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Esta política global es también un referente para evaluar en profundidad los avances en
campos específicos. No es accidental que el PEN al 2021 ponga énfasis en la relación
con la sociedad en su propio subtítulo: La educación que queremos para el Perú.
El PEN al 2021, con el horizonte del desarrollo humano, expresa una mirada crítica al tipo
de desarrollo económico del país, a la democracia vigente, la forma de hacer política y el
Estado centralista. Aborda el contexto del país con oportunidades, frustraciones y
desafíos como base para la política educativa. “Los peruanos constituimos un pueblo con
un prometedor horizonte, con un futuro de bienestar, prosperidad, paz y democracia que
debemos decidirnos a realizar. Contamos para este objetivo con enormes recursos no
siempre apreciados en su justo valor.” La relación reciproca de educación, desarrollo
humano, democracia y economía permite desprender los sentidos sociales de la
educación.
La educación renovada concurre en los cambios sociales del país. Nos permitimos
enfatizar que una reforma educativa según el PEN se insertaría en un marco
transformaciones sociales y las estimula.
Frente a la sobrevaloración del poder de la educación para el cambio social global del
país, el PEN matiza y señala que una buena educación es necesaria más no es
suficiente. Dice que “una buena educación no será suficiente por si sola para llevarnos a
la democracia y el desarrollo.” Pero sin una buena educación “las reformas que hagamos
en otros campos resultará, a la postre, estériles o de corta vida.”
La intensa experiencia política del año pasado y lo que va del actual, para muchos
peruanos, ha sido de lucha por una mejor democracia, una lucha contra la corrupción y la
impunidad, por tanto, experiencias formativas en ciudadanía. Este contexto, hace más
valioso retomar el abordaje del PEN al 2021 según el cual la escuela y la sociedad
educan a sus miembros