Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
1
FERNÁNDEZ SEGADO, FRANCISCO: “Peter Haberle: la gigantesca construcción
constitucional de un humanista europeo” (Estudio preliminar), en La garantía del
contenido esencial de los derechos fundamentales en la Ley Fundamental de Bonn, Dykinson-
Constitucional, Madrid, 2003, p. XXIII.
9
JUSTICIA CONSTITUCIONAL
2
Permítaseme que, a propósito de este tema, traiga a colación a uno de mis
héroes de ficción predilectos: Henry “Indiana” Jones Jr. Se recordará, espero, su
doble vida. Es, por una parte, Henry, el tranquilo profesor de arqueología que, con
tímida corbata de humita, imparte su docencia en Barnett College. Es también y
al mismo tiempo, Indiana, el explorador intrépido que, enfundado en sombrero
modelo fedora y chaqueta de cuero, recorre selvas y desiertos en búsqueda de reli-
quias valiosas. ¿Habrá, acaso, un profesor más interesante para sus alumnos que el
explorador Indiana Jones? ¿Existirá, por otra parte, un explorador más informado
que el profesor Henry Jones Jr.? Recordándome a este personaje de aventuras, y las
posibilidades fecundas de su dualidad, unas réplicas del sombrero, la chaqueta y el
látigo de Indiana Jones ocupan un lugar destacado en mi escritorio.
3
Cada vez que se comente una sentencia relativa a una causa en que haya
intervenido profesionalmente, tal circunstancia será debidamente indicada en el
texto.
10
PRÓLOGO
4
A efectos de facilitar la identificación y estudio de las sentencias del TCCh, el
libro las designa con nombres ad hoc que no tienen ningún carácter oficial. Quien
desee revisar el texto completo de las sentencias citadas o comentadas en este libro
debe consultar en www.tribunalconstitucional.cl o en alguno de los siete volúmenes
de jurisprudencia ya publicados.
11
Capítulo 1
DE LA LEGITIMIDAD DE
LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
15
En 1642 un grupo de 16 burgueses holandeses, que formaban parte
de la guardia cívica en Amsterdam, contrató a Rembrandt, ya en-
tonces un pintor famoso, para que los retratara. La idea era instalar
el cuadro en el salón del cuartel central de la milicia. El resultado,
reproducido al comienzo del capítulo, es el célebre óleo “La Compa-
ñía del Capitán Cocq”.5 Los personajes de la pintura, representados
en el momento de iniciar una ronda de vigilancia, revelan en sus
rostros y actitudes el orgullo de pertenecer a una milicia ciudadana
cuyo objeto era garantizar la seguridad y la libertad de sus vecinos.
Los burgueses del siglo XVII apreciaban las ventajas de vivir en
sociedad. También comprendían, por supuesto, que existen ciertos
peligros que derivan, precisamente, de la circunstancia de ser parte
de una comunidad. Los individuos quedan expuestos, en primer
lugar, a la agresión directa de quienes vulneran las reglas sociales.
Este es un riesgo que las personas no pueden sino aceptar, aunque
es totalmente lógico que hagan todo lo posible por minimizar dicho
peligro, exigiendo de la propia sociedad algún tipo de protección
o, si es necesario, defendiéndose directamente.
Integrar una comunidad supone, en segundo término, aceptar
que las determinaciones colectivas no van a responder necesariamen-
te a las propias preferencias. Si las personas quieren evitar lo que,
para ellas, son resultados perjudiciales, no tienen otra alternativa
que desplegar su energía política sobre el sistema. Cuando existan
5
Durante mucho tiempo este cuadro sería conocido, más bien, como “La
Ronda Nocturna”, debido a que la acumulación de polvo y suciedad sobre el lienzo
sugería, equivocadamente, una escena de noche. Una restauración efectuada en
1946 permitió finalmente corregir este error de percepción.
17
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
6
Por supuesto, no es sino una casualidad que el único país europeo continental
que no ha establecido nunca un sistema de justicia constitucional, confiando hasta el
día de hoy en que el respeto a los derechos fundamentales depende esencialmente
del compromiso de los propios actores políticos, sea, precisamente, Holanda, la
patria de Rembrandt y el Capitán Cocq.
7
Este interés se ha traducido en incontables artículos y libros sobre la materia.
Sólo considerando trabajos posteriores a 1995, los siguientes me parecen especial-
mente dignos de mención: ACKERMAN, BRUCE: La Política del diálogo liberal, Gedisa,
Barcelona, 1999; ELSTER, JON y SLAGSTAD, RUNE: Constitucionalismo y Democracia,
Fondo de Cultura Económica, México, 1999; ELSTER, JON: Ulises desatado, estudios
sobre racionalidad, precompromiso y restricciones (Capítulo II), Gedisa, Barcelona, 2002,
FERRERES, VÍCTOR: Justicia Constitucional y Democracia, Centro de Estudios Políticos
y Constitucionales, Madrid, 1997; FRIEDMAN, BARRY: “The Birth of an Academic
Obsession: The History of the Counter-Majoritarian Difficulty, Part Five”, 112 Yale
Law Journal, 2002; LOPERA, GLORIA PATRICIA: “La problemática legitimidad de la
Justicia Constitucional”, Anuario Iberoamericano de Justicia Constitucional, Méxi-
co, Nº 5, 2001, pp. 227-256; PRIETO SANCHÍS, LUIS: Justicia Constitucional y Derechos
Fundamentales, Editorial Trotta, Madrid, 2003; TUSHNET, MARK: Taking the Constitution
away from the courts, Princeton University Press, 1999; WALDRON, JEREMY: Law and
Disagreement, Oxford University Press, 1999.
18
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
8
Sentencia de fecha 18 de abril de 2008 en relación al requerimiento parla-
mentario que solicitó la declaración de inconstitucionalidad de partes del Decreto
Supremo Nº 48, de 2007, del Ministerio de Salud (Causa Rol 740). Este trascendental
y polémico fallo se analiza en detalle en el Capítulo 8 de este libro.
19
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
9
El profesor Atria comenzó su carrera académica en 1988, siendo alumno de
segundo año en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, y en calidad
de ayudante del profesor Antonio Bascuñán Valdés en la cátedra de Introducción
al Derecho. En esta condición, colaboró con el profesor Pablo Ruiz Tagle en la
elaboración del libro Revisión Crítica del Derecho (Cuadernos Universitarios, Univer-
sidad Nacional Andrés Bello, 1990). Entre sus publicaciones sobre filosofía jurídica
destacan: “De alfileres y ángeles: la irrelevancia del Derecho Natural”, Revista de
Ciencias Sociales, 41, Edeval, 1996, pp. 195-213; “Del Derecho y del razonamiento
jurídico”, DOXA, Nº 22, Universidad de Alicante, 2000, pp. 79-120; On Law and
legal reasoning, Oxford, Hart Publishing, 2002, y “La ironía del positivismo jurídico”,
DOXA, Nº 27, Universidad de Alicante, 2004, pp. 81-139.
10
El acercamiento del profesor Atria al Derecho Público se produce a propósito
de la investigación que realiza para obtener su Licenciatura en Derecho durante los
años 1991 y 1992. El tema escogido, la idea de igualdad en la jurisdicción nacional,
lo llevó a examinar críticamente la forma en que los tribunales chilenos interpretan
la Constitución Política (publicado después como “Los peligros de la Constitución”,
Cuadernos de Análisis Jurídico, Escuela de Derecho, Universidad Diego Portales,
36, 1997). Ya en 1992 se manifestaba, además, su interés por analizar la relación
entre democracia y protección de los derechos (en su recensión al libro de Robert
Dahl, “Prefacio a la Democracia Económica”, publicada en el primer número de
la Revista Derecho y Humanidades, mayo de 1992, pp. 197-207). A fines de 1992 y
principios de 1993, vuelve sobre el tema judicial, publicando un artículo sobre el fallo
“Martorell” y otro sobre la responsabilidad política de los jueces (Revista Derecho
y Humanidades, volumen 2, Nos 3 y 4, 1993, pp. 211-266 y 317-551).
11
ATRIA, FERNANDO: “El Tribunal Constitucional y la objeción democrática”,
Revista Chilena de Derecho, volumen 20, Nos 2-3, tomo I, Mayo-Diciembre de 1993,
pp. 367-378.
20
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
12
Atria cita, al efecto, a H.L.A. Hart y Dworkin. Sobre mi acuerdo en este punto
véase el Capítulo 2 de este libro.
13
Atria ejemplifica su tesis de que el Tribunal Constitucional resuelve según
las opiniones ideológicas de los Ministros del Tribunal Constitucional examinando
dos casos. Aun cuando reconoce que para demostrar su tesis tendría que escribir
un libro, “una investigación muchísimo más amplia”, Atria piensa, sin embargo,
que los ejemplos utilizados serían representativos. ATRIA, FERNANDO: “El Tribunal
Constitucional y la objeción democrática”, Revista Chilena de Derecho, volumen
20, Nos 2-3, tomo I, Mayo-Diciembre de 1993, p. 374.
14
Según Atria el supuesto indispensable para la independencia o insularidad
política es “el desarrollo dogmático de los conceptos constitucionales. En otras pa-
labras, el desarrollo de un aparato dogmático que constituya una especie de credo
común a las personas involucradas, y dentro del cual se encuentren soluciones y,
más importante, modos autorizados de solucionar casos difíciles. Ninguna de estas
cosas existe en Chile. No tenemos una importante tradición publicista, al menos
modernamente (aunque sí puede decirse que la hubo en el pasado)”. ATRIA, FER-
NANDO: “El Tribunal Constitucional y la objeción democrática”, Revista Chilena de
Derecho, volumen 20, Nos 2-3, tomo I, Mayo-Diciembre de 1993, p. 372.
15
Señala Atria: “El Tribunal Constitucional tiene la labor de interpretar la
Constitución (cosa que nadie sabe muy bien cómo se hace), e interpretarla en un
capítulo (el tercero) especialmente oscuro para nosotros… En otras palabras lo
que se pretende es que el Tribunal Constitucional haga algo que no se sabe bien
cómo se hace, que trabaje con textos que no se sabe bien qué dicen, y que lo haga
bien”. ATRIA, FERNANDO, op. cit., p. 372.
21
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
16
“Revisión Judicial: el síndrome de la víctima insatisfecha”, Estudios Públicos,
79, invierno de 2000, pp. 347-402; “Concepciones de la Función Judicial: el caso de
la igualdad ante la ley”, en González, Felipe, y Viveros, Felipe (editores): Igualdad,
Libertad de Expresión e Interés Público, Universidad Diego Portales, Santiago, 2000,
pp. 111-143; “Inaplicabilidad y coherencia: contra la ideología del legalismo”,
Revista de Derecho, Facultad de Ciencias Jurídicas, Universidad Austral, volumen
XII, agosto de 2001, pp. 119-156; “Legalismo, Política y Derechos”, en Derechos Fun-
damentales de Alegre, Marcelo, y otros autores, Editores del Puerto, Buenos Aires,
2003; “El Derecho y la contingencia de lo político”, DOXA, Nº 26, Universidad de
Alicante, 2003, pp. 319-347 y Revista Derecho y Humanidades, Escuela de Derecho,
Universidad de Chile, 11, 2005, pp. 19-39; “Seguridad jurídica y derechos funda-
mentales: sobre predecibilidad y autogobierno”, en Justicia Constitucional y Derechos
Fundamentales, Universidad Austral de Chile, 2006, pp. 7-16.
17
Aun cuando sus conclusiones no me parecieron concluyentes, el artículo
de 1993 fue, en lo que a mí respecta, suficientemente sugerente como para con-
vencerme de la necesidad de ensayar alguna teoría de la deferencia en el libro
sobre el Tribunal Constitucional que, en esa época, estaba terminando de escribir.
ZAPATA, PATRICIO: La Jurisprudencia del Tribunal Constitucional, Corporación Tiempo
2000, 1994, pp. 6-22.
22
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
18
Las casi 900 páginas de los dos tomos ya publicados de We the People (se supone
que serán eventualmente tres) constituyen un interesante esfuerzo por justificar la
actividad desplegada por la Corte Suprema de los Estados Unidos en aras de una
agenda liberal progresista. Según Ackerman, dicha orientación no respondería al
voluntarismo político de la Corte, sino que sería una forma legítima de operativizar
las decisiones constitucionales adoptadas por el Pueblo norteamericano en los así
llamados “momentos fundacionales”: 1785/7 (“Fundación”), 1865/8 (“Reconstruc-
ción”) y 1932/7 (“New Deal” o Nuevo Trato). Véanse: We the people. Foundations, The
Belknap Press of Harvard University Press, 1993; We the People. Trasformations, The
Belknap Press of Harvard University Press, 1998. Ahora bien, los momentos que
Ackerman llama “Fundación” y “Reconstrucción” siguen, efectivamente, vinculan-
do a la Corte Suprema; principalmente porque en esos períodos se aprobaron las
Primeras 10 Enmiendas, constitutivas del Bill of Rights (1791) y la importantísima
Enmienda 14 (1868). La significación constitucional del “New Deal”, sin embargo,
es mucho más discutible. También resulta polémico, y sospechoso, que Ackerman
relativice la significación constitucional de la revolución conservadora que lidera-
ron, entre otros, Ronald Reagan y Newt Gingrich. Mal que le pese a Ackerman,
mientras los republicanos han controlado la Casa Blanca en 28 de los últimos 40
años, los conservadores, pese a estar infrarrepresentados en el mundo académico,
han dominado, sin embargo, la agenda constitucional de las últimas décadas (nuevo
federalismo, restricciones progresivas al garantismo procesal penal, limitación a los
llamados derechos sexuales y reproductivos, indemnización de los regulatory takings,
interpretación flexible del “Muro de separación” entre Iglesia y Estado, etc.) ¿Por
qué esta hegemonía conservadora no califica como “momento constitucional”?
19
“El extraño caso de la víctima insatisfecha es la historia del sujeto que es
golpeado y cuya reacción es entregar al atacante un martillo para que lo golpee con
más efectividad. En Chile, los académicos progresistas han tenido un juicio altamente
crítico del desempeño de los tribunales en las últimas décadas. No podría ser de otra
manera. Pero la paradoja es que al mismo tiempo ellos sostienen que la solución para
eso pasa por entregarles más poder.”. ATRIA, FERNANDO: “Revisión Judicial: el síndrome
de la víctima insatisfecha”, Estudios Públicos, 79, invierno de 2000, p. 378.
23
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
20
ATRIA, FERNANDO, op. cit., p. 389.
21
ATRIA, FERNANDO, op. cit., p. 389.
22
“Revisión Judicial” es anterior a la reforma constitucional de 2005, de manera
que varias de las instituciones que Atria cita en 2000 para demostrar la debilidad
de nuestra democracia ya han sido suprimidas (senadores designados, COSENA
deliberante, etc.). No obstante, y sobre la base de mi conocimiento del autor, me
atrevo a especular que, pese a las reformas, Atria sigue considerando que en Chile,
más que preocuparnos de los riesgos de abuso de las mayorías, debiéramos atender
a la falta de suficiente democracia (se me ocurre que aludiría, por ejemplo, a los
distintos quórum para aprobación de las leyes, al sistema electoral y al presiden-
cialismo exacerbado, etc.).
24
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
23
ATRIA, FERNANDO: “Del Derecho y el razonamiento jurídico”, DOXA, 22,
1999, pp. 79-119. Un año después, Atria explicaría su convicción en el sentido que
la dogmática puede cumplir un efecto estabilizador, aludiendo a “su capacidad para
domesticar la discreción que las reglas dejan al juez. Esto no debe verse, agrega Atria,
como una forma de formalismo en el sentido de Unger (1983:1), por cuanto no es
parte de mi argumentación que la dogmática es ideológica o filosóficamente neu-
tral. Lo que intentaré mostrar es que, en el contexto de una determinada tradición
dogmática, y por referencia a ella, la discreción del juez puede ser domesticada”.
ATRIA, FERNANDO: “Concepciones de la Función Judicial: el caso de la igualdad ante
la ley”, en González, Felipe, y Viveros, Felipe (editores): Igualdad, Libertad de Expresión
e Interés Público, Universidad Diego Portales, Santiago, 2000, p. 113.
24
La postura de Atria sobre este tema queda de manifiesto revisando un inter-
cambio con el profesor argentino Eugenio Bulygin. BULYGIN, EUGENIO: “La creación
del derecho por el juez”, Anuario de Filosofía Jurídica Social, Nº 19, 2001, pp. 427-
446; ATRIA, FERNANDO: “Creación y aplicación del Derecho: entre formalismo y
escepticismo”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social”, Nº 19, 2001, pp. 447-482.
25
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
26
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
25
ATRIA, FERNANDO: “El Derecho y la contingencia de lo político”, Derecho
y Humanidades, Fundación Facultad de Derecho, Universidad de Chile, Nº 11,
2005, pp. 19-39.
26
ATRIA, FERNANDO, op. cit., pp. 27-28.
27
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
27
ATRIA, FERNANDO, op. cit., pp. 28-29.
28
En el mismo artículo, ha expresado que “las normas constitucionales que
garantizan derecho cumplen una función diversa de la que cumplen las normas
legales: las normas legales pretenden adjudicar nuestros conflictos, mientras las nor-
mas constitucionales pretenden identificar los fundamentos de nuestra comunidad
política”. ATRIA, FERNANDO: “Seguridad Jurídica y Derechos Fundamentales: sobre
predecibilidad y autogobierno”, en Justicia Constitucional y Derechos Fundamentales
(Bordalí, Andrés, Coordinador), Universidad Austral de Chile, LexisNexis, 2006,
pp. 7-16.
28
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
29
La vocación académica supone una constante disposición a examinar, y
reexaminar, las propias tesis a la luz de los postulados de los demás autores. Hay
que evitar, por tanto, encerrarse en la comodidad del círculo de profesores afines.
Es, en todo caso, lo que yo trato de hacer. No deja de resultar descorazonador, sin
embargo, el hecho que una parte no menor de quienes escriben sobre Derecho
Constitucional en Chile simplemente no leen a los demás. Y si los leen, pareciera
muy arraigado el hábito de no referirse a ellos. ¿Será que luce más, y es menos
peligroso, citar a Dworkin o Alexy que tomarse la molestia de discutir con el colega
de la universidad vecina? Cabe indicar, no obstante, que empieza a difundirse
la disposición a hacerse cargo de los planteamientos de los demás miembros de
la comunidad dogmática. Fernando Atria, sin duda, participa de esta saludable
cualidad. En la misma línea, Pablo Ruiz Tagle, de la Universidad de Chile, no ha
dudado en criticar académicamente algunas de las ideas constitucionales de los
profesores Cea Egaña, Guzmán Errázuriz y Silva Bascuñán, entre otros (véase su
La República en Chile, LOM, 2006, especialmente los capítulos 7 y 11). De hecho,
Ruiz Tagle es el único profesor que se ha animado a contestar en textos cientí-
ficos, y no en murmuraciones de pasillo, algunas de las tesis del profesor Atria
(véase “Apuntes sobre igualdad constitucional en Chile”, Revista Jurídica de la
Universidad de Palermo, 2000, pp. 19-48). El profesor Arturo Fermandois, de la
29
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
30
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
31
Véase sobre los contenidos del tipo de democracia perfilado en el texto
original de la Constitución Política de 1980 el documento “Proposiciones e Ideas
Precisas”, emanado de la Comisión de Estudio de la Nueva Constitución Política
de la República” con fecha 16 de agosto de 1978, en Revista Chilena de Derecho,
volumen 8, Nos 1-6, 1981, pp. 144-317. Revísese también el sentido y alcance del
artículo 8º, original, de la Constitución que sancionaba con inhabilidades y pro-
hibiciones políticas a todos quienes propagaran doctrinas de carácter totalitario,
fundadas en la lucha de clase o contrarias, en general, a los principios del nuevo
orden constitucional. Sobre el artículo 8º véanse: CUMPLIDO, FRANCISCO, y GUZMÁN,
JAIME: “Pluralismo y proscripción de partidos políticos antidemocráticos”, Estudios
Públicos, Nº 13, 1984; GUZMÁN BRITO, ALEJANDRO: “Los antecedentes chilenos del
artículo 8º de la Constitución Política”, Revista de Derecho y Jurisprudencia y
Gaceta de los Tribunales, tomo 85, enero-abril de 1988, pp. 1-8; LARRAÍN, RAFAEL,
y NÚÑEZ, LEOPOLDO: Protección de la democracia, Editorial Jurídica de Chile, 1984;
PADILLA, MIGUEL: “Defensa de la Democracia”, Revista Chilena de Derecho, volumen
16, Nº 1, enero-mayo 1989; RUIZ TAGLE, PABLO: “Debate Público restringido en
Chile (1980-1988)”, Revista Chilena de Derecho, volumen 16, Nº 1, enero-mayo
1989; SALAZAR, MARTA: “Sobre el estado actual de la defensa de la Democracia en
Chile”, Estudios Públicos, Nº 25, verano de 1987; ZAPATA, PATRICIO: “¿Protección
de la democracia? El sentido del artículo 8º”, XX Jornadas Chilenas de Derecho
Público, Colección Jornadas Académicas, Universidad de Valparaíso, 1990.
31
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
32
Para una defensa de la fórmula constitucional de 1980, véanse GUZMÁN,
JAIME: “La Constitución Política”, Revista Chilena de Derecho, volumen 6, Nos 1-
4, 1979, pp. 53-78 y “La definición constitucional”, Revista Realidad, agosto de
1980; ERRÁZURIZ, MAXIMIANO: “Bases de la nueva institucionalidad chilena”, Re-
vista Chilena de Derecho, volumen 6, Nos 1-4, 1979, pp. 192-212. Para una crítica,
véanse, ARRIAGADA, GENARO: “El sistema político chileno”, Estudios Cieplán, 15,
diciembre de 1984, pp. 171-202; CUMPLIDO, FRANCISCO: “¿Estado de Derecho en
Chile?”, ICHEH, 1983.
33
Sobre el significado de las reformas de 2005 véanse las diferentes opiniones
expresadas en la mesa redonda organizada a principios de 2006 por el Centro de
Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. CEA,
JOSÉ LUIS; CORREA, RODRIGO; NAVARRO, ENRIQUE; PEÑA, MARISOL; RUIZ TAGLE, PABLO;
TAPIA, JORGE, y ZAPATA, PATRICIO: “Reformas del año 2005 a la Constitución Política de
la República de Chile”, Anuario de Derechos Humanos, Nº 2, Centro de Derechos
Humanos, Facultad de Derecho, Universidad de Chile, 2006, pp. 73-106. También,
ALDUNATE, EDUARDO: “El fin de una transición hacia una Constitución de poca
importancia”, en ZÚÑIGA, FRANCISCO (editor): Reforma Constitucional, LexisNexis,
Chile, 2005 y CAZOR, KAMEL: “Reformas de 2005: ¿Constitución auténticamente
democrática? ¿Nueva Carta Fundamental?”, en NOGUEIRA, HUMBERTO: La Constitu-
ción reformada de 2005, Centro de Estudios Constitucionales de Chile, Universidad
de Talca, Librotecnia, 2005, pp. 527-542.
34
Robert Dahl alude a esta perspectiva señalando: “Una alternativa permanente
frente a la democracia es que el gobierno esté a cargo de ‘tutores’, ‘custodios’ o
‘guardianes’ de la sociedad. Para quienes defienden esta concepción, la idea de que
32
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
33
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
criterios de conducta, y por mucho que estos operen sin dificultades respecto de la
gran masa de casos ordinarios, en algún punto en que su aplicación se cuestione,
las pautas resultarán ser indeterminadas; tendrán lo que se ha dado en llamar una
“textura abierta”… la falta de certeza en la zona marginal es el precio que hay
que pagar por el uso de términos clasificatorios generales en cualquier forma de
comunicación relativa a cuestiones de hecho”. HART, H.L.A.: El concepto de Derecho,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1963, p. 159. Sobre discrecionalidad en sentido
débil, Fernando Atria, Antonio Bascuñán, y Rodrigo Correa han expresado: “La
premisa de la interpretación es que puede atribuirse más de un sentido plausi-
ble a una disposición legal, ya sea considerada en abstracto o en consideración
a su aplicación al caso concreto. Eso implica la plausibilidad de un margen de
desacuerdo entre las partes, entre los integrantes de un mismo tribunal y entre
distintos tribunales. Pero interpretar una ley no consiste en asignarle alguno de
sus sentidos plausibles, sino en justificar el sentido asignado. Eso es determinar
su correcto sentido y alcance. No se trata de descubrir un hecho preexistente,
sino de dar razones que hacen de la decisión interpretativa una decisión obligada
para el juez, por ser la mejor de entre las decisiones plausibles. Qué razones valen
para justificar esa decisión es el problema central de la teoría de la interpretación
de la ley”, en “Interpretación de las Leyes”, “El Mercurio” de Santiago, de 11 de
julio de 2007, p. A2.
36
HART, H.L.A.: El concepto de Derecho, op. cit., p. 161.
37
Revísese, por ejemplo, la forma en que la Corte Suprema chilena se defendió
en mayo de 1991 de la crítica contenida en el Informe de la Comisión de Verdad
y Reconciliación (“Rettig”) en el sentido de que su apego excesivo al tenor literal
de la ley habría impedido, en ciertos casos, que se le diera amparo o tutela judicial
eficaz a las víctimas de las violaciones a los derechos humanos cometidas por agentes
del Estado durante la dictadura del General Pinochet. Sobre el particular, la Corte
contesta: “El más rotundo repudio merece la observación de que los tribunales se
ciñeron, con demasiado apego, a la ley. Los jueces llamados por su ministerio a
aplicarla, no crearla, tienen un solo camino para hacerla cumplir, el que ordena el
artículo 19 del Código Civil, esto es, carecen de toda potestad para darle un sentido
distinto del que ofrece su texto literal, cuando este es claro, para manifestar la idea
del legislador. Si dejaran de hacerlos traicionarían lo medular de su misión, como
instrumentos de esa misma ley.
Los jueces son y deben ser los más fieles cumplidores de la ley, para ellos sigue
siendo la razón escrita, nacida como fruto de las contingencias de la vida de un país,
en un tiempo dado, a ella deben someterse y conforme a ella resolver los asuntos
entregados a su competencia.
De este modo, si ahora se reprocha la orientación que se dio a la actividad
legislativa en detrimento de las atribuciones de los tribunales ordinarios, no puede
recaer en los hombros de los jueces ninguna responsabilidad”. Estudios Públicos,
Nº 42, 1991, pp. 237-250.
34
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
38
Esta decisión de aceptar, y promover, el protagonismo de los jueces constitu-
cionales es uno de los rasgos más distintivos del llamado “neoconstitucionalismo”.
A esta visión subyace un diagnóstico muy pesimista sobre el presente y futuro de la
institución parlamentaria y de los partidos políticos. De este escepticismo sobre la
legitimidad de tales órganos de la representación democrática dimana, a su vez, una
fuerte sospecha sobre la ley en cuanto fuente del Derecho. Sobre neoconstitucio-
nalismo, véase: CARBONELL, MIGUEL (EDITOR): “Neoconstitucionalismo(s)”, Trotta,
Madrid, 2003; MORESO, JOSÉ JUAN: “Comanducci sobre Neoconstitucionalismo”,
Isonomía, Doxa, Universidad de Alicante, España, Nº 19, 2003, pp. 267-282. En
Chile, FERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL: “Bases de los tribunales constitucionales en el
constitucionalismo humanista”, en Nogueira, Humberto (coordinador): Jurisdic-
ción constitucional en Chile y América Latina: Presente y prospectiva, LexisNexis, Chile,
2005.
39
Entre otros, véanse: BOBBIO, NORBERTO: “Fundamento y Futuro de la De-
mocracia”, Edeval, Valparaíso, 1986; ROSS, ALF: “¿Por qué democracia?” (1952),
Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1989; KELSEN, HANS: Esencia y Valor de
la Democracia, Editorial Comares, Granada, 2002; y GREPPI, ANDREA: “Concepciones
de la democracia en el pensamiento político contemporáneo”, Trotta, 1ª edición,
Madrid, 2006.
35
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
Los griegos, hace ya 2.500 años, entendieron que esta era la primera
pregunta que cabía hacer en relación al gobierno de la Polis. A esa
pregunta la democracia y los demócratas han respondido siempre
a una sola voz: todos, o lo que es lo mismo, el pueblo.
Reconocido que el autogobierno es el núcleo del ideal democrá-
tico, me parece preferible cerrar ahí la definición y evitar agregarle
elementos adicionales. Habría que entender, en todo caso, que el
autogobierno de personas iguales, supone, entre otras cosas, el igual
derecho a cambiar de opinión. Así, el autogobierno, junto con ase-
gurar que se haga la voluntad de la mayoría, debe contemplar arre-
glos institucionales que le permitan a las minorías de un momento
devenir en mayorías del futuro.40 Ahora bien, y por importante que
sea de cara a la protección general de los derechos fundamentales,
que lo es; no me parece, sin embargo, que pueda afirmarse que la
revisión judicial de las leyes sea un requisito sine qua non para que
exista alternancia pacífica entre distintas mayorías y minorías.41
No me parece, en suma, que la defensa de la legitimidad de la
revisión judicial de las leyes descanse en un concepto enriquecido
de democracia. Y ello, por dos tipos de razones.
Primero, por cuanto el deseo de recargar la definición de demo-
cracia puede revelar una cierta incapacidad, quizás hasta inconsciente,
de valorar en su justa medida el poderoso significado político de la
afirmación del derecho del Pueblo a gobernarse autónomamente.
Efectivamente, si uno pensara que la idea del autogobierno es pacífica
o trivial, se entendería mejor el afán de añadir otros componentes.
Pero si, como es mi caso, se piensa que la noción de que el pueblo
es el único titular legítimo del gobierno es una idea, en sí misma y
por sí misma, significativa y potente, y –agreguemos– aun polémica,
tal postulado tendrá enjundia suficiente, sin más aditamentos, para
servir como elemento caracterizador per se de un régimen político.
El segundo problema de las definiciones “enriquecidas” es que
40
Robert Dahl, que, en todo caso, prefiere hablar de Poliarquía antes que de
Democracia, considera dos elementos distintivos para la configuración de dicho
régimen: la mayor participación del Pueblo y la posibilidad de oponerse al gobierno:
el respeto a la oposición. DAHL, ROBERT: La Democracia y sus críticos, Paidos Estado
y Sociedad, 1ª edición, 1991, Argentina, pp. 271-279.
41
Lo expresado no obsta a que yo piense que la mejor sociedad será aquella
que, sin agotarse en el indispensable reconocimiento del derecho al autogobierno,
le garantice a sus integrantes, además, la posibilidad de acceder a todos los otros
bienes básicos que le permiten a las personas su mayor desarrollo material y espiritual
posible. Sobre mi posición en esta materia véase: ZAPATA, PATRICIO: “Ley Moralista,
Liberalismo y Democracia”, Anuario de Filosofía Jurídica y Social, 2009.
36
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
42
En este punto, entonces, yo coincido con el profesor Atria. También estaríamos
de acuerdo, creo yo, en que la subsistencia del gobierno democrático parece requerir,
en todo caso, un mínimo respeto a ciertos derechos fundamentales (libertad de
prensa, libertad de asociación, etc.). En lo que claramente no estamos de acuerdo,
sin embargo, es en cuanto a la rentabilidad (utilidad/costo) que tiene, de cara a
la protección de tales derechos, un sistema de Justicia Constitucional. Atria piensa
que la utilidad es sólo eventual, y en el mejor de los casos baja, mientras el costo
es siempre muy alto. Yo creo, en cambio, que la utilidad puede ser alta y sostenida
en el tiempo, mientras el precio puede ser tolerable, en la medida, por supuesto,
que el Pueblo esté conscientemente dispuesto a pagarlo.
37
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
1.2.2. MI ARGUMENTO
38
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
43
UNGER MANGABEIRA, ROBERTO: The Critical Legal Analysis Movement, Harvard
University Press, 1986, p. 11.
44
UNGER MANGABEIRA, ROBERTO: op. cit., p. 2.
45
KENNEDY, DUNCAN: “La crítica de los derechos en los Critical Legal Studies”,
Revista Jurídica de la Universidad de Palermo, 47, 2006, p. 59.
46
KENNEDY, DUNCAN: op. cit., p. 59.
39
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
47
RODRÍGUEZ, JOSÉ MARÍA: “Historia del Pensamiento Jurídico”, tomo II, Siglos
XIX y XX, Universidad Complutense, Facultad de Derecho, Madrid, octava edición,
1997, p. 478.
48
Sobre la Jurisprudencia Sociológica véase, CARDOZO, BENJAMIN: “The nature
of the judicial process” (originalmente de 1921), Yale University Press, New Haven,
1941. En cuanto al Realismo Jurídico, debe considerarse a los norteamericanos
Jerome Franck (1889-1952) y Karl N. Llewellyn (1893-1962). Conviene tomar nota,
además, de los aportes del llamado Realismo Escandinavo, del que destacan Karl
Olivecrona (1897-1980) y Alf Ross (1899-1979).
49
Alternativamente, se pueden utilizar también los rótulos de “Ciencia del
Derecho” o “Doctrina Jurídica o Legal”. Los anglosajones utilizan, preferente-
mente, las expresiones “Jurisprudence” y “Doctrine”. Sobre la dogmática véase NINO,
CARLOS SANTIAGO: “Introducción al análisis del Derecho”, Ariel Derecho, pp. 315-
351; VIEHWEG, THEODOR: “Tópica y Filosofía del Derecho”, Gedisa, Barcelona,
40
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
1991, pp. 99-127; LARENZ, KARL: “Metodología de la Ciencia del Derecho”, Ariel,
Barcelona, 2ª edición, 2001, pp. 242-271; CALSAMIGLIA, ALBERTO: “Introducción a
la Ciencia Jurídica”, Editorial Ariel, Barcelona, 1988; y MADRID, RAÚL: “Situación
de la ‘Teoría del Derecho’ en el contexto de las ciencias fronterizas”, Seminarios
de Filosofía, Instituto de Filosofía, Pontificia Universidad Católica de Chile, volu-
men 8, 1995, pp. 223-241.
50
Sobre este tema véase: BERNASCONI, ANDRÉS: “El carácter científico de la
dogmática jurídica”, Revista de Derecho, Universidad Austral, 20, Nº 1, 2007.
51
Los precursores de la Sociología de las profesiones son Max Weber, Talcott
Parsons y Alexander M. Carr-Saunders. Contribuciones más recientes en: ABBOT,
ANDREW: The system of professions, The University of Chicago University Press, 1988;
DERBER, CHARLES SCHWARTZ, WILLIAM; MAGRASS, YALE: “Power in the highest degree:
Professionals and the rise of the new mandarin order”, Oxford University Press,
1990.
52
Sobre la importancia de las normas no escritas: HETCHER, STEVEN: “Norms
in a wired World”, Cambridge University Press, 2004.
53
El factor que se viene analizando, el mayor o menor desarrollo de la dogmá-
tica, depende fundamentalmente del impulso de la sociedad civil. En efecto, y aun
cuando las leyes y el Estado pudieren contribuir a alentar este proceso (p. ej., vía
fondos públicos de apoyo a la investigación jurídica), la responsabilidad principal
es de las Universidades, las asociaciones profesionales, los Centros de Estudios y,
más en concreto, de los académicos e intelectuales.
41
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
54
CALSAMIGLIA, ALBERTO: “Introducción a la Ciencia Jurídica”, Editorial Ariel,
Barcelona, 1988, p. 98.
55
CALSAMIGLIA, ALBERTO, op. cit., p. 140.
56
Véase MELERO, EDUARDO: “La dogmática jurídica es política. La importancia
de las concepciones políticas en el trabajo de los juristas: un acercamiento desde el
derecho público”, Revista de Ciencias Sociales, Nº 51, Universidad de Valparaíso,
Chile, 2006, pp. 13-53.
42
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
57
En tanto y cuanto ciudadanos, es indudable que los juristas tienen derecho a
participar abiertamente en los debates políticos. Estas incursiones no tendrían por
qué afectar la credibilidad profesional del abogado, en cuanto competente para
defender técnicamente distintos puntos de vista legales. Lo que puede destruir la
legitimidad profesional, sin embargo, es la práctica de presentar como “opiniones
técnicas o científicas” lo que son, pura y simplemente, opciones políticas. El caso
de los jueces, en todo caso, es algo más complejo. No puede pretenderse, por
supuesto, que ellos carezcan completamente de ideología. Más aún, el hecho
que se reconozca que, en cuanto ciudadanos, los miembros de la Corte Suprema
o el Tribunal Constitucional tienen preferencias políticas no tendría por qué
descalificarlos para desempeñarse en forma idónea a la hora de resolver asuntos
litigiosos. Parece razonable, sin embargo, que se impongan ciertas restricciones
al ejercicio de algunos de los derechos políticos de los magistrados (p. ej., la
participación activa en las campañas electorales).
43
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
58
No es este el lugar para examinar in extenso el estado de la dogmática cons-
titucional chilena. Puede señalarse, en todo caso, que, tomando en cuenta la
cantidad y la calidad de las publicaciones, el avance en la enseñanza del pregrado,
el desarrollo de los posgrados dentro y fuera del país y el creciente número de
seminarios y proyectos de investigación, los últimos 20 años han sido testigos de
un progreso significativo. Recuérdese, al efecto, lo señalado más arriba en la nota
Nº 27 y revísense, además, los siguientes libros nacionales recientes expresivos de
los avances de nuestra disciplina:
CEA, JOSÉ LUIS: Derecho Constitucional chileno, Ediciones Universidad Católica
de Chile, tomo II, 2004.
FERMANDOIS, ARTURO: Derecho Constitucional Económico, Ediciones Universidad
Católica de Chile, 2ª edición actualizada, 2006.
GÓMEZ, GASTÓN: Derechos Fundamentales y Recurso de Protección, Ediciones Uni-
versidad Diego Portales, 2005.
RUIZ TAGLE, PABLO, y CRISTI, RENATO: La República en Chile, LOM Ediciones,
Chile, 2006.
ZÚÑIGA, FRANCISCO: Elementos de Jurisdicción Constitucional, 2 tomos, Universidad
Central de Chile, 2002.
A lo anterior, sería necesario agregar un reconocimiento especial al notable
trabajo realizado por el maestro del constitucionalismo nacional, Alejandro Silva
Bascuñán, quien ha dedicado más de una década a la actualización y profundiza-
ción, en 12 tomos ya publicados, de su Tratado de Derecho Constitucional (Editorial
Jurídica de Chile, 1997-2007).
A los libros ya citados, habría que añadir, finalmente, valiosas monografías de
los profesores Eduardo Aldunate, Rodrigo Correa, Miguel Ángel Fernández, José
Ignacio Martínez, Humberto Nogueira, Teodoro Ribera y Lautaro Ríos.
Ahora bien, que estos trabajos, junto a otros, tengan la virtud de configurar
un corpus doctrinario que sirva al intérprete constitucional es, por supuesto, una
cuestión abierta a polémica. Mientras Fernando Atria piensa que no, yo me inclino
definitivamente por una respuesta afirmativa.
Sin perjuicio de lo anterior, debe reconocerse que este progreso no ha sido
uniforme. Mientras los estudios sobre, por ejemplo, los derechos de igualdad,
debido proceso y propiedad conforman ya un acervo doctrinario bastante desa-
rrollado, no ocurre lo mismo, sin embargo, con otras garantías (p. ej., la libertad
de expresión).
59
ATRIA, FERNANDO, y OTROS: La Judicatura como organización, Expansiva, Instituto
de Estudios Judiciales, Chile, 2007.
44
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
60
Piénsese, por ejemplo, en las importantes consecuencias jurisprudencia-
les, y de otro tipo, que pueden derivarse del hecho que la Constitución Política
chilena haya decidido que los Ministros del Tribunal Constitucional, a diferen-
cia de sus pares de la Corte Suprema, no puedan ser objeto de juicio político
(impeachment).
61
Recuérdese que este es uno de los argumentos del profesor Atria contra la
revisión judicial de las leyes. Véase su “El Derecho y la contingencia de lo político”,
Derecho y Humanidades, Fundación Facultad de Derecho, Universidad de Chile,
Nº 11, 2005, pp. 19-39.
45
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
46
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
62
Sobre distintos conceptos de justicia véanse: CAMPBELL, TOM: “La Justicia.
Los principales debates contemporáneos”, Gedisa, Barcelona, 2002; ZAPATA, PA-
TRICIO: “¿Cuál justicia buscamos?”, Revista Mensaje, Chile, noviembre de 2007,
pp. 523-526.
63
La clasificación que se viene desarrollando, entre normas principalmente
declarativas y normas esencialmente reguladoras, tiene más de algún punto de
contacto con la distinción que hace Alexy entre principios y reglas. Expresa el
profesor alemán: “Tanto las reglas como los principios son normas porque dicen
lo que debe ser… Los principios son normas que ordenan que algo sea realizado
en la mayor medida posible, dentro de las posibilidades jurídicas y reales existentes
(‘mandatos de optimización’)… En cambio las reglas son normas que sólo pueden
ser cumplidas o no”, ALEXY, ROBERT: Teoría de los Derechos Fundamentales, Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2002, pp. 82-87. A partir de la Cons-
titución Política chilena se pueden ejemplificar estos dos tipos de disposiciones
constitucionales. Al primer grupo, normas generales políticas o valóricas, perte-
necen, entre otros, los siguientes preceptos: “las personas nacen libres en iguales
en dignidad y derechos”, “la familia es el núcleo fundamental de la sociedad”, “El
Estado está al servicio de la persona humana”, “La Constitución asegura a todas las
personas… el derecho a la vida… La igualdad ante la ley… la libertad personal y
la seguridad individual”. Integrando la segunda categoría, normas específicas que
consisten en un procedimiento, un requisito o una formalidad, se encuentran, entre
otras, disposiciones como las que siguen: “Nadie podrá ser juzgado por comisiones
especiales, sino por el tribunal que señalare la ley y que se hallare establecido por
ésta con anterioridad a la perpetración del hecho”, “Ninguna ley podrá establecer
penas sin que la conducta que se sanciona esté expresamente descrita en ella”,
“Los templos y sus dependencias, destinados exclusivamente al servicio de un cul-
to, estarán exentos de toda clase de contribuciones”, Nadie puede ser arrestado
o detenido sino por orden de funcionario público expresamente facultado por la
ley y después de que dicha orden le sea intimada en forma legal”, “Nadie puede
47
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
48
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
64
José Luis Cea es profesor titular de Derecho Político y Constitucional en la
Universidad de Chile y en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es Doctor en
Derecho por la Universidad de Madison, Wisconsin. Integra el Tribunal Constitu-
cional chileno desde agosto de 2002. No puedo, en este lugar, dejar de hacer una
referencia a los vínculos que me unen al profesor Cea. Fui su alumno de pregrado
en 1985. Al año siguiente, me nombró ayudante de su cátedra, calidad que mantuve
durante los siguientes seis años. Ya en esa época, Cea apoyó entusiastamente mis
primeras publicaciones científicas. En 1989 dirigió mi Tesis de Grado. En 1994
prologó mi primer libro. Respaldó, luego, mi postulación a Harvard. Más tarde,
en 1996, el profesor Cea me invitó a impartir docencia en el Magíster en Derecho
Constitucional de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Los datos transcritos
dan cuenta, esquemáticamente, de la deuda de gratitud que tengo con el profesor
Cea. No alcanzan, sin embargo, a expresar los sentimientos de afecto y admiración
del discípulo por el maestro.
49
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
50
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
Más relevante es, sin embargo, el impulso vivificante que esa magistratura le ha
inculcado a una Constitución que concita disensiones en sus definiciones políticas
neurálgicas. Ahora, por obra de tal Tribunal, puede confiarse que el régimen jurídi-
co aplicable al plebiscito presidencial que se aproxima y a los que, eventualmente,
ocurran sobre reformas constitucionales, será legítimo.
Para comprobar mi aseveración, séame suficiente destacar los rubros siguien-
tes: el Tribunal Calificador de Elecciones y no un organismo “ad hoc” controlará
los comicios indicados; en ellos participarán los partidos políticos, los que han
podido constituirse con adecuada antelación; la ciudadanía tendrá conocimiento
oportuno y oficial del nombre del candidato que sea propuesto para la Presiden-
cia de la República; la propaganda electoral se hará sin discriminaciones entre
las alternativas que tenga el electorado; los independientes podrán intervenir
organizadamente en los comicios; toda sanción se aplicará sobre la base de un
debido proceso; en fin, el estado de emergencia –si estuviere vigente– no podrá
invocarse para suspender ni condicionar las libertades de información y opinión
política”. CEA, JOSÉ LUIS: “Influencia del Tribunal Constitucional en el proceso de
institucionalización política”, Revista Chilena de Derecho, volumen 15 Nos 2/3,
mayo-diciembre de 1988, p. 209.
67
De CEA, JOSÉ LUIS véanse “La Justicia Constitucional y el Tribunal de la
Constitución en Chile”, Revista de Derecho, Universidad Austral de Chile, volumen
XII, agosto de 2001, pp. 107-118; “El control constitucional de los actos legislativos
como avance y futuro del constitucionalismo”, Revista de Derecho Público, Univer-
sidad de Chile, Nº 63, 2001, pp. 428-443; “Aproximación a la teoría constitucional
contemporánea”, Estudios Constitucionales, Universidad de Talca, Año 1º, Nº 1,
2003, pp. 50-51. “Transformaciones del Derecho Público contemporáneo”, Actas
de las XXXIV Jornadas de Derecho Público, LexisNexis, 2005, pp. 3-14; “Escritos
de Justicia Constitucional”, Cuadernos del Tribunal Constitucional, Nº 35, 2007.
51
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
68
Lo que no quita, por supuesto, que también deba reconocerse que en más de
alguna ocasión las Cortes Constitucionales no han estado a la altura de su misión.
Este libro no rehuirá, por lo mismo, la crítica de las sentencias decepcionantes.
69
En contra, Yuval Nylon y Alon Havel afirman en artículo reciente que el
acceso a un tribunal autorizado para controlar la constitucionalidad de las leyes
debe ser considerado, en sí mismo, un derecho fundamental que, por tanto, de-
biera garantizarse a todo evento y a todas las personas. NYLON, YUVAL, y HAVEL,
ALON: “The right to judicial review”, Virginia Law Review, volume 92, september
2006, number 5.
70
De esta manera, mi defensa de la Justicia Constitucional no excluye a priori,
por ende, que pudieren haber circunstancias sociales o culturales, que, respecto
de un país o un momento histórico, la hagan innecesaria.
71
Escribiendo en 2002, y refiriéndome específicamente al aporte del Tribu-
nal Constitucional chileno, señalaba: “¿Cuándo será el día en que se reconocerá
debidamente el papel trascendental que jugó la jurisprudencia valiente de 1985
y 1988 en el retorno pacífico a la democracia?”. Ahora bien, y aun cuando pienso
que este valioso aporte debe incluirse como activo en cualquier balance, no creo,
por supuesto, que deba ser considerado razón suficiente para sustentar per omnia
secula seculorum la legitimidad de la institución. Y así como los monárquicos espa-
ñoles tienen derecho a recordar la intervención providencial de Juan Carlos I la
noche de aquel 23 de febrero de 1981 en que con aplomo y prestancia desbarató
la intentona golpista de Tejero; harían mal, sin embargo, si entendieran que dicho
episodio feliz es argumento suficiente, por sí solo, para seguir justificando, 25 años
después, el reinado de los Borbones.
52
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
72
WALDRON, JEREMY: Law and Disagreement, Oxford University Press, 1999.
73
Ahora bien, lo que hace Law and Disagreement es recopilar y sistematizar un
conjunto de ideas que Waldron había venido publicando en distintos artículos
entre 1988 y 1998.
74
DWORKIN, RONALD: Freedom’s Law: The moral reading of the American Constitution,
Harvard University Press, Cambridge, 1996.
53
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
75
WALDRON, JEREMY: Law and Disagreement, Oxford University Press, 1999,
pp. 303-304.
76
WALDRON, JEREMY: The dignity of Legislation, Cambridge University Press, UK,
1999.
77
Lo anterior no puede llevar a desconocer la importancia de otros críticos
contemporáneos. Véanse, por ejemplo: PARKER, RICHARD: Here, the People rule. A Cons-
titucional Populist Manifesto, Harvard University Press, Cambridge, 1994; TUSHNET,
MARK: Taking the Constitution away from the Courts, Princeton University Press, 1999.
KRAMER, LARRY: The People themselves: Popular Constitutionalism and Judicial Review,
Oxford University Press, 2004.
54
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
78
WALDRON, JEREMY: The core of the case against judicial review, Yale Law Journal,
115, 2006, pp. 1346-1406.
79
En las primeras páginas del artículo, Waldron aclara el alcance de su argu-
mentación: “Este es un ensayo sobre la revisión judicial de las leyes, no sobre la
revisión judicial de la acción Ejecutiva o Administrativa. El asunto que pretendo
abordar concierne a la legislación primaria aprobada por la Asamblea Legislativa
electa de una sociedad política. Se puede pensar, por supuesto, que algunos de estos
argumentos se aplican del mismo modo a la acción Ejecutiva. Después de todo, el
Ejecutivo también tiene sus propias credenciales democráticas con las cuales opo-
nerse a las decisiones de los jueces. No obstante, es algo aceptado universalmente
que las credenciales electivas del Ejecutivo están sujetas, en todo caso, al principio
del Imperio del Derecho y que, como resultado de lo anterior, los tribunales pue-
den, apropiadamente, compeler a dichas autoridades a actuar en el marco de las
autorizaciones legales”. WALDRON, JEREMY: The core of the case against judicial review,
Yale Law Journal, 115, 2006, pp. 1353-4.
55
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
80
Me da la impresión que Fernando Atria ha arribado a la conclusión con-
traria a la de Waldron. Para el profesor chileno, me parece, la debilidad de la
democracia es una razón adicional para no hipotecarla, encima, con un sistema
de judicial review.
56
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
57
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
83
Sobre este fallo, véase en: BELTRÁN DE FELIPE, MIGUEL y GONZÁLEZ, JULIO:
“Las sentencias básicas del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América”,
Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 2005, pp. 138-152.
84
A esta fase jurisprudencial se la conoce como “Era Lochner”, en alusión al
emblemático fallo “Lochner vs. Nueva York” de 1905 (sobre esta sentencia véase
el Capítulo 3).
85
En el fallo “United States vs. Nixon”, anunciado el 25 de julio de 1974, una
Corte Suprema unánime ordenó al Presidente de los Estados Unidos, Richard
Nixon, que entregara al tribunal que llevaba la investigación criminal sobre las
actividades de un grupo de asesores suyos (caso Watergate) las cintas originales que
contenían conversaciones suyas en la Oficina Oval. El Presidente entregó las cintas
el 6 de agosto. Renunció el 9 de agosto. Treinta años después, la Corte Suprema,
en votación de 5 a 4, volvería a decidir el destino de la Presidencia, esta vez para
poner fin abrupto a los recuentos de votos en el Estado de Florida, circunstancia
que terminó por asegurar la victoria de George W. Bush, “Bush vs. Gore” (2004).
58
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
59
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
89
SCHAUER, FREDERICK: “Foreword: The Court’s Agenda – and the Nations”,
Harvard Law Review, volume 120, Nº 1, november 2006, pp. 4-64.
90
Al analizar las conclusiones de Schauer hay que tomar en cuenta que la
Corte Suprema de los Estados Unidos, a diferencia de los demás Tribunales Cons-
titucionales del mundo, goza de un significativo margen de discreción para elegir
cuáles causas fallar y cuáles no. De esta manera, de las 7.000 u 8.000 peticiones
que se le presentan anualmente (principalmente los llamados Writs of Certiorary),
la Corte decide pronunciarse sólo sobre unas 70 (1% del total). CONGRESSIONAL
QUARTERLY: “The Supreme Court at work”, 1990. Este espacio de maniobra le
permite a la Corte Suprema decidir, con cierta libertad, cuándo y cómo abordar
los temas que parecen políticamente más delicados. Cass Sunstein ha estudiado
la forma en que la Corte Suprema de los Estados Unidos resuelve, a veces, “dejar
las cosas sin decisión”. SUNSTEIN, CASS: “Leaving things undecided”, Harvard Law
Review, volume 110, 1996, pp. 6-101.
60
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
91
A nivel comparado véase DAHL, ROBERT: “Decision-Making in a democracy:
The Supreme Court as a National Policy-Maker”, Journal of Public Law, volume VI,
1958, pp. 279-295. La experiencia histórica del Tribunal Constitucional Chileno
(TCCh), por su parte, revela que dicha Corte ha sido cuidadosa en términos de
evitar transformarse en un contrapeso muy frontal o demasiado explícito de las
mayorías políticas de turno. Piénsese, por ejemplo, que entre 1990 y 2005 tres suce-
sivos gobiernos de la Concertación, expresivos de una clara mayoría ciudadana de
centroizquierda, coexistieron con un TCCh cuyos magistrados, casi todos, debían su
nombramiento al General Pinochet o a órganos en que aquél tenía todavía influencia
decisiva. Contra lo que pudiere pensarse, sin embargo, el TCCh así configurado
estuvo lejos de erigirse en un suprapoder alternativo. De esta manera, si se revisa
el total de ocasiones en que dicho TCCh debió fallar requerimientos presentados
por parlamentarios de la oposición, se advierte que en más del 50% de los casos,
la sentencia terminó acogiendo las tesis jurídicas del gobierno.
61
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
62
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
92
ELSTER, JON: Ulises y las sirenas: estudios sobre racionalidad e irracionalidad, Fondo
de Cultura Económica, México, 1989.
93
HOMERO: La Odisea, Obras Maestras, Editorial Iberia, Barcelona, 1960, pp. 160-
164.
63
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
94
En alguna medida, las ideas constitucionales de Bruce Ackerman constituyen,
también, una variante de la tesis del precompromiso. Sobre dicho autor, y su obra,
véase la referencia n. 18, más arriba.
