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A r e n a l , 11, M a d r i d .
BIBLIOTECA CLÁSICA.
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gos y latinos y las más selectas de los clásicos españoles, ingleses,
alemanes, italianos, franc-ses y portugueses. -
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C l á s i c o s latinos. Tomo«.
OBRAS PUBLICADAS.
Clásicos ingleses.
LOUD MACAULAT.—Estudios literarios, t r a d u c c i ó n de D. Mariano J u d e r í a s Bén-
der (11)
— Estudios históricos, traducción del mismo. (16)
— Estudios políticos, traducción del mismo. (19)
— Estudios biográficos, traducción del mismo (25)
— Esludios críticos, traducción del mismo. ( 3 0 j
— Estadías de política p literatura, t r a d u c c i ó n del mismo. (99) CRISTÓBAL COLÓN
— Vidas de políticas ingleses, traducción del mismo. (82)
— Historia déla revolución inglesa, traducción de D. Mariano J u d e r í a s Bénder Y
C l á s i c o s italianos.
MANZONI.—Los iVovios, traducción de D. J u a n Nicasio Gallego. (31)
— La Moral Católica, traducción de D. Francisco Navarro. (52)
— Tragedias, poesías y obras varias, traducción d o Baráibar. (150 y 151)
GÜICCIABÍJINL—Historia de Italia, desde 1494 á 1532, traducida por el rey D. Fe-
lipe IV. (127, 130, 133. 135, 137 y 139)
MAQUIAVELO.—Obras butíricas, traducción de D . Lnis N a v a r r o
Clásicos alemanes.
SCHTLLER.—Teatro completo, traducción de D. Eduardo Mier. (43, 49 y 82)
HEINE.—Poemas y fantasías, traducción en verso de D. Josó J . Herrero. (61)
— Cuadros de viaje, traducción de D Lorenzo G. Agi-jas. (124 y 126)
GOITTHK.— Viaje á Italia. Traducción de D. 1 Fanny Garrido. (147 y 148)
Clásicos franceses.
LAMARTINE.—Civilizadores y conquistadores, traducción de D. N o r b e r t o Castilla
y D . M. J u d e r í a s Bénder. (53 y 54)
Clásicos portugueses.
CAMOENS.—LOS Instadas, traducción en verso de D. L a m b e r t o Gil. (100)
— Poesías selectas, traducción del mismo, ( l o l )
B I B L I O T E C A C L Á S I C A
TOMO CLXIII
CRISTÓBAL COLÓN
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HISTORIA
DE LA GEOGRAFÍA D E L NUEVO CONTINENTE
Y DE LOS PROGRESOS D E LA ASTRONOMÍA NÁUTICA
EN LOS SIGLOS XV Y X V I
ALEJANDRO DE HUMBOLDT
TRADUCIDA AI. CASTET¿AL»J)R .
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Capilla Alfonsina
MADRID Biblioteca. Vnwemmria
L I I 5 R E R I A D E LA V I U D A D E H E R N A N D O Y C
cnlle del Arenal, uúm. 11
1892
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PRÓLOGO.
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-Roquette, y esta misma obra fue' origen de la Vida de á toda ella. E n los individuos como en las masas, hay u n
Colón, debida á la pluma de un escritor que lia ilus- principio conservador que mantiene el acto vital del des-
trado á su patria con composiciones en las que brillan á arrollo de la razón. Si el siglo x v llegó t a n rápidamente
la vez la inspiración poe'tica y el talento de pintar el á cumplir su misión, fué porque preparó los gérmenes la
cuadro de una tierra inculta, fecundada por una civili- serie de hombres eminentes que vivieron en la E d a d
zación naciente. Mr* W a s h i n g t o n I r v i n g ha demostrado Media, Roger Bacou, Alberto el Grande, D u n s Scot y
que á los grandes talentos no les es incompatible la cul- Vicente de Beauvais.
t u r a de las artes de la imaginación y la facultad de de- Cuando Diego Rivero volvió en 1525 del Congreso
dicarse con f r u t o á los severos estudios del historió- de P u e n t e de Caya, cerca de Yelves, ya estaban trazados
grafo; pero por el objeto y la forma literaria de su los grandes contornos del Nuevo M u n d o desde la Tierra
trabajo, el autor americano tenía que prescindir de las del Fuego h a s t a el Labrador. L o s progresos eran n a t u -
minuciosas discusiones de geografía y astronomía náu- ralmente m á s lentos en las costas occidentales, y , sin
tica á que la aridez de mis habituales trabajos desde embargo, en 1545 Rodríguez Cabrillo avanzó ya hasta
hace largo tiempo me condena. el Norte de Monterey; y "cuando este grande é intrépido
A l examinar los sucesos que ocasionaron el descubri- navegante pereció cerca del canal de Santa Bárbara, en
miento del otro hemisferio, procuro sobre todo hacer ver Nueva California, su piloto Bartolomé Ferrelo continuó
la continuidad de ideas, la ligazón de opiniones q u e , al el reconocimiento de la tierra h a s t a el grado 4 3 de lati-
t r a v é s de las supuestas tinieblas de la Edad Media, unen tud, cerca del cabo Oxford de Yancouver.
el final del siglo x v con los tiempos de Aristóteles, E r a - Tal era entonces el ardimiento y la rivalidad de los
tosthenes y Strabón. H e querido probar que en todas las pueblos comerciantes, españoles, ingleses y portugueses,
épocas de la vida de los pueblos, cuanto se refiere á los que bastaron cincuenta años para diseñar la configura-
progresos de la razón tiene las raíces en los siglos ante- ción de las g r a n d e s masas continentales del otro hemisfe-
riores. E l desarrollo de la inteligencia ó su aplicación á rio, al Sud y al Norte del Ecuador. Tan cierto es, como
las necesidades materiales de las sociedades sólo pare- observa u n juicioso literato, M . Yillemain {Melanges
cen nulos cuando la lentitud ó el aislamiento de los pro- historiques, 1.1, pág. 452), que «cuando un siglo empieza
gresos hacen su marcha insensible ó, mejor dicho, menos á trabajar, impulsado por u n a grande esperanza, no des-
aparente. L a raza humana no está sujeta, en mi opinión, cansa hasta convertirla en realidad.»
á alternativas de esplendores y obscuridades que afecten
L a extensa obra que preparaba sobre la historia y
geografía de ambas Américas y la rectificación progre- P o r no perder completamente el fruto de las antedi-
siva de las posiciones astronómicas la abandoné cuando chas investigaciones, he concentrado en este examen crí-
mi viaje al A s i a boreal y al mar Caspio. H a influido tico los resultados en mi concepto más interesantes. A l
después en mi ánimo una nueva serie de ideas, dismi- lado de hechos nuevos coloco otros, quizá conocidos de
nuyendo la predilección que había concebido por este a n t i g u o , pero que ofrecen combinaciones y puntos de
trabajo desde mi primera vuelta á Europa. Creo deber vista de indudable novedad.
poner término á mis escritos relativos á América, y esta Daré algunos detalles acerca del misterioso personaje
resolución es para mí menos sensible desde que un via- Martinus Hylacomilus y sobre su Introducción á la cos-
jero de los más instruidos en los tiempos modernos, mografía, en la cual, ya en 1507, y por tanto un año
M . Boussingault, después de doce años de arriesgadas y antes de que el mapa fragmentario del Nuevo Mundo
penosas correrías, ha vuelto felizmente á su patria y po- fuese publicado sin nombre en una edición de Ptolomeo,
drá seguir proyectando luz sobre los fenómenos magné- propuso la denominación de América. Encontraremos
ticos y meteorológicos, sobre la geología, la configuración este nombre empleado, no en un mapa, sino en un libro
hipsométrica del su?lo y la naturaleza química de las anónimo ( Globus Mundi) falsamente atribuido á Lori-
producciones del Nuevo Mundo. t u s Glareanus é impreso en 1509, tres años antes de la
Espero dar pronto á luz el cuarto y último tomo de carta de Vadiano á Rodolfo Agrícola y anterior en trece
la Relación histórica, única obra de esta larga serie de al mapa de Ptolomeo con el nombre de América. U n
publicaciones americanas que está por terminar. De los mapamundi de Appiano, inserto en el Pomponio Atela,
dos A t l a s que acompañan á la Relación histórica, el de Vadiano, presenta también dicho nombre y precede
primero, el A t l a s pintoresco, contiene la explicación de por tanto en dos años al mapa de Ptolomeo de 1522.
las láminas publicadas con los títulos de de las Sería faltar á los deberes de afectuoso reconocimiento
cordilleras y Monumentos de los pueblos indígenas de si, al terminar este prólogo, no rindiera público home-
América. L a obra que publico en este momento imprí- naje al barón Walckenaer, mi colega en el Instituto, á
mese también en forma grande para que sirva de texto cuyo noble celo en el cultivo de las ciencias no se limita
al Atlas geográfico y físico (1). enriquecerlas con sus propios trabajos, sino también
procura ayudar con sus consejos y facilitando el libre
(1) La edición in-folio contendrá además el AndUsis razo- uso de su vasta biblioteca á cuantos desean recorrer la
nada de los materiales de que me he valido para construir les
mapas y los perfiles liipsométricos. misma senda que él. E n t r e las riquezas que contiene esta
biblioteca, he tenido la dicha de averiguar con el señor presentados al Instituto. «Mr. Oltmanns, dice M r . De-
Walc-kenaer, en la primavera del año 1832, durante mi lambre, ha demostrado con sus trabajos de geografía
último viaje á P a r í s , el autor y la fecha de un mapamundi astronómica que posee notables conocimientos y la pa-
que ha dado ocasión á observaciones interesantísimas. ciencia necesaria para ejecutar los cálculos más largos y
E l Nuevo Continente fue' dibujado por J u a n de la monótonos, estando dotado de la sagacidad bastante para
Cosa, que acompañó á Cristóbal Colón en su segundo descubrir métodos nuevos ó reformar los conocidos.»
viaje, y que era el piloto de Alonso de Ojeda en la ex- E l interesante Ánnuaire du burean des longitudes pu-
pedición de 1 4 9 9 , en la cual iba Amérigo Yespucci. blica anualmente las tablas de M r . Oltmanns, que sirven
P a r a comprender la importancia de este monumento para calcular la altura de las montañas, conforme á las
geográfico, basta recordar que es anterior en seis años á observaciones barométricas; tablas que por su precisión
la muerte de Colón, y que los mapas más antiguos de é ingeniosa brevedad tanto h a n contribuido al conoci-
América, no insertos en las ediciones de Ptolomeo ó en miento de las desigualdades de la superficie del globo.
las cosmografías del siglo x v i conocidas hasta ahora, son
Poco tiempo antes de su muerte había terminado
los de 1527 y 1529 de la biblioteca del G r a n Duque de
M r . Oltmanns los cálculos de todas mis observaciones
Sajonia Weymar. L a última es la más conocida, porque
astronómicas hechas en Siberia, de las cuales sólo muy
lleva el nombre de Diego Rivero.
pocas pude yo calcular durante un rápido y á veces tra-
Termino este prólogo con la expresión de un gran bajoso viaje. E s t e recuerdo de inextinguible reconoci-
sentimiento. L a viva alegría que me produjo la noticia, miento no está fuera de lugar en una obra destinada,
con tanta impaciencia esperada, de haber recobrado la como la presente, á investigaciones acerca de la historia
libertad mi amigo y compañero de viaje Mr. Bonpland, la de la Geografía.
h a perturbado una pérdida dolorosa. Mr. Oltmanns, A. DE HUMBOLDT.
miembro de la Academia de Berlín, que me había de- Berlín, Noviembre 1833.
I.
Se lia dicho con bastante exactitud que Colón se costas asiáticas; en los informes tomados de obras anti-
mostró al defender su proyecto menos temerario y más guas, de escritores árabes y acaso de Marco Polo; en
sabio de lo que se le había supuesto (1). L a exposición indicios de tierras situadas al Oeste de las islas de Cabo
de razones que alegaba, mejor hecha en las Décadas de Verde, Porto Santo y las Azores, que en diversas épocas
Herrera (2) que en la Vida del Almirante, escrita por se creyó advertir ó por la observación de algunos fenó-
su hijo D . Fernando, h a pasado de este último libro á menos físicos ó por las relaciones de marinos á quienes
todas las historias modernas del descubrimiento de A m é - arrastraron las tempestades ó las corrientes.
rica. Clasificando estas razones conforme á la naturaleza
Conviene también distinguir entre las ideas que pre-
de los conocimientos que las produjeron, y comparándo-
ocupaban al grande hombre antes y durante el curso de
las en parte á los documentos originales que podemos
sus descubrimientos, y las reflexiones que estos mismos
consultar hoy, vemos que la esperanza de llegar, bus-
descubrimientos produjeron en él posteriormente. Debe
cando el Levante por el Poniente, á las regiones de Asia,
• comparárselas con hechos, no todos por igual compro-
fértiles en especias, ricas en diamantes y en metales pre-
bados ó bien interpretados, como la relación de un sa-
ciosos, la fundaba Colón en la idea de la esfericidad de
cerdote budista, Hoe'íchin, sobre el F u s a n g y Tahan
la tierra; en la relación de la extensión de los mares y
(año 500); los descubrimientos de la Groenlandia, del
de los continentes; en la cercanía de las costas de la
Vinland y de la embocadura del San Lorenzo, por Erilc
península ibérica y de Africa á las islas inmediatas al
R a u d a (985), Bjoern (1001) y Madoc ap Owen (1170);
Asia tropical; en u n grave error en la longitud de las
la aventurera expedición de los árabes errantes (Alma-
grurim) (1) de Lisboa (1147); la navegación al Oeste
hacia la India del genovés Guido de Vivaldi (1281), y
mapamundi de Martín Behaim, terminado en 1492, se encuen- de Teodosio Doria (1292), cuya suerte se ignora; y
tra una cita de Marco Polo (lib. III, cap. 42), de 12.700 islas,
«con montañas de oro, de perlas y doce clases de especias» finalmente, los viajes con t a n t a frecuencia comentados
(mit vil Edelgestain, Perleim, nnd Golt Peragen, 12 lei Speze- de los hermanos Zeni de Yenecia (1380).
rey wiul ívunderliehem Volch, datan lang zu sehreiben), dice H e colocado estos hechos y tradiciones por orden cro-
Behaim en su antiguo y enérgico lenguaje. GOTTL. VON MURE,
Diplom. Gescli, von Martin Beliaim, 1778, pág. 37. La cita de nológico para demostrar que ascienden hasta mil años
Marco Polo no es exacta. El viajero veneciano habla de 12.700 antes de Colón, quien, en un siglo de heroísmo y de eru-
islas (lib. III, cap. 38), aludiendo á las Maldivas (ed. de Mars- dición renaciente, aun se complacía con los recuerdos de
den, pág. 717), Behaim transporta este grupo de islas al Nor- la Atlántida de Solón y de la célebre profecía contenida
deste, lo cual influyó en las opiniones de los navegantes al fin
en un coro de la Medea de Séneca.
del siglo XV.
(1) M A L T E B R U N , Geographie Universelle, 1831, t. i, pá-
gina 616. (1) Almarurim significa mejor engañados en sus esperanzas,
(2) Dec. I, lib. i, cap. 1 al 6. y. la raíz de esta palabra es meghrur.
clima, la fuerza física de los hombres, la pureza de las
costumbres, todos los bienes eran propios de las extre-
midades del disco terrestre ( 1 ) . D e aquí el vago (2)
deseo de llegar á él, ó por el P h a s e (3) ó por las co-
lumnas de Briareo. L a especial configuración de la
cuenca del Mediterráneo, abierta al Occidente, impulsó el
interés de los navegantes fenicios hacia la parte atlán-
II.
tica del Océano. La historia de la Geografía presenta
esta serie de intentos desde los tiempos más remotos
Progreso de las ideas cosmográficas antes de Colón. para avanzar progresivamente en la dirección occidental,
intentos debidos al ansia de ganancias, á curiosidad
aventurera ó al azar de las tormentas; presenta además
E l estado de nuestra civilización europea nos con- larga serie de descubrimientos presididos por la misma
duce involuntariamente á Grecia como punto de partida, idea y favorecidos por los mismos accidentes. Desde
Colceus de Sanios, arrastrado por los vientos de Levante
lo mismo al investigar las opiniones que contienen los
fuera de su camino, en su travesía de la isla de Platea á
gérmenes de las que h o y dominan, que al recorrer la
las costas de Egipto, se llega á las gigantescas empresas
larga serie de las atrevidas tentativas realizadas con ob-
de Colón y de Magallanes. E l horizonte geográfico se
jeto de ensanchar el horizonte geográfico.
ensancha poco á poco desde el mar Egeo al meridiano
D u r a n t e largo tiempo, la tierra, conforme á las ideas
de las Syrtes, desde aquí á las columnas de Hércules y
de los primeros poetas de la escuela jónica, era un disco
fuera del Estrecho, con I l a n n ó n hacia el Sur y con P y -
cuyas orillas ocupaba el Océano, disco inclinado un poco
theas hacia el Norte. L a s atrevidas empresas de los
hacia el Sud á causa del peso que producía la abundante
vegetación en los trópicos ( 1 ) .
Hacia estas orillas se situaban el Elíseo, las islas de
los Bienaventurados, los Hiperbóreos y el pueblo justo (1) «Lo que liay más bello en la tierra habitada se encuen-
de los Etiopes. L a fertilidad del suelo, la templanza del tra en las extremidades», dice Hcrodoto, lib. III, cap. 107;
quien, como Tliales y Anaximenes, no cree en la forma esférica
de la tierra (lib. v, cap. 92).
( 1 ) P L U T A R C O , Be plac. phil., n r , 12. Pasaje repetido por (2) B R E D O W , Untersuch, iiier alte Geschichte und Geogra-
Galieno, Be Phil. Historia, cap. 21, ed. Külm, 1830, t. xix, phie, 1 8 0 0 , pág. 7 8 . U K E R T . Geographie der Griechen und Rö-
pág. 294. Esta es una de las causas indicadas por Demócrito y mer, vol. II, parte 1.A, páginas 234-243.
que recuerda la falta de equilibrio que, según un mito javanés, (3) En la época mítica de la expedición de los argonautas
Batara Guru, el Ser Supremo, observaba en la tierra inclinada todavía se sospechaba que el mar interior tenia también co-
al Oeste, al cual puso remedio trasladando algunas montañas. municación por el Nordeste con el gran rio Océano.
fenicios fueron precedidas (1) de los tímidos ensayos blemente en la época de Filipo de Macedonia, designa
de los marinos de Creta, Samos y Focea. E l antiguo más allá de Cerne un mar de Sargazo, una abundancia
conocimiento que los fenicios tenían del río Oce'ano, más de fuco que anuncia la proximidad de las islas de Cabo
allá de las columnas de Hércules, acaso lo pone de ma- Verde, pero que no me parece idéntico al mar de Sar-
nifiesto el mismo nombre que adoptaron los helenos para gazo que menciona el pseudo Aristóteles en la compila-
designar el mar exterior (2). ción conocida con el nombre de Narraciones maravi-
Desde los tiempos homéricos creían los griegos que á llosas (1).
Poniente había parajes ricos y fértiles; pero su conoci- Cuando no se quieren perder de vista las grandes di-
miento exacto de la cuenca del Mediterráneo no se ex- visiones naturales de la geografía física y su constante
tendía más allá del meridiano de la Gran Syrte y de infiuéncia en los destinos de los pueblos, reconócense en
Sicilia. Toda la parte occidental de esta cuenca que los las épocas memorables de los progresos de la navegación
fenicios surcaban hacía ya largo tiempo, no la conocie- del Mediterráneo de E s t e á Oeste las tres grandes cuen-
ron los helenos hasta después del viaje, cuya importancia cas parciales en que se subdivide la gran depresión de
reconoció Herodoto (3), de Colceus de Samos, que llegó este mar, según he indicado ya en otra obra (2). La
h a s t a Tartesus y el cabo Soloé. cuenca del mar Egeo está limitada al Sur por una curva
E l Periplo atribuido á Scylax (4), compuesto proba-
f
otro manuscrito (1) que comprende las causas en que
India, seria aquel fin el que está cerca de los otros por
el grande hombre fundaba las esperanzas en el buen
Occidente (de la parte más occidental de E u r o p a y de
éxito de su expedición, nos muestra la importancia que África).» Pero hay más aún; en otro sitio (en el Tratado
entonces se daba á la opinión de Alfragan sobre el ver- de las zonas habitables) dice expresamente el A l m i r a n t e :
dadero tamaño de la tierra. «Lo que hacía creer más al «Navegando muchas veces desde Lisboa á Guinea, en-
Almirante, dice F e r n a n d o Colón, que aquel espacio (la contré (1), observando con atención, que el grado co-
distancia entre E s p a ñ a y Asia) eia la opinión de Alfra- rresponde en la tierra á 56 millas y dos tercios».
gano, y los que le siguen, que pone la redondez de la
Si estas nociones no las aprendió el Almirante en las
tierra mucho menor que los demás autores y cosmógra- obras del cardenal d'Ailly, las obtendría por vía menos
fos, no atribuyendo á cada grado de ella mas que 56 indirecta, por alguna de las traducciones árabe-latinas, á
millas y dos tercios, de cuya opinión infería que, siendo las que, según parece, recurría con frecuencia durante
pequeña toda la esfera, había de ser por fuerza pequeño sus estudios cosmográficos en Portugal y en España.
el espacio que Marino dejaba por desconocido, y en poco
Después de largas consideraciones acerca de Ptolomeo
tiempo navegado, de que infería asimismo que, pues y Marín de Tyro, Catigara y la Etiopía, el Ganges y la
aun todavía no estaba descubierto el fin oriental de la posición del Paraíso terrestre, añade Colón en una carta
dirigida á los reyes Fernando é Isabel y fechada en
Jamaica el 7 de Julio de 1503: «El mundo no es tan
(1) «Estando el Almirante en Portugal, empezó á conjetu- grande como dice el vulgo, y un grado de la equinoccial
rar que del mismo modo que los portugueses navegaron tan está 56 millas y dos tercios: pero esto se tocará con el
lejos al Mediodía, podría navegarse la vuelta de Occidente y
hallar tierra en aquel viaje; y para confirmarse más en este
dictamen, empezó de nuevo á ver los autores cosmógrafos que
Había leído antes, y á considerar las razones astrológicas que (1) ¿Por qué medios? Sin duda comparando las altitudes
podían corroborar su intento, y consiguientemente notaba todos obtenidas á los resultados de la estima, y considerando ios
los indicios de que oía hablar á algunas personas y marineros rumbos en los cuales se singlaba. Inútil es recordar aquí de
por si en alguna manera podría ayudarse de ellos. De todas es- cuántos elementos inciertos dependía este cálculo, sobre todo
tas cosas supo también valerse el Almirante, que vino á creer añadiendo á estas incertidumbres la imperfección de la medida
por sin duda que al Occidente de Canarias y de las islas de del surco por la corredera ó cadena de la popa, y el efecto de
Cabo \ erde había muchas islas, que era posible navegar á la influencia de las corientes y de la declinación variable de la
ellas y descubrirlas: y para q u e s e vea de cuán débiles argu- brújula. En la carta á los Monarcas Católicos donde hace la
mentos llegó a fabricarse ó salir á luz una máquina tan grande, relación del tercer viaje de descubrimiento, vemos al Almi-
y para satisfacer á muchos que desean saber distintamente los rante practicar la valuación del valor de un grado equinoccial,
motivos que tuvo para venir en conocimiento de estas tierras según Alfragan. Aplica esta valuación aunque confusamente á
y tomar a su cargo esta empresa, referiré lo que he hallado en la longitud del Golfo de las Perlas (Golfo de Paria) y á la dis-
sus escritos sobre esta materia,» tancia de este golfo á las islas Canarias. NAVARRETE, t. i, pá-
gina 258.
dedo.» Véase, pues, la importancia que el A l m i r a n t e
per inaccesum antea Oceanum Conmentariolus) se afirma
daba á la idea de la pequeñez del globo y de la breve-
que el «mundo de la India» (mundus quem Indican vo-
dad del camino p o r donde se llega á la tierra aurífera de
citabant) fué adivinado, no por Cristóbal C o l ó n , sino
Veragua, «de que V u e s t r a s Altezas, dice, son t a n seño-
por su hermano Bartolomé, «que concibió la idea de una
res como de Xerez y de Toledo».
navegación hacia el Oeste al fijar en Lisboa los descu-
E s muy interesante observar el desarrollo progresivo
brimientos hechos por los portugueses más allá de S a n
de una grande idea y descubrir una á una las impresio-
J o r g e de la Mina en los mapamundis que dibujaba para
nes que determinaron el descubrimiento de u n hemisferio ganarse la vida». E l autor habla con algún desdén de
entero. La permanencia en puntos situados, por decirlo Cristóbal Colón (intra pueriles annos parvis literulis
así, en el límite del m u n d o conocido, en Lisboa, en las imbuti). E s t e mismo aserto repite el obispo A g u s t í n
Azores, en P u e r t o S a n t o ; la costumbre de ver partir con Giustiniano, que de la proyectada edición de una Biblia
frecuencia expediciones de descubrimiento por una r u t a políglota completa, solamente imprimió en Genova en
que se desaprueba; la posibilidad de oir de boca de los 1516 la colección de los Salmos. Sabiendo que el Almi-
mismos marinos l o s hechos ó las ilusiones que les pro- rante se vanagloriaba de haber realizado las profecías
porcionaron las a v e n t u r a d a s expediciones hacia el Oeste; del salmo diez y ocho, Giustiniano, que era obispo de
finalmente, el a t e n t o examen de las cosmografías de las Nebbio, en Córcega, y monje de la orden de Santo D o -
diversas épocas, f u e r o n las circunstancias que excitaron, mingo, aprovechó esta ocasión (1) para dar una bio-
vivificaron, por decirlo así, en el alma ardiente de Colón grafía de Cristóbal Colón y noticia de sus descubri-
tan grandes y nobles proyectos. N o se debe atribuir á mientos. Don Fernando Colón (2) ha probado con los
una sola causa lo que pertenece al conjunto de inspira-
ciones que recibe u n hombre superior d u r a n t e los largos
años que preceden á u n descubrimiento. (1) El verso 5.°, que contiene las siguientes palabras: Et
RN ornnem terram exibit so RUS eorum et in fines orbis térra verba
E n un tratadito (1) escrito probablemente hacia 1 4 9 9 corum, d.ó ocasión á este raro episodio, que no se esperaba por
por el genovés A n t o n i o Gallo (De Navigatione Columbi cierto encontrar en un salterio.
(2) Vida de D. Cristóbal Colón, cap. x. Al fin de este capí-
se trata del
mapamundi que Bartolomé Colón dibujó en
(1) Dos páginas extraordinariamente raras que publicó por Londres en 1488 para el rey Enrique VII, y de los versos exá-
primera, vez Muratori conforme á un manuscrito conservado metros que el dibujante se atribuye haber compuesto:
en vlénova (Rerum Italicarum Seriptores, 1733, t. XXIII, pá-
Pingilur hic eliam nuper suka/a carints
gina 302). El mismo Antonio Gallo ha escrito De Rebus Ge-
I/ispanis, zana illa, prius incógnita g°.nti,
nuensium, 1 4 6 6 - 1 4 7 8 . Se vanagloria de haber redactado el breve Tórrida, qua: taniem nvnc estab noltisima multii.
comentario De Navigatione Columbi conforme á las cartas fir-
madas por el Almirante (.epístolas quas vidimus manu propria La exactitud histórica exigirla en estos versos el elogio de
Columbis subscriptas). los portugueses, quienes visitaban entonces más que los espa-
ñoles las costas tropicales de África.
manuscritos d e su padre que fué éste quien enseñó á
nes el fiscal quería atribuir el mérito del descubrimiento
Bartolomé, «hombre poco letrado», el arte náutico y el del continente americano.
dibujo de c a r t a s de marear, y rechaza (1) con la urba-
Adviértese en lo poco que nos ha quedado de los es-
nidad que e n todos tiempos ha caracterizado las dispu-
critos de Colón, sea en lo que conservó su hijo, ó en su
tas literarias «las trece mentiras de Giustiniano». La
correspondencia con los soberanos ó con personas de la
magistratura de Génoya empleó otra refutación más di- corte de Isabel, ó , en fin, en el bosquejo de la obra de
recta; con p e n a s severas confiscó la obra. P o r lo demás, las Profecías, que lo que más atormentabala imaginación
vemos en documentos encontrados en los archivos, que, del grande hombre y lo que buscaba con mayor empeño
aun durante s u s viajes, acostumbraba Cristóbal Colón á en las obras de los antiguos y en los cosmógrafos más
trazar la configuración de las costas. Una carta de ma- inmediatos á su siglo era la proximidad entre la India y
rear de la isla de la Trinidad y del golfo de Paria, dibu- las costas de E s p a ñ a ; el conocimiento de la grande ex-
jada durante su tercer viaje (probablemente en Agosto tensión de Asia hacía el Oriente; el número de islas ri-
de 1498), llegó á ser célebre en el pleito entre el fiscal cas y fértiles que rodeaban las costas orientales del con-
del Rey y los herederos del Almirante. E s t e hace men- tinente asiático; la pequeñez absoluta de nuestro pla-
ción de ella al fin de la carta dirigida á los Reyes á su neta, y la relación que en general presenta el úrea de las
vuelta á S a n t o Domingo. E s la pintura, ó, como dice tierras y de los mares en la superficie del globo.
Alonso de O j e d a , la figura de lo que el Almirante había E s t a variedad de consideraciones, que debían condu-
descubierto (2); carta que guió á los navegantes á quie- cir todas al mismo objeto, anuncia u n a amplitud de mi-
ras poco común. P e r o en un siglo en que faltaba cono-
cimiento preciso de los hechos, puesto que el mismo
(1) Vida de D. Cristóbal Colón, cap. II. Aunque 1). Fer-
nando muestra generalmente altivez de sentimientos y declara
que el hijo de Cristóbal Colón no necesita más gloria heredita- de marear los rumbos y vientos por donde liabia llegado á Pa-
ria que la que puede legar un grande hombre, su ira contra el ria. Por aquella carta se habían hecho otras é por ellas habían
obispo Giustiniano la exitó, según parece, un motivo poco filo- venido Pedro Alonso Merino (Niño) e Ojeda.» Era más que la
sófico. El Obispo había dicho en el salterio «que la familia del pintura de la tierra firme; era una carta de navegar. De igual
Almirante ejercía pobremente un oficio manual)). suerte creo que lo dicho en una carta de la reina Isabel, reci
- ( 2 ) N A V A R R E T E . Viajes y descubrimientos de los españoles, bida por Colón en Septiembre de 1-193 en el Puerto de Santa
tomo III. Colección diplomática, págs. 539, 583, 586 y 587. María, respecto á la carta de marcar que el Almirante había
«Estándo cerca de Paria, el Almirante demandó á los pilotos prometido á la Reina, y cuyo envío exige ésta con tantas ins-
el punto de viaje que llevaban, éunosdecian que estaban en tancias, no era más que el trazado de los descubrimientos del
la mar de España, é otros en la mar de Escocia» (sin duda primer viaje. (NAVARRETE, t. n , pág. 107, núm. LXX.) Sería
á causa del mar alto y agitado que se encuentra en las in- muy interesante encontrar estos diseños de mano de Colón, so-
mediaciones de la isla de la Trinidad). «El Almirante (dice bfe todo los correspondientes á las tierras vistas el viernes 12
el testigo Bernardo de Ibarra) envió á España en una carta tle de Octubre de 1492.
descubrimiento de Colón asentaba las bases de u n a geo-
Á los catorce años interrumpió Colón sus estudios
grafía física, ésta extensión de miras no encontraba
académicos en Pavía. Sin estar de completo acuerdo con
apoyo en la exactitud de las observaciones.
Antonio Gallo respecto á la insignificancia de estos es-
P o r fortuna, los errores favorecían la ejecución del
tudios (parvulœ literulce), se comprende que la causa
proyecto, inspirando u n valor que las ideas más exactas
del desarreglo de erudición y de teología algo mística,
de las dimensiones d e l globo, de la longitud de Catigara,
advertida en muchos de sus escritos, data de la época de
del Cathal y de Z ¡panga, del tamaño de los mares y de su permanencia en Lisboa (1). A una vida aventurera,
la pequeñez de los continentes hubieran quebrantado.
Colón censura á P t o l o m e o por haber acortado la e x -
tensión de las tierras hacia el Este, fijada por M a r i n de ^1) Es muy difícil clasificar, según sus épocas, los aconte-
cimientos de la vida de Colón antes de que llegara á España.
Tyro, y rechaza t o d a s las opiniones de los antiguos (1) Con pocas excepciones, acepto el resultado de las investigacio-
sobre la relación e n q u e están los continentes y los m a - nes de Muñoz y de Navarrete. Fernando Colón, en la Vida del
res, afirmando, s e g ú n hemos visto antes, que «el m u n d o Almirante, cap. XIII, dice que el viaje á Thulé lo hizo en Fe-
brero de 1477, citando una anotación de puño y letra de su
es poco: el enjuto d e ello es seis partes, la séptima so-
padre; y Spotorno fija la fecha de una expedición á Túnez
lamente cubierta de agua» (2). E s t e es el resultado d e en 1478. (Códice diplomático Columba-Americano, 1823, pá-
la geografía física q n e aprendió Colón en el cuarto libro gina XIII.) Si estos datos no son dudosos, porque Spotorno
de E s d r a s , l l a m a d o antiquisimamente en la iglesia quiere también que el nacimiento de Cristóbal Colón fuera
en 1447 en vez de 1436, los viajes á Thulé y á Túnez, como
griega el Apocalipsis de E s d r a s , é inventado p r o b a b l e -
también los que hizo á la costa de Guinea, se habrían verifi-
mente por un judío que vivía fuera de Palestina e n el cado después de la llegada del Almirante á Lisboa. Discutire-
siglo primero de n u e s t r a era. E s t e Apocalipsis f o r m a el mos en otro sitio la cuestión de si la isla que Colón llama
primer libro de E s d r a s en la versión etiópica publicada Thyle ó Tile, cuyas costas meridionales se encuentran á 73 gra-
dos de latitud, y donde «tantos negociantes de Brístol llevan
recientemente en O x f o r d . sus mercancías», puede ser la Islandia. No cito entre las aven-
turas de Colón la más extraordinaria, la que, fiando en la au-
toridad de Fernando Colón, repiten tantos biógrafos modernos,
( 1 ) P L I N I O I I , 6S. E s el elocuente párrafo sobre la extrema como si ignoraran las observaciones criticas del abate Ximénez
pequeñez de los continentes que termina con estas palabras; y del historiógrafo D. Juan Bautista Muñoz. Preténdese que
uHfec e*t materia gloriee ilustra, hcec sedes; Kie tumultuatur Colón, después de navegar largo tiempo con su pariente, el fa-
humanum genus, hir instauramus bella civilia mutuisque cu— moso corsario genovés llamado Colombo el Mozo, para no con-
dibus laxiorem fai-i/ims terram.n fundirle con su abuelo el Almirante que había vencido á los
(2) Colón, en la c a r t a de 7 de Julio de 1503; N A V A R R E T E musulmanes, arrojóse al mar cuando el incendio de dos barcos
tomo i , pág. 300; BARCIA, t. i , pág. 6. La lectura de ciertos sujetos con garfios de abordaje en un combate contra las gale-
libros de filósofos (dice también su hijo D. Fernando) enseñó ras venecianas, verificado entre Lisboa y el Cabo de San Vi-
al Almirante que la mayor parte de nuestro globo estaba e n cente. Fernando Colón dice que este suceso fué causa de que
seco. su padre fijase la residencia en Portugal, y que se refiere en la
á los viajes al Levante y al Norte (á las islas Fíeróer ó á y cuatro á los cuarenta y ocho años de edad, rehiciera,
Islandia), sucedió a l g ú n descanso favorable á los traba- por decirlo así, sus estudios. «Para confirmarse más en
jos literarios. E s probable que durante su larga perma- el dictamen de navegar la vuelta de Occidente (dice
nencia en Portugal desde 1470 á 1484, desde los treinta Fernando Colón) para llegar á la tierra del Gran Ivan,
empezó de nuevo á ver los autores cosmógrafos que había
leído antes y á considerar las razones astrológicas que
décima década4elTito I.ivio desuépoca. Marco Antonio Sabe- podían corroborar su intento.»
llico, bibliotecario de San Marcos. Pero Cristóbal Colón llegó á
E n las investigaciones históricas conviene descender
Lisboa en 1470, y Sabellico (Rhapsod. hist. en., dec. x, lib. 8;
é Hist. ver. Venet., dec. iv, lib. 3) dice que el suceso ocurrió de las generalidades á los detalles de los hechos, y como
en 1485. ( L E Ó X X I M É X E Z , Bel Gnomone florentino, 1756, pá- el objeto de mi trabajo es obtener por el exanien crítico
gina X L V I I ; M U Ñ O Z , Intr., pág. vi.) Ahora bien; en 1485 en- de los documentos que nos quedan de puño y letra de
contrábase Colón hacía más de un año en España ganándose la Cristóbal Colón el conocimiento íntimo de las ideas que
vida con dibujos de cartas de marear y la venta de libros de
estampas; probablemente habitaba en el Puerto de Santa Ma- le indujeron al descubrimiento de América, he tratado
ría , en casa de su protector el Duque de Medinaceli. de formar juicio exacto de los libros que consultaba
Paréceme que esta última circunstancia resulta probada por Colón habitualmente, procurando adivinar cuáles eran
una carta del Duque de Medinaceli, fechada el 19 de Marzo los autores antiguos que más influyeron en su imagina-
de 1493, en la que reclama de la corte algún privilegio de co-
mercio, «por ser el primero que dió á conocer al Gobierno espa-
ñol este Colomo (El Duque transforma el apellido Colón casi
en el de uno de los hombres más influyentes en aquella época, mirante en el libro de las Profecías. (Manipulas de avctori-
Juan de Coloma) ( Códice diplomático Colimbo-Americano, pá- taribus, dictis ac sententüs ct ptopftetiis cirea materiam
gina 55) que ha hallado tan grande cosa». En 20 de Enero recuperando Sanctce Civitatis et ¡nontis Bei-Sion; atl Ferd. et
de 1486 encontramos ya al Almirante al servicio de los Reyes Helisab. reges «ostros).
Católicos. (NAV ARRETE, 1.1, pág. XLII, t. II, Bocumcntos dipl, Estos religiosos ayudaron á Colón á aplicar las citas de los
núm. 14, pág. 20.) profetas á su empresa del descubrimiento del Nuevo Mundo.
Colón dice, al principio de la relación de su tercer viaje, que
En cuanto á los estudios, parece que Colón los continuó celo-
cuando todos se burlaban de él, sólo dos frailes fueron constan-
samente, viviendo en intimidad durante su permanencia en Es-
tes amigos suyos. Las Casas en su Historia cree que el Almi-
paña con algunos religiosos muy instruidos como el franciscano
rante alude á Diego de Deza y á Fr. Antonio de Marchena,
Juan Pérez, guardián del convento de la'Rábida, cerca de Palos,
que acaso sea el guardián del convento de la Rábida Juan Pé-
convento en el que Colón pidió un pedazo de pan para/su hijo,
rez. El Almirante debió nombrar también al médico García
durante la para él triste época en que, al exponer sus proyectos,
Hernández (de Palos), que asistió á las primeras conferen-
se le respondía que todo era un poco de aire. Consultó también
cias de la Rábida, y que, como testigo en el pleito con el fiscal
al padre dominico Diego Deza, profesor de Teología de la Uni-
del Rey, prestó tan señalados servicios á D. Diego Colón y á
versidad de Salamanca, que tenía á su cargo la educación del
sus herederos. (NAVARRETE, t. III ; Colección dipl., pági-
infante D. Juan, y fué después arzobispo de Sevilla; y final-
nas 561, 596 y 604.)
mente, al cartujo Fr. Gaspar Gorricio, que trabajó con el Al-
ción, incesantemente ocupada en vastos proyectos. Re-
podía consultar cuando llegó á Portugal. Confirma esta
uniré los pasajes mencionados por el A l m i r a n t e en los
afirmación lo que antes copió de la carta de Colón de
escritos que de él tenemos, y los que su hijo D . Fernando
1498, comparándola al Opus majus, de Roger Bacon, y
presenta como causas de la empresa ( A u t o r i d a d de los
á la Enciclopedia (Imago Mundi), del Cardenal d'Ailly-
escritores para mover al Almirante á descubrir las In-
Llego, pues, al detalle de los hechos.
dias) conforme á las memorias de su p a d r e .
