Sie sind auf Seite 1von 93

-

=
=M
;=:
=M
_M
=N
....•
Treceava edición, 2008
Primera edición en Editorial Porrúa, 2008

Derechos reservados © 2010, por


Jorge SÁNCHEZ AzCONA
Adolfo Prieto 1147-A
Col. Del Valle, C. P. 03100
México, D. F.

Las características de esta edición son propiedad de


EDITORIAL PORRÚA, S.A. de C.v. - 8
Av. República Argentina, 15, 06020 México, D. F.

Queda hecho el depósito que marca la ley

BIBUOTECA /._3__
CLAS¡FIC~.e'ON
---- I/b.
/</.3

ISBN 978-970-07-7723-8
-'----
No. DE E,ll!MPLtü'1ES I

IDE.

IMPRESO EN MÉXICO
PRINTED IN MEXICO
CONTENIDO

PRÓLOGO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. XV
INTRODUCCIÓN ....................••.....••........ XXVII

La familia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
Antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
La familia conyugal moderna. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 11

Etapas de la familia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 15
Etapa prenupcial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 15
Etapa nupcial. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 21
Etapa de formación de los hijos. . . . . . . . . . . . . . . . . .. 28
Etapa de madurez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 35
El matrimonio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 37
Desajustes matrimoniales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 39
Presupuestos antropológicos de la familia. . . . . . . . . . . . .. 45
Necesidad de aprobación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 53
Las normas sociales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 55
El carácter social , 65
La ideología.. .. .. ... .... . . ... .. . . ... .... . . . .. .. .. 69
La sociedad industrial y la familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 77

XIII
PRÓLOGO

Familia y Sociedad es un esfuerzo por entender el papel


de la familia urbana de clase media de nuestro país y los
cambios sociales que desde la mitad del siglo pasado la
están afectando. Quise analizar esta unidad básica en la for-
mación del ser humano, y su indisoluble vínculo social, en
donde las estructuras se interrelacionan con ella, configu-
rando el carácter social. Buscamos explicar cómo las pre-
siones actuales que el contexto ha ejercido sobre la familia
a través de modificaciones tanto económicas como ideoló-
gicas, han afectado su organización, alejándola del concep-
to de cómo debería ser esta cédula primaria en el desarrollo
del individuo, entendiendo que esta expresión de "debe-
ría", lleva implícito un concepto filosófico y axiológico en
relación a lo que quisiéramos que fuera la estructura fami-
liar en cuanto troquel que permita un desarrollo humanista
entre sus miembros y, sobre todo, considerándola como el
medio históricamente más importante que tiene el ser hu-
mano para perpetuar la sociedad.
Los presupuestos que se exponen en esta obra reflejan
un modelo que considero debemos construir para el logro .
de un ideal de sociedad al cual seguimos aspirando, pues
la desigualdad social, la pobreza, la inseguridad, la corrup-
ción, la enajenación y, sobre todo, la destructividad de la
vida emocional de las personas, que son características que
predominan en nuestra sociedad de consumo, nos lo im-
piden y en donde la anomia se está apropiando de nuestro
tejido social. Una dinámica que la sociedad urbana de clase
media mexicana está resintiendo, sobre todo en la familia,
la que como principal agente de socialización se ve impe-
dida a poder cumplir con un papel biófilo, primero entre
xv
XVI PRÓLOGO

su propios miembros, pero a la vez su falta de fortaleza se


refleja en el ámbito social en el cual están insertos éstos.
Estamos viviendo en México, un proceso creciente de
falta de reglas claras que regulen el actuar social. Los an-
teriores agentes de socialización: la vecindad, los clubes
deportivos, las asociaciones, la iglesia, las instituciones labo-
rales, la escuela, que junto a la familia extensa, fortalecían
los marcos de referencia del individuo, se han diluido y su
difusa presencia ha provocado, como decíamos, una anomia
creciente en donde las personas, sobre todo los jóvenes y
los niños, no tienen claridad de cuál debe ser su marco
normativo y cuáles los valores a los que deban adherirse.
Educar es la principal función de los padres de familia,
es sembrar semillas que si no las plantamos y cultivamos, es-
taremos legando incertidumbre y desesperanza en cuanto
al porvenir de las nuevas generaciones, a los individuos en
lo particular y a la sociedad en lo general.
La visión que la cultura occidental ha tenido sobre el
papel de los padres sobre los hijos ha sido universal, res-
ponsabilidad por cierto ardua que exige un compromiso
y sacrificio.
Ya en 1595, Montaigne en sus famosos Ensayos expre-
saba: "En verdad, sólo alcanzo a entender que la dificul-
tad mayor y más importante de la ciencia humana parece
estar allí en donde se trata de la crianza y formación de
los hijos".' La manutención, el apoyo emocional y la for-
mación en valores han sido y siguen siendo el reto prin-
cipal en relación a los hijos a lo que se enfrenta la familia,
quien con el respaldo de la escuela es la infraestructura
donde se apoya y se da continuidad y fortaleza a las nor-
mas sociales.
N o es el Estado, con la configuración del orden jurídico,
el principal agente de socialización de las personas, lo es
la familia, la que con la internalización de valores no sólo
enmarca las normas axiológicas de sus miembros, sino de-