95
Roberto Gargarella formula esta objeción, a la que llama problema de iden-
tidad, destacando que la referencia a la sociedad “distorsiona completamente el
sentido del ejemplo de Ulises, y la justificabilidad que, en aquel caso, acompañaba
el ejercicio del paternalismo”. Para que el paralelo tuviera sentido, agrega, habría
que asumir que “siempre hablamos de una misma y única sociedad, aunque hayan
cambiado la totalidad de sus miembros”, supuesto que a él le parece implausible.
Gargarella concluye señalando que “Aunque tenemos razones para pensar que cada
uno de nosotros puede limitar legítimamente sus propias acciones futuras, resulta
mucho más difícil sostener que una generación puede limitar a las que la siguen”.
GARGARELLA, ROBERTO: “Los jueces frente al ‘Coto Vedado’”, en Discusiones: Derecho
y Justicia Constitucional, Nº 1, 2000, Universidad de Alicante, Doxa, p. 55.
96
El historiador noruego Jens Arup Seip, amigo y mentor de Elster, sentencia:
“En política, la gente nunca trata de atarse a sí misma; sólo de atar a los demás”.
En ELSTER, JON: Ulises Desatado, Gedisa, Barcelona, 2002, p. 11.
64
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
97
Asumiendo esta crítica, Juan Carlos Bayón expresa: “Es cierto… que las
decisiones colectivas pueden ser el resultado de procesos de muy desigual calidad
deliberativa. Pero el dualismo presupone de modo arbitrario que los momentos
en que se aprueban o reforman las Constituciones son siempre de mayor calidad
que los de legislación ordinaria. Por el contrario, la relación entre el carácter
constituyente o meramente legislativo de una decisión y su mayor o menor calidad
deliberativa es enteramente contingente. Puede que en el primer caso las decisiones
hayan sido adoptadas por una mayoría reforzada que en el segundo caso no se ha
conseguido alcanzar, pero la idea de que sólo con eso queda demostrado que se
trata de decisiones ‘más lúcidas’ presupone, sin especial fundamento, justamente
lo que habría de probar”. BAYÓN, JUAN CARLOS: “Derechos, Democracia y Consti-
tución”, en Discusiones: Derecho y Justicia Constitucional, Nº 1, 2000, Universidad de
Alicante, Doxa, pp. 78-79.
98
ELSTER, JON: Ulises Desatado, Gedisa, Barcelona, 2002
99
ELSTER, JON, op. cit., p. 115.
100
ELSTER, JON, op. cit., p. 115.
101
ELSTER, JON, op. cit., p. 178.
102
Según Elster, el precompromiso constitucional –entendido ahora funda-
mentalmente como mecanismos de demora y mayorías calificadas– puede, y debe,
intentar contener “las pasiones compulsivas, salvar la inconsistencia temporal e
impedir el sobrante superfluo que se generaría si las reglas del juego cambiaran
constantemente”. ELSTER, JON, op. cit., p. 188.
65
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
103
Importantes autores del siglo 17 discutieron precisamente si una generación
debía aceptar los compromisos de una anterior. Una idea recurrente fue acudir
a la analogía del heredero testamentario que, junto con aceptar los bienes de la
sucesión, debe, al mismo tiempo, hacerse cargo de las deudas transmisibles del
causahabiente. Stephen Holmes recuerda, por ejemplo, las ideas de Pufendorf
(“el acto de una generación sólo puede obligar a otra cuando algún hombre (por
ejemplo, un acreedor) ha adquirido de él un derecho”), Grocio (“Por estricta ley
de naturaleza, nadie está obligado por el acto de otro, excepto el que hereda su
propiedad, pues el principio de que la propiedad se debe transferir con todas sus
obligaciones data del establecimiento de los derechos de propietario”) y Locke
(“Cada vez que acepta un legado alguien que no ha firmado el contrato original,
consiente implícitamente con las condiciones políticas que hacen posible el goce
de esa propiedad”). HOLMES, STEPHEN: “El precompromiso y la paradoja de la de-
mocracia”, en Elster, Jon y Slagstad, Rune: Constitucionalismo y Democracia, Fondo
de Cultura Económica, México, 1999, p. 234.
104
Estas ideas son coherentes, me parece, con el concepto Gadameriano de
Tradición que se explicará, a propósito de la interpretación constitucional, en el
Capítulo 2 de este libro.
105
El tema que se examina motivó un interesante intercambio epistolar entre
Thomas Jefferson y James Madison. Las cartas, de 6 de septiembre de 1789 (Jeffer-
son desde París donde oficiaba de Embajador de las 13 Colonias) y 4 de febrero
de 1790 (Madison desde Nueva York), están reproducidas en Founding America,
Documents from the Revolution to the Bill of Rights, Barnes & Noble Classics, New York,
2006, pp. 578-587. Comentando el debate entre estos dos amigos, Stephen Holmes
plantea que, como respuesta a Jefferson, que se inclinaba por negar todo y cual-
66
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
quier derecho de los padres a obligar a los hijos, “…Madison negó esencialmente
que una Constitución fuese un peso muerto o una obstrucción. Los nexos no
necesariamente forman una atadura; las limitaciones pueden promover la liber-
tad… En Inglaterra, por esa misma época, Burke estaba describiendo la sociedad
como “una asociación (…) entre quienes viven, quienes están muertos y quienes
aún no nacen”. Pero su argumento resultó curiosamente medieval, pues apelaba
a la unidad orgánica del cosmos. La idea de Madison –en apariencia, similar– de
una división intergeneracional del trabajo fue mucho más secular y pragmática. Si
podemos dar por sentados ciertos procedimientos e instituciones establecidos en
el pasado, podremos alcanzar nuestros actuales objetivos mejor de lo que podría-
mos lograrlo si estuviésemos siendo constantemente distraídos por la necesidad
recurrente de establecer un marco básico para la vida política. Una Constitución
heredada puede ayudar a posibilitar la democracia, así como a estabilizarla… Los
muertos no deben gobernar a los vivos, pero sí pueden facilitar el que los vivos se
gobiernen a sí mismos”. HOLMES, STEPHEN: “El precompromiso y la paradoja de la
democracia”, en Elster, Jon, y Slagstad, Rune: Constitucionalismo y Democracia, Fon-
do de Cultura Económica, México, 1999, pp. 237 y 262. Del hecho que Madison
defienda el precompromiso no puede deducirse, en todo caso, que él hubiera
justificado un sistema de judicial review que invalidara leyes por contravenir una
Declaración de Derechos. Recuérdese que, durante la Convención de Filadelfia,
Madison se opuso a que la Constitución contemplara un reconocimiento sustan-
tivo de los derechos. Fue sólo a regañadientes, y como condición para lograr la
ratificación en algunas ex Colonias reticentes, que Madison aceptó el añadido del
Bill of Rights. Por otra parte, sospecho que a James Madison no le haría mucha
gracia que su nombre fuera usado para avalar una práctica que –inaugurada en
un juicio en el que él figura prominentemente como demandado– recibió, en su
momento, fuertes críticas suyas, y de su partido (sobre “MARBURY VS. MADISON” véase
más abajo en páginas 72 a 78).
67
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
68
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
69
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
109
Expresa Ely: “…parece resultar cada vez más claro que la búsqueda de es-
tas metas ‘participativas’ de ampliación del acceso a los procesos y beneficios del
gobierno representativo, por oposición a la insistencia más tradicional y popular
entre los académicos en el suministro de una serie de bienes y valores sustantivos
particulares considerados fundamentales, fue lo que caracterizó la labor de la Corte
Warren. Algunos la condenan y otros la alaban, pero al menos estamos comenzan-
do a comprender que algo diferente a la anticuada imposición de valores estuvo
por un tiempo a la orden del día”. Frente a la previsible objeción que apunta al
hecho que detrás de la defensa de la participación existe, también, una opción
valórica sustantiva, Ely responde: “…Tal como estoy utilizando los términos, la
imposición de valores se refiere a designar algunos bienes (derechos o lo que sea)
como bienes tan importantes que deben ser protegidos de cualquier inhibición
que pueda imponer el proceso político, mientras que la orientación participativa
denota una forma de control que se ocupa de cómo se adoptan las decisiones que
efectúan opciones de valores y distribuyen los costos y beneficios resultantes”. ELY,
JOHN HART, op. cit., p. 99.
110
La idea de un doble estándar en el rigor del control judicial de la Corte
Suprema, deferencia en materias económicas y escrutinio estricto en cuestiones
ligadas a la igualdad de voto o la libertad de prensa, habría sido anticipada ya en
1938 en el célebre pie de página Nº 4 del fallo “United States vs. Carolina Products
Co.”. Allí se sugería que “…la legislación que restringe aquellos procesos políticos
de los que ordinariamente se espera que conlleven el rechazo de legislación inde-
seable (deba) …estar sometida a un escrutinio judicial más estricto bajo las prohi-
biciones generales de la enmienda decimocuarta de lo que están la mayor parte de
otros tipos de legislación…”. Más adelante el mismo pie de página agregaba que
también exigirían un examen judicial más profundo aquellas “…leyes dirigidas a
minorías religiosas… nacionales… o étnicas particulares”; en la medida en que “el
prejuicio contra minorías discretas e insulares puede ser una condición especial,
que tiende seriamente a limitar la operación de aquellos procesos políticos en los
que ordinariamente se puede confiar para proteger a las minorías”.
111
Jürgen Habermas nació en Düsseldorf, Alemania, en 1929. Luego de obtener
su doctorado en Bonn en 1954, se radicó en el Instituto de Investigaciones Sociales
de la Universidad de Francfort. Sin perjuicio de adherir a algunos de los fundamentos
del pensamiento crítico allí imperante (en autores como Max Horkheimer y Teodhor
Adorno), Habermas siempre manifestó una disposición más optimista sobre las
70
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
posibilidades de la democracia liberal. Entre 1971 y 1983 fue director del Instituto
Max Planck. Volvió a Frankfurt hasta su retiro en 1993. Sus obras principales son:The
structural transformation of the public sphere (1962), “The Theory of Communicative
Action” (1982) y Between facts and norms (1992).
112
Publicado originalmente en alemán en 1992. En inglés, HABERMAS, JÜRGEN:
Between facts and norms, Polity Press, U.K., 1996.
113
HABERMAS, JÜRGEN, op. cit., p. 448.
114
HABERMAS, JÜRGEN, op. cit., p. 437.
71
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
115
Sobre las ideas constitucionales de Habermas, véase: THOMPSON, JOHN: “La
teoría de la esfera pública”, Voces y Culturas, Nº 10, Barcelona, 1996; MICHELMAN,
FRANK: “Democracy and Positive Liberty”, Boston Review, 21, 1996, pp. 3-8; MEJÍA,
ÓSCAR: “En torno a Faktizität und Geltung (1992)”, Ideas y Valores, Universidad
Complutense de Madrid, Nº 103, 1997, pp. 32-52; PISARELLO, GERARDO: “Las afi-
nidades constitucionales de Habermas”, Jueces para la democracia, Nº 39, 2000,
pp. 50-56.
116
Se ha discutido extensamente sobre cuán originales resultan ser la decisión
y los razonamientos de “MARBURY VS. MADISON”. Algunos han creído encontrar
precedentes en el Derecho inglés. Se ha citado, al efecto, una frase del juez Sir
Edward Coke –Obiter Dicta, a decir verdad,– que, en el contexto del “Caso del Dr.
72
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
Bonham” (1610), señaló: “it appears in our books that in many cases the common law
will control the Acts of Parliament and sometimes adjudge them to be utterly void; for when
an Act of Parliament is against the common right or repugnant or impossible to be performed,
the common law will control it and adjudge such Act to be void”. En su Constitucional &
Administrative Law, Hilaire Barnett considera que la referida opinión del juez Coke,
independientemente de su atractivo intelectual, tuvo escaso impacto en su época y
que, hoy, no tiene ningún peso. La doctrina constitucional inglesa moderna queda
bien expresada en el juicio de Lord Reid que, en “Pickin vs. Consejo Británico de
Ferrocarriles” (1974), manifestó: “En tiempos pasados varios prominentes abogados
parecen haber creído que una Ley del Parlamento podía ser descartada en la medida
que fuera contraria a la ley de Dios, la ley natural o la justicia natural; no obstante,
y desde que la supremacía del Parlamento se asentó finalmente con la Revolución
de 1688, ideas como esas están obsoletas”. En BARNETT, HILAIRE: Constitucional &
Administrative Law, Cavendish Publishing Limited, London, Sydney, fourth edition,
2002, p. 209. En cuanto a los antecedentes propiamente norteamericanos, Larry
Kramer reconoce que: “Marbury vs. Madison no cubre territorio nuevo en lo que
respecta a la teoría de la revisión judicial. Al examinar los debates en el Congreso
así como los casos ‘Hylton vs. Estados Unidos’ y ‘Hayburn’ queda claro que la
mayoría de la gente pensaba que este poder existía, incluso en relación a las leyes
federales”. En 1786, 17 años antes de Marbury, James Iredell, que integraría la
Corte Suprema entre 1790 y 1799, plantea que en atención a que la Constitución
expresaba directamente la soberanía popular, “un acto de la Asamblea contrario a
la Constitución es nulo y no puede ser desobedecido sin desobedecer la ley superior
a la cual estamos vinculados de manera previa e irrevocable. Los jueces, por tanto,
deben preocuparse que todos los actos de la Asamblea que ellos aplican estén avala-
dos por la Constitución, porque si no es así, ellos actuarían sin autoridad legal. Este
no sería un poder usurpado o arbitrario, sino que uno que resulta inevitablemente
de la configuración de su función, siendo ellos jueces para el beneficio de todo el
pueblo y no simples sirvientes de la Asamblea”. En 1800, otro juez de la Corte Su-
prema, Samuel Chase, en el caso “Cooper vs. Talfair”, reconoce que “es una opinión
generalizada, se admite en nuestro medio y algunos jueces de circuito aceptan, que
la Corte Suprema puede declarar que un acto del Congreso es inconstitucional y,
por lo tanto, inválido”. Pese a todo lo anterior, sin embargo, el propio Larry Kramer
destaca el hecho que siendo “Marbury” la primera sentencia de la Corte Suprema
en adjudicar sobre la base de este criterio, “hizo efectivamente algo sobre lo cual,
hasta entonces, sólo se había hablado”. KRAMER, LARRY: “We the Court”, Harvard
Law Review, volume 115, number 1, november 2001, pp. 3-169.
Más recientemente, Mary Sarah Bilder ha planteado que los orígenes del
Judicial Review no se encuentran tanto en las teorías de las leyes fundamentales o
la estructura del gobierno, sino que más bien en el Derecho Corporativo. Según
ella, la revisión judicial no es sino la proyección de una antigua práctica inglesa
consistente en limitar los estatutos corporativos, requiriéndose que sus contenidos
no repugnaran (not repugnant) a las leyes de la nación. Esta práctica, a su vez, se
extendió a efectos de controlar las leyes coloniales en términos que no repugnaran
a las leyes de Inglaterra. BILDER, MARY SARAH: “The corporate origins of Judicial
Review”, Yale Law Journal, december 2006, volume 116, number 3, pp. 502-566.
73
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
74
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
75
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
76
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
77
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
119
Lawrence Tribe, destacado profesor de Harvard, reconoce que “Marbury
vs. Madison” no es la única, ni necesariamente la mejor, de las lecturas que cabe
hacer del texto y la estructura de la Constitución de Filadelfia. En su opinión, en
todo caso, así como ni Marshall ni nadie después que él ha podido argumentar
exitosamente que las Cortes puedan o deban ejercer control independiente de las
leyes; tampoco los partidarios de la más plena soberanía parlamentaria en materia
de interpretación constitucional, han podido demostrar palmariamente que tal
solución es demandada por la Constitución. Lo que ocurre, señala Tribe es que
“sobre esta materia fundamental, la Constitución no ha tomado posición. Marshall
resolvió esta indeterminación, esencialmente, postulando que las Cortes tienen
efectivamente poder independiente para interpretar y aplicar la Constitución. No es
un argumento concluyente contra el postulado de Marshall, en todo caso, el hecho
de advertir que lo suyo, en verdad, no es un corolario”. TRIBE, LAWRENCE: American
Constitutional Law, Foundation Press, third edition, volume 1, 2000, p. 211.
120
Ha habido, en todo caso, algunos pocos jueces norteamericanos que han
discutido la legitimidad del judicial review. Así, por ejemplo, y redactando una
disidencia 22 años después de “MARBURY VS. MADISON” (“EAKIN VS. RAUB”), el juez
Gibson, de la Corte Suprema de Pennsylvania, hizo la siguiente reflexión: “Estoy
consciente que el derecho de declarar inválidos todos los actos inconstitucionales
…es aceptado universalmente como un dogma profesional; pero, me parece, más
como un acto de fe que como un asunto de razón. Yo confieso que, alguna vez,
abracé esta misma doctrina. Lo hice, sin embargo, sin mayor estudio. Por lo mis-
mo, plantearé los argumentos que me han impelido a abandonar dicha postura.
Todo esto, con el mayor respeto hacia quienes todavía la sustentan. Comenzaré
78
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
FRANCIA
señalando que no deja de ser notable que aun cuando el derecho en cuestión ha
sido invocado todo el tiempo por la judicatura, ningún juez, con la excepción del
juez Marshall, se ha animado a discutirlo… y si los argumentos de un jurista tan
reconocido por la fuerza de sus capacidades de razonamiento resultan no ser con-
cluyentes, parece justo imputar dicha circunstancia a la debilidad intrínseca de la
posición que él intenta defender.
…La Constitución y el derecho de la legislatura a aprobar una ley pueden,
en efecto, colisionar: ¿pero es aquello un asunto que cae legítimamente dentro
de la esfera judicial? Si así fuera, el Poder Judicial sería un órgano muy peculiar,
habilitado tanto para revisar las actuaciones del legislador como para corregir sus
errores. ¿Y en qué parte de la Constitución debemos mirar para encontrar esta
orgullosa preeminencia? Por lo tanto, afirmar que los jueces tienen el derecho de
juzgar la existencia de dicha colisión, no es otra que dar por sentado, precisamente,
aquello que debe ser probado.
Por estas razones, pienso que es al pueblo, en quien reside el poder soberano
completo y absoluto, a quien corresponde corregir los abusos legislativos. Lo hará
instruyendo a sus representantes para que deroguen los actos inicuos. …Quizás
habría sido mejor radicar dicha atribución en el Poder Judicial, puesto que podría
esperarse que, dado que su forma de deliberar y la ayuda derivada de la argumentación
de las partes, le llevarían de manera más frecuente a conclusiones y decisiones más
exactas. Por otra parte, el Poder Judicial no es infalible y un error suyo no tendría
otro remedio que una expresión más enfática de la voluntad popular, a través del
medio extraordinario de la reforma constitucional. Mientras que, en cambio, un
error de la legislatura se corrige a través de un acto de la misma voluntad, a través
del ejercicio del derecho de sufragio, un mecanismo diseñado precisamente para
tal propósito, sin generar convulsión popular. Se nos dirá que el pueblo probable-
mente no advertirá los errores de sus representantes. Pero es tan probable que
adviertan tal error como que adviertan un error judicial. Por otra parte, es uno de
los postulados de la teoría de nuestro sistema de gobierno, y la verdadera base de
la superestructura, que el pueblo es sabio, virtuoso y competente para administrar
sus propios asuntos. Y si, en los hechos, no lo fueran; aun así, todos los problemas
de este tipo deben ser resueltos de acuerdo a los principios de la Constitución, tal
cual nos fue entregada por sus redactores. La existencia de un defecto no previsto
no justifica que aquellos que gobiernan apliquen un remedio que, en realidad,
solo puede ser provisto por una reforma constitucional”. DUCAT, CRAIG; CHASE,
HAROLD: Constitutional Interpretation, West Publishing Company, St. Paul, MN, 5ª
edición, 1992, pp. 31-35.
79
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
121
Los Senados Conservadores de 1799 y 1852 tenían, entre otras materias, com-
petencia para enjuiciar la constitucionalidad del comportamiento de las Asambleas
Parlamentarias. Ninguno de los dos tuvo eficacia alguna. La Constitución de 1946,
a su vez, consagró un “Comité Constitucional” que tendría, también, una existencia
anodina y estéril. CAPELLETI, MAURO y COHEN, WILLIAM: Comparative Constitutional
Law, The Bobbs-Merril Co. Inc., 1979.
122
Leon Duguit, Decano de Bordeaux, por ejemplo, planteará que los jueces
no deben dar aplicación a las leyes inconstitucionales, las cuales, por ser contra-
rias a un principio de Derecho superior, escrito o no, no deben producir efectos.
Véase su Traité du Droit Constitutionnel, Sirey, Paris, 1923. Maurice Hariou, Decano
de Toulouse, y el padre del institucionalismo, también se pronuncia a favor de
reconocer a los jueces el poder de invalidar las leyes. Se manifestó a favor de con-
trolar los parlamentos, porque su legislación, movida por las pasiones electorales,
se habría convertido en una peligrosa amenaza para las libertades. Véase su Précis
du Droit Constitutionnel, 2ª ed. Sirey, París, 1929.
123
Destaca especialmente el trabajo de Edouard Lambert, quien critica la juris-
prudencia de la era “Lochner” de la Corte Suprema de los Estados Unidos (sobre el
fallo Lochner véase el capítulo 3 de este libro). LAMBERT, EDOUARD: Le gouvernement
des juges et la lutte contre la législation sociale aux États-Unis, Giard, Paris, 1921.
124
En esto coinciden todos los autores. Georges Burdeau, por ejemplo, alude
a la “voluntad del General de Gaulle de despojar a las Asambleas de la soberanía
80
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
81
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
82
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
127
En ese momento, la Presidencia de la República francesa la ocupaba George
Pompidou (Conservador gaullista). Primer Ministro era Jean Jacques Chaban-Del-
mas, también de filiación gaullista.
128
Para la descripción de los hechos que anteceden y explican el fallo “Libertad
de Expresión”, nos hemos guiado por STONE, ALEC: The Birth of Judicial Politics in
France, Oxford University Press, 1992, p. 67.
83
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
84
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
85
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
86
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
ALEMANIA
139
En mayo de 1981 fue elegido Presidente de Francia el socialista François
Mitterand. Era la primera vez que la izquierda llegaba al poder bajo la V República.
El gobierno socialista/comunista del Premier Pierre Mauroy (mayo de 1981-julio
de 1984) impulsó e hizo aprobar en la Asamblea Nacional un conjunto de reformas
políticas, sociales y económicas. La oposición de centro (UDF) y derecha (RPR) llevó
varias de estas iniciativas al control del Conseil. Entre 1984 y 1986, un nuevo Premier
socialista, Laurent Fabious, logró reducir el nivel de conflicto. En marzo de 1986, sin
embargo, la centroderecha ganó estrechamente las elecciones parlamentarias, resul-
tado que le permitió instalar en el Hôtel Matignon (sede de los Primeros Ministros)
al gaullista Jacques Chirac. Sería el inicio de dos años de compleja cohabitación entre
un Presidente socialista (Mitterand) y un Premier conservador (Chirac). Durante
este período, serían los parlamentarios de izquierda quienes requerirían al Consejo
Constitucional el escrutinio de varios de los proyectos del gobierno de derecha.
140
FAVOREU, LOUIS y PHILLIP, LOÏC: Les grandes Décisions du Conseil Constitutionnel,
Collection Droit Public, Sirey, 6ª edición, 1991, pp. 470-723.
141
STONE, ALEC: The Birth of Judicial Politics in France, Oxford University Press,
1992, y BELL, JOHN: French Constitutional Law, Clarendon Press, Oxford, 1992.
142
La Alemania moderna empieza a nacer en los mismos momentos en que se
eclipsa la estrella de Napoleón. En efecto, fue entre septiembre de 1814 y junio de
1815 que, reunidos en Viena, los triunfantes enemigos de Bonaparte decidieron
las fronteras y estructura de la Confederación Germánica. Esta nueva entidad, una
heterogénea asociación de 39 estados, quedó presidida por la Casa de Austria.
87
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
88
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
89
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
146
CRUZ VILLALÓN, PEDRO, op. cit., pp. 90-91.
147
CRUZ VILLALÓN, PEDRO, op. cit., p. 153.
148
CRUZ VILLALÓN, PEDRO, op. cit., p. 169.
149
En resolución del 13 de octubre de 1927 el Tribunal de Estado se reconocería
como “Protector de la Constitución”. En fallo de 17 de noviembre de 1927, y por
primera y única vez, dicho Tribunal declarará la inconstitucionalidad de una ley
del Reich, en este caso una reforma que incorporaba a los Land de Baden, Baviera
y Württemberg a la comunidad del impuesto a la cerveza. CRUZ VILLALÓN, PEDRO,
op. cit., p. 153.
90
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
ANTECEDENTES
150
En su prólogo a la Defensa de la Constitución, escrito en marzo de 1931, Carl
Schmitt plantea que el análisis científico del tema “no es posible sin tener una
idea precisa de la situación constitucional contemporánea. Lograr tal idea implica,
ciertamente, una labor difícil y peligrosa. Y no sólo por las falsas interpretaciones
partidistas que son de esperar, pues éste es un riesgo genérico, inherente a la li-
bertad de espíritu: más bien a causa de la confusión extraordinaria que presenta
la situación constitucional de Alemania en nuestros días, situación que se halla
en los comienzos de una transformación profunda”, El Defensor de la Constitución,
Madrid, 1998, Tecnos, p. 19.
151
Sobre la República de Weimar véanse las siguientes fuentes, las que han
sido la base para el análisis que sigue: BRECHT, ARNOLD: Prelude to Silence: the end
of the German Republic, Oxford University Press, New York, 1944; PEUKERT, DETLEV:
The Weimar Republic, Hill and Wang, New York, 1993. SIMPSON, WILLIAM: “Hitler y
Alemania”, Akal, Madrid, 1994; MOMMSEN, HANS: The rise and fall of Weimar Democracy,
University of North Carolina, 1996; BERMAN, SHERI: “Civil Society and the collapse of
the Weimar Republic”, Wold Politics, volume 49 number 3, april 1997, pp. 401-429;
KOLB, EBERHARD: The Weimar Republic, Routledge, 2ª edición, 2004.
152
La Constitución de 1919 fue aprobada por la Asamblea Constituyente el 31
de julio de 1919. El resultado de la votación final fue 262 a favor y 75 en contra. Se
manifestaron favorablemente los diputados de los partidos Socialdemócrata (SPD),
el Centro Católico (Zentrums), Demócrata (DDP). Estas tres fuerzas constituirían lo
que se llamaría la “Coalición de Weimar”. Votaron en contra los partidos Nacional
Alemán (DNVP), Socialista Independiente (USPD) y Popular (DVP). Este último
partido evolucionaría, sin embargo, y desde 1923 sería un aliado frecuente de la
coalición de Weimar. En cuanto al Tratado de Versailles, verdadero Diktat, sus térmi-
91
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
Si bien en 1919 sólo uno de cada seis alemanes vota por los ene-
migos del régimen de Weimar, la hiperinflación de 1922-3 elevaría
luego ese porcentaje a casi el 40%.153 Entre 1925 y 1928, sin embargo,
estabilizados los precios, la República alemana parece recuperarse
y vive su mejor hora. Desgraciadamente fue sólo un paréntesis. La
gran depresión económica, detonada por el Crash bursátil de 1929,
disparará el desempleo alemán (6,3% en 1928, 8,5% en 1929, 14%
en 1930, 21,9% en 1931 y 29,9% en 1932). Con la cesantía volverán
a incrementarse las filas de los enemigos del régimen.154
La Constitución de 1919 nació, y se desarrolló, en un contexto de
aguda violencia. En efecto, apenas cuatro días antes de la elección de
diputados para la Asamblea Constituyente, el 15 de enero de 1919,
las calles de Berlín son testigos de un intento revolucionario de la
izquierda más radical. La revuelta es sofocada por el Ejército y los
Freikorps (milicias anticomunistas integradas fundamentalmente por
veteranos de la guerra y estudiantes universitarios burgueses). En
medio de la violencia son asesinados los dos líderes revolucionarios:
Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Los comunistas, sin embargo,
volverían a intentar la toma violenta del poder en las frustradas
insurrecciones de Baviera en abril de 1919, en Sajonia en marzo de
nos fueron considerados injustos e inconvenientes por todos los sectores políticos
alemanes. No obstante, el 22 de junio de 1919, y presionada por la amenaza de
una invasión aliada, la Asamblea Constituyente le dio su aprobación por 237 (SPD,
Centro y USPD) contra 138 (DDP, DVP y DNVP).
153
La magnitud de la pérdida de valor de la moneda alemana durante la
hiperinflación de 1922 y 1923 puede graficarse recordando que si a principios de
1922 un pan se podía comprar con 163 marcos, en septiembre ya valía 1.500.000
marcos y en noviembre costaba 200.000.000.000 marcos.
154
Al ordenarse los resultados de los partidos políticos alemanes durante el
período de Weimar de acuerdo a su relación con el régimen constitucional, esto
es: COALICIÓN DE WEIMAR (suma de los Socialdemócratas, el Centro católico, el Par-
tido Bávaro y el Partido Demócrata); ENEMIGOS DE WEIMAR (suma de los Nacional
alemanes del DNVP, los Socialistas Independientes del USPD, los Comunistas del
KPD y luego los Nacionalsocialistas del NSDAP) y fuerzas no comprometidas (los
Popular alemanes del DVP, el partido de la Economía, WP, agrarios, regionalistas
y los conservadores socialcristianos); se obtiene el siguiente cuadro (en % de votos
en las elecciones para el Reichstag en los años que se indican).
Fuerza Política
Año de Votación 1919 1920 1924 1924 1928 1930 1932 1932 1933
Coalición de Weimar 76.1 48.2 42.8 49.7 49.8 43.2 38.3 36.4 33.1
Enemigos de Weimar 17.9 34.8 39.4 32.8 28.4 38.5 57.9 58.6 64.2
No comprometidas 5.3 14.7 11.6 13.4 16.9 15.3 3.3 4.4 2.4
92
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
93
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
155
Ya lo había hecho Carl Schmitt en 1921, La Dictadura, Alianza, Madrid,
1999.
156
En 1922, y en respuesta a los asesinatos de Erzberger y Rathenau, el Reichstag
dio su aprobación a la “Ley de Protección de la República” que, propuesta por el
Canciller Joseph Wirth, del centro católico, entregaba al gobierno herramientas
legales para restringir, entre otras, la libertad de reunión.
157
La primera vuelta se llevó a cabo el 29 de marzo de 1925 y participó el 68,5%
del padrón habilitado. La unión de la derecha moderada y la derecha nacionalista
obtuvo un buen primer lugar:
94
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
95
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
160
En sus escritos de 1922 y 1928 Schmitt había planteado que el artículo 48
sólo autorizaba la adopción de medidas de excepción de carácter administrativo.
Desde fines de 1930 en adelante, sin embargo, Schmitt justificará el uso de dicha
cláusula para dictar ordenanzas sobre materias de ley. “El argumento jurídico de
que se sirve Schmitt en 1931 para justificar este cambio de postura es el de que la
práctica continuada de edición de ordenanzas presidenciales con fuerza de ley y
el aval que esa práctica había recibido por parte de las distintas instancias jurídicas
(judicatura, doctrina y Parlamento), ha provocado una mutación constitucional
con el resultado de la referida ampliación de facultades”. ESTÉVEZ ARAUJO, JOSÉ:
La crisis del Estado de Derecho Liberal. Schmitt en Weimar, Ariel Derecho, Barcelona,
1ª edición, 1989, pp. 235-236. Esta singular teoría planteará, por supuesto, un im-
portante debate respecto a la constitucionalidad de aquellos decretos que limitan,
a “modo legislativo”, derechos fundamentales que la Constitución de Weimar ha
reconocido y garantizado expresamente con reserva de ley.
161
El Reichstag vota la suspensión del Decreto 236 a 221.
162
Los nacionalsocialistas ganan 95 bancas adicionales y los comunistas au-
mentan en 22. Los grandes perdedores fueron los Socialdemócratas que bajan
de 29,8% a 24,5% y pierden 10 diputados y los Nacional Alemanes (DNVP) que
bajan de 14,3% a 7% y pierden 32 escaños. Los dirigentes del DNVP interpretarán
este resultado como un castigo por haber colaborado con Brüning. No volverán a
hacerlo. Por el contrario, de ahí en adelante radicalizarán al máximo sus posicio-
nes de ultraderecha en un empeño –inútil, por lo demás– por competir con los
ascendentes nacionalsocialistas.
163
Una tal coalición (SPD, Centro, Demócratas, Populares, Socialcristianos
y Bávaros) dispondría de 294 escaños contra los 283 asientos de todas las demás
fuerzas reunidas.
164
Y lo hace. Entre agosto de 1930 y diciembre de 1931, y siempre en ejercicio
del artículo 48, se dictarán numerosos decretos de emergencia. En virtud de estas
ordenanzas presidenciales, Brüning pudo imponer el duro plan de austeridad
con el que pensaba establecer las bases de la recuperación económica: recorte de
sueldos, aumento de las cotizaciones, alza del impuesto a la cerveza, reducción del
subsidio a la cesantía, etc.
96
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
97
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
98
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
167
Treinta y tres personas murieron a consecuencia de la represión policial,
circunstancia que sólo profundizó las diferencias políticas entre la socialdemocracia
y el Partido Comunista.
168
Vale la pena insistir, en este punto, sobre la incapacidad de la izquierda
alemana para presentar un frente común ante el auge del nacionalsocialismo. Los
comunistas (KPD) no olvidaban la represión de 1919. Los socialdemócratas, por su
99
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
parte, habían tomado nota de la permanente disposición subversiva del KPD. Desde
1928, inspirados por la organización internacional comunista, el KOMINTERN,
los distintos partidos comunistas del mundo profundizarían su crítica a la socialde-
mocracia, a la que llamarían despectivamente socialfascismo. A partir de 1934, sin
embargo, la misma KOMINTERN, bajo el fuerte auspicio de Stalin, instaría a los
partidos comunistas a desarrollar relaciones de cooperación con todas las fuerzas
antifascistas. Sería la génesis de los Frentes Populares. Para la izquierda alemana,
sin embargo, el viraje comunista llegaría demasiado tarde. Para entonces, Hitler
ya había tomado el poder total.
169
Este mecanismo había sido introducido por una votación en el Landtag
prusiano el 12 de abril de 1932, dos semanas antes de las nuevas elecciones. En esta
ocasión, y expirando la legislatura saliente, los partidos pro Weimar aprobaron, por
escaso margen, una modificación al artículo 20 de la reglamentación legal electo-
ral, estableciendo que, a futuro, sólo podrá constituirse un nuevo Presidente del
Consejo de Ministros del Gobierno del Estado Libre de Prusia si obtiene la mayoría
absoluta de los votos en el Landtag. Mientras dicha circunstancia no se produzca,
seguiría en funciones como “Ministerio de Negocios” el gabinete en funciones,
independientemente del hecho que pueda o no reunir éste una mayoría propia.
170
No se trataba, por supuesto, de una situación óptima. No eran aquellos,
por lo demás, tiempos para gobiernos de minoría. Lo que no deja de resultar pa-
radójico, sin embargo, es que esta circunstancia pudiera ser considerada irregular
o inconveniente por el gobierno de Von Papen. Mal que mal, el suyo sí que era
un gobierno construido al margen de los partidos políticos y carente de apoyo
parlamentario significativo. Esta circunstancia quedaría plenamente de manifiesto
cuando, el 12 de septiembre de 1932, el Reichstag apruebe abrumadoramente, por
512 votos contra 42, una moción del Partido Comunista dirigida a enervar otro
Decreto de Emergencia. Este resultado no sólo confirma lo evidente, que toda la
izquierda estaba contra el gobierno de Von Papen; sino que, además, revela que los
nacionalsocialistas, que controlaban 230 bancas, no estuvieron dispuestos a retribuir
con su apoyo las concesiones que Von Papen había hecho en su favor. Al gobierno
100
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
101
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
102
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
172
Las fuerzas de Weimar podrían, en el mejor de los casos, sumar, en el nuevo
Reichstag, 249 votos contra la Ordenanza de intervención en Prusia. Por defender
el Decreto presidencial estarían los votos de los 267 diputados que suman ahora
Nacionalsocialistas y nacional alemanes. Por mucho que sea el odio que sienten
por el Nacionalsocialismo, los 89 diputados comunistas recién elegidos, únicos
capaces de inclinar la balanza, no estarán dispuestos a dar sus votos para reesta-
blecer al mismo gobierno prusiano de Braun y Severing contra el que lucharon
toda la década anterior y que tan severamente les reprimió. Estando, como están,
en la estrategia de agudizar las contradicciones, la que les ha permitido, por lo
demás, ir aumentando su votación, los comunistas no están dispuestos a cooperar
con la Socialdemocracia para defender o salvar el régimen de Weimar.
173
Sobre este debate véanse HERRERA, CARLOS MIGUEL: “La polémica Schmitt-
Kelsen sobre el guardián de la Constitución”, Revista de Estudios Políticos, Nº 86,
octubre-diciembre de 1994, Madrid, pp. 195-227. DYZENHAUS, DAVID: Legality and
Legitimacy. Carl Schmitt, Hans Kelsen and Hermann Heller in Weimar, Oxford University
Press, Great Britain, 1999; JACOBSON, ARTHUR y SCHLINK, BERNHARD (editores):
“Weimar. A Jurisprudence in crisis”, The University of California Press, 2001. ZÚÑIGA,
FRANCISCO: Elementos de Jurisdicción Constitucional, Universidad Central de Chile,
Santiago, tomo I, 2002, pp. 39-50.
103
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
SCHMITT
Carl Schmitt será uno de los abogados del Reich.174 Su prestigio aca-
démico y su cercanía con círculos conservadores le han permitido
incorporarse al equipo de asesores del General Kurt Von Schleicher,
alto funcionario de gobierno desde 1929, Ministro de Defensa desde
junio de 1932 y Canciller por un breve lapso (diciembre de 1932 a
enero de 1933). Para gobiernos como los de Brüning, Von Papen
y Schleicher, que dependían, crecientemente, del uso y abuso del
artículo 48 de la Constitución, no podía dejar de ser muy útil el
consejo del reputado jurista que, desde inicios de Weimar, y de
manera muy sistemática, había venido planteando que, frente a la
crisis, el Presidente del Reich no debía trepidar en constituirse, cada
vez que fuere necesario, en un Dictador Constitucional que actuara
enérgicamente para salvar el orden social.
174
Carl Schmitt nació en la pequeña localidad alemana de Plettenberg en 1888
y falleció, en el mismo lugar, en 1985. Fue educado por sus padres en la religión
católica, a la que adhirió públicamente durante toda su larga vida. Completó sus
estudios jurídicos poco antes del inicio de la Primera Guerra Mundial. No le cupo,
en todo caso, participación directa en dicho conflicto bélico. Desarrolló su activi-
dad académica en Bonn, Berlín y Colonia. Entre 1919 y 1932 publicó varios libros
importantes que le granjearon un significativo prestigio en el mundo universitario
germano. Su pensamiento político ha sido el objeto de mucho debate. No hay dudas
en cuanto a su anticomunismo. Tampoco se discute que, al menos hasta mediados
de 1932, sentía desconfianza, y hasta desprecio, por el nacionalsocialismo. En
lo político era antiliberal y antiparlamentario. Aceptó, sin mayor entusiasmo, la
república y la democracia como signos de su tiempo. Admiró a Benito Mussolini y
confió en el Mariscal Hindenburg. Cuando el triunfo nacionalsocialista se consumó,
en marzo de 1933, tuvo la debilidad de pedir la inscripción en dicho partido. Un
año después, da a conocer un artículo titulado “El ‘Führer’ defiende el Derecho”,
en el que intenta justificar doctrinariamente las ejecuciones sumarias, asesinatos
stricto sensus, con que Hitler se deshizo de la izquierda nacionalsocialista (“Noche
de los Cuchillos Largos”). Terminada la Segunda Guerra Mundial fue arrestado e
interrogado por su vinculación al régimen nazi. Luego de una larga detención, se
retiró a su hogar, llevando, desde entonces, y por 40 años, una vida retirada. Sobre
Carl Schmitt véanse: ESTÉVEZ, JOSÉ: La crisis del Estado de Derecho Liberal. Schmitt en
Weimar, Ariel Derecho, Barcelona, 1989; NEGRETTO, GABRIEL: “El concepto de de-
cisionismo en Carl Schmitt. El poder negativo de la excepción”, Revista Sociedad,
Buenos Aires, Nº 4, mayo de 1994. SILVA-HERZOG, JESÚS: “Carl Schmitt. Jurispruden-
cia para la ilegalidad”, Revista de Derecho, Universidad Austral, Valdivia, volumen
14, 2003, pp. 9-24. SANROMÁN, DIEGO LUIS: “Carl Schmitt. “La cuestión del poder”,
Nómadas, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, Nº 10, julio-diciembre de
2004; VÁSQUEZ, JOSÉ IGNACIO: “Carl Schmitt. La agonía del Ius Publicum Europeaum”,
en Actualidad Jurídica, Nº 13, enero 2006, pp. 343-370; CRISTI, RENATO, RUIZ-TAGLE,
PABLO: La República en Chile, LOM Ediciones, 2006, Capítulos 3, 5 y 6.
104
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
175
SCHMITT, CARL: Romanticismo Político (originalmente de 1919), Editora Uni-
versidad Nacional de Quilmes, Argentina, 2ª edición, 2005.
176
SCHMITT, CARL: La Dictadura (originalmente de 1921), Alianza Editorial,
Madrid, 1985.
177
SCHMITT, CARL: Teología Política (originalmente de 1922), en AGUILAR, HÉCTOR
ORESTES: Carl Schmitt, teólogo de la Política, Fondo de Cultura Económica, México,
2001, pp. 19-62. No resisto citar algunos trozos seleccionados de Teología Política.
Comencemos por el primer párrafo, verdadera declaración de principios: “Es sobe-
rano quien decide el estado de excepción. Esta definición es la única que le hace
justicia al concepto de la soberanía como concepto límite. Un concepto límite no
es algo confuso, como suele manejarse en la terminología imprecisa de la literatura
popular, sino un concepto extremo. Por consiguiente, su definición no puede basarse
en el caso normal sino en el caso límite”, p. 23. Más adelante, “…la filosofía de la
vida concreta no debe apartarse de la excepción y del caso extremo, sino interesarse
en ellos en grado sumo. La excepción puede revestir mayor importancia para ella
que la regla, no a partir de la ironía romántica de la paradoja sino con todo el rigor
del conocimiento que profundiza más que las generalizaciones claras del término
promedio repetido. La excepción es más interesante que el caso normal. Lo normal
no demuestra nada, la excepción lo demuestra todo; no sólo confirma la regla sino
105
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
106
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
107
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
184
En cuanto al sentido del artículo 48, Schmitt plantea ya en 1928 que el
alcance de la Dictadura Presidencial no está limitado únicamente a la suspensión
de los 7 derechos a que se refiere literalmente dicho artículo. En la misma medida
en que fuera “en servicio del mantenimiento y servicio de la Constitución” (como
decisión) el Presidente podría, extremando el argumento, suspender todas y cada
una de las leyes constitucionales.
185
SCHMITT, CARL: “Legalidad y legitimidad”, en AGUILAR, HÉCTOR ORESTES: Carl
Schmitt, teólogo de la Política, Fondo de Cultura Económica, México, 2001, p. 259.
186
Junto con reconocer cuáles son las decisiones constitucionales de la Carta
de Weimar, Schmitt identifica ciertas ambigüedades o dilaciones que habrían sido
el precio pagado para lograr el compromiso o acuerdo entre los miembros de la
coalición de Weimar. Schmitt menciona dos: una, que llama “la gran alternativa”,
es la que se refiere, ni más ni menos, a la ordenación burguesa o socialista de la
sociedad y la otra a la situación de las Iglesias y las Escuelas frente al Estado.
187
SCHMITT, CARL: La Defensa de la Constitución, Tecnos, Madrid, 2ª edición,
1998.
188
SCHMITT, CARL, op. cit., p. 30.
108
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
189
Aun cuando es cierto que muchos de los argumentos de Schmitt están pre-
sentados en términos generales, de manera que podrían aplicarse a otras épocas
u otros regímenes; también es verdad que muchas de sus afirmaciones dependen
significativamente del diagnóstico que él hace sobre la Constitución de Weimar
y lo que llama en el Capítulo II de la Defensa de la Constitución la “situación cons-
titucional concreta de la actualidad”. Si he dedicado tantas páginas a explicar la
situación política de la Alemania de Weimar es, principalmente, porque me parece
que presentar la polémica Schmitt-Kelsen como un debate abstracto entre dos
teorías jurídicas, sin tomar en cuenta el contexto del debate, impide comprender
cabalmente las respectivas posiciones. Lo anterior no obsta, sin embargo, a que
deba reconocerse que, en su momento, los dos autores mencionados discutieron
de manera brillante un conjunto de problemas que siguen siendo muy centrales
para el Derecho Constitucional. Por eso, por supuesto, seguimos estudiando ese
debate 75 años después.
190
SCHMITT, CARL, op. cit., p. 213.
109
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
191
SCHMITT, CARL, op. cit., p. 251.
110
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
192
“…ha de tenerse en cuenta… que los límites peculiares de las atribuciones
extraordinarias del Presidente del Reich y la garantía propia contra un abuso
de poderes radica en el derecho de control que compete al Reichstag, no en los
normativismos o en los obstáculos sugeridos por el Poder Judicial. A un Reichstag
capaz de lograr mayorías y de actuar no le será difícil hacer valer su opinión contra
el Presidente del Reich, reclamando la derogación y, en caso necesario, acordando
un voto expreso de censura. La Constitución vigente del Reich ofrece a un Reichs-
tag susceptible de lograr mayorías y de actuar, todos los derechos y posibilidades
que un Parlamento necesita para imponerse como factor decisivo en la formación
de la voluntad del Estado. Si el Parlamento, convertido en escenario del sistema
pluralista, no se halla en situación de proceder así, no tiene derecho a exigir que
también los demás organismos responsables sean incapaces de actuar. No sólo sería
históricamente imposible y moralmente insoportable, sino también jurídicamente
falso, fundar, en la actualidad, semejante derecho sobre una general incapacidad
de acción, usando los argumentos con que en el siglo XIX un Parlamento liberal
de notables intentaba inutilizar para la lucha a su adversario monárquico. Si en
la actual situación constitucional de Alemania se ha llegado a desarrollar precisa-
mente una práctica de estado de excepción en el aspecto económico-financiero
con un derecho a promulgar decretos que tengan fuerza de ley, ello no es cosa
arbitraria y casual, ni “dictadura” en la acepción vulgar y partidista de la palabra,
sino expresión de una profunda e íntima relación legal. Corresponde al tránsito
que el Estado ha iniciado desde el tipo legislativo hasta el económico, y que no se
satisface ya con un Parlamento desintegrado por las disensiones pluralistas: La situa-
ción excepcional descubre, como anteriormente hemos indicado, la peculiaridad
concreta del núcleo del Estado; el Estado judicial desarrolla el Estado de guerra,
procedimiento sumario de justicia, y el Estado militar y policíaco la resignación
de poderes en la fuerza pública como típico medio de su estado de excepción. El
derecho a promulgar decretos con fuerza de ley en el sector económico-financiero,
en la práctica actual del artículo 48, resulta concorde con la ordenación existente,
y trata de salvar el Estado legislativo constitucional, cuyo órgano legislativo está
dividido de modo pluralista, liberándolo de un pluralismo anticonstitucional. El
hecho de que este interesantísimo intento de procurarse un remedio y un reactivo
sólo pueda ser realizado constitucional y legalmente por el Presidente del Reich,
nos permite al mismo tiempo darnos cuenta de que dicho Presidente ha de con-
siderarse como protector de toda la ordenación constitucional”. SCHMITT, CARL,
op. cit., pp. 210-211.
111
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
193
SCHMITT, CARL: “Legalidad y Legitimidad”, en AGUILAR, HÉCTOR ORESTES:
Carl Schmitt, teólogo de la Política, Fondo de Cultura Económica, México, 2001.
194
No se piense, en todo caso, que Carl Schmitt está demasiado preocupado
del peligro que representan los nacionalsocialistas para la sobrevivencia de, por
ejemplo, las libertades de asociación, de expresión o de reunión. Su aprehensión,
más bien, tiene que ver con la situación del “matrimonio, la religión y la propiedad
privada”, amenazados por una eventual victoria comunista. SCHMITT, CARL: “Legali-
dad y Legitimidad”, en AGUILAR, HÉCTOR ORESTES: Carl Schmitt, teólogo de la Política,
Fondo de Cultura Económica, México, 2001, p. 294.
112
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
KELSEN
195
SCHMITT, CARL: “Legalidad y Legitimidad”, en AGUILAR, HÉCTOR ORESTES: Carl
Schmitt, teólogo de la Política, Fondo de Cultura Económica, México, 2001, p. 335.
196
Pocas semanas después del fallo “Caso del Land de Prusia contra el Reich”,
Hans Kelsen publicaría en la revista Die Justiz un comentario crítico sobre dicha
sentencia.
197
Hans Kelsen nació en Praga en 1881, cuando dicha ciudad era parte del
Imperio Austro-Húngaro. Estudió Derecho. Se incorporó como profesor a la Uni-
versidad de Viena en 1911. En 1931 se trasladó a la Universidad de Colonia, donde
asume como Decano de la Facultad de Derecho. Tras la llegada al poder de Hitler,
y hostigado por el nacionalsocialismo, se desplaza a Praga. Más adelante, viaja a
113
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
114
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
200
Véanse, entre otras, sus siguientes obras: Teoría General del Estado (1925),
Teoría Pura del Derecho (1934) y Teoría General del Derecho y del Estado (1944).
201
En Esencia y Valor de la Democracia (1921), Kelsen se refiere a los enemigos de
la democracia: “Pero no sólo se alza contra el ideal de la democracia la dictadura
del proletariado, surgida teóricamente de la doctrina neocomunista y prácticamen-
te realizada por el partido bolchevista ruso. La enorme presión ejercida por este
movimiento en Europa sobre los espíritus y la política determina como reacción
una actitud antidemocrática de la burguesía, que encuentra su expresión teórica y
práctica en el fascismo italiano. La democracia, por consiguiente, como antes frente
a la autocracia monárquica, constituye hoy un problema frente a la dictadura de los
partidos, de izquierdas o de derechas”. KELSEN, HANS: Esencia y Valor de la Democracia,
Editorial Comares, Granada, 2002, p. 6.
115
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
202
Véase de Hans Kelsen: El problema del parlamentarismo de 1925. HERRERA, CARLOS
MIGUEL: “La polémica Schmitt-Kelsen sobre el guardián de la Constitución”, Revista
de Estudios Políticos, Nº 86, octubre-diciembre de 1994, Madrid, pp. 200-201.
203
Escribiendo en 1931 Kelsen diría: “Que el sistema parlamentario no ha fraca-
sado en absoluto en todas partes, lo muestra una mirada a Austria, Francia, Inglaterra,
los países nórdicos. No obstante, Carl Schmitt cree poder pronunciar la pena de
muerte sin limitación alguna, contra el parlamentarismo como tal. Los métodos de los
que se sirve en esto son los de una dialéctica mística”. KELSEN, HANS: “¿Quién debe
ser el defensor de la Constitución?”, Tecnos, Madrid, 2ª edición, 2002, p. 79.
204
KELSEN, HANS, op. cit., p. 9.
116
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
EL FALLO
117
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
208
El gobierno prusiano había pedido como medida provisional que el Tribunal
diseñara una distribución transitoria del poder entre el Comisario del Reich y el
gobierno prusiano. El Tribunal se negó afirmando que tal decisión produciría una
situación de trastorno y desconcierto. La petición de los partidos socialdemócrata y
del Centro, por su parte, consistía en pedir derechamente la suspensión temporal
de los efectos de la ordenanza mientras no se fallara el asunto. El Tribunal rechazó
esta solicitud, sosteniendo que ello supondría prejuzgar sobre la necesidad de la
medida, lo cual era, precisamente, el asunto a ser discutido y probado en juicio.
CRUZ VILLALÓN, PEDRO: La formación del sistema europeo de control de constitucionalidad
(1919-1939), Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1987, pp. 162-163.
118
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
209
En sentencia de 21 de noviembre de 1925 el Tribunal de Estado se había
declarado competente para conocer de la constitucionalidad de una Ordenanza de
urgencia del gobierno de Prusia. Este fallo reconoce que en general los tribunales
no pueden, ni deben, controlar las apreciaciones de mérito sobre la existencia o no
de una situación de emergencia. El Tribunal de Estado, sin embargo, se atribuye una
“posición especial” que lo faculta, precisamente, para evaluar la constitucionalidad
de estas decisiones. De esta manera, y aun cuando deba reconocerse una esfera
amplia de discrecionalidad para que el poder político haga autónomamente las
ponderaciones que correspondan, ello no obsta a que el Tribunal de Estado sea
“juez tanto de la necesidad como de la proporcionalidad de las medidas adoptadas”.
CRUZ VILLALÓN, PEDRO, op. cit., p. 161.
119
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
210
El Reich podía afirmar, plausiblemente, que la compleja tarea de frenar
los enfrentamientos entre las bandas armadas de ambos extremos del espectro
político suponía no sólo una voluntad inequívoca sino que, además, una clara
legitimidad popular. El gobierno minoritario de Braun, aferrado al poder tras lo
que Carl Schmitt consideraba una triquiñuela de mala fe, socavado en su voluntad
política por un supuesto acercamiento entre la izquierda socialdemócrata y el
Partido Comunista, no cumplía la doble condición anotada. Por el contrario, el
Presidente Paul von Hindenburg, que apenas tres meses antes había derrotado
en las urnas de manera inapelable tanto a Hitler como a los comunistas, reunien-
do el apoyo de la mayoría del Pueblo alemán, y quien, además, comandaba la
lealtad incuestionada de las Fuerzas Armadas alemanas, sí reuniría en sus manos
la legitimidad política y democrática indispensable para acometer la difícil tarea
pacificadora.
