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Corazones que arden

Lucas 24

¿Qué tal si, una vez que hemos caminado con la gente, les mostramos al Cristo revelado
en todas las escrituras para que sus problemas, dudas, preocupaciones y fracasos se
conviertan en vidas que arden por Jesús? Para ello, primeramente, hay que conocer la
escritura. En segundo lugar, hay que saber cómo expresarla bien para que realmente
vean a Cristo y usar las palabras y el tiempo adecuados. Y en tercer lugar se necesita
valentía para hacerlo. A veces somos buenos acompañadores pero no llegamos al punto
de ser predicadores. ¡Qué Dios nos dé conocimiento, gracia y valentía para cumplir con el
objetivo de presentar a Cristo.

Sin menoscabar la responsabilidad humana y su capacidad de aceptar o rechazar a Dios,


podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que es Dios el que abre los ojos y el
entendimiento. El Espíritu Santo es el que nos convence para reconocer nuestra
condición y aceptar la gracia de Dios.

¿No sería entonces necesario, no sólo caminar al lado de la gente y mostrarles a Cristo
en la Palabra de Dios, sino orar fervientemente para que sean abiertos sus ojos? ¡Que
Dios nos ayude a no conformarnos con hacer nuestra parte, sino orar que Dios haga la
suya!

¿Qué significa que su corazón ardía? Que había un gozo inexplicable dentro de ellos,
muy fuerte, y que necesitaban expresar.
Ellos, sin saberlo, nos están explicando a nosotros, muchos siglos después, lo que
produce un encuentro auténtico con Jesús: Un gozo inefable por haber caminado con
Jesús y haber oído su palabra.

El fuego arde, quema todo lo que hay a su paso y se extiende hacia todos los sitios que
pueda incendiar. Así es el verdadero evangelio de Dios; produce un gozo que arde dentro
de nosotros y nos lleva a incendiar nuestras relaciones, familias, amistades y vecindarios
con el gozo de haber conocido las escrituras y al Cristo que en ellas se revela.
¿Realmente tenemos ese gozo por haber conocido a Cristo que arde en nosotros, nos
quema y nos impulsa a ir a otros a contarles? Deseo de corazón que así sea.
Devocionales
Orar que Dios incendie

El fuego no dice: -¡Qué pereza! ¿Ahora tengo que ir hasta allí?-


¡El fuego se extiende por todos los sitios y siempre quiere alcanzar lo máximo
posible!

¿Por qué la evangelización es una asignatura pendiente en la mayoría nuestras


vidas e iglesias? Creo que tiene que ver con que este ciclo potencial que se
observa en los cuatro días anteriores no está teniendo lugar. Me explico. En los
cuatro devocionales anteriores, vimos cuatro acciones necesarias para la
evangelización:

1.- Caminar con la gente preocupándose por ella


2.- Exponer las escrituras mostrando a Cristo
3.- Orar que Dios abra los ojos y el entendimiento
4.- Orar que Dios encienda con su fuego los corazones.

Pues bien, una vez encendido el fuego en el corazón de las personas que
escuchen, irían corriendo a contarlo como los de Emaús y luego, tomando como
modelo el ejemplo de Jesús, caminarían con ellos, les expondrían las escrituras,
orarían que Dios les abriera los ojos y que sus corazones fueran encendidos con
el amor y el gozo divinos y… ¡vuelta a empezar! Éstos últimos que han escuchado
y ahora tienen el fuego de Dios irían a otros… a su vez éstos a otros… y el
incendio del evangelio estaría asegurado.

Quiera Dios que tú que lees este devocional te preguntes: ¿Estoy haciendo la
labor de evangelizar? ¿Yo he experimentado a Cristo caminando a mi lado y
revelándose a mi vida? ¿Dios ha abierto mis ojos y he conocido a Cristo? ¿Tengo
el fuego de Dios, su amor y su gozo en mi corazón?

Oro para que tú que has llegado al final de este devocional le digas a Dios: ¡Señor,
que mi corazón arda! ¡Quiero que me uses para incendiar el mundo con tu amor!

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