Don Fernando Colón cita, conforme á los manuscri-
Los autores de este tiempo indican r a r a vez, y cuando
tos de su padre (Historia del Almirante, capítulos vi,
lo hacen, con muy poca precisión, el libro y capítulo de
v i i y v i n ) , como causas que indujeron á éste á empren-
donde toman las citas, porque años a n t e s del descu- der el viaje de descubrimiento las siguientes:
brimiento de América los libros impresos eran tan raros,
1.° Aristóteles, en el segundo libro Del Cielo y del
que no existía ninguna edición del texto de Herodoto,
Mundo, con el comentario de Averroes, dice que desde
de Strabón, ó de los libros de física de Aristóteles. E n
las Indias se puede pasar á Cádiz en pocos días. E s el
general, me ha sido fácil adivinar los p a s a j e s de autori-
pasaje De Ccelo, n , 1 4 ; pero la frase «en pocos días» es
dades clásicas en que el A l m i r a n t e fundaba sus pruebas
de Séneca y no de Aristóteles. También Pedro Mártir de
cuando, al alegar las opiniones de los escritores antiguos,
Anghiera, en carta escrita en 1495 ( E p . 164, ed. Elze-
las desarrollaba. Puede creerse que d u r a n t e su perma-
vir, 1670, pág. 93) al cardenal Bernardino, añade, des-
nencia en Lisboa y Sevilla, desde 1470 á 1 4 9 2 , hizo que pués de hablar de las maravillas del segundo viaje de
le ayudaran los eruditos de estas poblaciones; al menos Colón, en el cual creyó éste no estar apartado más de
vemos que, poco después, e n 1501, tuvo el buen tino de dos horas (en longitud expresada por una medula de
consultar al P a d r e G a s p a r Gorricio y d e conseguir le tiempo) del Quersoneso de Oro de Ptolomeo: «Hanc
proporcionara, para el libro de las Profecías, autoridades ergo terram Almirantus iste se humano generi prajbuise,
que hacían al caso de Jerusalén, es decir, relacionadas •quia latentem invenerit sua industria suoque labore, glo-
con la conquista del S a n t o Sepulcro, objeto definitivo riatur. Indi® Gangetidis continentem, eam esse plagani
de la conquista de los tesoros de la I n d i a Occidental.
Debe creerse, sin e m b a r g o , que, en general, el Almi-
rante debió sus inspiraciones más bien á las obras de Edad Media muchas traducciones manuscritas de los libros de
física de Aristóteles, entre ellas la versión de Miguel Scott.
Isidoro de Sevilla, de Averroes y de P e d r o de Ailly, Strabón no fué publicado en griego hasta diez años después de
que á las raras traducciones latinas y españolas (1) qué la muerte de Colón, pero pudo éste aprovechar las traducciones
latinas de Roma (1467) y de Venecia (1472). Los clásicos lati-
nos eran los de más circulación, especialmente Séneca, que
(1 Las versiones latinas de los libros de Aristóteles De Cmlo. tanto animaba al paso desde España á la India, cuyas obras
De Meteorología y De. Animalibus, hechas sobre las de Averroes, fueron impresas en 1475; Solino, que vió la luz en 1473; Pom-
se publicaron en 1473, 1474 y 1476. Circulaban además en la ponio Mela en 1471, y Plinio desde 1469.
contendit: nec Aristóteles, qui in libro de Ccelo et Mundo
que preocupaban á Colón, sino es en Qucest. Natur., v,
non longo intervallo distare á littoribus Hispanice Iridian
18, 9 , donde dice: « A n Alexander ulterior Bactris et
ait, Senecaque ac nonnulli alii ut admirer patiuntur.»
I n d i s velit quarere quid sit ultra M a g n u m Mare?»
E s t o s mismos recuerdos clásicos se presentaron á la ima-
Cuando Cristóbal Colón, en su tercer viaje, escribió á los
ginación de A n g h i e r a , después del primer viaje de Co-
monarcas españoles desde la isla de Haiti, en 1498, una
lón, en una carta dirigida al Arzobispo de Braga, fe-
carta interesantísima, induciéndoles á imitar los valero-
chada en el mes de Octubre de 1498 (Ep. 135, pág. 74).
sos ejemplos de «Ñero César, que envió á ver las fuentes
2." «Séneca, en las Naturales Qucestiones, l i k i , dice
del NUOD ( N A V A R R E T E , t. 1, pág. 244), indudablemente
que desde las últimas p a r t e s de España pudiera pasar un
tenia á la vista el texto de Séneca, en que el filósofo
navio á las I n d i a s en pocos días, con vientos.» E s t e es el cortesano muestra á Nerón como noble apreciador de
pasaje de Séneca, Naturales Qucest., Prajf., § 1 1 , q U e el todas las virtudes en u n a época en que éste desdeñaba
cardenal d'Ailly, engañado (1) por el Opus major de Ba- «flagitiorum et scelerum valamenta». « E g o quidem», dice
con, pág. 1 8 5 , cita como perteneciente al lib. v de Sé- Séneca (Natur. Qucest., vi, 8, 3) «centuriones dúos quos
neca. N a d a he encontrado en éste referente á las ideas Ñero Ca?sar, u t aliarum virtutum ita veritatis amantis-
simus, ad investigandum caput Nili miserat (1), audivi
rante, por ejemplo, la famosa relación dirigida á los M o - teles, y por tanto, de mayor autoridad y más universal-
narcas (1) y fechada e n Jamaica el 7 de J u l i o de 1503, mente reconocida en la Edad Media, debo indicar un
relación tan animada como un drama. U n a de estas error de los catedráticos de Salamanca en sus disputas
copias de los seis versos de Medea encuéntrase interca- cosmográficas con Cristóbal Colón. Sabido es que los
lada en una carta á la reina Isabel, llena de citas bíblicas; Monarcas encargaron, probablemente hacia el fin de 1487,
la otra está entre las observaciones de eclipses lunares al Prior del P r a d o ( 1 ) , fraile de San Jerónimo y con-
hechas en Haiti y en J a n a h i c a (Jamaica) en 1494 y 1504:
E l historiador H e r r e r a (2) acusa á S é n e c a , sin añadir
(1) Fray Hernando de Talavera, que después fué primer Ar-
la cita del t e x t o , de u n grande error, porque el filósofo
zobispo de Granada, y que no debe ser confundido con el Ar-
romano imaginó que América sería descubierta algún zobispo de Sevilla, antes Obispo de Palencia, D. Diego de Deza,
día por la parte del N o r t e y no hacia el Oeste. E s t e con- dominicano, sin el cual (carta del A Imirante á su hijo D. Diego
cepto de Herrera contiene una alusión al citado coro de fechada el 21 de Diciembre) «Sus Altezas no hubieran adqui-
rido las Indias». En efecto, después del franciscano Fr. Juan
Medea. Indudablemente, Séneca no es profeta; peio H e - Pérez de Marchena, guardián del convento de la Rábida, Deza
rrera se equivocó por u n a falsa interpretación del verso fué el amigo más fiel é íntimo de Colón.
Nec sit terris ultima Thule. L o que genuinamente dice Se cree con fundamento que la disputa de Salamanca ocu-
el poeta es que la nueva tierra estará m á s lejana que la rrió durante el invierno de 1487, porque el sitio de Málaga ter-
isla que se creía en su tiempo colocada en el extremo minó el 18 de Agosto de 1487, y la época de la disputa está in-
dicada, por la estancia de los Monarcas en Salamanca durante
del mundo conocido, pero no que se encontrará en la di- el invierno, después del sitio citado. Según asegura el historió-
rección de Thule, á la cual Colón en sus Profecías pa- grafo Muñoz, Colón, favorecido por los dominicos, habitaba en
g a n a s y bíblicas l l a m a , no Thyle (3), sino «última Salamanca en el convento mismo de San Esteban con el citado
profesor de Teología Fr. Diego de Deza. Vemos también que las
Tille», y en su manuscrito sobre las «cinco zonas habi-
primeras remuneraciones concedidas á Colón sonde 1487 y 1488
tables» pretende ( 4 ) haberla visitado, en Febrero de por cédula del Obispo de Palencia; sin embargo, el favor sin-
1477, lo cual, cronológicamente, es poco probable. A n t e s gular, pero comodísimo para un viajero, de alojarse gratis él y
de dejar de hablar de Séneca, más asequible que A r i s t ó - los suyos en todos los dominios de España, procede del decreto
de Córdoba de 12 de Mayo de 1489.
Al hablar de estos hechos anteriores al primer viaje, debo re-
cordar uno curioso que Navarrete, relacionando fechas con
(1) N A VARRETE, t. I, páginas 303, 309 y 312. sagacidad, ha puesto en claro, á saber, que no fueron tanto las
(2) Historia de las Indias Occidentales, Dee. i, lib. I ca- persuasiones y buena amistad del Obispo de Palencia, D. Diego
pitulo I, pág. 2. de Deza, las que impidieron á Cristóbal Colón volver á Lisboa
(3) En muchos manuscritos de P O M P O N I O M E L A se le llama y aceptar k>s nuevos ofrecimientos del Rey de Portugal, conte-
Tile y Tijle. nidos en una carta de 20 de Marzo de 1488, como los amores y
(4) Vida del Almirante, cap. iv. Más adelante trataré este el avanzado estado de preñez de una bella dama cordobesa, doña
asunto. Beatriz Enriquez, madre de D. Fernando Colón, hijo natural
fesor de la R e i n a , defender la gran causa de los descu- (por vía de cuestión) trataba si el Océano era infinito, de
brimientos occidentales, ante los profesores, «que eran suerte que el mundo era muy grande para ir en tres años
ignorantes », dice D . F e r n a n d o Colón en la Vida de su al fin del L e v a n t e , como quería. N a d a , absolutamente
padre, «y 110 pudieron comprender nada de los discursos nada, hay en las Cuestiones Naturales de Séneca que
del A l m i r a n t e , que tampoco quería explicarse mucho, pueda justificar este aserto. A l contrario, está refutado
temiendo no le sucediese lo que en Portugal», donde tra- en el pasaje de Séneca ( P r í e f . , § 1 1 ) que no era des-
taron de robarle el secreto para aprovecharlo sin su con- conocido á D . F e r n a n d o ( V i d a del Almirante, capitulo
curso, conforme á la treta aconsejada por el doctor VII).
C a g a d i l l a , ó más bien (porque así era el verdadero 4.° Aristóteles, «en el libro de Las Cosas Naturales,
nombre de este prelado) de D . Diego Ortiz, obispo de habla de haber navegado por el mar Atlántico algunos
Ceuta, natural de Calcadilla, cerca de Salamanca. Con mercaderes cartagineses á una isla fertilisíma, la cual
razón observa Muñoz cuán sensible es que no hayan ponían los portugueses en sus mapas con el nombre de
quedado documentos de esta controversia científica, por- de Antilia, fuera ella, ó una de las islas que se veían
que nos darían á conocer de un modo preciso el estado todos los años ( á favor de ciertas circunstancias meteo-
de las matemáticas y de la astronomía en las Universi- rológicas) al Oeste de las A z o r e s , de Madera y de la
dades españolas del siglo xv. Sólo sabemos que Colón Gomera.» E s t e es el pasaje de las Mir ahiles Ausculta-
llevaba escritos de antemano los argumentos que debía tiones del pseudo Aristóteles, libro que M r . Niebuhr cree
explanar en favor de su empresa durante las conferencias escrito hacia la 130 Olimpiada, es decir, seis Olimpiadas
tenidas en el convento de dominicos de San Esteban. después de la muerte de Theophrasto. Tómase gran tra-
E s probable que los documentos conteniendo las princi- bajo Fernando Colón para probar, contra Oviedo, que
pales causas del descubrimiento, y que quedaron en ma- esta isla de los cartagineses no era Haití ni C u b a , ni
nos del hijo de Colón, de Bernáldez, cura de los Pala- ninguna de las descubiertas por su padre, y cuyo nú-
mero, en la época más desventurada de su vida (en 1500),
cios, y de Bartolomé de las Casas, estuvieran redactados
en un f r a g m e n t o de carta autógrafa ( N A V A R R E T E , Co-
conforme á las notas comunicadas á los catedráticos de
lección diplom., t. 11, pág. 2 5 4 ) , exagera hasta 1.700.
Salamanca. Fernando Colón refiere que los catedráticos
Verdad es que en esta controversia quéjase D . Fernando
objetaron al Almirante con la autoridad de Séneca, que
de que, ignorando el griego, su adversario 110 haya po-
dido leer el pasaje de Aristóteles sino en los libros de
f r a y Teófilo de Ferraris; pero él mismo en esta ocasión
del Almirante, nacido el 15 de Agosto de 1188. Esta dama so-
110 daba pruebas de una erudición muy sólida. Confunde
brevivió á Colón, quien en el testamento puso una cláusula en
su favor, añadiendo ingenuamente: «la razón dello non es licito la isla de Atlanta, al N o r t e del Euripo, en el canal, entre
; de la escrebir aqui.» Los biógrafos del grande hombre, como de la Lócrida y la E u b e a , separada del continente por u n
costumbre, no han mostrado tan virtuosa discrección.
r
terremoto (Thucydides, n i , 39; P l i n i o , n , 8 8 ) , con la
tres viajeros á la India da á conocer fácilmente que Co-
Atlántída de Solón y de P l a t ó n (1); convierte en dos
lón quiso alegar el texto de Strabón, lib. xv, pág. 1011
personas distintas á Statio Seboso (2), que permaneció A l m . , pág. 690 Cas.
algún tiempo en Cádiz para adquirir noticias de las islas
Casi superfluo es repetir aquí que una parte de estos
del mar exterior, y t o m a las islas A z o r e s , cuyas minas
pasajes (los de Aristóteles, Séneca y Ptolomeo) se en-
nadie lia elogiado, por las Cassitérides (3).
cuentran también mencionados en la carta del A l m i -
5.° Strabón, « e n el lib. primo y secundo de su Cos- rante del año 1498 y en su Libro de las Profecías. E s t e
mografía», Labia de la extensión desmesurada del A t l á n - último, si se exceptúa el coro de la Medea de Séneca,
tico, única causa que impide el paso de E s p a ñ a á la I n d i a sólo contiene citas de P r o f e t a s , de Padres de la Iglesia
(es el texto lib. i , p á g . 113 A l m . , p á g i n a s 64 y 65 Cas., y y de algunos rabinos convertidos. mezcla de teología
la opinión de Posidonio sobre la navegación del Atlántico mística y de erudición cosmográfica que, al parecer, ca-
cuando es favorecida por los vientos de Sudeste, lib. n , racteriza la vejez de Cristóbal Colón. E n efecto, cuanto
página 161 Alm., pág. 102 Cas.). no toca al círculo estrecho de los intereses materiales de
6.'J Strabón, en el lib. v, por la inmensa prolongación la vida, se eleva en el alma ardiente de este hombre ex-
de la India hacia el E s t e , según C t é s i a s , Onesicrito y traordinario á una esfera más noble, á un espiritualismo
Nearco. La cita del lib. v es f a l s a , porque en este libro misterioso. E n su opinión, la conquista de la India recién
solo se habla de Italia; pero el testimonio invocado de descubierta no debe tener importancia sino en cuanto
realiza las antiguas profecías y conduce, por los tesoros
que da, á la conquista de la tumba de Cristo (á la resti-
tución de la Casa Santa). Todas las cartas del A l m i -
(1) «En fin, esta isla Atlántica podría ser la isla de que Sé- rante expresan su ansiedad por acumular oro. A u n q u e
neca hace mención en el sexto libro de Zas Cosas Naturales
d u d a , hasta la época de su muerte, que América esté
(el pasaje- Quvstiones Nat., vi, 24) dice, según el pensamiento
de T ucidides, qm, pendiente la guerra de Morca, fué sumergida separada del Asia Oriental, esej-ibe ya en 1498 á la
enteramente ó eu parte una isla llamada Atlántica, de que ha- Reina que Castilla posee hoy otro mundo y que recibirá
bla Platón en el Timeo.» pronto barcos cargados de oro, el cual servirá para ex-
tender la fe en el universo, «porque el oro es excelentis-
wl2n¿5itaCí l ,Seb0S° qUe d¡Cen E n cuant0
á las islas
He pérides de Seboso, «el Almirante tuvo por cierto que fuesen simo; del oro se hace tesoro, y con él, quien lo tiene,
as de las Indias». Yo ignoro lo que sea un Tratado Cosmográfico hace quanto qiuere en el mujido, y llega á que echa las
aJrí T n a í l C S d d (historiador ?) J ulio Capitalino, animas al Paraíso.» E x t r a ñ a mezcla de ideas y de sen-
que cita Fernando Colón, cap. vil.
(3) De este error participan casi todos los hombres instruí- timientos en un hombre superior, dotado de clara inte-
g
ligencia y de invencible valor en la adversidad; imbuido
iZÍ* 7 ^ ? ' a 3 1 0 6 t a f f i b i é Q ( e P ' s t • 7«9): «In Cassi- en la teología escolástica, y, sin embargo, muy apto para
te dibus insuhs quas Portugalensis, earum possessor, Azorum
ínsulas nuncupat.quíe acciderunt, audito.»
el manejo de los negocios; de una imaginación ardiente
y hasta desordenada, que impensadamente se eleva, del
lenguaje sencillo é ingenuo del marino á las más feli-
ces inspiraciones poéticas, reflejando en é l , por decirlo
así, cuanto la E d a d Media produce de raro y sublime
á la vez.
IV.
IV.
S (1) Gama
i partió °°n 108 nombres
T de Portugal dü M a
— y
el 8 de Julio de 1497, y lle-ó á
(1) Dec. I, lib. III, cap. 4, pág. 190. Como Toscanelli acon-
sejó á los portugueses buscar el camino de la India, no por la
ruta de Guinea, sino por la del Oeste, es muy extraño error atri-
buir á este astrónomo el conocimiento del Cabo de Buena Es-
l u í del R ^ T R e n % e n ~ N ° V Í e m b r e d e 1 4 9 7 á l a ^ e m b o c a -
peranza desde 1474 y la creencia de que pudo comunicarlo á los
de la o x ^ d ' J Í T 1 ' d 0 D d e t u V 0 l a P r i m e r a »otieia
de la proximidad de hombres blancos y de barcos de construc- venecianos. LE BRET. Gesch. von Venedig, t. N , pág. 226;
F NERO
; DE I 4 9 S ;
* ¿ L E M ^
Sprengel Gesch. der geogr. Eutd., 1792, pág. 390.
D
de 1498 y volvio a Portugal el 19 de Julio de 1499 Duró esta (2) «Os envío otra carta de marear, semejante á laque yo le
expedición memorable, según datos exactos, dos a L H u e v e envié al Canónigo.» Jle ha parecido extraordinario que en la
frase que indica la distancia de Lisboa á Quisai, diga Tosca-
^ w ' í n m f n T 1 ¿ 133 T D d Í a S ¿ días, rnieií-
nelli «hallaréis en un mapa», en vez de «en mi mapa ó carta de
qques
u « dde
e TLiverpool
hll : T95l 6días.
1 es de n medÍa de 6Sta traTesía
en los bu-
marean).
la de Cipango, se encuentran 10 espacios, que hacen 2 2 5
leguas.» y que este marino emplea en su Diario de r u t a (1);
Ignoramos á cuántos espacios situaba Toscaneíli el acaso sea una milla más pequeña, de 760 toesas, cinco
Japón (Cipango), al E s t e de K a n p h u (hoy Hantgcheu-fu de las cuales f o r m a n una legua geográfica de 15 al
y entonces Q u i n s a y ó Quisay); pero como esta distancia grado. Como los] espacios no se valúan en grados y las
es efectivamente, tomando á Ieddo por el centro del conjeturas del abate Ximenez, comentador de la carta
J a p ó n , de 16 grados de longitud, y la valuación de de Toscaneíli, son erróneas (2), es imposible encontrar
Iíehaim (1) difiere m u y poco de la moderna, se deduce
que Toscaneíli contaba probablemente desde Portugal á
(1) Diario de 1492: «Viernes 5 de Agosto. Anduvimos (desdo
Antilia un quinto y de A n t i l i a á Quinsay aproximada- la barra de Saltes) con fuerte virazón 60 millas, que son 15 le-
mente cuatro quintos de todo el camino desde Lisboa á g u a s ( N A V A R E E T E , t. i , p á g . 1 3 ) .
la China. (2) Comparando atentamente la carta que publica el abate
Ximenez en su Onomone Florentino, con laque Fernando Colón
M á s difícil es averiguar el valor absoluto de los espa- encontró entre los papeles de su padre, y era conocida de Las
cios del mapa de Toscaneíli. E s t a s grandes divisiones que Casas, encuentro muchas adiciones y alteraciones del texto. Sa-
bemos por la Vida del Almirante, que la célebre carta de Tos-
abarcan cierto número de grados, y que a u n empleamos
caneíli estaba escrita en latín, conforme á la costumbre que
para no desfigurar nuestros mapas trazando los meridia- prevalecía entonces entre los sabios. Puede esto cansar sorpresa
nos grado por grado, se usaban ya en la época de Pto- al recordar que se trata de un italiano de Florencia, el cual
lomeo. E n c u é n d a s e l a s indicando un número redondo escribe cartas á un italiano de Génova, que habitaba en Lisboa
desde 1470, y que esta correspondencia pasaba por manos de
de millas marinas ó de grados de longitud en casi todos
Lorenzo Giraldo, indudablemente de la familia de los Gi-
los mapas manuscritos de los siglos x v y xvi que he raldi, orginaria de Florencia (BARCIA, t. i, págs. 5-6); pero
podido examinar, por ejemplo, en los de Ribero y de Toscaneíli recordaba tan poco la nacionalidad italiana de Co-
J u a n de la Cosa, E l geómetra de Florencia presenta dos lón, que á juzgar por la frase con que termina su segunda carta
pudiera presumirse que en Florencia se tenia á Colón por por-
valuaciones de los espacios que emplea, una en leguas y tugués. «Estad seguro de ver (en el Cathay) reinos poderosos,
otra en millas. Si, según él, un espacio es igual á 22 1 / t cantidad de ciudades pobladas y ricas provincias que abundan
leguas ó 150 millas, resulta que una legua equivale á de toda suerte de pedrerías, y causará grande alegría al Rey
(el Gran Can) y á los Principes que reinan en estas tierras fe-
6 7 , millas. N o se refiere, pues, á la legua marina ita-
3anas, abrirles el camino para comunicar con los cristianos á
liana de 4 millas, usada en tiempo de Colón en Genova, fin de hacerse instruir en la Religión Católica y en todas las
ciencias que tenemos. Por lo cual, y otras muchas cosas que po-
drían decirse, no me admiro tengáis tan gran corazón como toda
la nación portuguesa, en que siempre ha habido hombres seña-
lados en todas empresas.)) No teniendo á la vista en este mo-
O) El mapa de Martín Behaim, que expresa las creencias mento la traducción italiana de la Vida del Almirante, publi-
geográficas del siglo xv, da una diferencia de longitud de
13 grados. cada en Venecia, en 1571, por Alfonso de ülloa con el título
salida á este laberinto de medidas con tan yagas deno-
«derechamente al Occidente» desde Lisboa á Quinsay:
minaciones. N o se puede reducir con precisión á grados
sin embargo, en la hipótesis de las leguas m á s largas
de longitud la distancia de veintiséis veces 22 '/»leguas
(de 15 al grado ecuatorial), no se llega sino cerca del
que Toscanelli supone que tendría que recorrer Colón,
grado 50 de longitud (para 585 leguas) en el paralelo de
38° 42', lo que situaría la costa de la China en el meri-
de Istoria del Sr. D. Fernando Colombo nelle quali si ha par- diano del río Essequibo y de la parte occidental de Te-
tieolare e vera relazione della vita de'fatti deU'Ammiraglio, rranova.
no puedo comprobar si las alteraciones del texto en la carta ita-
liana que presenta el Gnomone de Ximenez, son efecto de la Ocasión tendré de hablar más adelante de esta proxi-
negligencia del Abate ó de la de Ulloa. Se ha hecho decir al as- midad del Asia oriental, que motivaba la frase brevísimo
trónomo florentino, que los 26 espacios de distancia que hay cumino empleada por Toscanelli en su carta al canónigo
desde Lisboa á Quinsay tienen cada uno 250 (en vez de 150) mi- Martínez, mientras que en la segunda carta dirigida á
llas; se han añadido palabras sin sentido, por ejemplo, los 10 es-
pacios de distancia de Cipango á Antilia hacen «2.500 millas», Colón dice sencillamente: «habréis visto que el viaje que
ó 225 leguas. Más adelante (y en contradicción notoria con deseáis emprender no es tan difícil como se piensa.»
las cifras que preceden) la gran ciudad de Quinsay tiene «100 E n su primer viaje de descubrimiento guiábase Colón
millas» ó 35 leguas de ámbito. En fin, y como glosa puesta por
por una carta marina que llevaba á bordo, y navegaba
acaso en medio de la descripción de Quinsay, ueste espacio es
casi la tercera parte de la esfera.» Las frases puestas entre co- con la seguridad propia de un hombre que sabe debe en-
millas son variantes leetiones, ó mejor dicho, falsificaciones del contrar lo que busca. E l Diario descubierto por Muñoz
texto. Conforme á estos datos falsos, la longitud de una legua en los archivos del Duque del Infantado es buena prueba
sería unas veces de once y un décimo millas, y otras de dos y de ello.
ocho décimas. El abate Ximenez deduce del modo más arbitra-
rio (páginas 92-94) que un espacio equivale á cinco grados de Hay una circunstancia notabilísima que merece ser
longitud; que cincuenta millas ó veintidós y media leguas de examinada con los datos proporcionados en el texto,
Toscanelii forman un grado, y que la distancia desde Lisboa á copia de puño y letra del Obispo de Chiapa: tres días
Quinsay es de 130 grados. Fúndanse estas conclusiones, en después que Colón creyó haber observado por primera
parte, en la analogía de las proyecciones de Ptolomeo (Geogr.,
vez la declinación de la aguja imantada, el 13 de Sep-
I, 23), que dividía el cuarto de la circunferencia ecuatorial en tiembre de 1492, el estado del cielo, las masas de fuco
18 partes, como Eudoxio dividía (GEMINÜS, Elem. Astr., capi-
tulo 15) toda la circunferencia polar en 60 partes iguales, lo
cual da diferencias de cinco grados de longitud y seis de lati- mino esta larga disertación numérica haciendo observar que si
tud. Pero aunqueToscanelli valúa «un espacio de su mapa en Toscanelli tomó la descripción de Quisai (Ivinsai) de MARCO
veintidós y media leguas», la suposición de cinco grados de POLO (lib. II, cap. 68), encontró el circuito de los muros va-
longitud daría, para el paralelo de 38 grados y 42 minutos al que luado solamente en 100 li chinos, y que estos 100 li, llamados
se refiere este cálculo, tres y media leguas por grado de longi- millas chinas en los manuscritos del viajero veneciano, los tra-
tud, resultado absurdo, porque no concuerda con ninguna ex- dujo vagamente por 35 leguas, ignorando que 192 li forman un
tensión que en cualquier tiempo se haya llamado legua. Ter- grado ecuatorial.
flotante y otras circunstancias le hicieron creer que se
Septiembre fué el Almirante á la carabela Pinta para
encontraba cerca de alguna isla, pero no de tierra firme,
hablar con Martín Alonso Pinzón sobre una carta que
«porque la tierra firme, dice el Almirante, hago más ade-
le había enviado tres días antes, y en la cual parece que
lante» (1). E l 19 de Septiembre continuaban las seña-
el Almirante había pintado algunas islas en este mar.
les de proximidad de tierra, y lloviznaba sin viento. E l
Martín Alonso decía que estaban próximos á estas islas,
Almirante no quiso apartarse de su camino para buscar
y así parecía al Almirante, añadiendo que la causa de no
esta tierra. E s t a b a seguro de que por las p a r t e s del
encontrar las islas debía ser la corriente, que llevaba los
N o r t e y del Sud había islas, y en efecto las había, n a -
barcos á Nordeste y que no habían andado tanto (al
vegando por medio de ellas, porque su voluntad e r a ir
Oeste) como los pilotos decían. Por consecuencia, el Al-
primero á la I n d i a con tiempo tan favorable, y « á la mirante, al volver á su carabela, quiso que se le enviase
vuelta se vería todo placiendo á Dios®. Son s u s p a j la carta marina, lo cual se hizo por medio de una cuerda,
labras. y «comenzó á cartear en ella con su piloto y marineros,
E n la mañana del 20 de Septiembre vinieron á c a n t a r h a s t a que, al sol puesto, subió ol Martín Alonso en la
en lo alto de los mástiles pajarillos que viven en tierra, popa de su navio, y con mucha alegría llamó al A l m i -
y se fueron á la caída de la tarde (2). E l martes 2 o de rante pidiéndole albricias que veía tierra.» Lo que no
resultó cierto.
(1) Digo en el testo: tres días después que Colón creyó ha- El 3 de Octubre, dice el Almirante en su Diario «que
ber observado por primera vez la declinación magnética, porque no se quiso detener, barloventeando la semana pasada y
Pcregrini había observado ya esta declinación en Europa estos días que había t a n t a s señales de tierra, aunque
en 1269.
tenía noticia de ciertas islas en aquella comarca, por no
(2) Este suceso es extraordinario, y lo refiere el Diario con
una ingenuidad que no deja lugar á duda. El barco se encon-
traba entonces en medio del Océano Atlántico, á 290 leguas ma-
rinas (de 20 al grado) de distancia de la tierra más próxima, la El teniente de navio D. Manuel Moreno, que acompañó á
isla de Flores, y los pájaros cantores no habían sido arrastrados Churruca en su expedición cronométrica en las Antillas, sitúa
por las tormentas. En su segundo viaje, el 24 de Octubre estas rompientes en la latitud 28" 0' longitud, 43° 22' al Occi-
de 1493, vió Colón golondrinas cuando su punto de estima le dente de París. En la noche del 21 de Septiembre, Colón se en-
situaba á 340 leguas al ONO. de las islas del Cabo Verde. contraba, pues, á cuatro millas marinas al NE. de este peligro
( Vida del Almirante, pág. 43). Comparando Navarrete los pun- que hubiese podido retardar el descubrimiento del Nuevo
tos de estima tomados, los rumbos y las distancias, cree que Mundo hasta el 22 de Abril de 1500, día en que Pedro Alvarez
desde el 19 al 22 de Septiembre, época en que el Almirante ob- Cabral, en su viaje á la India, fué llevado por las corrientes á
servó tantas señales de proximidad de tierra, se aproximaba á las costas del Brasil. No encuentro estas rompientes en los ma-
las rompientes que los marinos españoles aseguran haber des- pas ingleses recién publicados, y su existencia merece ser com-
cubierto hacia el gran banco de fuco ó algas flotantes el año probada, tanto á causa de la seguridad de la navegación, como
de 1802. por el interés histórico que inspira.
se detener, pues su fin era pasar á las Indias, y si se Comprendo perfectamente por qué entonces inquie-
detuviera, dice él que no fuera buen seso.» taba á Colón y á Pinzón no ver la isla de Cipango (Zi-
Finalmente, el 6 de Octubre, seis antes del gran día pangri, de Marco Polo), porque Colón había anunciado
del descubrimiento de Guanahaní (viernes 12 de Octu- que era la primera tierra que encontrarían á 750 leguas
bre), «Martín Alonso Pinzón dijo que sería bien nave-
gar á la cuarta del Oeste, á la parte de Sudueste; y al y 607); y que la travesía del Golfo de las Domas, favorecida por
Almirante pareció que no decía esto Martín Alonso por el tiempo más bonancible y un mar generalmente tranquilo, no
la isla de Cipango, y el Almirante vía que si la erraban podía consternar por modo tan extravagante á hombres aveza-
que no pudieran tan presto tomar tierra, y que era mejor dos al mar. Entre el 22 y el 25 de Septiembre los compañeros
de Colón, según testimonio de su hijo y de Herrera (Vida del
una vez ir á la tierra firme, y después (al retorno) á las Almirante, cap. 19; HERRERA, dec. i, lib. i, cap. 10), querían
islas» (1). arrojar al mar á su capitán mientras estuviese embebido en el
estudio de las estrellas. En el Diario no se pinta el descontento
con tan vivos colores; dice únicamente Colón que el viento
(1) NAVARRETE, t. i, páginas 9, 11, 13, 16 y 17. Dice asi contrario ONO. que sopló el 22 de Septiembre, «mucho me fué
lileralmcnte, conservando la irregularidad de las frases, por la necesario, porque mi gentt andaba muy estimulados, que pen-
costumbre de Las Casas de embrollar el estilo de Colón copiando saba que no ventaban estos mares vientos para volver á Es-
á veces sus palabras y extractando otras el texto. El pasaje re- paña».
lativo á Cipango paréceme ininteligible tal como lo escribe. El 23 de Septiembre dice: «Y como la mar estuviese mansa
(«Esta noche dijo Martin Alonso que sería bien navegar á la y llana, murmuraba la gente, diciendo: que pues por allí no
parte del Sudueste: y al Almirante pareció que no decía esto había mar grande, que nunca ventaría para volver á España.»
Martín Alonso por la isla de Cipango, y el Almirante via que El cuento de Oviedo, sobre los tres días que concedieron A Co-
si la erraban que no pudieran tan presto tomar tierra»), si no lón para continuar avanzando hacia el Oeste, copiado por todos
se cambia la puntuación y se pone un punto entre las palabras los biógrafos y poetas moderaos, ya lo ha refutado Muñoz
no y decía. (lib. III, § 7). D. Fernando Colón, que quería tan mal á Alonso
Examinando en el Diario de Colón los días en que Oviedo y Pinzón, como Las Casas á D. Fernando, no refiere el hecho men-
Herrera señalan grandes indicios de motín en las tripulaciones, cionado, y se limita á decir «que la gente estuvo para amoti-
sorprende no encontrar rastros de estos sucesos. Como á los his- narse , perseverando en las momuraciones y conjuraciones»
toriadores gustan los efectos dramáticos que resultan de la opo- ( Vida del Almirante, cap. 20). Además, el día 7 de Octubre el
sición de los caracteres, han creído engrandecer al marino ge- único suceso apuntado en el Diario es un cambio de ruta. Desde
novés exagerando los peligros á que sucesivamente le exponían el 30 de Septiembre había seguido el Almirante el camino di-
la malicia, el miedo ó la ignorancia de sus marineros. Olvidase rectamente hacia el Oeste en una extensión de 250 leguas ma-
que los marinos españoles, especialmente los catalanes, los vas- rinas, siguiendo el paralelo de 25 grados y medio; el 7 de Octu-
cos y los andaluces de Palos, desde hacía siglo y medio frecuen- bre (en la mañana siguiente á la conferencia con Martin Alonso
Pinzón sobre la proximidad de Cipango) en la Niña creyeron
taban las costas de Guinea y de Escocia; que la vista de una
ver tierra. Al ponerse el sol se reconoció que no era verdad;
erupción en el Pico de Tenerife no podía dar espanta, como pre-
pero como las bandadas de aves dirigíanse al SO., «sin duda
tende Fernando Colón, á hombres habituados á visitar las Ca-
para dormir en tierra, el Almirante, siguiendo la experiencia
narias, Nápoles y Mesina. (NAVARRETE, t. m , páginas 605
al Oeste de Canarias, según lo refiere su liijo Fernando.
la isla de Guanahani. Más adelante, el 14 de Noviembre
E l Diario original dice que h a s t a el 1.° de Octubre ha-
de 1492, menciona el diario, con ocasión de los cabos ó
bían anclado 707 leguas, no desde el Puerto de Palos,
islotes que bordean la costa Nordeste de Cuba, alas is-
sino desde la Gomera, ó en general las Canarias, según
las innumerables que en los mapainundos al fin del
la explicación del A l m i r a n t e relativa á la distancia en
Oriente se ponen.»
que se encontraba el 19 de Septiembre. A h o r a bien;
U n historiador muy juicioso, M. Sprengel, traductor
del 1.° al 6 de Octubre, el camino andado al Oeste era,
de la obra de Muñoz, no titubea en suponer que Colón
adicionando los datos parciales, de 259 leguas. E l 6 de
se guiaba por la misma carta de ruta que le envió Tosca-
Octubre creíase Colón, p o r tanto, á 966 leguas de dis-
nelli en 1474. Indudablemente, esta carta se consideraba
tancia, ó sean 216 más allá del punto en que calculaba
importantísima, porque los manuscritos dejados por L a s
la situación de Cipango.
Casas dicen (lib. i, c a p . x n de la Historia de las Indias)
H e reunido todos los p a s a j e s relativos á la carta ma- que este prelado, á la edad de ochenta y cinco años,
rina que parece haber g u i a d o á Colón antes de llegar á época en que terminó la citada Historia, aun poseía tan
notable monumento, «la carta de marear que Toscanelli
envió á Colón». A h o r a bien; una carta marina conser-
de los portugueses que habían descubierto la mayoría de las vada cincuenta y tres años después de la muerte de su
islas que poseen (las Azores?), siguiendo el vuelo 'de las aves,
autor, con mayor motivo debía encontrarse en 1492 á
permitió abandonar la ruta hacia el Oeste, y dirigirse al OSO.
con el propósito de continuar en esta dirección durante dos bordo de la carabela (capitana) Santa María. Observe-
días. No se habla ni una palabra de revuelta ni sublevación: la mos, sin embargo, que la que Colón envió el 25 de
frase, acordó dejar el camino del Oueste, es la única que parece Septiembre á la carabela Pinta estaba pintada (dibu-
indicar que Colón cedió á las instancias. Esta nueva dirección jada) por sus propias manos. Las Casas dice claramente
le fué provechosa. Por lo demás, sin que pueda sospecharse mo-
tivo alguno que le obligara á ello, el Almirante había ya cam- en el extracto que poseemos del Diario: «donde según
biado el rumbo de igual manera el 21 de Septiembre. Después parece tenía pintadas el Almirante ciertas islas.»
de haber seguido escrupulosamente el paralelo de «Somera (la-
titud 28 grados) durante 390 leguas marinas, gobernó de pronto La correspondencia con Toscanelli precedió en diez y
al SO. para seguir el paralelo de 25 grados y medio. El 8 de Oc- ocho años á la grande época del descubrimiento del
tubre, que debía ser el día tan peligroso por la sedición, según nuevo continente, y Colón aprovechó, sin duda, este
Oviedo, está señalado en el Diario de Colón como día muy fa- intervalo para procurarse otros materiales. Seguramente
vorable para el progreso de la navegación. «La mar, dice el Al-
mirante, está como el rio de Sevilla, gracias á Dios; los aires no llegó á ver, como pronto probaremos, el mapamundi
muy dulces, como en Abril en Sevilla, que es placer estar en de Martín Behaim, pero pudo estudiar en los de Jacobo
ellos, tan olorosos son.» Estas lineas escritas bajo la impresión de Giroldis, de A n d r é s Bianco ó de Grazioso Benin-
de aquellos momentos no anuncian ciertamente los terrores de casa.
un espíritu alarmado.
Cuando por primera vez escribió á Toscanelli, fundaba
su razonamiento en u n a esferilla que envió á maestro
Colón conservó la costumbre de llamar á las Pequeñas
Paulo, según dice su hijo D . Fernando. E s probable que
Antillas «islas Caribes», ó las primeras islas de las I n -
después, y sobre todo cuando la famosa disputa con los
dias (1). Además, el camino que s ; guió en 1492 no es
profesores de Salamanca, empleara esferas y mapas como
el que Toscanelli trazó en su carta y que parecía seguir
argumentos en favor de su proyecto de navegación hacia
el Oeste. L o que él defendía era su sistema y no el de
Toscanelli, y por g r a n d e que haya sido la influencia
al papa Alejandro VI (Febrero de 1502) no da el nombre de
de los consejos y de la carta del astrónomo florentino en Antillas á ningún grupo de las 1.400 islajquesevanagloria.no
el ánimo de Colón, sería fiar demasiado en la humildad sin alguna esageración, haber descubierto. (NAVARRETE, Do-
y abnegación del genio creador, suponer que el Almirante cumentos dipl., 1.1, pág. 5; t. II, pág. 280). No fué, pues, Cris-
tóbal Colón quien introdujo el nombre de Antillas en la geo-
explicó á los sabios de Salamanca, ó durante el viaje, á grafía moderna. En su sistema Haití (la Española) era Ophir
Martín Alonso P i n z ó n , la dirección de la travesía hacia ó Ci pango. «Les había dicho muchas veces, dice su hijo, que no
la India valiéndose de u n a carta ó mapa de Toscanelli. esperaba ver tierra hasta haber navegado 750 leguas hacia el
Occidente de Canarias, en cuyo término había también dicho
Aficionado Colón á los trabajos gráficos, dibujaría e'1 que hallaría la Española, llamada entonces Cipango» (Vida,
mismo, con los datos de Toscanelli y otros materiales, del Alm., cap. 20). La primera aplicación del nombre Antilia:
una carta marina representando esa tercera parte de la insulte á las islas de América, es un rasgo de erudición de
Pedro Mártir de Anghiera. Volvió Cristóbal Colón de su primer
superficie del globo que permanecía desconocida desde
viaje el 15 de Marzo de 1493, y en la primera década de la
las costas de P o r t u g a l y de la Mina hasta las costas Oceanica, dedicada al cardenal Ascanio Sforza en Noviembre
orientales y australes del Asia. de 1493, encuentro ya: «In Hispaniola Ophiram Insulam sese
Muñoz insiste (lib. n , § 1 7 ) en que Colón supo la reperise refert (Colunus), sed cosmographicorum tractu dili-
existencia de la Antilia por la carta y el mapa de Tos- genter considérate, Antilise insulte i lite et adjacente3 alias »
canelli; pero creo poder afirmar que en ningún escrito Dec. i, lib. i, pág. 1. Posteriormente Vespucci en su pretendida
segunda navegación de 1499, llama Antiglia «la isla que Colón
del Almirante, ni a u n de su hijo D. Fernando, se en- lia descubierto pocos años há», es decir, Haití. En el siglo xvi,
cuentra el nombre de Antilia, que ya era conocido en el las islas Caribes, al SE. de Puerto Rico (Borrinquen). tenían en
siglo xiv, ni el de Antillas q u e , especialmente desde el los cuadros de posiciones geográficas que se procuraba añadir á
reinado de Carlos V , se dió al archipiélago tropical de los tratados de geografía la denominación de Antiglia: insulte.
