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𝐒𝐎𝐂𝐈𝐀𝐋𝐈𝐒𝐌𝐎 𝐎 𝐄𝐗𝐓𝐈𝐍𝐂𝐈𝐎𝐍

𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈: 𝐋𝐚 𝐞́𝐩𝐨𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐚𝐠𝐨𝐧𝐢́𝐚 𝐦𝐨𝐫𝐭𝐚𝐥 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐢𝐯𝐢𝐥𝐢𝐳𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐜𝐚𝐩𝐢𝐭𝐚𝐥𝐢𝐬𝐭𝐚 𝐲 𝐥𝐚 𝐥𝐮𝐜𝐡𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚


𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞𝐯𝐢𝐯𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐩𝐥𝐚𝐧𝐞𝐭𝐚 𝐲 𝐥𝐚 𝐡𝐮𝐦𝐚𝐧𝐢𝐝𝐚𝐝

"𝑆𝑖𝑛 𝑒𝑚𝑏𝑎𝑟𝑔𝑜, 𝑛𝑜 𝑛𝑜𝑠 ℎ𝑎𝑙𝑎𝑔𝑢𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑚𝑎𝑠𝑖𝑎𝑑𝑜 𝑎 𝑐𝑎𝑢𝑠𝑎 𝑑𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑣𝑖𝑐𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎𝑠 ℎ𝑢𝑚𝑎𝑛𝑎𝑠


𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑙𝑎 𝑛𝑎𝑡𝑢𝑟𝑎𝑙𝑒𝑧𝑎. 𝑃𝑜𝑟 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑣𝑖𝑐𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎, 𝑙𝑎 𝑛𝑎𝑡𝑢𝑟𝑎𝑙𝑒𝑧𝑎 𝑠𝑒 𝑣𝑒𝑛𝑔𝑎 𝑑𝑒 𝑛𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠. 𝐶𝑎𝑑𝑎
𝑣𝑖𝑐𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎, 𝑒𝑠 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑, 𝑒𝑛 𝑝𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟 𝑙𝑢𝑔𝑎𝑟 𝑝𝑟𝑜𝑑𝑢𝑐𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑟𝑒𝑠𝑢𝑙𝑡𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎́𝑏𝑎𝑚𝑜𝑠, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑛
𝑠𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑜 𝑦 𝑡𝑒𝑟𝑐𝑒𝑟 𝑙𝑢𝑔𝑎𝑟, 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑒𝑓𝑒𝑐𝑡𝑜𝑠 𝑏𝑎𝑠𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑖𝑓𝑒𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑒 𝑖𝑚𝑝𝑟𝑒𝑣𝑖𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑛
𝑑𝑒𝑚𝑎𝑠𝑖𝑎𝑑𝑎 𝑓𝑟𝑒𝑐𝑢𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑐𝑎𝑛𝑐𝑒𝑙𝑎𝑛 𝑒𝑙 𝑝𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑜. "- 𝐅𝐫𝐢𝐞𝐝𝐫𝐢𝐜𝐡 𝐄𝐧𝐠𝐞𝐥𝐬: ¿𝐏𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐡𝐮𝐦𝐚𝐧𝐢𝐝𝐚𝐝
𝐜𝐨𝐧𝐪𝐮𝐢𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐥𝐚 𝐧𝐚𝐭𝐮𝐫𝐚𝐥𝐞𝐳𝐚?- 𝐅𝐫𝐢𝐞𝐝𝐫𝐢𝐜𝐡 𝐄𝐧𝐠𝐞𝐥𝐬: 𝐂𝐚𝐧 𝐡𝐮𝐦𝐚𝐧𝐢𝐭𝐲 𝐜𝐨𝐧𝐪𝐮𝐞𝐫 𝐧𝐚𝐭𝐮𝐫𝐞?

𝐏𝐨𝐫 𝐋𝐞𝐟𝐭 𝐏𝐚𝐫𝐭𝐲, 𝐎𝐈𝐑, 𝐈𝐳𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐝𝐚 𝐈𝐧𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐚𝐥, 𝐈𝐳𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐝𝐚 𝐏𝐮𝐧𝐭𝐨 𝐈𝐧𝐟𝐨 𝐲 𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐚𝐢𝐥𝐲
𝐒𝐨𝐜𝐢𝐚𝐥𝐢𝐬𝐭

Los científicos advierten que si no logramos una disminución drástica del CO2 antes del 2050 nos
enfrentaremos a una catástrofe ambiental. Sin embargo, el cataclismo ya está en marcha.

