Sie sind auf Seite 1von 26

La búsqueda de El Dorado

PENSAR LO IMPENSABLE

Los teóricos que elucubran sobre la riqueza de las naciones y los


tecnócratas que se especializan en elaborar proyectos para elevar la
producción y los niveles de vida pueden caer en el error diseñando modelos de
desarrollo, pero jamás dudan sobre la posibilidad misma del desarrollo. Para
ellos, pensar sobre 1a imposibilidad del desarrollo es pensar lo impensable.

La certitud sobre el desarrollo ha hecho que inclusive se les cambie el


nombre a los países pobres. Antes de que surgieran las teorías del desarrollo,
los países pobres que no habían pasado por la revolución industrial capitalista
se llamaban países atrasados. Luego, en los años cincuenta, cuando
comenzaron las teorías del desarrollo, se les denominó países
subdesarrollados. Más tarde, en los años sesenta, se inventó el término en vías
de desarrollo porque esto indicaba que estaban en la senda del alto nivel de
vida. Sin embargo, este término connotaba todavía cierta incertidumbre sobre
si los países llegarían o no al final de la senda. Entonces, el término se
perfeccionó por el de países en desarrollo. Con esta nueva terminología se
despejó toda duda, los países estaban en desarrollo, es decir, en el camino del
progreso material y de los altos niveles de vida. Eran como especies que
estaban replicando genéticamente a los países industrializados, que eran sus
antepasados en la historia del progreso mundial. El desarrollo se reflejaba así
como un proceso natural, como una certitud evolutiva darwiniana. Los países
atrasados están en desarrollo, desenvolviendo esa potencialidad genética de
cualquier Estado-Nación para convertirse en una sociedad con altos niveles de
vida. El mito del desarrollo había nacido.

El desarrollo ha sido uno de los mitos más persistentes de toda la segunda


mitad del siglo XX. Los teóricos, expertos y políticos han estado convencidos
de que el desarrollo económico y social es un proceso consustancial a todos
los Estados-Naciones, que sólo es necesario aplicar las teorías y las políticas
correctas y los países pobres comenzarán a crear riqueza hasta convertirse en
sociedades con altos niveles de vida, como las que tienen ahora tan solo las 24
democracias capitalistas industrializadas. Por espacio de medio siglo, más de
150 países han ensayado ideologías y sistemas económicos y sociales
buscando el desarrollo como si fuera El Dorado, pero el desarrollo se ha
mostrado tan elusivo como aquella quimera de los conquistadores.
El origen del mito del desarrollo se nutre de la ideología del progreso de
nuestra civilización occidental; ideología que se originó en el Siglo de las
Luces, pero que fue más tarde propulsada estruendosamente por la Revolución
Industrial. En efecto, el maquinismo demostró una capacidad antes
desconocida por las sociedades agrícolas para crear riqueza suficiente y
eliminar por primera vez grandes porcentajes de pobreza en las sociedades
nacionales. Además, esta ideología del progreso se reforzó con la concepción
narcisista de la teoría de la evolución darwinista, que proc1amó
implícitamente que la especie humana era la más apta de todas las especies del
planeta por su capacidad para adaptarse a cualquier media natural y lograr
siempre progreso.

Con el evolucionismo industrial nació el convencimiento de que cualquier


sociedad puede crear ciencia, tecnología e industria y progresar sin límites.
Así como los australopitecus progresaron hacia homos habilis -que usaron
herramientas-, luego hacia homos erectus -que crearon el fuego-, y más tarde
hasta homos sapiens -creadores de lenguaje y cultura-, también las sociedades
rurales pueden progresar de sociedades de productos agrícolas hacia
sociedades industrializadas y finalmente convertirse en sociedades sapiens
postindustriales de conocimientos intensivos y bienestar perpetuo. La certitud
de esta predicción evolutiva darwinista-industrial del siglo XIX fue además
consolidada durante el siglo XX por un torrente de invenciones que han dado
origen a un optimismo epistemológico que nos lleva a pensar que todos los
problemas se pueden resolver por la ciencia y la tecnología. Si no hay solución
para algún problema, esto es solo momentáneo, porque es casi seguro que se
inventará la tecnología que lo resolverá. No hay duda, entonces, sobre el
progreso científico material y sobre su relación con la felicidad humana.

Dentro de esta ideología de la felicidad por el progreso material, ya a fines


del siglo XVIII, Adam Smith describía las etapas para lograr la riqueza de las
naciones. Explicaba como las sociedades cazadoras y recolectoras podían
evolucionar hacia sociedades pastorales y agrícolas, para terminar como
sociedades manufactureras y mercantiles. Karl Marx, otro gran ideólogo de la
felicidad de la humanidad a través del progreso material, pensaba también con
este mismo reflejo evolucionista de Smith. El progreso material de la
humanidad se va logrando por el paso del feudalismo al capitalismo y luego
por el paso del capitalismo al comunismo, con lo cual termina la historia y
nace la felicidad perpetua. Aquí Marx coincide con el neoliberal Francis
Fujiyama, que considera que hoy la historia ha terminado con el triunfo del
capitalismo global.
Uno de los grandes propulsores modernos del mito del desarrollo fue el
profesor Walter Rostow del Instituto tecnológico de Massachusetts, quien en
1960 fascinó a todas las tecnocracias con su famosa obra sobre las etapas del
crecimiento económico. Según Rostow, los países evolucionan de una
sociedad tradicional a las etapas de acumulación y despegue, hasta llegar a la
etapa final del gran consumo en masa, que no es otra cosa que el desarrollo.
La ecología no cuenta para nada en este proceso, es otra materia prima más
que se consume en la marcha hacia el progreso y la felicidad. Después de
Rostow, todos los tecnócratas estuvieron convencidos de poder lograr el
desarrollo. Solo tenían que saber aplicar las teorías y políticas correctas, crear
valor agregado, acumular, despegar y consumir en masa. Se trataba de saber
reproducir en el menor tiempo histórico posible el proceso de desarrollo de
Europa y Estados Unidos. Desde entonces hemos visto muchos "despegues",
pero pocos casos de desarrollo nacional. Se dijo hace 20 años que el Brasil
estaba en despegue, que era una de las futuras potencias mundiales; luego,
hace algunos años, estuvo de moda México y la India. Luego vino la moda de
los países "emergentes" de Asia; hoy, solo queda de moda el despegue de
China, un país de 1,200 millones de habitantes, donde tan solo 300 millones
tienen un nivel de vida para poder ser consumidores en la economía global.

Lo cierto es que en los últimos 30 años, solamente dos pequeños países,


Corea del Sur y Taiwán, han logrado salir de la agricultura hacia sociedades
industrializadas avanzadas tecnológicamente, venciendo la pobreza
generalizada y elevando los niveles de vida hasta crear una mayoritaria clase
media, pero con niveles democráticos, culturales, científicos y sociales muy
por debajo de Europa y los Estados Unidos.

Otros dos territorios, calificados por los gurús del desarrollo como Newly
Industrialized Countries (NICs), Hong Kong y Singapur, que también se han
acercado a los niveles de vida de las democracias capitalistas desarrolladas, no
son verdaderos Estados-Naciones sino pequeñas Ciudades-Estados cuyo
desarro1lo no planteó los enormes problemas de elevar los niveles de vida en
vastos territorios con una incontenible explosión demográfica-urbana, como es
el caso de la mayoría de los países subdesarrollados. A fines del siglo XX,
cuando el subdesarrollo es la característica de la mayoría de los Estados-
Naciones del planeta, y el consumo en masa y la degradación ecológica son el
resultado del progreso de una minoría de países industrializados, no dejan de
ser pertinentes las palabras de Rabindranath Tagore: "Progreso para
quienes?... progreso hacia qué?"
Durante la Guerra Fría, el mito del desarrollo se expresaba básicamente
por dos modelos rivales: el comunista y el capitalista, ambos ecológicamente
no sustentables. Hoy que ha colapsado el comunismo por haber reemplazado
el mercado por una planificación central de la escasez, está emergiendo un
capitalismo global que va hasta el extremo de convertir al mercado en una
suerte de ley natural suprema, éticamente neutra, como la ley de gravedad, que
prescinde de los aspectos sociales y ecológicos y a la que hay que someterse
con resignación. Este modelo, el único que ahora expresa el mito del
desarrollo, intenta a través de su globalización replicar sociedades capitalistas
modernas en la mayoría de los países subdesarrollados. Sin embargo, la
explosión de prosperidad esperada con el triunfo del capitalismo no está
haciéndose realidad como se suponía. La historia no ha terminando, al
contrario, se está complicando, porque lo que está aconteciendo es la
exclusión de grandes sectores de la población mundial de la economía global,
debido a un proceso de selección darwiniana del mercado y la tecnología
moderna que van prescindiendo de las materias primas y de la mano de obra
abundante, que son las únicas ventajas que tenían la mayoría de los países
llamados en desarrollo.

