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De la Niñez y Adolescencia
PRECONGRESO...
Rumbo al Congreso Mundial en Lima-Perú
UNIVERSITAT DE BARCELONA (ESPAÑA)
El 3 de septiembre de 1998 fue aprobada la Ley orgánica para la protección del niño
y del adolescente (LOPNA), que entró en vigor a partir del 1° de abril de 2000.
Mediante la aprobación, promulgación y publicación de esta ley, Venezuela entra en
el proceso de adecuación de su legislación a la Convención Internacional de los
Derechos del Niño, convención que es ley interna desde el 28 de agosto de 1990,
fecha en que fue ratificada por las instituciones nacionales.
La Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente (LOPNA), surge
gracias a un movimiento en el que participan diversos integrantes de la sociedad
colocando a los niños y adolescentes como protagonistas fundamentales del
proyecto. Esta Ley considera a los niños y adolescentes como personas y no como
objetos, permitiéndoles opinar y participar en actividades que sean de su interés,
eliminando de esta manera el concepto de menor tutelado, por lo que son
considerados sujetos de plenos derechos con deberes y obligaciones,
condicionados de acuerdo a su edad.
El objeto principal de la LOPNA, es regular los derechos y garantías así como los
deberes y responsabilidades relacionados con la protección de los niños y
adolescentes; además de reforzar el concepto de familia como célula fundamental
de la sociedad, otorgándole gran importancia a las obligaciones que tiene esta
como responsable principal en el desarrollo integral de los niños y adolescentes, tal
como lo establece la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su
Capitulo V.
La Región Caracas, donde se concentra el 20% de la población del país, con más
de 5 millones de habitantes, describe gran parte de los problemas derivados de la
pobreza y de extensos asentamientos urbano marginales donde se evidencian altas
tasas de natalidad, mortalidad infantil, desnutrición grave, deserción escolar,
explotación económica infantil, violencia intrafamiliar y social, abandono y maltrato,
que en síntesis expresan violación de los derechos del niño y del adolescente al no
contar con los medios suficientes y adecuados para su pleno desarrollo como
individuos en la sociedad, en hogares de relaciones armoniosas, estables y capaces
de proporcionarles estos medios, así como el afecto y protección necesarios para
su crecimiento hasta la etapa adulta.2
Pese a que no existen cifras exactas sobre la población infantil en riesgo, según la
UNICEF se ha estimado que en Venezuela alrededor de 400.000 niños y
adolescentes son víctimas de situaciones donde se amenazan o violentan sus
derechos.
1
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD, Informe de Desarrollo Humano, 2.003
2
FUNDACREDESA, Estudio sobre condiciones de vida del Venezolano, 2.003
3
Oficina Central de Estadística e Informática, Índice y Entorno del Desarrollo Humano en Venezuela 1.998
4
El Nacional, El Hospital J.M. de los Ríos creará una unidad especial, por Marlene Rizk, Mayo 2.001
5
Ramírez, Catrin, de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa, Referido por El
Nacional, Marzo 2.001
• Una de cada 5 defunciones de niños menores de 5 años se produce por
enfermedades altamente prevenibles como las diarreicas, respiratorias y
nutricionales, cuya incidencia está relacionada con las condiciones de
saneamiento ambiental, la insuficiencia en la alimentación, el manejo
inadecuado de esas enfermedades en el hogar y la falta de atención a tiempo
por parte de los profesionales de la salud.6
• Se estima que hay cerca de 2.6 millones de niños de recién nacidos a 6 años
en situación de pobreza.7
• Desde el punto de vista de los programas públicos de salud, alrededor de
800.000 niños no están cubiertos por los servicios de salud materno-infantil.8
• Un 40% sufre de desnutrición infantil, es decir, casi 4.000.000 de niños
padecen desnutrición y 1.300.000 de ellos tiene un déficit nutricional agudo,
lo que demuestra que existe una generación desnutrida y disminuida
mentalmente.9
• Estas cifras, producen aún más alarma, al verlas a la luz de nuevas
evidencias científicas que demuestran que la dieta que consume una madre
durante la gestación del bebé y la que los niños reciben en sus primeros
años de vida, es determinante para su salud 50 años más tarde. “El consumo
de ciertos nutrientes en la más tierna infancia puede programar desde el
coeficiente intelectual hasta las enfermedades que los pequeños sufrirán en
su edad madura”10
• El 50% de los niños de 3 a 6 años no tienen garantizado el acceso a la
educación preescolar.11
• El 10% de los niños de 5 a 14 años están obligados a trabajar, dentro o fuera
del hogar. 12
• Se estima que 7.000 son niños de la calle que ya no tienen vínculo con sus
familiares, 2.000 de ellos se reportan en la Ciudad de Caracas.13
Estas cifras evidencian la critica situación en la que viven los niños y niñas en
Venezuela, y la necesidad de trabajar en el desarrollo de acciones que puedan dar
mayor alcance y protección a sus derechos.