Se ha iniciado la sexta extinción en el planeta y la primera cuyas causas catastróficas no se deben a


fenómenos naturales sino a los efectos sobre el ambiente del modo de producción capitalista.

Nos advierten los científicos que dicha catastrofe sucederá cuando el calentamiento global supere
en 1.5 grados C (2.7 F) a la temperatura que había antes de la revolución industrial y la evidencia
muestra que ya estamos casi allí y que incluso superaremos esa marca en pocos años.

La vida en el planeta tal como la conocemos se acerca a su fin. La civilización creada por el
capitalismo desaparece rápidamente.

Estamos en una nueva época: la del colapso de la civilización capitalista y de la lucha mortal de la
humanidad por sobrevivir el cataclismo. Estamos viviendo la época de la agonía mortal del planeta
y la humanidad.
Las fuerzas productivas bajo el capitalismo no solo están trabadas en su desarrollo sino que la más
importante, las de la naturaleza están siendo destruidas masivamente.

La burguesía y demás clases dominantes y el sistema económico social sobre el que domina al
mundo no solo son incapaces de detener el desastre sino que lo agravan cada día que permanecen
en el poder.

Advertimos que el capitalismo ha destruido ecosistemas a escala global y ha puesto en


movimiento fenómenos masivos de destrucción que mantendrán su inercia destructiva durante
siglos, aun si el capitalismo desapareciera hoy: calentamiento global, efecto invernadero y
acidificación de los mares..

Todos los ecosistemas están siendo trastornados y están conduciendo a la muerte de millones de
especies, a la degradación de la tierra que agota su capacidad productiva de cultivos y ganado, y el
calentamiento global que está produciendo a pasos agigantados el deshielo de los polos y glaciares
y lleva al sumergimiento de costas, puertos, ciudades e islas enteras por el ascenso del nivel del
mar.

La vida en el mar no lograra adaptarse a la acidificación de los océanos producida por su absorción
de dióxido de carbono acumulado en la atmosfera por el efecto invernadero.

Los desechos industriales, nucleares y mineros, las tierras contaminadas por el uso intensivo de
plaguicidas, insecticidas, el fracking, los derrames de petróleo en las plataformas marinas y la
continua utilización masiva de motores de combustión interna en la industria y el transporte no
hacen más que contribuir a la profundización de la destrucción del planeta.

Las plantas nucleares que prometían producir energía de bajo costo, limpia y segura han resultado
ser todo lo opuesto y siguen sin resolver la existencia del revolver en la cabeza del planeta que
constituyen los residuos radioactivos acumulados en las plantas nucleares mismas que aumenta
día a día sin ninguna posibilidad de deshacerse de ellos en una forma segura.

Solo esta realidad innegable justifica la lucha frontal por el cierre definitivo e inmediato de las 544
plantas nucleares existentes.
Después de Three Mile Island, Chernóbil y Fukushima pretender que la industria nuclear es una
alternativa a los combustibles fósiles para detener el calentamiento global es una farsa y un
chantaje.

En la carrera hacia la destrucción del hábitat, el imperialismo es la punta de lanza. Todos los
bloques imperialistas: EEUU y sus aliados, Europa y China-Rusia y los BRICS son responsables de la
extensión y profundización del cataclismo. Un puñado de países: China, EEUU, Rusia y la India son
responsables del mas del 80% de todas las emisiones de gases y compuestos que están y se siguen
acumulando en la atmosfera ahogando al planeta.

Las guerras, que fueron originalmente el medio para apoderarse de los recursos y riquezas del
mundo, extienden su estela de envenenamiento y destrucción de la naturaleza dejando a su paso
todo tipo de desechos tóxicos, tanto químicos como nucleares y se han convertido en una de las
principales formas en que la burguesía intenta recuperar su tasa de ganancia que continua
cayendo década tras década.

La lista de los fabricantes de armas que monopolizan su producción mundial son los mismos
imperialistas que nos llevan a la destrucción con sus emisiones.

La industria de la guerra no mide las consecuencias de la destrucción ni de la naturaleza ni de la


población civil y de la infraestructura del adversario, contaminando sus fuentes de agua,
quemando sus cosechas, talando sus bosques, envenenando el suelo y matando ganado si con ello
obtiene una ventaja militar.

