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CENTRO DE ESTUDIOS TECNOLOGICOS industrial y de servicios No.

128

"CIENCIA, TECNOLOGIA Y URBANIZACION."

GRUPO:

5°A PROGRAMACION VESPERTINO

EQUIPO:

QUEEN'S

INTEGRANTES:

BERNAL LOPEZ JOCELYNE DE JESUS(EXPOSITORA)

QUINTERO MIÑOZ DEYSY ESTEFANY(EXPOSITORA)

Dra. Mariza Janeth León Castillo

H. Nogales 05 de diciembre del 2017


INDICE

 Introducción................................................................................................... 2.
 Urbanización ................................................................................................... 3.

Ciencia, Tecnología y Urbanización


 En mi ciudad (H. Nogales) ................... …………………………………………4.
 En mi estado (Sonora M) ................................................................................
 En mi país (México) ........................................................................................
 En el mundo ....................................................................................................
 Conclusión ………………………………………………………………………….
 Bibliografías …………………………………………………………………………
INTRODUCCION
JUSTIFICACION (HIPOTESIS Y OBJETIVOS)
Este proyecto se hablará más a fondo sobre el tema de "Ciencia, Tecnología y

Urbanización" con el fin de informarnos más acerca del tema en sí. Esto conlleva a

saber algunos

La ciencia y la tecnología son hoy en día herramientas indispensables para el

desarrollo económico, educativo y cultural de todas las sociedades.


CIENCIA, TECNOLOGIA Y URBANIZACION.
La ciencia básicamente la que nos ha ayudado a poder procrear nuevas cosas,

porque gracias a ella se contribuyeron y descubrieron miles de cosas y una de ellas

es la tecnología, que al igual que esta nos ha ayudado a lo largo de los años, siendo

unas de las cosas que más utilizamos diariamente para realizar las tareas diarias. Y

prosiguiendo con ello, otra de las cosas es la urbanización la cual con el paso del

tiempo se fue dando, y hasta la fecha lo es.

El tema de la urbanización, está relacionado directamente con la conformación y el

desarrollo de las ciudades en el mundo, y la influencia que la ciencia y la tecnología

sobre este proceso. Ciencia, tecnología y urbanización: definiendo urbanización y

conociendo su historia en sus etapas y su proceso conociendo las ciudades actuales

como: mega ciudades, metrópolis y ciudades globales.

3 FACTORES EN NOGALES SONORA

En nogales básicamente no hay mucho de qué hablar por el simple hecho de que

prácticamente no hay muchas tecnologías implementadas aquí, o las adecuadas para

realizar dichos experimentos o por las mismas personas q


A través de los años el hombre a presentado un cambio radical en su nivel de vida;

los conocimientos que él a logrado acumular y aplicar ha sido para su beneficio que

ha cambiado radicalmente su modo de vivir. Existe una notable diferencia entre el

hombre de hace unas cuantas décadas y el hombre moderno, tal diferencia se ha

dado por el desarrollo de la ciencia que está estrechamente relacionada con las

innovaciones tecnológicas.

Las necesidades de ciencia y tecnología en nuestro país ya no se satisfacen con

enseñar los estudiantes como se verifica una ley científica o como usar determinado

equipo y maquinaria que resultara obsoleta un futuro próximo; en nuestros tiempos el

preparar gente capaz de pensar y entender los principios básicos de a ciencia y

técnica es fundamental para que no le detengan las dificultades que presenten e,

incluso que pueda desarrollar nuevos procedimientos, en cualquiera que sea su

campo de trabajo.

La ciencia por sí misma no existe si no que es un estudio que el hombre ha hecho

acerca de todos los fenómenos que le rodean; de esta manera, afirmamos que la

ciencia es creación del hombre pero que no es algo que haya podido lograrse de la

noche a la mañana sino que han transcurrido millones de años para su evolución,

observación y desarrollo.

En términos generales la ciencia tiene una gran gama de significados, uno de los mas

acertado de esta es el siguiente:

Ciencia (en latín scientia, de scire, `conocer'), término que en su sentido más amplio

se emplea para referirse al conocimiento sistematizado en cualquier campo, pero que

suele aplicarse sobre todo a la organización de la experiencia sensorial objetivamente

verificable. La búsqueda de conocimiento en ese contexto se conoce como `ciencia


pura', para distinguirla de la `ciencia aplicada' —la búsqueda de usos prácticos del

conocimiento científico— y de la tecnología, a través de la cual se llevan a cabo las

aplicaciones.

Por otra parte, la tecnología se define como el proceso a través del cual los seres

humanos diseñan herramientas y máquinas para incrementar su control y su

comprensión del entorno material. El término proviene de las palabras griegas tecné,

que significa 'arte' u 'oficio', y logos, 'conocimiento' o 'ciencia', área de estudio; por

tanto, la tecnología es el estudio o ciencia de los oficios.

Algunos historiadores científicos argumentan que la tecnología no es sólo una

condición esencial para la civilización avanzada y muchas veces industrial, sino que

también la velocidad del cambio tecnológico ha desarrollado su propio ímpetu en los

últimos siglos. Las innovaciones parecen surgir a un ritmo que se incrementa en

progresión geométrica, sin tener en cuenta los límites geográficos ni los sistemas

políticos. Estas innovaciones tienden a transformar los sistemas de cultura

tradicionales, produciéndose con frecuencia consecuencias sociales inesperadas.