I MON'II\!CNE, Michel, 1.0.1 Ensasos, trad.]. Bayod Brau, Acantilaclo-Quaderns


Crema. Barcelona, España, 2007, p. 187 Yss.
PRÓLOGO XVII

pendiendo de este logro fortalece o no al tejido social, en


donde el Estado por cierto, debería ser ahí sí el principal
garante de su cumplimiento. Por ello, debe ser una política
de Estado fortalecer la familia y apoyar los medios para
implementar y consolidar valores.
Existe la aceptación unánime de que la edad más con-
veniente para iniciar la formación de hábitos y valores es
la primera infancia, etapa que va del nacimiento a los seis
o siete años. Los padres de familia deben dedicar una
atención preferente a esta edad para cumplir con las dife-
rentes responsabilidades que tienen en el proceso de cre-
cimiento y desarrollo durante los primeros años de sus
hijos. Entre los objetivos y métodos que han de emplearse
para educarlos deberían estar -como instancias priorita-
rias-, la adquisición y enseñanza de estos valores, como
formas de comportamiento éticas que permitan fortalecer
y consolidar un desarrollo humano de todos los miembros
de la familia y a su vez el fortalecer las diferentes redes
sociales.
Las primeras limitaciones que el niño enfrenta a su
conducta y que son el origen de los valores y usos sociales,
son las normas que los padres le imponen en la familia.
El niño recorre un largo camino para alcanzar su madurez
e independencia, que convierte a la familia en la fuente
original de las normas sociales.~Esta participación de los
padres configura, en la llamada segunda infancia, el su-
per-ego, es decir el autocontrol que todo ser humano debe
desarrollar.
Piaget considera que en la primera infancia la participa-
ción de los padres cubre no sólo un aspecto formal en el
proceso de internalizar la normatividad en el niño, sino
además en el contenido ético de la misma, el niño debe
tener respeto hacia las fuentes de la norma, esto es, los
padres y, por otro lado, reconocer el valor intrínseco de
la misma."

2 SÁNCHEZAzCONA, j orge, Normatioidad Social. Ensayo de Sociología Jurídica,


Instituto de Investigaciones jurídicas, UNAM, México, 1989, p. 16 Y ss.
" PIA(;ET, jean, El Criterio Moral en el Niño, trad. Nuria Vidal, Fontanella,
Barcelona, 1971, p. 9 Y ss.
XVIII PRÓLOGO

Hay dos aspectos en relación con las normas sociales del


menor: la práctica de las normas y la conciencia que se tiene
al respecto. En el primer caso el enfoque se centra en cómo
los niños, en las diferentes etapas de crecimiento y desarrollo,
aplican realmente estas normas. En el segundo caso se trata
de observar la representación de su carácter de obligatorie-
dad y legitimidad, es decir; si éstas se aceptan por el temor a
la sanción externa o porque se cree en su propio valor. Este
proceso varía en los infantes de acuerdo con los diversos tipos
de normas y con sus diferentes edades. Las reglas que rigen
la conducta del pequeño pueden cumplirse simplemente por
miedo a la autoridad o porque, además, reconocen y aceptan
el valor que la propia norma tiene en sí.
El niño acepta en principio las normas por la depen-
dencia psicológica que tiene hacia los adultos, quienes lo
obligan a respetarla no por el valor que ésta tenga sino por
su origen. Esta actitud de sometimiento y respeto a los
mayores produce la adecuación de la conducta infantil a
las disposiciones de los adultos. Posteriormente y como
una fase adicional de interiorización y al cumplimiento ex-
terno de las normas, aparece una motivación diferente al
sometimiento y la obediencia. La aceptación de la norma
fundada en la necesidad de aprobación social que busca un
respeto mutuo entre los individuos; es esta relación la que
lleva al niño, sobre todo a partir de la segunda infancia, a
una aceptación no coactiva de las normas sociales.
Piaget dice en su libro El Criterio Moral en el Niño, que
"existen tres grandes periodos en el desarrollo de la justi-
cia en el pequeño: un periodo que se extiende hasta los
siete u ocho años, durante el cual la justicia se subordina
a la autoridad adulta; un periodo comprendido entre los
ocho y los 11 años aproximadamente, y que es de iguali-
tarismo progresivo y, finalmente, un periodo que se inicia
alrededor de los 11-12 años, durante el cual la justicia pura-
mente igualitaria se ve moderada por unas preocupaciones
de equidad".' Para que este proceso se logre, se requiere la

