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Siendo conscientes de los peligros latentes en la zona en cuestión, como consecuencias del
reciente retroceso glaciar es el rápido crecimiento de lagunas formadas en el frente de los
glaciares. Uno de los riesgos resultantes es que las morrenas que represa la laguna Palcacocha
glaciares puedan colapsar, liberando un inmenso volumen de agua y originando un desborde
violento (aluvión).
LEY Nº 29664- 2011 PCM Ley que crea el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de
Desastres.
Artículo 3.- Definición de Gestión del Riesgo de Desastres. La Gestión del Riesgo de Desastres
es un proceso social cuyo fin último es la prevención, la reducción y el control permanente de
los factores de riesgo de desastres en la sociedad, así como la adecuada preparación y respuesta
ante situaciones de desastre, considerando las políticas nacionales con especial énfasis en
aquellas relativas a materia económica, ambiental, de seguridad, defensa nacional y territorial de
manera sostenible.
I.-Principio protector. -La persona humana es el fin supremo de la Gestión del Riesgo de
Desastres, por lo cual debe protegerse su vida e integridad física, su estructura
productiva, sus bienes y su medio ambiente frente a posibles desastres o eventos
peligrosos que puedan ocurrir.
II.- Principio de bien común. - La seguridad y el interés general son condiciones para el
mantenimiento del bien común. Las necesidades de la población afectada y damnificada
prevalecen sobre los intereses particulares y orientan el empleo selectivo de los medios
disponibles.
III.- Principio de subsidiariedad. - Busca que las decisiones se tomen lo más cerca
posible de la ciudadanía. El nivel nacional, salvo en sus ámbitos de competencia
exclusiva, solo interviene cuando la atención del desastre supera la capacidad del nivel
regional o local.
h.-Las entidades públicas del Poder Ejecutivo deben establecer y mantener los
mecanismos estratégicos y operativos que permitan una respuesta adecuada ante las
situaciones de emergencia y de desastres de gran magnitud. Los gobiernos regionales y
gobiernos locales son los responsables de desarrollar las acciones de la Gestión del
Riesgo de Desastres, con plena observancia del principio de subsidiariedad
i.- Las entidades públicas, de todos los niveles de gobierno, evalúan su respectiva
capacidad financiera y presupuestaria para la atención de desastres y la fase de
reconstrucción posterior, en el marco de las disposiciones legales vigentes. El
Ministerio de Economía y Finanzas evalúa e identifica mecanismos que sean adecuados
y costoeficientes, con el objeto de contar con la capacidad financiera complementaria
para tal fin.
Artículo 8.- Objetivos del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres. i.- La
recuperación social, la reactivación económica y la reconstrucción, como consecuencia de un
desastre, en el marco del proceso de planificación del desarrollo.
PLANAGERD
Decreto Supremo
Nº 034-2014-PCM
Decreto Supremo N.º 034-2014- PCM.
Artículo 1.- Aprobación del Plan Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres - PLANAGERD
2014-2021 Aprobar el Plan Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres - PLANAGERD 2014-
2021 Y que consta de un (01) Objetivo Nacional, seis (06) Objetivos Estratégicos, catorce (14)
Objetivos Específicos y cuarenta y siete (47) Acciones Estratégicas La Ley 29664, establece que
el Plan Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres es uno de los principales instrumentos del
SINAGERD, integra los procesos de Estimación, Prevención, Reducción del Riesgo de
Desastres, Preparación, Respuesta, Rehabilitación y Reconstrucción, y tiene por objeto
establecer las líneas estratégicas, objetivos, acciones, procesos y protocolos de carácter
plurianual necesarios para concretar lo establecido en la Ley. El Plan Nacional de Gestión del
Riesgo de Desastres - PLANAGERD 2014 - 2021, es fruto del trabajo conjunto entre la
Secretaría de Gestión del Riesgo de Desastres – SGRD de la Presidencia del Consejo de
Ministros, el Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres -
CENEPRED y el Instituto Nacional de Defensa Civil - INDECI, Ministerio de Economía y
Finanzas - MEF y Centro Nacional de Planeamiento Estratégico - CEPLAN, así como de los
demás integrantes del SINAGERD, quienes brindaron sus aportes mediante talleres
participativos realizados a nivel nacional.
• Enfatizar que la GRD constituye una de las guías de acción básica a seguir para el
desarrollo sostenible del país.
