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ÍNDICE

- Introducción

- Capítulo 1. Fundamento Monista

- Capítulo 2. Fundamento Fiscalista

- Capítulo 3. Fundamento agnosticista

- Capítulo 4. Freudismo

- Conclusiones

- Referencias
Bibliografía utilizada

- Assoun, P. (s/f). “Introducción a la epistemología Freudiana”.

- Morales, H. (2008) Sujeto y estructura

- Gaos, F. (s/f). “La especificidad epistemológica del psicoanálisis”.

- Arana, J., Padial, J., & Rodríguez, F. (2013). “Monismo, dualismo, pluralismo”. Revista
de Estudios Interdisciplinares: Naturaleza y Libertad. 2() p. 1-11

- Foladori, H. (s/f). “Psicoanálisis y ciencia, bases del desencuentro”. p. 1-6

Posible bibliografía

- Nassit, J. (s/f). “Freud y la ciencia”.

- Freud, S. (s/f). “Obras completas. Tomo I”.


Epistemología del psicoanálisis

Puede iniciarse este trabajo hablando de manera sucinta sobre el origen epistemológico del
psicoanálisis, que tanto debate ha creado hasta nuestra actualidad y quizás aún más allá de
ella. La problemática en la epistemología se inserta en una revolución de pasiones y
posiciones teóricas que se conoce como “la querella de los métodos”, y tal como
mencionara Assoun (s/f), esta “Methodenstreit” surge a partir del ascenso de las ciencias
del espíritu o del hombre, inclusive llamadas “ciencias morales”. Es justamente la querella
de los métodos, lo que nos permite dar cuenta de como el surgimiento o irrupción de un
nuevo saber que es catalogado como inédito, ocasiona una auténtica reforma en el
conocimiento epistemológico científico.

Enmarcados en esta revolución epistémica se encuentran dos polos muy separados que
intentan tomar el control del conocimiento, por una parte están las ciencias de la naturaleza
o Naturwissenschaften y las ciencias del espíritu o Gesiteswissenschaften y en las cuales el
psicoanálisis se encuentra inmerso. Sin embargo el que se encuentre entre estos dos polos,
no responde al hecho de a cuál de ellos pertenece, y pareciera que Freud proclamo a su
teoría, puramente científica; ignorando y evadiendo la pregunta central de ¿es el
psicoanálisis una Naturwissenschaften o una Geisteswissenschaften? y la evasión se alude a
asegurar que cuando se habla de cientificidad no existen las alternativas, no hay más
conocimiento que el que se habla en las ciencias de la naturaleza.

Y es que el propio Freud, en más de una ocasión hizo referencia a las supuestas
características científicas de su disciplina, poniéndola en el mismo estatuto de otras ciencias
como la física o la química; evidencia de esto es la cita expuesta por Gaos (s/f) sobre Perrés
(1988, p. 463-503), quién abre una brecha interesante para quién desee aventurarse en las
complejidades que presenta la epistemología del psicoanálisis; dicho autor hace la
invitación a analizar sobre la posible existencia de epistemología(s) de Freud,
epistemología(s) freudianas y epistemología(s) del psicoanálisis; con esto que podría
llamarse categorías epistemológicas, lo que se intenta es hacer notar que más allá de las
adherencias científicas hechas por Freud para con su disciplina, es su objeto de estudio y su
práctica lo que inaugura una epistemología inédita y con ello un verdadero cuestionamiento
sobre las pretensiones de hacer de la epistemología una reflexión única sobre el saber.
Dicho lo anterior pueden plantearse una serie de cuestionamientos tales como ¿es el
psicoanálisis una ciencia natural o una ciencia del espíritu? ¿carece el psicoanálisis de una
epistemología? ¿éste intento por resaltar la subjetividad no es más que trasladar el
pensamiento científico al inconsciente? A lo largo del presente texto se intentará dar
respuesta a estas preguntas, en las cuales se encuentran las bases de toda la teoría
psicoanalítica.

