primera bendición fue la provisión diaria de comida para ella y su familia: “Entonces
ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, ella, y su casa, por muchos días. Y la harina de
la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová
había dicho por Elías.”, 1 Reyes 17:15-16. Cuando ella colocó a Dios en primer lugar Él
multiplicó sus recursos limitados. Cuando ella eligió negarse a sí misma por el amor de
Dios su vida fue sostenida.
La segunda bendición fue la resurrección milagrosa de su hijo algún tiempo después.
Dios ha realizado un raro milagro para recompensar su fidelidad.

La mayor bendición de todas fue el despertar del conocimiento del Dios de Israel. Las
palabras de la viuda para Elías revelaron esta experiencia: “Ahora conozco que tú eres
varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.” 1 Reyes 17:24. Tener una
experiencia con Dios es la mayor bendición que puede ser concedida a un ser humano.
Jesús dijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien has enviado.” Juan 17: 3.

Estas bendiciones surgieron porque la viuda decidió poner a Dios en primer lugar. A su
manera, ella atendió a las palabras de Jesús: “Mas buscad primeramente el reino de Dios
y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”, Mateo 6:33. Como la viuda, Dios nos
bendecirá. ¿Debemos seguir abrazando la aritmética estrecha de la sustracción, o vamos
a alcanzar y abrazar la nueva matemática de multiplicación que nos inicia en una aventura
gloriosa con Dios?

La viuda de Sarepta tenía la marca de la fidelidad. ¿Usted desea tenerla también?


Mateo 25: 14-28

Usted puede aprender mucho acerca de las personas estudiando cómo gastan su dinero,
su tiempo y su energía. Vea la cuenta en el extracto de la tarjeta de crédito, analice su
planificación diaria, vea los compromisos que están allí y los que no están.

Existe hasta una nueva ciencia llamada: “análisis de basura” ¡Pero asegúrese de usar
guantes gruesos de goma y poner un protector en la nariz! ¡Estudiantes de este análisis
toman una bolsa plástica estudian el estilo de vida y hábitos de consumo de la familia!
Cualquier evaluación de cómo usamos nuestros recursos revelaría que algunos de
nosotros los usamos más sabiamente que otros. .

Jesús entendió que usted puede aprender mucho sobre la gente analizando la forma en
que utilizan sus recursos. De hecho, Él contó una representación que trata de ese asunto.

La parábola de los talentos nos es familiar, pero creo que hay una verdad vital embutida
que muchos de nosotros no notamos (Leer Mateo 25: 14-28).
Hay cuatro personajes principales en la parábola: el maestro y tres de sus siervos Él planea
viajar al exterior por algún tiempo, entonces él llama a los tres empleados y les confía sus
bienes Para uno él da cinco talentos, para otro él da dos talentos y para el tercer siervo él
da un talento Con esta introducción hay por lo menos una pregunta que vienen a la mente
¿Qué es un talento?

Tal vez alguien puede confundirse y pensar que la parábola de los talentos nos dice que
algunas personas son más talentosas que otras, pero como usted debe saber, un talento
representaba una cantidad en dinero. La moneda griega común usada durante el tiempo
de Jesús fue llamada de dracma. Fue el equivalente del denario romano. Un dracma era
el salario de un día para un trabajador. Un talento era 6 .000 dracmas. El talento no era
una moneda, sino un peso monetario igual al peso de 6 .000 dracmas.

Ahora, un dracma pesaba aproximadamente 3,8 gramos de plata. Entonces, un talento


pesaría unos 34 kilos. ¡Eso es mucha plata! Y él era todo de plata. Un talento valía 6 .000
días de pago, equivalente a 20 años de salario para un trabajador. Esto era una cantidad
considerable de dinero para confiar en el cuidado de alguien. Y el maestro confió cinco
talentos a un siervo, 100 años de salario, dos talentos a otro siervo, 40 años de salario y
un talento al tercer siervo, 20 años de salario.

Eso levanta una segunda cuestión en nuestra mente. ¿Por qué el maestro dio una cantidad
tan variada a cada siervo? ¿A él le gustaba más un siervo que otro? No. El texto nos dice el
motivo. La respuesta se encuentra en Mateo 25:15.”Para cada uno según su propia
habilidad.” Esta palabra griega puede ser traducida como “capacidad” o “poder”.
Aparentemente el maestro evaluaba la capacidad de cada empleado y, dependiendo de
la evaluación de su competencia, les confiaba una parte de sus bienes.

Veamos cómo cada uno de los tres siervos respondió a la confianza del maestro.
Recordando que, estamos buscando una verdad importante incorporada en esta
parábola que muchas veces se pierde. ¿Cómo el siervo, a quien se confían cinco talentos
(o los salarios de 100 años) responde? ¿Él dice: “Aleluya, vamos a dar una fiesta”? No. ¿Se
acomoda a una larga siesta de invierno? No. ¿Qué hizo ese siervo? Se le confió a él el
equivalente a 2 millones de dólares.

Vamos ver en Mateo 25:16. “Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos,
y ganó otros cinco talentos”. ¿Qué le dice esto sobre ese siervo? El maestro ciertamente
no había juzgado mal su carácter. La duplicación de activos no ocurre de la noche a la
mañana. ¿Y por qué ese siervo era tan celoso? ¡No era su dinero! Los cinco talentos fueron
colocados en sus cuidados por el maestro. ¿Por qué fue tan diligente en poner
inmediatamente estos recursos para trabajar? Debe tener algo que ver con su relación
con su maestro.