Sin embargo, el mito del desarrollo, por tener connotaciones casi religiosas
de esperanza y salvación de la pobreza, es invulnerable a la experiencia de los
últimos 40 años, que nos dice que la mayoría de los países no se han
desarrollado. La naturaleza mítica del desarrollo hace que los políticos en las
sociedades pobres continúen insistiendo en "cerrar la brecha" que las separa de
las sociedades industrializadas capitalistas, tratando de replicar sociedades de
consumo nacionales infinanciables e insustentables.

El mito del desarrollo está tan impregnado en nuestra civilización que se


ha llegado inclusive a esplendidas actitudes voluntaristas internacionales,
como ha sido la proclamación por las Naciones Unidas del Derecho al
Desarrollo, es decir, el derecho de todos los Estados subdesarrollados a tener
niveles de vida y patrones de consumo como los de los Estados
industrializados. Este derecho, reconocido en Declaraciones de las Naciones
Unidas, en verdad no tiene nada que ver con la posibilidad real de hacerse
efectivo. Su hipotética realización con los actuales modelos de consumo
provocaría una catástrofe ecológica planetaria

Fuera de las salas de conferencias de la Naciones Unidas, en el mundo real


existen países sin capacidad de "cerrar la brecha" con los países
industrializados, inclusive con las más libérrimas políticas económicas y la
más abundante y exquisita cooperación internacional. El llamado mundo en
desarrollo está plagado de países que no cuentan con una moderna clase
capitalista, tampoco cuadros científicos y técnicos que puedan utilizar la
liberalización de la economía y la ayuda exterior para modernizar la economía
y hacerla globalmente competitiva. Países donde el crecimiento explosivo de
su población urbana está produciendo enormes porcentajes de pobreza,
desempleo, fracturas sociales y asimismo déficit en alimentos, energía y agua,
que son los recursos mínimos para que exista una sociedad organizada, un
genuino Estado-Nación.

También en el mundo real las relaciones internacionales son darwinianas.


Revolución tecnológica y explosión demográfica se contradicen, produciendo
desproletarización y desmaterialización de la producción al utilizar menos
mano de obra y materias primas de los países subdesarrollados. El ajuste
estabilizó con grandes sacrificios sociales las economías pobres, pero no
vinieron inversiones transnacionales necesarias para modernizar
tecnológicamente la producción y las exportaciones. La economía global
demanda, cada vez más, productos y servicios con alto contenido tecnológico,
mientras que las economías subdesarrolladas siguen entrampadas como
especies no aptas en una producción poco transformada y sin mutación
tecnológica. El nuevo poder de las empresas transnacionales impulsa sin
tregua la globalización, abriendo mercados con patrones de consumo
ecológicamente no sustentables y haciendo importar más a los países pobres,
aumentando así su déficit externo y su deuda, sin efectuar inversiones
productivas que permitan modernizar a estos países para que puedan competir
en la economía global del siglo XXI.

La ayuda internacional, hija del mito del desarrollo, es paradójicamente el


más claro testimonio del No desarrollo. Durante casi medio siglo, las
Naciones Unidas, Potencias Industrializadas, Agencias Especializadas,
Organizaciones Financieras Internacionales, Organizaciones No
Gubernamentales e Instituciones Humanitarias, han ensayado un sin número
de políticas, estrategias, programas, proyectos de desarrollo y han transferido
cientos de billones de dólares en créditos, asistencia técnica, equipos y
donaciones. Una parte de esta enorme masa de recursos se ha reciclado a
través de ayuda atada, otra parte se ha perdido en los corredores de la
corrupción, y solamente una modesta corriente de este torrente de recursos ha
ido a mitigar la pobreza.
La cruda realidad es que hoy nadie sabe como llegar a El Dorado. Los
ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres en todos los países. Unas 300
personas billonarias tienen ingresos iguales a más de 2,000 millones de
personas que representan el 45 % de la población mundial. Los individuos que
pueden consumir productos y servicios de la economía global son solamente
1,800 millones; el resto de la población del mundo, unos 4,000 millones, mira
vitrinas. En casi 100 países pobres, la renta per capita real no aumenta desde
hace 15 años

Si las presentes tendencias se mantienen en el año 2020 -nada nos dice que
van a cambiar-, la población mundial será de unos 8 mil millones. La gran
mayoría de ella, unos 6,600 millones, vivirá en el mundo subdesarrollado,
donde existirán 3 mil millones de pobres, más de 840 millones sufrirán
hambre y cientos de millones estarán desempleados y subempleados. También
2,500 millones no contarán con vivienda apropiada y unos 2 mil millones no
tendrán acceso al agua y a la energía comercial. La gran mayoría de estos
marginales vivirá en más de 550 ciudades de más de un millón y unas 20
megalópolis con más de 10 millones, caóticas, contaminadas, llenas de
desempleados y plagadas por la delincuencia. Los prolegómenos de esta
pesadilla son hoy verificables visitando Lima, Sao Paulo, Bogotá, Lagos,
Cairo, Dakar, Nairobi o Nueva Delhi.

A pesar de estas tendencias, que se pueden verificar hoy viajando por el


llamado mundo en desarrollo, han sido notables durante la década de los
noventa las predicciones color rosa del Banco Mundial, del FMI y de muchos
círculos económicos especializados sobre el futuro promisorio del llamado
mundo "en desarrollo" o "mercados emergentes". Poseídos por el mito del
desarrollo, siempre tienen la costumbre de pronosticar Dorados, crear países
milagrosos, futuras potencias económicas. Hace unas décadas era el Brasil,
luego fue México, hay es la China, mañana puede ser Turquía.
Recuperaciones económicas sin modernización tecnológica y precarias, como
la del Perú, Argentina o Ghana, se califican como "milagros". Luego suceden
las debacles, pero en esos momentos ya están pronosticando otros milagros
nacionales.

En sus análisis insuflan que el crecimiento de China o de los NICs


asiáticos es replicable en los demás países, inclusive en el África. Están
convencidos de que el actual proceso de globalización crean prosperidad
mundial. Comentan y anuncian despegues, milagros económicos, elogian
onerosas refinanciaciones de las deudas externas, se extasían ante los altos
crecimientos del PNB. Sin embargo, poco dicen sobre los comportamientos
caóticos mundiales que están emergiendo, como la creciente contradicción
entre revolución tecnológica y explosión demográfica, entre exportación
primaria y desmaterialización de la producción industrial, o entre patrones de
consumo globales no sustentables y la baja producción mundial de alimentos,
la escasez de agua mundial y el cambio climático del planeta.

El FMI Y el Banco Mundial fallaron en percibir las mayores debacles


financieras del siglo XX: la crisis de la deuda de América Latina, la
insolvencia de México, la bancarrota de los países asiáticos, de Brasil y Rusia.
Con un optimismo casi demencial apoyaron nada menos que un plan
destinado a convertir a la URSS, en 500 días, en una economía de mercado. El
resultado ha sido un cataclismo de exclusión social y el nacimiento del primer
mode1o mundial de cleptoeconomía de mercado. El irrealismo ideológico de
los expertos del Banco Mundial, del FMI, no los hace ni siquiera percibir la
pobreza ni la delincuencia vecina a sus propias oficinas en Washington,
causada, precisamente, por un modelo muy semejante al que ellos
recomiendan por todo el mundo. La verdad es que si se quiere tener una idea
de lo que está pasando en el mundo, es recomendable viajar más y leer menos
los informes del Banco Mundial y del FMI.

