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Acerca de las

vacunas
Adriana Marcus
en conversaciones
con el Grupo Salúd!
De la Cazona de flores
Acerca de las
vacunas
Adriana Marcus
en conversaciones
con el Grupo Salúd!
De la Cazona de flores
Marcus, Adriana
Acerca de las vacunas: Adriana Marcus en conversaciones
con el Grupo Salud! de la Cazona de Flores . - 1a ed. - Ciudad
Autónoma de Buenos Aires: Madreselva, 2015.
112 p. ; 17x11 cm.
ISBN 978-987-3861-03-1
1. Salud. I. Título
CDD 614

Fecha de catalogación: 25/06/2015

Acerca de las vacunas. Adriana Marcus en conversaciones con


el Grupo Salúd! De la Cazona de flores.

Editorial Madreselva, Buenos Aires. Primavera 2015.


info@editorialmadreselva.com.ar

Ilustraciones de portada y contratapa Marcela Peuckert


Diseño de portada Verónica Tello
Diseño de interiores: Cooperativa de trabajo Tricao
(tricaolab@gmail.com)

Esta edición se realiza bajo una licencia Creative Commons


Atribución-No comercial 2.5 Argentina. Por lo tanto, la repro-
ducción del contenido de este libro, total o parcial, por los
medios que la imaginación y la técnica permitan sin fines de
lucro y mencionando la fuente está alentada por los editores.

Hecho el depósito que marca la ley 11.723


Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Dedicamos esta publicación a lxs niñxs y adultxs
que fueron severamente lastimadxs o perdieron la vida
a consecuencia de la experimentación con vacunas que
realizaron, en nombre de la ciencia, quienes se creen
dueños del Universo y, por ende, de nuestras vidas.
Introducción

Hace no tantas generaciones nos hemos acostumbra-


do a la práctica de la vacunación desde la infancia.
De niñxs hemos sufrido –pataleando violentamente,
intentando escapar o llorando en silencio y humilla-
dxs– pinchazos inexplicables, con el visto bueno de
nuestros mayores. Era por nuestro bien. Para per-
manecer sanxs y libres del riesgo de contraer enfer-
medades infectocontagiosas potencialmente graves y
otras leves propias de la infancia. Para traer seguridad
y tranquilidad a los hogares. Por eso hoy nos parece
natural esta práctica innovadora, inexistente hace
menos de 100 años, y por millones de años previos.
En los últimos tiempos, fueron desarrolladas más y
más vacunas. En nuestro país, el calendario de vacuna-
ción obligatoria incluye, desde el 2015, 19 vacunas, de
las cuales 13 fueron incorporadas en la última década.
Al mismo tiempo, van siendo cada vez más los
padres y las madres que rechazan vacunar a sus
hijxs, una postura inexplicable e incomprensible para

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quienes indican y administran vacunas desde las ins-
tituciones sanitarias y para la sociedad en general, en
donde el mito de que fueron las vacunas las que salva-
ron a miles de personas en el mundo goza de buena
salud. Pero los espacios para conversar sobre el asun-
to entre «defensores» y «detractores» o «críticos» de
las vacunas no aparecen. Tampoco las explicaciones
que madres y padres solicitan a la hora de dar su con-
sentimiento para que sus hijos e hijas sean inmuniza-
dxs. Ni siquiera está en discusión la sistematicidad de
la vacunación.
Desde varios grupos y colectivos estamos reunien-
do información, reflexionando acerca del asunto y
poniéndonos generar esos espacios de pensamiento
libre, crítico, colectivo y autónomo, porque la salud y
la vida son temas demasiado importantes como para
que otros se ocupen de decidir sobre ellos.
Acá van un par de aportes y reflexiones.

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El origen de la Vida:
una danza en el cosmos

El hombre no ha tejido la red de la vida.


Sólo es una hebra de ella.
Jefe Seattle, Swamish

Hace ya muchos años que la «hipótesis Gaia»1 pro-


puesta por James Lovelock y Lynn Margulis removió
el avispero de las ciencias. Transformada ya en “teo-
ría Gaia”, analiza la fisiología de la tierra (geofisiolo-
gía) en tanto planeta viviente y autopoiético, en el
cual los microbios han tenido el rol fundamental de
originar el Sistema Gaiano y continúan actualmente
sosteniendo la vida en Gaia. Considera que nuestro
planeta y sus criaturas constituyen un sistema único
autorregulado. La experiencia gaiana de autoorgani-
zación de sistemas vivientes viables se sustenta en
el equilibrio de todas las formas vivientes y la ayuda
mutua (sinergismo cooperativo) entre ellas. Supone
que «la evolución del entorno material y la evolución
de los organismos están estrechamente asociadas en
un único e indivisible proceso o reino. Gaia, con su

1. Gaia en griego y Gea en latín, Diosa que representa la Tierra.


De ella proceden las palabras geografía, geología, geometría, etc.

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capacidad de homeostasis (equilibrio), es una propie-
dad emergente de este proceso» (Lovelock, en pró-
logo de «Gaia, la tierra viviente», de E. Sathouris). La
“geofisiología gaiana” sostiene que tal como un huevo
fertilizado se transforma en millones de células dife-
rentes organizadas en diversos órganos- la Tierra se
transformó en diferentes especies vivientes, organi-
zadas en ambientes diversos. Las especies primitivas
generaron su propio medio ambiente y estos ambien-
tes definieron el destino de las especies, tal como
ocurre en nuestro desarrollo embriológico, en el cual
las células se van diferenciando y generando su pro-
pio entorno, que condiciona a las mismas células. Tal
como los organismos de sangre caliente, la Tierra
regula su propia temperatura, renovando y ajustando
continuamente el equilibrio de sustancias químicas
dentro de la atmósfera, los suelos y los mares.
Como explica Elisabet Sathouris, nuestro sistema
solar nació de gases y polvo cósmico diseminados al
explotar una estrella más vieja. Ésta es la materia de
la que también nosotrxs estamos hechos.2 Hace 5000

2. El mito griego de la creación de la Tierra hace aparecer


a la diosa danzante Gaia envuelta en ondulantes velos blancos,
girando a través de la oscuridad, la negra nada llamada Caos
por los griegos, como remolino turbulento, que se va hacien-
do visible, creciendo, tomando cuerpo, modelando montañas y
valles, sudando en su danza hasta formar mares, agitando sus
brazos hacia Ouranos (el Urano de los romanos) el cielo- para

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millones de años se formó un globo compuesto por
12 tipos diferentes de átomos o elementos, se fue con-
densando y girando como un trompo, con su interior
ardiendo y su exterior enfriándose en contacto con el
espacio, surgiendo una capa delgada como costra: la

envolverse en él y tomarlo como su protector y compañero, con


el cual engendrar bosques y criaturas, entre ellas a los Titanes,
dioses y diosas y humanos mortales. Este mito tiene su corre-
lato científico: la Tierra como resultado del Big Bang, una ener-
gía de rápida expansión que generó las primeras galaxias; luego
como ser autocreador e independiente que vino a la vida en una
danza giratoria a través del espacio, transformando su corteza
en montañas y valles, sus sudores en mares, y cobrando vida en
su piel con la incorporación de bacterias que generaron su pro-
pia atmósfera y ésta permitió la creación de las demás formas
de vida.
Este mito está precedido de otros mitos de antiguos pueblos
que mostraban al universo todo como un gran patrón o matriz,
en una danza única, que ha evolucionado hacia una complejidad
mucho más rica a lo largo de miles de millones de años. Actual-
mente se considera que la evolución del gran cosmos y de nuestra
Gaia es efectivamente una danza interminable de conjuntos, de
«todos» que se separan en partes, y de partes que se unen para
formar nuevos «todos», con coherencia mutua. Cada uno de estos
«todos» es llamado «holón» por Arthur Koestler, de donde «holar-
quía» es un universo de holones dentro de otros holones. Por
ejemplo nuestro sistema solar (formado por el sol, los planetas,
asteroides, lunas, cometas y polvo espacial) es un holón dentro
del holón de nuestra galaxia. Lo que para Koestler es un holón,

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superficie terrestre era piedra cubriendo un centro
caliente y fundido. El vapor originado por explosiones
a través de la corteza (volcanes) generó nubes y éstas
produjeron lluvias, formándose mares sobre la super-
ficie rocosa. La lava engrosó la corteza. La atmósfera
no tenía oxígeno. Pero sí agua y una temperatura ade-
cuada para la vida. La poderosa energía solar produjo
la recombinación de una gran cantidad de moléculas
sobre la superficie terrestre, tormentas eléctricas
generadas en la atmósfera primitiva generaron cam-
bios químicos y pusieron en movimiento un sistema
de reciclado de agua (lluvia-evaporación-nubes).

para Maturana y Varela es una «unidad autopoiética», y


produce las mismas partes de las que se compone, mante-
niéndolas en perfecto estado de funcionamiento mediante
la renovación constante, bajo reglas propias de ese holón,
creando un límite que lo distingue de su entorno y a través
del cual intercambia materiales con su medio ambiente. Y
acá llegamos a la definición de “vida” que dieron los chile-
nos Maturana y Varela: proceso autopoiético. La vida gaiana
se protege como un todo y nosotros somos solo una parte de
ella. Siguiendo el pensamiento gaiano, los humanos somos la
experiencia más joven del sistema viviente (llevamos unos
pocos miles de años en un planeta con miles de millones de
años viviendo), tal vez estemos a prueba, en todo caso aún
no hemos aprendido a equilibrar nuestra propia danza con
la del planeta del cual formamos parte. Como experimen-
to único con libre albedrío, no sabemos muy bien qué hacer.

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El agua fluyendo en ríos produjo nutrientes hacia
lugares más distantes.
En combinación con el agua y la luz solar se for-
maron moléculas de mayores dimensiones. El ele-
mento químico central de la vida gaiana es el carbo-
no, que junto al hidrógeno, oxígeno, azufre, fósforo y
nitrógeno dio origen a una amplia variedad de com-
binaciones. Las moléculas gigantes resultantes fueron
cadenas de aminoácidos (con C, O, H y N), ARN (ácido
ribonucleico) y ADN (ácido desoxirribonucleico) en
combinación con ácidos y azúcares.
Éstos y los aminoácidos comenzaron a trabajar
como sistema de copiado y construcción de la vida. Las
moléculas de ADN guardan información en sus cade-
nas, que funcionan con un código de cuatro letras que
se van repitiendo en diferentes combinaciones, como
letras del alfabeto que según cómo se combinen gene-
ran palabras, frases y grandes textos. Así, la combina-
ción de ADN y proteínas resultó capaz de autorrepro-
ducirse.
El siguiente paso fue la generación de liposomas,
unos sacos de material lipídico (moléculas aportadas
por los meteoritos que azotaron durante millones de
años la superficie de la joven Tierra) que se fueron
agrupando al estar en contacto con agua, porque son
hidrófobas (rechazan el agua). Cuando el ADN quedó
atrapado dentro de los liposomas, producto de la dese-
cación y rehidratación en los barros de orillas del mar,

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aparecieron las primeras células. La membrana lipo-
sómica constituyó así un límite entre el exterior y el
interior, dejando pasar determinados átomos o molé-
culas. Dentro de estas células primitivas, se formaron
moléculas más grandes unidas en sociedad, que gene-
raron ciclos químicos en su interior, sobre todo gracias
a la actividad de proteínas llamadas enzimas. Estos
primeros seres vivientes autoencapsulados serían los
primeros holones vivientes autopoiéticos, en el gran
holón planetario, que irían a modificar a ese holón
madre. Estos procesos se dieron sobre toda la corte-
za terrestre, transformándola en masas de microbios,
que a su vez transformaron más porciones de corteza
terrestre en lugares habitables. Mientras esto ocurría
en el microcosmos, el planeta vivo siguió en su danza
autocreadora bajo la conducción de su sol y su propia
energía, elevando la corteza en montañas, quebrándo-
la en valles y ríos, figurándola en continentes y mares
cada vez más profundos. Probablemente las primeras
células se hayan formado en las fronteras entre mar y
tierra.
Los primeros microbios se formaron dentro del
agua de mar o del lodo, a una profundidad que los
protegiera de los peligrosos rayos ultravioletas del
sol. Allí, realizaban el intercambio de provisiones por
desechos a través de sus membranas, se reparaban a
sí mismas, se reorganizaban y luego registraban sus
nuevos cambios en su ADN. Hasta el día de hoy las

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bacterias son las criaturas más numerosas dentro del
gran universo gaiano.
Las bacterias fermentativas (productoras de bur-
bujas) tenían su energía guardada en un tipo espe-
cial de molécula llamada ATP (adenosimtrifosfato)
que aprendieron a fabricar. En medios hostiles (con
escasez de alimentos) las bacterias aprendieron a
encapsular su ADN junto a proteínas dentro de espo-
ras sólidas con cápsulas resistentes, que se mantenían
inactivas hasta encontrar un medio favorable. Estos
seres se multiplicaron al punto de ponerse en peligro
de inanición, pero se adaptaron aprendiendo a trans-
formar residuos en alimento y al nitrógeno atmosfé-
rico en nitrógeno utilizable, combinándolo con otros
elementos. Las bacterias fermentativas desarrolla-
ron la fotosíntesis como medio para obtener energía,
separando moléculas de dióxido de carbono (CO2),
agua y sales de roca en átomos usables. De este modo,
se transforma-ron en «bacterias verdeazules», menos
dependientes de provisiones especiales, más autó-
nomas y se multiplicaron exitosamente. Usando sal
de roca, luz y CO2, producían sin embargo mucha
contaminación: generaban oxígeno, tóxico para los
demás seres vivientes. Sólo sobrevivieron algunas
bacterias fermentativas a esta crisis del oxígeno, ale-
jándose en el fango, y hoy persisten en el rumen de
las vacas y en las raíces de arvejas y habas donde fijan
el nitrógeno nuevas formas experimentales de vida

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pusieron a Gaia en serio peligro y se necesitaron nue-
vas improvisaciones para equilibrarla. Las bacterias
verdeazules inventaron enzimas que impidieron que
el oxígeno (O2) les hiciera mal, y generaron una pan-
talla solar contra los rayos ultravioletas (UV). Otras
resolvieron el problema de los rayos UV formando
densas colonias, protegidas por las bacterias super-
ficiales calcinadas que dando su vida por las demás
protegían al resto, viviendo cooperativamente. Estas
fueron las formas de vida más exitosas durante casi
2.000 millones de años. Generaron cada vez más oxí-
geno, y desarrollaron un modo de quemar moléculas
de alimento para producir energía usando oxígeno, es
decir realizando la respiración. Se transformaron en
«bacterias respiradoras». Primero las fermentadoras
resolvieron su crisis energética aprendiendo a usar la
energía solar, luego a no agotar sus reservas (de CO2 y
O2) reciclándolas. Esto constituye un sistema tan efi-
ciente que estas criaturas no necesitaron de seres más
complejos para manejar la vida de Gaia. Mucho más
tarde, plantas y animales evolucionarían cooperando
en la producción de CO2 y O2 de consumo recíproco
(o reciclado de residuos mutuos).
En la Gran Era Bacteriana, las bacterias apren-
dieron a acercarse, disolver porciones de sus pare-
des celulares e intercambiar fragmentos de ADN
para compartir información, recombinar su ADN o
como sistema de comunicación. Sabemos que tam-

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bién hacen este intercambio con plantas en las cuales
ingresan para canjear fragmentos de ADN, y también
lo hacen con animales. Es como un banco mundial de
datos de ADN bacteriano.
La cantidad de O2 (Dioxígeno) dio origen a los
mares y a una atmósfera protectora alrededor de
la Tierra, sobre todo porque el O2 incendiaba los
meteoritos y cada vez menos pudieron atravesar la
atmósfera, volviendo segura la vida en Gaia. Los rayos
UV rompieron las uniones de O2 y generaron ozono,
que absorbe los rayos UV, protegiendo como escudo
toda la Tierra. Las bacterias además impidieron que
los mares se secaran.
En la evolución, se formaron comunidades bacte-
rianas en ristras, en capas pegoteadas por una sustan-
cia gelatinosa como algas marinas y otras configura-
ciones. Algunas bacterias se especializaron3 dentro de

3. La especialización genera mayor interdependencia y menor


autonomía individual dentro de la comunidad, en aras de la holo-
nomía, es decir de la convivencia, sobrevida y autopoyesis del
conjunto mayor. Al respecto, el filósofo y científico Arthur Koestler
define que un holón posee al mismo tiempo la autonomía de un
todo y la dependencia de una parte, ya que forma parte de holo-
nes mayores de los cuales depende. A esta tensión entre depen-
dencia e independencia la llamó «tendencia a la integración»
y «autotranscendencia». Por eso creó el término «holonomía»,
como el equilibrio entre la ley del holón mayor y la ley propia (o
autonomía).

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esas colonias, mejorando su adaptación a diferentes
medios, por lo que se diseminaron ampliamente. Las
bacterias (llamadas «moneras», primer reino de la
vida) cada vez más especializadas se aunaron dentro
de las mismas paredes para cooperar, creando una
célula de gran tamaño y sofisticación de las «protis-
tas» (segundo reino de la vida). Fueron tan exitosas
que la superpoblación generó falta de alimento, de
modo que las bacterias respiratorias invadieron el
interior de las bacterias productoras de burbujas (fer-
mentadoras).4 Estas nuevas formas de vida más gran-
des y pesadas generaron formas para la movilidad:
colitas que devinieron flagelos propulsores y hélices
que evolucionaron a cilias (pelitos) alineadas para
«remar».
Cada monera con su propio ADN dentro de una
célula gigante junto a las demás armaron un pool
genético (un fondo común de información conjun-
ta) como «centro de información» que configuró un
núcleo celular. Estas cooperativas protistas desarro-
llaron la división y duplicación del ADN para la divi-
sión celular, transformándose en células «eucariotas»
(con núcleo).
Mucho después los nuevos seres unicelulares se
agruparon en cooperación, formando seres multice-

4. Fósiles de protistas de 1500 millones de años muestran


muchos respiradores dentro de grandes células únicas.