Uno de los ejemplos más antiguos que conozzo de estos cuadros
América ( l ) . de posiciones está en una obra de J U A N SCHONER (Opusculun
geogr. ex diversorum libris et cartis collectum), publicado en
1533. Véanse los curiosos capítulos (sect. II, capítulos 20 y 21)
(1) Sin embargo, en el Diario de la primera navegación De regionibw extra Ptolomwum deque insulis circa Asiam et
(jueves 9 de Agosto de 1192) habla Colón de estas islas que, pa- Indiam et novas regiones hvjus tertia orbis partís.
recidas a las ilusiones del espejismo, se creía ver todos los años (1) Relación de 1504. (NAVARRETE, t. i,, pág. 282; Vida
al Oeste de las Azores, de las Canarias y de Madera. En su carta del Alm., cap. 100.)
el paralelo de Lisboa ( « t o m a n d o el camino derecho á Gonzalo Fernández de Oviedo ( 1 ) atribuye á u n ma-
Poniente»), aunque la diferencia de latitud entre Lisboa rino portugués (Vicente Díaz, de la villa de Tabira), su-
y Quinsai ( H a n g t h e u f u ) sea casi de nueve grados, y de poniendo que este marino, al volver de la costa de Gui-
que Toscanelli, al principio de la misma carta, hable nea, encontró u n a tierra al Oeste de Madera. E s t e
también, aunque vagamente, de la distancia que en este cuento de Oviedo, relacionado con las pretendidas tenta-
camino «podríase apartar del polo Artico hacia la línea tivas de los hermanos Lucas y Francisco de Cazzana, no
equinoccial». Colón determinó, sin d u d a por las hipótesis
merece atención (2).
de la posición de Cipango, seguir una dirección más me-
ridional. Durante más de la mitad del camino siguió el
(1) O V I E D O , Ilist. nat. y gen. de las Indias, cap. 3.
paralelo de la Gomera, con t a n t a mayor constancia,
(2) B A R C I A , p á g . 7, a; H E R R E R A , 1 . 1 , p á g . 4.
cuanto que, como dice ingenuamente su hijo, temía per-
der su autoridad si, cambiando de rumbo, pareciera no
saber dónde iba.
Í
ALEJANDRO DE HÜ11B0LDT.
S l ^ i e g í , a l / U r d e l P a d r á ° d e M a n § a d e A r eas, á los 22
5 ÍUÓ B a r t o l o m é
S K I , T Díaz quien descubrió,
probablemente en Mayo de 1487, el cabo de Buena Esperanza
(cabo tormentoso), viniendo del Este, de la señal de la isla de
f a n t t ? ° Z ^n la bahía de Algoa (latitud austral 33° 50'; longi-
„ ; d e l c a b 0 d e Buena Esperanza), y que ,uso°la
e n l a b a
l ^ J ir ^ i ^ d e l a T a b l a (LICHTENSTEIN, e n
\aterí Museum Hamburgo, 1810, páginas 372-389; VINCENT
PeripleofJu' Erytkr.sea, p. I, PÁG . 2 0 S ; BARROS, t. I, p. I',
páginas 188 190,192 y 288). Confundiendo Behaim sea la ¿
tce ™ ' 8 e a l 0 S 7 Í a j e S d e C a m y d e Bartolomé Díaz, no
dice «pusimos», sino «las columnas fueron puestas», lo cual
deja su veracidad eu menos peligro. No era el célebre Bartolo-
había d M a d
^ " e l c a b 0 d e Buena Esperanza y
Z^te l o a s e f e m i d a d . a u s t r a l d e Á f r í c a - d i r i » i d a d * Este l
Dleg0 DíaZ
Jelama ' í 7 7 ' « >a expedición
d o l T f V h r Í ^ / f ? , C Í Ó m UD n a u ^ r a o ' ° e n 1500, cuan-
Vm
vmurió ° , d B r a S Ü a l C a b ° d e Buena Esperanza,
y muñó muy cerca de esa.señal (Padráo) de la isla de Santa
compañeros de Magallanes que tavieron la dicha de vol-
ver á Europa el 6 de Septiembre de 1522. « P r e t o r e
Portugallico F e r n a n d o , ab insularibus bello exagitatis
in regione aromatum ¡equatori vicina interfecto, qua-
tuorque reliquis é classicula quinqué navium deperditis,
una tantum regressa est, dicta Victoria, cribro terèbra-
VII. tiors>, escribe el mismo mes Pedro Mártir de Anghiera
al Obispo de Cosenza (1).
P S , X t a ? ; 1 : : ^ t f r e n t ? s i n nombrar á
los españoles'el descubrimie^o de K A I P ° r t u g u e s e s á
(1) ZURLA, páginas 61, 62, 137 y 139.
el antes citado cap. 14 e S e - « D e t f ™ * m e r i d i o n a l - *¡a
(2) A este célebre geógrafo preocupa la idea de que el es-
tani, tum Columbus observavere e t l l l U m a p^p d l a nt tu mN oLTuuS m¡ " trecho fué descubierto antes de Magallanes. « Per fretum Ma-
vel terram Sánete Crucis » gellanis fertur mare ab oriente in occidentem motu incitatis-
dionales se adquiriera, por comunicación con los indíge- de D . José Moraleda, quien entró en el Estero de
nas, alguna noción confusa de un paso hacia el otro mar. Aysent (lat. austr. 45° 28') hasta ochenta y ocho leguas
Bastaba llegar hasta el golfo de San J o r g e , á u n a marinas de distancia del litoral oriental del golfo de S a n
costa antiguamente habitadísima, como lo prueban las Jorge. P u d e examinar, durante mi estancia en Lima, las
numerosas sepulturas de P a t a g o n e s (1), para saber que instrucciones dadas á este piloto de la marina Real, re-
los habitantes del archipiélago de Chayamapu y del de comendándole «el más profundo secreto» respecto á una
Chonos (2) remontan algunas veces el litoral del Océano tentativa cuyo buen éxito hubiera abreviado en seiscien-
Pacífico en la dirección de E s t e á Oeste por brazos de tas ó setecientas leguas el camino que se seguía, dando
la vuelta, al cabo de Hornos (1).
mar (ciénagas) y canales naturales, aproximándose de
esta suerte á las costas del Océano Atlántico. Cuando se está versado en la lectura de los documen-
La idea de que podía existir en estos parajes (lati- tos que tratan de los descubrimientos desde 1492 á 1525,
tud 45°-47°) una comunicación entre ambos mares, se se advierte lo que aprovechaban á los marinos de enton-
perpetuó de tal modo, que todavía en 1790, siendo vi- ces los informes de los indígenas. E l Cacique de Tu-
rrey del Perú D . Gil de Lemos, ocasionó la expedición maco (2) trazó á Balboa, cuando éste llegó á la bahía
de P a n a m á , la figura de las costas de Quito, describién-
simo ut inde Magellanes (eel qui ante Magellanem id detexit, dole al mismo tiempo la riqueza del oro del Perú y la
vt volnnt) conjecerit fretum, per quod ex Atlántico in Pacifi- forma extraordinaria de las llamas que transportan los
cum Oceanum pervenitur (tíeogr. gen., Cant., 1681, pág. 119).
minerales en las cordilleras, y que los españoles creyeron
Fretum Magellanes primus invenit et navigavit, 1520, etsi
Vaseus Nunnius de Valboa prius, nempe anuo 1513, illud ani- eran camellos. Hay, sin embargo, muchos centenares de
raadvertisse dicitur, cum ad australem regionem lustrandam leguas desde el istmo hasta las regiones que el Cacique
isthic iiavigaret» (pág. 85). Sorprende encontrar en un autor conocía con t a n t a exactitud.
instruido esta confusión de ideas y sucesos; el descubrimiento
del istmo de Panamá, que es un estrecho terrestre, mezclado al A l g u n a s veces los marinos europeos permanecieron
descubrimiento de un estrecho oceánico. durante más de un año entre los indígenas y aprendie-
(1) Nota del mapa original do Cruz Olmedilla, cuyos ejem- ron su lengua, siendo recogidos por otras expediciones
plares lian llegado á ser tan raros porque el Gobierno español que frecuentaban las mismas localidades (3). Y a lie-
ordenó en tiempo de Carlos 111 romper las planchas.
(2) El capitán Sarniento de Gamboa ( Viaje al estrecho de
1Magallanes, 1768, páginas vx y LXIII) es el primero que (1) Véase mi Essai politique (edic. de 1825,1.1, pág. 239).
en lo,9 entró en este archipiélago. Compárese también Agüe- (2) HERRERA, déc. I, lib. x, cap. 3. Entre las cartas ma-
ros (Descripción hist. déla Prov.y del Arcliip. de Chiloe, 1791, rinas conservadas en Hundson's Bay Iíouse, hay un dibujo de
página 12S). Más al Sur, hacia el cabo Victoria, al archipiélago las costas desde la baln'a de Hudson hasta el Copperine River
que limita la parte Noroeste del estrecho de Magallanes, lia trazado rudamente por los indios (BARROW, Voyages intn the
dado recientemente el capitán King el nombre de (¿unen Ade- Polar Región*, 1S18, pág. 376).
aide's AroMpelago. (3) Por ejemplo, uujmarinero" de la"]expedición de Bastidas
ALEJANDRO DE HUMBOLDT.
Sjzi
E1 tratado de ( Y a n g mano). E l autor del mapa publicado en Cantón
en 1 8 2 0 , combina las nociones actuales de los europeos
15 ue tamblén
p . f)> 1 contiene una carta con el istmo de con lo que se conocía de cosmografía en la época de las
Panama atravesado por un estrecho, no es, sin embargo, de
dinastías de los Yuan, de los Ming y de los Mandchus.
Schoner, porque se ve en su obra Opwculum Garapiñen m ex
diversorum. Ubrü et eartü collectum que en 1533 conocía fea" Figura tres pasos entre el Atlántico y el mar del Sur, á
pitulo XX) la expedición de Magallanes («ducis navium tn c-
- ™ a n S dl p" C a r 0 l " > ) - E 1 P a S ° d d N o r o e s t e ' buscado re-
cientemente por Parry y Ross, figura como abierto al Norte de
un vasto continente llamado Terra BaceaUaru.n en el mapa! (1) K L A P R O T H , Notiee d'une Mappemonde et d'une Cosmo-
TZ^n Opu^dum. Geog raphicum Joannü Myritü Ueli- graphie chinoites, 1833, pàg. 85. Véase también Noe. Journ.
tensis (Ingolstadt, 1590), pág. 60.
Asiat., t. XI, pàg. 66.
ffe
saber: el estrecho de Magallanes, y dos estrechos en el
istmo de Panamá. E s t e istmo forma una isla llamada
isla de San Andre's (Ching N g a n te tao), y deja, por
t a n t o , dos pasos; uno al norte separado de la V e r a P a z
(TcJiing phing ngan, la verdadera paz) y otro al Sur,
separado de Darien (Ta lian wan) y de Castilla del
Oro. V é a s e , pues, un error en la denominación del es- XI.
trecho (terrestre ó pelásgico) figurando hasta en los
mapas chinos modernos; error antiguo, porque en Gre-
Motivos que impulsaban al descubrimiento de América á fines
cia Io6¡x5í por catacresis significaba también algunas ve- del siglo xv.
ces un brazo de mar (1).
(1) M. Letronne, en su edición de DICÜIL, página 12. De L o s detalles de la historia de las ciencias sólo son
igual manera xspa; significa geográficamente, ó un promonto-
útiles cuando se los reúne y sistematiza, porque la acu-
rio, ó, en sentido negativo, la desembocadura de un río ó de un
golfo (STRABÓX, lib. x, pág. 4 5 8 Cas.; H E S I O D O , Tlieog., 789, y mulación de hechos aislados sería de una aridez fati-
los Fragmentos de H A N N O N ) . gosa, si la investigación de los hechos no se hiciera con
algún propósito de generalizar respecto á los progresos
de la ciencia ó á la marcha de la civilización.
Los gérmenes que hemos descubierto en las obras de
los escritores antiguos fueron fecundados por corto nú-
mero de sabios de gran talento que brillan en la E d a d
Media.
E n cada siglo existe un trabajo oculto, cuyo resultado
en ideas, convicciones y esperanzas acrece insensible-
mente el poder del hombre, y se manifiesta en acción
cuando circunstancias aparentemente accidentales (coin-
cidencias que revelan una necesidad en los destinos del
mundo) favorecen el movimiento exteriormente.
P o r lo general, la historia sólo conserva la tradición
de las empresas afortunadas, de los grandes éxitos ob-
tenidos en la serie de los descubrimientos; pero lo que
prepara el movimiento y el éxito pertenece á combina^
saber: el estrecho de Magallanes, y dos estrechos en el
istmo de Panamá. E s t e istmo forma una isla llamada
isla de San Andre's (Ching N g a n te tao), y deja, por
t a n t o , dos pasos; uno al norte separado de la V e r a P a z
(Tching phing ngan, la verdadera paz) y otro al Sur,
separado de Darien (Ta lian wan) y de Castilla del
Oro. V é a s e , pues, un error en la denominación del es- XI.
trecho (terrestre ó pelásgico) figurando hasta en los
mapas chinos modernos; error antiguo, porque en Gre-
Motivos que impulsaban al descubrimiento de América á fines
cia IO6¡X5Í por catacresis significaba también algunas ve- del siglo xv.
ces un brazo de mar (1).
(1) M. Letronne, en su edición de DICÜIL, página 12. De L o s detalles de la historia de las ciencias sólo son
igual manera xspa; significa geográficamente, ó un promonto-
útiles cuando se los reúne y sistematiza, porque la acu-
rio, ó, en sentido negativo, la desembocadura de un río ó de un
golfo (STRABÓX, lib. x, pág. 4 5 8 Cas.; H E S I O D O , Tlieog., 789, y mulación de hechos aislados sería de una aridez fati-
los Fragmentos de H A N N O N ) . gosa, si la investigación de los hechos no se hiciera con
algún propósito de generalizar respecto á los progresos
de la ciencia ó á la marcha de la civilización.
Los gérmenes que hemos descubierto en las obras de
los escritores antiguos fueron fecundados por corto nú-
mero de sabios de gran talento que brillan en la E d a d
Media.
E n cada siglo existe un trabajo oculto, cuyo resultado
en ideas, convicciones y esperanzas acrece insensible-
mente el poder del hombre, y se manifiesta en acción
cuando circunstancias aparentemente accidentales (coin-
cidencias que revelan una necesidad en los destinos del
mundo) favorecen el movimiento exteriormente.
P o r lo general, la historia sólo conserva la tradición
de las empresas afortunadas, de los grandes éxitos ob-
tenidos en la serie de los descubrimientos; pero lo que
prepara el movimiento y el éxito pertenece á combina^
ciones de ideas y de pequeños sucesos que obran simul- Procuraré, en lo que voy á exponer, no extenderme
táneamente y cuya importancia no se conoce hasta que inútilmente en puntos que han sido tratados hasta la sa-
se consiguen los grandes resultados, como los que se ciedad, limitándome á lo que puede conducir en el actual
•deben á Díaz, Colón, Gama y Magallanes. De esta
estado de nuestros conocimientos á esclarecer de nuevo
suerte de descubrimientos, que llaman poderosamente la
los hechos ó á nuevas combinaciones de datos históricos.
atención de los hombres, preséntanse al principio como
L a aventura de Cabral, que en su viaje de Europa á
aislados e' independientes del impulso de los siglos an-
la India, por la vía del cabo de Buena Esperanza, fué
teriores, y sólo cuando pasan las primeras impresiones
sin querer arrastrado por las corrientes hacia el Oeste y
de admiración y entusiasmo empieza la investigación de
llevado el 22 de Abril de 1500 á las costas del Brasil
las causas que abrieron el camino á las grandes conquis-
tas de la inteligencia. E n este trabajo, los odios de na- (tierra de Santa Cruz), ha hecho decir á Robertson, que
ción á nación, el maligno placer de desacreditar y, sobre en los destinos del género humano estaba el descubri-
todo, la falta de buena crítica histórica dan frecuente- miento del Nuevo Continente á fines del siglo xv. Dejan-
mente importancia á hechos no comprobados, á creacio- do á un lado la idea vaga del destino, cuando el mutuo
nes de pura conjetura, que en ningún razonamiento encadenamiento de tantas causas y efectos no es difícil
científico se fundan. de reconocer, la filosofía y la historia nos muestran en
todas las épocas grandes acontecimientos, de largo
Por lo dicho en el capítulo anterior puede apreciarse tiempo atrás preparados; pero lo que constituye el ca-
en su justo valor lo que nos resta examinar respecto á rácter distintivo de cada siglo manifiéstase en acción y
sucesos y opiniones que, según se cree, condujeron al
somete los sucesos al imperio de una necesidad moral.
descubrimiento del Nuevo Mundo, y creo que este exa-
L a expedición de Alejandro á Persia y á la India, y
men puede llegar á ser fuente fecunda de útiles datos de
la audaz energía de Lutero, favorecieron sin duda, la
relación, esclareciendo los hechos con nociones de his-
primera, el contacto del Occidente y del Oriente; la se-
toria y de geografía física, poco atendidas en estudios de
gnnda, la emancipación del pensamiento. Pero era tal
esta índole.
la situación de las cosas humanas en estas dos épocas
Los hechos son la base principal de toda discusión memorables de la vida de los pueblos, que la caída del
sometida á una sana crítica, y su indicación es indispen- imperio de los persas y la aminoración del poder ponti-
sable para que el lector pueda juzgar el grado de con- ficio no podían retardarse. El contacto de las dos civili-
fianza que merecen los resultados obtenidos; especial-
zaciones y la reforma religiosa, preludio de las reformas
mente cuando su interpretación tiene por objeto for-
políticas, probablemente se hubieran realizado sin el
mar ideas generales acerca de las varias causas que han
héroe macedonio y sin el fraile de Wittemberg. Induda-
determinado la dirección de los descubrimientos y de los
blemente, la grandeza de alma y la individualidad de los
progresos del comercio marítimo.
hombres superiores aumentan las probabilidades del
éxito y aceleran y vivifican el movimiento; pero estos gunos grandes hombres de Italia, por ejemplo, Petrarca,
hombres superiores que parece inspiran su ideal á los Boccacio y J u a n (1) de Ravena, y la emigración de algu-
siglos en que viven, obran bajo la influencia de las ideas
nos sabios griegos, antes de que fuera destruido el I m -
dominantes en una época fecundada y engrandecida por
perio de Oriente.
otra época anterior. E n la especial dirección del movi-
Comprendiendo en la denominación de India, por
miento intelectual, en la simultaneidad de la voluntad,
seguir el ejemplo de los Helenos, primero la Etiopía
en la urgencia irresistible de necesidades verdaderas ó
troglodítica y la Arabia, después las regiones ecuatoria-
ficticias, fúndase la fuerza de impulsión, la necesidad y
les más lejanas de Africa, al lado de allá del cabo (le los
el poder de los acontecimientos que se realizan.
Aromas (las regiones cinamomífera y mirrifera) (2); juz-
Fácil es comprender el carácter distintivo de la se-
gando situadas, desde la dominación de los romanos, las
g u n d a mitad del siglo xv, de la época que precedió inme-
diatamente al descubrimiento de América. E l progreso
del lujo y ' d e la civilización en el Mediodía de Europa (1) Malpaghino, propiamente Juan Malpighi de Eavena
produjo necesidades más apremiantes de los productos (HEEREN, Gesh. der Classilter. Einl., pár. 1 6 2 ) .
(2) Estas denominaciones, tomadas de una ciencia que aun
de la India. Los viajes por tierra, alentados por el fervor no existia, la geografía délas plantas, las aplica ya Ptolomeo á
religioso de los sacerdotes budhistas y cristianos, por la Africa y Asia á la vez. La Myrrhifera regio está situada
política y por el interés comercial habían ensanchado el (Geogr., lib. IV, cap. 9, pág. 114) cerca del Coloe Palm, en las
fuentes del Astapus, y (lib. vi, cap. 7, pág. 154) junto al golfo
horizonte geográfico y la esfera de las ideas. A l mismo
Sachalites, al E. del Hadramaüt, en un pais montanoso, fértil
tiempo, el uso más frecuente de la brújula, debido al en smyrna y en libanotos. Confundiéronse durante largo tiempo
contacto de los árabes con la I n d i a y la China; y el per- las comarcas que producían los aromas y las especias, con las
feccionamiento del arte naval y de las ciencias que con en que se hacía el comercio de almacenaje de estas mercancías;
y aunque Herodoto ya oyó decir que el cinamomvm nacía en
con él se relacionan, facilitaron los medios de emprender
el país donde fué criado Baco, aludiendo sin duda á la India
navegaciones lejanas. ( H E E R E N , I I , 1, pág. 101), y no á Arabia ( H E R O D O T O , I I I , 107),
E n tales circunstancias debían nacer casi á la vez dos costaba trabajo, aun en los tiempos modernos de la escuela de
series de ideas que conviene distinguir cuidadosamente Alejandría, no buscar la cinnamomi/era regio en Africa, más
allá de la costa de los Trogloditas. El rey Juba, único autor
y que se relacionan ambas (1) á las tradiciones y á las que reunió el conocimiento de la literatura de Cartago (AMM.
conjeturas de la antigüedad clásica, cuyo interés reani- M A R C E L L , X X I I , 15) al de la literatura romana, esclareció
maban las íntimas relaciones de Sicilia, la Pulla y la mucho, en la época de Augusto, todo lo relativo al comercio de
los aromas de Oriente y á los caminos de las caravanas (PLI-
Calabria con Byzancio, la provechosa influencia de al-
»10, vi, 23, 29; XII, 14) que conducían estos preciosos produc-
tos ; pero una antigua preocupación influía siempre para con-
(1) Véase en los dos primeros capítulos de esta obra la in- fundir la India con las costas á donde se podía llegar yendo
fluencia que en el ánimo de Colón ejerció la erudición clásica. por el estrecho de Bab el Mandeb al mar Erythreo.
riquezas de la India en las extremidadcles de la tierra, y, en tiempo de los Lagidas y de los Césares y en el siglo xv,
por t a n t o , en las costas meridionales y occidentales de en la época de los rápidos descubrimientos de los portu-
A s i a , la E d a d Media alimentó la esperanza de llegar á gueses. Ophir y el Dorado de Salomón extendíanse
esta afortunada zona, sea por la circunnavegación de hasta el E s t e del Ganges, y allí fué situada la famosa
Africa, sea por el camino directo del O., indicado por tierra de Clirysé que tanto preocupó á los viajeros en la
el conocimiento de la esfericidad de la tierra. Como era Edad Media, y que unas veces aparece como isla y otras
posible conseguir el mismo objeto por dos distintas vías, como parte del Quersoneso de Oro (1). L a abundancia
debieron nacer á la vez y nacieron dos direcciones de de este metal que el archipiélago de la I n d i a , sobre todo,
ideas y se desarrollaron progresivamente hasta la se- Borneo (Montradok) y S u m a t r a , dan todavía al comer-
g u n d a mitad del siglo x v en que Toscanelli y Colón, cio (2) explica la celebridad de esta región.
Usomare y Díaz, abrieron, con igual certidumbre del
E n la geografía sistemática de las comarcas lejanas,
éxito, los dos opuestos caminos.
cerca de Chrysé, la isla de Oro, debía estar simétrica-
El axioma de Herodoto, de que «las extremidades del mente colocada Argyré, ó la isla de P l a t a : así se reunían
mundo han obtenido (en el reparto de los bienes de la los dos metales preciosos, las riquezas de Ophir y de Tar-
tierra) las producciones más bellas», no expresa única- sis (Tartessus) de Iberia.
mente la triste y, por lo mismo, natural idea en el hom- P a r a los geógrafos árabes Edrisi y Bakui, los lími-
bre de que la felicidad está lejos de nosotros; fundábase tes orientales del mundo conocido están marcados por
también en la observación directa de lo distante que es- la isla de arenas de plata, Sahabet y las islas auríferas
taban las comarcas de donde los Helenos «habitantes Vac-Vac y Saila (que no debe ser confundida con Cey-
de una zona templada» recibían el electrum y el estaño, lán ó Serendive) ( B a k u i , pág. 399; Edrisi, p á g . 38),
el oro y los aromas. donde los perros y los monos llevaban collares de oro.
A medida que fueron conociéndose las costas del A s i a Considerábanse estos grupos de islas como próximos de
meridional por el comercio de los fenicios, de los Edomi- una parte á Sofala de Africa y de otra á los Sines (al
tas del golfo de Acaba (d'Elath y de Ezion-Geber) y del
Egipto, bajo la dominación de los Ptolomeos y de los ro-
manos, recibiéronse los productos de primera mano, y (1) DlÓN Pericg, v, 589; Mela, iii cap. 7, pár. 70, el cual
añade ingeniosamente: nAurci soli (ita veteres tradidere) aut ex
en la ^imaginación de los hombres, las extremidades del
re nomen aut ex vocabulo fabula»; PR.iNio, VI, 21; P T O L O M E O
olxou¡iév>} con sus riquezas avanzaron al parecer hacia el Geogr., vil, cap. 2, pág. 176 (no está nombrado Argyré) PE\J-
Este. D O - A R R I A N O . maris Eryt.hr., compuesto, según L E T R O N X E
(Christianisne d'Alyssinie, pág. 47), en tiempo de Séptimo
E s digno de atención que hayan sido los árabes quie-
Severo ó de Caracalla.
nes han mostrado el camino de la India en dos épocas (2) Véase mi Essaipolitique sur la liouveile Esjiagnc, t. III,
memorables en la historia del comercio de los pueblos, página 457, segunda edición.
Cathay), lo cual sólo puede comprenderse teniendo á la •quede un grano» (1). Anteriormente he hablado de «el
vista el mapamundi de la biblioteca Bodleyana en el misterioso fin del Oriente, donde está la montaña So-
que el mar de H i n d se extiende de Occidente á Oriente, pora ( 2 ) , á donde para llegar tardaban los barcos de S a -
limitado por las costas paralelas de Africa y de Asia. lomón tres años, y que S S . A A . poseen hoy en la isla
Todas las mediocres composiciones geográficas de la de Haïti.»
Edad Media, mezclando constantemente una falsa eru- . Durante el tercer viaje, en el que descubrió la costa
dición clásica con algunas nociones tomadas de los iti- de P a r i a , las ideas bíblicas dominan el ánimo de Colón.
nerarios más modernos, presentan casi estereotipada la E l sitio del Paraíso que acaba de hallar, y las riquezas
configuración extraordinaria y ficticia dada por Ptolo- del «país montañoso de Ophir (Monte Sopora), agitan
meo ó por sus inhábiles continuadores (lib. v n , capítu- su imaginación». E n el cuarto y último viaje vuelven á
los 2 y 3) al Quersoneso de Oro, u n poco prolongado preocuparle el Quersoneso de Oro, y las ideas de Ptolo-
hacia el Sur; al Sinus Magnus y á esa inmensa penín- meo aprendidas en las obras de Pedro d'Ailly y de N i -
sula de los Sines, en la cual están situadas Thin® y colás de Lira.
Catigara.
Lo que hasta nosotros h a llegado de Diarios y carta»
de Cristóbal Colón está lleno de reminiscencias bíblicas (1) Este delicado procedimiento está descrito en la carta fe-
del Ophir y de recuerdos de Ptolomeo. A l elogiar pom- chada en Jamaica el 7 de Julio de 1503. Recuerda casi involun-
tariamente un rasgo de franqueza de otro grande hombre de
posamente la utilidad y el valor moral y religioso del oro
la misma época, Hernán Cortes, que no habiendo recibido to-
(«con el qual se hace tesoro, y con el tesoro, quien lo davía á los embajadores de Moctezuma, asegura á su soberano,
tiene, hace cuanto quiere en el mundo y llega á que echa en carta escrita en la Rica villa de la -Frontera, «que este rico y
las ánimas al paraíso»), Colón recuerda á la reina Isa- poderoso señor (mejicano) preso ó muerto, debe caer en sus m a -
nos. Cartas publicadas por el Arzobispo de México (después
bel cómo el historiador Josepho nos enseña que el rey cardenal) Lorenzana, pag. 30.
Salomón sacó su oro (666 quintales) de la Aurea (quiere (2) Carta del tercer viaje, de letra de Fray Bartolomé de las
decir del Quersoneso de Oro) y afirma que la tierra de Casas, conservada en los archivos del Duque del Infantado
Veragua (al noroeste del istmo de Panamá), que en dos (NAVARRETE, t. I, pág. 241). El nombre de Sophira que los Se-
tenta dan al Ophir, recuerda, en Ptolomeo, más aún que la
días le h a dado más signos de riquezas que la Española
metrópoli Sajjpara de Arabia (lib. VI, cap. 7, pág. 156) el Sou-
en cuatro años, es esa Aurea de las Indias. « E l oro que para de la India (lib. VIL, cap. 1, pág. 168), en el golfo de
tiene el Quibian de Veragua y los otros de la comarca, Cambaye (Barygazenus Simes), que Bésychio llama «región
bien que según información él sea mucho, no me pareció célebre en oro». Es el Upara (mal expresado) del Periplo del
mar Erythreo (Geogr. minor., t. i, pág. 30). Véase también
bien ni servicio de Vuestras Altezas de se le tomar por- GOSSELIN, Rech., t. ni, pág. 20S y las nuevas y curiosas diser-
via de robo: la buena orden evitará escandalo y mala taciones de M . F E D E I Í I C O K E I L , Ueber die Zliram Salomonis-
f a m a , y hará que todo ello venga al Tesoro, que no che Schiffalirt, Dorpat, 1834, páginas 4 0 - 1 5 5 . .'.
U n cambio de ideas de bastante importancia, que E n el globo de la biblioteca del Gran Duque de W e i -
data del tiempo de la topografía cristiana de Cosmas, y mar, que ya hemos citado como anterior al año de 1534,
que favorecieron los viajes por tierra en la Edad Media,, y en el que figura el istmo de P a n a m á atravesado por
es la opinión sistemática de llevar las riquezas de la I n - un estrecho (como se ve tambie'n en un mapamundi
dia, las especias, los aromas, los diamantes y los meta-
les preciosos á la parte más oriental del continente asiá-
tico. E l Indicoplestes había dado á conocer las costas de muito ouro». En la Vida del Almirante, publicada por su hijo
los Tzines, bañadas por un mar oriental; los Sina; d e {cap. 40), hablase largamente de la visita que hizo á la Corte en
el palacio de Valdeparaiso, cerca de Lisboa, y en el Diario de la
Ptolomeo estaban, al contrario, más alejados del Sinus
primera navegación, conservado por Las Casas, se menciona la
Magnus. E l mapamundi de Behaim pone á Chrysé vuelta de la India y los Indios que mostraba. Muñoz se in-
(Crisis) y Argyré á la desembocadura del Ganges, más clina á creer (lib. IV, § 12), que el Almirante citaba engañosa-
allá del meridiano de J a v a Mayor (Borneo?) hacia Zipan- mente á Zipangu, para desvanecer toda sospecha de que venia
de una tierra comprendida en la capitulación ajustaría entre
gu, el -Japón (1). H a s t a en el Opúsculo geográfico de M y - Portugal y España, por ejemplo de las costas de Africa, ó,
ritius, dedicado á un comendador de Malta, el barón de como se decia entonces, de la Mina de Portugal y de Guinea.
Riedesel-Kamberg ( I n g o l s t . 1590, pág. 128) encuen- Pero examinando atentamente el Diario de Colón y los escritos
de su hijo, comprendo que el supuesto engaño era intima per-
tro «Zipangri olim Chryse dicta»; indicación tanto m á s
suasión. Comprometido el Almirante á decir dónde había es-
notable, cuanto que, por la relación de Barros sabemos tado, optaba por la isla de Zipangu (Cipango), que le liabia
que á la vuelta de su primer viaje, el 4 de Marzo de 1493, dado á conocer el itinerario proyectado por Toscanelli en 1574
vióse obligado Colón á entrar en el Tajo y á presentarse y que preocupaba tanto su imaginación, que cinco dias antes
del descubrimiento de Guanahani declaró á Martin Alonso
al Rey y á la Reina de P o r t u g a l , que de seguro no le
Pinzón deseaba más ir primero á tierra firme (al Asia) y des-
tenían grande afecto, y parecióle oportuno hacer correr pués á las islas, entre las cuales se encontraba Cipango (NA-
la noticia de «que venía de Zipangu, trayendo de allí (2) VARRETE, 1.1, p á g . 17).
oro en abundancia». El hijo de Colón (cap. 20) dice positivamente «que su padre
esperaba ver tierra á 750 leguas al Oeste de Canarias; y que
hubiera hallado la Española, llamada entonces Cipango.de
(1) Behaim pone á continuación de estas tierras (desde los no saber que se decía estar á lo largo de Tramontana á medio
40* de latitud austral á los 3S de latitud boreal), Java minor» día, y por eso quedaba á la izquierda».
Angama (Angaman de Marco Polo, sin duda una corrupción Después del descubrimiento de Guanahani el 13 de Octubre,
de Andaman, los Manióla de Ptolomeo), Java minor, Ínsula aun expresa Colón en su Diario el deseo «de topar á la isla de
Candyn, Argyre, Crisis, Thilis y Zipangut en el Oceanus India! Cipango»; pero antes de llegar á ella, costea por el NO. la
superioris ; finalmente, las islas Catbai en el Oceanus Indice isla de Cuba, cree que es un continente y que se encuentra á
orientalis, que se extiende al Norte hasta los 50°. más de cien leguas de distancia de las grandes ciudades del
(2) Barros (dèe. i, lib. IH, cap. 11) llama á Colón «eloquente Cathay (Zaitum y Quinsai), que por las narraciones de Marco
e bon latino, o qual decia que venha de l'isla Cypango e trazia Polo le había ponderado Toscanelli. «Y es cierto, dice el Almi-
c-hino muy moderno de Lismingtchhe, publicado en 1820), -Viejo) son las innumerables que en los mapamundos en
Zipángu está 5 o al Oeste de Veragua con la inscripción i fin del Oriente se ponen, y que hay granelísimas rique-
Zipangri ubi piper et auri copia. zas y piedras preciosas y especería en ellas y que duran
La idea de que las riquezas de la I n d i a se encontra- muy mucho al Sur.»
ban al E . y al S E . de Asia, llegó á ser tan general en La influencia del clima, hasta en los productos de la
el siglo xv, que, maravillado Colón por la belleza del naturaleza inorgánica era doctrina tan generalmente ad-
paisaje de la costa de Cuba, cerca de Puerto Príncipe,: mitida, «que por el mucho calor que padecía el Almirante,
éscribió en su Diario (14 de Noviembre de 1492) la ob- arguye que en estas Indias, y por allí donde andaba, de-
servación siguiente:. «Creo que estas islas (las del Canal' bía de haber mucho oro». (Diario 21 de Noviembre, vi-
siblemente alterado por Las Casas, puesto que menciona
la Florida.) «Mientras vuestra señoría, escribe en 1495 á
Cristóbal Colón (en la gran isla de Cibau) un lapidario
rante, questa es la tierra firme, y que estoy ante Zayto y Guin- de B u r g o s , Mosen Jaime Ferrer, no llegue á encontrar
say»; Diario, 1.° de Noviembre de 1492. negros, en los progresos sorprendentes de sus descubri-
Posteriormente, según veremos en una carta al contador San- mientos, y entre en el Sinus Magnas de Ptolomeo no
tángel (á bordo de la carabela, cerca de las islas Canaria«, el 15
de Febrero de 1493), llama de nuevo á Cuba una isla, pero ex- puede contar con grandes cosas (los verdaderos tesoros),
traordinariamente atento á la analogía de las denominacioue3 como especias, diamantes y oro.» E s t a c a r t a , unida á
geográficas, consigna con interés en su Diario que el Piey de la proyectos de métodos de longitudes y á respuestas en
Española, llamada por los indígenas la isla Bohio, aseguraba las que el gran cardenal de E s p a ñ a (Mendoza) llama
que muy cerca de allí, en Cipango, a que ellos llamaban Civao
al lapidario cosmógrafo su 'especial amigo, fué publi-
(era una comarca de la Española que aun se llama asi), había
mucho oro. Una semejanza accidental de sonido favoreció, pues, cada en Barcelona en 1545 en un libro muy raro, cuyo
tal idea en la viva imaginación del Almirante. extraño título es Sentencias catlwlicas del Divo poeta
El secretario del Senado de Bruselas, Wytfliet, en una Geo- Dant.
grafía americana aneja á la «lición de la Geografía de Ptolo-
tneo de 1597, nos recuerda que los habitantes (caribes) de Mav E l contemporáneo de Colón, Pedro Mártir de An-
titina tenían en su isla montañas llamadas Cipangi y que por •ghiera, muestra gran descontento por la expedición de
analogía designaban con el mismo nombre los países montano* Lucas Vázquez de Ayllón á la Florida, «¿Qué necesidad
sos de la Hispaniola (Descriptionis Ptolemaicm argumentnm
tenemos, exclama (Ocean, déc. v m , cap. 10) de produc-
xívc occidentis nnt.it ia, stndio Cornelli Wytfliet. Lovaina, 1597,
páginas 14(>y 16(>). ciones semejantes á las más vulgares del Mediodía de
Como complemento de las opiniones sistemáticas que guiaban E u r o p a ? ¡ A l ' S u r ! ¡Al S u r ! Quienes busquen riquezas
A Colón, observaré al terminar esta nota que, según su hijcJ TÍO deben ir á las frías regiones boreales.»
(capítulos 7 y 29), tomaba las Azores por la Atlántida, las
También Diego Rivero añade en 1529 en su céle-
islas de Cabo Verde por las Gorgonas, y el Este de la India, á
cuarenta días de navegación, por las Hespérides. b r e mapamundi, j u n t o á la tierra de Caray (Florida
occidental), estas palabras: «El'país es pobre en oro, por- contribuyó sin duda á esta confusión de ideas. Marignola
que está muy alejado del trópico de Cáncer.» llama todo el Manzi la Grande India. L a América,
E s t a s creencias, fundadas en analogías incompletas desde su descubrimiento (1), formaba, al parecer, parte
transmitidas por la antigüedad (1), creencias que obli- de la India superior, ó como continente ó como Ante Ilha
gaban á estar en los mismos límites, en el clima tropi- de Asia.
cal, las especias y las g e m a s , no lia desaparecido (2)
por completo en nuestros días.
