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TRASLADO DEL PACIENTE AL CENTRO SANITARIO

TEMA 1 MOVILIZACION DEL PACIENTE

INTRODUCCION

Como norma general no se ha de movilizar a un accidentado a menos que se


produzca riesgo de incendio o explosión o exista la posibilidad de intoxicación por
vía inhalatoria o una situación de parada cardiaca. Es en estos casos en los que
se procederá a la movilización de urgencia, la cual se trata de la prevención de
un accidente sobre una persona que ya ha sufrido uno.

A lo largo de la presente Unidad Didáctica se atenderán aquellos aspectos


relacionados con la movilización de pacientes, tales como la indicación de
técnicas de movilización urgente; el material de movilización; las técnicas de
movilización urgente sin material en situación de riesgo; las técnicas de
movilización con material; o la transferencia de un paciente de una camilla a otra.

OBJETIVOS

• Aplicar al paciente los métodos y medios de movilización, de


acuerdo a las posibles lesiones o patología detectadas, que permitan la
evacuación del mismo a la ambulancia.
• Explicar los métodos y medios de movilización aplicables en el
traslado del paciente desde el lugar del incidente a la unidad asistencial.
• Identificar los elementos de movilización de las unidades
asistenciales, y explicar su procedimiento de uso.
• Elegir y aplicar el método de movilización más adecuado, dadas las
posibles lesiones del accidentado y/o las circunstancias del accidente.

MAPA CONCEPTUAL
1. Indicación De Técnicas De Movilización Urgente

Como norma general no se ha de movilizar a un accidentado a menos que se


produzca riesgo de incendio o explosión o exista la posibilidad de intoxicación por
vía inhalatoria o una situación de parada cardiaca. Es en estos casos en los que
se procederá a la movilización de Urgencia, la cual se trata de la prevención de
un accidente sobre una persona que ya ha sufrido uno.

Normalmente es el equipo de los Servicios de Emergencias Médicas el que


moviliza al paciente cuando está preparado para su traslado. Sin embargo, puede
darse el caso de que esto no sea así. En ese caso, existen dos tipos de
movimiento:

• Movimiento urgente.
• Movimiento no urgente.

En general, los pacientes sólo tendrán que moverse de forma urgente en las
situaciones siguientes (Chapleau, 2008):

• Si existiese peligro inmediato para el paciente en caso de que no se


realizara el movimiento. Por ejemplo:
o Si hay fuego o posibilidad de que se produzca.
o Si hay explosivos o peligro de explosión.
o Si el paciente no puede ser protegido ante otros riesgos del
entorno, como tráfico, riesgos eléctricos o químicos, etc.
• Si no puede aplicarse tratamiento de soporte vital por la posición y
el lugar en el que se encuentra.
• Si no puede tener acceso a otros pacientes que necesitan
tratamiento de soporte vital. Suele ser el caso de los accidentes de tráfico.

Es conveniente resaltar que los movimientos urgentes no protegen al paciente


frente a posibles lesiones y, de hecho, podrían resultar dolorosos.

Antes de realizar cualquier tipo de movimiento urgente se deberán evaluar los


riesgos existentes para evitar más accidentes, tanto para la persona herida como
para el personal que interviene en la asistencia, así como localizar un lugar
seguro donde finalizar la movilización y traslado de la persona herida. Previo a la
movilización, es fundamental asegurarse la atención de otras posibles lesiones o
heridas que se pueden agravar con la misma, como la inmovilización de fracturas,
taponamiento y contención de hemorragias o las técnicas de Reanimación.

Arrastres de urgencia sin material

Según expone (Chapleau, 2008) en su manual de primeros intervinientes en


las emergencias, existen diferentes tipos de arrastres que se señalan a
continuación:

• Arrastre por la ropa: se debe agarrar bien al paciente por la ropa


mientras se sujeta la cabeza entre los brazos.
• Arrastre por las extremidades: también se denomina arrastre
por los hombros.
• Arrastre inclinado: para bajar unas escaleras utilizar un arrastre
por las extremidades superiores modificado. El paciente deberá bajarse
con la cabeza por delante.
• Arrastre de bombero: los brazos del paciente se unen por detrás
de la cabeza del interviniente. Este va desplazándose de rodillas
manteniendo la cabeza del paciente lo más baja posible. Este arrastre se
utiliza para sacar pacientes de estancias llenas de humo.
• Arrastre por extremidades superiores modificado para liberación
rápida. Este movimiento puede usarse para sacar a una persona de un
vehículo si está en una situación de emergencia, si sólo hay un
interviniente y si hay que mover al paciente obligatoriamente.

Arrastres de urgencia con material

• Arrastre sobre manta: se puede colocar una manta debajo del


paciente colocándola estirada a su lado y luego haciéndole girar hacia uno
mismo para colocar la manta debajo, y luego le sigue girando hasta que
se apoye suavemente dentro de la manta. Tirar desde el otro lado de la
manta.

Maniobra de Reutek

Esta maniobra resulta idónea para la extracción rápida con un mínimo de


seguridad para su columna vertebral. Siempre que se proceda a la extracción
de un accidentado, es fundamental asegurarse de que los pies estén libres y
el cinturón de seguridad se haya soltado o cortado, así como asegurarse de
que la víctima no tenga ningún objeto clavado en su cuerpo (en caso de tener
algún objeto clavado, no intentar extraerlo).

Antes de comenzar, insistimos, se revisarán las extremidades inferiores del


paciente, verificando que no estén atrapadas con los pedales del vehículo.
Una vez examinado, se procederá a cortar y retirar el cinturón de seguridad.
Así, estando ya liberado el herido, el rescatador se colocará detrás del
accidentado, ejerciendo una tracción cervical y un leve desplazamiento hacia
delante; este movimiento se realiza para permitir el acceso por detrás del
segundo rescatador, quien introducirá el brazo derecho bajo la axila derecha
del accidentado y con la mano derecha sujetará ambos brazos de la víctima.
Con el brazo izquierdo pasa bajo la axila izquierda y la mano izquierda sujeta
el mentón del accidentado para permitir en todo momento la respiración. Se
coloca la mejilla derecha contra la mejilla izquierda de la víctima, se flexionan
las piernas y se realiza un movimiento ascendente conjuntamente con el
paciente, al que se rotará hasta dejarlo en situación tal que su espalda quede
pegada al pecho del rescatador.

Por último, se realiza un movimiento de elevación y giro, de forma que la


espalda del paciente quede apoyada sobre el tronco del técnico, quedando
alineada. Es en ese momento cuando se producirá su arrastre hacia fuera del
vehículo.

Es el momento ahora en el que se camina hacia un lugar en el que se vaya a


depositar a la víctima, tendiendo en cuenta que esté a salvo de posibles
accidentes posteriores.

La acción de depositar a la víctima sobre el suelo, colchón de vacío, camilla de


palas,… se hará despacio y con movimientos acompasados. Primero se desciende
hasta dejar a la víctima sentado y la rodilla izquierda del rescatador en tierra,
mientras su mano derecha pasa a la parte posterior del cuello para seguir
ejerciendo la tracción cervical hasta terminar de depositar a la víctima.

Al hablar de medios de fortuna, es necesario referirse al conjunto de materiales


convencionales e inespecíficos que se pueden encontrar en el entorno de una
actuación. Éstos pueden ser cuerdas, troncos, piedras, tableros, ramas,
mobiliario urbano, etc. Con todos hay que emplear la imaginación para poder
poner en práctica una descarceración.

Transportes de emergencia

De nuevo, se hace referencia a la obra anteriormente mencionada para ilustrar


los diferentes transportes que existen (Chapleau, 2008):

• Transporte a la espalda: el paciente se coloca detrás del


interviniente y le echa los brazos hacia delante por el cuello. El
interviniente sujeta firmemente los brazos y se inclina hacia delante para
cargarse al paciente a la espalda.
• Transporte en brazos por una persona: este tipo de transporte
se recomienda generalmente para pacientes que no pesen mucho.
• Transporte a caballito.
• Transporte de bombero.
2. Material De Movilización

La adecuada movilización del politraumatizado en prehospitalaria tiene especial


importancia debido a que el objetivo es estabilizar las lesiones existentes y evitar
lesiones secundarias que agravarían aún más su estado y dificultarían su
posterior recuperación. En muchos casos estas lesiones secundarias podrían ser
invalidantes o Vitales.

Es por ello, que se necesitan una serie de materiales de movilización diseñados


para inmovilizar tanto fracciones del cuerpo como en su totalidad, y técnicas
adecuadas siempre respetando el eje cabeza-cuello-tronco, para evitar una lesión
de la médula espinal.

Todo material de movilización debe tener una serie de características:

• Ser fáciles y cómodos de aplicar en todo tipo de situaciones.


• Con un almacenamiento fácil que ocupe poco espacio.
• Permitir en todo momento el manejo de vía aérea o la realización
de técnicas de reanimación, en caso necesario.
• Transparentes a los RX (Rayos X) y compatibles con RNM
(Resonancia Nuclear Magnética).
• Deben adaptarse a todo tipo de paciente sea adulto y/o pediátrico.
• Material hipoalergénico.
• Ligeros, transportables y sencillos.
• De fácil lavado y reutilizable.
• Económicos.

Los principales sistemas de movilización del paciente son:

• Silla.
• Camilla de lona.
• Camilla rígida.
• Camilla de vacío.

2.1. Silla

La silla de ruedas es quizá, el medio de transporte de pacientes más utilizado en


el interior del hospital. Encontramos varios modelos de silla, las hay fijas,
plegables, eléctricas.

La silla de ruedas fija es desmontable, tiene el respaldo abatible, el reposapiés


regulable, puede disponer de sillón evacuatorio y el diámetro de sus ruedas es
125/200, 315/600 mm. Las ruedas pueden ser macizas o de aire. Se construyen
en material cromado o aluminio.
La silla de ruedas plegable, además, tiene el apoyabrazos y el reposapiés
desmontable, su respaldo puede ser fijo o abatible, su tapicería se fabrica en
nylon o skay, son ignifugas y muy ligeras.

La silla de ruedas eléctrica puede ser programable, se presenta en una amplia


gama de potencias recargables y se pliega fácilmente.

Los accesorios para las sillas de ruedas pueden ser muy variados, así tenemos:
Portasueros, Kit de hemipléjico, amputados, antivuelcos, reposapiés con
taloneras, pantorrilleras, cabezales, cinturones, separadores de piernas, etc.

Las sillas de Evacuación o movilización son aquellas sillas destinadas para el


transporte de pacientes, entre las que se destacan, además de las anteriores, la
siguiente clasificación:

Silla de patín:

Como característica principal presenta su rail por el cual se va deslizando sobre


los peldaños de la escalera, una única persona puede llevarla; su único
inconveniente es que no sirve para subir escaleras, sino sólo para bajarlas.

Silla de ruedas:

Muy útiles para el transporte de pacientes sobre superficies planas, en el caso de


tener que utilizarla para bajar o subir escaleras, serán necesario como mínimo
dos personas.

2.2. Camilla De Lona

La lona de rescate está formada por material plástico. La forma de trabajar con
esta herramienta consiste en depositar al paciente en su interior y se recoge
usando unas asas o agarraderos situados en su borde, que permiten sujetar la
lona cuando el paciente está dentro. Posibilita la movilización de pacientes,
siempre que no posean lesiones traumáticas.
Se utiliza fundamentalmente para transportar víctimas que no presentan golpes
de gravedad. Utilizado principalmente en hospitales, ambulancias, centros de
deporte, etc. Suele tener separadores que mantienen la tela completamente
tensada, ser plegable a lo ancho de forma longitudinal y doble plegado. Se suele
fabricar en aluminio de alta resistencia.

2.3. Camilla Rígida

Es una estructura de tubos metálicos huecos, sobre la que se coloca un colchón


de base rígida. Está provista de ruedas y un sistema de frenos para bloquearlas,
soporte porta sueros, y barandillas de seguridad para evitar caídas.

La camilla para Ambulancia está realizada en aluminio. La superficie de la cama


está hecha de espuma de colchón, lo que hace que el herido se sienta cómodo.
La mecánica plegable piernas son controladas por las asas a ambos lados; sólo
una persona puede enviar al paciente a la ambulancia. La camilla se puede
bloquear después de que abordo a través de la tolva.

Camilla tipo cuchara o tijera

Se trata de una camilla de aluminio rígida (de una aleación ligera y resistente)
radiotransparente con dos palas ligeramente cóncavas y articuladas entre sí por
sus extremos, además de ajustables en su longitud. La camilla de cuchara (o de
palas) sólo se debe utilizar para movilizar al herido (niño o adulto) hasta su
acomodación en la camilla de traslado. Está contraindicada en el traslado porque
transmite en mucha mayor medida las vibraciones y las alteraciones de la
carretera.

El paciente puede ser rápida y fácilmente puesto en las camillas, en tanto la


camilla puede ser sacada de la parte posterior de los pacientes sin moverlos.
Además la longitud de la camilla se puede ajustar de acuerdo al cuerpo del
paciente.

Es de alta resistencia de materiales de aleación de aluminio. Se caracteriza por


su luz ponderada, de pequeño tamaño, fácil de transportar, de uso fácil y seguro
para la esterilización y limpieza. Es utilizado principalmente para los hospitales,
los deportes, las ambulancias que transportan los heridos y pacientes.

2.4. Camilla De Vacío

La función principal del colchón de vacío es la de realizar una inmovilización de


todo el cuerpo durante el traslado. Es un colchón de material plástico que posee
en su interior una cámara llena de bolas de poliespán con una válvula de apertura
y cierre. Su funcionamiento consiste en que al extraer el aire existente dentro de
esta cámara, el material que posee se compacta y se adapta al cuerpo. De este
modo, se realiza un molde del cuerpo que absorbe la mayoría de las vibraciones
y se consigue la inmovilización en bloque de todo el cuerpo.

Es el mejor sistema de inmovilización completa de un accidentado, se compone


de una envoltura herméticamente cerrada muy flexible, rellena hasta las ¾
partes de bolas de material sintético ligero, que permite una vez extraído el aire
de su interior, inmovilizar al paciente conservando sus formas anatómicas.

Está indicado especialmente para los casos de sospecha de fractura en la zona


de la columna vertebral y de la pelvis.
3. Técnicas De Movilización Urgente Sin Material En Situación De
Riesgo

Gran parte de la información proporcionada en éste y los epígrafes siguientes


proviene del portal de las cuidadoras y cuidadores “SerCuidador”, una iniciativa
del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Gobierno de España, del
IMSERSO y la Cruz Roja.

Movilizar supone cambiar la posición de una persona sobre una misma


superficie, por ejemplo, para evitar las úlceras y escaras, para evitar
incomodidades.

Algunos aspectos que se deberán tener en cuenta para realizar las


movilizaciones son:

• Intentar que la persona realice por sí mismo los cambios posturales


en la medida que le sea posible, si no puede le prestaremos nuestro apoyo.
• Intentar evitar el contacto directo con las lesiones.
• Evitar movimientos bruscos que ocasionen dolor o molestias.
• Realizar cambios posturales cada 2 o 3 horas en personas
encamadas y cada hora en cuando la persona permanezca sentada.
• Es recomendable establecer una tabla de rotaciones adaptada, en
la que iremos anotando las diferentes posturas en la que vamos colocando
a la persona dependiente a lo largo del día.

Giros

Este tipo de movimiento se realiza cuando el paciente está en bipedestación y es


necesario darle la vuelta para acercarlo a una silla o una cama. El paciente debe
poseer los reflejos de sostén de la cabeza, del tronco y de al menos una
extremidad inferior, que será el único punto de apoyo sobre el que se pivota
(punta del pie), ya que si utilizamos los dos pies como pivote se provocará una
torsión que lo desequilibrará. Por otro lado, el profesional debe estar preparado
para controlar cualquier posible desequilibrio del paciente, sirviéndose para ello
de presas manuales sobre la ropa y de la "cincha de movilización".

Cuando el paciente gira hacia atrás, el giro se define como "empujando" y


cuando el giro se realiza hacia delante, se denomina "tirando". Nos encontramos
cuatro variaciones-tipo que pueden ser efectuadas por una sola persona:

• Giro empujando controlado.


• Giro empujando con ayuda.
• Giro tirando controlado.
• Giro tirando con ayuda.

Giro de decúbito supino a decúbito lateral

Para girar de una postura de Decúbito supino (boca arriba) a decúbito lateral
(de lado) deberemos colocarnos en el lado de la cama hacia el que vamos a girar
a la persona.

En primer lugar, desplazaremos a la persona hacia el lado de la cama contrario


al decúbito deseado, para que al girarlo quede el paciente en el centro de la
cama.

Si la persona puede colaborar se le pide que estire el brazo hacia el lado al que
va a girar el cuerpo y que flexione el otro brazo sobre el pecho.

Se le pedirá que flexione el tobillo del miembro que va a quedar por encima. A
continuación se coloca uno de los brazos por debajo del hombro y el otro por
debajo de la cadera.

Se girará a la persona hacia el lado en el que se encuentra el cuidador,


dejándolo colocado en decúbito lateral.

Siempre recordaremos que cuando tenemos a la persona de lado hay que


tomar preocupaciones con orejas, hombros, codos, cadera, callosidades del
fémur (trocánteres) y los tobillos para que no se produzcan úlceras por presión.
Enderezamientos

Se utilizan para situaciones en las que hay que enderezar al paciente que está
mal colocado en la cama, la camilla o la silla, esto ocurre generalmente cuando
ha resbalado hacia abajo.

En los enderezamientos con el paciente acostado, en lugar de levantarlo,


debemos deslizarlo. Para el caso de pacientes sentados, el peso de la cabeza
puede ser utilizado para producir un movimiento en sentido contrario al de la
pelvis. En los enderezamientos de pie-acostado, se usarán puntos de pivote, ya
que sólo tenemos que extender al paciente.
Nos encontramos con cuatro casos distintos y once variaciones-tipo:

• Enderezamiento con el paciente acostado controlado, ayudan dos


personas.
• Enderezamiento con el paciente acostado asistido, ayudan dos
personas.
• Enderezamiento con el paciente sentado controlado, ayudan dos
personas.
• Enderezamiento con el paciente sentado con ayuda, ayudan dos
personas.
• Enderezamiento con el paciente sentado controlado desde atrás.
• Enderezamiento con el paciente sentado asistido desde atrás.
• Enderezamiento con el paciente sentado con ayuda lateral.
• Enderezamiento con el paciente sentado con ayuda delantera.
• Enderezamiento de pie-sentado sobre camilla, asistido.
• Enderezamiento de pie-tumbado sobre camilla, controlado
(basculando).

• Enderezamiento de pie-tumbado sobre camilla, asistido


(levantando al paciente).

Forma de sentar a la persona encamada el borde de la cama

Para sentar a la persona dependiente en el borde de la cama, debemos adelantar


un brazo, el más próximo a la cabecera, y rodear los hombros del paciente, y el
otro se coloca en la cadera más alejada de la persona encamada.

Con la mano en la cadera se hace que ésta y las piernas giren de modo que
queden colgando del borde de la cama mientras que con el otro brazo se ayuda
a levantar el tronco.
Forma de sentar o incorporar a la persona en la cama

Para sentar a la persona en la cama, si dispone de una cama articulada sería


suficiente con activar el mecanismo para la elevación hasta que la persona se
sienta cómoda y en una postura adecuada a su estado. En caso contrario, se
debe aplicar la técnica descrita en el punto anterior.

Para levantarle los hombros, colocarse de cara al paciente y de lado con


respecto a la cama. El pie más próximo se coloca atrás y la mano más alejada se
pasa por detrás de los hombros del paciente balanceando el cuerpo hacia atrás,
bajando las caderas verticalmente de forma que el peso pase de la pierna de
delante a la de detrás.

Vueltas

Estos movimientos se realizan cuando es necesario cambiar la posición


extendida del paciente, se pasa por ejemplo de decúbito Supino a decúbito Prono
o viceversa.

El paciente se hace rodar, para lo que debemos tener en cuenta la posición del
brazo hacia donde se realiza la acción, ya que puede ser un obstáculo una vez
iniciado el movimiento.

Pueden presentarse tres casos distintos de vueltas que se sintetizan en seis


formas diferentes de ejecución, en todos sólo es necesaria una persona para
realizarlos:
• Vuelta espalda-vientre con rodamiento pasivo.
• Vuelta espalda-vientre con rodamiento asistido.
• Vuelta vientre-espalda con rodamiento pasivo.
• Vuelta vientre-espalda con rodamiento asistido.
• Vuelta cabeza-pies sobre el vientre, controlada.
• Vuelta cabeza-pies sobre el vientre, con ayuda.

Descensos

En los descensos partimos de la posición vertical del paciente, se realizan


cuando es necesario pasarlo de la posición de pie a sentado o acostado y de la
posición sentado a acostado.

En el movimiento sentado-acostado utilizamos los puntos de pivote para bajar


y extender al paciente sobre la cama. En el caso de pie-acostado, la realización
sincrónica del movimiento entre el paciente y el trabajador, hace que el esfuerzo
de ambos sea mínimo. Cuando pasamos de una posición de pie a sentado, se
deben favorecer las reacciones de equilibrio anterior del paciente en lugar de
servir nosotros de contrapeso, además, podemos utilizar presas sobre la ropa.

Hay tres tipos de descensos que se concretan en cinco variaciones-tipo, que


pueden ser realizados por una sola persona:

• Descenso sentado-acostado controlado.


• Descenso sentado-acostado con ayuda.
• Descenso de pie-acostado con ayuda.
• Descenso de pie-sentado controlado.
• Descenso de pie-sentado con ayuda.
Descenso sentado – tumbado independiente

Aunque la persona sea capaz de tumbarse solo, recomendamos que no se tumbe


directamente boca arriba, ya que provoca mucha tensión en la zona lumbar, y
en caso de tener espasticidad en las piernas, puede requerir mucho esfuerzo
subirlas a la cama.

Esto se puede evitar si el afectado se coge de las rodillas y se tumba


manteniéndolas flexionadas (o sólo la pierna afectada).

Descenso sentado – tumbado con poca ayuda

La maniobra sería igual que la anterior, sólo que nosotros le podemos ayudar
a subir la/s pierna/s (manteniéndola/s también flexionada/s). Con el brazo que
nos queda cerca de su cabeza acompañamos su tronco y con la otra le cogemos
de las piernas.

El afectado sentado en la cama, nos colocaremos en el lado donde vaya a


apoyar la cabeza. Rodearemos con un brazo la espalda y con el otro sujetaremos
la pierna afectada. El afectado se tumbará utilizando como apoyo el brazo más
fuerte.

Descenso sentado – tumbado con ayuda

El afectado sentado en la cama, nos colocaremos en el lado donde apoyará la


cabeza y rodeamos su espalda con uno de los brazos. Con el otro brazo
rodearemos las rodillas por debajo.

La pierna que tenemos más cerca de la cama la podemos apoyar encima para
que nos resulte más fácil el giro.

Una vez colocados, sólo tenemos que realizar el giro utilizando el culo como
punto de giro. Nuestras rodillas siempre estarán flexionadas para evitar cargar
todo el peso en la espalda.
Levantamientos

Al realizar un levantamiento pasamos al paciente de la posición tumbado a la


posición sentado en el borde de la cama, o de la posición sentado a la posición
de pie. En ambos casos, llevamos a cabo una verticalización y en un principio, el
paciente debe disponer de un mínimo de reflejos, encontrándonos ante un
levantamiento "controlado".

Al efectuar el movimiento de acostado a sentado, se utilizan puntos de pivote.


En el movimiento de sentado a de pie, en lugar de hacer una arrancada de golpe
de la silla, debemos motivar las reacciones automáticas al equilibrio anterior del
paciente.

Se presentan 2 casos de levantamientos que se resuelven en 4 variaciones-


tipo. Sólo es necesaria una persona para realizar cualquiera de ellas:

• Levantamiento acostado-sentado controlado.


• Levantamiento acostado-sentado con ayuda.
• Levantamiento sentado-de pie controlado.
• Levantamiento sentado-de pie con ayuda.

Levantamiento tumbado – sentado independiente

La mejor manera para sentarse en la cama es colocándose primero de lado. Una


vez en esta postura que el afectado saque las piernas y ayudándose de su peso
y empujándose con los brazos hacia arriba.

Levantamiento tumbado – sentado con poca ayuda


Normalmente lo que más les cuesta es sacar las piernas fuera de la cama,
podremos ayudarle a hacerlo. Es posible que también necesite que le ayudemos
a incorporar el tronco; le podemos sujetar de un brazo y tirar de él mientras él
se empuja con el otro.

Levantamiento tumbado – sentado con ayuda

Lo primero que haremos si el afectado está boca arriba, será colocarlo de lado
con las piernas flexionadas. Rodearemos sus piernas por detrás de las rodillas
con un brazo y con el otro le sujetaremos del tronco (nunca del cuello) de manera
que su cabeza quede apoyada en nuestro antebrazo.

En esa posición, sacaremos las piernas fuera de la cama, y con un movimiento


coordinado le sentaremos subiéndole el tronco al tiempo que bajamos las piernas.

Elevaciones

Son circunstancias en las que se debe recoger al paciente del suelo y llevarlo
a una superficie horizontal más elevada o ponerlo de pie.

En las elevaciones con el paciente sentado en el suelo-sentado en camilla y


sentado en el suelo-de pie, debemos recordar que al elevarlo usaremos la fuerza
de nuestras extremidades inferiores (evitar lumbalgias). Nos encontramos siete
variaciones-tipo:

• Elevación paciente tendido en el suelo-sentado en el suelo,


controlado, con ayuda de dos personas.
• Elevación paciente tendido en el suelo-sentado en el suelo, con
ayuda, dos personas ayudan.
• Elevación paciente sentado en el suelo-sentado en una camilla,
controlado, dos personas ayudando.
• Elevación paciente sentado en el suelo-sentado en una camilla, con
ayuda de dos personas.
• Elevación paciente sentado en el suelo-de pie, con ayuda, dos
personas ayudando.
• Elevación paciente tendido en el suelo-tumbado sobre un banco,
pasivo, tres personas ayudan.
• Elevación paciente tendido en el suelo-tumbado sobre un banco,
con ayuda, tres personas.

Movilización del paciente encamado. Cambios posturales

Los cambios posturales, son las modificaciones realizadas en la postura corporal


del paciente encamado. Para realizar estos cambios, se deben seguir unas
normas generales tales como:

• Preparar el área donde se va a trabajar, quitando aquellos


elementos que puedan entorpecer nuestra acción.
• Procurar realizar el esfuerzo con los músculos mayores y más
fuertes (muslos y piernas).
• Acercarnos lo máximo posible a la cama del enfermo para que el
esfuerzo sea menor, y la columna vertebral debe estar erguida.
• Es preferible deslizar y empujar, que levantar.
• Cuando sea posible, debe actuar más de una persona.

Los objetivos de la movilización son:

• Prevenir contracturas musculares y úlceras por presión que son


complicaciones de la inmovilización del paciente.
• Conservar el tono muscular y la correcta alineación corporal del
paciente para evitar deformidades y pérdida de fuerza que interfieran en
el proceso de recuperación.
• Ayudar al paciente a realizar aquellas actividades que no puede
hacer por sí mismo (entrar y salir de la cama, etc.) con la mínima tensión
muscular para él y el personal de enfermería.
• Estimular la autonomía del paciente, animándole a participar y
enseñándole la conducta adecuada.
• Reconocer y modificar los hábitos incorrectos en materia corporal,
al sustituirlos por actividades apropiadas.

Mover al paciente hacia la cabecera de la cama

Se produce esta situación cuando el paciente se desliza hacia los pies de la cama.
Paciente no colaborador

Si el paciente no colabora, serán necesarias dos personas:

• Lavarse las manos y colocarse unos guantes.


• Explicar el procedimiento al paciente y a la persona que nos va a
ayudar.
• Frenar la cama y colocar la cabecera en posición horizontal. Retirar
la almohada por la cabecera.
• Cada profesional de enfermería se situará a un lado de la cama, el
cuerpo paralelo a la cama, las piernas separadas, flexionando la rodilla de
la pierna más próxima a los pies del enfermo y estirada la pierna más
próxima a la cabecera.
• Se sujeta al paciente, colocando un profesional las manos y
antebrazos debajo del cuello y sacro, y el otro debajo de los hombros y
glúteos del paciente.
• Pedir al paciente que doble las rodillas y apoye firmemente los pies
en el colchón para empujar cuando se le indique.
• Indicar al paciente que haga fuerza con los pies (si puede colaborar) al
tiempo que ambos procesionales de enfermería pasan el peso de la pierna
flexionada a la otra (más cercana a la cabeza) que queda ahora flexionada
y haciendo fuerza con los brazos hacia la cabecera de la cama.
• Colocar la almohada del paciente y ponerle en la situación inicial.
Acomodar al paciente.

También se le puede colocar al paciente una sábana doblada a la mitad y centrada


en la zona media del cuerpo. Entre dos personas se coge la sábana, levantándola
y desplazando al enfermo hacia la cabecera. Retirar después la sábana.

Paciente colaborador

Si el paciente colabora, una persona será suficiente:


• Lavarse las manos y colocarse guantes.
• Retirar la almohada y colocar la cama en horizontal.
• Indicar al paciente que doble las rodillas, apoye los pies en la cama
y que se sujete con las manos en el cabecero.
• El profesional colocará una mano bajo la espaldad y la otra bajo los
glúteos del paciente.
• Pedir al paciente que empuje con los talones y tire con sus manos
al tiempo que le ayudamos a mover el cuerpo hacia la cabecera.
• Colocar la almohada y poner cómodo al paciente en la cama.

Movilización hacia un lugar de la cama

Nos colocaremos en el lado de la cama hacia el cual se va a trasladar al


paciente. Colocaremos un brazo debajo del hombro del paciente, sujetándolo
sobre la axila opuesta.

Colocaremos el otro brazo por debajo de la cadera, desplazándolo hacia la otra


cadera y así lo movilizaremos con cuidado y suavidad hacia la posición deseada.
4. Técnicas De Movilización Con Material

Utilización de una entremetida

Se realiza entre dos personas, situados uno a cada lado de la cama.

• Para esta técnica nos ayudaremos de una "entremetida" que es una


sábana doblada en su largo a la mitad.
• Se la colocaremos al paciente por debajo, de forma que llegue
desde los hombros hasta los muslos.
• Para ello colocaremos al enfermo en decúbito lateral, lo más
próximo a un borde de la cama y meteremos la "entremetida" por el lado
contrario al que está girado, luego lo volveremos al otro lado y sacaremos
la parte de "entremetida" que falta de colocar.
• Una vez colocada la "entremetida", se enrolla ésta por los laterales
sujetándola cada persona fuertemente, pudiendo así mover al paciente
hacia cualquier lado de la cama evitando las fricciones.

Utilización de la grúa

• La grúa es una ayuda técnica que nos permite realizar trasferencias con
poco esfuerzo. Es aconsejable su uso bien cuando las trasferencias se
tienen que realizar muchas veces a lo largo del día, para que no suponga
un gran desgaste para el cuidador. Existen diferentes tipos de grúas, por
ello, es importante elegir el modelo que más se adecua tanto a las
necesidades del afectado y cuidador, como al entorno (tamaño de la casa,
anchura de las puertas…).
Grua: Básica: es la más habitual, que consta con un brazo móvil elevable de
forma hidráulica o eléctrica en el cual hay una percha donde se engancha el
arnés.

Grua de techo: Consta de unos raíles instalados en el techo donde se


engancha el arnés. La ventaja es que apenas ocupa espacio y que el propio
afectado se puede transferir de manera independiente, pero la transferencia
está limitada a la instalación de los raíles.

Utilización del arnés

Se llama arnés a la tela que envuelve al usuario y que después se engancha


en la percha. Existen diferentes tipos de arneses dependiendo de las necesidades
y de la talla del usuario. Lo mejor es que en caso de necesitar grúa pidáis consejo
para elegir el arnés más adecuado.
Colocar el arnés tumbado

Se coloca al afectado de lado y se mete debajo el extremo del arnés. Después


se le coloca del otro lado y se saca el extremo que hemos metido debajo. Al
colocarle boca arriba, tendremos el arnés colocado.

Una vez boca arriba, se colocan los extremos que rodean las piernas. Hay que
tener cuidado de que no queden muchas arrugas o dobleces ya que pueden hacer
daño.

Se engancha el arnés a la percha. Si vamos a sentarle, conviene colocar los


extremos del tronco en la posición más corta y los extremos de las piernas en la
posición más larga; así, cuando lo levantemos quedará prácticamente sentado.
A la hora de enganchar los extremos de las piernas, tenemos dos
posibilidades. Podemos dejar las piernas abiertas (colocándolas cada una
en el mismo lado) o podemos juntarlas (cruzando los extremos).
Elegiremos uno o el otro dependiendo del afectado, si se escurre mejor los
cruzamos o si tiene espasticidad en aductores mejor las abrimos.

Colocar el arnés sentado

Para colocar el arnés a una persona que está sentada, primero le colocaremos
la parte de la espalda y después los extremos de las piernas.

Le echaremos el tronco hacia delante (si no tiene un buen control es preferible


que nos coloquemos delante para darle seguridad) y meteremos el arnés por
detrás de la espalda.

Después colocaremos los extremos para las piernas por debajo de las rodillas.
Una vez colocado el arnés lo engancharemos a la grúa.

Colocar el arnés en el suelo

Los pasos a seguir son los mismos que tumbado, la diferencia está en cómo
acercamos la grúa al afectado. Dependerá del espacio que tengamos y de la
movilidad que tenga el afectado. Existen diferentes posibilidades:
Utilización de una tabla para transferencia

Las tablas para transferencias reducen significativamente el esfuerzo necesario


para realizarlas. Son resistentes y ligeras, disponen de una cara deslizante y la
otra con bandas antideslizantes, que permiten una transferencia segura, rápida
y cómoda.

Algunos tipos de tablas para transferencias son los que se presentan a


continuación:

5. Transferencia De Un Paciente De Una Camilla A Otra

Realizar transferencias consiste en desplazar la persona de una superficie o lugar


a otro (por ejemplo, de silla de ruedas a sofá, de la cama a la silla de ruedas, de
silla de ruedas a urinario).
Es fundamental realizar los mismos de una forma correcta y adecuada para no
producirnos ninguna lesión.

Para llevar a cabo las transferencias, se deberá tener en cuenta lo siguiente:

• Valorar la carga a desplazar (talla y peso del individuo).


• Determinar el grado de incapacidad del paciente, para solicitar o no
su colaboración.
• La piel debe estar seca, libre de agua o sudor, para no aumentar la
adherencia de la piel al tejido y así no provocar lesiones por fricción.
• Agarrar al paciente por los hombros, codos, cadera y tobillos.
• Proporcionar seguridad en todo momento.