., El concepto de legitimidad que Piaget utiliza es el sentido de justicia de


la normatividad de acuerdo con los patrones axiológicos propios del niño. Ítlem.,
p.263.
PRÓLOC;O XIX

integración del infante a grupos sociales más amplios que


la familia, en los que se establezcan normas de conducta
que reglamenten las acciones de cada individuo y que es-
timulen, o en su caso limiten, tanto la conducta del infante
como el valor que representa la norma. En cualquier fami-
lia, comunidad o país, encontramos formas específicas de
comportamiento que hacen distintivo a ese grupo. La vida
en sociedad se fortalece o debilita según el valor que en sí
mismo tengan las normas y su cumplimiento. Mientras
mayor sea la conciencia de los miembros de una familia de
sus propios valores, mayor consistencia tendrá su convi-
vencia, mayor seguridad y fortaleza espiritual desarrollarán
sus miembros.
Piaget a través de su estudio sobre el concepto de .Jus-
ticia en los niños, encuentra que esta búsqueda innata del
niño sobre cómo comprender la normatividad, que en
su entorno tratan en primer lugar sus padres de internali-
zarla en su mente, es el principio de toda moralidad y, por
tanto, el mecanismo como el niño va adecuando su con-
ducta al sistema de reglas que impera en toda comunidad,
es la infraestructura en la que se basa lo que llamamos
civismo, la integración, aceptación y el compromiso a cum-
plir las normas que rigen a una sociedad.
La fortaleza de un país está en la expresión de metas
compartidas, objetivos comunitarios a los que sus miembros
reconocen como prioritarios y les dan una legitimidad en
su actuar cotidiano. Se tiene un sentido de identidad que
une y por el cual las personas luchan en fortalecerlo y en
que se cumpla.
México es un país en donde se ha ido perdiendo clari-
dad en el rumbo. Se han ido diluyendo valores comparti-
dos que arraiguen en los niños y los jóvenes, los que están
perdiendo marcos de referencia que les permitan una mejor
vida que la que les estamos legando.
Considerando lo anterior, se comprende la preocupación
de quienes son fuentes de normatividad en los niños: pa-
dres, maestros y grupos comunitarios. Todos ellos tienen la
responsabilidad generacional de incluir contenidos éticos a
las normas con que educan a sus hijos. No debemos basar
xx PRÓLOGO

nuestra autoridad en el temor del niño; debemos legitimar


la acción educadora dando valores; preocupamos más por
el contenido que por el aspecto formal de la obediencia.
Es el contenido ético el que le da valor a las normas y no
su obligatoriedad externa. Los educadores frecuentemente
equivocan la interpretación de una buena conducta con
fundamento más en la obediencia que en el sentido moral.
En ocasiones, al contrario, se piensa que ser un buen pa-
dre o maestro conlleva permitir el quebrantamiento de
normas que tienen valor intrínseco. De esta forma se con-
funde tolerancia y relajamiento con el ejercicio y observancia
de valores indispensables para nuestros hijos. Al no conocer
el contenido ético de las reglas de conducta, sino sólo su
expresión externa obediente, se cae en una formalidad que
oculta el verdadero valor de éstas.
Al educar se desea que se cumpla el contenido de la
norma, porque contiene en su esencia un valor en sí mis-
ma y no por la forma externa de su cumplimiento. ASÍ,
uno de los aspectos más delicados y difíciles de los educado-
res es mantener un equilibrio en ese proceso que en esencia
es dinámico y cambiante. En él la conducta del niño y el
ámbito social deben armonizar en beneficio de ambos; por
tanto se debe buscar una integración basada en valores,
buscar que el cumplimiento de las normas fortalezcan en
el niño una esencia integral que lo haga más apto para la
vida y no sólo adecuados a un mundo normativo autoritario
y sin contenidos éticos. Pero también debemos ser cuida-
dosos en el caso contrario, aceptar que el relajamiento en
el cumplimiento de normas no beneficia a quien a través-
de ellas debemos formar, y sí en cambio lo debilitamos
frente a la vida con una falsa expresión de afecto, pues es
más fácil dejar pasar las cosas que luchar por formar a
nuestros hijos en un mundo ético que puede chocar con la
falta de valores, de normas que la sociedad ha establecido
para responder a intereses ajenos a favor de un desarrollo
humanista. Este es el caso de normas impuestas por polí-
ticas que respaldan intereses económicos publicitarios y
consumistas, que sin cargos de conciencia, conducen a sus
sociedades a losextremos de la injusticia social,drogadicción,
PRÓLOGO XXI