6
Proyecto Pobreza, Universidad Católica Andrés Bello. 2.003
7
Proyecto Pobreza, Universidad Católica Andrés Bello. 2.003
8
O C E I. informática, Índice y Entorno del Desarrollo Humano en Venezuela 1.998
9
O C E I. informática, Índice y Entorno del Desarrollo Humano en Venezuela 1.998
10
Thomas Walter, Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile, XII
Congreso Latinoamericano de Pediatría, Montevideo, Uruguay, Enero 2.001.
11
Proyecto Pobreza.Universidad Católica Andrés Bello. 2.001
12
Proyecto Pobreza,Universidad Católica Andrés Bello. 2.001
13
El Nacional, Sin padres ni hogar, Abril, 2.003
Sistema de protección del niño y del adolescente (art.117)
El sistema de protección del niño y del adolescente se denomina así porque todos
sus componentes son importantes y trabajan articuladamente. La LOPNA lo define
como el conjunto de órganos, entidades y servicios que formulan, coordinan,
integran, orientan, supervisan, evalúan y controlan las políticas, programas y
acciones de interés publico para la protección debida a los niños, niñas y
adolescentes.
Órganos Administrativos
Son las instancias públicas creadas por el Estado con participación activa de la
sociedad, a las cuales se puede acudir en busca de orientación y solución de
problemas relativos a los derechos de los niños, niñas y adolescentes.
Órganos Jurisdiccionales
Dependen del Poder Judicial, son los que dictan la normativa jurídica para la
resolución de problemas cuando una situación llega a su pleno conocimiento.
-Ministerio Público
- Entidades de Atención
- Defensoría del Niño y el Adolescente
En caso de que surjan conflictos en las familias, entre padres e hijos, pueden acudir
a los Tribunales de Protección del Niño y del Adolescente, y que éstos son los
encargados de dirimir las controversias surgidas en el núcleo familiar.
Órganos Jurisdiccionales:
El Ministerio Público
Las Defensorías
• Gratuidad: todos los servicios prestados en las defensorías para los niños,
niñas y adolescentes son absolutamente gratuitos.
• Confidencialidad: los adultos deben respetar la vida privada de los niños,
niñas y adolescentes, ya que ellos tienen derecho a la reputación y respeto
de su propia imagen.
• Carácter orientador y no impositivo: los defensores deben servir como
conciliadores, prestar auxilio jurídico según la necesidad y remitir los casos a
la instancia competente.
Estructura de la LOPNA:
• Exposición de motivos
• Título I: Disposiciones directivas
• Título II: Derechos garantías y deberes
I. Antecedentes
En los últimos dos años Venezuela asiste a una intensa movilización, tanto de los
poderes públicos como de la sociedad civil, en torno a un cambio legislativo que
implica la derogación de la Ley Tutelar de Menores vigente desde 1980, y su
sustitución por otra, radicalmente diferente.
a) Derecho de Supervivencia:
Los derechos de supervivencia incluyen principalmente, el derecho a la vida (art. 6),
a la salud (art. 24), a un nivel de vida adecuado (art. 27), a la seguridad social (art.
26), a la protección en casos de conflictos armados (art. 38), a que los padres
tengan la asistencia debida para que puedan asumir su crianza (art. 18).
b) Derecho al Desarrollo:
Incluye entre otros, derecho a la educación (arts. 28 y
29), acceso a la información (art. 17), a preservar su identidad (art. 8), al nombre y
nacionalidad (art. 7), a no ser separado de sus padres (art. 9), a la libertad de
pensamiento, conciencia y religión (art. 14), a la recreación y la cultura (art. 31).
c) Derecho a la Protección:
La protección abarca todas las formas de explotación y crueldad (art. 19), a no ser
objeto de injerencias en su vida privada, familia, correspondencia (art. 16),
protección especial al niño refugiado (art. 22), protección al niño mental o
físicamente impedido (art. 23), contra abusos en el sistema de justicia penal (arts.