Por ello, la tecnología debe concebirse como un proceso creativo y destructivo a la

vez.

TECNOLOGÍA

Los significados de los términos ciencia y tecnología han variado significativamente

de una generación a otra. Sin embargo, se encuentran más similitudes que diferencias

entre ambos términos.


Tanto la ciencia como la tecnología implican un proceso intelectual, ambas se refieren

a relaciones causales dentro del mundo material y emplean una metodología

experimental que tiene como resultado demostraciones empíricas que pueden

verificarse mediante repetición. La ciencia, al menos en teoría, está menos

relacionada con el sentido práctico de sus resultados y se refiere más al desarrollo de

leyes generales; pero la ciencia práctica y la tecnología están inextricablemente

relacionadas entre sí. La interacción variable de las dos puede observarse en el

desarrollo histórico de algunos sectores.

En realidad, el concepto de que la ciencia proporciona las ideas para las innovaciones

tecnológicas, y que la investigación pura, por tanto, es fundamental para cualquier

avance significativo de la civilización industrial tiene mucho de mito. La mayoría de

los grandes cambios de la civilización industrial no tuvieron su origen en los

laboratorios. Las herramientas y los procesos fundamentales en los campos de la

mecánica, la química, la astronomía, la metalurgia y la hidráulica fueron desarrollados

antes de que se descubrieran las leyes que los gobernaban. Por ejemplo, la máquina

de vapor era de uso común antes de que la ciencia de la termodinámica dilucidara los

principios físicos que sostenían sus operaciones. Sin embargo, algunas actividades

tecnológicas modernas, como la astronáutica y la energía nuclear, dependen de la

ciencia.

En los últimos años se ha desarrollado una distinción radical entre ciencia y

tecnología. Con frecuencia los avances científicos soportan una fuerte oposición, pero

en los últimos tiempos muchas personas han llegado a temer más a la tecnología que

a la ciencia. Para estas personas, la ciencia puede percibirse como una fuente
objetiva y serena de las leyes eternas de la naturaleza, mientras que estiman que las

manifestaciones de la tecnología son algo fuera de control.

Los éxitos de la ciencia, en su alianza con la tecnología son indudables. Nos han

proporcionado una gran capacidad para explicar, controlar y transformar el mundo.

La importancia de la ciencia y la tecnología aumenta en la medida en la que el mundo

se adentra en lo que se ha dado en llamar "la sociedad del conocimiento", es decir,

sociedades en las cuales la importancia del conocimiento crece constantemente por

su incorporación a los procesos productivos y de servicios, por su relevancia en el

ejercicio de la participación popular en los procesos de gobierno y también para la

buena conducción de la vida personal y familiar.

La enorme capacidad cognoscitiva de la humanidad debe ejercer una influencia cada

vez mayor en la vida de las sociedades y las personas.

Por eso es que la reflexión sobre la ciencia es un tema al cual el pensamiento

moderno, sobre todo el de la segunda mitad de este siglo, ha dedicado especial

atención.

Casi todo el mundo acepta que la ciencia ha avanzado considerablemente. Ese éxito

ha conducido a suponer que hay algo muy especial en la praxis científica, una cierta

manera de proceder que permite develar las esencias más profundas de la realidad.

A esa llave triunfadora se le ha denominado método científico. Así, los científicos

armados del método son capaces de hacer progresar ininterrumpidamente el

conocimiento hacia la verdad. En esta visión el afán de búsqueda de la verdad es el

motor impulsor de ese avance. Los científicos son personas que actúan

racionalmente, entendida la racionalidad como la capacidad de subordinar las teorías


a los hechos de la realidad, y realizar las selecciones teóricas a partir de la evidencia

empírica y teórica. Y ese progreso científico es la base del progreso humano, moral y

material.

Verdad, racionalidad, progreso, método científico, son temas que han llenado

volúmenes y son parte de una concepción de la ciencia que hacia fines del Siglo XX

es puesta en duda.

Desde otras visiones filosóficas distintas, la ciencia se concibe una tradición entre

otras. Nada hay en ella que la haga superior a otras tradiciones espirituales. Es más,

ese paradigma de racionalidad y verdad ha sido inventado por los propios científicos

en su provecho: esa es la fuente del poder de los expertos y parte de su estrategia de

ascenso social.

Las teorías no son ni verdaderas ni falsas -según esta misma lógica- apenas son

instrumentos convencionales para controlar y manipular la realidad. No existe el

método científico ni la ciencia dispone de ningún recurso especial para conocer.

Existen muchas otras experiencias cognoscitivas y espirituales que dicen más del

mundo y de nosotros mismos que la ciencia.

Además, la tecnociencia degrada el ambiente, polariza la riqueza mundial, discrimina

la mujer. La felicidad debe cuidarse de la racionalidad científica y su visión mutilada y

empobrecida del mundo. Paul Feyerabend (1981) sugiere decir adiós a la razón. "con

la idea de que la ciencia no posee ningún método particular, llegamos a la conclusión

de que la separación de ciencia y no ciencia no sólo es artificial, sino que va en

perjuicio del avance del conocimiento. Si deseamos comprender la naturaleza, si

deseamos dominar nuestro contorno físico, entonces hemos de hacer uso de todas

las ideas, de todos los métodos, y no de una pequeña selección de ellos. La


afirmación de que no existe conocimiento alguno fuera de la ciencia extra scientiam

nulla salus- no es más que otro cuento de hadas interesado". (p.301).