¿Cómo el siervo a quien fueron confiados dos talentos (o salarios de 40 años) responde?
“Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.”, Mateo 25:17. Una vez
más, esto no sucedió durante la noche. Él no fue a la mesa de juego y rodó los dados. Fue
necesario diligencia para duplicar los bienes de su maestro. ¿Por qué ese empleado
invirtió tanto de su energía en trabajar con los bienes de su maestro? De la misma manera,
debe tener algo que ver con su relación con el maestro.

¿Y el tercer siervo? Algunas personas sienten lástima de ese sujeto. Después de todo, sólo
recibió un talento. ¡Pero no olvides, un talento equivalía a 20 años de salario! El problema
en esta situación no es el importe confiado a sus cuidados. Es mucho más profundo que
eso. Observa cómo el tercer siervo reacciona. “Pero el que había recibido uno fue y cavó
en la tierra, y escondió el dinero de su señor”, Mateo 25:18.

¿Por qué hizo eso? Vamos a escuchar su propia explicación. Cuando el maestro regresó de
su viaje, el siervo dijo: “Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo:
Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde
no esparciste; por lo cual tuve miedo, fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo
que es tuyo.”, Mateo 25:24-25. ¿Por qué el siervo actuó de ese modo? Tenía algo que ver
con su relación con el maestro. ¿Ves un patrón emergiendo aquí? ¡La manera que cada
servo responde depende de su relación con su maestro!

Esta parábola no es sólo para tres siervos de aquella época. Es sobre nosotros, hoy. La
verdad en ella embutida sigue siendo la misma. La forma en que usted utiliza los recursos
que Dios le ha confiado es un indicador de su relación con Él. La Biblia nos dice que todo
pertenece a Dios. “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y lo que en él habitan”,
Salmos 24: 1, pero Él nos confía algunos recursos para usar sabiamente.

¿Cuáles son algunos de estos recursos? Nuestra tierra, nuestra salud, nuestro intelecto,
nuestras habilidades y talentos naturales. Nuestros recursos financieros, nuestro tiempo,
la verdad que Dios nos ha revelado. Estos son algunos recursos que Dios nos ha confiado.
La manera en que usamos los recursos que Él nos confió es un indicador de nuestra
relación con Él.

“Ezequías, pidió a Dios que moviera el reloj de vuelta 10 grados. Piense en todas las leyes
de la física que Dios tuvo que equilibrar para parar la Tierra en su rotación, moverlo de
vuelta 10 grados y reiniciarlo. Por todas las leyes de la física y todas las leyes del universo,
ese movimiento debería haber causado terremotos y olas gigantescas que destruirían la
Tierra. Sin embargo, Dios, con un dedo mínimo, simplemente se ajustó para fortalecer la
débil fe de un hombre. Babilonia llegó, indagando sobre ese poder que podrían revertir
todas las leyes de la naturaleza, el rey Ezequías respondió, mostrándoles todas sus
riquezas. Considere cómo la historia podría haber cambiado si él les mostrase a ellos, no
su riqueza material, sino un vislumbre del Dios Todopoderoso, sabemos el resultado de
su locura: algunos años después, volvieron a asaltar su riqueza”. Ben Maxson.

John Wesley fue un gran predicador inglés admirable. Él escribió un diario y muchos
sermones. Lo que muchos no saben es sobre su mayordomía financiera. Él confirmaba la
verdad que descubrimos hoy en la Palabra de Dios a través de su vida diaria

Cuando Wesley comenzó su ministerio, él ganaba 30 libras (dinero de Inglaterra) al año.


Él vivió con 27 libras y dio 3 libras como diezmo. Algunos años después, él estaba ganando
90 libras al año, pero él todavía prefirió vivir con 27 libras y dar el resto.

Cerca del final de su ministerio, la renta de John Wesley llegó a 1 .400 libras. Pero
nuevamente él eligió vivir simplemente con 30 libras al año y dio el resto. La práctica de
la vida de Wesley puede asustar a algunos de nosotros, pero estoy seguro de que usted
aceptaría que la manera en que utilizó los recursos fue un indicador de su relación con
Dios.

Nuestros recursos incluyen más que dinero. Si alguien analiza su agenda, ¿qué conclusión
tendrá? ¿Qué dice la forma en que usted usa el tiempo sobre su relación con Dios? No
estoy hablando sólo sobre el sábado, pero todo su tiempo. Siete días a la semana.
Veinticuatro horas al día.

Marcos 2:3-4 dice que cuando Jesús estaba aquí había cuatro hombres que usaron sus
recursos para bendecir la vida de un amigo. Ellos no eran médicos, pero tenían brazos y
piernas fuertes y determinación. Ellos estaban dispuestos a abrir un agujero en el techo.
Ellos tuvieron la creatividad de usar sus cinturones para bajar al amigo a los pies de Jesús.
La manera en que usaron los recursos que el Señor les confió fue un indicador de su
relación con Dios.

Haga una evaluación cuidadosa de cómo utiliza los recursos que el Señor le ha confiado.

¿Reconoce que todo lo que tiene viene de Dios? Recuerde: la manera en que usa estos
recursos es un indicador de su relación con Él.
Si algo parece que no está correcto, no intente continuar en ese camino. Acérquese a
Dios. Pase tiempo en comunión con Él. Esté atento a su palabra. Déjelo que conduzca al
usar los recursos que Él mismo colocó en sus manos. Su vida será una demostración viva
de que usted está experimentando a Jesucristo como Señor de todo.

