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Alumno: Jonatán Obed Cálix Oliva.

Docente: Elizabeth Pérez Varela.

Tema: Inteligencia Emocional.

Fecha: 12/3/2017
Inteligencia emocional
Del latín inteligencia, la noción de inteligencia está vinculada a la capacidad para
escoger las mejores opciones en la búsqueda de una solución. Es posible distinguir
entre diversos tipos de inteligencia, según las habilidades que entran en juego. En
cualquier caso, la inteligencia aparece relacionada con la capacidad de entender y
elaborar información para usarla de manera adecuada.

Emocional, por otra parte, es aquello perteneciente o relativo a la emoción (un


fenómeno psico-fisiológico que supone una adaptación a los cambios registrados de
las demandas ambientales). Lo emocional también es lo emotivo (sensible a las
emociones).

El concepto de inteligencia emocional fue popularizado por el psicólogo


estadounidense Daniel Coleman y hace referencia a la capacidad para reconocer los
sentimientos propios y ajenos. La persona, por lo tanto, es inteligente (hábil) para el
manejo de los sentimientos.

Características de la inteligencia emocional


Capacidad de automotivación: son personas cuya conducta no depende de la
motivación extrínseca (los premios o halagos que nos dan los otros), sino de la
motivación intrínseca (del deseo de hacer una tarea o conseguir algo por sí mismo).

Saben posponer las recompensas: son personas que saben llevar a cabo un esfuerzo a
pesar de que los resultados que buscan tras el mismo aparezcan más tarde o a veces
sean inciertos (por ejemplo estudiar una carrera, presentar proyectos, preparar una
oposición, plantar un jardín, etcétera).

Controlan sus impulsos: no son víctimas de sus impulsos y decisiones tomadas en un


momento puntual. Son reflexivos y saben valorar adecuadamente las diferentes
alternativas.

Toleran la frustración: no se rinden ni irritan fácilmente cuando no se ven cumplidos


sus objetivos.

Controlan sus estados emocionales: sienten emociones como todos, pero saben
regularlas para que no les causen problemas (por ejemplo cuando se enfadan saben
dejar de estar enfadados en lugar de enfrentar conflictos).

Presentan adecuadas habilidades sociales: adoptan un estilo de comunicación


asertivo en su relación con los demás y son personas empáticas.
La inteligencia Emocional así como la importancia que tiene en la vida
diaria en el ejercicio profesional de la psicología
La inteligencia se ha definido de forma general como una capacidad global del
individuo para actuar racionalmente y con éxito. Sin embargo, se ha visto que un
coeficiente intelectual alto no garantiza prestigio ni logros asegurados en la vida, esta
contradicción propició y sigue propiciando el cuestionamiento del concepto de
inteligencia. Esto ha llevado a plantear que no existe una sola inteligencia sino que
dependiendo del individuo de quien se hable, el mismo posee varias inteligencias o
múltiples manifestaciones de ésta, y esto fue conocido como la teoría de las
“inteligencias múltiples”, lo que años más tarde desembocaría en el concepto de
inteligencia emocional.

Los argumentos más convincentes y poderosos se dirigen tanto a la cabeza como al


corazón. Y esta estrecha orquestación entre el pensamiento y el sentimiento es posible
gracias a algo que podíamos calificar como una especie de autopista cerebral, un
conjunto de neuronas que conectan los lóbulos prefrontales – el centro ejecutivo
cerebral, situado inmediatamente detrás de la frente y que se ocupa de la toma de
decisiones-con la región profunda del cerebro que alberga nuestras emociones.

De este modo, resulta ciertamente paradójico que las habilidades “blandas” tengan
una importancia decisiva en el éxito profesional en los dominios más duros.

La excelencia depende más de las competencias emocionales que de las capacidades


cognitivas.

Incluso en las profesiones técnicas y científicas, el pensamiento analítico ocupa un


tercer lugar, después de la capacidad de influir sobre los demás y de la motivación de
logro.

A la hora de tomar una decisión, “el primer paso es siempre muy consciente,
deliberado y analítico, pero no debemos desdeñar el aspecto emocional porque ambos
son igualmente importantes. Es lo que se denomina corazonada, intuición.