Llamo la atención sobre el carácter extremo de ambas perspectivas.

La educación científica, especializada y al nivel popular, debe saber colocar las cosas

en su lugar. Según creo esto incluye fomentar una imagen crítica de la praxis científica

y sus resultados, así como de sus resonancias sociales. Pero esa imagen crítica no

puede conducir a despedir a la razón ni a equiparar la ciencia con cualquier otra

tradición espiritual. La astrología puede ser atractiva pero no tiene la solidez

intelectual (empírica, teórica, lógica)de la Mecánica Cuántica o la Cinética Molecular.

Puede ser muy agradable estar tendido al sol especulando mentalmente sobre lo

divino y lo humano pero difícilmente esto haga progresar sensiblemente el

conocimiento de la realidad; es posible que el método científico no sea un algoritmo

infalible pero es algo distinto a charlar o discutir sin fines o metódicas definidas.

Es verdad que la ciencia y la tecnología no garantizan el progreso social. La razón es

simple: ellas no actúan en un vacío social. Sólo la política, la economía, la moral

pueden convertirlas en aliadas del hombre o en sus enemigos.

En suma, debemos evitar la ingenuidad epistemológica y social respecto a ciencia y

tecnología; no podemos suponerlas esencialmente verdaderas y benefactoras en sí

mismas al margen de las actuaciones de los hombres y sus conductas políticas y

morales.

Este punto es especialmente polémico. Hay toda una concepción que podríamos

llamar "tradicional" y que encuentra sus referentes principales en la tradición del

positivismo y el empirismo lógico y también en el criticismo popperiano que insiste en

disociar la ciencia y sus metas sociales. Según esa concepción la discusión sobre la
racionalidad científica debe limitarse a su capacidad de producir conocimiento

objetivo, verdad. El efecto social benefactor de ello será una consecuencia de la

actuación racional.

Según Vessuri (1987) "La prescripción metodológica fundamental de la ideología

científica occidental académica es la separación del ámbito intelectual respecto de los

factores psicológicos, sociológicos, económicos, políticos, morales e ideológicos. Los

problemas intelectuales son claramente distinguidos de los problemas sociales,

humanos. Se supone que tienen un carácter impersonal, objetivo, siendo concebidos

como existentes con relativa independencia de los pensamientos, experiencias,

objetivos y acciones de personas individuales. La racionalidad, los estándares

científicos se argumenta- tienen que ver exclusivamente con la evaluación de las

pretensiones de conocimientos, la evaluación de los resultados con respecto a la

verdad, y su adecuación con relación a los hechos." (p.10).

Esa disociación entre conocimiento y valores sociales no parece muy oportuna a la

luz de los usos diversos, a veces antihumanos, que puede tener el conocimiento. La

aprobación de proyectos de investigación, la definición de prioridades en ciencia y

tecnología, son procesos profundamente mediatizados por los valores e incluso por

las ideologías. Me parece más oportuno concebir que las metas sociales son

intrínsecas a los procesos de conocimiento y las matrices que las definen: proyectos,

programas, políticas de investigación.

Por otra parte, el desarrollo del conocimiento es algo bastante más complejo de lo

que parece a simple vista. La primera duda epistemológica procede de una inducción

pesimista sobre los resultados de la historia de la ciencia. Vistas desde hoy muchas

de las teorías del pasado revelan demasiadas deficiencias para suponerlas


verdaderas y sí esto es así: ¿no serían apreciadas como erróneas nuestras actuales

teorías cuando sean contempladas desde el futuro?

Otra duda proviene de las limitaciones de la inducción. Bertrand Russel (Porlan, 1995)

ponía el ejemplo del pavo inductivista. "Este pavo descubrió que en su primera

mañana en la granja avícola comía a las 9 de la mañana. Sin embargo, siendo como

era un buen inductivista, no sacó conclusiones precipitadas. Esperó hasta que recogió

una gran cantidad de observaciones del hecho de que comía a las 9 de la mañana e

hizo estas observaciones en gran variedad de circunstancias, en miércoles y en

jueves, en días fríos y calurosos, en días lluviosos y soleados. Cada día añadía un

nuevo enunciado observacional a su lista. Por último, su conciencia inductivista se

sintió satisfecha y efectuó una inferencia inductiva para concluir: siempre como a las

9 de la mañana. Pero ¡ay! se demostró de manera indudable que esta conclusión era

falsa cuando, la víspera de Navidad, en vez de darle la comida le cortaron el cuello".

(pp. 31-32).

Es verdad que disponemos de observaciones, experimentos y en general de la

práctica social para valorar el mérito de las teorías pero ellas no son jueces

suprahistóricos y omnipotentes: sus capacidades evaluadoras dependen también del

desarrollo histórico que las envuelven. El cielo no es igual para nosotros antes y

después del telescopio. Las teorías sobre el origen del universo o la teoría psicológica

de la personalidad sólo pueden evaluase con los recursos disponibles hoy. Pero

mañana habrá otros, seguramente mejores.

Por eso la idea de que la ciencia busca la verdad suponiendo que se trata de un

proceso que nos conduce a una verdad única y universal y que a lo largo de ese

extenso camino vamos obteniendo resultados cognoscitivos (teorías, por ejemplo)


incontrovertibles, verdades absolutas, es insostenible a la luz de la historia de la

ciencia. Desde ésta parece imponerse la imagen del conocimiento como un proceso

a lo largo del cual crece la verosimilitud del conocimiento disponible y con él la

capacidad de resolver problemas y controlar y manipular la realidad. Esta capacidad

creciente, por demás, es un buen argumento para sostener que conocemos

efectivamente un mundo que existe más allá e independientemente de las

representaciones que tengamos de él.