120
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
211
Hermann Heller había cuestionado la sinceridad y coherencia del plan-
teamiento presidencial, destacando tres hechos: a) que la violencia en Prusia se
producía pese a los sinceros, y bastante efectivos, esfuerzos del gobierno social-
demócrata del Land de Prusia por controlarla; b) que los niveles de violencia de
Prusia no eran mayores que los del resto de Alemania y que, sin embargo, sólo se
había intervenido dicho Land, y c) que los niveles de violencia en Prusia no habían
disminuido después de la intervención del Reich. El Tribunal de Estado rechaza
estas argumentaciones sobre la base de insistir que los poderes especiales que el
artículo 48 de la Constitución entrega al Presidente del Reich no están supeditados
a ninguna otra consideración de orden político que no sea la existencia de una
situación de emergencia. De esta manera, razona el Tribunal, aun si se aceptara que
el gobierno de Prusia había hecho su mejor esfuerzo, o que la situación de Baviera
o Baden era similar o, incluso, que la gestión del Comisario del Reich no había
dado todavía los frutos esperados, nada de lo anterior invalidaba, por sí mismo, la
legitimidad constitucional del Decreto del 20 de julio.
212
DYZENHAUS, DAVID: Legality and Legitimacy, Oxford University Press, 1997,
p. 36.
121
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
122
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
213
Dos meses después de la sentencia, a fines de 1932, Hans Kelsen publicaría
un comentario sobre el fallo. Aun cuando queda claro que a Hans Kelsen, “ciu-
dadano”, la intervención de Prusia le parece una medida incorrecta y peligrosa;
Hans Kelsen, “jurista”, se ciñe a su modelo de análisis científico puro y, desde esa
perspectiva, arriba a unas conclusiones que más que criticar la decisión del fallo,
advierten sobre las ambigüedades del régimen de Weimar.
El problema de fondo, según Kelsen, es que la Constitución no había resuelto
adecuadamente el problema del control de los Decretos de Emergencia. Por una
parte, la Carta de Weimar no estableció un Tribunal Constitucional en forma,
con facultades para situaciones como éstas, y, por la otra, el artículo 48 es una
disposición extraordinariamente amplia y mal construida. De esta manera, asevera
Kelsen, no existen razones técnico-jurídicas que le impongan al Tribunal de Estado
la invalidación total del Decreto del 20 de julio. Del mismo modo, en todo caso,
tampoco existirían razones técnico-jurídicas para concluir que dicha Ordenanza
es necesariamente válida.
Ahora bien, aclarado que de la interpretación jurídica pura no podría derivarse
una conclusión necesaria a favor o en contra del Decreto, Kelsen se encarga de
señalar que el camino intentado por el Tribunal de Estado, la búsqueda de un “justo
medio”, es la fórmula menos científica de todas. La idea de que pueden coexistir, y
colaborar, un gobierno de Prusia, formalmente representativo, y un Comisario del
Reich, con potestades sustantivas, le parece a Kelsen utópica y, lo que para él es más
grave, carente absolutamente de sustento en el texto constitucional.
123
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
No obstante esta crítica, Kelsen quiere dejar en claro que aquellos que esperaban
que se enervara la intervención del Reich, y se sienten, por ende, frustrados con el
fallo, más que culpar al Tribunal de Estado, debieran considerar las limitaciones de
la Constitución de Weimar. No fue, entonces, la Justicia Constitucional la que falló,
sino que, más bien, una institucionalidad que no contemplaba una versión adecuada
de la misma. El artículo se publicó en la Revista Justiz, Nº 8, 1932/3. DYZENHAUS,
DAVID: Legality and Legitimacy, Oxford University Press, 1997, pp. 123-9.
214
Esta fue, en efecto, la última oportunidad disponible para haber puesto
coto, constitucionalmente, al abuso del artículo 48 de la Constitución. Sólo cuatro
meses después de este fallo, el 27 de febrero de 1933, el recientemente designado
Canciller Adolfo Hitler utilizaría el incendio del Reichstag como pretexto para
convencer al Presidente Von Hindenburg para que dicte un nuevo Decreto de
Emergencia (“Decreto para la protección del Pueblo y el Estado”). Esta Ordenanza
facultaría a Hitler para suspender, entre otras, las libertades de prensa, de reunión
y asociación. Con base a este Decreto, Hitler ordenó el arresto de los líderes del
Partido Comunista, incluyendo a la mayoría de los diputados de dicho partido. Esta
determinación, por su parte, le permitiría a Hitler lograr los dos tercios de los votos
presentes en el Reichstag, quórum necesario a efectos de aprobar el 23 de marzo
de 1933 la Ley Habilitante (Gesets zur Behebung der not Volk und Reich), paso decisivo,
a su vez, en la toma de poder total por el nacionalsocialismo.
124
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
125
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
217
MERKL, PETER: The origin of the West German Republic, Oxford University Press,
1963, pp. 110-111.
218
Dadas las dificultades existentes para convencer a Baviera de aceptar el
régimen federal, la resolución, en la Constitución, del problema de Baden sólo
habría servido, en ese momento, para fortalecer al separatista Partido Bávaro y, por
esa vía, para dificultar la ratificación de la Ley Básica.
219
Y, con ello, entre otras cosas, la composición del Bundesrat. Esta última cir-
cunstancia, sin duda, complicaba adicionalmente la discusión del problema. ¿Cómo
ignorar la relevancia que tenía para los partidos políticos el hecho que un mismo
territorio bajara de 10 a 5 escaños su representación en la Segunda Cámara?
126
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
127
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
128
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
221
El fallo, como se observó, hace referencia al artículo 79 Nº 3 de la Ley Básica.
Dicha disposición establece la intangibilidad de las cláusulas constitucionales fun-
damentales: “Se prohíben las reformas o enmiendas a esta Ley Básica que afecten
la división de la federación en Länder, su participación en el proceso legislativo o
los principios reconocidos en los artículos 1 y 20”.
222
VON MEHREN, ARTHUR: “Constitutionalism in Germany – the first decision
of the new constitutional Court”, American Journal of Comparative Law, 1, 1952,
pp. 71-85.
223
Para un análisis del caso, véase: KOMMERS, DONALD: “The constitutional ju-
risprudence of the Federal Republic of Germany”, Duke University Press, segunda
edición, 1997, pp. 61-68.
224
Sobre el federalismo alemán véanse, entre otros: LOEWENSTEIN, KARL: Teoría
de la Constitución, Ariel Derecho, cuarta reimpresión, 1986, pp. 375-378 y 528-529;
BENDA, ERNESTO y OTROS: Manual de Derecho Constitucional, Instituto Vasco de Admi-
nistración Pública, Madrid, 1996, pp. 613-675; NAGEL, KLAUS-JÜRGEN: “El federalismo
alemán: ¿Más cooperación o nueva simetría?”, Revista de Estudios Políticos, Madrid,
Nº 118, octubre-diciembre de 2002, pp. 65-99.
129
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
debate a propósito de Baden, así como los intentos posteriores del Land
de Hesse por redibujar las fronteras de la Federación, explican que en
1969 se haya reformado el artículo 29. Así, el texto actual contempla
una cláusula que protege aún más a la mayoría de un Land que se
resiste a una reestructuración. En efecto, el nuevo párrafo tercero del
artículo 29 señala que, en caso que uno de los Estados vote en contra
de la fusión y los otros a favor, el referido rechazo sólo se entenderá
neutralizado cuando la afirmativa obtenga más de los dos tercios de
los votos en el conjunto total de lo que sería el nuevo Land, a menos
que, en veto insuperable, la negativa en el Estado refractario haya
reunido también más de dos tercios de los sufragios.
Cuarenta años después de “Estado Sudoccidental” se produjo
otro intento por crear un nuevo Land. Ahora, la idea era fusionar los
Länder de Berlín y Brandenburgo. Puesto en práctica el procedimiento
del artículo 29 reformado, la fusión propuesta fracasó al no reunirse
en el plebiscito las mayorías constitucionalmente requeridas.225
GUATEMALA
225
Los ciudadanos de Berlín y Brandenburgo fueron a las urnas el 5 de mayo
de 1996. El 53,4% del total sufragó a favor de la unión. En Berlín occidental, con
más electores, el voto favorable alcanzó el 58,7%. En Brandenburgo, sin embargo,
triunfó el voto negativo (36,5% a favor, 62,8% en contra). MATTOX, GALE; OLIVER,
GEOFFREY; TUCKER, JONATHAN (Eds.): Germany in Transition, Westview Press, 1999,
pp. 133-136.
226
Véase a DIGHERO HERRERA, SAÚL: “El Control de Constitucionalidad de las
leyes en Guatemala”, Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano, edición
2002, Konrad Adenauer Stiftung, Uruguay, pp. 243-256.
130
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
131
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
humana, establece que: “serán nulas ipso jure las leyes y las disposiciones
gubernativas o de cualquier otro orden que disminuyan, restrinjan
o tergiversen los derechos que la Constitución garantiza”.
El problema principal, por supuesto, consiste en justificar que
la Corte pueda declarar, por sí y ante sí, la nulidad indicada. Sobre
este punto, la sentencia expresa: “…la Constitución en el artículo
268 otorga a esta Corte la función esencial de la defensa del orden
constitucional. Cuando los actos del Poder Público se realizan fuera
de la competencia prevista en la Constitución, es procedente poner
en funcionamiento la actividad de la justicia constitucional a fin de
asegurar el régimen de derecho”. La Corte sabe que la mera invoca-
ción al artículo 268 puede ser una base muy feble para fundamentar
la declaración de nulidad. Por lo mismo, el fallo agrega: “El artículo
272 inciso i) de la Constitución asigna a esta Corte la función de
‘actuar, opinar, dictaminar o conocer de aquellos asuntos de su
competencia establecidos en la Constitución’ y la actividad principal
de este Tribunal es la defensa de la Constitución”.
La sentencia del 25 de mayo plantea importantes e interesantes
interrogantes: ¿Tiene algún límite la interpretación finalista? ¿Es
lícito extrapolar una “función” y asumirla como una “competencia”?
El hecho de que el Ejecutivo hubiera excedido su ámbito de com-
petencias, ¿autoriza a la Corte de Constitucionalidad a hacer otro
tanto con el fin de restablecer el orden quebrantado?227
Los días inmediatamente posteriores al 25 de mayo son de confu-
sión política. El Presidente Serrano intenta consolidar su dictadura.
El Congreso es disuelto y se censura la prensa. Masivas manifesta-
ciones populares evidenciaban el repudio ciudadano al acto de
fuerza. Mientras tanto, el fallo del 25 de mayo no era debidamente
publicado en el Diario Oficial.
En el contexto descrito, el día 31 de mayo, y estimando, en pa-
labras posteriores del Presidente de la Corte, que “las resoluciones
de los tribunales no deben quedarse como declaraciones líricas
desprovistas de efectividad, sino que deben ser cumplidas”, el Tri-
227
Resulta imposible no hacer una referencia a la historia constitucional chilena.
¿Podría sostenerse que el hecho de que el Presidente Balmaceda haya violado la
Constitución el 1 de enero de 1891 al extender la vigencia de la Ley de Presupuestos
autoriza o justifica el Acta Parlamentaria que, fuera de todo marco constitucional,
procedió a destituirlo? ¿Puede justificarse el polémico, y probablemente inconsti-
tucional, acuerdo de la Cámara de Diputados del 22 de agosto de 1973 en el hecho
que tuvo por objeto poner atajo a violaciones graves y reiteradas a la Constitución
por parte del gobierno de Salvador Allende?
132
DE LA LEGITIMIDAD DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL
228
GONZÁLEZ DUBÓN, EPAMINONDAS: “La eficacia de la justicia constitucional”,
Contribuciones, Nº 2, CIEDLA, 1994, pp. 17-28.
229
Matthias Herdegen ha planteado que la sentencia del 25 de mayo “representa
un hito en la historia del constitucionalismo occidental, que merece especial aten-
ción aun fuera de América Latina. Esta decisión, por su afirmación contundente de
la función protectora de la jurisdicción suprema, como último guardián del orden
constitucional, marca la prevalencia absoluta de la normatividad frente al ataque
del equilibrio preestablecido por la Ley Fundamental. Se trata de uno de los raros
ejemplos de una actuación sumamente audaz y, simultáneamente, afortunada”.
HERDEGEN, MATTHIAS: “La Corte de Constitucionalidad como último guardián del
Orden Constitucional”, Contribuciones, Número 2, CIEDLA, 1994, p. 41.
133
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
230
Para los antecedentes completos del “Caso Autogolpe” véase el Nº 2 de
la Revista Contribuciones, de la CIEDLA, 1994. Para una reflexión sobre el caso:
LÖSING, NORBERT: “El Guardián de la Constitución en tiempos de crisis”, Anuario
de Derecho Constitucional Latinoamericano, edición de 2000, Konrad Adenauer
Stiftung, CIEDLA, Uruguay, 2000, pp. 139-160. Un año después del fallo del “Caso
Autogolpe”, el 1º de abril de 1994, el Presidente de la Corte de Constitucionalidad,
Sr. Epaminondas González Dubón fue asesinado a tiros, frente a su esposa y uno
de sus hijos, de apenas ocho años, mientras conducía su automóvil camino a su
domicilio. La justicia de Guatemala condenó, eventualmente, a dos delincuentes
comunes por el crimen. Las organizaciones de Derechos Humanos, dentro y fuera
de Guatemala, creen firmemente, en todo caso, que el asesinato respondió a un
móvil político. Mientras algunos observadores apuntan a los Carteles de la Droga,
pues el juez González acababa de votar favorablemente la extradición a Estados
Unidos de un importante narcotraficante; otros analistas piensan que la autoría
intelectual del atentado corresponde a militares de línea dura que habrían querido
castigar al juez por su compromiso con el régimen democrático y la causa de los
derechos humanos (AMNESTY INTERNATIONAL: “Guatemala: Accountable Intelligence
or Recycled repression? Abolition of the EMP and effective intelligence reform”,
2003). Conviene indicar, en todo caso, que crímenes como el reseñado no han
debilitado el compromiso de importantes sectores de la sociedad civil guatemalteca
con la paz y el Estado de Derecho. La Corte de Constitucionalidad, por su parte,
ha seguido desempeñando un papel importante en dicha tarea. Véanse: ESCOBAR,
CARLOS: “Constitución, control civil del Ejército y paz en Guatemala”, Anuario
de Derecho Constitucional Latinoamericano, edición 2000, Konrad Adenauer
Stiftung y CIEDLA, 2000, Buenos Aires, pp. 367-390; ROHRMOSER, RODOLFO: “La
operatividad del Convenio 169 de la OIT en el derecho interno guatemalteco”,
Estudios Constitucionales, Año 3, Nº 1, Universidad de Talca, Santiago de Chile,
2005, pp. 263-279; GUTIÉRREZ DE COLMENARES, CARMEN MARÍA: “Los derechos hu-
manos en el derecho interno y en los tratados internacionales. Su protección por
la jurisdicción constitucional guatemalteca”, Anuario de Derecho Constitucional
Latinoamericano, edición 2005, tomo II, Konrad Adenauer Stiftung, Uruguay,
2005, pp. 585-613; RODRÍGUEZ-CERNA, CARLOS RAFAEL: “La jerarquía de las leyes
constitucionales en el derecho constitucional guatemalteco”, Anuario de Derecho
Constitucional Latinoamericano, Anuario 2006, tomo I, Konrad Adenauer Stiftung,
Montevideo, 2006, pp. 183-202; SÁENZ, LUIS FELIPE: “La regulación de los estados
de excepción en Guatemala y la necesidad de reforma de la Ley de Orden Público
que los contiene, para su congruencia con la normativa de la Constitución Política
de la República”, Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano, Anuario
2006, tomo I, Konrad Adenauer Stiftung, Montevideo, 2006, pp. 203-227; MEJICANOS,
MANUEL DE JESÚS: “La inconstitucionalidad de leyes, reglamentos y disposiciones de
carácter general en el ordenamiento jurídico guatemalteco (análisis sobre la acción,
el proceso y la decisión de inconstitucionalidad abstracta)”, Anuario de Derecho
Constitucional Latinoamericano, Anuario 2006, tomo I, Konrad Adenauer Stiftung,
Montevideo, 2006, pp. 507-556.
134
Capítulo 2
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN
CONSTITUCIONAL
“Las Meninas”, de Diego Velázquez. Lienzo de más de 3 metros de altura, pintado entre 1656
y 1659 (Museo del Prado). Diego Velázquez nació en Sevilla en 1588 y murió en 1660. Se le
ha llamado “el pintor de la verdad” en razón de su compromiso con el realismo.
135
Durante mucho tiempo, “Las Meninas”, de Velázquez, ha sido con-
siderada la primera gran obra artística que satisface las exigencias
del realismo. En esa perspectiva, han llamado la atención, y mucho,
la expresión verista de los rostros, la fidelidad de los trajes, la natu-
ralidad de la escena y, por sobre todo, la presencia sorprendente,
revolucionaria para la época, del artista en el cuadro.
Parte de la fama del cuadro descansó, por supuesto, en el hecho
de que el sentido exacto de la composición nunca fue muy evidente.1
Las dudas son innumerables: ¿A quién está pintando Velázquez?
¿Quién es la niña ubicada al centro? ¿Quién es el personaje que
aparece en el dintel de la puerta del taller? ¿Es acaso el rey Felipe
IV? ¿Está entrando? ¿Está saliendo? ¿Qué hay detrás de la niña? ¿Es
acaso un cuadro? o ¿se trata, más bien, de un espejo que nos devuelve
la imagen de la pareja que está siendo retratada por Velázquez?
Las preguntas recién anotadas, y otras muchas más suscitadas por
el lienzo, han generado distintas respuestas y, a partir de éstas, han
surgido, a su vez, diferentes teorías sobre el sentido del cuadro. Hay
quienes creen que se trata simplemente de un retrato que captura el
momento en que el Rey Felipe IV visita el taller de Velázquez. Otros
ven en la obra una explícita alegoría de la creación artística. 2
1
“‘Las Meninas’ es uno de los cuadros más importantes del Museo del Prado y,
ciertamente, el lienzo más inquietante. Durante 340 años ha dividido y fascinado a
los especialistas, esquivando toda interpretación final”, “El Mercurio”, “La Infanta
Desheredada”, E4, domingo 9 de febrero de 1997.
2
En un libro de 1966 Michel Foucault dedicó un capítulo completo al estudio
de “Las Meninas”, destacando la manera absolutamente original en que esta obra
aborda el tópico de la representación. Según Foucault: “en este cuadro (Velázquez)
se ha representado a sí mismo, en su estudio, o en un salón del Escorial, mientras
137
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
pinta dos personajes que la Infanta Margarita viene a ver, rodeada de dueñas, de
meninas, de cortesanos y enanos… los dos personajes que sirven de modelos al
pintor no son visibles, cuando menos directamente, pero se les puede percibir en un
espejo; y que se trata, a no dudar, del rey Felipe IV y de su esposa Mariana”. En Las
palabras y las cosas, siglo XXI Editores, Argentina, edición de 2002, pp. 18 y 19.
Catorce años después del libro de Foucault, John Searle, filósofo del lenguaje,
escribe un artículo sobre “Las Meninas”, señalando: “Ahora, de vuelta al cuadro. En la
interpretación ilusionista los espectadores se han vuelto idénticos a Felipe IV y María
Ana. Dada la ubicación del espejo al otro lado de la habitación y nuestra posición, frente
a esta escena, debiéramos poder vernos a nosotros mismos en el espejo, pero sólo vemos
a la pareja real. Ahora bien, ¿qué es exactamente lo que está pintando el pintor de la
izquierda? Bueno, es obvio que nos está pintando a nosotros, esto es, a Felipe IV y su
esposa. Él nos está mirando directamente, examinando atentamente nuestros rasgos,
antes de aplicar el pincel sobre la tela. Claramente, lo hemos sorprendido en el acto
de retratarnos. ¿En qué tipo de cuadro nos está pintando? La interpretación estándar
es que él está pintando un retrato de cuerpo entero de aquello que vemos en el espejo.
Pero existe una objeción a dicha interpretación que me me parece bastante convincente.
El lienzo sobre el cual está pintando es, en realidad, del mismo tamaño que aquel que
estamos mirando, alrededor de 10 pies de alto y 8 pies de ancho (las dimensiones del
cuadro son 3.19 m. de alto por 2.67 m. de ancho). Yo creo que el pintor está pintando
el cuadro que nosotros estamos viendo; él está pintando “Las Meninas” de Velázquez”.
SEARLE, JOHN: “Las Meninas and the paradoxes of pictorial representation”, Critical
Inquiry, volume 65, number 3, Spring, 1980, pp. 477-488.
3
En “El Mercurio” de Santiago del domingo 9 de febrero de 1997, E1, E4 y
E5.
138
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
arte afirma que en el lugar que hoy ocupa el pintor se ubicaba la imagen
de un paje que llevaba en sus manos un símbolo del poder real.
El destino del lienzo pareció complicarse en 1657 cuando nació un
heredero varón al trono (Felipe Próspero). Con su llegada, el cuadro
encargado perdió toda razón de ser. Más aún, se volvió incómodo e
incluso peligroso. En ese contexto, Felipe y Velázquez deben haber
coincidido, sin duda, en la conveniencia de “guardar” la tela.
Tres años después, sin embargo, Velázquez decide recuperar su
obra. Para evitarse problemas, el pintor efectúa importantes mo-
dificaciones. Entre los cambios, destaca la supresión de todos los
símbolos de poder real y, por supuesto, la aparición de un Velázquez
que, frente al caballete, luce ufano en su pecho la Cruz de Caballero
de la Orden de Santiago.
Manuela Mena presenta interesantes pruebas para apoyar su hi-
pótesis. El examen de los rayos X, como ya se ha visto, probaría que
Velázquez habría realizado importantes supresiones y alteraciones al
cuadro original. Se sabe que el cuadro habría sido encargado y con-
cluido en 1656 y, sin embargo, Velázquez aparece con una insignia
correspondiente a un honor recibido recién en 1659. El tamaño y
proporciones de la niña que aparece en el cuadro corresponden a una
criatura de seis años. Esa es la edad que tenía Margarita en 1656.
Ahora bien, ¿cuál es el verdadero significado de “Las Meninas”?
¿Aquel que razonablemente podría deducirse de la observación atenta
de lo que muestra la tela que actualmente se exhibe en el Prado? O,
más bien, ¿cabe seguir profundizando en las intenciones que pudo
haber tenido originalmente Velázquez? ¿Cuáles intenciones? ¿Las
de 1656? ¿Las de 1659? En síntesis: ¿Cuál es el cuadro? ¿Lo querido
por el autor? ¿El resultado?4
4
Comentando los hallazgos de Manuela Mena, el escritor y pintor Adolfo Couve
criticaba los intentos por releer “Las Meninas”. Dice Couve: “Todos los cuadros del
mundo si les aplicamos rayos X tienen distintos temas bajo las capas pictóricas…
Muchas veces, cuando un pintor mata la cama con la aguada no vislumbra todavía
el resultado definitivo de la obra. Por eso, en el boceto aparecen desdibujos, temas
que no va a llevar a cabo, equivocaciones, correcciones, etc. Lo que cuenta en una
obra de arte es la superficie y en este caso es grave dar otra interpretación con
respecto a la interpretación de Velázquez, porque se trata del más grande pintor
de caballete del mundo, del más grande pintor realista y “Las Meninas” es la obra
maestra de esta escuela y patrimonio de la humanidad. Dar otra interpretación a
esta obra es un equívoco”. Continúa Couve: “‘Las Meninas’ es una obra que no
tiene tema, porque el maestro ha querido hacer desaparecer el cuadro. Es así como
los personajes de la tela nos miran a nosotros que tomamos el papel de modelos.
Por lo tanto, los personajes del cuadro estarían fuera de la pintura y nosotros más
139
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
Las normas jurídicas, igual que las obras de arte, deben ser in-
terpretadas. En uno y otro caso, existirá una fuerte tensión entre
quienes prefieran el sentido objetivo y quienes prioricen, más bien,
la intención del autor. En el caso del Derecho, en todo caso, la fi-
nalidad de la reflexión debe ser la identificación de ciertas reglas,
conocidas y ojalá compartidas, que reduzcan al mínimo posible los
rangos del desacuerdo.6
En todo caso, y aun antes de revisar cuáles podrían ser los criterios
para la interpretación del Derecho, conviene constatar la existencia
140
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
141
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
7
Uno de los exponentes clásicos de esta perspectiva, el civilista F. Laurent,
habría dicho: “Los Códigos no dejan nada al arbitrio del intérprete; éste no tiene
ya por misión hacer el Derecho, el Derecho está hecho. No existe incertidumbre,
pues el derecho está escrito en textos auténticos”. Citado en PACHECO, MÁXIMO:
Teoría del Derecho, Editorial Jurídica de Chile, 1984, p. 381.
8
Este enfoque correspondería a lo que Alisdair MacIntyre denomina mé-
todo de investigación moral enciclopédico, que sería aquella visión ilustrada
según la cual el conocimiento puede abstraerse completamente de la política y
comprender, así, cabalmente, la realidad en cuanto universo coherente, regulado
por leyes universales e inexorables. En MACINTYRE, ALISDAIR: Three rival versions
142
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
143
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
144
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
145
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
vigésima edición, 1984, Espasa Calpe, Madrid, 1990, p. 1327; Black’s Law Dictionary,
por su parte, define Tradición como “Costumbres y usos del pasado que influyen o
deciden sobre actos o prácticas del presente”, sexta edición, 1991, p. 1495.
14
Escribiendo en 1947, Michael Oakeshott describió el talante de la mentalidad
racionalista que vino a enterrar el apego a la tradición. Señala Oakeshott: “En el
fondo está siempre a favor de la independencia de mente en todas las ocasiones,
a favor del pensamiento libre de toda obligación frente a cualquier autoridad,
excepto la autoridad de la ‘razón’. Sus circunstancias en el mundo lo han vuelto
contencioso: es el enemigo de la autoridad, del prejuicio, de lo meramente tradicio-
nal, consuetudinario o habitual. Su actitud mental es a la vez escéptica y optimista:
escéptica, porque no hay ninguna opinión, ningún hábito, ninguna creencia, nada
tan firmemente arraigado o tan ampliamente sostenido que vacile en cuestionar y
juzgar por lo que llama su ‘razón’; optimista, porque no duda jamás del poder de
su ‘razón’ (aplicada correctamente) para determinar el valor de una cosa, la verdad
de una opinión o propiedad de una acción”. OAKESHOTT, MICHAEL: El racionalismo
en la Política y otros ensayos, Fondo de Cultura Económica, México, primera edición
en español, 2000, pp. 21-22.
15
KANT, IMMANUEL: ¿Qué es la Ilustración?, Erhard, J.B. editores, Clásicos del
Pensamiento, Tecnos, 2002, p. 17.
146
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
147
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
18
KUHN, THOMAS: The structure of scientific revolutions, University of Chicago
Press, 1962.
19
Para una crítica al sistema universitario norteamericano véase: BLOOM, ALLAN:
The closing of the American mind, Simon & Schuster, 1988. Una reflexión sobre el
futuro de la Universidad europea, véase: RODRÍGUEZ, PEDRO: “Naturaleza, Cultura y
Universidad”, Revista HUMANITAS, Nº 35, año IX, 2004, pp. 469-489. En nuestro
medio véase: MILLAS, JORGE: Idea y Defensa de la Universidad, Editorial del Pacífico,
Corporación de Promoción Universitaria, 1981. Más específicamente, sobre las
facultades de Derecho, BÖHMER, MARTIN: La enseñanza del derecho y el ejercicio de la
abogacía, GEDISA, Barcelona, 1999.
20
ECHEVERRÍA, RAFAEL: El Búho de Minerva. Introducción a la filosofía moderna, Acade-
mia de Humanismo Cristiano, Santiago de Chile, mayo de 1988, pp. 195-222; TEJEDOR,
CÉSAR: Historia de la filosofía en su marco cultural, Ediciones SM, Madrid, 1995, p. 428.
RECAS, JAVIER: “Hacia una hermenéutica crítica”, Biblioteca Nueva, Madrid, 2006.
148
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
149
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
en las obras del espíritu. Los valores que allí se hayan condensado
dependerán bastante más de la visión de mundo imperante en un
determinado momento histórico y contexto social (Weltanschauung)
que de las motivaciones individuales del autor. La interpretación,
que es definida como la comprensión técnica de manifestaciones
de vida fijadas en forma permanente, requiere del intérprete una
comprensión previa de ese universo de valores. Sólo desde esa co-
munidad de vidas podrá comprenderse.22
La Escuela Hermenéutica se expresa en el siglo XX a través de
dos figuras principales: Emilio Betti y Hans-Georg Gadamer. Betti,
cuya obra principal data de 1955, es un autor cuyo pensamiento es
ampliamente conocido en el mundo jurídico nacional.23 No es el
caso de Gadamer. Quizás debido a que su obra sólo toca indirecta-
mente lo jurídico, nuestra Ciencia del Derecho no le ha prestado
la atención que merece.24 Por lo mismo, me parece indispensable
explicar, aunque sea muy sumariamente, sus ideas centrales.
22
QUINTANA, FERNANDO: Interpretación, Ratio Juris y Objetividad, EDEVAL, Valpa-
raíso, 1994, pp. 15-18.
23
En 1976 Fernando Fueyo se refiere al “excelente modelo del celebrado
Betti”. FUEYO, FERNANDO: “Interpretación y Juez”, Universidad de Chile y Centro de
Estudios “Ratio Juris”, Santiago de Chile, 1976. En su obra sobre Interpretación,
de 1977, Carlos Ducci cita a Betti 11 veces, más que a ningún otro autor, excepto
Andrés Bello. DUCCI, CARLOS: Interpretación Jurídica, Editorial Jurídica de Chile, San-
tiago, 1977. En 1981, el Boletín de Investigaciones de la Facultad de Derecho de la
Universidad Católica, Nº 50, reproduce un capítulo del libro de Betti Interpretación de
la ley y de los actos jurídicos (pp. 85-93 del Boletín). En 1982, en la primera edición de su
Tratado de Derecho Penal, Enrique Cury define la interpretación jurídica a partir de
las ideas de Betti. CURY, ENRIQUE: Derecho Penal. Parte general, Editorial Jurídica de Chile,
tomo I, 1982, pp. 142-143. En 2005 la Revista Chilena de Derecho publicó un texto
sobre la vigencia de Betti, RABBI-BALDI, RENATO: La teoría de la interpretación judicial en
Cossio y Betti, coincidencias y actualidad de dos perspectivas contemporáneas, Revista Chilena
de Derecho, volumen 32, Nº 1, enero-abril 2005, pp. 139-168. En 2006, finalmente, la
Editorial LexisNexis ha publicado La Interpretación Jurídica de Emilio Betti, traducida
por el profesor Alejandro Vergara Blanco.
24
Gadamer es un filósofo alemán nacido en 1900 y fallecido en 2002. Su prin-
cipal obra es Verdad y Método de 1960. Verdad y Método. Fundamentos de una Filosofía
Hermenéutica, Ediciones Sígueme, Salamanca, sexta edición, 1996. Entre nosotros,
véanse: YÁÑEZ, NANCY: “Reflexiones acerca de la teoría de la Interpretación en el
pensamiento de Savigny y Gadamer”, en Interpretación, Integración y Razonamiento
jurídicos, Universidad de Chile y Universidad Adolfo Ibáñez, Editorial Jurídica de
Chile, 1992, pp. 223-227. QUINTANA, FERNANDO: Interpretación, Ratio Juris y Objetividad,
Edeval, 1994, pp. 20-29. VIGO, ALEJANDRO: “Hans-Georg Gadamer y la filosofía her-
menéutica: La comprensión como ideal y como tarea”, Estudios Públicos, Nº 87,
invierno 2002, pp. 235-249. En los Estados Unidos, véase: MOOTZ, FRANCIS JOSEPH
(EDITOR): “Gadamer & the Law”, Ashgate Publishing, 2007.
150
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
25
GADAMER, HANS-GEORG: Verdad y Método, op. cit., p. 363.
26
Gadamer agrega que “existe realmente un prejuicio de la Ilustración, que es el
que soporta y determina su esencia: este prejuicio básico de la ilustración es el prejuicio
contra todo prejuicio y con ello la desvirtuación de la tradición”, op. cit., p. 337.
27
Op. cit., p. 334.
151
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
28
Op. cit., p. 347. Álvaro D’Ors definía la Auctoritas como el saber socialmente
reconocido. AYUSO, MIGUEL: “El pensamiento político-jurídico de Álvaro D’Ors”,
en Homenaje a un Maestro, Universidad Santo Tomás, 2004.
29
Op. cit., pp. 349-350.
152
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
30
TEJEDOR, CÉSAR: Historia de la Filosofía en su marco cultural, Ediciones SM,
Madrid, 1995, p. 429.
31
Sobre las posibilidades que ofrece al intérprete de la Constitución chilena el
pensamiento de Hans-Georg Gadamer, véase: RISOPATRÓN, MARGARITA: “La Tradición
en el proceso de Interpretación Constitucional”, Tesis de Grado dirigida por quien
escribe, Facultad de Derecho, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2007.
32
JAEGER, WERNER: Paideia: los ideales de la cultura griega, Fondo de Cultura
Economica, México, 1995.
33
GÓMEZ-LOBO, ALFONSO: La ética de Sócrates, Editorial Andrés Bello, Santiago,
1999.
34
SCHWEMBER, FELIPE: La Justicia en los sofistas y Platón, V&V, Universidad Andrés
Bello, Santiago, 2004.
153
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
35
POPPER, KARL: En busca de una teoría racional de la tradición, Estudios Públicos,
9, 1983, pp. 123-142.
36
ARISTOTLE: “Politics”, the Works of Aristotle, Richard McKeon (ed.), Random
House, New York, 1941, p. 1129.
154
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
155
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
39
POPPER, KARL, op. cit., p. 142.
40
Sobre el constitucionalismo, véanse los siguientes textos:
Los catedráticos españoles GREGORIO PECES-BARBA Y EUSEBIO FERNÁNDEZ han
emprendido la tarea de coordinar una completa Historia de los Derechos Fundamentales.
El tomo I, “Tránsito a la modernidad, Siglos XVI y XVII”, fue publicado en 1998. El
tomo II, en tres volúmenes, sobre el “Siglo XVIII”, fue editado en 2001.
JELLINEK, GEORG; BOUTMY, EMIL; DOUMERGE, EMILE; POSADA, ADOLFO: Orígenes de la
Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, Editora Nacional, Madrid, 1984.
FIORAVANTI, MAURICIO: Los Derechos Fundamentales, Editorial Trotta, Madrid,
1996.
RAKOVE, JACK (Editor). Founding America. Documents from the revolution to the Bill
of Rights, Barnes & Noble Classics, Nueva York, 2006.
KEIR, SIR DAVID LINDSEY: The constitutional history of modern Britain. 1485-1951,
Adam and Charles Black, London, 1953.
MURO MARTÍNEZ, JOSÉ: Constituciones de España y de las demás Naciones de Europa,
La Publicidad, Madrid, 1881.
41
VILLEY, MICHEL: Estudios en torno a la noción de derecho subjetivo, Ediciones Universi-
taria de Valparaíso, 1976, en especial en pp. 239-248. SOTO KLOSS, EDUARDO: “¿Lirismo
constitucional o realismo político?”, Revista Chilena de Derecho, volumen 6, Nos 1-4,
1979, pp 361-373. BRAVO LIRA, BERNARDINO: “Honor, vida y hacienda. Estado de Derecho
en el mundo hispánico (siglos XVI al XXI). Contrastes con el Rule of Law y régne de
la loi Ilustrado”, Revista de Derecho Público, volumen 67, 2005, pp. 23-58.
156
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
42
Véanse los clásicos: DE BONALD, LOUIS: Teoría del Poder Político y Religioso
(originalmente escrito en 1796), Tecnos, Madrid, 1988. DE MAESTRE, JOSEPH:
Consideraciones sobre Francia (originalmente escrito en 1797), Tecnos, Madrid,
1990.
43
Lo expresado no obsta a reconocer la importancia de la reflexión sobre
el “buen gobierno” de autores católicos anteriores a John Locke. San Isidoro
de Sevilla hizo suyo ya en el siglo VI d.C. el proverbio según el cual “Rex eris, si
recto facias; si non facias non eris” (serás rey si obras rectamente; si no actúas
así, no lo serás). Juan de Salisbury (siglo XII), Santo Tomás de Aquino (siglo
XIII), Francisco de Vitoria y Francisco de Suárez (ambos de fines del siglo XV y
principios del XVI) también reflexionan sobre la necesidad de un rey justo que
cumpla con la ley y que, en caso de volverse tiránico, puede ser depuesto por la
comunidad. Quentin Skinner reconoce que “Los filósofos tomistas de la Contra-
rreforma a menudo han sido considerados como los principales fundadores del
constitucionalismo moderno y también del moderno pensamiento democrático.
Suárez ha sido aclamado como ‘el primer demócrata moderno’. Se ha elogiado
a Belarmino por revelar ‘las verdaderas fuentes de la democracia’, y en general
se ha dado crédito a los jesuitas por ‘inventar’ el concepto de contrato social y
explorar por primera vez sus implicaciones para la teoría de la justicia. Desde
luego, hay un elemento de verdad en estas afirmaciones”. Más adelante, sin em-
bargo, Skinner puntualiza que afirmar que estos escritores fueron los primeros
originadores de una moderna visión “democrática” le parece una “considerable
exageración”. SKINNER, QUENTIN: Los fundamentos del pensamiento político moderno,
II. La Reforma, Fondo de Cultura Económica, México, 1ª reimpresión, 1993,
pp. 181 y 185.
44
WOOTON, DAVID (editor): Political Writings of John Locke, Mentor, Canada,
1993.
157
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
158
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
menos afín, con las ideas allí definidas permite identificar al conjunto
de pensadores que forman el núcleo de esta tradición.45 Precisada
la esencia del constitucionalismo, también es posible reconstruir el
45
La siguiente sería mi lista tentativa de los 40 autores principales de la tradición
del constitucionalismo: Del Reino Unido (13): Sir Edward Coke, Francis Bacon,
James Harrington, John Milton, George Savile (Marqués de Halifax), John Locke,
William Blackstone, Edmund Burke, Thomas Paine, Jeremy Bentham, John Stuart
Mill, Winston Churchill y Harold Laski. De Estados Unidos (7): Thomas Jefferson,
Alexander Hamilton, James Madison, el juez Marshall, Abraham Lincoln, John Rawls
y Ronald Dworkin. De Francia (7): Montesquieu, Voltaire, Benjamín Constant, Alexis
de Tocqueville, Jean Jacques Rousseau, Jacques Maritain y Georges Burdeau. De
Alemania (6): Immanuel Kant, Georg Jellinek, Hermann Heller, Karl Lowenstein,
Hannah Arendt y Jurgen Habermas. De España (3): Francisco de Vitoria, Francisco
Suárez y José Ortega y Gasset. De Italia (2): Cesare Beccaria y Norberto Bobbio. De
Austria (2): Hans Kelsen y Karl Popper. Un breve comentario sobre la selección.
Dudé mucho, por diferentes razones, antes de incluir a Burke y a Rousseau. Titu-
beé al excluir a Hegel y a Max Weber. Lamenté dejar fuera, en el afán de priorizar,
a James Mill, Ferdinand Lasalle, Woodrow Wilson, Maurice Hariou, Su Santidad
Juan XXIII, Theodor Preuss, Charles de Gaulle, Robert Dahl y Louis Favoreau. No
vacilé, finalmente, en excluir a Thomas Hobbes y a Carl Schmitt, los cuales, pese
a ser, quizás, los pensadores jurídico-políticos más brillantes y esclarecedores, son,
en la forma y en el fondo, enemigos del constitucionalismo.
El núcleo descrito define, en mi opinión, la línea fundamental de continuidad
que liga 350 años de constitucionalismo. No puede negarse, por supuesto, que el
Derecho Público ha experimentado importantes, y –en general– positivas, trans-
formaciones en los últimos 60 años. Discrepo, sin embargo, de quienes piensan
que estos cambios permiten contraponer un más reciente “constitucionalismo
humanista” con un más antiguo “constitucionalismo del Estado”. Según esta
tesis, mientras el “constitucionalismo humanista” estaría volcado a la defensa y
promoción de los derechos humanos, el “constitucionalismo del Estado” se ha-
bría concentrado, más bien, en la limitación del poder de los órganos estatales.
Esta tesis, defendida entre nosotros por el profesor Miguel Ángel Fernández,
junto con atribuir al constitucionalismo clásico un carácter más bien “ideal” o
“programático”, realza la eficacia normativa que, gracias a los Tribunales Cons-
titucionales, alcanza el constitucionalismo moderno. FERNÁNDEZ, MIGUEL ÁNGEL:
“Bases de los Tribunales Constitucionales en el constitucionalismo humanista”, en
NOGUEIRA, HUMBERTO (editor): Jurisdicción Constitucional en Chile y América Latina,
LexisNexis, 2005, pp. 8-22. No puedo estar de acuerdo con los términos en que
se hace la comparación. El constitucionalismo se ha definido, desde su origen,
por una fuerte desconfianza en el poder político estatal y se ha comprometido,
siempre, con los derechos del individuo y los auténticos valores del humanismo.
Podemos pensar, por supuesto, que el iuspublicismo alemán de fines del siglo
19 y principios del 20 tendía a una peligrosa confusión entre Estado y Derecho.
Podemos creer, además, que el constitucionalismo francés previo a 1958 confiaba
demasiado en los Parlamentos. Nada de lo anterior, sin embargo, justifica que el
entusiasmo por los desarrollos más recientes del Derecho Público, o por la Justicia
Constitucional en particular, pueda llevarnos a relativizar las raíces históricas,
liberales y democráticas, del constitucionalismo.
159
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
46
La siguiente sería mi lista tentativa de los 40 acontecimientos que han defini-
do la tradición del constitucionalismo: Documentos Legales (18): Carta Magna (1215),
Edicto de Nantes (1599), Acta de Hábeas Corpus (1679), Bill of Rights (1689), De-
claración de Independencia (1776), Constitución de Filadelfia (1787), Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), “Marbury vs. Madison” (1803),
Constitución Alemana de San Pablo (1849) Enmienda 14ª de la Constitución Norte-
americana (1868), Constitución de México (1917), Constitución de Weimar (1919),
Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), Ley Básica de la RFA (1949),
“Brown vs. Board of Education” (1954), “Pacto Internacional de Derechos Económi-
cos, Sociales y Culturales” (1966), Pacto de San José de Costa Rica (1969), Tratado
de Maastrich (1993).
Revoluciones o cambios políticos (9): Revolución Gloriosa (1688), Norteamericana
(1775/80), Francesa (1789), Prohibición del tráfico de esclavos en el Imperio Británico
(1807), Sufragio Universal masculino en el Reino Unido (1867), Sufragio Femenino
(1918), Gandhi, Resistencia Pasiva e Independencia de la India (1919-1947), Caída
del Muro (1989), Fin del Apartheid en Sudáfrica (1994).
Polémicas (7): Fray Bartolomé de las Casas contra Gonzalo Fernández de Oviedo
(sobre la condición de los aborígenes de América), John Locke contra Sir Robert
Filmer (sobre el derecho divino de los reyes); Thomas Paine contra Edmund Burke
(sobre la revolución francesa), Los Federalistas contra los Antifederalistas (sobre la
Constitución norteamericana), Lincoln contra Douglas (sobre la democracia y la
esclavitud), Hans Kelsen contra Carl Schmitt (sobre el defensor de la Constitución)
y Hart contra Lord Devlin (sobre la libertad y el paternalismo moral).
Juicios (6): a Tomás Moro (1535), a Giordano Bruno (1600), a Galileo (1633),
el affaire Calas (1763), el affaire Dreyfus (1894-1906) y Nuremberg (1945).
47
HABERLE, PETER: Teoría de la Constitución como Ciencia de la Cultura, Tecnos,
2000, p. 33.
160
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
48
HABERLE, PETER, op. cit., pp. 39-41.
49
Muchas de las ideas que siguen ya se publicaron en mi Tradición y modernidad
en el Derecho, V&V, Universidad Andrés Bello, 2004, pp. 68-74.
50
Véanse, especialmente: CAMPOS HARRIET, FERNANDO: Historia constitucional de
Chile, Editorial Jurídica de Chile, séptima edición, 2005; JOCELYN-HOLT, ALFREDO: La
161
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
51
Monseñor Raúl Silva Henríquez, Cardenal, Arzobispo y Abogado, destacaba
este aspecto al sostener que el amor por la libertad y el respeto a la legalidad serían,
ambos, elementos constitutivos de los que llamó, en recordada conferencia, “el
alma de Chile”. El Alma de Chile, Cieplán, 1986. Mucho antes de la emancipación,
Alonso de Ercilla describió a los habitantes originarios como “gente que a ningún
rey obedecen”, insistiendo más adelante que la gente de Chile “es tan granada, tan
soberbia, gallarda y belicosa, que no ha sido por rey jamás regida ni a extranjero
dominio sometida”, de ERCILLA, ALONSO: La Araucana, Editorial Andrés Bello, 1982,
Canto I, pp. 11 y 12.
52
Reglas para la elección del Congreso de Diputados, 15 de diciembre de
1810. VALENCIA, LUIS: Anales de la República, tomo II actualizado, 2ª edición, 1986,
Editorial Andrés Bello, pp. 1-4.
162
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
53
De esta manera, a Santiago correspondían originalmente 6 diputados, a
Concepción 3, Talca, Chillán y Coquimbo 2, y el resto uno. Cabe señalar que
la asignación de escaños por ciudad fue la primera de las polémicas del nuevo
Congreso. El problema se produjo cuando Santiago, disconforme con su cuota de
seis, decidió, unilateralmente, elegir doce diputados al Congreso. Esta decisión de
la capital fue duramente criticada por varios diputados de provincia, entre ellos
O’Higgins, y también por el bando patriota o exaltado que había sido derrotado
en los comicios santiaguinos.
54
El juicio sumarísimo contra Figueroa y su inmediata ejecución generó una
reacción adversa en la ciudad. El hecho de que una mayoría de los vecinos haya
rechazado el modo arbitrario y odioso con que se actuó, reafirma la existencia de
una cierta conciencia de los derechos individuales.
163
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
55
IZQUIERDO, GONZALO: Historia de Chile, tomo II, p. 73.
56
CASTILLO, VASCO y RUIZ, CARLOS: “El pensamiento republicano en Chile”,
Revista Ciencia Política, volumen XXI, Nº 1, 2001, pp. 25-40.
57
DONOSO, SEBASTIÁN: Los derechos y garantías individuales en la evolución consti-
tucional chilena, Ediar Conosur, 2000.
58
De su “Catecismo de los Patriotas”, citado en COLLIER, SIMON: Ideas y políticas
de la Independencia chilena, 1808-1833, Editorial Andrés Bello, 1977, p. 148.
164
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
59
Me parece que ningún texto sintetiza mejor el ideario portaliano que una
carta de don Diego a Antonio Garfías, que, fechada el 6 de diciembre de 1834, tiene
la virtud de mostrar su pensamiento íntimo. Por lo mismo, vale la pena reproducirla
in extenso: “A propósito de una consulta que hice a don Mariano, relativa al derecho
que asegura la Constitución sobre prisión de individuos sin orden competente de
juez, pero en los cuales pueden recaer fuertes motivos que traman oposiciones vio-
lentas al Gobierno, como ocurre en un caso que sigo con gran interés y prudencia
en este puerto, el bueno de don Mariano me ha contestado no una carta sino un
informe, no un informe sino un tratado, sobre la ninguna facultad que puede tener
el Gobierno para detener sospechosos por sus movimientos políticos. Me ha hecho
una historia tan larga, con tantas citas, que me he quedado en la mayor confusión, y
como si el papelote que me ha remitido fuera poco, me ha facilitado un libro sobre
el Hábeas Corpus. En resumen, de seguir el criterio del jurisperito Egaña, frente a
la amenaza de un individuo para derribar la autoridad, el Gobierno debe cruzarse
de brazos, mientras, como dice él, no sea sorprendido in fraganti.
Con los hombres de ley no puede uno entenderse; y así, para qué carajo
sirven las Constituciones y papeles, si son incapaces de poner remedio a un mal
que se sabe existe, que se va a producir, y que no puede conjurarse de antemano
tomando las medidas que pueden cortarlo. Pues es preciso esperar que el delito
sea in fraganti.
En Chile la ley no sirve para otra cosa que no sea producir la anarquía, la au-
sencia de sanción, el libertinaje, el pleito eterno, el compadrazgo y la amistad. Si yo,
por ejemplo, apreso a un individuo que se está urdiendo una conspiración, violo
la ley. ¡Maldita ley entonces si no deja al brazo del Gobierno proceder libremente
en el momento oportuno! Para proceder, llegado el caso de delito in fraganti, se
agotan las pruebas y contrapruebas, se reciben testigos que muchas veces no saben
lo que van a declarar, se complica la causa y el juez queda perplejo. Este respeto por
el delincuente o presunto delincuente, acabará con el país en rápido tiempo. El
gobierno parece dispuesto a perpetuar una orientación de esta especie, enseñan-
do una consideración a la ley que me parece sencillamente indígena. Los jóvenes
aprenden que el delincuente merece más consideración que hombre probo; por
165
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
166
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
en este mismo tema, los profesores Pablo Ruiz Tagle y Renato Cristi
han publicado recientemente un libro notable, La República en Chile,
conteniendo el resultado de investigaciones realizadas en el período
2002-2005. Esta obra constituye, sin duda, el mejor esfuerzo que se
haya realizado para analizar críticamente nuestra historia constitu-
cional.63 Especialmente iluminadores, a efectos del tópico que nos
ocupa, resultan ser los capítulos I y IV. Ahora bien, y sin perjuicio
de coincidir con muchas de las tesis de Ruiz Tagle y Cristi, no puedo
dejar de anotar mis tres discrepancias fundamentales con ellos.
Mientras Ruiz Tagle y Cristi sostienen que, pese a ser el más
sustancial de nuestros esfuerzos colectivos en materia de derecho,
el constitucionalismo no habría alcanzado en Chile el rango de una
tradición jurídica, sino que, más bien, señalan, ha sido “un esfuerzo
individual, fragmentario y esporádico, que no se organiza como una
trasferencia sistemática de ideas entre generaciones”; yo creo que
el constitucionalismo sí constituye una tradición. Sobre este punto,
me remito a Simon Collier, Ricardo Donoso, Julio Heise, Leopoldo
Castedo y Hernán Godoy, quienes, entre otros, han estudiado la
manera en que las ideas centrales del constitucionalismo no sólo se
han plasmado en textos legales sino que, además, se han incorpo-
rado en la cultura nacional.64 Los demasiado frecuentes, y siempre
dramaticos, brotes de autoritarismo no alcanzaron nunca, aunque
fueran largos, a destruir la fuerza cultural de esta tradición.65
na, por su parte, fueron escritas durante 1999. “Chile una década de restauración
democrática”, Cuadernos del Segundo Centenario, Nº 13, Centro de Estudios para
el Desarrollo, 2.000, pp. 47-61.
63
RUIZ TAGLE, PABLO Y CRISTI, RENATO: La República en Chile, LOM Ediciones,
2006.
64
COLLIER, SIMON: Ideas y Política de la Independencia chilena, 1808-1833, Edito-
rial Andrés Bello, 1977; La Construcción de una República, 1830-1865, Política e Ideas,
Ediciones Universidad Católica de Chile, 2005; DONOSO, RICARDO: Las ideas políticas
en Chile, Fondo de Cultura Económica, Colección Tierra Firme, 23, México, 1946;
HEISE, JULIO: Historia de Chile. El Período parlamentario, tomo I (Editorial Andrés Be-
llo, 1974) y tomo II (Editorial Universitaria, 1982); CASTEDO, LEOPOLDO: Resumen
de la Historia de Chile, 1891-1925, Zig-Zag, 1982; GODOY, HERNÁN: La Cultura Chilena,
Editorial Universitaria, 1982.
65
Una y otra vez, a lo largo del siglo XX, la fuerza cultural de la tradición cons-
titucional se mostró más fuerte que el autoritarismo. Así, por ejemplo, y a pocos
meses del golpe militar de septiembre de 1924, y cuando Arturo Alessandri convoca
a una Comisión amplia para estudiar una nueva Constitución, prácticamente no
hay ninguna voz que reniegue del ideario republicano. En 1952, el ethos consti-
tucional fue lo suficientemente fuerte como para desplazar a quienes le sugerían
167
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
168
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
José Irarrázaval, Carlos Walker Martínez, Abdón Cifuentes, Rafael Gumucio y Hora-
cio Walker. b) Durante la dictadura militar del general Pinochet la Iglesia Católica
y algunas denominaciones evangélicas tuvieron un rol fundamental en la defensa
de los derechos humanos. Mientras el Cardenal Raúl Silva Henríquez y la Vicaría
de la Solidaridad cumplían una tarea valiente y necesaria; la institución histórica
laica por antonomasia, la Masonería, guardó un silencio lamentable y c) Desde
su génesis en 1957, el Partido Demócrata Cristiano, de claras raíces en el mundo
cultural católico, ha prestado, a través de algunos de sus líderes, un servicio activo
a la defensa de las libertades públicas y a la restauración democrática y republicana
(p. ej., Alejandro Silva Bascuñán, Enrique Evans de la Cuadra, Francisco Cumplido,
Patricio Aylwin, Máximo Pacheco, Jaime Castillo Velasco, etc.).
68
RUIZ TAGLE, PABLO y CRISTI, RENATO: La República en Chile, LOM Ediciones,
2006, pp. 130-137.
69
Sobre el particular, he planteado: “Las reformas constitucionales aprobadas en
2005 constituyen cambios amplios y profundos al Texto Fundamental. Las reformas
están articuladas en torno a un eje central: completar el restablecimiento de las
bases liberal-democráticas del régimen republicano chileno. Todas las modifica-
ciones centrales (eliminación de los senadores designados, fin de la inamovilidad
de los Comandantes en Jefe y rediseño radical del Consejo de Seguridad Nacional
(COSENA) responden, efectivamente, a una filosofía común. Se trata, ni más ni
menos, que de erradicar del Código Político los últimos vestigios de la concepción
autoritaria del constituyente de 1980.