37 y 40), contra el abuso sexual (art. 34), contra la venta o trata de niños (art. 35),
contra el uso ilícito de estupefacientes (art.33).
d) Derecho a la Participación:
Los derechos a la participación incluyen la libertad
de expresión (art. 13), a expresar su opinión y ser escuchado en asuntos que le
conciernen (art. 12), derecho a la libre asociación y libertad de celebrar reuniones
pacíficas (art. 15), además del derecho a desempeñar un papel activo en la
sociedad en general.
2.- El interés superior del niño
Premisa fundamental de la doctrina de la Protección Integral es el principio del
interés superior del niño, consagrado en el artículo 3 de la Convención, que dice
expresamente:
“En todas las medidas concernientes a los niños, que toman las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se
atenderá será el interés superior del niño”. Este principio es la base para la
interpretación y aplicación de la normativa para los niños y los adolescentes,
establece líneas de acción de carácter obligatorio para todas las instancias de la
sociedad y pone límite a la discrecionalidad de sus actuaciones.
4.- Participación
La Convención distribuye la responsabilidad de proteger al niño entre tres actores:
el Estado, la Familia y la Comunidad. Cuando éstos no asumen la cuota de
responsabilidad que les corresponde para garantizar el respeto y cumplimiento de
los derechos del niño son ellos, los actores, quienes estarán en situación irregular.
Para hacer efectivos los derechos que la Convención consagra es necesaria la
plena participación y control de las personas, de las familias, de las sociedades
organizadas y del propio niño y adolescente. Sólo la observancia de este principio
hace posible la creación de los mecanismos efectivos de exigibilidad que garanticen
el cumplimiento de los derechos. La participación de la sociedad como
corresponsable de la protección de la infancia, no sólo impone la adopción de una
nueva ética social y de significativos cambios en la estructura institucional del
Estado sino que, de esa participación depende el éxito del nuevo paradigma.
En conclusión, aunque cada una de las partes que integran el proyecto estén
cabalmente desarrolladas, se complementan necesariamente, son
interdependientes entre sí. Separarlas implicaría el desmembramiento de todo el
sistema propuesto como nuevo paradigma.
Disposiciones Directivas
Título I
Establece las disposiciones directivas, es decir, aquellas que prevén los principios y
regulaciones fundamentales que son aplicables a toda la ley y que determinan las
bases del desarrollo de su contenido. La primera disposición de este Título se
refiere al objeto de la ley, sintetiza todos sus principios y finalidades. Se contempla
inequívocamente que la ley persigue asegurar a todos los niños y adolescentes el
ejercicio y disfrute pleno y efectivo de sus derechos y garantías, por medio de la
protección integral que el Estado, la familia y la sociedad deben brindarles, desde el
momento de su concepción. Es preciso subrayar dos ideas del contenido de esta
norma: en primer lugar, que la ley consagra y reconoce expresamente a todos los
niños y adolescentes la titularidad de un conjunto de derechos fundamentales,
garantizándoles adicionalmente el ejercicio personal de los mismos en forma
progresiva; y, en segundo lugar, que la responsabilidad de lograr este propósito
corresponde, de forma concurrente pero diferenciada, al Estado, la familia y la
sociedad, estableciendo una triada responsable de todos los niños venezolanos.
La Convención no hace distinción entre las personas con menos de 18 años, a
pesar de ello, se consideró imprescindible crear dos categorías dentro de este
grupo erario: los niños y los adolescentes. La finalidad perseguida con esta opción
es regular con mayor sencillez las materias relativas al ejercicio de derechos y
garantías, los deberes y las responsabilidades. Recuérdese que en estas materias
la Convención obliga a establecer un régimen que armonice el contenido de las
mismas con el desarrollo del niño, reconociéndoles de forma progresiva más
potestades, deberes y responsabilidades hasta llegar a los 18 años de edad. Así
pues, se ha establecido el límite entre estos dos grupos etarios en los 12 años de
edad. Esta decisión obedece a criterios pacíficos de la sicología evolutiva, los
cuales han sido adoptados de forma casi unánime en la legislación comparada.