Es decir, según creo, la historia de la ciencia, demuestra que el hombre puede

conocer el mundo, obtener conocimiento objetivo. Pero esto no conduce a identificar

la objetividad del conocimiento (es decir su adecuación en cierto grado a la realidad,

a la naturaleza, al mundo) y la verosimilitud creciente de las teorías que crea el

hombre (es decir que en ellas hay contenidos de verdad que se incrementan con el

desarrollo de la ciencia) con la imagen del conocimiento como algo infalible y

definitivamente probado. El proceso del conocimiento y sus productos transitorios

están siempre condicionados por el contexto histórico social y el nivel de la praxis que

es propio de cada época.

Por eso, junto a la confianza en las capacidades cognoscitivas del hombre (de

nosotros mismos) hay que sostener una actitud crítica ante cada uno de sus

resultados. Todo conocimiento es perfectible. Y no hay un método infalible, sea

inductivo, deductivo o de cualquier tipo que garantice la certeza del conocimiento.

Existen, eso sí, estrategias generales de búsqueda del conocimiento, pero no hay

reglas algorítmicas infalibles. A cada paso de su labor el científico tiene que ir

adoptando decisiones sobre lo que va estudiar y cómo lo va a estudiar, sobre los

factores que considerará relevantes para sus estudios, sobre las influencias teóricas
que aceptará o que rechazará. Todo ello se basa en una capacidad teórica que sólo

se aprende investigando, preferiblemente en contacto con personas que saben

hacerlo. La ciencia es una tradición, una cultura con sus propios valores, ritos, criterios

de evaluación; es sumergiéndose en esa tradición donde los jóvenes aprenden a

discernir las mejores estrategias para una investigación dada y los recursos tácticos

que a cada paso deberán movilizar.

Fíjense que el planteamiento anterior nos conduce a la idea de la ciencia como una

empresa colectiva. En la ciencia contemporánea no existen los Robinson Crusoe. La

discusión colectiva es decisiva, de ahí que la noción de comunidad científica sea hoy

vital para entender la práctica científica.

Esa noción que fue popularizada por Kuhn a partir de la publicación de La Estructura

de las Revoluciones Científicas en 1962 apunta a la dimensión colectiva del trabajo

científico. Es bueno que entendemos que la ciencia contemporánea se hace en el

seno de comunidades lo cual tiene diversas implicaciones. Una comunidad científica

no es una suma aleatoria de personas que comparten un local de trabajo. Es algo

más: las comunidades científicas suelen compartir paradigmas, es decir modelos de

solución de problemas. Las comunidades suelen ser grupos donde se comparten

enfoques, métodos, objetivos, lo que genera un cierto cierre profesional que afecta la

comunicación con los que comparten otros paradigmas. Un psicólogo de la Gestalt y

otro Skinneriano dialogan con mucha dificultad. De modo que la adscripción

paradigmática es prácticamente imprescindible en tanto a través de ella nos

incorporamos a una tradición existente. Pero también aquí encontramos una fuente

de dogmatismos pues es difícil descubrir lo que de valioso pueda haber más allá del

paradigma que compartimos y por el que se nos juzga y evalúa en el seno de la

comunidad a la que pertenecemos.


La ciencia avanza a través de la construcción de consensos comunitarios. La

naturaleza, la realidad nos proporciona respuestas, hechos, a las preguntas que le

formulamos a través de experimentos y observaciones. Pero son los investigadores y

otros profesionales los que interpretan, evalúan y adoptan conclusiones respecto a

esa información. Y ello depende del equipamiento disponible, los marcos teóricos

utilizados, la sagacidad interpretativa de las personas y colectivos que evalúan los

resultados, entre muchos otros factores. En la medida en que la ciencia es una

empresa colectiva, la construcción de consensos, a través del debate, la polémica y

las controversias, se convierte en un asunto de suma importancia.

S. Toulmin (1977) advierte este hecho e incluso subraya el papel que en la

certificación del conocimiento verdadero juegan lo que él llama "los grupos de

referencia", es decir las personas que por razones intelectuales o de posición social

tienen un papel más relevante: "debemos ahora prestar atención a los procedimientos

de selección realmente usados para evaluar los méritos intelectuales de cada nuevo

concepto, y es menester relacionar estos procedimientos mismos con las actividades

de los hombres que forman, por el momento, el grupo de referencia autorizado de la

profesión implicada. En esta medida, hallaremos que la historia disciplinaria o

intelectual de la empresa interacciona con su historia profesional o sociológica, y sólo

podemos separar la historia interna de las vidas de los hombres que tienen esas ideas

al precio de una excesiva simplificación". (p.153).

