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El (la) terapeuta musical busca conseguir que el niño o la niña sea capaz de mantener la
atención, que articule mejor las palabras o que construya las frases correctamente. También
se puede fijar el objetivo de controlar la hiperactividad del niño y la niña, mejorar la conducta
o aumentar la autoestima en situaciones emocionalmente difíciles.
Actividades como cantar, juegos musicales, audiciones, tocar algún instrumento, cuentos
musicales, etc, tienen un efecto muy positivo en el desarrollo infantil. La terapia musical hace
uso de sonidos, trozos musicales y estructuras rítmicas para conseguir diferentes resultados
terapéuticos directos e indirectos a nivel psicológico, psicomotriz, orgánico y energético.
Uno de los usos cotidianos más simples y difundidos de la terapia musical es la regulación
del estado de ánimo. Se utilizan trozos musicales para alegrarnos en la depresión o para
calmarnos en medio de estados de excitación producidos por la rabia, el estrés o el temor.
La música siembre debe ser adaptada a sus oídos, a su escucha; a su edad, la terapia
musical puede ir muy bien para mejorar el aprendizaje, la coordinación, controlar la ansiedad
y mejorar el estado de ánimo, entre otros, en los niños y niñas. Pero, sobre todo para
ayudarle a organizarse a nivel interno. La influencia de la música es mucho mayor de lo que
creemos.
Es visible la diferencia del efecto que produce en los niños la propuesta hecha sólo a través
de la palabra, y la Estimulación ritmo-palabra o canto. La motivación para la acción será
mayor si es un canto el que cuenta el próximo hacer físico.
•Organizar el pensamiento del niño: que sepa cuándo juega, cuándo trabaja, cuándo cambia
la actividad.
•Dialogar con él al finalizar la clase para escuchar su relato sobre la tarea realizada.
•Lograr que comprenda el tiempo que transcurre entre las clases.
Obras relajantes:
Beethoven: Minueto, Sinfonía heroica, Para Elisa, sonata Claro de Luna
Brahms: Vals op.39 N15,Canción de cuna
Bach: Largo de concierto en la suite en si bemol, concierto de Brandemburgo.
Schubert: Sinfonía inacabada, Ave María
Vivaldi: Concierto para oboe
Mozart: Concierto nº 3 para violín
Chopin: Tristeza
Debussy: El mar, Claro de Luna
Wagner: Preludio de Parsifal
Haendel: Música acuática
Dice una conocida frase que “la música amansa a las fieras”, muy acertada cuando a niños
se refiere porque la música les centra de nuevo cuando están nerviosos en un estímulo
concreto, porque una nana les ayuda a dormir, porque se divierten bailando…
El caso es que este poder de la música no pasa desapercibido y son ya muchos los
centros que la utilizan para ayudar a los niños a estimular o mejorar sus
capacidades o, si es necesario, a ayudar en su desarrollo a aquellos que por alguna razón
van más despacio que sus iguales.
Las terapias que se llevan a cabo con la música como eje reciben el nombre de terapia
musical o musicoterapia y son una maravilla, como también me lo parece la risoterapia:
¿se les ocurre mejor manera de aprender algo que divirtiéndote?
En relación al tema “Música y Educación Especial” se cuenta con trabajos como los de:
Robbins y Robbins (1980), Lathom (1986), Colwell (1994), entre otros. Se ha observado en
los niños y niñas con necesidades educativas especiales el deseo y atracción por los sonidos
atrayentes es la base de la creación espontánea de los primeros, por lo que genera a su vez
la búsqueda de la identificación a través del “otro”. Las pedagogías musicales en niños, niñas
y jóvenes con necesidades educativas específicas o capacidades diferentes son un campo
virgen de atracción que hace que mantengan inamovible su primera potencia frente al resto
de los estímulos. La música en centros de educación especial es “una ayuda en el
diagnóstico clínico y psicopedagógico; la música crea una atmósfera afectiva; una ayuda a la
socialización a través de la danza; una ayuda a la adquisición de conocimientos” (Poch,
1999, p. 205). Así también, Davis (2000) en su libro Educación musical adaptada para niños
de educación especial distingue cuatro categorías terapéuticas básicas que normalmente se
enfatizan en el entorno educativo: “Las actividades musicales que pueden apoyar las tareas
académicas ,la música utilizada como refuerzo, las actividades musicales que pueden ofrecer
un apoyo socioemocional y la terapia musical puede apoyar la educación musical” (pp.275-
288). Además, se complementa lo especificado por Davis con lo que afirma Poch (1999), que
también tiene por objetivo “atender a los niños y adolescentes que presenten problemas en el
desarrollo en las áreas psicomotora, afectiva, sensorial, comunicativa, psicosocial o
cognitiva” (p.98).