El Interés Superior del Niño también ha sido regulado expresamente por el artículo
8. Se ha logrado una definición que obedece a su naturaleza, indicando que es un
principio de interpretación y aplicación de la ley, de imperativo cumplimiento para el
Estado, la familia y la sociedad en la toma de todas las decisiones relacionadas con
niños y adolescentes. De esta forma se cumple cabalmente con el contenido del
artículo 3 de la Convención. Es importante advertir que uno de los objetivos de esta
disposición es limitar la amplísima discrecionalidad que existe en la Ley Tutelar de
Menores en materia de toma de decisiones concernientes a los niños y
adolescentes, sin llegar al extremo de impedir la posibilidad de adecuar la toma de
decisiones a las circunstancias específicas de los niños y adolescentes en los casos
concretos. Por este motivo, se establece claramente cual es la finalidad que debe
perseguirse, así como un conjunto de elementos y reglas que deben apreciarse
obligatoriamente para determinar en casos concretos cuál es el Interés Superior del
Niño. El incumplimiento, infracción o no apreciación de ellos conlleva
responsabilidad y está protegido en los mismos términos que en el caso de la
Prioridad Absoluta.
El Título II
Regula lo relativo a los derechos, garantías y deberes de todos los niños y
adolescentes, de una manera amplia, en cumplimiento absoluto de las obligaciones
derivadas de la Convención. Una lectura rápida o superficial de este Título podría
llevar a pensar que repite innecesariamente muchas disposiciones que ya se
encuentran previstas en el ordenamiento jurídico. Sin embargo, esta percepción es
equivocada, aun cuando reconozcamos ser cierto que algunas disposiciones
consagran derechos contemplados en la legislación sin diferencia alguna. Se optó
por regular ampliamente los derechos, garantías y deberes de los niños y
adolescentes por muchas razones, entre ellas:
a) la obligación de consagrar expresamente los derechos específicos previstos en la
Convención y otros tratados e instrumentos jurídicos internacionales;
b) la necesidad de adecuar los derechos consagrados en la Convención a la
realidad nacional y el ordenamiento jurídico;
c) el imperativo de dotar de contenido y limites a los derechos y garantías de los
niños y adolescentes para asegurar su vigencia plena y efectiva, especialmente de
algunos derechos ya contemplados en la legislación nacional, requieren precisiones
específicas; y,
d) la necesidad de establecer una gama de garantías de los derechos de los niños y
adolescentes, que no se encuentran previstas en el ordenamiento jurídico.
Este Capítulo no organiza los derechos por categorías o tipos. Se optó más bien por
un orden que parece mucho más acorde con la materia que regula la ley. Así, se
consagró los derechos y garantías en un orden cronológico que corresponde a la
forma en que éstos cobran importancia en la vida y desarrollo del niño y del
adolescente. Tal vez el derecho más novedoso de todo el Capítulo es el Derecho a
opinar. Este derecho garantiza a todos los niños y adolescentes la facultad de
opinar en todos los asuntos que les conciernan y, adicionalmente, obliga a todas las
personas a tomar en cuenta sus opiniones, de acuerdo a su desarrollo. Por tanto,
tienen derecho a expresar su forma de ver las cosas en todos los ámbitos de la vida
y, a que las opiniones que han expresado sean consideradas por las demás
personas, nunca desechadas de antemano.
Este derecho no intenta en modo alguno establecer que sus opiniones sean de
obligatorio acatamiento o imperativas para las demás personas, si no más bien
asegurar que los niños y adolescentes sean respetados como sujetos en desarrollo
y que como tales tienen algo que decir y un lugar en nuestra sociedad. Este
derecho se considera un medio idóneo para la formación de personas con
capacidad y responsabilidad para ejercer sus derechos y cumplir con sus deberes.
El Titulo III
El hecho de que los niños y adolescentes sean sujetos de derechos exige que la
nueva legislación, además de reconocer y dar contenido a los derechos, cree vías
efectivas a fin de garantizarlos. Para ello el proyecto, mediante el Sistema de
Protección del Niño y del Adolescente, desarrollado en el Título III, estableció
claramente:
1. Las estrategias, actores, órganos, instancias y procedimientos idóneos para
lograr ese objetivo esencial;
2. Un conjunto de medidas sancionatorias para quienes, estando obligados a ello,
no garanticen, amenacen o violen dichos derechos;
3. Los mecanismos que garanticen los fondos necesarios para brindar protección
integral a los niños y adolescentes.