Las reformas de 2005 fueron el resultado de un largo esfuerzo democrati-
zador. Los fundamentos de los cambios pueden encontrarse ya en las primeras y
fundadas críticas que el Grupo de Estudios Constitucionales (de los 24) dirigiera
a la Constitución de 1980 en marzo de 1981. Las reformas aprobadas en 2005 no
son muy distintas a las enmiendas propuestas al país en plena dictadura militar por
el denominado Acuerdo Nacional (1986). No deja de llamar la atención, en todo
caso, que hayan debido pasar casi 20 años desde el Acuerdo Nacional para que los
defensores a ultranza de la llamada democracia protegida (principalmente la UDI)
hayan finalmente aceptado la derogación de los enclaves autoritarios.
La existencia de esta modificación sustantiva no obsta, por supuesto, al hecho de
que la actual Carta Fundamental conserva sin modificación algunos de los principios
169
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
del texto original de 1980. Podría discutirse largamente si, en un balance final, los
elementos de continuidad son más o menos fuertes que los aspectos reformados.
Lo importante, en mi perspectiva, es que el resultado global de las reformas es el
abandono de un paradigma político: la llamada ‘democracia protegida’.
En mi opinión, el tema de la continuidad o cambio puede ser enfocado tam-
bién de otra manera. La verdadera continuidad histórica, me parece, es aquella
que remite, no a la experiencia de los años setenta en Chile, sino que, más bien,
es aquella que se reconoce en la historia larga de nuestra casi bicentenaria Repú-
blica. Desde este punto de vista, la reforma de 2005 nos devuelve a nuestro cauce
natural, poniendo fin a un experimento político autoritario que nunca echó raíces
en nuestra cultura política. Ni los senadores designados ni la inamovilidad de los
Comandantes en Jefe podían perdurar en el país que tuvo el primer Congreso de
América del Sur y que, sacrificio de Portales mediante, institucionalizara tempra-
namente sus Fuerzas Armadas.
Más que hablar de una ‘nueva’ filosofía constitucional, entonces, cabría decir
que las reformas de 2005 han vuelto a instalar en la Constitución la ‘vieja’ filosofía
constitucional de nuestra República, la de 1810, 1833, 1925 y 1988: la democracia”.
ZAPATA, PATRICIO: “Reformas del año 2005 a la Constitución Política de la Repú-
blica de Chile”, Anuario de Derechos Humanos, Centro de Derechos Humanos,
Facultad de Derecho, Universidad de Chile, 2006, pp. 82-83. Véase también: ZAPA-
TA, PATRICIO: “Génesis de una Reforma”, en La Reforma Constitucional, LexisNexis,
2005, pp. 751-759.
70
Véase: VALENZUELA, EUGENIO: “Criterios de Hermenéutica constitucional apli-
cados por el Tribunal Constitucional”, Cuadernos del Tribunal Constitucional. Enero
2005. Un poco más abajo, a propósito de la interpretación sistemática y finalista, se
profundiza en los criterios hermenéuticos del TCCh.
170
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
71
En el caso de España, por ejemplo, el Código Civil contiene desde 1974 una
disposición que señala que “las normas se interpretarán según el sentido propio
de las palabras, en relación con su texto, los antecedentes históricos y legislativos y
la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo fundamen-
talmente al espíritu y finalidad de aquellas”.
72
En España, Herrero de Miñon y Lucás Verdú habrían sostenido esta tesis.
ALONSO, ENRIQUE: La Interpretación de la Constitución, Centro de Estudios Constitu-
cionales, Madrid, 1984, p. 80.
73
Conviene anotar que en 1991 el entonces diputado Hernán Bosselin introdujo
en la Cámara de Diputados una moción parlamentaria para sustitiuir las reglas de
interpretación vigentes por otras distintas.
171
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
74
26 de junio de 2001, Rol 325, Considerando 13.
75
En su voto disidente en “Funciones críticas” (28 de julio de 1998, Rol
276, RF v4-p. 286), los Ministros Colombo, Verdugo y Álvarez habían afirmado
que “la doctrina y la jurisprudencia comparada y de este propio Tribunal han precisado
con mucha claridad que la interpretación se rige por principios diferentes a los de la
interpretación de la ley en general, todos los cuales no son del caso entrar a recapitular
en esta sentencia”.
172
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
76
La inspiración de Bello parece encontrarse en el Código Civil de Lousiana de
1825, en cuyo artículo 14 se dispone: “Las palabras de una ley serán entendidas en su
sentido más conocido y usual, sin atender tanto al preciosismo de las reglas grama-
ticales como al uso general y popular de las palabras”. DUCCI, CARLOS: Interpretación
Jurídica, Editorial Jurídica de Chile, 1977. Es difícil precisar la fuente de este criterio
de hermenéutica, pero no deja de llamar la atención que ya en 1625 Hugo Grocio,
en su monumental “Derecho de la Guerra y de la Paz”, afirme, aludiendo a la inter-
pretación, que “No existiendo un elemento que sugiera una conclusión distinta, las
palabras deben ser entendidas en su sentido natural, no tanto en consideración a su
sentido gramatical… sino de acuerdo a su uso corriente”. GROCIO, HUGO: The Law of
War and Peace, The Bobbs-Merril Co. Inc., USA, 1925, p. 409.
77
Así, por ejemplo, se recurrirá expresamente al Diccionario de la Real Academia
Española para definir las siguientes palabras: “duración” (Sentencia del 26 de noviem-
bre de 1981, Considerando 8º); “planta” (Disidencia de 24 de septiembre de 1982,
173
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
174
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
79
ZAPATA, PATRICIO: “Interpretación de la Constitución”, Revista Chilena de De-
recho, volumen 17, Nº 1, 1990, p. 162.
80
El criterio citado reproduce casi literalmente el artículo 15 del Código Civil de
Louisiana de 1825. Resulta de interés indicar que Grocio en la obra citada más arriba
dice al respecto: “En el caso de los términos técnicos, que la gente escasamente entiende,
se utilizará la explicación de aquellos que sean expertos en ese arte particular”. GROCIO,
HUGO: The Law of War and Peace, The Bobbs-Merril Co. Inc., USA, 1925, p. 410.
81
La mayoría de los conceptos técnicos proviene de la Ciencia Jurídica: a) Del
Derecho Administrativo provienen los conceptos “descentralización” (artículo 3º)
y “desconcentración” (artículo 103); b) Del Derecho Penal, las palabras “amnistía”
(artículo 9º), “indulto” (artículos 9º y 32, Nº 16), “pena aflictiva” (artículos 16 y 17),
“delito flagrante” (artículos 19, Nº 7; 58 y 78), “confiscación” y “comiso” (artículo
19, Nº 7); c) Del Derecho Laboral, los conceptos “negociación colectiva” y “huelga”
(artículo 19, Nº 16); d) Del Derecho de Seguridad Social, los términos “derechos previ-
sionales” (artículo 19, Nº 7), “cotizaciones” (artículo 19, Nº 18) y “jubilaciones, retiros,
montepíos y pensiones de gracia” (artículo 32, Nº 13); e) Del Derecho Tributario, la
locución “tributos” (artículo 19, Nº 20); f) Del Derecho Internacional, los conceptos
“tratados” (artículos 5º, 32, Nº 17, y 50, Nº 1), “embajadores y ministros diplomáticos”
(artículo 32, Nº 10) y “agente diplomático” (artículo 56).
Pero la Constitución también recogió conceptos propios de otras ciencias. Son
términos propios de la Medicina: “Acciones de promoción, protección y recuperación
de la salud y rehabilitación del individuo” (artículo 19, Nº 9), “salubridad pública”
(artículo 19, Nos 16 y 24) y “enfermedad” (artículo 29). De la Ecología derivan los
términos “medio ambiente” y “contaminación” (artículo 19, Nº 8). Provienen de
la Geología, por último, los conceptos “covaderas”, “arenas metalíferas”, “salares”,
“depósitos de carbón”, “hidrocarburos”, “sustancias fósiles” y “arcillas superficiales”
(artículo 19, Nº 24, inciso 6º).
175
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
176
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
una familia. El propio Código Civil le atribuye dicho significado cuando alude
en el artículo 63 al “hogar doméstico”. Este es, por lo demás, el uso general de
la palabra.
Para el Derecho Constitucional chileno, en cambio “hogar” equivale a “recinto
privado” y abarcará, por tanto, no sólo a la vivienda de la familia, sino que también
a las oficinas, los lugares de trabajo, los hoteles y toda edificación o predio que
no tenga el carácter de abierto al acceso de público o de bien nacional de uso
público. EVANS, ENRIQUE: Los Derechos Constitucionales, Editorial Jurídica de Chile,
tomo I, 1986, p. 176.
84
“Restricción Vehicular”, de 26 de junio de 2001 (Rol Nº 325).
177
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
85
26 de junio de 2001. Rol 325, Considerando 14.
86
26 de junio de 2001, Rol 325, Considerando Nº 29.
87
“Concesiones Mineras”, 9 de noviembre de 1981, Rol 5, Considerando 2.
Conviene anotar que el mismo fallo cita una sentencia de la Corte Suprema según
la cual: “el sentido de una ley no resulta de un precepto considerado aisladamente,
sino del conjunto de prescripciones de la misma naturaleza que se refieren a una
misma institución”.
88
“Requerimiento contra MDP”, 31 de enero de 1985, Rol 21, Conside-
rando 17.
89
“Tribunal Calificador de Elecciones”, 28 de septiembre de 1985, Rol 33,
Considerando 19.
178
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
2.4. EL “LITERALISMO”
90
Véanse, entre otros: “Partidos Políticos”, 24 de febrero de 1987, Rol 43, Con-
siderando 50, “Juntas de Vecinos”, 14 de mayo de 1991, Rol 126, Considerando 6,
y “Restricción Vehicular”, 26 de junio de 2001, Rol 325, Considerando 10.
91
Enrique Alonso García define al “literalismo” como “una corriente de inter-
pretación que estima que el lenguaje de la Constitución en sí mismo es lo único a lo
que hay que atender”. ALONSO, ENRIQUE: La Interpretación de la Constitución, Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1984, p. 91.
179
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
92
En nuestro país, Jorge Tapia critica el “literalismo” expresando “la insuficiencia
de tal medio de interpretación queda de manifiesto con sólo considerar las variacio-
nes de significado del lenguaje y la dependencia en que se encuentra cada norma
respecto del sistema u ordenamiento de que forma parte”. TAPIA, JORGE: Hermenéutica
Constitucional, Editorial Jurídica de Chile, 1973, p. 21.
93
El artículo 43 de la Carta Fundamental establece que “la Cámara de Diputados
está integrada por 120 miembros elegidos en votación directa…”. El artículo 45 de la
Constitución, por su parte, indica que “El Senado se compone de miembros elegidos
en votación directa por circunscripciones senatoriales, en consideración a las trece
regiones del país …A cada circunscripción corresponde elegir dos senadores”.
94
El artículo 18 de la Constitución Política establece: “Habrá un Sistema Electoral
Público. Una ley orgánica constitucional determinará su organización y funciona-
miento…”.
Por Sistema Electoral Público debe entenderse aquel conjunto de instituciones
y normas que hacen posible que el electorado ejerza periódicamente su derecho
a sufragio, y que dicho ejercicio genere efectivamente los efectos buscados por la
voluntad ciudadana.
El Sistema Electoral Público, así definido, comprende los siguientes aspectos:
a) Un Registro Electoral actualizado y permanente de todos los ciudadanos
con derecho a participar en los actos electorales (materia regulada por la ley or-
gánica constitucional 18.556).
b) Un servicio público encargado de administrar el referido Registro de ins-
cripciones electorales y de proporcionar los locales y recursos materiales para la
realización material del acto electoral (materia reglamentada por la ley orgánica
constitucional 18.556).
180
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
95
Algunos antecedentes sobre el estudio de sistemas electorales alternativos
para Chile pueden encontrarse en: Revista de Ciencia Política publicada por
la Universidad Católica de Chile, edición especial de septiembre de 1988, con
trabajos de José Luis Cea, Raúl Bertelsen, Tomás Moulian, Francisco Cumplido
y Francisco Bulnes.
También sobre “Sistemas Electorales”: CEA, JOSÉ LUIS: “Ciudadanía, su-
fragio y sistema electoral”, Revista Chilena de Derecho, volumen XVI, Nº 1,
1989; CRUZ COKE, CARLOS: “Análisis del Futuro sistema Electoral”, Política, Nº 6,
1984, y NOGUEIRA, HUMBERTO: “Consideraciones sobre los sistemas electorales”,
XVIII Jornadas Chilenas de Derecho Público, Universidad de Concepción, 1988,
pp. 171-182.
96
Con posterioridad a dicho Plebiscito, el gobierno introdujo varios cambios
al diseño distrital propuesto previamente por la Comisión de Estudios sobre leyes
orgánicas. De esta manera, en el proyecto definitivo se le restaron 10 diputados a las
Regiones Metropolitana y Octava. A las Regiones Primera, Tercera, Cuarta, Sexta y
Novena, en cambio, se les asignaron diez parlamentarios adicionales.
181
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
97
El escrito en cuestión fue presentado por los profesores Carlos Andrade, Francisco
Cumplido, Humberto Nogueira, Jorge Precht, Germán Urzúa y Mario Verdugo.
En la presentación se afirma que para los efectos de diseñar los distritos electo-
rales el legislador se encuentra sujeto a las normas constitucionales que establecen
la igualdad de oportunidades para participar en la vida nacional (artículo 1º), el
carácter democrático de la República Chilena (artículo 4º), la igualdad del sufragio
(artículo 15) y la igualdad en y ante la ley (artículo 19 Nos 1 y 2).
Del “Téngase Presente” se desprende que “Es por lo tanto imprescindible para
cumplir con el mandato constitucional no sólo que cada ciudadano disponga de
un sufragio de igual valor al de cualquier otro ciudadano, sino que, a la par, cada
sufragio tenga la misma posibilidad de ganar o tener éxito, es decir, que tenga un
poder igualitario en el resultado, o igualdad de oportunidades para decidir quiénes
son las autoridades elegidas”.
La presentación incluye un anexo estadístico en que se muestran las “muy
significativas diferencias poblacionales por distrito electoral”. En base a tal análisis
estadístico el escrito destaca los casos de desproporción más notables: “…si asignamos
valor 1 al distrito con menor población (distrito 59) a la población del distrito 18
(Comunas de Cerro Navia, Quinta Normal y Lo Prado) le correspondería un valor
5,58, y ambos distritos eligen, sin embargo, los mismos 2 diputados. Si se entiende
que para los efectos estadísticos el distrito 59 (Comunas de Coyhaique, Aysén, Ge-
neral Carrera y General Prat) es atípico, podemos tomar como distrito de menor
población el distrito 15 (Provincia de San Antonio y Comuna de Casablanca) y
asignarle valor 1, en cuyo caso a la población del distrito 18 le correspondería un
valor de 3,43, eligiendo ambos 2 diputados cada uno”.
A juicio del “Téngase Presente”, tal desproporción rebasa, con mucho, los
límites que razonablemente pueden ser tolerados. Agrega el libelo: “Si tomamos
países con sistemas mayoritarios y examinamos la jurisprudencia de los órganos
de control de Constitucionalidad, encontramos en ellos una constante repulsa por
inconstitucionalidad de las diferencias distritales de tal envergadura. Mientras en el
sistema propuesto la diferencia promedio de población de los distritos electorales
es de 49,1% en el proyecto de ley en estudio, en Francia sólo se tolera el 20% y en
Alemania el 30% (1 a 1,2 en Francia; 1 a 1,3 en Alemania). De aplicarse el criterio
del Tribunal de Karlsruhe al caso chileno en estudio, 40 de los 60 distritos serían
declarados inconstitucionales por no igualitarios y de aplicarse el criterio francés,
49 sobre 60 distritos (más del 80% de los distritos) también lo serían.
182
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
98
Sobre el concepto de “autonomía” del legislador, sus alcances y límites, véase
el Capítulo 3.
183
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
99
En un artículo publicado en noviembre de 1989 el profesor Jorge Precht co-
menta críticamente este fallo. De acuerdo a Precht: “el Tribunal evita pronunciarse
derechamente sobre la violación del inciso final del artículo primero constitucional
(‘promover la integración armónica de todos los sectores de la Nación y asegurar el
derecho de las personas a participar con igualdad de oportunidades en la vida nacio-
nal’), sobre la violación del artículo 4º (‘Chile es una República democrática’), acerca
de la violación del artículo 15 constitucional (‘En las votaciones populares, el sufragio
será personal, igualitario y secreto. Para los ciudadanos será, además, obligatorio’),
entre otros y se parapeta detrás de los artículos 43 y 45 mencionados que habrían
dado al legislador carta blanca para fijar el sistema electoral y configurar los distritos
como le pluguiese”.
La decisión del Tribunal de no considerar en su interpretación los citados
artículos 1º, 4º, 15 y otros de la Carta Fundamental, según el profesor Precht, “los
dejó… como preceptos meramente declarativos frente a la voluntad omnímoda
del legislador”.
La tesis central planteada por el profesor Precht es que la configuración de los
distritos electorales y el sistema electoral aprobados en su constitucionalidad por el
Tribunal Constitucional, sin perjuicio de contradecir los artículos constitucionales
antes citados, violan, además, el Pacto de Derechos Civiles y Políticos publicado en
el Diario Oficial de Chile el 26 de abril de 1989. PRECHT, JORGE: “Los efectos de la
vigencia del Pacto de Derechos Civiles y Políticos y el Derecho Electoral Chileno”,
Revista Chilena de Derechos Humanos, Universidad Academia de Humanismo
Cristiano, Nº 11, noviembre de 1989, pp. 42-67.
Es interesante notar que, un año antes de dictarse el fallo sobre el sistema
electoral y la configuración de distritos, el destacado político y ex parlamentario
Francisco Bulnes había manifestado que un sistema que no contemplara la propor-
cionalidad o que estableciera distritos muy distintos sería inconstitucional.
Refiriéndose a la relativa igualdad que debe existir entre el número de habitantes
de cada distrito y el número de diputados a elegir, Bulnes plantea: “Los desniveles
a este respecto pueden estimarse contrarios al artículo 4 de la Constitución, que
establece que Chile es una República democrática; al artículo 15, que exige que el
sufragio debe ser igualitario, y al artículo 19 Nº 2, que asegura la igualdad ante la
ley y prohíbe a ésta establecer diferencias arbitrarias”.
Concluye Bulnes: “Si el Tribunal Constitucional, al conocer un proyecto so-
bre distritos electorales, recurriera al contexto de la Constitución como lo hizo al
pronunciarse sobre el proyecto de ley orgánica del Tribunal Calificador, podría, a
184
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
185
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
101
Son muchas las circunstancias que pueden atentar contra la señalada
igualdad de oportunidades. Un factor clave es, por ejemplo, el dispar poder
económico de que disponen las diferentes candidaturas que aspiran a lograr el
sufragio ciudadano. Aun cuando resulte imposible uniformar todas las postula-
ciones, al menos, puede y debe garantizarse un cierto mínimo común a todas las
posturas que se presenten ante la ciudadanía.
El 9 de agosto de 1988, en “Votaciones Populares (II)”, el Tribunal Constitucio-
nal debió pronunciarse respecto a la constitucionalidad de medidas a través de las
cuales el Estado contribuye a cautelar la igualdad de las ofertas políticas en los actos
electorales. Concretamente, el control de constitucionalidad recayó en las reformas a
la ley orgánica constitucional sobre Votaciones Populares y Escrutinios que imponen
a los canales de televisión de libre recepción el deber de transmitir gratuitamente
y equitativamente propaganda política en los períodos preelectorales.
En “Votaciones Populares (II)” el Tribunal concluye que “las normas del proyecto
relativas a la televisión de libre recepción no merecen reparo constitucional, …bien puede tam-
bién esa ley imponer obligaciones y limitaciones mesuradas y razonables como son las que las
normas el proyecto contemplan. Lo anterior se justifica plenamente… porque ellas en definitiva
las exige el interés general de la colectividad, a fin de dar una estricta aplicación al precepto
del artículo 18 de la Carta Fundamental, en orden a que la ley garantizará siempre la plena
igualdad entre los independientes y los partidos políticos en la participación de los procesos
electorales y plebiscitarios, igualdad que, obviamente, no se conseguiría si la ley permitiera
un uso ilimitado de la televisión en períodos electorales”.
Más adelante, “Votaciones Populares (II)” insiste en la necesidad de garantizar
una participación igualitaria en los procesos electorales, señalando: “esta interpreta-
ción es la que mejor se aviene no sólo con la letra de la Constitución, sino, también, con su
contexto y espíritu, ya que la norma que contempla el derecho a establecer, operar y mantener
canales de televisión e implícitamente a imponerles obligaciones justas y razonables, como es
la gratuidad, guarda perfecta armonía con el deber del Estado de asegurar una participación
equitativa e igualitaria del pueblo en los plebiscitos y elecciones, el cual, a través de estos
procesos ejerce la soberanía”.
Es indudable que el tipo de razonamiento utilizado en “Votaciones Populares
(II)” para validar la franja gratuita de televisión –el deber del Estado de velar por
la igualdad de oportunidades para participar en la vida nacional– habría permitido
al Tribunal en 1989 superar el “literalismo”, declarando las bases constitucionales
sustantivas que la misma ley orgánica debe respetar al momento de establecer un
sistema electoral y fijar los distritos electorales.
186
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
102
Más adelante, en 1970, “HADLEY VS. JUNIOR COLLEGE DIST.”, la mayoría de la
Corte Suprema norteamericana extendió el principio a las elecciones locales no polí-
ticas: “Cada vez que un gobierno estadual o local decide elegir personas a través de una elección
popular para desempeñar funciones gubernamentales… (el principio de la igual protección de
la ley) requiere que cada votante tenga una igual oportunidad de participar en la elección, y que
cuando los miembros de un cuerpo colegiado son elegidos por distintos distritos, cada distrito debe
ser fijado sobre bases que aseguren, tanto cuanto sea posible, que un número igual de votos pueda
votar por un número proporcionalmente igual de cargos”.
103
GUNTHER, GERALD: Constitutional Law, Foundation Press, Eleventh Edition,
1985, pp. 1615 ss.
104
El artículo 61 de la Constitución Francesa establece: “Las leyes orgánicas antes
de ser promulgadas y los reglamentos de las asambleas parlamentarias antes de cobrar
vigencia, deberán ser sometidos al Consejo Constitucional, el cual se pronunciará
respecto a su conformidad con la Constitución. A este mismo fin, las leyes pueden ser
remitidas al Consejo Constitucional, antes de su promulgación, por el Presidente de
la República, el Primer Ministro, el Presidente de la Asamblea Nacional, el Presidente
del Senado o 60 diputados o 60 senadores…”.
187
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
188
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
2.5. EL “ORIGINALISMO”
105
El texto del fallo citado en: Les grands textes de la pratique institutionnelle de la Vª
République, textos reunidos por Didier Maus, Colección “Notes & Études Documen-
taires”, Nº 14, La Documentation Française, 1988, pp. 267-268.
106
13 BVerfGE 127 (1961), citado en KOMMERS, DON: Constitutional Jurisprudence
of the German Federal Republic, Duke University Press, 1989, p. 192.
107
STC 5/1985 de 21 de junio de 1985 en B.O.E. del 17 de julio de 1985.
En relación a la configuración de las circunscripciones electorales españolas,
el profesor José María Martínez, escribiendo en 1985, denunciaba como violatoria
de la garantía de igualdad, y por ende inconstitucional, la desigual configuración
de las distritos para elegir diputados. Martínez pone como ejemplo de distorsión
el hecho que mientras un diputado por Soria representaba a 21.155 votantes, en el
caso de Valencia la relación era de 81.440 ciudadanos por parlamentario. MARTÍNEZ,
JOSÉ MARÍA: El sistema electoral español ante el Tribunal Constitucional”, Revista
General de Derecho, Año XLII, Nº 495, diciembre de 1985, p. 3745.
189
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
190
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
109
Sirva un ejemplo jurisprudencial para mostrar las limitaciones inherentes
del “originalismo” y las situaciones a que puede conducir su empleo como criterio
interpretativo.
Apenas tres meses después de la entrada en vigencia de la Constitución de
1980, el 30 de junio de 1981, la Corte Suprema de Justicia debió resolver si un
grupo de personas naturales sin entidad jurídica, una persona moral, estaba fa-
cultado para deducir válidamente un Recurso de Protección (“Espinoza, Pablo,
y otros”, Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo LXXVIII, Nº 2, 1981, sección
5ª, pp. 92 y s.).
Los recurrentes, apoyándose –entre otras cosas– en la historia fidedigna del
establecimiento de la norma que reglamenta la acción de protección, sostuvieron
que dicho recurso puede ser interpuesto por o a nombre no sólo de personas
naturales o jurídicas, sino de todo grupo organizado que resulte del ejercicio del
derecho de asociación, aunque carezca de personalidad jurídica. Concretamente,
el recurso cita en abono de su postura la discusión habida durante la sesión 215º
de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución.
En favor de esta tesis se hizo valer un informe en derecho de Alejandro Silva
Bascuñán, integrante durante cuatro años de la Comisión de Estudios de la Nueva
Constitución y uno de los miembros presentes cuando se discutió específicamente
el punto controvertido.
La parte recurrida sostiene, por el contrario, que los entes de hecho no están
habilitados para deducir el Recurso de Protección. Para fundar tal posición el re-
currido se apoya, también, al igual que los recurrentes, en el debate que se produjo
en la sesión 215º de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución.
En favor de su planteamiento, el recurrido esgrime un informe en Derecho de
Enrique Ortúzar, Presidente de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución
y uno de los protagonistas de la manida sesión 215º.
¿Qué debe decidir en este caso un juez originalista? ¿Cúal es el verdadero
“espíritu del constituyente”?
110
En todo caso, la crítica al “originalismo” no implica desconocer el valor y la
utilidad que puede tener para el intérprete constitucional la historia fidedigna de la
ley. Sirva dicha crítica, más bien, como una advertencia contra usos excesivos o abusivos
de tal antecedente. ZAPATA, PATRICIO: “Interpretación Constitucional”, Revista Chilena
de Derecho, volumen XVI, 1990, pp. 161 ss.
191
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
111
También se expresan críticamente respecto del “originalismo”: DUCCI, CARLOS:
Interpretación Jurídica, Editorial Jurídica de Chile, 1977, y RODRÍGUEZ, PABLO: Teoría
de la Interpretación Jurídica, Edimpres Ltda., Primera edición, 1990.
112
En 1977, Carlos Ducci escribió al respecto: “ha sido tanta la fuerza ejercida
por la escuela tradicional francesa en nuestros autores y jurisconsultos, y a través
de ellos, en nuestros jueces, que la voluntad del legislador se ha transformado en
un dogma muy rara vez combatido”.
Luego de citar a destacados autores nacionales que defienden el “origina-
lismo”, Ducci agrega: “El mismo criterio ha sido aceptado casi sin reservas por
nuestra jurisprudencia. Así se ha fallado que las palabras de la ley deben ser
interpretadas de manera que se conformen a la razón que ha determinado la
voluntad del legislador (Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo 25, sección
1ª, p. 317). Que es lícito recurrir a otros métodos de interpretación, que no
sea el sistema gramatical, sólo cuando no aparezca en ella misma claramente
manifestado el pensamiento del legislador (Revista de Derecho y Jurispruden-
cia, tomo 27, sección 1ª, p. 101 y tomo 33, sección 1ª, p. 337). Una sentencia
que ya hemos citado, y que hace un acucioso estudio de nuestras normas de
interpretación, habla de ‘buscar el pensamiento y los móviles del legislador’;
de ‘cuando el pensamiento del legislador no ofrece dudas’; de la ‘idea del le-
gislador’ (Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo 56, sección 1ª, p. 207)”.
DUCCI, CARLOS: Interpretación Jurídica, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, Chile,
segunda edición, 1977, pp. 126-127.
Cabe señalar, en todo caso, que el “originalismo” está lejos de ser la única
técnica interpretativa aceptada por los tribunales de justicia chilenos. Demostra-
ción de lo anterior es, por ejemplo, una sentencia redactada por el Ministro de
la Corte de Apelaciones Marcos Libedinski, en que se expresa: “la lectura de las
Actas correspondientes (de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución), a
las que se aludirá frecuentemente en este fallo, constituye un valioso antecedente
en la tarea de determinar el correcto sentido del precepto constitucional que la
Comisión despachó en los mismos términos que el actualmente en vigencia. La
investigación anterior será hecha, por supuesto, sin perder de vista que la voluntad
de la ley debe ser considerada objetivamente, desligada e independientemente
de la voluntad de todas y cada una de las personas naturales que puedan haber
intervenido en su proceso de formación” (resolución de la Corte de Apelaciones
de Santiago de 2 de junio de 1983, Revista de Derecho y Jurisprudencia y Gaceta
de los Tribunales, tomo LXXX, Nº 2º, sección quinta, p. 114).
192
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
193
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
194
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
195
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
120
En “Concesiones Mineras”, por ejemplo, el Tribunal Constitucional, aun
cuando alude a la “intención del constituyente”, prefirió desentenderse de los
abundantes antecedentes que indicaban que la Junta de Gobierno, en la última
etapa constituyente, había optado por reforzar la propiedad estatal sobre la minería,
desechando la tesis del dominio eminente (26 de noviembre de 1981, Rol Nº 5).
PRECHT, JORGE: “Naturaleza jurídica del dominio del Estado sobre las minas y de la
concesión minera en la Constitución de 1980”, Revista Chilena de Derecho, volu-
men 10, 1983. VERGARA, ALEJANDRO: Principios y Sistema del Derecho Minero, Editorial
Jurídica de Chile, 1992, pp. 238-247.
Nueve años después, en “Ley de Fuerzas Armadas”, el Tribunal Constitucional
validó las normas que entregan al Comandante en Jefe de cada rama castrense la
facultad de proponer al Presidente de la República los ascensos y retiros institu-
cionales. Para arribar a tal conclusión, “Ley de Fuerzas Armadas” debe ignorar el
hecho de que una norma idéntica contenida en el anteproyecto constitucional de la
Comisión Ortúzar fue expresamente descartada por el Consejo de Estado y la Junta
de Gobierno. En CARMONA, CARLOS: “La historia fidedigna de las facultades que el
artículo 32, Nos 18, 19, 20 y 21 de la Constitución Política entrega al Presidente de
la República”, 1992, inédito.
121
La sanción penal propuesta configura lo que la doctrina penal ha denomi-
nado “ley penal en blanco”. Este es un precepto legal que se limita a describir sólo
una parte de los elementos esenciales de una ley penal (conducta típica, presupues-
tos, resultado y pena), mientras el resto de la descripción queda entregada a otra
norma (normalmente de rango reglamentario). Ver: CURY, ENRIQUE: Derecho Penal,
Parte General, Editorial Jurídica de Chile, tomo I, 1982, pp. 132 ss., y ETCHEBERRY,
ALFREDO: Derecho Penal, Santiago, 1976, tomo I, p. 53.
196
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
122
El Tribunal Constitucional, en resolución anterior a ésta, había declinado
pronunciarse ante un primer requerimiento de la Junta de Gobierno sobre el mismo
tema en atención a defectos en la presentación del recurso (“Sanciona Tráfico de
Drogas (I)”).
En esta oportunidad, en cambio, el Tribunal Constitucional admite a tramitación
el requerimiento considerando que cumple con los requisitos constitucionales.
197
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
198
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
125
De alguna manera, el Tribunal Constitucional perdió en “Sanciona Tráfico
de Drogas (II)” la oportunidad de haber sentado un precedente de mayor fuerza.
La falta de claridad dogmática y jurisprudencial, por su parte, ha contribuido a que
subsista una cierta confusión respecto del sentido del inciso final del Nº 3 del artículo
19 de la Carta Fundamental.
Demostrativa de esta confusión, por ejemplo, es aquella resolución del Pleno de
la Corte Suprema, de 7 de octubre de 1988, en que se declara, en forma unánime,
que la Ley Nº 18.015 es coherente con la normativa constitucional.
La citada Ley Nº 18.015 disponía textualmente: “La infracción a las medidas
adoptadas en virtud de las facultades conferidas por el artículo 41 Nº 4, o por la
199
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
126
Para una interpretación más completa de la misma norma, véase la opi-
nión del profesor Cea Egaña: “La Constitución exige que la conducta que se
sanciona, es decir el tipo, esté de antemano expresa y claramente figurado en
la ley, por medio de la explicación que ella misma haga de sus cualidades y cir-
cunstancias definitorias. De manera que la Carta es exigente y no se cumple su
prohibición si el legislador entiende que describir la conducta punible es sólo
nombrarla, sin precisar las características de ella y los supuestos de hecho que
la hacen típica o encuadrable. Por ende, aunque la Constitución no ha excluido
la posibilidad de aprobar una ley penal en blanco, sí ha prohibido leyes abiertas
con enunciados o bosquejos ambiguos, configurados en concreto discrecional-
mente por la Administración y sin la publicidad de las leyes. Y la interpretación
del texto constitucional debe ser severa en requerir el cumplimiento de la des-
cripción precisa, aunque no exhaustiva, del tipo por el Legislador, rechazando
toda delegación de sus facultades en la Administración, como asimismo, colocar
elementos normativos del tipo en el terreno de la discreción y omitir la publi-
cación de los actos administrativos correspondientes en el Diario Oficial”. CEA,
JOSÉ LUIS: “La igual protección de los derechos”, Revista Chilena de Derecho,
volumen 9, Nº 3, 1982, pp. 521 ss.
200
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
127
Existe alguna similitud entre este criterio interpretativo y la regla de hermenéutica
del artículo 24 del Código Civil chileno. Allí, luego de haber enunciado los llamados
elementos gramatical, histórico, lógico y sistemático, el Código agrega: “En los casos
a que no pudieren aplicarse las reglas de interpretación precedentes, se interpretarán
los pasajes obscuros o contradictorios del modo que más conforme parezca al espíritu
general de la legislación y a la equidad natural”.
El paralelo, sin embargo, está muy lejos de ser completo. Mientras el Código
Civil autoriza a recurrir al espíritu general de la legislación en caso de no poder
aplicarse las otras reglas de hermenéutica y ante pasajes obscuros o contradictorios,
el finalismo impone la obligación de considerar en todos los casos los valores o
“Espíritu de la Constitución”. ZAPATA, PATRICIO: La Interpretación de la Constitución,
Revista Chilena de Derecho, volumen 17, Nº 1, 1990, pp. 167-178.
128
Ver CALDERA, HUGO: “Fuerza normativa de las disposiciones contenidas en el
Capítulo I “Bases de la Institucionalidad” de la Constitución Política de 1980”, Revista
de Derecho y Jurisprudencia y Gaceta de los Tribunales, tomo LXXXVII, Nº 1, enero-
abril de 1990, Primera Parte, pp. 25-34.
129
El profesor José Luis Cea se ha referido al papel fundamental que tienen
en la interpretación constitucional los principios jurídicos de carácter dogmático.
Para Cea dicha función interpretativa es incluso anterior a la explicitación positi-
va del principio pues: “En el fondo de las normas jurídicas positivas hay siempre
latente un principio de derecho que, una vez descubierto, tiene en sí un impulso
suficiente para cobrar rango igual a la ley misma. Ningún principio, sin embargo,
actúa como creador de normas, sino que su valor constructivo lo alcanza en unión
con el conjunto del ordenamiento reconocido, dentro del cual le incumbe una
201
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
función definida. Pero tal aptitud formativa de normas por la vía interpretativa o
integradora es posible sólo si las decisiones valorativas que aún son necesarias para
su configuración no pertenecen a un programa político en curso de realización.
Un principio cuya misión está todavía pendiente de una decisión política no está
maduro para ser fijado en sentido jurídico”.
Destacando la importancia de los principios, Cea agrega: “Fuerza es agregar que
(ellos) constituyen la base de complejos enteros de reglas e instituciones, hasta el
punto de que si no son reconocidos, el ordenamiento completo quedaría falseado en
su sentido y ninguna de sus disposiciones concretas podría dejar de ser afectada. Por
ello los principios son fuente directa del derecho positivo. Justamente, el concepto
material de la Constitución descansa en la admisión de tales principios inmanentes
y obligatorios, estén o no formalmente aludidos o desarrollados por la normatividad
positiva”.
Concluye al respecto Cea: “Ahora bien, la cualidad de los principios de in-
formar axiológicamente todo el ordenamiento constitucional y la hermenéutica
del mismo, tendría que generar su unidad y la homogeneidad entre dicho orde-
namiento y el resto del sistema jurídico, aproximándose a la quimérica idea de
‘sistema’ que se ha defendido por el racionalismo. La relevancia de los principios,
en todo caso, concretamente reside en que sirven de claves interpretativas de las
normas constitucionales, fijando consecuentemente el fundamento y límites de las
reglas complementarias y de la aplicación de éstas con subordinación a aquéllos”.
CEA, JOSÉ LUIS: “Hermenéutica Constitucional, Soberanía Legal y Discrecionalidad
Administrativa”, Revista Chilena de Derecho, volumen 11, Nº 1, enero-abril de
1984, pp. 7-16.
130
En el fallo “Restricción Vehicular”, de 26 de junio de 2001, Rol 325, y so-
bre este punto preciso, el TCCh reprodujo una extensa cita del profesor Linares
Quintana: “En la interpretación constitucional debe siempre prevalecer el conte-
nido teleológico de la Constitución, que si es instrumento de gobierno, también y
principalmente es restricción de poderes en amparo de la libertad individual. La
finalidad suprema y última de la norma constitucional es la protección y la garantía
de la libertad y la dignidad del hombre. Por consecuencia, la interpretación de la
ley fundamental debe orientarse siempre hacia aquella meta suprema. Y en caso de
aparente conflicto entre la libertad y el interés del gobierno, aquella debe primar
siempre sobre este último, porque no se concibe que la acción estatal manifestada
a través de los cauces constitucionales pueda resultar incompatible con la libertad,
que es el fin último del Estado”.
202
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
131
El profesor Jorge Precht, reivindicando los principios del Estado de Derecho
como criterios interpretativos, expresa: “…el temor que guardo es que el positivismo
jurídico haga tabla rasa de estas bases fundamentales de la institucionalidad y dé lugar
a fórmulas interpretativas que ahoguen estas semillas. Ya Radbruch nos enseñó que
el positivismo estuvo en las raíces del totalitarismo”.
De acuerdo a Precht: “Debemos interpretar la Constitución de acuerdo con
criterios democráticos y, aún más hondo, con criterios compatibles con el Estado de
Derecho, porque si la democracia es importante, el Estado de Derecho es su cimiento
y ninguna fórmula democrática tiene sentido si no está basada en valores éticos”.
Concluye el profesor Precht: “La reafirmación de los principios ético-jurídicos es
la gran lección del artículo 1º de la Constitución de 1980, pieza angular del edificio
normativo y clave de interpretación de sus normas. Ese es el único seguro contra el
Leviathan”. PRECHT, JORGE: “Potestad reglamentaria y equilibrio constitucional en
la Constitución chilena de 1980”, Boletín de Investigaciones, Facultad de Derecho,
Universidad Católica de Chile, Nos 48-49, abril-agosto de 1981, pp. 21-22.
132
Para una evaluación de la polémica entre finalismo y originalismo en el Tribunal
Constitucional chileno, con especial referencia al aporte fundamental del Ministro
Eugenio Valenzuela, ver ZAPATA, PATRICIO: “La Interpretación de la Constitución”,
Revista Chilena de Derecho, volumen 17, Nº 1, 1990, pp. 161 y ss.
133
No se trata, en todo caso, de la primera vez en que el Tribunal Constitucional
desarrolla una argumentación finalista. El primer atisbo de finalismo se insinúa en
203
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
“Inhabilidad del Ministro Jarpa” (27 de octubre de 1983). Allí, el Tribunal se preocupó de
definir el significado de algunas de las Bases de la Institucionalidad. Sobre el artículo 1º
de la Carta Fundamental, por ejemplo, “Inhabilidad del Ministro Jarpa” señaló: “es de
un profundo y rico contenido doctrinario, que refleja la filosofía que inspira nuestra Constitución
y orienta al intérprete en su misión de declarar y explicar el verdadero sentido y alcance del resto
de la preceptiva constitucional”.
En cuanto al sentido y alcance del artículo 6º de la Constitución, “Inhabi-
lidad del Ministro Jarpa” afirma que éste “consagra principios vitales, en los cuales
descansa la nueva institucionalidad, como lo son: el de la ‘supremacía constitucional’
sobre todas las otras normas jurídicas que integran nuestro ordenamiento positivo y el de la
‘vinculación directa’ de los preceptos constitucionales a las autoridades públicas y a todos
los ciudadanos, siendo, por ende, tales preceptos obligatorios, tanto para los gobernantes
como para los gobernados”.
“Inhabilidad del Ministro Jarpa” se limita, en todo caso, a enunciar el poten-
cial interpretativo de los artículos 1º y 6º, pero no desarrolla las consecuencias del
finalismo.
204
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
205
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
206
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
135
Luego de citar extensamente el informe de la Comisión Conjunta Legislativa
de la Junta de Gobierno, el Ministro Ortúzar señala: “Los Ministros que suscriben este voto
de minoría concuerdan plenamente con el criterio de las Comisiones Conjuntas y de la Honorable
Junta de Gobierno señalados precedentemente y estiman que los preceptos indicados son consti-
tucionales, ya que se limitan a dar cabal cumplimiento al mandato contenido en la disposición
decimotercera transitoria de la Constitución”.
136
VERDUGO, MARIO: “Comentario a un fallo del Tribunal Constitucional de 1985”,
La Revista de Derecho, Facultad de Derecho de la Universidad Central, enero-junio
de 1989, año III, pp. 197-198.
207
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
137
VERDUGO, MARIO, op. cit., pp. 197-198.
138
BULNES, LUZ: “La Jurisprudencia del Tribunal Constitucional y la Interpretación
Constitucional”, XVIII Jornadas de Derecho Público, 1988, Concepción, pp. 159 ss.
139
CEA, JOSÉ LUIS: “Influencia del Tribunal Constitucional en el proceso de ins-
titucionalización política”, Revista Chilena de Derecho, volumen 15, Nos 2/3, mayo-
diciembre de 1988, pp. 205-211.
140
CEA, JOSÉ LUIS, op. cit., pp. 205-211.
208
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
141
CEA, JOSÉ LUIS, op. cit., pp. 205-211.
142
El profesor Cruz Coke destaca también las consecuencias políticas de esta sen-
tencia del Tribunal Constitucional. A su juicio: “El fallo demuestra en forma enfática
que la Constitución Política de 1980 opera en forma perfecta en el camino hacia la
plena vigencia de sus disposiciones. En efecto, un órgano fiscalizador electoral como
el Tribunal Calificador de Elecciones establecido por el constituyente de 1980 entra
a operar ‘ipso jure’, con ocasión del próximo período presidencial. Es el Tribunal
Constitucional establecido en este ordenamiento constitucional quien ha abierto este
camino, lo que demuestra a las claras que la Constitución Política del Estado se basta
a sí misma para caminar por la buena vía hacia la plena democracia”. CRUZ COKE,
CARLOS: “La sentencia del Tribunal Constitucional de 24 de septiembre de 1985”,
Revista de Derecho Público, Facultad de Derecho Universidad de Chile, Nos 37-38,
enero-diciembre de 1985, pp. 143-148.
143
SILVA BASCUÑÁN, ALEJANDRO, y SILVA, MARÍA PÍA: “Efectos de la resolución de
constitucionalidad”, Revista Chilena de Derecho, volumen 15, Nos 2-3, mayo-diciembre
de 1988, pp. 311-340.
144
En 1988, en Faculta a la Municipalidad de Calama para transferir Inmuebles,
el TCCh afirma expresamente: “es cierto que en el presente caso una interpretación
estrictamente literal de las normas contenidas en los artículos 107 inciso 3º y 60 Nº 10 de
la Constitución lleva a la conclusión de que ambos preceptos pueden concurrir copulativa-
mente, pues mientras el artículo 60, Nº 10, se refiere a las normas sobre enajenación de los
209
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
bienes municipales, el artículo 107, inciso 3º, trata solamente sobre las atribuciones de las
Municipalidades para enajenarlos. Sin embargo, sobre tal interpretación debe prevalecer
aquella que armonice la normativa constitucional en términos tales de evitar que materias
tan íntimamente vinculadas entre sí… sean reguladas por preceptos legales de diferente
clase… Una interpretación de conjunto evita que ello ocurra y permite concluir que debe
ser una sola clase de ley la que legisle sobre ambas materias, y ésta debe ser la ley ordinaria
o común, habida consideración que la facultad para enajenar es uno de los aspectos que
deben contener las normas que regulan la enajenación” (Rol Nº 52, 29 de enero de
1988, R.E.J. v2-p. 125).
Once años despues, en “Ministerio Público”, el TCCh volveria a descartar
el literalismo en la interpretación de la Carta Fundamental (28 de septiembre
de 1999, Rol 293).
En “Ministerio Público” el TCCh debió ejercer el control de constitucionalidad
del proyecto de ley orgánica constitucional del Ministerio Público. Conviene recordar
que el Ministerio Público es el producto de una reforma constitucional de 1997 que
incluyó un nuevo capítulo sobre esta institución, el VI-A, en la Carta Fundamental.
Pues bien, el problema que enfrenta el TCCh en 1999 es que el artículo trigésimo
sexto transitorio de la Constitución Política establece textualmente que: “Las normas
del Capítulo VI-A ‘Ministerio Público’, regirán al momento de entrar en vigencia la
ley orgánica constitucional del Ministerio Público”.
Tal como lo reconoce “Ministerio Público”: “…del tenor literal de la primera parte
de la disposición transitoria señalada podría estimarse que los preceptos constitucionales que
incorporaron en su integridad al Ministerio Público en la Constitución Política …tendrían supe-
ditada su aplicación a la dictación previa de la ley orgánica constitucional respectiva, situación
que impediría a este Tribunal ejercer en plenitud su control obligatorio por no existir marco de
referencia inmediato” (considerando 4).
El TCCh, sin embargo, descarta la interpretación literalista y opta por inter-
pretar el 36º transitorio “…en consonancia y armonía y dentro del contexto de las restantes
normas constitucionales; en especial, la del artículo 82, Nº 1, que hace obligatorio que las
leyes orgánicas constitucionales se sometan al trámite de control constitucional de esta Ma-
gistratura…” (considerando 5).
210
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
145
El artículo 8º de la Constitución Política ordenaba la sanción de aquellos actos
destinados a propagar doctrinas contrarias a la familia, fundadas en la lucha de clases
o en visiones totalitarias. El referido artículo 8º fue derogado en agosto de 1989 en
virtud de la ley de reforma constitucional Nº 18.825. Para un análisis específico sobre
el artículo 8º Véase ZAPATA, PATRICIO: “¿Protección de la Democracia? El sentido del
artículo 6º”, XX Jornadas de Derecho Público, Colección Jornadas Académicas, Uni-
versidad de Valparaíso, 1990, pp. 89-102.
211
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
212
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
ESTADOS UNIDOS
146
PERRY, MICHAEL J.: The Constitution, the Courts and Human Rights Yale University
Press, 1982 y Morality, Politics and Law, Oxford University Press, 1988.
147
WECHSLER, HERBERT: “Toward neutral Principles of Constitutional Law, Har-
vard Law Review, volumen 73, Número 1, 1959.
148
Así, por ejemplo, en 1986, en “BOWERS VS. HARDWICK”, la Corte Suprema ex-
presó: “La Corte es especialmente vulnerable y se acerca a la ilegitimidad cuando opera sobre la
base de un derecho constitucional de creación judicial y con poca o ninguna raíz reconocible en
el lenguaje o diseño de la Constitución” (Recopilación de la Corte Suprema, S. Ct. 106,
1986, p. 2846).
213
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
149
PARKER, RICHARD: Here the people rule: A constitutional populist manifesto, Harvard
University Press, Cambridge, 1994. TUSHNET, MARK: Taking the Constitution away from
the Courts, Princeton University Press, 1999.
150
TUSHNET, MARK: “A note on the revival of textualism in Constitutional Theory”,
Southern California Law Review, volumen 58, Nº 2, enero de 1985, p. 700.
151
GARET, RONALD: “Comparative normative Hermeneutics: Scripture, Literatu-
re and Constitution”, Southern California Law Review, volumen 58, Nº 1, Enero de
1985, p. 78.
152
SCHAUER, FREDERICK: “An essay on constitutional language”, U. C. L. A. Law
Review, volumen 29, 1982, pp. 797 ss.
153
FALLON, RICHARD: “A Constructivist coherence theory of constitutional inter-
pretation”, Harvard Law Review, volumen 100, Nº 6, abril de 1987, p. 1253.
214
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
154
AMAR, AKHIL REED: “The Document and Doctrine”, Foreword in the Supreme
Court 1995 Term in Harvard Law Review, volume 114, number 1, november 2000,
pp. 26/134. En 2005 Amar publicó su America’s Constitution: A Biography, Random
House, Nueva York, desarrollando más elaboradamente su énfasis en la importancia
de estudiar el texto de la Constitución, más que las sentencias de la Corte Suprema.
Un crítico exigente ha designado a America’s Constitution: A Biography el mejor libro
de derecho constitucional en la historia de los Estados Unidos. STOKES, MICHAEL:
“How to interpret the Constitution (and how not to)”, Yale Law Journal, 115, 2006,
pp. 2038-2039.
155
Entre otros: GORDON, ROBERT: “Historicism in Legal Scholarship”, 90 Yale Law
Review, 1981; MONAGHAN, HENRY: “Our Perfect Constitution”, New York University
Law Review, vol. 56, may-june 1981, pp. 353-396; POWELL, JEFFERSON: “The original
understanding of original intent”, 98 Harvard Law Review, 1985; SIMON, LARRY G.: “The
authority of the framers of the Constitution: can originalism be justified?”, California
Law Review, october 1985, vol. 73 Nº 5, pp. 1482-1539.
156
MUNRO, WILLIAM: The Governments of Europe, The Macmillan Company, 1938,
p. 18.
215
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
157
DWORKIN, RONALD: El Imperio de la Justicia, Editorial Gedisa, España, 1ª edición,
1988, p. 260.
158
BORK, ROBERT: The Tempting of America: The political seduction of the law, Chapter 7,
The Free Press, MacMillan Inc., 1990.
159
BORK, ROBERT, op. cit. Traducción del autor.
216
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
160
BORK, ROBERT, op. cit. Traducción del autor.
161
BORK, ROBERT, op. cit. Traducción del autor.
162
Esta línea de reflexión tiene como pilares fundamentales a Ronald Dworkin
(New York University), Lawrence Tribe (Harvard), John Hart Ely (Yale, Harvard y
Stanford) y Bruce Ackerman (Yale). Véanse: DWORKIN, RONALD: Los Derechos en serio
(1977), Ariel, 2ª edición, 1989, Barcelona; El Imperio de la Justicia (1986), GEDISA,
217
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
218
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
165
El fallo “Olmstead vs. Estados Unidos” puede ser consultado en la Colección de
Jurisprudencia, Lawyers edition, volumen 72, páginas 944 y siguientes. El autor asume
la responsabilidad por la traducción de la sentencia desde el original en inglés.
219
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
220
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
166
El fallo “Katz vs. Estados Unidos” puede ser consultado en la Colección de
Jurisprudencia Lawyers Edition, 2ª edición, volumen 19, páginas 576 y siguientes. El
autor asume la responsabilidad por la traducción de la sentencia desde el original
en inglés.
221
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
222
LA TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
223
Capítulo 3
“Las Lanzas” o “La Rendición de Breda”, de Diego Velázquez. Esta obra representa el momento
en que Justino de Nassau (a la izquierda) entrega las llaves de la ciudad de Breda a un
muy caballeroso Ambrosio Espínola, Comandante de los tercios españoles (derecha). Don
Ambrosio, que aparece tocando el hombro del derrotado, pareciera estar consolándolo en su
infortunio. El hecho histórico ocurrió en 1625 y el lienzo fue ejecutado en 1635.
225
“La Rendición de Breda”, representación de Velázquez que sirve de
portal a este capítulo, sugiere que el conflicto no necesariamente
debe excluir la cortesía. La política democrática constituye, preci-
samente, un esfuerzo por conciliar la competencia, por una parte,
y el respeto, por la otra.
En un Estado de Derecho, caracterizado, entre otras cosas, por
la efectiva separación de las funciones estatales, las relaciones entre
los distintos órganos de poder pueden, y deben, estar regidas por
la deferencia.
El concepto de deferencia encierra dos sentidos complementa-
rios. Significa, en primer lugar, que los poderes públicos se deben
una actitud permanente y recíproca de respeto y cortesía. La de-
ferencia, en segundo lugar, demanda de cada órgano del Estado
el reconocimiento y respeto de las esferas competenciales en que
las autoridades tienen el derecho a tomar decisiones con relativa
autonomía.1
La “deferencia” es indispensable para que el orden institucional
funcione de manera armónica y eficiente. Por lo mismo, la pérdida
de la misma constituye un síntoma inequívoco de crisis institucional.
Ello ocurre, por ejemplo, cuando las relaciones entre los poderes
del Estado se deterioran a tal punto que desaparece el respeto y
cortesía mínimos que éstos se deben entre sí o cuando se exacer-
1
De acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española, la deferencia es:
“adhesión al dictamen o proceder ajeno por respeto o por excesiva moderación”
(primera acepción) y “muestra de respeto o de cortesía” (segunda acepción). Deferir,
por otro lado, es “atribuir a una jurisdicción”. Diccionario de la Lengua Española, Real
Academia Española, Vigésima edición, Madrid, 1984, tomo I, p. 447.
227
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
ban los intentos de alguno o todos los órganos públicos por invadir
ámbitos ajenos.2
En el caso del TCCh, la “deferencia” es un principio de acción
que debe regir sus relaciones con aquellos órganos estatales cuyos
actos jurídicos está llamado a controlar: Presidente de la República
y Congreso Nacional. Como resulta evidente, la “deferencia” no sólo
obliga al Tribunal respecto al Legislativo y el Administrador, sino
que, correlativamente, impone a dichos poderes de representación
democrática el deber de respetar las prerrogativas y resoluciones del
TCCh cuando éste controla legítimamente la constitucionalidad de
sus actos.