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lulares, que siguieron co-evolucionando junto a los
demás y sus ambientes, en una danza de holones de la
gran holarquía, en busca del equilibrio flexible y móvil
y de la continuidad autopoiética de la vida, hasta
nuestros tiempos, en que las bacterias continúan sos-
teniendo la vida gaiana.
La especie más joven es la humana, poblada por
organismos unicelulares, gérmenes de todo tipo que
nos habitan sobre la superficie de gran extensión de
la piel (¡unos dos metros cuadrados!); en los portales
entre nuestro mundo interior (a través del tubo diges-
tivo y del aparato respiratorio) y exterior (boca, nariz,
ano, vagina, uretra), y en nuestro interior, donde con-
tribuyen a la digestión (bacterias fermentativas y
putrefactivas, y las encargadas del ciclo de la urea y
de la circulación enterohepática); a la producción de
vitamina K para asegurar la adecuada coagulación de
la sangre, a la higiene de la piel, al alimentarse ciertas
bacterias de células muertas y grasa liberando ácido
sulfúrico; a acidificar el tubo digestivo para inacti-
var bacterias potencialmente dañinas; a mantener
el medio vaginal equilibrado para que otros gérme-
nes no puedan agredir; etc. Tenemos más habitantes
microbianos (100 billones) que células propias (3
billones), que colaboran con nosotrxs y con quienes
sin saberlo convivimos en un mutuo respeto. Somos
diferentes expresiones de vida, en la diversidad de
Gaia danzante.

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Hace no tanto tiempo se ha descubierto que las
mitocondrias productoras de ATP (adenosintrifos-
fato: energía acumulada) contienen un ADN distinto
del ADN nuclear. Se trata del mismo ADN de las bac-
terias respiradoras. Esto significa que en cada célula
de nuestros cuerpos contenemos un enjambre de des-
cendientes de aquellas bacterias que nos mantienen
vivos, y nuestras mitocondrias constituyen la mayor
parte de nuestro peso corporal. Es que las bacterias
son las criaturas más numerosas e importantes de
Gaia. ¿Será que las bacterias nos tomaron para que
las transportemos a largas distancias? ¿Quién lleva a
quien? ¿Quién sostiene a quien? Sin las mitocondrias
no podríamos mover un dedo, no viviríamos. Visto
desde la mirada antropocéntrica que nos caracteriza,
llevamos microorganismos potencialmente peligro-
sos con nosotros, contra nuestra voluntad y control.
Desde una visión naturalista o «microbiocéntrica», las
bacterias y demás seres diminutos crearon y siguen
sosteniendo la vida en Gaia, y pueblan todos los espa-
cios posibles, incluyendo a los humanos.
Por 2000 millones de años (casi la mitad de la vida
de la Tierra) los únicos seres fueron las bacterias.
Ellas prepararon las condiciones de su propia evolu-
ción hacia otras formas de vida. Sin ellas la atmósfe-
ra sería irrespirable, la corteza un desierto de rocas y
los océanos se habrían evaporado. Tal vez sea hora de
reconocer su contribución a nuestras vidas, en lugar

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de seguir declarándoles guerras de exterminio, movi-
dos por nuestra ignorancia, nuestro miedo y nuestra
prepotencia (en un afán absurdo de omnipotencia
miope). Tal vez nuestra cruzada contra los «gérme-
nes» sea un modo de suicidio. Los tratamos como ene-
migos porque no comprendemos que su cooperación
es la esencia de todo el sistema de vida gaiano.
Según el economista chileno Manfred Max Neef, la
vida es una excepción en el macrocosmos,5 «producto
de una infinita improbabilidad de ser… un único mila-
gro científicamente demostrable», diríase una expe-
riencia sagrada.

5. Clase inaugural del año académico universitario en 1992,


en la revista Tierra Madre, año 1994.

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Trágico

Salió de un brote que el sol dio vida;


y de su cuerpo salí.
y aquí yo, queriendo que el sol me arraizgue al suelo y
así dar vidas.
Queriendo y entendiendo que...
Que muera mi padre,
Que me olvide mi abuela
Y que me abandone mi madre.
Que ME PEGUE el viento
Que ME ARRASTREN las olas
Que ME REVUELQUE un remolino de tierra
Que ME QUEME el sol
Que ME AHOGUE la lluvia
y ME HAGA CORRER un enorme volcán ardiente,
para luego hacerme cenizas, si es que antes no me hice
vapor.
Queriendo ser hasta lo mas microscópico del universo.

Sabrás vos que es tragedia. Ya que a mi, eso, no me suce-


dería.
No sufro las muertes, ni los olvidos;
Y no existe el abandono.
Los vientos son CARICIAS
Y las olas para DANZAR
El remolino de tierra pasa para DESPERTARME
mientras el sol me ILUMINA haciéndome CRECER,
la lluvia ME HIDRATA y LIMPIA DE TODA IMPUREZA,
y ese volcán ardiente...
me haría INFINITA como el Universo.

Flor del Mar

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La Salud

«Frente a las enfermedades que genera la


miseria, frente a la tristeza, la angustia y el
infortunio social de los pueblos, los microbios,
como causas de enfermedad, son unas pobres
causas».
Ramón Carrillo

Cada grupo humano construye colectivamente, lo sepa


o no, una concepción del mundo que forma parte de
su identidad grupal. Del mismo modo, y de acuer-
do a cada cosmovisión, define la salud de diferentes
modos y construye hipótesis explicativas acerca de las
enfermedades, así como las estrategias para afrontar-
las. Una misma enfermedad puede ser explicada de
muchos modos diferentes según la mirada específica
del grupo humano que la describe, y tratada conforme
a su visión. Reconoce asimismo a sus propios agentes
encargados de las curaciones, a las que legitima colec-
tivamente para atender situaciones que afecten la
salud. En un mismo espacio suelen convivir diferentes
modelos explicativos, que sustentan sus correspon-
dientes diagnósticos y terapéuticas. El mestizaje resul-
tante del nomadismo humano, de las migraciones y de
las dominaciones muestra un caleidoscopio particular

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en cada región. Valgan aquí un par de ejemplos de
modelos actuales que coexisten:

• La medicina oficial-académica-hegemónica recono-


cida en nuestras instituciones occidentales, que es
la alopática, considera a la salud como la ausencia
de enfermedad, y a las enfermedades en general
como producto de externalidades que amenazan a
la «víctima», muchas veces originadas por gérme-
nes patógenos que llegan desde afuera, contra los
cuales se debe luchar. No se considera cómo vive,
se alimenta, trabaja, habita, se relaciona, siente y
respira la persona afectada. Las enfermedades
o «entidades nosológicas» están bien definidas
y sus tratamientos normados en consensos de
especialistas. La tarea médica es la de determi-
nar de qué enfermedad («entidad nosológica»)
se trata, con «nombre y apellido», y suprimir los
síntomas que se presentan, así como «atacar sus
causas» mediante la administración de fármacos
alopáticos (es decir, «anti»síntoma: antibióticos,
antiespasmódicos, antidepresivos, etc.), en inde-
pendencia de las características de cada padecien-
te. Suele considerar su origen como producto de
una relación causa-efecto, donde la persona con-
sultante constituye el escenario de la lucha profe-
sional para combatir el proceso patológico. El/la
consultante en general delega en el/la profesional

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el saber acerca de su salud. Responde al para-
digma cartesiano que considera al cuerpo como
una máquina y a la medicina como la encargada
de repararla. La tecnología apoya y la industria
homogeneiza y mercantiliza los diagnósticos y tra-
tamientos. Hoy la llamamos «biotecnomedicina».
• La medicina homeopática, también de origen occi-
dental europeo, considera que la salud constituye
el estado de armonía que mantiene la fuerza vital
en equilibrio, diagnostica a las personas y no a
sus enfermedades, es decir caracteriza la per-
sonalidad del/la consultante y sus síntomas de
acuerdo a las sustancias que usa como tratamien-
to. Los medicamentos de origen vegetal, mineral
o animal se eligen para estimular procesos de
auto-reequilibramiento, en la confianza de que los
organismos tienen capacidad auto reparadora, y
lo hacen en dosis altamente diluidas y dinamiza-
das. Considera a la enfermedad como una desvia-
ción o desequilibrio que puede ser revertido, para
«alcanzar los mas altos fines de la existencia”,
según su creador, Samuel Hahnemann.
• La medicina tradicional china se halla en conso-
nancia con su filosofía y se rige por las leyes de
los 5 elementos y el Tao (principios del yin y del
yang). Tanto el macrocosmos como los micro-
cosmos que somos los seres vivos estamos suje-
tos a estas leyes. Por lo tanto la salud se define

25
como la armonía del microcosmos. El origen de
las enfermedades se debe a una disarmonía entre
el microcosmos y el macrocosmos, y a eventos
externos (sobre todo climáticos). Utiliza como
diagnóstico un «mapa corporal» conformado por
un sistema de 12 pares de meridianos de la gran
circulación (de energía) y un par de meridianos
de la circulación menor, la observación de la len-
gua y del pulso. El tratamiento incluye la acupun-
tura (colocación de agujas sobre puntos a estimu-
lar o sedar la energía), digitopresura, moxibustión
(calor local a nivel de puntos acupunturales), fito-
terapia según las leyes de los cinco elementos, ali-
mentación, ejercicios (taichi) y masajes.
• Los pueblos originarios de nuestra América en
general comparten la visión de que la salud es
sinónimo de vida en armonía con la madre natu-
raleza, en consonancia con las normas sociales
que rigen la convivencia en el colectivo del cual
forman parte y el respeto de lxs mayores. De
acuerdo a cada grupo, los tratamientos se diri-
gen a las personas y no a entidades nosológi-
cas («enfermedades»), buscando en su origen
el incumplimiento de normas de convivencia y
relacionales o con el entorno. Incluyen aspectos
espirituales que otras cosmovisiones niegan o
pasan por alto. Sus tratamientos se basan sobre
todo en las plantas medicinales, y en casos graves

26
comprometen a la comunidad toda en la curación
a través de ceremonias colectivas, guiadas por
sus sanadores («chamanes», machis, kallawayas,
hombres y mujeres medicina, etc.).
• La medicina popular reconoce varias vertientes
generatrices y es el resultado del mestizaje entre
la medicina que trajeron los colonizadores hace
500 años desde Europa y la medicina de los pue-
blos originarios de cada región, diezmados por
sucesivos genocidios pero resistentes. La medi-
cina popular se transmite en dos espacios: el
doméstico, de generación en generación, y el de
especialistas populares (curanderas, quebradores
de empacho, parteras empíricas, hueseros, etc.).
Cada región tiene sus particularidades respecto a
la cosmovisión, a su práctica «médica» y sus trata-
mientos, por lo que no queremos generalizar.

Además, en cada etapa histórica las sociedades


presentaron enfermedades diferentes según las con-
diciones de vida de sus poblaciones. Esto es, que las
formas de enfermar se vinculan directamente con las
formas de vivir y emocionar, de vincularnos y cuidar-
nos (a nosotros, nuestro entorno y nuestros co-vivien-
tes). Actualmente se habla de las «determinantes» de
la salud colectiva en los ámbitos de la Salud Pública.
El médico Michel Hammer dice que la peste negra
que mató a un tercio de la población europea fue la

27
solución a la crisis feudal que dio origen al renaci-
miento y que las epidemias de tuberculosis siempre
acompañaron el fin de las guerras con cambios socia-
les profundos. Si llevamos este pensamiento a nuestro
país, podemos interpretar la última epidemia de polio
de comienzos de 1956, con miles de muertes, como la
expresión de la inmovilidad social que siguió al golpe
militar de 1955.
Es interesante recordar que a principios del siglo
XX, en nuestro país (como en tantos otros) las ideas
del higienismo no sólo fueron aplicadas a las polí-
ticas de Salud Pública sino también al ámbito social.
Al mismo tiempo que se llevaron a cabo las grandes
obras públicas (desagües, urbanización y cloacas), al
cuerpo social le fueron aplicadas las ideas de crimi-
nólogos como Garófalo, Ferrari y Lombroso, quienes
otorga-ron las herramientas que permitieron detec-
tar los peligros que pudieran contaminar a la Nación:
locxs, epilépticxs, anarquistas, delincuentes, etc. Por
eso, para limpiarla, para desinfectarla, el Congreso
sancionó en 1902 la ley de Residencia, que implicó la
expulsión de una cantidad enorme de inmigrantes.
Cuando las resoluciones son colectivas, como en
las epidemias, es porque la resolución de las contra-
dicciones son brutalmente inhibidas o permitidas.
Tanto por una u otra causa, lo que se quita o lo que
se agrega genera un cambio en la realidad, que es
otro lenguaje del cuerpo: lo que la medicina llama

28
enfermedad. No es casual que durante la Revolución
Industrial de occidente (que liberó a los siervos feuda-
les que luego se hacinaron en ciudades donde sobre-
vivieron en condiciones infrahumanas) la población
padeciera las epidemias de tuberculosis, sarampión,
tos convulsa, difteria, viruela y demás. También gene-
ró un cambio de cosmovisión: de ocuparse en COM-
PRENDER el significado y sentido de la vida desde la
fe y la razón, la “nueva” filosofía y la ciencia pasaron
a predecir y controlar, dominar y someter el mundo,
por concebir al universo ya no como algo vivo, orgá-
nico y espiritual sino como una máquina. Cuando
además apareció el microscopio y su correspondien-
te desarrollo de la microbiología, se aplicó la lógica
imperante a la salud. Mientras Antoine Bechamp opi-
naba que los estados de tensión («stress») y toxicidad
favorecían la modificación del comportamiento de los
gérmenes en el cuerpo para transformarse en patóge-
nos, Louis Pasteur propuso que los gérmenes siempre
son patógenos, y cada uno de ellos provoca una enfer-
medad específica.6 Ahora, al fin, se hallaba al culpable

6. A partir de sus investigaciones, Pasteur visualizó con el


microscopio la existencia de microorganismos causantes de la
«descomposición» de los vinos y cervezas, luego, de las infeccio-
nes, muchas mortíferas, de animales y personas. Más adelante,
con la Rabia, comprobó la participación de otros organismos, no
visibles al microscopio: los virus, que con el microscopio elec-
trónico fueron, más tarde, visualizados.

29
externo de las enfermedades (etiología específica).
Las vacunas fueron la promesa de la longevidad y la
salud eterna, el triunfo sobre el peligro microbiano,
y los antibióticos recientemente desarrollados, las
armas para su exterminio. Actualmente el marketing
asegura que los productos industriales (vacunas y
antibióticos, antisépticos y productos de limpieza)
nos den la ilusión de una protección contra los enemi-
gos en esta guerra microterrorista.
Consideramos que la salud es el estado vital en el
cual convivimos en alegría y creatividad, en armonía
y consonancia con los ritmos naturales y con nues-
tro medio, sostenidxs por una alimentación adecuada
y relaciones fraternas. La salud como poder de vida
tiene sus fluctuaciones y es un proceso que incluye la
enfermedad como experiencia de aprendizaje y creci-
miento, como señal de una disarmonía a la cual hay que
atender, muchas veces de origen emocional-corporal.

Abocó todo su trabajo a la «prevención» de su desarrollo.


Así nació la «pasteurización» (él sólo desarrolló los métodos con
calor y no los químicos) y también la «inmunización». Se acuñó
el término «vacunas» por la experiencia pragmática de la virue-
la.Pero dice René Dubos que hay una importante lección de Pas-
teur que ha sido olvidada. Si éste viviera lamentaría que muchos
de sus seguidores señalen sólo un aspecto de sus enseñanzas,
habiendo perdido de vista su amplia filosofía de las causas de las
enfermedades. Dice Pasteur «Muchos son los factores que deben
ser considerados en las enfermedades microbianas. Por ejemplo

30
Cuando el «afuera» irrumpe y disrumpe, se debe a que
el «adentro» estaba vulnerable por falta de equilibrio.
Y más que suprimir el síntoma mediante medicamen-
tos, cabe agradecer la señal que nos ha dado y atender
los mensajes del cuerpo y del alma. Preguntarse cuál
fue la enseñanza que dejó esta enfermedad, qué otros
caminos nos indica para seguir la vida y cómo ayudar
al órgano afectado a recuperarse. La enfermedad forma
parte de la vida, y es una de las expresiones de la bio-
grafía de cada cual. Así como la vida encuentra situacio-
nes conflictivas que resolver en cooperación, nuestros
cuerpos afrontan conflictos que la medicina hegemó-
nica prefiere abortar en lugar de abordar. En el transi-
tar la vida, las enfermedades cumplen una función: no
está ni bien ni mal enfermarse. Se trata de un acontecer
para la maduración y el aprendizaje. Además, la vida
indolora es agónica, estéril, y pierde su condición vital
(como dice Eduardo Galeano: «Nosotros tenemos la
alegría de nuestras alegrías y también tenemos la ale-
gría de nuestros dolores. Porque no nos interesa la vida
indolora que la civilización del consumo vende en los
supermercados...»).
La enfermedad y la salud son expresiones del
dinamismo de esa danza gaiana, en permanente bús-

la constitución hereditaria del paciente, su estado nutritivo, su


equilibrio emocional, la estación del año, el clima, etc., pueden
modificar el curso de una infección».