En el marco de la educación inclusiva, el o la docente puede utilizar la música con el
colectivo de niños/as y jóvenes con necesidades específicas y de atención prioritaria para la
adquisición de conocimientos y destrezas que son esenciales en su proceso educativo. La
música se ocupa de solucionar problemas educativos desde una intervención terapéutica que
implica al desarrollo emocional del estudiante. En la práctica, los objetivos que se trabajan a
nivel socio-relacional-comunicacional han sido: aumentar la interacción verbal y no verbal de
los pacientes con el resto de compañeros del grupo y con el terapeuta; desarrollar
habilidades sociales respecto de los turnos de espera, el respeto por los demás y la escucha;
incrementar la autoestima; potenciar el auto concepto por medio de experiencias de éxito;
promover la satisfacción de las necesidades básicas emocionales con oportunidades de
aceptación, mediante, por ejemplo, pertenencia a un grupo. Además, los y las docentes,
vinculados a las área terapéutica y de la educación, deben apoyarse en el ejemplo de
Mendoza Terapia Musical y rescatar conceptos que, desde nuestro hacer, son esenciales
para la etapa de la niñez y adolescencia tales como: el optimismo, la flexibilidad y el
contraste de la realidad. Siguiendo esta dirección, estamos convencidas que los niños, niñas
y adolescentes deben explorar su identidad musical y, por lo tanto, personal desde la
educación, ya que esta significa una gran y fuerte fuerza catalizadora de vínculos humanos y
de la comunicación intra e interpersonal. Benenzon, De Gainza y Wagner, 1997, p.110)
explica que : “La interacción córporo-sonoro-musical puede ser el punto de partida para un
proceso de integración “intra” y “extra” personal”.
De esta manera, la inclusión de la música como modalidad terapéutica complementaria al
tratamiento educativo estándar de niños y jóvenes, posibilita la disminución del deterioro de
las relaciones personales y sociales que este colectivo presenta. De este modo, se
contribuye a la normalización y mejora de la calidad de vida. Para esto resulta imprescindible
desarrollar estudios científicos que den a conocer estos trabajos y que sirvan de soporte,
como este trabajo de investigación.
Por último, recordemos que Alvin (1966) en su libro Música para el niño disminuido, ya creía
en la música como terapia en la escuela para promover, y afirmaba que:
Muchos niños disminuidos carecen de la autoconciencia o de la conciencia de los otros que
es indispensable para la integración social y permanecen demasiado tiempo en la etapa del
egocentrismo, en la cual el resto del mundo parece no existir. Para estos niños la música
puede ser verdaderamente terapéutica. La música está constituida por sonidos que
envuelven al niño, frente a los cuales se encuentra indefenso, y que le hacen tomar
conciencia de un mundo de percepción auditiva en el cual puede participar y, más tarde,
unirse a otras personas. Este proceso puede crear comunicación y conciencia en el niño
profundamente perturbado o en el antisocial. (pp. 80-81)
Para finalizar, podemos afirmar que la terapia musical es una herramienta idónea que
funciona como preventivo psicosocial y para el tratamiento de personas que requieran de
reaprendizaje socioemocional. La experiencia musical brinda un acceso inmediato a nuestra
configuración emocional lo que la convierte en una llave para abrir las puertas de nuestra
consciencia y nuestro inconsciente para explorar nuestra identidad, ya que las emociones
nos conducen a nuestros sentimientos profundos en donde se alberga nuestra esencia vital..
Cuando nuestro cuerpo (ritmo), mente (melodía) y espíritu (armonía) permanecen en
sincronía, podemos expandir nuestra creatividad con una presente y activa consciencia
resilente. Estamos en un momento de la historia humana en que se aprecia un despertar
social al encontrarnos masivamente conectados por las redes sociales, lo que genera que
haya más voces presentes y activas frente a las injusticias y que promuevan nuestro
equilibrio como especie universal. Tomamos las riendas de las fuerzas internas que nos
permiten interpretar y modelar nuestra forma de vivir creativamente. Nos desarrollamos en un
aprendizaje recíproco en el tejido social, reconociéndonos como seres no muy distintos entre
sí al final del día, de ésta vida, y de lo que nos inspira con un enfoque integral e inclusivo.
Movilizar cambios y limpiar nuestras emociones, para pulsar sentimientos sanos e inclinados
hacia el optimismo, nos permite regenerar y mejorar nuestra información genética, para
sembrar futuro, sin perder el tono tangible empático que nos ayuda a paliar la situación
mundial que enfrentamos.
Algunos de los objetivos que se plantean en terapia musical son:
Abordar problemáticas en el plano físico, por ejemplo favoreciendo el desarrollo
psicomotriz.
Desarrollar el plano afectivo y favorecer el desarrollo emocional.
Ayudar en el desarrollo de las funciones cognitivas e intelectuales.
Trabajar en el plano de la comunicación para conseguir mejorar las relaciones sociales
y de la comunidad.