Posiciones más frecuentes de las personas encamadas

Las posiciones más frecuentes de las personas encamadas son:

• Decúbito supino.
• Decúbito lateral.
• Decúbito prono.

Decúbito supino

La persona está tumbada sobre su espalda, con los brazos y las piernas
extendidas y próximas al cuerpo, sobre un plano paralelo al suelo.

Debe protegerse la región de apoyo de la cabeza y de los hombros, evitando toda


hiperflexión o hiperextensión cervical. Los pies se mantendrán en ángulo recto,
evitando con un cojín o almohada que el talón se apoye sobre el plano de la
cama.

Decúbito lateral

La persona está tumbada (en un plano paralelo al suelo) sobre un lado de su


cuerpo. La cabeza debe mantenerse en el mismo plano del cuerpo; los hombros
apoyados no deben soportar el peso del cuerpo, lo que se evita traccionando la
articulación hacia delante. La posición se asegura mediante una almohada
posterior. Los brazos y las piernas deben estar flexionadas y estas últimas
además convenientemente almohadilladas y separadas.

Decúbito prono

La persona está tumbada sobre el abdomen, con la cabeza girada hacia un lado
y los brazos y pernas extendidas, sobre un plano paralelo al suelo. Se pueden
emplear almohadas para aumentar la confortabilidad de la persona. Por lo
general es una posición mal aceptada y está contraindicada en situación de
insuficiencia respiratoria y cardiaca.

Transferencia de un paciente de una camilla a otra con dos


personas

Al trasladar a un paciente de su cama, lo más importante es evitar lesiones


tanto al enfermo como a la espalda de las personas que lo levantan. Por esto, no
se debe intentar hacerlo a solas; generalmente, dos personas pueden lograrlo
sin peligro. El que dirige, que es el encargado de jalar, debe ser el de mayor
fuerza física; el asistente sostiene la sábana de tracción, sin empujar ni alzar.
Prepare sus movimientos de la siguiente manera:

• Baje la cabecera y ajuste la altura de la cama.


• Ponga una bolsa de basura o tablero plástico de deslizamiento entre
la sábana de la cama y la de tracción, insertándolo debajo de uno de los
costados del paciente.
• Corra las piernas del paciente hacia el borde de la cama.
• Indique al paciente que se cruce de brazos y explíquele la maniobra.

Tire hasta el borde de la cama:

• Sujete la sábana de tracción en ambos lados de la cama.


• Cuente hasta tres en voz alta, inclínese hacia atrás y, usando su
cuerpo de contrapeso, deslice el paciente hasta el borde de la cama. El
asistente mantiene agarrada la sábana, evitando que se resbale.

Sitúe la camilla en posición:

• Haga que el asistente “acune” al paciente en la sábana de tracción


mientras usted trae la camilla.
• Ajuste la altura de la cama de modo que quede ligeramente más
elevada que la camilla. Luego, sitúe la camilla y frénela en su posición.
• Coloque las piernas del paciente en la camilla.

Traslade al paciente a la camilla:


Pídale al asistente que se arrodille sobre la cama mientras sigue sujetando la
sábana de tracción.

Cuente hasta tres en voz alta, agarre la sábana de tracción y traslade al paciente
a la camilla. Podría tener que repetir esto.

Transferencia de un paciente de una camilla con tres personas

• Si el enfermo no puede moverse en absoluto serán necesarias tres


personas.
• La camilla se coloca perpendicular a la cama, con la cabecera de la
camilla tocando los pies de la cama.
• Las tres personas se sitúan frente a la cama, adelantando un pie
hacia la misma.
• Doblan las rodillas al unísono y colocan sus brazos bajo el paciente:
el primero, uno por debajo de la nuca y hombros y el otro en la región
lumbar; el segundo, uno bajo la región lumbar y otro debajo de las
caderas, y el tercero, uno debajo de las caderas y el otro debajo de las
piernas.
• Después vuelven al paciente hacia ellos haciéndole deslizar
suavemente sobre sus brazos. Éstos se mantienen cerca del cuerpo para
evitar esfuerzos inútiles.
• Se levantan, giran los pies y avanzan hacia la camilla, luego doblan
las rodillas y apoyan los brazos en la misma. Los movimientos han de ser
suaves y simultáneos para dar seguridad al enfermo y evitar que se
asuste.
Traslados

Este tipo de movimientos se utiliza para desplazar al paciente sobre la


superficie donde se encuentra, sin cambiarlo de posición ni de orientación.
Habitualmente se realizan para acomodar o acercar al paciente a uno de los
bordes, antes de efectuar un cambio de postura.

En los traslados con el paciente acostado, encontramos menos resistencia si se


levanta ligeramente el lado del paciente hacia el que se va a desplazar. Con el
paciente sentado, utilizamos puntos pivote y el contrapeso de la cabeza para
realizar el movimiento.
Existen dos casos (paciente acostado o sentado) con siete variaciones-tipo:

• Traslado paciente acostado, empujando, pasivo.


• Traslado paciente acostado, empujando, con ayuda.
• Traslado paciente acostado, tirando, pasivo.
• Traslado paciente acostado, tirando, con ayuda.
• Traslado hacia delante, paciente sentado (sin respaldo), controlado.
• Traslado hacia atrás, paciente sentado (sin respaldo), controlado.
• Traslado hacia delante, paciente sentado (con respaldo),
controlado.

Traspasos

Los traspasos son movimientos que se realizan cuando se requiere pasar al


paciente de un emplazamiento a otro adyacente.

En los traspasos horizontales, es necesario que el personal tenga un pierna más


adelantada que la otra y que se preste atención a la inestabilidad de la columna.
En los verticales, un profesional se encargará de la parte inferior del tronco, de
la pelvis y las piernas y el otro controlará la cabeza y la parte superior del tronco.
Nos encontramos con seis variaciones-tipo:

• Traspaso horizontal pasivo, con tres personas ayudando.


• Traspaso horizontal con ayuda, dos personas ayudando.
• Traspaso vertical (descendiendo) controlado, ayudan dos personas.
• Traspaso vertical (descendiendo) con ayuda.
• Traspaso vertical (subiendo) controlado, ayudan dos personas.
• Traspaso vertical (subiendo) con ayuda.

Transportes

A veces es necesario desplazar al paciente de un lugar a otro, en estos casos,


debemos minimizar la distancia y la duración del movimiento. Aparecen dos casos
que conducen a cinco variaciones-tipo:

• Transporte paciente acostado, pasivo, ayudan tres personas.


• Transporte paciente acostado, controlado, con dos personas
ayudando.
• Transporte paciente acostado, con ayuda de dos personas.
• Transporte paciente sentado, controlado, dos personas ayudando.
• Transporte paciente sentado, con ayuda de dos personas.

Transferencia de un sitio a otro en grúa


Para mover al afectado con la grúa de un sitio a otro tendremos que tener en
cuenta diferentes aspectos. Lo primero es asegurarnos que la grúa está frenada.

Le ayudaremos a subir la cabeza si lo necesita a medida que subamos la grúa.


La percha se puede girar para situar al afectado en la posición adecuada para
sentarle.

En el momento de sentarle es importante llevarle el culo hacia el respaldo de


la silla para que no quede muy tumbado y haya riesgo de que se caiga. Podemos
hacerlo desde delante (empujando las piernas a medida que bajamos la percha),
o desde atrás (manteniendo el culo un poco elevado a medida que bajamos la
percha).

Si el afectado es capaz, podemos pedirle que maneje el mando para que


nosotros podamos tener las dos manos libres.

En el caso de que vayamos a tumbarle, lo único que tenemos que tener en cuenta
es acompañar la bajada sujetándole la cabeza en el caso de que lo necesite.

Transferencia de una camilla a la silla de ruedas

El objetivo de este tipo de transferencia es ayudar a lograr un cambio de


posición que beneficie su actitud mental y favorezca la actividad de algunos
grupos musculares, además de permitir el traslado del paciente a un lugar
determinado.

El equipo que se va a utilizar es la silla de ruedas, colcha o cobertor, sábana


estándar, almohadas o cojines, bata y pantuflas del paciente y cinturones de
seguridad o sujetadores para la silla de ruedas.

A continuación se presentan los pasos que se han de tener presentes para


realizar la transferencia de una camilla a una silla de ruedas:

• Disponer de una silla que se encuentre en buenas condiciones de


uso.
• Valorar signos vitales del paciente.
• Explicar al paciente el procedimiento y sugerirle formas en que
puede colaborar.
• Colocar la silla cerca de la cabecera paralelamente a la cama y
asegurar las ruedas, procurando que los estribos de los pies estén
plegados.
• Colocar el cobertor y sábana extendidos sobre la silla y el cojín
sobre el asiento de ésta, si lo desea el paciente.
• Sentar al paciente lentamente. En este momento observar su
colocación y expresión facial.
• Ayudarlo a deslizar sus piernas hacia el borde de la cama y sentarlo
colocándose la bata y pantuflas.
• Pedirle que poye ambos pies en el banco de altura.
• Ayudar al paciente a sentarse en la silla.
• Colocarse frente al paciente ampliando la base de sustentación.
• Indicarle que coloque sus manos sobre los hombros del asistente.

• Desplazarse hasta la silla con el paciente haciéndole girar, hasta


que su espalda quede hacia la silla.
• Hacer que el paciente alcance el respaldo y se apoye en los brazos
de la silla para que descienda hasta el asiento.
• Colocar sus pies sobre los estribos y sujetarlos si es necesario.
• Cubrir piernas y pies. Si es necesario colocar una almohada en el
respaldo de la silla y trasladarlo.

Glosario

• Urgencia: 1. Característica principal de las cosas que son


urgentes2. Falta de lo que es totalmente necesario3. Asunto que se debe
solucionar con mucha rapidez.
• Reanimación: Acción de reanimar.
• Vitales: 1. Relativo a la vida2. Que es muy necesario o principal
para el mantenimiento de la vida, o para fundar o sostener una cosa3. Se
aplica a la persona que despliega mucha actividad y energía.

• Evacuación: 1. Acción de evacuar2. Conjunto de excrementos


expulsados de una sola vez.
• Ambulancia: Coche con camillas para transportar enfermos.
• Decúbito: Posición del cuerpo tendido sobre un plano horizontal.
Puede ser o supino, según el cuerpo esté echado de costado, sobre el
vientre o sobre la espalda, repect.
• Supino: 1. Que está estirado y tiene la espalda tocando al suelo2.
Se aplica a la cualidad negativa que es muy grande o está en su grado
máximo3. Forma nominal del verbo en la gramática latina.

• Prono: Inclinado demasiado a una cosa.

Recuerda
• Como norma general no se ha de movilizar a un accidentado a
menos que se produzca riesgo de incendio o explosión o exista la
posibilidad de intoxicación por vía inhalatoria o una situación de parada
cardiaca. Es en estos casos en los que se procederá a la movilización de
urgencia, la cual se trata de la prevención de un accidente sobre una
persona que ya ha sufrido uno.

• Es conveniente resaltar que los movimientos urgentes no


protegen al paciente frente a posibles lesiones y, de hecho, podrían
resultar dolorosos.

• Según expone (Chapleau, 2008) en su manual de primeros


intervinientes en las emergencias, existen diferentes tipos de
arrastres como: arrastre por la ropa, arrastre por las extremidades,
arrastre inclinado, arrastre de bombero, arrastre por extremidades
superiores modificado para liberación rápida o arrastre sobre manta.

• La adecuada movilización del politraumatizado en


prehospitalaria tiene especial importancia debido a que el objetivo es
estabilizar las lesiones existentes y evitar lesiones secundarias que
agravarían aún más su estado y dificultarían su posterior recuperación.

• La silla de ruedas es quizá, el medio de transporte de pacientes


más utilizado en el interior del hospital. Encontramos varios modelos de
silla, las hay fijas, plegables, eléctricas.

• La lona de rescate está formada por material plástico y se utiliza


fundamentalmente para transportar víctimas que no presentan golpes de
gravedad.

• La camilla rígida es una estructura de tubos metálicos huecos,


sobre la que se coloca un colchón de base rígida.
• La función principal del colchón de vacío es la de realizar una
inmovilización de todo el cuerpo durante el traslado. Es un colchón de
material plástico que posee en su interior una cámara llena de bolas de
poliespán con una válvula de apertura y cierre.

• Movilizar supone cambiar la posición de una persona sobre una


misma superficie, por ejemplo, para evitar las úlceras y escaras, para
evitar incomodidades.

• En lo que respecta a las técnicas de movilización con material,


se puede destacar la utilización de entremetidas, grúa, arnés o tabla para
transferencias.

• Realizar transferencias consiste en desplazar la persona de una


superficie o lugar a otro (por ejemplo, de silla de ruedas a sofá, de la cama
a la silla de ruedas, de silla de ruedas a urinario).
TEMA 2 INMOVILIZACION DE PADIENTES

INTRODUCCIÓN

La inmovilización es un método terapéutico encaminado a conseguir de modo


temporal o permanente, la supresión de todos los movimientos de un miembro.
La inmovilización inadecuada o la falta de cuidados en los métodos utilizados,
frecuentemente aumenta la gravedad de las lesiones, inclusive pudiendo llegar a
causar la muerte.

Es mejor prestar la atención de primeros auxilios en el sitio del accidente, a


menos que exista peligro inminente para la vida de la víctima o del auxiliador
como sucede en un incendio, un accidente en carretera de alto tránsito, peligro
de explosión o derrumbe de un edificio.

Es muy importante recalcar que, una vez que se decide cambiar de lugar a la
víctima, se deberá considerar siempre la seguridad de ésta como la de la persona
que realizará el transporte y/o la inmovilización del accidentado.

A lo largo de la presente Unidad Didáctica se hará alusión a los aspectos


relativos a la inmovilización de paicotes, tales como los fundamentos de
actuación ante las fracturas; la indicación de técnicas de inmovilización; el
material de inmovilización; técnicas comunes de inmovilización; o técnicas de
inmovilización con medios de fortuna.

OBJETIVOS

• Aplicar al paciente los métodos y medios de inmovilización, de


acuerdo a las posibles lesiones o patología detectadas, que permitan la
evacuación del mismo a la ambulancia.
• Explicar los métodos y medios de inmovilización aplicables en el
traslado del paciente desde el lugar del incidente a la unidad asistencial.
• Identificar los elementos de inmovilización de las unidades
asistenciales, y explicar su procedimiento de uso.

• Elegir y aplicar el método de inmovilización más adecuado, dadas


las posibles lesiones del accidentado y/o las circunstancias del accidente.

MAPA CONCEPTUAL
1. Fundamentos De Actuación Ante Las Fracturas

Se denomina Fractura a toda rotura de un hueso producida generalmente por


traumatismos (golpes, caídas, etc.) que, según su intensidad pueden originar
desviación, o no, de los fragmentos. Dependiendo de si está respetada
la Integridad de la piel, se pueden clasificar en:

Fracturas cerradas: Cuando se rompe el hueso pero no hay heridas en la piel.

Fracturas abiertas: Cuando hay una herida que permite la comunicación entre
el hueso y el exterior, pudiendo incluso asomar los fragmentos óseos a través
de la abertura. Una fractura abierta siempre está infectada, o puede estarlo, y
por eso es más grave y urgente que una cerrada del mismo tipo.
En cuanto a las manifestaciones clínicas, se destacan las siguientes:

• Dolor, que aumenta al presionar en el punto de la lesión.


• Deformidad de la zona, en las fracturas con desplazamiento.
• Hinchazón, calor y enrojecimiento de la zona.
• Incapacidad funcional, imposibilidad o limitación de los
movimientos habituales.
• Movimientos anormales, crepitación y chasquido o ruido en el
momento de producirse. Estos signos nunca deben investigarse porque
agravan la lesión.
• Hemorragia: en las fracturas cerradas se verá hematoma
(«cardenal»).
• Shock, provocado por la propia hemorragia o por el dolor.

Ante la sospecha de la existencia de una fractura se debe evitar que el


lesionado realice cualquier movimiento de esa zona. Habrá que desnudarle para
comprobar la existencia de otro tipo de lesiones (heridas, hemorragias, otras
fracturas), procurando cortar la ropa con cuidado para no moverle y evitar el
consiguiente aumento del dolor.

Una vez examinado el accidentado hay que calmar el dolor e inmovilizar la zona
lesionada, teniendo en cuenta que ésta debe comprender las articulaciones
anterior y posterior al punto de fractura, tomando las siguientes precauciones:

• Si resulta necesario mover al accidentado, aplicar primero tracción


al miembro lesionado tirando suave y firmemente del mismo alejándolo
del cuerpo, antes de intentar moverlo.
• Si se ha fracturado un hueso largo del brazo o la pierna y hay
desviación importante de fragmentos, ha de enderezarse cuidadosamente.
Aplicar tracción de la mano o el pie y volver a colocar el miembro en
posición. Las fracturas abiertas de articulaciones no deben ser
manipuladas.
• Si la fractura afecta a miembros superiores, retirar el reloj, anillos
y pulseras ya que, pasadas unas horas, se va a producir una hinchazón
que podría comprometer la llegada de sangre a los tejidos comprimidos
por estos objetos.

• Comprobar que la presión ejercida por la inmovilización no sea


excesiva. Para ello hay que dejar descubiertos los dedos de las manos o
pies, donde comprobaremos la sensibilidad (preguntando al accidentado
si nota que le tocamos o le pinchamos con una aguja), la movilidad
(pidiéndole que mueva los dedos) y la circulación sanguínea
(comprobando el color y la temperatura de la piel, para actuar si aparecen
palidez y frialdad). Si se produce alguna de estas alteraciones, debe
aflojarse la inmovilización.
• En caso de fractura abierta, procede cortar la hemorragia: tapone
y aplique la inmovilización. En estos casos, la férula hinchable puede
ayudar a cohibir la hemorragia.

Fractura: Es, por tanto, la rotura de un hueso y puede ser cerrada cuando la piel
queda intacta y abierta cuando la piel que recubre la extremidad se rompe,
produciendo una herida.

La actuación dependerá según el tipo de fractura:

• Fractura cerrada:
o Aplicar frío local.
o No tocar la extremidad. Dejarla en reposo.
• Fractura abierta:
o No introducir el hueso dentro de la extremidad.
o Cubrir la herida con gasas estériles o paños limpios y,
preferiblemente, humedecidos.
o Aplicar frío local.
o No tocar la extremidad. Dejarla en reposo.

Las precauciones a tener en cuenta son:

• No presionar, pinchar, ni reventar los hematomas.


• No reducir las luxaciones y fracturas, ya que podemos lesionar los
sistemas vascular y nervioso. Se deben inmovilizar tal y como se
presenten.
• No aplicar calor ni pomadas antiinflamatorias, Analgésicos o
calmantes, pues pueden enmascarar los síntomas y dificultar la
exploración.
• No intentar reintroducir el hueso en fracturas abiertas.

La actuación apropiada ante la sospecha de una lesión ósea o articular es la


inmovilización. Con una correcta inmovilización se evita el dolor que provoca la
movilización del extremo fracturado cuando se mueve la extremidad.

La persona que presta los primeros auxilios, debe seguir los pasos explicados
anteriormente. Se debe localizar el foco de la fractura, que suele ser el de
máximo dolor e hinchazón.

Para realizar las inmovilizaciones improvisadas se requieren:

• Piezas triangulares de tela, que llamaremos triángulos, de una


medida aproximada de 40 x 40 x 60 cm.
• Tiras rectangulares de tela, que llamaremos frondas de 10 cm. de
ancho por 50 cm. de largo.
• Periódicos y revistas.
• Maderas acolchadas (con algodón, ropas, toallas, etc.)
Hay que tener en cuenta que la inmovilización puede provocar Malestar .

2. Indicación De Técnicas De Inmovilizacion

Los pacientes traumatizados están expuestos a sufrir un segundo trauma si no


son adecuadamente inmovilizados y trasladados de inmediato al centro
asistencial más cercano, pero adecuado para su tipo de trauma (tercer nivel,
centro de trauma, etc.). Esta es la razón de la importancia de la inmovilización:
estabilizar lesiones existentes y evitar lesiones secundarias, pero adicionalmente
ayuda a aliviar el dolor, y controlar la hemorragia.

En cuanto a los objetivos generales de la inmovilización se encuentran los


siguientes:

• Estabilizar las lesiones existentes.


• Evitar lesiones secundarias.
• Aliviar el dolor.
• Controlar la Hemorragia .

La inmovilización debe ser realizada por personal capacitado para ello y en el


mismo sitio del accidente. Los inmovilizadores no deben ser retirados por
ningún motivo hasta que el paciente llegue al servicio de urgencias y sea
valorado en forma individual por un médico entrenado en trauma. En el caso de
las extremidades la inmovilización debe abarcar la articulación proximal y
distal, dejando los dedos de la extremidad inmovilizada a la vista para poder
vigilar la perfusión, elemento clave porque si no se detecta la isquemia
precozmente, puede terminar perdiéndose la extremidad. Cuando sea posible,
se deben vigilar los pulsos, pero si no, en su defecto, la perfusión en los dedos.
De otro lado, si es posible la extremidad lesionada que es inmovilizada debe
estar elevada para disminuir el edema por el Traumatismo .

Tienen especial importancia las lesiones de la columna vertebral. Se debe


inmovilizar en escena y durante todo el tiempo que dure el transporte a todo
paciente traumatizado en quien se sospeche potencial lesión de columna
vertebral.

La razón por la cual se debe inmovilizar al paciente es para evitar que la función
neurológica sea lesionada debido al movimiento de la vértebra lesionada y
consecuente daño de la medula espinal; se sabe que entre 3 a 25% de las
lesiones medulares ocurren después del trauma inicial, ya sea durante el
transporte o al inicio del manejo del paciente traumatizado en el servicio de
urgencias. De otro lado, hasta un 20% de las lesiones de columna vertebral
involucran varios y diferentes niveles vertebrales no continuos, de manera que
toda la columna está potencialmente en riesgo.

En las últimas décadas, el uso de la inmovilización espinal para la totalidad de


pacientes de trauma ha sido cuestionado debido a que no todos los pacientes la
requerirán. Actualmente, no existe evidencia Clase I o II que apoye el uso de la
inmovilización espinal en la totalidad de los pacientes con trauma. Realizar un
ensayo clínico para evaluar la efectividad de la inmovilización espinal con un
grupo comparativo sin inmovilización no sería ético. Por ende, se prefiere la
inmovilización prehospitalaria selectiva y nos basamos en la opinión del
consenso de expertos, la cual afirma que todos los pacientes con potencial para
trauma de columna deben ser tratados con inmovilización espinal hasta tanto la
lesión haya sido excluida o el manejo definitivo se haya iniciado (The Spine
Section of the AANS and the CNS, 2001).

La sospecha de potencial Traumatismo inestable de columna vertebral surgirá


dependiendo de la cinemática del trauma y del tipo de traumatismo sufrido. Se
deben sospechar lesiones en la columna cervical y por ende realizar
inmovilización espinal en las situaciones siguientes.

CONDICIONES QUE HACEN SOSPECHAR TRAUMA RAQUIMEDULAR

(INDICACIONES DE INMOVILIZACIÓN ESPINAL)

• Accidente automovilístico, sea conductor, pasajero, barrillero o


peatón.
• Trauma cráneo-encefálico.
• Trauma por aplastamiento.
• Caída desde altura importante.
• Víctimas de explosión.
• Zambullidas en aguas poco profundas.
• Trauma facial directo.
• Las heridas por arma de fuego, pero de alta velocidad y que
atraviesen la columna transversalmente.
• No es necesario inmovilizar heridas por arma blanca; tenga en
cuenta que los dispositivos de inmovilización pueden interferir con la
detección y reconocimiento de lesiones que amenazan la vida.

El diagnóstico de lesión inestable de la columna vertebral puede ser difícil, y


puede tener consecuencias devastadoras como la paraplejia, la cuadriplejia,
etc., de manera que usted debe asumir que el paciente lo tiene hasta que
pueda ser adecuadamente excluido. Algunos estudios sobre trauma
raquimedular han encontrado un porcentaje de lesiones inadvertidas tan alto
como de un 33%, y este problema se debe claramente a una falta de sospecha
de la lesión, aunque en menor grado a inadecuada interpretación de las
radiografías (Trauma.org, 2002).

Cuando nos enfocamos al trauma raquimedular es importante definir si hay


lesión pero teniendo en cuenta toda la columna. Si bien la columna tóraco-
lumbar está más protegida, debe ser evaluada tanto clínica como
radiológicamente. Se estima que hasta un 5% de lesiones en columna
presentan una segunda lesión en algún sitio más de la columna, no adyacente a
la lesión detectada.
2.1. Inmovilización De Extremidades

Los principios para la inmovilización de las extremidades son las siguientes


(Ruddy, 2005):

• Realizar la revisión vital y tratar las condiciones que ponen en


peligro la vida.
• Retirar y cortar las ropas que cubren la extremidad y otros objetos
que puedan apretarla (anillos, reloj, pulseras etc.).
• Explorar el pulso, movilidad, sensibilidad y coloración del miembro
antes de colocar una férula.
• Elegir el tamaño apropiado de la férula según la extremidad (debe
incluir una articulación por encima y por debajo del segmento fracturado).
• Curar y aplicar apósitos a las heridas.
• Acolchar las eminencias óseas que quedarán dentro de la férula.
• Aplicar tracción suave proximal y distal a la extremidad antes y
durante la colocación de la férula y mantener hasta que haya terminado
de fijarse.
• Monitorear cambios en la extremidad.
• No forzar el realineamiento de deformidades cerca de una
articulación.
• Trasladar para su valoración por un especialista.

2.1.1. Inmovilización de las extremidades superiores

Las personas que presentan lesiones del esqueleto en el hombro, el brazo o la


mano, no tienen afectada su capacidad de desplazamiento. Sostienen la
extremidad herida en la posición más cómoda y menos dolorosa. Es en esta
posición en la que se ha de preparar la inmovilización.

Fractura de la clavícula

La Clavícula es la parte esquelética que articula el brazo y el tronco. No


podemos inmovilizar la clavícula porque no es accesible, pero podemos
inmovilizar todo el brazo, porque, si el brazo no se mueve la clavícula no trabaja.
La combinación de un cabestrillo y una contrachapa hacen la función de
inmovilizar la extremidad. Así, un triángulo se dispondrá por fuera del brazo
herido, haciendo coincidir el vértice con el codo y la hipotenusa con el lateral del
cuerpo de la víctima. El extremo inferior del triángulo se recoge por debajo del
codo y por la espalda se anuda, con el otro extremo, sobre la clavícula sana.
Finalmente, una contrachapa fija el montaje al cuerpo de la persona afectada.
Fractura del brazo y antebrazo

Hay que sustituir el efecto que la propia persona accidentada hace al


sostenerse el brazo herido, en un ángulo de noventa grados. Esto se consigue
con un triángulo en cabestrillo, un triángulo que se interpone entre el cuerpo y
el brazo herido, de manera que la hipotenusa o lado largo, quede en paralelo al
lateral del tronco de la víctima, a la vez que el vértice del triángulo se hace
coincidir con el codo de la extremidad herida. Al doblar el triángulo hacia arriba,
cada una de las dos puntas pasará por un lado del cuello, y con un nudo a uno u
otro lado de la nuca quedará el brazo suspendido, aunque aún no está
inmovilizado. Faltará anudar la punta del triángulo a la altura del codo, llenar el
espacio anatómico bajo el codo y fijar el montaje al propio cuerpo de la persona
herida. Esto último se consigue con otro triángulo que, abrazando el húmero del
brazo herido por una zona central, se anuda al otro lado del cuerpo, a nivel de la
axila.
Por seguridad, los brazos deben ser sujetados a la tabla antes de mover al
paciente, las palmas de las manos hacia adentro (pegadas al cuerpo), sujetados
con una correa sobre los antebrazos.

2.1.2. Inmovilización de las extremidades inferiores

Al contrario que en los casos anteriores, la mayoría de las personas que


presentan lesiones esqueléticas en la pierna o el pie no pueden andar, por lo que
permanecen tumbadas. En esta posición realizaremos la inmovilización. La
inmovilización de las extremidades inferiores requiere el uso de material rígido.
Se empleará una férula, herramienta que se usa para inmovilizar posibles
fracturas, que generalmente pueden improvisarse con maderas.

La técnica del ocho consiste en pasar la fronda por detrás del tobillo, cruzarla
sobre el pie y girarla hasta hacer el nudo en la planta del pie.

La inmovilización con material improvisado solamente se ha de hacer cuando


la víctima no puede ser atendida por los servicios de socorro, por ejemplo, por
encontrarse de acampada, en la montaña, en el bosque, etc.

Fractura del fémur, tibia y/o peroné

Antes de nada, hay que localizar el foco de la fractura. En el caso de tibia y/o
peroné, a partir de dicho punto se deben prever cuatro ataduras con frondas:
• Una para situarla por encima de la articulación superior al foco.
• Otra para colocarla por debajo de la rodilla y alejada del lugar de la
fractura.
• Otra más abajo del foco de la fractura.
• Otra que se colocará en ocho.

Las cuatro frondas se colocan sin necesidad de mover la pierna herida.

En el caso del fémur, preparar al menos las siguientes ataduras:

• Articulación superior, es decir, la cadera.


• Dos equidistantes a la altura de la rodilla.
• Una en ocho a la altura del tobillo.

Las frondas se colocan en su sitio sin mover la pierna herida. Seguidamente,


dos férulas acolchadas adecuadamente, que se colocan paralelas a la pierna y se
hacen las ataduras de la pierna, comenzando por la más lejana al cuerpo hasta
llegar a la más próxima. Finalmente. Se anuda la cuarta fronda, con la técnica
en ocho con el nudo en la planta del pie, lo que nos permitirá tensarla.

Fractura del tobillo

La actuación más recomendada pasa por liberar el tobillo del calzado que lo
oprima y preparar dos frondas para efectuar ataduras y una manta. La parte
herida se protege con esta manta, que se dispone en forma de u alrededor del
pie, el tobillo y la pantorrilla. Con las frondas se hacen dos ataduras para fijar el
montaje. Mientras se espera el traslado, la pierna herida puede mantenerse en
poco alzada, aplicando frío.

Fracturas de la rodilla

Los huesos de la articulación de la rodilla son el hueso del muslo (fémur), los
huesos de la parte inferior de la pierna (tibia y peroné) y la rótula. Cuando uno
de huesos que componen la articulación de la rodilla se fractura o se quiebra,
esto se llama fractura o quebradura de rodilla. Por lo general, estos huesos se
lesionan por un golpe directo en la rodilla o por una torcedura. Ocasionalmente,
los huesos lesionados también se desalinean con respecto a los demás huesos de
la articulación. Esto se llama luxación.

Por lo general, cuando un hueso se quiebra, hay mucha hinchazón. Si se coloca


un yeso mientras la rodilla todavía está hinchada, podría haber problemas con el
flujo de sangre hacia la pierna. Por esa razón, generalmente se coloca una férula
en la pierna durante los primeros días y luego se pone un yeso. Otras veces, se
coloca un yeso, pero se le cortan los laterales para permitir que la rodilla se
expanda.

El tratamiento depende de la gravedad de la lesión. Si solamente hay una fisura


del hueso, es posible que el único tratamiento necesario sea un yeso para
proteger el hueso mientras se consolida. Otras veces, es necesario volver a
alinear los huesos. Para ello, se tira de los huesos y se vuelven a poner en su
lugar. Si se necesita realizar este procedimiento, antes de mover los huesos se
le administrará a su hijo un analgésico fuerte.

2.1.3. Férulas de inmovilización

La inmovilización de extremidades se realiza mediante Férulas permitiendo la


correcta inmovilización de las fracturas de las extremidades evitando lesiones
secundarias, como el daño a los músculos, nervios y vasos sanguíneos y
disminuyendo el dolor, por lo que facilitan el traslado al herido.

Existen varios tipos de férulas:

• Neumáticas hinchables.
• Metálicas maleables.
• Rígidas no deformables (MEI).
• De vacío.
• De tracción.

La inmovilización debe incluir las articulaciones proximal y distal a la fractura.


Y en caso de heridas o fracturas abiertas éstas se deben cubrir con apósitos
estériles antes de colocar la férula.

Férulas neumáticas hinchables

Compuestas por materiales plásticos presentando varias cámaras que realizan


una compresión no circular evitando la isquemia del miembro. Presentan diversas
formas según las extremidades a inmovilizar: brazo, medio brazo,
muñeca/mano, pierna, media pierna y pie/tobillo. Algunas se cierran con
cremalleras y otras se colocan tipo “calcetín”; disponiendo todas ellas de una
válvula para inflado y cierre de la misma. Son más recomendables las
transparentes para poder valorar la presencia de hemorragias.

Su indicación principal es la inmovilización provisional de lesiones


osteoarticulares de MMSS y MMII: fracturas, esguinces y luxaciones; aunque
también se utilizan para el control de hemorragias.

Existen varios modelos de férulas neumáticas de inmovilización de miembros,


todos basados en la estabilización mediante aire a presión, en un sistema tubular
neumático, las más utilizadas son:

• Férulas de Caucho forradas en lona y con cremallera (llevan cuatro


cámaras conectadas en paralelo).
• Férulas de plástico transparente con y sin cremallera (permiten
además ver cambios de coloración, estado de las heridas o sangramiento).

Todas ellas se pueden inflar con la boca o con una bomba, de forma lenta para
no comprometer la circulación después de alinear el miembro.

Férulas metálicas maleables


Su característica principal es que se pueden adaptar a cualquier extremidad
tanto en angulación como en longitud. Se utilizan para la inmovilización
provisional de todo tipo de lesiones osteoarticulares de los miembros superiores
e inferiores y para la inmovilización en los casos en los que es necesaria una
angulación específica por la imposibilidad de colocar el miembro en posición
anatómica. Son fáciles de almacenar pues ocupan muy poco espacio.

Férula de vacío

Se trata de un saco neumático relleno de material aislante con doble cámara,


moldeándose a la extremidad fracturada y consiguiendo un soporte rígido tras
realizar el vacío. Para realizar el vacío existe una válvula a la que se le puede
conectar a una bomba de vacío o un aspirador de secreciones. Se ajusta al
miembro fracturado mediante cinchas de velcro.

La elección del tamaño y forma, así como su colocación es igual que con las
férulas hinchables; también tiene la ventaja, igual que éstas, de comprimir los
puntos sangrantes en los miembros afectados; la diferencia es que en este caso
se realiza un vacío.