31
queda del equilibrio para su propia autoregeneración,
en la red de interacciones e interdependencias de
seres vivos y su medio ambiente.
Nos preguntamos por qué nos sentimos amenaza-
dxs por otras formas de vida que no vemos, o no com-
prendemos. Cuánto nos hemos separado de nuestra
madre para haber olvidado que la vida es un potro
salvaje que se dispara por caminos insospechados e
imprevisibles, y que la vida es incertidumbre, y en ello
consiste la fascinación por la aventura del día a día.
La separación que hemos perpetrado dentro de la
vida gaiana está relacionada con el paradigma impe-
rante: se trata de transformar a los sujetos (holones)
en objetos aislados para estudiarlos separadamente
de sus contextos, operar sobre ellos y desvitalizarlos.
La separación también ocurre entre diferentes
aspectos de la vida. Se aíslan aspectos supuestamen-
te puros para su mejor estudio, encasillándolos en

Una y otra vez se refirió a la importancia de la constitución


individual y del medio ambiente, y expresó su deseo de inves-
tigar el papel de estos otros factores. Su estado de salud y pro-
blemas familiares se lo impidieron. Anticipó de este modo, sigue
diciendo Dubos, al prólogo de Bernard Shaw en «El Dilema del
Doctor»: «El microbio característico de una enfermedad puede
ser un síntoma y no una causa».Pasteur no vaciló en extender
estas apreciaciones a las más importantes enfermedades, como
por ejemplo a la tuberculosis (TBC), en la que es evidente el rol de
los factores emocionales, sociales, climáticos, alimentarios...

32
disciplinas específicas, en busca de profundizar su
conocimiento («sabemos cada vez más de cada vez
menos»). Pero esos ámbitos del saber, delimitados
estrictamente, no guardan relación entre sí ni recono-
cen entre todos un centro común en el gran círculo de
la vida que este paradigma fracciona y desarticula. La
fragmentación se da también en la medicina a través
de las especializaciones y subespecializaciones, que
hacen perder la integralidad de la persona. La medi-

Por ello afirmaba que la resistencia a las infecciones podía


ser aumentada mejorando el Estado fisiológico de las individuos
infectados. Pasteur, conmovido por el descubrimiento de las bac-
terias, a partir de las cuales pensó sobre el «comienzo de la vida
orgánica», no pudo certificar lo que las investigaciones galenas,
pero si pudo decir: «la vida es un germen y un germen es la vida»,
y «El papel de lo infinitamente pequeño es infinitamente grande”.
Estas mismas «angustias» devela Arturo Capdevilla de Jonas
Edward Salk (1914-1995), al que se le multiplicaban la variables
de «virus» que iba encontrando en los tejidos de enfermos de
poliomielitis. Capdevilla le y se pregunta si son esas partículas
(virus) en transformación permanente, causas o efectos de la
enfermedad. Salk no puede comprender por qué las epidemias
de polio se desarrollan más en ambientes higiénicos. Por qué en
la guerra europea se suspende la epidemia mientras en EEUU en
pleno progreso del higienismo y de la industria ésta se desarro-
lla extensamente. En sus investigaciones «prandiales» (alimenti-
cias) encuentra Capdevilla algunas respuestas: la sobrealimen-
tación, el crecimiento de la industria alimenticia, especialmente
de la láctea y más precisamente de los helados lácteos.

33
cina dejó de ser un arte con sabiduría y empatía, para
ser una práctica sostenida por la tecnología cada vez
más desalmada y violenta (como la sociedad de la que
proviene y a la que está destinada a perpetuar).
Quienes esto escribimos, estamos construyendo
colectivamente un concepto de Salud que se acerca
más a la definición del Congreso Catalán de Medicina
1997: «la salud es la capacidad de vivir de modo libre,
responsable, solidario y feliz, que al irónico pero tris-
temente famoso refrán que reza una persona sana es
un enfermo insuficientemente estudiado por falta de
tecnología».

34
Cómo estamos hoy

La domesticación es un proceso que sufren


algunos animales en este planeta. Reduce lo
silvestre y acostumbra a la ausencia del jardín
natural de seres vivos en este planeta. Elimi-
na cualquier rasgo salvaje que se niegue con
naturalidad díscola a la estandarización de
este planeta. Borra lo agreste y lo espontáneo
que hicieron posible este planeta. Homogeniza
a todas las criaturas en grupos de criaturas y
uniforma la vida en unidades que categorizan
todo lo que vive y respira en este planeta. Cla-
sifica a los seres humanos fuera del reino ani-
mal, creando las categorías de reinos y orde-
nando a las plantas e insectos como objetos
de vida muerta en este planeta. La domesti-
cación es un proceso que se sufre como extra-
ña enfermedad que arrasa la vida a lo largo y
ancho del planeta, amenazando destruir la
existencia de todos los que habitamos su relie-
ve mágico.

Jesús Sepúlveda en
«El Jardín de las peculiaridades»

Matamos a Dios para endiosar a los hombres


Nietzsche

El microbio no es nada, el terreno lo es todo


Pasteur, en su lecho de muerte

35
La gente lucha duramente para comprender;
se convencen de que comprenden y mueren
sin saber nada
Masanobu Fukuoka

Somos seres que vivimos dentro de un ser más


grande, de la misma manera en que nuestras células
son parte de cada unx de nosotrxs. Nos cuesta com-
prenderlo debido a que nos consideramos como una
parte separada del resto de la naturaleza, creyen-
do verla objetivamente y por lo tanto con derecho
a modelarla como un simple mecanismo. Nuestra
visión antropocéntrica, supuestamente objetiva y
mecanicista del mundo surgió del pensamiento lla-
mado occidental (origen, también, del modelo médi-
co oficial actual). Como en todas las épocas, hubo
pensadores, filósofos y sabios que aportaron ideas
muy diferentes entre sí; que unas ideas hayan lle-
gado hasta nosotrxs y otras no seguramente tenga
que ver con cuáles de ellas eran más funcionales a
los poderes del momento. Las ideas sostenidas por
Pitágoras, Parménides y Platón fundaron nuestra
concepción mecanicista, luego profundizada por
Galileo, Descartes y Newton, bases de la experien-
cia tecnológica que domina nuestros tiempos. Tales,
Anaximandro y Heráclito, en cambio, vieron el cos-
mos como un ser viviente, la naturaleza en proceso
de autocreación permanente, produciendo conti-

36
nuamente orden del desorden. El actual paradigma
hegemónico nació de la física mecánica, en lugar de
seguir el camino de la biología orgánica. Hizo falta
que los astronautas informaran acerca de que la
Tierra se veía desde lejos como un ser viviente para
asombrarnos, pero nos cuesta comprender que no
se trata de un «planeta con vida sobre su superficie”
sino de un planeta vivo. Lejos de ser una «nave Tie-
rra con tripulantes», formamos parte de una expe-
riencia excepcional de autocreación de la vida, tal
como los pueblos originarios vienen sosteniendo
desde siempre.
Los científicos antiguos intentaban abordar el uni-
verso entero en una actitud de asombro contemplativo
frente al cielo estrellado y a la naturaleza, hasta que
Descartes y Galilei redujeron la naturaleza a sus com-
ponentes físicos para describirlos minuciosamente y
explotarlos “en beneficio de la humanidad”. Separados
del todo, la física y la química desdoblaron la mate-
ria en partes cada vez más pequeñas hasta que en el
siglo pasado nos fascinamos con el descubrimiento del
ADN, reduciendo la doble hélice al rol de portadora del
gran secreto de la vida. En esto consiste el reduccionis-
mo del que hablamos. La medicina tomó este camino
extraviado, alejándose de la biología (el estudio de la
vida) y de la red que sustenta la vida gaiana.
El paradigma que sostiene al sistema médico
hegemónico es el mecanicista (considera al cuerpo

37
y al mundo reglados ambos por mecanismos físicos,
reparables por la mano humana), reduccionista (se
pasan por alto las verdaderas causas de las enfer-
medades: la desnutrición, la falta de agua potable, la
desintegración social, la corrupción de los gobiernos,
la impunidad de la justicia, la violencia de las fuerzas
de «seguridad», la contaminación ambiental, la explo-
tación, la discriminación y el ataque puntual de un
par de «entidades nosológicas» con medicamentos
costosos que sólo apuntan al corto plazo, sin cuestio-
nar o alterar las condiciones colectivas de vida de las
poblaciones), de pensamiento lineal (relación cau-
sa-efecto), simplificador de la gran complejidad de
la vida, desarrollado a partir de Descartes, Newton y
otros. El origen de las enfermedades es externo, atri-
buible a un germen, al cual hacerle la guerra, y a todo
nivel operan el miedo y las desconfianza.
Se han venido desarrollando, gracias a la tecnolo-
gía, nuevos modos de diagnóstico y tratamiento que
prometen tranquilizarnos respecto a las amenazas
que se ciernen sobre nosotrxs: una ristra de múlti-
ples enfermedades en cantidad creciente, entidades
nosológicas que no existían y que actualmente apa-
recen ¿para justificar la venta de medicamentos?
¿para amortizar la compra de aparatología diagnósti-
ca?, pato-logizando lo que nunca se consideró enfer-
medad (por ejemplo la menopausia, la hipertensión
arterial, las adicciones, el malestar existencial redefi-

38
nido como enfermedad mental, el insomnio, la hipe-
ractividad de lxs niñxs, o lxs niñxs que «están en la
luna»), y atacando mediante fármacos los efectos
colaterales de otros fármacos o vacunas.
Varios científicos y médicos están alertando desde
hace muchos años acerca de que no hay evidencias de
que los citostáticos (drogas usadas para atacar células
cancerosas) tengan un efecto favorable sobre la expec-
tativa de vida de los enfermos de cáncer; también los
antibióticos, usados inadecuada e inescrupulosamen-
te, están llevando a un gran desequilibrio ecológico
de nuestra convivencia con gérmenes y a rebrotes
de muchas de las grandes enfermedades infecciosas.
También, en el ámbito quirúrgico, hay un abuso de
ciertas operaciones (histerectomías innecesarias en
poblaciones socialmente vulnerables, cesáreas progra-
madas sin indicaciones personalizadas, mastectomías
totales por cáncer, sin beneficios terapéuticos frente a
la simple extirpación del tumor, ablaciones preventivas
de órganos sanos por antecedentes familiares de cán-
cer, etc.),7 es decir mutilaciones sin sentido. Donde la

7. Es interesante recordar la repercusión pública de la


doble mastectomía preventiva a la que se sometió la actriz
Angelina Jolie quien, alertada por los médicos de que pade-
cía una predisposición genética al cáncer de mamas, resolvió
cortar por lo sano literalmente mutilándose aquél órgano
que podía enfermar (sin mamas, no hay cáncer). Angelina fue
mostrada como una heroína del siglo XXI dispuesta a todo,

39
población está informada y empoderada, consciente y
responsable, esto no ocurre.8
El campo de los transplantes de órganos abre nue-
vos interrogantes, así como la tecnología genética.
Como dice el Dr. Hans Ulrich Albonico, en la Introduc-
ción de su libro Medicina: fascinación y desafío, Bue-
nos Aires, Círculo Editor Niké, 2001. «Se combate al
enemigo ‘enfermedad’ con medios cada vez más agre-
sivos y duros, ‘con acero y rayos’ pero también con
químicos cada vez más potentes y tóxicos, mientras la
población vivencia la medicina como ‘despersonaliza-
da y dogmática’. A ella se enfrentan medicinas ‘alter-
nativas’ que muchas veces terminan en otro tipo de
dogmatismo».

entregada a la corporación médica, como ejemplo a seguir.


8. La OMS creó en 2004 la Alianza Mundial por la Seguri-
dad del Paciente, para facilitar el desarrollo de políticas de
seguridad del paciente en sus países miembros. Esto, ante el
hecho de que en todos los países más del 10% de las perso-
nas internadas sufren «injurias», consecuencia de errores
médicos, y que no hay registro confiable de efectos adversos
de tratamientos. (en Claves en medicina infantil, Jorge César
Martínez). Agrega la Dra. Milagros García Barbero que el obje-
tivo es «reducir enfermedades, traumatismos y defunciones
que sufren los pacientes al recibir atención sanitaria». Una vez
más los daños se contabilizan en la OMS en dinero (pérdida de
ingresos, discapacidades, tratamientos de la iatrogenia que es
el daño producido por un acto médico).

40
Por lo tanto, como dice Ivan Ilich en su libro
Némesis Médica, «la medicina institucionalizada se
ha convertido en un serio peligro para la salud». Si
bien en la actualidad se asegura la calidad de la pres-
tación de los servicios argumentando que se siguen
los lineamientos de la «medicina basada en la evi-
dencia», parecería que la medicina oficial está basada
en el miedo. Miedo generalizado a las enfermedades
así como a la muerte; miedo por parte de los médi-
cos a los juicios, miedo por parte de la población a los
tratamientos así como al abandono médico y al diag-
nóstico médico. Y el miedo no sólo socava la autocon-
fianza de la población y la prudencia, racionalidad y
sensatez de los médicos, sino que es un buen terreno
para el negocio de los juicios de mala praxis y por lo
tanto de las aseguradoras, que van configurando nue-
vos modos de organizar las prestaciones de servicios
médicos en función de sus lógicas (por ejemplo, para
colocar un DIU dispositivo intrauterino, debe contar-
se con un desfibrilador en el consultorio por requeri-
miento de las aseguradoras).
La biotecnomedicina aleja cada vez más al médicx
de su «paciente», interpone un aparato entre ambxs,
evitando el contacto físico y emocional, y aleja la com-
prensión de los procesos, ya que contrariamente a la
técnica, que es la prolongación de la mano humana
mediante el uso de una herramienta. La tecnología
resulta de una complejidad tal, que sólo ingenieros y

41
técnicos en instrumental pueden intermediar entre
médicxs que usan estos equipos y dichos aparatos de
la tecnomedicina. El uso de tecnología impone tam-
bién una brecha creciente entre el saber de expertxs
y de «legos», personas comunes que desconocemos
tanto la jerga médica como las imágenes o los resulta-
dos cifrados de estudios hechos a partes de nuestros
cuerpos, necesitando contar siempre con quien los
pueda interpretar. Los aparatos se transformaron en
fetiches, les atribuimos el rol de decirnos la verdad
acerca de nuestra salud y confiamos cada vez menos
en nuestras propias percepciones, sensaciones cor-
porales, intuiciones, y en nuestro autoconocimiento.
Así como «la enfermedad viene de afuera», según la
cosmovisión que sustenta las prácticas de la biotecno-
medicina, el diagnóstico y el tratamiento también «vie-
nen de afuera», mediante la transformación del sujeto
sufriente en un objeto de la práctica médica.
Los procesos vitales más importantes en la exis-
tencia humana han sido apropiados por los sistemas
sanitarios, pero también gran parte de la población ha
olvidado que se puede parir en casa y se puede morir
rodeadxs de nuestros seres queridos en nuestros
hogares. Así es que nacemos cuando la máquina del
monitoreo fetal le indica a nuestras madres que tienen
contracciones y morimos cuando un aparato avisa que
ya no respiramos, que nuestro corazón deja de latir o
que no se registran ondas de actividad cerebral.

42
Nuestros cuerpos han sido apropiados por la cien-
cia, porque nosotros, también lo hemos permitido
confiando en lxs expertxs y desatendiendo nuestros
llamados internos.9 Existe una convicción de que
somos incapaces de hacernos cargo de nuestras vidas
(vía autoritarismo o de su versión «amable» que es
el paternalismo desmovilizador), y llevamos nuestros
cuerpos al médico como llevamos el auto al mecáni-
co para que lo componga. Cedemos nuestro poder de
tomar nuestras vidas por las astas y se lo entregamos
a «especialistas» que no nos conocen pero a quie-
nes adjudicamos el poder de saber lo que nos pasa
y cómo componer este cuerpo. Valdría reflexionar
sobre este punto y preguntarnos, como lo hace Deni-
se Najmanovich hablando de prevención en El lado
oscuro de la prevención: «¿es saludable una tiranía de
los expertos?».10

9. Los amigos que caminan por Paris dicen que los antiguos
hospitales de aquella ciudad, registran en sus frontispicios el
siguiente lema de Luis Pasteur: No te pregunto ni a qué raza, ni a
qué religión perteneces, si sufres, tú me perteneces, yo te aliviaré.
10. Uno de los mayores peligros de la mirada «buenoide»
sobre la prevención estriba en la consideración unilateral tanto
del riesgo como de la bondad. Desde una ética de aceptación de
la diversidad y la legitimidad del otro, es fundamental extremar
la sutileza en los análisis de la complejidad implicados en cada
una de las campañas de prevención antes de derramar nuestras
mejores intenciones sobre la sociedad. Para ello es fundamental

43
entender que en ningún caso son exclusivamente los «técnicos» o
«expertos» los que deben tener la palabra...ni el poder de decisión.
La democratización de la sociedad hoy pasa por asumir colectiva-
mente las responsabilidades que nos competen como ciudadanos
de un mundo globalizado, altamente interconectado y atravesado
por una tecnología de gran poder, así como asimétrico en acceso
y disfrute, en capacidad de opción y de proposición. Es por ello
que abrir las puertas a la discusión en todas las áreas es una tarea
clave de fin de siglo. Claude Gilbert ha señalado que «el grado de
protección frente al riesgo es proporcional a la capacidad de sus-
citar interés y de movilizar actores diversificados”. La simplicidad
y las mejores intenciones no alcanzan para pensar políticas pre-
ventivas, ni para controlarlas. Los expertos pueden darnos infor-
mes técnicos pero no deben apropiarse de nuestra vida. Es hora
de avanzar hacia una gestión pluralista de los riesgos en el marco
del reconocimiento de la legitimidad del otro y de la necesidad
de abordar las cuestiones que nos preocupan desde un enfoque
multidimensional que dé lugar a la complejidad. De no hacerlo, la
prevención perecerá en un mar de eslóganes y trivialidades.