1. Estrategias
El proyecto concibe varias estrategias de protección. Se trata de las políticas,
programas y medidas de protección. Las primeras, previstas en el artículo 120, se
explican por sí solas. Los programas son estrategias de protección por excelencia
puesto que incluyen todas las acciones realizadas por individuos o entidades para
desarrollar las políticas y ejecutar las medidas de protección previstas en la ley. El
artículo 124 enuncia un conjunto de programas de la más variada índole, pero las
posibilidades de crear otros son infinitas, siempre y cuando dichos programas se
adecuen a las exigencias de la propia ley. Mención más detenida merecen las
medidas de protección previstas en el artículo 125, porque su concepción y
desarrollo suponen la superación de una de las características más importantes de
la doctrina de la Situación Irregular: la judicialización de todos los problemas de la
infancia. De acuerdo a este paradigma, el juez de menores tiene competencia para
resolver problemas sociales y jurídicos, para todo lo relacionado con el niño, se
encuentre éste en situación de abandono, de peligro o sea infractor. Sea víctima o
victimario. En la práctica esto significa que una única autoridad (el juez), siguiendo
el mismo procedimiento, da soluciones similares tanto en los casos de niños y
jóvenes a quienes se les ha vulnerado sus derechos, como en aquellos otros en los
que son los niños y adolescentes quienes vulneran los derechos de los demás. La
moderna concepción de la protección integral obliga a conceder un tratamiento
diferente a las dos situaciones antes mencionadas y en consecuencia, encontramos
en este proyecto dos sistemas claramente diferenciados:
• El Sistema de Protección para los Niños y Adolescentes que son víctimas y
otro,
• El Sistema Penal de Responsabilidad Penal del Adolescente (Título V), para
los victimarios.
A los primeros se les aplica las medidas de protección y a los segundos, sanciones
con finalidad socioeducativa. En el primer caso interviene la autoridad
administrativa, en el segundo, la judicial. El proyecto, acogiendo plenamente los
mandatos de la Convención, reduce los márgenes de discrecionalidad y
desjudicializa el proceso de imposición de las medidas de protección. En tal sentido,
atribuye competencia para la imposición de las medidas, salvo las de colocación
familiar o en entidad y la adopción, que por su alcance y consecuencias serán
aplicadas por el juez, a los Consejos de Protección, órganos administrativos que
ejercen función pública y estarán ubicados en cada municipio del país. Asimismo,
se indica claramente, tanto a los Consejos de Protección como a la autoridad
judicial, según corresponda, cuáles medidas de protección pueden aplicar,
eliminándose con ello la absoluta discrecionalidad consagrada en la Ley Tutelar de
Menores, que dejaba a la libre voluntad del funcionario público la vida y libertad de
un niño o adolescente.
Acciones y procedimientos
El Sistema de Protección estaría incompleto y sería del todo inoperante, si el
proyecto no contemplase los mecanismos procesales, para exigir, ante las
instancias anteriormente mencionadas el cumplimiento de los derechos
consagrados en esta ley. Por ello, ha previsto un conjunto de acciones y
procedimientos, tanto administrativos como judiciales. Entre las acciones se
destaca, como uno de los institutos más novedosos de este proyecto la Acción de
Protección contra hechos, actos u omisiones de particulares, órganos e instituciones
públicas y privadas que amenacen o violen derechos colectivos o difusos del niño y
del adolescente. Su finalidad es un mandato judicial de protección, mediante la
imposición al requerido de obligaciones de hacer o de no hacer, siempre que sea de
posible cumplimiento. La idea es evitar judicialmente que los derechos y garantías
consagrados en favor del niño y del adolescente, en abstracto, puedan no
concretarse por conducta activa u omisiva de quien tenga el deber de
asegurárselos; pero soslayando pronunciamientos idealmente correctos pero
fácticamente incumplibles. Se otorga al Ministerio Público el ejercicio de la acción
de protección cuando el solicitante sea la Nación, los estados o los municipios,
independientemente del requerido, de modo que éstos deben presentarle al
Ministerio Público su pretensión y éste la hará valer, sólo si encontrara fundamento
en el pedido. Se pretende así evitar que, para eximirse de su propia
responsabilidad, la Nación, los estados o los municipios, entablen querellas unos
contra los otros.