Los siervos que administraron bien (y hasta el propio John Wesley) tenían la marca de la
fidelidad. ¿Usted desea tenerla también?

(Parábola de los talentos)


Génesis 22: 1-19

El enemigo quiere ver a aquellos que poseen más de lo que necesitan (para sus
necesidades básicas) sintiéndose culpables. Esto presenta un problema muy intrigante
para el cristiano cuando intenta entender la relación entre sacrificarse y disfrutar de la
prosperidad. La prosperidad tiene prioridad entre los dones divinos:

“Sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca
tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti”, 2
Crónicas 1:12.

“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así
como prospera tu alma”, 3 Juan 2.

Una persona ejerce sus talentos dados por Dios; Dios lo bendice y él prospera. Sin
embargo, es sometido a artículos y sermones sobre sacrificio, todos éstos implicando la
entrega de cosas materiales.

Hay algunas reacciones interesantes, a veces trágicas:


Él da liberalmente, pero todavía se siente culpable por tener tanto sobrando.
Él rechaza todas las sugerencias de dar, pues él teme la pobreza.
Se resiente. Una señora que fue dirigida para apoyo financiero a la iglesia, dijo: “Si
es sacrificar todas las cosas que he reunido ahorrando por toda mi vida de trabajo o ser
sacudida, entonces yo voy a enfrentar la sacudida”.
Puede considerar la donación de dinero como un sustituto para la participación
personal.

El Salmo 50:5 dice: “Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio”.
El pensamiento popular es que éste texto se refiere a cosas materiales y aquellos que
sacrifican dinero, o su equivalente por la causa de Dios, estarán entre la multitud que
espera el regreso de su Señor. En otras palabras su donación de cosas materiales las hará
elegibles. ¿Pero la donación de cosas materiales constituye sacrificio?

Si eso fuera correcto, un sacrificio total sería la entrega de todo lo que una persona posee
y él quedaría desprovisto. En esta condición él no sería capaz de sostener a sí mismo, a su
familia o a su iglesia. De hecho, estaría totalmente desamparado porque no tendría
ningún recurso para hacer cualquier cosa productiva.

De la misma forma su período de pruebas llegaría al fin y para cada persona que hubiera
sido confiada cosas materiales a fin de demostrar su capacidad de manejar
responsabilidades eternas.

Si sacrificar significa dar las cosas, entonces Abraham, Isaac, José, Daniel y muchos otros
no hicieron un pacto con Dios por sacrificio, pues murieron hombres muy ricos. Y aun así,
ellos fueron considerados dignos de la vida eterna.

Otro concepto de sacrificio es la “negociación”. Esto significa que un hombre podría


intercambiar cosas terrenas por celestiales. Muchas religiones falsas se basan en esta
negociación o en la teoría de la compra. Sin embargo, este concepto tiene grandes
problemas. Considere estos textos en relación con este tema:

“De Jehová es la tierra y su plenitud”, Salmos 24: 1.

“Porque mía es toda bestia del bosque, y los millares de animales en los collados”, Salmos
50:10.

“Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos”, Hageo 2:8. Si todo en la
tierra pertenece a Dios, ¿qué podría una persona posiblemente usar para negociar con las
cosas celestiales? La primera cosa que una persona necesita saber al negociar, es si la
persona con quien está negociando posee lo que está en juego. Si él no confiere esto
existe una posibilidad real de que él pierda todo en la transacción: lo que él cambió, así
como lo que él recibió a cambio.

Dios ciertamente no va a aceptar comercializar las cosas que Él posee y es dueño. Por eso
la premisa está equivocada.

Debe observarse cuidadosamente en el texto que la palabra clave no es sacrificio, sino


alianza.

Un pacto es un acuerdo para hacer o no hacer una determinada cosa. Es un contrato entre
dos individuos o grupos. Dios hizo tal acuerdo con Noé:

“Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra… no
habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne”, Génesis 9:13-15.

Con Abraham: “Y haré de ti una gran nación, te bendeciré, engrandeceré tu nombre, y


serás de bendición”, Génesis 12:2. Ahora considere la situación de Abraham:

Si Dios hubiera dado a Abraham la opción de escoger entre todas sus posesiones, y
mantener a su hijo o dé al hijo, y mantener sus posesiones; no hay dudas sobre lo que
habría hecho. Aquel niño era su mayor riqueza. Pero... Dios no le dio elección; Él pidió al
niño.

Después de aquel agonizante viaje al Monte Moria cuando Abraham estaba a punto de
matar a su hijo, Dios dijo: “Porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me
rehusaste tu hijo, tu único”. (Génesis 22:12).

Si el sacrificio significa dar solamente cosas físicas, Abraham tendría que haber matado al
niño, pero Dios aceptó el hecho de que él estaba dispuesto a obedecer las instrucciones
de Dios, en lugar de sus deseos personales . Esta prueba probó más a Abraham que a Dios.
Dios ya sabía que Abraham pasaría la prueba, pero Abraham necesitaba vivir, aprender y
saberlo.

Se probó de esta manera que el pacto de Abraham con Dios era genuino. Aunque Dios
posea el mundo y todo en él, hay una cosa sobre la cual Él elige no ejercer control: nuestro
corazón y nuestras elecciones. El poder de elección dado en el Jardín del Edén y
restaurado por Jesús en la Cruz del Calvario, pertenece al individuo. Un ejemplo clásico
de esto ocurrió durante el reinado del rey David.

