Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
DE LA MUJER
POBLADORA EN
AMÉRICA EN
EL SIGLO XVI
[ Recibido: 26 de noviembre de 2013
Aceptado: 10 de febrero de 2014
[ M.ª Montserrat León Guerrero
Universidad de Valladolid
resumen
en pocas ocasiones pensamos que los primeros pasos del proceso de aprendizaje vinieron de
mano de la mujer castellana, no solo a nivel doméstico, sino como didacta en centros oficia-
les de enseñanza en los primeros años del proceso de descubrimiento y conquista del terri-
torio americano. en ocasiones, trabajando junto a los religiosos que se encargan en la zona de
educar y procurar el proceso de aculturación. Proceso que finalmente fue de multiculturali-
dad entre dos mundos que después de todo mostraron no ser tan opuestos.
Palabras clave: educación, cultura, costumbre, leer, escribir, aculturación, multiculturalidad
visible de la misma. Son personajes menores, mujeres, puesto que las elimina como sujeto his-
que normalmente no protagonizan acciones tórico” (Andreo y Guardia, 2002).
importantes que queden reflejadas en docu-
mentos o crónicas, aunque en algunos casos Habitualmente, el centro de atracción de esta
podemos tener pequeñas noticias como su citada tendencia es la mujer indígena, por lo
nombre, procedencia, y aspectos aislados de que aun existen escasos trabajos sobre la mujer
sus vidas. Puesto que la mayoría de las mujeres española, como los de Cesáreo Fernández
de siglos pasados se han dedicado a asegurar la Duro, Richard Konetzke, Jaime Delgado, Rosa
vida diaria, apenas tenían cabida en la crónica Carrasco Ligarda, Analola Borges, etc.2 Hecho
M ª
histórica (González del Campo, 2000). La situa- que dificulta asimismo que su estudio llegue a
ción social que tenían las castellanas en Indias las aulas.
va unida a la profesión de sus maridos, padres,
u otros familiares con los que se trasladan a las Las noticias que tenemos sobre las mujeres que
nuevas tierras (militares, cargos de gobierno, emigraron a América en el siglo XVI son esca-
oficiales reales, etc.). De ellas no figura profe- sas. Pese a la dificultad que supone encontrar
sión alguna, salvo en el caso de las criadas. datos sobre ellas en los archivos históricos, dis-
ponemos de ciertos datos que nos permiten
El conocimiento de lo cotidiano y las manifesta- conocer la figura de algunas de estas mujeres, y
ciones de la vida privada constituyen una mag- situarlas en el lugar y ambiente en que vivieron.
(1) Ha dado como resultado la publicación de ANDREO y GUARDIA (Comp. y Ed.), (2002).
(2) FERNÁNDEZ DURO, Cesáreo (1922); KONETZKE, Richard (1945); O'SULLIVAN-BEARE, Nancy (1960); DELGADO,
Jaime (1967); BORGES, Analola (1972) AROSEMENA, Otilia (1974); PAREJA, M.ª Carmen (1985); PUMAR, Carmen
(1988); LAURÍN, A. (1991); DELARRAME y GALLARD (1994); CARRASCO, Rosa (1995); PÉREZ CANTÓ, Pilar (1997), y
algunas otras obras que citaremos a lo largo del trabajo.
Las cartas que estas mujeres escribieron a sus también con la emigración de grupos familiares”
familiares suponen una excelente fuente para (Pereda, 2000).
conocer sus costumbres y mentalidad, el valor
V i s i ó n
del dinero y el ahorro, el concepto de familia, la
valoración de la honra, etc. Asimismo, las “car-
tas de llamada” de los maridos asentados en
Indias para que sus mujeres viajen a reunirse SITUACIÓN JURÍDICA DE LA MUJER
con ellos, conservadas en el Archivo de Indias, CASTELLANA EN EL SIGLO XVI.
d i d á c t i c a
nos dan interesantes datos sociológicos (Otte,
1988). Vemos muestras de afecto, y preocupa- En el siglo XVI, la mujer habitualmente se
ción por que el viaje sea lo más sencillo posible. encontraba bajo la tutela de un hombre: su
Para ello envían a sus mujeres dinero y detalla- padre, su marido, u otro pariente masculino.