L a vaguedad propia de la denominación India, espe-
(1) «Americus Vespucius maritima loca Indias superioris
cialmente después de los siglos i v y vi de nuestra era,
perlustrans earn partem qu» superioris Indice est, credidit esse
denominación arbitrariamente extendida á regiones me- insulam: alii vero nunc recentiores hydographi (V. C. Magellar
ridionales de Asia, de la Arabia y de las costas etiópicas ñus, 1519) earn terram ulterius ex ulla parte invenerunt esse
del mar Rojo (3), bacía casi sinónimas las frases, zona continentem Asice.» Tal es la opinión emitida en 1533 por SCHO-
NER, Op. geogr., p. II, cap. 1 y 20.
de la India y zona de las Palmeras. Añadíanse á l a s I n -
dias exteriores é interiores de los primeros autores cristia-
n o s , á las tres Indias de Marco Polo, muy distintas de la
de F r a M a u r o , la denominación de India superior con la
cual se designaban las costas orientales de A s i a , y por
tanto una parte del Catliay. E l comercio de almacenaje
de las especias que se bacía en los puertos de la China,
u n estrecho cuya anchura es de 17 l / 2 leguas mari- Lieu-Kieu (Loo Choo), Formosa, los Bachisy los Babu-
nas
(1)> y los Tchuktchos de Asia, á pesar de su inve- yanes hasta Filipinas, desde los 20° á los 52° de latitud,
terado odio contra los esquimales del golfo de Kotzebue, se concibe cómo esa larga cadena de islas de diferentes
pasan algunas veces á las costas americanas. tamaños, formando con el litoral del continente, diver-
E s t a gran aproximación de los continentes revélase samente articulado, cuatro mediterráneos con muchas sa-
también en la distribución geográfica de los vegetales. lidas (1) (los mares de Okliotsk, de Taraikai, del Japón
A l Norte del Estrecho de Behring es donde especial- y de la China), debía ejercitar los pueblos del continente
mente los Rhododendron, la Azelia procubens, la U.vula- en el establecimiento de relaciones comerciales, de colo-
ria asplenifolia y las Liliaceas de la flora alpina del nización y de propaganda religiosa con los habitantes
Kamtchatka cubren (2) el litoral americano, que, siendo de las islas situadas enfrente de la costa.
bajo y arenoso, goza de una temperatura más suave quo E l estudio más concienzudo que en estos últimos
la costa asiática. tiempos se ha hecho de la historia de la China, del J a -
Cuando se observa atentamente la configuración ex- pón y de Corea, gracias á los trabajos de Abel R é -
traordinaria de Asia y la serie de islas que casi sin in- musat, de Klaproth y de Siebold, prueba la influencia
terrupción se prolonga desde la península de K a m t - que estas relaciones h a n ejercido en los progresos de la
chatka, por medio de las Korilas, Yeso, el Japón, los civilización y en la extensión del budhismo. E n todo el
E s t e y Norte de Asia dicha extensión parece relacio-
(1) Conforme á las observaciones hechas durante la expedi- nada con la templanza de las costumbres y la afición á
ción del Blossom (BEECHEY, t . u , pág. 673), la anchura del es- la literatura. Doscientos nueve años antes de nuestra
trecho de Behring está determinada por la posición del cabo era, la expedición mística de los Thsin chi-Huang-ti re-
Est (de Asia), latitud 66« 3' 10"; longitud de Taris, 172° 4' 14",
corrió el mar del E s t e «en busca de un remedio que pro-
y por la del cabo (de América\ del Príncipe de Gales, lati-
tud 65° 33' 30"; Iongitu ! 170° 19' 34". La distancia entre los cure la inmortalidad del alma». Con este motivo trasla-
dos cabos es, por tanto, haciendo el cálculo en la suposición de daron su residencia al J a p ó n 300 parejas de jóvenes (2).
ser la tierra perfectamente esférica, de 52' 9" 2. Cook creía que E l carácter especial del litoral del continente y de u n a
el estrecho sólo tenia de ancho 44 millas. Casi en medio del
canal se encuentran las islas de San Diomedes (islas de Kru- serie de islas que se presenta á la vista del navegante, á
senstern, Batmanoff y Fairway-Rock). veces como lengua de tierra cortada, á veces como levan-
(2) ADKLISERT VON CHAMISSO, Bemcrh,ungen auf der Ent- tamientos volcánicos, siguiendo una misma dirección
dcckungs Jteisc des Rurik, 1821, páginas 1(56 y 177. La altura á (Sur-Suroeste, Norte-Noreste) , hace creer que naciones
que llegan los pinos, agrupados en pequeños bosques en la
bahía de Norton, frente al promontorio pedregoso Tchukotzkoy-
Noss y del golfo de Anadyr, prueba especialmente esta dife- (1) Empleo la nomenclatura hidrográfica de M. de Fleurieu.
rencia de temperatura entre las dos costas, oriental y occi- (2) H U M B O L D T , Tableaux de la Nature (2.1 edición), t. I
dental. página 1(59.
comerciantes, que desde largo tiempo conocían el uso de tria, noticia inserta en los Grandes anales de la China.
la brújula, hayan ido progresivamente hacia la América Analizando críticamente esta noticia (1), ha probado el
occidental) por el Estrecho de B e h r i n g ó por la l a r g a ca- Sr. Klaproth que el F u s a n g , donde la ley de Budha y
dena arqueada de las islas Aleutinas, que casi une las las instituciones monásticas se habían establecido desde
penínsulas de Alaska y de K a m t c l i a t k a á los 60° de la- el año 458 (de J . C . ) , es el Japón. Según las dis-
titud). Sin embargo, no hay prueba alguna de que, en los tancias indicadas por el monje Hoe'i-chin, natural de
tiempos históricos, se haya realizado esta navegación ni F u s a n g , país de las viñas, donde usan de carretas arras-
de que un descubrimiento debido al azar, á la violencia tradas por bueyes de largos cuernos, caballos y ciervos,
de una tormenta, llegara á ser motivo de comunicaciones el Sr. Klaproth ha hecho ver que el país de Tlian, si-
entre ambos continentes. tuado al Oeste del Vinland de Asia (2) no puede ser
U n sabio, cuyo nombre g o z a de justa celebridad, De- otra cosa que la isla Tara'ikai, que nuestros mapas nom-
bran erróneamente Saghalien (3). La indicación sólo
guignes, padre, se equivocó cuando en las Memorias de
la Academia de Inscripciones (vol. X X V I I I , pág. 505)
anunció hace más de ochenta años que desde el siglo v (1) Recherches sur le pays de Fusang mentionné dans les
conocían los chinos A m é r i c a , y que sus barcos iban al livres chinois et pris mal à propos pour una partie de VA mé-
F u s a n g , situado á 20.000 li de distancia del T a h a n ; que rique (Nouv. Anales des voyages, t. xxi, 2.a serie).
el F u s a n g es la costa Noroeste del nuevo continente, y (2) Es una analogía curiosa que presenta el país de las viñas
de Fusang (la América china de Deguignes) con el Vinland de
el nombre de Tahan designa á K a m t c h a t k a . Deguignes los primeros descubrimientos scandinavos en las costas orien-
tomó por relato de una navegación la noticia dada por un tales de América.
religioso budhista (1) acerca del F u s a n g , que era su pa- (3) He aquí cómo M. Klaproth explica este error geográ-
fico, propagado con obstinación en los mapas más modernos.
Cuando los mapas formados por orden de Khang-hi se publi-
(1) Al fervoroso celo de estos religiosos viajeros débense los caron en Pekín, los jesuítas enviaron á Francia un ejemplar,
más preciados conocimientos del estado del Asia central desde acompañado de calcos, en los que solamente se habían trans-
el siglo v hasta el vil. Baste nombrar aquí al viajero budhista crito algunos nombres chinos en caracteres romanos. En estos
Fahian, que partió de Tchhangan para ir á las montañas calcos, que d'Anville redujo para la obra del P. Duhalde, y que
se conservan en París, había cerca de la desembocadura del río
Tsungling el año 399, y cuyo libro, titulado Foe Kové Ki, Re-
Amar ó Saltlialian-vla (río negro) estas palabras, escritas en
lación de los reinos Jlúdhicos, traducido por Abel Remusat y
mandchu: Sak ha lian angga hhada, que significan «Rocas de
comentado por este sabio y por Klaproth, es una relación cir-
la desembocadura negra». Esta designación de algunos peñas-
cunstanciada del viaje. Otro descubiimiento reciente hecho por cos situados en el cauce del Amur, la tomó dAnville por el
este célebre sinólogo, el viaje de Hiuan-Thsang, en la Transo- nombre de la grande isla que los indígenas llaman Taaïhaï y
xiana, los alrededores del lago Temurtu, el Candabar, el valle los japoneses Karafto, del nombre de uno de los cabos que
de Pamilo (Pamir) y la India (desde Palibotlira ó Pataliputra avanzan en el mar hacia la parte septentrional del Yeso. E l
á Ceylan), hacia los años 630 A 650, ofrecerá mucho mayor in- nombre de Teholta, que La Perouse da á Taráíkáí, pertenece á.
terés.
de la frecuencia de los caballos, del uso de la escritura y viajes á largas distancias al Noroeste del Japón, podría
de la fabricación del papel con la corteza del Fu-sang ó induciros á creer que los chinos han conocido á A m é -
morera útil, hubiera podido advertir á Deguignes que rica. Los textos nada prueban, y con razonamientos tan
Hoe'i-chin no habla de América. ¿Qué interés, por lo vagos podría sostenerse hasta que los chinos han venido
demás, hubiera podido llevar más allá de los 50° de lati- á Francia, á Italia y á Polonia.»
tud á pueblos que habitaban en climas benignos, y cuya E s t a afición á las hipótesis quiméricas y á las ficciones
navegación, como su brújula, dirigíanse más bien hacia que el P . Gaubil censura á los geógrafos, y que recien-
el Sur? Los chinos tuvieron indudablemente relaciones temente ha hecho atribuir á los indios antiguo conoci-
desde muy antiguo con pueblos de raza tnnguesa, es- miento de las Islas Británica?, encuéntrase también, sin
tablecidos en las márgenes del A m u r y al Norte de que se les pueda censurar, en los poetas chinos. El país
Corea. Desde la época de la dinastía de T h a n g cono- de F u s a n g es el teatro de sus fantasías, y no faltan,
cían á los Kulihanes y á los Tuphos, próximos al lago porque no podían faltar en ellas, conforme á la afición
Baikal; pero este conocimiento lo adquirieron por medio nacional, al lujo de las sedas, moreras de muchos miles
de viajes terrestres hechos á las comarcas de los bárba- de toesas de altura y gusanos de la seda de seis pies de
ros del Norte. longitud.
E x a m i n a d a cuidadosamente la correspondencia com- Si hasta ahora no hay hecho histórico alguno que pre-
pleta del P. Gaubil, que ya había proporcionado al ilus- sente indicios de comunicación espontánea de los pueblos
tre La place tan preciosos informes acerca de la longitud civilizados del Asia Oriental con el Nuevo Continente,
de la sombra meridional en los solsticios, observada por no es, sin embargo, inverosímil que alguna tempestad
los chinos en el año 1.100. antes de nuestra era, viene haya arrastrado japoneses ó Siampis d é l a raza de Corea
en apoyo de las dudas de M. Ivlaproth la autoridad del á la costa Noroeste de América. Sucesos de esta índole
m á s sabio de los misioneros jesuítas. «Todo cuanto me no tienen lugar en las investigaciones que son objeto de
decís—escribe (1) el P . Gaubil á uno de sus hermanos la presente obra. Gomara asegura que en el siglo xvi
en religión, en P a r í s en 1752—de la Memoria del señor suponíase haber hallado en las costas del Quivira y de
Deguignes acerca del W e n c h i n (2) y el Tahan, y de los Ciborá (el Eldorado del Méjico boreal, sitio fabuloso de
una antigua civilización) los restos de u n buque del Ca-
thay (1); pero en aquel tiempo tan cercano á la Edad
la costa occidental. Los sucesores de d'Anville lian abreviado
el Su/chalían angga Moda en Saülialien ó Saglialien. Véase
Notice den travaux excentés en Chine pour dreser la carie de
cet empire, pág. 26. tros días la costumbre de pintarse en el rostro y cuerpo diferen-
(1) .V-muelle Journal asiatique, 1832, pág. 335. tes figuras (KLAPKOTH, Sur le Fousang, pág. 10, y Anuales des
(2) El Wenchin es la punta meridional de la isla de Yeso, Empcrt urs du Japón, 1834, p. vili.
ocupada por los Amos (velludos), que todavía tienen en nues- (1) Historia general de las Indias, pág. 117.
n
Media, como á veces en nuestros días, la credulidad in- los dominios de la historia, como tampoco en los de las
terpreta hechos mal observados, para f u n d a r sobre ellos ciencias naturales la del origen de las plantas y de los
sistemas. animales y la distribución de los gérmenes orgánicos.
La dispersión de la flota que Khubilaí K h a n , funda- Si la gran proximidad de Asia y América corresponde
dor de la dinastía de los Y u a n y hermano de M a n g g u - á una zona inhospitalaria y helada en la latitud del L a -
Ivhan, envió en 1281 para conquistar el J a p ó n , ha dado brador, del mar de Hudson, del lago de los Esclavos y
origen á hipótesis con las cuales Reinhold Forster y del rio Anadyr, las costas de ambos continentes, al
M. R a n k i n g (1) han querido explicar grandes cambios avanzar hacia el Sur, se inclinan desde el paralelo de
en la civilización y el estado político del P e r ú . Pare'ceme los 6 0 ° en dirección tan opuesta, y huyen, por decirlo
indudable que los monumentos, las divisiones del'tiempo r así, una de otra, de tal modo que á los 30° de latitud
las cosmogonías y muchos mitos que he discutido en mi en el paralelo de N a n k i n g y de Nueva Orleans, el li-
obra sobre los Monumentos de los pueblos indígenas de toral de China se aleja 123° del litoral de la Vieja Ca-
América, presentan notables analogías con las ideas del lifornia, esto es, tres veces la distancia que existe entre
Asia Oriental, analogías que anuncian antiguas comu- Africa y la América meridional. E s t e es uno de los ca-
nicaciones, y que no son sencillo resultado de la identi- racteres distintivos del Océano Pacífico, llamado con
dad de situación en que los pueblos se encuentran en la justicia el Gran Océano. Su cuenca no tiene la configu-
aurora de la civilización. ¿ P o r qué vía se h a n realizado ración de un valle longitudinal con ángulo? salientes y
estas lejanas comunicaciones? ¿Cómo se ha conservado entrantes que se correspondan, como en el Atlántico-
la cultura intelectual, atravesando las regiones boreales, Desde el estrecho de B e h r i n g las costas opuestas se
donde los dos continentes se aproximan? Problemas son apartan con igual rapidez; las de Asia dirigidas al
éstos que no pueden resolverse en el estado actual d e S O . - N E . ; las de América al S E . - N O . Podría decirse
nuestros conocimientos. L a corriente de los pueblos del que en el levantamiento de las dos masas continentales
Aztlan en Méjico fué sin duda de N o r t e á Sur; pero hubo del lado oriental del Nuevo Mundo una conexidad
sólo se pueden seguir los rastros de estas emigraciones de fuerzas que determinó simultáneamente los contornos
h a s t a el río Giba ó á lo más hasta el lago de Teguajo, de las masas americanas y de las del antiguo continente,
que no traspasa, al parecer, el paralelo de 4 1 ° . La cues- mientras en las cuencas del Gran Océano Pacífico, cau-
tión de los primeros pobladores de América no entra en sas más independientes entre sí han producido efectos
distintos.
(1) Historical Researches on the conquest of Peru, Mexico, A l relacionar ideas geológicas, ó más bien físico-geo-
and 11agota in the thirteenh century by the Mongols, 1827, pá- gráficas, con las probabilidades que se hayan presentado
ginas 34-45. Esta obra está intimamente relacionada con otra
que lleva por título Researches on the wars and sports of the á las razas humanas para comunicarse entre sí, debo
Mongols and Romans, 1826. mencionar ante todo esa zona de islas alargadas hacia el
Asia que se extiende de E s t e á Oeste por J u a n F e r n á n - una corriente que se dirige entre los paralelos de 35 y 40°
dez, Salas y Gómez, la isla de Fascuas (1), la metró- Sur del meridiano de T a i t i , hacia las costas de Chile, y
poli de Tai"ti, las Fidji y las He'bridas hacia la Nueva que, por tanto, es opuesta á la corriente ecuatorial.
Caledonia, y después, como circunstancia muy impor- A excepción de Méjico y de Guatemala, cuyas plani-
tante (2) para las necesidades de la navegación, la de cies, por la poca anchura, dominan ambos mares á la vez,
donde los españoles, al llegar al Nuevo Mundo, encon-
(1) El espacio de 20° de longitud entre la isla de Pascuas y traron una civilización que se mostraba en los monu-
las islas de San Félix, San Ambrosio y Juan Fernández está
mentos, en los grandes caminos, en las instituciones
ocupado por las Sporadas de Salas y Gómez, de Pilgrin,de
Warehams Rocks y de Masafuera. Desde la isla de Pascuas civiles y en el carácter imponente del culto y de las con-
conducen á las islas de la Sociedad (á través de un espacio de gregaciones religiosas, fué en la parte de América que
40° de longitud) las Sporadas de Ducies, Elisabeth, Piteairn da frente al Asia. La que baña el Atlántico sólo pre-
(donde reside la familia anglo-polinesia del viejo marinero
sentaba pueblos nómadas y cazadores, poco numerosos y
Adams, de la insurrección del Eounty), Crescent, Gambier y
Hood La gran serie de islas que con más continuidad se ex- hasta inferiores en cultura á las razas extinguidas, que
tiende desde Nueva Holanda á la América del Sur, encuén- en las llanuras al sur de los grandes lagos del Canadá,
trase casi completamente encerrada entre los 15° y 2S° de lati- construyeron las circunvalaciones polígonas que semejan
tud austral. Se desvía en dirección SE. de la isla de Pascuas á
la Juan Fernández y se une al O. con un sistema de islas com- campos atrincherados.
pletamente distinto (dirigido S. N.) por medio de las islas Scar- Á la c o s t a más civilizada de América, donde habitaban
boroug y Radak. en las Carolinas, como por éstas y las islas pueblos agrícolas y vestidos, corresponde, al Oeste, la
Pelew al gran archipiélago de las Filipinas.
costa oriental del Antiguo Mundo, donde todo lo que
(2) Carie du mouvement des eaux á la surface de la mer tiende al progreso de la inteligencia y su aplicación
dans le Grand Orean austral, par lecapitaine Duperrey, 1831.
á las necesidades de la vida social, tiene indudablemente
La corriente que se dirige hacia las costas de Concepción y de
Valdivia divídese, siguiendo las costas de Chile hacia el Sur y una antigüedad de muchos miles de años respecto á las
hacia el Norte á la vez. Es un punto de partida análogo á los costas occidentales de Europa. Sin embargo (tal es el
conocidos en la costa occidental de África entre la bahía de misterioso encadenamiento de las cosas humanas), por
Biafra y el cabo López, y en las costas del Brasil al Sur del cabo
el Oeste, por la parte más largo tiempo bárbara del An-
San Roque. (RENNELL, Invest. of the Currents of the Atlant.
Ocean., 1832, páginas 136 y 22S.) El brazo septentrional de la tiguo Mundo, es por donde se realizó el descubrimiento
con iente de Chile es el que he dado á conocer por su baja tem- de América. Acaso las diversas familias del género hu-
peratura El termómetro centígrado marca en la corriente
15°,7 y fuera de la corriente 2(5°,4 á 29°,7. (Relat. hist., t. IU, pá-
gina 508.) Como el movimiento parcial de las aguas ha ejercido
servadas algunas veces en la región tropical, aun dentro del li-
una influencia notable en la distribución de una misma raza de
mite de los vientos alisios del SE. y del NE. (BEECHEY, t. n ,
hombres y en la filiación de los idiomas (dialectos), debo tam-
bién recordar aquí la existencia de comentes hacia el NE., ob- página 6 7 6 ; M E Y E K , Eche um die Erde auf der J'rinzessin
Luise, 1835, t. H, páginas 84-S8).
mano no hicieron entonces más que reanudar los lazos
L a s relaciones de proximidad de ambos mundos cam-
que ya habían existido entre ellas en tiempos anteriores
bian considerablemente cuando se considera como parte
á toda reminiscencia histórica.
del Nuevo Continente la extensa isla de Groenlandia, cuya
E n el valle longitudinal del Atlántico, donde las si- prolongación hacia el Noroeste más allá del mar de Baffin
nuosidades correspondientes á las dos orillas están ocu- y del estrecho de Barrow, es completamente desconocida.
padas hoy en gran parte por la civilización europea, el E s t a comarca septentrional parece, en efecto, correspon-
A n t i g u o Continente se acerca dos veces y casi á la misma der á América por la identidad de dirección (SO.-NO.),
distancia (de 510 y de 542 leguas marinas) á las costas y sus costas orientales desde Georgia á la tierra de E d a m ,
del Continente americano. E l valle tiene el m í n i m u m de desde los 30 á los 77 grados y medio de latitud.
anchura en una dirección S S O . - N N E . cerca del Ecuador
La Groenlandia Oriental en las tierras de Scoresby
entre Africa y el Brasil. Desde el cabo Roxo (entre la se aproxima de tal modo á la península escandinava y al
desembocadura del Gambia y los Bissagos) al cabo de Norte de Escocia, que desde esta última al cabo Barclay
San Roque, sólo hay diez leguas marinas (1), menos (grado y medio ai Sur del paralelo de la isla volcánica de
que desde este último cabo á Sierra Leona. E n E u r o p a J u a n Mayen), sólo hay 269 leguas marinas (1), lo cual
el promontorio de la Irlanda Occidental, entre Tralee y es casi la mitad de la anchura del Atlántico entre Africa
Dingle Bay, es el que más se aproxima á la extremi- y el Brasil. Con viento fresco y continuo del N O . se
dad S E . del Labrador, un poco al F o r t e de Terranova. atraviesa este espacio en menos de cuatro días.
E l Atlántico tiene en este paralelo (y entre los dos pun-
L a aproximación de todas las masas continentales ha-
tos sólo h a y una diferencia de latitud de 9') una anchura cia el circulo polar ártico, y más allá, se revela también,
de 542 leguas (2). L a diferencia de distancias entre según lo demuestran las investigaciones más exactas
Europa y la América continental del Norte, entre Gui- acerca de la geografía de las plantas, en el gran número
nea y la América del Sur, no es, pues, á pesar del au- de vegetales que son propios de la Europa, el Asia y
mento de más de 40° de latitud, sino de 94 millas, de 60 la América boreal (2). L a América del S u r , y en ge-
al grado ecuatorial. neral toda la parte tropical del Nuevo M u n d o , tiene
distinto carácter. La gran ley de la Naturaleza, recono-
cida por Buffón en la desemejanza de la creación animal
(1) Calculando en la hipótesis de la tierra esférica, hay
desde el cabo San Roque (lat. aust., 5.° 28'17"; long. 37® 37' 26")
al cabo Roxo (lat. bor., 12» 20', long. 19° 14'), 1.531,2 millas ma- (35) Cabo Wrath (extremidad NO. de Escocia), lat. 58° 39",
rinas. Desde el cabo San Roque á Sierra Leona (lat. 8° 29' 55",
long. 7° 18'. Cabo Barclay (al Sur de la bahia Scoresby) lati-
long. 15° 39 24"), 1.558,7 .millas.
tud 69° 10", long. 26° 4', distancia 807 millas marinas.
(2) Del promontorio de Irlanda al Sur de Tralee (lat. 52» (36) Los brezos, que se creía faltaban en toda América como
20', long. 12° 40') al cabo Charles de Labrador (lat. 52« 11', lon-
al NE. de Siberia, se han encontrado recientemente en el in-
gitud 57" 40'), 1625, 7 millas.
terior de la isla de Terranova.
propia de estas regiones y de Africa, puede aplicarse con L a s corrientes se dirigen desde el Congo al O. hacia
ciertas restricciones al reino vegetal. Las excepciones de el Brasil, mientras que en la desembocadura del Senegal
la ley son raras, pero existen, no sólo en las plantas mo- y más allá hasta la bahía de Biafra, el movimiento de
nocotiledóneas, especialmente en las gramíneas y en las las aguas es al S. y S E . , y, por tanto, completamente
ciperáceas (I). sino también en las dicotiledóneas arbo- contrario al transporte de frutos y semillas á las costas
rescentes, que no son de las especies litorales ( 2 ) ó americanas. Lo que sabemos de la acción deletérea que
acuáticas. ejerce el agua del mar en un trayecto de 500 ó 600 leguas
E s notable sin duda que, según los trabajos de M. sobre la excitabilidad germinativa de la mayoría de las
Roberto Brown sobre la flora del Congo y las discusiones semillas, no es favorable al sistema demasiado genera-
de los Sres. P e r r o t t e t y Guillemin sobre la llora de Cabo lizado de la emigración de los vegetales por medio de las
Verde y de la Sencgambia sean principalmente las cos- corrientes pelásgicas.
tas africanas y la? del Brasil y la Senegambía las que N o debo terminar esta reseña del gran valle" del A t -
presentan estas analogías con el Africa equinoccial. Basta, lántico, en el punto donde presenta menos anchura entre
para probarlo, citar las especies del Río Zaliir y del Se- masas de tierra completamente continentales, sin añadir
negal, cuyos nombres específicos indican los lugares á las líneas genérales del cuadro físico la indicación de
donde los viajeros botánicos las lian recogido por primera un hecho, ó mejor dicho, una creencia del siglo xvi que
vez: Schwenkia americana, U r e n a americana, Cassia los modernos historiadores del Nuevo Mundo h a n des-
occidentalis, Ximenia americana, Waltheria americana, atendido completamente. Colón supo cuando su segundo
que es idéntica á la Waltheria índica (3). viaje que la isla de H a i t í era atacada algunas veces por
una raza de hombres negros (gente negra), que vivía ha-
cia el Sur ó Sureste.
(1) H U M B O L D T , De d.ist. geogr. plant. secundum ceeli tempe-
riem et alt. montimi-, 1817, paginas 61-67. Distingue estos negros de los Caribes de las Pequeñas
(2) Como las Avicennia tomentosa, Suriana marítima, Jas- Antillas, á quienes, en una carta á los monarcas, fechada
siena erecta, etc., etc. en el mes de Octubre de 1408 llama Caríbales (1), y los
(3) Otros ejemplos de dicotiledóneas comunes á las costas pinta armados de azagayas, cuya composición metálica
equinocciales de Africa y de América, son Sida júncea, Ptero-
carpus lunatus, JE.sellinomene sensitiva, S-oparia dulcís y el
Dndonma viscosa, que yo he recogido en Méjico en lameseta de (1) Forma "ó derivación notable de las palabras Calina y
Guanajuato y en las colinas de lavas aglomeradas cerca de Rio Callinagn (que es el nombre que se daba á sí mismo el pueblo
Mayo, en el camino de Popayán á Pasto, mientras el Sr. Pe- caribe), del cual los eruditos (propter rabian caninam antliro-
rrottet la ha encontrado en el Senegal ( R O B E R T B R O W N , Rèni, pophagoriim gentix) han hecho caníbales para latinizarlos más-
«n the huta ti y of the Congo River, pág. 57. P B R R O T T E T ' , G C I - García en sus fantasías semíticas (Origen de los Americanos,
L L E M I X Y R I C H A R D , Flore déla Senegambie, 1831, páginas 18 pág. 68), deriva la palabra caníbal de Annibal y de la lengua
41 y 73). ^ 6 fenicia (Relat. liist., t. II, pág. 503; t. III, páginas 10 y 537).
llamó singularmente su atención. Los indígenas de H a i t í americanas, sorprendió este hecho referido por Gomara,
llamaban esta composición Guanin. Colón la envió al rey y lo explica, con alguna ligereza, suponiendo algún nau-
Fernando, y refiere Herrera (sin duda por lo que vió en fragio de africanos en las costas de América. E s t o s es-
los manuscritos de Las Casas, porque D . F e r n a n d o Co-
clavos son, sin duda, dice, descendientes de negros etiopes,
lón no habla de ello), que el análisis hecho en E s p a ñ a dió
que, después de infestar la mares como piratas (latrocinii
á conocer en el Guanin para 32 partes 18 de oro, 6 de
causa) los arrastró alguna tempestad á naufragar en el
plata y 8 de cobre (1). E r a , p u e s , oro de b a j a ley (oro
Darien.
baxo), notable por la doble aleación (0,44) de cobre y
N o puede negarse (y, según antes dije, los mapas del
plata, producida sin duda en aquellos pueblos bárbaros
mayor Rennell dan fe de ello) que desde las costas del
por la naturaleza especial de un mineral aurífero.
Congo y de Benguela,las corrientes africanas, mezcladas
L a dirección meridional que el Almirante dió á su á las aguas del Gulf-Stream, impulsan hacia el Oeste,
tercer viaje tuvo por único motivo el deseo de llegar al hacia el Brasil, la Guayana y el fondo del mar de las
país del Guanin. «Dixo Colón que por aquel camino pen- Antillas; pero ¡qué largo trayecto para negros africanos
saba experimentar lo que decían los Indios de la E s p a -
que jamás fueron piratas de alta mar, y sólo usan canoas
ñola de la gente negra que traía los hierros d e las aza-
pequeñas apropiadas para la pesca en el litoral!
gayas de un metal que llamaban guanin.»
Estos negros de Quareca habitaban las mismas co-
Vasco Núñez de Balboa, el primero que atravesó el marcas donde los naturales suponían primitivamente una
istmo para llegar al mar del Sur, encontró efectivamente raza blanca, suponiendo que algunos negros albinos eran
negros en el Darien. « E s t e conquistador, dice Gomara una raza especial. E n mi concepto eran P a p u s del mar
(Historia de las Indias, fol. 34), entró en la provincia de del Sur, que fueron del Oeste, aprovechando algunas con-
Quareca, donde no encontró oro, sino algunos negros es- tracorrientes en el aire y en el mar, y no negros de
clavos del señor del lugar. P r e g u n t ó al señor de dónde
Etiopia. También puede suponerse que fuera alguna tribu
había sacado aquellos esclavos negros, y le respondió que
de indígenas de color más obscuro que las demás, porque
las gentes de aquel color vivían cerca de allí y estaban
Gomara al decir que los negros de Quareca se parecen á
constantemente en guerra con ellos.»
los negros de Guinea, no menciona especialmente el ca-
«Estos negros, añade Gomara, eran iguales á los ne- bello rizado.
gros de Guinea, y en las I n d i a s yo pienso que no se han E n las misiones del Orinoco, los Otomaques y los
visto negros después.» Guamos forman la variedad más obscura, los Guahari-
A Pedro Mártir de Anghiera (Ocean. déc. n i , lib. i, bos del Geliette y los Guainares, la variedad más blanca
página 45), que observa todo lo que atañe á las razas entre los indios cobrizos. Debe esperarse á que algún
viajero instruido, recorriendo parajes tan inexplorados
(1) Déc. i, lib. III, cap. 9. como los que median entre las fuentes del Atrato, el
Darien y el golfo de Mandinga, aclare la cuestión de
quien era esta gente negra conocida á la vez en H a i t í y
en Caribana; porque conviene precisar los hechos antes
de intentar explicarlos.
Verdad es que hay otros indicios para creer que aquel
rincón de la tierra fué antiguamente visitado por razas
extranjeras. E n t r e los Caramaris, que decían ser de la
grande y poderosa familia de los pueblos Caribes, en-
contráronse rastros de una cultura importada, como en- XIII.
tre los Caribes de Uraba (1) que tenía alguna noción
de libros y de signos gráficos. Viajes de los escandinavos al Nuevo Mundo en los
siglos XI y XIX.
( ! ) P E D R O M Á R T I R , Ocean., páginas 2 2 y 6 5 . Acaso el in-
dígena á que Si refiere lo que conocía eran ios libros de jero-
glíficos de los pueblos mejicanos y del alto Perú. E x i s t e en los mudables destinos de la civilización y
del estado social de los pueblos algo permanente y esta-
ble que se relaciona con la configuración de las tierras,
su aislamiento mayor ó menor, las influencias del clima
y los agentes físicos en general. Acabamos de ver que
el estado de barbarie en que se encontraban las costas
opuestas de los continentes de Asia y América donde
más se aproximan, excluía, al parecer, cualquier empresa
de emigración ó de navegación lejana en tiempos remo-
tos. Reservado estaba á la parte más septentrional del
Atlántico, donde la Escandinavia insular de América
(la Groenlandia) se aproxima á una distancia de ocho-
cientas á novecientas millas marinas á Escocia y á No-
ruega, dar ocasión al descubrimiento de América por el
lado oriental.
Dos circunstancias favorecieron este descubrimiento,
que coincide con el principio del siglo xi de nuestra era.
L a primera corresponde á la geografía física. E n t r e los
paralelos de 58° 7 a y 64°, el canal del Atlántico, ya bas-
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Darien y el golfo de Mandinga, aclare la cuestión de
quien era esta gente negra conocida á la vez en H a i t í y
en Caribana; porque conviene precisar los hechos antes
de intentar explicarlos.
Verdad es que hay otros indicios para creer que aquel
rincón de la tierra fué antiguamente visitado por razas
extranjeras. E n t r e los Caramaris, que decían ser de la
grande y poderosa familia de los pueblos Caribes, en-
contráronse rastros de una cultura importada, como en- XIII.
tre los Caribes de Uraba (1) que tenía alguna noción
de libros y de signos gráficos. Viajes de los escandinavos al Nuevo Mundo en los
siglos x i y XII.
( ! ) P E D R O M Á R T I R , Ocean., páginas 2 2 y 6 5 . Acaso el in-
dígena á que Si refiere lo que conocía eran ios libros de jero-
glíficos de los pueblos mejicanos y del alto Perú. E x i s t e en los mudables destinos de la civilización y
del estado social de los pueblos algo permanente y esta-
ble que se relaciona con la configuración de las tierras,
su aislamiento mayor ó menor, las influencias del clima
y los agentes físicos en general. Acabamos de ver que
el estado de barbarie en que se encontraban las costas
opuestas de los continentes de Asia y América donde
más se aproximan, excluía, al parecer, cualquier empresa
de emigración ó de navegación lejana en tiempos remo-
tos. Reservado estaba á la parte más septentrional del
Atlántico, donde la Escandinavia insular de América
(la Groenlandia) se aproxima á una distancia de ocho-
cientas á novecientas millas marinas á Escocia y á No-
ruega, dar ocasión al descubrimiento de América por el
lado oriental.
Dos circunstancias favorecieron este descubrimiento,
que coincide con el principio del siglo xi de nuestra era.
L a primera corresponde á la geografía física. E n t r e los
paralelos de 58° 7 a y 64°, el canal del Atlántico, ya bas-
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tante estrecho, está sembrado de muchos grupos de islas E n todo lo que á la historia se refiere, preciso es dis-
(las Orcades, las Fceroé, I s l a n d i a ) que presentan una tinguir las fechas de los acontecimientos, y las diversas
serie de estaciones intermedias, y conducen, por los an- épocas en que empezaron á combinarse aquéllas y éstos
tiguos levantamientos volcánicos (las doleritas y las tra- y á estudiar sus relaciones con descubrimientos mucho
quitas ) ( 1 ) á las costas de la América insular del más recientes. E n medio de tantos acerbos debates produ-
Norte. L a segunda se refiere á la actividad del espiritu cidos por envidiosa malignidad y por las aficiones á una
de empresa en los pueblos de E u r o p a próximos, en la falsa erudición clásica entre los contemporáneos de Cris-
E d a d Media, á esa misma región de un mar boreal cu- tóbal Colón, acerca del mérito de este grande hombre,
bierto de islas, que fueron teatro de sus expediciones. nadie pensó en las navegaciones de los normandos como
L a unión de ambas causas físicas y morales produje- precursores de los genoveses. E s t a idea no se mostro
ron el descubrimiento del Nuevo Continente por los es- sino sesenta y cuatro años después de muerto Colón.
candinavos. Sabíase por sus propios escritos, sobre todo por su obra
acerca de las zonas habitables erque había ido á Tlmle»>
Los normandos y los árabes fueron las únicas nacio-
pero entonces este viaje al Norte no engendró sospecha
nes que, hasta principios del siglo XII, compartieron la
alguna sobre prioridad del descubrimiento, y preferíase,
gloria de las grandes expediciones marítimas, la afición
para atacar á Colón, recurrir á algún manuscrito (1) que
á aventuras extraordinarias, la pasión del pillaje y de
las conquistas efímeras. Los normandos ocuparon suce-
sivamente la Islandia y la N e u s t r i a , saquearon los san-
(1) Herrera no ha tenido para nada en cuenta las piezas
tuarios de Italia, conquistaron á los griegos la Pulla, y del pleito que el fisco promovió contra D. Diego Colón, hijo del
hasta escribieron sus caracteres rúnicos en los flancos Almirante (déc. II, lib. i, cap. 7). Sólo las conocemos desde
de uno de los leones que Morosini quitó al Pireo de hace cuatro años por los extractos de Muñoz y de Navarrete
(tomo III, páginas 559, 560 y 595). Entre las veinticuatro pre-
A t e n a s para adornar el arsenal de Venecia. guntas interrogatorias de la información fiscal, terminada en
1515, la once y doce refiérense á dicho libro ó escrito misterioso
que permitió á Martín Alonso Pinzón «dar noticia á Colón de
(1) Las traquitas sólo asoman al través de las rocas en Is- la existencia de tierras al Oeste». Este Pinzón es el mismo que
landia, donde el centro de la isla está cortado por un valle lon- mandaba la Pinta en el primer viaje y que murió pocas sema-
gitudinal traquítico en dirección del SO. al NE., valle descrito nas después de su vuelta á España, mortificado porque la reina
recientemente, sobre el terreno, en una interesante memoria Isabel no quiso recibirle solo y antes que al Almirante en Bar-
geognóstica de M. Ivrug de Nidda (KARSTEN, Archiv. der Mine, lona. Arias Pérez, hijo de Martin Alonso Pinzón, acompañó á
ralogie, t. I, v n , páginas 425 y 455). Mr. Leopoldo de Buch su padre á Roma para asuntos comerciales, y vió las escrituras
había señalado ya la conformidad de esta dirección con la de que un bibliotecario «gran cosmógrafo» les enseñó y cuya vista
la costa oriental de la Groenlandia {Cañar. Inseln, pág. 335). tan viva impresión dejó en el ánimo de su padre que, desde su
Acerca de los runos en el León de Yenecia véase G I Í I M M vuelta á Palos, sin conocer aún los proyectos de Colón, «resolvió
Deutsche Rimen, p. 209. armar dos carabelas para descubrir las cosas que vió en Roma
DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA
un bibliotecario del papa Inocencio V I I I debió enseñar conviene no olvidar que en las islas situadas entre E s -
á un miembro de la rica familia de los Pinzones. cocia , Noruega y Groenlandia las expediciones de los
Si se quiere seguir con precisión la serie de hechos misioneros irlandeses rivalizaron con las de los nor-
que han conducido á las costas boreales de América, mandos. L a preciosa obra de Dicuil De Mensura Orbis
terral, cuya edición princeps debemos ( y solamente
desde 1807) al Sr. Walckenaer, ha llegado á ser de
en el mapamundi). El fiscal añade á este cargo un cuento ver- grandísima importancia para esclarecer la historia de
daderamente fabuloso, cual es, que Martín Alonso Pinzón co- esta rivalidad.
municó á Colón una fórmula atribuida al rey Salomón, y que
consistía en la indicación del camino á la tierra de Campanso, Los anacoretas cristianos en el norte de Europa y los
la'cual decía así: «Navegarás por el mar Mediterráneo hasta el piadosos monjes budliistas en el interior de Asia, explo-
fin Despaña, é allí al poniente del sol, entre el norte é el medio raron y pusieron en relaciones con la civilización las co-
día por vía temperada fasta 95 grados del camino, é fallarás marcas más inaccesibles. E l espíritu de propaganda y el
una tierra de Campanso, la cual es tan fértil y abundosa, é con
su grandeza sojuzgarás á África é á Uropa.» No entiendo lo que deseo de extender las creencias religiosas prepararon
quiere decir ese «camino de 95 grados», que sin duda no son igualmente las vías para las invasiones hostiles y para
grados de longitud, ni ese Ophir del Occidente llamado Lam- el cambio pacífico de ideas y de productos. E s t e fervor
2>anso (Cipango?); pero creo muy probable que la anécdota del propio de las religiones de la I n d i a , de la Palestina y
bibliotecario cosmógrafo sea en el fondo verdadera. Natural
de la Arabia, y extraño á la indiferencia del politeísmo
es que se apresuraran á mostrar á un marino tan grande é in-
trépido como Alonso Pinzón algunas cartas ó mapamundi que de los griegos y de los romanos, dio especialísimo aspecto
los bibliotecarios de Italia poseían entonces en gran número- á los progresos de la geografía en la primera mitad de
La vista de la isla de Brazlr en un mapa de Picigano (1367), ó la Edad Media.
de la Antilia, de Andrés Bianco (1436), podía muy bien excitar
la imaginación del marino español. No fué ciertamente él quien Comentando dos importantes pasajes de Dicuil (ca-
ocasionó la expedición de Colón, que mucho antes de su co- pítulo v n , párs. 2 y 3), M. Letrone (1) demuestra in-
rrespondencia con Toscanelli, el año de 1474, cuando vivía en geniosa y satisfactoriamente que «las islas Fceroé, habi-
Portugal, alimentaba ya el proyecto de ir á la India por Occi-
dente; pero la relación de lo que Alonso pretendía haber sabido tadas desde hacía un centenar de años por ermitaños
en Boma, pudo muy bien influir para que el Almirante se rela- de Scottia ( I r l a n d a tuvo este nombre hasta el reinado
cionara con esta familia rica y poderosa de los Pinzones, que de Malcolm I I ) , fueron abandonadas por ellos desde el
facilitó la primera empresa. Arias Pérez Pinzón heredó, al pa- año 725, época de la primera invasión de los escandina-
recer, el odio que su padre Alonso había concebido contra el
vos en las Islas Británicas; y que la Islandia fué visi-
Almirante á la vuelta del primer viaje, y amplificaría sin duda
el relato, pretendiendo (para perjudicar los intereses de don tada y acaso colonizada por los irlandeses en el año 799,
Diego Colón) que el célebre marino de Palos hubiera podido
hacer el descubrimiento del Nuevo Mundo sin más que los in-
dicios que el manuscrito de Roma le había proporcionado. (1) Reeherches geogr. et crit. tur le livre de Mens. Orbti
terree, 1814, páginas 129-146.
es decir, sesenta y cinco años a n t e s de que lo f u e r a por Cuando se puede seguir una misma costa, el agrupa-
los escandinavos.» miento y la proximidad de las islas determinan fre-
E l Landnamabolc, publicado de nuevo ( 1 ) reciente- cuentemente la dirección de los descubrimientos geográ-
mente en una colección de los S a g a s históricos por la ficos. Los de los escandinavos se h a n referido con t a n t a
Real Sociedad de Anticuarios del N o r t e , en Copenhague,, prolijidad en estos últimos años, que basta recordar aquí
refiere textualmente que los noruegos encontraron en las épocas.
