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ISBN: 84-9822-074-2
THESAURUS:
Género narrativo, dramático, lírico, mimesis, antinovela, reescritura,
1. Introducción
2. El origen de los géneros literarios
3. La construcción de los géneros literarios: perspectiva histórica
4. Conceptualización del género literario
5. Género literario y literatura comparada
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1. Introducción
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estudios más influyentes de crítica literaria, al que todavía hoy en día se acude para
aplicar o comentar muchas de las ideas planteadas. Aristóteles comienza señalando
que su teoría no se basa en las concepciones de Platón y, a partir de la mímesis o de
la aplicación de diferentes modos o medios de imitación de la realidad, diferencia tres
tipos de poesía:
- la épica,
- la poesía dramática, trágica y cómica;
- y el ditirambo o la poesía lírica.
Para él, toda poesía –excepto la música– imita a través del lenguaje, aunque lo hace
de diferente modo, según su forma, contenido y manera de imitar. Así, Aristóteles
amplía el sentido de imitación de Platón, e incluye el elemento de la creación, la
poiesis; algo que posteriormente ha dado lugar a la dialéctica entre la imitación y la
creación. De este modo, Aristóteles divide los géneros de poesía atendiendo a:
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escolástico que se había fomentado contra ella durante la Edad Media (Friederich y
Malone, 1954: 25-6).
Por ello, además de la herencia de Platón y Aristóteles, no se debe pasar por
alto la influencia de Horacio en la historia de la crítica literaria y de la teoría del género,
especialmente durante el Renacimiento y el Neoclasicismo. Su Ars Poetica fue escrita
como una epístola en verso a una familia, los “Pisones”, pues uno de sus hijos
aspiraba a convertirse en artista. Horacio, por lo tanto, ofrece consejos prácticos más
que propuestas teóricas, en un tono más informal que el de Aristóteles, aunque de
modo más dogmático. Horacio se centra en el papel que ocupan la naturaleza y el arte
en la literatura y transforma el concepto de la literatura como imitación. Por un lado
señala que el artista tiene que imitar la vida, que debe ser el modelo, pero por otro
remite a la imitación de los mejores modelos griegos de la antigüedad, citando a
Homero y a los principales escritores de tragedias. Central en su poética es el decoro
literario, la equivalencia apropiada de la forma y el estilo de una obra a su contenido.
Según esto, cada aspecto del poema debe seguir la naturaleza de la obra como un
todo, con un proceder normativo más que descriptivo: el género tiene que elegirse
cuidadosamente para que se ajuste a su tema, y los personajes también deben
adecuarse al género. Como resume Hall, al poeta le corresponde encontrar:
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[La crítica supone preocuparse por los valores y las cualidades, por un
entendimiento de los textos que tenga en cuenta su historicidad y requiera
así la historia de la crítica para tal comprensión, y finalmente, significa
adoptar una perspectiva internacional que conciba un ideal lejano de la
historia literaria universal y su investigación.] (La traducción es mía)
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1) lírico,
2) épico
3) y dramático
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A lo largo de los siglos, los críticos y teóricos han ido (des)construyendo los
géneros literarios, primero de forma normativa y luego descriptiva, pero flexibilizando
cada vez más categorías antes estancas. Así, la tradición clásica consideraba los
géneros como formas permanentes e invariables sujetas a aspectos definitorios y
delimitadores. Desde entonces, la historia ha ido alternando épocas en las que se
respetaba la clasificación en boga y periodos en los que triunfaba una mayor libertad
creadora, que traía consigo nuevos cauces de innovación y experimentación genérica.
En realidad, se podría decir que la primera reacción contra la base normativa de los
géneros, o más bien contra la jerarquización literaria y, por ende, social, vino así con el
Romanticismo, que impuso la necesidad de la libertad creadora, a partir de la cual se
podían hacer combinaciones entre distintos géneros, tipos y estilos.
El positivismo, junto a las teorías evolucionistas de Charles Darwin, propició
también la adopción de una nueva concepción de los géneros, basada en conceptos
como los de evolución, adaptación o transformación según los requerimientos de las
nuevas realidades. Así, fue Ferdinand Brunetière, miembro de la Academia francesa y
editor de la Révue des deux mondes, quien, en L’Évolution des genres dans l’histoire de
la littérature française (1890), consideró que los géneros literarios estaban regidos por
los mismos principios que otros organismos vivos o especies biológicas, que nacen,
crecen, envejecen y se transforman o mueren. Según las leyes de la selección natural,
los géneros más “fuertes” serán los que sobrevivan, mientras que los más “débiles” se
extinguirán. La aplicación de las teorías evolucionistas de Darwin al estudio de la
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forma común, método de presentación, técnica, tema o tono (1985: 127). René Wellek y
Austin Warren, en su Theory of Literature (1949), establecen su propia clasificación de
los géneros, pero basándose no sólo en la forma externa sino también en la interna. Para
ellos, hay una serie de estructuras específicas, aunque también diferentes actitudes,
tonos y propósitos, que son los que conforman la historia de forma internacional (1985:
51). Sin embargo, más adelante, reconocen que la evolución del género presenta el
mismo dilema que todas las historias, ya que para describir el género hay que acudir a la
historia, aunque no se puede analizar la historia sin partir de algún esquema de selección
(1985: 260).