44
Las vacunas

El desarrollo de las vacunas aparece como una estrate-


gia astuta de nuestra especie, que de este modo desea
sustraerse a un fenómeno (la enfermedad debida a
veces al contagio) que suele ocurrirles a las formas de
vida que están en disonancia con su entorno y con su
propia condición natural, o que simplemente transitan
períodos de aprendizaje en el convivir con otras for-
mas de vida, para su evolución y maduración.
Fue posible debido al «avance tecnológico en
beneficio de la humanidad” (evidentemente auto-ais-
lada del resto de las expresiones de vida), suponiendo
que en lugar de un acontecer de la vida, la enferme-
dad fuera un flagelo al cual combatir. De este modo la
ciencia jaquea una vez más a la temida muerte.
La población delega en lxs expertos las decisiones
acerca de su salud, vacunas incluidas, sobre todo en
vistas del «peligro» que implican las enfermedades y
el miedo que produce este supuesto peligro amplifica-
do por la propaganda. ¿Por qué ocurre esa delegación,
esa desresponsabilización o ese exceso de confianza?
Uno de los efectos del paso de «la técnica» (en
tanto prolongación de nuestros cuerpos median-
te el uso de herramientas) a «la tecnología» (cuyo

45
funcionamiento, construcción y reparación la mayo-
ría de lxs usuarixs no podemos comprender, y nos
sometemos a sus funciones sabiendo sólo apretar
un botón para prender o apagar) es que con ello nos
hemos puesto en manos de lxs expertxs. Nos descu-
brimos impotentes e ignorantes frente a la tecnolo-
gía, de la que sin embargo nos servimos en la vida
cotidiana. Una nueva separación que nos debería
frustrar, si no fuera que reprimimos ese sentimiento
zambulliéndonos en la comodidad de la vida consu-
mista que nos permite apretar nuevos botones para
continuar alienados en lo que John Zerzan llama
«consuelos culturales» frente a todas estas separa-
ciones, esta «falta primaria» que no sabemos reco-
nocer (difícil reconocer lo que nunca conocimos). La
especialización y la tecnología son productos cultura-
les que nos alienan, nos exilian de nosotros en tanto
seres naturales que fuimos.
El concepto aún vigente del ser humano como
máquina perfecta que no tiene mocos, diarreas ni
insomnios conduce a que todo lo que se aparte de esta
imagen de impecabilidad prolija y aséptica se patolo-
gice. Sin embargo, sabemos que la enfermedad forma
parte de la vida y es generada por la persona enferma
en determinadas condiciones, por lo que ésta tam-
bién puede auto reequilibrarse. La enfermedad sería
uno de los desequilibrios en el fluir del vivir. Del caos
deviene el orden, como un proceso infinito. “La cura

46
es un proceso natural de autorrecuperación», como
decía Hipócrates hace más de 2000 años.
La vacunación acción y efecto de vacunar puede
ser electiva (esto es vacunar según las necesidades de
cada persona) o sistemática (o sea, universal e indis-
criminada, que implica aplicar vacunas según un plan
homogéneo prefijado). En este último caso mediael
Estado, controlando el cumplimiento del esquema
vacunatorio, haciéndose cargo de la responsabilidad
que ciudadanxs usuarixs parecen no asumir adecua-
damente en ojos del Estado.
En nuestro país, el sistema sanitario público tiene
«poder de policía», cuenta con el sistema educati-
vo para verificar la observancia del calendario de
inmunizaciones y con planes sociales que exigen su
cumplimiento a cambio de subsidios, como modo de
control. Cuenta con el Congreso que legisla sobre su
obligatoriedad (ley 22.909) y con el Poder Judicial
para los casos en que madres y padres díscolxs deci-
den no vacunar a sus hijos/as quien, con el argumento
del «bien superior del niño» manda a administrar las
vacunas obligatorias, si es necesario «con el auxilio de
la fuerza pública» (Sentencia de la Asesoría Tutelar 1
de Mar del Plata con fecha 2 de septiembre de 2009).
El carácter de «expertxs» que el sistema atribuye
a médicxs y sus equipos frente a la falta de informa-
ción seria y profunda acerca del tema por parte de los
padres y las madres que dan su consentimiento ante

47
la legalidad esgrimida y en cumplimiento de las nor-
mas sanitarias permite que los niños y las niñas sean
receptores pasivos de sustancias extrañas y descono-
cidas por sus padres y madres. ¿El Estado conoce los
riesgos y beneficios de las vacunas? Las autoridades
que deciden las compras de vacunas seguramente
también delegan en expertos las decisiones al respec-
to, agregándose además aspectos de política y econo-
mía internacional que como población desconocemos.
En fin que la vacunación se considera un logro de
la ciencia y por lo tanto un derecho humano.11

11. Recordamos que Evita decía que «donde hay una nece-
sidad hay un derecho». Las leyes de la lógica muestran que si la
vacunación es un derecho humano, es porque responde a una
necesidad. ¿Se trata de un satisfactor de una necesidad real de
protección o de un falso satisfactor de esa necesidad? La vacuna-
ción ha sido «inventada» por seres humanos, no por Gaia. Proba-
blemente no haya estado entre las estrategias gaianas de auto-
rregulación de la vida. Tampoco se entiende por qué un supuesto
derecho requiere leyes de obligatoriedad controlada por diferen-
tes instituciones del Estado y cuyo incumplimiento detectado por
la «policía sanitaria» lleva a un castigo judicialmente gestionado.

48
Breve historia de las vacunas

La palabra «vacuna», acuñada por el médico inglés


Edward Jenner en 1796 (en plena era pre-microbiológi-
ca), se relaciona con las vacas: él rescató de la historia
lo que en el siglo IV a.C. se sabía en Asia: que quienes
ordeñaban vacas que padecían viruela vacuna no se
enfermaban de viruela humana, que es más grave, y
que la gente en aquella época inoculaba material de las
lesiones de la enfermedad de las vacas a personas sanas
para que no enfermaran de la viruela humana. Jenner
inoculó al niño James Phipps, hijo de un empleado suyo,
material de la viruela vacuna en su piel lastimada, por
lo que el niño, de 9 enfermó de fiebre suave y vesículas
en la piel (ampollitas características). Una vez recupera-
do, infectó al niño con viruela humana y comprobó que
éste no enfermó de viruela humana. Más tarde, Jenner
vacunó a su propio hijo a los diez meses de vida; éste
sufrió retardo mental, falleciendo a los 21 años.12 Con

12. Lamentablemente, no fue la primera ni la última vez que


unx niñx fue expuesto a la experimentación de vacunas. Ejem-
plos sobran, pero queremos mencionar algunos. En Irlanda se
denunció recientemente que a mediados de los 70 se hicieron
pruebas con nuevas vacunas en madres solteras y sus bebés,

49
ello nació el concepto de «vacunación».13 Esta prácti-
ca se extendió rápidamente, pero no siempre había
casos de viruela vacuna en los animales, de modo
que se vacunaba con material obtenido de pústulas

80 de los cuales enfermaron gravemente. También se sospecha


que algunos de los restos de niñxs hallados en fosas comunes
en ese país estén relacionados con ese tipo de experimentación.
(ver http://andresrepetto.tv/nota/irlanda-investigan-fosa-co-
mun-de-800-bebes-13). Es interesante destacar que en las prue-
bas de Irlanda está involucrado el laboratorio británico Glaxo que
fue multado por la justicia argentina por prácticas poco éticas
para la obtención de consentimiento informado en unas pruebas
de vacunas contra la neumonía y la otitis que se llevaron a cabo
entre 2007 y 2008 en poblaciones de bajos recursos de Santiago
del Estero, San Juan y Mendoza. La justicia no se animó a vincu-
lar la muerte de 14 bebés que participaron en las pruebas con
las vacunas ¿pero hace falta que un juez nos lo diga para que sea
cierto? (ver http://www.diariodepuan.com.ar/2012/01/la-prue-
ba-de-una-vacuna-habria-provocado-la-muerte-de-14-bebes-en-
el-norte-del-pais/). En tiempos de ébola, recordamos aquí a los
miles de trabajadores que quedaron ciegos, fueron amputados o
muertos a consecuencia de los experimentos que realizaron las
potencias coloniales con la vacuna Lomidina ante los estragos que
estaba provocando la tsé-tsé y la tripanosomiasis, en tiempos de
post guerra, cuando la mano de obra barata de África les resulta-
ba tan necesaria. (ver http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/
conejillos-farmacopea-occidental_0_1240675936.html)
13. La viruela humana se considera erradicada. Sólo persis-
ten virus vivos de viruela humana en laboratorios de EEUU y de

50
humanas, generando también otras enfermedades
(por ejemplo sífilis).
Respecto a otras vacunas desarrolladas posterior-
mente, en 1928 un comité de expertos internacionales
concluyó que la BCG («Bacilo de Calmette y Guerin»,
contra la tuberculosis) era inocua, y en 1930 ocurrió
la «tragedia de Lübeck»: 72 niños vacunados por vía
oral murieron de TBC y 32 sufrieron la enfermedad.
¡En 1931 la Academia de París ratificó su inocuidad!
Las leyes de obligatoriedad europeas se dictaron
debido a las dudas y la desconfianza crecientes de las
poblaciones. En 1853 Inglaterra obligó a vacunar a lxs
recién nacidxs (lo que generó 1872 brotes epidémi-
cos y 42.000 muertes). En 1902 se agregó una cláu-
sula que permitía a lxs objetores de conciencia eludir
la obligatoriedad vacunal. En 1890 se publico el pri-
mer manifiesto médico contra la vacunación en Berlín
(Natura Medicatrixs Nº 46-47).14
La revolución industrial posibilitó la mejora de len-
tes y óptica del microscopio y el desarrollo de la micro-
biología (así como el hacinamiento de trabajadores y

Rusia. Lo cual no resulta tranquilizador, desde que sabemos que


el mismo CDC («center for disease control»: centro para el control
de las enfermedades) de EEUU monopoliza el suero antibotulíni-
co por considerar al botulismo un arma biológica.
14. Marin Olmos, Juan Manuel «Vacunaciones sistemáticas
en cuestión ¿son realmente necesarias?”, Barcelona, Icaria, 2004/
Buenos Aires, edición revisada y actualizada Madreselva 2015.

51
sus enfermedades). A partir de la visualización de gér-
menes se planteó la Teoría de la Etiología Específica
(a cada enfermedad se la relaciona con determinado
microorganismo) y la búsqueda de proyectiles específi-
cos contra enemigos diminutos y peligrosos. Nace luego
la producción industrial a gran escala de vacunas y
antibióticos desde mediados del siglo XX. La ingeniería
genética le dio una «vuelta de tuerca» más a la inmuni-
zación activa, y la nanotecnología ya no es un tema de
ciencia ficción, sino una realidad actual y preocupante.

52
¿En qué consisten las vacunas?

Las vacunas son sustancias con antigenicidad (es decir,


sustancias extrañas al cuerpo, capaces de estimular la
formación de anticuerpos específicos, a través de la
reacción humoral ubicada en el suero) pero sin pato-
genicidad (no producen patología, es decir enferme-
dad), con el objeto de que el sistema inmune genere
los anticuerpos y la correspondiente memoria. En rea-
lidad la vacunación es una «primoinfección» artificial
que saltea la primera barrera natural que el cuerpo
prevé para evitar las infecciones naturales (la piel, que
cuenta con «células presentadoras de antígenos» y las
mucosas, donde se hallan anticuerpos inespecíficos
“inmunoglobulina A»). Resulta un mecanismo incom-
pleto (por eso el 50-80% de lxs vacunadxs contra la
rubéola se enferman en las epidemias, mientras que
sólo el 5% de quienes tuvieron rubéola se puede con-
tagiar).
Otra de las variables de las que depende la res-
puesta inmune es el sistema HLA («antígenos leuco-
citarios humanos»). Éste está formado por moléculas

53
que se encuentran en los glóbulos blancos y en la
superficie de casi todas las células de los tejidos; ellas
permiten reconocer lo propio de lo ajeno, así como
generar la respuesta inmune en caso de necesidad;
interviene en casos de rechazo de tejidos transplanta-
dos y determina nuestra capacidad de reconocer antí-
genos y desencadenar la respuesta inmune. El mesti-
zaje dentro de la especie humana resulta protector, ya
que heredamos el HLA de padre y madre. La vulne-
rabilidad o la capacidad de respuesta a determinado
antígeno depende del sistema HLA de cada individuo,
por lo que homogeneizar la vacunación resulta inútil,
ya que hay personas que por más que se vacunen rei-
teradas veces nunca generarán anticuerpos, por que
su sistema HLA no lo permite.
Por otra parte, una de cada 420 personas tiene
déficit inmunitarios primarios, y nunca responderán
a las vacunas produciendo los anticuerpos específicos
que se pretende.
Para conocer la respuesta a las vacunas (su efica-
cia) deberían medirse (dosarse) anticuerpos específi-
cos luego de vacunar, pero esto resulta muy costoso,
por lo que desconocemos los posibles resultados, que
tal vez puedan poner en duda la eficacia de las vacu-
nas, o no.
La mayoría de las vacunas se dan cuando el siste-
ma inmune es inmaduro (recién nacidos, 2, 4, 6, 18
meses de vida), por lo que en Japón las autoridades

54
sanitarias hicieron un ensayo entre 1975 y 1984,
vacunando con la DTP a los 24 meses y completan-
do luego el esquema con las vacunas acelulares («sin
células»). Japón implementó esta política luego de
enfrentar diversos embates judiciales de la población
por efectos post vacunales (muerte súbita y enfer-
medades neurológicas, entre otras). Sin embargo, y
a pesar de haber comprobado el descenso de efectos
post vacunales, Japón volvió a vacunar a edades más
tempranas como el resto de los países15. ¿Era un mal
ejemplo para el resto del mundo? Es de suponer que
habrán recibido presiones.
Hasta los 5 años, las reacciones inmunitaria no son
totalmente eficaces. En el otro extremo de la vida, los
resultados de las vacunaciones antigripales repetidas
a ancianos -que tienen capacidad de respuesta dismi-
nuida- no son supervisados.
En el fondo se trata de hacerle trampa a la enfer-
medad. Si la inmunidad decrece con el tiempo, se dan
dosis de refuerzo para mantener el engaño biológico
de «salvar» al organismo de experiencias madurativas,
que sólo en casos aislados resultan en complicaciones,
en los que se podría realizar la vacunación electiva.
La fabricación de vacunas en los laboratorios en
tanto «fármacos» es diferente de acuerdo a cada vacu-
na. Se trata en todos los casos de fármacos biológicos,

15. Op. cit. Marin Olmos.

55
ya que el antígeno que contienen es un ser vivo (bac-
teria) o una estructura procedente de un ser vivo o de
su toxina.

• Vacunas antibacterianas: se obtienen de cultivos


de bacterias que generan enfermedades especí-
ficas. Contienen bacterias completas vivas o ate-
nuadas (BCG), o bacterias inactivadas o muertas
(tos ferina); la antidiftérica y antitetánica contie-
nen toxoides (proteínas generadas por las bacte-
rias correspondientes); las de meningococo A y
C, neumococo y haemophilus contienen elemen-
tos de células inactivadas o muertas; la de tos
ferina acelular contiene bacterias muertas; la de
meningococo C, haemophilus y neumococo con-
tienen proteínas y polisacáridos conjugados.
• Vacunas antivirales: también se obtienen de virus
cultivados en tejidos vivos en los cuales se fuer-
za su reproducción (que siempre es intracelular)
en medios de cultivo que provienen de huevos,
embriones de pollo, células renales de monos,
células de ovarios y riñones de hámster, a algunos
de los cuales se somete a un proceso de canceri-
zación a fin de acelerar la multiplicación celular.
Las vacunas contra la varicela, fiebre amarilla,
poliomielitis (Sabin oral), sarampión, rubéola y
paperas contienen virus vivos o atenuados, mien-
tras que la Salk (antipoliomielitis inyectable),

56
antigripal y antihepatitis A contienen virus muer-
tos o inactivados. La vacuna contra hepatitis B y
gripe contienen subunidades proteicas.

Para producir vacunas de gérmenes vivos o ate-


nuados, se seleccionan aquellos gérmenes que tengan
baja virulencia pero capacidad infectante. Esa atenua-
ción se logra haciendo pasar los gérmenes de un teji-
do a otro para que vayan cambiando sus propiedades.
Para producir vacunas inactivadas o a gérmenes
muertos, se las somete al calor o a medios químicos,
sobre todo al formaldehido (sustancia desinfectante y
conservante de tejidos, tóxico según la cantidad) o beta-
propiolactona (ésta es una sustancia antibacteriana y
antifúngica cancerígena, debido a su capacidad mutagé-
nica, al interaccionar con las guaninas del ADN).
Para obtener material bacteriano se cultivan gér-
menes en medios de cultivo relativamente simples, en
cambio el material viral que no es otra cosa que una
secuencia proteica que está obligada a ingresar a las
células para utilizar su infraestructura a fin de mul-
tiplicarse requiere tejidos de crecimiento continuo,
de características oncológicas, con el riesgo de que
se produzcan oncogenes o mutaciones genéticas en
la persona receptora, como lo asume la misma OMS.
(«onkos» = tumor en griego).
La información acerca de productos contenidos en
las presentaciones vacunales es escasa, contradictoria

57
y resulta difícil llegar a alguna conclusión, salvo que
«en caso de duda», prevalezca el principio de precau-
ción.16
Las vacunas de última generación tienen que ver
con la manipulación genética, denominada «tecno-
logía genética», que ya conocemos del mundo de la
agricultura a gran escala y de la industria alimenta-
ria. Se trata de los OMG = organismos genéticamen-
te modificados. Aplicada a la fabricación de vacunas,
esta tecnología permite combinar el ADN de una
especie viva con otra especie viva (por ejemplo virus,
bacterias, vegetales y animales), y «duplicar» el efec-
to inmunizante. Por ejemplo se le coloca un gen de
un virus (Rotavirus, que produce diarrea) al ADN de
una bacteria (BCG), y con ello se produce un germen
diferente, con otra información genética (que no exis-
tía naturalmente ni jamás hubiera podido producirse
por los medios naturales de reproducción de la vida),
y de allí que pueda utilizarse una vacuna BCG (para
la tuberculosis) con la cual vacunar simultáneamente
contra el rotavirus. Esta tecnología también permitirá

16. El principio de precaución o principio precautorio es un


concepto que respalda la adopción de medidas protectoras ante
las sospechas fundadas de que ciertos productos o tecnologías
crean un riesgo grave para la salud pública o el medio ambiente,
pero sin que se cuente todavía con una prueba científica definitiva
de tal riesgo.