Islandia libros irlandeses, campanillas y otros objetos L a Islandia, visitada después de los monjes irlandeses
que los Papa (Papas), «hombres de Occidente que pro- y de los Peti, por el pirata Naddoc, hacia el año de 8 6 0 ,
fesaban la religión cristiana, habían dejado allí, especial- no tuvo colonia noruega estable h a s t a el año 874, y en-
mente en los dos cantones de P a p e y a y P a p y l i , en la tonces sólo por los cuidados de Ingulf y de Hiorleif.
costa oriental». Ahora bien; se sabe por los Sagas de- Se enseña todavía al Sur de la isla la tumba del primero
las Orcades ( 2 ) que estas islas estaban habitadas á de estos fundadores, en la cima de una montaña que se
fines del siglo ix por «dos naciones, los Peti (probable- llama Ingolfsfiodl. Cerca de Kielarniis están las ruinas de
mente descendientes de los P i c t o s ) y los Papa} (los pa- la casa de un hijo de Ingulf (1) construida el año 888.
dres (3), sacerdotes, religiosos, sin d u d a los clerici de Desde la Islandia pasó Eric Rauda á Groenlandia, ó
Dicuil).» Snorro-Sturlosson dice que hasta la misma en el año de 932 ó en el de 982, porque los Sagas difie-
Escocia se llamaba entonces Pettoland. ren en las fechas. La verdadera colonización de Groen-
L a s islas Fceroii y la Islandia convirtiéronse en estar landia no es más antigua del año 986, próximamente en
ciones intermedias, en puntos de partida para llegar á la época en que los noruegos llevaron el cristianismo á
la Escandinavia americana; de igual suerte que el esta- Islandia, durante el reinado de Olaf I .
blecimiento de Cartago sirvió á los Tyrios para llegar a l L a costa oriental de Groenlandia dista del cabo
estrecho de Gadira y al puerto de Tartesus, y desde T a r - Straumsnws (cabo N O . ) de Islandia, según el gran mapa
tesus fué este pueblo de viajeros, de estación en estación, del capitán Graah ( 2 ) , cincuenta y dos leguas marinas
h a s t a Cerné, el Gauleón (isla de los barcos) de los car-
tagineses.
(1) OLAFSEN, t. i, pág. 40; t. II, pág. 132. E n el i n t e r v a l o
entre Naddoc é Ingulf se realizan las expediciones pasajeras
(1) Véase la historia de Islandia en el Islendenga Sogur, y de Gardar, Suaffarson y de Flocco.
la historia de las islas Fceroes en el Fcercyinga Saga. (2) Véase UndertSgelses Reise til Ostkysten of Gronland,
(2) L E T R O N N É , Additions, páginas 90-93. 1832. El yacimiento de la costa oriental de Groenlandia no
(3) O L A F S E N y P O V E L S E N afirman (Reine durcli. Island, está reconocido entre los paralelos de 65° ' / t y 69 Este es el
tomo II, pág. 124) que el Bygde Papyle, en el Hornefiord, se intervalo entre los límites boreales y australes de los estudios
llama asi por haber habitado allí los Papar, primeros sacerdo- de las costas hechos por Mr. Graah y por Scoresby. La distancia
tes irlandeses. de las costas opuestas sólo está indicada por aproximación.
en la dirección de S E . á N O . , entre los 67° y 68° de el Inspectorat boreal ( I ) de Uppernavick (lat. 72° 50'),
latitud. Se ha supuesto, por la corta distancia, que poco está cubierta de ruinas de las antiguas colonias escandi-
antes de la gran catástrofe del Scaptar-Iokul, en 1783, navas, mientras en la costa oriental no hay rastro al-
se vieron durante muchas horas desde la costa septen- guno de habitaciones europeas, y muestra, como todas
trional de Islandia, sin duda por reflejo de las nubes las costas orientales, un rigor de clima contrario al des-
«fuegos volcánicos en la costa de Groenlandia» (1). Se arrollo de la vida orgánica. Las heleras bajan de las
sabe hoy que no ha sido esta costa oriental, t a n próxima montañas como dique continuo hacia el litoral: las co-
á Islandia, la que, d u r a n t e tres siglos, sirvió de asiento rrientes que al Norte del paralelo de 64'/,° se dirigen
á colonias escandinavas, como Cranz, Torfceus y sus a n - al SO., contribuyen á amontonar los témpanos de
tecesores lo afirmaron erróneamente. hielo arrancados en las regiones polares (2).
Cuanto E g g e r s ( 2 ) dijo en 1793 sobre la situación E l capitán Graah estuvo mas de diez y ocho meses
de establecimientos cristianos en la Groenlandia, está expuesto á grandes sufrimientos en las costas desiertas
confirmado y apoyado con pruebas aún más convincentes de la Groenlandia oriental. Llegó en sus exploraciones
por el viaje de M r . G r a a h y por las sabias investigacio- hasta los 65° 20', y reconoció que la descripción que los
nes acerca de las antigüedades escandinavas de M r . R a f n . Sagas hacen de la costa habitada por los islandeses no
L a s colonias, más a n t i g u a s (Ester y Yesterbygden, están conviene en manera alguna á la localidad del litoral
situadas en la costa occidental en el Inspectorat meridio- oriental. Los estrechos canales (fjord) que recortan la
nal de Julianshaab, donde los bosquecillos de abedules costa habitada, sólo son frecuentes en la parte occidental,
anuncian un clima m á s templado. Toda esta costa hasta lo mismo en Groenlandia que en Noruega y en la Amé-
rica boreal.
E l atento examen del camino seguido por los antiguos
(1) Véase el excelente informe de M. Magnus Stephenson
navegantes escandinavos para llegar á las colonias de
en H O O K E R ' S , Tour i» Iceland, pág. 423. La suposición de
una distancia de 156 millas daría á este fenómeno lumino- Osterbygde, demuestra la exactitud de las primeras no-
so, situada la vista en el horizonte, una elevación de 20.000 ciones de E g g e r s que M r . Malte Bruin h a reproducido y
pies. En la Groenlandia, recorrida por M. Giseke y otros natura- enriquecido con muchas observaciones nuevas en su
listas, se han encontrado basaltos y doleritas, pero no traqui-
tas y volcanes en actividad. Acaso la erupción luminosa fué en
el mar, y, por tanto, más cerca de Islandia; sin embargo, los
(1) La desgraciada Misión de Uppernavik fué quemada, en
fuegos que se elevaron en tres inmensas columnas el 11 de J u
las últimas guerras, por los balleneros ingleses.
nio de 1783, cerca de los ríos Skapta y Hwerfisfliót, fueron
también vistos, según M. Magnus Stephenson, á distancia (2) Mr. Graah marca la dirección de las corrientes entre los
de 56 leguas marinas (HOOKER'S, Tour, pág. 409). paralelos de 64*° y del cabo Farewell, hacia el ONO., y á lo
largo de la costa occidental desde el cabo Farewell hasta la
(2) Mem. de la Société Eeonom. de Copenhague, t. IV. pá- isla Disco, hacia el NNE., lo que está en contradicción completa
gina 239. : con el mapa general de las corrientes del mayor Rennell.
Precis de l'histoire de la Géographie. Según las investi- K r a g h tuvo el mérito de ser el primero en darla á cono-
gaciones de M r . Graah (1) se iba de Islandia primero cer (1). L a versión latina de R a s k , que me ha sido
al O., desp ues al SO. hasta un hvarf ó vendeplads comunicada por M . Rafn, dice: Erlingr Sighvati filius
(punto en que la costa cambia de dirección); desde allí, et Bjam Tkordi filius et Eindridi Oddi filius feria sépti-
la navegación se dirigía, como la costa misma á N N O . ma ante diem victorialem extruxerunt metas hasce ac
E l hvarf estaba, por tanto, colocado entre el cabo F a - purgaverunt (locum), MCXXXV. E s t a fecha, trescientos
rewell, designado con el nombre de Hvidscerken, y el cincuenta y siete años anterior á Cristóbal Colón, no es
cabo E g e d e e n la extremidad de la península groenlan- inverosímil, conforme á las opiniones generalmente admi-
desa, donde hay un archipiélago de islotes parecido al dos hoy respecto á la época de los descubrimientos es-
del cabo de Hornos y la Tierra del F u e g o . candinavos. Preciso es recordar, sin embargo, que la
L a prueba más irrecusable del emplazamiento de las interpretación del valor numérico de los seis runos en
colonias scandinavas, la ofrecen las inscripciones rúnicas que se cree encontrar un millar, una centena, tres dece-
descubiertas desde hace diez años en la costa occidental nas y un cinco, conforme á la analogía de las cifras ro-
de Groenlandia. Se ha reconocido que muchas de estas manas, ha dejado dudas en el ánimo de sabios muy
inscripciones, por ejemplo las que h a n sido encontradas versados en el estudio de los signos gráficos de los no-
en 1831 en Igalikko (lat. 60° 5 1 ' ) , y en 1832 en Iki- ruegos (2).
geit ó Egegeit (lat. 60° 0') al norte de Fridriksal, que
corresponden á los-siglos x i y x n por la forma de los (1) Antlgmrishe Annuler, t. v (1827), páginas 309, 324, 368
runos, comparados con los runos de Noruega, cuya fecha y 377.
se sabe con exactitud; pero h a fijado ademas grande- (2) Los caracteres rúnicos de la famosa piedra de la Isla de
mente la atención de los anticuarios otro m o n u m e n t o de las Mujeres, en la parte oriental del mar de Baffin, en una
latitud donde no se esperaba ver estos restos de cultura euro-
la parte más septentrional de la península groenlandesa
pea, han sido grabados muchas veces en Dinamarca y Alema-
que el capitán Graah ha traído á E u r o p a . E s t e monu- nia. He creído que debia dar la interpretación, por decirlo así,
mento tiene, al parecer, la fecha de 1135, y es una oficial, publicada por la Sociedad de Anticuarios de Copenha-
marca, una señal erigida en la parte más elevada de la gue, que tan grandes servicios ha prestado á la historia y á la
geografía de las regiones boreales. Esta interpretación difiere
isla de Kingiktorsoak(lat. 72° 55'), una d é l a s W o m a n s algo de las versiones publicadas anteriormente. La primera
Islands, u n poco al norte de U p p e r n a v i k . noticia de la piedra del misionero Kragh me la dió el capitán
U n groenlandés llamado P e l i n u t , halló esta piedra Sabine. Mr. de la Roquette, cónsul de Francia en Dinamarca,
procuró desde el año de 1832 proporcionarme un dibujo. Ocu-
rúnica en 1824 encima de u n a roca, y el misionero
pándome de los signos numéricos de los diferentes pueblos, y
creyendo reconocer, por la igualdad de algunos runos, en el
grupo entero, á la vez el valor de posición y el de agregación,
(1) Vudersog Reise, páginas 3,169, 185, 188 y 190. sometí á M. Rafn, de Copenhague, y á M. Mohnike, de Stral-
L a s estaciones intermediarias de Islandia y de la
Groenlandia dieron lugar acaso, desde el año 985, al land, Marbland (1) y Vinland. Sabido es que á esta
'descubrimiento del Vinland, cuando con el intento de última comarca le dió dicho nombre, por la abundancia
reunirse con su padre, recientemente establecido en la de vides silvestres que allí h a b í a , un alemán, Türker,
Groenlandia, el islandés Biarn Herjolfson conoció toda que acompañaba á los normandos y les hablaba de la
la violencia de los vientos de Noroeste y fué llevado posibilidad de hacer vino.
hacia una tierra que, por la frondosidad de la vegetación, E x a m i n a n d o atentamente las indicaciones de la lon-
parecióle al primer aspecto muy distinta de las que gitud del día en los distintos Sagas, se ha deducido que
hasta entonces había descubierto. los parajes visitados entonces por los escandinavos esta-
ban situados entre los paralelos de 41° á 50°, lo cual
D e vuelta á donde residía su padre, unióse Biarn con
corresponde á la costa que se extiende desde Nueva
Leif Ericson (hijo de E r i c Rauda, el fundador de los
Y o r k á Terranova, costa en que vegetan más de siete
primeros establecimientos islandeses en la Groenlandia),
especies de Yitis.
y emprendió con él una expedición lejana, en la cual
M r . R a f n , que prepara una extensa é importante obra
tocaron el año 1001 ó 1005 sucesivamente en Hally-
sobre la historia de los descubrimientos americanos, cree
que los escandinavos llegaron hasta la Carolina del
sund las dudas que á M. Klaprotk le inspiraba la interpreta- Norte, pero que la principal estación de estos intrépidos
ción de la fecha. He sabido por este último, á quien debemos marinos fué la desembocadura del San Lorenzo, sobre
la traducción alemana del Saga de Fridthjof. que Basle y el todo la bahía de Gaspe, frente á la isla Anticosti, donde
sabio Finn Magnusen han declarado espontáneamente que la la abundancia y facilidad de la pesca podían atraerles.
interpretación de la fecha ( 1 1 3 5 ) sólo era verosímil, pero que el
Afortunadamente la sociedad de anticuarios de Copen-
valor numérico de los caracteres rúnicos empleados en el mo-
numento de Kmgiktorsoak no está suficientemente confirmado hague está reuniendo los materiales relativos á esta
• K V 0 3 G Í e m p l o s s a c a d 0 3 de otras inscripciones análogas época tan memorable de la Edad Media.
M. Kafn añade que los diez y seis runos del calendario, que son
. á la vez letras y cifras, no bastan para interpretar con alguna Todo lo escrito fuera de Dinamarca acerca de los des-
segundad grandes cifras. Finalmente, y para decirlo todo, los cubrimientos escandinavos en América, aumenta muy
ores. Brynjulfsen y Mohnike se muestran inclinados á conside- poco nuestros conocimientos; sólo cuando el conjunto de
rar el grupo de los seis runos que terminan la inscripción, no los hechos sea comprobado y sometido á sabia crítica,
como una indicación de año, sino simplemente como un adorno
.La piedra con caracteres rúnicos más antigua que hay en Is-
landia está en Borg en el Myre-Syssel; es la tumba de Kartan
Oiafsen, á quien durante su permanencia en Noruega, convirtió ( 1 ) T H O R M O D I T O R F O E I , Hist. Vinlandia) antiquee, 1 7 0 5 ,
•al cristianismo el rey Oluf Tryggesen y fué asesinado en 1004 página 5. Con la viña había también una gran gramínea de
por orden de una bella dama islandesa cuyo amor desdeñaba granos gruesos, que se ha creído fuese el maíz. Véase SCHRÖDER.
(OLAFSEN, t . i, p á g . 137). Om Sftandinavernes, Fordna upptacktxrexor tili Nordamerika
e n SWEA (1818), H . I , p á g . 211.
podrá intentarse con éxito el artificio de las opiniones 7
y por el ataque de una flota enemiga cuyo punto de p a r -
de las conjeturas.
tida se ignora. N o se cree hoy en la fábula de un cambio
E n esta clase de acontecimientos, como en otros de
súbito de clima, en la formación de una barrera de hielo
antigüedad más remota, conócense, por decirlo así, las
que causó la separación total entre las colonias estable-
masas, la realidad de las comunicaciones entre la Groen-
cidas en Groenlandia y su metrópoli.
landia y el continente americano; pero el detalle de los
sucesos es vago y á veces, en la apariencia, extraordina- Como las colonias sólo ocupaban la parte más tem-
rio. Sólo los sabios dinamarqueses y noruegos pueden plada de la costa occidental, no es posible lo que se h a
hacer desaparecer las contradicciones de fechas y de dicho de que un obispo de Skalhot viera en 1540 en la
distancias, y las dudas respecto á la dirección y duración costa oriental, más allá del muro de hielo, pastores lle-
de las navegaciones y al aspecto de las comarcas descri- vando á pastar sus rebaños. L a acumulación de hie-
tas por los Sagas. los (1) en el litoral frontero á Islandia depende, como
antes hemos indicado, de la configuración del país, de
. H a 7 investigaciones y trabajos que sólo pueden rea- la proximidad de una serie de montañas paralelas á la
lizarse j u n t o á las mismas fuentes de conocimientos. costa y de la dirección de las corrientes. E s t e estado de
Tales son las ventajas de la América española para el cosas no data de fines del siglo xiv ó principios del x v ,
estudio de la historia de la civilización primitiva de y el mito de la formación de una barrera de hielo en los
Méjico, Guatemala y el P e r ú , y las de Italia para las tiempos históricos, pare'cese bastante al de la supuesta
cartas de marear de la Edad Media, que permanecen ol- destrucción de esta barrera en 1817, destrucción que de-
vidadas en las bibliotecas públicas y privadas. bía cambiar por segunda vez el clima de todo el N o r -
Los recuerdos de las expediciones al Yinland, deno- oeste de Europa.
minación geográfica tan vaga como lo ha sido la de
Terranova á fines del siglo x v , abarcan tan sólo un pe-
ríodo de ciento veinte á ciento treinta años. E l último (1) PONTANUS', Hist. Dan., lib. v i l , pág. 476. Aunque la
viaje de que se ha conservado tradición cierta es el del serie de los obispos groenlandeses no llega más que basta 1406,
parece, sin embargo, que el papa Eugenio IV nombró alguno
obispo groenlandés Eric, que fué al Yinland á predicar en 1433. Se ha encontrado también una carta de Nicolás V á
el Evangelio. Los establecimientos de la Groenlandia un obispo groenlandés, fechada en el año de 1448. (Véase Graah,
occidental, muy florecientes basta la mitad del siglo xiv, páginas 5 y 7.)
fueron arruinándose progresivamente por los monopolios
destructores del comercio, por la invasión de los Esqui-
males (Skraellinger) en 1349 ó 1379 (porque no se sabe
ciertamente el año), por la peste negra (schwarze Tod)
que asoló el Norte desde el año 1347 hasta el de 1351,
mercaderías á esta isla, que es tan grande como Ingla-
terra ; cuando yo fui allá no estaba helado el mar, aun-
que las mareas eran tan gruesas que subían 26 brazas y
bajaban otro tanto. Verdad es que Tyle, de quien P t o -
lomeo hace mención, está en el sitio donde dice y hoy se
llama Frislanda.»
E s t e párrafo es doblemente notable á causa del nom-
bre de Frislanda, célebre por los viajes de los venecia-
XIY.
nos Nicolás y Antonio Zeni, que fueron al Norte en 1388
y 1404. Colón no conoció seguramente el Diario manus-
Colón no supo los viajes de los escandinavos á la América crito de Antonio Zeno, que, como sabemos, quedó olvi-
septentrional. dado en poder de su familia hasta 1558, en que vió la
luz (1) la edición de Marcolini, cincuenta y dos años
después de la muerte del Almirante y diez y ocho des-
Referidos los sucesos que impulsaron al descubrimiento pués de la de su hijo D . Fernando, que, por tanto, nada
del continente americano, por las estaciones intermedias pudo tomar de él (2). N o fueron, pues, los hermanos
de las islas Fceroe. la Islandia y la Groenlandia, resta
examinar si Cristóbal Colón supo algo de este descubri-
(1) Relazioni' dello scoprimento dell'isole Frislanda, Es-
miento, ó si pudo comprender la relación que tenia con landa, Engrnreland. Estotilanda è Scaria, fatto da due fra-
sus proyectos. telli Xeni, M. Niccolo il cavaliere e M. Antonio. Venecia. 1558
L a única base de esta cuestión es un párrafo mal in- (edición de Frane. Marcolini).
terpretado de la Vida del Almirante, escrita por su hijo (2) El sabio I). Fernando Colón, nacido en 148S, hizóse sa-
cerdote .'pocos años antes de su muerte, ocurrida en 1540, y
don Fernando. A l dar á conocer las ocupaciones del legó su excelente biblioteca, que aun lleva el nombre de Co-
grande hombre, antes de su llegada á España, cita don lombina. á la ciudad de Sevilla. Su obra (Historia del Almi-
Fernando el Tratado de las cinco zonas habitables, cuyo rante D. Cristóbal Colóri) publicóse por primera vez en 1571
en Venecia; por tanto, trece años después de la edición de los
autor (Cristóbal Colón), á fin de probar la posibilidad
viajes de los Zeni, por Marcolini; pero esta edición de 1571 es
de la habitación por la experiencia de sus propios viajes, la traducción italiana, hecha por Alfonso de Ulloa, del manus-
dice lo siguiente: « E n el año de 1477, por Febrero, na- crito español que Luis Colón, hijo de D. Diego y persona mal
vegué más allá de Tyle cien leguas, cuya parte austral reputada, llevó en 1568 á Qénova (Códice Colombo-America-
no, p. Lxm). Laméntase con razón Muñoz de que el original
dista d é l a equinoccial 7 3 grados, y no 63 como quieren español no se haya encontrado hasta ahora, porque Ulloa hizo
algunos, y no está sita dentro de la linea que incluye al la traducción valiéndose, al parecer, de una copia muy inco-
Occidente Ptolomeo, sino es mucho más occidental; y rrecta.
los ingleses, principalmente los de Brístol, van con sus
Zeni quienes inventaron el nombre de Frislanda, que no Los biógrafos modernos (exceptuando á Spotorno y
debemos confundir (1) con la isla de los Bacalaos (isla al juicioso Washingon Irving) han ordenado los hechos
de Stockfícb, Stofcafixa), del séptimo mapa de Andrés de la manera más arbitraria, mientras el mismo ü . Fer-
Bianco, dibujado en 1436. nando Colón confiesa que la época del viaje de su padre
Recordando la permanencia del Almirante en Lisboa «á la Mina ó á Guinea le parece bastante dudosa» (1).
desde 1470 á 1484, llama l a atención la fecha de su « Y o he pasado veintitrés años en el mar, dice el -Almi-
viaje á Tile en 1477, sobre todo de un viaje á las regio- rante; he visto todo el Levante y el Occidente y el Norte;
nes árticas en el rigor del invierno. Haré observar pri- he ¡do muchas veces de Lisboa á la costa de Guinea, pero
mero que su estancia en P o r t u g a l fué mucho menos en parte alguna encontré tan excelentes puertos como
permanente de lo que se acostumbra á suponer. N o cabe e n esta tierra de la India (el Nuevo Mundo).» Como
duda de que Colón tomó parte en cuatro expediciones esta comparación prueba que el párrafo citado por don
antes de 1484, á Saber : á T ú n e z , al archipiélago griego, Fernando es posterior á 1492, y como el Almirante ase-
á Islandia y á la costa de Guinea, sin contar los frecuen- gura, según su mismo biógrafo, que navegó «desde la
tes viajes á Porto Santo, donde residía su mujer D. a F e - edad más tierna», á los catorce años, el cálculo de los
lipa Muñiz Perestrello y donde nació D . Diego Colón. - veintitrés años pasados en el mar puede ser exacto (2)
L o incierto no son los acontecimientos mismos, sino su
orden cronológico, y esta incertidumbre alcanza también
(1) Vida del Almirante, cap. V: « Para decir la verdad, yo
á la prioridad de los ofrecimientos que el Almirante hizo
no sé si, durante el matrimonio, fué el Almirante á la Mina.»
á varias potencias, por ejemplo, á la República de Gé- (2) NAVARRETE, t. i, p. LXXXII. Si, al contrario, se admite
nova (2) y á los Reyes de P o r t u g a l y de Inglaterra. la opinión de Muñoz, de que Colón nació en 144(j (lib. II, § 12),
debe suponerse que hasta 1483 estuvo de continuo en el mar, lo
cual es contrario á hechos bien comprobados, á no ser que, no
(1) Igual incertidumbre existe en el mapa de Fra Mauro, habiendo navegado desde 1484 á 1492, el párrafo citado en el
aunque es veintitrés años posterior. Z Ü R L A , Viaggi, t. II, pá- texto fuera escrito muy posteriormente al primer viaje á Amé-
ginas 48 y 335. rica. Además, los recuerdos de épocas de la vida de Colón son
(2) SPOTORNO, autor del Códice diplomático Colombo-Ame- con frecuencia muy erróneos. En la famosa carta dirigida á los
ricano (p. xxil), sostiene que la negativa de la República Se- monarcas, fechada en Jamaica el 7 de Julio de 1503, se dice:
renísima fué á fines de 1177. Muñoz la pone eu 1485, poco antes «Yo vine á servir (á España) de veintiocho años, y agora no
de la llegada de Colón á España (lib. II, § 21). Los ofrecimien- tengo cabello en mi persona que no sea cano, y el cuerpo en-
tos que el Almirante tuvo intención de hacer á Francia están fermo y gastado cuanto me quedó.» Como es indudable que
probados por una carta del duque de Medinaceli (19 de Marzo de Colón vino á España en 1484 ó 1485, debió nacer, según este
1493), dirigida al gran Cardenal de España. «Ignoro si sabéis, dato, en 1156 ó 1457. lo cual no es cierto, y prueba que en la
dice, que he tenido á ese Cristóbal Colomo en mi casa cuando carta de Jamaica debe leerse, en vez de veintiocho años, treinta
vino de Portugal, con intención de ir al Rey de Francia, para y ocho ó cuarenta y ocho. Hubo, sin duda, error de cifra en el
buscar apoyo.» El Duque se alaba de haber impedido el viaje. documento impreso en 1505¡ ó Colón se equivocó.
suponiendo, como lo afirma Navarrete, que Colón nació
deña. Se coloca este hecho en 1473 (1), acaso porque
en 1436.
e n 1472 guerreaba con los turcos Fernando, hijo natu-
L a s aventuras de este grande hombre en el Medite-
ral del rey Alfonso de Nápoles, y podía bloquear el
rráneo se reducen á un viaje á Chío, que' poseían en-
puerto de T ú n e z ; pero en esta época el bueno y poético
tonces los Giustiniani de Genova,, adonde vió coger el al-
rey Renato ocupábase tranquilamente de pinturas y fies-
máciga»; al mando de unas galeras genovesas en las cer-
tas pastorales en Provenza, perdidas ya todas sus espe-
canías de la isla de Chipre (1) .durante la guerra con
ranzas de hacer valer sus derechos sobre Sicilia y A r a -
los venecianos; á una expedición á Túnez por cuenta del
gón, desde que murió en Barcelona, en 1470, su hijo
rey Renato de Anjou y á los viajes que parece hizo con
J u a n I I , duque de Calabria.
un marino célebre en su época, que Fernando Colón
L a expedición que Colón hizo por cuenta del rey Re-
llama Colón el mozo, para distinguirle de un tío de
•nato debió corresponder necesariamente al intervalo en-
éste, que fué capitán de las armadas navales del Rey de
tre los años de 1459 y 1470, y creo que fuera desde 1461
Francia en 1476.
á 1463, cuando, con ayuda de los genoveses, procuró
L a expedición á Túnez tuvo por objeto capturar u n a
J u a n I I , duque de Calabria, conquistar á Nápoles,
galera (probablemente napolitana), la Fernandina, esta-
donde reinaba Fernando, de la casa de Aragón. E s t a
cionada en las costas de Africa. Colón refiere, en una
circunstancia es, en mi concepto, un motivo más para
carta (escrita á los Reyes Católicos desde la Española)
considerar exacta la opinión de los que sostienen que
fechada en el mes de Enero de 1495 (2), cómo por un
Colón nació en 1436 y no en 1446, porque á la edad de
ardid, «cuando el difunto rey Renato (Reinel) le envió
diez y siete años no se tiene el mando de un buque de
á Túnez», apaciguó una insurrección de marineros cerca
guerra, ni se representan los intereses de un soberano
del islote de San Pedro, en la costa occidental de Cer-
extranjero.
Más difícil es determinar la época que Colón navegó
(1) Cod. Col. Amer., p. X I I I . en las galeras de Colón el mozo. Muñoz es el primero
(2) Evidentemente hay error en la fecha, y debe decir 1494. en probar, por medio de los anales de Marco Antonio
Es la carta que Antonio Torres trajo á España, y fué expedida en
Coccejo (Sabellico), que la novelesca aventura descrita
el puerto de Navidad de Haití el 2 de Febrero de 1494. De esta
carta sólo conocemos el fragmento copiado en la Vida del Al- por Fernando Colón para explicar la llegada de su pa-
mirante. El Dr. Chanca, que escribió por el mismo conducto, dre á Lisboa en 1474, no pudo realizarse hasta 1485,
fecha su carta en 1493 (NAVARRETE, 1.1, pág. 224). Señalo estos es decir, cuando éste había salido ya de Portugal. F u e ,
errores tan frecuentes de cifras, nacidos en parte del uso si-
multáneo de números romanos y árabes (indios), porque las pues, en otra época cuando Colón navegó («durante
equivocaciones de esta índole tienen alguna importancia en los largo tiempo») con Colón el mozo, cuyo parentesco esti-
debates á que dan ochsión las fechas problemáticas de las
primeras cartas de Amerigo Vespucci.
(1) Cod. Col., loe. cü.
maba en muqho, porque, lujo de u n fabricante de p a ñ o s trional situada al N O . , grande como Inglaterra, y otra
(su padre vivía aún en 1494, y su nombre figura e n t r e más meridional y más pequeña, llamada Frislanda.
los testigos en un testamento de esta época, textor pan- Considera esta última como la Thulé de Ptolomeo, y
norma), dice con orgullo en u n f r a g m e n t o de sus escritos añade que está situada donde Ptolomeo indica, á lcte 63°
que lia llegado b a s t a nosotros. « Y o no soy el primer al- de latitud. Yo creo que loque distingue es la Thulé de
mirante de mi familia.» Dicuil (Islandia), y las Fceroe ó Mainland, la isla prin-
La expedición á la costa de Guinea y «aZ fuerte de cipal del archipiélago de las Shetland la Thulé de Plinio
San Jorge de la Mina» del Rey de Portugal, necesaria- de Tácito, de Solino, y verosímilmente de Pytheas, si
mente es posterior á 1481, porque b a s t a entonces, se- Solino no tomó los datos de dos relaciones, u n a de las
gún dije antes, no se construyó esta fortaleza. cuales se refería á Islandia) (1). Podría decirse que
Cualquiera que sea el año en que Colón liizo. su viaje Colón había adivinado lo que las investigaciones geo-
al N o r t e (Muñoz y Barrow (1) lo suponen antes de la gráficas h a n hecho cada vez más probable en los tiempos
llegada del Almirante á Portugal), «nada indica que modernos.
este viaje le haya conducido á la costa de Groenlandia, Cierto es que las latitudes que Colón atribuye á las
más allá del límite occidental del mundo conocido por. dos islas de Thulé no convienen ni á la costa meridio-
Ptolomeo, y que llegara al Nuevo Mundo, sin advertirlo, nal de Islandia ni al grupo de las islas Shetland. L a
quince ó veinte años antes del descubrimiento de las primera se encuentra á 637»° y no á 73°; las Shetland
Antillas» (2). Se h a interpretado muy mal el único están á los GO 1 /^ y no á los 63°; pero las posiciones
párrafo de las cinco zonas en que se trata de la expedi- que el Almirante indica no son resultado de observación
ción al Norte y que copié anteriormente. Colón distin- propia de las alturas meridianas del sol durante una
gue con gran sagacidad dos islas de Thulé (para nom- navegación invernal en climas brumosos. Al identificar
brarla usa la ortografía de muchos manuscritos antiguos
que escriben Thyle, Thile y Tyle) (3), una mas septen- (1) GOSSELIN, t. IV, páginas 171 y 174. Al nombrar la isla
de Mainland, sigo la opinión de D'Anville, de Gosselin y de
(1) Hi.it. del Nuevo Mundo (lib. 11, § 12); BARROW (Voy. Mannert (Einl. in die Geogr. der Alten, pág. 157). Malte
into the Arct Regions, páginas 23 y 26), cree que en la Vida Brun cree que la Thulé de Pytheas es la extremidad de Jut"
del Almirante, cap. IV, debe leerse 1467, en vez de 1477. landia, y se funda en los antiguos nombres "escandinavos de
Thy ó Thyland (Geogr. Univ.. t. I, pág. 120); y mucho antes que
(2) SPOTORXO, Códice Col. Amer., p. XV.
él, Rudbéck (Atlantica, 1.1, pág. 514), muy afecto á interpre-
(3) Véanse los ejemplos reunidos en el Dicuil de M. Le-
taciones etimológicas, encontró solamente en las palabras Tiel
tronne, páginas 37 y 38. La traducción latina de Ptolomeo, de
y Tiulé la significación general de limite ó extremidad de una
Qoúíoi, en Thyle, fué la que indudablemente guió á los geógra-
tierra. Ya Ortelio, en 1570, tomó el Thyle de Pytheas por la
fos de la Edad Media. Es singular que Colón no emplee el
península de Escandinavia (Theatr. Orbis, p. 103). Las mis-
nombre de Islandia, que debía haber oído en el Norte, y que se
mas idas se han expresado en distintas épocas.
cree encontrar ya en EDRISI, pág. 275.
Frislanda con la Thulé de Ptolomeo, adopta también los antiguos para confirmarlos ó rectificarlos según se
Colón la latitud de este geógrafo, y supone Islandia 10° presentaba la ocasión.
más al Norte que Frislanda, mientras que desde Main-
L a hipótesis enunciada por Malte Brun de que Colón
land á la costa más boreal de Islandia apenas hay 6 1 /, 0
hubiera sabido en Frislanda ó en Islandia el viaje de
E s t a exageración no es extraña respecto á la última
los hermanos Zeni y el descubrimiento de la América
Thulé.
septentrional por los escandinavos, es muy poco proba-
Tampoco se debe pedir cuenta á Colón de las cien ble. Colón buscaba el camino de la India para llegar por
leguas que se alaba haber navegado más allá de la el Oeste al país de las especias, y aunque supiera que
Thulé más septentrional, y que le llevaron, según su los COIODOS escandinavos de la Groenlandia habían des-
cálculo, .hasta los 78° de latitud, bastante más lejos de
cubierto el Vinland, y que los pescadores de Frislanda
los paralelos de las tierras de Scoresby y de E d a m . L a
habían llegado á una tierra llamada Drogeo, no creería
vaguedad de estas valuaciones numéricas no debe obli-
seguramente que toles noticias tuvieran relación alguna
garnos á rechazar el hecho de una expedición á los ma-
con sus proyectos. Vinland y Drogeo tuvieron interés
res de Islandia, á una isla muy grande donde el co-
para nosotros cuando se adquirió la certidumbre de
mercio y la pesca atraían á los comerciantes de Bris-
la continuidad de las costas desde el cabo de Paria hasta
tol. Olafsen nos enseña que, desde la primera mitad del
la desembocadura del San Lorenzo.
siglo xv, los ingleses frecuentaban mucho los puertos
Además, en la segunda mitad del siglo x v , cuando
meridionales de Islandia, sobre todo Thorlaks-Hafn, y
que los obispos del país favorecían el comercio bri- hacia ya trescientos cincuenta años que toda navegación
tánico. al Vinland estaba interrumpida, el recuerdo de los des-
cubrimientos groenlandeses no podía permanecer tan
U n antiguo poema inglés (The policie of keepinh the vivo en Islandia que llegara la noticia á conocimiento
sea), que H a k l u y t nos ha dado á conocer, confirma la de un marino genovés, al cual seguramente le importaban
frecuencia de las comunicaciones entre Brístol é Islan-
tan poco los Sagas del país, como los manuscritos de
dia, en la época de los primeros viajes de Sebastián
A d a m de Brema.
Cabot.
E s t e célebre canónigo geógrafo, que describe la C u r -
Lo que Colón dice de grandes mareas y del mar libre landia y una parte de Prusia como formando islas en
de hielo al Norte de Thulé, refiérese sin duda á lo que el Báltico (1), conoció sin duda el Vinland desde el
había leído en las compilaciones geográficas de la E d a d
Media, sobre la concreción de los elementos o el pulmón ( 1 ) Destín Dan'ue, c. 2 2 4 ( T O R F , Ifist. Univ., cap. 1 5 ) . La
muerte de Adam de Misnie, canónigo del cabildo de Brema, e9
rmrmo del Océano boreal, como acerca del cestas supra algo posterior al año de 1076. El curioso fragmento del antiguo
Bntanniam octogenis cubitis intumescentes. E r a costum- poema alemán del siglo XX, descubierto en la biblioteca del
bre de entonces tener siempre á la vista los asertos de príncipe de Fürstenberg, en Traga, demuestra también de qué
siglo x i ; pero su Historia eclesiástica y su Corografía
escandinava fueron impresas por primera vez setenta y al Vinland, que para nada menciona (quizá porque las
tres años después de muerto Colón. obras de A d a m de Brema no fueron impresas hasta.1579,)
sino en los viajes de Nicolás y Antonio Zeni, 1388-1404,
E l mérito de haber reconocido el primer descubri-
á pesar de haber sido siempre problemática la localidad
miento de la América continental por los normandos,
á donde llegaron (1).
pertenece indudablemente al geógrafo Ortelio, que emi-
Nada diré de este asunto, acerca del cual se han
tió esta opinión desde el año 1570, casi en vida de B a r -
agotado ya, según parece, todas las combinaciones po-
tolomé de las Casas, el célebre contemporáneo de Colón
sibles ( 2 ) . Hablar de una isla Icaria donde reina un
y de Cortés (1). «Lo único hecho por Cristóbal Colón,
dice Ortelio, es poner el Nuevo Mundo en comunica-
ciones estables de comercio y utilidad con E u r o p a » (2).