Entre muchas otras propuestas se ha mencionado reiteradamente que si las cuencas estuvieran
cubiertas de bosques tanto las inundaciones como los aluviones serían más moderados. Eso es
verdad, pero debe entenderse que reconstituir los bosques de las cuencas es una tarea gigantesca
que requiere de un contexto complejo. Eso debe ser muy bien comprendido para evitar
malgastar recursos y provocar más frustraciones. O sea, no se trata de salir plantando eucaliptos
por aquí y por allí y creer que eso va a resolver alguna cosa. En un pasado remoto, es probable
que las porciones media y alta de las cuencas del flanco occidental del Perú estuvieran cubiertas
de vegetación, en gran parte herbácea, pero incluyendo también amplios bosques de diferentes
tipos. La vegetación, tanto la herbácea como la arbustiva y especialmente la arbórea, permite
infiltrar en el suelo el agua de las precipitaciones que, a modo de esponja, la almacena y luego la
suelta, limpia y fresca, a lo largo del año. En eso, los bosques actúan de forma equivalente a los
oconales u ojos de agua de las praderas altoandinas. Además, la vegetación reduce la erosión
superficial y otras formas más graves de pérdida de suelo, evitando que los sedimentos lleguen a
los cursos de agua y formen aluviones.
lo sabio era preservar la vegetación natural hasta la actualidad. Pero el equilibrio fue roto. De
una parte, los bosques fueron progresivamente eliminados mediante uso y abuso de fuego o para
extraer madera, proceso que se incrementó en el último milenio y que alcanzó el paroxismo en
los últimos dos siglos. De otra, la población aumentó mucho y se instaló en lugares que eran
naturalmente influenciados por los fenómenos excepcionales periódicos. Hoy, como se sabe, las
cortas y torrentosas cuencas occidentales andinas de la región central y sur poseen apenas
minúsculos bosquetes residuales, miserables testigos de lo que fueron magníficas florestas
llenas de vida. Las cuencas andinas occidentales de la región norte son mucho más amplias y
menos torrentosas. Algunas de ellas aún conservan vegetación. Sin embargo, el maltrato
milenario a que fueron sometidas también ha limitado mucho su capacidad de regular el flujo
hídrico, lo que explica la intensidad creciente de las inundaciones. Dado que los bosques
naturales no existen más o están muy maltratados, las únicas opciones para obtener sus
beneficios es restaurarlos donde eso aún es posible, o plantar bosques nuevos, es decir:
reforestar. La restauración o rehabilitación de bosques es la primera opción y también la más
económica pero posiblemente no sea viable en todo lugar donde es deseable tener bosque, pues
depende del material genético disponible en el lugar. El primer paso para esa opción es evitar
que se continúe destruyendo la poca vegetación forestal o natural que a duras penas subsiste en
sectores remotos y accidentados de las cuencas costeras. Parece mentira pero la destrucción de
esos relictos continúa a toda marcha, en todas las cuencas. Y eso es doblemente lamentable
pues, si se les respetase, esas pequeñas manchas boscosas se expandirían lenta pero
seguramente, a bajo costo, bastando protegerlas contra el pastoreo, la tala y las quemas.
Declarar los últimos relictos forestales como áreas protegidas es una opción que, por sus
dimensiones actualmente modestas e impacto local, debería ser una acción de nivel municipal.
Hay una modalidad de restauración de la vegetación forestal que merece mención especial para
los ríos andino-costeros. Naturalmente esos ríos tenían una vegetación ribereña bien adaptada
que incluía, en su parte alta, árboles como el aliso y, en su parte media y baja árboles como los
sauces llorones, molle y densos rodales de caña brava y del arbusto pájaro bobo, entre muchas
otras plantas. Estos bosques ribereños si bien conservados frenan los desbordes del río o los
atenúan ya que, unidos a los depósitos aluviales, encajan o canalizan el lecho del río y encausan
sus aguas. Además, evitan que los sedimentos que bajan de las laderas lleguen hasta el agua,
quedándose atrapados en el enmarañado de raíces. Lamentablemente, casi todos esos bosques
ribereños han sido destruidos para leña o para cultivar o, en el caso de la caña brava, son
explotados en forma desordenada y exhaustiva. Restaurar esos bosques es fácil y bastante rápido
(pues disponen de humedad) si se les da la oportunidad. Basta con evitar que sean invadidos o
talados. En diversos países es terminantemente prohibido cortar la vegetación ribereña bajo
pena de cárcel. En esos países el ancho de la faja de vegetación que no debe ser cortada es
proporcional al ancho del río y resulta en fajas defensivas importantes que los mantienen
debidamente encausados. Aplicar una ley de ese tipo en el Perú sería de gran provecho para las
tres regiones naturales. Si restaurar bosques es inviable porque ya no quedan ni rastros de ellos,
como en gran parte de la vertiente occidental central y sur de la Sierra, la única alternativa que
resta es la reforestación. Pero reforestación es un concepto muy amplio que abarca una gran
gama de opciones, modalidades y objetivos. Hay plantaciones forestales para protección y otras
para producción de madera o frutas, aunque la mayoría son mixtas en una proporción u otra. En
general las que son esencialmente protectoras son de crecimiento lento, como cuando se usa
quishuar o kcolle, mientras que las productoras, por ejemplo eucaliptos y pinos, son más
rápidas.