alcoholismo, corrupción y la delincuencia que en México


se VIve.
Para Nietzsche la realidad no ofrece una solución existen-
cial. Según su filosofía el mundo no genera ningún significado
ni hace ninguna distinción entre el bien y el mal, ya que
carece de propósito y no hay otra realidad oculta tras él.
El mundo tal como lo vemos es lo último, y no aspira a
transmitir mensaje alguno, no remite a nada más, se agota
en sí mismo y es sordomudo." Por ello, pensamos que sólo
el hombre viviendo en un marco existencial ético, en una
cultura humanista, puede darle un sentido positivo a su
existencia.
Se debe fortalecer un marco ético en donde se desta-
que que el ser humano al formar una familia, al contraer
matrimonio, adquiere una serie de compromisos básicos y
que tiene que estar preparado para cumplir con esta res-
ponsabilidad, a la que cada día las estructuras sociales,
como hemos mencionado, dificultan su cumplimiento.
Pero insistimos y reiteramos que el esquema de familia al
que aspiramos a poder contribuir y a consolidar en nues-
tros hijos, es aquel en donde la corresponsabilidad, la so-
lidaridad, el amor hacia sus miembros nos lleve a privile-
giar como objetivo el fortalecernos frente a las otras
demandas que nos impone la sociedad en que vivimos en
forma tan coercitiva, compulsiva y tan ausente de valores
como parte de la ideología en la que estamos viviendo.
Familia y Sociedad fue escrito no sólo con la intención
de comprender la importancia de este núcleo vital, sino
también, como lo hemos mencionado, de analizar los dife-
rentes factores sociales que inciden sobre él, sobre todo la
ideología neoliberal imperante. El libro es una defensa del
concepto que la cultura occidental ha tenido tradicional-
mente de la familia nuclear monogámica. En donde se
destaca que parte de los objetivos prioritarios de ésta es la
procreación y el cuidado de los hijos.

r: KOL\KOSKI, Leszek, La Modernidad sil'll!jJJl' a [nueba, trad. .luan Almela,


Vuelta, México, 1Q90, p. 17.
XXIV PRÓLOGO

3. En lo que atañe a la autoridad. El hecho de dar


importancia a la autonomía personal y un cierto
distanciamiento o hasta desconfianza de la autori-
dad poderosa. En contraste con lo autoritario, no
tiene necesidad de dominar o someter.
4. Hacia la comunidad se actúa con franqueza y hay
una pronta aceptación de las diferencias y buena
voluntad hacia compromisos y cambios.
5. En cuanto a los valores, la búsqueda de varios valo-
res en vez de un objeto individual que lo consume
todo y, una disposición de compartir en vez de acu-
mular y monopolizar,"

Por tanto, el fortalecimiento de un espíritu democrático


proviene de los valores que se adquieren al inicio de la
vida, o en su caso, la ausencia de estos nos lleva a crisis
como la que México está viviendo en el orden político.
La familia es uno de los grandes cimientos de nuestra
civilización occidental, entendiendo que no hay utopías,
que en la vida uno tiene que condescender con los opuestos,
con las contradicciones, que no hay una felicidad absoluta
como tal, porque no existe como meta ideal, dado que lo
que existe es un camino a recorrer permanentemente en
donde la lucha, los éxitos y los sinsabores van de la mano
de los triunfos y de los fracasos, en donde no se puede
hablar de panaceas. Pero la familia nuclear moderna, con
todas las limitaciones que pudiera tener frente a las nuevas
búsquedas de desarrollos emocionales y económicos que
tienden a configurar nuevas alternativas que vengan a su-
plirla, con todas las limitaciones que se le puedan encontrar,
sigue siendo la mejor opción que el hombre ha tenido a
través de su historia.
Debemos insistir que los padres tienen la responsabilidad
original de la formación ética de sus hijos, y que por ello,
debemos fortalecer a la familia privilegiándola frente a las
estructuras sociales actuales que la minan y debilitan. Como
prioridad deben enmarcar su responsabilidad al desarrollar

, Dxnt., Robert. Análisis Sociológico tic 111 Política, trad. Antonio de P Kul-
man, Fontanella, Barcelona, I ()(iS, p. 108 Y ss.
PRÓLOGO xxv

un criterio moral en sus hijos que los fortalezca, les dé un


sentido de existencia y a la vez se refuerce el tejido so-
cial.
Thomas Lickona expone los siguientes supuestos:

l.Destacar en nuestra cotidianidad hogareña las di-


mensiones morales de nuestra conducta.
2. Infundir valores morales fundamentales en la vida
personal y social de los hijos.
3. Enseñarles a nuestros hijos la perspectiva de que el
individuo tiene un compromiso social con sus se-
mejantes.
4. Cuidar que desarrollen un criterio que les permita
comprender por qué algunas acciones son moral-
mente más sólidas que otras. Que aprendan a ser
críticos y autocríticos.
5. Que sean capaces no sólo de formular un juicio
correcto, sino de traducido a una conducta moral-
mente comprometida. Que tengan el valor y coraje
de defender sus valores frente a terceros. D