Él manchó su carrera ilustre con adulterio y asesinato.


La enormidad de su crimen fue señalada a él por el profeta Natán. En el Salmo 51, David
está descargando su corazón a Dios en confesión buscando alivio de su culpa. Él le pide
a Dios: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de
tus piedades borra mis rebeliones… Y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis
rebeliones… Purifícame con hisopo, y seré limpio… Crea en mí, oh Dios, un corazón
limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. Todas estas declaraciones muestran la
intensidad de sus sentimientos y su deseo de perdón. Entonces él reconoce lo que
realmente es el sacrificio.

Salmos 51:16-17: “Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. Los
sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no
despreciarás tú, oh Dios.”

¿Qué es un espíritu quebrantado? Es la respuesta positiva del corazón humano a la


instrucción y dirección de Dios. Él dice: “Dame, hijo mío, tu corazón”, Proverbios 23:26. El
corazón humano es egoísta. Si fuiste dejado a sí mismo sólo crecerá más determinado a
tener su propio camino.

El sacrificio es tener la disposición de entregar toda la vida a Dios sin reservas. Entonces
una alianza se celebra con Dios, en la cual todo su tiempo, los talentos, la influencia y los
bienes materiales están bajo dirección y control divino en todas las ocasiones y en todas
las circunstancias.

¿Cómo se hace? En los caminos comunes de la vida; en transacciones cotidianas; en los


pequeños actos de la vida, muriendo diariamente para sí mismo. Pablo dijo: “Cada día
muero”, 1 Corintios 15:31. “He peleado la buena batalla”, 2 Timoteo 4:7. ¿Con quién Pablo
estaba luchando? ¿Enemigos? ¿Falsos hermanos? También, pero su mayor batalla fue
consigo mismo. “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”,
Romanos 7:19. Esta fue la batalla constante de Pablo; es la batalla de todo ser humano. El
profeta Jeremías escribió: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso;
¿quién lo conocerá?” Jeremías 17:9.

Considere el sacrificio no como dar, ni cambiar, sino cómo usar. Esto armoniza el plan de
Dios del principio. Como agentes del cielo estaríamos recibiendo continuamente las
bendiciones de Dios y distribuyéndolas a otros. Estaríamos en constante comunicación
con el verdadero dueño de todas las cosas. Seríamos instruidos por:

Su palabra.
Conocimiento de la necesidad del prójimo.
Impresiones divinas: una voz detrás de ti te dirá: “Este es el camino, andad por él”,
Isaías 30:21.
Este conocimiento y conciencia de nuestra relación con Dios nos impediría tener orgullo
de los bienes materiales. Sería también una gran muralla contra el egoísmo. (A menudo
preferimos donar cierta cantidad que donar nuestro servicio, esfuerzo y tiempo
personal). Nunca nos sentiríamos culpables por nuestras posesiones, pues estaríamos
ganando, ahorrando, usando y dando bajo la dirección de Dios.

Esta es la verdadera mayordomía. El error no está en poseer cosas, sino en reclamar


propiedad y usar nuestros recursos de acuerdo con nuestros propios intereses egoístas.

Mientras algunos piensan que el dinero puede comprar todo, hay algo que no puede
comprar ni sustituir, que es nuestro servicio personal. Dios no está interesado en nuestro
dinero (él podría sólo con una palabra crear montañas de oro); Él está interesado en
nosotros, en nuestro corazón y en nuestra elección de obedecerle.

Y esa disposición de poner nuestro corazón en el altar es el supremo sacrificio que Él


desea. Cuando lo hacemos así, hacemos un pacto con Él por sacrificio. Así podremos oír
la aprobación del Señor por aquellos que reconozcan su relación de mayordomos para
con Él y pasarán a formar parte de una vasta multitud que aguarda su regreso.

Jesús podría haber dado cosas para nuestra salvación, Él podría haber dado un universo,
pero nos dio su vida. Y eso es lo que Él quiere de nosotros, nuestra vida, porque es todo
lo que tenemos para dar.
DIOS
COMPLETARÁ
SU OBRA
Filipenses 1: 6

Estoy convencido precisamente de esto: que el que comenzó en ustedes la buena obra,
la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús (Fil. 1:6, NBLH).

Hemos orado por una amiga querida que conocimos en la ciudad donde vivimos
actualmente, a millares de kilómetros de nuestro país. La conocimos en las clases de
inglés que dábamos en su pequeña escuela.

Ella sabía que éramos cristianos. Además de esto, había notado la diferencia en la forma
en que nos tratábamos en familia y a las demás personas. También res- petaba nuestro
deseo de orar antes de cada comida, y era consciente de que desde la puesta del sol del
viernes hasta la puesta del sol del sábado no trabajábamos ni hacíamos ninguna actividad
comercial, como lo hacíamos el resto de la semana.

Nuestra amiga deseaba mucho que su hija tuviera contacto con otros niños, pero su niña
era todavía muy pequeña como para frecuentar la escuela. Al saber que en nuestra iglesia
había un espacio reservado para los niños, nos preguntó si podía llevar a su hija para que
participara también.

Cuando comenzó a ir, había una joven que interpretaba del inglés al idioma local todas las
historias de la Escuela Sabática. Después de un tiempo, esa joven necesitó mudarse de
ciudad, y eso hizo que fuera más difícil la comunicación con los niños. Entonces le
preguntamos a nuestra amiga, que habla muy bien inglés, si ella podría ser la intérprete.