Férulas rígidas
Una férula rígida es aquella que, al no moldearse, la extremidad afectada debe
ajustarse al contorno y forma de la férula. Existen varios tipos de férulas rígidas:
de cartón, PVC o poliuretano. Normalmente se fijan al miembro fracturado
mediante cinchas de velcro y las de PVC o Poliuretano son lavables y reutilizables.
Existen varios tamaños y formas: pierna larga y corta adulto, brazo larga y corta
adulto, pierna completa niño, brazo completo de niño, muñeca/antebrazo adulto
y niño y mano/muñeca de adulto y niño.

Férula de tracción para miembros inferiores

Es un dispositivo que se utiliza para inmovilizar las fracturas de las piernas.

• Un rescatador sujeta la extremidad lesionada, mientras el otro


coloca la férula (tome su medida por el miembro no lesionado), el anillo
superior acolchado se acomoda de forma precisa bajo las nalgas, dos de
las correas de fijación deben quedar por encima de la rodilla y dos por
debajo de ésta.
• Se corta y retira la ropa para exponer el sitio lesionado y curar las
heridas; se levanta suavemente la extremidad manteniéndola sujeta y
traccionada, luego se desliza la férula por debajo de la extremidad y se
ajusta el anillo superior acolchado.
• Se debe depositar suavemente la pierna sobre la férula y fijar la
correa de la abrazadera del tobillo al gancho de tracción, a continuación
se debe aplicar una ligera tracción a la pierna girando el cabestrante hasta
que la extremidad se considere estable o si la víctima está consciente,
hasta que sienta alivio del dolor y el espasmo.

• Reevaluar pulsos y coloración de los dedos.


• Amarrar el resto de las correas sin apretar demasiado.
2.2. Inmovilización Ante Traumatismo De La Columna Vertebral

La columna vertebral como conjunto de huesos no presenta un riesgo por la


fractura de una vértebra en sí misma, sino por la posible lesión que pueda
producirse en la médula espinal.

Las causas de este tipo de traumatismos suelen ser muy diversas. Las más
frecuentes son:

• Caída sobre los pies o glúteos desde una cierta altura (lesión,
fractura indirecta, aplastamiento vertebral).
• Golpes violentos sobre la columna (caída sobre la espalda,
accidente de moto, etc.).
• Movimientos violentos y forzados de la columna (frenazo de coche,
colisiones frontales).
• Golpes directos en la cabeza.

Entre los síntomas encontrados en traumatismos de la columna vertebral


están:

• Dolor localizado en el punto de la lesión.


• Rigidez muscular.
• Posibilidad de pérdida de la movilidad y/o de la sensibilidad de las
extremidades inferiores, sobre todo de las inferiores, por lesión medular.
En caso de duda, hay que prevenir y tratar a la persona accidentada como si
se presentara una posible lesión medular.

Debemos recordar que, como en todas las lesiones óseas, los síntomas pueden
aparecer más tarde, por lo que un mal criterio de actuación puede producir una
lesión mucho más importante.

Las actuaciones que se deberán seguir son:

• Evitar el movimiento. Si está consciente indicarle a la persona


herida que no se mueva.
• Avisar a una ambulancia.
• Controlar los signos vitales.

Principios para el manejo de un traumatismo de columna:

• Efectúe inmovilización manual alineada.


• Evalúe y resuelva el ABCD de la resucitación.
• Concluya la revisión sistemática total y valore la respuesta al
movimiento, trastornos de la sensibilidad o la circulación en las
extremidades.
• Inmovilice el tronco.
• Coloque almohadillamiento debajo de la cabeza (y del tronco en el
niño).
• Inmovilice la cabeza.
• Inmovilice las piernas y los brazos.
• Reevalúe el ABCD y traslade.

2.2.1. Inmovilización manual de la columna cervical

Para inmovilizar la columna cervical existen varias técnicas, en dependencia de


donde esté situado el enfermero y la posición y estado del lesionado. Está
contraindicado llevar la cabeza a la posición neutral alineada si:

• Existe contractura o dolor de los músculos del cuello.


• La maniobra compromete la vía aérea o la ventilación.
• Desencadena o empeora trastornos neurológicos (hormigueo,
calambres, parálisis) o dolor.

2.2.2. Variantes de inmovilización

Paciente acostado, rescatador detrás de la cabeza de la víctima: El rescatador


puede colocarse de dos formas, en la primera, se acuesta boca abajo, con los
codos apoyados en el suelo y las manos en la posición indicada, en la segunda,
el socorrista de rodillas (ambas en el suelo) sostiene la cabeza con sus manos y
apoya los codos sobre sus muslos.

La víctima se coloca alineada, y el rescatador coloca los pulgares justamente


por el borde inferior de los huesos malares a cada lado de la cabeza, los meñiques
se ubican sobre la parte posterior baja de la cabeza (prominencias occipitales),
los restantes dedos se separan y comprimen la cabeza para limitar los
movimientos de flexión, extensión y lateralización de la cabeza. Una vez
inmovilizada la columna, un segundo socorrista puede abrir la vía aérea y realizar
el ABC.
Paciente acostado, rescatador al lado de la víctima: El rescatador se arrodilla
a nivel del tronco medio y de frente a la víctima, de forma tal que su rodilla esté
en contacto con las costillas del paciente. Las manos se ubican a cada lado de la
cabeza, con los pulgares en cada mejilla debajo de los pómulos; los meñiques
bajo la parte posterior del tercio inferior de la cabeza y los restantes dedos
abiertos entre ambos.

El rescatador debe apoyar sus brazos sobre las clavículas del paciente para
obtener mayor apoyo.

Paciente sentado, rescatador detrás: colocar los pulgares sobre la parte


posterior del cráneo, los meñiques bajo el ángulo de la mandíbula, el resto de
los dedos se separan y aumentan la presión sobre los planos laterales de la
cabeza; si ésta no está en posición neutral alineada, se debe mover lentamente
hasta conseguirlo. Colocar los brazos hacia delante y apoyarlos contra el
asiento o el propio cuerpo.

Paciente sentado, rescatador desde un lado: el auxiliar colocado al lado del


paciente, pasa su brazo sobre el hombro de la víctima y agarra con una mano,
la parte posterior de la cabeza; su otra mano, con el pulgar y el índice sobre cada
mejilla brinda el sostén necesario para la inmovilización. Si el rescatador apoya
sus brazos hacia delante y contra su propio cuerpo, logrará una mejor
estabilización.

Paciente sentado, socorrista desde el frente: ubicado de frente, el socorrista


coloca las manos sobre cada lado de la cabeza de la víctima, el meñique debe
ubicarse en la parte posterior del cráneo, los pulgares sobre las mejillas (área de
inserción de los dientes superiores debajo de los pómulos), los restantes dedos,
se extienden a los lados de la cabeza e incrementa la presión entre ellos; si la
cabeza no está en posición neutral alineada, muévala lentamente hasta
conseguirlo.

2.2.3. Inmovilización para retirar un casco

Ante un accidente de Tráfico todos conocemos los protocolos y sabemos cómo


actuar pero, a la hora de intervenir con un motorista implicado, generalmente,
aparecen contradicciones sobre la retirada del casco. Esta cuestión siempre es
controvertida entre el personal de emergencias y apenas existe bibliografía que
la trate ampliamente.

Lo cierto es que ni los protocolos se ponen de acuerdo. Los manuales de Cruz


Roja Española indican solo tres casos en los que se deba retirar el casco: ante
pacientes inconscientes, en presencia de vómitos o ante parada respiratoria o
cardiorrespiratoria. En cambio, otros volúmenes como el Manual de
Procedimientos SAMUR – Protección Civil (ed. 2006) indica que se ha de proceder
a su retirada tanto en unidades de Soporte Vital Básico (SVB) como de Soporte
Vital Avanzado (SVA).

El motorista accidentado va a ser tratado como un paciente traumático;


entonces, la pregunta es si el casco nos permite hacer una buena inmovilización
del paciente a nivel cervical.

En su artículo “Retirada del casco a motoristas accidentados”, Alberto Llorente


Llorente hace una descripción rápida de los distintos tipos de cascos, entre los
que destaca los abiertos (“calimero o quita multas; semi Jet; Jet; y modulares)
y los cerrados (integrales; motocross).

Este autor destaca que la retirada del casco debe ser la norma y no la
excepción, por lo que salvo contraindicación expresa, se retirará siempre
(independientemente de que el casco sea de tipo abierto o cerrado).

Llorente Llorente destaca como únicas situaciones en las que no se deberá


quitar el casco las siguientes:

• Cuando presente un objeto empalado en la cabeza.


• Cuando haya menos de dos socorristas que conozcan y dominen la
técnica de retirada con soltura.

Existe una excepción a estas contraindicaciones, y es que si el paciente tiene


puesto un casco de tipo cerrado y se encuentra en una situación de riesgo vital
inminente en la que sea necesario tener acceso a la vía aérea (por ejemplo, una
parada cardiorrespiratoria), atendiendo al criterio de prioridad “Vida-Órgano-
Función” primaría el acceso a la vía aérea sobre los posibles daños que existan o
se causen en la columna vertebral del paciente con la retirada del casco.

La retirada debe ser realizada por personal que conozca y domine la técnica de
retirada con soltura y no por la población en general (consideramos población
en general a toda aquella persona que desconozca y no domine la técnica de
retirada con soltura).Decimos por lo tanto que el casco debe ser retirado por
personal entrenado, independientemente de su titulación (médicos,
enfermeros, técnicos, paramédicos, bomberos…). Los Técnicos en Emergencias
actualmente reciben formación que les permite estar perfectamente
capacitados para retirar un casco con garantía. Por el contrario, muchos
médicos y enfermeros no reciben la formación adecuada (o solo tienen
conocimientos teóricos y ninguna práctica) y sería temerario que lo intentaran.

La técnica de retirada presenta escasa dificultad y su aprendizaje está al


alcance de todos, por lo que el personal de emergencias debería conocerla y
dominarla.

La retirada es necesaria para una correcta exploración, un adecuado manejo


de la vía aérea si es preciso, una inmovilización cervical efectiva y un correcto
traslado.

La técnica de retirada del casco del motorista accidentado cuenta con los
siguientes pasos:

• Necesarios mínimo dos socorristas. Primero coloque al paciente en


decúbito supino, si no se encontrara ya en esa posición. El socorrista “A”
mantiene alineado el eje cabeza-cuello-tronco del paciente. Sujeta el
casco con sus dos manos y tira ligeramente de él hacia atrás colocando
sus dedos en la mandíbula del paciente para evitar que el casco se
desplace bruscamente, riesgo que existe porque la correa puede estar
floja.
• El socorrista “B” corta o suelta la correa de fijación del casco, y
retira las gafas al paciente (si lleva).
• El socorrista “B” coloca una mano en la región cérvico-occipital y
otra en la mandíbula fijando el cuello como si fuera un collarín.

• El socorrista “A” retirará el casco. Para ello lo sujetará lateralmente


con ambas manos, separando sus laterales para facilitar su extracción,
mientras lo va retirando suavemente. Si se trata de un casco integral, para
poder salvar la nariz es preciso elevar ligeramente la parte anterior del
casco.
• El socorrista “B” mantendrá fijo el cuello mientras que el socorrista
“A” termina de retirar el casco. Hay que prestar especial atención a la
cabeza cuando se termina de retirar el casco, puesto que debido al espacio
que se crea entre la cabeza y la superficie donde se apoya el casco, la
cabeza puede golpear contra la superficie. Será el socorrista “B” el que
teniendo fijo el cuello aguantará el peso de la cabeza en este momento.
• Tras la retirada del casco, el socorrista “A” realizará una ligera
tracción sobre la cabeza manteniendo alineado el eje cabeza-cuello-
tronco.

• El socorrista “B” colocará un collarín cervical. El socorrista “A”


mantendrá el control cervical sin perder la alineación cabeza-cuello-
tronco.
2.2.4. Inmovilización cervical

Este tipo de Inmovilización se realiza en pacientes que se sospecha puedan


tener una lesión en la columna vertebral o medular. Para llevarla a cabo, se
emplea el collarín cervical y serán necesarios al menos dos rescatadores.

Antes de iniciar las maniobras hay que valorar las lesiones de la vía aérea y de
las estructuras cervicales. Un rescatador debe comenzar con la estabilización
manual del cuello desde la zona posterior del paciente hasta la posición neutra,
mientras otro coloca un collarín cervical rígido.

El primer rescatador, que será el que coordine las maniobras, alineará la


cabeza y cuello en posición neutra con extrema suavidad y ha de estar pendiente
de notar crujidos, resistencia, dolor o alteraciones neurológicas. Si esto sucede,
se inmovilizará en la posición en la que se ha encontrado y, para ello, se utilizará
un colchón de vacío.
Una vez alineada la cabeza y cuello sobre el eje longitudinal y manteniéndola
en esa posición, el primer rescatador indica al segundo la talla y el modelo del
collarín cervical. Este segundo rescatador coloca el collarín cervical y se
asegurará de su correcta fijación. Antes de dejar la cabeza del paciente, hay que
cerciorarse de que no queda hueco en la nuca.

Es necesario tener precaución con la movilización del cuello, ya que si se realiza


incorrectamente pueden causarse lesiones cervicales. Si se emplea un collarín de
menor talla, se posibilita la flexión cervical, es decir, el movimiento del cuello y
de la cabeza hacia adelante.

En el caso contrario, es decir, si el collarín es de mayor talla, se produce una


extensión cervical, esto es, el movimiento de la cabeza y el cuello hacia atrás.

2.2.5. Inmovilización de la columna vertebral para la extracción


de pacientes atrapados

Para la inmovilización de la columna vertebral cuando el paciente se encuentra


atrapado, se usa el inmovilizador de columna tipo Kendrick. Se utiliza en
pacientes traumatizados en posición de sedestación, que se sospeche que tengan
una lesión de columna vertebral.

Si se quiere llevar a cabo esta inmovilización, serán necesarios al menos dos


rescatadores. Se comenzará valorando el nivel de conciencia y permeabilidad de
la vía aérea y realizando una evaluación circulatoria. Se informa al paciente de
todo el procedimiento, en caso de que se encuentre consciente.

Se debe colocar, en primer lugar, el collarín cervical. Hay que introducir el


inmovilizador por la espalda del paciente y el respaldo del vehículo hasta notar
el tope del asiento. Se tiene que introducir con las alas abiertas. Se rodea el
cuerpo del paciente con la férula y se fijan las cintas de la cabeza
(barbuquejos) para introducir después el suplemento almohadillado en la región
occipital.
El paso siguiente consiste en desplegar las cintas tóraco abdominales y
cerrarlas. No se deben tensar excesivamente en ese momento y hay que
colocarlas de abajo hacia arriba. Cada una de ellas tiene que coincidir con su
color. A continuación se pasan las cintas de la pelvis por debajo de las ingles, con
precaución de no comprimir los genitales (en el caso masculino) y se cierran. Una
vez cerradas todas las cintas, se ajustan y se tensan.

A continuación, se procede a realizar la extracción del paciente inmovilizado


del vehículo. La extracción dependerá de la situación del paciente y del vehículo,
si se encuentra boca abajo, de lado, boca arriba, etc. Es preciso estar siempre
pendiente de controlar la permeabilidad de la vía aérea, y de realizar todos los
movimientos en absoluta coordinación entre los rescatadores.

Justo antes de extraer al paciente del vehículo tiene que estar preparada la
camilla cuchara o el tablero espinal junto al vehículo, lo más próxima posible
para depositarlo en cuanto salga. Se debe confirmar en este punto, que no
existe nada que atrape al paciente o al inmovilizador, para que los rescatadores
tomen al paciente por las asas laterales y la posterior, traccionando hacia arriba
y rotándolo hacia la camilla cuchara.
Un tercer rescatador mantiene y extrae los miembros inferiores. En caso de
fracturas, estos miembros se deben inmovilizar antes de proceder a la extracción.

Después de extraer al paciente se le sitúa sobre la camilla y se liberan las


fijaciones que lo estaban sujetando, retirando la férula para el traslado. Se fija el
accidentado a la camilla y nunca se retira el collarín cervical.

3. Material De Inmovilizacion

Al igual que se destacaba anteriormente con el material de movilización, se


destaca que la adecuada inmovilización del politraumatizado en prehospitalaria
tiene especial importancia debido a que el objetivo es estabilizar las lesiones
existentes y evitar lesiones secundarias que agravarían aún más su estado y
dificultarían su posterior recuperación. En muchos casos estas lesiones
secundarias podrían ser invalidantes o vitales.

Es por ello, que se necesitan una serie de materiales de inmovilización


diseñados para inmovilizar tanto fracciones del cuerpo como en su totalidad, y
técnicas adecuadas siempre respetando el eje cabeza-cuello-tronco, para evitar
una lesión de la Médula espinal.

Todo material de inmovilización debe tener una serie de características:

• Ser fáciles y cómodos de aplicar en todo tipo de situaciones.


• Con un almacenamiento fácil que ocupe poco espacio.
• Permitir en todo momento el manejo de vía aérea o la realización
de técnicas de reanimación, en caso necesario.
• Transparentes a los RX (Rayos X) y compatibles con RNM
(Resonancia Nuclear Magnética).
• Deben adaptarse a todo tipo de paciente sea adulto y/o pediátrico.
• Material hipoalergénico.
• Ligeros, transportables y sencillos.
• De fácil lavado y reutilizable.
• Económicos.

Los principales sistemas de inmovilización del paciente son:

• Collarines laterales.
• Inmovilizadotes laterales de cabeza.
• Inmovilizadotes pediátricos.
• Tabla espinal.

3.1. Collarines Laterales

Los collarines Cervicales (o collarines laterales) se emplean para la


inmovilización cervical ante la mínima sospecha de lesión en el cuello. Existen
de diferentes tamaños, debiéndose elegir el collar adecuado para la víctima de
modo que quede ajustado pero sin dificultar la respiración.

Reglas para su uso

• No debe estar ni flojo ni apretado (comprime las venas del cuello).


• Debe permitir la apertura de la boca.
• No debe dificultar la respiración.
• Debe aplicarse después de que la cabeza haya sido colocada en
posición neutral alineada.

Un collarín cervical puede improvisarse con un pañuelo triangular, el cual se


dobla en forma de corbata sobre un periódico desde su vértice a la base, se coloca
desde delante hacia atrás y en la segunda vuelta hacia delante se anuda al nivel
de la parte anterior.

El collarín cervical es el dispositivo de mayor importancia en el momento de


realizar una correcta inmovilización.
La inmovilización cervical es la más importante y por tanto la primera que
vamos a realizar. En un primer momento se realiza sin material, mediante una
inmovilización cervical con las dos manos, colocando la cabeza del paciente en
posición neutra. Posteriormente esta maniobra se sustituye con los collarines
cervicales.

El collarín ideal debe cumplir unos requisitos para poder inmovilizar casi el 100
% de la columna cervical. Estos requisitos son:

• Ser rígido.
• Tener un apoyo mentoniano.
• Tener un orificio anterior.

Los modelos que nos encontramos en el mercado son:

Collarines Blandos: Fabricados de goma espuma y forrados de tela o plástico,


tienen una forma rectangular con muescas y no se disponen de un tallaje
suficiente. Sólo son recomendables para un tratamiento rehabilitador.

Collarines semirrígidos: Fabricado en material plástico y que consta de dos


partes; anterior y posterior que se pueden modular modificando su altura. Se
dispone en cinco tallas de las que la número 1 y 2 se corresponden a las
pediátricas.

Collarines rigidos: Mantienen una posición anatómica del cuello. Formados por
de dos piezas: posterior y anterior, cuatro puntos de apoyo.

Para la colocación del collarín de forma adecuada, es necesaria la intervención


de dos técnicos en emergencias. Va a depender de la posición en la que se
encuentre la víctima, la forma en la que se procederá para colocar el collarín
cervical.

Antes de colocar el collarín se ha de proceder a la valoración inicial de la


víctima, valoración de la columna cervical para buscar obstrucciones en la vía
aérea, alteraciones en el patrón ventilatorio y en el sistema circulatorio, como
dificultades respiratorias, desviaciones de la tráquea, enfisema subcutáneo,
alteraciones del pulso carotídeo,….
Uno de los técnicos ha de colocar la columna cervical en posición neutra. Esta
posición es la que se consigue cuando el paciente se encuentra con la nariz
orientada al frente, sin que exista flexión, extensión ni rotación de la cabeza.
Para realizar esta alineación, el técnico deberá proceder a la realización de las
movilizaciones necesarias con mucha suavidad, evitando movimientos bruscos
y tirones.

En lo que respecta a la talla del collarín cervical, se va a decidir midiendo con


los dedos la longitud del cuello. Para ello se colocarán los dedos junto al cuello,
utilizando como referencia la parte más alta del hombro y llegando hasta el
final del cuello. Se compara esta medida con la de los collarines y se elige el
tamaño más adecuado; si la medida del cuello se encuentra entre dos tallas, se
ha de elegir el collarín con el tamaño más pequeño.

3.2. Inmovilizadores Laterales De Cabeza

El inmovilizador lateral de cabeza es un dispositivo diseñado para evitar el


movimiento lateral de cabeza, por lo tanto es complementario al uso del collar
cervical.

El collarín cervical no inmoviliza al 100 % los movimientos de la columna


cervical siendo en los movimientos de flexo – extensión su mayor restricción.
Para evitar el resto de movimientos se deberá utilizar el inmovilizador lateral de
cabeza.

En caso de no disponer de este tipo de inmovilizadores, se continuará, a pesar


de haber colocado el collarín cervical, con la inmovilización bimanual durante
todo el traslado.

Este es un dispositivo diseñado para adultos, pero al poder mover las dos
piezas trapeciales conforme a la dimensión de la cabeza, podría utilizarse para la
población pediátrica.

Está formado por tres piezas: una base rectangular con velcro en los tercios
externos y varias cintas incorporadas para la fijación al tablero espinal o camilla
de cuchara; y otras dos piezas de forma trapecial con velcro en una de sus caras,
para fijarse a la base, y atravesadas, por un orificio a la altura de las orejas de
la víctima, de tal forma que se pueda así vigilar la presencia de otorragia,
compatible con una fractura de base de cráneo y dar la posibilidad de que el
paciente nos escuche en todo momento.

Técnica de colocación

Antes de la colocación de un inmovilizador lateral de cabeza, siempre debemos


colocar un collarín cervical.

La cabeza del paciente se sitúa apoyada en la base, entre estas dos piezas
trapeciales sin presionar, aplicándolos simétricamente. Se fijan las correas sujeta
– cabezas bloqueando en primer lugar la “mentonera” haciéndola pasar sobre el
soporte para el mentón del collarín cervical e inclinándola hacia arriba, hasta
alcanzar las correas de fijación y utilizando el velcro para bloquearlas. De la
misma manera se coloca la correa “frontal” cruzándola con la “mentonera”.

La base del inmovilizador lateral se puede colocar sobre la camilla de cuchara o


la tabla espinal mediante las cinchas con velcro que lleva incorporadas.

3.3. Inmovilizadores Pediátricos

Algunos de los inmovilizadores pediátricos más destacados son los que se


presentan a continuación:

• Tabla espinal pediátrica.


• Inmovilizador de columna pediátrica tipo MEI.
• Tablero de bebé para Incubadora .
• Colchón de vacío pediátrico.

Tabla espinal pediátrica

En el caso de los niños con una constitución grande se puede utilizar una tabla
espinal convencional; pero si el niño es pequeño, por la proporción cefalo-
somática existente, provocaríamos una flexión no deseada de la columna cervical
obligándonos a sobreelevar el tronco del niño con paños o sábanas colocados
desde la región lumbar hasta los hombros.

La tabla espinal pediátrica tiene todas las ventajas que la tabla espinal de
adultos a las que se añade un menor tamaño y la presencia de una pequeña
depresión a nivel occipital cuyo fin es que una vez colocado el niño no se
produzca una hiperflexión del cuello manteniendo su columna cervical en
posición neutral.

Es importante recordar que las tablas sin acolchar son incómodas para el niño
consciente y que existe un riesgo de producirse zonas de presión en las
prominencias óseas, riesgo que es mayor en caso de lesión medular (por
disminución de la sensibilidad), por lo que tan pronto como sea posible el niño
debe ser trasladado a una superficie bien acolchada.

El tiempo máximo que puede estar el paciente sobre una tabla sin acolchar es
de 2 horas.
Inmovilizador de columna pediátrico tipo MEI

Sirve para la extricación de un niño atrapado inmovilizando toda la columna


vertebral. Se utiliza siempre con un collarín cervical y su técnica de colocación es
la misma que la del chaleco de Kendrick pero sin disponer de las cinchas de los
muslos (arnés).

La diferencia con el corsé espinal de adulto estriba en que se divide en dos


partes: una parte toraco –lumbar y otra cervical de forma que las láminas
metálicas de ésta están metidas dentro de la del tórax pudiéndose hacer más
grande o más pequeña según el tamaño del niño. Así mismo la parte del tórax
(también llamada base) se puede utilizar también para inmovilizar fracturas de
los miembros inferiores.

Otros inmovilizadores pediátricos

También existen en el mercado unos dispositivos diseñados para niños de hasta


7 – 8 años (que pesan hasta 34 kilogramos) como una tabla espinal del tamaño
adecuado incluyendo un almohadillado bajo el tronco. Dispone de múltiples
cinchas que permiten la inmovilización independiente a nivel de muñecas y
tobillos e incluso de un inmovilizador lateral de cabeza para evitar la lateralización
(el niño ya debe llevar colocado un collarín cervical).
El tablero de bebé para incubadora está diseñado para los recién nacidos y
bebes que pesan entre 1 – 7 kilogramos (demasiado pequeños para los collarines
cervicales). Es un dispositivo neumático autónomo que se infla con aire y que
ayuda al bebe a mantener una alineación cervical neutra.

El colchón de vacío pediátrico es similar al colchón de vacío de adultos,


moldea el contorno de los niños de hasta 10 años. Además de inmovilizar, ayuda
a mantener la temperatura del cuerpo. Es compatible con RX y RM.

3.4. Tabla Espinal

La tabla espinal se utiliza para la retirada y transporte de accidentados de los


que se sospecha una lesión en la columna vertebral, al fijar toda ella en un mismo
plano axial rígido debajo del paciente. Es una superficie plana rígida de madera
o de plástico y puede ser corta, inmovilizando cabeza, cuello y tronco; o larga,
inmovilizando también miembros inferiores.

Siempre es un dispositivo complementario a los collarines cervicales precisando


de los inmovilizadores laterales de cabeza; aunque algunos modelos los lleva
incorporados.

Es una forma de inmovilización muy efectiva, que permite un traslado seguro


y con un mínimo de auxiliares.

Para colocar la tabla, las correas (tórax, abdomen al nivel de las crestas ilíacas,
muslos, tobillos, cabeza y mentón) deben estar sueltas y listas. El procedimiento
que se debe seguir es el siguiente:

• Colocar al paciente boca arriba, alineado, los brazos al lado del


cuerpo, con la palma de las manos hacia adentro.
• Enfermero nº 1: si no está contraindicado, debe mover la cabeza a
la posición neutral alineada, pero debe mantener todo el tiempo la
inmovilización manual del cuello. Es el encargado de dirigir los
movimientos con el paciente y está siempre atento a las maniobras para
poder mantener la alineación sin virar el cuello.
• Enfermero nº 2: coloca el collarín cervical.
• Enfermero nº 2 y nº 3: se ubican a un lado de la víctima, uno la
sostiene por los hombros y muñeca y el otro por la cadera y los tobillos.
Para trasladar al paciente sobre la tabla espinal, giran en bloque a la
víctima sobre el lado donde se ubicaron ambos socorristas.
• Enfermero nº 4: ubicado de frente a los socorristas nº 2 y nº 3,
coloca la tabla bajo la espalda y luego a una orden del socorrista nº 1,
acuestan al lesionado en el centro de la tabla (el paciente debe moverse
como una sola unidad).

• Inmovilizar el tronco superior (tórax) a la tabla de forma tal que


impida el movimiento hacia arriba, abajo o a los lados.
• Inmovilizar el tronco inferior (pelvis), con el mismo fin puede pasar
una correa sobre las crestas ilíacas.
• Reajustar las correas del tronco si es necesario.
• Colocar una almohadilla debajo y a cada lado de la cabeza, luego
fíjela a la tabla mediante dos correas, una pasante sobre la frente y otra
sobre el mentón.
• Fijar los miembros inferiores, primero los muslos, luego al nivel de
los tobillos (se pueden unir ambos pies con una correa, cordones, etc.).
Pueden colocarse rollos o mantas en esos puntos para proteger las
eminencias óseas.
• Colocar los brazos extendidos con la palma de la mano hacia
adentro a cada lado del cuerpo, fijándolos.
• Si el paciente va a estar por largo tiempo sobre la tabla,
almohadillar su superficie (debajo de la cabeza y espalda) para evitar
escaras.

Particularidades en el niño, tabla espinal larga


• Por el mayor tamaño relativo de la cabeza, almohadille debajo del
tronco, para mejorar la alineación.
• Coloque sábanas enrolladas a los laterales, para reducir los
movimientos laterales, dado que la tabla es mucho más ancha que el
cuerpo del niño.

3.4.1. Tabla espinal corta

Este dispositivo también se utiliza para la inmovilización de la columna, la


secuencia es similar a la anterior. Se utiliza cuando el escenario y las condiciones
del paciente son estables y el tiempo no es tan importante.

Un socorrista debe ubicarse detrás de la víctima e inmovilizar con las manos la


columna cervical, a la vez que se alinean los ejes del cuerpo.

Otro socorrista coloca el collarín cervical y luego coloca la tabla detrás de la


espalda (si existe resistencia a la alineación del cuello, debe inmovilizarse en la
posición encontrada).

• Inmovilizar el tronco superior y luego el tronco medio.


• Luego fijar la pelvis, utilizando una correa sobre las crestas ilíacas.
• Reajustar las correas del tronco si es necesario.
• Almohadillar la cabeza y colocar las correas sobre el mentón y la
frente.

3.4.2. Ferno-Ked, férula espinal, corsé de tracción o dispositivo


de salvamento de Kendrick

Es el dispositivo que se emplea para extraer a una persona de un vehículo,


cuando suponemos que sufre un traumatismo cervical. Se inmoviliza totalmente
a la víctima dentro del vehículo, para que durante la extracción no se movilice la
columna lesionada.

Indicado especialmente para la extricación de un paciente adulto o niño mayor


atrapado permitiendo la inmovilización en bloque de la cabeza – cuello – tronco.
Se prefiere a la tabla espinal corta.

Es un chaleco semirrígido construido con bandas rígidas metálicas colocadas


paralelamente en posición vertical sobre una funda plástica permitiendo la
suficiente flexibilidad horizontal para abrazar la cabeza y tronco del paciente
pero, a su vez, manteniendo la rigidez vertical necesaria para ofrecer un apoyo
seguro para la columna vertebral.

La fijación del chaleco se realiza mediante tres cinturones codificados por


colores y cintas de velcro que garantizan una perfecta inmovilización.
Posteriormente a la extricación del paciente con el chaleco inmovilizador, se
colocará sobre un tablero espinal o camilla de cuchara sin necesidad de retirar
este dispositivo.

Se deben emplear exclusivamente sistemas homologados de sujeción física,


como en nuestro caso los equipos de SEGUFIX, son los medios más seguros y
firmes, permitiendo a la vez una sujeción del paciente con delicadeza y
seguridad.

2.4.3. Otro tipo de material

A parte del material anteriormente comentado, nos podemos encontrar con:

• Férulas hinchables o neumáticas.


• Camilla de cuchara o de tijera.
• Colchón de vacío.

Férulas hinchables o neumáticas

Inmovilizan las extremidades superiores e inferiores.

Están formadas por varias cámaras de aire que permiten una mejor adaptación
al miembro afectado; tras colocarlas se hinchan produciendo la inmovilización del
mismo.

Cuando se utilicen estos dispositivos será necesario vigilar el color y la


temperatura de la piel para comprobar que no estén demasiado apretados.

Camilla de cuchara o de tijera

Realizada en aluminio ligero y separada en dos mitades longitudinalmente, lo


que permite su colocación bajo el paciente con el mínimo movimiento (véase
imagen en el apartado camillas).

Colchón de vacío
Permite la inmovilización completa del paciente politraumatizado. Al colocar al
accidentado sobre el colchón, se abre una válvula que iguala las presiones
externa e interna, haciendo que el colchón se hinche, adaptándose perfectamente
a la silueta de la víctima e inmovilizándole totalmente.

2.4.4. Dispositivos de sujeción para silla de ruedas

Algunos de los dispositivos de sujeción para silla de ruedas son los siguientes:

• Peto estándar.
• Peto perineal.
• Cinturón perineal.
• Chaleco estándar.
• Chalecos de sujeción para silla de ruedas.
• Cinturón pectoral cruzado.

Peto estándar

Está compuesto por un cuerpo fabricado con doble capa de loneta (algodón-
polyester) con protecciones acolchadas en los hombros, de cuyos extremos
parten cuatro cintas con cierres de nylon (tipo mochila), que van abrochadas en
la parte posterior de la silla de ruedas a un disco del mismo tejido que el peto,
que actúa como sistema de cierre. Es un sistema de sujeción cómodo, eficaz,
limpio y fácil de instalar. Ajusta sin oprimir en exceso.

Básicamente igual al anterior en diseño y composición. Incorpora en la parte


inferior una pieza acolchada para apoyo perineal de cuyo extremo parte una
cinta con cierre de nylon, que pasamos entre las piernas y por debajo de las
nalgas para abrocharla en el disco de cierre situado en la parte posterior de la
silla de ruedas. Esta sujeción está indicada para los pacientes que por su
inestabilidad, tienen tendencia a inclinar el cuerpo hacia delante y a resbalarse
del asiento de la silla de ruedas.

Cinturón perineal
Se trata de un cinturón con apoyo pélvico para evitar que el paciente resbale
de su asiento Sujeta firme pero confortablemente a la silla de ruedas, dejando
total libertad de movimientos en el tórax y extremidades.

Chaleco estándar

Consta de una prenda alargada con un amplio orificio en el centro por el que
se introduce la cabeza como si de un ponche se tratase, cubriendo la espalda y
el pecho hasta la cintura. Se ajusta haciendo pasar las cintas, situadas a ambos
lados de la espalda, por las presillas alineadas a la misma altura y sujetas a la
parte delantera. Tensar sin oprimir y abrochar en la parte posterior de la silla de
ruedas por medio de las hebillas plásticas, los anclajes son limpios, sin exceso
de cintas y fáciles de manipular.

Chalecos de sujeción para silla de ruedas

Su sistema de apertura delantera mediante cremalleras, permite un abrochado


mucho más cómodo y eficaz, ya que no hay que soltar correas ni enganches,
basta con abrir la cremallera.

Cinturón pectoral cruzado

No va acolchado. Sistema de protección en paseos, viajes, etc. No sirve como


sistema de sujeción si se utiliza frecuentemente.