Recursos
En relación con los recursos que serán necesarios para lograr la protección y
atención integral a niños y adolescentes, la ley ha creado un sistema de Fondos de
Protección del Niño y del Adolescente a nivel nacional, estadal y municipal,
previstos en el Capítulo XIII del Título III. Se trata de fondos que funcionan como
servicios autónomos sin personalidad jurídica. Así esta ley consagra lo que
constituye un punto clave en la nueva concepción del recurso humano, y dentro de
él como sector prioritario el de la niñez y la juventud, al erigir su protección y
atención en empresa básica de prioridad absoluta. Por ello, se define los Fondos de
Protección como el conjunto de recursos vinculados a la ejecución de programas,
acciones o servicios de protección y atención al niño y al adolescente. En relación a
posibles problemas presupuestarios para la implantación de esta nueva
organización administrativa es importante recalcar que se ha tenido especial
cuidado en minimizar los gastos administrativos de los órganos a ser creados. Así,
la función de Consejero de los Consejos de Derechos tiene carácter no
remunerado. Los Consejos de Protección, por su parte, se componen tan sólo de
tres funcionarios cuyas remuneraciones afectarán los respectivos presupuestos
municipales, siendo que el monto de tales remuneraciones será fijado de forma
autónoma en cada municipio. En el caso del Consejo Nacional de Derechos, se ha
previsto la creación de la Dirección Ejecutiva, cuya instrumentación tampoco tendrá
mayores repercusiones a nivel presupuestario. Al contrario, lejos de producirse un
incremento en el gasto público motivado por la creación de nuevos órganos, se
producirá una reducción y una reasignación de recursos.
Instituciones familiares
Título IV
De las instituciones familiares, se aborda lo concerniente a la patria potestad y
dentro de ella la guarda, con enfoques muy precisos sobre aquellos aspectos cuya
regulación era imprescindible adecuar a los requerimientos de la Convención
Internacional Sobre los Derechos del Niño, tales como, obligación alimentaria,
visitas y autorizaciones para viajar; así mismo, se aborda la regulación de la familia
sustituta, especialmente en las modalidades de colocación familiar y adopción.
Se consideró importante establecer el concepto de familia de origen, concebida
como familia nuclear, pues la misma es el centro de gravedad de una serie de
disposiciones de la mayor importancia, las cuales van desde el derecho reconocido
al niño y al adolescente de ser criado y educado dentro de tal familia, hasta el hecho
de considerar excepcional la separación del seno familiar.
En el articulado referido a la titularidad de la patria potestad se ha incorporado
algunas orientaciones que hagan posible, en caso de desacuerdo entre los padres,
que éstos arriben a una solución conjunta en todo lo que concierne a los hijos,
dejándose la intervención judicial como última posibilidad.
En el caso de los hijos habidos fuera del matrimonio (artículo 350) se estimó
beneficioso, para ellos, atenuar la rigurosidad del artículo 261 del Código Civil, el
cual supedita la atribución de la titularidad conjunta de la patria potestad al
establecimiento simultáneo de la filiación. En tal sentido, se hizo extensiva la
titularidad y el ejercicio conjunto de la patria potestad a aquellos casos en que el
progenitor que no hubiese podido concurrir con el otro a presentar o reconocer el
hijo, haga dicho reconocimiento dentro de los seis meses siguientes al nacimiento
del respectivo niño.
Debido a la conveniencia de agrupar en el proyecto todas las disposiciones que se
refieren a la patria potestad, se incorporó la previsión contenida en el artículo 192
del Código Civil en cuanto se refiere a las medidas en caso de divorcio, separación
de cuerpos o nulidad de matrimonio, dentro de las cuales se estimó importante que
el juez tuviese en cuenta las previsiones de los cónyuges en materia de guarda,
visitas y obligación alimentaria, cuando el divorcio se solicita con base a la causal
contenida en el artículo 185-A. En lo relativo a la afectación de la patria potestad, se
consagra la privación de la misma reformulándose algunas de las causales
previstas en el Código Civil y añadiéndose otras, evitando en lo posible el uso de
adjetivos, a fin de que el juez decida en cada caso con base en la gravedad,
reiteración, arbitrariedad y habitualidad de los hechos. Además, se da contenido al
enunciado de extinción de la patria potestad al cual alude el Código Civil,
colocándose, entre las causales de la misma, el haber consentido en la adopción
del hijo.
Acorde con el compromiso de brindar una mayor protección a los niños y
adolescentes, se faculta al Ministerio Público para interponer la acción de privación
de patria potestad, no solo de oficio sino también a petición del hijo cuando tenga
doce años o más, a la persona que ejerza la guarda y al Consejo de Protección.