En este Capítulo, se postulará la “deferencia razonada” como
modelo para la actitud que ha de tener el TCCh frente a quienes
son objeto de su control, esto es, el legislador y el administrador.3
2
A este respecto, la experiencia histórica chilena es muy ilustrativa. Así, por
ejemplo, la crisis político-constitucional de 1970/73 coincide con los intentos
del gobierno por regular materias de ley (p. ej.: las expropiaciones) por la vía
del decreto. Simultáneamente, la mayoría parlamentaria de entonces se propuso
modificar la gestión política y administrativa del gobierno, materia de exclusiva
incumbencia del Presidente de la República, por la vía de las acusaciones cons-
titucionales y los proyectos de acuerdo.
Paralelamente, las relaciones entre los poderes públicos se caracterizaron en
dicho período por la descalificación y la imputación de intenciones ilegítimas.
Buena muestra de ello es el último, y lamentable, intercambio epistolar entre el
Presidente de la República Dr. Salvador Allende y la Corte de Suprema de Justicia.
(El texto de dichas comunicaciones puede consultarse en: Revista de Derecho y
Jurisprudencia y Ciencias Sociales y Gaceta de los Tribunales, tomo LXX, Editorial
Jurídica de Chile, 1973, pp. 226-241).
3
Los actos de la Administración no merecen, sin embargo, el mismo nivel de
deferencia que los actos del Legislativo. Sin perjuicio del hecho que el jerarca máximo
de la Administración –el (la) Presidente(a) de la República– puede exhibir un título
indiscutiblemente democrático (elegido en votación directa y por sufragio universal),
su forma de actuar no alcanza a presentar los niveles de debate plural, amplia partici-
pación y completa publicidad que caracterizan los actos del Legislativo. La idea de una
deferencia diferenciada puede, incluso, anclarse en la propia normativa que regula
las atribuciones del TCCh. Considérese, por ejemplo, los distintos quórum que deben
reunirse en el pleno de dicho órgano a efectos de declarar la inconstitucionalidad
de distintos actos normativos. Para la invalidación de los decretos supremos, y para la
inconstitucionalidad de preceptos de un proyecto de ley, basta una mayoría simple
de los Ministros que han concurrido a la vista (con voto dirimente del presidente en
caso de empate). En el caso de la inaplicabilidad de una ley vigente, sin embargo, la
inconstitucionalidad requiere el voto favorable de la mayoría absoluta de los Ministros
en ejercicio. Finalmente, y tratándose de la abrogación de una ley vigente (declaración
general de inconstitucionalidad), es necesaria la concurrencia de los cuatro quintos
de los miembros en ejercicio.
228
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
4
En los Estados Unidos se emplean indistintamente los términos “Judicial defe-
rence” o “Judicial restraint” para designar la postura según la cual los jueces deben
limitarse estrictamente a interpretar la ley y la Constitución, estándoles vedado el
control de las decisiones propiamente políticas o prudenciales de los órganos de
representación popular. WHEARE, K. C.: Modern Constitutions, Oxford University Press,
Londres, 1966, p. 105; citado en BELTRÁN, MIGUEL: “Originalismo e Interpretación”,
Cuadernos Civitas, Editorial Civitas, 1989, p. 46.
229
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
5
En ZAPATA, PATRICIO: La Jurisprudencia del Tribunal Constitucional, Corporación
Tiempo 2000, 1ª edición, 1994, pp. 6-22.
6
“Contesta Requerimiento”, documento suscrito por José Miguel Ortiz en su
calidad de presidente en ejercicio de la Cámara de Diputados, p. 3.
7
El autor colaboró en la elaboración de dicho escrito.
230
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
8
Discurso de don Manuel Jiménez Bulnes, presidente del Tribunal Constitucional,
al momento de rendir cuenta de la actividad desarrollada por dicho órgano durante
el año 1995, 29 de enero de 1996. En R.F. v3 – p. 470.
9
“Convenio sobre Pueblos Indígenas”, 4 de agosto de 2000, Rol 309, Consi-
derando 2.
231
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
232
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
10
Sentencia de 26 de junio de 2008, Inaplicabilidad artículo 38 Ley de Isapres,
Considerando 15 del voto disidente (Rol 976-07).
233
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
234
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
14
“Partidos Políticos”, de 24 de febrero de 1987 (Causa Rol 43).
15
Así, por ejemplo, véanse los siguientes casos:
“Votaciones Populares (III)”, que reiterará que “…el Tribunal no tiene el carácter de
poder colegislador” (12 de mayo de 1989, Rol 67, REJ v2-p. 188).
“Municipalidades (III)”, en que el TCCh recordará que “no le corresponde emitir
juicios de mérito respecto de las normas impugnadas” (12 de febrero de 1992, Rol 141,
Considerando 26, RF v2/p. 463).
“DFL 192 sobre riesgos del trabajo y enfermedades profesionales”, en que el
TCCh insiste en senalar que “como este Tribunal ha tenido oportunidad de expre-
sarlo en otras causas, sus consideraciones están circunscritas en forma exclusiva a la
eventual constitucionalidad o inconstitucionalidad de las situaciones que ante él se
deducen o plantean. Es ajena a sus atribuciones toda consideración sobre el mérito
o demérito de las normas que le corresponde conocer, por lo que no procede tener
en cuenta o incorporar a los fundamentos de sus resoluciones cualquier elemento
de ese carácter” (18 de marzo de 1996, Rol 231, Considerando 7, RF v4/p. 9).
“Rentas Vitalicias”, que reafirma que la labor del TC “debe enmarcarse en un
exclusivo análisis jurídico para determinar, con apego al principio de supremacía
constitucional, si las normas objeto del requerimiento se ajustan o no a la Carta
Fundamental, con independencia de toda consideración de mérito o factual” (21
de agosto de 2001, Rol 334, Considerando 23).
235
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
16
La contraposición entre Constituciones “neutras” y “comprometidas” aparece
recogida por Lowenstein en su Teoría de la Constitución. Señala el profesor alemán:
“Cabría establecer una distinción entre constituciones ‘cargadas’ ideológicamente
o con un ‘programa’ ideológico y, por otra parte, Constituciones ideológicamente
neutrales o puramente neutrales”.
Según Lowenstein, las Constituciones neutras son aquellas que “se proponen,
sin ningún tipo de preferencia ideológica, ofrecer un cuadro funcional dentro del
cual las fuerzas sociales y políticas de la comunidad deberán enfrentarse en libre
concurrencia”. Ejemplos de esta primera categoría serían las Constituciones de
Bismark en 1871 y los textos fundamentales franceses de 1875, 1946 y 1958.
Constituciones “cargadas” ideológicamente en cambio, según el mismo
Lowenstein, son aquellas que incorporan en su texto determinados valores y
premisas ideológicos. Ejemplos de este segundo tipo de Carta Fundamental
serían las Constituciones mexicana de 1917 y alemana de 1949. LOWENSTEIN,
KARL: Teoría de la Constitución, Editorial Ariel, Barcelona, 4ª reimpresión, 1986,
pp. 211-213.
17
En esta apreciación han coincidido tanto quienes participaron en la redacción
de la Constitución Política de 1980 como quienes criticaron su origen:
GUZMÁN, JAIME: “La definición Constitucional”, Realidad, año 2, Nº 3, agosto
de 1980, pp. 17 y ss.
Grupo de Estudios Constitucionales: “Las críticas del grupo de los 24”, Suple-
mento de Revista Apsi, marzo de 1981.
En su Teoría de la Constitución los profesores Cumplido y Nogueira afirman que
“la Constitución chilena de 1980 constituye un ejemplo de Carta Fundamental
ideológica-programática”. CUMPLIDO, FRANCISCO, y NOGUEIRA, HUMBERTO: Teoría de
la Constitución, Fondo de Cultura Económica, 1ª edición, 1986, p. 43.
236
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
18
BERTELSEN, RAÚL, y BRUNA, GUILLERMO: “Informe en Derecho referente a la
atribución presidencial de cancelar la personalidad jurídica de corporaciones de
derecho privado”, 9 de abril de 1991.
19
El artículo 19 Nº 20 inciso cuarto de la Constitución Política establece: “…la
ley podrá autorizar que determinados tributos puedan estar afectados a fines propios
de la defensa nacional. Asimismo, podrá autorizar que los que gravan actividades o
bienes que tengan una clara identificación regional o local, puedan ser aplicados,
dentro de los marcos que la misma ley señale, por las autoridades regionales o
comunales para el financiamiento de obras de desarrollo”.
20
Conviene citar dos casos en que se ha alterado, en el sentido de acotarlo, el
margen de “autonomía” de que dispone el legislador para regular una materia:
– El texto original de la Constitución de 1980 establecía, en su artículo 3º,
que la ley “propenderá” a que la Administración del Estado chileno sea funcional
y territorialmente descentralizada. Dicha norma constitucional fue modificada por
237
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
238
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
a saber: un cálculo de las entradas para cada ejercicio anual y una determinación de los gastos
que pueden acordarse con cargo a esas entradas…”.
La sentencia admite, empero, un sentido amplio de Ley de Presupuestos. De allí
que, según el fallo, puedan tener cabida en ella “un conjunto de normas complementarias
–que, dado este último carácter, no pasan a constituir ideas matrices–, pero que dicen relación
con las materias presupuestarias, siendo tales: todos los ordenamientos o clasificaciones previstos
en la Ley Orgánica de Presupuesto; aquellas materias que por expresa disposición legal deban
incorporarse a ella, v. gr., el caso de la determinación de los porcentajes de asignación de zona…;
y, en fin, las normas sobre regulación de la inversión de los gastos variables que tengan el mismo
carácter de trasitoriedad del Presupuesto Anual, pero con la limitación… (de que la iniciativa
para su aumento corresponde también al Presidente)”.
El fallo agrega: “…con todo, la noción precisada tiene aquellos límites que emanan de la
interpretación armónica no sólo del texto del artículo 44 Nº 4, sino que también de la preceptiva
del artículo 48, de tal manera que la Ley de Presupuesto, a pesar de su amplitud, no podría
implicar alteración de las disposiciones legales permanentes y orgánicas de la Administración
del Estado, tanto porque las modificaciones no tendrían relación directa con las ideas matrices o
fundamentales de la misma ley, que no pueden ser otra que el cálculo de entradas y la autorización
de gastos, cuanto porque si tal ley no puede modificar los gastos acordados en leyes permanentes,
generales o especiales, con tanto mayor razón no podría afectar otros aspectos de esas mismas
leyes, y, en fin, porque a través del mecanismo de la Ley anual de Presupuesto se podrían alterar,
para cada año, las leyes orgánicas de todos los servicios de la Administración del Estado, lo que,
naturalmente, exorbita con mucho la filosofía con que el legislador la ha concebido”.
Concluye el Tribunal Constitucional: “en tal virtud resulta por lo tanto concluyente
que no puede considerarse dentro de ella (la Ley de Presupuestos) cualquier clase de materias y
que, en cuanto a las de índole financiera, sólo aquellas que diciendo relación directa con la idea
matriz de la misma y reseñada en los considerandos anteriores, no impliquen modificación de las
leyes permanentes. Lo anterior se confirma aún más si se tiene presente que la ley de Presupuesto
se tramita dentro del período extraordinario de sesiones del Congreso y, en tal período, sólo pueden
discutirse los negocios legislativos que estén expresamente indicados en la convocatoria llamada
por el Presidente de la República, de acuerdo con el artículo 57 de la Carta Fundamental”. “Pri-
meros cinco fallos dictados por el Tribunal Constitucional de la República de Chile”,
Editorial Jurídica de Chile, 1972, pp. 13-18.
24
Sobre el tema de la ley orgánica, véase el Capítulo 7.
239
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
“Partidos Políticos”
24 de febrero de 1987
Rol Nº 43; R.E.J. v2-p. 32
240
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
241
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
29
El fallo, abundando sobre el punto, añade una referencia a la historia jurídica
de nuestro país, con el objeto de justificar la razonabilidad y conveniencia del requisito
contemplado en la Ley Orgánica en estudio. Indica el fallo: “esta clase de requisitos para
formar los partidos políticos no es ajena a nuestra tradición jurídica. La Ley 14.851, de 1962,
exigía la concurrencia de 10.000 adherentes para la constitución de un partido político, que
representaba, aproximadamente en la época, un 0,4% de la población electoral, porcentaje que,
por cierto, se aproxima bastante al requerido por el proyecto en estudio”.
242
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
243
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
32
Para desarrollar debidamente su función interpretativa tanto el Ejecutivo como
el Legislativo disponen de unidades especializadas en la evaluación de la constitucio-
nalidad de sus iniciativas.
El Ejecutivo evalúa la constitucionalidad de todos sus proyectos de ley y de-
cretos a través de la División Jurídico-Legislativa del Ministerio Secretaría General
de la Presidencia.
En el caso del Legislativo, ambas Cámaras centralizan el análisis de juridicidad
de los distintos proyectos en sus respectivas Comisiones de Constitución, Legisla-
ción y Justicia.
33
Esta es, por ejemplo, la situación de todos los proyectos de ley órganica cons-
titucional, cuyo control representa cerca del 85% del trabajo efectivo del Tribunal
Constitucional.
244
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
34
No puede olvidarse que los Tribunales Constitucionales nacen precisamente
porque las Asambles Legislativas pueden violar la Constitución.
35
SILVA BASCUÑÁN, ALEJANDRO: Tratado de Derecho Constitucional, tomo III, Editorial
Jurídica de Chile, 1963, p. 434.
36
Citado en RIBERA, TEODORO: “El Tribunal Constitucional y su aporte al desarrollo
del derecho”, Estudios Públicos Nº 34, otoño, 1989, p. 224.
245
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
246
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
39
Véase el Capítulo 4.
247
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
40
Caso “Kalkar”, 49 B VerfGE 89. En KOMMERS, DON: The Constitutional Jurisprudence
of the Federal Republic of Germany, Duke University Press, 1989, p. 153.
41
En el caso “Elfes” (6 BVerfGE 32, 1957) el Tribunal Constitucional germano
afirma que bajo el imperio de la Carta Básica de 1949 “…el poder legislativo está
sujeto a restricciones constitucionales más exigentes que bajo la Constitución de Weimar de
1919 …El legislador (en esa época) podía modificar o alterar los derechos fundamentales a
su voluntad …La Carta Básica, en cambio, erigió un orden orientado por los valores, que
limita la autoridad pública. Este orden garantiza la independencia, la autodeterminación y
la dignidad del hombre dentro de la comunidad política. Los principios fundamentales de este
ordenamiento de valores no pueden ser modificados por reforma constitucional …Las leyes no
son constitucionales por el mero hecho de ser aprobadas en conformidad a los procedimientos
previstos. Ellas deben ser compatibles, desde una perpectiva sustantiva, con los más altos
valores de un ordenamiento libre y democrático, esto es, el orden constitucional de valores, y
deben, además, conformarse con principios constitucionales fundamentales no escritos, así
como con las decisiones centrales de la Carta Básica, en particular los principios del Estado
de Derecho y del Estado Social de Derecho. Sobre todo, las leyes no deben violar la dignidad
de la persona que constituye el más alto valor de la Carta Básica; ni deben restringir las
libertades espirituales, políticas o económicas de una persona de una manera tal que afecten
la esencia de la personalidad…”. KOMMERS, DONALD: The Constitutional Jurisprudence
of the Federal Republic of Germany, Duke University Press, 1989, p. 327.
248
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
42
En realidad, a nivel federal la regla descrita no es absoluta. La valla del 5%
se aplica para los efectos de calcular la distribución proporcional de los escaños del
Bundestag que se asignan en función de la votación nacional de los distintos partidos
políticos (que corresponden a la mitad de los asientos). Ahora bien, la regla del 5%
no se aplica respecto de aquella otra mitad de los escaños que se eligen directamente
por los ciudadanos, por mayoría simple, en circunscripciones uninominales que com-
prenden el conjunto del pais. Aun cuando sea improbable que un partido que tenga
menos del 5% nacional logre mayoría en algún distrito uninominal, ello no puede
descartarse. La propia historia electoral alemana muestra unos pocos ejemplos de
pequeños partidos que merced a acuerdos políticos con fuerzas más importantes o en
virtud de su concentración en puntos determinados de la RFA logran elegir diputados
sin haber conseguido el 5% nacional.
249
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
250
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
“Disolución anticipada”
62 BVerfGE I, 1983;
2 BVerfGE 4, 2005
251
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
252
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
44
CDU: Unión Demócrata Cristiana (centro derecha); CSU: Unión Social
Cristiana (derecha); FDP: Liberal Demócrata (centro); SPD: Partido Social De-
mócrata (centro izquierda).
45
THEEN, ROLF y WILSON, FRANK: Comparative Politics, Prentiss-Hall, 1986,
p. 269.
253
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
254
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
46
En este caso, los requirentes piden al Tribunal Constitucional que haga
uso de su atribución de interpretar la Ley Básica en relación a disputas entre altos
órganos constitucionales en cuanto a sus atribuciones u obligaciones (Organstreit,
artículo 93 Nº 1 de la Ley Básica).
255
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
256
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
257
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
258
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
259
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
260
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
261
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
ESPAÑA
49
GARCÍA DE ENTERRÍA, EDUARDO, y FERNÁNDEZ, TOMÁS-RAMÓN: Curso de Derecho Admi-
nistrativo (I), Editorial Civitas, Madrid, 5ª edición, 1989, 3ª reimpresión, 1992, p. 145.
50
Sentencia Nº 194/1989, en MONTORO, MIGUEL: Jurisdicción Constitucional y procesos
constitucionales, Editorial Colex, 1991, tomo I, p. 109.
51
En el mismo fallo, de fecha 16 de noviembre de 1989, el Tribunal agregó:
“…el legislador no es un mero ejecutor de la Constitución (STC 209/1987, FJ. 3), sino
que actúa con libertad dentro de los márgenes que ésta le ofrece, y siendo la ley la expresión
de la voluntad popular, este Tribunal debe ejercer sus competencias, como hemos dicho en
varias ocasiones, “de forma tal que no imponga restricciones indebidas al poder legislativo
262
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
y respete sus opciones políticas” (STC 108/1986, FJ. 18)”. Las citas anteriores corres-
ponden a la sentencia Nº 194/1989, y aparecen reproducidas en MONTORO,
MIGUEL: Jurisdicción Constitucional y procesos constitucionales, Editorial Colex, 1991,
tomo I, pp. 109 y 118.
52
Plantea Prieto Sanchis: “las leyes orgánicas se relacionan con el texto cons-
titucional de una forma especial, distinta de la vinculación que es propia en las
leyes ordinarias. Estas últimas, dentro de ciertos límites formales y materiales que
impone la propia Ley Fundamental, son el instrumento idóneo mediante el cual
se manifiesta el Poder Legislativo, quien recibe de la Constitución una habilitación
general para regular toda clase de hechos o situaciones. Sin embargo, las leyes
orgánicas aparecen configuradas con mucha mayor rigidez, pues no sólo han de
moverse dentro de los principios y reglas constitucionales, sino que además es la
propia Constitución la que determina su objeto. La ley orgánica no es un instru-
mento normativo que el legislador pueda utilizar libremente para la regulación
de cualquier materia, ya que nuestro ordenamiento jurídico no reconoce validez
a otras leyes orgánicas que no sean las taxativamente previstas en la Constitución”.
PRIETO SANCHIS, LUIS: “Las leyes orgánicas y el principio de jerarquía normativa
en la Constitución española de 1978”, Revista de la Facultad de Derecho de la
Universidad Complutense, Nº 62, 1981, pp. 144-145.
53
El Tribunal Constitucional debió pronunciarse sobre la constitucionalidad
del proyecto de Ley Orgánica de reforma del artículo 417 bis del Código Penal.
Esta iniciativa, que despenaliza tres hipótesis de aborto, motivó la presentación de
un recurso previo de inconstitucionalidad en su contra por parte de 54 diputados
de Alianza Popular (2 de diciembre de 1983). Para comentarios del fallo, véase:
STITH, RICHARD: “Spanish Abortion Law”, American Journal of Comparative Law,
volume 35, Nº 3, 1987 y ZAPATA, PATRICIO: “Persona y Embrión Humano”, Revista
Chilena de Derecho, volumen 15, Nos 2-3, 1988, pp. 375-391.
263
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
264
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
54
CANOSA, RAÚL: Interpretación Constitucional y Fórmula Política, Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, 1988, pp. 201-202.
265
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
ESTADOS UNIDOS
En los Estados Unidos hay acuerdo en cuanto a que existe una esfera
de autonomía legislativa que no es susceptible de ser controlada por
la Corte Suprema. Respecto de tales asuntos, se espera del máximo
tribunal una aproximación moderada y contenida (“judicial restraint”).
No hay consenso, sin embargo, en cuanto a los contornos precisos
de esta deferencia.
El fallo “Lochner vs. Nueva York” (1905) sintetiza admirable-
mente los términos de un debate, ya casi centenario, sobre cuál ha
de ser la actitud de la Corte Suprema en relación a las decisiones
legislativas.
55
CANOSA, RAÚL, op. cit., pp. 201-202.
56
GARCÍA DE ENTERRÍA, EDUARDO: La Constitución como norma y el Tribunal Constitu-
cional, Editorial Civitas, 3ª edición, Madrid, 1985, p. 96.
266
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
57
El texto completo del fallo puede consultarse en el volumen 49 de la recopilación
Lawyers edition, páginas 937 y siguientes. El autor se responsabiliza por la traducción
desde el original en inglés. Sobre “Lochner vs. Nueva York”, sus fundamentos y conse-
cuencias, ver DUCAT, CRAIG, y CHASE, HAROLD: Constitutional Interpretation, West Publishing
Company, fifth edition, 1992, pp. 523-526; GUNTHER, GERALD: Constitutional Law, The
Foundation Press, twelfth edition, 1991, pp. 439-452, y TRIBE, LAWRENCE: “American
Constitutional Law”, The Foundation Press, second edition, 1988, pp. 560-581.
267
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
268
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
***
269
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
58
En el capítulo 1 se explicó la justificación jurisprudencial y doctrinaria para
el doble estándar del período 1937-1985. Véase p. 70.
59
BERGER, RAOUL: “The Imperial Court”, The New York Times Magazine, 9 de
octubre de 1977; en GROSSMAN, JOEL y WELLS, RICHARD: Constitutional Law & Judicial
policy making, John Wiley & Sons, 2ª edición, 1980, p. 195.
270
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
60
La adopción de este criterio interpretativo se remonta a los primeros momentos
del “Judicial Review”. De esta manera, por ejemplo, ya en 1819, en “Darmouth Colle-
ge vs. Woodward”, la Corte Suprema afirmaba: “No es sino por el decente respeto debido a
la sabiduría, la integridad y el patriotismo del cuerpo legislativo que ha sancionado la ley, que
ha de presumirse en favor de su validez, hasta que su violación de la Constitución sea probada
más allá de toda duda razonable… En más de una ocasión, esta Corte ha expresado la cauta
circunspección con que debe encararse la consideración de tales cuestiones, y ha declarado que,
en ningún caso dudoso, declararía a un acto legislativo contrario a la Constitución”. (Redac-
ción del juez Marshall, en volumen 4 de la Recopilación Wheat, página 625). LINARES
QUINTANA, SEGUNDO: Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional, Editorial Plus Ultra,
Buenos Aires, Argentina, 2ª edición, 1978, tomo 3, p. 704. En la obra citada, Linares se
refiere al menos a otros seis fallos de la Corte Suprema norteamericana que recogen
el principio de la “presunción de constitucionalidad de los actos del legislador”.
61
Desde la doctrina, el profesor Lawrence Tribe ha planteado la conveniencia
de reconocer y respetar el papel que cabe al legislador en la interpretación de la
Constitución. Señala Tribe: “Se le debe reconocer al Congreso el poder y el deber de
interpretar la Constitución de una manera que deba recibir el respeto de otros …la
democracia enfrenta menos peligros en un sistema de interpretación constitucional en
el cual varios comparten un papel significativo y respetado que en un sistema donde
exista una sola voz revestida de autoridad”. TRIBE, LAWRENCE: American Constitutional
Law, Foundation Press, 2ª edición, 1988, p. 39.
271
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
62
Sobre “BUSH VS. GORE” véase BELTRÁN DE FELIPE, MIGUEL y GONZÁLEZ, JULIO:
“Las sentencias básicas del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América”,
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2005, pp. 599-622. En todo
caso, en lo que sigue he preferido mi propia traducción del fallo.
272
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
273
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
274
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
275
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
276
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
277
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
278
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
65
Concluyendo un largo artículo en que critica fuertemente a “BUSH VS. GORE”,
el profesor Lawrence Tribe advierte, sin embargo, contra los peligros de una so-
brerreacción que, so pretexto de precaver los males del activismo –tan dramáti-
camente ejemplificados en esta sentencia–, termine por sacar a la Corte Suprema
del terreno de la defensa activa de los derechos fundamentales. TRIBE, LAWRENCE:
“Bush vs. Gore and its disguises”, Harvard Law Review, volume 115, number 1,
november 2001, pp. 303-304.
279
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
TURQUÍA
280
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
67
Sobre la historia contemporánea de Turquía véanse: MANGO, ANDREW: Ata-
türk, Penguin Group, U.S.A., 2002; ZÜRCHER, ERIK-JAN: Turkey: a modern history, I.B.
Tauris and Co., London, 2004; MORRIS, CHRIS: The new Turkey: the quiet revolution on
the Edge of Europe, Granta Books, 2006. Los antecedentes sobre los hechos ocurri-
dos en 2007 y 2008 han sido tomados, fundamentalmente, de la prestigiosa revista
britanica “The Economist”.
281
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
282
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
68
En junio de 1990 la Corte Constitucional disolvió al Partido Unificado Co-
munista de Turquía. Cabe señalar que, en enero de 1998, la Corte Europea de los
Derechos Humanos acogió un requerimiento de los líderes del proscrito partido
comunista, condenando la actuación del Estado Turco. En junio de 1994, la Corte
Constitucional prohibió el Partido de la Democracia (Demokrasi Partisi, DEP),
283
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
284
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
70
Citado en RUBIN, MICHAEL: “Green Money, Islamist Politics in Turkey”, Middle
East Quarterly, winter 2005.
285
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
71
Para los partidarios de autorizar el uso del velo, la reforma constitucional
era necesaria desde el momento en que, 19 años antes, por sentencia de fecha 7
de marzo de 1989, y a instancias del entonces Presidente de la República Kenan
Evren, la Corte Constitucional había procedido a declarar la inconstitucionalidad
de una ley que permitía, precisamente, el uso de velos en los recintos universitarios.
Una década después de este fallo de la Corte Constitucional, en marzo de 1998, la
ciudadana turca Leyla Sahin recurre a la Corte Europea de los Derechos Huma-
nos reclamando haber sido expulsada de su Universidad por usar el hiyab o velo
islámico. Se le pide a la Corte Europea, entonces, que condene al Estado turco por
imponer una prohibición que afecta el derecho a la libertad religiosa reconocido
en el artículo 9º de la Convención Europea de los Derechos Humanos. En el fallo
“LEYLA SAHIN VS. TURQUÍA”, fallado finalmente el 29 de junio de 2004, la Corte Eu-
ropea desestima la pretensión de la Sra. Sahin, manifestando que la prohibición del
velo aparece suficientemente justificada en la perspectiva de un Estado laico que
considera que la democracia se fortalece si en la esfera de lo público se mantienen
separados lo estatal y lo religioso.
72
Las 162 páginas del requerimiento del Fiscal Yalcinka están muy lejos, sin
embargo, de acreditar la supuesta peligrosidad del AKP. Entre la “evidencia” citada,
se incluye una referencia al proyecto de reforma constitucional aprobado en febrero
de 2008, la decisión de municipios controlados por el AKP en orden a restringir
286
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
287
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
288
TEORÍA DE LA DEFERENCIA RAZONADA
289
Capítulo 4
TEOríA DE
LA INCONSTITUCIONALIDAD
“Lección de Anatomía del doctor Tulp”, de Rembrandt Van Rijn. Este lienzo, pintado en 1632,
y exhibido hoy en el Museo Mauritshuis de La Haya, constituye una muestra notable de la
forma en que Rembrandt aprovecha el juego de luces y sombras (técnica del claroscuro).
291
Este capítulo se abre con una reproducción de la “Lección de Ana-
tomía”, de rembrandt. La obra muestra a un profesor de Medicina
absorto en la descripción de los huesos y tejidos del cuerpo humano
y a un grupo de alumnos que, apretujados frente a un cadáver que
sirve de modelo, siguen concentradamente las explicaciones del
maestro.
Sirva la composición del maestro holandés como una alegoría de
la compleja tarea que espera a todo quien intente diagnosticar y tratar
la inconstitucionalidad. En efecto, y tal como ocurre con tumores y
células sanas, las normas afectadas por vicios de inconstitucionalidad
y los preceptos ajustados a Derecho conviven, unos juntos a otros,
a veces en íntima conexión, en una misma ley o proyecto. Esta co-
existencia plantea desafíos complejos al sujeto o entidad llamados
a librar al organismo del agente patológico. Así como muchas veces
será difícil identificar la disposición enferma, otras veces el problema
se producirá a la hora de escoger el tratamiento. ¿En qué casos las
quejas responden, en el fondo, a la hipocondría? ¿En qué situaciones
será necesario, más bien, recurrir a la cirugía para extirpar?
La ocurrencia de la inconstitucionalidad, tal como la muerte, es
inevitable. En efecto, y sin importar cuán desarrollada sea la cultura
jurídica de un pueblo o cuán bien configurados estén los mecanis-
mos de control, resulta absolutamente imposible impedir que, de
tiempo en tiempo, gobernantes o gobernados promuevan o adopten
políticas que pugnen con alguno de los principios consagrados en
el Pacto Político.
Un Estado de Derecho puede sobrevivir al hecho que se produz-
can ocasionales vulneraciones a la Carta Fundamental. El verdadero
problema se produce cuando las infracciones a la Constitución se
293
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
1
La principal tarea del TCCh consiste, precisamente, en verificar y declarar la
conformidad o disconformidad abstractas entre las actuaciones normativas de admi-
nistrador y legislador, por una parte, y las reglas fundamentales que rigen la conducta
de dichos órganos, la Constitución Política, por la otra. Desde el año 2005, además,
al Tribunal Constitucional se le ha encomendado examinar la constitucionalidad de
leyes vigentes en relación a un caso concreto.
294
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
2
Las razones para postular la necesidad de una teoría sobre esta materia me
parecen más que contundentes. Valga recordar la reflexión keynesiana según la cual
“nada es más práctico que una buena teoría”. En efecto, el hecho de que exista, y se
aplique coherentemente, una teoría sobre los vicios de inconstitucionalidad le otorga
mayor racionalidad y predictibilidad al control del Tribunal Constitucional. En la
misma medida en que la jurisprudencia del Tribunal esté anclada en una doctrina
conocida de antemano, las eventuales declaraciones de inconstitucionalidad gozarán
de mayor legitimidad y prestigio.
Por el contrario, la ausencia de una doctrina mínima en materia de vicios
conducirá inevitablemente a que las resoluciones del Tribunal sean percibidas, no
295
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
4.1.1. LA ANTIJUrIDICIDAD
como fruto del apego a principios, sino como el producto siempre impredecible
de móviles cambiantes o desconocidos.
3
Artículo 1º del Código Civil de Chile.
4
Artículos 1º y 7º de la Carta Fundamental de Chile.
5
SqUELLA, AgUSTíN: Derecho, Desobediencia y Justicia, Edeval, 2ª edición, 1992,
p. 101.
296
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
norma particular deriva, y depende, del hecho que ella pueda ser
reconocida como parte del sistema general de normas imperante.
Por nuestra parte, sin embargo, y sin poder entrar en mayores
detalles, creemos que la juridicidad de una norma se funda tanto en
consideraciones materiales como formales. Sólo de manera conse-
cuencial, y complementaria, la imperatividad de la norma jurídica
descansa en la amenaza más o menos plausible que se cierne sobre
el desobediente en cuanto a ser objeto de la fuerza del Estado.
De esta manera, y volviendo a los conceptos de Bello, la Constitu-
ción Política y Squella, e introduciendo un complemento tomista, las
normas jurídicas serían prescripciones razonables de la conducta social
dirigidas al bien común y dictadas en la forma prevista por la Consti-
tución por quien tiene a su cargo el cuidado de la comunidad.
De la definición de juridicidad recién expuesta se desprende
que la antijuridicidad puede resultar tanto de la grave falta de razo-
nabilidad, o justicia, de la orden como de la falta de competencia
del autor de la orden o de su incompatibilidad con otras órdenes
positivas, anteriores y de superior jerarquía.
Muchas veces, por supuesto, una misma orden viola, al mismo
tiempo, principios de razonabilidad y reglas positivas de jerarquía,
competencia o procedimiento. Algunos sistemas positivos, por lo
demás, han incorporado en los textos constitucionales expresamente
la razonabilidad como una regla superior de validez.
No hay que descartar, sin embargo, que una determinada orden
plenamente ajustada a los parámetros positivos del sistema jurídico
represente, sin embargo, un atentado a la razonabilidad o la justicia.
Como se sabe, hipótesis como estas merecen muy distintas respuestas
según se adopte alguna de las variantes del positivismo jurídico o se
siga alguna modalidad iusnaturalista.6
6
Aunque el tema escapa a los márgenes de este libro, parece importante fijar
alguna posición. Como se ha indicado más arriba, una norma positiva objetivamente
contraria a la razonabilidad o la justicia carece, por ese solo hecho, de un atributo
esencial de la juridicidad. Si bien en un sentido formal, la ley injusta sigue siendo
ley, desde la óptica de su legitimidad para obligar, el derecho injusto no puede
exigir obediencia libre y reflexiva. Al no poder aspirar a ese tipo de acatamiento,
el derecho injusto no es sustantivamente distinto al mero ejercicio del poder del
más fuerte.
Lo contrario a Derecho, aquello a que falta alguna de las características propias
de lo jurídico, no puede aspirar legítimamente al concurso y auxilio de la fuerza del
Estado. Al mismo tiempo, frente a una orden ajurídica o, si se quiere, antijurídica,
las razones para obedecer se trasladan desde el plano de la justicia al plano de la
prudencia y, por qué no decirlo, al terreno del miedo.
297
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
4.1.2. LA INCONSTITUCIONALIDAD
Más aun, así como existen buenas razones para tolerar, y obedecer, leyes injustas, no
debe descartarse que, en ciertos casos, el nivel de iniquidad de la norma puede llegar a
ser tal que para las personas nazca el derecho, y el deber, de desobedecer tal abuso.
7
kELSEN, hANS: Teoría General del Derecho y del Estado, Textos Universitarios, México,
1969, p. 182.
298
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
8
Sobre la “autonomía del legislador” en los aspectos de mérito u oportunidad,
recuérdese lo indicado en el Capítulo 3.
299
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
9
Así, en “Rentas Municipales”, del 6 de diciembre de 1994, rol 203, Consi-
derando 9, rF v3-p. 261; e “Impuesto al Tabaco”, del 31 de julio de 1995, rol 219,
Considerando 13, rF v3-p. 366.
10
El problema, en todo caso, es que ni nuestro Tribunal Constitucional ni el
procedimiento contencioso correspondiente están diseñados para dar curso a una
discusión de este tipo. ¿quién prueba? ¿Cómo? ¿Cuándo?
11
Así, en “Partidos Políticos”, del 24 de febrero de 1987, rol 43, Considerandos
21 al 25, rF v2-p. 32 y en “Juntas de Vecinos II”, del 14 de noviembre de 1994, rol
200, Considerandos 7 al 17, rF v3-p. 251.
12
“Generación de autoridades municipales”, del 3 de abril de 1996 (rol 232),
rF v4-p. 12.
300
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
13
No está de más recordar que, para las elecciones municipales de 1996, re-
guladas precisamente por la ley en examen, la Unión Demócrata Independiente
resolvió desafiliar al 90% de sus candidatos a Alcaldes y Concejales, los que se
presentaron a los comicios como “independientes”.
14
La falta de fundamentos puede manifestarse ya sea por la ausencia efectiva
de tales antecedentes, por la pobreza o incoherencia de los mismos o, incluso, por el
hecho que aparezca para el TCCh que los legajos o citas acompañados son pretextos
o racionalizaciones fabricados a posteriori para efectos de defender judicialmente el
acto.
301
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
15
No existen diferencias significativas entre el tipo de comparación que rea-
liza el TCCh con aquel que cabía a la Corte Suprema en sede de inaplicabilidad.
Discrepamos, en este sentido, de los profesores Alejandro Silva y María Pía Silva,
quienes parecen detectar alguna especificidad en el análisis de inconstitucionalidad
para el caso concreto. En SILVA BASCUñáN, ALEJANDrO y SILVA, MAríA PíA: “Marco
de la declaración de Inaplicabilidad”, revista de Derecho Público, volumen 63,
2001, pp. 244-251.
16
En “Reforma Tributaria II”, del 20 de octubre de 1998 (rol 280), rF
v4-p. 334, el TCCh reconoció que “sólo puede ejercer la atribución que le confiere el artí-
culo 82 Nº 2 de la Carta, siempre que la desigual interpretación de las normas se produzca
302
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
en relación a un proyecto de ley o a una o más de sus disposiciones, mas no de lo que se diga
o pueda expresarse en la exposición de motivos del Mensaje del Ejecutivo, el que, a lo sumo,
podrá servir para determinar el alcance de una norma del proyecto” (Considerando 9).
17
En “Reajustabilidad de Pensiones”, del 16 de julio de 1982 (rol 12), rF
v1-p. 42, el TCCh admitió que: “carece de atribuciones para ejercer el control de constitu-
cionalidad del proyecto de ley de que se trata en cuanto interpreta la garantía constitucional
del derecho de propiedad regulada por los artículos 10, Nº 10, de la Constitución Política de
1925 y 1º, Nº 16, del Acta Constitucional Nº 3, de 1976, por no constituir preceptos de la
actual Constitución” (Considerando 8).
18
En “Código de Aguas”, del 13 de octubre de 1997 (rol 260), rF v4-p. 205,
el TCCh rechazó verificar la inconstitucionalidad de un proyecto por haber éste,
supuestamente, infringido los preceptos de la ley orgánica constitucional sobre
el Congreso Nacional, en cuanto ella regula el procedimiento de tramitación de
la ley.
19
Así en: “Requerimiento contra Clodomiro Almeyda”, del 21 de diciembre de
1987 (rol 46), rF v2-p. 54, Considerando 36, e “Inhabilidad del Senador Pinochet”,
del 18 de marzo de 1998 (rol 272), rF v4-p. 267, Considerando 9.
303
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
304
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
305
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
22
Véase, en el mismo sentido: COrrEA, rODrIgO: “Comentario de la Jurispru-
dencia del año 2003”, Universidad Adolfo Ibáñez, Legis, 2004, pp. 523-24.
23
gUzMáN BrITO, ALEJANDrO: El Derecho Privado Constitucional en Chile, Edicio-
nes Universitarias de Valparaíso, Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso,
2001, p. 28.
24
Demasiado imbuidos en este enfoque, son varios los profesores que han
planteado que el decisivo problema constitucional del estatuto del nasciturus ha de
ser resuelto, sin más, sobre la base de aplicar el texto del artículo 75 del Código de
Bello que sitúa en el nacimiento, esto es, en el momento de la separación completa
de la madre, el inicio de la persona. Así, por ejemplo, gUzMáN BrITO, ALEJANDrO:
El Derecho Privado Constitucional en Chile, Ediciones Universitarias de Valparaíso,
Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 2001, pp 92-97. Más adelante, a
propósito del análisis del fallo “Píldora del Día Después (II)”, se rebate, desde la
Constitución Política, esta equivocada interpretación.
25
hay razones para pensar, en todo caso, que el TCCh está dispuesto a con-
trolar rigurosamente el Código Civil. En sentencia de fecha 10 de junio de 2008,
el TCCh resolvió declarar contraria a la Constitución una eventual aplicación en
juicio de la norma del artículo 2331 del Código Civil, que circunscribe a los da-
ños patrimoniales la suma que una persona afectada por imputaciones injuriosas
306
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
307
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
308
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
28
Un proyecto de ley puede adolecer de otros defectos jurídicos distintos al
vicio de inconstitucionalidad, tales como, por ejemplo, la mala técnica legislativa o
la redundancia.
Esta distinción es recogida, por ejemplo, en “Municipalidades (II)”, donde se
señala: “…la cuestión planteada tampoco constituye un problema de constitucionalidad, sino
que de desarmonía entre preceptos legales o de problemas de técnica legislativa, materias cuya
aclaración, corrección o rectificación no le corresponde a este Tribunal…” (12 de febrero de
1992, rol Nº 141, considerando 31).
En el mismo sentido, véase el voto disidente de Manuel Jiménez en que afirma:
“…el llamado que una norma legal hace a otra para integrar su contenido podrá no considerarse
una adecuada técnica legislativa en materia penal, pero esta forma de legislar, no puede dar lugar
a una inconstitucionalidad de la disposición integrada, porque según se ha señalado no existe
una disposición o precepto constitucional que haya sido abiertamente violado” (“Gobierno y
Administración Regional (II)”, 4 de enero de 1993, rol Nº 163, Fundamento g.).
309
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
29
Ahora bien, esto no obsta a que puedan existir parámetros constituciona-
les tan comprometidos con un sistema concreto de organización social que, en
la práctica, prefiguren –por definición positiva o exclusión de alternativas– las
líneas de políticas públicas susceptibles de adquirir rango de ley. Este extremo,
por supuesto, parece díficil de alcanzar en la realidad y resulta, además, inde-
seable como ideal.
30
El artículo 6º de la Carta Fundamental establece que “Los órganos del Estado
deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella.
Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos
órganos como a toda persona, institución o grupo”.
310
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
311
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
reunión del pueblo que, ya sea con armas o sin ella, desobedeciere
a las autoridades, es nula de derecho y no puede producir efecto
alguno” (artículo 23).
La Constitución Política de 1980, sin embargo, no incluye ningún
precepto que recoja explícitamente el principio del artículo 23 de la
Carta de 1925 recién citado. No obstante, la falta de un texto expreso
no significa necesariamente que la actual Carta Fundamental sea
indiferente ante la posibilidad que una ley o un decreto puedan ser
arrancados bajo una amenaza de violencia acreditable. Más aún, una
interpretación sistémica y finalista de la Constitución Política de 1980
permite identificar bases normativas para invalidar actos legislativos
o reglamentarios dictados a resultas de una fuerza ilegítima.32
La fuerza invalidante supone una amenaza directa e ilegítima. En
consecuencia, no vicia la voluntad del legislador el hecho de existir
simples presiones dirigidas en un sentido determinado. Obviamente,
ni el temor a perder el voto de las personas a las que se representa
ni el miedo a desagradar a actuales o potenciales benefactores cons-
tituyen verdaderas hipótesis de fuerza invalidante.
Ahora bien, y aun cuando se aceptare que la violencia ejercida
sobre un cuerpo legislativo puede tener el efecto de viciar las mani-
festaciones de voluntad que de allí resulten, más problemático aún
resulta aceptar que el error grave o el dolo pudieren tener análogo
efecto.
¿No debe acaso confiarse en el juicio, madurez y perspicacia de
los representantes? ¿No es acaso de la esencia de la democracia y la
libertad que las mayorías puedan equivocarse de vez en cuando?
Pese a las dificultades anotadas, parece conveniente dejar abierta
la posibilidad de que ciertas situaciones de engaño grave y deliberado
pudieren ser corregidas en sede jurisdiccional.33
respecto del error no inducido, producto simplemente de la
ignorancia o ingenuidad del legislador, pareciera difícil justificar
32
Véanse los artículos 1º, 4º y 5º de la Constitución Política.
33
Piénsese, por ejemplo, en la maquinación fraudulenta y fríamente calculada
a través de la cual Adolf hitler convenció al reichstag que le concediera facultades
extraordinarias, entre otras cosas, para perseguir al Partido Comunista alemán.
No puede olvidarse que hitler orquestó el incendio del reichstag y luego culpó al
comunismo alemán. Tanto los diputados del Centro Católico como los nacionalistas
más moderados sintieron que la magnitud del, supuesto, crimen comunista justi-
ficaba la concesión de poderes especiales al líder nacionalsocialista. y así fue que
se votó y aprobó en 1933 la ley de facultades extraordinarias. ¿Puede considerarse
válida una ley así gestada?
312
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
34
Tal es la doctrina de “Convenio sobre Pueblos Indígenas”, 4 de agosto de
2000, rol 309. Allí el TCCh plantea que “en efecto, si bien es cierto que en la adopción
del acuerdo en cuestión se incurrió en una equivocada interpretación al exigir para su
aprobación solamente quórum simple, también es efectivo que, en definitiva, el acuerdo contó
con la mayoría de las cuatro séptimas partes de los diputados en ejercicio. En consecuencia,
la voluntad de la corporación se manifestó, finalmente, en armonía y concordancia con la
exigencia establecida por el artículo 63 inciso segundo de la Carta Fundamental, en cuanto
a las normas propias de leyes orgánicas constitucionales, y, por ende, no resulta ni razonable
ni prudente que tal error autorice para declarar la inconstitucionalidad de forma del acuerdo
aprobatorio del convenio cuestionado, pues desde un punto de vista material se cumplió con
el fin perseguido por la señalada norma constitucional”.
313
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
35
Artículo 19 Nº 3 de la Constitución Política de 1980.
36
Artículo 19 Nos 15 y 16 de la Constitución Política de 1980.
314
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
37
24 de septiembre de 1985 (rol 33), rF v1-p. 205.
315
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
38
Cabe señalar que de acuerdo al propio TCCh: “el objetivo de las Leyes Orgánicas
es desarrollar en un texto armónico y sistemático los preceptos constitucionales en aquellas ma-
terias que el constituyente ha reservado a dichas leyes” (“Distribución de Exhortos”, 22 de
diciembre de 1981, rol Nº 7).
39
“Ley de Prensa”, 30 de octubre de 1995 (rol 226), rF v3-p. 424.
316
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
40
“Actas del Consejo de Estado”, Sesión 86ª, 21 de agosto de 1979, pp. 89-90.
41
“Actas del Consejo de Estado”, op. cit., pp. 89-90.
317
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
“Ministros Suplentes”
9 de septiembre de 1991
Rol Nº 132; RF v2-p. 415
42
“Actas del Consejo de Estado”, op. cit., pp. 89-90.
43
“Actas del Consejo de Estado”, op. cit., pp. 89-90.
44
“Código de Aguas”, del 13 de octubre de 1997 (rol 260), rF v4-p. 205.
318
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
319
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
45
En efecto, en “Centrales Sindicales”, el Tribunal había expresado: “la Cámara
de Diputados, según consta de los antecedentes de autos, omitió el trámite señalado en los con-
siderandos anteriores, al no remitir el proyecto de ley objeto de análisis a la Corte Suprema al
momento de darse cuenta de él en dicha Corporación… con lo que se ha configurado un vicio de
forma” (30 enero de 1991).
320
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
321
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
46
Piénsese, por ejemplo, en el artículo 24 transitorio de la Constitución Política
de 1980, vigente entre marzo de 1981 y marzo de 1990. Esta disposición establecía
textualmente: “Sin perjuicio de lo establecido en los artículos 39 y siguientes sobre
estados de excepción que contempla esta Constitución, si durante el período a que
se refiere la disposición decimotercera transitoria se produjeren actos de violencia
destinados a alterar el orden público o hubiere peligro de perturbación de la paz
interior, el Presidente de la república así lo declarará y tendrá, por seis meses
renovables, las siguientes facultades:
a) Arrestar a personas hasta por el plazo de cinco días, en sus propias casas o
en lugares que no sean cárceles. Si se produjeren actos terroristas de graves conse-
cuencias, dicho plazo podrá extenderlo hasta por quince días más;
b) restringir el derecho de reunión y la libertad de información, esta última
sólo en cuanto a la fundación, edición o circulación de nuevas publicaciones;
c) Prohibir el ingreso al territorio nacional o expulsar de él a los que propa-
guen las doctrinas a que alude el artículo 8º de la Constitución, a los que estén
sindicados o tengan reputación de ser activistas de tales doctrinas y a los que
realicen actos contrarios a los intereses de Chile o constituyan un peligro para
la paz interior; y
d) Disponer la permanencia obligada de determinadas personas en una
localidad urbana del territorio nacional hasta por un plazo no superior a tres
meses.
Las facultades contempladas en esta disposición las ejercerá el Presidente de la
república, mediante decreto supremo firmado por el Ministro del Interior, bajo la
fórmula “Por orden del Presidente de la república”. Las medidas que se adopten
en virtud de esta disposición no serán susceptibles de recurso alguno, salvo el de
reconsideración ante la autoridad que las dispuso”.
Una norma, como la transcrita, que permite a un Magistrado, en este caso el
Presidente de la república, por sí y ante sí, declarar un estado de excepción por
seis meses renovables, sobre la base de un supuesto “peligro” de perturbación; que
permite, además, expulsar personas por el simple hecho de habérseles “sindicado”
una falta o tener “reputación” de activistas y que, por último, veda absolutamente
la posibilidad de tutela judicial para los afectados, no puede sino ser calificada
como irrazonable e injusta. Ni su carácter transitorio ni su pretendida naturaleza
excepcional (de hecho, este estado de perturbación de la paz interior rigió inte-
rrumpidamente durante casi toda la década de los 80) alcanzan a salvar o atenuar
la antijuridicidad sustantiva de esta disposición constitucional.
322
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
47
h.L.A. hart advertía sobre el hecho que “los cánones de interpretación no
pueden eliminar, aunque sí disminuir, estas incertidumbres; porque estos cánones
son a su vez reglas generales para el uso del lenguaje, y emplean términos generales
que también requieren interpretación. Ellos no pueden –y en eso no difieren de
otras reglas– proveer a su propia interpretación”. hArT, h.L.A.: El concepto de Derecho,
Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2ª edición, reimpresión, 1977, p. 158.
323
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
48
NOgUEIrA, hUMBErTO: “Consideraciones sobre las sentencias de los Tribuna-
les Constitucionales y sus efectos en América del Sur”, Ius et Praxis, año 10, Nº 1,
2004, pp. 113-158.
49
zúñIgA, FrANCISCO: “La sentencia del Tribunal Constitucional”, en Nogueira,
humberto (editor): Jurisdicción Constitucional en Chile y América Latina, LexisNexis,
Santiago, 2005, p. 319.
324
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
50
Además de lo que se explica más abajo a propósito de Italia y España, véase
respecto de América Latina: SAgüES, NéSTOr PEDrO: “Las sentencias constitucio-
nales exhortativas”, Estudios Constitucionales, año 4, Nº 2, Universidad de Talca,
Librotecnia, 2006, pp. 189-202; ESPINOzA-SALDAñA, ELOy: “Sentencias interpretativas:
sus alcances y algunas reflexiones sobre su uso a la luz de la experiencia peruana”,
Estudios Constitucionales, Año 4, Nº 2, Universidad de Talca, Librotecnia, 2006,
pp. 203-220.
51
DE LA CrUz, ALICIA: “Sentencias bajo reserva de interpretación”, Tesis para
optar al grado de Magíster en Derecho Constitucional, Pontificia Universidad
Católica de Chile, 2006.
325
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
52
Los siguientes son algunos de los muchos fallos en que el TCCh acude a la
técnica de las prevenciones:
“Partidos Políticos”, 21 de diciembre de 1987, rol 46.
“Municipalidades (I)”, 29 de febrero de 1988, rol 50.
“Congreso Nacional”, 18 de enero de 1990, rol 91.
“Municipalidades (III)”, 16 de marzo de 1992, rol 141.
“Modifica el DL 3.500”, 11 de mayo de 1995, rol 213.
“Fuegos Artificiales”, 25 de abril de 2000, rol 306.
“Gobiernos Regionales (III)”, 14 de junio de 2005, rol 443.
326
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
53
Según ribera: “El orden jurídico contemporáneo es una unidad normativa
basada en la concordancia entre las diversas disposiciones jurídicas entre sí como
entre todas ellas y la Constitución. Todos los preceptos del ordenamiento jurídico
derivan su validez de la Constitución, por lo que las normas jurídicas deben ser in-
terpretadas en concordancia con la Carta Fundamental, que es la norma suprema en
el orden jurídico positivo… Por otro lado, está la presunción de constitucionalidad
del actuar del legislador y, de esta manera, de las leyes y proyectos que de él emanan.
Tal como el Tribunal Constitucional concibe una ‘infalibilidad del Constituyente’,
supone también un actuar del Legislador conforme a la Carta Magna. Esto significa
que el Tribunal parte del hecho que el legislador conoce la Ley Fundamental y tiene
un accionar enmarcado en sus límites, por lo que debe interpretar los proyectos de
ley de manera que no estén en contradicción con la Constitución”. rIBErA, TEODOrO:
“El Tribunal Constitucional y su aporte al desarrollo del derecho”, Estudios Públicos,
Nº 34, 1989, p. 225.
327
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
miento del aparato estatal sugiere que, ante normas jurídicas que
plausiblemente pueden ser interpretadas tanto en conformidad
como en contrariedad con la Carta Fundamental, deba preferirse
siempre aquella lectura que no entorpece ni descarrila el curso
legislativo que resulta de la libre concurrencia de las distintas fuer-
zas políticas.54
Sin perjuicio de la validez de ésta u otras razones para justificar
las “sentencias interpretativas”, es necesario estar en guardia contra
su uso indiscriminado. Existe siempre el riesgo que esta técnica se
emplee para “salvar” preceptos francamente inconstitucionales a
partir de interpretaciones artificiosas o rebuscadas.55 Por otra parte,
tampoco es muy claro que los demás operadores del Derecho, admi-
nistradores o tribunales ordinarios, puedan sentirse especialmente
vinculados por interpretaciones o prevenciones que ni siquiera apa-
recerán incluidas en el texto de las ediciones oficiales de las leyes
en cuestión.
