Definimos desigualdad como la falta de equilibrio entre dos personas, hechos,
cosas o realidades. La desigualdad social, ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad, es el problema más importante en nuestro tiempo, ha provocado pobreza, la dificultad que se tiene al acceso a los servicios básicos. A la falta de oportunidades para desarrollar una posición importante en la sociedad. y a la migraciones como consecuencia de la violencia generada por la inequidad San Pablo en su carta a los Gálatas, recuerda “ya no se distinguen Judío y griego, esclavo o libre, hombre y mujer, porque todos son uno solo en Cristo Jesús.” El papa Francisco nos invita a admirar a los pobres, quienes encuentran la belleza en las situaciones más adversas, como entregan lo poco que tienen al servicio de su comunidad, AL igual que las personas con discapacidad a quienes aun mas los afecta la desigualdad, encontrando obstáculos en cada momento, y a pesar de estas circunstancias se entregan al máximo, dándonos lecciones de valentía, dignidad, sabiduría y amor, encontrando en lo más pequeño de la vida el valor para enfrentar sus dificultades sin perder las alegría y la esperanza. La pobreza nos invita a la solidaridad, la dignidad de los pobres le hace ser solidarios, saber ayudarse, dar la mano a quienes más sufren, a tener dignidad en nuestros trabajos. No podemos caer en la pobreza de la guerra y la destrucción, alimentada cada dia por los poderosos, quienes ven el dinero y el poder como un Dios. Debemos trabajar por la paz en nuestros hogares, en nuestras comunidades, todos somos herramientas de esa paz que tanto anhelamos para las futuras generaciones, vemos como nuestro país ha caído en esa pobreza de la guerra y que ha abierto brechas aún más grandes dentro de nuestra sociedad. Escuchemos y veamos a los desprotegidos de nuestra comunidad como propósito para eliminar la desigualdad. La buena noticia de la Resurrección de Cristo debería transparentarse en nuestro rostro, en nuestros sentimientos y actos, en el modo cómo tratamos a los otros.
Nosotros anunciamos la resurrección de Cristo cuando su luz ilumina los
momentos oscuros de nuestra existencia y podemos compartirla con los otros: cuando sabemos reír con quien ríe, y llorar con quien llora; cuando caminamos junto a quien está triste y está a punto de perder la esperanza, cuando contamos nuestra experiencia de fe a quien está en la búsqueda de sentido y de felicidad.