Dentro de estas medidas se incorporó la posibilidad de que los hijos de siete años o
menos no permanezcan con la madre a solicitud expresa de ella, lo cual responde a
la necesidad de algunas madres de confiar la guarda de los hijos al padre, cuando
sean razones estrictamente personales y no de salud o de seguridad las que les
impidan el ejercicio de la guarda.
El Capítulo III de este Título trata de la familia sustituta, la cual surge cuando los
niños y adolescentes son privados temporal o permanentemente de su medio
familiar, ya sea porque hay ausencia total de padres, o porque estos son afectados
en la titularidad o ejercicio de la patria potestad o de la guarda sobre sus hijos.
Como modalidades jurídicas substitutivas del medio familiar se menciona la
colocación familiar o en entidades de atención, la tutela y la adopción.
La familia substituta debe ser entendida como aquella que, no siendo la familia
natural del niño o el adolescente, lo acoge para que forme parte de la misma, con la
finalidad de suministrarle protección, afecto y educación. La familia sustituta puede
estar conformada por una o más personas.
En cuanto a la eliminación de la declaratoria del estado de abandono, se propone
sustituirla por la privación y la extensión de la patria potestad para posibilitar así la
decisión del juez acerca de la medida de protección que más convenga en el caso
particular. Por cuanto la colocación familiar podría también presentar algunas
dificultades para la pronta y efectiva atención de algunos niños y adolescentes, se
propone como última alternativa, la colocación de los mismos en entidades de
atención. En estos casos la guarda y representación de estos niños y adolescentes
estaría confiada a los responsables de tales entidades u otras personas que
trabajan en las mismas, siempre que satisfagan los requerimientos que se exijan
para tal designación y se les controle adecuadamente. Para que pueda dar
resultado la colocación, estas personas solo podrán tener bajo su responsabilidad
un número razonable de niños o adolescentes.
En cuanto a la representación, ésta puede ser otorgada para todos los actos que
conciernan al niño o adolescente, o solo para ciertos actos. A los fines de propiciar
los mejores resultados a través de la intervención de una familia sustituta, en el
artículo 395 aparecen señalados los principios que deberá tener presentes el juez
para decidir, en cada caso, la modalidad más apropiada de familia sustituta. Es
importante destacar que solo el funcionamiento de toda la estructura prevista en el
proyecto hará posible la sustitución exitosa de la tutela del Estado y de la
declaratoria del estado de abandono.
Los tres últimos Capítulos del Título IV están dedicados a los aspectos procesales y
comprenden, respectivamente, un procedimiento contencioso en asuntos de familia
y patrimoniales, un procedimiento para la adopción y un procedimiento para
alimentos y guarda. El procedimiento contencioso en asuntos de familia y
patrimoniales resulta aplicable en asuntos de familia, excepto la adopción,
obligaciones alimentarias y guarda, para los cuales se prevén procedimientos
especiales; asimismo, se aplica en asuntos patrimoniales, dentro de los que se
incluyen los conflictos laborales. Dicho procedimiento se enmarca dentro de una
serie de principios rectores destinados a lograr una eficaz y pronta justicia en los
casos en que se aplique. Como rasgos más relevantes de este procedimiento se
pueden mencionar la oralidad, brevedad de los lapsos, gratuidad, amplitud de los
medios probatorios, igualdad de las partes y ampliación de los poderes del juez
para conducir el proceso. Dentro de este procedimiento se previó la procedencia de
los recursos de revocación, apelación y casación, con las particularidades propias
de cada uno de ellos.
TITULO V
La Convención y los demás instrumentos jurídicos que integran la Doctrina de la
Protección Integral poseen todos los elementos para revertir el antiguo paradigma y
construir un Sistema Penal de Responsabilidad de Adolescentes que sustituya el
binomio “compasión-represión” por el binomio “severidad-justicia”.
El antiguo paradigma de la Situación Irregular hace eco de la postura “compasión-
represión”, visto que se caracteriza por:
a) la indefinición de lo que es hecho antisocial;
b) la aplicación de cualquier medida de seguridad, independientemente de la
infracción cometida;
c) competencia ilimitada del juez para decidir ambas cosas (qué constituye hecho
antisocial y qué medida aplicar) lo cual conduce a la impunidad o al exceso de rigor,
según la pertenencia del “menor” a una determinada clase social.
Los requisitos mínimos para la construcción del nuevo sistema penal de
responsabilidad son:
a) la consideración del adolescente infractor como una precisa categoría jurídica.