E s t e juicio es mucho más severo. P o r lo demás, las (1) La publicación de los Zeni por Marcolini (Venecia,
1558) excitó tan vivo interés, que la carta marina de esta expe-
opiniones del geógrafo no se basaban en las expediciones dición fué repetida en 1561 en la Gcographia di Tolomeo, de
R U S C E L L I , y en la Geographia Ptolomei, de J O S E P H U S M O -
LETTI. Sebastián Münster y Ramusio murieron antes de que
modo la propagación del cristianismo en las regiones boreales apareciera la edición de Marcolini; Ramusio en Padua en 1152,
dió celébiidad al nombre de Islandia. Este poema (que es una y Sebastián Münster, uno de los hombres más eminentes de su
especie de cosmografía calcada en la enciclopedia de Isidoro da "siglo, en Basilea en 1552, á causa de la peste. Sólo el segundo
Sevilla) menciona el viaje de un obispo, Reginprecht, hacia la volumen de la Raccolta de Ramusio. publicada en 1583, pre-
isla recientemente visitada por los misioneros sajones (HOFF- senta el extracto del viaje de los Zeni, viaje que no nombran
MANN, Yon Fallersben, Merigarto, 1834, páginas 5, 12 y 18). las cosmografías de Münster de 1544 y 1550. La minuciosa com-
La geografía árabe de Edrisi (Líber Relax., pág. 274), com- paración de estos datos tiene alguna importancia, porque
puesta en el año de 1153, cita la Islandia en la cuarta parto prueban que, á pesar de la indicación del nombre de Fries-
del séptimo Clima, según la traducción latina de Gabriel Sio- landa ó Thulé meridional en la biografia de Cristóbal Colón,
nita; pero el texto original dice primero Lislandeh, después en 1558 nada se sabia acerca de estos descubrimientos de los
Itslilandeh, que también puede pronunciarse Esthlandeh. Lla- venecianos en el Norte. Advierto que la isla de Frislanda falta
mado este país una tierra como Magog, y no una isla, queda la también en el mapa de Rivero ( 1 5 2 9 ) , que prolonga la Groen-
duda de si las ciudades problemáticas Deghvateh y Belouri landia (Engrolant) al Oeste y al Este para unirla á Suecia, y
pertenecen á Islandia ó á una parte del continente escandina- falta en Grynams ( 1 5 3 2 ) y en el Opusculum geographicum
vo. En los extractos de Ebn-al-Uardi y de Bakoui, que debe- de Juan Schoner ( 1 5 3 3 ) .
mos á M. de GUIONES, p a d r e (Not. et FMr. des man., t . I I ,
páginas 19 y 389), y que son posteriores en muchos siglos al geó- ( 2 ) Z U R L A . Diss. intorno ai viaggi e scoperte settentr. di
grafo de Nubia, nada encuentro acerca de la última Thulé, más Nicolo e d'Antonio fratelli Zeni, en el segundo volumen de la
allá de Youra, en el mar de las Tinieblas. obra di Marco Polo e di altri viaggiatore Veneziani, 1809, pá-
ginas 6 - 9 4 ; M A L T E B R U X , AW. des Voyages, t, x, pág. 6 9 ; y
(1) Las Casas murió á la edad de noventa y dos años en Predi de lageogr.. edic. de 1831. páginas 4 8 9 - 4 9 9 ; DEZOS D E
Madrid, en Julio de 1566. LA ROQUETTK, en la Biogr. Univ.. t. LII„ pág. 236, donde se
(2) Tlieatr. Orbis terr. (edic. de 1601), páginas 5 y 6. encuentra indicada, aunque como simple recurso de investiga-
rey Iearus, hijo de Dajdalus, rey de Escocia, parece á era lo qne los pescadores de Frislanda supieron al
primera vista que es comprender estos viajes entre los arribar al «mundo nuevo» de Drogeo acerca de la ri-
mitos geográficos; pero el ejemplo mismo de Cristóbal queza y de la civilización de los pueblos (americanos)
Colón, que creía oir en boca de los indígenas de Haití, situados hacia el Sur y el Sureste. E l aislamiento de los
de Cuba y de Veragua los nombres de las ciudades hechos y la falta de recriminaciones disipan la sospecha
citadas por Marco Polo, nos prueba cuánto desfiguran de impostnra; pero la confusión extrema que reina en
los viajeros los sonidos de las lenguas que ignoran, los datos numéricos de las distancias y de los días de
sobre todo cuando dirige sus interpretaciones una falsa navegación, parece probar el desorden con que fueron
erudición. redactados y el deplorable estado de unos manuscritos
Examinando imparcialmente la relación de los Zeni, que, en parte, debieron destrozar los herederos de los via-
jeros Zeni, ignorando su valor.
encuéntrase en ella ingenuidad y descripciones deta-
lladas de objetos de que por nada, en Europa, podían Según ya he recordado, ni Andrés Bianco, ni su
tener idea. Si, como pretende Torfccus en el prefacio de maestro F r a Mauro en el mapamundi trazado en la
su obra sobre el Vinland, el libro de los Zeni fuera una misma Venecia desde 1457 á 1470, nombran la F r i s -
ficción destinada á empañar la gloria de Colón, el editor landa que Eggers, Buache y Malte Brun toman por el
hubiera procurado sin duda relacionar los descubrimien- grupo de las Fceroé. E s t a proximidad á Escocia hace
tos venecianos, si no con los del marino genovés, al probable la facilidad con que vemos qué en 1391 Nico-
menos con los descubrimientos boreales de los Bacallaos lás Zeni se reúne con su hermano Antonio; pero el
de Cabot ó de Gómez. Hubiera además insistido en la silencio de F r a Mauro (1), geógrafo veneciano de in-
prioridad de la expedición de los Zeni hacia las costas mensa erudición, y la ignorancia absoluta del nombre de
Frislanda en los Sagas y en los anales de Isiandia (2)
del Nuevo Mundo; hubiera dicho que los viajes poste-
riores á la Florida y Méjico habían probado cuán exacto
(1) No ignoro que Zurla creyó ver en la isla Isilandia de
dones, la hipótesis do M. Walckenaer de que la Frislanda es el Fra Mauro, la Frislanda de los Zeni (Il Mappamondo di Fra
norte Drogeo (Drogio, Broceo); el sur de Irlanda, Estotiland, Mauro, § 74 .di Marco Polo e degli altro viaggiatori veneziani,
que Ortehus llama Xovi Orbis pars y Malte Brun la isla de t. il. pàg. 29); pero està interpretación es menos probab'.e que la
Tierra Nueva, el norte de Escocia y el Engroveland (Grolan- que convierte el Vinland en la parte mas austral de la Groen-
del mapa de los Zeni) el mediodía de Isiandia. Un marino landia. La colonización de està peninsula no avanzò de Norta
muy instruido, el capitán dinamarqués M. Zahrtmann, que, à Sur (BANCROFT. Hi st. of the United States, 1834. 1.1, pà-
ocupado en trabajos astronómicos, ha vivido en París largo gina 6: L E S I . I E . Discov. in Ptlie Poi. lìeg.. pàg. 87).
tiempo, acaba de publicar también en las Memorias de la So- (2) E R I C C H R I S T W E R L A N T , Symb., ad Geogr. me dii avi
ciedad de Anticuarios del Norte en Copenhague, una diserta- ex monum Island., 1821, pàg. 28. EL testimonio de Lorenzo de
ción acerca de los supuestos viajes de los Zeni, que aun no he Anania (Fabrica del Mondo, 1576, pàg. 154), que hablade Fris-
estudiado. landa, «molto ricca dipescagio e assai f reeuentataida ScozzesiA,
y de Noruega, son dos circunstancias muy difíciles de
Colón, en el cual todas las inculpaciones acerca de la
explicar.
novedad del descubrimiento fueron discutidas y estima-
Pero resulta siempre cierto que Colón no aprendió en
das en su verdadero valer, ni en los primeros cincuenta
su viaje á Thulé nada que pudiera favorecer sus vastos
y cinco años que siguieron al pleito, se h a hablado nada
proyectos (1) Ni en el pleito entre el fisco y D . Diego
de descubrimiento de la Ame'rica septentrional anterior
á 1492.
no lo creo fehaciente por fundarse en una relación muy vaga
L a Groenlandia, que se creía t a n inmediata á No-
de un sobrino de Jacobo Cartier y estar e;critodiezy ocho años
después de publicados los manuscritos de los Zeni por Marco- ruega que en el mapa de los Zeni todavía figura como
lini; por tanto, bajo la influencia de ideas tomadas de esta pu- una prolongación peninsular de la Escandinavia, fué
blicación. Las mismas dudas han sido expresadas, y con sobrada considerada en toda la Edad Media como perteneciente
razón, por M. de Hoff, respecto á los testimonios de Juan
Scolvo, de Frobisher y de Maldonado, posteriores todos á Mar- á los mares de Europa, y la idea de relacionar la historia
colini (Gesch. der nat. Ver. des Erdbod. t. I, pág. 184). de su primera colonización con la del descubrimiento de
(1) Tal es la configuración de la Groenlandia en el mapa de las Nuevas Indias, no pudo ocurrírsele ni á los más
los Zeni, que en la costa Sureste está situado el famoso con- crueles enemigos de Colón.
vento de Santo Tomás, cuyas habitaciones calentaba una fuente
de agua hirviendo que salía de la tierra al pie de un volcán
( Z U R L A . Viaggiatori Vene:., t. I I , páginas 63-69). Actualmente en muchos centenares de casas á la vez y sirve para las necesi-
no se conocen en la Groenlandia occidental otras fuentes ter- dades de la vida doméstica. En los baños de Tceplitz, en Bohe-
males que las de la isla de Onartok (EGEDE, Tagebuch, p. LXI V, mia, la jardinería comienza también á aprovechar la influencia
..y G I E S E K E , Brenster's Eneyclop., vol. X, p. n , pág. 489). Su de la3 aguas subterráneas, que tienen de 40° á 47° de calor.
temperatura no pasa de 47" centígrados; pero en la Groenlandia,
como en la parte de Siberia que acabo de recorrer, las aguas á
. e3ta temperatura parecen muy calientes comparadas con otros
manantiales, cuyo calor medio es inferior á 2°. Más al Norte,
entre los 69 y 76° de latitud, la Groenlandia occidental es casi
completamente basáltica, pero tan desprovista- de aguas ter-
males como toda la Escandinavia ó la inmensa cordillera del
Ural. Ese monasterio de Santo Tomás, calentado por medio
de fuentes tórnales; esos jardines, libres de nieve y de hielos
por la influencia de las aguas subterráneas, al parecer corres-
ponden mejora Islandia, tan abundante en fuentes termales
que á Groenlandia. Podría decirse que el convento, tan minu-
ciosamente descrito por los hermanos Zeni, ha servido de tipo
á los grandes establecimientos de calefacción ejecutados en el
pueblo de Chaudes Aigues, en el departamento de Cantal,
donde la fuente del Par (de 80° centígrados) distribuye el calor
E n la región de los pueblos cazadores, por ejemplo,
en los Estados Unidos y en el Brasil, las hordas erran-
tes, fácilmente vencidas, huyeron de la vecindad con los
enropeos. Rechazadas poco á poco detrás de la cordillera
de los Alleghanys y después más allá de las márgenes
XV. del Mississipí y del Missouri, sufriendo á la vez un des-
mejoramiento en las costumbres y en la constitución fí-
sica, al aislarse, se empobrecieron y casi se extin-
Estado social de América antes del descubrimiento. guieron.
Los indígenas no intervienen para nada en el cuadro
político de esta parte del Nuevo Continente, frontera á
Imposible es hablar del primer reconocimiento de las
Europa, porque evacuaron el país en todas aquellas co-
costas de América por los normandos, á principios del
marcas donde, por su primitiva barbarie y su manera de
siglo undécimo, sin exponer antes algunas graves consi-
entender la libertad, les fueron odiosas las instituciones
deraciones acerca de los destinos de la especie humana.
de nuestro orden social.
Si este reconocimiento hubiera sido algo más que u n
No sucedió lo mismo en los pueblos montañeses de
suceso pasajero; si le hubiera seguido una conquista per-
los Andes y en el litoral frontero al Asia, centro de la
manente y progresiva, avanzando de Norte á Sur, el
civilización más antigua de la especie humana. Méjico,
estado moral y político del Nuevo M u n d o fuera muy
al sur de Río Gila, Teochiapán, Nicaragua, Cundina,
distinto del que ha llegado á ser por la conquista de los
marca, el imperio de los Muyscas, Quito y el Perú esta-
españoles en los siglos xv y xvi. N o fundo esta afirma-
ban ocupados á fines del siglo xv por pueblos agrícolas
ción en hechos generalmente conocidos; en el contraste
que gozaban una civilización más ó menos avanzada,
entre las rudas costumbres de la Europa escandinava y
unidos por comunidad de culto y de creencias religiosas,
la floreciente civilización de los Estados del Mediodía;
formando sociedades políticas, sencillas unas por efecto
en los cambios que la sociedad europea ha experimen-
de larga tiranía, raras y complicadas otras en su orga-
tado en el espacio de cuatro ó cinco siglos; pero deseo
nización interior; favorables en algunos puntos á la
que el lector fije su atención en el carácter individual
tranquilidad pública, á la prosperidad material, á una
impreso á las diferentes partes de América por los mati-
civilización en masa, pero contrarias á todo desarrollo de
ces de barbarie ó de civilización más ó menos avanzada
las facultades individuales (1).
que distinguen á los indígenas, en la época del primer
establecimiento de las colonias españolas, portuguesas ó
inglesas. (1) Vues des Curdilh-res y Monumens des peuplcs •ind'igenes,
tomo i, pág. 40.
E n Méjico la corriente de los pueblos montañeses El P . José Acosta, que estudió sobre el terreno el
verificóse de Norte á Sur; mientras en la América meri- drama sangriento de la conquista, comprendió ya estas
dional, en la teocracia de los Incas, el movimiento civi- diferencias notables de la civilización progresiva y de la
lizador se realizó en todas direcciones. Desde la meseta completa ausencia de orden social que presentaba el
de Cuzco se propagó casi al mismo tiempo hacia los An- Nuevo Mundo en la época de Cristóbal Colón, ó poco
tiempo después de la colonización española, y dice (se-
des de Quito, los bosques del Alto Marañon y las Cor-
gún la ingenua traducción de Roberto Regnauld, hecha
dilleras de Chile.
en 1597) «ser cosa bien demostrada que lo que mejor
E n esta región, que era desde antiguos tiempos agrí-
prueba la barbarie de los pueblos es el gobierno que los
cola, los conquistadores europeos se limitaron á seguir
rige y la forma en que.se dejan mandar; porque cuanto
los rastros de una cultura indígena. Los indios no se
mayor es el número de los hombres que se aproximan á
apartaron de la tierra que cultivaban desde hacia tan- la razón, tanto más humano y menos insolente es su go-
tos años, y algunos pueblos tomaron nombres'españoles. bierno y más tratables los reyes, y se acomodan mejor
Méjico solamente cuenta 1.700.000 indígenas,_ de con sus vasallos, reconociendo que la Naturaleza les hizo
raza pura, cuyo número aumenta con la misma rapidez iguales. Por ello muchas naciones de estos indios no lian
que el de las otras razas. E n Méjico, en Guatemala, en querido, en sus comunidades, reyes ó señores absolutos;
Quito, en el Perú, en Bolivia, la fisonomía del país, á porque, entre los bárbaros, los gobernantes tratan á los
excepción de algunas grandes ciudades, es esencialmente súbditos como bestias y quieren ellos ser tratados como
india; en los campos, la variedad de las lenguas se lia dioses.» E l jesuíta, quizá intencionadamente-, atribuye á
conservado con las costumbres y los usos do la vida do- sabia previsión lo que sólo se debía al imperio de las cir-
méstica. Allí sólo hay de nuevo algunos rebaños de va- cunstancias y de los intereses.
cas y de ovejas, algunos cereales y las ceremonias de un
Acabo de exponer cómo el estado social en que Europa
culto mezclado con las antiguas supersticiones locales.
encontró á América á fines del siglo xv modificó pro-
Preciso es haber vivido en las altas mesetas de la
fundamente la marcha de la conquista, la forma de los
América española ó en la Confederación anglo-americana
primeros establecimientos y, lo que es más importante y
para comprender bien lo que este contraste entre los
no lia sido bien apreciado en las discusiones de la po-
pueblos cazadores y los agrícolas, entre los países desde lítica americana, el carácter que hoy conservan los dife-
largo tiempo bárbaros y los que gozaban de antiguas ins- rentes estados libres del Nuevo Continente. Pero este
tituciones políticas y de u n a legislación indígena muy estado social era distinto cuatro siglos antes de la con-
desarrollada, ha facilitado ó detenido la conquista, é in- quista. De ir los europeos á América tras las huellas de
fluido en la forma de los primeros establecimientos de los marinos escandinavos, hubieran encontrado allí un
los europeos y como ha impreso, aun en nuestros días, orden de cosas totalmente diverso.
carácter propio á las diferentes regiones de América.
Desde la primera llegada de los aventureros norman- siglo x i , h a s t a llegar á gran envilecimiento. E s t o s datos
dos á Salerno y á la Pulla, hasta la destrucción del po- bastan para probar que la Europa escandinava hubiera
der de los árabes en España, es decir, desde el principio encontrado las hermosas regiones alpinas de la América
del siglo xi hasta fines del xv, sufrió sin duda Europa tropical muy distintas de lo que eran en tiempo de Colón,
cambios considerables en el estado de su civilización; de Cortés y de Pizarra.
sin embargo, las revoluciones ocurridas en Ame'rica du- E n la primitiva época acaso hubo otros centros de
rante esta misma época son mucho más asombrosas. cultura parcial en Guatemala,,!]tatlán, Copán, P e t é n y
Los Imperios contra los cuales lucharon Cortés y Santo Domingo Palenque; al norte de Méjico, en Qui-
Pizarra no existían cuando los escandinavos llegaron á yira (el Dorado del rey barbudo Tatarrax), célebre por
las costas de Vinland. E l pueblo azteca no apareció en las fábulas de fray Marcos de N i z a ; y al norte de la Lui-
la meseta de Anahuac hasta 1190; la ciudad de Tenoch- siana, entre las orillas del Oln'o y los lagos del Canadá,
titlán (Méjico) f u é fundada en medio de un lago alpino desde los 39° á los 44° de latitud.
en 1325, es decir, unos setenta años antes del viaje de Compréndese que haya frecuentes cambios de lugar
los hermanos Zeni. en la cultura por efecto de grandes emigraciones de
Lejos de mi ánimo suponer que en el Anahuac, antes pueblos á quienes rodean hordas bárbaras.
de los azteca?, y en el Perú, antes de la misteriosa lle- Los rastros de algunos progresos en las artes son in-
gada del primer Inca, no había habido nunca cultura dudables hasta en las regiones más boreales; pero es
intelectual ú orden social. Los grandes monumentos pi- imposible hasta ahora asignar fechas de origen á los
ramidales de Teotihuacán, de Cholula y de Papantla túmulus y á las circunvalaciones polígonas de la Alta
son más antiguos que los aztecas; y de igual modo Luisiana, como á los edificios de Palenque, adornados
en los alrededores del lago Titicaca, en la meseta pe- con tanta riqueza dé esculturas (1).
ruana, las ruinas de Tiahuanaco son señales de una ci-
vilización anterior á las construcciones de los Incas de (1) Relat. hist., t, II, páginas 165-161; IIAKLÜYT, t. m , pá-
Cuzco. Pero el Nuevo Mundo ha tenido sin duda, como ginas 363-307; J U A R R O S , Compendio de la historia de Guate-
el antiguo, vicisitudes de barbarie y de civilización. mala, acerca de Utatlán, 1.1, pág. 66; t. II, pág. 11: acerca de
Petén del Yucatan (Maya), t. I, pág. ó3; t. II. páginas 112 y
Sabemos con certidumbre que los pueblos del Perú
146; acerca de Palenques de la antigua provincia de los Tzen-
vivían muy embrutecidos antes de la legislación teocrá- dales, t . l , pág. 14; t. II, pág. 55. También acaso pertenecen al
tica de Manco Capac: sabemos que la población indus- centro de la antigua civilización del reino de Quiche (civiliza-
triosa de los tucultecos que habitaba en Méjico quinien- ción probablemente anterior á la llegada de los aztecas al
Anahuac) los monumentos de la república de Honduras, donde
tos años antes que los aztecas, que empleaba como éstos aun se ve, cerca de Copan, un gran circo, los hypogeos de Ti-
la escritura jeroglífica y que tenía una medida del año bulco y estatuas cuyos paños tienen un carácter rarísimo (TOR-
más exacta que los pueblos de Europa, decayó desde el Q U E M A D A , l i b . IV, c a p . 4 ; J U A R R O S 1 . 1 , p á g . 4 3 ; t . I I , p á g . 1 5 3 ) .
Propio es de sana crítica histórica d e t e n e r s e donde
faltan los datos precisos, sin desdeñar por ello las inge-
niosas combinaciones que pueden ocasionar probables
conjeturas. Lo que se t r a t a de probar aquí es que Amé-
riea, entre las épocas de Leif y de Colón, cambió de as-
pecto, sin influencia a l g u n a del A n t i g u o M u n d o , y que
estos cambios en el orden social modificaron esencial-
mente en muchos puntos del Nuevo M u n d o el estado da XVI.
las sociedades europeas que se establecieron en medio
de pueblos indígenas que de muy antiguo eran agrí- Viajes de los árabes Almagrurinos, de Madoc, de los hermanos
colas. Vivaldi, de Gonzalo Velho Cabral y de Juan Szkolny.
eran adoradas en Acazunil ( 1 ) se deban á la influencia Muy erróneamente (1) se ha acusado á Hakluyt de
de estas antiguas colonias de habitantes del país de Gales, haber inventado las aventuras de Madoc para servir los
fundadas en 1170. intereses de la reina Isabel y legitimar los proyectos de
Ya en la época del caballero Ralegh corrió en. I n g l a - Ralegh sobre las dos Américas (2), cuando se temía que
terra confusa noticia de la sorpresa con que se había ambas llegaran á ser presa de los castellanos.
oído en las costas de la Virginia el saludo de Gales La política de la reina Isabel no necesitaba esta clase
hao, houi, iach, de igual suerte que los misioneros f r a n - de apoyo. Cuando Felipe I I se quejaba en 1580 de las
ceses escucharon con tanto asombro como alegría el can- depredaciones de Drake en las costas americanas, la
t o de Alleluia á los salvajes del Canadá. El capellán R e i n a , según C a m d e n , respondió noblemente : «que el
inglés Owen se había salvado en 1669, de manos de Océano era libre como el aire, y que una costa cualquiera
los indios Tuscaroras, que querían arrancarle el cuero no se convierte en propiedad de quien le da su nombre.»
cabelludo, pronunciando algunas palabras del dialecto P o r lo demás, en punto á legitimidad por causa de
del país de Gales. Benjamín Beatty descubrió un pueblo
( 1 ) L E I D E N K B O S T , Hüt. biigr. U'órterb., t. I I I , pSg. 5 5 3 . El
que conservaba (desde hacía quinientos años) la tradi-
candor y la buena fe de Ricardo Hakluyt ha tenido reciente-
ción de la llegada á América de Madoc ap Owen Gui- mente un hábil y juicioso defensor en el historiador escocés
neth. Mr. Patiick Fraser y Tytler. Véase su Vindication of Hakluyt
Todas estas fábulas se han renovado periódicamente; en Progress of Biscoxenj ofthe Xoithen ccast of America,
1 8 3 2 , páginas 4 1 7 - 4 4 4 .
y aun en nuestros días se han discutido con seriedad (2)
(2) Digo las do3 Américas, porque once años después de la
los «pergaminos, libros célticos y títulos de origen», que expedición que Palegh envió á Roanoke, cerca de Albemarle,
un capitán, Isaac Stewart, encontró en Red Riwer de en Virginia, ocupáronle desde 1595 & 1617 sus proyectos quimé-
Natchitoches. ricos de el Dorado y la restauración de los Incas en el l'erú.
«1 further remenber, dice, that Berreo confessed (refiérese al
Y a he recordado en otra obra (Relación histórica,
gobernador español de Trinidad, Antonio de Berreo, que cayó
tomo n i , pág. 159) que desaparecieron todos estos ras- en manos de Ralegh) to me and others that there vvas found
tros de colonias del país de Gales tan pronto como via- among the prophecies in Perú, that fron Inglatiena tlióse
jeros menos crédulos, cuyas relaciones se comprueban Ingas should be again in time to come reato red.» (Véase la
excelente biografía de Ralegh, por Mr. Cayley, paginas 7. 17,
unas por otras, Clark y Lewis, Pike, Drake y los edito-
51 y 100.) Los medios de restauración eran sumamente senci-
res de la nueva Arqueología americana, recorrieron el in- los, a saber: l » , poner guarniciones de tres á cuatro mil in-
terior del país ó sometieron el estudio de la filiación de gleses en las poblaciones del Inca, con pretexto de defender el
las lenguas indígenas á una crítica más severa, territorio contra los enemigos exteriores; 2.°, que el principe
restaurado pagara anualmente á la reina Isabel una contribu-
(1) La isla de Cozumcl, descubierta por Gri jal va en 1518. ción de 3 0 0 . 0 0 0 libras esterlinas, «lt seemed to me, ajoute Ra-
• (2) Bict. de»eienees nat., t. xxi, pág. 392; Recite encyelop- legh, that this Empyre of G.liana is reserced for the english
número 4, pág. 162. uation.»
una primera ocupación, los castellanos tenían derechos Oviedo sabe «que Hesperus, duodécimo rey de E s p a -
q u e , según la Historia de las Indias, de Oviedo, data- ñ a , hermano de A t l a s , gobernaba, como Carlos V ,1o
ban de algunos miles de años antes de la colonización mismo las Indias que la península hespérica ó ibéri-
del príncipe Madoe. Oviedo, como paje de aquel infante c a , 1658 años antes de nuestra era; de suerte que, por
D . J u a n (hijo único de F e r n a n d o el Católico), cuya pre- el 'descubrimiento de Colón, la justicia divina no había
matura muerte cambió la faz del mundo , asistió á la hecho otra cosa que reintegrar á E s p a ñ a en sus antiguos
entrada de Colón en Barcelona. T a n viva fue' la impre- derechos. Muy difícil seria dar más antigüedad de la que
sión que le causó este imponente espectáculo, que du- tienen los mitos de Hesperus y Atlas á los derechos de
rante treinta y cuatro años ocupóse en las comarcas la metrópoli para dominar las colonias.
nuevamente descubiertas, de las producciones y de la his- N o puede negarse que los vascos y los pueblos de
toria de América. origen céltico, practicando la pesca en lejanas costas, ri-
Participaba de la extraña opinión de Colón «de que valizaron constantemente en el norte del Atlántico con
las Nuevas Indias eran las islas Hespérides, que Stacio los escandinavos, y que á estos últimos precedieron en
Seboso (1) sitúa á cuarenta días de navegación hacia el el siglo V I I I , en las islas Fceroc y en Islandia, los mari-
Oeste de las Gorgonias, ó islas de Cabo Verde ». nos irlandeses; pero, á pesar de estas pruebas de activi-
dad náutica, es verdaderamente extraordinario que el
(1) Colón y Oviedo en su Historia natural y general de las citado príncipe Madoc, «dejando á Irlanda al N o r t e » , y
Indias, lib. II, cap. 3 (RAMUSIO, cdic. de 1G06, t. III,pág. 65,6), no tocando, por tanto, en las estaciones intermedias, que
fúndanse uno y otro en el pasaje de Plinio, vi, 31, en donde habían favorecido los descubrimientos escandinavos, pu-
las palabras prcc navigatione Atlantis (á lo largo del Atlas), diese llegar en su viaje de aventuras hasta la costa de
tienen, al parecer, un sentido muy distinto del que se ha creído
encontrar en ellas. (Véase GOSSELLÍN, Geogr., t. I, pág. 148.) los Estados Unidos, y volver desde allí al país de Gales
D. Fernando Colón no se atreve á n,egar que su padre hubiera en busca de nuevos colonos.
tomado las Hespérides por el Nuevo Continente. Sin duda fué Sería conveniente hoy, que la crítica es severa sin ser
¿3te uno de los argumentos de erudición que empleó el grande
desdeñosa, hacer en los mismos sitios nuevos estudios,
hombre en las disputas académicas de Salamanca. Su hijo dice
terminantemente (cap. 7), al citar á Plinio y á Solino, «que las tomando de las tradiciones y de los antiguos cronistas
itlas Hespérides las tuvo por cierto el Almirante que fuesen del país de Gales todo lo relativo á la desaparición de
las de las Indias» ; pero él mismo no considera probable esta Madoc, apellidado Owen Guineth. E n manera alguna
opinión de Seboso, y se burla en otro sitio (cap. 9) de los Car-
tagineses que encontraron á Cuba y Haití inhabitadas y de ese participo del desdén con que frecuentemente son tratadas
rey Hesperus, en cuyo reinado dominaron los españoles las In- las tradiciones nacionales (1), y tengo, al contrario, la
dias. Observo que Dicuil no copia el pasaje de Plinio, y limí-
tase á decir que las Hespérides están más lejos de la costa de
Africa que las Gorgonias (Gorgodes). (1) «Nel viaggio di Madoc tutto si riduce ad una diceria non
so quando inventata,, ma senza dubio non molto anticamente,
firmé persuasión de que, empleando más asiduidad, es- U n tal Antonio Usodimare ( U s u s maris), compañero
clareceríanse muclio, por el descubrimiento de hechos de Cadamosto (Alvise da Ca Da Mosto), dice en una
completamente desconocidos hoy, estos problemas histó- carta, fechada en 12 de Diciembre de 1455 , « que des-
ricos relativos á las navegaciones en la Edad Media, á pués de comprar esclavos, que le vendió un robilis domi-
las notables analogías que presentan las tradiciones reli- nus niger, encontró muy cerca de la z o n a , donde perdió
giosas, las divisiones del tiempo y las obras de arte en de vista la estrella polar, en una costa próxima al domi-
América y en el Asia oriental, á las emigraciones d é l o s nio del Preste J u a n , un hombre blanco, que decía des-
pueblos mejicanos á'esos antiguos centros de civilización cender de uno de los marineros de la tripulación perdi-
de A z t l á n , de Qúivira, de la Alta Luisiana, y de las da (1) de las carabelas Vivaldi. L a genealogía puede
mesetas de Cundinamarea y del Perú. no ser cierta; pero el documento de los archivos de Ge-
E n t r e las tentativas hechas antes de Colón para llegar nova, debido á las curiosas investigaciones de M. Gra-
á la India por la vía directa del Oeste, pone Malte berg , probará siempre que en el siglo xv considerábase
Brun (1) el viaje de Vadino y de Guido de Vivaldi la expedición de los hermanos Vivaldi como una expedi-
en 1281. Otros geógrafos han creído que la expedición ción á Africa, tanto más interesante, por ser anterior en
de los dos hermanos, repetida en 1291 por Ugolino Vi- unos 65 años al viaje del catalán D. J a i m e Ferrer (2)
valdi y Teodosio Doria, era pura y sencillamente una á Río de Oro. t
exploración del Atlántico, idéntica á la expedición de los
(1) Antoniotto dice: «Las caravelas perdidas hace 170
A l m a g r u r i n o s ; pero, si se examina atentamente el ma-
años»; lo que supone que los hermanos Vivaldi hicieron en 1285
nuscrito encontrado por M. Graberg, se ve que los Vi- su expedición, mencionada ya por el místico Pedro d'Abano,
valdi («volentes iré in Levante, ad partes I n d i a r u m » ) que murió en 1312 ( S P O T O R N O , t. ir, pág. 3 0 5 ; T I R A B O P C H I ,
. siguieron la costa de Africa. Su tentativa, escrita en la- tomo v, lib. I , cap. 5 , § 15; JACOBO G R A B E R G , Annali di
tín bárbaro, realizóse entre los viajes de Ascelín y de Georg, e di Statist., t. II, pág. 285; t. vi, pág. 170; ZÜRLA,
Viaggi, t. i, páginas 1 5 5 - 1 5 8 ; B A L D E L L I , t. I , páginas XL»
Marco P o l o ; pero, por las relaciones de comercio que C L X V I I y C L X V I I ) . Usodimare no es un nombre propio, sino
había entre sus compatriotas, los genoveses, y los árabes, palabra que indica un oficio, como aun se dice en la marina
acaso tuvieron alguna ¡dea de la posibilidad de dar la francesa capitán buen pratici-m, ó práctico de la costa de
vuelta á Africa. Guinea; por esto en el Xa rus Orbis de Grinteus encuéntranse
estas palabras: Xavix Antonieti cvjusdam Liguris, qui maria
sideare ¡>robe nocerat.
perché per poco que si volese andar avanti ncsecoli si trovereb- (2) Véase el Atlas catalán déla Biblioteca del Rey. M. Bu-
bero i Gallesi, con tutta la loro antica genealogia celtica, non chón fija la fecha en el año de 137^. El documento publicado
solo senza muse, ma senza alfabeto» ( F O B M A L E Ó N I , Jllustr. di por M. Graberg (BALDELLI, pág. CLXV) llama, según parece, á
due carte aut., 1783, pág. 47). Por lo menos la censura senza D. Jaime Ferrer «Joannem Ferne Catalanum», que partió el
muse es injustísima. día de San Lorenzo de 134(> para Rujaura (Rio de Oro). No creo
(1) Precis de Geogr. (2.' edic.), pág. 521. dudosa laidentidad de la persona.
M á s parecido á la expedición de los Almagrurinos que que Gomara, que imprimió su Historia de las Indias en
la de los Vivaldi e s , sin d u d a , el viaje que el infante Z a r a g o z a , en 1 5 5 3 , conociera ya al piloto polaco (1).
D . Enrique mandó hacer en 1431 á Gon?alo Yelho Ca- Acaso se sospechó, cuando la pesca de los bacalaos em-
bral. F u é ésta una verdadera exploración del Atlántico, pezaba á hacer más frecuentes las relaciones de los ma-
«una tentativa—dice el biógrafo del I n f a n t e (el P a d r e rinos de la Europa meridional con los escandinavos, que
del Oratorio José Freire) —para descubrir tierra al Oes- la tierra vista por Szkolny debía ser idéntica á la que
t e » ( V i d a do infante D. Henrique, pág. 319). E n esta visitaron en 1497 J u a n y Sebastián C a b o t , y en 1500
tentativa fué Yelho Cabral primero hacia los escollos de G a s p a r Cortereal.
las H o r m i g a s , al sur de la isla de San Miguel de las Gomara dice, y por cierto no con gran exactitud,
Azores, y en 1432 á la isla Santa María. que á los ingleses agradaba mucho la Tierra de L a -
Terminaré la lista de los navegantes que se ha supues- brador porque en ella encontraban la latitud y el tem-
to intentaron, antes de Cristóbal Colón, descubrir al- p l e de su país natal, y que los hombres de Noruega
g u n a parte de América, citando al piloto polaco J u a n fueron allí con el piloto J u a n Scolbo, como los ingle-
Szkolny (Scolnus), en quien recientemente ha hecho
fijar de nuevo la atención la sabia Historia de la Geo-
grafía de M r . Lclewel (1).
Szkolny estaba en 1476 al servicio del rey Chris- (1) Historia délas Indias, fol. XX. El nombre de Tierra de
•Labrador f.ué inventado, según la juiciosa observación del autor
tián I I de Dinamarca, y se asegura que llegó á las de Memoir of Seb. Cabot (pág. 246), por Cortereal y los portugue-
costas del Labrador después de haber pasado por de- ses comerciantes de esclavos, como indicación que en esta costa
lante de Noruega, de Groenlandia y de la Frislanda de •septentrional hombres eran singularmente á propósito para
los Zeni. el trabajo (la labor). Gomara dice, efectivamente (folio xx),
que los habitantes son «hombres dispuestos, aunque morenos,
No me atrevo á formar juicio alguno sobre esta afir- y trabajadores» (el embajador de Venecia en Lisboa, Pedro
mación de Wytfliet, de P o n t a n o y de H o r a (2). U n a Pasqueligi, escribía once días después de la vuelta de Cortereal,
tierra vista después de la Groenlandia, en la dirección y de ver los indios, comparando á éstos, por el color de la piel,
con los bohemios ó cingani). La corta estatura de los esquimales
indicada, puede haber sido el Labrador, y me sorprende
de la verdadera Tierra del Labrador no justifica mucho este elo-
gio; pero se lee en el mismo capítulo de Gomara que Cortereal
tomó estos indios en las islas del golfo cuadrado, es decir, en
el golfo del río San Lorenzo. Acaso el nombre de Tierra de los
(1) J O A C H I M A L E L E W E L A , Pìsma pomiejsze gccgr. histo-
Labradores se tomaba en un sentido más general y vago, com-
ryzne. 1814, p. 58.
prendiendo las razas indígenas no esquimales, casi como Nevv-
(2) G E O R G Ì H O R N I , Ulyssea, 1671, pàg. 279; ZURLA, Viaggi, fundlans ó Tierras Nuevas designan á veces en el siglo xv otras
t o m o l i , pàg. 26; MALTE BRUX, pàg. 532; W T T F L I E T , D e s c r i p t .
costas que las de la grande isla frontera á Anticosti. (Mein,
Ptol. augmentum, 1597, pàg. 188, y PONTANO (De situ Dania, of Cabot, pág. 57.)
1631, pàg. 763), escriben por error Scolvus.
ses con Sebastián Gaboto. N o debe olvidarse, sin em- fondo, no puede decirse á quie'n se debe el descubri-
bargo que, al tratar Gomara la cuestión de los que pre- miento de las Nuevas Indias.
cedieron á Colón, no cita al piloto polaco, á pesar de ser
intencionado h a s t a el punto de asegurar ( l ) q u e , en el Orcades; por tanto. en el grupo de las islas Shetla?id. Ésta es
la Thylé donde los llóralos, saliendo de Dinamarca, arribaron,
6egún PROCOPIO (Be Bello tíothico, I I , 1 5 ) . Adán de Brema
(De situ Danicc, Helmst., 1670, pág. 158) fué el primero que
aplicó el nombre de Thylé á la Islandia descubierta por los es-
(1) Nonos admiremos de nuestra ignorancia en Jas cosas candinavos.—Antes del comentario de Tszchucke, que acabo de
antignas, 2>ues no sabemos quién, de poco acá, halló las Indias,
citar, la compilación más completa sobre la Thylé de los anti-
que tan señalada y nueva cosa es (GOMABA, fol. x). Esta duda
guos encuéntrase en P O N T ANO, Rerum Danicarum Mst., 1 6 3 1 ,
se funda en la historia obscurísima del piloto que, después de
páginas 741 y 755.
haber visto las tierras al Oeste, murió encasa de Colón, histo-
ria que no figuró en el pleito del fiscal y que Oviedo (lib. ii i
capitulo 3) recuerda por primera vez en 1535. Gaicilaso de la
Vega, en 1609, da nombre á este piloto (Alonso Sánchez de
Huelva), y fija una fecha, 1-184 (el año en que Colón se ausentó
de Portugal), al acontecimiento cuya importancia procuran
exagerar los enemigos de la gloria de Italia.
Termino esta nota recordando que Gomara confirma, del
modo más explícito, lo que hemos expuesto antes acerca de la
idea correctísima que Colón se había formado (Vida del Almi-
rante, cap. iv) de la posición de la Thylé de Solino. «Algunos
piensan, dice Gomara, que Islandia es la Thilé, isla final de lo
que los romanos supieron hacia el Norte; mas no es, que Is-
landia ha poco tiempo que se descubrió, y es mayor y más sep-
tentrional.» (La coloca, como Cristóbal Colón, á los 73° de lati-
tud.) Thilé, propiamente es una isleta que cae entre las Orcades
(Orkney Islans) y las Far (Freroer, Far Isles), algo salida al Oc-
cidente y en 67°, bien que Tolomeo no la sitúa tan alto. Está
Islandia 40 leguas de las islas Fare, 60 de Thylé y más de 100 de
¡as Orcadesa» (Gomara, p. v i l , b).
Como Gomara cuenta el grado de latitud de 17 ^ leguas
castellanas (fol. vi), este cálculo de distancias parciales está
tan embrollado como el de latitudes; pero resulta claro que
Gomara, largo tiempo antes que C'amden ( T Z S C I I D C K E , ad M<r
lam, vol. n i , p. 3, pág. 227), antes que d'Anville (Mérn. de la
Acad. des Inter., t. X X X V I I , pág. 4 3 S ) colocó la Thylé habitada
la de Sólinoy de Tácito (Agrícola, cap. x) -¡ntre las Fcero'éy las
E l Apropósitos (Ptol. iv, 6) lio justificaba su nombre
(de inaccesible) sino porque era una tierra inhallable: no
existia en el sitio donde estaba indicada á los marinos. ;
L a s dos islas de Porto Santo y de Madera—{Visóla dello¿
Legname del portulano genovés ó mediceo de 1 3 5 1 ) — q u e ,
los buques debían haber encontrado por acaso en su t r a -
vesia á Cerné, aumentaban la confusión de las ideas geo-'
XVII. gráficas. .
Hacia el Norte, Albión y J e m e , rodeadas de numero-
sas islas más pequeñas,, ofrecían desde remotos tiempos
La cosmografía en la Edad Media.
vasto campo á las conjeturas. Ya hablamos antes de los
mitos del. mar Croniono. La importancia dada á islas-
que eran, si no la fuente, al menos el depósito del co-
Sabido es qne el estado de los conocimientos geográ-
mercio del estaño; las opiniones erróneas largo tiempo
ficos en la Edad Media y el deseo de indicar las tierras
subsistentes acerca del yacimiento de las costas y de la
vagamente descritas por los autores antiguos, indujeron
configuración ó articulación de la Europa peninsular;
á los dibujantes de mapas á llenar el vacío del Océano
finalmente, el agrupamiento de las islas y su disposición
con islas cuya posición es más variable aún que su nom-
en serie casi continua desde las Cassitérides hasta las
bre. E s t o s dibujantes lian contribuido sin duda á au-
Orcades y las islas Shetland y Fceroé, dieron ocasión,
mentar el número de creaciones fantásticas: aunque la
desde los primeros siglos de la Edad Media, á hipótesis
persuasión íntima de la existencia de tierras en el espa-
y á mitos respecto á la naturaleza de las regiones borea-
cio desconocido de los mares es muy anterior á la cons-
les. Llegóse h a s t a situar (como lo prueba uno de los ma-
trucción de los mapamundi: tan natural es al hombre
pas de Sanuto Torsello, año de 1306) (1) al Oeste de
imaginar la existencia de alguna cosa más alia del
Irlanda un gidlfo de issolle C C C L V I I I beate e fortúnate.
horizonte visible, de suponer otras islas y aun otros
continentes semejantes al que él habita. Cuanto más imperfectos eran los medios de valuar la
E n el Atlántico los grupos de Canarias y de las islas
Británicas dirigían la imaginación con preferencia hacia
( 1 ) C A M D E X , Brit., pág. 813; Z U R L A , Viaggi, t. n , pág. 3 0 7
determinados parajes. Agradaba multiplicar, por conje-
En el mapa célebre de Fra Mauro (1157) encuéntranse también
turas, lo que sólo se conocía de un modo confuso. Al las «insule de Hibernia dite Fortunate». Gracioso Benincasa
Suroeste de las columnas de Hércules, la dificultad de (1471) presenta á la vez, y por doble empleo del mismo nom-
conocer con precisión el número exacto y la posición rela- bre, las islas Afortunadas al Oeste de África y al Oeste de Ir-
tiva délas islas A f o r t u n a d a s daba lugar á vagas ficciones- landa, dé la Insula Sacra de Avieno'.
dirección de las rutas y la longitud de las distancias L a geografía de la Edad Media bebía en una fuente
recorridas, más fácil era desconocer (1) la identidad de que, no por ser fecunda, era menos peligrosa, porque los
las tierras á que se había arribado. E l uso irreflexivo de viajeros cristianos desfiguraban sus escritos por la exa-
itinerarios ficticios ó mal redactados, originó procedi- geración tan común á los cronistas monásticos. E n c o n -
mientos dobles en la construcción de los mapas. tramos, por decirlo así, al frente de la larga serie de
E l estado de la antigua geografía del mar del Sur y islas imaginarias, ó para decirlo con más corrección, de
la multitud de vigías que cubren la superficie del Atlán- islas vagamente situadas en los mapas, la que lleva el
tico en los mapamundi de hace sesenta años (2) re- nombre de San Borondán, abate irlandés que hizo sus
cuerdan plenamente esa misma fuente de errores. Du- viajes desde el año 5C5.
rante largo tiempo, cada nuevo mapa reprodujo las A d á n de Brema (1) refiere en su Historia eclesiás-
ficciones de los anteriores, porque no hay tenacidad que tica, después de haber hablado del descubrimiento del
iguale á la de los geógrafos, cuando se trata de conser- Vinlaud, que en tiempo del arzobispo Becelino Ale-
var, de estereotipar, por decirlo así, un islote de antiguo brando, por consiguiente antes del año 1035, hicieron
nombre, una cordillera que figura ser divisoria de las los marinos de Frisia exploraciones del Lebersee ó mar
aguas ó un lago de donde sale un gran río. Tenebroso (per tenebrosa rigentis Oceani caliginem)
Las ilusiones geográficas tomaron especial carácter h a s t a más allá de Islandia, y llegaron por fin á una isla
en las dos direcciones que hemos indicado al N . y al cuyos habitantes, de colosal estatura, vivían en cavernas.