Las respuestas a su vez responderán a una serie de objetivos planteados en torno a la


epistemología psicoanalítica, por tal el primero y el más general, pero no por ello carente de
importancia, será el de realizar un bosquejo de la misma. Acto seguido será menester
presentar las características del fundamento monista que contribuyeron al desarrollo del
psicoanálisis y por otro lado dar a conocer el fundamento fiscalista y su relación con el
psicoanálisis. También impera la necesidad de presentar un resumen del fundamento
agnosticista y su importancia para el inconsciente para así, y finalmente; poder bosquejar
los inicios del Freudismo para el desarrollo del psicoanálisis.
Capítulo 1. Fundamento Monista

Hablar de monismo implica tocar un aspecto de la ciencia que no es fácil de abordar y


mucho menos breve de explicar. Para ello hay que ir hasta sus raíces etimológicas y su
prefijo griego “monos” es decir “único” “una sola explicación” y particularmente de la
ciencia es su único fin. El sueño de la razón es desarrollar una explicación que vaya en
torno a una línea recta, a únicamente un rango de elementos en el sistema a un solo criterio
de inteligibilidad.

Al respecto de esto Arana, Padial y Rodríguez (2013), mencionan que con él (monismo) se
enlaza una aspiración inherente a la ciencia; la cual es la búsqueda de la simplicidad que se
refleja en la sencillez y elegancia de una teoría y que en ocasiones inclina la balanza en
favor de una u otra postura. Lo que se plantea en los postulados monistas es un
reduccionismo científico, tal como se ve implícito en la simplicidad y la sencillez que
deben manejar los paradigmas que en turno, inclinarán la balanza a su favor.

A su vez el monismo se encuentra dividido en polos extremadamente opuestos si de


cientificidad se habla, pues uno responde a lo puramente material (ciencia pura) y otro a lo
esencialmente espiritual. El primero es el fundador de lo que se conoce como materialismo,
desde el “atomista clásico” y de la edad moderna”, hasta el “neopositivismo y el
materialismo eliminativista” (Teruel, 2008: 35-52, 256-259; 2008 citado en Arana, Padial y
Rodríguez 2013).

Dicho lo anterior, surge la cuestión del cómo funciona la psique dentro del fundamento
monista. Freud desde el principio se desprendió de la concepción física y organísmica para
entender y explicar la vida psíquica. Nunca totalizó una explicación enteramente
reduccionista a lo biológico, sin embargo heredó del modelo médico la visión de que toda
anomalía mental tenía su localidad en el cerebro; sí, pero todo gira entorno a un
funcionamiento de descarga placer-displacer (Forrester, 1989). Sin embargo, habría que
hablar sobre la concepción de las ciencias en esa época, que incidió en Freud y el
psicoanálisis.

Las ciencias se dividían en dos polos: las ciencias del espíritu y las ciencias de la
naturaleza. Las primeras surgieron como reacción ante la pretendida universalidad de las
ciencias naturales, reivindicando el factor histórico inherente en las formaciones sociales
(Assoun, 1982). De hecho, las dos estaban influidas por la lógica del evolucionismo
darwiniano, sólo que en el caso de las Geisteswissenschaften había dos grupos; los de la
economía clásica y los racionalistas. Éstos últimos veían a la sociedad como un mero
agregado de individuos que, con la suma de sus acciones orientadas hacia un bien común
podrían dar cuenta de un desarrollo individual progresivo. En cambio los primeros veían a
la sociedad como un organismo, que siguiendo con la metáfora biológica, se adaptaba a las
condiciones impuestas históricamente por los modos de producción. En este sentido, había
una “secuencia histórica” de dichos modos (esclavismo, feudalismo, capitalismo), que era
interpretada con una connotación darwiniana: la sociedad tenía que arreglárselas para
avanzar (¿hacia dónde?) hacia el progreso cada vez más alto (¿para qué alto?) con el que se
mostraba el desarrollo natural y la supervivencia de los más fuertes (expresión de Spencer)
o, en su caso, la “desviación” con miras a la extinción.

De tal manera, no podía dejarse de lado la historicidad como cualidad de lo humano, que
vaga de manera latente influyendo sin ser detectado, sobre las costumbres y creencias de
los individuos. El monismo, como opuesto al dualismo, era propio de aquellos que
defendían una postura no segmentada, en la que sólo hay diferencia de grados. Freud no
participa en esa batalla epistemológica, se mantiene de alguna forma ambivalente frente a
los que creen en la fisiología como el futuro ya destinado para la psicología y los que han
considerado el mundo físico un epifenómeno de lo humano (Arana, Padial y Rodríguez,
2013).