En otras palabras, el movimiento del conocimiento, la acreditación de la verdad debe

ser relacionada con los marcos institucionales donde se produce. Barry Barnes (1977)

es muy enfático en cuanto a esto: "el conocimiento no es producido por individuos

que perciben pasivamente, sino por grupos sociales interactuantes comprometidos

en actividades particulares. Y es evaluado comunalmente y no por juicios individuales


aislados. Su generación no puede ser entendida en términos de la psicología, sino

que debe darse cuenta de ella con referencia al contexto social y cultural en el cual

surge. Su mantenimiento no es sólo un asunto de cómo se relaciona con la realidad,

sino también de cómo se relaciona con los objetivos e intereses que posee una

sociedad en virtud de un desarrollo histórico".(p.2)

Kuhn (1982) introduce una similitud entre las revoluciones científicas y políticas que

es ilustrativa del papel de la comunidad y las controversias que desarrolla. Según su

punto de vista, lo mismo que en la revolución política, en la elección de paradigma

tampoco hay nivel superior al del consenso de la comunidad correspondiente. Esto

significa que para explicar las revoluciones científicas, tenemos que examinar no sólo

el impacto de la naturaleza y de la lógica, sino también las técnicas de argumentación

persuasivas que desarrollan los grupos dentro de la comunidad de científicos.

El problema de los paradigmas tiene otra consecuencia. Los paradigmas pueden

fortalecer los cierres profesionales y el aislamiento disciplinario. Sin embargo, una de

las características del desarrollo científico del siglo XX es el incremento de diferentes

formas de integración horizontal (trabajo en equipos, multidisciplinariedad,

interdisciplinariedad, transdisciplinariedad) como recurso necesario para generar

nuevos conocimientos y tecnología. En gran medida el desarrollo científico de

vanguardia se está produciendo en los puntos de contacto entre diversas disciplinas.

Se habla de la "recombinación genética" entre disciplinas y la producción permanente

de productos cognitivos híbridos. El estudio de procesos complejos exige de

investigaciones complejas que promuevan la multi, la inter y la transdisciplina (Morin,

1984). "Los transgresores de fronteras" pueden ser hoy más cotizados que los

especialistas estrechos, pero la adscripción paradigmática no favorece este proceso.

Esa es una tensión real que presenta la educación científica.


El asunto de la comunidad científica requiere una observación adicional desde el

Tercer Mundo. Las comunidades de la periferia de la ciencia se caracterizan por la

inferioridad numérica (casi nunca hay lo que se suele llamar "masas críticas", es decir,

el número de personas que permitan articular un trabajo colectivo); a esto se suma

que las revistas, libros y otras publicaciones se gestan en los países del "Centro" y el

arbitraje de lo que se va a publicar se realiza según los criterios de esos países. Así,

lo que se juzga como relevante, lo que se premia, las invitaciones a congresos, becas,

etc. se definen con criterios del "Centro".

Es posible la ciencia sea la más transnacional de las empresas modernas.

Puede ocurrir que un trabajo sea relevante a nivel local (una innovación técnica, el

caso de una nueva fuente de energía) pero signifique poco en relación a las

prioridades del "Centro". En ese caso el científico encontrará escasas posibilidades

de publicar, recibir honores. Esto conduce a las personas a frustraciones y es parte

de los estímulos a la fuga de cerebros que las potencias cultivan con toda intención.

Lo que quiero observar es que este asunto de la fuga de cerebros, que tiene desde

luego componentes políticos y económicos, posee también una base cognitiva: la

corriente principal del conocimiento tiene una clara localización en el "Centro" y ello

tiene notables consecuencias para las personas que se quieren desarrollar en el

campo científico.

Nuevamente surge la conclusión de que la ciencia, la tecnología, la producción y

legitimación del conocimiento requieren de un marco político y económico apropiado.

Ese marco debe encargase de reconocer a la ciencia y la tecnología como recursos

significativos y ofrecer a los científicos el estímulo que su trabajo necesita. En la

"Periferia" la ciencia requiere una dosis de patriotismo, de compromiso social que


difícilmente pueden engendrar las sociedades donde el individualismo es un valor

dominante.

DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN URBANA

En México la distribución de la población urbana en su superficie es sumamente

irregular, lo que se debe principalmente a la influencia de factores físicos y

socioeconómicos.

Después de haber situado todas las localidades de más de 10 000 habitantes en una

carta base, se estudió la influencia que tienen los factores físicos. En este trabajo se

consideran únicamente tres factores que son: latitud, altitud y clima.

Debido a que el desarrollo urbano tiene su mayor significación a partir de 1940, se ha

creído conveniente construir gráficas de distribución de población según la latitud,

altitud y clima, para los censos de 1940 y 1960, con el fin de compararlas. También

se calcularon los incrementos en el periodo 1940-1960.

a) Influencia de la latitud

Es interesante hacer notar que es ésta la primera vez que se hace en México un

estudio de la distribución de la población con respecto a la latitud.

Se muestran dos zonas principales situadas al norte y sur del Trópico de Cáncer en

las que se encuentra la mayor concentración de la población urbana. La más

importante está situada al sur del Trópico de Cáncer, comprendida entre los paralelos

19° y 21° de latitud norte, en la que había en 1940, una población de 2 769 641

equivalente al 63% del total de la población urbana; y en 1960, una población de 7

855 124 equivalente al 59.2%. En esta zona las concentraciones están situadas

principalmente a lo largo de las altas y pequeñas cuencas de la Sierra Volcánica


Transversal; las más notables son las de México, Puebla y Toluca; corresponden a la

zona industrial y comercial más importante del país, que además es la región con

mejores vías de comunicación.