En las calles de África, Asia y América Latina se puede verificar que la


mayoría de la población está dejando de ser campesina, pero no por ello se
está convirtiendo en una amplia clase media burguesa consciente de sus
deberes ciudadanos y de sus derechos democráticos, como paso en Europa y
los Estados Unidos. Más bien, una gran parte de la población está viviendo
bajo la línea de pobreza de un dólar diario y otra gran mayoría son pobladores
urbanos de bajos ingresos en semibarbarie cívica. En la mayoría de estos
países no está surgiendo un capitalismo democrático unido a una
modernización de la producción, sino un capitalismo atrasado, rústico y
democracias de baja intensidad, a veces grotescas, ancladas en una producción
primaria y poco transformada, donde no existe imperio de la ley, ni respeto
alas instituciones y menos sociedad civil.

Los gurús del mito del desarrollo, que todo lo miden, tienen una visión
casi cuantitativa del mundo. Ignoran los procesos cualitativos histórico-
culturales, el progreso no lineal de la sociedad, los enfoques éticos y hasta
prescinden de los impactos ecológicos. Confunden crecimiento económico
con el desarrollo de una modernidad capitalista que no existe en los países
pobres. Con una visión como esta, solo perciben epifenómenos económicos,
como el crecimiento del PNB, el comportamiento de las exportaciones o la
marcha del mercado bursátil, pero no perciben las profundas disfunciones
cualitativas estructurales, culturales, sociales y ecológicas que hacen probable
la inviabilidad de los cuasi Estados-Naciones subdesarrollados en este siglo.

Para percibir ella, es necesario tener una visión cultural-histórica de las


sociedades subdesarrolladas y así conocer las causas profundas que
influencian su atraso científico-tecnológico y al mismo tiempo conocer la
disponibilidad futura que tienen de agua, alimentos y energía, que son los
recursos físicos mínimos indispensables para que tengan cohesión nacional y
vida civilizada frente al gran crecimiento de su población urbana. Sólo una
visión de esta naturaleza permite entonces detectar los virus de
inviabilidad que infectan hay a muchos de estos países, mal llamados "en
desarrollo".

ECONOMÍAS NACIONALES INVIABLES (ENIs)

Hoy, el porvenir de las naciones depende cada vez más del conocimiento y
de la información científico-tecnológica, es decir, del número de científicos e
ingenieros con que cuentan, de los gastos en Research and
Development (investigación científico-tecnológica) y de la producción de
software. Los países subdesarrollados, que constituyen el 75% de la
humanidad (4,800 millones de habitantes), tienen sólo el 7% del total mundial
de científicos e ingenieros, efectúan menos del 2% de la inversión mundial
en Research and Development y sólo producen el 3% del software. Estos
cálculos del atraso son inclusive generosos, porque, en la realidad, la mitad de
este irrisorio arsenal científico-tecnológico se encuentra concentrado tan sólo
en un puñado de países como Singapur, Hong Kong, Malasia, Taiwán, China,
India, y en menor grado en Brasil. Todos los demás están en la más completa
desolación científico-tecnológica, desolación que los irá desinsertando de una
economía global que demanda cada vez más manufacturas y servicios de muy
alto contenido tecnológico

Entonces, el principal virus que infecta cada vez más de inviabilidad


económica a la gran mayoría de los mal llamados países en desarrollo se llama
miseria científico-tecno1ogica. En efecto, hoy la demanda mundial de
productos con alta tecnología y servicios aumenta 15% anual, mientras que la
de las materias primas no llega al 3%, y la de los productos poco
transformados no pasa el 4% anual. Según el Banco Mundial, los precios
reales de las materias primas, que ya se han desplomado por debajo de los
precios que tenían durante la depresión de 1932, seguirán declinando hasta
bien entrado el siglo XXI.

El problema es aún más complicado, porque no solamente los precios de


las materias primas se mantendrán inestables y poco remunerativos, sino
también pasará lo mismo con los precios de los productos manufacturados con
poca o mediana intensidad tecnológica. Estudios recientes de la UNCTAD
confirman que los precios de estos productos manufacturados, como los
textiles, vestidos, productos de madera, químicos, maquinarias, equipo de
transporte, exportados por los países de África, Asia y América Latina, han
caído 1% cada año, desde 1970, mostrando también así una tendencia perversa
al deterioro de los precios, similar al de las materias primas

Hoy, las ciudades del mundo subdesarrollado explosionan


demográficamente, pero la demanda mundial de materia prima exportada por
unidad de producción industrial disminuye debido al progreso técnico. Así
como decayó el uso internacional del guano, el salitre y el caucho, hay
comienzan a usarse menos hierro, plomo, zinc, cobre o estaño por unidad de
producción industrial. Los minerales y los metales están siendo sustituidos
progresivamente por nuevos materiales creados en laboratorio. Asimismo, las
materias primas agrícolas como las fibras de algodón, el yute, el café, el té, el
cacao, el azúcar, expanden menos su demanda por la competencia de
productos artificiales. Inclusive las manufacturas tecnológicamente poco
transformadas, exportadas por los países que inician su industrialización,
comienzan a tener precios menos remunerativos que antes.

Cuando el virus de la miseria científico-tecnológica coincide con otro virus


de inviabilidad, como es la explosión demográfica urbana, el No desarrollo es
casi inevitable, porque los magros ingresos que producirán en el futuro los
precios inestables y poco remunerativos de los minerales, metales, productos
agrícolas, maderas, textiles y otros productos con poca intensidad tecnológica,
no podrán de ninguna manera obtener recursos suficientes en el mercado
mundial para crear empleo y satisfacer las necesidades de poblaciones que
crecen explosivamente en las ciudades subdesarrolladas.

Casi todos los países con exportaciones de bajo contenido tecnológico


duplicarán su población alrededor del año 2020. Esta combinación viral de
exportación poco transformada y explosión demográfica es una gran
productora de pobreza. Hoy, casi el 50 % de toda la población de los países
del África está en situación de pobreza. también, el 40% de la población de los
grandes países poblados del Asia del Sur, como la India, Bangladesh, Pakistán
y Filipinas. En América Latina, la pobreza afecta a casi el 38% de la población
y se concentra sobre todo en los países de Centro América y ciertos países
andinos, como Ecuador, Perú, Bolivia. Si no se modernizan las exportaciones
con mayor intensidad tecnológica y no disminuye la natalidad en los países
subdesarrollados, la pobreza, que afecta ahora a 1,300 millones de personas,
afectará, en el año 2020, a cerca de 3 mil millones.

Debido a esta disfunción para obtener recursos del mercado mundial y


dirigirlos a sus crecientes poblaciones urbanas, los países no desarrollan y más
bien adquieren rasgos de Economías Nacionales Inviables (Enls). Todos los
llamados países "en desarrollo" han tenido que sobrevivir casi todo el siglo
XX con ayuda internacional, préstamos oficiales y créditos privados
internacionales, cayendo constantemente en insolvencias y bancarrotas
nacionales. Ahora sobreviven por el momento con privatizaciones y con
muchos capitales volátiles del especulativo mercado financiero globa1.

Uno de los ejemplos más ilustrativos de rasgos de ENls (economías


nacionales inviables) es la historia económica de la mayoría de los países de
América Latina. Durante todo el siglo, los no duraderos booms de la región se
debieron fundamentalmente a dos hechos: el alza temporal de los precios de
ciertos productos primarios y la coincidencia de esta alza con un periodo de
gran oferta de capital y crédito extranjero que permitió préstamos e
inversiones que luego cesaron.

