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T5. LOS FALLOS DEL MERCADO Y LA INTERVENCION DEL SECTOR PÚBLICO.

I. INTRODUCCION
En este tema observaremos los diferentes fallos existentes en el mercado y la labor del sector público para
solventarlos. Los bienes privados, como sabemos, la producción se financia a través del pago de un precio de
mercado, en cambio, en los bienes públicos, donde no existe mercado, la producción debe financiarse mediante el
pago de impuestos. Cada vez es más frecuente que los bienes públicos sean gestionados por empresas privadas,
pero esto no les hace perder su carácter de público, ni los convierte en productos susceptibles de su venta en el
mercado.
Por otro lado estudiaremos:
Fallos en los mercados monopolizados: Nos plantearemos hasta qué punto el monopolio, como estructura de
mercado, impone un coste de bienestar para la sociedad y discutiremos las formas de regulación del mercado.
Fallo del mercado causado por la presencia de efectos externos en la producción de un BYS: Definiremos el
concepto de efecto externo, las consecuencias de la producción o consumo de un bien sobre la producción o
consumo de otro, sin que sea transmitido a través de precios. Haremos referencia a un caso de efecto externo
negativo (contaminación).

II. CONDICIONES DE EFICIENCIA EN LA PROVISION DE BIENES PUBL. PUROS.


La cuestión de que cantidad de bien privado debe fabricarse y a qué precio se resuelve a través del mecanismo de
mercado. La cantidad y el precio obtenidos en el punto de equilibrio representan un resultado que tiene las
características de un óptimo de Pareto.
En el caso de los bienes públicos no puede existir un mercado de regule su producción, de ahí que sea el sector
público el encargado de su provisión. A pesar de ello, podemos preguntarnos cuales deberían ser las condiciones
de eficiencia si dispusiéramos de un mecanismo hipotético que cumpliera las funciones del mercado. El estudio de
estos sistemas hipotéticos de asignación es lo que constituye el análisis de los modelos teóricos de determinación
de la cantidad óptima de bienes públicos.
Condiciones de eficiencia de un mercado de bienes privados puros: Supongamos que solo existen 2 grupos
de demandantes, A y B, cuyas curvas de demanda son las contenidas en el siguiente gráfico:
Demanda A DB D Total

Por lo que a partir de las demandas anteriores es muy sencillo obtener la demanda total en el mercado.
- Precio de 100 un. El grupo A demanda 20 y el B 10, demanda total 30 un.
- Precio de 50 un. El grupo A demanda 40 y el B 30, demanda total 70 un
La obtención de la demanda total en el mercado se consigue sumando, para cada precio, las cantidades
demandadas de los distintos grupos de consumidores. Dado que la cantidad aparece reflejada en el eje horizontal
del gráfico, se dice que, en los bienes privados, la demanda en el mercado se obtiene sumando
horizontalmente las demandas individuales
Tras comprobar esto, podemos obtener las condiciones de eficiencia en la asignación de bienes privados.

Figura 5.3. Condiciones de eficiencia en la asignación de bienes privados.


T5. LOS FALLOS DEL MERCADO Y LA INTERVENCION DEL SECTOR PÚBLICO.
Demanda de A Demanda de B Demanda y oferta del mercado

Representamos la situacion de equilibrio en el mercado. Sabemos que esta alcanza su punto equilibrio, donde la
demanda se cruza con la oferta, dando el precio equilibrio y la cantidad equilibrio. Dado que la oferta representa el
coste marginal de producción, sabemos que P=CMg.
En el caso de los bienes públicos puros las cosas cambian sustancialmente. Primero, no es posible que A y B
dispongan de cantidades diferentes del bien público, pues, al ser un producto de consumo no rival si A dispone de x
unidades, B obtiene las mismas unidades.
En estas circunstancias, la demanda total del bien público no puede calcularse sumando. Por lo que nuestro
razonamiento será el inverso. ¿Cuánto está dispuesto a pagar A por X unidades de bien público? ¿Cuánto lo está
B? Una vez determinado el precio máximo que entregarían ambos consumidores podemos decir que la sociedad
estaría dispuesta a pagar la suma de ambos precios.
Figura 5.4-5. Demanda de un bien público puro.