Sólo es infractor quien ha cometido actos previamente definidos como delito o falta
según la Ley Penal.
b) la consideración de los menores de dieciocho y mayores de doce años como
inimputables penalmente pero responsables. Los menores de doce años como
inimputables e irresponsables. La responsabilidad implica que a los adolescentes se
les atribuya, en forma diferenciada respecto de los adultos, las consecuencias de
los hechos que siendo típicos, antijurídicos y culpables, signifiquen la realización de
una conducta definida como delito o falta, pues aun cuando no esté plenamente
presente en él la capacidad de entender y de obrar conforme a esa comprensión,
hay ya un proceso de maduración que permite reprocharles el daño social que
causen, imponiéndoles una sanción que constituye una medida con finalidad
educativa.
La más moderna doctrina aconseja incluso dejar a un lado los eufemismos y asumir,
de una vez por todas, que los adolescentes infractores tienen responsabilidad
penal, de la misma naturaleza que la del adulto, si bien atenuada. Los estudios más
reputados advierten sobre la gran importancia pedagógica de establecer un
principio de responsabilidad para el adolescente y de no quedarse apegados a una
visión asistencial de la justicia para la niñez y adolescencia, que sólo le quita al
joven la conciencia de la responsabilidad de sus actos.
c) Garantía del debido proceso, adoptando todos los principios de la Convención:
humanidad, legalidad, jurisdiccionalidad, contradictorio, inviolabilidad de la defensa,
impugnación y legalidad del procedimiento. En otras palabras si el adolescente
comete una infracción de la Ley Penal debe tener los mismos derechos y garantías
previstas para los adultos, más aquellos inherentes a su especial condición, como la
reserva de su identidad y la confidencialidad de las actas del proceso.
d) Reducción de los márgenes de discrecionalidad del juez, mediante la
consagración de los principios de legalidad del acto, del procedimiento, de la
sanción y su ejecución.
e) Concepción de la privación de libertad como una medida de naturaleza
estrictamente judicial (salvo el caso de flagrancia) y excepcional (último recurso),
impuesta sólo en caso de infracciones graves. La ejecución de la medida privativa
de libertad es de competencia exclusiva e indelegable del Estado.
La Sección 4ª regula el juicio oral, que se ha concebido según el modelo del Código
Orgánico Procesal Penal, con reducción de algunos plazos de modo de hacerlo lo
más breve posible, sin que ello signifique menoscabo del derecho de defensa.
Se regula además con la mayor precisión el lapso mínimo y máximo que puede
durar la privación de libertad según la edad del adolescente, los distintos supuestos
de procedencia de esta sanción y se agrega que en ningún caso podrá imponerse al
adolescente un lapso de privación de libertad mayor al límite mínimo de pena
establecido en la ley penal para el hecho punible correspondiente. Esto, sumado a
que el lapso máximo por el que puede privarse de su libertad a un adolescente
mayor de catorce años es de cinco años, y de dos en caso de que tengan menos
edad, da cuenta del absoluto respeto a la concepción de que se trata de una
responsabilidad penal especialmente atenuada y que la privación de libertad como
medida sancionatoria excepcional, sólo es procedente en casos muy graves y como
sustrato para la aplicación de un programa acorde con el objetivo pedagógico de la
sanción.
El Capítulo IV, último del Título, diseña y estructura la justicia penal del adolescente.
La Sección 1ª regula la actividad del Ministerio Público en este campo y de la
Policía de Investigación. Al Ministerio Público corresponde la investigación y el
ejercicio de la acción penal pública. Para el primer aspecto rige el principio de la
oficialidad y para el segundo los criterios de oportunidad reglados a los cuales ya se
ha hecho amplia referencia. La Policía de Investigación es el órgano encargado de
auxiliar en la investigación de los hechos punibles y sus responsables y debe contar
con personal especialmente capacitado para trabajar con adolescentes. Puede
practicar aprehensiones pero en ningún caso disponer la incomunicación. Otros
cuerpos policiales también están facultados para aprehender adolescentes en cuyo
caso deben ponerlos de inmediato a la orden de la policía de investigación. Esta
debe siempre comunicarlo de inmediato al fiscal del Ministerio Público.
Por otra parte el cambio de paradigma que supone esta ley, obliga a los miembros
del nuevo sistema de protección, a abandonar la política hasta el momento llevada
a cabo, en el cual el niño y el adolescente es un objeto de derecho y no sujeto.
REFERENCIAS