En 1920, la gran liquidez mundial creada por las reparaciones de guerra de


Alemania y la abundancia de capital Americano logro varios "milagros" en
América Latina, que terminaron en el colapso de 1930. La segunda guerra
mundial, la reconstrucción de Europa y la guerra de Corea permitieron precios
remunerativos para las materias primas y una oferta de inversiones extranjeras
que permitieron nuevamente un periodo de expansión que terminó con crisis y
nuevas recesiones a fines de los años sesenta. En los años setenta, otra alza de
liquidez y oferta de capital creadas por el reciclaje de los petrodólares permitió
mantener las economías con préstamos de los bancos privados. Todo terminó
en la catastrófica crisis de la deuda y con la insolvencia de las economías
latino Americanas. A fines del siglo XX, la desregularización global de los
mercados financieros y el surgimiento de un casino capitalista global han
permitido también milagrosas recuperaciones con inversiones a corto plazo,
basadas en la especulación y en privatizaciones. Cuando pase esta etapa de
borrachera con la actual liquidez financiera, las economías tecnológicamente
atrasadas de la mayoría de los países de América Latina y de otros países
subdesarrollados se volverán a deprimir bajo la presión de la explosión urbana

Las ENIs son una de las causas fundamentales de la desintegración social y


a veces del colapso de Estados-Naciones subdesarrollados. Sin embargo, en la
mayoría de los casos, la inviabilidad económica no llega necesariamente a
causar una crisis terminal del Estado-Nación, como las enfermedades mortales
en los seres vivos. Estas economías inviables pueden mantenerse por decenios
dentro de una situación estabilizada (no desarrollo) caracterizada por una
secuencia histórica de crisis y milagrosas recuperaciones, sin que por ello los
virus de inviabilidad desaparezcan y disminuya notablemente la pobreza
nacional.

Esta situación de inviabilidad estabilizada, donde no disminuye


notablemente la pobreza y tampoco colapsa el Estado-Nación, se debe a
temporales bonanzas que no modernizan la economía, como pueden ser una
alza coyuntural de los precios de algún producto primario de exportación,
nuevas exportaciones poco transformadas como la maquila, inversiones del
narcotráfico, remisiones de nacionales emigrados, inversiones especulativas a
corto plazo, recursos de privatizaciones o rescates financieros del FMI o de
consorcios de potencias industrializadas que no quieren la desintegración
socio-política de ciertos países porque puede afectar sus intereses nacionales.

Dentro de esta situación de inviabilidad económica estabilizada, el PNB de


un país subdesarrollado puede registrar crecimientos milagrosos, pero no
duraderos, que confunden y crean euforia porque se cree que el país al fin
"despega" como un "newly industrialized country" (NIC) que se convierte en
un nuevo "tigre" que depredará en el mercado mundial. Un turista en algún
lujoso hotel ubicado en los escasos ghettos de altos ingresos de uno de estos
países podrá notar buenos restaurantes, autos nuevos, centros comerciales
repletos de productos y artefactos de consumo extranjeros, al irse del país,
estará convencido de que el país que visitó está en un proceso acelerado de
desarrollo. Esta ilusión es además fortalecida por cierta prensa nacional e
internacional que es proclive a destacar historias económicas "milagrosas".

Estos crecimientos económicos no significan el desarrollo sostenido de


una moderna y competitiva economía capitalista porque no hay incremento del
contenido tecnológico en la inserción con la economía global. No son el
producto de una masa critica de inversiones nacionales y transnacionales
productivas que creen empleo y provoquen un proceso de modernización,
sino, más bien, el producto de flujos financieros especulativos globales muy
volátiles que pueden salir en estampida, como pasó en México, Tailandia,
Indonesia o Filipinas, y causar enormes costos sociales que no disminuyen la
pobreza.

Al final de cuentas, pasados estos ciclos de estabilidad y de crecimiento


precario, lo único que se desarrolla en el transcurso de los años en los países
con economías estabilizadas en la inviabilidad es el crecimiento de la
pob1ación con bajos ingresos. La mejor manera de reconocer si un país tiene
síntomas de inviabilidad económica no es observar temporales crecimientos
de su PNB, sino observar si la investigación científico-tecnológica se
incrementa, si las exportaciones se modernizan, si los ingresos personales
aumentan y si 1a pobreza nacional comienza a disminuir de manera
importante, sin pausa, año tras año.

El Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD 2000 señala que durante
los últimos 23 años (1975-1998) los ingresos personales en América Latina
sólo han crecido como promedio un 1,2%. El único país de la región con un
crecimiento per cápita promedio mucho mayor que el crecimiento de su
población fue Chile, que creció a un 4,2%. Es decir, en casi el resto de
América Latina lo único que ha crecido ha sido la población. La situación en
África es aún más catastrófica: casi todo el continente ha registrado un
promedio de crecimiento cero de la renta per capita, y en muchos países hay
una regresión de los ingresos personales. Lo mismo sucede en una mayoría de
países de Asia del Sur. En estos últimos 23 años, los únicos países donde ha
disminuido notablemente la pobreza son Hong Kong, Singapur, Corea del Sur,
Taiwán y China, donde se ha registrado un incremento de la renta personal de
casi el 7% promedio, sin interrupción.

En el informe citado se señala también que en más de 130 países llamados


en desarrollo la renta per capita ha descendido o ha crecido igual o por debajo
del crecimiento de la población. Este proceso de inviabilidad económica hace
que la gran mayoría de los países subdesarrollados, al ingresar al siglo XXI,
tengan entre el 80 y el 40% de su población viviendo con menos de 2 dólares
diarios, y a su pequeña clase media luchando para no empobrecerse. Sólo una
minúscula minoría vive con patrones de consumo y niveles de vida semejantes
a los de los países industrializados. En los países con economías inviables, la
mayoría de la población vive en el infierno, una pequeña clase media en el
purgatorio y solo un puñado en el paraíso de la economía de consumo y
gratificación instantánea.
Hoy, a finales de siglo, existen ya países afroasiáticos que tienen todas las
características de economías Nacionales lnviables(ENls) y están siendo
marginados del mapa de la globalización por el proceso se1ectivo del mercado
y la tecnología. En esta situación estarían la mayor parte de los países del
África Subsahariana como Angola, Burkina Faso, Burundi, Camerún, El
Congo (ex-Zaire), Costa de Marfil, Chad, Etiopia, Gambia, Ghana, Guinea,
Guinea-Bissau, Guinea Ecuatorial, Kenia, Lesotho, Liberia, Madagascar,
Malawi, Mali, Mauritania, Mozambique, Niger, Nigeria, República
CentroÁfricana, Ruanda, Senegal, Sierra Leona, Somalia, Sudán, Tanzania,
Togo, Uganda, Zambia y Zimbabwe. En Asia sucede igual con Afganistán,
Bangladesh, Buthan, Camboya, Nepal, Myanmar (Birmania), Yemen. En
América Latina la única economía con claros signos de inviabilidad es hasta
ahora Haití. Sin embargo, como veremos más adelante, síntomas de
inviabilidad comienzan a aparecer también en las economías de países de
América Central y de la región Andina

Las economías de todos estos países afroasiáticos no tienen ni asomo de


modernización tecnológica en sus exportaciones y casi no reciben inversión
transnacional productiva. Casi la mayoría son monoproductores o dependen de
las exportaciones de unos pocas productos primarios con precios inestables.
Sus poblaciones crecen a la altísima tasa anual de 3%. Se duplicarán en el año
2015, mientras que su producción de alimentos disminuye. Las poblaciones
tienen cada vez menos seguridad alimentaria. Las importaciones de alimentos
se sitúan entre el 25% Y el 80% de sus importaciones totales. Gran parte de
ellos no tienen seguridad energética; el acceso a la energía, que en un país
NIC es de 1,000 Kg de petróleo per cápita, en muchos de estos países es de
sólo 120 Kg. Esta falta de acceso a la energía hace que se recurra a la leña,
causando una gran desforestación que erosiona el suelo y produce una baja de
la producción de alimentos. Las importaciones promedio de energía equivalen
al 22% de sus importaciones totales. Asimismo, carecen de seguridad hídrica;
más del 70% de la población carece de agua potable y saneamiento. Todos
estos países tienen entre el 50% y 80% de la población en la pobreza, razón
por la que no pueden tener una economía de mercado nacional, y para subsistir
tienen que depender de una ayuda internacional promedio que equivale a más
de 90 dó1ares per cápita. Además, un importante grupo de ellos sufre
constante desgobiemo por la lucha entre facciones étnicas, religiosas y
políticas enemigas, como Costa de Marfil, Guinea Bissau, Mauritania,
Myanmar, Senegal y Uganda, o sufren luchas armadas de desintegración
nacional como Afganistán, Angola, Burundi, E1 Congo (ex Zaire), Liberia,
Sierra Leona, Somalia y Sudán
Al lado de este grupo de países afroasiáticos existe otro grupo de países
subdesarrollados de América Latina, Asia y el Medio Oriente cuyas
economías están incubando síntomas similares de inviabilidad y no desarrollo
y corren también el riesgo de que la mayoría de su población se vaya
marginalizando de la moderna economía global durante el siglo XXI. En este
segundo grupo se encuentran países como Argelia, Bolivia, Colombia, Cuba,
Ecuador, Egipto, E1 Salvador, Filipinas, Guatemala, Guyana, Honduras, India,
Jordania, Jamaica, Marruecos, Nicaragua, Pakistán, Paraguay, Perú, República
Dominicana, Siria, Sri Lanka, Túnez.