das instrucciones sobre cómo proceder. Cuando no era así, lo más frecuente es que
ingresara en un convento de monjas o en casas
El Catálogo de Pasajeros a Indias nos facilita
de recogimiento en las que encontramos desde
datos como los nombres, edad, posición econó-
prostitutas arrepentidas a mujeres separadas o
d e
mica, categoría social, cultura (conocimientos
divorciadas, o incluso familias enteras que
de escritura y lectura) que tenían estas muje-
durante períodos largos de tiempo se veían des-
res, y los pasajeros en general, en el momento
l a
amparadas de una protección masculina.
de embarcarse. Otras fuentes conservadas en el
Archivo General de Indias son los “libros de La realidad social de la mujer en el siglo XVI
m u j e r
asientos de pasajeros”, serie de “informaciones giraba en torno al matrimonio, excepto si se
y licencias” que proporcionan nombres y datos optaba por la vida religiosa en un convento. Las
sobre los viajeros, y la sección de “Autos de doncellas sin familia que llegaban a Indias
bienes de difuntos”. durante la época del descubrimiento y conquis-
ta, debían casarse rápidamente. La elección no
p o b l a d o r a
Los trabajos de Boyd Bowman (1985) nos pre-
era libre, correspondía al Gobernador o alta
sentan la evolución de la emigración femenina a
jerarquía que se ocupara en ese momento del
Indias a lo largo del siglo XVI. Entre 1509 y
67
asentamiento, quien decidía el soldado afortu-
1519 pasaron a Indias 308 españolas. Cantidad
nado. La legislación afectaba a la mujer de dis-
que fue aumentando progresivamente con el
tinta manera dependiendo de su estado civil. A
siglo, variando su porcentaje en el cómputo
pesar de las restricciones que afectaba a las
total de emigración, haciendo un total de
mozas 3 solteras, muchas jóvenes viajaron a tie-
10.120 mujeres que oficialmente viajaron a
rras americanas. Allí se casaban fácilmente sin
e n
América en el siglo XVI, siendo el período más
tener en cuenta su belleza, fortuna o pasado, lo
prolijo el comprendido entre 1560 y 1579 (28 %
único que importaba es que eran castellanas.
y 5013 mujeres emigrantes).
A m é r i c a
Es más, a causa del escaso número de emi-
Tomando como ejemplo el caso burgalés, del grantes casaderas en los primeros momentos,
que contamos con estudios monográficos extra- estas pasaban rápidamente a formar parte de la
polables en sus datos genéricos al resto de la elite social, convirtiéndose en esposas de enco-
península, vemos que durante la primera mitad menderos, funcionarios, amas de clérigos, e
del siglo “no fueron muchas las mujeres burgale- incluso llegaron a ser abadesas o prioras.
e n
sas que se decidieron a emprender la aventura
Legalmente, en Indias se dan nuevas situacio-
americana, a excepción de 1536-1540, fechas
nes que es necesario incluir en la legislación.
que coinciden con el descubrimiento del Perú y la
e l
(3) Una joven a partir de los 12 años se puede casar, y se consideraba mayor de edad a las mujeres a partir de los 25 años.
lejanía, donde muchas veces los hombres crea- mercaderes. A estos se les autoriza a trasladar-
ban nuevas vidas, e incluso nuevos núcleos se a las nuevas tierras por espacio de tres años,
familiares fuera de la oficialidad. o de otro período determinado, aunque no lo
hicieran con sus mujeres. No obstante, el 14 de
Ante la frecuencia con que los españoles deja- febrero de 1557 se dispuso que “si algún mer-
ban a sus familias en la península por tiempo cader hubiere pasado a las Indias sin su mujer
indefinido, las autoridades civiles dictaron leyes por el término concedido, y después de cumpli-
para reunir a las mismas. El 3 de mayo de 1509 do volviese a estos reinos, el Presidente y
se emitió una real cédula a Ovando prohibiendo Jueces de la Casa no lo dejen, ni consientan
que en la isla de la Española permaneciera nin- volver a pasar por ninguna vía, ni forma, si no
gún hombre casado que no hubiera llevado allí llevare a su mujer”.