N o es aligerando la responsabilidad afectiva de los jó-


venes, facilitándoles la oportunidad de varias alternativas
de matrimonios a prueba en el desarrollo de su vida, dado
que el divorcio está a la mano, no creemos que éstas sean
las soluciones adecuadas para la realización personal de
nuestros hijos. En el libro exponemos los argumentos y las
ideas que defienden esta tesis, respetamos las distintas op-
ciones y respetamos una forma diferente de pensat~ no nos
oponemos a que éstas se desarrollen y se implementen en
los espacios sociales que las consideren adecuadas, pero
definitivamente esa no es la meta ni el objetivo que nos
hemos propuesto en Familia y Sociedad.
Queremos consolidar individuos comprometidos y lea-
les, que sepan que en la vida se sacrifica y se escoge, y al
escoger se renuncia y al renunciar se limita, y que no existe
una felicidad plena, sino una felicidad en donde el dolor

!I LICKONA, Thomas, Educarió» de! carácter, trad. Ricardo Hernández Forra-


da, Instituto de Fomento e Investigación Educativa, México, 1995, p. 89 Y ss.
XXVI PRÓLOGO

y el sufrimiento van de la mano, que tengan la fortaleza


interior que les permita superar esto y encontrar la mejor
solución, la más viable, la menos destructiva que puedan
tener y ésta es el fortalecer el concepto de familia que
nuestra cultura nos ha legado. Familia y Sociedad es un in-
tento de contribuir a lo anterior. 10

10 Anteriormente se publicaron en la editorial Joaquín Mortiz 12 diferen-


tes ediciones de Fanulia » Socirrlrul con el impulso de Don Joaquín Díez Cañedo,
su propietario y director, ya fallecido y uno de los hombres más generosos, COlll-
prometidos y brillantes que ha tenido la industria editorial en este país. Don
Joaquín decidió publicar una colección de ensayos que llamó Cuadernos, y que
trataban sobre problemas socio políticos v culturales v en la que invitó a colaborar
a autores nacionales y extranjeros que con una visión plural pudieran encontrar
un espacio de reflexión vde difusión en trabajos de 1ÜO a 120 cuartillas que pu-
dieran expresar temas que por Sll relevancia social tuvieran un eco importante en
el público lector. Los autores que inicialmente participaron en esta colección an-
tes de la aparición de Familia .~ Sociedad fueron: Susan Sontag, Vicente Leíiero,
Herbert Marcuse, Carlos Fuentes, Hugo Latorre Cabal, Octavio Paz, Edmuudo
Flores, Hannah Arendt, Richard C. DeBolcl, Russell C. Leaf, Francisco López
Cámara, Miguel S. Wionczek, Fernando Césarman, Ari Kiev, José Luis Mart ínez,
Manuel Tello, Daniel Cossio Villegas, Damián Bayón y Gastón García Can tú.
INTRODUCCIÓN

Este libro es fruto de las inquietudes nacidas en el desem-


peño de mi trabajo en el Instituto Técnico y Cultural, S. C.
El tener la responsabilidad de la educación de niños y jó-
venes en nuestra escuela, nos ha obligado a tratar de tener
una actitud permanente de estudio y de investigación en
todo lo relacionado con el proceso de crecimiento y desa-
rrollo de nuestros alumnos.
Uno de los grandes problemas a que se enfrentan los
educadores, es la segmentación tan arbitraria y parcial que
se ha hecho del proceso educativo. Por un lado la escuela,
que generalmente se ve obligada a basarse en programas
anacrónicos e improvisados, en donde la enseñanza se
convierte en una mera información simplificada y vulgari-
zada por la rutina y tradición; en donde no existe relación
interdisciplinaria entre las verdaderas necesidades biopsí-
quicas, sociales y culturales del educando, por desconocer
realmente la esencia misma del niño y su origen sociofa-
miliar. Por otro lado, la actitud de los padres que consideran
que educar es una función exclusiva de los colegios y que,
por tanto, su obligación se circunscribe a imponer normas
generales de conducta dentro de la casa y a mantener un
apoyo económico.
Ante estas dos actitudes, el niño y el joven van creciendo
en un ambiente de desamparo, en donde sus verdaderas
necesidades físicas, vocacionales, afectivas v sociales, no
obtienen una respuesta adecuada que les permita lograr
un óptimo crecimiento y desarrollo integral. Los cimientos
de su personalidad biopsíquica y sociocultural no pueden
sostener una personalidad madura, y en esa forma el círculo
vicioso de una mala educación integral se hace cada día
más cerrado.
XXVII
XXVIII INTRODUCCIÓN

