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ARQUIDIÓCESIS DE BOGOTÁ

ASAMBLEAS VICARIALES DEL CLERO


Girardot, 28 a 30 de abril de 2014

ILUMINACIONES BÍBLICAS

Martes, 29 de abril – 11h00 (30 minutos)

“HACERNOS COMPAÑEROS” en Jesús


Texto bíblico: Mateo 28,16-20 / Hechos 8,26-40: Primerear – Involucrarse -
Acompañar – Fructificar - Celebrar
16 Los once discípulos fueron a Galilea,
al monte donde Jesús les había mandado.
17 Al verlo se postraron, incluso los que habían dudado.
18 Jesús se acercó y les dijo:
«Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.
19 Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos:
bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
20 y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado.
Sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de los tiempos».

26 El Ángel del Señor habló a Felipe diciendo:


«Levántate y marcha hacia el mediodía
por el camino que baja de Jerusalén a Gaza. Es desierto.»
27 Se levantó y partió. Y he aquí que un etíope eunuco, alto funcionario de
Candace, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros, y había
venido a adorar en Jerusalén, 28 regresaba sentado en su carro, leyendo al profeta
Isaías. 29 El Espíritu dijo a Felipe:
«Acércate y ponte junto a ese carro.»
30 Felipe corrió hasta él y le oyó leer al profeta Isaías; y le dijo:
«¿Entiendes lo que vas leyendo?»
31 El contestó:
«¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía?»
Y rogó a Felipe que subiese y se sentase con él. 32 El pasaje de la Escritura que iba
leyendo era éste:
«Fue llevado como una oveja al matadero;
y como cordero mudo delante del que lo trasquila,
así él no abre la boca.
33 En su humillación le fue negada la justicia;
¿quién podrá contar su descendencia?
Porque su vida fue arrancada de la tierra.»
34 El eunuco preguntó a Felipe:
«Te ruego me digas de quién dice esto el profeta:
¿de sí mismo o de otro?»
35 Felipe entonces, partiendo de este texto de la Escritura, se puso a anunciarle la
Buena Nueva de Jesús. 36 Siguiendo el camino llegaron a un sitio donde había
agua. El eunuco dijo:
«Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?»
38 Y mandó detener el carro. Bajaron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y lo
bautizó, 39 y en saliendo del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y ya no le
vio más el eunuco, que siguió gozoso su camino. 40 Felipe se encontró en Azoto y
recorría evangelizando todas las ciudades hasta llegar a Cesarea.

Primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar


24. La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que
primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan.

«Primerear»: sepan disculpar este neologismo. La comunidad evangelizadora


experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn
4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al
encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los
excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber
experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos
un poco más a primerear!

Como consecuencia, la Iglesia sabe «involucrarse». Jesús lavó los pies a sus
discípulos. El Señor se involucra e involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante
los demás para lavarlos. Pero luego dice a los discípulos: «Seréis felices si hacéis
esto» (Jn 13,17). La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida
cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario,
y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo.
Los evangelizadores tienen así «olor a oveja» y éstas escuchan su voz.

Luego, la comunidad evangelizadora se dispone a «acompañar». Acompaña a la


humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de
esperas largas y de aguante apostólico. La evangelización tiene mucho de paciencia, y
evita maltratar límites.

Fiel al don del Señor, también sabe «fructificar». La comunidad evangelizadora


siempre está atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no
pierde la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del
trigo, no tiene reacciones quejosas ni alarmistas. Encuentra la manera de que la
Palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en
apariencia sean imperfectos o inacabados. El discípulo sabe dar la vida entera y
jugarla hasta el martirio como testimonio de Jesucristo, pero su sueño no es llenarse
de enemigos, sino que la Palabra sea acogida y manifieste su potencia liberadora y
renovadora.

Por último, la comunidad evangelizadora gozosa siempre sabe «festejar». Celebra y


festeja cada pequeña victoria, cada paso adelante en la evangelización. La
evangelización gozosa se vuelve belleza en la liturgia en medio de la exigencia diaria
de extender el bien. La Iglesia evangeliza y se evangeliza a sí misma con la belleza de
la liturgia, la cual también es celebración de la actividad evangelizadora y fuente de
un renovado impulso donativo.

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