Estas economías también exportan mayormente materias primas y


productos manufacturados con poca intensidad tecnológica, cuya demanda
mundial no aumenta de manera importante y cuyos precios poco
remunerativos no podrán proporcionarles recursos suficientes para superar su
gran pobreza. Tampoco estos países, como los afroasiáticos del primer grupo,
reciben una masa crítica de inversiones transnacionales productivas que sirvan
para modernizar sus exportaciones y comenzar a tener ventajas competitivas
en la economía global. Algunos de ellos, además, tienen grupos armados
subversivos, como India, Argelia, Filipinas y Pakistán, o sufren cruentas y
largas guerras civiles, como Colombia y Sri Lanka.

Este segundo grupo de países de América Latina, Asia y el Medio Oriente


se caracteriza, con la excepción de Cuba, por una explosión demográfica
urbana alta. El crecimiento anual de la población urbana pasa del 2,5% al año.
Todos estos países casi duplicarán su población en el año 2025. Muchos de
ellos tendrán bastantes ciudades que pasen el millón o dos millones de
habitantes, y algunos de ellos, en el año 2010, tendrán megalópolis de más de
10 millones de habitantes, como será el caso de Bogota, Bombay, Cairo,
Karachi, Lima y Manila

También una mayoría comienza a perder seguridad alimentaria; muchos ya


dependen de la ayuda alimentaria internacional para cubrir el déficit en
cereales y proteínas de su población, como son los casos de Bolivia, Cuba,
Colombia, Egipto, Jordania, Perú, Pakistán y toda América Central.
Asimismo, como en el caso de las economías afroasiáticas del primer grupo,
estas economías comienzan a perder seguridad energética. La gran mayoría de
estos países importará cada vez más petróleo, y tienen un consumo per capita
de energía muy modesto. Sólo el Ecuador y Argelia exportan petróleo y gas,
pero su seguridad energética esta también amenazada en el futuro por el alto
crecimiento de sus poblaciones urbanas. Muchos de estos países también
comienzan a tener una seria escasez de agua debido a la explosión urbana. La
pobreza en estos países, si bien es menor que la de los países Áfricanos y
asiáticos del primer grupo, no deja de ser alta, porque involucra el 30 y más
del 40 por ciento de la poblacion. En consecuencia, debido a que una gran
parte de la población es pobre y tiene ingresos menores a de 2 dólares diarios,
estos países carecen de una genuina economía de mercado de dimensión
nacional. Para subsistir también dependen de una ayuda extranjera alta, cuyo
promedio equivale a 50 dólares per cápita

Aunque no existen estadísticas internacionales macroeconómicas sobre


Cuba, este país es un caso especial dentro de este grupo porque, según el
Índice de Pobreza Humana de los Informes de Desarrollo Humano del PNUD,
Cuba no tiene ni por asomo la pobreza de los demás países de su grupo. Tiene
además, según estos Informes del PNUD, la ventaja de no tener la explosión
demográfica urbana de los otros países subdesarrollados, aunque tiene la más
alta tasa de suicidios entre ellos. La economía cubana no es una economía de
mercado pobre sin consumidores, como la de los demás países de su grupo,
pero si es una economía de planificación de la escasez, que origina otro tipo
de precariedad humana, de la cual el Gobierno de Cuba culpa al bloqueo norte
américano. Esto debe de ser cierto, pero asimismo es cierto que este tipo de
escasez planificada también existía en la Unión Soviética y en todos los demás
países socialistas de Europa del Este. En todo caso, a pesar de toda esta
especificidad, Cuba pertenece a este grupo fundamentalmente por su atraso
tecnológico, por su exportación en su mayor parte primaria y con poco
contenido tecnólogico, por su falta de seguridad energética, alimentaria y por
su bajo consumo de agua per cápita

En este segundo grupo de países subdesarrollados que incuban virus de


inviabilidad, la región andina es un caso preocupante por haberse convertido
en una verdadera zona de No-desarrollo. En efecto, en los últimos 23 años
(1975-1998) la pobreza, la mala distribución del ingreso y el crecimiento de la
población han marchado de la mano en Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y
Venezuela. Durante todo ese período, la renta per capita promedio de Bolivia
fue negativa: -0,2%; en Colombia la renta promedio creció tan sólo 1,7%; en
el Ecuador creció sólo 0,8%; en el Perú fue negativa: -0,4%; y en Venezuela
también fue negativa: -0,8% .11 10

Al mismo tiempo, la población de todos estos países andinos creció más que el
ingreso personal, con tasas altas de más del 2% anual, y se urbanizó en medio
de una peligrosa desigualdad social. Hoy, todos estos países tienen entre el
30% y 50% de su población, la mayoría urbana, viviendo con sólo 2 dólares
diarios, y entre un 11% y 15% viviendo con 1 dólar diario. La desigualdad de
los ingresos hace que el 20% de la población más rica acapare entre el 48% y
el 60% de todo el ingreso y consumo nacional, frente al 20% más pobre que
tiene tan sólo entre e1 3% y 5% .
12

Colombia se está convirtiendo en una entidad caótica ingobernable, su


territorio se lo disputan guerrillas, paramilitares y el estado. Ecuador ha
probado su ingobernabilidad con cinco gobiernos en poco tiempo y con el
surgimiento de una gran reivindicación indígena. El Perú, después de diez
años de gobierno autoritario y mafioso de Fujimori y Montesinos, ha quedado
devastado institucional, moral y económicamente. En Bolivia la agitación
social se está agudizando, y Venezuela se ha embarcado en una
desconstrucción institucional llamada Republica Bolivariana que nadie sabe a
ciencia cierta que es y a donde va.

Venezuela es, tal vez, uno de los casos más destacados de No desarrollo en el
mundo. El estado venezolano recibió, entre 1976 y 1995, cerca de 270 mil
millones de dólares por la venta de su petróleo. Si se compara esta suma con
los 13 mil millones de dólares del Plan Marshall, este país, menos poblado que
Europa Occidental, ha tenido recursos extemos equivalente a 20 Planes
Marshalls. A pesar de estos astronómicos ingresos, los venezolanos, en los
últimos 22 años, han disminuido su ingreso promedio per capita en
menos 0.8%, caso único en el mundo, solo igual al de Albania, que también
disminuyo su ingreso en menos 0.8% en el mismo periodo. Hoy, el 36% de los
venezolanos vive con 2 dólares diarios, y un 15% de ellos con 1 dólar diario.
El 20% de los más ricos goza del 53% de todo el ingreso y consumo nacional,
mientras que el 20% más pobre tiene sólo el 3,7%. Los venezolanos consumen
sólo 2,300 calorías per capita, igual que los peruanos y sólo superior al
consumo de los bolivianos y haitianos. Rara vez se ha visto un país tan
opulento precipitarse en el No desarrollo .
13

La existencia de estos dos grupos de países de África, Asia,


CentroAmérica, El Caribe, la Región Andina y el Medio Oriente, que están
incubando síntomas de inviabilidad económica, no quiere decir que los demás
países subdesarrollados, no inc1uidos en estos dos grupos, están en el mejor
de los mundos y que su destino manifiesto es ser como Taiwán, Corea del Sur,
Hong Kong o Singapur. En efecto, existe la percepción equivocada, por
ejemplo, de que Argentina, Brasil, México, Chile, Indonesia y Tailandia son
países que están logrando convertirse en "Newly Industralized Countries"
(NICs), pero esto no es cierto. Estos países subdesarrollados están lejos de
estar en la vía de convertirse en genuinos NICs, debido a los modestos
crecimientos de sus ingresos per capita, a su abismal distribución de los
ingresos, a sus índices de pobreza y, sobre todo, a su atraso tecnológico, que
se refleja en que el grueso de sus exportaciones son productos primarios y
manufacturas de bajo contenido tecnológico.