a su mujer en el plazo de tres años. Esta orden
se fue extendiendo a los demás territorios ame- En los primeros años del siglo XVI la Corona
ricanos, y en todos ellos mostró dificultades de dedicó especial atención al matrimonio de los
cumplimiento. encomenderos, creando así las bases de la
G u e r r e r o
Provincias y van a hacer vida maderable”. Dos manecedores hasta tanto que mujeres españo-
años más tarde, en 1541, se vetó el viaje a las las entran en ellos, y los encomenderos y con-
L e ó n
En 1544 una Real cédula manda a todas las En cuanto a las mujeres herederas de enco-
autoridades de Indias que los casados ausentes
•
a embarcarse en el primer navío que zarpe para pues así prestaría los servicios militares a que
la península, o en su defecto, se comprometan están obligados los titulares de encomiendas. A
bajo las fianzas y penas del caso, a hacer ir a mediados del siglo XVI se establece el margen
sus esposas en el plazo de dos años.(Ripodas, de un año para que la heredera contraiga matri-
1977), no en vano tenemos el ejemplo de Perú monio, siempre que tenga la edad adecuada.
en 1540, momento en que había una mujer Los españoles que ocupan un cargo relevante
española por cada siete u ocho hombres. pero mal remunerado, suelen unirse en matri-
(Lochart, 1982). monio con encomenderas que aporten buenas
dotes. Si son ricos y poderosos, pero no de
M ª
V i s i ó n
roso, como ocurre con los hombres, fue el de XV, por ello no debemos olvidar que muchos
Andalucía. Estas mujeres y familias aportaron de estos artesanos llevarían consigo el núcleo
sus características a la nueva sociedad que familiar, al menos algunos casos destacados
entonces se estaba formando en las nuevas como los 22 hombres de campo o los 12 car-
tierras. pinteros.
d i d á c t i c a
Tradicionalmente se ha dicho que el primer Las mujeres castellanas llevan a América su
grupo de mujeres se traslado a las nuevas tie- valores morales de los bienes obtenidos con
rras en 1502, con Ovando, que en los viajes esfuerzo, pues sus personalidades se han for-
colombinos no participó ninguna fémina. mado en ambientes duros, buena parte de las
Hasta hace poco conocíamos los roles del pri- mujeres castellanas de niveles inferiores pro-
mer viaje, y del tercero y cuarto, y en ninguno ceden de familias de agricultores. Y en su
de ellos encontramos constancia de presencia nuevo emplazamiento también es necesario
d e
femenina a pesar de que los monarcas autori- trabajar mucho para poder alcanzar un cierto
zaran para el tercero el desplazamiento de 30 bienestar económico.
mujeres. Sin embargo, al analizar el descono-
l a
cido segundo viaje, encontramos numerosas Desde 1502 conocemos la llegada constante de
sorpresas y curiosidades, entre otras, la pre- mujeres españolas a tierras americanas, cuan-
m u j e r
sencia femenina. (León, 2007). do el comendador Nicolás de Ovando llevó con-
sigo algunos matrimonios de gente principal.
Como hemos apuntado, la mujer se desdibuja Estaba dispuesto que ni solteras, ni casadas
habitualmente en la historia oculta por la pre- acompañadas de su marido pasaran a Indias,
ponderancia del padre, marido, o cualquier sin embargo, el 18 de mayo de 1504 se autori-
p o b l a d o r a
otra figura masculina de la familia. Por eso, zó a la Casa de la Contratación para que
hasta que tuvimos la suerte de encontrar una pudieran embarcar aquellas mozas que pare-
nómina de los pasajeros de este segundo viaje ciese que no trajeran mal ejemplo. Así, las pri-
69
en el Archivo de Simancas, (León, 2006) no meras mujeres solteras de que hay constancia,
tuvimos constancia de algunos nombres de llegaron a Santo Domingo en 1509, con Diego
estas mujeres, pues de su presencia ya tenía- Colón y su mujer doña María de Toledo.