A decir verdad, el surgimiento del estudio de la mente humana encuentra origen en diversos
modelos y paradigmas, uno de ellos proviene de la psicología experimental que arranca en
el último tercio del siglo XIX, el cual está plagado de ideas reduccionistas propias del
dualismo. Es justo aquí donde entra en juego la base en el pensamiento científico de Freud,
misma que impregnó en el psicoanálisis; tal como explica Foladori (s/f), el pensamiento
freudiano se desarrolla en el centro del imperio austro-húngaro, fue en dicha época en la
que Freud sostuvo contacto –y además fue discípulo de grandes investigadores- desde su
ídolo Helmholtz, pasando por Fechner, entre otros grandes personajes como Du Bois
Reymond o Herbart y uno de los más importantes Brücke, en cuyo laboratorio de fisiología
trabajaba el propio Freud realizando estudios histológicos durante más de 6 años. Todo este
grupo de grandes investigadores se estaba dedicando a realizar aportes innovadores en
ciencia, física, fisiología y luego en psicología, mismo grupo de pertenencia de Sigmund, y
desde el cual operaba de manera científica a partir de postulados que hizo suyos y que
convirtió en sus instrumentos de trabajo.

Puede concluirse este capítulo mencionando la ilación existente en la metapsicología de


Freud, entre los polos que hemos venido mencionando y que se unifican en su praxis, que
se pretende “colaboración” entre la naturwissenschaften y la geisteswissenschaften; la
relación entre los procesos fisiológicos y fenómenos psíquicos sólo deben de estudiarse por
los que estén a la altura de dicha empresa, pero tampoco se debe de negar que los que estén
del lado de las ciencias del espíritu son, en un sentido, imprescindibles para constituir una
investigación sobre lo psíquico. Por lo tanto, no debe haber diferencia entre explicación e
interpretación; en Freud el proceso causa-efecto y del cual surge la explicación se invierte,
es decir, el contenido manifiesto como significante cumple el papel de lo “objetivo”,
mientras que el hecho de ir de él hacia el contenido latente denota el acto interpretativo.

Vamos de la explicación a la significación; a nombrar aquello que inexistente, afirmar para


negar lo inexistente, o dicho de otro modo, poder dar cuenta de cómo el pensamiento
latente es re-presentado, a manera de axioma matemático, como el conjunto vacío, que está
ahí, como la “cosa en sí” kantiana, que no se percibe, no es posible cerrarlo en una
conciencia que todo lo ve. Así como en la lógica, la condición de toda decibilidad no es ella
misma decible, sino mostrable, en el psicoanálisis el inconsciente constituye la condición
de toda experiencia psíquica, pero ella misma no decible, sino sólo mostrable.

Finalmente y en relación al debate científico y espiritista que se ha manejado en este


capítulo, puede exponerse el punto de vista de Gaos (1999), quien ante la encrucijada que
enfrenta el poner al psicoanálisis en uno de los polos antes mencionados supone que por un
lado se puede hacer caso omiso del reto que hace la ciencia y seguir con el discurso
psicoanalítico independientemente de los juicios a que dé lugar, o bien, seguir con el otro
polo y realizar una labor que nos será menos que exhaustiva de empatamiento de la
epistemología de ambos discursos: el de la racionalidad científica y el del psicoanálisis,
para demostrar que es capaz de hacerse de un lugar en el terreno de lo científico.
Sin embargo se tiene una tercera y última propuesta, que parece ser totalmente congruente
con el discurso planteado por el psicoanálisis. Dicha opción consiste en el sentido
metafórico, de dejar hablar a la disciplina freudiana, escuchar sin la expectativa de que
solamente estará justificando su validez científica; habrá que dejar que hable y analizar qué
es lo que tiene que decir al respecto de las leyes que la interrogan y así observar en qué
medida puede sorprender a ese discurso racional, materialista y totalitario que se pretende
como universal.

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