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“Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y
desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes.”
Lucas 6.38
Uno de los errores más comunes que la gente comete con respecto a este versículo es el
suponer que Jesús sólo se refiere al dinero. Entendemos con mejor claridad a qué se refiere Jesús,
si examinamos el contexto del versículo. Por ejemplo, retrocedamos un poco y veamos los
versículos 36 y 37: “Sean compasivos, así como su Padre es compasivo. No juzguen, y no se les
juzgará. No condenen, y no se les condenará. Perdonen y se les perdonará.”
Es por eso que Jesús primero dijo: “No juzguen, y no se les juzgará. No condenen, y no se les
condenará. Perdonen, y se les perdonará” (Lucas 6:37). El contexto de esta promesa nos motiva
a reflexionar. Si usted juzga, será juzgado con una medida llena, apretada, sacudida y
desbordante. Si usted condena, recibirá condenación con una medida llena, apretada, sacudida y
desbordante. ¡Funciona en ambos sentidos! La buena noticia es que si usted perdona, se le
devolverá una abundancia de perdón. Si usted siembra amor, recibirá una cosecha desbordante
de amor.
Conforme a lo que hacemos, recibiremos mucho más. Dios no quiere que tengamos la visión
o meta de poseer. Él quiere que compartamos su visión de dar.
¿Ve la conexión del corazón – del dar en el tiempo de Moisés (AT) y Pablo
(NT)?
Dios ama, bendice todo lo que emprendamos cuando tenemos la actitud correcta – en todo
tiempo… En tiempo de abundancia – en tiempo de crisis Dios no cambia…
¿Entiende el poder de un corazón dispuesto?
Como padres ¿No se siente orgulloso cuando sus hijos no son egoístas? ¿Se siente usted
bendecido cuando tiene que amenazar o (sobornar) a sus hijos para que sean generosos? Nos
sentimos satisfechos cuando nuestros hijos se ayudan los unos a los otros amorosamente. Y lo
que es verdadero para nosotros como padres terrenales, es infinitamente verdadero para Dios.
Cuando llegamos a ser dadores alegres de todo corazón, nos parecemos más y más a nuestro
Padre celestial. Dios está tratando de obrar en nosotros. Él quiere purificar nuestros corazones.
Pero tal como lo señala el pasaje que acabamos de leer, hay algunas cosas acerca de nosotros
mismos que tendremos que confrontar si vamos a transformarnos en dadores con corazones
puros.
El corazón egoísta
En Deuteronomio 15. 9 se indica: “Guarda de tener en tu corazón pensamientos egoístas que
nos impedirá tener compasión por otros” El egoísmo nos dice que si damos no tendremos
suficiente, o que Dios no será fiel a Su promesa de cubrir nuestras necesidades. Dios dice: “No
deben permitir que su corazón piense de esa manera”. Obviamente, la envidia y el egoísmo no
son motivos propios para dar. Dios quiere que en lugar de ser personas codiciosas y egoístas
seamos dadores generosos y agradecidos.
En Josué 1:8 leemos lo siguiente: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la Ley, sino
que de día y de noche meditarás en él, para que hagas y guardes conforme a todo lo que en él
está escrito; porque entonces harás preparar tu camino y todo te saldrá bien”
Mucha gente lee este versículo y termina pensando que la clave de la prosperidad y del éxito
es meditar en la Palabra. Vuelva a leerlo y verá que están correctos sólo a medias. ¡Este versículo
dice que debemos meditar en la Palabra de Dios de día y de noche para poder hacer lo que dice!
Hacer lo que nos dice la Palabra es lo que nos trae éxito y bendiciones. Es precisamente por eso
que el egoísmo es su enemigo. El egoísmo trata de manipular y de negociar tratos con Dios.
Nacimos siendo egoístas.
La condición inicial del corazón humano es acumular y evitar compartir con cualquiera. Pero
luego, un Padre celestial amoroso viene a nosotros y nos dice: “Quiero trabajar en ese corazón
malvado y egoísta y hacerte un dador. Quiero que seas como yo”.
Dios nos enseña que no debemos tener un corazón entristecido o angustiado después de dar
obedientemente. Es importante no dejar sentirse angustiado o entristecido pensando en lo que
podría haber hecho con el dinero, si lo hubiera conservado para sí mismo. El egoísmo puede
atacarnos antes que demos, pero el sentir angustia o aflicción pueden atacarnos después de haber
dado. Dios está tratando de hacer algo más profundo en nuestros corazones. Si estamos llenos de
remordimiento después de haber sido una bendición, ¿le agradará a Dios? ¿Ha logrado Dios
realizar los cambios que quería hacer en nuestro corazón? De ninguna manera.
Cuando entendamos todo le pertenece a Dios. Y no actuar como dueños, sino como
administradores. Tal vez hemos olvidado que Dios es el dueño y que al compartir, sólo le estamos
regresando a Dios lo que era suyo desde un principio.
Aprendemos a ser agradecidos cuando permitimos que Dios nos recuerde que fuimos esclavos
y que todo lo que tenemos es gracias a su misericordia. Y cuando somos agradecidos, somos
generosos. El agradecimiento genuino a Dios es poderoso.
Para profundizar:
1. ¿Cómo cree usted que se siente Dios cuando a una persona le cuesta perdonar, amar, dar?
2. ¿El egoísmo nos puede atacar antes de dar? ¿El remordimiento nos puede atacar después
que damos?
3. El ser generoso y bondadoso, ¿es un acto de la voluntad, una cuestión de práctica, una
disciplina espiritual o un acto de gracia?
4. Desarrolle tres estrategias que pueda utilizar por adelantado para prevenir el
remordimiento cuando llega el momento del “Dar”.
5. Piense en una ocasión cuando perdió algún dinero. ¿Qué le enseñó esa experiencia sobre
la importancia del dinero en su vida?