Al principio fue un gran desafío. Naturalmente, su hijita quería la atención total de la


madre; pero poco a poco se fue acostumbrando, y le fueron gustando las actividades de
la escuela. Descubrimos que era una excelente intérprete y, de esa manera, ¡nuestra
amiga aprendió varias historias bíblicas! Le regalamos una Biblia y le dimos una Biblia
infantil para su hijita.

Para nuestra sorpresa, su esposo la acompañó el último sábado y asistió al sermón. Al


término, ella me pidió que le mostrara dónde estaba la “caja”. Cuando le pregunté a qué
caja se refería, me dijo que era la caja del dinero para contribuir con la iglesia. (En la
mayoría de las iglesias de este país hay una caja destinada a los diezmos y otra para las
ofrendas.) Le hice un breve comentario sobre las bondades de ofrendar a Dios y le indiqué
dónde estaba la “caja”. Entonces ella depositó una generosa ofrenda.

Sabemos que cuando una persona busca y acepta a Dios, el enemigo intensifica sus
ataques. Por eso, siempre oramos por nuestra amiga y por todas las personas que están
buscando conocer a Dios y que están tomando decisiones que tendrán consecuencias
eternas. Rogamos a Dios para que él, que comenzó la buena obra, la complete con su
poder, para su honra y gloria y por toda la eternidad. ¡Amén!

¡Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá!


EL AMOR
1 Corintios 13

Entender que el amor es el mayor de todos los dones y pueden recibirlo de Dios.

́
1 Corintios 13.

́ ́
MCP, t. 1, pág. 164.

Un corazón para cada niño, puede ser de papel, goma Eva o paño. Personas que
representen las acciones de las que se hablará (a la hora de comenzar la historia ya todos
deben estar en el frente): una sostiene un perrito de peluche y lo acaricia; otra ofrece pan
a alguien; otra imita a un niño barriendo la casa; dos personas abrazándose; alguien con
la Biblia abierta en la mano hablando de Jesús a otra persona.

HISTORIA: ¿Recuerdan que ya hablamos aquí sobre los dones? ¿Recuerdan que dijimos
que son regalos de Dios para que nosotros podamos trabajar para él? Existe un DON que
es el mayor de todos; es el más importante; el mejor. ¿Todos recibieron un corazón al
llegar aquí? Entonces, ¿pueden descubrir cuál es ese DON? Sí, es el AMOR, y todos pueden
tener ese don. ¿Cómo puedo demostrar que realmente tengo ese don? Demos una
mirada, a las personas que están aquí. Alguien está acariciando a un cachorrito, está
demostrando amor por los animales. Otra persona está dando alimento a quien lo
necesita, eso es amar al prójimo. ¡Miren! Un niño ayuda a su mamá a limpiar la casa, esa
es una demostración de amor. Alguien está abrazando a otra, también está demostrando
amor. Este otro está hablando a alguien del amor de Jesús. Queridos, nunca olviden que
en el camino al cielo debemos amar a todos. Que cada uno sea obe- diente y amable con
todos en todo tiempo, y especialmente amemos a Dios.

́ ́
1 Corintios 13:13.

́
EL ALFOLÍ
CENTRAL
Salmos 90:1; Éxodo 20:8-11; Mateo 25:31-36

Un niño recibió 10 reales de su padre en monedas y colocó una en el bolsillo izquierdo y


las otras en el bolsillo derecho. El padre preguntó por qué y el niño respondió: “es el
diezmo papá, yo separé para no olvidar”.

Abraham fue el primer diezmista de la Biblia. Él era rico (Génesis 15:18-20). Entregó su
diezmo por la fe y la gratitud a Dios que ya lo había bendecido con muchos bienes. El
importe del diezmo de Abraham fue enorme, pues entregó el diez por ciento de todo lo
que tenía. Abraham podría pensar que Dios no necesitaría todo aquello, pero entregó
libremente su diezmo sin cuestionar basado tan sólo en su fe.

Jacob fue el segundo diezmista. Él era pobre (Génesis 28: 20-22). Jacob era nieto de
Abraham y debía saber que su abuelo era diezmista. Su realidad era muy diferente,
porque no tenía nada. Aun así Jacob hizo el voto de ser fiel entregando el diezmo de todo
lo que recibiera. Él podría pensar que no tenía condiciones de donar nada y Dios no le
pidió que fuese diezmista. Este deseo surgió en el corazón de Jacob basado tan sólo en
su fe. Siendo rico o pobre la meta del cristiano es ser fiel.
El diezmo es sagrado por decreto divino. Dios estableció que pertenece exclusivamente
a Él. Para facilitar la recolección del diezmo, los miembros lo traen a la iglesia local, pero
el diezmo pertenece a la iglesia del mundo entero, no es de aquella congregación. Su
centralización contribuye a la unidad de la iglesia.

El factor determinante en el diezmo no es gratitud o generosidad, sino algo mucho más


significativo. “Traed los diezmos al alfolí” (Malaquías 3:10), es la orden de Dios. No se
extiende ninguna invitación a la gratitud o generosidad. Es una cuestión de simple
honradez. El diezmo pertenece al Señor, y él nos ordena que le devolvamos lo que le
pertenece”, La Educación, 115.

El sistema de diezmo fue instituido por Dios como “una educación adaptada para acabar
con todo egoísmo, y cultivar la grandeza y la nobleza de carácter”, La Educación, 36.