Consecuencia natural de ser el Tribunal Constitucional el in-
térprete supremo de la Carta Fundamental, es que sus prevencio-
nes deben tener efecto vinculante, erga omnes, para toda persona u
órgano. Si las sentencias interpretativas no vinculan eficazmente
a todo intérprete o aplicador eventual de la norma interpretada;
la técnica de la prevención perdería su razón de ser y no tendría
ningún sentido práctico.
ratificando el carácter vinculante de estas sentencias interpre-
tativas, Teodoro ribera ha expresado: “Las prevenciones son un
elemento integrante de la parte resolutiva del fallo y obligan como
54
La opción por la interpretación conforme admite un parangón con el fútbol.
Perdóneseme, por tanto, una referencia al balompié.
En fecha relativamente reciente, y en relación con el fuera de juego, la FIFA ha
ordenado a los árbitros y guardalíneas que resuelvan en favor del jugador atacante,
esto es, por la continuación del juego, todos aquellos casos en que no puede discer-
nirse claramente un off-side, pues el atacante y el último defensor distinto del portero
aparecen en línea.
De esta manera, y para esas situaciones en que existe duda razonable entre
invalidación o validación, la FIFA y los árbitros han optado deliberadamente por
la continuación del juego.
Cabe anotar que los grandes beneficiados por esta opción han sido el espec-
táculo y el público aficionado.
55
Sobre este punto, revísense, más abajo, las críticas formuladas por los Minis-
tros Bulnes, garcía y Faúndez, en su disidencia al fallo “Trasplante de Órganos”,
del 13 de agosto de 1995, rol 220.
328
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
56
rIBErA, TEODOrO: “El Tribunal Constitucional y su aporte al desarrollo del
derecho”, Estudios Públicos, 1989, pp. 219-220.
57
En el fallo “Estados de Excepción” el Tribunal Constitucional expresó: “esta
referencia (durante los Estados de Excepción la autoridad tendrá las atribuciones
contempladas expresamente y ‘las demás que le otorguen las leyes en su calidad de
tal’) debe entenderse dirigida a leyes orgánicas constitucionales, puesto que las atri-
buciones de la autoridad durante la vigencia de los estados de excepción sólo pueden
estar regladas en leyes de tal carácter, de acuerdo con lo preceptuado por el artículo
41, Nº 9º, de la Constitución Política. Por lo tanto, debe concluirse que sólo en esta
inteligencia esta parte de los aludidos preceptos se ajusta a las normas constitucionales”
(considerando 2º, fallo del 7 de junio de 1985).
En la sentencia “Inscripciones Electorales”, y a propósito de la norma que
dispone: “Para acreditar la existencia de los requisitos a que se refieren los artículos
13 y 14 de la Constitución Política, los ciudadanos y los extranjeros con derecho a
sufragio deberán cumplir con el trámite de inscripción en los registros electorales”,
el Tribunal Constitucional “previene que considera constitucional el artículo copia-
do… en el entendido que debe interpretarse dentro del contexto general del mismo
proyecto y en armonía con su finalidad. De manera que la exigencia de acreditar los
requisitos contemplados en los artículos 13 y 14 de la Constitución Política… debe
considerarse establecida con el único objeto de ejercer el derecho a sufragio, pero
no como una forma general y obligatoria de acreditar que se poseen las calidades
que dichos preceptos constitucionales establecen para cualquier otro efecto que
sea menester. Por otra parte, dicha inscripción en los registros electorales debe
entenderse sólo como una formalidad establecida para atestiguar que se cumplen
las exigencias constitucionales para ejercer el derecho a sufragio” (considerando
11º, fallo del 8 de septiembre de 1986).
58
Así, por ejemplo, en el considerando 31 de “Partidos Políticos” se expresa:
“el Tribunal no formula reparos constitucionales a la primera parte del inciso 3º del
artículo 2º, en cuanto establece que ‘Lo dispuesto en los incisos anteriores no impedirá
a las personas naturales presentar candidaturas independientes para optar a cargos de
elección popular’, en el entendido que será la ley orgánica constitucional del sistema
electoral público, la que contendrá los requisitos que deberán cumplir dichas personas
para tal efecto, en forma que se garantice siempre la plena igualdad entre los indepen-
dientes y los miembros de partidos políticos en la presentación de dichas candidaturas,
como lo ordena expresamente el artículo 18 de la Constitución Política”.
329
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
330
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
“Trasplante de Órganos”
13 de agosto de 1995
Causa Rol Nº 220
331
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
332
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
333
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
61
A juicio de garcía, “si ninguna disposición del proyecto establece las bonificacio-
nes correspondientes a la atención médica preventiva de los beneficiarios del Sistema
de Salud de las Fuerzas Armadas, nos encontramos en presencia de una omisión del
encargo constitucional de establecer en la ley orgánica constitucional las normas
básicas aplicables en la materia, entre las cuales no pueden dejar de considerarse las
que establecen las correspondientes bonificaciones, por todo lo cual, debe hacerse
presente la necesidad de su complementación”.
334
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
62
Teodoro ribera plantea la duda de si estas “advertencias” al Legislador “atentan
o no contra su autonomía para determinar, dentro de los marcos constitucionales,
la regulación más conveniente sobre una materia”. Según ribera, ello depende del
tipo de “llamado” que se formule: “cuando el Tribunal Constitucional advierte al
Legislador sobre una carencia en la ley y lo conmina a corregirla ‘oportunamente’,
está respetando en un grado sumo la autonomía legislativa. Esto es tal, pues en estricto
Derecho el Tribunal debería declarar la inconstitucionalidad y no sólo comunicársela
al legislador. Son las consecuencias posteriores las que le indican que es mejor abste-
nerse de hacerlo. Si el Tribunal advierte al Legislador sobre una inconstitucionalidad
y le impone una regulación precisa, es preciso distinguir si estas pautas reflejan la
única interpretación constitucional factible, o sólo exponen un alcance más entre
otros que también pueden serlo. Si la Corte conmina al Legislador a adoptar una
determinada pauta, siendo que también podrían darse otras alternativas de concre-
tizar el postulado constitucional, el tribunal atenta en contra de la autonomía del
Legislador, pues asume una función que no le compete. Distinto es el caso cuando
se limita a dar un alcance de un precepto o de una situación determinada y no ex-
trae como consecuencia una regulación específica, dado que sólo está facilitando la
comprensión de la Carta Magna”. rIBErA, TEODOrO: “El Tribunal Constitucional y su
aporte al desarrollo del derecho”, Estudios Públicos, Nº 34, 1989, p. 223.
63
En todo caso, una exhortación no respondida podría ser un interesante punto
de apoyo para la eventual interposición de un recurso de Inaplicabilidad por incons-
titucionalidad ante la Corte de Suprema de Justicia contra la norma incompleta. Otra
cosa, por supuesto, es que dicha Corte acoja o comparta las inquietudes del TCCh.
64
Si bien es cierto que el TCCh no puede volver a pronunciarse sobre un pro-
yecto de ley que ya fue objeto de control de constitucionalidad, y por lo tanto, no
puede sancionar con la invalidación a una norma que, pese a la exhortación, no fue
oportunamente completada, no es menos cierto que un TC que se tomara en serio
su propia jurisprudencia podría hacer que los órganos colegisladores pagaran muy
caro su indiferencia.
65
La “exhortación” o “llamado a legislar” se introduce en abril de 1988, con
“Votaciones Populares y Escrutinios (I)”. Esta técnica volvería a ser empleada en los
335
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
siguientes cuatro fallos: “Municipalidades (II)”, 12 de febrero de 1992, rol 141; “Go-
bierno y Administración Regional”, 3 de noviembre de 1992, rol 155, “Generación
de autoridades Municipales”, 3 de abril de 1996, rol 232 y “Restricción Vehícular”,
26 de junio de 2001, rol 325.
66
El lenguaje empleado por el Tribunal Constitucional para describir el problema
de los vicios de omisión ha sido en ocasiones bastante confuso. Así, por ejemplo, en
“Municipalidades (II)” se expresa: “…si se considera que el mandato transcrito afecta,
según sus términos, al legislador, debe estimarse que la omisión representada constituye una
situación de vacío legal; que lo que se objeta no representa entonces un vicio de inconstitucio-
nalidad, sino sólo el incumplimiento de una obligación que tiene el legislador, lo que si bien
hace improcedente la objeción de inconstitucionalidad planteada, aconseja hacerlo presente
para los efectos de que sea oportunamente subsanado;” (considerando 29).
336
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
67
Cabe señalar que la Junta de gobierno, antes que transcurrieran cuatro meses
desde que el Tribunal Constitucional emitiera estas advertencias, acogió todas y cada
una de las prevenciones de “Votaciones Populares y Escrutinios (I)”. Las respectivas
normas orgánicas complementarias serán examinadas por el propio Tribunal en fallo
del 9 de agosto de 1988 y se publicarán como Ley 18.733 el 13 de agosto de 1988.
337
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
338
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
68
Debe anotarse que el legislador respondería prontamente al llamado del Tribunal
Constitucional. En efecto, apenas 8 días después de pronunciado el fallo “Gobierno
y Administración Regional” el Ejecutivo presentó un proyecto de ley destinado fun-
damentalmente a recoger las advertencias formuladas en dicho fallo.
Esta circunstancia será reconocida expresamente por el propio Tribunal Cons-
titucional en la sentencia emitida con ocasión del control de esta última iniciativa
legal: “…en las normas de este nuevo proyecto se recogen en apreciable medida las prevenciones
anteriormente formuladas…” (“Gobierno y Administración Regional (II)”, 4 de enero
de 1993, rol Nº 163, Considerando 3º).
339
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
340
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
341
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
69
“Estatuto de Capacitación y Empleo”, 2 de septiembre de 1997, rol 257,
Prevención de los Ministros Eugenio Valenzuela y Juan Colombo.
70
Expresa “Funciones Críticas”: “Los sentenciadores no han dejado de reflexionar,
latamente, sobre la circunstancia de que las normas que se declararán inconstitucionales
persiguen el muy laudable y justo propósito de responder en forma dinámica a las nece-
sidades mutables de un Ministerio que, sin perjuicio de sus funciones regulatorias, en lo
esencial, tiene como finalidad invertir recursos fiscales en obras públicas y, por lo tanto, la
magnitud de este objetivo “en buena medida determina la de los recursos humanos reque-
ridos para llevarlo a buen término”. Sin embargo, sobre esta buena razón circunstancial
prima el principio de supremacía constitucional, que constituye una de las bases esenciales
en que descansa toda la institucionalidad, sobre todo si, con un análisis más depurado
es posible, tal vez, alcanzar el objetivo perseguido por el proyecto en estudio, dentro de los
esquemas que nos ofrece la Constitución” (Considerando 21). 28 de julio de 1998,
rol 276, rF v4-p. 286.
342
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
343
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
ITALIA
71
También puede consultarse el interesante trabajo de Franco Modigno, “L’Invalidità
della legge”, publicado en 1970 por la Università degli Studi di roma.
72
Estudios sobre el Derecho procesal, tomo III, Ediciones Jurídicas Europa-América,
Buenos Aires, 1962, pp. 47-55.
73
Derecho Constitucional, Editorial Tecnos, Madrid, 3ª edición, 1987, p. 590.
344
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
74
zAgrEBELSky, gUSTAVO: Giustizia Constituzionale. Il Mulino, Bologna, Nuova
Edizione, 1988, Cap. 5, pp. 123-165.
345
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
ESPAñA
75
CELOTTO, ALFONSO: El derecho juzga a la política. La Corte Constitucional de Italia,
Ediar, Argentina, 2005, p. 80.
76
PIzzOrUSSO, ALESSANDrO: “Las sentencias manipulativas del Tribunal Cons-
titucional italiano”, en El Tribunal Constitucional, volumen I, Instituto de Estudios
Fiscales, 1981, p. 285.
77
gArCíA DE ENTErríA, EDUArDO, y FErNáNDEz, TOMáS-rAMÓN: Curso de Derecho
Administrativo (I), Editorial Civitas, 5ª edición, 1989, p. 184.
346
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
78
gArrOrENA, áNgEL: “La sentencia constitucional”, revista de Derecho Político,
Nº 11, 1981, p. 17.
347
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
79
gArrOrENA, áNgEL: “La Sentencia Constitucional”, revista de Derecho Político,
Nº 11, otoño 1981, p. 12.
80
gArrOrENA, áNgEL: “La Sentencia Constitucional”, revista de Derecho Político,
Nº 11, otoño 1981, p. 13.
81
Citado en FIgUErUELO, áNgELA: “La incidencia positiva del Tribunal Constitu-
cional en el Poder Legislativo”, revista de Estudios Políticos (Nueva época), Nº 81,
julio-septiembre 1993, p. 59.
82
BIgLINO, PALOMA: “Los Vicios en el Procedimiento Legislativo”, Centro de
Estudios Legislativos, Madrid, 1991, p. 41.
348
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
349
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
86
CrUz VILLALÓN, PEDrO, op. cit., p. 17.
87
gArrOrENA, áNgEL: “La sentencia Constitucional”, revista de Derecho Polí-
tico, España, Nº 11, otoño de 1981, pp. 7 ss.
88
MONTOrO, MIgUEL: Jurisdicción Constitucional y procesos constitucionales, Editorial
Colex, 1991, tomo I, p. 110.
350
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
ALEMANIA
351
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
89
Aun sería renovada de nuevo en 1939 y 1943. DEUSChEr BUNDESTAg: The
enabling Act of 23 March 1933, research Section W D 1, March 2006.
90
rADBrUCh, gUSTAV: Arbitrariedad legal y derecho supralegal, Abeledo Perrot,
Buenos Aires, 1962.
91
rOMMEN, hEINrICh: “Natural Law in decisions of the Federal Supreme Court
and of the constitutional courts in germany”, Natural Law Forum, Notre Dame Law
School, volume 4, Nº 1, 1959, pp. 1-25; VON hIPPEL, ErNST: “The role of natural law
in the legal decisions of the german Federal republic”, pp. 106-118.
92
MESSNEr, JOhANNES: “The postwar revival and its outcome”, Natural Law
Forum, Notre Dame Law School, volume 4, Nº 1, 1959, pp. 101-105.
352
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
353
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
354
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
355
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
356
TEOríA DE LA INCONSTITUCIONALIDAD
97
Sobre el fallo véase ALExy, rOBErT: “La decisión del Tribunal Constitucional
federal alemán sobre los homicidios cometidos por los centinelas del Muro de
Berlín”, en Vigo, rodolfo Luis (ed.): La injusticia extrema no es Derecho, Facultad de
Derecho de la Universidad de Buenos Aires, La Ley, 2004, pp. 197-226.
357
PrIMErA PArTE: LA TEOríA
358
Capítulo 5
“La Gran Torre de Babel”, de Pieter Brueghel. En esta obra destaca la gran cantidad de
detalles pintados por Brueghel, todos los cuales buscan poner de manifiesto el nivel de
complejidad requerido para la construcción de la Torre.
359
La construcción del Estado de Derecho es una tarea difícil y ambi-
ciosa. Tal como ocurre con toda empresa de esas características, el
éxito sólo es posible si los llamados a participar en ella desarrollan
relaciones de cooperación.
La cooperación, por su parte, necesita del diálogo. El diálogo, a
su vez, requiere de un lenguaje compartido. La falta de un idioma
común, como en la Babel del cuadro de Brueghel reproducido en
la portada del capítulo, genera confusión, conflicto y, finalmente,
el fracaso del proyecto.
La jurisprudencia es el lenguaje común para los operadores del
Derecho.1
1
La palabra “jurisprudencia” puede significar dos cosas muy distintas. Puede ser,
en primer lugar, el término empleado para describir la simple suma de las resoluciones
emanadas de un tribunal. O bien, puede ser también –en una acepción más restrin-
gida y compleja–, el concepto con que se designa al sistema relativamente coherente
de soluciones, y argumentaciones, con que un ente jurisdiccional ha respondido a
las preguntas y problemas que le han sido planteados. Esta misma distinción aparece
parcialmente recogida por el Diccionario de la Real Academia Española.
De esta manera, y de acuerdo a dicho Diccionario, la “jurisprudencia” es, en pri-
mer lugar, el: “Conjunto de las sentencias de los tribunales, y doctrina que contienen”
(segunda acepción). En segundo término, la “Jurisprudencia” es definida como el:
“Criterio sobre un problema jurídico establecido por una pluralidad de sentencias
concordes” (tercera acepción). Diccionario de la Lengua Española, Real Academia
Española, Vigésima edición, Madrid, 1984, p. 805.
En un sentido similar, aunque no idéntico, Máximo Pacheco alude a la ju-
risprudencia como un conjunto de principios generales emanados de los fallos
uniformes de los tribunales, y por otra parte, se refiere a ella también como las
normas jurídicas individuales emanadas de las sentencias pronunciadas por los
tribunales. PACHECO, MÁXIMO: Teoría del Derecho, Editorial Jurídica de Chile, 2ª
edición, 1984, pp. 346-347.
361
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
362
TEORÍA DEL PRECEDENTE
363
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
6
COLOMBO, JUAN: “Las sentencias constitucionales: tipología y efectos”, en
Nogueira, Humberto (editor): Jurisdicción constitucional en Chile y América Latina.
Presente y Prospectiva, LexisNexis, Chile, 2005, p. 285.
7
COLOMBO, JUAN, op. cit., pp. 285-6.
8
COLOMBO, JUAN, op. cit., p. 287.
9
GARCÍA DE ENTERRÍA, EDUARDO, y FERNÁNDEZ, TOMÁS-RAMÓN: Curso de Derecho
Administrativo (I), Editorial Civitas, 5ª edición, 1989, p. 186.
364
TEORÍA DEL PRECEDENTE
365
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
366
TEORÍA DEL PRECEDENTE
12
El artículo 93 de la Carta Fundamental exige que las cuestiones de inaplica-
bilidad a que se refiere el Nº 6 deben fundarse razonablemente. El artículo 39 de la
Ley 17.997, Orgánica Constitucional del Tribunal Constitucional, establece, por su
parte, que “El requerimiento deberá contener una exposición clara de los hechos
y fundamentos de derecho que le sirven de apoyo. Se señalará en forma precisa la
cuestión de constitucionalidad y, en su caso, el vicio o vicios de inconstitucionalidad
que se aducen, con indicación de las normas que se estiman transgredidas”.
367
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
13
En SÁNCHEZ AGESTA, LUIS: “La Justicia Constitucional”, Revista de Derecho
Político, Nº 16, invierno 1982-1983, pp. 10 y 11.
14
DOUGLAS, WILLIAM: Stare Decisis, Columbia Law Review, volumen 49, 1949,
p. 739.
15
De acuerdo al juez Douglas, de la Corte Suprema norteamericana, los jueces
juran respetar la Constitución, “no la glosa que (la Corte) le haya añadido”. DOUGLAS,
WILLIAM: Stare Decisis, Columbia Law Review, volumen 49, 1949, p. 736.
16
El profesor Jorge Streeter ha explicado muy bien esta fundamentación del
stare decisis, al señalar: “…como una manera de evitar la discrecionalidad arbitraria, la
inseguridad jurídica y la imprevisión en el resultado de las conductas, parece, por lo
menos para mí, que el artículo 19, Nº 3, de la Constitución Política del Estado hace
jurídicamente obligatorio el respeto, pero en ningún caso la servil repetición, de los
precedentes judiciales en materias similares. En todo caso me parece una exigencia
de honradez intelectual que los fallos judiciales sobre materias que ya han sido objeto
de pronunciamiento respeten la doctrina, la razón decisoria contemplada en los casos
anteriores, a menos que existan muy buenas razones para apartarse de ellas, razones
que el fallo debería hacer explícitas y fundamentar adecuadamente”. STREETER, JORGE:
“El Razonamiento Jurídico”, en “Interpretación, Integración y Razonamiento Jurídicos”
(Conferencias y ponencias presentadas en el Congreso realizado en Santiago y Viña del
Mar entre el 23 y el 25 de mayo de 1991), Editorial Jurídica de Chile, 1992, p. 115.
368
TEORÍA DEL PRECEDENTE
17
La creación, en 1902, del recurso de casación en el fondo pretendió fundamen-
talmente propender hacia una interpretación más uniforme del derecho patrio por
parte de los tribunales de justicia. Tal aspiración se funda a su vez en la necesidad de
garantizar a todas las personas la igualdad en la ley y un margen razonable de seguridad
jurídica. CIUDAD, LUCIANA: La Casación, Editorial Jurídica de Chile, 1965, y ARTEAGA,
ÁNGELA, y GONZÁLEZ, BENITA: “Corte Suprema ¿Tribunal de Casación?”, Revista Chilena
de Derecho, volumen 13 Nº 1, enero-abril de 1986, pp. 101-142.
Al mismo propósito obedeció la creación, en 1925, del recurso de inaplicabi-
lidad por inconstitucionalidad.
18
De acuerdo a Frederick Schauer el respeto stare decisis tiene la virtud de per-
feccionar el proceso de toma de decisiones jurisdiccionales por la vía, entre otras,
de fortalecer el prestigio de la institución judicial. SCHAUER, FREDERICK: “Precedent”,
Stanford Law Review, volumen 39, Nº 3, febrero de 1987, pp. 571-605.
19
MONAGHAN, HENRY: “Stare decisis and Constitutional adjudication”, Columbia
Law Review, volume 88, Nº 4, may 1988, pp. 723-773.
20
KRONMAN, ANTHONY: “Precedent and Tradition”, The Yale Law Journal, volu-
men 99, 1990, pp. 1029-1068.
369
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
21
Frederick Schauer plantea el argumento de la “predictibilidad” como una de
las justificaciones centrales para la adopción del Stare Decisis. SCHAUER, FREDERICK:
“Precedent”, Stanford Law Review, volumen 39, Nº 3, febrero de 1987, pp. 571-605.
Lawrence Marshall, por su parte, defiende una aplicación vigorosa del stare decisis,
entre otras razones, para forzar al Legislativo a involucrarse de manera más dinámica
en los problemas de interpretación y eventual modificación de la legislación que se
prueba defectuosa e inconveniente. En su opinión, en la misma medida en que la
Corte “no lo arregla todo”, se crea un incentivo para que el Congreso deba intervenir.
MARSHALL, LAWRENCE: “‘Let Congress do it’: the case for an absolute rule of statutory
stare decisis”, Michigan Law Review, volume 88, Nº 2, november 1989, pp. 177-238.
370
TEORÍA DEL PRECEDENTE
22
Este planteamiento, sin congelar una determinada interpretación de la Cons-
titución, contribuye a evitar giros violentos o insospechados en la jurisprudencia
del Tribunal Constitucional. Se trata, en síntesis, de una solución que propende,
simultáneamente, a rescatar la seguridad que emana del stare decisis y a reconocer
la posibilidad del progreso y la corrección de los errores.
23
La consideración al precedente, por ende, no impide que éste pueda ser
abandonado, sólo exige que tal descarte sea el resultado de una reflexión detenida
sobre las consecuencias de un cambio de doctrina. Cabe recordar al efecto, las pa-
labras del juez nortemericano Harlan, quien, al criticar la actitud despreocupada
con que la mayoría de la Corte Suprema estaba revirtiendo un precedente juris-
prudencial, expresó: “Concuerdo en que ‘Betts vs. Brady’ debe ser desechado (overruled),
pero considero que merece un entierro más respetuoso que aquel que ha recibido, por lo menos
de parte de aquellos de nosotros que no estábamos en la Corte cuando dicho caso fue decidido”
(Gideon vs. Wainwright, 1963).
24
Sucesivos fallos de la Corte Suprema norteamericana han consagrado ciertos
criterios con arreglo a los cuales puede revertirse un precedente jurisprudencial.
Estas causales que justificarían desestimar los precedentes son tres: a) Que las reglas
fijadas por la Corte demuestran con el tiempo ser impracticables, b) Que cambien
las condiciones o circunstancias en que se fundó el precedente, y c) Que existan
precedentes contradictorios. En “Constitutional Stare Decisis”, Harvard Law Review,
volume 103, 1990, p. 1346.
El Tribunal Constitucional español, por su parte, también ha elaborado ciertos
supuestos justificatorios para el cambio de doctrina. Señala Ezquiaga: “En varias
sentencias el TC ha reconocido indirectamente la posibilidad de un cambio de
jurisprudencia. Las razones para este cambio serían, según el propio Tribunal, que,
a pesar de la igualdad sustancial de supuestos, la fuerza de las razones que entonces
le llevaron al fallo pierdan vigor; que haya razones para alejarse de lo establecido en
otro caso similar; que la Sala cambie de criterios; o, por último, que no comparta
los manifestados en la sentencia anterior”. EZQUIAGA, FRANCISCO JAVIER: “La argu-
mentación en la justicia constitucional española”, Instituto Vasco de Administración
Pública/Herri-Arduralaritzaren Euskal Erakundae, Bilbao, 1987, p. 318.
371
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
25
El propio Tribunal Constitucional chileno ha reconocido la función di-
rectiva y orientadora que tienen los Capítulos I y III de la Carta Fundamental
(Bases Fundamentales y Derechos de las Personas) en relación a las restantes
normas de la Constitución Política. En particular, ver “Tribunal Calificador de
Elecciones”.
26
No debiera descartarse, en todo caso, la posibilidad que un cambio de
doctrinas, en vez de ampliar o fortalecer el sentido y extensión de un derecho,
pudiera, más bien, restringir o reducir sus contornos. En tal evento, sin embargo,
la sentencia posterior más desfavorable no podría afectar retroactivamente las
garantías ya ejercidas o los derechos ya incorporados.
372
TEORÍA DEL PRECEDENTE
27
Esta falta de exactitud del stare decisis, sin embargo, no debiera ser motivo para
desestimar su empleo. Como bien lo señala Charles Collier: “La ley de los precedentes
jurisprudenciales es teóricamente inestable, descansa en frágiles fundamentos con-
ceptuales, importados de otras disciplinas, que sólo indirectamente están dirigidos
a responder problemas legales. Sin embargo, difícilmente la situación podría ser
distinta tratándose, en el fondo, de un sistema de ajustes pragmáticos que tiene su
origen en la evolución histórica. Exigir, en esta etapa, una consistencia lógica com-
pleta o pureza metodológica respecto de un edificio intelectual e histórico que debe
resolver problemas prácticos en la vida real, no es ni realista ni razonable. La ley es,
como Whitman (gran poeta norteamericano), muy “grande”, contiene multitudes
y se contradice a sí misma”. COLLIER, CHARLES: “Precedent and Legal Authority: A
critical history”, Wisconsin Law Review, volume 1988, Nº 5, p. 825.
En el mismo sentido, Franck Easterbrook reconoce que la inconsistencia es,
en cierta medida, “inevitable”, aunque, agrega: “no pienso que la consistencia sea
siempre imposible”. EASTERBROOK, FRANCK: “Ways of Criticizing the Court”, Harvard
Law Review, volumen 95, Nº 4, febrero de 1982, p. 813.
28
Como ejemplos de fallos que se remiten a sentencias anteriores para avalar
una determinada decisión valga citar los siguientes:
“Requerimiento contra el M.D.P.” (31 de enero de 1985, Considerando 14).
“Banco Central” (20 de septiembre de 1989, Considerando 28).
“Congreso Nacional” (18 de enero de 1990, Considerando 20).
“Colonia Dignidad” (18 de junio de 1991, Considerando 22).
29
Los detractores nacionales del stare decisis tienden a apoyarse en lo precep-
tuado por el inciso segundo del artículo 3º del Código Civil, según el cual: “Las
sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las causas en que
actualmente se pronunciaren”.
373
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
374
TEORÍA DEL PRECEDENTE
30
La solución del problema descrito exige determinar el sentido y alcance
del artículo 74 inciso primero de la Constitución Política, según el cual: “Una ley
orgánica constitucional determinará la organización y atribuciones de los tribuna-
les que fueren necesarios para la pronta y cumplida administración de justicia en
todo el territorio de la República. La misma ley señalará las calidades que respec-
tivamente deban tener los jueces y el número de años que deban haber ejercido
la profesión de abogado las personas que fueren nombradas ministros de Corte
o jueces letrados”.
31
En el fallo, el Ministro Philippi, redactando por la mayoría, expresa: “sin
duda el concepto ‘organización y atribuciones de los tribunales’ empleado en el artículo 74
de la Constitución se refiere a la estructura básica del Poder Judicial en cuanto ella no está
reglada por la propia Carta Fundamental, pues dice relación con lo necesario ‘para la pronta
y cumplida administración de justicia en todo el territorio de la República’. El propio consti-
tuyente se ha encargado de advertir que no todo lo relacionado con esta materia queda bajo el
ámbito de la ley orgánica constitucional, pues ha reservado a la competencia de la ley común,
en su artículo 60, Nº 3, los preceptos ‘que son objeto de codificación, sea civil, procesal, penal
u otra’, y en el Nº 17 del mismo precepto deja a la ley común señalar la ciudad en la cual
deba funcionar la Corte Suprema;”.
32
En su voto disidente, Correa Labra recuerda que “De acuerdo con el artículo
74 de la Constitución Política, la ley que determine la organización y atribuciones de
los tribunales que fueren necesarios para una cumplida administración de justicia,
debe ser ley orgánica constitucional, y por mandato de la quinta disposición transitoria
de la Constitución Política, se entenderá que las leyes actualmente en vigor sobre
materias que conforme a esta Constitución deben ser objeto de leyes orgánicas cons-
375
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
376
TEORÍA DEL PRECEDENTE
34
De acuerdo al artículo 8º letra f) de la Ley Nº 17.997, Orgánica Constitucional
sobre el Tribunal Constitucional, el presidente del Tribunal Constitucional tiene la
atribución de dirimir los empates, para cuyo efecto su voto será decisorio.
377
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
35
Reforzando este último argumento, y en este mismo acápite, la mayoría
agrega: “Que este mismo planteamiento cuenta con la jurisprudencia mayoritaria de nuestros
tribunales superiores de justicia y con las principales opiniones doctrinarias de los estudiosos
del derecho procesal”.
378
TEORÍA DEL PRECEDENTE
36
Sólo por vía ejemplar cabe citar tres casos:
“Colonia Dignidad”, pronunciada el 18 de junio de 1991, se remite expresamente
a una de las conclusiones de “Subsidios de Vivienda” (27 de diciembre de 1990).
“Publicidad Caminera (II)”, de fecha 6 de abril de 1993, contiene varias re-
ferencias a la doctrina jurisprudencial de “Publicidad Caminera (I)” (21 de abril
de 1992).
37
¿Estaría la mayoría de “Juzgados de Letras” dispuesta a ratificar la doctrina
de “Protesto de Letras” si la creyera equivocada?
Sobre el particular, me permito indicar que considero que “Protesto de Letras”,
y su descendencia jurisprudencial, han incurrido en una muy discutible restricción
del ámbito de la Ley Orgánica sobre Tribunales de Justicia. Pese a lo anterior,
y precisamente en razón de valorar el stare decisis, pienso que tal doctrina, aun
cuando fuera errada, no debiera ser desechada a menos que existieran poderosas
razones para ello.
379
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
ESPAÑA
380
TEORÍA DEL PRECEDENTE
381
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
41
SÁNCHEZ AGESTA, LUIS: “La Justicia Constitucional”, Revista de Derecho Po-
lítico, Nº 16, invierno 1982-1983, pp. 10-11.
42
BOCANEGRA, RAÚL: “Cosa Juzgada, Vinculación, Fuerza de Ley en las decisiones
del Tribunal Constitucional alemán”, Revista Española de Derecho Constitucional,
volumen 1, Nº 1, enero-abril de 1981, p. 245.
382
TEORÍA DEL PRECEDENTE
43
BOCANEGRA, RAÚL, op. cit., p. 245.
44
RUBIO LLORENTE, FRANCISCO, y ARAGÓN, MANUEL: “La Jurisdicción Constitu-
cional”, en La Constitución española de 1978, Estudio sistemático, Editores Predieri y
Eduardo García y Enterría, Editorial Civitas, Madrid, 1981, p. 850.
45
RUBIO LLORENTE, FRANCISCO, y ARAGÓN, MANUEL, op. cit., p. 870.
46
ALONSO, ENRIQUE: La Interpretación de la Constitución, Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, 1984, pp. 179-182.
383
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
ESTADOS UNIDOS
En los Estados Unidos el debate sobre el valor del stare decisis tiene
ya una larga historia. El paso del tiempo, sin embargo, lejos de ir
acercando las distintas posiciones, ha ido generando nuevas y más
intensas polémicas tanto en el terreno judicial como en el ámbito
académico.
Históricamente, la postura de la Corte Suprema norteamericana
frente al stare decisis constitucional ha sido más bien ambigua.
De esta manera, mientras en 1849 la Corte Suprema afirmaba
que “su opinión sobre la interpretación constitucional queda siempre
abierta a la discusión cuando se la considera basada en un error y su
47
Más adelante, García de Enterría y Fernández señalan que admitir la intan-
gibilidad de las sentencias que declaran la constitucionalidad de la ley “…equivale
a consagrar de una manera rígida un riguroso stare decisis, que vincula al Tribunal
a sus propios precedentes jurisprudenciales, fórmula totalmente extraña a nuestro
sistema …este cierre formal de la evolución de la jurisprudencia es sumamente
grave y de prevalecer implicaría una eliminación gratuita y absurda de las mejores
posibilidades de un Tribunal Constitucional, adaptando un texto constitucional (que
es deseable por todos los conceptos que permanezca en vigor el más largo período,
para producir todos sus efectos de integración política y social) a circunstancias y
situaciones inevitablemente variables. Ha de notarse, en fin, que ese valor absoluto
(formalmente legislativo, en la fórmula que se ha notado) dado a una sentencia
absolutoria equivale a poner esa sentencia por encima de la Constitución misma, al
cerrar el paso a un examen directo y constante de la misma”. GARCÍA DE ENTERRÍA,
EDUARDO, y FERNÁNDEZ, TOMÁS-RAMÓN: Curso de Derecho Administrativo (I), Editorial
Civitas, 5ª edición, 1989, p. 186.
384
TEORÍA DEL PRECEDENTE
48
DOUGLAS, WILLIAM O.: “Stare Decisis, Columbia Law Review”, volumen 49,
1949, p. 739.
49
MALTZ, EARL: “Some thoughts on the death of Stare decisis in Constitutional
Law”, Winsconsin Law Review, 1980, p. 467.
50
Earl Maltz se refirió en 1980 a la “muerte” del stare decisis, en MALTZ, EARL:
“Some thoughts on the death of stare decisis in Constitutional law”, Winsconsin Law
Review, 1980, pp. 467-496.
Henry Monaghan, por su parte, escribió en 1981 sobre el estado “moribundo”
del stare decisis, en MONAGHAN, HENRY: “Our perfect Constitution”, New York Uni-
versity Law Review, volumen 56, mayo-junio de 1981, pp. 353-396.
385
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
51
Entre otros artículos que valoran positivamente el stare decisis cabe destacar:
SCHAUER, FREDERICK: “Precedent”, Stanford Law Review, volume 39, Nº 3,
february 1987, pp. 571-605.
EASTERBROOCK, FRANCK: “Stability and Reliability in Judicial decisions”, Cornell
Law Review, volume 73, Nº 2, january 1988, pp. 422-433.
MONAGHAN, HENRY: “Stare decisis and Constitutional adjudication”, Columbia
Law Review, volume 88, Nº 4, may 1988, pp. 723-773.
COLLIER, CHARLES: “Precedent and Legal Authority: A critical history”,
Winsconsin Law Review, volume 1988, Nº 5, pp. 771-825.
ALEXANDER, LARRY: “Constrained by Precedent”, Southern California Law
Review, volume 63, Nº1, november 1989, pp. 1-64.
MARSHALL, LAWRENCE: “‘Let Congress do it’: the case for an absolute rule of
statutory stare decisis”, Michigan Law Review, volume 88, Nº 2, november 1989,
pp. 177-238.
“Constitutional stare decisis”, Harvard Law Review, volume 103, 1990, pp. 1344-
1362.
Por el contrario, críticamente sobre el stare decisis:
COOPER, CHARLES: “Stare decisis: Precedent and principle in Constitutional Ad-
judication”, Cornell Law Review, volume 73, Nº 2, january 1988, pp. 401-410.
52
De esta manera, por ejemplo, la consideración al precedente constituye
elemento fundamental para defender la validez de los programas de discrimina-
ción positiva (voto de Minoría de los Jueces Marshall, Brennan y Blackmun en
“Richmond vs. J.A. Crosson Co.”, 1989), para reafirmar el “derecho” de la mujer
a la libertad reproductiva (voto de los Jueces Marshall, Brennan, Blackmun en
“Webster vs. Reproductive Services”, 1989), para afirmar la necesidad de la más
estricta separación entre el Estado y la Religión (voto de Minoría de los Jueces
Marshall, Brennan, Blackmun y Stevens en “Lynch vs. Donnelly”, 1984) y para
reconocer ampliamente la libertad para expresarse a través del discurso simbólico
(voto de minoría de los Jueces Marshall y Brennan en “Clark vs. Community for
Creative Non-Violence”, 1984).
386
TEORÍA DEL PRECEDENTE
53
El texto completo de “Roe vs. Wade” puede consultarse en la Recopilación
de fallos de la Corte Suprema de los Estados Unidos (U.S. collection), volumen 410,
páginas 113 y siguientes.
54
El texto completo de la sentencia “Planificación Familiar de Pennsylvania
Suroriental vs. Casey” puede consultarse en GUNTHER, GERALD: Constitutional Law,
12th edition, 1992. Supplement by Frederick Schauer, The Foundation Press, 1992,
páginas 69 a 112.
El autor asume la responsabilidad por la traducción de las partes seleccionadas
desde el original en inglés.
387
PRIMERA PARTE: LA TEORÍA
388
TEORÍA DEL PRECEDENTE
389
Capítulo 6
395
El oficio del cartógrafo es importante. Y difícil. Por lo mismo, y
como lo muestra el cuadro de Vermeer que ilustra este capítulo, la
concentración es clave.
Necesario para exploradores. Indispensable para conquistado-
res. Poco y nada se puede hacer sin un buen mapa. Pocas cosas más
dramáticas que perderse. Y más peligrosas, además.
La ciencia-arte de la cartografía sigue siendo compleja. Aun con
el apoyo de la fotografía satelital, la representación plana de lo curvo
sigue ofreciendo dificultades.
Comenzamos este Capítulo proponiendo una analogía entre la
tarea del cartógrafo y la misión del Tribunal Constitucional. Existen,
en efecto, aspectos comunes. En el derecho constitucional, como en
la geografía, existen límites naturales y políticos. En ambos terrenos
existen relieves y accidentes.
Ahora bien, siendo muchas las áreas del derecho constitucional
chileno en que resulta clave disponer de buenos mapas, no puede
dudarse que la delimitación de los dominios orgánico y simple es,
probablemente, una de las zonas en que más se necesita de buena
cartografía.
El legislador necesita saber cuál es, realmente, la superficie que
han de ocupar las 17 leyes orgánicas constitucionales a que se remite
la Carta Fundamental. Calcular mal genera costos significativos. Si
se equivoca por exceso, arriesga rigidizar el ordenamiento jurídi-
co. Si yerra por defecto, se expone a ver invalidada su producción
normativa.
Toca fundamentalmente al Tribunal Constitucional ir dibu-
jando, respecto de cada uno de estos 17 universos normativos, las
fronteras precisas entre ley simple y ley orgánica constitucional.
397
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
1
Hugo Caldera destaca también la novedad de la ley orgánica constitucio-
nal, calificándola como una de las más importantes innovaciones introducidas en
nuestro Derecho Público por la Constitución Política de 1980. CALDERA, HUGO:
La Ley Orgánica Constitucional en la Constitución Política de 1980, Editorial Jurídica
de Chile, 1985, página VII.
2
Sobre el particular, y en detalle, consúltese la sección de Derecho Compa-
rado, pp. 448 a 458.
398
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
3
Sesión 34 de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución, en Actas
Oficiales, p. 2079.
4
Op. cit., p. 2079.
5
Op. cit., p. 2080. Cabe señalar, en todo caso, que el propio Presidente de
la Comisión de Estudios, Enrique Ortúzar, futuro Ministro del Tribunal Cons-
titucional, planteó en la misma sesión sus dudas respecto a la conveniencia del
control preventivo de las leyes orgánicas, manifestando “tener dudas acerca de la
necesidad de este trámite, pues no ve la razón por la cual una ley constitucional,
si se ajusta al procedimiento y a los quorúm establecidos, deberá ir necesariamen-
te al Tribunal Constitucional, aunque nadie haya planteado cuestión alguna de
constitucionalidad”.
399
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
6
Diferentes autores se han referido a la situación desmedrada en que ha
quedado el Congreso Nacional en la Constitución de 1980. Alejandro Silva Bas-
cuñán señalaba en 1980, al comentar el anteproyecto Ortúzar: “se observa que la
conformación y atribuciones de los órganos fundamentales del poder estatal y los
vínculos que nacen de sus recíprocas relaciones no están llamados a consagrar una
forma de equilibrio de poderes que consolidan la democracia, sino a imponer el
predominio sin contrapeso del jefe de Estado”. SILVA BASCUÑÁN, ALEJANDRO: “Los
medios de acción recíproca y el equilibrio de poderes en el marco de una nueva
institucionalidad”. Revista Chilena de Derecho, volumen 8, Nº 6, p. 100, 1981. El
profesor Francisco Cumplido, por su parte, afirmaba en 1984: “preciso es reconocer
que la Constitución de 1980 acentúa las facultades legislativas del Presidente de la
República, ya consagradas en la Constitución de 1925, aumentando su iniciativa
exclusiva, su influencia en la votación de las insistencias entre las Cámaras, y en la
calificación de las urgencias de los proyectos, una ampliación de la potestad regla-
mentaria a materias no señaladas en el enunciado taxativo de las propias de ley.
Dentro de los sistemas de gobierno, el régimen de la Constitución de 1980 puede
calificarse de Presidencial de Ejecutivo vigorizado, a tal punto que con propiedad
se le puede aplicar el concepto de G. Burdeau de “cesarismo legal”. CUMPLIDO,
FRANCISCO: ¿Estado de Derecho en Chile?, Instituto Chileno de Estudios Humanísticos,
1983, pp. 59-60. Francisco Bulnes, refiriéndose específicamente al Senado, ha seña-
lado: “lamento profundamente la “capitis diminutio” de nuestra Cámara Alta. Yo creo
que un régimen democrático tiene que fundarse necesariamente en un razonable
equilibrio entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo, de modo que no se produzca
la dictadura del uno o del otro… Creo que un Senado mutilado, como el que nos
ofrece la Constitución de 1980, nos expondrá a un autoritarismo sin freno, a una
verdadera dictadura legal”. BULNES FRANCISCO: “El Senado en la Constitución de
1925 y en la de 1980”, Revista Chilena de Derecho, volumen 13, 1986, 1 pp. 7-24.
400
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
7
Sobre este tema: PRECHT, JORGE: “Potestad reglamentaria y equilibrio consti-
tucional en la Constitución Chilena de 1980”, Boletín de Investigaciones, Facultad
de Derecho, Pontificia Universidad Católica de Chile, año IX, Nos 48-49, abril-
agosto de 1981, pp. 15-22, y CEA, JOSÉ LUIS: “Dominio Legal y Reglamentario en
la Constitución de 1980”, Revista Chilena de Derecho, volumen 11, Nos 2-3, 1983,
pp. 417-431. En noviembre del año 2000 el profesor Teodoro Rivera expuso ante
las XXXI Jornadas de Derecho Público una ponencia destinada a demostrar que
la Constitución Política de 1980 no había adoptado el sistema del dominio legal
máximo, sino que, más bien, una fórmula distinta. RIBERA, TEODORO: “Reserva
legal y potestad reglamentaria”, Revista de Derecho Público, volumen 63, 2001,
pp. 471-488.
8
Desde esta perspectiva bien puede afirmarse que la pretendida brevedad de la
Constitución Política chilena es más aparente que real. En efecto, este documento
no solo manda y prohíbe en sus 120 artículos, sino que lo hace también –si bien de
un modo indirecto– a través de los varios centenares de preceptos que configuran
el dominio orgánico constitucional. De esta manera, aun cuando las leyes orgánicas
en Chile no integran –ni siquiera en un sentido figurado– la Constitución Política,
ellas constituyen un eficaz instrumento a través del cual los principios básicos de la
Carta Fundamental penetran en el vasto campo de la legislación nacional. Desde
este punto de vista, entonces, puede sostenerse que la ley orgánica ha “constitu-
401
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
402
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
11
En un texto clásico de la ciencia política, Arend Lijphart distingue entre las
democracias modelo “Westminster” (mayoritarias) y las democracias de consenso o
consociativas. LIJPHART, AREND: Democracies, Yale University Press, New Haven, 1984.
Debe anotarse, por otra parte, que existen varios casos de sociedades que, saliendo
de períodos de alta conflictividad o buscando superar divisiones muy profundas, han
adoptado mecanismos que otorgan un cierto poder de veto sobre ciertos asuntos
políticos a las minorías significativas (p. ej., Sudáfrica, el Líbano o Bélgica).
12
La Constitución Política de 1980 reconoce explícitamente este principio,
señalando en su artículo 6º que “Los órganos del Estado deben someter su acción
a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella, y garantizar el orden
institucional de la República. Los preceptos de esta Constitución obligan tanto
a los titulares o integrantes de dichos órganos como a toda persona, institución
o grupo. La infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones
que determine la ley”.
403
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
13
RÍOS, LAUTARO: “Las Leyes Orgánicas Constitucionales”, Revista Chilena de
Derecho, vol. 10, Nº 1, enero-abril 1983, p. 41.
404
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
14
BULNES, LUZ: “La ley orgánica constitucional”, Revista Chilena de Derecho,
vol. 11, Nº 2-3, mayo-diciembre 1984, p. 232.
15
CEA, JOSÉ LUIS: “Contribución al estudio de la Ley Orgánica sobre Administración
del Estado”, Revista Chilena de Derecho, volumen 10, Nº 3, 1983, pp. 640-641.
405
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
16
En todo caso conviene advertir, de inmediato, que las circunstancias de ha-
berse reunido los altos quórum exigidos por la Constitución –condición sustantiva
y relevante, como se ha dicho– no es requisito suficiente para entender que se está,
por ese solo hecho, en presencia de una ley orgánica constitucional. Es necesario,
además, que los órganos colegisladores hayan concurrido a la aprobación de la ley,
lo hayan hecho en el entendido que estaban aprobando, modificando o derogando
materias orgánicas constitucionales. La ignorancia o error sobre este punto daría
lugar, en los términos del Capítulo 4 de este libro, a un vicio de inconstitucionalidad
por mala formación de la voluntad del legislador.
17
Se debe reconocer, sin embargo, que en “Distribución de Exhortos” (22
de diciembre de 1981) el TCCh deslizó una frase en que se insinúa la teoría de la
“jerarquía intermedia”. En efecto, en dicho fallo, y en relación a las leyes orgánicas,
se expresa: “Según su filosofía matriz, puede decirse que esta nueva categoría de leyes está
llamada a ocupar un lugar intermedio entre la Constitución y la ley común”. Cabe indicar,
en todo caso, que luego de esta sentencia el Tribunal no ha vuelto a plantear la
idea del “lugar intermedio”.
406
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
18
La Constitución Política chilena ha dispuesto que las siguientes 17 materias
sean objeto de ley orgánica constitucional: Sistema Electoral Público (Inscripciones
y Votaciones), Enseñanza, Partidos Políticos, Concesiones Mineras, Bases de la
Administración del Estado, Estados de Excepción Constitucional, Congreso Nacio-
nal, Tribunales de Justicia, Ministerio Público, Tribunal Constitucional, Tribunal
Calificador de Elecciones, Contraloría General de la República, Fuerzas Armadas,
Carabineros, Banco Central, Gobiernos Regionales y Municipalidades.
19
Así, por ejemplo, en relación al estatuto jurídico del Gobierno y la Adminis-
tración, son materias de ley orgánica:
En Chile: el sistema electoral aplicable a la elección del Presidente de la Re-
pública y la determinación de las Bases de la Administración del Estado.
En Francia: el sistema de elección del Presidente y la forma de proveer algunos
empleos de confianza política.
En España: sólo el sistema electoral.
20
De acuerdo al artículo 66 de la Carta Fundamental: “Las normas legales a las
cuales la Constitución confiere el carácter de orgánica constitucional requerirán,
para su aprobación, modificación o derogación, de las cuatro séptimas partes de los
diputados y senadores en ejercicio”. Conviene recordar que, en su texto original,
vigente hasta agosto de 1989, la Constitución exigía un quórum de tres quintos de
los diputados y senadores en ejercicio.
21
En el caso francés, los proyectos de ley orgánica no necesitan de un quórum
especial de aprobación, salvo cuando existe desacuerdo entre ambas Cámaras, en
cuyo caso la aprobación en la Asamblea Nacional requiere de mayoría absoluta.
En España, las leyes orgánicas deben ser votadas por la mayoría absoluta de los
diputados en ejercicio de las Cortes Generales.
22
De acuerdo al artículo 93 Nº 1 de la Constitución Política corresponde al
TCCh “ejercer el control de constitucionalidad… de las leyes orgánicas constitu-
cionales antes de su promulgación”.
23
Hugo Caldera realiza un esfuerzo en tal sentido al señalar: “De la compara-
ción de las materias que la Constitución ha colocado bajo el dominio o dentro de
407
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
408
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
409
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
410
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
411
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
412
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
413
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
27
“Protesto de Letras”, Rol 4; “Concesiones Mineras”, Rol 5.
414
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
28
RÍOS, LAUTARO: “Las Leyes Orgánicas Constitucionales”, Revista Chilena de
Derecho, volumen 10, Nº 1, enero-abril de 1983.
29
RÍOS, LAUTARO, op. cit., p. 43.
30
RÍOS, LAUTARO, op. cit., p. 43.
415
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
31
RÍOS, LAUTARO, op. cit., p. 43.
32
RÍOS, LAUTARO, op. cit., p. 43.
33
MOHOR, SALVADOR, y VARAS, PAULINO: “En torno a la Ley Orgánica Constitu-
cional sobre Sistema de Inscripciones Electorales y Servicio Electoral”, Revista de
Derecho de la Universidad Católica de Valparaíso, volumen X, 1986, pp. 258-261.
416
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
34
MOHOR, SALVADOR, y VARAS, PAULINO, op. cit., pp. 258-261.
35
MOHOR, SALVADOR, y VARAS, PAULINO, op. cit., pp. 258-261.
417
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
418
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
36
Comentando esta sentencia, la profesora Bulnes –que integraría el TCCh
desde 1989 hasta 1997– ha señalado: “Estimamos de gran importancia el fallo
citado, pues de una primera lectura del artículo 19 Nº 24 inciso 7º y ciñéndonos
a su redacción gramatical, pareciera que el constituyente reservó a la ley orgánica
solamente el régimen jurídico de las concesiones, sin embargo, aplicando un criterio
que da primacía a la intención del constituyente y al sentido de la norma, se llega a
la conclusión contraria, de manera que no se restringe el campo de la ley orgánica
a aquellos casos en que el constituyente ha hecho expresa mención a ella”. Agrega
la profesora Bulnes: “El Tribunal utilizó en la especie no sólo el elemento gramati-
419
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
cal de interpretación jurídica, que nos hubiera llevado tal vez a la conclusión que
el artículo 19 Nº 24 inciso 7º, establecía que la ley orgánica se refería solamente
al régimen jurídico de las concesiones, sino que un criterio más amplio que da
supremacía al sentido e intención del constituyente y la debida correspondencia
y armonía que debe existir entre las distintas normas constitucionales, por lo que
las remisiones a la ley relativas al régimen de propiedad minera deben entenderse
hechas a la ley orgánica constitucional”. BULNES, LUZ: “La Jurisprudencia del Tribu-
nal Constitucional y la Interpretación Constitucional”, XVIII Jornadas de Derecho
Público, Universidad de Concepción, 1988, pp. 162-163.
37
22 de diciembre de 1981, Rol 7.
420
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
38
“Inscripciones Electorales”, 8 de diciembre de 1986, Rol 38, RJ v2-p. 14.
421
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
422
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
original que tuvo tal término la primera vez que se le formuló por
el TCCh. Es indispensable, en consecuencia, volver a mirar aquellas
dos sentencias fundantes dictadas por el TCCh el 26 de noviembre
de 1981: “Protesto de Letras” y “Concesiones Mineras”.
Revisando “Concesiones Mineras” se advierte que el concepto
clave es “autonomía”. En efecto, de acuerdo a dicha sentencia sería
complemento indispensable aquel precepto que resulta necesario
e imprescindible para que un régimen jurídico orgánico constitu-
cional tenga autonomía.
Una LOC será autónoma cuando contenga ella misma todos aquellos
elementos que resultan esenciales para su existencia eficaz, sin que la
regulación de algún factor fundamental quede entregada a una norma
de distinta naturaleza, sea ley común o decreto reglamentario.
Se trata, por supuesto, de una autonomía relativa. Siempre exis-
tirán algunas materias complementarias de una ley orgánica cons-
titucional que necesariamente serán reglamentadas por normas de
distinta especie.
El análisis detenido de “Protesto de Letras”, por su parte, revela
que una determinada materia será “complemento indispensable”
sólo cuando constituya un presupuesto de carácter lógico para la
existencia o funcionamiento de una institución o norma orgánica
constitucional.
En consecuencia, una determinada norma jurídica no se erige en
“complemento indispensable” de una ley orgánica por el solo hecho
de contemplar un presupuesto administrativo o financiero necesario
para la operatividad de un precepto orgánico constitucional. La
relación entre una y otra norma más que fáctica debe ser lógica.
Relación lógica, por ejemplo, es la que existe entre la norma que
autoriza a un órgano del Estado para desarrollar una cierta actividad
y aquella otra que define los contornos de la actividad autorizada.
En esta hipótesis, es innegable que tanto el alcance como la fuerza
del precepto autorizante han quedado subordinados a la redacción
del precepto en que se definen los contenidos de la autorización.
En tal evento, carecería de sentido revestir de formalidades y
resguardos especiales la aprobación de una norma que reconoce
potestades a la Administración si, al mismo tiempo, la configuración
real y concreta de tales potestades pudiera ser modificada libremente
por la ley común.