2.4.5. Dispositivos de sujeción para cama


Entre los diferentes dispositivos para la sujeción en la cama se encuentran los
siguientes:

• Muñequera de sujeción con velcro.


• Muñequera de sujeción con anilla.
• Cinturón abdominal de ajuste adaptable.
• Cinturón doble de cama.
• Bandas elásticas.
• Tiras de velcro.
• Correas de seguridad.

Muñequera de sujeción con velcro

Tiene un acolchado integral autoregenerable. Absorbe mejor la presión. Es


hipoalergénica. El recubrimiento exterior permite un fácil y mejor ajuste en todos
los casos. Presenta un diseño de apertura rápida con fijación por velcro. Es
versátil, segura y de fácil sujeción.

Ofrece mayor protección y confort para el paciente, evita lesiones por


maceración-abrasión, permite liberar al paciente sin desatar las cintas del
bastidor, ahorra tiempo a enfermería, mejor acceso a distintos puntos de fijación
y mayor contención.

Muñequera de sujeción con anilla

Impide la presión sobre las muñecas, siendo más confortable y fresca. Presenta
mayor facilidad de ajuste y fácil acceso a puntos de fijación.

Es mejor tolerada para el paciente. También previene lesiones cutáneas por


maceración y abrasión. Es hipoalergénica. Facilita el trabajo de enfermería. Y
ofrece mucho confort y seguridad para el paciente.

Cinturón abdominal de ajuste adaptable

Se ajusta y adapta sin doblarse, no se altera en contacto con líquidos. Fijación


segura y fácil. Capacidad de absorber la presión y autoregenerarse. Es acolchado
y transpirable, su tracción es de hasta 160 Kg.
No oprime, permite cambios posturales, no interfiere en exploraciones
radiólogas, resonancias magnéticas o TAC, facilita el trabajo de enfermería, es
fresco y confortable para el paciente.

Cinturón doble de cama

Cinturón para sujeción a cama acolchado de doble enganche. La parte inferior


del cinturón se sujeta mediante hebillas al somier de la cama. La parte superior
se sujeta también mediante hebillas a la cintura del paciente. Las dos partes van
unidas por unas cintas que actúan a modo de bisagra, de forma que permiten al
paciente girar un cuarto de vuelta a derecha e izquierda sin riesgo de caída.
Consiguiendo así una inmovilización parcial del paciente, que permite un mayor
bienestar y comodidad.

Bandas elásticas

Son bandas de tela o goma, con diferentes anchos, para inmovilizar las piernas
del paciente o mantener los brazos junto al cuerpo.

Tiras de Velcro

Son unas bandas de distintas longitudes que se usan para inmovilizar el tronco
o las extremidades del paciente.

Correas de seguridad

Se utilizan para inmovilizar las extremidades del paciente o para sujetarlo a la


camilla, a nivel del tronco.
4. Técnicas Comunes De Inmovilizacion

La inmovilización es un método terapéutico encaminado a conseguir de modo


temporal o permanente, la supresión de todos los movimientos de un miembro.

La inmovilización inadecuada o la falta de cuidados en los métodos utilizados,


frecuentemente aumenta la gravedad de las lesiones, inclusive pudiendo llegar a
causar la muerte.

Es mejor prestar la atención de primeros auxilios en el sitio del accidente, a


menos que exista peligro inminente para la vida de la víctima o del auxiliador
como sucede en un incendio, un accidente en carretera de alto tránsito, peligro
de explosión o derrumbe de un edificio.

Es muy importante recalcar que, una vez que se decide cambiar de lugar a la
víctima, se deberá considerar siempre la seguridad de ésta como la de la persona
que realizará el transporte y/o la inmovilización del accidentado.

Los principios básicos para que la inmovilización sea efectiva son los que se
presentan a continuación:

• Debe suprimir la movilidad de la zona lesionada (por completo).


• Debe ser cómoda: acolchada, que ninguna parte del cuerpo esté en
contacto directo con el elemento que se utilizar para inmovilizar.
• Práctica para reiterar.
• A nivel de una articulación, se debe inmovilizar los huesos proximal
y distal. La venda que se usa nunca debe pasar sobre la articulación
dañada.
• Se deben proteger las prominencias óseas para evitar que la férula
toque directamente la piel en esta zona.

Si, además, existiera una herida abierta, ésta deberá tratarse y luego
protegerla en el momento de inmovilizar la zona.

Gran parte de la información aquí ofrecida está extraída de la Guía Sanitaria a


Bordo, proporcionada por la Seguridad Social en formato digitalizado, así como
también la mayoría de las imágenes expuestas.

La inmovilización, como se ha venido diciendo, se puede realizar utilizando


diferentes medios, tales como:

1. Férulas hinchables transparentes: Son las más recomendables para


inmovilizar temporalmente las extremidades. No son adecuadas en lesiones
cercanas al hombro o la cadera, pues no inmovilizan adecuadamente estas
zonas.

2. Ferulas de alumnio maleables: Para dedos y antebrazo-mano, que deben


recortarse y adaptarlas lo mejor posible a la zona lesionada.
3. Partes cercanas del propio cuerpo: Por ejemplo, un dedo con otro.

4. Ferulas o entablillados improvisados: Construidos con tablas o planchas


almohadilladas. Estas férulas deben ser fuertes, suficientemente largas para
englobar las articulaciones anterior y posterior a la lesión. Se fijarán con vendas
o ataduras; éstas no se colocarán nunca a nivel de la fractura, apoyando los
nudos sobre la cara externa de la férula. En todo caso de inmovilización es
necesario evitar que el peso de la sábana, y en su caso la ropa de abrigo,
apoye directamente sobre la zona lesionada. Se puede aislar ésta utilizando un
«arco de protección», improvisándolo con una caja de cartón o la férula de
Kramer

5. Vendajes: Sirven para mantener con seguridad un apósito sobre una herida
o para ayudar a inmovilizar una zona. Debe estar bien sujeto, pero no tan
apretado que impida la circulación. Vigile frecuentemente por si fuera necesario
aflojar el vendaje. Si se venda una zona recientemente lesionada, ésta se va a
inflamar, produciendo el vendaje compresión. En ese caso, envolver el miembro
lesionado con una capa de algodón y luego vendar. Nunca realizar vendajes con
vendas húmedas.

Cómo utilizar la férula hinchable

• Primero se intentará alinear la extremidad, cogiendo firmemente


del extremo (dedos de la mano o talón y empeine) y se realizará una
tracción suave y continua.
• La férula se aplica con cuidado a la extremidad, eligiendo el modelo
adecuado. Se introduce o se adapta al miembro cerrando la cremallera
(según qué sistema se tenga). Se hincha con la boca (no con bomba) a la
mínima presión que asegure la inmovilización.
• Mientras se mantenga la férula tendremos que vigilar si se inflama
la zona. Si fuera así, hemos de desinflar aquélla lo suficiente para permitir
la circulación normal.
• Estas férulas pueden colocarse encima de los apósitos que cubren
las heridas.
• No deben dejarse colocadas más de unas horas. Si la evacuación se
prevé prolongada, utilizar otros métodos de inmovilización.

Cómo vendar
• Sostenga el rollo de Venda de gasa orillada con la mano derecha
(izquierda si es zurdo) y dé vueltas con el rollo hacia arriba.
• Comience siempre por la parte más lejana del miembro,
dirigiéndose a la raíz del mismo (de la muñeca hacia el hombro, o del
tobillo hacia el muslo).
• La primera vuelta de venda se realiza con una inclinación de 45º en
dirección a la raíz del miembro; la segunda sobre ésta con una inclinación
invertida (45º en dirección contraria a la anterior); la tercera como la
primera, pero avanzando unos centímetros hacia la raíz del miembro...
así, en un movimiento de vaivén, se completa el vendaje, que al terminar
queda con un aspecto en «espiga»
• Finalice el vendaje en una zona alejada de la lesión. Sujete el
extremo del mismo con esparadrapo o imperdible.
• Deje los dedos libres y vigile en éstos la aparición de hinchazón,
cambios de color o frialdad. En estos casos, afloje el vendaje.

• Para los dedos puede resultar más sencillo utilizar la venda de gasa
tubular para dedos con aplicador, en rollo.
Cómo colocar un cabestrillo

Utilizando una venda triangular o el Cabestrillo .

A. Inmovilizaciones según la zona corporal

Inmovilización de cara

• Asegurar el paso de aire y contener la hemorragia.


• Colocar en posición lateral de seguridad. Si tiene dificultad para
respirar, abrirle la boca y mantenerla abierta.

Inmovilización de mandíbula

• Vendaje en forma de barbuquejo.


Inmovilización de cuello

Utilizar un collar cervical para inmovilización. Seleccionar el tamaño adecuado


del collarín.

Paciente tumbado boca arriba o sentado:

• Tirar suave y firmemente de la cabeza del paciente, alineándola, si


es necesario, con el eje de la columna.
• Colocarlo con la parte escotada bajo la barbilla, fijando el velcro a
continuación.

Paciente tumbado boca abajo:

• Poner el extremo estrecho del collarín bajo el cuello y la mandíbula.


• Ajustar la escotadura del collarín a la mandíbula.
• Cerrar el collarín.

Si no dispone de collar cervical, se puede improvisar con un periódico.


Inmovilización de clavícula

• Reducirla, pidiendo al paciente que lleve los hombros hacia atrás.


• Inmovilizar con un vendaje en ocho (almohadillar con algodón
previamente toda la zona de vendaje).

Inmovilización de hombro y escápula

• Rellenar el espacio entre el brazo y el cuerpo con algodón.


• Colocar el antebrazo en ángulo con el brazo y sostener aquél con
un cabestrillo, con la palma de la mano hacia dentro.
• Vendar al cuerpo, sin comprimir.

Inmovilización de brazo

Para la inmovilización del brazo se pueden utilizar varios métodos:

• Férula hinchable (de brazo entero).


• Dos férulas, una en el lado interno, de codo a axila; otra en el
externo. Ambas deben sobresalir por debajo del codo.
o Sujetar con vendas, por encima y debajo de la lesión.
o Colocar el antebrazo en cabestrillo, con la palma de la mano
hacia dentro.
o Vendar al cuerpo, rellenando los huecos entre el brazo y el
cuerpo.
• Inmovilizar como hombro.

Inmovilización de codo
Inmovilizar en la posición en que se encuentre.

• En línea recta se tienen dos alternativas:


o Férula hinchable (de brazo entero).
o Férula en cara anterior, desde axila a palma de la mano, y
fijar con venda.
• En ángulo se presentan otras dos alternativas:
o Férula hinchable (de ángulo).
o Colocar el antebrazo en cabestrillo.

También cabe la posibilidad de fijarlo al cuerpo con un vendaje que lo incluya,


tal como veíamos en la inmovilización del hombro.

Si se trata de traumatismos leves, inmovilizar con un Vendaje .

Inmovilización de antebrazo

Se alineará si es necesario. A continuación presentamos dos alternativas de


tratamiento:

• Férula hinchable (de medio brazo).


• Colocar el codo en ángulo recto con el pulgar hacia arriba. Dos
férulas, que vayan desde el codo a la raíz de los dedos, una sobre la cara
anterior, de forma que descanse en ella la palma de la mano; la otra sobre
la cara posterior. Vendar. Las férulas se pueden improvisar con unas
revistas. Sostener el antebrazo con un cabestrillo.
Inmovilización de muñeca

Para la inmovilización de muñeca se presentan dos posibilidades:

• Igual que en antebrazo.


• En caso de esguince, se puede vendar.

Inmovilización de mano

• El paciente agarra un rollo de venda, para mantener los dedos en


semiflexión.
• Férula desde el codo hasta los dedos, con la palma de la mano
apoyada sobre ella. Vendar.
• Sostener el antebrazo con un cabestrillo.
Inmovilización de dedos de la mano

Dos posibilidades:

• Férula de aluminio maleable, desde mitad del antebrazo al extremo


del dedo, fijándola con tiras de esparadrapo en espiral o con un vendaje.
El dedo debe quedar semiflexionado.
• Inmovilícelo al dedo vecino sano con tiras de esparadrapo o con una
venda. Sostener la mano en cabestrillo.

Inmovilización de costillas

No es necesario inmovilizar en caso de lesión o fractura de una sola costilla.


Colocar al herido en la posición en que se encuentre más cómodo, semisentado
o acostado sobre el lado lesionado.

En caso de fractura múltiple, inmovilizar colocando un almohadillado sobre la


zona fracturada y vendar alrededor del pecho.
Inmovilización de columna vertebral

La idea fundamental es mantener inmóvil al herido evitando que doble o


flexione la espalda.

• Inmovilice el cuello.
• Para manejar al herido, ayúdese de al menos dos personas más.
Una de ellas le mantendrá bien sujeta la cabeza.
• Inmovilice los pies con una venda triangular o venda normal.
• Se le moverá en bloque, girándole sobre un lado o utilizando el
«método de la cuchara», a fin de colocarle sobre una superficie plana y
rígida, en la que le inmovilizaremos.
Inmovilización de la pelvis

Movilizar e inmovilizar igual que las lesiones de columna vertebral.

Inmovilización de cadera y fémur (muslo)

Para la inmovilización de la cadera y el fémur se presentan dos alternativas:

• Colocar al lesionado sobre su espalda, intentando alinear la pierna


fracturada respecto a la sana tirando ligeramente del pie.
o Almohadillar axila, cadera, ingle, rodillas y tobillo.
o Disponer ocho vendas, seis para la pierna y dos para el
tronco.
o Colocar dos férulas, una por la cara externa, de axila al talón;
otra por la cara interna, de ingle al talón. Fijarlas con las vendas.
• Si no disponemos de férulas, vendar el miembro inferior lesionado
junto al otro, rellenando los huecos entre ambos con una manta o con
almohadas.
Inmovilización de rodilla

Alinear la pierna, si es posible.

Para la inmovilización de rodilla se presentan dos alternativas:

• Férula hinchable (de pierna entera).


• Férula posterior, desde el talón hasta el glúteo, almohadillando
debajo de la rodilla y el talón. Fíjela con vendas, sin cubrir la rodilla. Puede
utilizar la férula de Kramer.

Inmovilización de pierna

Alinear la pierna, tirando suavemente.

Para la inmovilización de pierna se presentan cuatro alternativas:

• Férula hinchable (de pierna entera).


• Férula posterior, desde el talón hasta el glúteo, manteniendo el
tobillo en 90 grados.
• Dos férulas, una por la cara externa y otra por la interna de la
pierna, desde el talón hasta el muslo. Fíjelas con vendas.
• Férula por la cara externa: rellenar el hueco entre ambas piernas y
fijarla con vendas que abracen a ambas. Se puede utilizar esta forma
combinándola con la del otro lado en caso de lesiones de ambas
extremidades.

Inmovilización de tobillo y pie

Extraiga el calzado, desabrochándolo o cortándolo, sin intentar sacarlo tirando


de él.

Para la inmovilización de tobillo y pie se presentan cuatro alternativas:

• Férula hinchable (de media pierna).


• Férula posterior, como en la pierna.
• Dos férulas, como en la pierna.
• En traumatismos leves o esguinces, vendaje.

Inmovilización de los dedos del pie

Inmovilícelo fijándolo con esparadrapo a los dedos vecinos. No apoyar el


adhesivo sobre la fractura.
B. Sujeción terapéutica en la cama

Técnica

Explicar al paciente porque se le va a sujetar. Para sujetar a un paciente


deberían estar un mínimo de cuatro personas.

Un miembro del equipo siempre debería estar visible para el paciente, y su


cometido será tranquilizarle durante la sujeción. De esta manera se ayuda al
paciente a aliviar su temor al desamparo, impotencia y pérdida de control.

Deberían sujetarse con las piernas extendidas y ligeramente abiertas para


sujetarlas por los tobillos bien a las tiras del segufix o al travesero de la cama.

Los brazos extendidos a lo largo del cuerpo y separados ligeramente de éste,


para sujetarlos por las muñecas, a las tiras del segufix o al travesero de la cama.

El tronco se debe sujetar firmemente a la cama con la correa especial (más


ancha) diseñada para ese efecto. Cuidado que no este floja, por que podría
deslizarse por ella y ahorcarse, ni tampoco excesivamente fuerte, que le dificulte
la respiración.

La sujeción debe permitir administrar perfusión endovenosa por el antebrazo,


así como recibir líquidos o alimento.

Mantener la cabeza del paciente ligeramente levantada para disminuir sus


sentimientos de indefensión y para reducir la posibilidad de aspiración pulmonar.

Comprobar periódicamente cada poco tiempo las sujeciones por la seguridad y


la comodidad del paciente.

Después de contener al paciente, el médico debe comenzar el tratamiento


mediante una intervención verbal.

Incluso cuando están sujetos la mayoría de los pacientes necesitan medicación


antipsicótica de manera concentrada y por vía intramuscular.
Cuando el paciente esté bajo control, se deben ir eliminando las restricciones a
intervalos de cinco minutos, hasta que sólo tenga dos. Las restantes se
eliminaran al mismo tiempo, ya que el paciente no se puede contener con una
sola sujeción.

La sujeción mecánica debe continuar el menor tiempo posible, a medida que el


paciente se va tranquilizando se le deben ir retirando sujeciones.

Prevenir los tromboembolismos

• Para evitar tromboembolismos sobre todo en ancianos debe


liberarse una extremidad de las cuatro cada 30 minutos.
• Para una inmovilización superior a las 24 h o en pacientes con
factores de riesgo requerirá hacer profilaxis de trombosis, con heparina de
bajo peso molecular (HBPM). Esta contraindicada en los trastornos
hemorrágicos, enfermedad ulcerosa péptica, hipertensión y Hepatopatía
severas.

C. Sujeción en la silla de ruedas

La sujeción en la silla de ruedas se realiza para solucionar los problemas de


inestabilidad derivados de las disminuciones funcionales por causas físicas y
psíquicas. Con los medios de inmovilización se evita que los pacientes se ladeen,
resbalen sobre el asiento o adopten posturas incorrectas que puedan derivar
lesiones.

La sujeción se realiza sin oprimir y permitiendo los cambios posturales


oportunos, lo que contribuye a la seguridad y confort de los pacientes, así como
a facilitar el trabajo de los profesionales a su cuidado.

5. Técnicas De Inmovilización Con Medios De Fortuna

Para la inmovilización se utilizan generalmente materiales caseros, tales como:


frazadas, corbatas, cortinas, maderas, puertas, diarios o cartones, almohadas,….

Todo movimiento de la víctima debe considerar evitar el aumento de las


probables lesiones que presenta.

Medios de fortuna: Al hablar de medios de fortuna, es necesario referirse al


conjunto de materiales convencionales e inespecíficos que se pueden encontrar en
el entorno de una actuación. Éstos pueden ser cuerdas, troncos, piedras, tableros,
ramas, mobiliario urbano, etc. Con todos hay que emplear la imaginación para
poder poner en práctica una inmovilización.

A continuación se van a citar algunas formas de inmovilización de


extremidades, que no sean utilizando material de inmovilización y rescate como
tal, sino usando cualquier otro tipo de material que se pueda encontrar en el
entornos, como, por ejemplo, toallas, sábanas, palos, tableros, revistas,…. Se
trataría de sustituir las férulas de inmovilización con este tipo de materiales de
fortuna, utilizados también para la inmovilización.

Inmovilización de extremidades superiores con medios de fortuna

Un ejemplo de ello sería la inmovilización de las extremidades superiores que


se citó anteriormente, realizada con el cabestrillo. Para colocar este material se
habrá de tener muy en cuenta el lugar anatómico en el que se ha producido la
lesión.

Para las extremidades superiores se colocará el cabestrillo, situando la


almohada o cojín bajo la axila. A continuación, con un pañuelo triangular ancho
o una sabana de pico, se pone el cabestrillo. Para ello se coloca sobre el tórax
del paciente, el pañuelo, con el vértice hacia el codo y los otros extremos
alineados con el tórax. Una ver realizado lo anterior se procederá a la alineación
de la mano con le codo y se elevará el pico inferior, pasándolo sobre el cuello,
done se anuda, dejando visibles los dedos de la mano. Con otro pañuelo se
hace el cabestrillo hacia el otro lado, con el fin de fijar el brazo al tórax para
que no se mueva y se anuda en el lado sano del tórax.

En el caso de que la lesión se haya producido en el húmero, para inmovilizar


el brazo mediante férula, se pueden utilizar tablones o planchas de cualquier
material plano y rígido, pero se debe almohadillar para evitar que se produzcan
más lesiones.

Se deberá colocar una férula a cada lado del brazo, desde el hueco Axilar hasta
que se coloque en la cara interna y desde el hombro hasta que se ponga en la
cara externa. Se procede a almohadillar la zona de contacto con el brazo y se
sujetan estas férulas con dos pañuelos. A continuación se coloca un cabestrillo
para terminar de fijar e inmovilizar el brazo completamente.

Si la férula se utilizase para inmovilizar el brazo a causa de la fractura de la


mano, muñeca o antebrazo, se colocan dos planchas o tiras de material en el
antebrazo, sujetando desde el codo hasta la mano. Se siguen las mismas
consideraciones que en los casos anteriores, es decir, se ha de tener cuidado en
almohadillar las dos caras del brazo para que al colocar las tablas no produzcan
ningún daño.

Se sujetan las tiras de forma progresiva, sin apretar en exceso, con dos
pañuelos o vendas, tendiendo en consideración que los nudos de dichas vendas
deben quedar sobre la tablilla. Por último, se colocará un cabestrillo para
mantener el brazo elevado e inmovilizado.

Inmovilización de las extremidades inferiores

Con el fin de inmovilizar las extremidades inferiores, el método más rápido es


utilizar el otro miembro como férula. Para ello se coloca una manta o una
almohada entre las dos extremidades, con el fin de evitar que por presión se
produzcan lesiones y se dispone de ella, se utilizará una férula rígida en la cara
externa del miembro sano, que también se debe acolchar para evitar más
lesiones.
Un rescatador tendrá que aplicar una ligera tracción sobre el miembro afectado
para alinearlo, mientras el segundo rescatador coloca el acolchado entre ambas
piernas, teniendo especial cuidado entre las prominencias óseas (rodillas y
tobillos).

Con vendas o pañuelos se sujeta una pierna a la otra. Para pasar las vendas o
pañuelos se usan los huecos naturales, es decir, se pasan estos vendajes por
debajo de las rodillas y tobillos, entre las caderas (a la altura de la mitad del
muslo) y entre los gemelos. Se finaliza la inmovilización comprobando que los
nudos quedan asegurados sobre la cara externa del miembro que no esté
afectado (Guinot, 2009).

Glosario

• Fractura: 1. Rotura violenta de algo sólido, especialmente de un


hueso del cuerpo2. Lugar por donde se rompe una cosa sólida y señal que
deja3. Aspecto que presenta la superficie de un mineral o roca cuando se
rompe4. Grieta o rotura que se produce en un terreno.
• Integridad: 1. Estado de lo que está completo o tiene todas sus
partes2. Honradez y rectitud en la conducta.
• Analgésicos: Relativo a la analgesia.

• Malestar: 1. Sensación física de no encontrarse muy bien2.


Sensación de intranquilidad o disgusto causado por una situación
desagradable.
• Hemorragia: Flujo de sangre por rotura accidental o espontánea
de los vasos. La sangre puede verterse al exterior o derramarse en el
interior de los tejidos o cavidades orgánicas. En el primer caso la
hemorragia es externa, e interna en el segundo.
• Traumatismo: Lesión de los tejidos o los órganos causada por
agentes mecánicos, gralte. externos.
• Trauma: 1. Choque emocional que produce una impresión intensa
y duradera en el subconsciente de una persona2. Traumatismo.
• Clavícula: Cada uno de los dos huesos largos, situados
transversalmente en uno y otro lado de la parte superior y anterior del
tórax, y articulados por un extremo con el esternón y por el otro con el
acromion del omóplato correspondiente.

• Férulas: 1. Tablilla flexible y resistente que se emplea en el


tratamiento de las fracturas para mantener inmóvil el hueso roto o
fisurado2. Dominio de una persona sobre otra.
• Caucho: Sustancia elástica, impermeable y resistente a la abrasión
y a la corriente eléctrica. Se obtiene del látex de diversas plantas y esp.
de la . Se conocen más de 2 000 especies productoras de caucho, casi
todas tropicales, repartidas entre las familias apocináceas, asclepidáceas,
compuestas y moráceas.
• Poliuretano: Compuesto plástico utilizado para fabricar fibras
sintéticas (perlón) y materias elastómeras. Las aplicaciones de los
poliuretanos son muy variadas: barnices, revestimientos, adhesivos, etc.

• Tráfico: 1. Circulación de vehículos por una vía pública o una


carretera2. Comercio o negocio, en especial el que se hace con mercancías
ilegales3. Comunicación y movimiento de personas, equipajes o
mercancías.
• Inmovilización: Acción y efecto de inmovilizar o inmovilizarse.
• Médula: 1. Sustancia blanda situada en el interior de los huesos de
los animales vertebrados2. Aspecto o parte central y más importante de
una cosa o un asunto3. Zona interna del tallo de algunas plantas en la
cual el tejido vascular se dispone en forma cilíndrica y sirve como reserva
de alimento.
• Cervicales: Vértebras del cuello.

• Incubadora: 1. Cámara estéril donde se mantiene a los niños


recién nacidos prematuros o con graves problemas de salud para
mantenerlos aislados del exterior y en unas condiciones específicas de
calor, nivel de oxígeno, alimentación y control médico2. Aparato que
mantiene los huevos puestos por animales ovíparos a una temperatura de
calor constante para lograr el desarrollo de los embriones.
• Venda: Tener una venda en los ojos No darse cuenta una persona
de cómo son las cosas en realidad.
• Cabestrillo: Banda o aparato pendiente del hombro para sostener
la mano o el brazo lastimados.

• Vendaje: 1. Colocación de una venda alrededor de una parte del


cuerpo para protegerla o impedir que se mueva2. Venda o conjunto de
vendas que se colocan de esta forma.
• Hepatopatía: En gral., enfermedad del hígado.
• Axilar: Y bot. Perteneciente o relativo a la axila.

Recuerda
• Se denomina fractura a toda rotura de un hueso producida
generalmente por traumatismos (golpes, caídas, etc.) que, según su
intensidad pueden originar desviación, o no, de los fragmentos.
Dependiendo de si está respetada la integridad de la piel, se pueden
clasificar en: fracturas abiertas y fracturas cerradas.

• Una fractura es, por tanto, la rotura de un hueso y puede ser


cerrada cuando la piel queda intacta y abierta cuando la piel que recubre
la extremidad se rompe, produciendo una herida.

• Los pacientes traumatizados están expuestos a sufrir un


segundo trauma si no son adecuadamente inmovilizados y trasladados de
inmediato al centro asistencial más cercano, pero adecuado para su tipo
de trauma (tercer nivel, centro de trauma, etc.).

• En el caso de las extremidades la inmovilización debe abarcar


la articulación proximal y distal, dejando los dedos de la extremidad
inmovilizada a la vista para poder vigilar la perfusión, elemento clave
porque si no se detecta la isquemia precozmente, puede terminar
perdiéndose la extremidad.

• Tienen especial importancia las lesiones de la columna


vertebral. Se debe inmovilizar en escena y durante todo el tiempo que
dure el transporte a todo paciente traumatizado en quien se sospeche
potencial lesión de columna vertebral.

• Los collarines cervicales se emplean para la inmovilización


cervical ante la mínima sospecha de lesión en el cuello. Existen de
diferentes tamaños, debiéndose elegir el collar adecuado para la víctima
de modo que quede ajustado pero sin dificultar la respiración.

• El inmovilizador lateral de cabeza es un dispositivo diseñado


para evitar el movimiento lateral de cabeza, por lo tanto es
complementario al uso del collar cervical.

• Algunos de los inmovilizadores pediátricosmás destacados son:


tabla espinal pediátrica; inmovilizador de columna pediátrico tipo MEI;
tablero de bebé para incubadora; y colchón de vacío pediátrico.
• La tabla espinal se utiliza para la retirada y transporte de
accidentados de los que se sospecha una lesión en la columna vertebral,
al fijar toda ella en un mismo plano axial rígido debajo del paciente. Es
una superficie plana rígida de madera o de plástico y puede ser corta,
inmovilizando cabeza, cuello y tronco; o larga, inmovilizando también
miembros inferiores.

• La inmovilización es un método terapéutico encaminado a


conseguir de modo temporal o permanente, la supresión de todos los
movimientos de un miembro.

• Al hablar de medios de fortuna, es necesario referirse al conjunto


de materiales convencionales e inespecíficos que se pueden encontrar en
el entorno de una actuación. Éstos pueden ser cuerdas, troncos, piedras,
tableros, ramas, mobiliario urbano, etc. Con todos hay que emplear la
imaginación para poder poner en práctica una inmovilización.
TEMA 3 ADECUACIÓN DEL PROCEDIMIENTO DE TRANSPORTE SANITARIO A LA FISIOPATOLOGÍA

DEL PACIENTE
INTRODUCCIÓN

Cualquiera que sea el medio utilizado para realizar el transporte sanitario (TS),
debe reunir un mínimo de condiciones que faciliten la asistencia y aseguren un
traslado confortable, libre razonablemente de los riesgos que todo transporte
sanitario comporta al estar sometidos a incidencias físicas que influyen en las
personas trasladadas. Estos factores determinan cambios fisiológicos, que aún
no siendo significativos en personas sanas, sí pueden tener repercusiones graves
en enfermos, como alteraciones hemodinámicas, respiratorias,….

A lo largo de la presente Unidad Didáctica se atenderán a aquellos aspectos


relacionados con la adecuación del procedimiento de transporte sanitario a la
fisiopatología del paciente, tales como el concepto y fundamento de la
fisiopatología del transporte sanitario, la posición del paciente en la camilla según
su patología; la conducción del vehículo según la patología; los factores que
determinan cambios fisiológicos; los efectos de las variaciones de la velocidad,
vibraciones, ruidos, temperatura y altitud; así como las medidas de confort y
seguridad en el traslado.

OBJETIVOS

• Aplicar al paciente durante el traslado, las medidas terapéuticas y


de confortabilidad en la camilla asistencial.
• Explicar los procedimientos que aseguran una mayor
confortabilidad y seguridad del paciente cuando es trasladado en la camilla
de la unidad asistencial.
• Explicar las medidas posturales a aplicar al paciente sobre la
camilla, que optimicen un posible traslado.

MAPA CONCEPTUAL
1. Concepto Y Fundamento De La Fisiopatología Del Transporte
Sanitario

Transporte sanitario primario o secundario: Podemos definir transporte sanitario,


y más concretamente transporte sanitario primario como todo aquel que se realiza
desde el lugar del incidente hasta el centro hospitalario; diferenciándose del
concepto de transporte sanitario secundario en que éste se realiza entre dos
centros hospitalarios, por lo general entre uno de menor nivel a otro que posea un
nivel de especialización mayor (Cañamares y López de Ochoa, 2003).

Partiendo de esta conceptualización, debemos tener en cuenta sobre todo el


primer concepto, ya que es el que realmente abarca nuestro tema.

Cualquiera que sea el medio utilizado para realizar el Transporte Sanitario debe
reunir un mínimo de condiciones que faciliten la asistencia y aseguren un traslado
confortable, evitando los riesgos al estar sometidos a incidencias físicas que
influyen en las personas trasladadas.

El trasporte sanitario primario se caracteriza porque debe realizarse en las


mejores condiciones posibles, una vez estabilizado al paciente en el lugar y
siempre realizadas las maniobras de estatización y Monitorización que
preveamos van a ser necesarias durante el trasporte (Cañamares y López de
Ochoa, 2003).

Un aspecto a tener en cuenta es elegir el medio de Transporte que más se


adecue a la situación en concreto, de manera que debe poseer los medios e
instrumentos adecuados y necesarios, además de poseer un personal
cualificado.
Entre los medios de trasporte a destacar, debemos dar importancia a
la Ambulancia , ya que debido a la finalidad distinguimos (Cañamares y López de
Ochoa, 2003):

• Ambulancias de traslado: destinadas al transporte sanitario. No


asistido, ya sea individual o colectivo.
• Ambulancias asistenciales: destinadas al transporte sanitario de
pacientes que pueden precisas asistencia sanitaria en ruta de manera
urgente o programada. Dentro de esta modalidad podemos diferenciar
entre:
o Ambulancias asistencia urgente, las cuales están dotadas
con recursos materiales y humanos para el transporte, tratamiento
y monitorización básica de enfermos.
o Ambulancias de asistencia intensiva como por ejemplo la UVI
móvil, las cuales se caracterizan por estar diseñadas y preparadas
para el trasporte, tratamiento médico y monitorización avanzada
de enfermos.

Además de este medio de transporte, podemos diferenciar otros, dentro de los


más comunes, como lo son el helicóptero y el avión, frente a otros que no son
tan frecuentes como el barco y el ferrocarril.

Es importante destacar los aspectos más relevantes y a tener en cuenta a la


hora de estudiar la fisiopatología del transporte sanitario, tales como:

• El fuerte impacto psicológico que tiene en pacientes conscientes.


• Posibilidad de Cinetosis .
• Cambios fisiológicos, que aún no siendo significativos en personas
sanas, sí pueden tener repercusiones graves en enfermos, tales como
alteraciones hemodinámicas, respiratorias,….
• Los aparatos de monitorización y control clínico pueden verse
afectados por estos cambios, así como la perfusión y composición de los
fármacos.

Los cambios anteriores van a depender en gran medida de:

• Las variaciones de la velocidad del transporte sanitario;


aceleraciones y desaceleraciones.
• Vibraciones.
• Ruidos.
• Temperatura.
• Altitud; cambios de presión y volúmenes de los gases o disminución
de la disponibilidad de O2.
• Cinetosis, miedo, ansiedad.

Los factores anteriores se van a detallar en epígrafes posteriores de esta misma


Unidad Didáctica.

2. Posición Del Paciente En La Camilla Según Su Patología

Podemos diferenciar varios tipos de posiciones para el traslado y/o colocación


del paciente según la Patología del mismo. Estas son, según Moltó y Ponce
(2008), las siguientes:

• Posición lateral de seguridad.


• Posición de Trendelembrug.
• Elevación del tronco.
• Posición de Fowler o semisentado.
• Síndrome de comprensión de la vena cava inferior.
• Insuficiencia respiratoria traumática.

Posición lateral de seguridad

Esta posición se suele emplear en el caso de que el paciente esté inconsciente


y que respire, o en otros que tengan riesgo de broncoaspiración. Se realiza de la
siguiente forma:

Como podemos observar en la imagen, en primer lugar se coloca al paciente


en posición de RCP (reanimación cardiopulmonar), flexionar la pierna del lado
contrario al que se quiera girar. A continuación, extendemos el brazo (del lado
sobre el que se girará el herido) a lo largo del cuerpo, con la mano situada debajo
de la nalga. Una vez hecho esto, girar al paciente sobre el lado, utilizando como
apoyos la rodilla reflexionada y el hombro del mismo lado. Finalmente
extenderemos ligeramente la cabeza y flexionaremos el otro brazo, colocándolo
debajo de la cara.

