Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
T.A. Stearns era un despacho de contabilidad fiscal que operaba a nivel nacional y cuyo
negocio principal era su popular servicio de cálculo de impuestos personales. La enorme
reputación de Sterns se basaba en la alta calidad de su asesoría y la excelencia de sus
servicios. Las claves para lograrla fueron las bases de datos de cómputo y las
herramientas de análisis de nivel superior que sus agentes usaban para asesorar a los
clientes. Estos programas fueron desarrollados por individuos altamente capacitados,
por lo general abogados y contadores fiscalistas que adquirieron habilidades de
programación de manera extraoficial.
Los programas eran muy técnicos en cuanto a las leyes fiscales que abarcaba y al
código en que estaban escritos. Para perfeccionarlos, se requerían altos niveles de
habilidades en programación y capacidad de entender la ley. Además, era necesario
integrar rápida y perfectamente nuevas leyes e interpretaciones de las leyes existentes a
las regulaciones y herramientas de análisis disponibles.
Cuando se les pedía que realizaran un cambio importante en el programa, era frecuente
que desarrollaran herramientas de programación, llamadas macros, que les ayudaban a
realizar con mayor eficacia su trabajo. Las macros aceleraban la rapidez con la que se
podía integrar un cambio a los programas. A Cy le gustaba particularmente desarrollar
macros. Por ejemplo, en un proyecto reciente, se obsesionó con la perspectiva de crear
un acceso directo que le ahorraría una gran cantidad de tiempo. Una semana
después de enviar y entregar el código, así como las notas de publicación a la empresa,
Cy comentó con Tom que había creado una macro que le ahorró ocho horas de trabajo
en esa misma semana. Cy añadió: “Las olas están buenas y quiero estar en la playa”.
Tom era escéptico en cuanto al acceso directo, pero después de probarlo en su
propio trabajo, descubrió que en realidad le ahorro muchas horas.
T.A. Sterns tenía un programa que recogía sugerencias de empleados, a los que
premiaba por innovaciones que ahorrara dinero a la empresa. El programa concedía
a los empleados el 5 por ciento de los ahorros logrados con su innovación durante un
periodo de tres meses. Además, contaba con un plan de participación de utilidades. Tom
y Cy sentían que la pequeña cantidad de dinero generada por un premio de la empresa
no compensaba el dinero libre que ganaban cuando empleaban la nueva macro.
Deseaban el tiempo para descansar o para otras asesorías y además consideraban
que, como el dinero provenía de las utilidades, de cualquier manera, salía de los
bolsillos de los empleados. Parecían tener pocos incentivos para compartir su
innovadora macro con la administración.
Además de lo anterior, Tom y Cy pensaban que el grupo se vería afectado si la
administración se enteraba de la innovación. Ahora podían hacer el trabajo con tanta
rapidez que sólo se necesitaban tres programadores. Si la administración llegaba a
conocer la macro, quizás uno de ellos perdería su empleo y los trabajadores
restantes tendrían más trabajo que realizar.
Dave Regan, administrador del grupo de trabajo, se dio cuenta de la innovación varias
semanas después de que la empezaron a aplicar. Se preguntaba por qué el tiempo de
producción había disminuido un poco, mientras que la calidad había aumentado y obtuvo
el primer indicio de una respuesta cuando vio un correo electrónico de Marge dirigido a
Cy agradeciéndole por ahorrarle tanto tiempo con su “mente brillante”. Debido a que no
quería avergonzar a su grupo de empleados, el administrador insinuó a Tom que
deseaba saber lo que estaba pasando, pero no obtuvo ninguna información. No
comunicó sus sospechas a su Jefe, pues razonó que, com o la calidad y la productividad
aumentaron, no necesitaba realmente continuar con el asunto.
Dave sabía que su jefe pronto se enteraría de la situación y que pediría respuestas, pero
a él.