N O . de las islas Oreades, y al SO. de las islas A f o r t u - U n o de los Frisónos fué devorado por perros, también
nadas. Dicuil (3) y Adán de Brema, aquél de principios gigantescos, y los demás, favoreciéndoles los vientos de
del siglo ix y éste de la segunda mitad del xi, prueban N O . , encontraron por fortuna el camino de la desembo-
con sus escritos que en el norte del Atlántico el celo cadura del Weser. E l cuento de los grandes mastines
religioso de los misioneros de Irlanda y de Frisia dio á parece calcado en la ferocidad de los perros de que se
conocer nuevas tierras. sirven los esquimales de la Groenlandia, y sólo lo men-
lleros de San Juan flota sobre la isla de Rodas. En memoria de en el paralelo de Babylon iEgypti. Este mismo río tiene un
la cruzada de San Luis, el punto de embarque (25 de Agosto do brazo que desemboca en el Mediterráneo, cerca de Alejandretta.
124S) está indicado en Aqua-morto (Aguas Muertas), señalando Difícil es adivinar la hipótesis geográfica á que da lugar un
el sitio con un inmenso brazo de río (sin duda el de Arles) que concepto tan extraordinario. ¿Es el Eufrates, cuyos afluentes
sale del Ródano. En el Asia metíor, «quaj nunc vero dicitur se aproximan á los del Oronte, cerca de Alejandretta? ¿Cómo
Turehia», está sentado el Sultán Ba ixit, que sin duda es el creer que en el siglo xv se ignoraba que el Eufrates desemboca
gran Bayaeeto Ildirim. Como este principe murió en 1403, des- en el golfo Pérsico? No es una prolongación del Jordán por él
pués de caer prisionero de Timour en la batalla de Ancyra, la valle que une el mar Muerto al golfo de Acaba, porque el Jor-
imagen de Baixit debe haber sido copiada de un mapa anterior dán está figurado separadamente y con bastante precisión,
á 1424,' porque en esta época el sultán de los otomanos era mientras EÍ TÍO anónimo que comunica con el canal dfe Ptolo-
Amurates II. meo en el mismo istmo de Suez nace en las montañas de Erze-
La imagen del Soldano di Balillonia (con un loro en el rum, montañas donde, según el mismo mapa, tiene sus fuentes
brazo izquierdo) está puesta al Ceste del Nilo, y no debe sor- un río (el Turak ó Boas de la antigüedad) que corre al NNO.
prender dicha posición de la figura, porque la antigua Memphis, hacia el mar Negro, y otro (el Tigris?) que se dirige al SE.
á causa de su proximidad á la fortaleza de'By.fiv)),ióv, acantona- Doy estos detalles para facilitar el examen de las analogías ó
miento de las legiones romanas en tiempo de Strabón (Geogr.. de las diferencias que presenta este monumento curioso de la
libro xvil, pág. 807 Cas), llevaba en la Edad Media el nombre geografía de la Edad Media con otros mapas sepultados en los
de Babylonia (WILKEN, Gesch. der Krenzzüge, t, i , pág. 28), y archivos de las bibliotecas de Italia. Toda la cuenca del Medi-
desde el tiempo de Saladino hasta la conquista de Egipto por terráneo, las costas de Grecia y del mar Negro están represen-
Selim I en 1517, á los sultanes de Egipto se les llamaba Sol- tadas con un detalle topográfico notabilísimo, pero el yaci-
dani di Babylonirs (Véase M A E I N I SANTJTI, Secreta fidclium miento relativo ó la orientación de las costas es muy erróneo.
Crueis, en BOXGARS, Gesta J)ei per Francos, t. I I , páginas 23, Si se trazan meridianos al Oeste de la península Ibérica, al
25 y 91). Este de Sicilia y al Oeste del Asia Menor, encuéntrale el Atica
Es, sobre todo, notable en este mapa de 1424 que (por sim- algunos grados al Norte de la desembocadura del Ebro, y la di-
ple reminiscencia) está en él trazado el canal de comunicación rección media de la costa meridional del mar Negro coinci-
entre el Nilo y el mar Rojo, abierto por Ptolomeo Philadelphio, diendo, no con el paralelo de Oporto, sino con el de Lorient en
restablecido después por Adriano, después por los árabes y Bretaña. Las partes orientales están colocadas demasiado al
usado hasta el año de 7G7, según lo demostró M. Letronne, dis- Norte, como en las cartasmarinas de los genoveses (por ejemplo,
cutiendo la época del viaje á Tierra Santa del monje Fidelis y la de Pedro Visconti, conservada en la Biblioteca Imperial de
un pasaje de Gregorio de Tours ( D I C U I L , 1814, páginas 1 4 - 2 2 ) . Viena), que remontan hasta principios del siglo xiv (SPO-
El canal del Nilo está representado en el mapa de Weimar en TORNO, Storia litt. della Liguria, 1.1, pág. 313) y han propor-
comunicación con un río que nace en Armenia, y corre primero cionado excelentes materiales á los portulanos del gran siglo,
de Norte á Sur, al Este del Líbano, volviendo después al Oeste del infante D. Enrique, de Colón y de Gama.
que he observado, examinando el original, mientras per- septentrional de la isla Antillia y toda la isla rectangu-
manecí últimamente en W e i m a r en 1 8 3 2 , y los calcos lar del Satán. La distancia desde las costas de Portugal
exactísimos que debo á la amistad de Mr. Froriep: al centro del grupo de las Azores, que los mapas de la
1.° E l mapa de 1424 no representa más que la parte primera mitad del siglo xv señalan casi en la dirección
del meridiano, es de 110 leguas marinas. E n el mapa
2 0 Un mapa que se asemeja bastante al célebre de Diego de 143G es de 153, según dije antes. La distancia desde
Rivera, pero anterior en dos afios. Titúlase Carta universal en las Azores á Antillia es casi igual en ambos mapas.
que se contiene todo lo que. del Mundo se ha descubierto fasta
2.° U n poco al Norte de Madera, entre esta isla y las
aora; lúzola un cosmographo de Su Magestad; anno MDXXVTI
en Sevilla. Está trazada en pergamino, y tiene 6 pies y 8 pul- Azores, se lee en el mapa de W e i m a r : Insule Sancti
gadas de larga por 2 pies y 8 pulgadas de anclia. Perteneció á Brandani. E s el sitio donde el mapa de Pizzigano
la biblioteca del sabio Ebner, en Nuremberg, y de allí pasó su- de 13G7 pone, lejos de las Canarias, las palabras Isola
cesivamente á Gotha á la biblioteca de M. Becker, y por fin á
dicta: Fortunutce. A n d r é s Bianco no nombra ni las islas
Weimar, á la colección del Gran Duque. Cítala MUKK. en las
jtlemorabilia, Bib. Xorimh.. t, XI, pág. 97, y la ha discutido con Afortunadas ni las de San Brandán. E n el mapa de 1824
mucho discernimiento M. de Lindenau (ZACH., .1Ion. Corresp., aun hay rastros del mito septentrional de las islas de los
October 1810). Es probable que este mapa y el de Rivera fueran
traídos á Alemania con motivo de los frecuentes viajes del em-
perador Carlos V desde España á las orillas del Rhin y del Da- bierto las diferencias. Lo mismo sucede con dos mapas de Africa
nubio. En Nuremberg se creyó que liabia pertenecido á la Bi- que se han querido confundir. En los dos se ven figurados buques
blioteca Colombina legada por Fernando Colón al Municipio con la inscripción: Vengo de Maluco (vengo de las Molucas).
de Sevilla. M. Sprengel (MUÑOZ Gesch, der Neuen Welt., 1.1, Jerusalén está situada á NO. de Suez, y la diferencia de meri-
página 429) lo confunde con el mapamundi de Diego Rivera; dianos del Cairo y Suez es de 20°, cuando en el mapa de 1424
pero difiere de él completamente, según demostraremos en el sólo es de 2". Este ensanche del Egipto oriental es tanto más
curso de esta obra. Basta observar aquí que el mapa de Rivera incoiicebible, cuanto que el resto del África septentrional está
presenta la costa occidental de América al Sur desde Panamá, bastante bien figurado. Á la Etiopia de Rivera se la llama en
hasta los 10° de latitud austral; en el mapa de 1527 no se ven el mapamundi de 1527 Arabia sub Mjyptó. En estos mapas
más costas del Océano Pacífico que la meridional del istmo; graduados al margen, Alejandría y toda la costa septentrio-
nada del Choco y del litoral de Quito. nal de África, hasta la Pequeña Syrte, está de 3 á 4o más al Sur
de su verdadera situación.
. ( No entraré aquí en pormenores acerca de la configuración de
África para mostrar cómo, según los portulanos portugueses, 3.° El mapamundi de Diego Rivera de 1529, del cual sólo pu-
extremadamente detallados, está representado este continente blicó Sprengel la parte americana.
en dos mapas de 1527 y 1529. Nada tan notable, por ejemplo, 4.° Un globo, probablemente del siglo XVI, que señala el
como el detalle de las costas de Madagascar (Isola de San Lo- istmo de Panamá atravesado por un estrecho.
renzo). 5.° Un globo de 1534:
Los mapas de la América de! .Sur, por ejemplo los de Cruz Y'o ofreceré á M. Walkenaer, para su rica colección geográ-
Olmerlilla, Faden, Arrowsmith y Brué, parecen á primera vista fica, calcos de África de 1527 y 1529, de igual suerte que el
copiados unos de otros; pero con atento examen se han descu- calco del mapa de 1424.
. Bienaventurados, cerca de I r l a n d a , la Insula sacra de de Africa. E n este lago hay una gran isla también cir-
Avieno. AJ Norte de Limerick está indicado un gran cular. Créese estar viendo el lago J a m d r a ó Paite (pro-
golfo, siu duda el de Galway, lleno de infinidad de islo-_ piamente P a l d h i ) del Tibet al Sur de Lassa. D e este
tes, j u n t o á los cuales hay la siguiente inscripción: Lacns lago de diez y ocho leguas de diámetro, llamado lago
fortunatus ubi sunt multce ínsula; quce dicuntur Insula Citarlis, salen tresj-íos; uno es el Jluvius Citarlis, que
San.... (ÍSancti Brandani?) E n el planisferio d e Bianco, va al Oeste; el segundo corre hacia el Este, y es quizá
que es más antiguo que su Atlas, este golfo circular de uno de los brazos del Nilo, según la opinión reinante en
angosta entrada (Lacus 6 Locus fortunatus) está figu- la Edad Media; el tercero vierte sus aguas en el A t l á n -
rado, pero sin nombre. E n el mapa de W e i m a r , los con- tico con el nombre de Favia (Jluvius?). Demain, al
. tornos de Irlanda y de Inghelia y Escocia e s t á n bastante norte de cabo Agilón (Augulón, A g u l a h ) , Citarlis ó
bien figurados, pero los países puestos al Noroeste, Cintarlis, parece ser una reminiscencia de Cirta Julia
por ejemplo, la Escandinavia, el Báltico, l a Alama- de Ptolomeo, capital de Numidia, indudablemente la
gna, la provincia de Pursia (Prusia) y la Polctna, ( P o - Constastina de hoy (Edrisi, Africa, ed. H a r t a m n n ,
lonia) prueban la misma ignorancia que se advierte en página 241). L a interpretación intentada derivando
las obras de Bianco, F r a Mauro y Rivero. Cintar-lis del A n g r a de Antonio González da Cintra,
Conocíase mejor el noroeste de Africa que el norte bahía situada á tres y medio grados al S u r de Bojador,
de Europa, Desde la desembocadura del E s c a l d a h a s t a paréceme menos cierta.
la extremidad de J u t l a n d i a , la costa en el mapa de Los mapas más antiguos de Agathodcenion, donde
W e i m a r está figurada sin interrupción de N o r t e á Sur, hay lagos puestos en el país de los Melano-Gétulos,
de suerte que Holanda., Frixa (Frisia) y D i n a m a r c a pueden haber sido el origen de estos extraños sistemas
(Dana) se confunden en una misma península. hidrográficos de la costa occidental del África y de esas
3.° F r e n t e á la isla de Chañaría está situado ei g r a n dobles líneas de agua que desembocan en lagos del in-
cabo Buqdor (Bucedor), nombre que con frecuencia se terior del Continente. L a parte del mapa de 1424 que
daba en la Edad Media al cabo Bojador. Encue'ntrase he hecho gravar, prueba que, en la configuración, no está
tambie'n en el mapa general de Bianco; pero en la hoja por cierto copiada del Atlas de A n d r é s Bianco.
número 5, que es la que comparamos aquí al mapa de 1424, Continuando el orden cronológico, en que aparece
confúndese al cabo Bojador con el cabo N o n ( F o r m a - la A n t i l l i a e n l o s mapamundi de la E d a d Media, preciso
leoni, pág. 20). E l calco, grabado por M. Buacbe, es in- es nombrar, á continuación del mapa de origen italiano
exacto en este punto. de la biblioteca de Weimar, y el núm. 5 de A n d r é s
Cerca del cabo Non, del mapa de Bianco, en el para- Bianco, los mapas de Bedrazio y del cosmógrafo Martín
lelo de la isla Chañaría, desemboca el Jluvius Citarlis, Behaim.
que nace de un gran lago circular, situado en el interior E x i s t e en P a r m a un mapamundi del genovés Becla-
rio ó Bedrazio, que tiene dos pies y dos y media pulga-
E l globo de Beliaim ofrece dos particularidades res-
das de largo y dos pies de ancho: A n t e s que Zurla, ya
pecto á la Antillia. La sitúa á los 24° de latitud, mien-
hicieron mención de él Pezzana y Paciaudi (1). Se ven
tras Toscanelli, en su carta á Colón, asigna á esta isla
en él las formas rectangulares de las islas Antillia y el paralelo de Lisboa ( 1 ) y la figura redonda y pe-
Sarastagio (Mano de S a t á n ? ) , y^cerca de Sarastasio queña, como la isla San Miguel, del archipiélago de las
(Satanaxio) una islita en forma de hoz (isolafalcata), Azores; mientras la isla de San Bradán tiene en el
llamada Dammar. E s t e grupo tiene la notable inscrip- globo de Behaim la forma rectangular que llama la
ción siguiente: [nsule de novo repte (repertse.) atención en el mapa de Andrés Bianco, pero que t a m -
Como más al Oeste de este g r u p o sitúa Bedrazio bién tienen la isla de Royllo de Bedrazio, la Giava may-
otra isla cuadrada con el nombre de Roí/lio, el bibliote- giore de F r a Maura, y el Japón (Zipangut) del geógrafo
cario Paciaudi ha creído ver en estas cuatro islas un de Nuremberg.
principio del archipiélago de las Antillas.
- L a opinión del sabio Zurla (2), de que «la forma rec-
E s t e notable m a p a es de 1436, por tanto del mismo
tangular de la Antillia» prueba que es la Atlántida de
año que el A t l a s de Bianco y no anterior á éste, como
Platón, no merece serio examen. E n la extensa y ver-
asegura el cardenal Zurla ( 2 ) . L a isla en forma de
bosa topografía de la Atlántida, que presenta el Critias,
hoz encuéntrase también cerca de la Man Satanaxio
jamás se habla del contorno general de esta isla, descrita
(un poco al Norte) en el mapa de 1424.
como montuosa, cubierta de bosques, rica en aguas ter-
Citanse con frecuencia, como conteniendo también
males, donde pacen elefantes. L o que P l a t ó n dice de la
la isla Antillia, los postulanos de Gracioso (3) Be-
nincasa de Ancona y de su hijo Andrés (1463-1173); mapa de Bianco (1436) cerca de una isla al NO. de Irlanda;
pero se ha tomado, según parece, u n mapa mucho me- pero en la segunda mitad del siglo x v era el bacalao objeto de
nos antiguo, de Blaze Youlodet, redactado en 1586, la pesca en las Orcades y en Tslandia, También se figuran islas
donde se encuentra, al Oeste de Irlanda, una tierra lla- al O. de las Azores en una carta marina del mallorquín Pedro
Roselli (1466), que poseyó hace tiempo la familia Morl en Nu-
mada Scorafixa ó Stocafixa (Bacallaos?), por una obra
remberg, y que se ha supuesto fuera un mapamundi del si-
de A n d r é s Benincasa (4). glo x i v (MUÑOZ, I, pág. 428).
(1) Es inútil discutirla longitud, dependiente de las confu-
sas ideas que se habían formado de la distancia de Quinsai'
(1) G'iornale di Pildora, 180!!, Febrero, pág. 138.
y de Cipango á las costas de Portugal. Ya hemos hecho ver
(2) Viaggi, t. II, pág. 333.
anteä, al analizar la carta de Toscanelli, que el astrónomo
(3) SPREXGEL, pág. 5-1, El célebre mapa de Fra Mauro no
florentino sitúa Li Antillia á un cuarto de la distancia total.
tiene la Antillia, aunque Bianco contribuyó a ejecutarlo.
Beahim (tomando á Zipangut ó Cipango por término extre-
(1) Compárese FOBMALEOXI, p á g i n a s 43 y 45, con ZURLA,
mo), á ——
Mappa mondo di Fra Mauro, pág. 102, y Viaggi, t. II, pag. 353. 2,7
El nombre de Stoclifis aparece, sin embargo, también en el (2) Viaggi, t. n , pág. 334.
forma tetragonal ó cuadrada sólo se refiere á una lla- Méjico, la antigua Tenochtitlán, fué fundada por los A z -
nura (tdTOStov) de 3.000 estadios de larga y 2.000 esta- tecas en el lago Tezcuco, el año de 1325 de nuestra era, y
dios de ancha, situada en la parte meridional de la A t - se unía á las orillas del lago por medio de diques traza-
lántida. E s t a llanura ( 1 ) , qne rodea la cindadela de dos en línea recta. Sin llegar A Solón ó al Peplum de
Neptuno. pertenece al monarca reinante; confina por el las pequeñas Panatheneas, sería preciso atribuir á P l a -
lado Sur con la mar, y al Norte, E s t e y Oeste linda con tón una previsión de diez y seis siglos y medio.
las propiedades de los nueve arcontes, terreno Heno de Digno es de notar que, á pesar délo vivamente que
montañas v cuya forma no está designada. Ademas, impresionaron el ánimo de Colón la carta y el mapa de
aunque Pl'atón dijera que la forma de la Atlántida era r u t a de Toscanelli (Colón copia frases enteras de la carta
rectangular, no liabía motivo para suponer que, en el en la introducción del Diario de su primer viaje), ni él, ni
momento de su destrucción (2) se había quebrado la isla Gomara, ni Oviedo ó Acosta, ni los mapas de América ó
como u n pedazo de espato de Islandia en fragmentas los mapamundi añadidos á las ediciones de Ptolomeo
completamente semejantes y que la Antillía representaba desde 1508 mencionan la Antillia. Cuando Colón entra
en el puerto de Lisboa el 4 de Marzo de 1493, no nombra
uno de estos fragmentos.
la Antillia como punto de partida, dice que viene de Ci-
Tampoco buscaremos los restos de la Atlántida en las
pango. .
formaciones que sirven de base á la creta de Inglaterra
en las arenas verdes y el wealdclay (3), ó, como se h a Recapitulando cuanto sabemos acerca de los primeros
hecho más recientemente, «el plano de Méjico en el for- descubrimientos de las islas de la India occidental, no
tín de la Atlántida, qne Neptuno rodea de fosos llenos de veo en qué podría apoyarse la opinión de que Colón
agua y de estrechas lenguas de tierra» (4). L a ciudad de mismo llamó Antillia á las islas Caribes. E l primer indi-
cio de dicha aplicación lo encuentro en estas palabras de
(1) Critias, páginas 113 y 118 Steph. Las Oceánicas, de Pedro Mártir de Anghiera (1): « I n
(2) Timcens, pág. 25 Steph. Hispaniola Opliiram insulam sese reperisse refert (Colo-
(3) L Y E L L , Principies of Geology., t. I I I , pág. 281. nus), sed cosmographicorum tractu diligenter conside-
(4) La ciudadela (el Fuerte Koyal de la Atlántida) está si-
rato, Antilice ínsula; sunt illaj et adjacentes aliaj.» H e
tuada en una llanura cuadrada, á 50 estadios de la costa meri-
dional; rodéanla tres anillos de agua salobre separados del aquí la denominación geográfica de Antillas en plural.
Océano, y alternando con dos anillos ó lenguas de tierra circu- Pero hay más; la única vez que se encuentra en las car-
lares, Un canal, abierto detrás del anillo exterior, lo pone
en comunicación con el mar. Fste sistema hidráulico, que re-
cuerda los siete mares circulares rodeando el disco terrestre
indio (más acá del Lókalóka), completa la ordenación regular (1) Déc., lib. I, pág. 11 (edic. Bas., 1583). Esta Década, dedi-
que preside las ficciones geográfico-politicas de Platón, ficcio- cada al cardenal Ascanio Sforza, tiene una fecha cierta. Fué
nes que sólo pueden entretener, dice irrespetuosamente el pa- terminada en Noviembre de 1493, dos meses después de la
dre Acosta (lib. i, cap. xxil), á niños y viejas. vuelta de Colón de su primer viaje.
E s t a s aplicaciones de nombres geográficos eran muy
t a s de Amérigo Vespucci el nombre de Colón, va unido
arbitrarias en los primeros tiempos de la conquista.
al nombre de Antillia. «Venimu3 ad Antiglice insu-
Schoner (1) toma todavía, en 1533, la ciudad de Mé-
lam quam paucis nuper ab annis Christopliorus Colum-
jico (Temistitlán) por el Quinsal de Marco Polo, la cé-
bus discooperint.» E s t a s palabras (1) están tomadas de
lebre ciudad china de Hangtcheu-fu. Gomara, que no
la relación del (supuesto) segundo viaje de Yespucci, d e l
d u d a de la identidad (2) de la América y la Atlántida,
que dice haber terminado el 8 de Septiembre de 1500.
hace derivar este último nombre de la palabra mejicana
L a correlación que existe entre los acontecimientos
alt (agua), fantasía etimológica repetida muchas veces en
prueba que el nombre de Antillia lo dio Vespucci á la
nuestros días, recordando además el nombre tártaro del
isla Hispaniola, y que su relación es la del viaje que hizo
Volga, Attel, la grande agua.
con Ojeda; porque en el (supuesto) primer viaje, cuya
fecha de partida fija Vespucci en 20 de Mayo de 1497 P o r lo demás, con la denominación de islas Antillas
la Hispaniola se llamaba pura y simplemente Ity, co- h a sucedido, como con la de América. E s t o s nombres
rrupción sin duda de Aity (2). Bartolomé de las Casas fueron propuestos, el primero, como hemos visto, por
nos dice que (3) eran los portugueses quienes aplicaban Anghiera, en 1493, y el segundo por Ylacomylus, en
con preferencia á la Hispaniola el nombre de Antillia. 1507, y sin embargo, fué preciso que transcurriera más
de u n siglo para que su uso se generalizara, Cristóbal
Colón no dió jamás una. denominación al conjunto de
las Islas de la India que había descubierto. E n los pri-
(1) NAVARRETE, t. III, pág. 261. Cito con preferencia el meros tiempos de la conquista no se conocen más que los
texto latino, conforme á la Cosmograpliia Introductio de Mar-
tin Ylacomylus, cuya edición de ,1507 tengo á la vista, si bien
respecto al idioma en que escribió Vespucci hay casi tanta in-
certidumbre como al que'usó Marco Polo, siendo muyjprobable (1) Opusculum geogr., 1533. Pars. 11, cap. 9. «De regionibus
que las dos primeras cartas fueran redactadas en español y las extra Ptolomfeum (es decir, que Ptolomeo no menciona), Ba-
dos últimas en portugués. NAVARRETE, t. n i , pág. 185. El texto chalaos dicta á novo genere piscium; desertum Lop; Tangut-
original délas cartas de Vespucci no ha llegado á nosotros, y la et México regio in qua urbs permaxima in magno lacu sita Te-
edición latina de 1507 es, como en ella se dice, en el cap. v (fo- mistita, sed apud vetustiores Quinsay erat vocata.» Sin duda á
lio 9 de la edición que empleo) ex itálico sermone in gallicum causa de la proximidad de un gran lago y de la multitud de
et ex gallico in latinum versa. canales indicados en la descripción de QuisaV, «Citádel Cielo»
(2) «Vidimus ibidem quem máximum gentis acervum, qui de Marco Polo (cap LXVIII), se confundieron dos ciudades,
insulam illam Ites nuncuparent.» ILACOMYL., fol. 36. (La edi- una de Asia y otra de América.
ción de 1507 no está paginada.) C A N O V A I , Elogio del Vespucci, (2) Historia de las Indias, 1553, fol. 119. Guillermo Postel
página 8 0 ; F R A N C . BARTOLOZZI, Ricerelie eirea alie scop. di intentó caníbiar las denominaciones de los continentes, lla-
Vesp., pág, 98. mando atrevidamente á América Atlantis, á Africa Cliame-
(3) Hist. gen. de las Indias, lib. I , cap. 164 ( N A V A R R E T E , sia, etc. Véase Cosmograplñcw disciplinai Competid (Bas. 1561,
tomo XII, pág. 333). páginas 13 y 57).
nombres de Islas de Lucayos (1) (las islas Bahamas) en absoluto su etimología ( 1 ) . Probablemente lo que
y de Islas de Barlovento (2) ó Islas de los Caribes y de más contribuyó á poner el nombre de Antillas en los
los Caníbales (3) aplicadas al grupo que se extiende mapas de América fué la gran celebridad de los mapas
desde la Trinidad á Puerto Rico (Boriken). de Cornelio Wytfliet y del Theatrum Orbis terrarum do
E n los mapas de J u a n de la Cosa y de Rivero no hay Ortelio (2).
ni rastro del nombre de Antillas. La reseña italiana de
(1) M A U R I L E DE S A I N T - M I C H E L , religioso carmelita, Vo-
todas las islas del mundo por Benedicto Bordone (4),
yaged'es iles Camerqanes en VAmerique. Taris, 1652. Dicese
no lo conoce, ni tampoco el Isolario, de Porcaccio (5), en él, pág. 41 : «La Guadalupe es une des moindres des iles
el Ptolomeo italiano, de Antonio Mangini, de 1598, la qu'on apelle Camerqanes.» En B E R T I I , Breviarium totius or-
Cosmographie, de A n d r é s Thevet (6) y la Descripción bis, 1624, pág. 13, encuentro el nombre de Insidie Carnereante
vel Antillias aut Caribes. (¿Será acaso un nombre caribe?) En-
de las Indias occidentales, del historiógrafo Herrera (7),
tre los nombres caribes de las Pequeñas Antillas, coleccionados
terminada en 1615. por el padre Raymond Bretón [Diet. caribe-frangais, Auxerre,
E s verdaderamente extraordinario, que después de tan 1665, pág. 409), ninguno hay análogo al de Camercana. Las
largo olvido durante todo el siglo xvi, un nombre, que islas Santas llamáronse Caárucaera, la Granada, Camalogue;
pero Lorenzo de Anania (Frabriea del Mondo, pág. 319) si-
por primera vez habia aparecido en UD mapa de 1436, túa cerca de Cuba y lejos de las regiones habitadas por los
sea el que al fin haya prevalecido en Europa. E s t e nom- Caribes ¿ fines del siglo xv la isla Camarco. García (Origen de,
bre era sin duda más sonoro que el de islas Cainer- los Indios, pág. 234) supone que caracteriza los nombres geo-
gráficos caribes la silaba inicial car, como en Caripe, Cam-
canas que conocemos por el Breviario geográfico de
pano, Caroni, Cariaco, y en la denominación del pueblo entero
Bert, y por el viaje de un religioso carmelita; pero ignoro Carina ó Carinago. ¿Es preciso entender por Antillas, Islas Ca-
merianas? (Belat. hist., 1.1, pág. 692). Mi hermano, que conoce
fundamentalmente la estructura de las lenguas americanas,
encuentra que en Carinago, ó mejor, Callinago, según el len-
(1) GOMARA, fol. 20. guaje de los hombres, y Calliponam, según el lenguaje de las
(2) AOOSTA, lib. i, cap. 14; lib. i n , cap. 4. Roberto Regnauld mujeres, Cali ó Cal contiene todo el nombre del pueblo. Calina
(Cauxois), en su ingenua traducción dedicada al gran Enrique (Dic. Galibi. París, 1763, pág. 84) es tan sólo una abreviación
en 1597, llama «la Guadalupe, la Martinica y Marigalante, los de Callinago. He buscado inútilmente las islas Camercanas
faubourgs de l'Inde.» en las detalladas cartas de ruta del siglo xvi de las Pequeñas
(3) Vida del Almirante, capitulos 45 y 77. Antillas, que presenta Hakluyt (t. III, páginas 603-627, edición
(4) Isolarlo nel qu/il si ragiona di tutte l'Isole del Mondo. de 1600).
Venegia, per Nicolo d'Aristotile (alias de Ristotele) detto Za- (2) Con el nombre de Antillas figuran las islas Caribes en
pino, 1533. el mapa de América de 1587 ; pero el texto de Ortelio no cita
(5) TOMASO PORCACCHI DA C A S T I G L I O N E , Arretino, Delle el nombre de Antillas ni siquiera en la edición de 1601, que es
Isole più famose del Mondo. Yenecia, 1576. treinta y un años posterior á la edición princeps ( W Y T F L I E T ,
(6) La Cosmographie universelle, 1575. Descr. IHol. augmentum, 1597, pág. 96).
(7) Cap. 7 (edic. de 1728, t. iv, p. 12).
E n cuanto al origen del mito geográfico de la Antillia, llia de Bianco, ancha como E s p a ñ a , sea la isla de San
de Andrés Bianco, preciso es distinguir, como en todos Miguel, por la única razón de que los portugueses, aun
los mitos, el elemento ideal y la aplicación de este ele- hoy, dan á una parte de esta isla el nombre de Sete Ci-
mento á una localidad determinada. U n acontecimiento tacles. Lo único que prueba esta denominación, es que
verdadero, una emigración por mar, c u a n d o los árabes los navegantes y los colonos portugueses no olvidaban
invadieron la península ibérica, dejó v a g o s recuerdos las antiguas tradiciones populares. E l razonamiento
que lian sobrevivido á las desgracias públicas. Los emi- de M . Buache nos llevaría también á buscar la Antillia
grados tuvieron quizá el deseo de ir á l a s islas Afortu- y las Siete Ciudades á la península del Yucatán ó al
nadas, de buscar u n asilo, como 'Sartorio cuando huía de N o r t e de Méjico en el seno del Nuevo Continente.
las tropas victoriosas de Sila, y la imaginación de los Cuando admiró á Francisco Hernández de Córdoba
pueblos, que embellece las tradiciones nacionales, tras- (en 1517) el aspecto de los templos (teocallis) construí-
ladó un hecho histórico natural al p a í s de las ficciones. dos con piedras labradas y la civilización de los pueblos
Se suponía que los fugitivos habían f u n d a d o una colonia del Yucatán; cuando descubrió las grandes cruces que
floreciente en el centro del A t l á n t i c o , pero cuando se adoraban, creíase generalmente, dice Gomara (1), «que
supo, y no tarde, que dicha colonia cristiana no estaba eñ los españoles que huyeron de su patria al ser invadida
las islas Canarias, archipiélago muy visitado á causa del por los árabes, en tiempo del r ey Rodrigo, llegaron á
comercio de esclavos guanches, fué preciso suponerla aquellas lejanas costas.»
más lejos y asignarle una posición d e t e r m i n a d a . E n la expedición aventurera que hizo el P a d r e fran-
Descubiertas las Azores, ó mejor dicho, encontradas ciscano Marcos de Niza ( 2 ) á Cibola (el país de los
de nuevo varias veces, pudieron e n g e n d r a r la idea de
una tierra muy extensa, porque se s u p o n í a la continui-
1835, pág. 192, hace la observación siguiente: «En 1445 for-
dad de la costa correspondiente á d i s t i n t a s islas. E n este
móse un pequeño lago en la isla de San Miguel, por impedir
sentido, yo creo que todo el archipiélago de las Azores nna corriente de lava la salida de las aguas; esté lago lleva
ocasionó que se fijara la posición de la A n t i l l i a ó isla de aún hoy el nombre de Algoa da Sete Citades. En sus inmedia-
los Siete Obispos y de las Siete Ciudades, pues no me ciones hay algunas cabañas á las cuales se las llama, sin saber
por qué, las Sete Citades.»
atrevo á conjeturar, como M. Buache ( 1 ) , que la Á n t i -
(1) Historia de las Indias, fol. 29. Herrera (déc. II, lib. m ,
capítulo 1) relaciona la adoración de estas cruces, que se en-
cuentran en Palenque y en el Chiapa, cou la profecía de un
(1) jifia», de VInstituto, 1806, t. v i , páginas 13, 17 y 21. santón mejicano llamado Chilam Cambal.
Sprengel decía en 1792 (Gesch. der Entd., pág. 373), hablando (2) G O M A B A , folios 1 1 5 y 1 1 7 ; R A M Ü S I O 1 . 1 . páginas 2 9 8 -
de las Azores, que «se las creyó primero (en el siglo x v ) las 302; HERRERA, déc. i v , lib. v n , cap 7. Yo h e relacionado ade-
Antillas de la India., célebres por el viaje de Marco Polo», más (Reí. Ilist., t. III, pág. 159, y Ess.ai politique, t. II, pá-
M. Boyd, en su interesante obra Description of the Azores, gina 153) las huellas de antigua civilización que el P. Garcés
bisontes, ó vacas corcovadas), más allá de los 36° de la- pero esta fecha es menos precisa (1). E l mapa de Bian-
t i t u d , buscábanse también las Siete Ciudades y «al rey co estaba terminado ( 2 ) cuando el I n f a n t e , «guiado
T a r a t a x (especie de Preste J u a n ) , que adoraba una cruz por mapas a n t i g u o s , sólo había hecho reconocer la isla
de oro y la imagen de una mujer, Señora del Cielo ». de Santa María, la única cuyo suelo no es volcánico»-
Si la isla Antillia hubiera sido igual á la de San Mi- E s t e mapa presenta á la vez los nombres árabes y cris-
guel de las Azores, no es probable que figurase en ma- tianos ; los de Bentufia '3) y San J o r g e ( S a n Zorzi),
pas que, como el de Bianco, presentan simultáneamente
todo el archipiélago de las Azores (1). Mejor se com-
prende que la Antillia, primitivamente señalada como
(1) Sigo la cronología de la Vida do Infante D. Henrique,
una gran tierra por confundirse las costas mal conocidas escrita per Cándido Lusitano, el historiador portugués José
de las A z o r e s , fuera puesta al Oeste de dicho archipié- Freire, Padre del Oratorio, que (páginas 319 y 338) toma los
lago cuando con precisión se reconoció su pequeñez y datos de documentos oficiales. La fecha de la primera tenta-
tiva hecha por Gonzalo Velho Cabral en 1431, está confir-
los contornos de cada una de las islas que lo forman- mada por una nota escrita en el globo de Behaim (MüRR., pá-
P a r a comprender bien la fuerza de este argumento pre- gina 29). La isla de Jesu, señalada en este globo y cuyo nom-
ciso es recordar las fechas verdaderas de los descu- bre no se encuentra en el mapamundi de Rivero, singularmente
exacto para el archipiélago entero, ¿era idéntica á la isla de
brimientos hechos por los portugueses en la región
San Jorge?
templada del Océano Atlántico. E s t a s fechas son las
El infante D. Enrique cedió en 1460 las islas de Jesu y Gra-
siguientes : descubrimiento del escollo de las Hormigas, ciosa á su sobrino Fernando, hermano del rey Alfonso V (BA-
en 1431; de la isla de Santa María, 1432; de la de San RROS, déc. 1, lib. 11, cap. 1). En el Aüa de Barros nada se dice
Miguel, 1 4 4 4 ; de Terceira, San J o r g e y F a y a l , 1449; del descubrimiento sucesivo de las islas Azores, sin duda por-
que este gran historiador trató el asunto en una geografía uni-
de Graciosa, 1453. E l descubrimiento d é l a s islas más
versal. que cita con frecuencia en las Décadas y que nunca ha
occidentales, Flórez y Corvo, parece ser anterior á 1449; parecido.
(2) M. Buache, en una Memoria, que por otros conceptos es
muy digna de elogio, ha sido inducido á error por la Relación del
segundo viaje de Cock, cuando supone «el descubrimiento de
encontró en 1773 en el Moqui, con las tradiciones de 1539, y á las Azores (de las Hormigas?) en 1439 y el de la isla de Santa
la vez he discutido la posición de Quivira y Cibola (Civora) María en 1447.» (Loe. cit., pág. 14.)
que "Wytfliet sitúa al Sur de su fabuloso reino de Anián, en la (3) Esta es la verdadera acepción, según las investigaciones
región inmediata al estrecho de Berhing. de Formaleoni y de Zurla. Buache leyó Bentvsia para conver.
(1) Behaim, que habitó en distintas ocasiones en la isla de tirla en Venusta, y la isla Graciosa (pág. 21), Tufla, puede de-
Fayal, no sólo sitúa la Antillia lejos del archipiélago de las rivarse de la raíz'árabe Tefele, crepúsculos de la tarde. Tefel
Azores, que llama Insulen der JfaMcJie, sino también asegura significa también, según Golio, la obscuridad, y Bentufia de-
que un barco procedente de España fué arrojado á las costas signa acaso un hijo de las tinieblas, denominación que conviene
de Antillia en 1414 (MURR., pág. 32). bastante á nn islote del Alare Tenebrosum de Edrisi. Quanden,
y sitúa con bastante corrección las nueve islas en tres de Thouiur (ó de las Aves), y dice que las águilas rojas,
grupos parciales; pero en vez de estar orientados estos provistas de enormes garras, se reúnen allí y cazan lejos
grupos de Sudeste á Noroeste, se encuentran casi de de las costas en plena mar. U n rey de los francos (se-
Sur á Norte. E l islote más lejano llámase ya Corvos gún dice Hueai'li) envió á dicha isla un barco para ver
Marinos. Los nombres de S a n J o r g e y de Corvo no aquellas aves; pero el buque naufragó».
fueron, p u e s , dados por los portugueses en 1 4 4 9 , sino Los comentadores de los geógrafos árabes reconocie- _
por otros pueblos de la E u r o p a latina. ron desde hace largo tiempo queda denominación de isla
Los dos pueblos rivales y aveutureros e n la Edad de los Azores (Insule Accipitrum) no es más que la tra-
Media, los normandos y los árabes, fueron, sin "Suda, los ducción portuguesa de islas de los Buitres* ó de los H a l -
que entonces (1) propagaron noticias ciertas acerca del cones de E d r i s i .
archipiélago de las 'Azores. A l g u n o s historiadores (2) Las tres islas del Brasil (Brazie, Brazir ó de Mayotas),
suponen en el siglo ix el descubrimiento h e c h o por los que señalan casi todos los portulanos (1) del siglo xiv
normandos. El geógrafo de N u b i a , que es d e l siglo XII, (por ejemplo, el de Pizigano, trazado en 1367) entre los
conoce en el A t l á n t i c o (en el mar Tenebroso) «la isla de paralelos del cabo de San Vicente y de Irlanda, son, sin
Ralea, que es la de las Aves, habitada por g r a n d e s águi- duda, también islas del grupo Ralea y de las Azores (2).
las ó buitres, que se alimentaban con pescados y volaban Quizá el nombre mismo de Antillia, que por primera vez
de continuo alrededor de la isla (3). E b n - a l - U a r d i (4) aparece en un mapa veneciano de 1436, es sólo una for-
conoce, según parece, esta misma isla con el nombre m a portuguesa dada á un nombre geográfico de los ára-
bes. La etimología que 9C arriesga á dar M. Buache
paréceme muy ingeniosa, y, sobre todo, resulta probable
en el Enchiridion eosmographicum, (Col. 1 5 9 9 ) , sitúa entre las si se la adapta con alguna más precisión al carácter pro-
Azores, además de la isla de las Siete Ciudades, la de Satap. pio de las lenguas semíticas. « E n el número de las islas
Véase J O A N . MYEXTIUS, Opuse, geogr., 1590, pág. 1 2 3 .
desconocidas que describe Edrisi (Pars prim*, Climatis
(1) No quiero detenerme más en esta investigación, ni discu-
tir aquí el origen de las monedas cartaginesas y cirenaicas que tertii, p. 71), y que son, al parecer, dice M . Buache (3),
se asegura haber sido encontradas en 1149 en la isla de Corvo.