En razón de lo anterior, debe entenderse que –en un caso como
el expuesto– la norma que contempla las definiciones es un “com-
423
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
39
El TCCh aplicó el criterio explicado en sentencia del 10 de junio de 1982.
En dicho fallo, “Viviendas Económicas”, recaido en el proyecto de ley que faculta
a las Municipalidades para desarrollar programas de construcciones de viviendas
y de infraestructuras sanitarias, el Tribunal resolvió que una norma que confiere
nuevas atribuciones a los Municipios debe entenderse complementada por aquella
otra en que se definen y precisan los contornos de la nueva potestad. En efecto, de
acuerdo a “Viviendas Económicas”: “…también queda comprendido dentro del ámbito
propio de la ley orgánica constitucional el artículo 2º del proyecto, puesto que constituye el
complemento indispensable del artículo 1º, al señalar lo que debe entenderse por vivienda
económica e infraestructura sanitaria, determinando de este modo el alcance de las atribuciones
que este proyecto confiere a las Municipalidades”.
424
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
425
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
41
Entre 1981 y 1992 el TCCh había debido emitir pronunciamiento respecto
a 11 requerimientos, todos ellos auspiciados por el Poder Legislativo.
426
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
427
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
428
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
429
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
42
Así, por ejemplo, en “Plantas de Personal del Sector Salud”, el TCCh plantea
expresamente que las disposiciones referidas a las plantas de los servicios “deben
considerarse que no son propias de la ley orgánica constitucional a que alude el
inciso primero del artículo 38 de la Constitución Política de la Republica, de acuerdo
a las mismas consideraciones hechas valer en la sentencia del 30 de noviembre de
1992…” (10 de mayo de 1994, Rol 189, Considerando 7).
430
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
43
Véase, por ejemplo, la desmesurada amplitud que el TCCh le ha reconocido
a la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (sentencias roles 339, 402, 410,
422 y 434).
44
BUCHHEISTER, AXEL, y SOTO, SEBASTIÁN: “Criterios para la calificación de nor-
mas orgánico-constitucionales en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional”,
Revista Chilena de Derecho, volumen 32 Nº 2, 2005, p. 275.
45
En el mismo sentido: HENRÍQUEZ, MIRIAM: “Problemáticas en torno a la ley
orgánica constitucional”, Revista de Derecho, Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso, 2008, en prensa.
431
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
46
CEA, JOSÉ LUIS: “Contribución al estudio de la ley orgánica sobre adminis-
tración del Estado”, Revista Chilena de Derecho, volumen 10, Nº 3, septiembre-
diciembre de 1983, p. 640.
47
CEA, JOSÉ LUIS, op. cit., p. 640.
432
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
433
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
434
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
435
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
436
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
437
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
50
Las leyes inconstitucionales a que se refiere el profesor Cea serían: “la Ley
18.662, de 1987, complementaria del artículo 8º de la Constitución; la Ley 18.667,
del mismo año, que modificó el Código de Procedimiento Penal para limitar la fa-
cultad de los jueces ordinarios para agregar documentos secretos a los procesos que
conozcan; y la Ley 18.678, también del año indicado, la cual señaló que el Congreso
Nacional tendrá su sede y celebrará sus sesiones en la ciudad de Valparaíso. Sostengo
–afirma el profesor Cea– que en los tres ejemplos referidos el legislador se apartó
de los preceptos constitucionales respectivos, porque impiden extender el artículo
8º a los medios de difusión, exigen consultar a la Corte Suprema antes de alterar
el Código Orgánico de Tribunales y fijan la misma ciudad capital de la República
como lugar de residencia del Jefe de Estado, funcionamiento del Parlamento, de
la Corte nombrada y del Tribunal Constitucional”. CEA, JOSÉ LUIS: “Influencia del
Tribunal Constitucional en el proceso de institucionalización política”, Revista
Chilena de Derecho, volumen 15, Nº 2-3, 1988, pp. 209-210.
438
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
439
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
51
En ese sentido, por ejemplo, el Ministro Valenzuela había señalado: “ninguna
norma constitucional lo faculta (al Tribunal) para cambiar la calificación jurídica
sustantiva con que fue aprobada la norma por el Poder Legislativo, en el ejercicio
de atribuciones exclusivas y excluyentes. El hacerlo invade aquel campo privativo
del Poder Legislativo provocando grave daño a la estructura básica de los Poderes
del Estado en que descansa nuestra Carta Fundamental, ya que el Tribunal Constitu-
cional resultaría ser un poder supralegislativo ilimitado que podría anular más allá
de lo permitido por la Constitución la acción de los Poderes del Estado encargados
de la función legislativa (voto disidente, 9 de enero de 1989).
440
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
votando por ella, los otros omitiendo plantear una cuestión de cons-
titucionalidad para objetar su carácter “común”– puede entenderse
tácitamente cumplido, en exceso, el objetivo constitucional en orden
a exigir cuatro séptimos (57,7%) de los parlamentarios en ejercicio
para regular materias orgánicas.
Ninguno de los argumentos expuestos para justificar la inhibición
del Tribunal Constitucional responde, sin embargo, a la pregunta
central involucrada en la cuestión debatida: ¿quién define el rango
orgánico constitucional de una determinada materia?
En el ordenamiento jurídico chileno tal calificación no la
hace ni el Congreso Nacional ni el Tribunal Constitucional, sino
la propia Constitución Política. Así lo preceptúan clara e inequí-
vocamente los artículos constitucionales siguientes: 60 (“Solo son
materia de ley… 1) Las que en virtud de la Constitución deban
ser objeto de leyes orgánicas constitucionales”), 61 (“Esta auto-
rización no podrá extenderse a materias… que deban ser objeto
de leyes orgánicas constitucionales”) y 63 (“las normas legales
a las cuales la Constitución confiere el carácter de ley orgánica
constitucional…”).
Del análisis de los preceptos constitucionales citados, se despren-
de que es la propia Constitución Política la que confiere carácter
orgánico a determinada materia, debiendo el legislador regularla en
esos términos. Resulta, por tanto, que cuando el Legislativo aprueba
un precepto con rango orgánico constitucional, no sólo ejerce una
atribución, sino que principalmente cumple un deber.
Resultaría absurdo que la Constitución estableciera esta obligación
perentoria y no contemplara un mecanismo para asegurar que tal
mandato no sea burlado. No hay tal absurdo desde que la Consti-
tución en su artículo 93 Nº 1 impone al Tribunal Constitucional un
deber: “Ejercer el control de las leyes orgánicas constitucionales”. Es
evidente que dicho control debe alcanzar a todas las normas que la
Constitución considere orgánicas y no sólo aquellas que una mayoría
parlamentaria juzgue por tales.
Es posible que ambos órganos –Congreso Nacional y Tribunal
Constitucional–, ejerciendo sus atribuciones y deberes constitucio-
nales, discrepen en la calificación e interpretación de una norma
jurídica determinada. Para tal evento, la Constitución ha investido al
Tribunal Constitucional de un poder decisorio, consecuencia lógica
de su calidad de “supremo intérprete” de la Constitución (“Contra
las resoluciones del Tribunal Constitucional no procederá recurso
441
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
52
Al respecto, comenta Teodoro Tibera: “Del cúmulo de atribuciones que el
constituyente chileno le ha concedido al Tribunal Constitucional, se desprende
que este organismo es la culminación del Estado de Derecho, la cúspide del
poder neutro o función contralora y el supremo guardián ordinario de la Cons-
titución… El Tribunal es, por tanto, y utilizando las palabras del miembro de la
Comisión de Estudios de la Nueva Constitución Política, don Gustavo Lorca: “la
entidad que resguarda toda la institucionalidad y a la cual se ha encargado velar
por la supremacía constitucional”, RIBERA, TEODORO: “El Tribunal Constitucional”,
Revista Chilena de Derecho, volumen 11, Nº 2-3, 1984, p. 347.
442
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
443
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
décimo primero del artículo 13A; los incisos quinto, sexto y séptimo
del artículo 15; los incisos tercero y cuarto del artículo 36A y el inciso
primero del artículo 39, todos del proyecto de ley en análisis, este
Tribunal estima, tal como lo ha señalado precedentemente, que los
incisos que se han sometido a su control constituyen un solo todo
armónico y sistemático con los restantes incisos que forman parte
del artículo que los contiene, y que con un análisis parcializado de
su contenido no puede desarrollar en su integridad y cabalmente su
labor fundamental destinada a la preservación de uno de los valores
rectores que conforman las Bases de la Institucionalidad contenidas
en nuestra Carta Fundamental, cual es velar por el principio de
supremacía constitucional a que se refieren sus artículos 6º y 7º”
(Considerando 23).
Un poco más adelante, el voto de mayoría afirma la indivisibilidad
lógica y jurídica de los distintos incisos que componen un precepto
legal. Expresa Jiménez: “El Tribunal Constitucional cumple su fun-
ción de control de constitucionalidad que la Carta Fundamental le
señala en el artículo 82, Nº 1, confrontando la disposición orgánica
constitucional consultada con la correspondiente norma de nuestra
Constitución que le daría tal carácter, pero el Tribunal no puede
verse restringido en el ejercicio de su labor al consultársele solamente
incisos de un artículo, en especial si éste constituye una disposición
nueva que se crea, pues tal como se ha señalado, los incisos o partes
de un artículo forman un solo todo que es jurídicamente difícil de
separar y permiten al sentenciador constitucional comprender su
exacto contenido y alcance”.
De los raciocinios expuestos, la mayoría colige la potestad del
Tribunal para controlar incisos calificados como simples u ordinarios
por el legislador. A juicio de la sentencia, en consecuencia, nada obsta
a que “…en el desempeño de su labor, el Tribunal Constitucional
examinando un artículo sometido a su control, pueda, con el objeto
de desarrollar el sentido que lo ha inspirado en su jurisprudencia de
no rigidizar la legislación, determinar libremente que ciertos incisos o
párrafos de aquél cuando ello sea pertinente son preceptos o normas
que versan sobre materias propias de ley orgánica constitucional”.
Finalmente, y defendiéndose de la crítica por presunto activismo
judicial, la mayoría fundamenta su decisión en la propia Carta Funda-
mental. Sostiene Jiménez: “…este Tribunal, al controlar otros incisos
del mismo artículo consultado, no está actuando de oficio, sino que
tal como se ha señalado, está cumpliendo su misión fundamental de
velar como órgano preventivo por la supremacía y aplicación integral
444
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
445
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
54
Jueves 24 de marzo de 1994, 5ª Sesión Ordinaria de la Legislatura 328ª Ex-
traordinaria (Boletín de la Cámara de Diputados, pp. 317-328).
446
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
55
Por la ampliación del control votaron los Ministros Jiménez, García y Co-
lombo. Contra dicha extensión se pronunciaron los Ministros Aburto, Faúndez y
Jordan (los tres Ministros de la Corte Suprema). El triunfo de la primera tesis fue
consecuencia de contar a su favor con la preferencia del presidente –Jiménez–,
quien hizo uso de su voto dirimente.
447
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
LA LEY ORGÁNICA.
ELEMENTOS DE DERECHO COMPARADO
448
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
59
Chile no es, en todo caso, el único ni el primer país en adoptar las leyes
orgánicas bajo la influencia de la Constitución francesa de 1958. Este mismo influjo
está presente, también, en la legislación orgánica o complementaria contemplada,
por ejemplo, en las Constituciones de Venezuela (1961), Portugal (1976), España
(1978), Perú (1979) y Brasil (1988).
60
AMIEL, HUBERT: “Les lois organiques”, Revue du Droit Publique et de la Scien-
ce Politique en France et à l’Étranger, 2-1984, p. 406; BERRAMDANE, ABDELKHALEQ:
“La loi organique et l’équilibre constitutionnel”, Revue du Droit Publique et de la
Science Politique en France et à l’Étranger, 3-1993, p. 720.
61
CAMBY, JEAN-PIERRE: “La loi organique dans la constitution de 1958”, Revue
du Droit Publique et de la Science Politique en France et à l’Étranger, 5-1989,
p. 1401.
62
AMIEL, HUBERT: “Les Lois organiques”, Revue du Droit Publique et de la
Science Politique en France et à l’Étranger, 2-1984, p. 405.
449
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
450
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
tario (artículo 27); normas básicas respecto a las leyes financieras y su forma de
votación (artículos 34 y 47); especificación y complementación del dominio de la
ley (artículo 34).
En relación al Consejo Constitucional: organización y funcionamiento del
Consejo e incompatibilidades aplicables a sus miembros (artículos 63 y 67).
En relación a la jurisdicción: estatuto de los magistrados (artículo 65); oganiza-
ción y funciones del Consejo Superior de la Magistratura (artículo 65) y composición
y funcionamiento de la Alta Corte de Justicia (artículo 67).
En relación al Consejo Económico y Social: organización y funcionamiento
del mismo (artículo 719).
En relación a la Comunidad: órganos de funcionamiento (artículos 82, 83
y 84).
67
CAMBY, JEAN-PIERRE: “La loi organique dans la constitution de 1958”, Revue
du Droit Publique et de la Science Politique en France et à l’Étranger, 5-1989,
p. 1411.
68
CAMBY, JEAN-PIERRE, op. cit., p. 1412.
451
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
452
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
71
En el caso de la Constitución Política de Chile, en cambio, corresponde a la
Cámara de origen enviar al TCCh el proyecto respectivo dentro de los cinco días
hábiles siguientes a aquel en que quede totalmente tramitado por el Congreso.
72
En algunas de sus decisiones el Consejo Constitucional erróneamente ha
descrito el envío del proyecto por parte del Primer Ministro como una “saisine”
(esto es, un recurso o acción). En sentencia de 21 de febrero de 1992, sin embargo,
el Consejo reestablece el uso corrrecto del lenguaje refiriéndose a la “transmisión
obligatoria del texto”. LUCHAIRE, FRANÇOIS: “Les Lois organiques devant le Conseil
Constitutionnel”, Revue du Droit Publique et de la Science Politique en France et
à l’Étranger, 2-1992, p. 390.
73
En sentencia del 21 de febrero de 1992, Decisión 92-305, el Consejo declaró
“irrecevable” (inadmisible) el requerimiento interpuesto por 65 diputados contra
un proyecto de ley orgánica. Explicando esta decisión, el Consejo señaló: “respecto
de aquellas leyes a las que la Constitución ha conferido el carácter de leyes orgáni-
cas, la transmisión obligatoria del texto al Consejo Constitucional… excluye todo
otro procedimiento”.
453
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
454
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
455
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
78
SANTAMARÍA, JUAN ALFONSO: Fundamentos de Derecho Administrativo, volumen I,
Ediciones Centro de Estudios Ramón Areces, 1ª reimpresión, Madrid, enero de
1991, pp. 575-576.
79
LINDE PANIAGUA, ENRIQUE: “Amparo Ordinario, Amparo Constitucional y
Convención Europea para la protección de los derechos humanos y de las libertades
fundamentales”, El Tribunal Constitucional, tomo II, Instituto de Estudios Fiscales,
Madrid, 1981, p. 1368.
456
EL CONTROL PREVENTIVO Y OBLIGATORIO DE LOS PROYECTOS DE LEY ORGÁNICA…
80
ALZAGA, ÓSCAR: La Constitución española de 1978, Ediciones del Foro, Madrid,
1978, pp. 538-542.
457
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
458
Capítulo 7
459
Este Capítulo abre con el célebre retrato que Velázquez pintara del
Conde-Duque Olivares, gran Ministro de Felipe III y quintaesencia
del gobernante español enérgico y realizador. En la pintura, Oliva-
res parece impaciente por emprender luego el galope hacia algún
destino que le apremia. En reacción característica de un liderazgo
ilustrado, el rostro del Ministro denuncia la incomodidad que le
producen las demoras y los obstáculos.1
Si se propone el retrato del Conde-Duque como marco introduc-
torio para el estudio del control de la administración nacional, es
porque, en algún sentido, Olivares puede ser visto como un modelo
anticipatorio de gobernantes chilenos que, como Portales, Arturo
Alessandri o Lagos, han desplegado desde el gobierno liderazgos
enérgicos en aras de la modernización y el progreso. A ninguno
de ellos, me imagino, les ha caído en gracia que hayan existido, en
su momento, mecanismos de control que hayan enervado alguna
política discutible o sancionado alguna conducta reprochable. Es
que a ningún jinete impetuoso pueden gustarle las cercas. Siempre
habrá, por lo demás, argumentos para tomar atajos o ir más rápido.
La Constitución Política, sin embargo, no está para cohonestar todo
camino que prometa o pruebe ser eficiente. Ella fija deslindes para
defender los derechos que pueden ser pisoteados en la loca carrera
de la Administración. Es responsabilidad del Tribunal Constitucional
Chileno (TCCh) que dichos límites no sean burlados.
1
Que el Conde-Duque Olivares, pese a todo su talento y al poder total que
detentó, haya sido incapaz de frenar la decadencia del Imperio Español no puede
sino servir como lección de humildad sobre las posibilidades reales de la acción
estatal.
461
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
2
No puede olvidarse que la definición de la Presidencia de la República con-
tenida en el artículo 24 de la Carta Fundamental hoy vigente, y que debemos
a José Joaquín de Mora, es casi idéntica al concepto del Monarca trazado en la
Constitución española de 1812, a saber: “La potestad de hacer ejecutar las leyes
reside exclusivamente en el Rey, y su autoridad se extiende a todo cuanto conduce
a la conservación del orden público en lo interior, y a la seguridad del Estado en lo
exterior, conforme a la Constitución y las leyes” (artículo 170). En MURO MARTÍNEZ,
JOSÉ: Las Constituciones de España, La Publicidad, Madrid, 1881. La idea de una cierta
continuidad entre el Jefe de Estado republicano y el Rey español ya fue formulada
por Alberto Edwards en 1928 en su Fronda Aristocrática, Editorial Universitaria, 10ª
edición, 1987. Bernardino Bravo Lira defiende la misma tesis, en “Grandes etapas
del Estado constitucional en Chile y en los demás países de habla castellana y por-
tuguesa”, Revista Chilena de Derecho, volumen 6, Nos 1-4, 1979, pp. 44-45. Aún
más recientemente, Pablo Ruiz Tagle y Renato Cristi reconocen, en plan crítico,
al Presidente de la Constitución de 1833 como un “Monarca temporal, absoluto e
irresponsable”, en La República en Chile, LOM, 2007, p. 95.
462
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
463
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
3
De acuerdo al artículo 1º inciso segundo de la Ley 18.575, orgánica consti-
tucional de Bases de la Administración del Estado, “la Administración del Estado
estará constituida por los Ministerios, las Intendencias, las Gobernaciones y los
órganos y servicios públicos creados para el cumplimiento de la función admi-
nistrativa, incluidos la Contraloría General de la República, el Banco Central, las
Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública, las Municipalidades
y las empresas públicas creadas por ley”.
4
Tal es, por lo demás, el concepto clásico en el Derecho Administrativo chileno.
Así, por ejemplo, el profesor Patricio Aylwin concibe la actividad administrativa
como aquella que “se propone, de manera concreta, inmediata y directa, realizar
los fines previstos por la ley –satisfacción de necesidades públicas– dentro del mar-
co fijado por esta y de acuerdo con las circunstancias, mediante actos de carácter
particular o hechos puramente materiales”. AYLWIN, PATRICIO: Manual de Derecho
Administrativo, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1952, p. 23. El profesor Enri-
que Silva Cimma, por su parte, señala que la actividad administrativa comprende
“todos los actos que realiza el Presidente de la República con vistas a la satisfacción
de necesidades públicas y que tengan por objeto administrar el Estado”. SILVA
CIMMA, ENRIQUE: Derecho Administrativo Chileno y Comparado (Introducción y Fuentes),
4º edición, Editorial Jurídica de Chile, 1992, p. 26.
5
Existen también la Administración Regional, a cargo del gobierno regional,
y la Administración Local, de responsabilidad de la Municipalidad. Sobre ellas,
en todo caso, el Presidente de la República no ejerce ningún tipo de dirección
ni tutela.
6
Sobre potestad reglamentaria véase: PRECHT, JORGE: “Potestad reglamen-
taria y equilibrio constitucional en la Constitución Chilena de 1980”, Boletín de
Investigaciones, Facultad de Derecho, Pontificia Universidad Católica de Chile,
Año IX, Nos 48-49, abril-agosto de 1981, pp. 15-22; CEA, JOSÉ LUIS: “Dominio Legal
y Reglamentario en la Constitución de 1980”, Revista Chilena de Derecho, volu-
men 11, Nos 2-3, 1983, pp. 417-431. RIBERA, TEODORO: “Reserva Legal, potestad
reglamentaria y Constitución de 1980”, Revista de Derecho Público, volumen 63,
2001, pp. 471-488.
464
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
7
En el caso de Chile, el Presidente de la República suscribe diariamente un
promedio de 25 decretos y reglamentos. Así, por ejemplo, entre enero de 1993 y
enero de 1994 el Primer Mandatario firmó un total de 6.830 decretos. Tal cifra,
dividida por el total de días laborales, aproximadamente 260, arroja el promedio
indicado de 25 decretos diarios (Estadísticas de la División Ejecutiva del Ministerio
Secretaría General de la Presidencia).
8
De acuerdo al artículo 93 de la Carta Fundamental, las Cámaras legislativas o
una cuarta parte de sus miembros en ejercicio, en su caso, pueden promover ante el
Tribunal Constitucional un reclamo de inconstitucionalidad contra decretos supre-
mos del Presidente de la República. Con el solo mérito de la sentencia que acoja el
reclamo, el decreto supremo impugnado quedará sin efecto de pleno derecho.
9
En el Derecho Comparado la regla general es entregar el conocimiento
de estas materias a tribunales contencioso administrativos o bien radicarlo en la
jurisdicción ordinaria. Fuera del caso chileno, sólo en Austria el control de los ac-
tos administrativos ha sido encomendado al Tribunal Constitucional. El Tribunal
austriaco controla los Reglamentos (Verordnungen). Dicho término se emplea en
el sentido más amplio posible: Reglamentos del gobierno federal y de los Länder,
Ordenanzas, Circulares e instrucciones; se excluyen, de acuerdo con la doctrina
más autorizada, los Reglamentos internos meramente administativos (distintos de
los Reglamentos administrativos). La sentencia puede anular parcial o totalmente
el Reglamento; dicha sentencia debe ser publicada. ALONSO GARCÍA, ENRIQUE: “El
Tribunal Constitucional Austríaco”, en El Tribunal Constitucional, volumen 1, Instituto
de Estudios Fiscales, 1981, Madrid, pp. 431-439.
10
El Doctor Kamel Cazor es responsable del mejor trabajo general sobre la
temática de este Capítulo. CAZOR, KAMEL: La sumisión a derecho de los actos y disposiciones
465
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
466
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
467
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
Ello fluye del hecho que el término 1egalidad “es aquí empleado en
sentido amplio como sinónimo de juridicidad…”. Los profesores de
derecho público destacan la trascendencia jurídica que tiene dentro
del sistema constitucional dicho control de legalidad, agregando:
“Tan alta estima chocaría con una interpretación que convirtiera a
la Contraloría en un mero órgano de fiscalización interna, en un
asesor jurídico y un contable del Ejecutivo, al transformar al exa-
men de legalidad en un juicio siempre provisorio susceptible de ser
reclamado por inconstitucionalidad, en un plazo de 30 días”.
A juicio de los académicos, si se aceptara que el TCCh puede
controlar la constitucionalidad de los actos administrativos, ello
significaría burlar la intención del constituyente en el sentido de
reconocer un rol fundamental a la Contraloría General. Sobre el
punto afirman: “No parece tampoco acorde con la sabiduría que
debe atribuirse a tal Poder Originario si se pensase que por una parte
se eleva a rango constitucional a la función de control jurídico de
la toma de razón y se da autonomía constitucional a la Contraloría
General y luego se someten sus dictámenes referidos a decretos
supremos a la revisión del Tribunal Constitucional”.13
Los profesores reconocen, sin embargo, que la competencia del
TCCh para controlar la constitucionalidad de los decretos pareciera
derivarse del texto expreso del (entonces) artículo 82 Nº 5 de la
Carta Fundamental, según el cual: “Son atribuciones del Tribunal
Constitucional: Resolver los reclamos en caso que el Presidente de
la República… dicte un decreto inconstitucional.
El escrito de los docentes universitarios rechaza, sin embargo,
una interpretación meramente literal del precepto citado, y propone
una lectura restrictiva del mismo “mirando –dicen– la construcción
constitucional en su conjunto”.
Los académicos proporcionan varios argumentos para descartar
una interpretación literal de la norma constitucional en análisis.
Señalan, por ejemplo, que “… entender textualmente el artículo
82 Nº 5 y someter al Tribunal Constitucional todo decreto que una
13
El documento cita las palabras de Jaime Guzmán, quien en la sesión 359
de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución expresa que: “no le parece
lógico que si hay una instancia que es la Contraloría, llamada a calificar la legalidad
de los decretos y reglamentos, se recurra al Tribunal Constitucional por estimar
que la Contraloría se equivocó y no debió tomar razón de un decreto, ya que en la
práctica será el Tribunal Constitucional el que se pronunciará sobre la legalidad o
ilegalidad de los decretos”. Más adelante Guzmán agregaría: “…recurrir al Tribunal
Constitucional por cada decreto inutilizará la función de la Contraloría”.
468
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
14
El escrito de los profesores agrega otra consideración práctica en apoyo de
su posición: “Debe asimismo medirse el impacto que una interpretación extensiva
del artículo 82 Nº 5 tendría en el mecanismo de la acusación constitucional y juicio
político. Será, muy a menudo, más fácil sembrar la duda sobre la inconstituciona-
lidad del actuar del Presidente de la República o sus Ministros, o sobre el propio
proceder del Contralor y emplear el reclamo al Tribunal Constitucional como un
arma política que acusar derechamente a tales Magistrados … en abierto juicio
político”.
15
El escrito de los profesores se refiere a cuáles podrían ser los casos que
constituirían inconstitucionalidad en el “proceso de dictación de un decreto”:
“El Presidente de la República dicta un decreto y no lo somete a toma de razón,
debiendo hacerlo, y lo notifica o publica… El Presidente dicta un decreto, la
Contraloría toma razón de él y el ejecutivo publica o notifica un texto diferente
de aquel que fue tomado razón por la Contraloría… El Presidente de la República
dicta un decreto, la Contraloría lo representa por ser contrario a la Constitución
y el Presidente no recurre al Tribunal Constitucional y lo publica o notifica… El
Presidente de la República dicta un decreto de gastos que excede el límite señala-
do en la Constitución y lo publica, pese a que la Contraloría no le ha dado curso
conforme al artículo 88”.
469
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
16
Para Ribera, el tema no es nuevo; él es autor de varios e importantes trabajos
científicos referidos al tema de la Justicia Constitucional. Ver, por ejemplo: RIBERA,
TEODORO: “El Tribunal Constitucional”, Revista Chilena de Derecho, volumen XI,
Nº 2, 1984, y RIBERA, TEODORO: “El Tribunal Constitucional y su aporte al desarrollo del
derecho”, Estudios Públicos, Nº 340, 1989.
17
Ribera cita la opinión del profesor Gustavo Fiamma, para quien: “el acto
administrativo que nace, como todos los demás que son tomados de razón, goza
de una simple presunción de legalidad. La toma de razón no le imprime al acto
administrativo más que una cierta, pero definitiva, apariencia de legalidad y cons-
titucionalidad… A raíz de este examen el acto administrativo puede ser cursado
o representado. Si es cursado, como la toma de razón no es juicio definitivo de
constitucionalidad, el acto podrá ser impugnado por la vía de los Nos 5 y 12 del
artículo 82 de la Constitución, y los particulares lo podrán hacer por la vía del
control del juez judicial”. FIAMMA, GUSTAVO: “El control de constitucionalidad de
los actos administrativos”, Revista de Derecho Público, Nº 37-38. 1985.
470
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
Cabe señalar que el fallo del Tribunal Constitucional también utiliza como
18
471
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
472
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
19
En ese sentido se pronuncia Alejandro Ferreiro, para quien: “…existen su-
ficientes elementos que permiten sostener la conveniencia y necesidad del control
de constitucionalidad de los decretos, de los cuales el más saliente y decisivo se
relaciona con la importancia que en nuestro sistema tiene la potestad reglamentaria
autónoma”. Desarrollando su posición, Ferreiro expresa: “si se impusiera la tesis de
la incompetencia del Tribunal para conocer de la constitucionalidad de los decre-
tos, habría que admitir que una crecida porción de la manifestación normativa del
Estado quedaría excluida del control de constitucionalidad, lo que parece incohe-
rente e inconveniente de cara al fortalecimiento del Estado de Derecho”. FERREIRO,
ALEJANDRO: “Justicia Constitucional: Análisis del Tribunal Constitucional chileno y
español”, Memoria para optar al grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales
de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, 1992, pp. 191-192.
20
El artículo 6º de la Constitución Política de Chile dispone: “Los órganos
del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas
conforme a ella, y garantizar el orden institucional de la República. Los preceptos
de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos
como a toda persona, institución o grupo. La infracción de esta norma generará
las responsabilidades y sanciones que determine la ley”.
El artículo 7º de la Carta Fundamental, por su parte, señala: “Los órganos del
Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus integrantes, dentro de
473
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
474
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
22
Existe, por supuesto, una diferencia importante. En “MARBURY VS. MADISON” la
Corte Suprema de los Estados Unidos se arrogó una competencia que la Constitución
no le entregaba explícitamente. En “Subsidios de Vivienda” el TCCh se atribuye
una facultad que aparecía otorgada por el propio texto de la Carta Fundamental.
Sobre “MARBURY” véase en pp. 74-78.
23
El fallo “Publicidad Caminera (I)” presenta otros aspectos de interés, en
relación, por ejemplo, a la “reserva legal” en materia de regulación económica.
Tales facetas de la sentencia se examinan más adelante en la segunda sección de
este mismo Capítulo, pp. 511-515.
475
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
24
En efecto, y respondiendo a una nueva objeción del Ejecutivo, el Consi-
derando 21 de “Publicidad Caminera” indica textualmente: “la parte requerida ha
invocado como argumentación para declarar improcedente el requerimiento interpuesto que
el artículo 82, Nº 5, de la Carta Política, en que éste se sustenta, sería improcedente, porque
esta norma se referiría solamente a los casos de inconstitucionalidad de forma cometidos por
el Presidente de la República y no subsanables o subsanados por la Contraloría General de la
República. Sobre el particular este Tribunal rechaza la improcedencia planteada y se atiene
a lo ya expresado en los roles 116 y 124”.
25
El profesor Gustavo Fiamma, comentando favorablemente “Publicidad Caminera
(1)”, ha señalado: “Con este histórico fallo se acaba de inaugurar, completamente,
una nueva vía de protección de nuestro ordenamiento constitucional frente al
476
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
“Colonia Dignidad”
18 de junio de 1991
Rol Nº 124; R.E.J. v2-p. 379
477
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
28
El fallo “Colonia Dignidad” significó también la discusión de importantes
cuestiones relativas a la libertad de asociación y el derecho de propiedad.
478
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
479
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
480
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
30
De lo que no hay duda, en todo caso, es que una declaración de inconstitu-
cionalidad del decreto por parte del Tribunal Constitucional hubiera creado un
precedente jurídico para la Corte Suprema, al momento que a esta tocara fallar la
inaplicabilidad por inconstitucionalidad de la ley.
El ánimo de precaver este problema movió a los Ministros Maldonado y Urzúa
a proponer que el Tribunal Constitucional se abstuviera de emitir pronunciamiento
sobre el reclamo de constitucionalidad deducido contra el Decreto Supremo de Justicia
Nº 143. Los Ministros Maldonado y Urzúa fundan su proposición en que los tribunales
ordinarios de justicia ya se encontraban estudiando recursos de protección e inaplica-
bilidad dirigidos a enervar los efectos del mencionado Decreto Supremo Nº 143.
Maldonado y Urzúa, reconociendo los distintos fundamentos de impugnación
en que se sustentan el recurso de inaplicabilidad, por una parte, y el requerimien-
to de constitucionalidad, por la otra, advierten, sin embargo, “que, eventualmente,
podrían dictarse pronunciamientos contradictorios porque el fallo que recaiga en los recursos
pendientes ante los Tribunales Superiores de Justicia involucra la constitucionalidad o incons-
titucionalidad del decreto supremo impugnado y la resolución que este Tribunal debiera emitir
debe contener precisamente esa decisión”. Concluyen los Ministros Maldonado y Urzúa:
“esta dualidad de pronunciamientos originaría una pugna o una diversa interpretación de
las normas jurídicas pertinentes, la que no ha sido prevista ni resuelta por nuestra Carta
Fundamental, pudiendo crearse incertidumbre respecto a cuál de ellas debe prevalecer, lo que
dañaría el buen orden jurídico nacional, consecuencia que no es posible atribuirle al Poder
Constituyente y que es necesario evitar”.
No se equivocaban en sus aprensiones los Ministros Maldonado y Urzúa. En
efecto, pocos meses después de que el Tribunal Constitucional decidiera en “Co-
481
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
482
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
“Plan Regulador”
25 de enero de 1993
Rol Nº 153
33
Sobre este asunto, el ex Contralor profesor Arturo Aylwin postula: “compar-
timos la doctrina aplicada hasta ahora por la Contraloría General de la República
en el sentido de que si la inconstitucionalidad del decreto emana directamente
del mandato de la ley que está plenamente vigente, no cabe la representación por
dicha causal”. AYLWIN, ARTURO: “Algunas reflexiones sobre el trámite de toma de
razón”, Cuadernos de Análisis Jurídico, Facultad de Derecho, Universidad Diego
Portales, Nº 20, 1992, p. 69.
483
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
34
De acuerdo al citado artículo 33: “Los planes regionales de desarrollo urba-
no serán aprobados por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, mediante decreto
supremo dictado por orden del Presidente de la República, previa autorización
del intendente respectivo, y sus disposiciones deberán incorporarse a los planes
reguladores intercomunales, metropolitanos y comunales”.
35
De acuerdo al requerimiento, la reglamentación establecida en el Decreto
Supremo Nº 66 vulnera, entre otras, las siguientes garantías constitucionales: el
derecho de propiedad (artículo 19 Nº 24 de la Carta Fundamental), la libertad
económica (artículo 19 Nº 21 de la Constitución Política) y la igualdad ante la ley
(artículo 19 Nº 2 de la Carta Fundamental).
484
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
485
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
486
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
487
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
40
Consúltese el escrito de 118 páginas mediante el cual el Ejecutivo formula
observaciones a Requerimiento (17 de marzo de 1997).
488
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
41
Nos referimos, por supuesto, a la lectura del máximo intérprete y “guardián”,
además, de la Carta Fundamental: el Tribunal Constitucional.
489
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
490
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
44
Explica Valenzuela: “En efecto, se infringiría, en primer término, el artículo 82 de
la Carta Fundamental, que contiene la enumeración taxativa de las facultades de este Tribu-
nal, por cuanto en ninguna de ellas está autorizado para emitir juicios implícitos o explícitos
sobre la constitucionalidad de una norma legal en vigencia, salvo en aquella contemplada
491
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
en su Nº 3º respecto de los decretos con fuerza de ley, que no es el caso. En segundo lugar, se
vulneraría el artículo 80 de la misma Carta, que confiere exclusivamente a la Corte Suprema,
en las materias de que conozca, o que le fueren sometidas en recurso interpuesto en cualquier
gestión que se siga ante otro tribunal, para declarar inaplicable para esos casos particulares
todo precepto legal contrario a la Constitución. Y, por último, desde la perspectiva de la
realidad de las cosas que se enunció en los considerandos anteriores, se invadiría el campo
propio del Poder Legislativo, ya que mediante la declaración de inconstitucionalidad de las
disposiciones reglamentarias objetadas por el requerimiento se emitiría un pronunciamiento
sobre una ley aprobada y sancionada por los órganos legislativos, en plena vigencia” (Con-
siderando 7). Más adelante, se añade: “Que, sin embargo, esta tesis no es absoluta, pues
en el evento que el reglamento se apartara de la ley en consonancia con la cual se dicta, se
produce la desvinculación de uno y otra, ya que dejan de constituir un todo jurídicamente
armónico que da lugar a una realidad jurídica evidente, para transformarse en partes de
una relación ley-decreto reglamentario que se contrastan y se repudian. En esta hipótesis,
desaparece el fundamento de la tesis que se ha venido desarrollando y, por ende, se exceptúa
de ella, porque el reglamento puede ser objetado, en conformidad con lo prescrito en el artículo
82, Nº 5, de la Carta Fundamental, ya que su enjuiciamiento constitucional se efectuaría
sin que ello importe una intromisión de este tribunal en un acto legislativo… En este orden
de ideas, debemos entender que el reglamento contraría la ley no sólo cuando está en pugna
con su texto expreso, sino, también, cuando su contenido desborde el marco de posibilidades
regulatorias que brinda la Constitución (…)” (Considerando 9).
45
“De este modo, añade la Ministra Bulnes, su actuación tiene que observar,
en primer término, los mandatos constitucionales y sólo a continuación los man-
datos legales. Si la Constitución no le permite actuar, aun cuando la ley lo autorice,
necesariamente, deberá abstenerse de hacerlo, so pena de incurrir en infracción
constitucional”.
492
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
493
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
46
Adicionalmente, el requerimiento pedía se invalidaran los dos oficios del
Ministerio de Hacienda a través de los cuales se aprobaba el endeudamiento de
la Cuenta de reembolso del Transantiago. Este aspecto del requerimiento, y la
decisión que recae sobre éste, se comentan más abajo a propósito del comentario
de la sentencia “Píldora del Día Después (I)”, pp. 508-509.
494
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
495
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
47
Por nuestra parte, seguimos pensando –como lo pensábamos en 1994–, y
como lo expresamos más arriba al comentar “Colonia Dignidad”, que no existen
razones de Derecho que permitan afirmar que la legalidad o ilegalidad material
de la norma administrativa deba incidir en la capacidad del TCCh para ejercer
control a su respecto. El hecho de que sí existan, sin embargo, poderosas razo-
nes prudenciales que desaconsejan el control de tales decretos, obliga al TCCh a
desarrollar algún tipo de estándar de revisión que permita conciliar los distintos
principios e intereses en juego.
48
Debo señalar que participé en esta causa. Por lo demás, el comentario que
sigue reitera varias de las ideas contenidas en el Informe en Derecho que hice
llegar, en su oportunidad, al TCCh.
496
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
497
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
tario, pero sin cumplir con las exigencias que la Constitución ha pre-
visto para que sea tal. En efecto, ese acto administrativo contiene un
conjunto de normas; cuyo alcance es nacional o de aplicación general
a todos los destinatarios de ellas; y dotadas de carácter permanente,
es decir, que no agotan o pierden vigencia por su aplicación en un
caso determinado. Sin embargo, tal Resolución Exenta carece de las
demás exigencias que la Constitución contempla para los decretos
supremos reglamentarios, porque fue dictada por la Ministra de Salud,
en circunstancias que hacerlo se halla prohibido, pues correspondía
que fuese suscrita por la Presidenta de la República y, además, debió
ser sometida al trámite de toma de razón en la Contraloría General
de la República, atendida su naturaleza esencialmente reglamentaria.
Habiéndose omitido estos dos requisitos esenciales para la formación
válidad de un reglamento, fuerza es concluir que la Resolución Exenta
Nº 584 quebranta la Constitución, en su aspecto formal, lo que así
será declarado por este Tribunal. De este modo la referida resolución
resulta ser más bien, desde un punto de vista material, esto en cuanto
a su contenido, como señala la doctrina italiana, una “falsa resolución”
o más propiamente una “resolución de carácter reglamentario” (Con-
siderando Trigésimo tercero).
Una minoría de 4 magistrados del TCCh (Colombo, Correa,
Vodanovic y Francisco Fernández) es partidaria de rechazar el reque-
rimiento, por cuanto este órgano no tendría jurisdicción para emitir
ningún tipo de pronunciamiento sobre resoluciones exentas. En el
voto disidente, redactado por el Ministro Correa, por ejemplo, se
razona así: “…aun si la Resolución 584, que nos ocupa, fuere ilegal
o inconstitucional, por tratar materias no aptas para ser abordadas
por una resolución o por estar suscritas por una autoridad incom-
petente para dictarla, no por ello deja de ser una resolución; sólo
ocurre que debe ser anulada, pero no es este Tribunal, sino la justicia
ordinaria la competente para hacerlo, pues a este Tribunal no le ha
sido otorgada competencia para anular resoluciones contrarias a la
Constitución…” (razonamiento 4º).
La decisión de la mayoría parece correcta. Ello, por las siguientes
razones:
a) Verdadera naturaleza de la potestad reglamentaria
La Resolución Exenta Nº 584 fue un intento por crear Derecho
positivo chileno por una vía no destinada al efecto. Lo es desde el
momento en que las “Normas Nacionales…” establecen obligaciones
498
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
49
Esta afirmación es de sentido común en nuestro Derecho Público. Véanse
los Tratados de Enrique Silva Cimma, Eduardo Soto Kloss y Patricio Aylwin.
50
Sobre el particular, véase el Capítulo 2.
499
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
51
AYLWIN, PATRICIO, y AZÓCAR, EDUARDO: Manual de Derecho Administrativo, Uni-
versidad Nacional Andrés Bello, Santiago de Chile, 1996, pp. 87-88.
52
Así, por ejemplo, sucesivas lecturas literalistas redujeron el ámbito del re-
curso de inaplicabilidad. Ya sea que se distinguiera entre vicios de procedimiento
y fondo, derogación tácita e inconstitucionalidad, contradicción e interpretación,
el punto es que la Corte Suprema resolvió una y otra vez recortar su ámbito de
competencia, factor que contribuyó, que duda cabe, a profundizar la situación
anémica de dicha acción. Revísese, en otro terreno, la forma en que la Corte Su-
prema se inhibió hasta 1970 de conocer causas contencioso administrativas con el
pretexto de haber sido deferida tal jurisdicción a unos tribunales que no existían.
Recuérdese, finalmente, la manera en que la pasividad de los tribunales de justicia
500
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
frente a las gravísimas violaciones a los derechos humanos cometidas por agentes
del Estado durante la dictadura que gobernó Chile entre 1973 y 1990 se apoyó,
una y otra vez, en interpretaciones literalistas y formalistas.
53
Los fallos sistemáticos y finalistas le permitieron a este Tribunal hacer no-
tables contribuciones a la consolidación del Estado de Derecho. Así en CEA, JOSÉ
LUIS: “Influencia del Tribunal Constitucional en el proceso de institucionalización
política”, Revista Chilena de Derecho, volumen XV, 1988, pp. 205-211, e “Influencia
del tiempo en nuestro Tribunal Constitucional”, Discurso, www. TribunalConstitu-
cional.cl, Mayo de 2006.
54
Conviene reproducir, en todo caso, alguno de los razonamientos con que
el Ministro Jorge Correa, redactor de la disidencia principal en “Píldora del día
después (I)”, contradice la posición del fallo, y de este libro:
“…Las normas sobre competencias no constituyen una formalidad, ni pueden ser despre-
ciadas como un literalismo… El celo por procurar que otros respeten la Constitución no nos
permite hacer declaraciones para las que no somos competentes” (fundamento 1º).
“La Constitución y la ley distinguen con claridad los decretos supremos y las resoluciones.
Si bien la Constitución no define estos términos, claramente no los confunde… Al no estar
definidas constitucionalmente estas fuentes, no podemos apoyarnos en la Carta Fundamental
para decir cuál sea una y cuál otra. Por su parte, la ley define los decretos supremos y las reso-
luciones en una norma que no aparece contraria a la Constitución y a la cual debe atenerse
este Tribunal. El artículo 3º de la ley Nº 19.980, de Bases de Procedimientos Administrativos
que rigen los actos de los órganos de la Administración del Estado, define el decreto supremo
como la orden escrita que dicta el Presidente de la República o un Ministro ‘por orden del
Presidente de la República’, sobre asuntos de su competencia, y a la resolución como el acto de
análoga naturaleza que dictan las autoridades administrativas dotadas de poder de decisión.
La norma es clara; la distinción entre los decretos y las resoluciones no radica en el contenido
de ellos, ni en su naturaleza análoga según el propio precepto), sino en quien los suscribe.
Es el ente emisor el que hace la distinción entre las resoluciones y los decretos. La Resolución
Nº 584/2006 del Ministerio de Salud que se impugna no está suscrita por el Presidente de
la República, ni por orden de éste, por lo que no es un decreto supremo. Este mismo criterio
para diferenciar decretos supremos y resoluciones, basado únicamente en la autoridad de la
que emana la norma, es el que utiliza la unanimidad de la más consultada doctrina ante-
rior a la dictación de la ley aludida (se refiere a Silva Cimma, Aylwin, Silva Bascuñán,
Carmona, Pfeffer y Varas)” (fundamento 2).
“…debe tenerse presente que si la Resolución 584 se excede, en razón de su materia, de
lo que el derecho permite a una resolución o está suscrita por quien no tiene facultades para
dictarla o de cualquier otro modo vulnera la Constitución o las leyes que debe respetar, eso no
cambia su carácter de resolución, la que, en conformidad a derecho, viene dada únicamente
por la autoridad que la suscribe. Esto no quiere decir que, por medio de esta norma, llamada
501
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
resolución, pueda regularse cualquier materia y se limite de contenido; quiere decir simplemente
que las resoluciones ilegales o inconstitucionales no dejan de ser resoluciones. Pueden, en tal
evento, ser anuladas, dejadas sin efecto, preteridas en su aplicación por los tribunales de Justicia
a favor de normas de mayor jerarquía, pero no se transforman en otra cosa y si no dejan de
ser resoluciones, a esta Magistratura no le corresponde pronunciarse acerca de su constitucio-
nalidad. Lo dicho no es una formalidad, sino una regla elemental y general para entender el
sistema jurídico: así, una ley contraria a la Constitución no es, bajo la teoría de la realidad,
una reforma constitucional, sino que sigue siendo una ley, solo que invalidable y anulable; una
sentencia ilegal no se transforma en ley, sigue siendo una sentencia, solo que anulable por la vía
de recursos; aun cuando intentará efectos generales, tampoco se transforma en ley; un contrato
celebrado con dolo no pasa a ser una ley encubierta que modifica el Código Civil; sigue siendo
un contrato, sólo que anulable. De igual modo, aún si la Resolución 584, que nos ocupa, fuera
ilegal o inconstitucional, por tratar materias no aptas para ser abordadas por una resolución
o por estar suscrita por una autoridad incompetente para dictarla, no por ello deja de ser una
resolución; sólo ocurre que debe ser anulada, pero no es este Tribunal sino la justicia ordinaria
la competente para hacerlo, pues a este Tribunal no le ha sido otorgada competencia para anular
resoluciones contrarias a la Constitución” (fundamento 4).
“…la teoría de la realidad, empleada por el fallo del que disentimos, siendo una herra-
mienta útil del derecho, no sirve para cualquier fin. Desde luego, no sirve para cambiar el
rótulo de una categoría jurídica o continente de normas que no se define por el contenido de
la norma ni por sus características, sino por el órgano del que emana” (fundamento 5).
“Las reglas de competencia establecidas en la Constitución Política no constituyen una
formalidad de menos entidad. Ellas son el modo en que se distribuye el poder en el Estado. De
ese modo se evita la concentración del mismo. Tal división del poder es el modo primigenio y
más característico del constitucionalismo para resguardar las libertades de las personas. Los
órganos de control jurisdiccional tampoco están concentrados y cada uno tiene una esfera de
competencia determinada. La del Tribunal Constitucional no le permite enjuiciar la constitucio-
nalidad de la Resolución 584, como hace el fallo del que disentimos” (fundamento 19).
502
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
55
ZAPATA, PATRICIO: La Jurisprudencia del Tribunal Constitucional, Corporación
Tiempo 2000, 1994.
503
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
504
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
505
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
Son muchas, en efecto, las sentencias del TCCh que han acla-
rado en qué casos puede entenderse que el requerimiento debe
ser deducido por la Presidencia de alguna de las Cámaras y en qué
otros casos puede ser interpuesto por un cuarto de los diputados
o senadores en ejercicio (Roles 146, 153, 167, 183, 245-6, 253, 254,
282 y 325). Aun cuando estos fallos fueron dictados en una época
en que la Constitución abordaba en numerales distintos (5 y 12 del
antiguo artículo 82 de la Carta Fundamental) la situación de los
requerimientos de las Cámaras y los de una minoría parlamentaria,
la lógica del razonamiento de entonces sigue siendo aplicable al
numeral 16 del nuevo artículo 93 que ha unificado la regulación
de ambas hipótesis.
Conviene, al efecto, reproducir algunos considerandos de la
sentencia “Catalíticos” (Causa Rol 325 de 26 de junio de 2001):
“La resolución de este asunto no se circunscribe sólo a un simple
problema de legitimación procesal, sino que es de vastas proyecciones
en el ordenamiento constitucional, porque la tesis que se sustente
importará un pronunciamiento sobre las facultades de las minorías
parlamentarias para ejercer acciones tendientes a controlar que los
actos del Poder Ejecutivo se ajusten a la Constitución y el verdadero
alcance de su participación en nuestro sistema democrático que
consagra el artículo 4º de nuestra Carta Fundamental”.
“Al mismo tiempo, la decisión también se extiende sobre uno de
los pilares básicos de nuestro Estado de Derecho, cual es el ámbito de
las atribuciones de este Tribunal para velar por el fiel cumplimiento
del principio de supremacía constitucional consagrado en el artículo
6º del Capítulo 1 sobre Bases de la Institucionalidad”.
El fallo cita a continuación al profesor Segundo Linares Quin-
tana, para quien: “en la interpretación constitucional debe siempre
prevalecer el contenido teleológico de la Constitución… y en caso
de aparente conflicto entre la libertad y el interés del Gobierno,
aquella debe primar sobre este último, porque no se concibe que
la acción estatal manifestada a través de los cauces constitucionales
pueda resultar incompatible con la libertad, que es el fin último
del Estado”.
Más adelante, la sentencia concluye que el único caso en que
la titularidad del requerimiento contra la potestad reglamentaria
está entregada exclusivamente a las “Cámaras” es cuando se trata de
potestad reglamentaria autónoma que vulnera la reserva de ley. A
contrario sensu, y tratándose de potestad reglamentaria de ejecución, las
506
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
507
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
508
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
56
En el mismo sentido. el profesor Rolando Pantoja señala: “De conformidad
con la Constitución Política, entonces, la administración pública o Administración del
Estado, consiste en el ejercicio de una autoridad plena, ejercida por las autoridades
administrativas (artículo 24.2) al servicio de la persona humana, para promover el
bien común, proteger y fortalecer la familia, preservar la integración armónica de
todos los sectores de la Nación y asegurar a las personas el derecho a participar en
igualdad de oportunidades en la vida nacional (artículo 1) a través de la fijación
de una política nacional (artículo 102.2) que apunte a un desarrollo sustentable
del país (artículos 102.2 y 19 Nº 8), de acuerdo con la Constitución y las leyes (ar-
tículo 24.2). PANTOJA, ROLANDO: El Derecho Administrativo: Clasicismo y Modernidad,
Editorial Jurídica de Chile, 1994, p. 196. En el Derecho español, Luciano Parejo
define la Administración como “una actuación servicial pero continua, incluso de
positiva configuración social, para la efectividad en el plano de la realidad de los
valores, los bienes y los objetivos consagrados y protegidos por el ordenamiento
jurídico, mediante la satisfacción de las necesidades colectivas”. PAREJO, LUCIANO,
JIMÉNEZ-BLANCO, A., y ORTEGA ÁLVAREZ, L.: Manual de Derecho Administrativo, 21ª
edición corregida y aumentada, Ariel Derecho, Barcelona, 1992, p. 100.
509
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
57
Para un tratamiento de los aspectos históricos y doctrinarios del tema de la
reserva de ley, véase: GARCÍA MACHO, RICARDO: Reserva de ley y potestad reglamentaria,
Ariel Derecho, Barcelona, 11ª edición, marzo de 1988, y BAÑO LEÓN, JOSÉ MARÍA:
Los límites constitucionales de la potestad reglamentaria, Editorial Civitas, S.A., Madrid,
11ª edición, 1991.
510
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
Los caminos públicos son bienes nacionales de uso público, esto es,
pertenecen a la Nación y su uso corresponde a todos los habitantes
del país.58
Es responsabilidad del Estado, en cuanto administrador de ta-
les bienes nacionales, asegurar el uso expedito y tranquilo de los
caminos públicos. Con tal objeto, y en base a elementales razones
de seguridad, el artículo 16 del Decreto con Fuerza de Ley 206 de
1960 (Ley de Caminos) impide la colocación de carteles y anuncios
comerciales en los caminos públicos de Chile. La misma norma,
además, agrega que la colocación de avisos en las franjas adyacentes
a los caminos deberá ser autorizada por el Director de Vialidad, en
conformidad al Reglamento”.
En cumplimiento de este último mandato legal, en 1963 se dictó
el Decreto Supremo 1.206, que regula la forma en que ha de conce-
derse la autorización para instalar propaganda comercial en las zonas
contiguas a los caminos públicos. En dicha norma se establece una
distancia mínima entre ellos de 150 metros y se faculta a la Dirección
de Vialidad para negar la autorización de los letreros que pudieren
afectar la estética panorámica.
El año 1977, a fin de actualizar la reglamentación respectiva, el
citado Decreto Supremo 1.206 fue sustituido por el Decreto Supre-
mo 1.319, que, entre otros cambios, aumentó a trescientos metros la
distancia mínima que debe existir entre los letreros autorizados.
Catorce años más tarde, en 1991, se dicta el Decreto Supremo
Nº 357, que modifica sustancialmente el régimen de autorizaciones
para el avisaje caminero. De acuerdo a esta nueva regulación, sólo se
autoriza la instalación de letreros comerciales en lugares que se en-
cuentren, a lo menos, a trescientos metros del borde del camino.
No es del caso analizar los antecedentes técnicos en que se fundó
el Ministerio de Obras Públicas para adoptar el cambio indicado.