Demandante A Demandante B Demanda total de bien publico

- Cantidad de 5 unidades: El consumidor A estaría dispuesto a pagar 100 um, mientras que el demandante
B pagaría 70 um. En conjunto, la sociedad formada por estos dos individuos pagaría 170 um.
- Cantidad de 11 unidades: El consumidor A pagaría 60 um, mientras que el demandante B 40 im, lo que
nos daría un total de 100 um.
Por lo que, la demanda total de un bien público se obtiene sumando, para cada unidad posible, los precios que
están dispuestos a pagar los distintos demandantes. Dado que los precios están situados en el eje vertical del
gráfico, se dice que la demanda de un bien público se representa sumando verticalmente las demandas
individuales.
Una vez obtenida la demanda de bienes públicos, podemos analizar las condiciones de eficiencia en su
provisión.
Figura 5.6. Equilibrio en un “mercado” de bienes públicos.

DA DB Equilibrio de “mercado” B. Pub.

El grafico explica cómo se asignarían los bienes públicos en el caso de que existiera un mecanismo que
sustituyera al mercado. En el punto de equilibrio se determina una cantidad de 6 unidades a 150 um. Estas seis
unidades son las mismas para A y B, el primero está dispuesto a pagar 85 um y el segundo 65 um, la suma de
ambos precios coincide con el precio de equilibrio del “mercado”. De esta manera podemos resumir las
condiciones de eficiencia de este modo: = = +
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En el caso de los bienes públicos puros las condiciones de asignación se invierten con respecto a los privados.
Si allí la cantidad equilibrio era igual a la suma de unidades demandas por los distintos consumidores, aquí es el
precio equilibrio el que es igual a la suma de precios y al coste marginal de producción. Por el contrario, la
cantidad equilibrio es igual para los distintos individuos.
Pero este mecanismo plantea problemas:
Como sabemos cuánto está dispuesto a pagar los consumidores por el bien público. E n el caso de los
bienes privados el mero hecho de comprar el producto a un precio determinado indica cuales son las
preferencias del consumidor, pero en los bienes públicos esta compra no existe, de ahí que se establezcan
mecanismos alternativos para descubrir estas preferencias.
Esta condición de equilibrio no significa, necesariamente, que la financiación de los bienes públicos
debe hacerse como sugieren las condiciones de eficiencia que acabamos de describir. El análisis que
hemos desarrollado parece sugerir que el ciudadano A debería contribuir con 85 um a la provisión del bien
público y que B debería aportar 65. Tal planteamiento supone adoptar una forma determinada de considerar la
equidad en la financiación del sector público, en concreto aplicar el principio del beneficio, pero ello supone,
implícitamente, renunciar a cualquier finalidad redistributiva en la acción estatal.