mos noticia por palabras del propio Colón al
anotar en la Carta Relación del segundo viaje Según los estudios de José Luis Martínez
e n
que entregó un pequeño niño indígena “a una (1983: 168), el porcentaje de emigración feme-
muger que de Castilla acá benía.” 4. Don nina que llegó al Nuevo Mundo a través de
Hernando (cap. LXI, p.201), al hablar de la España llegó a ser de hasta un 28.5 % en el
A m é r i c a
enfermedad de la mayor parte de los españo- período 1560-1579. "De las 5.013 mujeres
les que permanecen en la Isabela escribe registradas que van a América en esta veinte-
“sucedieron las cosas de los cristianos tan na, 1.980 (cerca del 40%) eran casadas o viu-
prósperamente que, no siendo más de seiscien- das, y 3024 (60%) solteras". No es nada des-
tos treinta, la mayor parte enfermos, y muchas preciable la cifra de un 60% de mujeres espa-
mujeres y muchachos, ...” lo que indica la pre- ñolas solteras emigradas, algunas de ellas
e n
sencia de familias completas, al mencionar a acompañadas de niños, y que este número sea
los muchachos, algo perfectamente lógico en en total más alto que el de las casadas. Con
una expedición de asentamiento. Por último, respecto a este particular, Richard Konetzke
e l
remitirnos a la nómina mencionada en la que (1945:146) comenta: "Lo que se explica recor-
vemos los nombres propios de algunas muje- dando que entonces existía un exceso de
s i g l o
res como Catalina Rodríguez, Catalina mujeres y que a muchas de ellas les resultaba
Vázquez y María de Granada. imposible casarse". Estas cifras contradicen y
X V I
(4) RUMEU DE ARMAS, A. (1989): Libro Copiador de Cristóbal Colón. Madrid. Sobre el segundo viaje tratan los documen-
tos II, III, IV, y V, escritos por Colón. Relaciones recogidas también en Colección Documental del Descubrimiento. Vid
concretamente Carta Relación del segundo viaje, p. 450.
desmienten la idea de que los españoles úni- acción intencionada de educar a la población,
camente tuvieron acceso a mujeres nativas del especialmente a las mujeres, no era un asun-
recién descubierto continente. to importante. En ese marco es donde situa-
mos la tarea didacta de las mujeres castella-
Buena parte de las españolas llegadas a nas del siglo XVI, centrándose en “la organiza-
América aceptó en sus casas a los hijos mesti- ción de la casa, la educación de los hijos, el
zos de sus maridos (Esteva, 1992). En un prin- lenguaje, el modo de vestir y de comportarse,
cipio se les aceptó y educó, pero con el paso del el horario, las costumbres, la manera de coci-
tiempo estos se convirtieron en rivales de los nar, eran aspectos que dependían de la mujer,
descendientes legítimos. Además los mestizos por lo que su influencia era grande en aquel
eran considerados hijos del pecado, y aunque nuevo ambiente” (…).
la Iglesia en un principio no condenó el concu-
binato, se esforzó para que los españoles vivie- “Todo ello suponía un trasplante cultural
ran en matrimonio. Algo que también poten- entre una y otra orilla del Atlántico, en el que
ciaría el Estado, pues la familia ayuda a crear la mujer tenía un importante papel como
asentamientos y a establecerse. De este modo, transmisora de cultura. Enseñaban las cos-
G u e r r e r o
Las mujeres castellanas también tuvieron que que se consolidaba la colonización fue sur-
M o n t s e r r a t
hacer frente a la soledad al haber perdido a su giendo la sociedad criolla y mestiza, que dará
pareja y a sus hijos prematuramente. La viu- lugar a la actual sociedad americana. Sus raí-
dez fue algo muy común por lo que estas ces, tradiciones y costumbres se remontan en
mujeres se vieron obligadas a afrontar proble- gran parte a aquellas mujeres que, al otro
mas derivados de esta nueva situación. Por lo lado del Atlántico, se preocuparon de formar
general volvían a casarse bien por problemas unos hogares como os que habían conocido
económicos, o por la necesidad de que un en su tierra castellana” (González del Campo,
hombre (en ocasiones un hijo o un hermano), 1998: 33).
gestionara la herencia familiar.