Lo que resulta evidente, en todo caso, es que el nuevo régimen de
publicidad caminera, más que reglamentar la autorización de pro-
paganda comercial en las franjas adyacentes, establece en la práctica
una prohibición de tal actividad.
58
Artículo 589 del Código Civil en relación al artículo 19 Nº 23 de la Consti-
tución Política.
511
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
59
Los Ministros Bulnes, Jiménez, Cereceda y García votan por la inconstitu-
cionalidad del Decreto Supremo Nº 357. Los Ministros Aburto, Velasco y Faúndez,
en cambio, suscriben un voto disidente planteando la conformidad constitucional
de dicha norma administrativa.
60
Véase el escrito en que el gobierno formula observaciones al requerimiento
contra el Decreto Supremo Nº 357 de 1992, p. 4.
512
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
61
Raúl Bertelsen tiene un juicio positivo sobre ‘Publicidad Caminera (I)”, descri-
biéndole como: “sana doctrina” y “… apta para remediar los males provenientes de
…reglamentos que en vez de procurar la ejecución de las leyes, las reemplazan”.
Respecto al tema de la “reserva de ley”, el profesor Bertelsen expresa: “Este
aspecto del fallo es igualmente del máximo interés. Cuando existe una materia
reservada por la Constitución a la ley (artículo 60), sólo normas legales pueden
ocuparse de su regulación y si se trata del ejercicio de un derecho, sin afectar su
esencia ni impedir su libre ejercicio. Si no hay ley, no procede que el Ejecutivo
dicte un reglamento que supla a la ley, sino que, si estima necesaria la existencia
de una regulación, puede presentar un proyecto de ley e instar por su aprobación
en el Congreso Nacional”.
Más adelante, el profesor Bertelsen agrega: “Por desgracia, son bastante fre-
cuentes los casos en que la Administración, a través de reglamentos se ocupa de
materias propias de ley, y a veces incluso a instancias del legislador, que remite al
reglamento la regulación de determinadas materias que la Constitución incluyó den-
tro del dominio legal, remisiones que, está de más decirlo, son inconstitucionales”.
BERTELSEN, RAÚL: “Comentarios a la Jurisprudencia del Tribunal Constitucional”,
Revista Chilena de Derecho, volumen 19 Nº 1, pp. 126-127.
62
No deja de llamar la atención, además, que la redactora de “Publicidad
Caminera (1)”, Luz Bulnes, en un artículo publicado algunos años antes, haya
sustentado una posición diferente a la consignada en el fallo que se comenta. En
efecto, en 1985 la profesora Bulnes había expresado sobre esta materia: “…no es
el legislador la autoridad llamada a imponer las limitaciones o prohibiciones al
derecho a desarrollar cualquier actividad económica, pues esta competencia no le
está asignada expresamente… cuando el constituyente quiso darle esta atribución
al legislador lo dijo expresamente como en el caso de la libertad de trabajo… la
autoridad administrativa debidamente autorizada por ley tiene plenas facultades
para imponer limitaciones o prohibiciones al derecho a desarrollar cualquier
actividad económica”. Más adelante, la profesora Bulnes añadía: “La expresión
“respetando las normas legales que la regulen” debe interpretarse en el sentido
de que los actos administrativos deben enmarcarse en la normativa relativa a las
disposiciones legales y específicas de una actividad determinada”. BULNES, LUZ: “El
derecho a desarrollar cualquier actividad económica”, Revista de Derecho Público.
Nos 37-38, 1985.
513
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
514
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
515
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
60, Nº 2, que establece: “Sólo son materias de ley las que la Consti-
tución exija que sean reguladas por una ley, estas atribuciones están
entregadas expresamente al legislador, al disponer el constituyente
que el derecho a desarrollar una actividad económica se asegura
respetando las normas legales que la regulen… En otras palabras, el
constituyente entrega al legislador y no al administrador la facultad
de disponer cómo deben realizarse las actividades económicas y a
qué reglas deben someterse”.
“Publicidad Caminera (II)” también reafirma la tesis de la reserva
legal absoluta insinuada en “Publicidad Caminera (I)”, al indicar:
“…si bien al regular se pueden establecer limitaciones y restricciones
al ejercicio de un derecho, éstas claramente, de acuerdo al texto de
la Constitución, deben ordenarse por ley y no mediante normas de
carácter administrativo. No podríamos entender en otro sentido la
expresión ‘las normas legales que la regulen’, pues ello significa-
ría violentar no sólo las claras normas del artículo 19, Nº 21, sino
que, también, sería aceptar que el administrador puede regular el
ejercicio de los derechos constitucionales sin estar autorizado por
la Constitución”.
Al igual que había acontecido un año antes, la decisión del
Tribunal genera diferencias de opinión dentro del Tribunal. En
este caso, son el Ministro Velasco y el abogado integrante Colombo
Campbell quienes suscriben un voto de minoría estimando que el
Decreto Supremo Nº 327 es constitucional.
516
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
517
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
63
Debe señalarse que el Ministro Colombo Campbell discrepó del fallo. En
su voto de minoría, Colombo expresó: “… el artículo 49 se ajusta a la normativa
constitucional y que para seguridad de los afectados contiene los recursos juris-
diccionales necesarios para evitar que el Poder Ejecutivo pueda vulnerar garantías
constitucionales ejerciendo las atribuciones que la ley en consulta le confiere”.
518
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
“Tarifas de Peajes”
17 de mayo de 1994
Rol Nº 183
64
Entre otros argumentos, los requirentes fundan su conclusión en la circuns-
tancia que la Carta Fundamental de 1980 innovó respecto a lo contemplado sobre
esta materia por la Constitución de 1925. Mientras ésta se refería a “impuestos y
contribuciones”, el texto actual utiliza el concepto de “tributo”, que comprende,
además de los conceptos anteriores, a las tasas y otros derechos y cargas.
519
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
520
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
66
“Tarifas de Peajes” recuerda, además, que la referida Ley 14.999 ha tenido
una aplicación reiterada, señalando: “… las disposiciones legales a que se alude en el
fundamento anterior son las que han servido de sustento a quince decretos sobre la materia de
peajes, incluyendo obviamente al reprochado, preceptos legales que se encuentran actualmente
vigentes por no haber sido derogados expresamente”.
521
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
522
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
523
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
una indubitable determinación del momento en que aquellas limitaciones nacen o cesan”. Si
se toman en serio las palabras (precisiones “absolutas”, parámetros “incuestionables”
y determinaciones “indubitables”), “Ley de Prensa” está exigiendo, en los hechos
unos niveles de detalle y certeza imposibles de cumplir por el legislador.
69
Véase GARCÍA, GONZALO; ob. cit., pp. 296-300.
70
Más tarde publicado en ZÚÑIGA, FRANCISCO: “Ley y Reglamento en la Jurispru-
dencia del Tribunal Constitucional. Del afrancesamiento a la germanización”, en
Gómez, Gastón (editor): “La Jurisdicción constitucional chilena ante la reforma”,
Cuadernos de Investigación Jurídica, Nº 41, Escuela de Derecho, Universidad Diego
Portales, 1999, pp. 211-236.
71
Para un análisis completo y actualizado de esta polémica véase CARMONA,
CARLOS: “Tendencias del Tribunal Constitucional en la relación ley-reglamento”,
Revista de Derecho Público, volumen 61, 1998/1999, pp. 180-193.
524
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
525
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
526
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
“Catalíticos”
26 de junio de 2001
Rol Nº 325
527
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
más nimios (p. ej., los ya citados “Bases del Medio Ambiente” o “Ley
de Prensa”) y la extrema laxitud que permite al Administrador hacer
y deshacer a sus anchas (p. ej., “Tarifas de Peajes”).
Corresponde, a continuación, examinar otro de estos momen-
tos extremos en la jurisprudencia del TCCh. Nos referimos a la
sentencia “Catalíticos” que, lejos del rigor argumentativo, vuelve a
sembrar dudas sobre la aptitud del TCCh para definir una doctrina
jurisprudencial en materia de Reserva Legal.
La sentencia “Catalíticos” se pronuncia sobre el requerimiento
que un grupo de 20 senadores presentó contra el Decreto Supremo
Nº 20 del Ministerio Secretaría General de la Presidencia. El citado acto
administrativo, dictado en el contexto de los esfuerzos del Gobierno
por combatir la contaminación atmosférica de la ciudad de Santiago,
amplía el rango de vehículos afectos a la restricción de circulación,
incluyendo, por primera vez, aunque sólo para casos de emergencia
ambiental, a los automóviles con convertidor catalítico.
Los requirentes formulan dos objeciones. Por un lado, y luego
de someter la restricción vehicular a un test de razonabilidad o pro-
porcionalidad, concluyen que, dado que no existen antecedentes
que prueben que la dicha restricción mejora la calidad del aire, las
limitaciones a derechos fundamentales que ella irroga carecen de
justificación constitucional. En segundo lugar, plantean una violación
a la reserva legal, pues, sostienen, no existiría ninguna ley que auto-
rice en forma clara y precisa la dictación de un acto administrativo
como el D.S. Nº 20.
El Gobierno defiende el D.S. Nº 20 afirmando que la restricción
vehicular ampliada está pensada para casos de emergencia en que
los niveles de contaminación del aire pongan en peligro la salud de
la población de Santiago. En cuanto al argumento de reserva de ley,
el Ejecutivo sostiene que este decreto supremo encuentra su base
y fundamento en lo dispuesto en los artículos 2º, 40 y 44 de la Ley
18.300 de Bases del Medio Ambiente y 113 y 118 de la Ley 18.290,
del Tránsito.
Con fecha 26 de junio, el TCCh anunció su decisión. El reque-
rimiento fue rechazado en forma unánime. A continuación, los
considerandos más importantes de este fallo:
“37º. …el segundo capítulo de impugnación se hace residir en
que la norma en cuestión no sería adecuada para los fines que se
propone, con lo cual caería en la arbitrariedad y en la irracionalidad
técnica, vulnerando consecuencialmente los principios constitu-
528
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
529
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
73
El propio Fermandois alude a la existencia de un consenso crítico en la doc-
trina contra “Catalíticos”: “Autores de todas las sensibilidades formularon su crítica
e intuyeron sabiamente que si el TC enfrentaba el control de la constitucionalidad
aceptando que un decreto supremo vulnera la Constitución, pero declarándolo
constitucional sólo para ese caso (como lo dice el Considerando 46º), la jurisdicción
constitucional abandona el terreno del derecho y se transforma simplemente en
política. Y ello resulta peligroso para el futuro del Estado de Derecho”. FERMANDOIS,
ARTURO: Derecho Constitucional Económico, Ediciones Universidad Católica de Chile,
2ª edición, 2006, p. 177.
74
FERMANDOIS, ARTURO, op. cit., p. 177.
530
EL CONTROL DE LOS DECRETOS SUPREMOS PRESIDENCIALES
***
75
Sobre la consideración de los hechos por parte del TCCh, véase el Capítulo
4, pp. 298-302.
531
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
76
FERMANDOIS, ARTURO, op. cit., p. 189.
532
Capítulo 8
533
Pocas escenas resultan más conmovedoras que la imagen de un menor
de edad expuesto a la miseria, el abandono o el abuso. Si Ferrajoli
tiene razón, y creo que la tiene, cuando sostiene que los derechos
fundamentales son a fin de cuentas la “ley del más débil”, el cuadro
“El niño mendigo” de Murillo, retrato del desvalido por antonomasia,
puede ser una forma eficaz de recordar que, más allá de la enume-
ración de las competencias específicas del TCCh contenidas en el
artículo 93 de la Constitución Política, dicho órgano no puede sino
prestar especial atención a los casos en que se le pide un pronuncia-
miento sobre una norma que incide en la vigencia o protección de
los derechos fundamentales.1 Y serán habitualmente los grupos más
vulnerables, los pobres, los distintos, los rebeldes y los niños, quienes
más necesiten de un tribunal que garantice sus derechos.2
Al proteger los derechos de las personas, el TCCh intenta hacer
realidad la promesa con que abre la Constitución Política: “las per-
sonas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
1
FERRAJOLI, LUIGI: Derechos y garantías. La ley del más débil, Editorial Trotta,
Madrid, 1999.
2
Conviene anotar, en todo caso, que existe un sector crítico de la doctrina
que duda que la teoría y la técnica de los derechos fundamentales sean, necesa-
riamente, una buena noticia para los grupos desposeídos o explotados. Así, por
ejemplo, véase BROWN, WENDY, y WILLLIAMS, PATRICIA: “La crítica de los derechos”,
Nuevo Pensamiento Jurídico, Universidad de Los Andes, Bogota, 2003. Para una
reinvindicación crítica de las posibilidades que puede ofrecer en términos realistas,
el derecho constitucional a los grupos marginales de la sociedad, véase: GARGARE-
LLA, ROBERTO: Derecho y grupos desventajados, Biblioteca Yale de Estudios Jurídicos,
Barcelona, 1999. Y, por supuesto, tampoco hay que olvidar lo que se ha dicho en
el Capítulo 1 de este libro, en cuanto al escepticismo de muchos autores sobre las
verdaderas potencialidades garantistas del Judicial Review.
535
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
536
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
público subjetivo; son ‘derechos de la persona’. Por otro lado, están caracterizados
por una ‘dimensión institucional’. Implican la garantía jurídico-constitucional de
ámbitos vitales regulados y conformados con arreglo a criterios de libertad, que,
debido a su significación jurídico-institucional, no se dejan encerrar en el esquema
libertad individual-límites de la libertad individual, no se dejan reducir a la relación
unidimensional individuo-Estado ni tampoco se dejan fundamentar únicamente
en el individuo”. HABERLE, PETER: La garantía del contenido esencial de los Derechos
Fundamentales, Dykinson S.L., Madrid, 2003, p. 73.
7
Nuestro interés por circunscribir el terreno de los Derechos Fundamentales
no responde a ninguna mezquindad o tacañería en la materia. Todo lo contrario.
Precisamente porque adjudico valor decisivo a tales garantías, con aptitud de ener-
var cualquier decisión de las mayorías democráticas –“cartas de triunfo” como las
llama Dworkin– es que me parece que una proliferación o inflación de derechos
termina no sólo debilitando el concepto, sino que amenaza con volver imposible
el ejercicio de un importante derecho fundamental: el derecho a poder tomar de-
cisiones sobre el gobierno del país. En efecto, si todo es un derecho fundamental,
no existe ningún margen para políticas públicas innovadoras. Sobre el peligro de
una inflación de los derechos, véanse: GLENDON, MARY ANN: “El lenguaje de los
derechos”, Revista Estudios Públicos, Nº 70, otoño de 1998, pp. 77-149; SIERRA,
LUCAS: “Inflación”, El Mercurio de Santiago, 25 de agosto de 2008, A3.
8
Justiciabilidad significa, simplemente, que a) exista la posibilidad que algún
órgano independiente pueda verificar el hecho que el legislador y el administrador
están o no satisfaciendo el Derecho de que se trata, y b) que cualquier persona
que considere vulnerado el Derecho pueda acudir a un órgano jurisdiccional para
obtener tutela eficaz.
9
A saber: los derechos a la vida (Nº 1), igualdad (Nos 2, 3, 17, 20 y 22), privaci-
dad (Nos 4 y 5), libertad (Nos 6, 7, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 19, 21, 23 y 25) y propiedad
(Nº 24).
537
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
10
Véanse los numerales 3 (en lo que respecta al acceso a la justicia), 9 (dere-
cho a la protección de la salud), 10 (derecho a la educación) y 18 (derecho a la
seguridad social).
11
Los derechos liberales serían aquellos que imponen al Estado, y a los terceros,
el deber de abstenerse de realizar conductas invasivas o discriminatorias que atenten
contra la igual autonomía de los individuos. Los derechos sociales serían, por su
parte, aquellos cuyo disfrute por parte de todas las personas supone que el Estado
efectúe ciertas prestaciones, más o menos directas, para satisfacer lo que se consideran
necesidades básicas.
La clasificación es discutible. Algunos, por una parte, niegan que los llamados
derechos sociales sean auténticos derechos fundamentales. Otros, entre quienes me
incluyo, pensamos que el ejercicio efectivo de las libertades o el imperio de la igual-
dad no se alcanza con una mera abstención del Estado, sino que exige, a veces, una
fuerte acción pública. El TCCh ha formulado a mediados de 2008, en todo caso, un
vigoroso reconocimiento de los derechos sociales. En efecto, en la causa ROL 976 se
señala: “la amplia mayoría de la doctrina nacional y extranjera reconoce que los derechos socia-
les, llamados también derechos de prestación o de la segunda generación, son tales y no simples
declamaciones o meras expectativas, cuya materialización efectiva quede suspendida hasta que las
disponibilidades presupuestarias del Estado puedan llevarlos a la práctica …“(Considerando
vigésimo sexto).
No es este, en todo caso, el lugar para discutir a fondo la plausibilidad de esta
clasificación de los derechos ni tampoco para analizar las razones que tuvo el constitu-
yente de 1980 para dar un tratamiento diferenciado a unos y a otros. Si me he referido
a esta clasificación, aun entendiendo las ambigüedades y los grises que ella elude, es
porque creo que subyace, para bien o para mal, a la forma en que se construyeron las
normas sobre Derechos Fundamentales en 1980.
538
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
12
“Catalíticos”, 26 de junio de 2001, Rol 325 (Considerando 47).
13
Más que ningún otro fallo en la historia del TCCh, la sentencia sobre la Píldora
ha sido objeto de una fuerte controversia social. Expresiva de ese interés ciudadano
es la manifestación pública de repudio al fallo que congregó a 15.000 personas en
la Alameda del General Libertador Bernardo O’Higgins el martes 22 de abril de
2008. Aunque con una convocatoria menor, los partidarios de la proscripción de
la píldora también han marchado por las calles de Santiago.
539
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
8.1.1.1. La sentencia
14
Cabe recordar, en todo caso, que en Chile la validez de la anticoncepción
de urgencia se empezó a discutir el año 2001. Véanse las sentencias de la Corte
de Apelaciones de 28 de mayo de 2001, de la Corte Suprema de 30 de agosto de
2001, del 20º Juzgado Civil de Santiago de 30 de junio de 2004, de la Corte Ape-
laciones de 10 de diciembre de 2004 y de la Corte Suprema el 28 de noviembre
de 2005. Consúltese el completo Dossier con antecedentes doctrinarios, científicos
y judiciales sobre este debate publicado en la Revista Estudios Públicos, Nº 95,
invierno de 2004.
15
El texto completo puede consultarse en el sitio www.tribunalconstitucional.cl
16
Consideraciones elementales de honestidad intelectual me obligan a adver-
tir al lector, de entrada, que tuve participación directa en el procedimiento que
culminó en la sentencia que se comentará. En efecto, y como consta en la página
55 del fallo, en noviembre de 2007 concurrí a una audiencia del Tribunal Constitu-
cional para expresar mi opinión en el sentido que el Decreto Supremo 48 violaba
la Constitución Política. El texto de mi presentación se incorporó en el cuaderno
separado que dispuso formar el Tribunal en resolución de fojas 836.
540
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
17
El requerimiento objetaba otros aspectos de las normas nacionales sobre
regulación de la fertilidad contenidos en el indicado Decreto Supremo 48. No
obstante, el TCCh consideró que los otros reproches no habían sido formulados
de manera concreta y precisa (caso de los dispositivos intrauterinos) o que debían
rechazarse por no acreditarse violación constitucional alguna (objeción fundada
en el derecho de los padres a educar a sus hijos menores).
541
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
Cinco de los ministros, José Luis Cea, Raúl Bertelsen, Marisol Peña,
Mario Fernández y Marcelo Venegas, estuvieron por acoger el re-
querimiento en lo que respecta a la ilicitud de la distribución de la
píldora de emergencia.
Del extenso voto de mayoría, 70 considerandos redactados colec-
tivamente por los cinco magistrados que lo acordaron, cabe destacar
tres aspectos.
En primer lugar, la sentencia rechaza, una a una, las objeciones
de previo y especial pronunciamiento alegadas por la Presidenta
de la República.18 Sobre la presunta incompetencia del TCCh para
conocer de cuestiones de hecho, se retruca indicándose que “…cuan-
do ha sido necesario –para fallar un requerimiento– ponderar una
cuestión de hecho de la que depende dar por acreditada la vulnera-
ción de un derecho fundamental, el Tribunal Constitucional no ha
rehusado hacerlo, y es lo que hará, también en esta oportunidad”
(Considerando 9). En cuanto a la alegación que postula que el
registro sanitario del Levonorgestrel ya está firme y que, además,
ha sido validado por una sentencia previa de la Corte Suprema, el
fallo responde señalando que lo que ha de discutirse en esta sede
es la validez de “normas infraconstitucionales dirigidas a aconsejar,
prescribir y distribuir gratuitamente, por parte de órganos del Estado,
18
Los Ministros Jorge Correa y Francisco Fernández adhieren, sólo en este
punto, al voto de la mayoría. En efecto, y de acuerdo a lo que señalan en el acápite
10º de su disidencia, ellos concuerdan con las razones por las cuales el fallo rechazó
las cuestiones previas alegadas por el Ejecutivo. Sin perjuicio de ese acuerdo, los
Ministros Correa y Fernández creen necesario aportar razones complementarias,
aspecto que abordan en las secciones 15 a 28 de su disidencia (pp. 212-221).
542
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
543
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
544
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
545
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
546
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
jurídica de la vida del que está por nacer, sin perjuicio de utilizar
la fórmula de enviar un mensaje al legislador para implementar a
futuro su protección” (Considerando 8). Más adelante, el Ministro
Colombo insiste en el sentido que “la Constitución Política delega
en el legislador precisar el instante y las condiciones en que dicha
protección debe empezar a operar…”(Considerando 9).
La segunda idea importante del voto del Ministro Colombo es
su afirmación en el sentido que el debate sobre la píldora no es “un
conflicto de intereses de relevancia jurídica constitucional de aquellos
que deban dar origen al ejercicio de la función jurisdiccional, a la
consecuente dictación de una sentencia que lo resuelva, por parte
de este Tribunal”. En el considerando 18 ya había planteado que “a
la jurisdicción sólo le corresponde resolver conflictos de derecho,
definidos como aquellos en los cuales el parámetro de juzgamiento
esté constituido por normas jurídicas, en este caso de rango cons-
titucional. En el caso sub lite, los requirentes sustentan además su
pretensión en normas de orden moral y en algunas corrientes de la
ciencia medica, más allá de las normas constitucionales invocadas”.
Más adelante agrega: “Se trata, en suma, de un tema que se desa-
rrolla dentro del marco de la libertad de conciencia y de creencias,
no existiendo, como ya se dijera, consenso científico respecto de los
hechos relativos al mismo” (Considerando 19).
En tercer lugar, el Ministro Colombo plantea su criterio sobre
el tema de la prueba, expresando: “…es un principio general de
derecho universalmente aceptado la carga de probar los hechos
que se alegan en un proceso y de acreditar los derechos invocados.
En este sentido, en este proceso constitucional resulta de cargo de
los requirentes acreditar las supuestas infracciones que denuncian
al derecho a la vida, entre otras normas constitucionales, lo que, en
mérito de los antecedentes de informes científicos que obran en el
proceso, no han hecho, lo que genera como efecto inmediato que
no cabe dar lugar a la solicitud de inconstitucionalidad” (Conside-
rando 30).
547
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
548
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
549
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
550
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
551
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
8.1.1.2. Comentarios
20
La “deferencia razonada” es la actitud de consideración que deben observar
entre sí los distintos órganos del Estado. En el caso del TCCh, la deferencia razona-
da debe impulsarlo a respetar, mas no –por supuesto– a copiar, las interpretaciones
constitucionales que realizan otras magistraturas. La máxima deferencia es la debida
a los productos terminados del legislador (donde concurren las voluntades y enten-
dimientos de las personas a quienes el Pueblo ciudadano ha confiado su representa-
ción política, Presidente y Congreso Nacional). Por lo mismo, el TCCh no sólo debe
presumir en principio la constitucionalidad de tales leyes y respetar el ámbito de la
autonomía legislativa, sino que, además, requiere de los 4/5 de los votos en ejercicio
del Pleno para proceder a su abrogación. En el caso de la inaplicabilidad de una ley,
como se sabe, y dado que la consecuencia de la declaración de inconstitucionalidad
es menos gravosa, el quórum es de mayoría absoluta. En el caso de los proyectos de
ley, por su parte, el Pleno puede obligar a que se desestime una determinada fórmula
normativa por la mayoría simple de sus miembros (en caso de empate, el presidente
puede dirimir). La deferencia es menor, lógicamente, cuando el TCCh se enfrenta
no con la interpretación del legislador, sino que con la práctica interpretativa de la
Administración. Sobre este asunto véase el Capítulo 3 de este libro.
21
En el Considerando 29, el Ministro Colombo parece sugerir que los requirentes
buscan imponer sus puntos de vista religiosos a la sociedad. Señala allí: “De esa forma
no se vislumbra cómo el decreto impugnado puede afectar intereses de titularidad
552
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
de los requirentes, pues si bajo sus convicciones morales y religiosas la píldora del día
después pudiere ser objetable, nadie los obliga a verse sometidos al uso de la misma, a
lo que se suma que en ejercicio de la misma libertad de creencias en este tema, otros
grupos o personas pueden encontrarse en la legitima situación de no tener objeciones
de conciencia al respecto, sin que los requirentes puedan desconocer tal libertad e
imponer a toda la comunidad los efectos de sus convicciones íntimas”.
22
Véase: ZAPATA, PATRICIO: La Jurisprudencia del Tribunal Constitucional, Biblioteca
Americana, 2002, pp. 98-101.
23
En este punto, como se ha indicado más arriba, los Ministros disidentes Jorge
Correa y Francisco Fernández coincidieron con la mayoría. Expresan en el párrafo
20 de su voto: “Si –como argumenta el gobierno– esta Magistratura estableciera la
doctrina de que debe abstenerse de pronunciamiento de constitucionalidad cada
vez que para ello deba antes formarse convicción acerca de un hecho, se llegaría
necesariamente al resultado de que serían inexpugnables los decretos supremos
que infrinjan la Constitución, a condición de que se sustenten en algún hecho
relevante sobre el cual el Tribunal deba convencerse para decidir la cuestión de
constitucionalidad. Ello ocurriría con buena parte de los decretos –o con las leyes,
que para estos efectos debieran correr la misma suerte– respecto de los cuales se
alegue que infringen el derecho a la salud o al medio ambiente libre de contamina-
553
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
554
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
555
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
556
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
que el inciso segundo, “La ley protege la vida del que está por nacer”,
no puede ser leído lógicamente ni desde una óptica finalista, como
una capitis deminutio del nasciturus, sino que, como lo que es, una
orden al legislador en el marco de una norma jurídica que asegura
derechos a las personas.
Sólo los Ministros Colombo y Vodanovic adoptaron explícitamente
la tesis del Ejecutivo en el sentido que el embrión no es persona.28
Los Ministros Correa y Fernández, como se ha visto más arriba,
plantean que no es necesario que el TCCh tercie en este debate
interpretativo, puesto que la cuestión litigiosa se ha podido resolver
lógicamente desde el momento en que, en la opinión de ellos, los
requirentes no han acompañado suficiente prueba que permita
configurar dudas razonables sobre un potencial efecto dañino del
Levonorgestrel sobre el embrión.
Creo que se equivocan Correa y Fernández al pensar que el
asunto podía ser resuelto sin adoptar alguna posición previa sobre
la que ellos reconocen como la “compleja cuestión” interpretati-
va del estatuto constitucional del embrión. Si el Tribunal decide
permanecer ciego ante la naturaleza constitucional del nasciturus,
¿cómo decidir cuál estándar de control aplicar a la medida guber-
namental bajo análisis? Esa no puede ser una cuestión de buena
voluntad o de sensibilidad personal. Tiene que responder a un
imperativo propiamente jurídico que no puede sino derivarse de
557
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
29
La jurisprudencia de la Corte Suprema de los Estados Unidos ha ido perfi-
lando un esquema de control diferenciado según cual sea, en cada caso, el valor
constitucional en juego. Se aplicará, entonces, Strict Scrutiny, que implica verificar
que la norma gubernamental bajo examen persiga un Compelling state interest y que
los medios estén narrowly tailored –sean muy estrictamente coherentes y propor-
cionales– respecto de tal fin, cada vez que la regulación pueda afectar derechos
fundamentales como la vida y libertad. Cuando la norma controlada incide, más
bien, en intereses de tipo patrimonial, se aplica Rational Review, el que se satisface
con la comprobación menos exigente de existir un objetivo constitucionalmente
permisible y una relación racional entre medios y fines.
558
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
30
Véase lo planteado sobre este punto, extensamente, en el Capítulo 1.
559
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
dictadura que gobernó Chile entre 1973 y 1989. Responde, más bien,
a un fuerte consenso político transversal, expresado primero bajo
el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva y ratificado más
recientemente en el período del Presidente Ricardo Lagos.
Lo tercero que debe señalarse es que el actual TCCh, en sus
atribuciones y en su composición, es el fruto de un acuerdo polí-
tico unánime cristalizado en 2005. Siendo verdad, entonces, que
los Ministros del TCCh no son elegidos por el Pueblo, también es
cierto que el diseño de la institución, y el nombramiento de 6 de
los 10 Ministros, es obra de los órganos en que se expresa la repre-
sentación ciudadana.
560
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
32
En el mismo sentido, véase la carta de la profesora María Alejandra Carrasco,
El Mercurio, Cuerpo A, p. 2, del 28 de abril de 2008.
561
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
562
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
34
Con ocasión de diversos foros académicos en que se ha discutido este fallo he
tenido oportunidad de escuchar muchas objeciones inteligentes y fundamentadas
a la manera en que razonó el fallo, incluso de personas que podrían compartir
eventualmente la decisión. Entre otras críticas, rescato especialmente las que han
formulado los profesores Rodrigo Correa (Universidad Adolfo Ibáñez), Davor
Harasic (Universidad de Chile), Francisco Zúñiga (Universidades de Chile y Diego
Portales), Gastón Gómez (Universidad Diego Portales), Héctor Hernández (Uni-
versidad Alberto Hurtado) y Pablo Rodríguez (Universidad del Desarrollo).
35
Algunos han afirmado que se trata de un déficit de justificación de tal en-
tidad que, al menos ante la doctrina, ha quedado comprometida la validez de lo
resuelto. En esa línea, por ejemplo, el profesor Fernando Atria ha planteado que
la decisión “no está fundada en razones aceptables” y que tiene un “contenido
absurdo” (Carta al Director, El Mercurio del 25 de abril de 2008, A2). Discrepo
de tan categórica conclusión. Creo que los argumentos proporcionados por la
mayoría, algunos mejores y otros peores, alcanzan a satisfacer, en todo caso, los
umbrales justificatorios sobre los que debe fundarse la sentencia de un Tribunal
de Derecho. Otra cosa, por supuesto, es que la doctrina deba ser más exigente y
asumir la responsabilidad de criticar las omisiones y/o errores de los fallos, ya sea
que se comparta o no lo resuelto por ellos.
563
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
564
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
37
Muy justificadamente, estos dos autores hicieron saber públicamente su
molestia por el error anotado (véase carta al director, El Mercurio, 23 de abril de
2008). No me parece, sin embargo, que pueda afirmarse seriamente que la equívoca
referencia de la página 105 sea denotativa de mala fe. En todas las otras oportuni-
dades en que se cita a estos profesores, sea por la mayoría o por las disidencias, la
referencia es siempre correcta y precisa.
565
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
566
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
38
EVANS, ENRIQUE: Los Derechos Constitucionales, Editorial Jurídica de Chile,
1986, tomo II, p. 29.
567
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
568
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
40
ALCALDE, ENRIQUE: “Relaciones entre la pena administrativa y la sanción
penal”, Revista de Derecho Administrativo Económico, Nº 14, 2005, p. 31.
41
ALCALDE, ENRIQUE, op. cit., p. 32.
42
Esta sería la opinión del profesor Soto Kloss.
43
Esta sería la opinión del profesor Juan Carlos Ferrada en su “Tutela y con-
figuración del derecho fundamental a un juez predeterminado por la ley”, Justicia
Constitucional y Derechos Fundamentales, LexisNexis, 2006, pp. 129-153.
569
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
Esta visión debe ser descartada, sin embargo, pues aun cuando esa
podría ser la conclusión a que conduce una lectura exegética del
artículo 19 Nº 3, inciso quinto, de la Carta Fundamental; una in-
terpretación sistemática y finalista de tal derecho fundamental no
puede sino reconocer significado amplio a las palabras “sentencia”
y “jurisdicción”, comprendiendo otros actos de autoridad, distintos
en la forma e intensidad de efectos, pero también susceptibles de
afectar situaciones, intereses y derechos de las personas.
Existe finalmente el peligro de pensar que existe un único pro-
ceso debido aplicable, de idéntica forma, a todas y cada de las de-
terminaciones de la autoridad. Una mirada sistemática y finalista a
la Carta Fundamental permite concluir, sin embargo, que si bien
la Constitución Política demanda siempre niveles de racionalidad
y justicia de los actos de autoridad, la forma concreta en que se ex-
presa la exigencia anotada, su intensidad, su grado de formalidad
y garantías anexas, varía en relación directamente proporcional al
grado de afectación en los intereses y derechos de la personas que
produce la decisión en cuestión.
570
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
Fue hace poco más de veinte años que el TCCh se pronunció por
primera vez sobre la legitimidad constitucional de un procedimien-
to en sede administrativa. Así, en “Inscripciones Electorales” (Rol
38, 8 de septiembre de 1986), el TCCh resolvió que el artículo 53
letra h del proyecto de “Ley Orgánica Constitucional sobre Sistema
de Inscripciones Electorales y Servicio Electoral” no se conformaba
a las exigencias del debido proceso, debiendo, por ende, ser decla-
rado inconstitucional. La norma objetada entregaba al Director del
Servicio Electoral la facultad de cancelar las inscripciones electorales
cuando estas se practiquen en contravención a la ley. Expresa el
TCCh: “Debe considerarse que ella (la norma citada) vulnera los
incisos 1 y 5 del número 3 del artículo 19 de la Carta Fundamental,
571
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
572
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
573
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
574
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
575
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
576
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
45
“Rentas Vitalicias”, del 21 de agosto de 2001, Rol 334, Considerando 12.
46
El ejercicio del Derecho de Prenda General del Acreedor puede efectiva-
mente llevar a la ruina a un deudor aproblemado. La Constitución no impide este
escenario. Lo que sí podría sostenerse es que de la protección a la familia (artículo
1º de la Carta Fundamental) se deriva la legitimidad constitucional sustantiva de las
normas legales que establecen la existencia de bienes inembargables. Del Pacto de
San José de Costa Rica, por otra parte, y en virtud de la aplicación del inciso segundo
del artículo 5º de la Constitución, se deriva la ilicitud de la prisión por deudas.
577
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
578
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
47
Considerando 9 de la sentencia del 21 de abril de 1992 (Rol 146).
48
FERMANDOIS, ARTURO: Derecho Constitucional Económico, tomo I, 2001, p. 125.
49
FERMANDOIS, ARTURO: Derecho Constitucional Económico, Ediciones Universidad
Católica de Chile, tomo I, 2ª edición, 2006, pp. 128-131. Conviene insistir, en todo
caso, en la legitimidad constitucional del objetivo de promover la competencia vía
corrección de las fallas o defectos del mercado. La Carta Fundamental está lejos
de consagrar un Estado abstencionista o un laissez faire a ultranza. Por lo mismo,
están conformes a la Constitución mecanismos tan enérgicos como las sanciones
del Tribunal de la Libre Competencia, en el caso de la represión de las prácticas
atentatorias a la misma, o intervenciones tan profundas como la tarificación lisa y
llana de los precios de los Servicios Públicos cuando existen monopolios naturales.
El punto es que cualquier medida restrictiva debe no sólo cumplir requisitos de
forma, sino que, además, responder satisfactoriamente a un examen de razonabi-
lidad y proporcionalidad.
579
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
50
El inciso segundo del Nº 24 del artículo 19 de la Constitución Política dispone
textualmente: “Sólo la ley puede establecer el modo de adquirir la propiedad, de
usar, gozar y disponer de ella y las limitaciones y obligaciones que deriven de su
función social. Esta comprende cuanto exijan los intereses generales de la Nación,
la seguridad nacional, la utilidad y la salubridad públicas y la conservación del
patrimonio ambiental”.
51
FERMANDOIS, ARTURO: “Inaplicabilidad de la Ley de Monumentos Nacionales:
hacia la inconstitucionalidad de la expropiación regulatoria en Chile”, Sentencias
Destacadas, Libertad y Desarrollo, 2004, pp. 19-53.
52
UGARTE, JOSÉ JOAQUÍN: “Limitaciones al dominio. De las meras restricciones
y de cuándo dan lugar a indemnización”, Revista Chilena de Derecho, volumen
XXVIII, Nº 2, pp. 425-448.
53
SOTO KLOSS, EDUARDO: Derecho Administrativo. Bases Fundamentales, Editorial
Jurídica de Chile, tomo II, 1996, pp. 263-280.
580
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
54
BORDALÍ, ANDRÉS: “La función social como delimitación interna e inherente
del derecho de propiedad y la conservación del patrimonio ambiental”, Revista de
Derecho, Universidad Austral de Chile, Número Especial, agosto de 1998, pp. 153-
171. RAJEVIC, ENRIQUE: “Limitaciones, Reserva Legal y contenido esencial de la
propiedad privada”, Revista Chilena de Derecho, volumen 23, Nº 1, 1996, pp. 23-97;
RÍOS, LAUTARO: “El principio constitucional de la Función Social de la Propiedad”,
Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo 84, 1987, 2ª parte, pp. 57-73; RODRÍGUEZ,
PEDRO JESÚS: “La Propiedad Privada”, Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo
69, 1972, 1ª parte, pp. 111-142.
581
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
55
A saber:
“Interpreta el derecho de propiedad”, 16 de julio de 1982, Rol 12, R.F. v1-
p. 42.
“Modificación de contratos colectivos”, 29 de noviembre de 1982, Rol 15,
R.F. v1-p. 67.
“Límites a Deudores de la ex Cora”, 1 de septiembre de 1987, Rol 47, R.F.
v2-p. 107.
“Colonia Dignidad”, 18 de junio de 1991, Rol 124, R.F. v2-p. 379.
“Publicidad Caminera (I)”, 21 de abril de 1992, Rol 146, R.F. v2-p. 490.
“Publicidad Caminera (II)”, 6 de abril de 1993, Rol 167, R.F.v3-p. 60.
“Reforma varias leyes económicas”, 7 de marzo de 1994, Rol 184, R.F. v3-
p. 149.
“Bases del Medio Ambiente”, 28 de febrero de 1994, Rol 185, R.F. v3-p. 160.
“Rentas Municipales”, 6 de diciembre de 1994, Rol 203, R.F. v3-p. 261.
“Deuda Subordinada”, 10 de febrero de 1995, Rol 207, R.F. v3-p. 285.
“Estatuto Docente”, 10 de julio de 1995, Roles 217 y 218, R.F. v3-p. 359.
“Ley de Prensa”, 30 de octubre de 1995, Rol 226, R.F.v3-p. 424.
“Acceso a las Playas”, 2 de diciembre de 1996, Roles 245 y 246, R.F. v4-p. 68.
“Cesiones gratuitas para urbanización”, 15 de abril de 1997, Rol 253, R.F.
v4-p. 129.
“Código de Aguas”, 13 de octubre de 1997, Rol 260, R.F. v4-p. 205.
“Concesiones de Energía Geotérmica”, 9 de diciembre de 1999, Rol 300, R.F.
v5-p. 185.
“Restricción Vehicular”, 26 de junio de 2001, Rol 325, R.F. v5-p. 356.
“Rentas Vitalicias”, 21 de agosto de 2001, Rol 334, R.F. v5-p. 403.
“Impacto Vial”, 9 de abril de 2003, Rol 370, R.F. v6-p. 251.
“Áreas Verdes”, 22 de julio de 2003, Rol 373, R.F. v6-p. 281.
“Transporte Público de Pasajeros”, 25 de noviembre de 2003, Rol 388, R.F.
v6-p. 422.
“Jornada Escolar Completa”, 14 de junio de 2004, Rol 410, R.F. v6-p. 577.
582
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
583
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
56
“Impacto Vial”, 9 de abril de 2003, Rol 370, R.F. v6-p. 251.
57
“Bases del Medio Ambiente”, 28 de febrero de 1994, Rol 185, R.F. v3-p. 160.
58
“Rentas Municipales”, 6 de diciembre de 1994, Rol 203, R.F. v3-p. 261.
59
“Ley de Prensa”, 30 de octubre de 1995, Rol 226, R.F. v3-p. 424.
584
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
60
“Interpreta el derecho de propiedad”, 16 de julio de 1982, Rol 12, R.F. v1-
p. 42.
“Modificación a contratos colectivos”, 29 de noviembre de 1982, Rol 15, R.F.
v1-p. 67.
“Deuda Subordinada”, 10 de febrero de 1995, Rol 207, R.F. v3-p. 285.
61
“Límites a Deudores de la ex Cora”, 1 de septiembre de 1987, Rol 47, R.F.
v2-p. 107.
“Publicidad Caminera (I)”, 21 de abril de 1992, Rol 146, R.F. v2-p. 490.
“Publicidad Caminera (II)”, 6 de abril de 1993, Rol 167, R.F.v3-p. 60.
“Bases del Medio Ambiente”, 28 de febrero de 1994, Rol 185, R.F. v3-p. 160.
“Restricción Vehicular”, 26 de junio de 2001, Rol 325, R.F. v5-p. 356.
“Rentas Vitalicias”, 21 de agosto de 2001, Rol 334, R.F. v5-p. 403.
62
“Acceso a las Playas”, 2 de diciembre de 1996, Roles 245 y 246, R.F. v4-
p. 68.
“Cesiones gratuitas para urbanización”, 15 de abril de 1997, Rol 253, R.F.
v4-p. 129.
585
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
63
“Impacto Vial”, 9 de abril de 2003, Rol 370, R.F. v6-p. 251.
64
“Ley de Prensa”, 30 de octubre de 1995, Rol 226, R.F. v3-p. 424.
65
“Colonia Dignidad”, 18 de junio de 1991, Rol 124, R.F. v2-p. 379.
66
“Restricción Vehicular”, 26 de junio de 2001, Rol 325, R.F. v5-p. 356.
67
“Cesiones gratuitas para urbanización”, 15 de abril de 1997, Rol 253, R.F.
v4-p. 129.
68
En alguna ocasión ha parecido ser relevante también la naturaleza u origen
del dominio (“Interpreta el derecho de propiedad”, 16 de julio de 1982, Rol 12, R.F.
v1-p. 42). No me parece. No advierto en la Constitución Política ninguna razón para
586
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
sostener, por ejemplo, que los derechos patrimoniales derivados de un acto unilate-
ral y gratuito de la autoridad, deban gozar de menos protección que los derechos
patrimoniales que hayan sido adquiridos por el titular en virtud de un contrato a
título oneroso.
69
Este fallo resuelve un requerimiento que solicitaba la inaplicabilidad del
artículo 3º transitorio de la Ley 19.940, que modificó el Decreto con Fuerza de
Ley Nº 1 de 1982, del Ministerio de Minería, Ley General de Servicios Eléctricos,
en los autos arbitrales caratulados “HQI Transelec S.A.”, de los cuales conocía, en
ese momento, la Corte de Apelaciones de Santiago. Ya ha sido objeto de comen-
tarios de parte de los profesores Juan José Romero (Temas Constitucionales Nº 4,
Instituto Libertad y Desarrollo, 2007) y Juan Andrés Orrego (Revista de Derecho,
Universidad Finis Terrae, Nº 10, 2006).
587
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
70
Comentando este fallo, el profesor Juan Andrés Orrego ha planteado que
“Creemos que ha llegado la hora de consagrar en el Código Civil la función social del
derecho de dominio, y pormenorizar sus alcances, cumpliendo así el mandato que
emana de la propia Constitución. Ello permitiría también que los tribunales de justicia
pudieran fundar sus sentencias sobre bases claras y objetivas, que cautelen tanto los
intereses del propietario como de los terceros, cuando puedan colisionar en un caso
en que esté de por medio la función social del derecho de dominio”. ORREGO, JUAN
ANDRÉS: “Comentario de Jurisprudencia”, Revista de Derecho, Universidad Finis
Terrae, Nº 10, 2006, p. 464.
588
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
589
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
590
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
591
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
592
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
71
¿No sería justo, acaso, incluir en la nómina, además, a la minoría constituida
por los que tienen más? Ya Aristóteles tomaba nota de la amenaza que represen-
taría la democracia para los derechos e intereses de las minorías más pudientes
(nobles, terratenientes, etc.). No obstante advertir la tensión que puede generarse
en democracia, efectivamente, entre las demandas igualitarias de la mayoría y las
libertades de esta singular minoría, parece un error plantear que los privilegiados se
encuentran en una situación de vulnerabilidad análoga a la de los grupos desposeí-
dos listados más arriba. Un análisis de este asunto debe hacerse cargo del tremendo
impacto que tiene el dinero en el resultado de las decisiones de las democracias
contemporáneas. Debe indicarse, en todo caso, que en contextos de rápido cambio
social o francamente revolucionarios el abuso y la discriminación arbitraria pueden
dirigirse también contra aristócratas, latifundistas y empresarios.
593
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
72
ZAPATA, PATRICIO: “El Derecho a disentir ante la ley penal”, Revista Chilena
de Derecho, volumen 13, Nos 2/3, 1986, pp. 383-404.
73
Sobre el artículo 8º original, véanse: CUMPLIDO, FRANCISCO, y GUZMÁN, JAI-
ME: “Pluralismo y proscripción de partidos políticos antidemocraticos”, Estudios
Públicos, Nº 13, 1984; LARRAÍN, RAFAEL, y NÚÑEZ, LEOPOLDO: Protección de la demo-
cracia, Editorial Jurídica de Chile, 1984; GUZMÁN BRITO, ALEJANDRO: “Antecedentes
del artículo 8º”, Revista de Derecho y Jurisprudencia y Gaceta de los Tribunales,
volumen 85, 1988, pp. 1-7; PADILLA, MIGUEL: “Defensa de la Democracia”, Revista
Chilena de Derecho, volumen 16, Nº 2, junio-agosto de 1989; RUIZ-TAGLE, PABLO:
“Debate público restringido en Chile (1980-1988)”, Revista Chilena de Derecho,
volumen 16, Nº 1, enero-mayo 1989; SALAZAR, MARTA: “Sobre el estado actual de la
defensa jurídica de la Democracia en Chile”, Estudios Públicos Nº 25, verano de
1987, y ZAPATA, PATRICIO: “¿Protección de la democracia? El sentido del artículo 8º”,
XX Jornadas de Derecho Público, Colección Jornadas Académicas, Universidad de
Valparaíso, 1990, pp. 89-102.
594
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
74
JAKOBS, GUNTHER, y CANCIO, MANUEL: Derecho Penal del enemigo, Editorial Ci-
vitas, Madrid, 2003.
595
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
75
Véanse: SHETREET, SHIMON & GAVISON, RUTH: Constitutional Law, Israel Law
Review, volume 24, numbers 3-4, 1990, pp. 368-450; “Israel”, Pouvoirs, 72, 1995;
HOFNUNG, MENACHEM: “The unintended consequences of unplanned constitutional
reform: constitutional politics in Israel”, American Journal of Comparative Law,
volume 44, number 4, fall 1996, pp. 585-604; HIRSCHL, RAN: “Israel’s Constitutional
Revolution”, American Journal of Comparative Law, volume 46, number 3, summer
1998, pp. 427-452.
596
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
76
Véase, por ejemplo, “Bezerano vs. Ministerio de Policía” (1949), en que la
Corte Suprema reconoce que “toda persona tiene un derecho natural a consagrar-
se a un trabajo u ocupación, que elegirá por sí misma, mientras dicho trabajo u
ocupación no esté prohibido por la ley”.
77
Sobre Agranat, que estuvo en la Corte desde 1948 hasta 1976, véase: LAHAV,
PNINA: “Foundations of Rights Jurisprudence in Israel: Chief Justice Agranat’s Juris-
prudence”, Israel Law Review, volume 24, number 2, spring 1990, pp. 211-269. Sobre
Barak, que estuvo en la Corte entre 1978 y 2006, véase: FISS, OWEN: “Law is eveywhere”,
Yale Law Journal, volume 117, number 2, november 2007, pp. 256-279.
597
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
78
EDREY, YOSEPH: “The Israeli Constitutional Revolution/Evolution”, The Ame-
rican Journal of Comparative Law, volume 53, number 1, winter 2005, p. 87.
79
BARAK, AHARON: “A judge on judging: the role of the Supreme Court in a
democracy”, Harvard Law Review, volume 116, number 1, november 2002, pp. 19-
162.
598
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
599
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
600
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
601
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
602
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
Antecedentes
1. Desde el momento de su establecimiento, el Estado de Israel
se ha visto involucrado en una lucha incesante por su seguridad,
y, para ser más exactos, por su existencia misma. Organizaciones
terroristas han definido como su objetivo la aniquilación de Israel.
Los actos terroristas y la perturbación general del orden son los
603
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
Medios físicos
8. El SSG no describió los medios físicos empleados por sus interro-
gadores. El Abogado del Estado estuvo dispuesto a presentar esta
información bajo reserva. Los demandantes se opusieron a dicha
modalidad. Por lo anterior, la información que ha manejado la
Corte es la que proporcionaron los demandantes y no fue discutida
en relación a cada una de las acciones individuales. Dicho aquello,
cabe indicar que, en todo caso, el Estado no negó el uso de estos
métodos de interrogación e, incluso, entregó argumentos para jus-
tificarlos. Todo lo anterior le ha permitido a esta Corte formarse
una idea sobre las prácticas interrogativas del SSG.
La decisión de utilizar medios físicos en un caso particular se
funda en regulaciones internas, que obligan a obtener autorización
604
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
Sacudida
9. Varios de los demandantes alegaron haber sido objeto de sacu-
didas. De entre los métodos de investigación contemplados en las
regulaciones de interrogatorios del SSG, la “sacudida” es considerado
el más severo. Este método es descrito como el acto de sacudir de
manera fuerte y repetida el tronco superior del sospechoso, haciendo
que el cuello y cabeza se muevan rápidamente. De acuerdo a una
opinión experta presentada en este juicio, el método de la sacudida
probablemente puede causar daño cerebral, afectar la médula espinal
y provocar en el sujeto pérdida de conciencia, vómitos, incontinencia
urinaria y serios dolores de cabeza.
En sentido contrario, el Estado presentó como evidencia varias
opiniones expertas. Admite el uso de estos métodos por el SSG.
Sostiene, sin embargo, que la sacudida no es, inherentemente, una
amenaza para la vida del sospechoso, que es raro que la sacudida
resulte en peligro para la vida, que no existe evidencia que la sa-
cudida cause daño mortal y que, hasta el día de hoy, la literatura
médica no registra un caso de una persona que haya muerto como
consecuencia de sacudidas. En todo caso, arguyen, hay doctores
presentes en todas las áreas de interrogación y las posibles lesiones
médicas son siempre investigadas.
Todos coinciden que, en un caso particular (HCJ, causa 4054/95),
el sospechoso expiró luego de haber sido sacudido. De acuerdo al
Estado, este caso constituye una excepción peculiar. La muerte fue
causada por una complicación extremadamente rara que resultó
en edema pulmonar. Adicionalmente, el Estado argumenta que
se utiliza la sacudida en casos muy específicos y siempre como úl-
timo recurso. Las directivas definen las circunstancias apropiadas
para su uso y el grado jerárquico responsable de autorizarlo. A los
investigadores se les instruyó que, en cada caso en que consideren
el uso de la sacudida, ellos deben examinar la gravedad del peligro
que el interrogatorio pretende prevenir, considerar la urgencia de
obtener la información que presumiblemente posee el sospechoso
en cuestión y buscar medios alternativos para prevenir el peligro.
Finalmente, las directivas establecen que, en aquellos casos en que
605
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
606
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
Palabras finales
39. Esta sentencia comenzó describiendo la compleja situación de
seguridad interna en que se encuentra Israel. Concluimos este fallo
recordando esa dramática realidad. Estamos conscientes de que esta
decisión no facilita el poder enfrentar la amenaza terrorista. Este
es el destino de una democracia –no concibe que todos los medios
sean aceptables– y, por lo tanto, no siempre puede echar mano a
las mismas armas que sus enemigos. A veces una democracia debe
pelear con una mano atada tras la espalda. Aun así la democracia
tiene mejores posibilidades. El imperio de la ley y la libertad indi-
vidual son componentes importantes de su concepto de seguridad.
Al final del día, dichos valores robustecen el espíritu y esa fortaleza
le permite superar las dificultades.
40. El tener que decidir esta causa no ha sido sencillo para esta Corte.
Es verdad que, desde la perspectiva legal, el camino es simple. Somos,
sin embargo, parte de la sociedad israelí. Conocemos sus problemas y
vivimos su historia. No estamos aislados en una torre de marfil. Vivimos
la vida de esta sociedad. Estamos conscientes de la realidad brutal
del terrorismo, en la cual, a veces, estamos inmersos. Nos perturba
pensar que esta decisión pudiera afectar la capacidad de enfrentar
eficazmente a terroristas y al terrorismo. Somos, sin embargo, jueces
y debemos decidir de acuerdo a la ley. Este es el estándar que nos
hemos autoimpuesto. Cuando nos constituimos para juzgar, nosotros
también somos juzgados. Por lo mismo, al interpretar la ley, debemos
actuar de acuerdo a nuestra auténtica conciencia.
Consiguientemente, decidimos que esta sentencia tenga efectos
absolutos e inmediatos. El SSG no tiene autoridad para ‘sacudir’ una
607
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
608
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
81
Apoyaron el alegato de incompetencia recordando un fallo de la propia
Corte Suprema, de 2002.
609
SEGUNDA PARTE: LA PRÁCTICA
610
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL...
82
Un comentario crítico del fallo en EICHENSEHR, KRISTEN: “On target? The
Israeli Supreme Court and the expansion of targeted killings”, The Yale Law Journal,
june 2007, volume 116, Nº 8, pp.1873-1881.
611