Véase 6"ótliéborgslte Wetenshaps og Witterhets Samlingar,
1778, St. i, pág. 106. (1) ZURLA, Viaggi, t. II, pág. 324.
(2) MüRR., pág. 55. (2) Bianco aplica el nombre de Brasile sólo á la isla Terceira
(3) E D R I S I ( I n t e r p r . GaWiele Sionita), 1 6 1 9 , pág. 6 4 ; ó á un promontorio al Oeste de la bahía de Angra, que aun
HARTMANN, páginas 317 y 319. Bianco tiene también entre las lleva el nombre de Punta del Brasil (FLEURIEW, FOJ/age fait
Azores una Isola di Colombi, que no debe ser confundida con per ordre du roi en 1768 y 1769, vol. I, pág. 548.
la de Edrisi, pág. 85. (3) Le. c., pág. 27. M. Sprengel cree que la isla Terceira
(4) DE GUIONES, en los E-etraits des Manuscrits du Moi, no tiene nombre de origen portugués, aunque parezca indicar
tomo II, pág. 56. la tercera isla de*.abierta por orden del infante D. Enrique
las Azores, hay una llamada Mustaschin; Ebn-al-Uardi adelante. También puedo citar la isla Danmar (isla del
la llama Tinnin (1), lo cual significa isla de las Ser- vaso ó receptáculo de serpientes), que el mapa de Be-
pientes. E s creíble que la palabra Antillia tenga la mis- drazio, de que antes he hablado, sitúa al lado de A n -
ma significación, y que se derive de la palabra tinnin, tillia (1).
como la de Anjuan se deriva de la de Juan, que se en- La palabra Antillia, sustituida por Antillia, puede,
cuentra en muchos mapas antiguos». La última analogía sin d u d a , descomponerse en dos palabras portuguesas:
no es afortunada. L a silaba inicial paréceme mejor una ante é ilha; pero, conforme á la analogía de Antiparos,
corrupción del artículo árabe de Al'-Tmnin, y de Al-tin Anticirrha y Antibacchus (2) , significa, no lo que es
se habrá hecho poco á poco A n t i n n a y A n t i l l a ; como, opuesto á u n continente, sino á otras islas (3). Nunca
por un cambio análogo de consonantes, los españoles pusieron un nombre tan general y dogmático los mari-
hicieron, de crocodile, corcodilo y cocodrilo. E l dragón nos, que individualizan todo, y atienden con preferencia
se llama en árabe Al Tin, y la Antilia es quizá la isla á las condiciones de forma, de color ó de producciones.
de los Dragones Marinos (2); interpretación que parece L a lectura de los últimos capítulos de Marco Polo po-
confirmada por la figura de hombre que es arrastrado día infundir esperanzas á un geógrafo teórico, como lo
hacia el mar por un grupo de serpientes, figura puesta era Toscanelli, de que, navegando desde P o r t u g a l hacia
por Pizigano cerca de su isla de Brazir, y por las gran- el Oeste, se encontraría, antes de llegar al continente de
des serpientes esculpidas en u n monumento hecho de A s i a , la larga serie de islas que se extiende desde Zi-
piedra, de que habla Thevet, asunto que discutiremos más pangu á Selendiv; pero ¿por qué dar á una sola grande
isla, que se suponía situada en el archipiélago de las
E n sus sabias investigaciones acerca del Milione de L o s documentos publicados por el Sr. Capmany (1),
Marco Polo, el conde Baldelli h a hecho renacer la idea relativos al antiguo comercio de los catalanes, no permi-
de que el nombre de Bracie, convertido en Brasil, se re- ten dudar de la importación de la madera de tinte ó bra-
fiere al fuego volcánico de las Azores, y por ello ve'ome sil en E s p a ñ a desde 1221 á 1243, y desde el siglo ix era
precisado á entrar sobre este punto en algunos detalles conocida esta preciosa producción del Malabar y del A r -
etimológicos. Procuraré ser breve, recordando, sin em- chipiélago de la India. Abuzeid-el-Hacen, natural de
bargo, que el examen filológico á que el geógrafo somete Siraf, uno de los dos viajeros árabes cuyos itinerarios
h a publicado R e n a u d o t , elogia la madera roja de la
los nombres de las islas, de los ríos y de los pueblos,
isla R a m n i ó Sumatra. E l geógrafo de Nubia (2) men-
sirve frecuentemente para descubrir su identidad en gran
número de mapas y para impedir la duplicidad de deno-
minaciones (1). (1) Memorias sobre la antigua marina, comercio y artes de
Tres siglos antes de la expedición de G a m a , cuando Barcelona, t. II, páginas 4,17 y 20. En la tarifa de Collioure,
en el Rosellón de 1252 encuentro eanquas de brazil, laca y
el comercio con la I n d i a hacíase por la vía terrestre, en grana, como tres objetos distintos.
Italia y en España era conocida con los nombres de ( 2 ) R E N A U D O T , Anciennes rélations des Indes, pág. 5 :
bresili, brasili)/, bresilji, braxilis y brasile una madera EDRISI, pág. 33. Alrami es probablemente una corrupción
roja á propósito para teñir las lanas y el algodón. M u - de Ramani (Ramni, Lamery), que designa la isla de Sumatra
(SPPENGEL, pág. 176). Edrisi describe el carcaddan ó rinoce-
ratori (2) h a comprobado este hecho por medio de las ronte de la isla Alrami, pero le atribuye un cuerno solo, lo
tarifas de la A d u a n a de Ferrara de 1193 y de las de mismo que hace Marco Polo al hablar del rinoceronte ó Leon-
Modena de 1306. corni de la Gavia Minore (lib. III, cap. 12; BALD., 1.1, pág. 240:
tomo II, pág. 393). Seguramente el rinoceronte de Sumatra es
bicornio como el de Africa, del cual, por lo demás, difiere mu-
1 cho; mientras el rinoceronte javanés es unicornio, como el ri-
(1) Bel. hist., t. n , páginas 676 y 703. Ralegh convierte en noceronte del continente de la India.
la Guayana'el Guarapo ó Río Europa; y Malte Brun, á pesar
de ser tan juicioso, hace de las palabras españolas se ignora el Este dato de geografía zoológica no debe, sin embargo, obli-
origen la frase «río Oregán ú Origán». garnos á admitir que los nombres de Alrami, Ramani ó Java
|i|(2) Antiguit. ital., t. II, déc. xxx, páginas 894-899. En la Minor designan más bien la isla holandesa de Java que la de
tarifai de los Ferrareses de 1193, la frase grana de Brasili, Sumatra, porque se oponen á ello otras muchas razones discu-
puesta delante de pipere, zucaro y zafrano, podría engendrar tidas por Mr. Marsdeu. Los marinos árabes observaron muy
alguna duda; pero en la tarifa de los Modeneses de 1376 la pa- poco, sin duda alguna, el animal vivo y, conociendo másá
labra grana no existe, estando en cambio la de carga (soma) fondo el rinoceronte del continente de Asia, ó, por mejor decir,
di Braxilis. La palabra grana, aplicada después á la cochini- su gran cuerno, que se usaba como vaso apropiado para descu-
lla de América, designaba en la Edad Media el Coccus poloni- brir el veneno en un licor, sus descripciones no pueden ser mi-
cus y el Coccus lacca d é l a India, mezclado al producto del nuciosamente exactas. El mismo Mr. Marsden, en su excelente
Croton lacciferum (en sanscrito, lakcha). Ignoro el origen de obra relativa á Sumatra, publicada en 1783, habla también
la denominación de gram de Brasile, de rojo ó laca de Brasile. (página 140) del único cuerno del rinoceronte de Java, y en la
ciona también la misma madera de tinte entre los obje- cies de madera roja con el nombre de bakkam, sobre todo
tos de comercio de la isla Alrami que se cree sea la la madera de chandana (Pterocarpus santalinus), que en
misma S u m a t r a , aunque la sitúa á tres días de nave- Bengala lleva también el nombre persa de bukhum (1)
gación de Ceylán ó Selan-dib (Sarandib). E l texto árabe y de la cual ha extraído M . Pelletier la verdadera laca
llama bakkam (1) lo que las traducciones latinas deno- roja.
minan bresillum. Yimos anteriormente que desde el siglo xiv las islas
Marco Polo conoció la madera colorante llamada ver- del Atlántico, pertenecientes probablemente al Archi-
zino , pero sólo la nombra u n a sola vez, y no para indi- piélago volcánico de las Azores, aparecían en los mapas
car el sándalo rojo, del cual dice que liay bosques en la con los nombres de Bracie, Berzil y Brasil. Pedro Coppo
isla de San Lorenzo (Madagascar), sino para comparar d a Isola supone en su Portulan (2) de 1528 que Cris-
al verzino una planta de Sumatra que se cogía, cada tres tóbal Colón, antes de llegar á las costas de América,
años y de la cual sembró semilla, sin buen éxito, en el tocó «en las islas V e n t u r a , Columbo y Brasil.» A pri-
territorio veneciano (2). mera vista parece seguro reconocer en uno de estos nom-
M . Marsden supone (3) que la madera de Bresil de bres geográficos el de un bosque de madera roja de la
la E d a d Media, la de las Indias Orientales, era el sapang India; pero ¿cuál puede ser el árbol que, en un grupo de
de los malayos (Cesalpinia sapan); pero creo probable islas cuya flora se parece á la de Portugal, ocasione tan
que los árabes introdujeran en el comercio muchas espe- e x t r a ñ a equivocación?
Como el mapa de Pizigano de 1367 dice yxola Brazie
tercera edición (pág. 116) supone que en Sumatra hay dos rino- (no Brazir) s<y¿ Mayotas, M. Buache opina, en su Me-
cerontes, uno unicornio y otro bicornio. Por lo demás, los ele- moria relativa á la Antillia, «que Mayotas, Bracir y Ter-
fantes que faltan en la isla de Java, y.que el viajero árabe, tra-
ducido por Renaudot encontró el año 851 en Ramni, son un
dato zoológico más incontestable aún de la identidad de Ramni (1) L. c., p á g . 42. GARCÍA, AB HORTO ( A r i m a t u m hist., 1590,
y de Sumatra (Samantara). libro I, cap. 17, pág. 69), conocía ya el nombre sanscrito chan-
(1) Encuentro el nombre balil/am (lignum rubrum), cuya dana, y lo distingue de la madera de bresil (sin duda el de las
raiz probablemente no es semítica (porque bahama, morbum Indias occidentales), del Lignum santali rubri. Al chandana
contraxit, no tiene sentido), en el geógrafo Takuti, que perte- • Cesalpinia sapan se le llama también en la India (Roxb.
nece al siglo x v y que habla de la madera del bresil de Ceylán, Flor. Corom., t. I, pág. 18) BuJihan-Chitto de los Tolingas.
ya mencionada, por el viajero árabe que tradujo Renaudot (DE (2) Véase acerca de este Portulano veneciano, muy raro, á
GUIGNES, en Notice et Extr. des man., t. IX, pág. 411. Morelli, Lettera rarissima de Christoforo Colombo, pág. 63.
(2) In Milione, 11b. III, capítulos 8,14 y 35 (BALDELLI, La isla Colombo de Pedro Coppo da Isola, terra dell'Istria, es
tomo I, pág. 164; t. II, páginas 384, 398 y 454). Marco Polo, ed. la ixola di Colombi de Bianco; según Buache, Fayal En cuanto
de Marsden, pág. 612. á la isla Ventura, que el Portulano de los Médicis considera
(3) Sumatra, pág. 95. AIXSLIE , pág. 196. El sapang es muy también como sinónima de su isola di Colombis, véase B A L D E -
buscado en el archipiélago de la India para el tinte rojo. LLI, p á g i n a s x x x y CLXX.
cera son sinónimos y designan país arrasado por los vol- den (1). Revisando los diarios de ruta y las cartas de
canes.» Confieso no adivinar la etimología en que Colón, ni una sola vez encuentro el nombre de palo del
puede fundarse para suponer que la primera y la tercera brasil. E s seguro, sin embargo, que desde 1495, y, por
de estas denominaciones significan país arrasado por los tanto, mucho tiempo antes del descubrimiento de la
volcanes. Terra Sanctce Crucis, que hoy llamamos Brasil, u n a ca>-
L o s portugueses creen generalmente (y doy su opi- salpinea de Santo Domingo (la ccesalpinia brasiliensis)
nión sin garantizar la exactitud) que el nombre de Ter- f u é tomada por el braxilis de las Grandes Indias; el ba-
ceira indica la tercera isla descubierta (en 1449) después leara del comercio de los árabes.
de las islas Santa María y San Miguel. E n esta inter- Cuenta Anghiera, en el lib. iv de la primera década
pretación no se cuentan para nada las Hormigas vistas de las Oceánicas, que en el segundo viaje de Colón en-
por Gonzalo Velho Cabral en 1431. contróse en Iíai'ti «Sylvas inmensas, qua> arbores mi-
E l conde Baldelli ha hecho revivir la opinión del geó- llas nutriebant alias prieterquam coccineas quarum lig-
grafo francés, declarando más probable la explicación num mercatores Itali rerzinum, Hispani brasilum ape-
vulgar, la de la analogía de nombre con una madera tin- llant.»
tórea de la India. Y o no veo nada ardiente en los nom- E n el tercer viaje de Colón (déc. i, lib. 9, pág. 21),
bres de Mayotas y de Tercera; pero convengo en que cargaron en la costa de Paria tres mil libras de Brasil
Brazie recuerda las palabras de la Eurcfpa latina, braise «superior al de Haiti».
(francesa), braza y braseiro (portuguesas), brasero y bra - Vicente Yáñez Pinzón, de cuyo itinerario nos h a con-
ciere (española é italiana) (1). servado Grinseus un fragmento, llama en 1499 estos
Ignoramos de qué idioma de Asia en la Edad Media árboles vistos en P a r i a ( P a y r a ) «bosques de sándalo
se tomó el nombre de la madera de tinte brazilli ó bra- rojo».
xilis, ó si estas denominaciones, como las de índigo, de A medida que los descubrimientos se extienden al
campeche ó de jalapa, indican localidades de origen.. Sur del cabo de S a n A g u s t í n , sobre todo después que
L o extendida que estuvo en los antiguos tiempos la ci- P e d r o Alvarez Cabral tomó posesión en Mayo de 1500
vilización de la I n d i a en el g r a n Archipiélago de Asia, de la Tierra de Santa Cruz, aumentó la actividad del
induce á acudir á las raíces del sánscrito, raíces en las comercio de madera roja del continente americano.
cuales la significación de rojo y de fuego se confun-
(1) Confundiendo las palabras losa y loza, se ha dicho erró- (1) BoiD, l. c., páginas 316-318. Antes hemos dicho que ya
neamente que la estatua era de una especie de tierra cocida. en 1436 el mapa de Andrés Bianco presenta la isla de Corvos
(Mem, de l'Inst., t. vi, pág. 26.) marinos, nombre debido, sin duda, á las muchísimas aves que
(2) F R E Y R E ( Vida do Infante Dom Henrique, páginas 319- vuelan alrededor de la isla y no al aspecto sombrío de una
3 3 8 ) dice «antes de 1 4 4 7 » ; B O I D (Description of the Azores, montaña. No se tiene noticia de erupción volcánica reciente
1835, pág. 317) «hacia 1460». en Corvo, pero en la isla Flores hay un pico con cráter.
364 ALEJANDRO DE HUMBOLDT.
esta probabilidad, y entre marinos las ilusiones fantásti- certidumbre un mismo mito geográfico en la dirección
cas son más comunes, porque el aspecto de un litoral les de Oriente á Occidente. Comencemos por las columnas
produce impresiones más fuertes y duraderas. de Hércules, que en tiempos aun más antiguos eran lla-
Corvo no es en absoluto el p u n t o m á s occidental del madas de Saturno ó de Briareo.
archipiélago de las Azores, pues está á 3' 5 " en arco A l hablar Strabón de la fundación de Gades por los
más oriental (1) que Plores; pero al volver los buques Tyrios, discute con mucha sagacidad y despreocupa-
del Brasil, de Méjico y de las A n t i l l a s , favorecidos por ción lo que debe entenderse por el nombre de columnas,
el Gulf Stream (corriente de a g u a caliente del A t l á n - y pregunta si fueron monumentos levantados por mano
tico), pasan con preferencia á la vista de la isla más sep- del hombre, que dió su nombre á los sitios j u n t o á los
tentrional, la de Corvo. cuales los colocó. Habla con este motivo «de altares, de
L a forma de una roca del cabo noroeste no pudo re- torres y de columnas» á propósito para los límites de
cibir su significación misteriosa sino después del descu- un viaje (lib. i n , pág. 1 7 1 ) ; pero el geógrafo de A m a -
brimiento de América y en u n a época en que el comercio sia no emplea las palabras imagen 6 estatua de H é r c u -
era más activo y el mar de las Azores estaba más fre- les. E s t a s palabras pertenecen á un pasaje de un comen-
cuentado. E s t a circunstancia puede explicar hasta cierto tario que E u s t a t h e s añadió al texto de Dionisio de
punto el silencio de los autores de los siglos x v y x v i ; Charax, el Periegetes (1).
pero también puede ser que, en u n archipiélago repre- Sabido es que los árabes se ocuparon mucho de H é r -
sentado ya en el mapa de Bianco con la denominación cules, á quien sin cesar confundían con Alejandro,
árabe de Bentufla, haya contribuido alguna noción v a g a ó mejor, con un personaje bicornio, Dhulcarnaxn, que
de tradiciones conservadas entre los geógrafos orienta- abrió el estrecho de Cádiz, y cuya era asciende al
les (el scherif Edrisi, E b n - a l - V a r d i y Abdorraschid ó tiempo de Abraliam. E l geógrafo de la N u b i a , cuyos
Bakui) á dar celebridad á la f o r m a rara de la roca de testimonios reúno en una sola nota ( 2 ) , refiere que
Corvo.
Pláceme observar la filiación no interrumpida de las
ideas que desde la más remota antigüedad griega, h a s t a (1) EUST., Conivi., 6 4 , 1 0 (BERXHARDY, Geogr. grasei min.,
los portulanos del veneciano P i z z i g a n i , han atravesado tomo i, p4g. 96). Estas estatuas del Hércules Tirio no estaban
en el interior del templo de Gades, según dice I'hilostrato,
la E d a d Media, y que los árabes transmitieron á los
quien , no reconociendo los caracteres púnicos de las colum-
geógrafos de Italia; aunque sea raro poder seguir con nas metálicas del templo, añade (y la observación me parece
muy notable) que estos caracteres no eran ni indios, ni egip-
cios. Phil., in Vita Apoll. Tyan., v, 5. (Opp. eil Olear., pág. 190.)
(1) Mapa de Tofino, corregido con arreglo álas observacio- (2) Memorant autem in qualibet ex dictis insulis (Perenni-
nes cronométricas de Mr. Degenes: Corvo, 33° 31' 4". Flores, bus) cerni statuam lapidibus constructam et unamquamque
33° 36' 34".
statuam esse longitudinis centum cubitorum, et super quamli-
había seis estatuas colocadas en las orillas del mar; la fanal, para dirigir los barcos y hacerles saber que más
más oriental en Andalucía, en Gades; las otras en las allá no hay camino.»
islas del mar Tenebroso, en las Canarias (Khalidát), ha- Comparando estos dos pasajes de Edrisi y de Bakui
ciendo señal á los navegantes para que no fueran más allá. con otro de la geografía de E b n - a l - V a r d i ( 1 ) , donde
Yakuti, natural de Bakú y que por ello se le llama dice claramente «una de las estatuas colocadas en las
Bakui, dice lo mismo: «Las islas Khalidát (él las llama islas K h a l i d á t ó Canarias, sobre la cumbre de una mon-
Dgialidat), situadas á la extremidad del Mogreb (de taña, por Saad A b u k a r b , el Hermiarita, el mismo que
Africa), donde los sabios fijan el primer grado de longi- Dhulcamaini>, se ve que el mito de los geógrafos árabes
tud, son en número de seis. E n cada una de ellas hay
se refiere al Hércules de los orientales. Admitiendo seis
una estatua de cien codos de altura, que es como u n
estatuas ó imágenes de Hercules, se multiplicaban las
marcas ó señales para los navegantes, como Palepha-
tos (cap. 32) y Hésychio multiplican las columnas hasta
bet statuam kaberi simulacrum íeneum retro manu innuens. el número de 304.
HÍE status sunt sex: et unaillarum, uti Fertur, est idolum También como reminiscencia de estas tradiciones ára-
Cades quas est ad occidentalem partem Andalusiaj, et nemo bes, según observa juiciosamente M r . Buache, puso
novit ullam habitátionem ultra illas.» Edrisi, pág. 6.—«Ab Ín- Pizzigano, en el siglo x i v , en u n mapa de su portulano
sula Majed orientem versus, ad insulam Saba est iter trium
brevium dierum. In hac autem Ínsula conspiciuntur simulacra y entre las islas Brazie ó Azores, un medallón tras del
aliquot at litus maris, erecta dextene, quasi innuant aspicienti, cual aparece una figura con una banderola en la mano en
ac dicant: Revertere illuc unde venisti, quoniam nulla est á la que hay una inscripción, y haciendo señales hacia el
tergo nostro tellus quam adire possis.» Edrisi, pág. 37. El Sio-
E s t e con la otra mano, sin duda para detener á los na-
nita traduce estas islas Khalidát por Insulce perennes, pero el
derivado Jihuld, aplicado á Paraíso (jardín de la eternidad), vegantes (2).
prueba bien que se debería traducir como lo hace Mr. Freitag,
Insulte fortúnate. El primer pasaje de Edrisi me inspira al-
(1) L. c., pág. 55. Véase Edrisi, pág. 71, donde habla de lo
guna duda acerca del simulacrum de bronce que sirve de base
á una estatua. He consultado á mi colega de la Academia de compañeros de Dhulcamam, muertos por los habitantes del
Berlín, el sabio orientalista Mr. Wilken, y examinando el texto mar Tenebroso.
(2) M. Buache ha creído descifrar lo siguiente, en latín bar-
original, opina que debe traducirse de este modo: Además del
baro y en parte ininteligible : «Has sunt s t a t u s q u s stant ad
ídolo (sanam) de cien codos, hay en estas islas una figura de
ripas Antillice ; quarum q u a in fundo ad securandos homines
bronce.» FauJta, no significa sólo encima, sino también pretcer.
Malte Brun (Preois. de la Geogr., t. x, pág. 531) ha confundido navigantes, quarte est fusum adista maria quosquepossmt na-
las Cananas y las Azores. Las comunicaciones con las primeras vigare et foras porrecta statua est mare sorde quo nonpossunt
nunca quedaron interrumpidas en los siglos X i n y x i v (AL- intrare nauta » Zurla rechaza lo impreso en cursiva, no lee
B E R T U S M A G N U S , De mt. locor., lib. II, cap. 5; BOCAGE, CO-
el nombre Antillia y cree reconocer en las últimas líneas: «est
ment• de la Divina Comedia, II, 331.) mare sotile (paréceme mejor subtile, para aqua tenuis ó mare
breve) quo no poxit tenebant naves.» El exterior del medallón,
Se ve, pues, cómo el límite de estos parajes «quaj A n t e s de terminar lo relativo al Archipiélago de las
non amplius navigabilice s u n t propter brevitatem m a r i s islas Azores, añadiré algunas reflexiones acerca de las
et camum et algam» ha ido retrocediendo progresiva- monedas fenicias encontradas en la isla de Corvo y des-
mente hacia el Oeste. L a astucia de los fenicios lo colocó critas por M r . Podolyn, y del monumento de la isla de
primero junto á las columnas de H é r c u l e s ; Scylax lo San Miguel, de que habla el cosmógrafo A n d r é s Thevet.
señala cerca de Cerné (Gauleón); la E d a d Media, si- Refiere Mr. Podolyn que, durante una tempestad, la
guiendo las huellas de los árabes, cerca de Azores, donde resaca de las olas puso al descubierto una gran vasija
el banco de fucus (el mar de Sargazo) f u é visto antes de rota, dentro de la cual había algunas monedas. Las lle-
Cristóbal Colón. varon á u n convento, donde, desgraciadamente, fueron
Conforme á la serie de hechos, ó mejor dicho, de opi- distribuidas muchas entre personas curiosas. Nueve d e
niones que acabo de exponer, parece ser, al menos, muy ellas las enviaron á Madrid al P . Flores, quien las re-
probable que las imágenes de Hércules y la supuesta es- galó á M r . Podolyn. N o cabe duda, en vista de los di-
tatua de Corvo pertenezcan á un mismo ciclo de geo- bujos publicados en las Memorias de la Sociedad de
grafía sistemática. Pero la dirección de la mano, el Gothemburgo, que estas monedas de oro y cobre, donde
gesto, debió cambiar desde que el intrépido genovés figuran una cabeza de caballo, un caballo completo ó
hizo desaparecer el temor á los escollos del mar Tene- u n a palmera, son unas cartaginesas y otras cyrenaieas,
broso. y recientemente han sido comparados sus dibujos con los
de monedas conservadas en el gabinete del Principe R e a l
de Dinamarca. Pero aun suponiendo que el hecho de la
tras del cual se ve de medio cuerpo la persona, presenta dos vasija rota, descubierta en la isla de Corvo, esté bien
figuritas que están, al parecer, dentro del mar con agua hasta comprobado, no es absolutamente preciso admitir que los
las rodillas.
cartagineses hubieran llevado dichas monedas. Sabemos
Digno es de llamar la atención que los geógrafos árabes,
consecuentes con el principio de determinar los limites de la que los árabes y los normandos visitaron las Azores du-
navegación, admitieran también hacia el Norte de Europa esta- rante la Edad Media, y pudieron llevar consigo desde
tuas parecidas á las de Canarias. En Bakui (Extr. des Man., las costas de Sicilia ó de Túnez monedas púnicas ó cy-
tomo II, pág. 529) encuentro lo siguiente: «En una isla próxima
renaieas, porque de las primeras acuñaron gran número
á Bardmila hay una elevada montaña, y sobre ella una estatua
anunciando que no se puede ir más lejos en la mar.» Bardmila, en Sicilia, principalmente en Panormo, fundada pol-
pais de los Francos (cristianos), lo sitúa Bakui entre Irlanda y los fenicios. Del mismo modo se han encontrado con
el pais de Khozar, /bañado por el Athel (Volga). «El árbol frecuencia monedas árabes en las islas y en el litoral del
manca, que se cría en la isla de Bardmila, y cuya sustancia
encerrada entre el centro del tronco y la corteza, es comesti- Báltico.
ble», me parece ser el pino, cuya parte blanca comen por ne- D e estas dos hipótesis, la segunda, ó sea la del trans-
cesidad, y á guisa de pan, algunas veces los escandinavos. porte de las monedas por los árabes .ó por los norman-
dos, es la que h a parecido más probable á Malte las más orientales del Archipiélago de las Azores.
B r a n (1). Debería sorprender, sin embargo, que nave- A l nombrar esta última isla, debo referir u n hecho
gantes de la Edad Media hubieran depositado en las íntimamente ligado con el asunto que examinamos. A n -
Azores solamente monedas púnicas y cyrenaicas, sin drés Thevet, cosmógrafo del rey Enrique I I I , visitó en
mezcla de ninguna otra de distinto origen. Como la la segunda mitad del siglo xvi las fuentes termales de
fuerza de los vientos logra con frecuencia dominar la de la región de San Miguel, trastornada por erupciones
las corrientes, no se puede negar en absoluto que, h a - volcánicas en 1449, cerca de la Algoa da Sete Cidades, y
ciendo el comercio del estaño y del electrum, algunos con su estilo ingenuo y difuso (1) describe las caver-
barcos fenicios ó cartagineses se desviaran de su ruta á
través del Sinus (Estrymnicus, y fueran llevados á las (1) He aqui el curioso pasaje de la Cosmografía de Thevet, li-
costas de las Azores; pero ¿cómo es posible encontrar la bro XXIII, cap. 7 (edic. de 1575, pág. 1.022): «Estas islas del
huella de tal suceso en la isla casi más occidental del Atlántico han sido llamadas Essores; también essorer es pala-
bra francesa que significa lo mismo que enjugar ó secar'ó po-
Archipiélago, donde toca la parte del Gulf Stream que
ner al aire alguna cosa. Son nueve islas. En la de San Miguel,
se dirige de Oeste á Este? ¿Pasaron los barcos más hacia la parte del Septentrión y en la orilla del mar, regis-
allá de las Azores al Norte del paralelo de 40° y entra- trando entre las rocas los primeros que la descubrieron halla-
ron en la corriente al Oeste de Corvo y de Flores? L a ron un agujero de diez pies de alto y otro tanto de ancho; des-
pués de llegar hasta él, atreviéronse algunos á entrar dentro
solución sería más fácil si la vasija liubi&ra sido descu- con hachones, creyendo encontrar grandes tesoros; pero vieron
cubierta en las islas de S a n t a María y San Miguel, tan sólo dos monumentos de piedra; cada uno tenía lo menos
doce pies y medio de largo y cuatro y medio de ancho. Los que
(1) Precis. de fíeoi/r., t. X, pág. 596. En el siglo XVI hablóse han visto estos monumentos, trabajados bastante toscamente,
también mucho de una moneda con la efigie de Julio César, me aseguraron no tener rastros de inscripciones, ni otra señal
encontrada, según se decía, en una mina de América, y que de antigüedad sino el retrato.de dos grandes culebras que ro-
Juan Rufo, obispo de Cosenza, envió al Papa (HOEN., De Orig. deaban los dichos monumentos y con ellas algunas letras he-
Aviericanoriim, pág. 23). Ya el grave Ortelio dijo satírica- braicas de tamaño de cuatro dedos, y tan antiguas que apenas
mente que «la moneda la había perdido el mismo que la en- se podían leer; pero un moro, natural de España, hijo de
contró». judío, hombre versado en las lenguas, las pinta tales y como
aqui las presento, dejando la interpretación de las mismas á
Respecto á las monedas.púnicas de la isla de Corvo que los que profesan la lengua de los hebreos. Y por esto puede
Mr. Podolyn cree fueron dejadas allí por cartagineses náufra- juzgarse que dicho pueblo hebreo habitó, no sólo en el país de
gos, puestos después en comunicación con la Metrópoli, es sen- Judea, sino en todo el universo.»
sible que se ignore en absoluto cuál era la época y el estilo de
la construcción del edificio de piedra donde estuvo la vasija Á esta relación sigue la de la muerte de muchas personas
que contenía las monedas, porque al destruir este edificio las que «por filosofar y visitar las cosas más raras de la isla, entra-
olas embraveeidas fué. descubierta la vasija-en 1749. Creo la ron en está profunda gruta y no salieron de ella, de modo que,
verdad del hecho por la sinceridad con que lo refiere el padre por miedo á accidentes idénticos, fué cerrada con un muro la
Flores, de Madrid. entrada».
ñas donde, al llegar por primera vez los portugueses, nos nombres propios numídicos ó púnicos. I n ú t i l es, por
vieron «un monumento de piedra de doce píes de largo, t a n t o , insistir en un hecho cuya verdad no se puede com-
en el que había esculpidas dos grandes culebras y letras probar. Parece natural que si el moro inventóla inscrip-
hebraicas, que leyó, pero no interpretó, un moro natural ción, le hubiese dado un sentido preciso y sentencioso,
de España, hijo de judío.» expresado en caracteres hebraicos.
Como Tlievet, que formalmente traduce Insulas A c - El recuerdo de las islas del Brasil ó Brazie, que d u -
cipitrum (Azores) por Islas del Viento, es uno de los rante tanto tiempo anduvieron errantes en los mapas, se
viajeros más desprovistos de crítica, nada nos dice acerca ha conservado hasta nuestros días en Brasil Rock, seña-
del año en que esta caverna f u é murada, y cómo pudo lado en los bellos mapas ingleses de Purdy, 6 o al Oeste
copiar el moro una inscripción que, como ingeniosamente de la extremidad más austral de Irlanda,
observa M r . Viken ( 1 ) , podía muy bien tener a l g u - E n los mismos parajes, ó más bien, entre Irlanda,
Terranova y las Azores aparecen desde principios del
siglo xvi en los mapas de J u a n de la Cosa (1500), de
(1) Las inscripciones de Tlievet que me mandáis, me escribe
el sabio orientalista, no carecen de interés, y parece que hasta la edición de Ptolomeo (1522) y de Rivero (1529) con
ahora han llamado poco la atención. Sensible es que no tenga- igual incertidúmbre de posición, Mayda ó Asma'ides (1)
mos una copia exacta de los caracteres para juzgar su antigüe-
dad y su origen. No resulta claro si la inscripción estaba en
hebreo puro, lo que es poco probable, ó si el moro, hijo de
inscripciones fenicias se encuentran á veces escritas con letras
judio, la hizo pasar de una escritura á otra. La frase de Thevet,
griegas, y que el famoso pasaje púnico de la comedia de Plauto
«los caracteres eran tan antiguos que apenas se podían leer»,
(el Pwnvlus), aunque constantemente escrito con caracteres
es muy vaga. Aunque algunas letras del alfabeto fenicio tienen
latinos en todos los manuscritos de Plauto, sin embargo, lo
semejanza con el hebreo puro, por ejemplo, en la leyenda Ka-
imprimieron á principios del siglo XVII en letras hebraicas
rat khadaschath d'Ekhel (Doctr. nummorum, vet. P. CLV, t. II,
Felipe Parens y Samuel Petit. La transformación de un carác-
número 5), 110 debe suponerse que el moro pudo descifrar la
ter en otro es sin duda fácil, pero convengo con Mr. Wilken
frase entera. Si la inscripción era árabe, en caracteres cúficos,
en que es muy poco verosímil que el moro pudiera leer toda
debía ser fácil á un hombre de sangre africana trasladar éstos
la inscripción púnica.
á caracteres hebraicos. Lo mismo en fenicio que en árabe se
encuentra Makhtsal, que por la terminación en sal recuerda los (1) Benedicto Bordone (Isolarlo. 1533, pág. 18) pone mu-
nombres propios numídicos, por ejemplo, el de tíiempsal. Lo chas islas Asmeídes y Lorenzo Anania (Fábrica del Mundo,
mismo podría leerse Taal ó Baal ben; Martliarbaal ó Mathad- pág. 303); sitúa Granozzo y Máida un poco al Oriente de Terra-
baal, nombres púnicos bien conocidos ( T I T O L I V I O , X X I , 1 2 , nova, casi en el punto donde en el mapa de Juan de la Cosa
45; P O L Y B I O , I I I , 84; A P P I A N O , Bellum Annibal, cap. 1 0 ) ; está la Isla Verde, porque la gran isla de Trinidad, de Cosa, no
pero convengo en que, dada la escasa confianza que inspira la parece idéntica á Terranova. Hacia estas regiones boreales hi-
exactitud de la copia inserta en la Cosmografía de Thevet, cieron los geógrafos del siglo xvi avanzar progresivamente la
cualquier interpretación es arriesgada. Añadiré á estas obser- fabulosa isla de los Demonios, situada al principio frente á las
vaciones que en las piairas esculpidas de origen oriental, las, costas de África. Andrés Thevet ha dado «el retrato» de esta
isla, donde fué desterrada una señorita bretona, Margarita de
é Isla Yercle. U n a y otra están señaladas en los mapa-
mundi modernos, con los nombres de Mayda y Green
Rokc, como peligros inciertos.
!
Mucho tiempo he perdido en vanas investigaciones
L a fecha de 1160 es además dudosa, porque la Cró-
de las primeras fuentes de estos curiosos sucesos. ¿De
nica de la ciudad de Lubeck, de J u a n R u f u s , es desde
dónde supo G o m a r a , historiador generalmente muy
el año 1106, y dice que en esta remota época habia
exacto, que los indios habían sido llevados á* Lubeck?
muy pocas relaciones entre los mares del Oeste y del
¿Lo sabría por el piloto polaco J u a n Scolmus, de quien
antes he hablado, que en Bergen y en Dinamarca pudo Norte.
estar en relaciones con marinos de Lubeck? ¿Cómo es
posible que los continuadores de los x\nales de Othon riachuelo de Schwartow (Ilelmoldi Cltronica Slavorum, Lu-
beck, 1139, lib. i, cap. 20 y 57, p. 61 y 137), corresponde á la
de Freising y el franciscano Ditrnar, autor de la exce- época que media entre los años 795 y 823. Los Rugienos la in-
lente Crónica de Lubeck (1), nada supieran de estos cendiaron y destruyeron en 1139, y este suceso ocasionó la fun-
supuestos indios? dación de la nueva ciudad de Lubeck en 1140. No habían.
t-ranscurrido veinte años desde su reedificación en la época en
que, segán dice Gomara, llevaron allí los indios. Como esta
ciudad nueva fué también destruida completamente por un
país de las especias», en 1498 {Mem. nf. Seb. Cabot., pág. 87). incendio en 1157 (GRAXTOFF, t. II, p. 581), la suposición de
«II primo motivo, dice el cardenal Zurla ( Viaggi, t. n". pá- que fueran conducidos A esta ciudad comercial para mostrarlos
gina 284) deducevano dal Cornelio Nepote é parimente del al pueblo, náufragos llegados de las costas de Escocia ó No-
sapersi che á tempi di Ottone, imperatore fu trasportatala da- ruega, no me parece probable, porque hasta repugna á las cos-
venti nel Mare Germanico una nave de Levante.» tumbres de aquéllos tiempos. El silencio de Ilelmod, que era
Ocasión tendré más adelante, al hablar del mapa de una edi- CUTÍ» de una aldea á orillas del lago de Piren en el Holstein, es
ción de Ptolomeo de 1508, de discutir la denominación del rio tanto más importante cuanto que en 1164 vivía aún, como su
Polisacus (el Pulisangha) ó rio de Cambalu en China. propia Crónica lo indica claramente (cap. 94, p. 213).
A causa de la cita de los Othones y de Federico Barbarroja
Consulté a u n sabio, profundamente versado en la historia de
he examinado cuidadosamente, pero sin fruto, la célebre cró-
estas comarcas y que habita en el mismo Lubeck, Mr. Deecke,
nica de Ditmar, conde de Walembek (Cronogr. Ditmari, epis-
y he recibido confirmación de las dudas que acabo de exponer.
copi Merspurgensis, libri v i a , Helmst, 1667, páginas 17-8S) y
«Examinando de nuevo todas nuestras Crónicas, me escribió
la Crónica de Othónde Freising, continuada por Othón de San
Mr. Deecke en Enero de 1835, nada encuentro, absolutamente
Blaise y el canónigo Radevicus (MÜRAT, Script Herum Ital
nada, que permita adivinar lo que ha dado motivo á las extra-
tomo VX, páginas 640-736 y 742-758). Á ruego mío ha exami-
ñas noticias adquiridas por Eneas Silvio, Gomara y Sir Hum-
nado Mr. Deecke en Lubeck, y también infructuosamente la
phry Gilbert, cuyas investigaciones sobre el paso del Noroeste
rarísima edición de Othón de Freising, impresa conforme á
nos ha conservado Hakluyt. Debo, sin embargo, deciros que en
los manuscritos de la Biblioteca de Viena en 1515. ¿Quiso ha-
la casa donde se reunia el gremio de los marinos (Scliifferge-
blar acaso Eneas Silvio de una Crónica de Austria del obispo
sellseluift de Lubeck), se conserva una canoa groenlandesa con
Freising, que no ha llegado á nosotros?
una figura de madera, representando un esquimal, figura que
(1) G R A N T O F F . Citrón. des Franciseaner-Lesemcisters Dit- estuvo antes cubierta con el traje propio de los esquimales. La
mar, 1S29,1.1, p. xxix, 4 y 413. Ditmar alcanza en su Crónica canoa ha sido recompuesta muchas veces, y su inscripción más
hasta 1101; Alberto de Banderwik solamente á 1298. La funda- antigua es de 1607, pero según una tradición muy vaga, debió
ción de la ciudad antigua de Lubeck, situada á orillas del capturar un barco de Lubeck á estepescador esquimal en los ma-
E s t o s esquimales-indios no naufragarían en las cos-
t a s de Frisia, sino que, durante las grandes tempestades
y las irrupciones del mar ocurridas en 1150 y 1164, al-
g ú n barco de Lubeck los encontró cerca de las costas de
Europa y los capturó, como fué capturado el barco es-
quimal de que habla el cardenal Bembo.
ÍNDICE.
A l reunir y examinar bajo un punto de vista general
las pruebas de estas comunicaciones remotas favorecidas
por el acaso, elévanse las ideas, viendo cómo los movi- Páginas.