A veces recibimos preguntas o escuchamos comentarios sobre la práctica de devolver


los diezmos y las ofrendas. Creemos que la práctica actual de nuestra iglesia teniendo la
Asociación como la casa del tesoro por la cual los pastores son pagados, es el plan más
cercano a los principios de la Biblia.

Una breve revisión de la práctica del diezmo en los “tiempos bíblicos” mostrará que la
presentación de diezmos y ofrendas a Dios era mucho más que un intercambio de dinero.
Fue de hecho un punto alto de los servicios religiosos anuales y una ocasión para la
reunión de todos los hombres de Israel.

Poco antes de morir Moisés reunió a todo Israel e hizo tres sermones o presentaciones
públicas. Ellos son registrados para nosotros en la Biblia como el libro de Deuteronomio.
Él afirmó que aunque estaban poblados y esparcidos por toda Canaán, tres veces al año
ellos debían reunirse en la casa del Señor para alabanza, adoración y entrega de sus
diezmos y ofrendas.

“Más pasaréis el Jordán, y habitaréis en la tierra que Jehová vuestro Dios os hace heredar;
y él os dará reposo de todos vuestros enemigos alrededor, y habitaréis seguros. Y al lugar
que Jehová vuestro Dios escogiere para poner en él su nombre, allí llevaréis todas las
cosas que yo os mando: vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, las
ofrendas elevadas de vuestras manos, y todo lo escogido de los votos que hubiereis
prometido a Jehová”, Deuteronomio 12: 10,11.
Tres veces al año todos los hombres de Israel deberían comparecer ante el Señor: en la
Pascua, en Pentecostés y en la Fiesta de los Tabernáculos. “Tres veces cada año aparecerá
todo varón tuyo delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere: en la fiesta
solemne de las semanas, y en la fiesta solemne de los tabernáculos. Y ninguno se
presentará delante de Jehová con las manos vacías; cada uno con la ofrenda de su mano,
conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado”, Deuteronomio 16:16,17.
Moisés estaba aquí haciendo referencia al mandamiento del Señor registrado en el
momento de la entrega de los Diez Mandamientos (Ver Éxodo 23:14-19). Esta orden
inicial concluyó afirmando: “Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la
casa del Señor tu Dios” (v. 19).

Al escribir sobre estas grandes celebraciones de la fiesta Elena de White observó:


“Antiguamente el Señor ordenó a su pueblo que se reuniera tres veces al año para
rendirle culto. Los hijos de Israel acudían a aquellas santas convocaciones, trayendo a la
casa de Dios sus diezmos, así como las ofrendas por el pecado y las de gratitud. Se reunían
para relatar las misericordias de Dios, para conocer sus obras admirables, tributarle
agradecimiento y alabar su nombre. Debían participar en el servicio de sacrificios que
señalaba a Cristo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Así habían de
preservarse del poder corruptor de la mundanalidad y la idolatría. La fe, el amor y la
gratitud debían mantenerse vivos en su corazón, y al congregarse en ese servicio sagrado
se vinculaban más estrechamente con Dios y unos con otros”, 6 Testimonios para la
Iglesia, 42.

En una declaración similar escrita en la Review, ella declaró: “Antiguamente, Dios ordenó
que su pueblo se reuniera tres veces al año, y de todas las ciudades, de Dan a Berseba, el
pueblo venía a esas fiestas anuales. Al reunir y traer sus diezmos al tesoro, ellos
reconocían que el Señor es el donante de todas sus bendiciones. Los hijos de Israel son
nuestros ejemplos”, Review and Herald, 11, 13.

Todos sabemos por la lectura de la Biblia que los israelitas estaban rodeados por tribus
feroces y guerreras que estaban ansiosas por apoderarse de sus tierras y, sin embargo,
tres veces al año todos los hombres físicamente aptos y todas las personas que podrían
hacer la jornada dejaban sus casas para ir a Jerusalén para la adoración. Ellos se aferraron
a la promesa de Dios en Éxodo 34:24 que dice: “Porque yo arrojaré a las naciones de tu
presencia, y ensancharé tu territorio; y ninguno codiciará tu tierra, cuando subas para
presentarte delante de Jehová tu Dios tres veces al año”.

Los israelitas donaron al menos un cuarto de su renta a Dios en forma de diezmos, gracias
a las ofrendas, el apoyo al templo y los regalos a los pobres. Además, la mayoría de estas
donaciones fueron entregadas personalmente por cada familia en especies o en dinero,
al alfolí central (primero a Silo y luego a Jerusalén). Este sistema personal de entrega
exigía que estuvieran lejos de casa y trabajar por lo menos un mes al año. Sin embargo, el
25% que daría al mes fuera de casa eran realmente la base para su prosperidad y bendición,
y ellos lo sabían.

1. La medida del hombre: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa”.
Esta es la medida que Dios pidió, sólo 10%, aun siendo el Señor y dueño de todo. Nuestra
medida hacia Dios es muy pequeña si se compara con todo lo que Dios hace por nosotros.

2. La medida de Dios: “ abriré las ventanas de los cielo y derramaré sobre vosotros
bendición hasta que sobreabunde” No podemos medir todo lo que Dios tiene para
nosotros

(1 Corintios 2: 9), porque Dios hace infinitamente más de lo que pedimos o pensamos
(Efesios 3:20). Dios suplirá todas nuestras necesidades (Filipenses 4:19).