La posición lateral de seguridad o postura lateral de seguridad es una postura


de primeros auxilios en la que puede situarse a un paciente inconsciente pero
que mantiene la respiración de forma que no sufra posteriores daños debido a
ahogamiento por falta de drenaje de fluidos de sus vías respiratorias.

Todas las variantes de la posición lateral de seguridad comparten unos ciertos


principios básicos: la boca mira hacia abajo de forma que cualquier fluido puede
drenar sin obstaculizar la respiración del paciente; la barbilla está inclinada hacia
la parte alta de la cabeza, de forma que la epiglotis se mantenga abierta y brazos
y piernas quedan bloqueados de manera que la postura sea estable.

Cada variante tiene sus propósitos y son: tratar de ayudar y evitar daños
posteriores.

Posición de Trendelenburg

Se emplea en el shock hipovolémico, consiguiendo desplazar la sangre de las


extremidades inferiores y abdomen hacia el corazón.
Esta posición pertenece a una de las posiciones Quirúrgicas . El paciente se
encuentra en decúbito supino, pero la mesa quirúrgica o camilla se inclina unos
45 grados. En esta posición la cabeza está más baja que el tronco.

Como principales indicaciones con respecto a la posición de Trendelenburg se


destacan las siguientes:

• Intervenciones de la zona inferior del abdomen o de la pelvis.


• Favorecer el drenaje postural y el retorno venoso.
• Incrementar el riego sanguíneo cerebral.
• Intervenciones de vejiga y colon.

Elevación del tronco

Esta posición consiste en levantar el tronco del paciente unos 15- 20º. Se
emplea en diferentes patologías, entre ellas podemos destacar:

Traumatismo craneoencefálico: Cuya finalidad es prevenir el edema cerebral y


mantener el eje cráneo- cérvico- Torácico , para lo cual es recomendable
colocar el collarín cervical.

Insuficiencia respiratoria: Su objetivo es favorecer la movilidad de la


musculatura respiratoria.

Posición de Fowler o semisentado

Esta posición consigue la relajación de la musculatura abdominal, y por tanto


la disminución del dolor. Por ello se suele emplear en Traumatismos abdominales
y en presencia de abdomen agudo, además de sondaje nasogástrico, a no ser
que este contraindicada.

Se trata de una posición semisentado, con las rodillas ligeramente flexionadas


y el respaldo de la cama con una inclinación de 45º. Para pacientes con problemas
cardíacos, respiratorios, también para comer, leer, etc. / Semi Fowler: 30º;
Fowler Alta: 90º.
Esta posición se emplea principalmente en el edema agudo de pulmón,
disminuye la presión en el circuito pulmonar retornando el flujo de sangre venosa
al corazón derecho.

Para poner al paciente en posición de Fowler es aconsejable colocar un par de


almohadas debajo de las rodillas.

Síndrome de comprensión de la vena cava inferior

Esta técnica se emplea principalmente en embarazadas y esta indicada en


pacientes portadores de tumores de tamaño considerable en el abdomen.
Consiste en poner al paciente en decúbito lateral izquierdo y con la pierna
derecha flexionada. Se le pondrá una manta en la espalda para facilitar que
mantenga esta postura.

Insuficiencia respiratoria traumática

En esta postura se coloca al paciente con el lado lesionado sobre la camilla,


para disminuir la movilidad y por tanto el dolor.

La insuficiencia respiratoria se define como la incapacidad del aparato


respiratorio para mantener los niveles arteriales de O2 y CO2 adecuados para las
demandas del metabolismo celular. Puede presentarse como una emergencia
ante la cual el médico disponible debe saber como actuar.
La insuficiencia respiratoria se puede clasificar utilizando diferentes criterios.
De acuerdo a la alteración de los gases, se diferencia la situación con compromiso
de sólo la de aquella en que se comprometen ambos gases respiratorios
simultáneamente.

El tratamiento de la insuficiencia respiratoria debe dirigirse a la enfermedad


causal y a las alteraciones fisiopatológicas resultantes y, hasta que se logre
controlar los aspectos anteriores, a la mantención de una oxigenación tisular
que no produzca daños irreparables y sea compatible con la vida.

3. Conducción Del Vehículo Según La Patología

“El conductor de un vehículo está obligado a mantener su propia libertad de


movimientos, el campo necesario de visión y la atención permanente a la
conducción que garanticen su propia seguridad, la del resto de ocupantes del
vehículo y la de los demás usuarios de la vía”. (Moltó, 2008: 156).

Por tanto, y a partir de este principio común a todos los conductores, ha de


saberse que es especialmente importante tener estos criterios en cuenta cuando
se trata de un vehículo sanitario. Se deberá cuidar de manera muy especial el
mantenimiento adecuado de la posición del conductor y de los pasajeros.
Además, debe realizarse una adecuada colocación de todos los objetos
transportados para que no haya interferencia entre el conductor y cualquiera de
ellos.

En principio, es necesario mencionar una serie de recomendaciones básicas que


le permitirán un traslado más cómodo y seguro para el paciente. Dichas
recomendaciones son:

• Fijar las vías venosas y sondas.


• Evitar cambios innecesarios de camillas.
• Si procede, inmovilizar la columna vertebral y miembros.
• Colocar adecuadamente al paciente según la patología y con la
cabeza en el sentido de la marcha.

Normalmente, la conducción se deberá adecuar al estado de la vía, al clima, al


nivel de tráfico,…, excepto en circunstancias en que, debido a la patología del
paciente, sea necesario adaptar la conducción al mismo.
Cuando el paciente se encuentre en la ambulancia correctamente colocado,
sujeto, monitorizado y estabilizado, se procederá a su traslado al hospital el
traslado se realizará de forma pausada, se evitarán aceleraciones bruscas, curvas
rápidas, frenazos, tirones,…, y se ralentizará e paso en las zonas con el firme en
mal estado.

Especial atención se deberá prestar durante los traslados de pacientes


politraumatizados y con sospecha de lesión medular, para intentar no agravar las
lesiones que presenten. En caso de trasladar a algún paciente que necesite que
la conducción de la ambulancia se realice a una velocidad inferior a la permitida,
se pedirá presencia policial para ir escoltados y no influir de forma negativa en
el tráfico rodado, ya que podría producir algún tipo de accidente o retenciones.

Por tanto, en función de la patología del paciente, deberemos tener en cuenta


una serie de condiciones a la hora de su traslado o transporte en la ambulancia,
para garantizar el bienestar de los mismos.

Sin embargo, los pacientes que son transportados por todos estos medios,
están sometidos a una serie de incidencias físicas, de manera que cualquiera de
las alteraciones mecánicas, pueden originar problemas en cualquier sistema del
paciente además de influir sobre los sistemas de monitorización, percusión de
fármacos y características fisicoquímicas.

Dichos factores a los que hacemos referencia son:

• Cambios en la velocidad: efectos de las aceleraciones y


deceleraciones.
• Vibraciones.
• Ruidos.
• Temperatura.
• Monotorización.

A continuación se atenderán estos factores influyentes en la fisiopatología del


paciente en el transporte sanitario de forma más detallada y atendiendo a lo
expuesto por el Doctor Eduard Martínez García, médico asistencial SVA
Barcelona, a 18 de diciembre de 2012.
A. Aceleración y deceleración

El cuerpo humano sometido a cambios de velocidad desarrolla fuerzas de


inercia que dependerán de:

• Intensidad de la Aceleración o Desaceleración.


• Sentido de ésta.
• De la masa corporal.

Todo lo anterior va a actuar sobre el organismo según la postura que adopte


éste en relación al movimiento.

Los cambios de velocidad generan fuerzas de inercia proporcionales a la masa


desplazada.

Fuerzas G:
• G negativa: incide de pies a cabeza (sentido craneal).
• G positiva: incide de cabeza a pies (sentido caudal).

Las aceleraciones no suelen ser altas, aunque en pacientes críticos pueden


tener repercusiones graves.

Si el enfermo se encuentra en decúbito supino y en el sentido de la marcha


estos desplazamientos son captados por:

• Receptores propioceptivos.
• Receptores laberínticos.
• Barorreceptores situados en aurículas, cayado aórtico y senos
carotídeos.

Los estímulos son integrados en la médula, hipotálamo y cortex provocando


una respuesta nerviosa conducida a través del sistema vagal y sistema simpático
a los órganos efectores, corazón y grandes vasos.

Si la aceleración o desaceleración es sostenida e intensa, el flujo sanguíneo


aumenta en determinados territorios ocasionando distintos síntomas.

En cuanto a los efectos más destacados de las aceleraciones (G+) y


desaceleraciones (G-), encontramos los que se presenta a continuación:

1. Cambios en atracción gravitatoria: Se traducen en cambios de peso y


posición (ascensores). Movilización interna de líquidos. Respuesta
cardiovascular mediada por el SNC (sistema nervioso central). Efecto
sobre órganos y aparición de cinetosis.
2. Cambios en la presión hidrostática: Las aceleraciones (G+) por arranque
brusco pueden provocar hipotensión y taquicardia. Alteraciones del ECG
con cambios en el segmento ST. Hipoperfusión cerebral con pérdida de
consciencia. Las desaceleraciones por frenazo (G-) pueden ocasionar
aumento de la Tensión Arterial y de la PVC, bradicardia y modificaciones
moderadas de la PIC (presión intracraneal).
3. Distorsión de los tejidos elásticos: La desaceleración brusca (colisión
frontal) debido al efecto de la inercia puede ocasionar lesiones por
impacto directo o indirecto con desplazamiento de vísceras. Así mismo
se produce un aumento aparente de peso en la desaceleración.

Lo que influye en la tolerancia a las aceleraciones va a depender de:

• Valor absoluto de la aceleración.


• Duración.
• Eje del cuerpo en el que se aplica.
• La intensidad será mayor si no existen medidas de sujeción.
• En pacientes inestables, la intensidad será diez veces superior.
En el Transporte Sanitario terrestre tienen mayor importancia los cambios en
las Aceleraciones y Desaceleraciones en sentido longitudinal. En el aéreo tienen
mayor relevancia los cambios en sentido transverso y vertical debidos a los
cambios de trayectoria.

Las medidas que se deberán tomar con respecto a las aceleraciones y


desaceleraciones son las siguientes:

• Conducción prudente y regular.


• Material y equipo bien fijado.
• Utilización de bombas de perfusión para administración de
fármacos.
• Posición adecuada del paciente.
• Sólido amarre a camilla.
• Cinturón de seguridad.
• Utilización de colchón de vacío.
• Comunicación fluida con el paciente.

B. Vibraciones

Las vibraciones son una forma de energía que puede transformarse en fuerza
mecánica, calor o presión.

Las vibraciones repercuten en el organismo por

• Contacto directo (trepidaciones).


• Contacto indirecto (sonidos).

Las vibraciones que repercuten negativamente en el paciente oscilan entre los


3 y 20 Hz, siendo las más negativas las que oscilan entre los 4 y 12 Hz.
produciendo resonancia en órganos internos, destrucción hística especialmente
en capilares sanguíneos y aumento del riesgo de hemorragias principalmente en
pacientes con politraumatismos y shock.

En todo caso se produce una respuesta vegetativa, ventilatoria y circulatoria.


Se produce principalmente dolor torácico, abdominal, cefalea, tenesmo rectal y
vesical.
A continuación se presenta una tabla en la que se indica el efecto de las
vibraciones, comparada con la frecuencia, en Hz que se produce:

EFECTO FRECUENCIA (Hz)

Cefalea 13-20

Dolor de mandíbula 13-20

Dificultad para el habla 6-8

Dolor torácico 5-7

Dolor al respirar 1-3

Dolor abdominal 4,5-10

Dolor lumbosacro 8-12

Tenesmo rectal 10,5-16

Tenesmo vesical 10-18

Las vibraciones que se producen en el Transporte Sanitario terrestre


(ambulancias) están comprendidas entre los 4 y 16 Hz. y por lo tanto en la banda
más peligrosa biológicamente.

Los helicópteros producen vibraciones que oscilan entre los 12 y los 18 Hz. (de
más baja frecuencia los de dos palas y más altas los de cuatro palas).

Los aviones oscilan entre los 40 y 50 Hz. por lo tanto no situadas entre las
peligrosas.

Las vibraciones pueden influir sobre los aparatos médicos de control del
paciente principalmente artefactos en el monitor de T.A. Artefactos en el ECG.
Artefactos en bombas de perfusión y pulsioxímetro.
C. Ruido

El ruido producido por las sirenas de las ambulancias es el que más afecta a
los pacientes trasladados, produciéndoles ansiedad y miedos con las
consiguientes descargas vegetativas en forma de bradicardias-taquicardias, hiper
o hipotensión, hiperventilación o trastornos de la conducta.

La intensidad del ruido en ambulancia oscila entre 70 y 80 dB, en helicópteros


entre 80 y 90 dB y menos en aviones.

Durante el traslado mediante Transporte Terrestre se tendrá en cuenta:

• Realizar una protección acústica del paciente.


• Utilizar medios digitalizados de diagnóstico.
• Imposibilidad de Auscultación cardíaca y pulmonar con el
fonendoscopio.
• Apoyo psicológico y sedación si es necesario del paciente.

En cuanto a la utilización de sirenas en el Transporte Sanitario en ambulancia


deberá tenerse en cuenta que:

• La potencia e intensidad no son enmascarables.


• Influirán las subidas y bajadas de intensidad y los ciclos rápidos.

La frecuencia recomendada es de 1 – 4 Khz siendo audibles entre 8 – 12 m.

En las intersecciones urbanas deberá reducirse la velocidad del vehículo.


Los efectos nocivos de las sirenas se expresarán en forma de:

• Molestias al ciudadano.
• Trastornos del sueño.
• Pérdidas de audición del personal sanitario.
• Ansiedad y miedos en el paciente así como alteraciones vegetativas
y de las constantes hemodinámicas.

D. Temperatura

En el transporte sanitario, influyen de forma negativa los siguientes aspectos:

• Las bajas temperaturas produciéndose colapso vascular periférico


• Se dificulta la obtención de accesos venosos periféricos
• Se provocan escalofríos y tiritonas que aumentan el consumo de
oxígeno.

Se facilita la hipotermia no solo por la baja temperatura ambiental sino que


ésta puede incrementarse con la perfusión de sueros fríos.

Las bajas temperaturas pueden afectar a algunos medicamentos como la


cristalización del Manitol y las pilas de Ni-Cd que utilizan algunos aparatos
electromédicos pueden descargarse.

Deberá tenerse en cuenta evitar situaciones de Hipotermia principalmente en:

• Neonatos (imprescindible traslado en incubadoras).


• Niños.
• Enfermos con patología cardíaca.
• Politraumáticos y quemados.
El calor excesivo puede provocar sudoración profusa y alteraciones
hidroelectrolíticas en pacientes inestables hemodinámicamente.

La infusión de sueros recalentados pueden llegar a provocar golpes de calor.

Los efectos relacionados con los cambios de temperatura se pueden paliar


mediante:

• Adecuado aislamiento asistencial.

• Un buen sistema de acondicionamiento del aire.

• La no exposición al sol ni al frío de los vehículos de transporte.

• Al uso de mantas térmicas.

E. Altitud

Los efectos del descenso de la presión atmosférica, mediados por la altitud,


son fundamentalmente de dos tipos:

• Los relativos a la disponibilidad del oxígeno.


• Los derivados de la expansión de los gases.

Aún cuando la proporción de los gases, que mezclados forman el aire, puede
considerarse constante a cualquier altura de la troposfera, las presiones parciales
de los mismos varían en función de la altitud sobre el nivel del mar. El volumen
de un gas es inversamente proporcional a la presión cuando la temperatura se
mantiene constante (Ley de Charles) (Ley de Boyle).

Se puede producir un déficit de aporte de Oxígeno en aquellos pacientes con:

• Enfermedades respiratorias agudas o crónicas:los pacientes


con bronquitis crónica, enfisema o cor pulmonale que tienen
comprometida de antemano su capacidad de oxigenación, pueden
presentar un cuadro de hipoxia grave. No obstante, pueden ser
transportados por vía aérea siempre que se les suministre O2 durante el
vuelo. Aquellos que presenten disnea de pequeños esfuerzos (caminar 50
m en llano) requieren un estudio detenido de su función pulmonar y
posibilidad de utilizar O2 en vuelo. Cualquier paciente con disnea de
reposo se le debe contraindicar el desplazamiento por vía aérea hasta su
completa estabilización. Los asmáticos, bien controlados médicamente,
pueden volar en principio.
• Trastornos isquémicos de cualquier localización, con especial
incidencia en las enfermedades coronarias: a los enfermos
cardiovasculares se les debe de tratar de controlar antes de la evacuación.
Es importante una monitorización exhaustiva del ECG, Frecuencia
cardíaca, pulso, diuresis horaria. Todo ello destinado a detectar signos de
bajo gasto. La Insuficiencia Cardíaca no controlada es una
contraindicación. La incidencia de nuevos episodios isquémicos coronarios
desencadenada por la discreta hipoxia de la cabina es significativamente
elevada, por lo que se precisará de una buena oxigenación durante el
traslado.
• Anemias importantes: concentraciones de Hb de 7,5g/dl o menos,
constituyen una contraindicación relativa para los desplazamientos
aéreos, dependiendo fundamentalmente de la cronicidad de la enfermedad
y de la duración del vuelo. Un valor de Hto inferior a 30% debe
desaconsejar el transporte aéreo, si éste no se realiza en helicóptero o
avión medicalizado con oxígeno suplementario.

Sistema gastrointestinal: Agravamiento de ileos, producción de dehiscencias de


suturas, ulceraciones diverticulares, aumento de la presión diafragmática por
distensión abdominal. En evacuaciones urgentes se recomienda la colocación de
sonda nasogástrica o rectal.

Sistema respiratorio: Agravamiento de los neumotórax por aumento de su


volumen, por lo que deben tratarse con anterioridad al transporte y sustituir el
sistema normal de drenaje torácico por un aparato con válvula de un solo
sentido (Válvula de Heimlich). No es infrecuente la rotura de bullas.

Sistema nervioso central: Aumento de la Presión Intracraneal (PIC), pudiendo


presentarse a veces en traumatismo craneoencefálico, descenso del nivel de
consciencia que se recupera al bajar la altura de vuelo.

F. Alteraciones psicológicas relacionadas con el TS

La Ansiedad que el transporte del paciente produce y asociado con una gran
variedad de estímulos no habituales, como el ruido, las vibraciones, o las
alteraciones del ritmo de sueño-vigilia, puede resultar lo suficientemente intensa
como para que determinadas alteraciones psiquiátricas se manifiesten o
reagudicen.
El paciente con variaciones de su nivel cognitivo y su marco conductual, va a
vivir esta situación como estresante por varios factores:

• Incertidumbre: no sabe lo que le va a pasar, sospecha que está


en peligro. Este peligro no tiene por qué ser objetivo, lo que importa es
cómo vive esta situación. Además hemos de diferenciar entre víctimas
inconscientes y víctimas conscientes, dentro de éstas últimas, entre las
diferentes patologías. Existen patologías con una carga psicosomática
mayor que otras, independientemente de su pronóstico médico.
• Adaptación: lo que supone como respuesta al cambio en su
situación de paciente grave y que él percibe como grave.
• Desinformación: no sabe qué hacer, cómo actuar, se encuentra
indefenso, pasivo.

En ocasiones en que el traslado es inevitable, la sedación puede ser la única


manera de transportar a un paciente en condiciones de seguridad, pero los
fármacos con actividad anticolinérgica producen, entre otros efectos
secundarios, disminución del peristaltismo intestinal con aumento de la
cantidad de gases retenidos en el tracto digestivo.

Pacientes depresivos con ansiedad, con alteraciones emocionales, pueden ser


causa de problemas durante el traslado.

Hay dos factores que diferencian a este tipo de enfermos:

• Algunos pueden mantener conductas no previsibles; su forma de


actuar suele ser brusca, autodestructiva y a veces rara, su conversación
ininteligible y socialmente inaceptable. Ante ellos, los miembros de la
tripulación pueden sentirse ansiosos y con sensación de peligro.
• Otros pacientes no se consideran a sí mismos enfermos y rechazan
cualquier tipo de ayuda médica o tratamiento. Por ello, la decisión del
transporte aéreo de un enfermo mental a de ser especialmente valorada
por su psiquiatra y disponer de los medios adecuados para prevenir
cualquier incidencia médica durante el vuelo.
G. Situaciones especiales

Algunos casos especiales que pueden darse en lo referente al transporte


sanitario son:

• Embarazadas.
• Recién nacidos.

Embarazadas

En principio, un embarazo normal no debe contraindicar un transporte aéreo.

La mayor parte de las compañías aéreas, no suelen transportar pacientes por


encima de las 35 – 36 semanas de gestación debido a la posibilidad de que se
desencadene el parto en el vuelo.

La dilatación de gases en el tubo digestivo puede resultar especialmente


molesta en un abdomen ya dilatado por un útero grávido, y contribuir a un
aumento de la presión abdominal y moderada sensación de mareo, náuseas y
vómitos.

En aquellos casos de placenta insuficiente, el discreto grado de hipoxia de la


cabina asistencial puede empeorar la ya deficiente oxigenación fetal.

Recién nacidos

Durante las primeras 48 horas, los alveolos pulmonares no se encuentran


completamente expandidos y la relación / perfusión es baja. Incluso un recién
nacido normal puede presentar, en estas primeras horas, una presión parcial de
Oxígeno (PO2) de 65 – 80 mmHg, que se vería disminuida con la baja PO2
ambiental de la cabina.

Cuando el traslado es absolutamente imprescindible para que el neonato sea


tratado, deberá realizarse en una incubadora que mantenga la temperatura y el
nivel de oxigenación adecuados. Dicha incubadora deberá poder conectar con el
sistema de la aeronave. Deberá contarse así mismo con monitorización ECG y
constantes (PSNI y SatO2) para prematuros, bombas de infusión y respirador
neonatal.

5. Efectos De Las Variaciones De La Velocidad, Vibraciones, Ruidos,


Temperatura Y Altitud

Por otro lado, los principales factores que influyen en el traslado de los
pacientes, además de los ya mencionados, son los siguientes (Cañamares y
López de Ochoa, 2003):

• Velocidad.
• Vibraciones.
• Ruidos.
• Temperatura.
• Altitud.

A. Velocidad

Todos los seres vivos se han desarrollado influenciados por la fuerza de la


gravedad cuyo valor es de 9,8 metros por segundo, de manera que cuando
experimentan una fuerza de valor diferente a éste, o lo que es lo mismo, cuando
se experimenta un cambio en la aceleración, el organismo lo percibe, de manera
que incluso puede provocar una alteración además de responder con mecanismos
de compensación. De esta manera, si la fuerza de desplazamiento es constante,
las alteraciones son nulas.
En las aceleraciones y deceleraciones cuantificamos su intensidad en función
de la gravedad, de manera que serán positivas cuando actúen en el mismo
sentido que la gravedad (g positiva); y serán negativas (g negativas) cuando
actúen en sentido inverso.

A pesar de ello, se caracteriza por poseer una serie de factores que influyen en
la tolerancia a las aceleraciones. Dichos factores son (Cañamares y López de
Ochoa, 2003):

• El valor absoluto de la aceleración (a mayor intensidad, mayor


influencia).
• La duración de la aceleración (a mayor duración, mayores efectos).
• El eje del cuerpo en el que se aplican.

En general, se puede decir que las aceleraciones, exceptuando los accidentes,


son de mediana intensidad además de ser pocos sentidas por las personas sanas.
Sin embargo, para los pacientes inestables, pueden ser muy peligrosas ya que
puede causar un efecto muy pernicioso para su estado (puede llegar a multiplicar
por 10 su intensidad).

Los efectos que pueden causar las aceleraciones y deceleraciones pueden


clasificarse, según Cañamares y López de Ochoa (2003), de la siguiente forma:

• Cambios en la atracción gravitatoria.


• Cambios en la presión hidrostática.
• Distorsión de tejidos hidrostáticos.

Cambios en la atracción gravitatoria

Teniendo en cuenta las leyes de Newton, si la aceleración es positiva, la sangre


tiende a acumularse en la parte inferior del cuerpo, mientras que lo hará en la
parte superior si la aceleración es negativa (Molina, García y López, 2006).

Estas alteraciones son corregidas por mecanismos reflejos originados en la


aurícula, aorta y seno carotídeo, y cuya respuesta nerviosa central es conducida
hasta el corazón y grandes vasos sanguíneos. Sin embargo, los cambios
gravitatorios también pueden originar pequeños desplazamientos de los órganos
internos que en casos extremos, pueden producir rotura y hemorragia por falta
de control hemodinámico.

De esta forma, las aceleraciones negativas entre 0,5 – 0,9g. originan fuerzas
de inercia que elevan la presión arterial, producen bradicardia e incluso paro
cardiaco. Por su parte, las aceleraciones de arranque pueden llegar hasta 0,8g.
provocando hipotensión y taquicardia (Molina, García y López, 2006).

Cambios en la presión hidrostática

Si la aceleración es negativa, entre 0,5 – 0,8g. debido a un frenazo brusco, se


originan fuerzas de inercia que desplazan la sangre ocasionando un aumento de
la presión arterial, aumento de la presión venosa central, bradicardia y paro
cardiaco, tal y como se ha mencionado anteriormente (Molina, García y López,
2006).

Por el contrario, si la aceleración es positiva de 0,5 – 0,8g., se originará


hipotensión, taquicardia y alteraciones en la repolarización Ventricular .

Por consiguiente, el aumento de la presión hidrostática interna se deberá al


aumento de peso de la sangre en los vasos sanguíneos (Molina, García y López,
2006).

Distorsión de vísceras y tejidos elásticos

Tras una deceleración brusca, los órganos internos pueden sufrir desinserción
y rotura, daños que dependerán de la intensidad de dicha deceleración. Ésta a
su vez está influenciada directamente por la velocidad inicial, e inversamente por
la distancia recorrida hasta la detención total.

Dicha deceleración, hace que los órganos internos tengan un peso aparente
muy superior al real, por lo que se recomienda que el traslado del paciente
inmovilizado, se haga sobre un colchón de vacío y mediante una fuerte sujeción
a la camilla de traslado (Molina, García y López, 2006).

B. Vibraciones

Las vibraciones son una forma de energía que se va a convertir, dentro del ser
humano, en una fuerza mecánica, en presión o en calor. En estos casos, es
necesario tener en cuenta ciertas características tales como el punto de impacto,
la dirección y la capacidad de amortiguación de los tejidos.

En estos casos, las alteraciones sobre el organismo son muy diversas,


dependiendo principalmente de la frecuencia de la vibración. Por este motivo, es
necesario tener extremada precaución con aquellas vibraciones que oscilan entre
3 y 20 hercios, ya que en estos márgenes se puede aumentar el riesgo de
hemorragia en pacientes politraumatizados, producirse taquicardias y llegar a la
hiperventilación (Molina, García y López, 2006).

Con anterioridad ya comprobamos los efectos de las vibraciones en función de


su frecuencia.
C. Ruido

El nivel de ruido promedio en un transporte terrestre, más concretamente, se


encuentra situado entre los 69 y los 75 dB. Dichos niveles, son susceptibles de
producir en el paciente sensaciones de miedo y ansiedad, e incluso desencadenar
otras reacciones vegetativas.

Además de esto, la intensidad del ruido impide llevar a cabo técnicas tales
como la toma de tensión arterial, la auscultación etc. Igualmente, las sirenas
producen efectos negativos tanto en la población como en el personal de los
servicios de urgencia, dado que se exige que tengan ciertas cualidades en cuanto
a potencia y frecuencia que impidan ser enmascaradas por otros sonidos (Molina,
García y López, 2006).
D. Temperatura

La temperatura excesivamente alta o baja en el habitáculo, influye de manera


negativa sobre el paciente, así como sobre la medicación almacenada en la
ambulancia (Molina, García y López, 2006).

Por un lado, la temperatura baja produce colapso vascular periférico,


dificultando la canalización de vías venosas, escalofríos, tiritonas que hace que
el consumo de oxígeno aumente, etc.

Por otro lado, la temperatura alta puede dar lugar a una sudoración profusa, y
afectar al equilibrio hidroelectrolítico en personas clínicamente estables. Además,
si los sueros poseen una temperatura de estas características, pueden provocar
en el paciente golpes de calor.

En definitiva, la temperatura debe ser lo más confortable posible, intentando


mantenerla constante, por lo que debe tener un buen aislamiento térmico, y
evitarse que el vehículo se encuentre sometido a largas exposiciones al sol o al
frío (Molina, García y López, 2006).

E. Monitorización

Esta deberá de ser fácil y rápida de aplicar, portátil, de material resistente,


autónoma (con baterías recargables, pilas…) que le afecten poco las vibraciones
y aceleraciones además de ser no invasiva.

Debido a que no siempre es posible realizar una vigilancia del paciente


adecuadamente, podemos diferenciar distintos tipos de medios de
monitorización. Estos son, junto con sus limitaciones, las que mostramos a
continuación (Cañamares y López de Ochoa, 2003):

• Monitorización respiratoria: en este caso, la valoración clínica,


es la monitorización básica de la función respiratoria.
• Monitorización de la oxigenación: podemos diferenciar:
o Oxímetro: hace referencia a la monitorización continua de
oxígeno.
o Pulsioxímetro: instrumento que se utiliza para saber la
saturación de oxígeno a pesar de no ser útil durante el masaje
cardiaco, mala perfusión, determinadas radiaciones, vibraciones…
o Monitor cutáneo de PO2: no se suele emplear ya que sus
limitaciones y elevado coste no compensan, puesto que no son
operativos en la fase prehospitalaria.

• Monitorización de la ventilación: para este tipo de


monitorización podemos diferenciar:
o Espirómetro: hace referencia a la monitorización respiratoria
y apneas, la cual no se suele utilizar, a pesar de ser necesario su
presencia en la ambulancia.
o Capnógrafo: hace mención al medidor de CO2 aspirado.
Podemos diferenciar entre varios modelos los cuales son muy útiles
y aún más en los medios de trasporte aéreos.
• Monitorización transcutánea de CO 2 : este tipo de
monitorización se va a caracterizar principalmente por los problemas que
presenta, los cuales son muy similares al monitor transcutáneo de O2.

• Monitorización de la mecánica respiratoria: en este tipo de


monitorización se debe de vigilar la presión inspiratoria que nos hará
sospechar de la existencia de problemas como la obstrucción,
desconexión, extubación, neumotórax, agitación; de manera que el caso
de existir un problema ventilatorio, no disponemos de un único medio de
exploración sino que será la suma de datos clínicos, presiones del
respirador, saturación de oxígeno, volumen espirado… que nos ayudará
en la elaboración del diagnóstico. Por ello siempre que se proceda a
realizar este tipo de monitorización, habrá que detener el vehículo para
poder realizarlo.
• Monitorización de la circulación.
• Monitorización hemodinámica: en este tipo de monitorización
suelen ser muy frecuentes además de fundamentales los signos de
perfusión de distintos órganos, además de la diuresis durante el transporte
del paciente a centro hospitalario más cercano.

6. Medidas de confort y seguridad en el traslado

Durante el traslado, además de la atención dada al paciente, lo más importante


es su comodidad durante todo el proceso. Para que todo esto sea efectivo,
siempre y cuando las heridas o la patología del paciente lo permitan, se
adoptarán ciertas medidas que faciliten su buen estado y dicha comodidad. Entre
ellas (Guinot, 2007):

• Durante el traslado la temperatura debe ser óptima, tanto en frío


como en calor y siempre en función a las necesidades del paciente, de
forma que no empeore su estado.
• En todo momento, la conducción debe ser segura y siempre
siguiendo las normas de tráfico, la señalización de la vía y su estado.
• Es imprescindible aportar al herido un fuerte grado de confianza
durante el traslado, demostrando así la profesionalidad del personal
sanitario que lo atiende. En este sentido, es recomendable advertirle de
cualquier acción o maniobra que se vaya a llevar a cabo.

• En el traslado, el paciente estará atado con la cinchas de la camilla,


evitando movimientos bruscos y caídas. Además, al trasferirlo al hospital,
se mantendrá a la víctima tapada con una sábana, preservando así su
intimidad.

Destacamos, por tanto, que tan importante es una buena atención al paciente
como su adecuada manipulación y traslado. Es por esto que se van a tomar en
cuenta medidas necesarias, siempre y cuando la patología del paciente lo
permita, para el buen estado y comodidad del mismo durante el traslado.

Es importante mantener en todo momento una temperatura adecuada, ya sea


referente al frío o al calor, para no empeorar en ningún momento el estado del
paciente.
Glosario

• Monitorización: Acción de controlar una acción mediante


monitores.
• Transporte: 1. Acción de llevar o trasladar una persona o cosa de
un lugar a otro2. Vehículo o medio que se usa para trasladar personas o
cosas3. En geología, desplazamiento de los materiales procedentes de la
erosión desde su lugar de origen hasta las cuencas sedimentarias.
• Ambulancia: Coche con camillas para transportar enfermos.
• Cinetosis: Malestar generalizado provocado por el movimiento de
los vehículos y relacionado con la excitación del laberinto.
• Patología: 1. Parte de la medicina que estudia la naturaleza de las
enfermedades, especialmente de los cambios estructurales y funcionales
de los tejidos y órganos que las causan2. Conjunto de enfermedades de
una persona.
• Quirúrgicas: Perteneciente o relativo a la cirugía.
• Torácico: Relativo al tórax.
• Traumatismos: Lesión de los tejidos o los órganos causada por
agentes mecánicos, gralte. externos.
• Hipotálamo: Porción ventral del encéfalo, capaz de elaborar
ciertas hormonas, que son vertidas a la sangre a través de la
neurohipófisis. Regula parcialmente la secreción de la hipófisis y, por lo
tanto, todo el sistema endocrino.
• Tolerancia: 1. Respeto a las opiniones, ideas o actitudes de los
demás, aunque no coincidan con las propias2. Capacidad que tiene un
organismo para resistir y aceptar el aporte de determinadas sustancias3.
Diferencia máxima entre el valor nominal y el valor real de la cualidad o
la cantidad de una sustancia o de un material.
• Auscultación: Método de examen clínico consistente en percibir
los ruidos que producen los órganos en funcionamiento.
• Hipotermia: Descenso o reducción de la temperatura del
organismo por debajo de la normal.
• Ansiedad: 1. Preocupación o inquietud causadas por la inseguridad
o el temor, que puede llevar a la angustia2. Estado de intensa excitación
y nerviosismo.
• Ventricular: Relativo al ventrículo.
Recuerda

• Transporte sanitario primario: todo aquel que se realiza desde


el lugar del incidente hasta el centro hospitalario.
• Transporte sanitario secundario: este se realiza entre dos
centros hospitalarios.
• Varios tipos de posiciones para el traslado y/o colocación del
paciente según la patología del mismo. Estas son, según Moltó y Ponce
(2008), las siguientes:
• Posición lateral de seguridad.
• Posición de Fowler.
• Síndrome de comprensión de la vena cava inferior.
• Insuficiencia respiratoria traumática.
• Recomendaciones básicas que le permitirán un traslado más
cómodo y seguro para el paciente:
• Fijar las vías venosas y sondas.
• Evitar cambios innecesarios de camillas.
• Si procede, inmovilizar la columna vertebral y miembros.