III. MONOPOLIO Y COMPETENCIA IMPERFECTA: LAS FORMAS DE REGULACION DEL


MONOPOLIO
La evaluación de los costes del monopolio exige compara sus resultados con los de un mercado de competencia
perfecta.
Cuando el mercado es perfectamente competitivo sabemos que el equilibrio se alcanza donde la demanda se cruza
con la oferta y que esta representa el coste marginal de producción. P=CMg
En los mercados de monopolio la empresa elige aquella cantidad en la que el CMg se cruza con el IMg. Una vez
determinada la cantidad producida por el monopolista, su precio de venta se obtiene a través de la curva de
demanda. Es decir, el monopolista puede decidir qué cantidad ofrecerá en el mercado, pero son los demandantes
quienes establecen el precio máximo que pagaran por esa cantidad. En las formas de competencia imperfecta,
como el oligopolio, la cuestión es evitar que las distintas empresas alcancen, mediante un acuerdo, los resultados
del monopolio.
En la figura 5.7 hemos representado gráficamente un mercado con una oferta horizontal, para comparar los
resultados del monopolio y la competencia perfecta. La principal ventaja es que el CMg coincide con el coste medio
de producción CMe. Esta coincidencia resulta muy útil a la hora de establecer los costes auténticos causados por
un monopolio.
Figura 5.7 (VER)
Consideremos inicialmente que el mercado es de competencia perfecta. En estas circunstancias, el precio y la
cantidad vendrían dadas por el punto de equilibrio E, es decir, Qc y Pc. El consumidor obtendría así un excedente
marcado por el triángulo delimitado por los puntos E, Pc y el de intersección de la curva de demanda con el eje
vertical.
Si el mercado fuera un monopolio y este tuviera los mismos costes que las empresas de competencia perfecta,
entonces la empresa elegiría la cantidad Qm, correspondiente al punto A donde el ingreso marginal se cruza con el
coste marginal: vendería esa cantidad a un precio Pm, como indica el punto M en la curva de demanda, y como
consecuencia, el consumidor vería reducido su excedente al triangulo marcado por los puntos M, Pm y el de
intersección de la demanda con el eje vertical.
De esta forma, el consumidor sufre una pérdida de excedente que viene representada por el área del trapecio
delimitado por los puntos Pm, M, E y Pc. Sin embargo, no toda esta pérdida de excedente para el consumidor
representa un auténtico coste social.
En efecto, el área del trapecio puede dividirse en 2 zonas bien delimitadas.
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El área del rectángulo = Base x altura = Qm (Pm-Pc). La base es la cantidad que vende el monopolista,
mientras que la altura es la diferencia entre los precios de venta del monopolista y del mercado de competencia
perfecta.

En competencia perfecta Área del rectángulo = Qm (Pm – Cme) Porque coincide con el coste marginal y con el
coste medio.
La diferencia entre el precio de venta del monopolista y el coste medio de fabricación nos dice cuánto gana el
empresario por cada unidad que vende. Al multiplicarse esta diferencia por el número de unidades, estamos
calculando los beneficios del empresario.
De esta manera, el rectángulo es una pérdida de excedente del consumidor que se convierte en beneficios para el
empresario. En la medida en que lo pierde uno, lo gana el otro, no podemos considerarlo una perdida para la
sociedad en su conjunto. Sera, una redistribución entre los componentes de la sociedad, que nos parecerá más o
menos injusta, pero no es un coste social.
El área del triángulo M A E representa una pérdida de excedente para el consumidor que no se apropia el
monopolista. Esta área es el auténtico coste social del monopolio y puede calcularse como Área= 1 2 Base x
Altura.
La base es la diferencia entre las cantidades que se venden en competencia perfecta y en el monopolio. La altura
es la diferencia en los precios. Por tanto, el área es:

Área = (Qc-Qm) (Pm-Pc)

En el análisis que hemos realizado hemos partido de la base de que el monopolista tiene los mismos costes que el
mercado de competencia perfecta. Este supuesto es poco realista, en la medida en que empresas de superior
tamaño pueden producir a un coste más bajo (se dice, que el empresario dispone de economías de escala). El
hecho de producir a un coste inferior, beneficia a la sociedad, ya sea porque el producto se puede vender a un
precio más bajo o porque el monopolista obtiene mayores beneficios.
Con la finalidad de explicar con más detalle esto, consideraremos el grafico 5.8 (VER). Donde representamos las
curvas de demanda, ingreso marginal y costes marginales de competencia perfecta (CP) y del monopolista (M).
En estas circunstancias, el beneficio para el monopolista está representado por los rectángulos A y C y la pérdida
de excedente para el consumidor se indica por el trapecio formado por las áreas A y B. De esta forma, podemos
distinguir tres áreas distintas:
El área A representa el beneficio de la monopolista, obtenida de una perdida de excedente para el consumidor. De
nuevo, se trata de una cuestión de distribución de renta y no de eficiencia económica. (Pm-Pcp) x Qm
El triángulo B representa la perdida de excedente de consumidor que no se apropia el empresario. Constituye, un
coste de bienestar para la sociedad. La mitad x (Pm-Pcp) x (Qcp-Qm)
El rectángulo marcado por la letra C representa los beneficios para el empresario obtenidos por su capacidad para
reducir los costes con respecto a los de la industria de competencia perfecta. Significan, una ganancia pura para la
sociedad. (Cme – Cme) x Qm
El monopolio resultara eficiente si la ganancia pura excede a la perdida de bienestar, es decir, si el área B es menor
que el área de C, Formalmente es eficiente si − − < −