58
introducir estos genes virales en el ADN de especies
comestibles, de modo que un alimento OMG pueda
resultar en un medio de inmunización. Actualmente
se aplica la técnica de «ADN recombinante» a la vacu-
na antihepatitis B, cuya primera dosis se coloca den-
tro de las primeras 12hs del nacimiento.
Se están ensayando vacunas de ADN desnudo, es
decir la posibilidad de inocular fragmentos de ADN
que luego se incorporarán a las células de la persona
receptora, donde inducirán la formación permanente
de proteínas que resultan antigénicas, a fin de estimu-
lar permanentemente la formación de anticuerpos. No
se aclara si ese ADN va a incorporarse en el genoma
humano, si puede degenerar en desarrollos cancerí-
genos y en enfermedades autoinmunes incontrola-
bles, cómo va a pasar de una generación a la siguien-
te y qué efectos desconocidos podrá tener esta grave
transgresión humana de manipular los códigos de la
vida para ampliar el mercado, contando con el encan-
tamiento peligrosamente ingenuo o perversamente
cómplice del mundo científico mecanicista. La OMS
ya está diseñando la respectiva campaña preparato-
ria para lograr la aceptación por parte de la opinión
pública (Marin Olmos op.cit. pág 271).

59
El sistema inmunitario

Habitualmente se ejemplifica la función del sistema


inmune comparándolo con la policía: un ejército de
glóbulos blancos defendiendo al organismo del posi-
ble ataque de microorganismos que lo acechan, con
comisarías en los ganglios linfáticos. Se lo denomina
también «sistema de defensas». Esto suena a gue-
rra contra posibles agresores, tal como los ejércitos
se manejan con “hipótesis de conflictos” internos o
externos.
Sin embargo, la psiquiatra chilena Adriana
«Nana» Schnake nos ofrece otra mirada. Según ella, el
sistema inmunológico da, o no, permiso para entrar
al organismo, es el portero. Protege al cuerpo. Ella
también reconoce que habitualmente se lo asocia al
combate como si el cuerpo fuera un territorio en gue-
rra; sin embargo, considera que el sistema inmuno-
lógico participa del intercambio con el afuera y entre
las distintas partes del adentro. Trae conocimiento
desde antes de nacer, para reconocer lo propio de lo
extraño, lo sano de lo enfermo. Tiene memoria y es
multilocalizado (participan ganglios, células blancas

60
de la sangre: linfocitos B (formados en el bazo) y T
(«capacitados», luego de su formación, en el timo),
leucocitos, macrófagos, bazo, timo, placas de Peyer
intestinales, linfa, amígdalas, médula ósea, adenoi-
des) sin un centro ni una periferia, en continuo movi-
miento y aprendizaje permanente. Reconoce, discri-
mina, «marca» y memoriza mediante anticuerpos.
Elimina lo diferente (llamado «antígeno» = molécula
o fracción de molécula extraña que desencadena una
respuesta inmune) y «tolera» lo propio. Intervienen
órganos, células y moléculas. Está relacionado con
el sistema nervioso y endócrino, con quienes trabaja
coordinadamente.
Hay una red de circuitos entrelazados que conec-
tan al sistema nervioso, endócrino e inmunitario. Así
como el stress agudo provoca la secreción de adre-
nalina y cortisona para reaccionar rápida y favora-
blemente, cuando el estrés se cronifica (estado per-
manente de angustia, sobrecarga laboral, dificultades
de sueño, contaminación auditiva, etc.) la secreción
contínua de adrenalina y cortisol provoca daños irre-
versibles, sobre todo en el sistema inmunitario. Tal
vez el «malestar en la sociedad» tenga que ver -como
estresor crónico- con la afectación del sistema inmu-
nitario (enfermedades autoinmunes, alergias, cáncer,
etc.). El miedo, la soledad, la desesperanza y el aba-
timiento existencial predisponen a las enfermedades.
La psiconeuroendocrinoinmunología está hallando el

61
camino de retorno desde el reduccionismo discipli-
nario hacia una aproximación a la complejidad de los
fenómenos de la vida (lo holístico). A la vuelta de las
investigaciones, la ciencia reconoce que «la tristeza
enferma», como dice un adagio popular.
Tanto el sistema nervioso como el inmunitario se
desarrollan en la etapa embrionaria y en la primera
infancia. La temprana infancia es un período espe-
cialmente vulnerable, pero también decisivo para la
posterior salud. Las intervenciones precoces y sobre-
exigentes sobre el sistema inmunitario (a través de
las vacunas) y del sistema nervioso (mediante el
exceso de estímulos) afectarán la salud del ser y de
la sociedad abatida, enferma y violenta que estamos
generando.
Existe un sentido de pertenencia de cada una de
las células del organismo, en las que la identidad está
dada por ser todas descendientes de una única célula
madre, con su particular «CMH» (complejo mayor de
histocompatibilidad), dado por la información genéti-
ca. La inmunidad innata es inespecífica, en cambio la
que se adquiere luego de nacer es específica de cada
antígeno concreto (el antígeno es como una llave que
se corresponde con la cerradura que está en la mem-
brana del linfocito), y es el que induce la generación
de los anticuerpos específicos.
Cuando los antígenos son externos, la inmuni-
dad es de predominio «humoral» (producción de

62
anticuerpos que circulan por el suero). Cuando lo
antígenos son «internos» (es decir intracelulares) la
reacción es celular, por ejemplo en casos de lepra,
TBC, virus y tumores.
Las infecciones bacterianas son inmunoestimulan-
tes y las virales son inmunodepresoras.
La reacción inmunitaria más simple consiste en
que algunas células rodean al desconocido (gérmen,
órgano transplantado, cualquier tejido ajeno implan-
tado, incluyendo al embrión en algunos casos) que ha
ingresado al cuerpo, lo encapsulan y digieren (fago-
citan). Esta inmunidad celular constituye el Sistema
Inmune Primario, y se ubica en el aparato respiratorio
y gastrointestinal (como puertas de entrada naturales
al cuerpo). Este mecanismo ya está presente en anima-
les invertebrados. Los vertebrados sumamos a ésta la
inmunidad adquirida, dirigida específicamente contra
determinados antígenos y es la humoral. Se trata del
Sistema Inmune Secundario, que hace una «copia de
seguridad» para recordar el contacto con «lo ajeno».
Ambos sistemas son complementarios e interdepen-
dientes.
Que la reacción inmunitaria sea considerada el
«campo de batalla contra enemigos invasores» tal vez
se deba a la cosmovisión occidental patriarcal vio-
lenta, que concibe la evolución como producto de la
competencia darwiniana más que de la cooperación
gaiana, como resultado de las guerras para conquistar

63
territorios más que como resultado de la convivencia
matrística17 para el cuidado de la vida.18
Interpretamos los fenómenos que observamos de
acuerdo a nuestras visiones del mundo (o prejuicios),

17. Matrística, según Humberto Maturana: Plantea que los


humanos somos fruto de la cooperación para la convivencia, no
de la lucha competitiva por la supervivencia: bioevolutivamente
somos porque amamos. « Los grandes valores, los grandes idea-
les de justicia, paz, armonía, fraternidad, igualdad han nacido de
la biología del amor y son los fundamentos de la vida en la infan-
cia. Yo pienso que estos valores son propios de la experiencia de
la educación basada en la cultura matrística que recibe el niño
en su infancia, fundada en el respeto, la cooperación, la legitimi-
dad del otro, en la participación, en el compartir, en la resolución
de los conflictos a través de la conversación. En la vida adulta
debemos negar todos estos valores, pues encontramos una cul-
tura opuesta: la cultura patriarcal, fundada en la competencia,
en la apariencia, en la negación del otro, en la lucha, en la guerra,
en la mentira. Y es esta contradicción la que genera la pérdida
de esos valores de paz, armonía, fraternidad y justicia. Al mismo
tiempo, el hecho de vivir añorándolos, el hecho de que podamos
imaginar una sociedad basada en una convivencia fundada en
el respeto y en la justicia nos hace querer recuperarlos. El gran
error que se comete es pretender que coincidan o coexistan en
condiciones culturales que se niegan mutuamente» (diálogo con
María de la Luz Urquieta, en la revista Uno Mismo Nº 20).
18. Como sabemos, la ciencia no es neutral, porque quien la
hace no lo es. Es interesante saber que las ideas de Darwin sobre
la evolución surgieron en el contexto histórico de la expansión del
capitalismo y del imperio británico, por lo tanto es lógico que no

64
según la frase de Sor Juana Inés de la Cruz: «todo es
según el color del cristal con que se mira». Personas
consideradas “científicas” opinan que “el sistema
inmunitario es brutal, que se maneja con ataques,
defensa y destrucción porque en él reina la guerra»,
como dice Albonico; y agrega que “no es de extrañar
que más de la mitad de los científicos del mundo tra-
bajen para la industria armamentista».
El sistema inmunitario aprende –como todos– a
través de los desafíos, y se entrena a través del con-
tacto regular con los gérmenes, para prepararse a
fin de superar enfermedades. Cuenta Albonico que

pudiera imaginar la evolución como fruto de la colaboración sino


de la competencia, el azar y la supervivencia del más apto. Así la
«ciencia» surge de un contexto social y vuelve a él. Este concepto
de Darwin tan “objetivo” porque se supone que es científico luego
ha vuelto a la sociedad transformado en el llamado “darwinismo
social”, que justifica matanzas de pueblos enteros, y ha vuelto
en la aplicación de políticas eugenistas que pretextan que «sólo
sobreviven los mejor adaptados». También ha instalado la idea
de que nuestro cuerpo es un campo de batalla en donde debemos
vencer a las bacterias y a los virus, y aquella de que la competen-
cia es natural, saludable y necesaria en todos los órdenes de nues-
tra vida. Y esta idea está tan arraigada en nuestra sociedad -como
el capitalismo- que hacer una crítica a la teoría darwinista es una
herejía, aunque haya miles de pruebas científicas que demuestren
los contrario: que la evolución es colaboración y cooperación. (Ver
Sandín, Máximo: Pensar la evolución, pensar la vida. Murcia, Ed.
Crimentales, 2006 y el sitio www.somosbacteriasuvirus.com).

65
cerdos que se criaron en ambientes estériles (libres
de gérmenes) mueren ante la menor exposición al
aire de los establos; para evitarlo le administran a
esos cerdos comprimidos con bacterias coli, a fin de
evitar que sucumban. También se están desarrollando
fármacos en base a gérmenes para poner a personas
vacunadas en contacto con ellos: una irracionalidad
incomprensible.
Actualmente están en aumento las alergias, las
enfermedades autoinmunes (en que se forman anti-
cuerpos contra los propios tejidos, una reacción de
autoagresión por falta de reconocimiento de lo pro-
pio) y diversas enfermedades por debilitamiento
inmunitario. Tal vez al tratar de impedir las enferme-
dades simples de la infancia se produce en el cuer-
po lo que la sobreprotección por parte de padres y
madres produce en los niños: la inseguridad crónica,
la violencia, el miedo a la vida… La inmunidad natural
no ha sido bien comprendida ni está siendo respeta-
da: jugamos a hacerlo mejor que la naturaleza («juga-
mos con cosas que no tienen repuesto», como canta
Joan Manuel Serrat).

66
Las inmunizaciones

«Inmunidad» ante determinados microorganismos


o tóxicos significa que ese microorganismo o tóxico
es incapaz de alterar el normal funcionamiento del
cuerpo.
La inmunización puede ser activa o pasiva. La pasi-
va consiste en administrar anticuerpos previamen-
te producidos por otros seres para una protección
rápida ante la exposición a un germen o tóxico. Es el
clásico «suero», Antes se usaba suero de caballos que
generó muchas reacciones alérgicas (shocks anafilá-
ticos y muertes) y enfermedades del suero. El suero
más «famoso» es el antitetánico, que se suele aplicar
en casos de heridas «tetanígenas», en ausencia de
vacunación antitetánica actualizada.
La inmunización activa consiste en administrar un
antígeno (sustancia o microorganismo extraño) para
que el cuerpo receptor genere la respuesta inmuni-
taria, que consiste en fabricar los anticuerpos especí-
ficos, lo cual lleva tiempo (entre 7 y 14 días). Una de
las consecuencias es la aparición de enfermedades
autoinmunes. Según la biotecnomedicina hegemó-
nica, la inmunización activa puede tener un objetivo
curativo (es el caso de las vacunas antialérgicas) o

67
preventivo de contagios, o bien se lleva a cabo a gran
escala para la erradicación de una enfermedad, como
una medida políticosanitaria supranacional.
Las alergias son respuestas desproporcionadas del
sistema inmmunológico frente a determinados antí-
genos, sustancias o estímulos. El stress inmunitario
y la hiper-estimulación del sistema inmunitario han
provocado el aumento de asma, rinitis, atopía y urti-
carias.
Las vacunas contienen:
- Elementos biológicos: son las sustancias que
corresponden a los gérmenes contra los que se desea
inmunizar: virus vivos atenuados o inactivados, bac-
terias vivas atenuadas o inactivadas, toxinas bacteria-
nas, proteínas antigénicas de virus;
- Adyuvantes: son sustancias que se unen al antí-
geno para aumentar la respuesta inmunológica, es
decir la producción de anticuerpos, ya que se deduce
de esto que el elemento biológico sin el adyuvante tal
vez no logre su cometido; se usa en vacunas hechas
con bacterias muertas, con toxoides y en las nuevas
vacunas sintéticas. En general se trata de hidróxido
de aluminio (una sustancia acusada de ser tóxica). Es
interesante saber que España permite una presencia
máxima de 12 microgramos por mililitro de hidróxi-
do de aluminio en el agua potable mientras que en
algunas vacunas (polio, por ejemplo) hay 500 micro-
gramos por dosis inyectada. Como el aluminio tarda

68
mucho en eliminarse de los tejidos (precisamente
por eso se usa como adyuvante), las patologías aso-
ciadas a su presencia pueden tardar meses o años en
presentarse. Algunas de las patologías asociadas con
su presencia son: tiroiditis de Hashimoto, artritis reu-
matoide, fatiga crónica y fibromialgia (Marín Olmos
op.cit.)
- Conservantes: se usan para asegurar su conser-
vación y estabilidad. Suelen ser derivados mercuria-
les19 de efecto antiséptico («tiomersal»: tiosalicilato
sódico de etilmercurio, presente en las vacunas Triple
bacteriana y Antihepatitis B), antibióticos (la antigri-
pal trivalente contiene sulfato de gentamicina o kana-
micina o neomicina, antibióticos aminoglucósidos que
generan resistencia bacteriana cruzada a otros amino-

19. Sabemos que el mercurio es tóxico, hay una campaña


para eliminar los termómetros con mercurio, para reemplazar las
amalgamas dentales por otros «empastes» odontológicos, incluso
para erradicar los viejos tensiómetros con columna mercurial,
etc.; según la OMS, el mercurio es uno de los diez productos o gru-
pos de productos químicos que plantean especiales problemas de
salud pública, afectando los sistemas nervioso e inmunitario, el
aparato digestivo, la piel y los pulmones, riñones y ojos. Las can-
tidades tope de tiomersal en las vacunas no han sido establecidas
por las autoridades sanitarias. La toxicidad del mercurio está aso-
ciada a enfermedades neurológicas y cáncer. Varios países (Aus-
tralia, España) vacunan a lxs niñxs menores de 5 años con unida-
des libres de mercurio.

69
glucósidos), antifúngicos y lactosa. La vacuna antineu-
mocóccica contiene fenol.
- Concomitantes: se trata de sustancias decla-
radas, como células del cultivo de tejido animal o
humano en el que se cultivaron los agentes biológicos
específicos, gelatina, albúmina humana, glutamato
monosódico y otros.
- Contaminantes no declarados pero que se halla-
ron presentes: gonadotrofina coriónica, virus, tejidos
(alergénicos), proteínas y ADN residuales de células
diploides de abortos humanos en la vacuna contra la
hepatitis A y antirrubeola. Restos de formaldehido
(cancerígeno) dan cuenta del uso de esta sustancia
en los pasos iniciales de la producción de las vacunas.
Ovoalbúmina (proteína de pollo) por su uso en el cul-
tivo de tejido de pollo para la vacuna antigripal.