• Colocar adecuadamente al paciente según la patología y con la


cabeza en el sentido de la marcha.
• Los factores que determinan cambios fisiológicosson: cambios
en la velocidad: efectos de las aceleraciones y deceleraciones, vibraciones,
ruidos, temperatura o monitorización.
• Los efectos que pueden causar las aceleraciones y
deceleraciones pueden clasificarse, según Cañamares y López de Ochoa
(2003), de la siguiente forma:
• Cambios en la atracción gravitatoria.
• Cambios en la presión hidrostática.
• Distorsión de tejidos hidrostáticos.
• Las vibraciones son una forma de energía que se va a convertir,
dentro del ser humano, en una fuerza mecánica, en presión o en calor.
• La intensidad del ruido impide llevar a cabo técnicas tales como
la toma de tensión arterial, la auscultación etc.

• La temperatura excesivamente alta o baja en el habitáculo,


influye de manera negativa sobre el paciente, así como sobre la
medicación almacenada en la ambulancia.
• Medidas de confort y seguridad en el traslado: durante el
traslado la temperatura debe ser óptima; la conducción debe ser segura y
siempre siguiendo las normas de tráfico, la señalización de la vía y su
estado; es imprescindible aportar al herido un fuerte grado de confianza
durante el traslado; en el traslado, el paciente estará atado con la cinchas
de la camilla, evitando movimientos bruscos y caídas.
TEMA 4 TRANSFERENCIA DEL PACIENTE DEL LUGAR DEL SUCESO AL ÁREA DE URGENCIA.

INTRODUCCIÓN

Al hablar de la transferencia de pacientes, estamos haciendo referencia a la


entrega del paciente al equipo médico y de enfermería, y a la transmisión de
información, tanto verbal como escrita, sobre todo lo acontecido durante la
intervención.

De esta manera, la transferencia del paciente se convierte en uno de los


últimos eslabones en lo que a asistencia prehospitalaria se refiere.

A lo largo de la presente Unidad Didáctica se atenderán diferentes aspectos


relacionados con la transferencia del paciente del lugar del suceso al área de
urgencia, tales como el concepto y objetivo de la transferencia de pacientes; la
transferencia verbal y documentada; los datos de filiación y de la actuación
sanitaria en la transferencia del paciente; tipos de informes de asistencia de
transporte sanitario; transferencia del paciente al área de urgencia; triaje
hospitalario; criterios de clasificación; funciones del profesional; responsabilidad
legal; o transporte de órganos y muestras biológicas.

OBJETIVOS

• Realizar la transferencia del paciente al centro sanitario útil.


• Describir los datos de filiación, así como los del resultado de la
valoración inicial y continuada del paciente durante el traslado.
• Realizar un informe de asistencia inicial y traslado del paciente con
una determinada patología.
• Comunicar verbalmente al responsable del triaje hospitalario toda
información relacionada con el traslado.
• Informar al paciente y familiares sobre las condiciones del traslado,
del tiempo aproximado y del hospital de destino.
• Vigilar al paciente durante el traslado al centro sanitario útil
observando su estado para actuar inmediatamente ante una evolución
desfavorable.
• Comunicar al centro coordinador cualquier variación en el estado
del paciente que revista gravedad o haga preciso variar las condiciones de
traslado.
MAPA CONCEPTUAL

1. Concepto y objetivo de la transferencia de pacientes

Transferencia de pacientes: Estamos haciendo referencia a la entrega del


paciente al equipo médico y de enfermería, y a la transmisión de información,
tanto verbal como escrita, sobre todo lo acontecido durante la intervención.

De esta manera, la transferencia del paciente se convierte en uno de los


últimos eslabones en lo que a asistencia prehospitalaria se refiere, así se recoge
en las fases de dicha asistencia (Guinot, 2009):

• Preparación del equipo.


• Alarma ante una demanda sanitaria.
• Orden de Intervención .
• Intervención de las unidades móviles.
• Aproximación y valoración del paciente.
• Asistencia inicial.
• Extracción y rescate.
• Estabilización y traslado.
• Elección del centro adecuado.
• Transporte al centro elegido.
• Transferencia al equipo Hospitalario .
• Informe y recuperación de la operatividad.
• Seguimiento y control de la evolución del paciente hospitalizado.
Durante esta operación, el equipo de urgencias prehospitalario es el encargado
de hacer saber al equipo que lo recibe en el hospital, los cuidados realizados al
enfermo durante su traslado, así como el lugar del incidente, cómo se ha
producido la lesión o enfermedad, etc., esta información cobra una significativa
trascendencia, ya que posibilitará el seguimiento y la continuación de los
cuidados que se iniciaron durante la asistencia, además de aportar al personal
del hospital una información que en muchos casos se hubiera escapado
(Guinot, 2009).

La importancia de la transferencia de pacientes radica en este intercambio de


información, puesto que si no se realiza adecuadamente, el paciente puede correr
grandes riesgos.

De esta forma, durante la asistencia primaria (la realizada en el lugar de un


suceso o en el domicilio del paciente), es muy importante recoger toda la
información posible sobre su enfermedad, sus antecedentes personales, el
domicilio, las condiciones en las que vive, etc., así como aquella que haga
referencia a los primeros cuidados y técnicas practicadas por los servicios de
urgencias (Guinot, 2009).

En este sentido, la transferencia se realizará cada vez que un equipo sanitario


se haga cargo de un paciente, y siempre en el centro de recepción definitivo del
paciente con el fin de informar al personal que se hará cargo de los cuidados del
paciente.

Por este motivo, la transferencia de pacientes tiene como objetivos principales


los que siguen a continuación (Guinot, 2009):
• Servir como medio de comunicación entre distintos equipos
asistenciales que intervienen en la asistencia del paciente.
• Permitir la continuidad de cuidados e intervenciones realizadas
sobre el paciente y además facilitarlos.
• Servir de base para valorar la calidad y eficacia de las
intervenciones y cuidados realizados, así como aportar datos útiles para
la investigación y la docencia a través del registro de la transferencia en
un documento legal.

2. Transferencia verbal y documentada

Tal y como se ha apuntado anteriormente, la transferencia del paciente se


llevará a cabo tanto de forma verbal como de forma escrita. Ambas, deben reunir
ciertos aspectos importantes (Guinot, 2009):

Información verbal

Tendrá las siguientes características (Guinot, 2009):

• Claridad, brevedad y concisión.


• Debe recoger al menos los siguientes datos:
o Edad.
o Sexo.
o Antecedentes personales relevantes.
o Patología o proceso principal que le sucede al paciente.
o Lesiones asociadas a la Patología .
o Nivel de conciencia y estado hemodinámico.
o Soporte asistencia que presenta el Enfermo .
o Evoluciones y complicaciones.

Transferencia documental

La transferencia documental es la información documental aportada junto con


el paciente. Ésta, deberá poseer (Guinot, 2009):

• Todo lo que se ha comentado en la información verbal, aumentando


los detalles, lo que implica referencia a:
o Horarios.
o Dosis .
o Incidencias asistenciales.
o Calibre de las vías.
o Fármacos empleados y efectos de éstos.
• Lenguaje claro y letra legible.
Aun así, se anotará únicamente lo realizado durante la intervención, añadiendo
antecedentes personales del paciente, datos sobre la problemática social,
condiciones higiénicas, etc. De todas las formas, no se deben anotar
comentarios indecisos o ambiguos, ni apreciaciones personales (Guinot, 2009).

2.1. Comunicación con en el centro coordinador

Comunicación: Es un elemento de vital importancia para el día a día, siendo el


medio a través del cual se produce la relación con el entorno. Por ello, es cierto que
se necesita tenerla en cuenta para “la vida de la empresa”, ya que hay que convivir
en este microentorno y será de gran utilidad el dominio de esta capacidad de
relación.

La comunicación persigue tres objetivos básicos:

• Informar.
• Convencer.
• Persuadir.

Por otro lado, no se deberá olvidar el esquema del proceso de comunicación,


que se resume en lo siguiente:
El punto de partida es la persona emisora, quien emite un mensaje que habrá
de codificarlo previamente y que se transmitirá a través de un canal (aire,
papel, imagen,…). A su vez, la persona receptora recibirá este mensaje, que
tendrá que descodificarlo para entenderlo y poder transmitir una respuesta. Por
otro lado, incidirán las circunstancias que pueden actuar eliminando eficacia del
proceso, conociéndose como barreras.

Cuando nada más que interviene, de forma activa, uno de los implicados, se
dice que existe comunicación unilateral, mientras que cuando ambos interactúan
y, por tanto, se produce una respuesta o feedback, se dice que se trata de una
comunicación bilateral.

Se sabe que los seres humanos tienen cinco sentidos a través de los que se
comunican (vista, olfato, gusto, tacto y oído). Por ello, siempre que sea posible,
se tendrán que emplear la mayoría de ellos, para conseguir una comunicación
más efectiva y, a la vez, obtener una respuesta mejor.

La comunicación verbal tiene lugar cuando el código utilizado en el proceso de


la comunicación es un idioma. Es la forma más natural de comunicación entre
seres humanos y también la que puede generar más problemas. Debe prestarse
especial atención a aspectos como la voz, el timbre, a la vocalización,….
Dentro de la Comunicación con el centro coordinador, se atenderán a dos
aspectos principales como son:

• Lenguaje radiofónico. Concepto, tipos y finalidad.


• Transmisión de datos y comunicaciones ofimáticas.

2.1.1. Lenguaje radiofónico. Concepto, tipos y finalidad

Lenguaje radiofónico: “es un conjunto de normas y convenios que nos permiten


optimizar el uso de los equipos radiotelefónicos, consiguiendo conversaciones de
menor duración y de mayor seguridad e inteligibilidad” (Cruz Roja, 2003).

Como norma general, está caracterizado por ser conciso, breve y uniforme
(Cruz Roja, 2003), a la vez que por su intensidad, su claridad y su interferencia
(Moltó y Ponce, 2008). Éstas últimas, pueden variar de la siguiente forma (Moltó
y Ponce, 2008):

• Intensidad:
o Inaudible.
o Débil.
o Buena –.
o Buena.
o Buena +.
• Claridad:
o Mala.
o Escasa.
o Regular.
o Buena.
o Excelente.
• Interferencia:
o Nula.
o Ligera.
o Moderada.
o Considerable.
o Extrema.

Las llamadas radiofónicas pueden ser de tres tipos (Cruz Roja, 2003):

• Llamada simple: se efectúa a un solo indicativo.


• Llamada múltiple: se llama mediante un solo indicativo a un
grupo de equipos.
• Llamada a la red: se realiza a todos los equipos y no se requiere
dar todos los indicativos.

Sin embargo, todas ellas deben responder tanto a los criterios de eficacia, como
a las normas generales sobre las comunicaciones habladas. Ambos son (Cruz
Roja, 2003):

Criterio de eficacia de la explotación de una red radiotelefónica

• Conocimiento de la red o malla en la que se trabaja.


• Empleo del lenguaje radiotelefónico.
• Disciplina en la red.

Normas generales sobre las comunicaciones habladas

• Escuchar siempre antes de transmitir, para asegurarse de no causar


interferencias a otro mensaje en curso.
• Hablar clara y lentamente, articulando bien las palabras.
• Si la otra estación tiene que copiar el mensaje, dar tiempo entre
frase y frase.
• Procurar que los mensajes sean claros, completos y breves.
• Todo el que opera en una estación deberá estar instruido en el uso
del lenguaje radiotelefónico.
Así, tal y como se apuntan en ambas pautas, los equipos o personas que
realicen las transmisiones deben estar en perfecto conocimiento del
lenguaje radiofónico. Éste, recibe el nombre de Código Internacional
Alfanumérico y contiene los siguientes símbolos (Moltó y Ponce, 2008):

• A: Alfa
• B: Bravo
• C: Charlie
• D: Delta
• E: Eco
• F: Fox trot
• G: Golf
• H: Hotel
• I: India
• J: Juliette
• K: Kiko
• L: Lima
• M: Mike
• N: November
• Ñ: Ñoño
• O: Oscar
• P: Papa
• Q: Quebec

• R: Romeo
• S: Sierra
• T: Tango
• U: Uniforme
• V: Víctor
• W: Whisky
• X: X-Ray
• Y: Yankee
• Z: Zulú

En lo que respecta a los números del 0 al 9, van relacionados con cada una de
las letras de la palabra murciélago de la siguiente manera (Moltó y Ponce, 2008):

• M: 9
• U: 8
• R: 7
• C: 6
• I: 5
• E: 4
• L: 3
• A: 2
• G: 1
• O: 0

Esto permite que los números se indiquen de la misma forma que las letras.
Por ejemplo, el número 9 se podría decir “Mike”. Sin embargo, existe otra forma
de codificación que puede procurar menos confusiones.

En este caso, se realizaría de la misma forma que la del código ICAO, con la
excepción de que en vez de usarse para las letras, se haría para los números.
Dicha codificación sería la siguiente (Guinot, 2007):

• 1: primero
• 2: segundo
• 3: tercero
• 4: cuarto
• 5: quinto
• 6: sexto
• 7: séptimo
• 8: octavo
• 9: noveno
• 0: negativo

2.1.2. Transmisión de datos y comunicaciones ofimáticas

Los equipos de ofimática, son aquellos utilizados para generar, almacenar o


procesar información en un entorno de oficina. Son elementos empleados para
desarrollar la función administrativa de la tarea sanitaria, como por ejemplo
realizar informes de actuación y partes de intervención y elaborar toda la
documentación necesaria para desarrollar esta tarea (Guinot, 2009).

Entre los equipos de Ofimática más frecuentes, cabe destacar los ordenadores,
faxes y fotocopiadoras, y cualquier tipo de máquina electrónica que posee un
microprocesador informático y que se utiliza para la gestión de la
documentación administrativa que se necesita para realizar la tarea del
transporte sanitario (Guinot, 2009).
2.2. Documentación asistencial y no asistencial

Una buena Historia Clínico-Asistencial es una garantía para la calidad en la


atención sociosanitaria, y cuando se da a conocer el estudio de un nuevo
documento se potencia el interés de los profesionales de la organización y de
otras organizaciones de la misma línea, con lo cual el sector se enriquece con
nuevas aportaciones.

La palabra "documentos" evoca en nuestra mente un doble significado: por una


parte representa impresos, burocracia, obligaciones pesadas; por otra, significa
calidad asistencial, derechos, igualdad y universalidad en el trato al usuario.
Destacamos en la filosofía de los documentos conceptos esenciales para la
práctica de la asistencia sanitaria: interdisciplinariedad, trabajo en equipo e
historia clínica única, objetivos básicos de la formación y la asistencia
gerontológica contemporánea.

Los usuarios tienen derecho a conocer toda la información obtenida con


respecto a su salud y a disponer, en términos comprensibles para ellos, de
información verídica y adecuada en lo referente a su salud y al proceso
asistencial. No obstante, también se debe respetar la voluntad de una persona
de no ser informada, si no lo quiere o si así lo declara expresamente.

En el caso de los menores o los enfermos no competentes para entender la


información, se les debe informar de acuerdo con su grado de comprensión, y
también a los representantes, los familiares o las personas vinculadas con ellos.
Por otra parte, todo vehículo de transporte sanitario, para poder circular, debe
llevar una documentación obligatoria y en regla.

Esta documentación identificará la labor o actividad del vehículo y la


documentación necesaria para la asistencia del herido, siempre y cuando sean
ambulancias asistenciales.

Los documentos que no están relacionados con la actividad asistencial que


tienen relevancia legal y que ha de llevar un vehículo de transporte sanitario son
los siguientes:

• Permiso de circulación o certificado de matriculación.


• Ficha de inspección técnica de vehículos.
• Certificación técnico sanitaria de vehículos de transporte sanitario.
• Tarjeta de transportes.
• Registro de desinfección del habitáculo y equipamiento.
• Registro de las revisiones del material sanitario.
• Registro de actividades: las realizadas y las programadas.
• Libro de reclamaciones.
• Documentación relativa a la identificación de la dotación personal.
• DNI.
• Carné de conducir con los permisos adecuados para la conducción
de vehículos de emergencia.
• Carné acreditativo que identifique como miembro del servicio de
emergencias médicas (no todos lo servicios de emergencias médicas lo
establecen).

• Documentación asistencial de relevancia legal.


• Parte prehospitalario.
• Formulario intercentros.
• Formulario negociación de traslado o asistencia.

3. Datos de filiación y de la actuación sanitaria en la transferencia


del paciente

El sistema de información basado en el Conjunto Mínimo Básico de Datos


(CMBD) al Alta Hospitalaria y de los Procedimientos Ambulatorios
Especializados, constituye un importante instrumento de información que
permite conocer la casuística atendida, la actividad hospitalaria y su calidad a
nivel regional, posibilitando además que esta información sea comparable en el
ámbito nacional.

3.1. Datos de filiación

Los datos de filiación son el conjunto de datos que identificarán al paciente.


Entre ellos tenemos que destacar.

• Número de afiliación a la Seguridad Social, que está


representada en un campo tipo texto de 12 dígitos. Se acredita con la
tarjeta sanitaria, si el paciente no dispone de ésta se identificará
directamente el número de afiliación de Seguridad Social.
• Identificación del paciente. Se identificará por un número único
y exclusivo de Historia Clínica de cada paciente.
• Número de asistencia.
• Fecha de nacimiento. De la persona que va a recibir atención.
• Sexo. Se indicará si es hombre o mujer, o en algún caso puede
marcarse indeterminado por el estado del cuerpo.

• Residencia habitual. Es decir, el lugar donde reside la mayor


parte del año o el lugar en el que estuviera empadronado.
• Ocupación. Clasificamos la población según criterios de la
Clasificación Nacional de Ocupaciones. Divide la población en menores de
16 años y mayores de 16 años, dentro del segundo grupo tenemos
estudiantes, labores del hogar, jubilados/pensionistas, incapacidad
permanente, parados y ocupados.
• Financiación. Se indicará la fuente de financiación que cubra la
atención del paciente, que puede ser pública, como es la Seguridad Social,
o privada, como es el caso de Mutuas, Financiación mixta, Convenio
Internacional, etc.

3.2. Resultado de la valoración inicial

La atención prehospitalaria es aquella que se otorga a una comunidad desde


que se comunica el evento que amenaza la salud hasta que el o los individuos
afectados reciben atención en el nivel asistencial apropiado.

Los equipos de asistencia prehospitalaria atienden al paciente, intentan que


sobreviva, pero también desempeñan labores sociales, como, por ejemplo,
colaborar en campañas de concienciación en los centros docentes, donde su
principal objetivo es inculcar valores en futuras generaciones.

Se han estimado que entre el 15 y el 20% de las muertes en emergencias


devienen como consecuencia de un rescate defectuoso y un inadecuado
transporte, por lo que es necesario contar con personal cualificado que acuda al
lugar del siniestro y que emprenda inmediatamente la evaluación, estabilización
y transporte de las posibles víctimas.

La complejidad de las situaciones que se presentan y su diversidad justifican


que seamos meticulosos en cada uno de los pasos a dar, de manera que se den
los adecuados y cada uno lleve al siguiente.

La intervención prehospitalaria debe establecerse mediante una serie de


pautas estandarizadas, basadas en experiencias amplias y contrastadas, que
minimicen la necesidad de decidir ante los problemas que se presenten y
permitan dar una respuesta óptima.

Para valorar el estado del paciente y los cambios que se presentan como
consecuencia de un accidente, se deben medir una serie de parámetros como
son: la frecuencia respiratoria, la frecuencia cardiaca, la temperatura, el relleno
capilar y la tensión arterial. Estos parámetros son los que se conocen como
constantes vitales o signos vitales.

Los valores de los diferentes signos vitales varían de una persona a otra y en
determinadas situaciones como, por ejemplo, en función de la hora del día, la
actividad física, las enfermedades o traumas, etc.

Se pueden definir las constantes vitales o signos vitales como una serie de
señales que indican e informan de las funciones básicas del organismo y que son
imprescindibles para la vida.

Las diferentes constantes vitales que se pueden presentar son:


• Determinación de la frecuencia respiratoria.
• Determinación de la frecuencia cardiaca.
• Determinación de la temperatura corporal.
• Determinación de la pulsioximetría.
• Determinación de la presión arterial.

El proceso de valoración primaria cosiste en la recogida de datos sobre el


paciente que pueden ser de utilidad para facilitar la correcta actuación del
auxiliador. Esta valoración ha de ser sistemática y precisa.

Para valorar el riesgo vital en un paciente debemos, en primer lugar observar


la situación general en la que se encuentran sus sistemas orgánicos más
importantes: respiratorio, cardiovascular y neurológico.

La valoración primaria se inicia con la primera impresión que el auxiliador tiene


al ver al herido, que se forma a partir de lo que vemos y oímos, seguida de la
evaluación primaria propiamente dicha, que consiste en identificar problemas que
amenazan la vida del individuo, resumidos en la regla ABC:

Airway: Permeabilidad de las vías respiratorias necesarias para que llegue el


aire a los pulmones.

Breathing: Respiración espontánea y ventilación.

Circulation: Existencia de latido cardíaco y ausencia de grandes hemorragias.

La alteración de estos tres puntos se da en la parada cardio-respiratoria, que


será tratada posteriormente.
Sólo después de realizar la valoración primaria y las debidas actuaciones
(reanimación cardiopulmonar, apertura de vías, etc.), se realiza la valoración
secundaria.

Ésta consiste en la valoración del estado del accidentado de pies a cabeza,


tanto por delante como por detrás y por ambos laterales. Se han de buscar:

• Fracturas de miembros o de la columna vertebral.

• Golpes recibidos en la cabeza, tórax, abdomen o espalda que


puedan producir hemorragias internas.

• Lesiones contusiones, quemaduras, dolor, etc.

Durante este proceso se interrogará, si está consciente, al enfermo, intentando


obtener la mayor cantidad de información posible por si dejara de estarlo. Se
anotarán y posteriormente se transmitirán a los servicios sanitarios, los
siguientes datos:

• Nombre y apellidos.
• Edad.
• Constantes vitales (pulso y respiración).
• Enfermedades que padezca o haya padecido y alergias.
• Medicación que toma habitualmente (anticoagulantes, insulina...).
• Localización del dolor.
• Hormigueos, calambres, entorpecimiento de las piernas.
• Actuaciones de primeros auxilios realizadas y respuesta del
paciente a ellas.
• Si existe hemorragia, la cantidad aproximada y el origen.
• Si se está realizando la reanimación cardio-pulmonar, tiempo desde
la para tiempo que se está realizando la maniobra.
• Si existe intoxicación por fármacos o productos tóxicos, drogas o
alcohol, cuando, que cantidad y si hubo vómitos.

3.3. Resultado de la valoración continuada del paciente durante el


traslado

En pacientes en estado crítico, el comienzo del traslado es el aspecto más


importante del tratamiento definitivo sobre el terreno. Ninguna técnica que se
pueda realizar debe retrasar el comienzo del traslado del paciente crítico,
pudiéndose aplicar las mismas estando ya en ruta.

El traslado de estos pacientes debe realizarse al centro útil, es decir, aquel que
pueda dar solución a todos los problemas que el accidente haya generado en el
paciente. No siempre el centro útil es el más cercano al lugar del siniestro. La
existencia de servicios de neurocirugía, cirugía vascular, cirugía torácica, cirugía
cardiaca, etc., se antojan, en muchas ocasiones, fundamentales para poder
resolver el problema del paciente politraumatizado. Por ello, se debe trasladar al
paciente a un centro que disponga de dichas especialidades. El profesional de la
asistencia prehospitalaria debe manejar los rangos de tiempo junto con el estado
del paciente. Puede ocurrir que un paciente sea trasladado a un centro comarcal
que cuente sólo con cirugía general para solucionar una hemorragia que podría
resultar mortal en pocos minutos. Una vez solucionada se valorará un traslado
secundario al centro terciario que pueda cubrir todas las necesidades de ese
paciente.

Durante el traslado, tras la valoración primaria y la asistencia inicial, debe


continuarse con la monitorización del paciente, la reevaluación de las constantes
vitales y repetir la valoración primaria varias veces durante el traslado o ante
cualquier cambio clínico. Dicha reevaluación del ABCDE (A: vía aérea con control
cervical; B: ventilación y respiración, Brathing; C: circulación y control de la
hemorragia; D: valoración neurológica, Disability; E: desnudar al paciente y
control de la temperatura corporal, Exposure) permitirá, además de detectar
trastornos que pueden haber pasado desapercibidos, objetivar cualquier cambio
relevante en el estado del paciente y así realizar las técnicas necesarias para
subsanarlo.

Dos aspectos fundamentales en el tratamiento y traslado de los pacientes


politraumatizados, deben ser el tratamiento del dolor y apoyo psicológico. El poco
manejo que se tiene con los derivados opiáceos y el temor a que puedan
empeorar la función respiratoria o hemodinámica del paciente, limitan su uso en
estos pacientes. Algunos fármacos como el tramadol, el fentanilo o el cloruro
mórfico, administrados de forma intravenosa y a dosis progresivas (por ejemplo,
de 2 mg en 2 mg hasta 10-15mg de cloruro mórfico), van a producir un alivio del
dolor con total seguridad, haciendo que el traslado para la víctima sea mucho
más llevadero.

Una atención profesional, junto con una comunicación mantenida con el


accidentado, transmite confianza y seguridad y permite la colaboración del
paciente lesionado y sus familiares.

Por último, es imprescindible señalar la importancia de la comunicación con el


centro receptor. El profesional de la asistencia prehospitalaria debe informar al
centro receptor, en cuanto sea posible, tanto de la hora prevista de llegada como
del estado del paciente. Es fundamental que el equipo hospitalario esté preparado
para recibir a un paciente crítico.

3.4. Informe de asistencia inicial, de contingencias y de traslado

Una vez en el hospital, se debe transferir al paciente tanto verbalmente como


por escrito. El informe de la atención prehospitalaria es muy importante para
trasmitir el mecanismo lesional y un conocimiento completo de los sucesos y de
los tiempos, las medidas terapéuticas aplicadas y la respuesta a las mismas.
Además, el informe permite un control de calidad del sistema prehospitalario y
sirve como registro legal de lo que se ha realizado. Conviene recordar que “si no
está en el informe, es como si no se hubiera hecho”.
4. Tipos de informes de asistencia de transporte sanitario

El sistema de informes interactivos de asistencia sanitaria en emergencias


consiste en una aplicación que permita al usuario una mayor agilidad y eficacia
a rellenar dicho documento, pudiendo dedicar mayor atención al paciente, y
transmitir estos datos al hospital de forma inmediata antes de la llegada del
paciente. Podrá poner a disposición del usuario un gráfico 3D del cuerpo para ser
más preciso en su valoración y será "ayudado" por el sistema para evitar que se
olvide algún dato.

La ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del


paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y
documentación clínica, en su artículo 3 define la documentación
clínica como “el soporte de cualquier tipo o clase que contiene un conjunto de
datos e informaciones de carácter asistencial”. Asimismo, los centros sanitarios
son los responsables de conservar este tipo de documentación.

Para cumplimentar cualquier tipo de documento, sanitario o no, deben seguirse


las siguientes pautas:

Brevedad: Deben anotarse los datos más relevantes sin obviar ninguno, pero
evitando información innecesaria con el fin de dar al documento operatividad.

Exactitud: Deben cumplimentarse los registro con precisión y seguridad; los


errores en documentos como éstos (por ejemplo, en el apellido de un paciente)
pueden tener consecuencias muy graves, además de repercusiones legales.

Deletreo claro (legible): Aunque muchos documentos están informatizados, aún


hay bastantes que deben ser escritos a mano. En estos casos, deben rellenarse
con letra clara y escritura correcta para que puedan ser fácilmente entendidos
por todo el personal al que vayan dirigidos, evitando así errores de interpretación.

Firma: Para que un documento sea considerado válido debe ir firmado; de esta
forma, conoceremos el autor y su procedencia y podremos remitirnos a él en
caso de que tengamos alguna duda o necesitemos alguna aclaración.

Fecha: Ha de incluirse siempre en el documento, ya que nos aporta información


de la antigüedad del mismo dando una importante referencia de tiempo.
A. Documentos intrahospitalarios, prehospitalarios e
intercentros

La documentación clínica se puede clasificar en tres tipos de documentos:

• Intrahospitalarios
• Prehospitalarios
• Intercentros.

Esta clasificación nos indica de dónde provienen y qué función cumplen dichos
documentos.

Documentos intrahospitalarios

Son aquellos que se emplean dentro del circuito de información de un hospital.


El conjunto de esto forma parte de la historia clínica del paciente y está
compuesto básicamente por pruebas diagnósticas, informes de enfermería y
todos aquellos documentos en los que se refleje el tratamiento y la evolución del
paciente.

Los formularios físicos que pueden componer ésta documentación son: ficha
de ingreso, historia clínica inicial, volantes de pruebas diagnósticas, plan de
cuidados de enfermería, valoración de enfermería, continuidad de los cuidados,
resultados de pruebas diagnósticas y toda la documentación necesaria para el
seguimiento y la correcta atención del paciente.

Con respecto al transporte sanitario, esta documentación será relevante en los


traslados secundarios.

Documentos prehospitalarios

Se emplean antes de la llegada al centro hospitalario. Pueden variar en función


del sistema de emergencias médicas al que pertenezca el transporte sanitario,
pero existen unos datos mínimos comunes a todos los sistemas de emergencias
médicas. En el documento prehospitalario, se describe la naturaleza de las
lesiones o de la enfermedad del paciente detectadas en la primera asistencia
sanitaria del mismo. En el documento se puede distinguir entre datos operativos,
datos administrativos y datos asistenciales.

Datos operativos: Aquellos en los que vienen recogidos la identificación de la


unidad, la hora de activación, la hora de llegada al lugar de intervención, la hora
de llegada al lugar de evaluación, el hospital de referencia y el número de
intervención o protocolo.

Datos administrativos: Contienen el nombre y apellidos, la edad, el sexo y la


dirección del paciente.

Datos asistenciales: Comprenden los síntomas referidos por el asistido y la


localización del mismo, los tratamientos iniciados en el lugar donde se encuentra
el paciente, los signos y síntomas, los cuidados durante el transporte, signos
vitales y estado del asistido así como los cambios que sufra durante el traslado,
la medicación empleada por el asistido, las alergias, las posturas de espera, el
transporte, la posición final a la llegada al lugar de evacuación, el espacio
reservado para especificar observaciones o historia clínica (en caso de
intervención de personal facultativo, este dato, así como número de colegiado
deberán ser anotados en la parte de intervención extrahospitalaria).

Este documento constará, como mínimo, de dos hojas autocopiables, de las


cuales una se entregará a la llegada del hospital o en la transferencia del herido
al personal facultativo (en el caso de las ambulancias no medicalizadas) y la hoja
restante se entregará en los registro internos del propio sistema de emergencias
médicas.

Documentos Intercentros

Se emplean para comunicar el estado del paciente en el momento del traslado


de un centro sanitario a otro. Un documento intercentro específico es el
coloquialmente denominado “parte de ambulancia”. En él deberá aparecer la
patología, tratamiento y cómo debe ir asistido durante del transporte el paciente,
así como cualquier indicación que deba saber el equipo asistencial humano de la
ambulancia con el fin de evitar posibles complicaciones.

También se especificará a que unidad diagnóstica se dirige el paciente (rayos


X, rehabilitación, etc). En la ambulancia podrán portar otros documentos
intercentros que se consideren oportunos para el centro receptor del paciente.
Cada sistema de emergencias médicas tienen su propio modelo. La información
básica que deberá contener es: datos básicos administrativos del paciente, origen
o recogida del mismo y destino (centro hospitalario, sección, etc.)

B. Elementos básicos de la Historia Clínica Hospitalaria

La historia clínica es el conjunto de datos personales del paciente, así como


otros documentos (informes médicos, resultados de pruebas, etc.) relacionados
con un enfermo.
Debe contener los antecedentes, la evolución del paciente y las pruebas a las
que se le haya sometido. Es de gran importancia mantener la historia clínica al
día para evaluar el estado actual del paciente y ser la progresión de su estado de
salud.

Las razones por las que se hace la historia clínica de un paciente son:

Comunicación: Al ser un documento escrito se evitan errores y malentendidos


permitiendo una mejor transmisión de la información de unos profesionales a
otros. La historia clínica ayuda al personal facultativo a consultar y cambiar
diagnóstico, tratamiento, etc.; y al personal de enfermería, a revisar y modificar
planes de cuidados.

Documentación Legal: La historia clínica se considera un documento legal y


puede incluso ser presentado como prueba en un juicio, de ahí la importancia de
registrar en ella absolutamente todas las intervenciones que se realicen sobre el
paciente.

Investigación: Proporciona datos sobre respuestas a determinados


medicamentos, evolución ante diferentes tratamientos, factores de riesgo,
influencia de los antecedentes personales sobre el desarrollo de determinadas
patologías, etc. Así, el estudio de la historia clínica puede servir para descubrir
relaciones causa-efecto, para averiguar y combatir los efectos de determinados
factores sobre una población y, en definitiva, para ampliar el campo de
conocimientos que se tienen sobre el estado de salud del individuo.

Estadística: Desde este punto de vista, es un documento muy valioso, ya que


nos permite ver los datos de un conjunto de forma global. Se puede obtener
información sobre índices de natalidad, mortalidad, consumo de narcóticos,
número de enfermos con una determinada patología, etc. Este punto es
importante para el control epidemiológico de las enfermedades y la detección
precoz de posibles brotes, permitiendo la aplicación de medidas preventivas,
además de una actuación más rápida y eficaz.

Revisión: La historia clínica es un documento que debe ser revisado


periódicamente para valorar la evolución del paciente: si hay mejoría o
empeoramiento, si se producen recaídas, etc.

