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Podríamos definir sistema de ventilación como el método y el conjunto de elementos empleados para ventilar
un recinto cerrado.
Tradicionalmente la ventilación de un recinto cerrado ha consistido en poner un extractor y poco más.
Actualmente, esta simple extracción se ha visto sustituida por un sistema de ventilación.
Clasificación de los sistemas de ventilación
Los sistemas de ventilación pueden clasificarse desde dos puntos de vista:
1. Según el método empleado para ventilar.
2. Según la tipología del local a ventilar.
En función del tipo de local hablaremos de los tres sistemas de ventilación siguientes:
Domésticos: cuando se refieren a la ventilación de las viviendas, bien sean pisos o casas unifamiliares.
Terciarios o comerciales: cuando se refieren a locales de ocupación profesional: oficinas, colegios,
comercios, etc.
Industriales: cuando nos referimos a ventilación de fábricas y naves industriales en las que se llevan a
cabo procesos de producción.
Estas diferentes clases de sistemas de ventilación que acabamos de definir son susceptibles de ser llevadas a
cabo según una de las dos alternativas siguientes:
Sistemas de simple flujo.
Sistemas de doble flujo.
Sistemas de ventilación de simple flujo
Los sistemas de simple flujo consisten en un extractor que extrae el aire contaminado del local y a través de
conductos lo vierte a la calle. Como vemos es el sistema más simple de renovación del aire interior, no controla
el aire de entrada de manera que éste sustituirá el aire extraído entrando por rendijas y porosidades del edifico.
Como es sabido, los edificios son cada vez más estancos y esto implica que actualmente, en la ventilación de
simple flujo deben preverse bocas de entrada del aire de sustitución a fin de garantizar que no se dificultará la
extracción por causa de una escasa entrada de aire nuevo.
Filtrado. Se considera prácticamente imprescindible un buen filtrado del aire de entrada para evitar la
introducción de polvo, insectos y todo tipo de partículas en el interior del local. El grado de filtrado
depende de la calidad del aire exterior en el punto de toma del mismo y de la calidad del aire interior
que se pretende conseguir. Es relativamente frecuente filtrar también el aire de extracción.
Calefacción. Para evitar la molestia que puede suponer la introducción de aire muy frío en el interior
del local, frecuentemente se calienta el aire de entrada hasta una temperatura de confort. El calefactor
de este aire se puede realizar por medio de resistencias eléctricas, por baterías de agua caliente o por
bomba de calor.
Refrigeración. De igual modo, puede enfriarse el aire de entrada por medio de una batería de
enfriamiento, bien sea de agua fría o de expansión directa.
Recuperación de calor. La recuperación de calor es el método más eficiente de tratar el aire desde el
punto de vista del consumo de energía. Esta tecnología transfiere el calor (o el frío, en verano) del aire
de extracción al aire de entrada con el simple consumo eléctrico de los respectivos ventiladores. Los
recuperadores de calor modernos son capaces de recuperar hasta un 90% del calor sensible del aire
de extracción.
Humidificación o des humidificación del aire de entrada. Aunque menos frecuente que los anteriores,
es posible quitar o añadir humedad al aire de entrada para adecuar su humedad relativa a los
porcentajes de confort. Otros tratamientos más específicos son posibles, tales como tratamiento
antibacteriano, ultra filtrado para hospitales y salas blancas, etc.