Al mismo tiempo no repara en la contaminación propia en tanto el proceso de producción y de


pruebas del armamento a utilizar.

En la memoria de atrocidades queda desde el aniquilamiento de Hiroshima, Nagasaki y el agente


naranja arrojado en Vietnam, hasta los ensayos nucleares atmosféricos y subterráneos y la
utilización de municiones con uranio en Irak y otros conflictos.
Al compás de la destrucción del planeta por la acumulación de emisiones industriales se presenta
la alteración de los patrones climáticos produciendo tifones, huracanes, olas de híper calor y
vortex polares con intensidades cada vez mayores.

El colapso de la civilización humana es inminente con la muerte de millones de personas causadas


por las inundaciones, las sequias, los climas extremos, las enfermedades, el colapso de la
infraestructura, y la falta de agua, alimentos y medicinas.

Como consecuencia veremos gigantezcas migraciones humanas en busca de la supervivencia; las


burguesías y oligarquías opuestas a los derechos migratorios no dudaran en generalizar la
violencia agudizando más las condiciones insufribles de aquellos que huyendo del cataclismo
ecológico se sumen a los millones que huyen de la miseria y la violencia de los estados.

La ultraderecha anti inmigrante se está volviendo mainstream y el resto de los gobiernos y


partidos burgueses están adoptando su programa ultra reaccionario. Se preparan ya para
enfrentar a sangre y fuego a las masas que comienzan a desplazarse.

Cientos de millones de desplazados de Asia, Latinoamérica, África y partes de Europa y Norte


América se estrellaran contra las murallas que ya están erigiendo quienes intentan detenerlos en
su carrera por sobrevivir.

Las clases sociales dominantes emprenderán cruzadas sangrientas por los escasos recursos
disponibles en una espiral de conflictos bélicos desesperados.

Bajo su liderazgo y si no son derrocados conoceremos una época de guerras, incluyendo las
posibilidades reales de guerras nucleares tácticas o estratégicas, guerras contra migraciones,
invasiones de países y regiones que aun ofrezcan recursos.

Denunciamos que las oligarquías gobernantes poseen un poderío nuclear que de utilizarse podría
acabar con el planeta, alterando su eje de rotación o su órbita alrededor del sol con resultados no
ya desastrosos sino mortales para el planeta.
Las instituciones, gobiernos y regímenes políticos conocidos seran incapaces de continuar
operando como hasta ahora y se transformaran cada vez más en oligarquías brutales o se
desmoronaran como castillos de naipes.

Surgirán otros, mucho más represivos y sangrientos para apoderarse de recursos cada vez más
exiguos. La única alternativa viable es derrocar al sistema capitalista y los regímenes burgueses.

La revolución socialista se nos presenta más que en ningún otro momento de la historia como
nuestra única salida.

Socialismo o Extinción. Ese es nuestro nuevo paradigma. Solo a través de él podrían desacelerarse
en parte las condiciones de extinción y procurar un plan de recuperación paulatino y lento del
ambiente, del que el ser humano solo es una parte, y echar las bases de una nueva civilización
humana.

𝐍𝐢𝐧𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐫𝐞𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚 𝐞𝐬 𝐩𝐨𝐬𝐢𝐛𝐥𝐞

Los ecosocialistas y otras corrientes de izquierda, que reconocen la profundidad del desastre que
ya comenzamos a vivir, plantean una posible “regeneración” del “equilibrio metabólico” entre el
hombre y la naturaleza, en un contexto en el cual los últimos restos de este equilibrio han sido
destruidos por el capitalismo, acabando con los pilares climáticos del periodo holocénico
establecidos en la tierra a lo largo de decenas de miles de años.

La restauración del equilibrio metabólico hombre-naturaleza es utopico. Por lo tanto los


programas gradualistas de reformas paulatinas de sectores ecológistas de corrientes que se dicen
Marxistas están condenados al fracaso.

Como asi también fracasaran los sectores liberales que desde los protocolos de Kioto, los Acuerdos
de Paris o a través de propuestas de discusión en busca de consenso como el “New Green Deal”
no hacen mas que demorar el cumplimiento de la tarea central y prioritaria del derrocamiento del
capitalismo y la derrota de la burguesías y las oligarquías del mundo.
Los ecosocialistas se refugian en corrientes políticas del Marxismo que están agotadas y no han
comprendido en absoluto el cambio de época y los ecologistas pequeñoburgueses se refugian en
partidos imperialistas como el Democrata en EEUU para avanzar en una política de consenso con
la derecha y el centro del mismo y las negociaciones con la otra parte del régimen burgues, los
Republicanos.