La historia clínica puede incluir una serie de documentos que variarán de una
ocasión a otra, dependiendo de las circunstancias de cada paciente. Por ejemplo,
no todas las historias clínicas contendrán certificado de defunción u hoja de
intervención quirúrgica. Los más significativos son los siguientes:

• Ficha.
• Hoja de anamnesis.
• Hoja de exploración.
• Hoja de evolución.
• Hoja de tratamiento.
• Hoja de informes de laboratorio.
• Hoja de derivación.
• Registro de enfermería.
• Hoja de intervención quirúrgica.
• Informe clínico de alta.
• Autorizaciones.
• Certificado de defunción.
• Informe de urgencias.

Ficha

Cuando el paciente se dirige por primera vez a una consulta intra o


extrahospitalaria, el personal de enfermería cumplimenta un documento llamado
ficha. Esta ficha es la primera toma de contacto entre la entidad sanitaria y el
paciente y supone la inclusión de un nuevo enfermo en el cupo de la consulta;
es decir, en el número de pacientes asignados a un determinado profesional. En
la ficha deben recogerse los siguientes datos:

• Datos personales básicos


• Número de la Seguridad Social
• Número de la historia clínica que se le haya asignado en esa
consulta
• Fecha de la siguiente consulta, en su caso.

Hoja de anamnesis

Es una parte de la historia clínica donde se recogen todos los datos personales,
hereditarios y familiares del paciente, así como los hechos que le han llevado a
acudir a la consulta. La anamnesis costa de:
• Datos de la historia:
o El número de historia.
o El número de la seguridad social.
o Fecha de creación de la historia.
• Datos personales, de los que recogen los siguientes:
o Nombre y apellidos.
o Domicilio.
o Teléfono.
o Fecha y lugar de nacimiento.
o Situación laboral.
o Estado civil.
o Tiempo de residencia en la localidad.

• Antecedentes familiares; debe realizarse una composición


familiar mediante un árbol genealógico, indicando:
o Patologías de la familia.
o Fallecimientos y sus causas.
o Enfermedades hereditarias existentes.
o Otros datos que se consideren de interés.
• Antecedentes personales; en este apartado se recoge la “vida”
clínica del paciente. Debe registrarse:
o Las hospitalizaciones o las intervenciones quirúrgicas a las
que haya sido sometido el paciente.
o Las patologías que padece o ha padecido.
o En el caso de las mujeres, los antecedentes gineco-
obstétricos (embarazos, abortos, etc.).
o Otros datos de interés considerados críticos, como alergias,
medicamentos contraindicados y biografía vacunal.

• Hábitos de interés sanitario; en este apartado se indica la


información sobre la relación individuo-medio, ya que aquí se anotan los
datos relevantes sobre la forma de vida del paciente. Estos datos son:
o Tabaco.
o Alcohol.
o Drogas.
o Tipo de dieta.
o Ejercicio físico, etc.
• Actividad Laboral; recoge información sobre:
o Ocupación actual del paciente.
o Trabajos anteriores.
o Riesgos laborales a los que puede estar sometido, como los
ruidos, las radiaciones, humos, agentes químicos, etc.
• Nivel de instrucción: aquí se recogerán datos sobre el nivel de
estudios del paciente.

• Historia de la enfermedad actual: en este apartado se anota la


descripción que haga el paciente de lo que le ocurre. Es importante que
se logre concretar la fecha en que notó los primeros síntomas y cómo
éstos han ido evolucionando con el tiempo.

Hoja de exploración

En esta hoja se anota todo lo referente al reconocimiento que el personal


sanitario practica al paciente, así como las distintas pruebas que se le han
realizado.

Hoja de evolución

Este documento recoge la Evolución del paciente, cómo está reaccionando a


los tratamientos aplicados, si aparece alguna complicación, etc. se usa tanto en
atención primaria como atención especializada, pero es diferente en cada ámbito:
en el hospital se hace a diario; en los centros de atención primaria, se rellena
cada vez que el paciente acude a consulta.

Hoja de tratamiento

En esta hoja, común a todos los servicios de salud, se anotarán los fármacos
que se le hayan prescrito al paciente, así como las pruebas diagnósticas que se
le vayan a realizar.

Hoja de informes de laboratorio

Aquí se incluyen los resultados obtenidos en las pruebas complementarias que


se le hayan realizado al paciente.

Hoja de derivación

Este documento se utiliza cuando el profesional sanitario desea que el paciente


sea atendido por otros profesionales. Para ello, deberá especificar los motivos de
la derivación e incluir un resumen de su historia clínica. Es conveniente que tanto
consultor como consultado se queden con una copia de este documento.

Registro de enfermería

Este documento lo cumplimenta el personal de enfermería. En él se incluye:


1. Valoración inicial: Esta valoración debe hacerse teniendo en
cuenta las necesidades básicas del paciente y detectando los
déficit que pueden aparecer.
2. Diagnóstico de enfermería: Describe problemas de salud
reales y/o potenciales sobre los que puede actuar el
profesional de enfermería. Son diagnósticos dinámicos, ya
que varían con el tiempo y, además, múltiples. Nos van a
servir para la posterior elaboración de los planes de
cuidados.
3. Plan de cuidados: Es el conjunto de actuaciones que deben
llevar a cabo los profesionales de enfermería para soluciones
los problemas detectados en la valoración inicial.
4. Hoja de administración de medicamentos: En esta hoja se
anotarán todos los medicamentos que se administran al
paciente y es copiada de la hoja de tratamiento. Se
especificarán las pautas de administración, la vía y la dosis,
así como la aparición de reacciones adversas en el caso de
que existieran. Este documento es exclusivo del registro de
enfermería cuando el paciente está hospitalizado.
5. Hoja de constantes: Registra las constantes vitales
(respiración, temperatura, tensión arterial y pulso). En caso
de hospitalización, las medidas de éstas son tomadas
diariamente y, para una mejor visualización de la
progresión, se grafican los datos. En atención primaria la
toma de medidas se hace de manera periódica.

Hoja de intervención quirúrgica

Este documento se compone de dos partes: una, a ser cumplimentada por el


cirujano; y otra, por el anestesista. El cirujano indicará su nombre y el de sus
ayudantes, así como el del anestesista. También debe rellenar lo que se conoce
como protocolo de intervención, que es un apartado donde debe incluirse la
siguiente información:

• Posición del paciente.


• Lugar a operar y modo de acceso al mismo.
• Tipo de intervención y técnica empleada.
• Drenajes colocados y si se mantienen o no tras la operación.
• Medicamentos administrados y dosis.
• Complicaciones durante la intervención.
• Evolución de la intervención quirúrgica.

Informe clínico de alta

Una vez finalizadas las atenciones al paciente, se le dará el alta, que puede ser
por mejoría o curación del proceso patológico o por defunción. También puede
ser voluntaria. En este caso, el paciente solicita su alta al personal facultativo.
Para que le sea concedida, el enfermo debe ser mayor de edad, mantener
intactas todas las facultades mentales y tener una patología que no suponga un
riesgo de contagio para el resto de la población. En todos los casos, el profesional
facultativo deberá rellenar el informe clínico de alta, donde indicará:
• Datos personales.
• Fecha de ingreso y resumen de la historia clínica.
• Diagnóstico.
• Evolución del estado de salud del paciente.
• Tratamiento que le ha sido aplicado durante su enfermedad y, si
fuese necesario, el tratamiento de continuación tras el alta.
• Plan de cuidados que necesita tras el alta, si lo hubiera.
• Resultado de las pruebas que le hayan sido realizadas.
• Todas las incidencias acaecidas en el transcurso de su patología.
• Fecha de alta y motivo de la misma.

Autorizaciones

Son una serie de documentos que el paciente debe firmar cuando se le va a


realizar alguna intervención o prueba diagnóstica que suponga un riesgo para su
vida.

Certificado de defunción

Es un documento legal que debe rellenarse cada vez que se produce un


fallecimiento y que tiene que estar firmado por el médico que ha determinado la
muerte. Normalmente, se archiva una copia en el organismo gubernamental
correspondiente y otra se entrega a la familiar para la resolución de trámites
legales.

Informe de urgencias

Este informe debe ser cumplimentado por el personal facultativo en los casos
en los que el paciente acuda a un servicio de urgencias. En él debe indicarse:

• Fecha y motivo de la consulta.


• Constantes vitales y alergias.
• Diagnóstico.
• Pruebas a realizar y resultados de las mismas.
• Tratamiento.
• Destino del paciente: ingreso, alta, derivación a otra unidad, etc.

Además de todo ello, es necesario tener en cuenta que la historia clínica no es


la única documentación de este tipo que se va a encontrar en el centro.

Tal y como apunta su definición, la historia clínica posee ciertas funciones:

• Asistencial: de cara a médicos, enfermeros auxiliares de


enfermería, trabajadores sociales, etc., facilitando la atención sanitaria del
paciente individual, estableciendo un seguimiento y detectando
problemas.
• Información sanitaria: con ella es posible cuantificar la incidencia y
prevalencia de las enfermedades, haciendo posible formular y contrastar
hipótesis sobre factores que las condicionen.
• Evaluación: se da principalmente en el proceso, pero también en su
estructura y en el resultado. De esta forma, aporta los elementos
necesarios para programar acciones de salud, orientar la asignación de
recursos humanos y materiales, además de planificar problemas de salud.
• Investigación epidemológica.
• Docencia.
• Médico – legal.

En función a las utilidades que posee la historia clínica posee una serie de
características definitoria:

• Registro de datos que se integran en un formato organizado.


• Los datos tan sólo hacen referencia a un paciente en concreto.
Dicha información, puede obtenerse directa o indirectamente.
• Se da un registro de datos exactos, completos y particulares.
• Recoge las características variables de los datos según el Centro de
Salud y el aspecto a considerar.
• Tiene dependencia de los sistemas de información en la calidad de
los registros.

C. Documentos no clínicos

La documentación no clínica es aquella que, sin contener datos personales


e imprescindibles para su intervención, es necesaria para el correcto
funcionamiento y organización del centro sanitario.

5. Transferencia del paciente al área de urgencia. Triaje hospitalario.


Criterios de clasificación

La palabra triaje procede de la palabra francesa trier, que significa clasificar o


seleccionar. El uso más temprano del triaje se remonta a las guerras
napoleónicas, cuando el barón Dominique Jean Larrey (1766-1842), cirujano jefe
de Napoleón, reconociendo la importancia de una precoz intervención quirúrgica,
desarrolló un sistema para evacuar a los soldados heridos del campo de batalla
que basaba la inmediatez del tratamiento en la gravedad de las heridas más que
en el rango militar.

Triaje se concibe como un método de la medicina de emergencias y desastres


para la selección y clasificación de los pacientes basándose en las prioridades de
atención, privilegiando la posibilidad de supervivencia, de acuerdo a las
necesidades terapéuticas y los recursos disponibles. Trata por tanto de evitar que
se retrase la atención del paciente que empeoraría su pronóstico por la demora
en su atención. Un nivel que implique que el paciente puede ser demorado, no
quiere decir que el diagnóstico final no pueda ser una enfermedad grave. Ya que
un cáncer, por ejemplo, puede tener funciones vitales estables que no lleve a ser
visto con premura. Prioriza el compromiso vital y las posibles complicaciones.

Este término se emplea para la selección de pacientes en distintas situaciones y


ámbitos. En situación normal en las urgencias extrahospitalarias y hospitalarias.
Así como en situaciones de demanda masiva, atención de múltiples víctimas o de
desastre. En situación normal se privilegia la atención del paciente más grave, el
de mayor prioridad. Por ejemplo; paro cardiaco. En situaciones de demanda
masiva, atención de múltiples víctimas o desastre se privilegia a la víctima con
mayores posibilidades de supervivencia según gravedad y la disponibilidad de
recursos.

El primero en utilizar este término fue el barón Dominique-Jean Larrey (1766-


1842), médico cirujano militar, jefe de los servicios sanitarios del ejército de
Napoleón, que comenzó a utilizarlo como un sistema de clasificación para tratar
a los heridos en el campo de batalla.

En aquellas situaciones en las que tenemos que atender a más de un paciente,


tenemos que saber a qué víctima atenderemos o evacuaremos primero.

Para participar en procesos de clasificación de heridos, se debe tener un


conocimiento, al menos básico de la anatomía y fisiología del ser humano. El
estudio de ambas disciplinas facilita la comprensión de los motivos por los que a
un determinado paciente se le asigna en un grupo de triaje y no en otro.

Triaje: Es la clasificación de los pacientes en función de criterios de prioridad


asistencial. Con ello se pretende que los heridos de mayor prioridad se atiendan antes
que otros cuya prioridad es menor.

A continuación presentamos un ejemplo de la clasificación del triaje:


No debemos confundir prioridad asistencial con gravedad. Hay ocasiones en
las que estos términos coinciden pero en otras no. En determinadas situaciones,
lo muy grave no es prioritario, precisamente porque puede tratarse casos
insalvables.

El triaje únicamente se debe realizar cuando los recursos sanitarios se ven


superados por el número de víctimas. Cuando se produce una catástrofe de gran
magnitud, muchas de las victimas fallecerán independientemente de las
actuaciones sanitarias. Asimismo, otras personas, víctimas de las consecuencias
de la catástrofe, no fallecerán aunque estas actuaciones se retrasen en el tiempo.
Finalmente habrá un grupo de heridos muy dependientes de nuestras
actuaciones, de modo que si reciben una asistencia se salvarán, mientras que si
no la reciben, no podrán sobrevivir a la situación.

Durante la Primera Guerra Mundial, el concepto de triaje fue reintroducido por


las fuerzas aliadas en el ejército americano. Estaciones de triaje o cura operaban
como tránsitos de recepción y envío. En estos lugares se clasificaba a los
enfermos y a los heridos de acuerdo a la naturaleza de sus lesiones o
enfermedades.

La atención en el campo militar se refinó aún más durante la Segunda Guerra


Mundial con la inclusión del triaje en escalones, durante el cual las lesiones eran
atendidas en el frente.

A raíz de los buenos resultados obtenidos en el ámbito militar, va tomando


forma el triaje civil, que utilizando los principios fundamentales de la sanidad
militar, pretende clasificar a los heridos en los accidentes de múltiples víctimas y
catástrofes.

El triaje que habitualmente se realiza en los servicios de urgencias es diferente.


Aunque se origina inspirado en el triaje militar y de catástrofes, se utiliza en la
vida cotidiana, sin que exista una catástrofe, simplemente por clasificar a la gran
multitud de pacientes que acuden a estos servicios. Debe quedar claro, que ante
una situación catastrófica, se han de utilizar en los servicios de urgencias,
sistemas de triaje adecuados para los desastres, que son distintos a los que se
usan cotidianamente en los servicios de urgencias.

A. Principios y objetivos del triaje

Triaje es originariamente un término militar que significa ordenar o separar.


Cuando el tiempo, el personal y los recursos humanos y materiales son
insuficientes para afrontar las necesidades de una situación de desastre en que
hay gran cantidad de víctimas, el triaje o la clasificación es el único método para
proveer un máximo de beneficio a la mayoría de las víctimas o heridos en masa.

Estos principios se desarrollaron inicialmente, a partir del concepto de Atención


Médica de Emergencia a víctimas o heridos de guerra y actualmente se aplican
tanto a desastres naturales como a los desastres originados por el hombre:
incendios, accidentes industriales (explosiones, contaminación química), etc., y
particularmente la guerra.

El triaje consiste en la clasificación de las víctimas en categorías, dependiendo


del beneficio que pueden esperar de la atención médica y no de la severidad del
trauma, ya que el sistema de prioridades es totalmente diferente a una situación
normal, donde la víctima más grave tiene prioridad sin tener en cuenta el
pronóstico inmediato o a largo plazo.

El concepto del triaje está directamente vinculado con los principios de la


Doctrina Única de la Cirugía de Emergenciade Guerra; Cierre Primario Retrasado,
etc., también aplicables, con ciertas modificaciones, a situaciones de desastre
natural y aún a lesiones múltiples graves en tiempo de paz.

El triaje debe ser llevado a cabo por los médicos de mayor experiencia clínica
en RCP y Traumatología .

El primer triaje se realizará a nivel de la “Estación de Heridos”, (en terminología


militar el Puesto Médico de Batallón) que, dependiente del sitio geográfico del
desastre, puede ser un Centro de Salud, un Puesto de Salud rural o ubicarse en
una escuela, una iglesia o en otra casa adecuada y protegida, o bien debajo de
un árbol en caso de desastre natural.
El personal médico y paramédico asignado, adecuadamente capacitado y
experimentado de la Estación de Heridos, dirigido por un médico de mayor
experiencia, efectúa el triaje e, inmediatamente después, la identificación de las
víctimas con tarjetas, preferiblemente de colores (tagging). Cada color
representa una categoría determinada de trauma y la prioridad para la
evacuación.

Las medidas de RCP y primeros auxilios avanzados (detención de la


hemorragia, tratamiento inicial del shock y de las quemaduras, inmovilización de
fracturas, drenaje pleural de emergencia en caso de neumotórax a tensión, etc.)
deben ser simultáneas con las tareas de la clasificación para estabilizar al
paciente y prepararlo para la evacuación de acuerdo con la prioridad de la misma.
Por consiguiente, la Estación de Heridos (EIH) debe estar equipada con el
material necesario para garantizar una RCP eficiente. El equipo es transportable
para que pueda ser trasladado fácilmente por una Unidad Médica Móvil si el
desastre ocurre en un área rural alejada de centros poblados.

Debe contarse de antemano con los recursos humanos y equipos necesarios y


asignados con hojas de instrucciones precisas. Esto forma parte integral del Plan
General de Emergencia Regional y/o del Plan de Emergencia de Área de Salud
(Organización de Recursos y Medios Mínimos en Caso de Emergencia para E/H»),
coordinado con el Plan de Defensa Civil, a fin de evitar improvisaciones que
pueden ocasionar una catástrofe adicional en caso de desastre o de agresión
militar mayor.

La mayoría de las víctimas con lesiones graves y/o múltiples presentan


problemas respiratorios debido a la obstrucción de la vía aérea, y/o «shock»
hipovolémico debido a hemorragias masivas.

Una clasificación posterior o segundo triaje se realizará cuando los lesionados


llegan al área de recepción del Hospital Local que es el segundo nivel.
El tercer triaje se realizará a nivel del Hospital Regional Base o a nivel del
Centro Médico Nacional, centro hospitalario de más alto nivel (universitario), con
recursos humanos y físicos para especialidades; éste es el tercer nivel o escalón
de la organización de evacuación de heridos en masa

Los diferentes niveles de triaje actúan como filtros en el flujo de heridos en


masa y evitan por medio de la clasificación la inundación y descompensación
inevitable y fatal de los diferentes niveles o escalones de la infraestructura de
emergencia.

Los médicos encargados de la clasificación a nivel hospital (médicos de triaje)


deben tener un amplio criterio, sentido común y experiencia en el manejo de los
diferentes tipos de traumatismos graves. Un cirujano general o traumatólogo
experimentado debe cumplir esta función; él y su sustituto deben ser elegidos
juiciosamente. Por tanto, resulta imprudente asignar esta función de triaje a un
médico con menos experiencia para utilizar al cirujano más experimentado en el
quirófano. De la misma forma, es un error de criterio combinar las funciones de
clasificación y del jefe del grupo directivo a nivel hospital (Consejo de dirección
en caso de desastre), que preferiblemente será idéntico con el director
coordinador del «Comité de Desastres» del hospital. Estas soluciones son
solamente aceptables en los pequeños hospitales donde sólo hay un cirujano
experimentado.

A fin de cuentas, cuando se tiene que decidir qué herido se ha de atender


primero y cuál se demora, se deben tener las ideas claras, de modo que, para
llevar a cabo una adecuada clasificación hay que regirse por una serie de
principios.

El primer principio fundamental es que mediante el triaje se debe ser capaz de


seleccionar al grupo de afectados que, por medio de la intervención sanitaria
rápida, puedan salvar la vida, así como diferenciarlos de otro grupo de pacientes
de extrema gravedad en los que la asistencia sanitaria no supondrá un beneficio
para ellos, y a su vez, de un tercer grupo de heridos en los que la demora de la
atención sanitaria no significará un daño importante sobre ellos.

El segundo principio que se debe tener en cuenta al realizar un triaje es que


preservar la vida tiene prioridad sobre salvar un miembro, del mismo modo que
mantener la función orgánica tiene también prioridad sobre restablecer un daño
anatómico. Es decir, en primer lugar se debe mantener la vida del herido, en
segundo lugar mantener la función de los órganos dañados y en ultimo lugar
restaurar el daño anatómico ocasionado.

El tercer principio señala que las principales amenazas para la vida son las que
afectan a la ventilación pulmonar, a la adecuada perfusión de los tejidos y a la
relación entre ventilación y perfusión. Con ello se pretende expresa que parar
priorizar adecuadamente a los heridos se debe considerar su riesgo de asfixia y
su riesgo de shock, principalmente por hemorragia.

• El objetivo principal del triaje es determinar el grado de prioridad


en la atención a los heridos, puesto que alcanzado este objetivo todos los
demás se consiguen con mayor facilidad. Para ello, hay que conseguir una
serie de objetivos secundarios que son:
• Clasificar a los heridos por orden de prioridad asistencial, que
necesariamente no tiene que coincidir con el grado de gravedad.

• Suministrar una asistencia precoz a los heridos que lo necesitan y


que tiene posibilidades de sobrevivir.
• Aplicar un conjunto de técnicas sencillas y rápidas de realizar en el
mismo acto que se realiza el triaje. Estas técnicas se denominan gestos
salvadores y, en muchos caos, permiten solucionar un problema vital y
demorar la atención definitiva a esa víctima en un tiempo prolongado, lo
que permite atender a más heridos.
• Usar adecuadamente los recursos sanitarios para soporte vital
avanzado como las UVIs móviles.
• Identificar a los pacientes, de paso que se realiza el triaje, bien
nominalmente o bien a través de un sistema de numeración.
• Crear diferentes áreas para la atención de las víctimas según su
prioridad.
• Distribuir diferente personal asistencia de las distintas áreas
asistenciales creadas.
• Iniciar cuando se pueda, las diferentes medidas diagnósticas y
terapéuticas.

• Crear zonas específicas, cuando el triaje se realiza en centro


hospitalario, para la atención de familiares, medios de comunicación y
personalidades políticas responsables.

B. Características del triaje

Para que el triaje sea adecuado, éste debe reunir una serie de características.
La clasificación debe ser:

1. Personalizada: Todas las personas afectadas deben ser valoradas, una a


una, individualizando su estudio.
2. Dinámica: Mantener una cadena de atención ininterrumpida, eficiente,
regular en el tiempo empleando a cada uno de los afectados.
3. Permanente: Presente en cada uno de los pasos durante la atención al
desastre, es decir, el triaje debe realizarse cada poco tiempo y en cada
uno de los eslabones de la cadena asistencial. Las categorías no son
permanentes, el estado clínico del paciente puede variar y así lo hará en
la categoría asignada.
4. Adaptado a las circunstancias: Depende de las necesidades planteadas por
la situación y de los recursos disponibles en ese momento, dentro de un
espacio geográfico que también condiciona la actuación. Adaptada al
número de pacientes, la distancia a los centros asistenciales, el número
de medios de transporte y la capacidad asistencial de la zona.
5. Rapida: Para no retrasar la atención de las víctimas que esperan su
turno. No debe retomarse una víctima ya clasificada y establecida,
demorando su evacuación:

• 30 segundos para clasificar una víctima como muerta.


• 1 minuto para clasificar una víctima como leve.
• 3 minutos para clasificar una víctima como grave o muy grave.

6. Completa: Ninguna víctima debe evacuarse antes de ser clasificada, con


las excepciones de oscuridad, condiciones meteorológicas adversas, o
existencia de riesgo potencial importante.
7. Precisa y segura: Ya que todo error inicial puede ser fatal para una
urgencia grave, pues no siempre es posible rectificar. Ante la duda de en
qué categoría incluir a un paciente es recomendable hacerlo siempre en la
categoría superior.
8. Socialmente aceptable: Valorar primero a los niños e intentar conservar
unidos los núcleos familiares.
9. Anterógrada: No volver a valorar a un herido hasta que no se haya
valorado a todos.

Para llevar a cabo estas reglas se hace necesario que la persona responsable del
triaje sea un facultativo con una amplia experiencia en emergencias médicas y
un gran sentido clínico, además de poseer cualidades personales como dotes de
mando, serenidad, capacidad organizativa e imaginación.

C. Elementos para establecer un sistema de triaje

Para establecer un sistema de triaje en el lugar donde se requiera se necesitan


una serie de elementos:

• Espacio físico seguro.


• Personal asistencial entrenado.
• Material médico para manejar los pacientes una vez clasificados.
• Protocolos asistenciales previos.
• Control férreo de los medios de transporte sanitario.

El primer elemento es un espacio físico seguro, próximo al punto de impacto


con fácil acceso a las ambulancias, es decir, en el área de socorro pero próximo
al área de salvamento, para evitar que el trayecto de transporte de los afectados
sea demasiado largo.

El lugar debe ser amplio, para poder establecer una zona de inspección y
diferentes espacios en los que situar a las víctimas. El tamaño depende de
muchos factores, como el número de víctimas o la cantidad de recursos
desplegados, pero, como mínimo debe medir 20 metros cuadrados.

Es posible que en muchas ocasiones no se encuentre un lugar adecuado. Ante


esta situación, se elegirá en que más se adapte a los criterios generales y a la
situación concreta.

El segundo elemento del que debemos disponer es de personal asistencial


entrenado en este tipo de tareas.

También será necesario como es lógico, disponer de material para poder


realizar la clasificación, sobre todo tarjetas de triaje y un rotulador
permanente.

Como durante el triaje también se realizan gestos salvadores, será necesario


disponer también de material asistencial básico para este tipo de acciones.

A su vez se debe mantener un control férreo de los medios de transporte


sanitario y conocer su disponibilidad.

Todo ello debe quedar recogido en los protocolos asistenciales establecidos


previamente.

La calidad asistencial y el consumo de recursos en la zona serán siempre


inversamente proporcionales al número de afectados y al tiempo en que puedan
ser atendidos de manera definitiva en los servicios médicos de las áreas
posteriores a la zona de la catástrofe.
No obstante, esta clasificación presenta ciertas dificultades a tener en cuenta,
tales como las que se muestran a continuación:

• Improvisación.
• Dramatismo.
• Condiciones medioambientales:
o Luz.
o Lluvia.
o Bajas temperaturas.
• La rapidez de la respuesta.
• Ausencia de un puesto de carga de ambulancias.
• Ausencia de protocolos asistenciales.
• Las dificultades de la documentación.
• La ausencia de criterios claros de los primeros intervinientes.
• La necesidad eventual de equipos pesados.
• Accesos difíciles.
• Ausencia de estrategias generales.

D. Valoración por criterios de gravedad: inspección, evaluación


y decisión terapéutica

Valoración: Consiste en una inspección por procedimientos simples de las


posibilidades de supervivencia objetivando lesiones presentes que comprometen la
vida de la víctima en función del tiempo real en el que pueden ser atendidas en
escalones posteriores.
La secuencia para la valoración integrando tanto la inspección como la evaluación
se muestra en la siguiente tabla.

La inspección es lo primero que se debe realizar. Se trata de llevar a cabo la


localización y visualización del paciente, su posición, la identificación a grosso
modo de los signos vitales, estado de consciencia, respiración y movimiento
espontáneo.

El segundo paso es la evaluación clínica en la que se considera la integridad


del aparato respiratorio y circulatorio, la presencia de sangrados o lesiones que
afecten directamente a alguno de estos órganos de forma inmediata, lesiones
viscerales, integridad neurológica, etc.

La toma del pulso es un dato de gran interés. A través del pulso se determina
su amplitud y la frecuencia cardiaca. Es un buen síntoma que el pulso radia sea
amplio pues indica que la perfusión periférica es adecuada, aunque lo contrario
no indica necesariamente mala perfusión. Si no se palpa el pulso radial, hay que
buscar el femoral y si éste no se palpa, el carotídeo. Cuando se sospecha desde
un principio de parada cardiorrespiratoria se comienza con la determinación del
pulso carotídeo.

La frecuencia del Pulso se asocia al grado de Shock , de modo que cuanto


mayor sea el shock, mayor será la frecuencia cardiaca. La piel fría y sudorosa al
tacto también indica la posibilidad de shock, como la detección de un relleno
capilar prolongado más de dos segundos tras la compresión y suelta del lecho
ungueal (la parte de la piel debajo de las uñas).

La comprobación de la palpitación torácica también es importante detectar


posibles signos que sugieran la existencia de neumotórax o hemotórax. El
neumotórax es la presencia de aire en el espacio interpleural, es decir entre el
pulmón y la capa que cubre los pulmones, llamada pleura. El hemotórax, es la
presencia de sangre en el espacio existente entre la pared torácica y los
pulmones.

La palpación abdominal puede averiguar signos de irritación peritoneal que


indiquen la posibilidad de sangrado interno. En este caso, adquiriría, sobre todo
si esto se asociara a signos clínicos de shock una prioridad especial.

La evaluación junto con la inspección de herido, debe determinar el estado


neurológico, principalmente, el nivel de consciencia y el grado de orientación.
La escala de coma de Glasgow vista anteriormente, es una herramienta con la
que de una forma rápida se puede determinar el nivel de consciencia de la
víctima.

Toda esta evaluación, completa pero superficial, indicará el grado de gravedad


y prioridad de un determinado paciente.

Por último, tras la inspección y la evaluación del herido, hay que adoptar
una decisión terapéutica, que consistirá básicamente en determinar qué se va
hacer con el paciente, quién lo hará y dónde. Esta decisión se acompañará de la
activación de los elementos (personal y medios) necesarios para la puesta en
marcha de una cadena asistencial diferente para cada uno de los flujos de
asistencia.

Una vez conocidos estos datos, se activarán los recursos humanos y materiales
necesarios disponibles para poder llevar a cabo el objetivo.
E. Categorías de clasificación

Clásicamente las víctimas de una situación de catástrofe se han dividido en


cuatro clases de acuerdo a la gravedad de sus lesiones y al compromiso vital que
ellas comportan. Estos cuadros con sus equivalencias son universalmente
aceptados y nos orientan sobre la esperanza de vida del herido.

En esta línea y orientados al tratamiento, cada categoría plantea un tiempo


máximo en el que el sujeto debe recibir atención médica para asegurar su
supervivencia y que en términos generales establece tres plazos terapéuticos:
aquellos que deben ser atendidos en el acto, los que pueden sufrir una demora
inferior a 6 horas y los deben ser atendidos en un plazo de 24 horas.

Tradicionalmente cada categoría se ha identificado con un color en su etiquetado


asignando respectivamente los colores rojo, amarillo y verde. El rojo representa
la emergencia o extrema urgencia. El amarillo, se asigna a pacientes que tienen
urgencia en la atención, pero sin ser extrema. El verde, se fija a los heridos que
no tienen urgencia de ser atendidos y cuya asistencia se puede demorar varias
horas. Existe una cuarta categoría, el color gris o negro, que se coloca en los
fallecidos o con muy escasas probabilidades de supervivencia.
A las categorías que se van a presentar a continuación, se ha de destacar que
algunos manuales incluyen una quinta categoría: etiqueta azul, en la que se
incluyen los pacientes con riesgo de muerte inmediato. En función de las
características de la catástrofe, y de la disponibilidad de recursos, lo normal es
que sean clasificados directamente con etiqueta negra.

Primera categoría. Extrema urgencia. Etiqueta roja

Estableceremos la máxima prioridad asistencial cuando asignamos la etiqueta


roja a un herido, de modo que estos pacientes tienen que ser atendidos de
inmediato.

En este grupo se incluyen diferentes situaciones clínicas, como:

• Parada cardiorrespiratoria presenciada y reversible. Asfixia .


Obstrucción mecánica, aguda de la vía aérea, herida maxilofacial que
produce o puede producir asfixia, lesión penetrante de tórax, neumotórax
a tensión.
• Shock hipovolémico muy severo, hemorragia interna activa, heridas
cardiopericárdicas, evisceración o herida visceral, aplastamiento muscular
masivo politraumatizado inestable, quemados con un porcentaje superior
al 20%.
• Envenenamiento por productos químicos. Complicaciones
obstétricas activas, prolapso de cordón. Deterioro progresivo del nivel de
respuesta o de constantes vitales.

Segunda categoría. Urgencia. Etiqueta amarilla


La etiqueta amarilla significa segunda prioridad. Los heridos que la porten
serán tratados después de los que porte la etiqueta roja.

Estas víctimas pueden tardar varias horas en ser atendidas sin que empeore
significativamente su pronóstico, lo que supone la principal característica
diferencial con respecto a los pacientes identificados con la etiqueta roja, que
éstos no pueden esperar.

Los cuadros clínicos más representativos de este grupo son:

• Shock estabilizado.
• Heridas viscerales, incluyendo perforación del tracto
gastrointestinal, heridas del tracto genito-urinario, heridas torácicas sin
asfixia, heridas vasculares que exigen cirugía reparadora.
• Todas las lesiones que hayan exigido la aplicación de torniquete.
Fracturas abiertas, abdomen agudo. Fracturas o dislocaciones
acompañadas de compromiso vascular.
• Pacientes en coma, traumatismos craneoencefálicos con focalidad,
politraumatizados, heridas abiertas abdominales.
• Dificultad respiratoria controlada.
• Quemados con lesiones del 20%.

Tercera categoría. No urgente. Etiqueta verde

La etiqueta verde se asigna a los heridos que pueden esperar más de seis horas
para ser atendidos, sin riesgo vital; aunque en una situación de catástrofe se
puede asignar correctamente una etiqueta verde a un herido que pueda quedar
con secuelas funcionales como consecuencia de la demora.

En este grupo se incluyen:

• Lesiones cerebrales que exijan no exijan descompresión para aliviar


la presión intracraneal.
• Contusiones y heridas musculares, polifracturados, contusiones
torácicas, fracturas de huesos largos.
• Lesionados menores que pueden ser atendidos incluso después de
24 horas en puestos asistenciales muy retrasados: fracturas de huesos
cortos, luxaciones, heridas menores, heridas oculares, lesiones
maxilofaciales sin cuadros psicológicos y patología médica en paciente
previamente enfermo.

Cuarta categoría. Fallecidos. Etiqueta negra/gris

La etiqueta negra se asigna a los fallecidos, por consiguiente no tienen ninguna


prioridad asistencial. Mientras que la etiqueta gris se coloca a los heridos que sin
haber fallecido, tienen un pronóstico muy grave sin posibilidad de recuperación.
Los heridos que porten una etiqueta gris no tienen prioridad asistencial pese a
no haber fallecido y estar muy graves.

En este grupo se incluyen situaciones clínicas como por ejemplo, paradas


cardiorrespiratorias no presenciadas, traumas craneales con salida de masa
encefálica, destrucciones multiorgánicas, etc.