Entre los paralelos 19° y 20° se encuentra la localidad urbana con mayor número de

habitantes: corresponde a la conurbación que llamaremos Gran Ciudad de México,

situada en la cuenca de México. Otros núcleos de población que destacan en esta

latitud, citados de este a oeste son: Veracruz, Jalapa, Puebla, Toluca y Morelia. Entre

los paralelos 20° y 21° destacan las poblaciones siguientes: Querétaro, Celaya,

Salamanca y Guadalajara, esta última la población más importante del país después

de la Ciudad de México, con 736 800 habitantes, en 1960.2

La otra zona está situada al norte del Trópico de Cáncer, entre los paralelos 25° y 26°;

en ella había en 1940, 371 222 habitantes, equivalentes al 8.4% del total de la

población urbana y, en 1960, 1 188 428, equivalente al 9.0%

En esta zona se encuentra la segunda región industrial más importante del país y la

zona agrícola de La Laguna. Los núcleos principales de población se encuentran

situados en la vertiente E de la Sierra Madre Oriental y en la parte central de la

Altiplanicie Mexicana; son de este y oeste, Monterrey, Saltillo, Torreón y Gómez

Palacio. Ha favorecido el desarrollo urbano de esta zona el que cuente con buenas

vías de comunicación, tanto carreteras cuanto ferrocarriles.

Es interesante observar los incrementos de población en el período 1940-1960, para

las diversas latitudes. Su análisis permite apreciar que, las zonas con mayor

tendencia a desarrollarse, no corresponden como pudiera suponerse a las que se ha

dicho anteriormente, tienen la mayor densidad demográfica, sino que a la zona

situada en el extremo noroeste del país, comprendida entre los paralelos 32° y 33°
que tiene un incremento de 908%; este incremento tan desorbitado se debe al

desarrollo demográfico de las poblaciones fronterizas de Mexicali y Tijuana.

b) Influencia de la altitud

El accidentado relieve de nuestro país, con pocos espacios llanos constituye un

obstáculo para establecer vías de comunicación y, por lo tanto, para el desarrollo de

la población urbana, pues no permite gran movimiento de productos industriales y

alimenticios. Sin embargo, como gran parte de nuestro territorio se encuentra situado

en la zona tropical, es muy importante hacer notar que el relieve ejerce en algunas

regiones una influencia benéfica, mejorando las condiciones climáticas. El factor

climático más afectado por las diferencias en altitud es la temperatura. Las

temperaturas más agradables para vivir se encuentran en México, al sur del Trópico

de Cáncer, en la región de la Sierra Volcánica Transversal, donde hay elevadas

altitudes, como un suelo volcánico fértil, y las mejores vías de comunicación del país,

lo que ha favorecido el desarrollo de la población urbana.

Se puede apreciar que, en ambos censos, 1940 y 1960, la mayor parte de la población

urbana se agrupa entre los 2 000 y 3 000 m de altitud, en donde hay 1 988 467

habitantes, equivalente al 45.2% del total de la población urbana en 1940 y 5 564 812

habitantes, equivalente al 42.0% del total de la población urbana en 1960. Esta zona

ha tenido un fuerte incremento en 20 años, equivalente al 179.8%.

La zona que sigue en importancia se localiza entre los 1 000 y 2 000 m de altitud; en

ella hubo, en 1940, una población de 1 429 578, que equivale al 32.5% del total de la

población urbana, y en 1960, 4 062 621, equivalente al 30.6%.


Si se suman los datos de 1960 de la primera y segunda zonas, se encuentra, para

altitudes comprendidas entre 1 000 y 3 000 m más del 70% de la población urbana

total del país.

La zona menos favorable para que la población urbana se desarrolle, es la

comprendida entre los 200 y 1 000 m de altitud, que corresponde a los declives de las

montañas. Las concentraciones urbanas, respecto a la altitud, se localizan en los

mismos niveles en 1940 y en 1960.

Hay que hacer notar que, la zona que tiene mayor concentración de población, esto

es, la situada entre 2 000 y 3 000 m de altitud, no es la que tiene mayor tendencia a

desarrollarse demográficamente.

Si se analizan los incrementos en el período de 1940 a 1960 en diferentes altitudes,

se observa que la zona que ha tenido mayor desarrollo demográfico es la

comprendida entre los 1 y 200 m de altitud, con un incremento de 278.3%. Esta zona

se divide en dos subzonas: la llanura del Pacífico y la llanura del Golfo; si se comparan

en el período 1940-1960, se observa que la primera ha tenido un desarrollo más

rápido, a más del doble, que la segunda, ya que en 1940 tenía 283 964 habitantes y

en 1960 llegó a 1 074 161, alcanzando un incremento de 278.3%, en cambio, la

llanura del Golfo tenía 536 594 habitantes en 1940 y 1 246 243 en 1960, lo que

equivale al 132.3%.

Las causas fundamentales del desarrollo demográfico en la llanura del Pacífico, han

sido las grandes obras de irrigación, principalmente en el NW del país, en el valle de

Mexicali y en los valles de los ríos Yaqui, Mayo y el Fuerte, y el desorbitado aumento

demográfico de las ciudades fronterizas de Tijuana y Mexicali. En la llanura del Golfo,

el incremento demográfico se debe a las obras de irrigación en el valle bajo del río
Bravo y al desarrollo de las regiones petroleras de Reynosa, Tampico, Veracruz y

Minatitlán.

c) Influencia del clima

Para hacer el estudio de la distribución de la población urbana, según el clima, se ha

tomado como base la clasificación de Köeppen.