El tiempo de las reformas o aproximaciones a soluciones paulatinas ha expirado. Los


revolucionarios deben desarrollar un nuevo Marxismo que ponga el eje en la tarea fundamental
de la sobrevivencia humana, la derrota de los que la amenazan y el establecimiento de una
sociedad socialista que se haga cargo de detener el tren que se dirige a toda marcha hacia el
abismo y reorganice toda actividad humana económica, política y social post colapso civilizatorio
inevitable.

En esta nueva época, ya no puede seguirse con la “rutina revolucionaria” y se deben enfrentar el
hecho que el sujeto histórico ya no será la clase obrera industrial en general, sino los sectores más
superexplotados y oprimidos de los cientos de millones del proletariado y semi proletariado del
campo y las ciudades, los campesinos que serán masivamente despojados de sus tierras o pierden
el acceso al agua y los granos y las masas migrantes hacia zonas que permanezcan habitables.

No es posible una política de avances paulatinos, progresivos o por aproximaciones a la solución


del problema. La forma y el contenido de hacer política han cambiado radicalmente porque la
época ya es otra.

La clases sociales serán sacudidas en sus cimientos, la burguesía amenaza con arrastrarnos a todos
hacia el abismo y muchos, por ignorancia, estancamiento de la conciencia o simple
posicionamiento en la indolencia que surge de ver el final como inevitable los acompañan al
cementerio sin resistir.

Algunos influenciados por ideologías religiosas o conservadoras verán en las catástrofes


inminentes el fin de mundo esperado e inevitable. Pero no hay nada divino en todo esto. Solo la
mano siniestra del capitalismo y quienes lo sostienen.
Otros, con una fe ciega en la ciencia y la tecnología, esperaran pacientes a que los problemas se
solucionen milagrosamente. Ambos grupos serán parte de la multitud silenciosa en marcha al
matadero.

Todas las clases sociales se están escindiendo en la lucha de clases que se da a pesar de todas las
iniciativas subjetivas en busca de consenso.

Sectores de la clase obrera, especialmente de la aristocracia obrera y las burocracias sindicales y


de la pequeña burguesía se aferraran a las faldas de la burguesía dispuesta a ahogar en sangre a
quienes se rebelen contra la destrucción del planeta y los intentos de reorganizar los residuos de
la catástrofe en la continuación sin futuro de un capitalismo senil, convertido en una monstruosa
deformación de sí mismo.

Marx escribió en el Manifiesto que la lucha de clases nunca termina hasta la "reconstitución
revolucionaria de la sociedad en general o en la ruina común de las clases contendientes".
Estamos organizando el movimiento para la supervivencia de los oprimidos y la reconstitución
revolucionaria de la sociedad humana.

𝗣𝗮𝗿𝘁𝗲 𝗜𝗜. 𝗟𝗼𝘀 𝗲𝘀𝗰𝗲𝗻𝗮𝗿𝗶𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗰𝗮𝘁𝗮́𝘀𝘁𝗿𝗼𝗳𝗲.

𝗣𝗮𝗿𝘁𝗲 𝗜𝗜𝗜 𝗡𝗼 𝗵𝗮𝘆 "𝗯𝗮𝗹𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗽𝗹𝗮𝘁𝗮". 𝗟𝗮 𝗰𝗶𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝘆 𝗹𝗮 𝘁𝗲𝗰𝗻𝗼𝗹𝗼𝗴𝗶́𝗮 𝗱𝗲 𝗵𝗼𝘆 𝗻𝗼 𝗲𝘀𝘁𝗮́𝗻 𝗽𝗿𝗲𝗽𝗮𝗿𝗮𝗱𝗮𝘀
𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗲𝘃𝗶𝘁𝗮𝗿 𝗲𝗹 𝗰𝗮𝘁𝗮𝗰𝗹𝗶𝘀𝗺𝗼

𝗣𝗮𝗿𝘁𝗲 𝗜𝗩 𝗣𝗼𝗿 𝘂𝗻 𝗡𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗠𝗮𝗿𝘅𝗶𝘀𝗺𝗼, 𝘂𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗴𝗿𝗮𝗺𝗮

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