El caso de cada mujer que se desplaza a tie-
M ª
Es cierto que las expectativas de mejorar la rras americanas es distinto. Como ya hemos
posición eran grandes, tanto si iban como apuntado, unas iban al encuentro de sus
simples pobladores o trabajadoras al servicio maridos una vez allí asentados, otras viajaban
de un señor, como si era esposas de funciona- junto a algún miembro masculino de su fami-
rios, para los que es destino suponía un lia (marido, padre, hermano), o lo hacían como
ascenso en su carrera. acompañantes de otros emigrantes. Las muje-
res que viajaban solas casi siempre lo hacían
acompañadas por un matrimonio o una per-
sona de confianza. De este modo, las españo-
las llevaron a las nuevas tierras el lenguaje
LA MUJER, TRANSMISORA DE LA usado en la vida diaria, el nombre castellano
CULTURA Y COSTUMBRES CASTELLANAS. de los alimentos, de las frutas, de los anima-
les domésticos, de los tejidos y prendas de
La educación no siempre dependió de la insti- vestir fue trasmitido por ellas a las personas
tución escolar. Además de la catequesis, la de su entorno. (Pereda, 2000). Uno de los
aspectos que les resultó más difícil fue el culi- “tareas mujeriles”, que era principalmente
nario. No sólo había productos que no podía aprender a “regir la casa”, es decir, ser una
encontrar fácilmente, sino que ante ellas apa- señora de su casa, esposa y madre, además de
V i s i ó n
recían otros nuevos como la patata, el tomate, aprender a bordar, hilar, tejer, etc. Además de la
el chocolate, etc., que se presentaban como educación de sus hijos, tan importante o más
algo exótico y difícil de asimilar en la gastro- que la que estos recibían en las pequeñas
nomía a la que estaban acostumbradas. escuelas que se fueron creando junto a las igle-
sias de las crecientes poblaciones, la mujer cas-
d i d á c t i c a
tellana se ocupó de educar a las niñas indíge-
nas (especialmente las hijas de los caciques).
LA MUJER CASTELLANA, EDUCADORA Con ello se facilitaba el propósito de formar una
sociedad a semejanza de la española.
DE LA MUJER INDÍGENA.
De manera somera, podemos afirmar la puesta
Aunque su papel no fue solo el de transmisión en marcha de dos tipos de centros educativos
de la cultura castellana del siglo XVI, también para las niñas indígenas en el siglo XVI, espe-
la encontramos atendiendo a los conquistado-
d e
cialmente en territorio novohispano: las escue-
res heridos. La sanidad en el ámbito domés- las elementales externas 5, y los recogimientos
tico fue una parcela reservada a la mujer. Las para niñas indias con carácter de internado 6.
l a
castellanas conocían la preparación de numero-
sas infusiones para los males de estómago, cir- Para lograr la mencionada educación, se crea-
m u j e r
culación, cocciones de hierbas medicinales para ron colegios especiales, sobre todo en México,
aplicar cataplasmas, etc. Pero, sin lugar a buscando para ellos maestras españolas. Con el
dudas, “donde las mujeres desempeñaban la fin de educar a las niñas indígenas en colegios
labor médica más importante era en los partos” internados, los frailes buscaron mujeres espa-
(Lloret, 1990). Las mayores y las parteras asis- ñolas, contando con el interés de la emperatriz
p o b l a d o r a
tirían a las españolas que allí dieron a luz, y Isabel de Portugal. Se enviaron varias misiones
también las indígenas del entorno colaborarían educativas organizadas por el obispo
en el parto y aportarían sus conocimientos Zumárraga y los franciscanos (en un principio
71
sobre las hierbas medicinales de la zona con mujeres solteras y casadas) en 1530, 1534,
(Sahagún, 1988). y en 1535, en las que fueron llegando mujeres
castellanas para adoctrinar y enseñar a las
Pero centrándonos ya de manera específica en jóvenes indígenas.