En aquellos casos en que el monopolio sea ineficiente, puede justificarse la intervención pública. Esta pueda
adoptar formas muy diversas, entre las que citamos:

No intervención:
Desde un planteamiento cercano a las posiciones liberales, se ha defendido que lo mejor es que el sector público
deje tranquilo al empresario. La idea es que si el monopolista obtiene grandes beneficios, este hecho acabará
atrayendo a nuevos competidores al sector, lo que, terminara convirtiendo al monopolio en un mercado competitivo.
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En apoyo de su propuesta suelen citarse numerosos casos de mercados que inicialmente eran monopolios, desde
el bolígrafo a las fotocopiadoras y que están bastante más próximos a los mercados de competencia.
Una variante es la llamada teoría de los mercados disputables. Por ejemplo, supongamos que el empresario que
suministra el bien o el servicio es un monopolista en virtud de una concesión administrativa (línea de autobuses).
Este concesionario sabe que en cuanto haya una propuesta de servicio a un coste inferior perderá la concesión a
favor de otra empresa, por lo que procurara no subir los precios para no perderla. Obviamente, si el monopolista no
sube los precios por encima del coste medio, no se daría ninguna pérdida de excedente para el consumidor.

La legislación antitrust.
Esta alternativa tiene sus orígenes en 2 tipos de leyes norteamericanas:

 La Sherman Act prohibía los monopolios y los abusos de una posición monopolista. La prohibición inicial se
vio matizada por la app de la llamada rule of reason, que defendía que la prohibición solo debía aplicarse a
los monopolios que no fueran razonables. Sin embargo, la prohibición de prácticas abusivas si ha tenido
continuidad y podemos encontrarla en la legislación mercantil europea y española.
 La Clayton Act y la Federal Trade Commission Act pretenden evitar la formación de monopolios a partir
del acuerdo o la fusión de empresas independientes. En el primer caso trata de impedir la creación de un
cartel o la existencia de acuerdos para la fijación conjunta de precios, el reparto de los mercados en áreas
geográficas servidas de forma exclusiva por un único empresario, etc. En el segundo se someten las
fusiones de empresas a una evaluación por el sector público de las consecuencias de esa unión sobre el
grado de competencia del mercado.

El establecimiento de impuestos.
Una tercera alternativa es dejar que el monopolista disfrute de su posición de dominio en el mercado pero
someterle a un impuesto que permita al sector público apropiarse de sus beneficios. De este modo, el excedente
del consumidor que había obtenido el empresario podría serle devuelto a través de la acción del Estado. Esta
solución explica que en algunos impuestos se hayan denominado monopolios fiscales y está en el origen del
nombre de algunas empresas privadas que gestionaban el monopolio de algunos productos (Ej: la Compañía
Arrendataria del Monopolio de Petróleos S.A.- CAMPSA)

Fijación de un límite a los beneficios


Una última posibilidad consiste en dejar operar libremente al empresario, pero indicarle que su cifra de beneficios
no puede exceder un determinado limite. Se trata así de incentivar que el monopolista no marque precios
excesivamente altos para no superar el límite fijado a los beneficios. La forma habitual de establecer el límite es
considerar que la cifra de beneficios (B) dividida por el capital invertido por el empresario (K) tiene que ser menor o
igual a su límite.
El problema que plantea esta solución es el denominado efecto Averch-Johnson, que en realidad tiene 2
manifestaciones:
Una tendencia al despilfarro para aumentar los costes totales y rebajar así la cifra de beneficios. Tal despilfarro se
dedica a gastos que benefician a ejecutivos de la empresa: personal auxiliar a su servicio, cambio de coche con
cargo a la empresa, despachos espaciosos con todo lujo de comodidades…
El empleo de equipo capital, en detrimento del factor trabajo. Tanto la contratación de trabajadores como la compra
de nuevas máquinas aumentan el coste y, por tanto, reduce los beneficios. En el caso de la maquinaria, además,
aumentar el denominador, de ahí que sea un sistema más eficaz para no superar el nivel máximo autorizado.

