Sie sind auf Seite 1von 2

Antifonte, Fragmento 44ª

Sobre la verdad

Justicia es no transgredir las disposiciones de la ciudad en la que uno vive como ciudadano. Por lo
tanto, un hombre usaría la justicia de manera especialmente ventajosa para sí mismo si sostiene la
grandeza de las leyes (nomoi) en presencia de testigos; pero sin testigos alabaría las leyes de la
naturaleza (phusis). Pues los asuntos de las leyes son impuestas (epitheta), mientras que las de la
naturaleza son necesarias (anankaia). Y aquellas leyes que han sido acordadas(homologhthenta),
no han surgido naturalmente (phuseos phunta), pero aquellas de la naturaleza han surgido
naturalmente y no son producto de un acuerdo. Entonces, cuando uno transgrede las prescripciones
de la ciudad, si escapa a la mirada de aquellos que hicieron el acuerdo, escapa también de la
vergüenza y del castigo; pero no escapa si es descubierto. Pero si ejerce violencia contra lo posible
a alguna de las cosas de la naturaleza, el mal (kakon) no es menor aunque nadie lo haya visto; y aun
cuando todos lo vieron tampoco es mayor. Pues, en este caso, no es por la opinión (doxa) que recibe
un daño, sino por la verdad (aletheia).

La investigación se realiza por todas estas cosas: porque la mayoría de las cosas que son justas
(dikaion) se establecen hostilmente contra la naturaleza. Pues en el caso de los ojos se ha legislado
qué es lo que deben y qué no deben ver; y en el caso de los oídos qué deben y qué no deben
escuchar; y en el caso de la lengua qué debe decir y qué no; y en el caso de las manos qué deben
hacer y qué no; y para los pies a dónde deben ir y a dónde no; Y para la mente (nous) qué debe
desear y qué no. Por consiguiente, aquéllas cosas de las que las leyes alejan a los hombres no son ni
más amadas ni más próximas a la naturaleza que las cosas que impelen a realizar. En efecto, vivir y
morir son naturales, y vivir viene a los hombres a partir de las cosas ventajosas (sumpheronton),
mientras que morir de las cosas desventajosas.

En cuanto a las ventajosas, aquellas establecidas por las leyes son cadenas de la naturaleza, y
aquellas establecidas por la naturaleza son libres. Por lo tanto, en un cálculo correcto, aquellas cosas
penosas no son más provechosas a la naturaleza que aquellas que son placenteras. Por lo tanto,
ninguna de las cosas penosas sería más ventajosa que aquellas que dan placer. Pues las cosas
ventajosas según la verdad (dia alethe) no deben dañar sino ayudar […].

Y todos aquéllos que se defienden cuando sufren pero que ellos mismos no tomaron la iniciativa de
infringir daño; y aquéllos que tratan bien a sus padres incluso cuando éstos han sido malos con ellos;
y aquellas personas que ofrecen a otros la oportunidad de hacer un juramento cuando ellos mismos
no lo hacen. Y uno podría citar más cosas como estas que son contrarias a la naturaleza. Y en todos
ellos hay más dolor cuando podría haber menos y menos placer cuando podría haber más, y más
sufrimiento de males cuando podría no haberlo. Por lo tanto si alguna ventaja viene de estas leyes
para la gente que acepta tales cosas, y alguna pérdida para aquéllos que no las aceptan sino que se
resisten a ellas, entonces la obediencia a las leyes sería útil. Pero, de hecho, lo que es justo (dikaion)
del lado de la ley es evidentemente inadecuado para aquéllos que aceptan cosas de tal índole. En
primer lugar, deja al que sufre al sufrimiento y al que actúa al actuar. Pues en el momento (del
crimen) no previene ni al que sufre del sufrir, ni al que comete el daño de cometer el daño. Y si se
apela a la retribución (timoria), ésta no es más propia del que sufre que a aquél que hace. En efecto,
el que sufre tiene que persuadir a aquéllos que van a retribuir de que ha sufrido un daño, y suplica
para ser capaz de ganar el juicio. Pero las mismas cosas las puede hacer el que infringió un daño, si
es que escoge negar la acusación. […]

En efecto, la victoria viene de las palabras.

Fr. 44b

[…] a aquéllos de buena cuna reverenciamos y tememos, pero a aquéllos de un origen oscuro ni
reverenciamos ni tememos. En esto nos hemos convertido en bárbaros los unos a los otros, pues
por naturaleza estamos constituidos igualmente en todos los aspectos, tanto bárbaros como
helenos. Y es posible examinar que los asuntos que forman parte de las cosas por naturaleza son
necesarias en el caso de todos los hombres, y de probar que en las mismas condiciones las cosas
son posibles (dunata) para todos; y que en todo esto ninguno de nosotros ha sido marcado ni como
bárbaro ni como heleno. Pues todos respiramos el aire con la boca y las narices y comemos con
nuestras manos.

Das könnte Ihnen auch gefallen