El clima es un factor que tiene gran significación para estudiar la distribución de la

población urbana en México. Su estudio nos da una visión más clara de cuales son

las regiones óptimas para que se desarrolle la población urbana es precario y lento,

y cuales son poco favorables para su incremento, por lo que cualquier inversión para

favorecer el desarrollo de los núcleos existentes, o para la creación de nuevos

núcleos, sería incosteable; por lo menos con los medios de que hasta ahora se

dispone.

En este trabajo no se presentan todos los tipos de clima que existen en la República,

sino únicamente aquellos en los que se encuentra localizada la población urbana;

resultan, por tanto, sólo seis tipos principales: Aw, Am, BS, BW, Cw y Cf.

Se observa que la distribución de la población urbana, en 1940, es semejante a la de

1960: en ambos casos la máxima concentración se registra en regiones con clima de

tipo Cw; y las zonas con menor población urbana son aquellas cuyo tipo de clima es

Am y Cf, respectivamente.

Las enormes concentraciones urbanas que se encuentran en regiones con tipo de

clima Cw se deben, por una parte, a las características físicas de la región, que

favorecen el desarrollo de la población; ya que es un clima templado subhúmedo, con

lluvias en verano, y, por otra, a que este tipo de clima abarca una gran extensión de

nuestro territorio, pues se localiza en la mayor parte de las montañas del centro y sur
de México, en la porción sur de la Altiplanicie Mexicana, en la porción norte y central

de la Sierra Madre Occidental y norte de la Oriental. Sin embargo, no en todas las

regiones mencionadas hay núcleos urbanos numerosos; la concentración más

importante se encuentra a lo largo de las pequeñas cuencas que se forman en la

Sierra Volcánica Transversal. En esta zona había en 1940 una población de 2 489

358, equivalente al 56.6% del total de la población urbana, y en 1960, 6 597 996

habitantes, equivalentes al 49.8%; es decir, que en un período de veinte años hay un

incremento de 165.0%

Las zonas con climas secos y muy secos, como son las correspondientes a los tipos

de clima BS y BW, que aparentemente por sus características de sequedad no

favorecen al desarrollo demográfico, tienen en nuestro país gran importancia, tanto

por ocupar una gran extensión del territorio, cuanto porque, por sus características,

han permitido que, con ayuda de la técnica moderna, aplicada a la irrigación, se

desarrolle fácilmente la población urbana.

A la zona con tipo de clima Cw, le sigue en importancia la zona con clima BS este tipo

de clima se encuentra en la parte norte, Central y sur de la Altiplanicie Mexicana, así

como en la vertiente de la Sierra Madre Occidental que, al norte del Trópico de

Cáncer, parte de la llanura costera del Pacífico; en el NE del país, y en la porción

central y noroeste de la península de Baja California; también se encuentra en las

zonas interiores del centro y sur del país, en la parte más baja de las cuencas del

Balsas y en las cuencas altas de los ríos Verde, Mixteco, Tlapaneco, Papaloapan y

Tehuantepec, y extremo norte de la península de Yucatán.

Las concentraciones principales de población urbana se encuentran en la porción sur

y central de la Altiplanicie Mexicana y en el NE del país.


En esta zona había en 1940 una población de 1 008 657, equivalente al 22.9% del

total de la población urbana, y en 1960, 3 612 682 habitantes equivalentes al 27.2%.

En veinte años ha tenido un gran incremento de población: 258.1%.

Es interesante estudiar el desarrollo demográfico en la zona de tipo de clima BW que

es muy seco o muy árido. Este tipo de clima, que por su población ocupaba en 1940

el cuarto lugar, pasa a ocupar el tercero en 1960. Se localiza en la parte norte de la

Altiplanicie Mexicana, así como en la porción de la llanura costera del Pacífico situada

al norte del paralelo 25° N y en las fajas litorales de la península de Baja California,

con excepción del noroeste, en donde el tipo de clima es BS.

Las concentraciones principales de población urbana se encuentran en la llanura

costera del Pacífico a lo largo de los valles de los ríos, en especial en los valles de

Mexicali y en los ríos Yaqui, Mayo y Fuerte, por la participación del factor humano

que, al construir obra de irrigación, ha podido dominar el factor ambiental.

La zona de tipo de clima BW contaba en 1940 con una población de 315 153

equivalente al 7.1% del total de la población urbana y en 1960, 1 357 308 equivalente

al 10.2%. Tiene un incremento de 330.6% en veinte años

Siguen en importancia las zonas con clima caliente húmedo y caliente subhúmedo,

ambos con lluvias en verano, que corresponden a los tipos de clima Am y Aw,

respectivamente.

De estos dos tipos de clima el más importante, tanto por su extensión cuanto por su

población, es el Aw. Se localiza a lo largo de la vertiente del Pacífico, a partir del

Trópico de Cáncer hacia el sur, y abarca desde el nivel del mar hasta 1 000 m de

altitud; en el Golfo de México se encuentra al sur del paralelo 23° N en partes bajas
de la llanura costera y en la mayor parte de la península de Yucatán, así como en la

cuenca del Balsas y en la Depresión Central de Chiapas.

En este clima las concentraciones principales de población urbana se encuentran en

la llanura costera del Golfo y en la parte NW de la península de Yucatán, que

corresponden a la zona henequenera más importante, así como a la mayor parte de

las regiones petroleras del país, a lo que debe principalmente su desarrollo

demográfico En 1940 tenía una población de 450 328 equivalente al 10.2% y en 1960,

de 1 344 817 equivalente al 10.1%.