El psicólogo Daniel Goleman, creador del concepto de inteligencia emocional, cree que
"el aprendizaje social emocional encaja perfectamente en la educación".

La inteligencia emocional "prepara a sus estudiantes para la vida real y hace de ellos
mejores personas. Representa la educación por excelencia" explica.

Daniel Goleman es un psicólogo estadounidense conocido mundialmente por su


trabajo sobre inteligencia emocional. La semana pasada, Goleman impartió en la
Universidad Europea de Madrid la conferencia Cómo multiplicar el poder de la
inteligencia emocional para potenciar su liderazgo, en la que se abordó la relación
educación-inteligencia emocional en el management. Gracias a la neuroplasticidad los
educadores pueden ayudar a niños y jóvenes a alcanzar una mejor madurez Goleman
aseguró que "el aprendizaje social emocional encaja perfectamente en la educación.
Gracias a la neuroplasticidad, que permite moldear el cerebro de una persona hasta
los 20 años, los educadores pueden ayudar a niños y jóvenes a alcanzar una mejor
madurez".

¿Para qué sirve la inteligencia emocional?


La inteligencia emocional es una cualidad que nos capacita para relacionarnos con
nosotros mismos y con los demás. Cubre todo el abanico de posibilidades relacionales
que necesitamos para sobrevivir en un entorno incierto. En consecuencia, a mayor
inteligencia emocional mejores relaciones con los demás, sean los demás significativos
para nosotros o simples conocidos.

En la inteligencia emocional participan tres componentes generales: la experiencia


subjetiva, la reacción psicológica y la comunicación hacia el exterior. Y, además, se
especifican varios factores que forman parte de la capacidad individual para resolver
los conflictos personales y relacionales de manera que las interacciones con los demás
sean plenas, sanas y satisfactorias.

— Percibir e interpretar adecuadamente las emociones propias y las de los demás. La


única manera de poder gestionar adecuadamente las emociones consiste en saber
identificar lo que estamos sintiendo para poder actuar en base a nuestras decisiones y
no simplemente, reaccionar. Por otro lado, las emociones de los demás son una fuente
de información imprescindible para conocer lo que esperan o necesitan de nosotros.

— Utilizar el pensamiento para generar emociones y estados de ánimo favorables. Es


un círculo de influencia mutua: pensamos interpretando lo que sentimos y sentimos en
base a los pensamientos que tenemos. Tenemos la capacidad para modificar nuestros
pensamientos de manera que podemos evitar el malestar que generan nuestras
emociones negativas.

— Reaccionar adecuadamente a los estímulos. Dos personas, ante el mismo estímulo,


reaccionan de forma diferente, en función de como interpreten el significado de ese
estímulo. Por ejemplo, cuando alguien nos hace un comentario ofensivo, nosotros
podemos decidir cómo vamos a reaccionar, si con calma o con ira, respondiendo o no a
su provocación, en base al grado de inteligencia emocional que seamos capaces de
poner en práctica.

— Comunicarse bien. Cuando nos dominan las emociones perdemos la capacidad para
atender al mensaje. Lo único que recordaremos después serán los sentimientos de
odio, traición o mala intención de la persona con la que nos comunicamos en una
situación con escaso uso de la inteligencia emocional. O bien recordaremos la culpa, la
vergüenza o el arrepentimiento por aquello que dijimos dejándonos llevar por nuestras
reacciones desproporcionadas.

— Respetar la propia identidad. La persona emocionalmente inteligente interactúa con


los demás sin dejar de ser ella misma; es capaz de emitir sus opiniones y sentimientos
sin herir los del prójimo. Es considerado con las creencias y el estado de ánimo de los
demás y sabe relacionarse sin ser ni sumiso ni autoritario.

Así, las cinco habilidades que podemos mejorar para incrementar nuestra inteligencia
emocional son: el autocontrol, el reconocimiento de las emociones ajenas, la
capacidad de tolerar las propias emociones, la autoestima y la asertividad.

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