Argentina, que después de la segunda guerra mundial tenía un ingreso y


una calidad de vida superior a muchos países europeos, y que hoy debería
exhibir un nivel de desarrollo al menos similar al del Canadá, Australia o
Nueva Zelandia, es un caso curioso de precipitación en el no-desarrollo. En 23
años (1975-1998), el PNB por habitante de la Argentina sólo creció un
promedio de 0,6%, y este país tiene ahora el 25,5% de su población bajo la
línea de pobreza nacional, viviendo con menos de 2 dólares diarios. Una
tercera parte de su población carece de acceso seguro al agua y está hacinada
en un medio habitacional deplorable. Argentina tiene además una tasa de
mortalidad infantil de 21 por mil nacimientos, mayor que la de Chile, Costa
Rica, Uruguay, Cuba, Panamá, Jamaica, Oman y Sri Lanka. Sus exportaciones
son en gran parte primarias y de manufacturas no competitivas por su bajo
contenido tecnológico. Argentina comienza así el siglo XXI, empobrecida . 14

El Brasil, que era vaticinado durante el siglo XX como un nuevo miembro


de la aristocracia mundial de las Grandes Potencias, tiene hay uno de los
índices de pobreza humana más altos de SudAmérica, sólo superior al de
Bolivia, Paraguay y Perú. En 23 años (1975-1998) el promedio de la renta per
capita de los brasileños sólo ha crecido 1,2%, pero el record más notorio del
impase del desarrollo en el Brasil es su desigualdad social. En efecto, el Brasil
figura como el campeón mundial de la desigualdad social. El 20% de los
brasileños más ricas acapara el 63,8% de todo el ingreso y el consumo
nacional, mientras que el 20% más pobre tiene solo el 2,5%. Según el Banco
Mundial, ningún país en el mundo supera tamaña desigualdad. A todo ello se
suma que Brasil tiene la más alta tasa de analfabetismo y la tercera tasa de
mortalidad infantil en Sudamérica. Además, un 30% de su población carece de
agua potable y saneamiento. Con estos índices es muy difícil aceptar que el
Brasil se encuentra en un franco proceso de desarrollo nacional .15

Chile, con su crecimiento sostenido del PNB, es un logro destacado dentro


de este entorno de rAquítismo económico social latinoAméricano, pero no
constituye, de ninguna manera, un proceso de desarrollo hacia un Newly
Industralized Country (NIC). Este crecimiento se ha hecho sin desarrollo
científico-tecnológico y con gran desigualdad social. Chile sigue siendo un
país tecnológicamente atrasado, básicamente exportador de productos
primarios y de manufacturas de bajo contenido tecnológico, y muchas de estas
exportaciones se han logrado con un alto costo ecológico. Además, Chile es
hoy, nada menos que con Guatemala, el tercer país en el mundo con mayor
desigualdad social, después del Brasil y Sudáfrica. El 20% de los chilenos más
ricos tiene el 61 % de todo el ingreso y el consumo, mientras que el 20% más
pobre tan solo accede al 3,5%. También, el 21% de la población chilena está
en la pobreza, viviendo con menos de 2 dólares diarios, y casi el 5% viviendo
con menos de un dólar diario. Aunado de ello, tiene un movimiento
reivindicativo indígena Mapuche que esta fortaleciéndose. A pesar del
crecimiento de su producción, Chile es, por su desigualdad social, su
porcentaje de pobreza y por su poco desarrollo tecnológico, un país que está
bastante lejos de un NIC asiático y muy cerca de las estructuras económicas
latinoAméricanas tradicionales de exportación primaria y gran desigualdad
social .
16

México, otro país que se pensaba se desarrollaría durante el siglo XX, ha


tenido también durante 22 años (1975-1997) un promedio de crecimiento de la
renta per capita de tan solo 0,9%. Al lado de este bajo crecimiento de los
ingresos de los mexicanos, México es, además, el cuarto país en el mundo con
mayor desigualdad social, después de Brasil, Guatemala, Chile y Sudáfrica. El
20% de los mexicanos más ricos acapara el 58,2% de todo el ingreso y
consumo nacional, mientras que el 20% más pobre tiene tan sólo el 3,6%. El
44,5% de los mexicanos vive con menos de 2 dólares diarios, y de ellos, el
17,9% vive con menos de 1 dólar diario. México tiene además dos grandes
grupos de ciudadanos: los que viven conectados a la economía de los Estados
Unidos porque han emigrado o viven del dinámico sector exportador
propulsado por NAFTA (gran parte maquila), y los que están marginados de
esta conexión y dependen de lo que pueda hacer el gobierno mexicano para
aliviar su situación social. Al comenzar el siglo XXI, México, sin revolución
tecnológica, con mucha maquila, con poco crecimiento de los ingresos
personales, con considerable pobreza, grandes desigualdades sociales y con
dos movimientos insurgentes, no ha encontrado todavía la pista que Ie permita
llegar al El Dorado .
17

Lo cierto es que en Latinoamérica no nacen "Tigres" y que en Asia ya no


se reproducen. Indonesia y Tailandia, considerados muchas veces en la prensa
como y posibles "nuevos NICs asiáticos", están 1ejos de serlo. Ambos países,
aunque tienen menos diferencias entre la población más rica y más pobre que
los países de América Latina, tienen tasas de pobreza mucho más altas que
todos los países sudAméricanos y México. Indonesia está sufriendo luchas
intestinas que pueden terminar en un proceso de desintegración nacional. Hoy
tiene al 86% de su poblaci6n viviendo con 2 dólares diarios, su desarrollo
tecnológico es bajo y sus exportaciones, salvo el petróleo, no son
competitivas. En el caso de Tailandia, este país tiene casi el 30% de su
población viviendo con 2 dólares diarios, y si bien sus exportaciones de
manufacturas han crecido notablemente, la mayor parte de ellas no tienen alto
contenido tecnológico como para ser considerado como un nuevo NIC
asiatico .
18

Tampoco se puede asegurar que megapaíses como la China y la India


lograrán reducir su enorme pobreza y elevar su bajo desarrollo humano hasta
tener un nivel de vida por lo menos cercano al de los actuales países
industrializados. Si bien estos países tienen grandes economías, tienen
también colosales problemas sociales y ecológicos. Estos gigantes esán
sufriendo un proceso de explosión urbana con un modelo de producción y de
hábitos de consumo insustentables que hacen cada vez más presión sobre el
medio ambiente y sobre la disponibilidad de recursos cruciales para la vida,
como los alimentos, la energía y el agua. En la China y la India se ubicarán las
principales megálopolis del planeta en el siglo XXI. Esta mega urbanización
hará que ambos países se conviertan en unos verdaderos gargantúas de
energia, alimentos y agua, tres recursos que comienzan a faltarles. ¿Cómo
podrán estos países resolver esta contradicción entre recursos vitales y su
explosiva urbanizacion? Nadie lo puede saber. En todo caso, no será nada
facil.

EL NO-DESARROLLO
A fines del siglo XX, la comunidad internacional está integrada en su
mayor parte por proyectos nacionales no realizados, por cuasi Estados-
Naciones con economías estabilizadas en la inviabilidad, es decir, en el No-
desarrollo. Esta realidad mundial devalúa las innumerables teorías sobre el
desarrollo que estuvieron muy de moda durante la segunda mitad del siglo
XX, y, además, demuestra que replicar el Estado-Nación democratico,
capitalista e industrializado es extremadamente difícil.