la labor docente de la mujer, podemos asegurar,
e n
como Josefina Muriel (1992:60), que “las muje- En Texcoco, la terciaria Catalina de
res de entonces tuvieron conciencia de que sus Bustamante fue la directora del colegio y prime-
acciones relatadas tan escuetamente eran mini- ra maestra de la Nueva España. Este centro se
A m é r i c a
mizadas por los historiadores y de que los bene- creó por la donación de un palacio, el de
ficios de la conquista debían ser también para Nezahualcoyitzi, de Fray Toribio de Benavente,
ellas. Contra esa injusticia se rebelan y escriben Motolinía, en 1528, para que pudiera estable-
cartas al monarca, informándole de sus actos y cerse el primer colegio de niñas. Allí impartió
reclamando su atención para obtener el recono- educación humana y cristiana, comprometién-
cimiento de méritos y toda esa serie de merce- dose asimismo en la defensa de la dignidad de
e n
des y demás beneficios económicos que ya se las mujeres.
habían dado a los hombres. Algunas lo consi-
guieron para su disfrute personal, otras para Como anota Josefina Muriel (1992:61)
e l
Un aspecto fundamental de la educación feme- vivir, distinto al suyo en sus bases culturales,
nina era el denominado genéricamente como en el cual se comprendían desde su medio de
X V I
(5) Como las fundadas por el franciscano Diego Martín en Yucatán entre 1530 y 1569.
(6) Un ejemplo son los promovidos por Zumárraga, encomendados a las beatas terciarias llegadas en 1530, y las ocho
mujeres enviadas en 1534 por la Emperatriz. Las dificultades de estos primeros pasos en la creación de internados para
educar a la mujer indígena hicieron que poco después las seglares fueran reemplazadas por monjas concepcionistas
para que se hicieran cargo de la actividad docente del convento.
expresión, la lengua castellana, la modificación reglada y no reglada, son las verdaderas sin-
de su manera de vestir, la realización de nuevas tetizadoras de dos culturas diferentes, con raí-
labores femeninas y hasta la forma de practicar ces profundas en sus propias tradiciones
las virtudes humanas y conocer las cristianas. (Bravo, 2012: 218). Las españolas aportaron
Les enseñó a memorizar el catecismo que los sus propias costumbres, que se van a proyec-
frailes explicaban, a entonar el canto llano y tara toda la sociedad.
rezar las Horas de Nuestra Señora. …”
Tal y como indica Bravo (2012: 215), “el papel
Esta primera maestra, Catalina Bustamante, de la mujer en América va a tener una impor-
fue consciente de que ella sola no podía conse- tancia singular ya que las indígenas fueron
guir su finalidad educativa y buscó la ayuda de algunos de los más eficaces agentes de mesti-
otras mujeres, de las que tan sólo citaremos zaje étnico y cultural porque, entre otras cosas,
algunos nombres: Elena Medrano, Ana de supieron utilizar el vehículo por antonomasia:
Mesa, Luisa de San Francisco, entre otras. El la lengua.” (…) “las mujeres indígenas, como
resultado fue la creación de una red de colegios nanas de los niños criollos o mestizos colabo-
femeninos en Nueva España como los de ran eficazmente para lograr una mejor comu-
G u e r r e r o
Otumba, Coyoacan, Xochimilco, …, y así hasta nicación”. Actuaron como notables mediado-
diez, en los que durante cuatro años entre 300 ras entre la cultura hispánica y la indígena, es
y 400 niñas indígenas estuvieron escolarizadas. decir fueron creadoras de una nueva cultura,
de un orden social cuya jerarquía parece
Poco más diremos sobre estos primeros pasos depender, entre otros principios, del respeto
de la mujer educadora en tierras americanas, hacia los mayores y los antepasados (Casey,
salvo otro breve esbozo sobre qué materiales 1983).
•
beto, la formación de sílabas, las tablas de las niñas indias, mestizas y criollas.