Algunas de estas sustancias son tóxicas, pero


según los prospectos están autorizadas por la OMS.
En muchos prospectos no figuran más que los ele-
mentos biológicos. La mayoría de los prospectos son
inaccesibles incluso para el propio personal de salud
que vacuna a la población.
La decisión de invertir en vacunas específicas con-
tra determinadas enfermedades (de las cuales muchas
son comunes y no presentan riesgos), como una estra-
tegia universal, es de espectro reducido (se limita a las
enfermedades que se pretende evitar). Una medida de

70
amplio espectro realmente vital consistiría en asegu-
rar las condiciones de vida de la población de modo
tal que no presente riesgos en caso de contraer estas
enfermedades infantiles comunes (que estén bien
nutridos, que en caso de enfermarse, los familiares
puedan inasistir a sus trabajos sin riesgo de perderlos
o generar descuentos salariales para poder cuidar al/
la niñx, que la inasistencia escolar sea contemplada
como necesaria para la recuperación, etc.). Ese amplio
espectro incluye asegurar la provisión universal de
agua potable y la eliminación adecuada de excretas, el
control de posibles tóxicos aéreos por industrias que
suelen contaminar asentamientos cercanos, el control
de emisión de contaminantes electromagnéticos, la
limitación del uso de tecnología contaminante, la pro-
hibición de la producción, distribución y comercializa-
ción de alimentos transgénicos, etc.
El plan de vacunación obligatorio y universal no dis-
crimina según la necesidad de cada niño o niña, sino
que pretende cumplir con una cobertura lo más cercana
posible al 100%. Para cada vacuna existe un porcentaje
sugerido de cobertura que siempre es mayor del 85%.
Pese a que muchos niños podrían no ser vacunados
porque no presentan factores de riesgo para eventua-
les complicaciones, deben recibir las vacunas del calen-
dario escolar debido al concepto de «efecto rebaño» o
«inmunidad colectiva». La idea es la siguiente: si cada
«camada» de niños nacidos en el año presenta una

71
cobertura del 90% (que rara vez se logra), cada año
habrá un 10% de niños no vacunados, es decir «suscep-
tibles» de padecer la enfermedad. A los 5 años se suman
el 10% de cada uno de los 5 años (depende cuántos
nacidos haya en cada año) y cuando la cifra de suscep-
tibles alcanza determinado umbral, se teme que ocurra
un brote epidémico, por «acumulación de susceptibles”;
a éstos se suman las personas vacunadas que debido a
una resistencia individual no han desarrollado los anti-
cuerpos esperables (debido a las características de su
sistema HLA) y aquellas cuyos sistemas inmunológicos
estaban debilitados «por enfermedad o por iatrogenia
(medicación inmuno-depresora)» (sic,) tal como consig-
nan los prospectos de las vacunas, y no pudieron reac-
cionar. Si además hubo migrantes desde provincias o
países en los que las vacunas no son obligatorias (varios
de Europa, por ejemplo), se agregan más susceptibles.
A este grupo deben ir sumándose los vacunados que
fueron perdiendo inmunidad frente a las enfermedades
debido a que las vacunas no generan una inmunidad
permanente como lo hacen las enfermedades natura-
les correspondientes. De este modo, se supone que las
personas vacunadas operan como «rebaños» que prote-
gen a los susceptibles (es decir, a los no vacunados). Sin
embargo este efecto que busca erradicar las enfermeda-
des tendiendo una trampa o barrera inmunológica a los
gérmenes al impedirles llegar a los huéspedes suscepti-
bles requiere las siguientes condiciones:

72
-que el reservorio de ese germen sea exclusiva-
mente humano.
-que la transmisión del germen (contagio) sea exclu-
sivamente interhumana y directa (no a través de un vec-
tor como puede ser un insecto o de otro vehículo).
El problema es que no se llega al porcentaje de
cobertura exigido y que la inmunidad que deja la vacu-
na no es la misma que la que deja la enfermedad natu-
ral. Incluso algunas de las vacunas obligatorias se dan
contra enfermedades que ellas mismas no dejan inmu-
nidad natural duradera (menignococo, haemophilus,
virus gripales, BCG, tétanos). El cálculo matemático
usado para definir la cobertura de cada vacuna con
fines de erradicación no contempla variables geográfi-
cas, demográficas y culturales. Y pocos estudios anali-
zan la eficacia de las vacunas con la metodología cien-
tífica que sustenta su uso. No sabemos en qué medida
el descenso de casos de enfermedades contra las cua-
les se vacuna se debe a las inmunizaciones, a un fenó-
meno natural o a una combinación de factores (entre
los cuales se incluye el subregistro, la dificultad de
diagnosticar enfermedades de baja ocurrencia que las
generaciones jóvenes de médicos nunca conocieron,
etc.). El efecto rebaño es una buena idea para hacerle
trampa a la biología que no se puede llevar a la reali-
dad, pero sustenta la vacunación sistemática, univer-
sal y obligatoria que tranquiliza a las autoridades y a
la población, y pone en marcha múltiples mecanismos

73
y actividades que dan sentido a las diferentes tareas
relacionadas directa o indirectamente con ella. Para
alcanzar la cobertura deseada que evidentemente no
se logra con la vacunación sistemática, universal y
obligatoria se realizan campañas masivas con cierta
frecuencia, a fin de reducir la cifra de susceptibles acu-
mulados, en las que muchxs niñxs reciben dosis vacu-
nales innecesarias hasta para los esquemas oficiales.
En el afán de captar a los no vacunadxs, quienes tienen
sus esquemas completos reciben más de lo previsto.
La pregunta acerca de cuán obligatorio puede ser
un derecho que se supone constituye un satisfactor
para una necesidad, y la pregunta acerca de la nece-
sidad real de recibir vacunas en la naturaleza, son
un dilema. El consentimiento informado en casos de
vacunación no existe. La mayoría de los vacunadores
desconocen las características de las vacunas que apli-
can, no cuentan con los correspondientes prospectos,
o éstos pueden no estar escritos en español, ni cuentan
con instrucciones normatizadas acerca de qué hacer
cuando un/a objetor/a de conciencia solicita un for-
mulario con la información completa sobre las vacu-
nas que recibirá su hijx. Lealtad, obediencia debida y
acción.
Los efectos adversos de las vacunas (EAV) pueden
ser locales o generales, de corto o de largo plazo (que
son los menos estudiados, ya que en la lógica cotidiana
de causa-efecto, el origen algo más lejano en el tiempo ya

74
no se reconoce cuando aparecen síntomas inespecíficos,
y se interpretan en independencia de la vacunación).
Como ejemplo, aportamos los EAV que figuran en
algunos de los prospectos de vacunas consultados:

A) vacuna contra hepatitis A:


-reacciones alérgicas a antibióticos contenidos en
las vacunas, shock anafiláctico, síntomas de enferme-
dad del suero.20
-desmayos «psicógenos».
-pérdida de apetito, irritabilidad.
-cuadros gripales inespecíficos, escalofríos.
-neurológicos: dolor de cabeza, somnolencia, mareos,
hormigueos, trastornos de sensibilidad, convulsiones.

20. La enfermedad del suero es una reacción producida en


contra de las proteínas (que actúan como antígenos) presentes
en el suero administrado. Estos antígenos circulantes inducen la
producción de anticuerpos en su contra, y juntos forman inmuno-
complejos pequeños que persisten en la circulación y se depositan
en diferentes localizaciones, produciendo el daño. Los síntomas
pueden tardar hasta 40 días en aparecer tras la exposición, y pue-
den incluir signos y síntomas comúnmente asociados a reacciones
alérgicas o infecciones, tales como rash cutáneo, artralgia (dolor en
articulaciones), fiebre, linfadenopatías (agrandamiento doloroso de
ganglios linfáticos) y compromiso del estado general. Otros signos
incluyen disminución de la presión arterial o incluso shock, coma,
glomerulonefritis y proteinuria. Puede imitar a una reacción alérgi-
ca inmediata como también una reacción alérgica tardía.

75
(A) Antes de egresar de la TripleViral más una dosis de (I) A los 10 años de la última
maternidad. Doble Viral. vacunación antitetánica.
(B) En los primeras 12 horas (E) Deberán recibir en la pri- (J) A partir de la semana 20 de
de vida. movacunación 2 dosis de gestación.
(C) Si no hubiera recibido el vacunaseparadas al menos (K) Residentes en zonas de
esquema completo deberá por cuatro semanas. riesgo.
completarlo.En caso de tener (F) En cualquier trimestre de la (L) Residentes en zonas de
que iniciarlo: aplicar 1ºdosis, gestación. riesgo. Único refuerzo a los 10
2ºdosis al mes de laprimera (G) Madres de niños menores años de la 1º dosis.
y 3ºdosis a los 6 meses de la a 6 meses que no se vacuna- (M) Residentes o trabajadores
primera. ron durante el embarazo. con riesgo ocupacional en
(D) Si no hubiera recibido dos (H) Personal de salud que atien- zonas de riesgo.
dosis de Triple Viral a una de de niños menores a 1 año.

76
(1) BCG: Tuberculosis (formas Quintuple/pentavalente:Difte- (11) dTpa: (Triple Bacteriana
invasivas) ria, Tétanos, Tos Convulsa, Hep Acelular) Difteria, Tétanos, Tos
(2) HB: Hepatitis B B, Haemophilus influenzae b. Convulsa.
(3) Previene la Meningitis, Aplicar lo que este disponible (12) dT (Doble Bacterinana)
Neumonía y Sepsis por Neu- (6) OPV: (Sabin) Poliomielitis Difteria, Tétanos.
mococo. Oral. (13) VPH: Virus Papiloma Humano,
(4) DTP-HB-Hib: (Quíntuple/ (7 SRP: (Triple viral) Saram- causante del 100% de los casos
Pentavalente) Difteria, Tétanos, pión, Rubeóla, Paperas. de cáncer de cuello de útero.
Tos convulsa, Hep B, Haemo- (8) GRIPE (14) SR: (Doble Viral) Saram-
philus influenzae b (9) HA: Hepatitis A pión, Rubeóla.
(5) Cuádruple DTO-Hib: Dif- (10) DTP: (Triple Bacteriana (15) FA: (Fiebre Amarilla)
teria, Tétanos, Tos convulsa, Acelular) Difteria, Tétanos, Tos (16) FHA: (Fiebre hemorrágica
Haemophilus influenzae b. Convulsa. argentina)

77
-digestivos: diarrea, nauseas, vómitos.
-dérmicos: eccema, prurito.
-musculoesqueléticos: dolores musculares, anqui-
losamiento, dolores articulares.
-locales muy frecuentes (en el sitio de inyección):
dolor y enrojecimiento, hinchazón y calor local,
edema angioneurótico, urticaria, eritema multiforme.
-circulatorios: vasculitis.

B) Triple bacteriana:
-en el punto de inyección: dolor, hinchazón y erite-
ma frecuentes, hematomas y abscesos estériles.
-reacciones generales: fiebre, dolor de cabeza,
náuseas, diarrea, vómitos, inapetencia, erupción
cutánea, dolor corporal y debilidad muscular, dolo-
res articulares e inflamación, cansancio, escalofríos,
inflamación de ganglios axilares, reacción de hiper-
sensibilidad anafiláctica, trastornos de sensibilidad
(parestesias, hipoestesias), neurológicos (síndrome
de Guillan Barré,21 neuritis braquial, parálisis facial,

21. El síndrome de Guillain-Barré es un trastorno neuro-


lógico de origen autoinmune, que afecta los nervios perifé-
ricos pero también al cerebro; por una reacción inmunitaria
el cuerpo genera anticuerpos contra la mielina (a la que con-
sidera erróneamente un antígeno) que recubre los axones de
las neuronas. La mielina es la capa aislante que recubre los
nervios. Cuando esto sucede, los nervios no pueden enviar las
señales de forma eficaz, los músculos pierden su capacidad de

78
convulsiones, síncope, mielitis), miocarditis, urtica-
ria, prurito, miositis, espasmo muscular.

C) Vacuna contra el HPV (cuatro cepas del papilo-


mavirus humano),22 los efectos que figuran en el pros-
pecto que entrega el laboratorio a los hospitales son:
-a nivel del sitio de inyección: dolor, hinchazón, erite-
ma, hematoma, prurito.
-a nivel general: fiebre.
Efectos informados espontáneamente por la pobla-
ción vacunada:

responder a las órdenes del encéfalo (produciendo una paráli-


sis fláccida) y éste recibe menos señales sensoriales del resto
del cuerpo, afectando la capacidad de sentir calor, dolor y otras
sensaciones, además de paralizar progresivamente varios mús-
culos del cuerpo.
22. HPV se denomina a una cantidad de virus ADN (las fuen-
tes citan entre 70 y más de 100 tipos) que provocan diversos
tipos de reacciones, en piel y/o mucosas o bien no dan síntomas.
La información acerca de cuáles de los serotipos son canceríge-
nos es confusa, pero aparentemente se relaciona a 14 de ellos
con la generación de cáncer de cuello uterino. De ellos, los tipos
16 y 18 aparecen asociados al 70% de los casos de cáncer de
cuello. La vacuna tetravalente usada contiene las cepas 6 y 11
(de bajo riesgo, generadora de verrugas) y la 16 y 18 (de alto)
asociación estadística con cáncer genital. Una misma población
en ocasiones recibe la vacuna tetravalente y la bivalente, porque
la provisión es insuficiente de una y otra. La bivalente contiene
cepas 16 y 18.

79
-en sangre: púrpura trombocitopénica, linfadenopa-
tía (inflamación de ganglios).
-en sistema nervioso: encefalomielitis disemina-
da difusa, mareos, síndrome de Guillan Barré, dolor de
cabeza, síncope a veces acompañado de movimientos
tónico-clónicos.
-digestivos: náuseas y vómitos.
-musculoesqueléticos: dolores musculares y articulares.
-generales: astenia, fatiga, escalofríos, malestar general.
-inmunitarias: reacciones anafilácticas, broncoespas-
mo y urticaria.

Los efectos adversos de largo plazo no figuran en


prospecto alguno.
Cuando se presentan efectos adversos, el personal
sanitario que diagnostica el «efecto secundario» debe
llenar una planilla para elevar al ANMAT (Administra-
ción Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecno-
logía Médica), órgano controlador de drogas y tecno-
logía médica; sin embargo en general esto no ocurre,
sea por falta de planillas, de información acerca de
este trámite considerado más bien administrativo, por
pereza, por falta de tiempo, por burocratización de
estos pasos, por darle poca importancia, o por resul-
tar auto incriminatorio; de este modo no llegan los
reportes, y cuando llegan se tergiversan: por ejemplo,
se anota «parálisis fláccida no polio” postvacunal.

80
Las enfermedades comunes
de la infancia

Suena casi herético, pero sostengo que a tra-


vés de las enfermedades de la niñez un niño
en definitiva se torna más sano.
Dr. Hermann Stellmann

El plan de vacunación incluye sobre todo vacunas con


las que se pretende evitar las enfermedades comu-
nes de la infancia. La «inmunización en el patio» la
experiencia inmunitaria natural frente a gérmenes
del medio ambiente está desapareciendo, al tiempo
que hay estudios que muestran que un porcentaje
elevado de enfermos de cáncer no habían atravesado
enfermedades comunes de la infancia. Tal vez se deba
a que las enfermedades de la infancia sean las gran-
des maestras en la escuela del sistema inmunitario.
Parece ser importante haber atravesado estas
enfermedades inocuas en la etapa adecuada, que es
la primera infancia. Las posibles complicaciones del
sarampión, las paperas, la rubéola, la tos convulsa y
demás tienen más bien que ver con estados vulnera-
bles (desnutrición, falta de cuidados durante su enfer-
medad, estados patológicos preexistentes).

81
Las campañas masivas de vacunación contra las
enfermedades infantiles clásicas no suelen alcanzar
las coberturas buscadas por las autoridades sanita-
rias en su afán por erradicar enfermedades que en
su mayoría son inocuas. Se interviene de este modo
artificialmente en la relación ser humano-virus, con
consecuencias impredecibles, según el Dr. Albonico. El
caso de la varicela muestra que haberla padecido pro-
tege de sufrir más adelante el herpes zoster (culebri-
lla). La vacuna interrumpe este proceso natural y hay
más casos de herpes zoster que antes de que se haya
generalizado la vacunación correspondiente.
La falta de uso de los procesos fisiológicos atrofia
el sistema inmune, como todos los órganos que no se
usan («la función hace al órgano»).
Lxs niñxs que cursan una enfermedad febril de la
infancia deben guardar cama (pese al costo que puede
provocarle a sus progenitores si faltan a su trabajo, o
si comete ausentismo escolar). Deben tomar líquidos,
evitar la hiperestimulación sensorial y recibir acom-
pañamiento por parte de sus familiares. Si esto es
posible, en un clima de confianza y seguridad, los pro-
genitores pueden cuidar al/a niñx y vivenciar momen-
tos de intimidad segurizante y empática que la vacuna
si realmente es efectiva impide. También es expresión
de un acontecer espiritual: las experiencias límite
generan entre quienes las atraviesan juntos un víncu-
lo permanente de confianza, gratitud, complicidad y

82
compromiso. Las enfermedades son pausas en la vida
cotidiana que permiten una fase de introversión para
preparar el próximo paso evolutivo. Es la oportuni-
dad de volver a vivenciar el contacto físico que tal vez
faltó antes, recibir atención y contención maternas,
hacer una pausa. Hay niñxs que salen de estos proce-
sos curados de síntomas psicológicos indeterminados.
Para madres y padres, estas enfermedades comunes
son también experiencias fuertes que les permiten
actualizar sus roles de cuidadores, y descubrir sus
propias fuerzas y capacidades insospechadas. Las
vivencias profundas que no se suelen vivir en el diario
trajinar enriquecen espiritual y psicológicamente.
El atravesar y curar estas enfermedades, como
ocurrió durante milenios, o bien impedir que ellas
ocurran mediante la interferencia vacunal, tiene con-
secuencias de largo plazo en el sistema inmunitario
de cada niño o niña, en su relación futura con gérme-
nes convivientes y en el destino de ese ser humano en
todas sus dimensiones.

83
En primera persona

¿Qué sabemos los médicos que indicamos vacunas


acerca de las inmunizaciones? Quienes solemos indi-
car vacunas somos médicos generales, médicos de
familia y pediatras que atendemos en consultorios
externos ambulatorios y también, en algunos casos,
en internaciones. La formación que recibimos en el
postgrado respecto a las vacunas además de la propia
de nuestra especialidad es muy diversa y asistemáti-
ca, y en ocasiones ausente.
La dinámica de nuestro trabajo suele dejarnos tiem-
po escaso para continuar capacitándonos, sobre todo
cuando se trata de una especialidad tan amplia y gene-
ral como lo es la clínica en niñxs. Por otra parte, salvo
que instituciones estatales organicen y lleven a cabo
capacitaciones PAI («programa ampliado de inmuni-
zaciones»), cuyos destinatarios suelen ser médicos en
formación, hay pocas oportunidades de actualizar el
tema. Simplemente recibimos de las autoridades sani-
tarias encargadas de inmunizaciones las normas de
procedimientos que incluyen las indicaciones y algún
material bibliográfico que a veces consultamos (en
general cuando ocurre algo inesperado o infrecuente o
cuando se nos plantean dudas), y confiamos en que lxs

84
vacunadorxs (enfermerxs y agentes sanitarixs) saben
mejor lo que deben hacer que nosotrxs.
¿Es posible que lxs médicxs tengamos tan poca
información? Si, por las razones expuestas, por la falta
de tiempo que la vorágine asistencial produce, porque
hay otrxs que se ocupan del tema y hay tantos otros
temas en los cuales solo el médicx debe tomar deci-
siones, porque el médicx está incluidx junto con otrxs
(enfermerx, agente sanitarix, personal administrati-
vo, depósito de vacunas, farmacia, área de transpor-
tes hospitalarios, área de residuos biológicos, área de
mantenimiento para la cadena de frío, área de com-
pras, de suministros, de coordinaciones, de inmuniza-
ciones en el más alto nivel provincial y nacional, etc.)
dentro de un proceso laboral complejo mayor, más o
menos aceitado, más o menos conocido, en donde cada
cual confía o cree que los demás hacen lo que deben
hacer y si algo sale mal, no habrá responsables porque
se difumina toda responsabilidad23 y porque se confía

23. Un cuento al respecto: «Érase una vez cuatro indivi-


duos, TODOS, ALGUIEN, NADIE y CUALQUIERA. Había un traba-
jo importante para hacer. TODOS tenían que hacerlo, pero no se
preocupaban porque estaban seguros de que ALGUIEN lo haría.
En realidad CUALQUIERA podía haberlo hecho pero finalmente
NADIE lo hizo. Cuando NADIE lo hizo, ALGUIEN se puso nervio-
so porque TODOS tenían el deber de hacerlo. Al final de cuentas
TODOS culparon a ALGUIEN cuando NADIE hizo lo que CUAL-
QUIERA podría haber hecho».