La Biblia es explícitamente clara en decir que una vez que el diezmo era llevado a
Jerusalén, los encargados del alfolí, los tesoreros, destinaban el diezmo de vuelta a los
hombres de la tribu de Leví por toda la tierra. Ver Nehemías 13:12-13 y 2 Crónicas 31:4-19.
Los levitas en el depósito central distribuían el diezmo a cada trabajador de acuerdo con
la edad y la responsabilidad. Aparentemente el sistema que Dios estableció era firmar una
prueba, equilibrio, y un sistema de rendición de cuentas.

En armonía con el principio del almacén central, es decir, casa del tesoro bíblico, la Iglesia
Adventista del Séptimo Día designó a las Asociaciones locales y Uniones de iglesias como
almacenes, en nombre de la iglesia mundial a los que el diezmo recogido en las iglesias
locales debe ser reenviado. De esta manera el diezmo de Dios cuya distribución Él confió
a la iglesia mundial, es recogido de todas partes del mundo y está disponible para atender
las necesidades del ministerio evangelístico.

Como parte de la experiencia de adoración de los miembros de la iglesia, el diezmo es


devuelto a Dios a través de la iglesia local. El tesorero de la iglesia local, entonces, envía
todo el diezmo a la Asociación en la que se pagan los trabajadores religiosos. Este sistema
delineado por Dios permitió que su iglesia tuviera un impacto mundial y creciente.

David prometió: “A Jehová devolveré ahora mis votos delante de todo su pueblo, en los
atrios de la casa de Jehová, en medio de ti, oh Jerusalén. Aleluya.” Salmos 116:18,19.
Vamos a unirnos con aquellos que antes de nosotros fueron financieramente fieles a Dios.

El pueblo de Israel tuvo la marca de la fidelidad. ¿Usted desea tenerla también?


MUÉVASE
POR LA VIDA
1 Corintios 11: 7

Se ha publicado una gran cantidad de evidencia científica, y que conforme pasa el tiempo
crece cada vez más, acerca de los beneficios de la actividad física (AF). La Organización
Mundial de la Salud (OMS) define a la AF como cualquier movimiento corporal producido
por los músculos esqueléticos que exija un gasto de energía.

Pero muchos se hacen las siguientes preguntas: ¿Qué tipo de AF debo realizar? ¿Cuánta
AF debo hacer? ¿Qué tan intensa debe ser mi AF? ¿Qué es seguro realizar? y ¿Cómo puedo
practicar la AF?
Dios creó al hombre a su imagen y éste refleja su gloria (1 Corintios 11:7). En 1 Corintios 10:1
también se nos dice que todo lo que hagamos, lo debemos hacer para la gloria de Dios
con acción de gracias. El profeta Isaías nos recordó que fuimos creados y formados por
Dios para glorificarlo. Este es nuestro propósito primordial en la vida: glorificar a Dios.
También hacemos esto cuando cuidamos de nuestro cuerpo y vivimos un estilo de vida
saludable.

Dios quiere que estemos sanos y pienso que podemos estar seguros de que, siempre y
cuando tengamos los motivos correctos, al hacer ejercicio estamos cooperando con el
Espíritu Santo y haciendo una parte de la voluntad de Dios en nosotros porque el Espíritu
Santo escribió estas palabras: "Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las
cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma" (3 Juan 1:2). Podemos ver esto de
dos maneras: como una promesa de la buena voluntad de Dios hacia nosotros, y como
una responsabilidad de lo que nos corresponde a nosotros para mantenerlo de esa
manera.

́
Desde el principio “El ejercicio físico fue ordenado por el Dios de la sabiduría” para que
pudiéramos tener una vida saludable. Nuestros “músculos fueron hechos para ser
usados, no para estar inactivos”. 2,3

Nuestro cuerpo y mente necesitan diferentes tipos de AF para así poder mantener
nuestro sistema funcionando de una manera óptima. Las actividades aeróbicas
mantienen el sistema metabólico, que es el que provee energía; y también al sistema
cardiorrespiratorio para que los nutrientes puedan llegar a su destino y puedan ser
utilizados. El entrenamiento de fuerza mantiene nuestro sistema musculo esquelético. El
entrenamiento de balance, especialmente cuando somos adultos mayores, nos ayuda a
disminuir el riesgo de caídas.

Así que puedes ver que nuestro cuerpo fue diseñado para moverse.

́
Una manera fácil y rápida de contestar a esta pregunta es: “¡Más!” o “Algo es bueno, pero
más es mejor”. Estas frases son muy ciertas, teniendo en cuenta los siguientes datos de
la tabla.
Sedentario (una persona
Ser inactivo es malo para la
que permanece inactivo Ninguno
salud
por mucho tiempo)
Menos de 150 minutos a
Niveles de AF bajos son
la semana de AF de Algunos
preferibles a la inactividad
moderada intensidad
De 150-180 minutos a la Esta cantidad de AF ofrece
semana de AF de Sustancial más beneficios que las
moderada intensidad anteriores
La información científica no
Mayor de 300 minutos a
indica un límite superior
la semana de AF de Adicional
para alcanzar los beneficios
moderada intensidad
que ofrece la AF

La guía de AF establece que debemos EVITAR SER SEDENTARIOS y que algo de AF es


¡MEJOR QUE NADA! Y que los beneficios que se reciben por practicar esto de manera
habitual aumentan cuando se aumenta la cantidad de AF que se realiza.