•
sumar y multiplicar, y oraciones como el padre Elaborando una teoría pedagógica a partir de
M o n t s e r r a t
(7) VARELA y GONZÁLEZ DEL CAMPO (1991), pp. 57-76. LEÓN GUERRERO, M. ª Montserrat (1994).
suponer, que las obedecerían con más gusto y DELGADO, Jaime (1967): La mujer en la con-
prontitud. Pero el vehículo educativo por anto- quista de América, Homenaje a Jaime Vicens
nomasia fue sin duda la familia y el mestizaje Vives, Barcelona, Universidad de Barcelona,
V i s i ó n
que se produjo en su seno. vol. II, pp. 101-111.
Podemos concluir diciendo que aunque en la ESTEVA FÁBREGAT, C (1987): El mestizaje en
mayor parte de los casos no existió un sistema Iberoamérica. Madrid.
oficial de enseñanza, no quiere decir que la
enseñanza femenina estuviera abandonada. FERNÁNDEZ DURO, Cesáreo (1945): La mujer
d i d á c t i c a
La mujer española se encargó de la conserva- española en Indias, Madrid
ción de las tradiciones castellanas, la religiosi-
GONZÁLEZ DEL CAMPO, Isabel (1998):
dad doméstica, el modelo de vida familiar.
Mujeres vallisoletanas en América en los siglos
XVI y XVII. Valladolid, Ayuntamiento de
Valladolid.
d e
"Mujeres fuertes y emprendedoras. Cinco cas-
ANDREO, Juan y GUARDIA, Sara Beatriz (Comp. tellanas en Indias en el siglo XVI". En Coloquio
l a
y Ed.), (2002): Historia de las Mujeres en América de Historia Canario-Americana. XIII, Las
Latina. Murcia, CEMHAL. Departamento de Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Las
m u j e r
Historia Moderna, Contemporánea y de América Palmas, pp. 1141-1151."
de la Universidad de Murcia. GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, J. en Borges, P.: La
AROSEMENA DE TEJEIRA, Otilia (1974): “La Iglesia y la Evangelización, Madrid, 1991, p.
mujer en América Latina: pasado, presente y 716.
p o b l a d o r a
futuro”, Américas, vol. 26, nº 4.
KONETZKE, Richard (1945): "La emigración
BORGES, Analola (1972): "La mujer-poblado- de mujeres españolas a América durante la
73
ra en los orígenes americanos", Anuario de época colonial." Revista Internacional de
Estudios Americanos, pp. 389-440. Sociología 9, pp. 123-150.
BOYD-BOWMAN, Peter (1985): Índice geobio- KONETZKE, Richard (1945): “La emigración
gráfico de más de 56000 pobladores de la de las mujeres españolas en América durante
América Hispana, México, Fondo de Cultura la época colonial”, Revista Internacional de
e n
Económica. Sociología, año III, nº 9-10.
A m é r i c a
BRAVO, María Antonia del (2012): “La mujer
como generadora de una nueva cultura. Una colonial hispanoamericana”. En L. Bethell
lectura diferente de la colonización española (coord). Historia de América Latina.
de América”. Hispania Sacra, LXIV, pp. 211- Barcelona.
235.
LAVRIN, A (1994): Historia de las mujeres lati-
CARRASCO LIGARDA, Rosa (1995): “La mujer noamericanas, México, Siglo XXI. e n
en la conquista de América”, Consensus,
Revista de la Universidad femenina del LEÓN GUERRERO M.ª Montserrat (2006):
Sagrado Corazón. Centro de Investigación. Cristóbal Colón y su viaje de confirmación
e l
MURIEL, Josefina (1995): La sociedad novo- Indias. Realidad social y regulación jurídica.
hispana y sus colegios de niñas, México, Buenos Aires.
Universidad Autónoma.
RUMEU DE ARMAS, Antonio (1989): Libro
MURIEL, Josefina (2000): Cultura femenina Copiador de Cristóbal Colón. Madrid, Tabule
novohispana, México, UNAM. Americae.
OLAECHEA LABREN, Juan B. (1992): El mes- SAHÚN, Fray Bernardino de (1938): Historia
•
tizaje como gesta. Madrid, Mapfre. general de las cosas de la Nueva España.
Mexico, Pedro Robredo.
O'SULLIVAN-BEARE, Nancy(1960): Las muje-
L e ó n