85
en que alguien, más arriba, sabe más que uno y va a
avisar si hay algo que valga la pena saber o rever.
¿Por qué lxs médicxs no cuestionamos nuestras
propias prácticas? Porque falta tiempo material para
reunirse con otrxs a realizar una revisión crítica de las
prácticas, ya que estas actividades no se consideran
prioritarias en las instituciones sanitarias. Lxs mismxs
profesionales que no hemos tenido experiencias en la
universidad ni en nuestra formación de postgrado de
contar con espacios de reflexión consideramos que las
reuniones son «pérdida de tiempo», y preferimos aten-
der pacientes antes que frenar la vorágine laboral para
darnos a la tarea de revisar lo que hacemos, con quién,
para quién y cómo lo hacemos. Para que los espacios
de revisión de la práctica sean fructíferos, nutricios
y enriquecedores, deberían ser interdisciplinarios e
incluir a todxs lxs trabajadorxs que están involucra-
dxs con el mismo tema, en este caso la vacunación. Acá
nos topamos con una dificultad, ya que la tarea no sólo
convoca a diferentes disciplinas, sino a distintos tipos
de trabajadorxs (profesionales, técnicxs, personal sin
escuela secundaria, personal auxiliar, etc.), por lo que
la visión de cada sector, y su lenguaje, muchas veces
constituyen obstáculos que no se desean sortear. En la
organización jerárquica de las instituciones, este tipo
de actividad «democratizante» y crítica es vivenciada
como amenazante y, finalmente, cada sector prefie-
re no mezclarse con los demás. Da menos trabajo, es

86
menos riesgoso, quedamos menos expuestxs, y en
lugar de realizar acuerdos, preferimos que alguien nos
de las órdenes y se haga responsable de haberlas emi-
tido. Si todo sale bien, mejor. Si algo sale mal, estamos
todxs o nadie involucradxs, pero quien dio la orden se
hace cargo. El mismo modelo autoritario que vivimos
desde hace tanto tiempo en la sociedad (dictaduras
de todo tipo) es sostenido, lamentablemente, por las
mismas personas que lo padecemos. Es más fácil des-
responsabilizarse en el autoritarismo y, victimizarse,
que asumir una visión crítica, consciente, despierta,
curiosa y abierta al diálogo con otrxs tan distintos con
los que se comparte la tarea y que tanto tienen para
compartir.24 ¡Ni pensar en incluir en los equipos inter-
disciplinarios de trabajo y reflexión autocrítica sobre
la tarea a usuarixs de nuestros servicios! ¡No estamos
en Cuba, donde los pases de sala de las internaciones
incluyen la opinión de las personas internadas!
¿Qué pasa si un miembro del equipo de salud pone
en duda la seguridad, inocuidad o utilidad de las vacu-
nas? Como en cualquier ámbito social, la persona dife-
rente es disonante, incómoda y amenaza el statu quo,
es decir el equilibrio, incluso si es un equilibrio basado
en falacias o hipocresías. Cuando no existen posibilidad

24. Recomendamos leer los trabajos de Elena de la Aldea y de


Alicia Stolkiner acerca de interdisciplina que se pueden encontrar
en Internet.

87
o espacios para elaborar consensos, el disenso pone
en peligro al sistema y éste prefiere excluir a quien lo
cuestiona. La exclusión de un/a integrante de cual-
quier sistema social (institución, familia, vecindario,
país, etc.) arroja al/la excluidx (al/la diferente señaladx
como amenazadorx) a la oscuridad de la inexistencia
social, gregaria. Al dejar de pertenecer al colectivo que
lo expulsa, ese ser deja de tener entidad de integrante
e identidad. Los griegos consideraban al exilio como la
pena máxima, más costosa, que se podía padecer. Un
médicx que se anima a ser diferente, a interrogarse e
interrogar, a preguntar ¿por qué? o ¿por qué no? sabe
que será discriminadx, señaladx, descalificadx y opor-
tunamente castigadx por no adherir a rajatabla con la
consigna militar de la «obediencia debida». Esto expli-
ca por qué lxs médicxs que cuestionan ciertas prácticas
o proponen prácticas diferentes deben retirarse de las
instituciones que sostienen el modelo médico hegemó-
nico biotecnológico. Caso contrario, enferman grave-
mente. Pocxs resisten el hostigamiento, con altos costos
personales (como el Dr. Andrés Carrasco, el Dr. Andrew
Wakefield, la enfermera Rene Caisse, etc.).25

25. Andrés Carrasco (1946- 2014, Argentina), biólogo mole-


cular, fue presidente el CONICET, Jefe de Laboratorio de Embriolo-
gía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires
(UBA). Investigó y confirmó los efectos devastadores del Glifosa-
to usado en cultivos transgénicos, ingrediente en los pesticidas

88
¿Quién define los programas de estudios de la
carrera de medicina? En el pregrado (en la universi-
dad), los programas de estudios son decididos por las
autoridades, entre las cuales no se encuentran repre-
sentantes de los estudiantes o de los usuarios del
servicio para el cual se están formando los médicos.
Es más, suelen intervenir laboratorios farmacéuticos
e investigadores que son pagados por el Estado. De
modo que no es casual que por ejemplo se haya elimi-
nado en la década del 20 la cátedra de fitofarmacología

Roundup de Monsanto. Participó de las denuncias colectivas,


acompañando a los pueblos fumigados. Cuestionó la connivencia
de los científicos con las corporaciones monopólicas ecocidas.
Andrew Jeremy Wakefield (1957) médico investigador britá-
nico que fue perseguido por Publicar en la revista científica The
Lancet un informe acerca de 12 niñxs que presentaron trastornos
intestinales y del espectro autista luego de recibir la vacuna Tri-
ple Viral (MMR según siglas en inglés), en 1998. El breve reporte
agregaba que se necesitarían estudios posteriores para poder vin-
cular los trastornos con la vacuna. Propuso el uso de una vacuna
monovalente contra el sarampión en reemplazo de la triple viral
que considera peligrosa Ver http://noticiasdeabajo.wordpress.
com/2013/05/11/novedades-en-torno-al-dr-andrew-wakefield-
la-cuestion-de-las-vacunas/.
Rene Caisse (Canadá, 1888-1978) desarrolló un preparado
con plantas a partir de una receta de un «anciano médico indio»
canadiense, para tratar el cáncer; fue apoyada por varios médicos
desde 1920 dados los resultados sorprendentes del «Essiac», pero
varias veces intentaron arrestarla y sufrió persecuciones.

89
en la Facultad de Medicina de la UBA, y que Historia de
la Medicina sea una materia optativa, o que en una de
las cátedras de Histología se hayan investigado estrate-
gias de esterilización humana bajo el título «fertilidad
(y factores que la alteran)» en la década de 1970. Hay
facultades de medicina (por ejemplo en Mendoza) que
incluyen materias relacionadas con el aspecto comer-
cial de la práctica (marketing, economía, etc.).
Según la antropóloga Robbie Davis Floyd, la forma-
ción universitaria es un «ritual de pasaje»: se entra a
la universidad siendo unx y se sale siendo otrx. Hoy
diríamos que nos formatean, para cumplir con el rol
deseado por quienes diseñan las carreras y aportan
permanentemente al tipo de ejercicio profesional
imperante: reemplazar el contacto humano con el
padeciente por una intermediación tecnológica, soli-
citar muchos estudios y prescribir medicamentos
que supriman las señales del padecimiento, y aporten
casuística acerca de efectos adversos en los países del
tercer mundo. Una tropa adiestrada para sostener los
intereses comerciales de la industria farmacéutica y
tecnológica sin considerar sus riesgos.
Un último aspecto importante tiene que ver con el
paradigma de la simplicidad que impera en el pensa-
miento y la práctica médica, en medio de un mundo
complejo y diverso. Resulta incluso peligrosa la sim-
plificación de los resultados estadísticos: los modelos
matemáticos son tomados como palabra santa, y sue-

90
len confundirse los términos «asociación estadística»
(o correlación) con «relación causa-efecto» (o relación
causal). Estos equívocos nos pueden llevar a caminos
erráticos y dañinos.26
¿Qué pasa con las vacunadoras? Tanto lxs enfer-
merxs como lxs agentes sanitarixs autorizadxs a
vacunar en el medio rural somos instruidxs periódi-
camente para llevar a cabo la vacunación según las
actualizaciones de las normas de procedimientos, y se
realiza un seguimiento mensual de las actividades: se
registran las temperaturas de las heladeras que guar-
dan las vacunas al menos 2 veces por día para asegu-
rar el cumplimiento de la cadena de frío, se contro-
lan las planillas de vacunas aplicadas y se comparan
con las planillas que dan cuenta del movimiento del
stock de vacunas que recibe cada vacunatorio, y cada
vez que se vacuna, el personal debe completar el car-
net de vacunación de cada niño o niña y la carpeta en
que quedan asentadas las dosis aplicadas así como
sus historias clínicas. El gran objetivo de llegar a una
cobertura cercana al 100% -incluso visitando casa por

26. La clásica confusión deriva en conclusiones como que «el


analfabetismo es un factor de riesgo para la embarazada», con lo
cual se determina un «control de embarazo» diferente y se agrega
estigmatización, prejuicio y maltrato a la atención de poblaciones
que no han tenido acceso a la escolaridad, por ejemplo rurales. Se
medicaliza una situación social injusta, producto de la explotación
y exclusión social, sin abordar esa injusticia.

91
casa para vacunar a quienes no alcanzaron a ser vacu-
nados- se transforma en una de las actividades para-
digmáticas de la enfermería, una verdadera Cruzada
contra bacterias y virus, un trajinar meticuloso que
como casi toda la atención actualmente se fue buro-
cratizando cada vez más: los papeles deben mostrar
su eficiencia, los números deben cerrar como en una
cuenta bancaria: no puede haber saldo ni faltante.
Lxs enfermerxs vivenciamos nuestra profesión de
diferentes modos posibles: como una de las pocas posi-
bilidades de estudio para conseguir un trabajo remu-
nerado, como una alternativa más rápida y barata que
el estudio de medicina que subyace en el fondo de los
deseos, o como la materialización de la filantropía y el
servicio a lxs demás. De aquí pasamos inmediatamen-
te al rol de «salvador ante las catástrofes», a nuestra
tarea heroica donde “el fin justifica los medios”, ya que
“mientras hay vida hay esperanza», y como buenxs
samaritanxs sabemos qué necesitan los demás. Cumpli-
mos indicaciones médicas confundiéndolas con órde-
nes cuasi militares, como si se tratara de «obediencia
debida”, sin reflexión critica ni dudas acerca de lo que
hacemos día a día y sus consecuencias, al tiempo que
simultáneamente vamos creando resentimiento contra
lxs médicxs por su prestigio, su sueldo, su lugar privi-
legiado de poder dentro de la jerarquía sanitaria y la
escala social general. Cuando tenemos iniciativa propia
y cuestionamos lo dado, somos vistxs como conflictivxs.

92
Nos preguntamos

¿Qué le pido al cuerpo que haga cuando lo vacuno?


¿Por qué lxs vacunadxs tienen 5 veces más enfer-
medades crónicas que lxs no vacunadxs?
¿Por qué Bill Gates dice que con las vacunas se
logra reducir en un 15% la población mundial? ¿Y él
que tiene que ver con esto? ¿Será por la fundación que
paga vacunaciones en la India?
¿Puede la presencia de gonadotrofina coriónica en
las vacunas provocar la infertilidad definitiva de las
mujeres vacunadas por producción de anticuerpos
anti-gonadotrofina?
¿Puede ser que la vacunación obligatoria tenga
que ver con contar con un mercado cautivo pagado
por el Estado?
¿Qué hay de cierto acerca de los microchip en las
vacunas para manejar las emociones y ubicar la gente
como con un GPS? ¿O es un delirio de ciencia ficción?
Si existen vacunas libres de mercurio que se apli-
can en algunos países a menores de 5 años, ¿por qué
no se eliminan las vacunas con tiomersal?
¿Por qué son tan difíciles de conseguir los pros-
pectos de las vacunas sistemáticas obligatorias,

93
incluso para el propio personal sanitario, tanto el que
las aplica como el que las supervisa?
¿Podemos solicitar el consentimiento informado
solicitando se cumpla con el Artículo 42 de la Consti-
tución Nacional?27 ¿Y la Ley 26529, que es la ley de los
derechos de los pacientes en su relación con los profe-
sionales e instituciones médicas?
¿Rechazar las vacunas también es un derecho humano?
¿Es inocuo o puede ser nocivo inyectar elementos
extraños a los recién nacidos, que tienen sus sistemas
inmunes vírgenes, sus sistemas nerviosos no total-
mente desarrollados?

27. El Artículo 42 de la Constitución Nacional dice:


Los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen
derecho, en la relación de consumo, a la protección de su salud,
seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y
veraz; a la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo
y digno.
Las autoridades proveerán a la protección de esos derechos,
a la educación para el consumo, a la defensa de la competencia
contra toda forma de distorsión de los mercados, al control de los
monopolios naturales y legales, al de la calidad y eficiencia de los
servicios públicos, y a la constitución de asociaciones de consumi-
dores y de usuarios.
La legislación establecerá procedimientos eficaces para la
prevención y solución de conflictos, y los marcos regulatorios de
los servicios públicos de competencia nacional, previendo la nece-
saria participación de las asociaciones de consumidores y usua-
rios y de las provincias interesadas, en los organismos de control.

94
¿Se cumple con el precepto hipocrático de «Pri-
mum non nocere» (en primer lugar no dañar?
¿Es cierto que las vacunas disminuyen la inmuni-
dad celular (encargada de afrontar a gérmenes patóge-
nos y células cancerígenas) y aumentan la inmunidad
humoral (alergias, enfermedades autoinmunitarias)?
¿Es cierto que hay 13 veces más cáncer de cerebro
en hijos de mujeres vacunadas contra la polio (por
proteínas SV40)?
¿Puede ser que la vacunación constituya un nego-
cio parecido al de las guerras?
Según esta lógica, la destrucción es lucrativa en
tanto se usan armas, y la reconstrucción también lo
es; las vacunas serían lucrativas y el tratamiento de
sus consecuencias también.
¿Por qué no se difunde que en Europa se quitó
la obligatoriedad porque morían más personas por
vacunas que por las enfermedades que se pretende
evitar?
¿Es posible que las autoridades adhieran a la idea
o creencia de que la mejora en la salud poblacional
(disminución de epidemias) se debe a las vacunas,
excluyendo otros factores que contribuyen a las enfer-
medades, como las condiciones de vida (agua potable,
tratamiento de basuras y excretas, alimentación, hábi-
tat saludable, condiciones laborales, etc.)?
¿Es ético usar animales de laboratorio para rea-
lizar experimentos, siendo que Francisco Varela, de

95
Chile, demostró que la investigación biológica puede
realizarse sin matar animales? Millones de monos
Rhesus fueron aniquilados para usar sus riñones a
fin de desarrollar cultivos víricos en ellos (ver Marin
Olmos Op. Cit.).
¿Las medidas sanitarias de «amplio espectro»
(agua potable, eliminación adecuada de excretas, etc.)
son más caras o más baratas que las vacunas?
¿Son más efectivas o no?
¿Qué enfermedades son realmente tan peligrosas
que se las debe evitar? ¿Cuán peligrosa es la conviven-
cia con esos gérmenes que se pretende desterrar en
relación con nuestro modo de vida artificial?
¿Quién establece que las vacunas son seguras y
efectivas, además de los propios fabricantes y los
organismos de los Estados que compran esas vacu-
nas?
¿Se puede reducir el esquema vacunal obligatorio
al mínimo imprescindible?
¿Por qué no existe el consentimiento informado
para la aplicación de vacunas?
¿Por qué obligar a percibir un derecho?

La vacunación sistemática es aparentemente insu-


ficiente para lograr el objetivo de la inmunidad colec-
tiva (efecto rebaño) y requiere de campañas masivas
periódicas; así y todo no ha logrado eliminar la circula-
ción humana de gérmenes supuestamente peligrosos.

96
Entonces ¿tiene sentido sanitario seguir vacunan-
do? ¿O se trata más bien de un rito de pasaje por el
cual todxs nos convertimos desde recién nacidxs en
ciudadanxs obedientes y sumisxs? ¿Por qué entonces
es obligatorio?
¿Qué criterios usan los Estados para incorporar o
eliminar esta o aquella vacuna del calendario? ¿Por
qué hace años que no está en los calendarios euro-
peos y norteamericanos la BCG? ¿Por qué en esos
calendarios tampoco está la del HPV, cómo aquí?
¿A qué le tenemos miedo? ¿Por qué no tenemos
miedo al aluminio, al autismo, al mercurio, al pin-
chazo? ¿Por qué sentimos miedo si no vacunamos?
¿Miedo a que enfermen nuestrxs hijxs? ¿Miedo de
quedarnos afuera del «sentido común», o de la escue-
la? ¿Miedo de empezar a desconfiar de una estructura
tan segura como es el Estado? ¿Miedo de estar contri-
buyendo a la generación de una epidemia?
¿Por qué algunxs investigadorxs en vacunas tienen
miedo a dar a conocer información acerca de los pro-
blemas que generan las vacunas?
¿Es posible que la industria farmacéutica haya ele-
gido nuestros cuerpos como nuevo mercado lucrativo
como denuncia el Dr. Rath en www.cr-rath-founda-
tion.org?