́
Antes se pensaba que los beneficios de practicar AF solo se obtenían si se realizaba con
una intensidad moderada a vigorosa y que una AF “light” no producía beneficio alguno
para la salud. Hoy sabemos que es mejor hacer AF “light” que ser inactivo físicamente.
Esta es una de las razones por la cual debemos MOVERNOS.

Según lo anterior entendemos que hay 4 niveles de AF:


Sedentario
Intensidad “light”
Moderada
Vigorosa.

Muchos tratan de explicar estos conceptos con los niveles de la frecuencia cardiaca
máxima y hasta con fórmulas un poco complejas. Algunos ejemplos que puede ayudarte
a entender, sobre los ejercicios moderados:

 Caminar a paso rápido.


 Jardinería.
 Tareas domésticas.
 Participación activa en juegos y deportes con niños y paseos con animales
domésticos.
 Trabajos de construcción generales (p. ej., hacer tejados, pintar, etc.).

AF vigorosa (aproximadamente mayor de 6 MET). Requiere una gran cantidad de


esfuerzo y provoca una respiración rápida y un aumento sustancial del ritmo del corazón.
Ejemplos de ejercicios vigorosos:

 Ascender a paso rápido o trepar por una ladera. • Desplazamientos rápidos en


bicicleta.
 Aerobic.
 Correr.
 Natación rápida.
 Trabajo intenso con pala o excavación de zanjas.
 Desplazamiento de cargas pesadas (mayor de 20 kg).

́
Esta pregunta se la pueden hacer muchas personas y la mejor manera de responderla es:
Ser ¡INACTIVO! es lo que ¡NO ES SEGURO!

Pero ¿qué hay acerca de las lesiones o el riesgo cardiaco? la literatura científica dice que
el riesgo de padecer lesiones musculo esqueléticas están directamente relacionadas con
la cantidad (tiempo) de AF que se realiza y el riesgo cardiaco está relacionado con la
intensidad con la que se practique. Estudios científicos de intervenciones bien dirigidas
han demostrado que los adultos que no están entrenados al igual que los ancianos
pueden aumentar, de manera gradual, sus niveles de AF con mínimos riesgos de efectos
adversos. Todos debemos de iniciar a nuestro propio ritmo y debemos de tratar de
aumentar la intensidad y cantidad de la AF que practicamos de manera lenta y gradual
para evitar las lesiones y mejorar la probabilidad de adquirir este hábito.

La respuesta a tan importante pregunta se encuentra resumida en los ejemplos siguientes


que son orientativos y variarán de una persona a otra.

(5 a 17 años)
 Los niños y jóvenes de 5 a 17 años inviertan como mínimo 60 minutos diarios en
actividades físicas de intensidad moderada a vigorosa.
 La AF por un tiempo superior a 60 minutos diarios reportará un beneficio aun
mayor para la salud.
 La AF diaria debería ser, en su mayor parte, aeróbica.
 Convendría incorporar, como mínimo tres veces por semana,
 actividades vigorosas que refuercen, en particular, los músculos y huesos.

(18 a 64 años)

 Los adultos de 18 a 64 años dediquen como mínimo 150 minutos semanales a la


práctica de AF aeróbica, de intensidad moderada, o bien 75 minutos de AF aeróbica
vigorosa cada semana, o bien una combinación equivalente de actividades
moderadas y vigorosas.
 La actividad aeróbica se practicará en sesiones de 10 minutos de duración, como
mínimo.
 Que, a fin de obtener aún mayores beneficios para la salud, los adultos de este
grupo de edades aumenten hasta 300 minutos por semana la práctica de AF
moderada aeróbica, o bien hasta 150 minutos semanales de AF vigorosa aeróbica,
o una combinación equivalente de actividad moderada y vigorosa.
 Dos veces o más por semana, realicen actividades de fortalecimiento de los grandes
grupos musculares.

(de 65 años en adelante)

 Los adultos de 65 años en adelante dediquen 150 minutos semanales a realizar


actividades físicas moderadas aeróbicas, o bien algún tipo de AF vigorosa aeróbica
durante 75 minutos, o una combinación equivalente de actividades moderadas y
vigorosas.
 La actividad se practicará en sesiones de 10 minutos, como mínimo. • Que, a fin de
obtener mayores beneficios para la salud, los adultos de este grupo de edades
dediquen hasta 300 minutos semanales a la práctica de AF moderada aeróbica, o
bien 150 minutos semanales de AF vigorosa aeróbica, o una combinación
equivalente de actividad moderada y vigorosa.
 Que los adultos de este grupo de edades con movilidad reducida realicen AF para
mejorar su equilibrio e impedir las caídas, tres días o más a la semana.
 Convendría realizar actividades que fortalezcan los principales grupos de músculos
dos o más días a la semana.
 Cuando los adultos de mayor edad no puedan realizar la AF recomendada debido a
su estado de salud, se mantendrán físicamente activos en la medida en que se lo
permita su estado.
El espíritu de profecía menciona:

“La falta de actividad es causa fecunda de enfermedades. El ejercicio dinamiza y regula la


circulación de la sangre; pero en la ociosidad la sangre no circula con libertad, ni se efectúa
su renovación, tan necesaria para la vida y la salud” El Ministerio de Curación, pág. 182
(1905)

El Reto consiste en que al terminar el 24/7 de mayordomía,


puedas realizar la mañana siguiente, ejercicio físico de moderada o
vigorosa intensidad como caminar o trotar con tu Grupo Pequeño,
con los Jóvenes de tu Iglesia.

¡ !

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