IV. LOS EFECTOS EXTERNOS Y SUS POSIBLES SOLUCIONES


Puede afirmarse que cuando existe un efecto externo negativo (daños en el medio ambiente), causado por la
producción de un bien (producidos por una empresa contaminante), el libre funcionamiento del mercado determina
una cantidad producida que es mayor de la que resultaría optima desde el punto de vista social. Grafico 5.9 (VER).
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La curva de demanda D representa la valoración de los consumidores del producto que se vende en un mercado.
La oferta indica el coste marginal de producir distintas cantidades de producto. Este coste tan solo tiene en cuenta
los gastos que recaen sobre el empresario, es decir, la curva de oferta solamente refleja los costes privados.
Entonces, el libre juego de la acción individual solo se preocupara de estos costes, de tal modo que el mercado
fijará la cantidad Qe y un precio Pe, donde la curva de demanda se cruza con la oferta que refleja los costes
marginales.
Desde un punto de vista social, las cosas son distintas, Si la producción del bien que se vende en este mercado
genera daños al medio ambiente, entonces, para la sociedad, los costes relevantes no solo los que refleja la curva
de costes marginales, sino que a estos hay que sumarles los daños causados al medio ambiente. Se obtiene, así,
una nueva curva de oferta que indica costes superiores a los que tendría en cuenta la acción individual. En estas
circunstancias, la cantidad optima Qo y su precio correspondiente Po, se determinarían por el punto de cruce entre
la demanda y esta curva de oferta, tal y como se indica con el punto A de la representación.
Comparando la solución óptima con la de equilibrio en el mercado, comprobamos fácilmente que en presencia de
efectos externos negativos, el libre juego del mercado genera una producción mayor que la que sería deseable
desde un punto de vista social. Por tanto, las diversas soluciones que se han propuesto deben valorarse de
acuerdo con su capacidad de reducir la cantidad vendida en el mercado, o sus posibilidades de aumentar el precio
de venta del bien.

La responsabilidad extracontractual.
Una 1ª solución responde al contenido del art. 1.902 CC. De acuerdo con este planteamiento, el empresario que
cause un daño a un 3 se vería obligado a compensarle económicamente. Bajo este supuesto, el problema se
resuelve fácilmente, pues al tener que pagar por los daños el empresario considera el daño al medio ambiente
como un coste privado más. Técnicamente se dice que el efecto externo se internaliza. Además de ser una
solución eficiente al problema, es defendible desde la equidad, pues el perjudicado recibe una compensación del
causante del perjuicio.
El planteamiento del CC tiene una formulación económica que se conoce como el Teorema de Coase, que puede
enunciarse del siguiente modo:
<<Con derechos de propiedad bien definidos y en ausencia de costes de transacción, el problema de los efectos
externos puede resolverse por acuerdo entre las partes. Esta solución es eficiente e independiente de quien sea el
titular de los derechos de propiedad>>.
Ponemos un ejemplo. Consideremos un empresario de la industria química, cuya fábrica realiza unos vertidos al rio.
Tales vertidos son mayores al aumentar la producción y causan daños a una piscifactoría, situada aguas abajo.
Tabla 5.1

T. 5.1

Volumen de producción (Q) Beneficio total de la empresa (B) Pérdida total piscifactoría (D)
10.000 600.000 100.000
20.000 1.100.000 300.000
30.000 1.500.000 600.000
40.000 1.900.000 1.000.000
50.000 2.300.000 1.500.000
60.000 2.600.000 2.100.000
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A partir de esta tabla podemos obtener cual es el beneficio marginal y el daño marginal 5.2

Q producidas Q total Beneficio marginal Daño marginal


10.000 10.000 600.000 100.000
10.000 20.000 500.000 200.000
10.000 30.000 400.000 300.000
10.000 40.000 400.000 400.000
10.000 50.000 400.000 500.000
10.000 60.000 300.000 600.000