97
¿Qué hacemos lxs «usuarixs»?

Si tratamos humildemente de obtener la


ayuda necesaria de la misma naturaleza que
nos engendró, encontraremos claves biológi-
cas para resolver de inmediato nuestros pro-
blemas más importantes
E. Sahtouris

Muchas familias a cuyxs hijxs les «tocan las vacunas»,


sabemos que los equipos de salud cumplen normas
dictadas por sus autoridades, confiando en que tie-
nen fundamento científico probado y que cumplen
con los criterios de las buenas prácticas.
¿Qué les pasa a los equipos de salud? Ellos inte-
gran un sistema laboral al cual permanecen leales. El
sistema les ofrece continencia, identidad, pertenencia,
sueldo, trabajo seguro, seguridad social, equipos de
trabajo y prestigio. Y el riesgo que se corre al poner
en duda las normas de procedimientos, las prácticas y
los lineamientos del sistema es la exclusión. Tal como
ocurre en los sistemas familiares, la exclusión impli-
ca la pérdida de todas las seguridades mencionadas,
el exilio, la despersonalización, la pérdida de sentido.
Uno de los golpes más graves. Pero pocxs tienen la
disposición de reflexionar críticamente acerca de sus
propias prácticas, problematizar en conjunto y buscar

98
información completa. Falta de tiempo, falta de acce-
so, falta de crítica, lealtad ciega, sumisión cómoda,
obediencia debida, pereza intelectual, miedo a lo que
pueda descubrirse y que requiera un conflicto que
está, en general, mal visto.
Pero a nosotrxs, usuarixs, destinatarixs, «ciuda-
danxs» ¿qué nos pasa? Desconocemos todo acerca de
muchos temas que manejan los expertos, delegamos
en ellos el saber y el hacer, creyendo y confiando en
su honestidad, conocimiento y pericia. No ponemos
siquiera en duda los mensajes del sistema sanitario,
al cual recurrimos por otra parte cuando sentimos
que lo necesitamos, y lo hacemos en general volun-
tariamente. ¿Somos sumisxs? ¿excesivamente confia-
dxs? ¿indolentes? ¿acríticxs? ¿miedosxs? ¿perezosxs?
¿ingenuxs?
Si alguien pone en duda los beneficios de la vacu-
nación, necesita informarse. La información está esca-
samente disponible, incluso para los mismos agentes
de salud. No todxs tenemos acceso a internet, o la
habilidad para manejarla. No todxs entendemos lo que
hay para leer, en jerga biotecnomédica. Y la informa-
ción compromete, pica y arde en nuestras conciencias.
No todxs tenemos las fuerzas de cuestionar las
prácticas hegemónicas con los costos que ello implica
(dificultades con el/la pediatra, discusiones con el/a
enfermerx, reproches de los familiares, judicialización
por parte del hospital con la amenaza de intervención

99
de defensores de menores, etc.). Algunas familias
optan por falsificar los carnets para evitar conflictos,
otros por mantener en la clandestinidad el hecho de
no haber vacunado a sus hijos e hijas. Por último, para
muchas familias es más fácil ignorar de qué se trata
eso tan complicado que «ofrece la ciencia» y se apli-
ca en el vacunatorio, confiando en que los expertos
saben lo que hacen, que entrar en problemas. Es más
fácil negar, es más cómodo no ver ni oír, aunque luego
las pesadillas nos asalten de noche.
¿Y el saber de las madres? ¿Nuestras intuicio-
nes? ¿Nuestra angustia cuando lloran los bebés al ser
«reducidxs» inmovilizadxs para el pinchazo, sin previo
aviso ni explicación alguna, sin pedir permiso? Hemos
desoído nuestras voces interiores, nuestras percepcio-
nes, nuestra empatía profunda con nuestrxs hijxs, que
han cedido frente al saber médico, porque la sociedad
toda ha impuesto en quién delegar el saber y el poder
sobre nuestros cuerpos. O estamos convencidxs de
que es necesario cumplir con las prácticas médicas o
bien en un rapto de inconsciencia o de miedo a la auto-
ridad, estamos dispuestxs a entregar a nuestrx bebé
para una práctica dolorosa, pero además de efecto
dudoso, «por su propio bien». No hay otros mamíferos
capaces de entregar sus crías. ¿Qué nos pasó?
Cuando tenemos miedo frente a un estado terro-
rista totalitario o frente a un germen peligroso y
amenazador o frente a un estado controlador disfra-

100
zado de paternalista, nos sentimos vulnerables, nos
victimizamxs y elegimos el lugar de la sumisión y la
obediencia. Cedemos nuestra capacidad de decisión y
nuestra responsabilidad y las delegamos en las auto-
ridades sanitarias, paternalistas o dictatoriales. De
algún modo decidimos infantilizarnos, sin reparar en
que nos estamos volviendo cómplices.
A esto se agregan los mensajes culpógenos («si no
lo vacuna y le pasa algo…” o peor: “si decide no vacu-
nar a su hijx no lx traiga más a este consultorio») que
también chantajean.
Tal vez podamos animarnos a reunir información,
reflexionar, y decidir tomar el camino que sea, pero
con consciencia y responsabilidad, en coherencia con
la propia cosmovisión familiar y comunitaria y con la
confianza en una crianza saludable. Pasaríamos de ser
ciudadanxs obedientes y sumisos a ser cuidadanxs28
responsables y conscientes. Depende de cada unx de
nosotrxs decidir qué hacer.

28. Cuidadanía: neologismo propuesto por la socióloga espa-


ñola Isabel Aler como recreación del lenguaje para resignificar
el rol de las personas. Es la capacidad colectiva de cuidar la vida;
nace del respeto y la autoestima, implica amor y empatía y crea
relaciones sociales de cuidado. En cambio «ciudadanía» pretende
descontextualizar a los «individuos» y seducirlos con promesas
de libertades individuales de consumo y «derechos», negando el
entramado social humano de interdependencia que implica cola-
boración, cooperación y ayuda mutua.

101
El poder está en nosotrxs

En un sistema vivo el conservadurismo debe


equilibrarse mediante una saludable contro-
versia
E. Sathouris

Todos los sistemas gaianos están permanen-


temente ocupados en resolver su cooperación,
más allá de sus intereses conflictivos, en elabo-
rar sus acuerdos a través de la diversidad
J. Lovelock

Salvemos al planeta» suena omnipotente y


tonto, ya que Gaia se salvará con o sin nosotros
y no necesita consejos ni ayuda para adminis-
trarse
E. Sathouris

Si nos alejamos de la Tierra y volvemos a acercarnos,


tal vez lleguemos a la conclusión de que lxs humanxs
estamos profundamente enfermos. Nuestro compor-
tamiento está en disonancia con la vida que fluye
en Gaia y la pone en peligro. Llamamos «progreso»
y «desarrollo» a la destrucción del equilibrio gaiano
que autorregula la vida. Creemos saber mucho (acu-
mulamos datos, información, conocimientos) pero
comprendemos muy poco. La diferencia entre saber
y comprender, según Max Neef, es que para saber
(o conocer) nos hemos separado de lo examinado a

102
fin de lograr objetividad científica (¿Cómo podemos
separarnos de aquello de lo cual formamos parte en
la holarquía?), mientras que para comprender sim-
plemente nos debemos integrar (o permanecer inte-
grados, religados con aquello de lo cual formamos
parte desde un inicio) a aquello que estamos exami-
nando o deseando comprender (comprensión que
tienen los pueblos originarios, de quienes tenemos
mucho que aprender).
La propuesta es comenzar a mirar con otros ojos,
almendrar la mirada, en palabras de Jesús Sepúlveda,
corrernos de nuestro lugar de espectadores al lugar
que nos es propio dentro del «jardín de las peculiari-
dades»29: ser parte humilde y respetuosa de la mara-
villosa experiencia danzante de la vida en Gaia, cuyo
centro no somos nosotrxs sino el universo mismo.
Hacernos cargo requiere recuperar el deseo, que
es pulsión de vida. La abolición del deseo ha sido un
crimen perfecto: nos hemos desconectado de nues-
tra madre naturaleza y de nuestra propia naturaleza,
de nuestros cuerpos como primer territorio de vida;
nos hemos desresponsabilizado de nuestros actos
desde una anestesia emocional que nos impide detec-
tar nuestros deseos. No sabemos lo que es verdade-
ramente bueno para nosotros, pero aceptamos lo que
nos dicen que es bueno. Pero lo que se dirige contra

29. El jardín de las peculiaridades, Jesús Sepúlveda.

103
la vida no puede tener la potencia de un deseo. Mal
podemos saber lo que necesitamos si nunca lo hemos
tenido, ya que desde nuestro nacimiento hemos care-
cido del amor primordial, del abrazo prolongado de
la madre, del pecho tibio disponible. Ante la caren-
cia inicial, la cultura propone «consuelos culturales»
(como dice John Zerzan), sucedáneos para calmar la
angustia, falsos satisfactores (según Max Neef) de las
necesidades del ser.
La abuela Margarita, una curadora maya de Méxi-
co, dice que al nacer se puede ir por el camino de la
confianza o por el del miedo. Son incompatibles entre
sí. Y el de la confianza es el camino del amor.30
La salud está dentro nuestro, el poder de curación
y su potencia reparadora no vienen de afuera. El/la
recién nacidx llega a la vida desde un espacio prote-
gido, a convivir con otrxs (incluso con gérmenes) en
lugar de luchar contra lxs otrxs. Nace en la confianza
de encontrar leche materna tal como la mariposa nace
a la crisálida en la confianza de hallar néctar, como
dice Humberto Maturana. La biología se funda en la

30. La abuela Margarita también explica por qué los mayas,


conociendo la rueda que muestran sus cerámicas, no la aplica-
ron para sus tareas y sus desplazamientos: no quisieron acelerar
los procesos naturales, su «escala humana» al decir de Max Neef,
sabían que la aplicación de la rueda iba a llevarlos demasiado
lejos de sí mismos.

104
confianza. Y la confianza implica entrega a lo que está
siendo, en asentimiento, en reconocimiento de lo que
es, y en fluir con la vida en gozo y plenitud.
Proponemos establecer espacios para conversar
en ronda, escuchándonos y mirándonos a los ojos, que
son las ventanas del alma (al decir de Hugo Midon),
como humanxs fraternxs que somos, acerca de las
vacunas, su obligatoriedad, sobre la salud y la enfer-
medad desde nuestras diversas cosmovisiones, acerca
del Estado, los expertos, la ciencia y la vida.
Tomar nuestra vida por las astas nos permitirá
des-someternos; incluirnos en la gran trama de la
vida gaiana nos dará la perspectiva microscópica de
un holón para celebrar el milagro gaiano y nuestra
presencia en él. Desde ese lugar festivo la salud y sus
variantes aparecerán iluminadas por otra luz alejada
del miedo y la desconfianza.

105
Sobre lxs autorxs

Adriana Marcus nació el 12 de octubre de 1955


en Buenos Aires. Hija y nieta de inmigrantes alemanes
judíos perseguidos por el nazismo, estudió medicina
en la UBA, donde fue ayudante de cátedra al tiempo
que trabajó como enfermera en varias clínicas. Debi-
do a su secuestro entre 1978-1979 (detenida-desa-
parecida en la ESMA) interrumpió sus estudios y los
retomó en 1980 hasta recibirse en 1982. En ese año
se “inxilió” en el interior de la provincia de Neuquén,
donde se especializó en Medicina General con Orien-
tación Rural. En Neuquén nacieron y crecieron sus
dos hijos.
Trabajó en hospitales públicos provinciales hasta
su jubilación, en 2011. Los últimos 23 años desarro-
lló su práctica sobre todo en la atención ambulatoria
en un barrio de Zapala y en el área rural, donde incor-
poró aportes de la medicina mapuche y las prácti-
cas populares de cuidado de la salud (la así llamada
“interculturalidad”), las denominadas “plantas medi-
cinales”, el acompañamiento a embarazadas desde un
dispositivo interdisciplinario local para abordajes de
alta complejidad psicosocial y las dimensiones trans-
generacionales que operan tras las enfermedades.

106
Participó del “Comité de análisis de la mortalidad
materna e infantil”, desde el cual se generó el curso
“Ciencias del inicio de la vida: un recorrido multidis-
ciplinario para una nueva comprensión del ser y del
nacer”, que sembró nuevos caminos en las siguientes
generaciones profesionales. Actualmente integra la
“Red Rizomas Enredados, para el cuidado del inicio
de la vida”. Edita en colectivo los “Apuntes para la
cuidadania” que difunde artículos unitarios a precios
populares sobre temas de maternidad, ecología, plan-
tas saludables y saberes ancestrales, y participa de
la “Red Jarilla de Plantas Saludables de la Patagonia”.
Escribió ocho libros sobre plantas saludables, y artí-
culos sobre embarazo, ecología, plantas saludables y
otros que fueron publicados en diversos medios.
El Grupo Salud! de la Cazona de Flores es un
colectivo de investigación y acción política consolida-
do a partir de la convicción de que la salud, más que
un derecho es una exigencia comunitaria e individual.
A eso le llaman autonomía en contraposición a la
dependencia del sistema médico hegemónico. Como
grupo organizo en la Cazona de Flores, encuentros,
talleres y presentaciones sobre diversas maneras
de asumir la concepción, el parto, el nacimiento y las
interrupciones gestacionales como así también propi-
ciado círculos de mujeres y seminarios de Tai Chi en
la creencia de que reflexionar, reír y gozar de los cuer-
pos junto a otros/as fortalece a los individuos y los

107
cura en salú, como diría la abuela. Participa de expe-
riencias comunitarias donde sin asistencia “medi-
ca” se cuida el desarrollo saludable de los cuerpos,
del medio social y del medio ambiente. Forma parte,
junto a otros grupos de distintas partes del país, de la
Red Rizomas Enredados desde la cual organizan giras
de charlas y presentaciones por diversas ciudades de
especialistas de renombre internacional sin necesidad
de cobrar aranceles sino recibiendo el aporte volun-
tario y agradecido de la asistencia. Es a partir de una
inquietud propia, pero también desde la experiencia
concreta de las jornadas con la Red Rizomas en torno
a la situación de familias que han visto judicializada
su decisión de no vacunar a sus bebés, que se propu-
sieron trabajar junto a Adriana Marcus en la inves-
tigación y elaboración de un texto de difusión sobre
las vacunas que tiene la intención de impulsar una
reflexión que permita decidir en libertad, o sea con el
compromiso a la vida. Las decisiones libres no están
ligadas ni a lo jurídico, ni al poder, ni a las gestiones
estatales, ni a la especulación financiera, sólo a las exi-
gencias de la vida.

108
Bibliografía recomendada

Sathouris, Elisabet: GAIA, La tierra viviente, Planeta


Sandin, Máximo: Pensando la evolución, pensando
la vida Ed. Crimentales y su página www.somos -bac-
teriasyvirus.com
Illich, Ivan: Nemesis médica, la expropiación de la
salud, Barral Editores, 1975
Albonico, Hans Ulrich: Medicina: fascinación y
desafío, Buenos Aires, Círculo Editor Niké, 2001
Floyd, Robbie Davis: Del médico al Sanador, Ed.
Creavida
Marin Olmos, Juan Manuel: Vacunaciones sistemá-
ticas en cuestión ¿son realmente necesarias?, Barcelo-
na, Icaria, 2004 / Buenos Aires Madreselva, 2015.
Yabhes, Eduardo Angel: Artículos varios en http://
www.librevacu-nacion.com.ar/
Rodrigañez Bustos, Casilda: El Asalto al Hades
Zerzan, John: Futuro Primitivo en Apuntes para la
Cuidadanía y otros en Internet
Rodrigañez Bustos, Casilda: La represión del deseo
materno y el estado de sumisión
Kropotkin, Pior. La selección natural y el apoyo
mutuo
Masanobu Fukuoka: La revolución de una brizna de
paja; La senda natural del cultivo

109
Sepulveda, Jesus: El jardin de las peculiaridades.
Apuntes para la cuidadanía
Najmanovich, Denise: artículos varios en http//
www.denisenajmano-vich.com.ar
Schnake, Adriana: Los diálogos del cuerpo; Enfer-
medad, síntoma y carácter
Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke: La enfer-
medad como camino
Maturana Humberto y Varela Francisco: El árbol
del conocimiento: bases biológicas del entendimiento
humano; El sentido humano; Artículos varios
Dr. Lipton, Bruce: La biología de la creencia. Pal-
myra
Elena de la Aldea: El equipo de trabajo, el trabajo
en equipo. 2000
Stolkiner, Alicia: La interdisciplina I: entre la epis-
temología y las prácticas Publicado en El Campo PSI.

110
Índice

Introducción.................................................................................7
El origen de la vida: una danza en el cosmos.................9
Trágico..........................................................................................22
La salud........................................................................................23
Como estamos hoy..................................................................35
La vacunas..................................................................................45
Breve historia de las vacunas.............................................49
¿En qué consisten las vacunas?.........................................53
El sistema inmunitario..........................................................60
Las inmunizaciones................................................................67
Las enfermedades comunes de la infancia..................81
En primera persona................................................................84
Nos preguntamos....................................................................93
¿Qué hacemos lxs usuarixs?...............................................98
El poder está en nosotrxs................................................. 102
Sobre lxs autorxs.................................................................. 106
Bibliografía recomendada................................................ 109

111
Se terminó de imprimir
durante el mes de agosto de 2015,
en los talleres de la cooperativa
de trabajo Tricao, CABA.

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