Después de 200 años del surgimiento del Estado-Nación democrático,


capitalista, industrializado, y de más de 40 años de reinado del mito del
desarrollo, la realidad demuestra que la regla es el no-desarrollo de más de
150 países, y que la excepción la constituyen 4 Newly Industrialized Countries
(NICS): Taiwán, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong. Si analizamos con
más detalle este resultado histórico, veremos que, al final de cuentas, durante
casi toda la mitad del sigIo XX, sólo se han podido desarrollar como países
capitalistas modernos dos pequeños Estados-Naciones, Corea del Sur y
Taiwán, y dos Ciudades-Estados, Singapur y Hong Kong, los cuales tan solo
representan el 2% de la población del mal llamado "mundo en desarrollo" . 19

Estos son los únicos cuatro casos en que se puede decir que ha habido una
réplica comparable a lo que aconteció en las potencias industrializadas
capitalistas hace unos 150 años, es decir, una transformación productiva
tecnológica y una conversión alta de pobres en una c1ase media. Sin embargo,
estos NICs no tienen todavía los altos ingresos ni el desarrollo científico
cultural ni, menos aún, la institucionalidad democrática y el desarrollo de la
sociedad civil de Europa o los Estados Unidos.

El surgimiento de este pequeño archipielago de capitalismo casi


desarrollado, integrado por los únicos 4 NICs del sudeste asiatico, Taiwán,
Corea del Sur, Singapur y Hong Kong, no es hoy repetible en el oceano del
subdesarrollo mundial conformado por las poblaciones pobres y de bajos
ingresos de África, Asia y América Latina, porque no existe un contexto
estratégico mundial similar. En los años setenta, la guerra fría significaba
conflicto armado de alta intensidad en Asia. Después de la guerra de Corea, la
amenaza de expansión chino-soviética era tangible en Vietnam. Los Estados
Unidos y el Japón se vieron obligados a reforzar las economías de Taiwán,
Corea del Sur, Singapur y Hong Kong como bastiones por a la contención del
comunismo y evitar un efecto dominó en toda Asia. Se realizaron entonces
enormes inversiones y créditos internacionales, y sobre todo se permitió -algo
que hay es tabú- un capitalismo apoyado por el Estado, para proteger y
orientar empresas privadas hacia la exportación. Estos cuatro países recibieron
además una gran inversión del Japón, que durante la Guerra Fría se ahorro una
costosa carrera armamentista por estar protegido por los Estados Unidos.

La situación es hoy diferente. La finalización de la Guerra Fría y de la


amenaza comunista ha terminado con las posibilidades estratégicas de muchos
países pobres para atraer capital y más bien ha hecho predominar un
capitalismo global ultraliberal que no permite la acción gerencial del Estado
para apoyar las ventajas competitivas que podría tener el capitalismo nacional.
Por otro lado, los precios reales de las materias primas y de los productos
manufacturados con poca intensidad tecnológica, como los que exportaron en
su comienzo los NICS del Sudeste asiático, se han deteriorado en relación con
los precios de los años sesenta. Es decir, ya no se puede ser competitivo con
manufacturas de baja intensidad tecnológica como lo eran los NICs en los
años setenta.

Además, será difícil que los países de América Latina, Asia y África
reciban un tsunami de capital extranjero dirigido a actividades productivas
exportadoras como los NICs asiáticos hace 20 años, porque, como lo ha
probado la reciente crisis del Asia, el mercado financiero mundial es hoy un
verdadero casino especulativo y existe muy poco capital transnacional
disponible para inversiones productivas que modernicen las exportaciones y
creen empleo. La misma inversión extranjera que décadas atrás permitió crear
factorias y una gran plataforma exportadora en el Asia, se volvió tan
especulativa que inclusive llevo a la bancarrota a un NIC como Corea del Sur
y a otros países asiáticos llamados emergentes como Tailandia e Indonesia . 20

A pesar de la alta intensidad especulativa de la economía global y de la


baja intensidad democrática vigente en la mayoría de los países
subdesarrollados, en muchos dirigentes del Grupo de los 7 y en las
tecnocracias internacionales prevalece la convicción de que un proceso de
capitalismo moderno puede emerger en los países atrasados y pobres solo
liberalizando, desregularizando y privatizando sus economías inviables. No se
percibe que el capitalismo moderno no puede surgir con exportaciones
primarias, con manufacturas poco transformadas, sin inversiones
transnacionales productivas que rompan el gran atraso tecnológico, y sobre
todo sin verdaderas democracias que fomenten el imperio de las instituciones
y la vigencia de una sociedad civil.

Querer insertarse eficientemente en la economía global como un país


moderno capitalista solo liberalizando, desregularizando y privatizando la
economía, manteniendo exportaciones con bajo contenido tecnológico y
regimenes autoritarios o democracias de muy baja intensidad, es como
comprarse una computadora sin el software adecuado. Los países de América
Latina, Asia y África podrán liberalizar, desregularizar y privatizar, pero esto
por si solo, sin modernización tecnológica de las exportaciones y sin
instituciones democráticas sólidas, jamás podrá crear una genuina economía y
democracia capitalista moderna. Con Gobiernos que solo son elegidos pero no
son democráticos, que no se dejan fiscalizar por poderes judiciales y
parlamentos autónomos, el resultado será un capitalismo salvaje vacío de
democracia, alimentado por capitales especulativos, plagado de favores
políticos y de cleptocapitalistas. Podrá crecer el PNB, pero no habrá
prosperidad nacional.

A fines de siglo, la mayoría de los llamados países en desarrollo se


encuentran en el No-desarrollo, a merced de un mercado global que va
prescindiendo de las únicas ventajas comparativas que los hacían viables:
abundante mano de obra barata y materias primas. Hoy, la revolución
tecnológica, impulsada por una intensa competencia económica global,
funciona como una selección natural, descartando miles de trabajadores no
capacitados y toneladas de materias primas. Es más, esta selección por el
mercado y la tecnología, inclusive, comienza ahora a descartar también con
bajos precios las manufacturas con poca intensidad tecnológica, que son
producidas con abundante mana de obra y que constituyen el primer escalón
de industrialización de los países pobres.

La única manera de que estos países no sufran la selección natural por la


tecnología y el mercado y se vuelvan económicamente inviables, seria
modernizar aceleradamente su producción y comenzar también a exportar
manufacturas y servicios con cada vez mayor contenido tecnológico. Tendrán
que zafarse de la trampa de la venta exclusiva de minerales, productos
agrícolas, maderas, cueros, bebidas, textiles, y comenzar también a exportar
otros productos más sofisticados, como aparatos electrónicos,
semiconductores, biotecnología, farmaceuticos, petroquímica y, sobre todo,
software y partes para las industrias transnacionales de las
telecomunicaciones, transportes y aeroespacial. Además, deberán invertir en
servicios nacionales más competitivos, en modernas infraestructuras y, sobre
todo, en investigación y desarrollo científico-tecnológico.

Esta modernización no se podrá hacer con capital nacional, que es


totalmente insuficiente, y con recursos científico-tecnológicos domésticos, que
son inexistentes. Se necesitará una masa crítica en inversiones y tecnologías
transnacionales que los especialistas estiman en, por lo menos, unos 300
billones de dólares anuales . Las posibilidades de recibir esta masa crítica de
21

inversión directa de empresas transnacionales para modernizar las economías


atrasadas son totalmente escasas. Las nuevas y modernas inversiones
transnacionales en industrias y servicios son extremadamente selectas, se
reproducen dentro de un círculo virtuoso, se dirigen siempre a países que
tienen un alto desarrollo económico y tecnológico. Es por ello que casi e1 70
por ciento de la inversión transnacional productiva se sigue concentrando en
1a TRlADA (EE.UU., Unión Europea y el Japón).
Inclusive en el hipotético caso de que viniera esta masa crítica de inversión
transnacional y comenzara a producirse la sonada modernización de la
producción y de las exportaciones, este proceso industrial, para ser
competitivo globalmente, tendría que emplear modernas tecnologías -poco
intensivas en mana de obra- que difícilmente podrían dar empleo a los casi 30
millones de personas poco capacitadas que buscan empleo en las grandes
ciudades del África, Asia y América Latina. Además, si los países se
industrializan reproduciendo los patrones de producción y consumo del actual
modelo de crecimiento, que utiliza intensamente hidrocarburos y e1 medio
ambiente como una materia prima, el costo ecológico sería catastrófico, se
produciría una gran contaminación de tierras, ríos, mares, lagos, y también
una emisión de gases que afectaria aún más el clima del planeta. Para muestra
están los países del Asia-Pacífico, que han sido los que recibieron la mayor
parte de las pocas inversiones productivas en el mundo subdesarrollado entre
1970-1990. Estos países producirán en e1 año 2020, ellos solos, la tercera
parte de las emisiones mundiales de gases hacia la atmósfera. ¿Qué pasaría si
todos los países pobres, China e India, asumen los actuales mode1os de
producción y consumo globales?