Es necesario que los padres, los maestros y la sociedad


en general, unan sus esfuerzos con objeto de modificar la
situación anterior. En principio, buscar, investigar, cuál es
el papel real que a cada quien corresponde y cómo vincu-
larse con los demás, con el fin de integrar ese proceso
amputado y segmentado, lo que permitirá a nuestros hijos
vivir en un mundo más generoso, más sano, que los ayude
a obtener una verdadera madurez.
Tratando de colaborar en esto último, hemos escrito
este ensayo, cuya finalidad es describir en una forma in ter-
disciplinaria el origen, la estructura y los fines de la familia,
tanto en relación a los hijos como a los propios padres, así
como destacar el condicionamiento que el individuo y la
familia tienen, por el tipo específico de sociedad en la que
se encuentran insertos.
Nuestro enfoque está dirigido principalmente a la fa-
milia urbana de clase media, sin dejar de reconocer los
riesgos metodológicos que lleva implícitos esta clasifica-
ción. Siguiendo a López Cámara podemos decir que: "El
peligro de una rígida y, por lo general, dicotómica tipología
de las clases medias es precisamente esa sustantivación que
lleva implícita. En realidad, las clasificaciones, por sugestivas
que sean, no hacen sino ocultar la naturaleza fluctuante y
heterogénea de las clases medias y su capacidad orgánica
de metamorfosis política o ideológica. El problema de las
clases medias estriba tanto en su adecuada inclusión dentro
de casilleros 'teóricos', como en analizar su comportamiento
y papel social a la luz de la gama muy variada de factores
que deriven del conjunto de la sociedad.
"La elaboración de 'modelos' explicativos, fundados
únicamente en un supuesto juego de tipos o categorías de
clases medias, conduce con frecuencia a una indebida ge-
neralización, es decir, a considerar dichos modelos como
válidos para países y épocas históricas muy distintos de los
que sirvieron de base en el esquema original de análisis.
Aunque el contexto general de la América Latina contenga
elementos comunes de tipo estructural, muchos de ellos
vertebrales para una caracterización general, hay sin em-
bargo condiciones específicas de cada país que rechazan
xxx INTRODUCCIÓN

cualquier planteamiento de carácter global. Su explica-


ción sólo puede lograrse analizando concretamente con-
diciones dentro del marco histórico peculiar en que se
han desarrollado". *
En el presente trabajo hemos tratado de seguir los li-
neamientos anteriores. Partimos de aspectos teóricos gene-
rales para llegar a su aplicación al campo específico de
realidad mexicana, a las clases medias urbanas.
La primera parte de nuestro ensayo es un estudio biopsí-
quico y social de la familia, haciendo un énfasis de los
papeles socializantes de los padres en las diferentes etapas
de la vida de los hijos, así como la descripción de la diná-
mica misma de la familia en los diversos estadios por los
que atraviesa.
La segunda parte expone los presupuestos antropoló-
gicos de la familia y el origen de las normas y los valores
que configuran las estructuras sociales, las que él su vez dan
contenido al llamado carácter social.
El enfoque anterior se ha hecho desde dos puntos de
vista metodológicos diferentes, el estructural funcionalista
y el marxista. Se trata de describir cómo la sociedad va
formando la personalidad familiar e individual; cómo im-
ponen las estructuras sociales un carácter material y espi-
ritual al hombre que se encuentra dentro de ellas desde
que nace hasta que muere. Se destaca también cómo la
familia, que es el principal agente socializante del ser hu-
mano, está al mismo tiempo configurada como una unidad
dependiente de la sociedad global. Y sin embargo, este
proceso tan obvio es muy difícil de captar y aprender. Pero
solamente en la medida en que conozcamos esta realidad,
será como podremos modificada, que es la conclusión a la
que llegaremos en la tercera parte del libro, en la cual se
describe la caracterología de la llamada sociedad industrial,
que es el modelo de desarrollo que hasta la fecha hemos
estado siguiendo. Presentamos la configuración psicosocial

* L,i¡'¡.:z Cámara, Francisco, El desafio de la clase media, Joaquín Mortiz, México,


1971, p, 34 Y ss,
INTRODUCCIÓN XXXI

de la familia urbana en este tipo de sociedad y sus efectos


en el desarrollo de sus miembros.
Por último, intentamos dar una pauta de acción que
nos permita, en la vida cotidiana, en el mundo inmediato
en el que nos manejamos, modificar las situaciones des-
critas como enajenantes y necrófilas por las que pasa la
familia urbana de las sociedades industriales. Siempre
pensando que la familia es un refugio natural en donde
el ser humano puede encontrar la verdadera felicidad,
para él y para los hijos.
LA FAMILIA