En general, a lo largo del siglo XX, y empezando con algunos formalistas rusos,
ha habido un esfuerzo continuado por unir tipos literarios a estructuras lingüísticas. Una
de las contribuciones modernas más originales y significativas a la teoría del género ha
sido la de Northrop Frye, en su Anatomy of Criticism, que presenta una tipología de mito
y arquetipo, y asocia cada género con una estación. Frye parte de la base de que la
teoría de los géneros se quedó estancada con Aristóteles y señala que el rechazo de
muchos estudiosos hacia cualquier forma de esquematización en poética es el resultado
de no saber distinguir la actividad crítica como conocimiento, de la gran experiencia de la
literatura en la que cada acto es único y donde no caben clasificaciones (1957: 13 y 29).
Desde otra perspectiva, Todorov ha defendido la legitimidad del estudio de los
géneros pues afirma que, como éstos se originan en otros géneros por transformación,
inversión o combinación, no se puede concebir la literatura sin ellos. Al tratarse de un
sistema en continuo cambio, la cuestión de los orígenes no se puede disociar
históricamente del campo de los géneros mismos. Todorov define el género como una
clase de texto que se ha percibido como tal en el curso de la historia. Es decir, es la
recurrencia de determinados patrones discursivos que posteriormente se
institucionalizan, lo que hace que se perciban y produzcan los textos en relación a la
norma que se ha constituido por esta codificación. Un género no es más que esta
codificación de propiedades discursivas. Para él, los géneros son unidades que se
pueden describir desde dos puntos de vista diferentes: la observación empírica y el
análisis abstracto:
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También Bakhtin alude al hecho de que las imágenes del lenguaje no se pueden
separar de las imágenes de las ideologías que lo representan porque una novela no
puede definirse a partir de un único lenguaje o estilo, ni por lo tanto se puede incluir
dentro de un único sistema. La novela como género reproduce diferentes formas
lingüísticas y estilísticas que remiten a los diversos sistemas que la componen, y que se
interrelacionan y definen mutuamente. Pero aunque en la novela no hay un único
lenguaje o estilo, sí hay un centro lingüístico verbal y/o ideológico. No se puede buscar al
autor en un plano del lenguaje sino en el centro organizativo, en la intersección de los
diversos planos. Y estos planos diferentes están separados del centro autorial en
diferentes grados (1980: 218-19).
Claudio Guillén ha explicado que esta concepción del género de los formalistas
rusos es la que más ha influido en la crítica, al interpretar que cada época va agotando
modelos anteriores, mientras que van surgiendo géneros que antes eran secundarios o
periféricos, aunque también admite que esta teoría no explica todo el conjunto de la
literatura occidental (1985: 142). El género literario, de naturaleza proteica y flexible en su
continua transformación, ha ido generando diferentes modos de escritura e identidad, por
lo que no resulta exagerado afirmar que los géneros sí tienen la capacidad de ir muriendo
a la vez que van naciendo otras formas, que no son más que transformaciones nuevas
de las mismas bases que las produjeron. En esta línea, Alastair Fowler, en “The Life and
Death of Literary Forms”, considera que los géneros evolucionan pasando por al menos
tres fases principales, que son orgánicas e invariables en secuencia, aunque no siempre
se pueden distinguir fácilmente. En la primera fase se unen una serie de elementos hasta
que surge un tipo con forma regular. Cuando hay regularización, los lectores pueden
responder haciéndose sensibles al género. En la segunda fase aparece también una
segunda versión del desarrollo del género, una forma que el autor basa conscientemente
en la primera versión, variando sus temas y motivos, adaptándose a propósitos
diferentes, pero manteniendo las características principales de su estructura formal. La
tercera fase de desarrollo se puede apreciar en muchos géneros cuando, por ejemplo, un
autor utiliza una forma secundaria de un modo radicalmente nuevo (1973: 213).
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La teoría de los géneros es una de las más relevantes dentro del ámbito de la
literatura comparada, ya que en la ficción contemporánea los géneros literarios se
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Asimismo, añade que el estudio de géneros debe ser histórico, analizando la evolución
y sus modificaciones en un contexto internacional o interlingüístico porque cada obra
nueva enriquece la tradición y la cambia. Finalmente, debe ser teórico, al tratar de
definir las características formales que permiten que una obra pueda pertenecer a un
determinado género (1973: 114 y 118).
También Aldridge añade que cada género se puede y debe comparar con un arte
distinto como la pintura, la escultura o la misma ópera, porque así el conocimiento será
más amplio y cada género aparecerá con su propia unidad artística y de carácter (1969:
159). En este marco se podrían estudiar, por ejemplo, los géneros que tradicionalmente
se han venido marginando por considerarse dentro de una concepción literaria tradicional
como “poco serios” y el fenómeno que ha facilitado su inclusión dentro de la corriente
literaria en vigor. Esto no sólo se puede aplicar a los géneros populares tradicionales,
sino a perspectivas marginales o a la relación que las artes visuales y otros medios de
comunicación mantienen con la literatura facilitando la propagación de una entidad
cultural. En definitiva, la historia de la literatura y de sus géneros, como manifestación de
un diálogo inter e intracultural, se puede concebir así, de forma más rica, desde un
presupuesto comparativo que localice el hecho literario en un tiempo y un espacio, y que
explique además el proceso de comunicación que se establece desde la convergencia y
la divergencia, desde la unidad y la diversidad. Y para acabar, citaré a Garrido Gallardo
cuando expone que
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Bibliografía citada
Aldridge, A. Owen, ed. (1969): Comparative Literature: Matter and Method. Chicago: U
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Amorós, Andrés (1980): Introducción a la literatura. Madrid: Castalia.
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Fowler, Roger, ed. (1973): A Dictionary of Modern Critical Terms. London: Routledge y
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García Berrio, Antonio, y Javier Huerta Calvo (1992): Los géneros literarios: Sistema e
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