El tipo de clima Am abarca una extensión sumamente pequeña; se localiza en la

llanura tabasqueña, en la base y declive este de la Sierra Madre Oriental y en la

porción SE de la Sierra Madre de Chiapas en el declive al Pacífico. En 1940 tenía una

población de 82 734 equivalente al 1.8% y en 1960 231 426, equivalente al 1.8%.

Por último está la zona con tipo de clima Cf, templado, húmedo, con lluvias todo el

año. Este tipo de clima, debido a su humedad excesiva, es el menor favorable para el

desarrollo demográfico. Es el menos importante por su pequeña extensión porque

cuenta con un número muy reducido de población. Se localiza en una zona muy

pequeña de la sierra Madre Oriental en la vertiente del Atlántico, y en las montañas

del norte de Chiapas. Tenía en 1940 una población de 50 989, equivalente al 1.1% y

en 1960, 114 008, equivalente al 0.9%

Si se analizan los incrementos del periodo 1940 a 1960, en los diferentes tipos de

clima, se observa que, las zonas que han tenido mayor incremento demográfico son

aquellas con tipo de clima seco y muy seco, es decir, BS y BW. La primera ha tenido

un incremento de población de 258.1% y la segunda de 330.7%.


Las causas del desarrollo demográfico desorbitado, en zonas que desde un punto de

vista climático no son propicias para alcanzarlo son principalmente los trabajos que

en materia de irrigación se han llevado al cabo, sobre todo en el valle de Mexicali y

en los valles de los ríos Yaqui, Mayo y Fuerte, y bajo del río Bravo; y a que el suelo

es apropiado para el desarrollo de cultivos como el algodón y el trigo, lo que atrae

gran cantidad de población.

Es muy importante que en estas zonas se logre un gran desarrollo demográfico

aplicando las técnicas modernas para dominar el factor ambiente, pues será ejemplo

a seguir en otras, ya que nuestro país cuenta con una enorme extensión de tierras

áridas y muy áridas que, en otro tiempo, se pensó no serían aprovechables o que

serían incosteable su aprovechamiento.

Además porque en la porción costera de esta zona, como en otras con características

similares, el incremento de la explotación de los recursos pesqueros favorece la

creación de nuevos puertos y el desarrollo de los ya existentes, lo que se traduce en

un aumento de la población, que encuentra nuevas fuentes de trabajo y de riqueza.

Existe en México una zona urbana tan importante que, por sí sola, es digna de un

estudio detallado; pero por las características de este trabajo, únicamente se

mencionarán algunos de los puntos más sobresalientes de su desarrollo urbano, para

ella se propone el nombre de Gran Ciudad de México, a semejanza del Gran Londres

o Gran Buenos Aires. Su origen se encuentra en la Ciudad de México, por lo tanto,

se van a dar en primer lugar, algunos datos relativos a la misma.

La Ciudad de México está emplazada sobre la cuenca del Valle de México, en el límite

meridional de la Altiplanicie Mexicana.


A pesar de que se encuentra a 19°26' de latitud norte, factor que hará de clima

caliente, su altitud, de 2 240 m, hace que éste sea bastante agradable: templado,

subhúmedo, con lluvias en verano.

Antecedente histórico

La Ciudad de México tiene prestigio histórico y gran personalidad; su origen es

anterior a la llegada de los conquistadores. El núcleo primitivo corresponde a la

población indígena de Tenochtitlan; sobre los escombros de la gran capital del Imperio

Azteca, fundaron los conquistadores la Ciudad de México.

Tenochtitlan fue fundada en 1325 en un islote del lago de Texcoco; éste ocupaba gran

parte de la cuenca de México; la ciudad se unía a tierra firme por tres grandes

calzadas: Ixtapalapa al sur, Tacuba al oeste y Tepeyac al norte; contaba, además,

con una serie de canales interiores (León Portilla et al., 1961).

El urbanismo como disciplina moderna surge a finales del siglo XIX en Europa para

hacer frente a los problemas de la ciudad industrial. Los centros urbanos como

Londres, París, Nueva York, Chicago o Barcelona enfrentaban problemas como el

hacinamiento, la pobreza y enfermedades asociadas a la insalubridad de estos sitios.

En respuesta, los gobiernos y la burguesía unieron esfuerzos para resolver estos

problemas.1 Anterior a esta etapa moderna existía un ordenamiento del territorio que

estaba basado en lógicas de estructuración socio-cultural (como las ciudades de las

primeras civilizaciones), o de defensa (como en las ciudades medievales).


En México los primeros intentos de planeación de ciudades datan desde la época

porfiriana, en que surgieron nuevas poblaciones asentadas alrededor de distintas

actividades económicas como la agroindustria, el comercio, el turismo o la explotación

de yacimientos.2 Sin embargo, no es hasta 1976 en que se institucionaliza la

planeación urbana con la Ley General de Asentamientos Humanos, a partir de la cual

se intentó ordenar y controlar el crecimiento desmedido de las principales ciudades

mexicanas y sus áreas metropolitanas.

Desde 1980, México es un país donde la mayor parte de la población residen en

centros urbanos. El 80% de la población mexicana vive en ciudades y grandes zonas

metropolitanas del altiplano central, El Bajío, los llanos occidentales, zonas costeras

y principalmente al norte del país. El 20% de los mexicanos que viven en zonas rurales

que están concentradas principalmente al sur y sureste del país.

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