Una de las características fundamentales del ser humano


es el hecho de vivir en sociedad; el hombre, para poder
satisfacer sus necesidades biológicas, psicológicas y sociales,
requiere siempre participar y moverse dentro de diferentes
grupos en su vida diaria. Esto es, desde el nacimiento hasta
la muerte, invariablemente realizamos nuestras actividades
dentro de conglomerados, como la familia, la vecindad, el
equipo deportivo, el trabajo, la escuela, la ciudad, etcétera,
ya que todas ellas requieren del complemento de la con-
ducta de otros individuos. Es por medio de esa permanente
interrelación como vamos obteniendo los satisfactores que
nos permiten cubrir las amplias necesidades que todo ser
humano tiene. De estos grupos resalta por su importancia
la familia, considerada como el núcleo primario y funda-
mental para proveer a la satisfacción de las necesidades
básicas del hombre y, sobre todo, de los hijos, quienes por
su carácter dependiente deben encontrar plena respuesta
a sus carencias, como requisito para lograr un óptimo re-
sultado en su proceso de crecimiento y desarrollo,
Si definimos a la familia como una asociación que se
caracteriza por una relación sexual lo suficientemente pre-
cisa y duradera para proveer a la procreación y crianza de
los hijos, encontramos que el grupo familiar gira en torno
de la legitimación de la vida sexual entre los padres y de
la formación y cuidado de los hijos.'
La familia ha demostrado históricamente ser el núcleo
indispensable para el desarrollo del hombre, el cual de-
pende de ella para su supervivencia y su crecimiento.
I BUlTOMORE, T B., lnlrotlucciou a la sociología, trad . j ordi Solé Tura, Penín-
sula, Barcelona. 1~)(i8,p. 171.
2 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

"Para el hombre, la autosuficiencia es algo imposible;


sólo puede existir un grado relativo de autonomía. En la
familia humana existen miembros masculinos y femeninos, jó-
venes y viejos, corpulentos y pequeños, altos y bajos, fuertes
y débiles, inteligentes y tontos, de tez blanca y oscura,
apuestos y feos.
"De la diferencia nace la unión, de la unión nace la
diferencia, y nuevamente la unión y así a perpetuidad.
Para que la familia tenga asegurada la supervivencia y el
crecimiento debe manejar en forma creativa dos factores
siempre presentes: lo incompleto y lo diferente"."

~ ACKERM.\N, Nathan vV., Psicoterapia di' lalannlia netnolua; trad. De Mora Wat-
SOIl, Honné, Buenos Aires, 19()~), p. 84.
ANTECEDENTES

La familia, como nosotros la conocemos, ha sufrido


una serie de modificaciones. No siempre ha existido con
las características actuales y a pesar de que los pensadores
estudiosos de este fenómeno social no se han puesto de
acuerdo sobre su evolución histórica, hay un denominador
común que tiende a considerar las siguientes etapas:

l. Promiscuidad inicial;
2. Cenogamia;
3. Poligamia:
a) La poliandria y
b) La poligenia;
4. Familia patriarcal monogámica; y
5. Familia conyugal moderna.

l. La etapa llamada de promiscuidad inicial se carac-


teriza por la nula existencia de vínculos permanentes en el
padre y la madre; no hay una reglamentación consuetudi-
naria de sus relaciones y de la responsabilidad que el padre
pueda tener hacia los hijos y, por tanto, en relación a éstos
no aparece como una figura importante. Es la madre la
que mantiene un vínculo constante de cuidado y protección
del hijo, éste no sabe quién es su padre y el parentesco se
señala por la línea materna.
'Tal posición acepta la existencia de un estado previo de
promiscuidad; sin embargo, ha sido en los últimos años re-
batida, sobre todo por estudios antropológicos y psicoana-
líticos que en diferentes culturas se han llevado a cabo, los
que consideran que tanto por sus características físicas como
psicológicas el hombre tiende más bien a una actitud de
monogamia o, quizá en algunos casos, a una poligamia sui
5
6 JORGESÁNCHEZAZCONA

generis, pero siempre tratando de mantener relaciones esta-


bles. Como consecuencia de dichas investigaciones, esta etapa
ha llegado a perder un gran número de sostenedores."
2. La cenogamia se caracteriza porque un grupo especí-
fico de mujeres mantiene relaciones sexuales con un grupo
determinado de hombres.
A diferencia de la posición anterior, en este caso sí existe
una reglamentación de la relación de los diferentes esposos
y del cuidado y crianza de los hijos.