Especialmente hablando de moderar los impactos de las precipitaciones en los Andes no se trata
de plantar árboles en terrenos planos y/o fértiles, que deben reservarse para la agricultura
aunque se debe recordar que los árboles, como cualquier planta, crecen mucho mejor y más
rápidamente si el suelo es de buena calidad. Por eso debe estudiarse muy bien dónde y qué
plantar en función del beneficio-costo, incluyendo en este cálculo el valor de los desastres
evitados. Debe recordarse, además, que las plantaciones forestales son acciones de medio y
especialmente de largo plazo. Se planta hoy para beneficio de la próxima generación y en
especial para las subsiguientes. También hay que aclarar que, para ser útil, la reforestación de
una cuenca debe tener dimensiones mínimas por bajo de las cuáles no tendrá mayor
significancia. Ese mínimo depende de la realidad de cada cuenca y no hay fórmulas
preestablecidas. Cualquier iniciativa de restauración de bosques o de reforestación debe
insertarse en un plan de manejo de cuenca con una autoridad coordinadora de usos de la tierra y
del agua y de las acciones para reconstituir la capacidad de la cuenca de retener agua,
mantenerla y mejorarla. Eso implica diseñar y ejecutar un programa de largo plazo y,
obviamente, instalar el mecanismo financiero que va a tornarlo realidad. El repoblamiento
forestal tendrá mucho espacio en ese programa donde deberá ir acompañado y asociado a
muchas otras medidas como el manejo de la ganadería y de los pastos, múltiples obras de
almacenamiento e infiltración de agua, control de uso de fuego, mejores técnicas de riego, etc.
Existe mucha experiencia en el Perú sobre esas técnicas pero los programas que las
desarrollaron nunca recibieron el apoyo, la amplitud y la duración suficientes para convertirse
en éxitos plenos. Y así como la conservación de bosques y la reforestación deben insertarse en
planes de manejo de cuencas hidráulicas, estos deben ser parte de una política general de uso de
la tierra, desarrollo agrario y prevención de desastres, que incluye todo lo que este autor y tantos
otros han dicho y repetido desde hace décadas pero que nunca se ha realizado en forma
coherente ni sostenida. Se hace referencia, obviamente, a cumplir las leyes que prohíben
asentamientos humanos o uso de tierra en lugares de riesgo, que son bien conocidos y,
obviamente, castigar a las autoridades que los fomentan, facilitan o que simplemente los
permiten. Igualmente se trata de financiar adecuadamente los sistemas de investigación
científica sobre fenómenos climáticos y otros conexos, los de prevención y alerta temprana y
claro, la construcción de las obras de ingeniería que se demuestra son indispensables. Y,
hablando de obras, éstas deben ser construidas llevando en cuenta evitar crear nuevos problemas
ambientales además de prever que los fenómenos climáticos extremos serán cada vez más
intensos y frecuentes.
Cuando el sistema de vertimiento de aguas requiera, diseñar Pantallas Deflectoras, los criterios
de diseño que se utilizarán serán los siguientes:
La sección debe diseñarse para el tramo de mayor pendiente que presente el perfil
longitudinal del canal, y esa misma servirá para pendientes menores.
La velocidad de entrada no debe ser mayor que la que tendría dentro de él en una
pendiente del 50%. Si no se cumple esta condición, se puede lograr la disipación dentro
flujo aumentado la altura y/o pestaña en el tramo inicial. Se recomienda estudiar este
caso con un modelo hidráulico para las condiciones particulares.
La entrega puede consistir en aletas y enrocado, prescindiendo de la estructura de
disipación de energía si el último tramo del canal es de pendiente moderada.
Deben calcularse curvas horizontales y verticales evitando así, quiebres pronunciados
en su trayecto que podrían producir desbordes y erosiones en la estructura. En el caso de
que se requieran curvas horizontales con mayor curvatura que la calculada, basta con
aumentar convenientemente la pestaña del lado exterior.
Se deben colocar drenajes paralelos para evitar las subpresiones.