Consideremos que el derecho de propiedad corresponde al dueño de la piscifactoría. En este caso prohibirá
totalmente la actividad de la fábrica contaminante. Ahora bien, esta última podría convencer al perjudicado para que
le deje fabricar, pagando una compensación hasta llegar al marcado.
Si el derecho de propiedad corresponde al dueño de la planta química, elegirá el máximo nivel de producción,
60.000, donde sus beneficios totales son máximos. En tales circunstancias, el propietario de la piscifactoría
intentará reducir el perjuicio causado. Así, puede ofrecerle una compensación para que el industrial rebaje su nivel
de producción, en 10.000 toneladas, pues las últimas fabricadas le causan un daño de 600.000 mientras que para
el empresario solo le aportan 100.000 de beneficio. Y así llegando hasta 40.000 unidades.
A pesar de lo expuesto, la solución civil al problema de los efectos externos tropieza con algunas dificultades, entre
las que destacan:

 Es necesaria una correcta definición de los derechos de propiedad. Debe quedar claro quien tiene el
uso prioritario sobre el medio ambiente. Ej: ¿Tiene derecho el empresario a usar el rio para efectuar vertidos
o es preferente el derecho de otros ciudadanos a disfrutar de unas aguas no contaminadas? ¿Has que
punto de limpieza de las aguas?
Aunque la solución sea la misma, con independencia de a quien se atribuyan los derechos de propiedad, el
resultado no es el mismo para los 2 agentes implicados en el proceso. Si el derecho se atribuye al perjudicado por
la contaminación, este adquiere la compensación. En cambio, si lo tiene el causante es a la inversa.
El enfoque civilista del problema es más adecuado cuando el número de personas afectadas por la presencia de
efectos externos es limitado. Si existe un único perjudicado y un causante del daño, la solución mediante acuerdo
entre ambos o a través de resolución judicial es relativamente sencilla. Sin embargo, cuando los perjudicados son
muchos, las posibilidades de acuerdo son muy limitadas y resulta difícil que una resolución judicial satisfaga las
pretensiones de todos ellos, pues el proceso será largo y muy costoso para la sociedad.

La regulación administrativa.
Corresponde a las normas de Derecho Administrativo, que regulan las actividades molestas, insalubres, nocivas o
peligrosas. El SP establece un límite máximo de emisión de agentes contaminantes por parte del empresario, de tal
modo que si la empresa los supera puede verse sometida a algún tipo de sanción administrativa.
El análisis de la eficacia de este sistema debe partir de la posibilidad de establecer algún tipo de relación entre
cantidad producida y nivel de contaminación generado. Figura 5.10 (VER) reflejando el caso normal en el que a
mayor producción corresponde un mayor grado de contaminación, por lo que el sector público debe establecer un
nivel máximo admisible C*
En el grafico suponemos que la contaminación generada C depende de la cantidad producida Q, a través de una
relación indicada en la función C=f (Q) y que esta función es conocida por el SP que regula el límite máximo de
emisión. Si el empresario elige fabricar la cantidad QE, generaría un nivel descontaminación QE, que supera el
máximo fijado por la Administración C*. En tales circunstancias, al empresario no le quedan más que 2 alternativas:

 Reducir su producción hasta Q0 para que el nivel de contaminación generada coincida con el máximo
admisible
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 Elegir un nuevo sistema de producción, menos contaminante, para que la relación entre cantidad y nivel de
emisiones venga establecido por la relación C= g (Q), es decir, menos contaminación para la misma
cantidad producida. De esta forma, la cantidad equilibrio OE sería compatible con el límite establecido por el
SP.
Ambas respuestas tienen un diferente reflejo en los resultados obtenidos por el mercado. Si el empresario opta por
aceptar el límite marcado por el regulador, y, entonces, su producción no puede exceder la cantidad Qo, la curva de
oferta se hace vertical en ese nivel máximo de producción, tal y como indicamos en el grafico 5.11 (VER).
En estas circunstancias, la regulación administrativa es eficiente, pues consigue el objetivo previsto, reduciendo la
cantidad vendida en el mercado desde Qe hasta Qo. Sin embargo, la regulación administrativa tropieza con alguna
dificultad adicional:

 La necesidad de un conocimiento muy profundo de las distintas relaciones existentes entre cantidad
producida y grado de contaminación y la exigencia de una normativa muy detallada y prolija, de difícil
aplicación. Además, que esta normativa se pueda adaptar cada vez que se modifiquen las técnicas, pues,
una mejora técnica mantendrá constante el nivel de vertidos, pero con una producción mayor.
 La imposición de sanciones administrativas en caso de incumplimiento puede exigir un coste considerable
en términos de proceso contencioso-administrativo. Si el empresario estima poco probable que recaiga una
sanción por su actividad, o si el importe de esta es muy inferior al coste de emplear una tecnología más
limpia, el sistema resulta poco eficaz.

El establecimiento de impuestos (Impuestos y subvenciones)


Una última solución consiste en la aplicación de impuestos sobre aquellas empresas que contaminan (ecotasas) o a
la concesión de subvenciones a quienes incorporen tecnologías más limpias en el proceso de producción.
Impuestos:
Se trata de una clara atribución de derechos de propiedad, de acuerdo con la cual los ciudadanos tienen derecho
a gozar de un medio ambiente más limpio y quien vulnere este derecho debe pagar. Quien contamina paga.
En cuanto a la eficacia:

 Si el empresario se ve obligado al pago de un impuesto que compense los daños, estos son considerados
como un coste más. En este sentido, el impuesto funciona igual que la compensación por responsabilidad
extracontractual y no es sino otra forma de que los efectos externos sean internalizados por el empresario.
 El planteamiento basado en impuestos medioambientales es particularmente adecuado en los casos en que
la solución civilista era poco eficaz, es decir, cuando el número de afectados era muy grande y no es posible
un acuerdo.
 Debe tenerse en cuenta que las ecotasas no son igualmente equitativas si las comparamos con la solución
del derecho privado, ya que el que recibe el pago es el SP, y ya no es fácil asegurar que con esos fondos se
compense a los perjudicados.
 Cabe preguntarse si el propio SP no utilizara los ingresos procedentes de los impuestos medioambientales
para financiar actividades que causen daños mayores al medio ambiente, con lo que la efectividad de este
sistema sería más que discutible. Una posible solución a este inconveniente seria obligar al SP a que la
recaudación por este concepto se dedicara íntegramente a la solución de problemas medioambientales.
Subvenciones:
El sistema de subvenciones representa la aplicación inversa al establecimiento de impuestos. Aquí, el SP
interesado en conseguir un nivel de contaminación inferior ofrece una subvención al causante del daño, para cubrir,
total o parcialmente, los costes de la sustitución de la tecnología contaminante por una de menor contaminación. El
ejemplo de este tipo de solución se encuentra en la diferente fiscalidad de las gasolinas normal y sin plomo de los
automovilistas.
El sistema puede resultar eficaz para el logro de las finalidades del SP. No obstante, deben tenerse en cuenta las
siguientes dificultades:
T5. LOS FALLOS DEL MERCADO Y LA INTERVENCION DEL SECTOR PÚBLICO.
Este sistema atribuye al empresario el derecho a contaminar, de tal modo que si la sociedad desea evitar el daño
debería pagar por ello.
Al subvencionar la actividad contaminadora se están reduciendo los costes de producción y ello puede hacer
aumentar la cantidad producida. De esta manera puede ocurrir, que aun usando una técnica menos contaminante,
al incrementarse la producción, el volumen de vertidos al medio ambiente sea mucho mayor que el inicial.

Los permisos
Una alternativa innovadora en esta materia es la constituida por la creación de un mercado de permisos de emisión
o licencias transferibles. El fundamento de esta técnica se encuentra en el mismo análisis que explicaba el pago de
un impuesto: el empresario no tiene ningún derecho a contaminar y, si lo hace, se ve obligado a comprar un
permiso para realizar la emisión contaminante.
Hasta ese punto, el procedimiento tendría los mismos efectos sobre el precio y la cantidad de equilibrio que una
ecotasa. Sin embargo, este sistema permite una flexibilidad mayor y además nos facilita el uso simultaneo de
mecanismos analizados anteriormente.

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