F. Procedimiento de etiquetado (taggning). Tarjetas de triaje

La tarjeta de triaje es el lugar donde se anota el resultado del triaje, que se le


asignará al paciente para que, cuando llegue a su destino, los evaluadores
conozcan la prioridad asistencial que en un momento determinado se la asignó
al herido.

En las tarjetas de triaje, además del resultado de la clasificación, suele haber


espacios para anotar datos de filiación, género, localización de las lesiones
anatómicas, medicación administrada, horario de diferentes actuaciones, etc. En
resumen, toda una serie de información que puede ser de interés clínico.

Asimismo, la mayoría de tarjetas de triaje posee un código de colores para


asignar prioridad, siguiendo la categorización vista en el punto anterior.

Del mismo modo que hay diferentes sistemas de clasificación, las tarjetas
también son distintas, aunque la finalidad siempre es la misma.

Las tarjetas en ocasiones tienen inconvenientes. Éstos se pueden deber a


problemas relacionados con la legibilidad de lo escrito en ellas o a su deterioro al
contacto con el agua. Además la mayoría de las tarjetas, tienen un sistema que
únicamente permite modificar el triaje inicial a otro de mayor gravedad, de modo
que si un herido mejora, en su nivel de prioridad, no se podría reflejar al haber
cortado ya la franja de color que se le asignó en la primera clasificación.
Cuando no hay tarjetas de triaje se pueden emplear métodos alternativos como
escribir sobre la piel con un rotulador, usar brazaletes de colores, o utilizar pinzas
de colores como las que se usan para tender la ropa.

G. Modelos prácticos de triaje

Existen diferentes modelos de triaje que se pueden clasificar en función del


momento de su aplicación y en función de su fundamento.

En función del momento de su aplicación, el triaje puede ser primario o


secundario.

El primer triaje corresponde al primer contacto con el herido. Su principal


objetivo es clasificar a los pacientes por prioridades asistenciales. Es un triaje
funcional, sencillo y rápido, pues se debe realizar en menos de un minuto. En
este momento sólo se valora la vía aérea con control cervical, la respiración, el
estado circulatorio y la función neurológica. No es necesario que participen
médicos, aunque sí personal suficientemente entrenado. Puede fallar, pero se
intentará que siempre sea por exceso, es decir, ante la duda se asignará el nivel
de triaje de mayor prioridad. Durante el primer triaje sólo se admiten gestos
salvadores, aquellos que con una mínima intervención proporcionan un gran
beneficio. Con este triaje los heridos entran en las unidades de atención
desplegadas en el área de socorro.

El segundo triaje es la clasificación de los heridos una vez estabilizados y


dispuestos para su traslado a un centro hospitalario con objeto de poder
establecer el orden de evacuación y destino de cada herido. Seguirá un modelo
lesional o mixto. Es más complejo que el primario, y más lento, ya que se suele
tardar más tiempo en realizarlo. Es necesario que participen médicos debido a su
mayor complejidad, quizá por ello es más preciso que el primario. Gracias a este
triaje los heridos salen clasificados del área de atención sanitaria desplegada en
el lugar del siniestro.

Según su fundamento, el triaje se puede clasificar en sistemas de triaje


funcional, sistemas lesionales y sistemas mixtos.

1. El sistema funcional: Busca la asignación de una prioridad


asistencial a los heridos según el estado de sus funciones vitales.
Se distinguen diferentes tipos, unos adecuados para su realización
por personal no sanitario y otros que precisan conocimientos
específicos.
2. Los sistemas lesionales de triaje: Se caracterizan por atribuir un
grado de prioridad a cada víctima en función de las lesiones que
presentan. Para su ejecución es necesario personal sanitario.
3. Los sistemas mixtos de triaje: Se tratan de sistemas en los que la
decisión de atención médica se establece de acuerdo a constantes
vitales y a las lesiones que presenta cada víctima.

El Método Rápido de Clasificación en Catástrofes es un método de clasificación


rápida de heridos diseñado en 1997 para su uso en accidentes con múltiples
víctimas por parte de personal no facultativo. El MRCC está destinado a la
realización de una primera clasificación de los heridos (primer triage). Se trata
de una variante simplificada del método START.

Las siglas MRCC se refieren a:

• M archa.
• R espiración.
• C irculación.
• C onciencia.

Algoritmos de actuación
Un algoritmo es una serie de pasos organizados que describe el proceso que
se debe seguir, para dar solución a un problema específico.

Para realizar el triaje se han desarrollado diferentes métodos algorítmicos que


guían a la persona que lo realiza durante el proceso a seguir para llevar a cabo
la clasificación de las víctimas.

• START.
• MRCC.
• SHORT.

TART (Simple Treatment And Rapid Transport)

Creado en 1983, por investigadores del Hoang Memorial Hospital Presbyterian


de California en colaboración con el Departamento de Bomberos de Newport
Beach, es un sistema sencillo y rápido, y no es preciso tener una formación
especial para aplicarlo.

Es un sistema funcional, cuyo objetivo es priorizar pacientes basándose en


datos objetivos fisiológicos y observacionales reunidos por los primeros
intervinientes en un accidente con múltiples víctimas.

El START valora tres parámetros: respiración, circulación y estado neurológico.


Para ejecutar este sistema, las víctimas deben ser trasladadas a un lugar
específico, generalmente el nido de heridos. Las que puedan hacerlo por su propio
pie, se les asignará la etiqueta verde, a los que no pueden, se les asignará una
etiqueta amarilla, roja o negra. Para aplicar estas etiquetas habrá que fijarse en
la respiración, la circulación y el estado neurológico.

Este sistema es muy usado en los sistemas de emergencias de EE.UU. Tiene


una versión pediátrica que se llama jumpSTART.
MRCC (Método Rápido de Clasificación de Catástrofes)

El MRCC diseñado en España lo desarrollaron los doctores A. Goitia, A. Zurita


y J. M. Millán en el año 1997. Se trata de una variante del START. Se creó para
poder ser usado por los bomberos en una catástrofe en un aeropuerto, pero su
utilidad se extiende fuera de este contexto, permitiendo que personal no médico
pueda llevarlo a cabo en diversas situaciones de crisis.

Se valora secuencialmente la marcha, la respiración, la circulación y la


consciencia. Es un método fácil de aprender y recordar, ya que sus iniciales,
MRCC, son una regla mnemotécnica que sirve para recordar lo que se tiene que
valorar.

Este método está diseñado para que se aplique en menos de un minuto, y


además, incorpora dos tratamientos básicos: el control de la vía aérea y el de las
hemorragias.
Las iniciales del método Short también RECUERDAn los pasos que se deben
realizar.

Así la S, hace referencia a salir caminando, puesto que el hecho de caminar


significa la asignación de una etiqueta verde. La H se refiere a la capacidad de
hablar sin dificultad, es decir, que no presente habla entrecortada por dificultad
respiratoria, habla débil o susurrante, o habla inteligible o incoherente. Para
analizar el habla, se le realizan al herido preguntas sencillas como por ejemplo
“¿Cual es tu nombre?”. La tercera letra, la O, hace referencia a si el herido des
capaz de obedecer órdenes sencillas como por ejemplo, mover una determinada
extremidad. La R alude a la respiración, pero también, a la presencia de signos
de circulación. Finalmente la T, indica que se han de taponar las hemorragias.
6. Funciones del profesional

El personal que forma la dotación de un vehículo de transporte sanitario lleva


a cabo el cumplimiento de sus funciones y servicios en situaciones y condiciones
especiales que requieren técnicas especiales y conocimientos en las áreas de
comunicaciones, transporte y coordinación con otros servicios de emergencias.

Este personal es el primer componente del sistema de asistencia urgente,


siendo su responsabilidad hacer llegar unos primeros cuidados a las víctimas,
estabilizar su condición y transportarlas de manera segura hasta el hospital.

Con el entrenamiento adecuado podrán proporcionar a las víctimas el necesario


apoyo de las necesidades vitales básicas que necesiten, así como reducir al
máximo sus molestias y la posibilidad de lesiones subsiguientes.

La responsabilidad inicial es proporcionar tratamiento de emergencia a las


víctimas.

• El cuidadoso reconocimiento del paciente en busca de signos y


síntomas de enfermedades y lesiones.
• La atención rápida y eficaz y la Estabilización de su condición antes
de transportarlo.
• El manejo cuidadoso a la hora de transportarlo hasta el interior de
la ambulancia.
• Transporte seguro y eficaz, bajo atenta vigilancia, y
proporcionándole sin interrupción la atención que su estado requiera.
• La transferencia al hospital.
A veces pueden verse obligados a efectuar funciones adicionales como:

• Utilizar herramientas y procedimientos básicos para acceder al


vehículo y rescatar a la víctima de su interior.
• Manejo de equipos de comunicaciones que incluye primero el
obtener información relativa a la emergencia surgida; segundo
comunicarse con otros servicios de emergencia a medida que se necesite
durante la misión de salida de la ambulancia (al dirigirse al lugar del
accidente, durante su estancia en éste, y al dirigirse al hospital); y tercero
alertar al personal médico de los servicios de urgencia del hospital de la
llegada inminente de pacientes en estado crítico.

Así, podemos resumir diciendo que las funciones de los profesionales de


transporte sanitario son las siguientes:

• La conducción de vehículos de transporte sanitario de víctimas en


situación de urgencias y emergencias.
• Colaborar siguiendo las instrucciones del personal facultativo, en la
recuperación y asistencia de los pacientes.
• Traslado urgente a los centros sanitarios correspondientes,
responsabilizándose del mantenimiento y conservación del vehículo.

Todas aquellas actividades necesarias para la correcta actuación de la unidad


de transporte sanitario.
7. Responsabilidad legal

Resulta evidente que los profesionales sanitarios se enfrentan, en el ejercicio


de su actividad, con el riesgo real que se deriva del derecho de los usuarios a
reclamar contra posibles imprudencias o Negligencias que puedan cometer
(Mora, 2008).

En el transporte sanitario se realizan tres tipos de actividades, según el


profesional que actúa, aunque su actividad está muy relacionada.

El medico: Deberá realizar todas las labores curativas y de mantenimiento del


enfermo, hasta llegar al punto de destino, cubriendo todas las emergencias que
pudieran surgir durante el itinerario.

Enfermería: Obedece las órdenes médicas, controla las constantes del enfermo
y vigila los cambios de las mismas.

El conductor: Su misión es la de conducir el móvil, con el máximo respeto a las


normas de circulación, llevar a cabo el mantenimiento del estado del vehículo, y
seguir las instrucciones médicas.

La responsabilidad profesional en sanidad puede definirse como la


obligación que tiene el sanitario de reparar un daño que haya podido originar a
otras personas, derivado de sus actos profesionales, errores voluntarios e
involuntarios u omisiones (Mora, 2008).

Hay que tener en cuenta dos elementos básicos:

• El profesional: que es aquella persona que está en posesión de un


título que legalmente lo habilita para el ejercicio, ofrece la prestación de
un servicio especializado de utilidad social.
• El acto: que es la actividad profesional que persigue, conforme a
la técnica correspondiente, la curación de un enfermo o la promoción de
la salud.
Existen diversas clases de responsabilidad a las que está sometido el
profesional sanitario:

• Responsabilidad civil.
• Responsabilidad penal.
• Responsabilidad administrativa.
• Responsabilidad penal.
• Responsabilidad laboral.
• Responsabilidad corporativa o colegial.

Elementos constitutivos de responsabilidad profesional del sanitario

• Que exista una obligación preexistente: esta obligación puede


darse porque se acepte voluntariamente la asistencia, porque nazca por
la misma forma que tiene el profesional de ejercer (ejercicio profesional
en el lugar donde lo lleve a cabo), porque sea una obligación inherente a
toda persona el deber de auxilio, que formulado en negativo sería la
omisión del deber de socorro. (Art. 489 bis Código Penal) (Mora, 2008).

• Que se ocasione un daño efectivo: este daño puede ser sobre el


paciente (daño físico, moral o económico); sobre sus familiares (daño
físico, moral o económico); sobre terceros (es casi exclusivamente de tipo
económico).
• Falta profesional: hay que determinar, por un lado la existencia
de una falta profesional, y por otro si esa falta es dolosa o culposa. En la
determinación del origen doloso o culposo, entra en juego la
intencionalidad del autor, es decir, si busca el resultado, si puede preveer
el resultado pero no lo evita, si no lo puede preveer o si no es lo
suficientemente diligente (Mora, 2008). Las faltas pueden clasificarse
teniendo en cuenta estas precisiones en:

o Faltas muy graves o gravísimas: las derivadas de la


intencionalidad o de la ignorancia inexcusable.
o Faltas graves: las debidas a la imprudencia temeraria.
o Faltas leves: las cometidas cuando aun tomando
precauciones, no se toman las suficientes.
o Faltas levísimas.
• Relación causa-efecto entre la falta y el daño
generado: muchas veces resulta difícil establecer esta correlación.
Consiste en determinar que, efectivamente, hay una relación entre la
causa que genera el daño y el efecto finalmente producido que es el daño.
Dicho de otra forma, que la acción que se lleva a cabo tiene como
consecuencia necesaria el daño que se produce.

8. Transporte de órganos y muestras biológicas

Para que un trasplante sea exitoso, no sólo depende de la intervención


quirúrgica realizada, sino también de las condiciones en las que se haya
trasladado el órgano en cuestión.

A continuación se atenderán diferentes aspectos relacionados con el transporte


de órganos y muestras biológicas, tal y como son las siguientes:

• Condiciones idóneas para el traslado de órganos y muestras


biológicas.
• Características físico-químicas del medio biológico o físico de
transporte.
8.1. Condiciones idóneas para el traslado de órganos y muestras
biológicas

Como norma general, el proceso de conservación de los órganos sólidos


necesita una reducción de temperatura hasta llegar a los 4º C, además de realizar
lavados de los mismos y administrar soluciones que posibiliten el enfriamiento.

Para la distribución de dichos líquidos, se hará uso del sistema circulatorio del
donante. De esta forma, una vez el órgano ha sido extraído, se sumerge en un
recipiente con una solución específica a 8º C.

Finalmente, el órgano es introducido en un recipiente estéril, que a su vez se


introducirá en una doble bolsa estéril. Ésta se ubicará en un contenedor
isotérmico para el transporte y se envolverá en una solución fría con hielo seco,
manteniendo la temperatura del órgano.

En este sentido, el Real Decreto 1723/2013, de 28 de diciembre, por el que se


regulan las actividades de obtención, utilización clínica y coordinación territorial
de los órganos humanos destinados al trasplante y se establecen requisitos de
calidad y seguridad, en su artículo número 14, realiza varias indicaciones en lo
que al transporte de órganos se refiere.

Según dicho artículo, el transporte de los órganos desde el centro de obtención


hasta el centro de trasplante se efectuará en las condiciones adecuadas, según
las características de cada órgano y lo dispuesto en el artículo 12.

El artículo 12 hace alusión a la preparación de los órganos humanos y en el se


dice que el personal del centro de obtención utilizará las técnicas y los medios
adecuados para que cada órgano llegue a su receptor en las mejores condiciones
posibles, de acuerdo con los protocolos relativos a la preservación, empaquetado
y etiquetado a los que hace referencia el artículo 25.
Cuando el órgano deba trasladarse a un centro de trasplante diferente del
centro de obtención, se acompañará obligatoriamente de la siguiente
documentación:

• Un etiquetado exterior, que tendrá un formato común al menos


cuando el transporte del órgano se efectúe entre comunidades autónomas
o desde España a otros países, y en el que, en todos los casos, figurará lo
siguiente:
o Una indicación de que se traslada un órgano humano,
especificando el tipo de órgano, y si procede, su ubicación
anatómica derecha o izquierda, con la advertencia «ÓRGANO
HUMANO PARA TRASPLANTE. MANIPULAR CON CUIDADO».
o Procedencia y destino del órgano: centro de obtención y
centro de trasplante involucrados, con el nombre de los
responsables del envío y la recepción, y las direcciones y números
de teléfonos de los centros mencionados.
o Día y hora de salida del centro de obtención.

o Recomendaciones de transporte, con instrucciones para


mantener el contenedor a una temperatura adecuada y en una
posición apropiada.
• Un informe sobre las características del donante y del órgano, su
extracción y las soluciones de preservación utilizadas.
• Los estudios realizados y sus resultados.

Sin perjuicio de lo establecido en el apartado anterior, cuando el órgano se envíe


a otro país de la Unión Europea, la documentación relativa a las características
del donante y del órgano cumplirá con los procedimientos que la Comisión
Europea establezca al efecto.

Continuando con el artículo 14, destacar lo indicado con respecto a que las
organizaciones, los organismos o las empresas que participen en el transporte
de órganos dispondrán de protocolos adecuados para garantizar la integridad del
órgano durante el transporte, así como su realización en un tiempo adecuado.
Sin perjuicio de los criterios clínicos o de urgencia específicos de cada caso, el
transporte se organizará de conformidad con criterios de calidad, seguridad y
eficiencia.

Atendiendo ahora al artículo 25 del Real Decreto 1723/2012, de 28 de


diciembre, referente al programa marco de calidad y seguridad, destacar que la
Organización Nacional de Trasplantes, en cooperación con las comunidades
autónomas, establecerá un Programa marco de calidad y seguridad que
comprenda todas las etapas desde la donación hasta el trasplante de los órganos
o su desestimación, y que contemple, al menos, la adopción y aplicación de
protocolos para:

• La verificación de la identidad del donante.


• La verificación del cumplimiento de los requisitos de consentimiento
para la obtención de órganos.
• La comprobación de que se ha completado la caracterización del
órgano y del donante, así como la transmisión de dicha información.
• La obtención de los órganos, incluyendo su preparación, así como
la verificación de los requisitos de preparación de los órganos.
• El transporte de órganos, así como la verificación de sus requisitos.
• Asegurar la trazabilidad.
• La notificación exacta, rápida y verificable y la gestión de reacciones
y eventos adversos graves.

Los protocolos contemplados en dos últimos puntos de la numeración anterior


especificarán las responsabilidades de los centros de obtención, los centros de
trasplante y las autoridades competentes, y cuando sea de aplicación, las
asignadas a las organizaciones europeas de intercambio de órganos.
El contenido de los protocolos de que deben disponer los centros de obtención
y de trasplante para su autorización, habrá de estar en consonancia con los
protocolos que se desarrollen en el Programa marco de calidad y seguridad.

Mediante el Programa marco de calidad y seguridad se garantizará que el


personal sanitario directamente implicado en cualquier etapa, desde la donación
hasta el trasplante o la desestimación, cuente con la cualificación o la formación
y competencias adecuadas. Dicho Programa incluirá el diseño de programas
específicos de formación de dicho personal.

Todo el personal sanitario implicado directamente en cualquier etapa desde la


donación hasta el trasplante o la desestimación de los órganos, contará con la
cualificación adecuada para realizar sus tareas y recibirá la formación apropiada.

Para que el transporte de las muestras biológicas o de diagnóstico sea idóneo,


el contenedor de dicha muestra deberá cumplir una serie de requisitos en función
al etiquetado o señalización, al igual que si se realiza por vía terrestre o aérea.

En el primer caso, se deberán aplicar los requisitos exigidos por el acuerdo ADR
(2003), mientras que en el segundo medio de transporte, se tomarán las medidas
exigidas en la reglamentación sobre mercancías peligrosas incluidos en las
Instrucciones Técnicas para la seguridad en el transporte aéreo de mercancías
peligrosas de la organización de aviación civil.

Dado que el transporte terrestre es el más común y el que nos ocupa en este
caso, nos ceñiremos a los requisitos a cumplir en el embalaje de este tipo de
movimientos. En concreto, se expondrán a continuación los tipos de
contenedores, recipientes y etiquetas de reconocimiento que deben llevar
consigo (Ramón, 2003).

Embalajes

Constan de tres elementos (Ramón, 2003):

Recipiente primario: Los más apropiados son los de polipropileno o polietileno,


por lo que se usan en la mayoría de aplicaciones. Tienen que estar diseñados
para evitar el derramamiento, será estanco, y además se transportarán en
posición vertical siempre que se pueda. Al ser el recipiente primario, debe tener
una identificación inequívoca.

Recipiente secundario: Será estanco y tendrá material absorbente entre él y el


recipiente primario en una cantidad suficiente como para impregnar todo el
líquido en caso de derramamiento. En el caso de no existir recipiente terciario, el
de protección llevará una etiqueta con la frase “muestra de diagnóstico”, además
del resto de pictogramas reglamentarios, según lo contenido en el paquete, e
identificar el origen y destino.

Recipiente terciario: Será estanco y tendrá material absorbente entre él y el


recipiente primario en una cantidad suficiente como para impregnar todo el
líquido en caso de derramamiento. En el caso de no existir recipiente terciario, el
de protección llevará una etiqueta con la frase “muestra de diagnóstico”, además
del resto de pictogramas reglamentarios, según lo contenido en el paquete, e
identificar el origen y destino.

Etiquetas y señalizaciones

Además de las ya mencionadas, serán necesarias otras etiquetas tales como


(Ramón, 2003):

• Etiqueta de especificación de temperatura de conservación.


• En caso de utilizarse hielo carbónico, se indicará con otra etiqueta
colocada fuera de los recipientes secundarios y terciarios.
• Etiquetas para la toma de precauciones en caso de tratarse de una
materia infecciosa clase 6.2.
• Si el recipiente contiene hielo seco o nitrógeno líquido, se
incorporará una etiqueta según los modelos siguientes:
Con los recipientes se incluirá la siguiente documentación (Ramón, 2003):

• Carta de puerto con los requisitos de transporte de materias


infecciosas (6.2. ADR 2003).
• Carta de puerto específica de nitrógeno líquido, en caso de que se
utilice.
• Instrucciones escritas por el transportista en caso de incidencias.

8.2. Características físico-químicas del medio biológico o físico de


transporte

Aunque no se encuentran descritos casos de enfermedades atribuibles a


infecciones producidas por el transporte de muestras biológicas, existen distintas
recomendaciones de seguridad destinadas a la protección de los transportistas y
de los receptores de las mismas de cara a evitar el uso de embalajes defectuosos
o el deterioro de los mismos, con el consiguiente riesgo para los intervinientes
en el proceso y el público en general. Como norma general, está prohibido el
envío de materias infecciosas sin identificar y las compañías aéreas prohíben
rigurosamente transportar a mano materiales infecciosos, así como su envío por
valija diplomática.

Las normativas y recomendaciones existentes tienen su origen en las propuestas


de la Organización Mundial de la Salud (OMS), adoptadas por las Naciones Unidas
(ONU) y sus respectivas organizaciones internacionales de transporte: Comité de
Expertos de las Naciones Unidas en Transporte de Mercancías Peligrosas, Unión
Postal Universal (UPU), Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) y
Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), así como los respectivos
reglamentos de transporte por carretera (ADR), ferrocarril (RID) y marítimo
(IMDG). El objetivo básico es facilitar el envío simplificado y seguro de materiales
infecciosos, protegiendo al mismo tiempo la seguridad del personal de transporte
y del público en general.

En la clasificación de mercancías peligrosas de la ONU seguida por todos los


reglamentos de transportes (ADR, RID, código IMDG e Instrucciones técnicas de
la OACI - IATA), los materiales conteniendo agentes biológicos peligrosos se
clasifican como "sustancias infecciosas" en la clase 6.2, teniendo asignados
distintos números ONU.

Por otro lado, hay que recordar la clasificación de agentes biológicos en cuatro
grupos de riesgo originalmente establecida por la OMS, que ha sido
internacionalmente adoptada por la distintas reglamentaciones sobre protección
frente a agentes biológicos y que en España se encuentra en el RD 664/97.

Los agentes biológicos se clasifican, en función del riesgo de infección, en


cuatro grupos:

• Agente biológico del grupo 1: aquél que resulta poco probable


que cause una enfermedad en el hombre;
• Agente biológico del grupo 2: aquél que puede causar una
enfermedad en el hombre y puede suponer un peligro para los
trabajadores, siendo poco probable que se propague a la colectividad y
existiendo generalmente profilaxis o tratamiento eficaz;
• Agente biológico del grupo 3: aquél que puede causar una
enfermedad grave en el hombre y presenta un serio peligro para los
trabajadores, con riesgo de que se propague a la colectividad y existiendo
generalmente una profilaxis o tratamiento eficaz;
• Agente biológico del grupo 4: aquél que causando una
enfermedad grave en el hombre supone un serio peligro para los
trabajadores, con muchas probabilidades de que se propague a la
colectividad y sin que exista generalmente una profilaxis o un tratamiento
eficaz.
Las muestras biológicas, a menudo con múltiples datos asociados,
constituyen actualmente un material imprescindible y preciado de estudio,
además de una herramienta fundamental en el ámbito de la investigación
biomédica.

Durante años los excedentes de las muestras biológicas obtenidas en el ámbito


del diagnóstico se archivaban con vistas a una posible comprobación diagnóstica
o la hipotética realización de algún proyecto de investigación futuro. En la
actualidad, en el propio diseño de los proyectos de investigación ya consta la
posibilidad de aprovechar dichas muestras para finalidades científicas. Por lo
tanto, es aconsejable que, en el momento de obtener muestras biológicas para
diagnóstico o para determinados estudios, se prevea la posibilidad de su
conservación en unas condiciones tales que permitan proyectos de investigación
futuros.

Desde el punto de vista ético, cualquier estudio o proyecto de investigación que


incluya la obtención de muestras biológicas deberá contar obligatoriamente con
el consentimiento informado del donante y con la correspondiente aprobación del
comité ético de investigación clínica. Este comité velará para que prevalezca
siempre el interés del paciente y para que no se interfiera en su diagnóstico y/o
manejo clínico (tratamiento, seguimiento, evolución). Desde el punto de vista de
la bioseguridad, deberá cumplir con la legislación vigente referida a la obtención,
transporte y uso de muestras biológicas humanas.
Por otra parte, la complejidad que entrañan tanto la obtención de las muestras y
de sus datos asociados como su conservación a largo plazo obliga a optimizar
todos los procesos. Para ello será necesario obtener, con el menor coste posible,
la cantidad suficiente de cada una de las muestras (sangre total, esputo, biopsia,
etc.) para permitir la posterior obtención de submuestras (ADN, ARN, proteínas,
células, etc.) en las mejores condiciones de extracción posibles. También será
fundamental disponer de unas instalaciones que permitan su procesamiento y
almacenamiento en condiciones óptimas de seguridad y temperatura, así como
contar con unas buenas bases de datos para procesar toda la información
asociada.

Estas colecciones ordenadas y controladas permitirán obtener la trazabilidad de


las muestras y representarán una garantía en cuanto a la reproducibilidad de los
resultados. También facilitarán la posibilidad de participar en redes o proyectos
multicéntricos y compartir o ceder muestras entre diversos proyectos de
investigación. Disponer de unos protocolos estandarizados de trabajo que
incluyan procedimientos para un correcto transporte y almacenamiento de las
muestras, aunque costoso desde el punto de vista logístico, se ha convertido en
un factor decisivo sobre todo en estudios a largo plazo y en estudios
longitudinales, en los que es fundamental mantener la integridad de las muestras
almacenadas.

Todos estos factores son los que, a su vez, hacen que sea cada vez más
frecuente la creación de biobancos, colecciones de muestras que se han recogido
siguiendo unas normas de trabajo, que se han transportado y almacenado según
las recomendaciones actuales, que disponen de datos asociados a las muestras
y que cumplen con los requisitos éticos y legales.

Para atender ya más concretamente al transporte de muestras biológicas, en


primer lugar se definen los términos más empleados en las recomendaciones
internacionales y en la legislación.

Se define como sustancia infecciosa aquella que se sabe o se cree


fundadamente que contiene agentes patógenos (microorganismos o priones) que
pueden causar enfermedades en humanos o animales. Esta definición se aplicará
a todas las muestras excepto las excluidas explícitamente. Las sustancias
infecciosas se dividen en dos categorías:

Sustancia infecciosa de categoría A: La exposición a este tipo de sustancia puede


causar una incapacidad permanente, poner en peligro la vida o provocar una
enfermedad mortal para seres humanos o animales previamente sanos. Algunos
ejemplos serían cultivos de Mycobacterium tuberculosis, virus de la gripe aviar
hiperpatógena, Chlamydia psittaci (cepas aviares) y Bacillus anthracis, entre
muchos otros. A las sustancias de este grupo se les asignará el número UN 2814,
que es una identificación de mercancía peligrosa. La designación oficial de
transporte de UN 2814 es: “sustancia infecciosa que afecta a humanos”.

Sustancia infecciosa de categoría B: Toda sustancia infecciosa que no cumple


criterios para entrar en la categoría A. A las sustancias de la categoría B se les
asignará el número UN 3373, y la designación oficial para el transporte será:
“sustancia biológica de categoría B”.

Existen excepciones, conocidas como muestras exentas. Son muestras que


presentan un riesgo mínimo de contener agentes patógenos. Deben
transportarse en un embalaje igual que las muestras UN 3373 (embalaje de 3
elementos) e identificarse como “muestra humana exenta”. Ahora bien, para que
una muestra pueda considerarse exenta, se requerirá una opinión profesional
basada en el historial médico conocido, síntomas y condiciones locales
endémicas. Algunos ejemplos de muestras que pueden considerarse exentas
son: derivados de análisis de sangre o de orina utilizados para determinar
concentraciones de colesterol o de hormonas, glucemia y muestras para análisis
de farmacovigilancia terapéutica, entre otras.

Con objeto de clasificar de forma simple las sustancias infecciosas para su


transporte, la Organización Mundial de la Salud, en su Guía sobre la
reglamentación relativa al transporte de sustancias infecciosas, 2007–2008,
ofrece un árbol de decisiones que puede ser muy útil para asignar las muestras
biológicas a un determinado código de mercancía peligrosa
Glosario

• Intervención: 1. Participación en un asunto o situación2.


Operación quirúrgica3. Control que una autoridad ejerce sobre la
comunicación privada de alguien4. Apropiación por parte una autoridad de
una mercancía ilegal.
• Hospitalario: 1. Relativo al hospital2. Se aplica a la persona que
recibe y acoge en su casa o en su tierra a los visitantes o extranjeros con
amabilidad y toda clase de atenciones3. Se aplica al lugar que resulta
agradable y acogedor para la persona que vive o está en él de una forma
temporal4. Relativo a la Orden de los Caballeros Hospitalarios o de San
Juan de Jerusalén, orden militar fundada en el s.
• Patología: 1. Parte de la medicina que estudia la naturaleza de las
enfermedades, especialmente de los cambios estructurales y funcionales
de los tejidos y órganos que las causan2. Conjunto de enfermedades de
una persona.
• Enfermo: 1. Se aplica al ser vivo que padece una enfermedad.
• Dosis: 1. Cantidad de medicina o de otra sustancia que se ingiere
en cada toma2. Cantidad o proporción de algo inmaterial3. Cantidad
específica y graduada de una sustancia que se añade en cada etapa de un
proceso.
• Comunicación: 1. Acción de comunicar o comunicarse2.
Intercambio de mensajes a través de un canal y mediante un código
común al emisor y al receptor3. Carta o mensaje escrito en que se
comunica una cosa, especialmente importante4. Escrito breve que se lee
públicamente en un congreso u otra reunión científica.
• Ofimática: 1. Aplicación de la informática a todas las técnicas y
trabajos de oficina2. Conjunto de materiales y programas informáticos que
se aplican al trabajo de oficina.
• Evolución: 1. Cambio o transformación gradual de algo, como un
estado, una circunstancia, una conducta, una idea, etc2. Proceso gradual
de cambios acumulativos mediante el cual los seres vivos han variado a lo
largo de sucesivas generaciones desde los primeros organismos
unicelulares hasta el conjunto actual de complejos organismos vivos de
nuestro planeta3. Movimiento de alguien o algo que se desplaza
describiendo curvas.
• Emergencia: 1. Asunto o suceso imprevisto que se debe solucionar
con mucha rapidez2. Salida de una cosa a la superficie del agua o de otro
líquido.
• Traumatología: 1. Parte de la medicina que se ocupa de los
traumatismos y sus efectos2. Departamento de un hospital donde se
atiende a las personas que han sufrido un traumatismo.
• Pulso: 1. Conjunto de golpes o latidos producidos por el
movimiento de la sangre en las arterias, que se percibe en algunas partes
del cuerpo, especialmente en la muñeca2. Parte de la muñeca donde se
notan estos golpes3. Seguridad o firmeza en la mano para ejecutar una
acción delicada con precisión4. Habilidad o cuidado para tratar un asunto
o llevar a cabo un negocio.
• Shock: (anglic.) , conmoción, trauma.
• Asfixia: 1. Falta de oxígeno en la sangre provocada por un fallo en
la respiración2. Sensación de agobio producida por el excesivo calor o por
el enrarecimiento del aire.
• Estabilización: 1. Acción de estabilizar2. Efecto de estabilizar.
• Negligencias: Descuido, omisión.
Recuerda

• La importancia de la transferencia de pacientesradica en este


intercambio de información, puesto que si no se realiza adecuadamente,
el paciente puede correr grandes riesgos.
• La transferencia del paciente se llevará a cabo tanto de forma verbal
como de forma escrita.
• El lenguaje radiofónico “es un conjunto de normas y convenios
que nos permiten optimizar el uso de los equipos radiotelefónicos,
consiguiendo conversaciones de menor duración y de mayor seguridad e
inteligibilidad”.
• El triaje es la clasificación de los pacientes en función de criterios
de prioridad asistencial.
• El triaje únicamente se debe realizar cuando los recursos sanitarios
se ven superados por el número de víctimas.
• Tradicionalmente cada categoría se ha identificado con un color:
• El rojo representa la emergencia o extrema urgencia.
• El amarillo, se asigna a pacientes que tienen urgencia en la
atención, pero sin ser extrema.

• El verde, se fija a los heridos que no tienen urgencia de ser


atendidos y cuya asistencia se puede demorar varias horas.
• El gris o negro, que se coloca en los fallecidos o con muy escasas
probabilidades de supervivencia.
• El personal que forma la dotación de un vehículo de transporte
sanitario, es el primer componente del sistema de asistencia urgente,
siendo su responsabilidad hacer llegar unos primeros cuidados a las
víctimas, estabilizar su condición y transportarlas de manera segura hasta
el hospital.
• La responsabilidad profesional en sanidad puede definirse como
la obligación que tiene el sanitario de reparar un daño que haya podido
originar a otras personas, derivado de sus actos profesionales, errores
voluntarios e involuntarios y omisiones.

• Para que un trasplante sea exitoso, no sólo depende de la


intervención quirúrgica realizada, sino también de las condiciones en las
que se haya trasladado el órgano en cuestión.

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