Finalmente, buscar el famoso El Dorado del desarrollo con economías


orientadas hacia la exportación tiene sus limitaciones. Estos modelos solo
funcionan cuando el número de jugadores mundiales es limitado, como fue el
caso de Corea del Sur, Taiwán o Hong Kong. En cambio, si todo el mundo,
incluyendo mega países como la India, China o Brasil, quiere jugar al juego de
los tigres exportadores, nadie gana. ¿Cómo podría cada país del mundo hacer
crecer sus exportaciones en casi 20% anual, cuando la economía mundial
crece menos del 4% al año?

Todos estos desafíos hacen cada vez más difícil salir del No-
desarrollo nacional. Hace algunos años colapsaron los modelos de no-
desarrollo estatistas y comunistas. Hoy se está desvirtuando el modelo global
neoliberal. Sus patrones globales e irracionales de producción y consumo
están desintegrando sistemas ecológicos enteros y creando exclusión social El
casino financiero planetario ha llevado a la bancarrota inclusive a economías
emergentes, y el uso de las modernas tecnologías está haciendo cada vez más
dificil crear suficiente emp1eo. Hoy es más importante explorar Marte que
acabar con el hambre en la Tierra. El desarrollo de la ciencia y tecnología no
marchan unidos con el desarrollo de una conciencia etica que considere a la
humanidad como su prioridad. Todo ello está acentuando, aún más, la
desigualdad entre las naciones y ha hecho más evidente, a fines de este siglo,
lo que Raymond Aron llamó, hace treinta años, "la desilusión del progreso".

¿Será posible, dentro de este contexto, integrar al capitalismo global a la


mayoría de la población del Sur? ¿Se logrará que los 4,880 millones de
habitantes del mundo subdesarrollado se conviertan en una clase media
consumidora global? ¿Se resolverá la dicotomía entre la revolución
tecnológica y la explosión demograflca? ¿Podrá la tecnología moderna
inventada en el Norte, donde la población no crece y que por lo mismo está
destinada a ahorrar labor humana, absorber en los próximos años los millones
de jóvenes que ingresan al mercado laboral como consecuencia de la
explosión demográfica en los países pobres? ¿Llegará el capital del mercado
financiero global, cada vel más especulativo y volátil, a convertirse en un
torrente de capital productivo que transforme y modernice la producción y
libere de la trampa de la producción primaria a más de 80 países
subdesarrollados del Sur? ¿Podrán miles de empresas y más de 4 mil millones
de potenciales consumidores de China, India, Asia, América Latina y África
urbanizarse, asumir los patrones de consumo de California, que parece ser e1
modelo global de desarrollo, sin aumentar peligrosamente las emisiones de
gases, erosionar la tierra agrícola, desforestar, contaminar y depredar ríos,
lagos y mares?

La historia nos enseña a ser cautos y a pensar que no será nada fácil que
los países mal llamados en desarrollo encuentren El Dorado, como lo hicieron
las potencias industriales. En efecto, desde que aparecieron los Estados-
Naciones modernos industrializados, hace unos 150 años, han proliferado más
de 185 Estados-Naciones. Sin embargo, la ley que ha gobernado esta
proliferación de Leviatanes es que la viabilidad económica es inversamente
proporcional a la cantidad de Estados-Naciones. A una mayor cantidad de
Estados en la comunidad internacional ha correspondido una menor viabilidad
para lograr el desarrollo y una gran capacidad para crear pobreza y mantener
estabilizado el No-desarrollo.

Los Estados latinoAméricanos nacidos en el siglo XIX fueron perdiendo


gradualmente el potencial económico nacional que les dió la abundancia de
recursos naturales, hasta convertirse en sociedades subdesarrolladas. Los
países latinoAméricanos han sido superados económica y tecnológicamente, a
fines del siglo XX, por el Japon, China, India, Malasia, Hong Kong, Singapur,
Australia, Corea, Nueva Zelandia y el Canadá, que eran, a comienzos del siglo
XIX, raises feudales atrasados o territorios coloniales británicos no muy
prósperos. Hace unos 150 años, el paísaje económico y social de América
Latina era más cercano a las provincias de Europa, mientras que ahora se
asemeja más a las regiónes de Asia y África. Europa eliminó en 100 años
grandes porcentajes de su pobreza, mientras que América Latina, con casi 200
años de independencia, sigue creándola.

Sin embargo, el panorama socioeconómico latinoAméricano es celestial si


se le compara con África y parte de Asia, donde han emergido cuasi Estados-
Naciones con exportaciones primarias y poblaciones que crecen en forma
explosiva, fracturadas por diferencias tribales, étnicas, culturales y religiosas,
preñados de tradiciones patriarcales y ahora con un fundamentalismo religioso
que comienza a rechazar valores que son indispensables para lograr la
modernidad. Muchos países Áfricanos y asiáticos nacidos a la independencia
ni siquiera se convirtieron en subdesarrollados, como los latinoAméricanos;
simplemente nacieron sin viabilidad económica.

La historia muestra que los Estados nacen con mayores posibilidades de


subdesarrollarse que desarrollarse. Una suerte de ley histórica perversa ha
producido constantemente el nacimiento de criaturas estatales
económicamente poco viables, hijas de la libre determinación pero no del
progreso político, científico y tecnológico. Desde que la revolución industrial
hiciera nacer al moderno Estado-Nación capitalista, hace unos 150 años, la
mayoría de la humanidad sigue organizada en cuasi Estados Naciones con
tendencias al No-desarrollo. El desarrollo ha probado ser un mito tan
fascinante y elusivo como El Dorado.

En el siglo XXI, serán frecuentes los casos de Leviatanes que colapsan en


profundas crisis económicas y se recuperan para continuar estabilizados en
el No desarrollo, o que terminan por implosionar en la violencia, como ya ha
pasado en América Latina, África y Asia. La historia parecería constantemente
ajustarles cuentas por no haber realizado la revolución industrial capitalista en
el siglo XIX o no haberse insertado a tiempo en su nueva revolución
tecnológica de fines del Siglo xx.

Píes de página

1 Declaración sobre el Derecho al Desarrollo. Resolución 41/128 de la Asamblea General


de Naciones Unidas, 1976
2 PNUD. Informes sobre Desarrollo Humano 1997 y1998

3 Global Outlook 2000 United Nations Publication, 1990

4 UNCTAD.Informe sobre Comercio y Desarrollo 1996 p.146-149

5 Michel Pettits. The Liquidity Trap. Foreign Affairs, Nov-Dec.1996

6 PNUD. Informe sobre Desarrollo Humano 2000 y World Bank World Development
Report 2000

7 Ibid.

8 Ibid.

9 Ibid

10 Ibid

11 Ibid

12 Ibid

13 Ibid

14 Ibid

15 Ibid

16 Ibid

17 Ibid

18 Ibid

19 Towards the New Millenium. Eric Hobsbawn, The Sunday Review, Octo ber, 1994

20 Capital Wars. Michel Hirsh, Newsweek, 3 October 1994

21 Felix Rohatyn: World Capital: The Need and the Risks The New York Review of Books,
July, 1994

Das könnte Ihnen auch gefallen