3. La poligamia es uno de los fenómenos que la historia


nos muestra con más claridad en su evolución. En este tipo
de familia se puede hablar de dos aspectos:
a) La poliandria, en la que una mujer tiene varios mari-
dos, es un tipo de familia que lleva al matriarcado. La
mujer se convierte en el centro de la familia, ejerce la auto-
ridad, fija los derechos y obligaciones de la descendencia
y, por tanto, el parentesco se determina por la línea feme-
nina. Se considera que esta etapa por la que pasó la familia
se acentúa en la época en la que el hombre se convierte en se-
dentario, esto es, cuando aparece la agricultura y la ganade-
ría en forma incipiente; la mujer se convierte en el principal
agente económico y afectivo, dado que el hombre continúa
dedicado a actividades peligrosas como son la guerra y la
caza que lo llevan a una permanente eliminación.'
b) La poligenia se da cuando un hombre tiene varias
mujeres, fenómeno social mucho más aceptado que, inclu-
sive, en la actualidad se observa en los países musulmanes.
En algunas sociedades, como la tibetana, de acuerdo a la
clase social a la que se pertenece, se da un tipo específico de
organización familiar; así, en las familias de clase baja se da la
poliandria y una mujer puede tener varios maridos, los que
comúnmente son hermanos; en la clase media se da la mono-
gamia de la cual hablaremos a continuación y por último, en
3 FROMM, Horkheimer y PARSONS,Merton, La familia, trad. Jordi Solé Tura,
Península, Barcelona, 1970, p. 5 Y ss.
·1 RECASf:NSSiches, Luis, Tratado general de sociología, Porrúa, México, 1961,
p.467.
FAMILIA Y SOCIEDAD

La influencia de las religiones monoteístas, sobre todo


de la religión católica, fue poco a poco minando los rasgos
característicos de esta familia patriarcal. En principio su
orden político interno se fue modificando; se crearon tribu-
nales que decidían sobre los problemas dentro de la misma;
ya no era el padre el único que tenía el poder de disposición
dentro de la casa; el derecho de voto se le otorgó a la mu-
jer, la que empezó a participar más activamente en la vida
socioeconómica de la sociedad. Las funciones religiosas in-
terfamiliares fueron modificándose, dando paso a la idea
de que sólo a través de la iglesia se podía realizar el culto
religioso. Aparece el principio de la libertad de selección
de los cónyuges; no es el padre propiamente el que va a
venir a determinar el esposo o la esposa de sus hijos, se va
creando la idea sociocultural del amor romántico. Las mo-
dificaciones de la sociedad fueron haciendo que las acti-
vidades económicas v técnicas interiores de la familia fueran
desapareciendo. Surgen instituciones externas a la casa
que vienen a suplir una serie de funciones antes inherentes,
como por ejemplo, las médicoasistenciales, las de educa-
ción, las religiosas, las recreativas, etcétera, que son llevadas
a cabo por agencias sociales. Se va modificando el concepto
tradicional de la familia patriarcal y vamos viendo aparecer
las características que, actualmente tiene la familia occi-
dental moderna."
Cambia su número de miembros, quedando circunscrita
a la generación de los abuelos, los padres y los hijos, y
aunque sostienen relaciones muy estrechas con los parientes
colaterales, éstos quedan fuera del núcleo familiar. A este
tipo de familia se le denomina conyugal extensa, que sigue
siendo muy común sobre todo en las zonas rurales. Pero en
las ciudades de los países que tienden a caracterizarse por
su alto grado de industrialización, la familia conyugal ex-
tensa se ha reducido, quedando limitada a la institución
del matrimonio, como un grupo en el cual se comprende
sólo al marido, la esposa y los hijos menores o solte-
ros, excepcionalmente los hijos casados. En estos casos el

., tu«, p. 248.
10 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

parentesco se establece a través de la línea masculina y


femenina. Los parientes colaterales ascendientes y descen-
dientes no sólo no vienen a formar parte de la propia fa-
milia, sino que no se mantienen relaciones cercanas con
ellos. La patria potestad ya no está exclusivamente en manos
del padre, sino también de la madre, y en general las rela-
ciones que se dan dentro de esta clase de familia tienden
a democratizarse."

9 CUVILLER, Annand, ojJ. cü., p. 446 Y ss.


LA FAMILIA CONYUGAL MODERNA

Este tema es muy amplio y muy general, dado que es


muy difícil poder especificar en concreto los distintos gru-
pos familiares que se ven en cualquier país, por ejemplo,
en México, donde podemos referirnos a la familia rural, a
la familia urbana y dentro de esta última a la de clase baja,
clase media o clase acomodada. Cada uno de los tipos de fa-
milia muestra características muy peculiares; este libro se
refiere a la familia de clase media urbana con un enfoque
muy general que permita, más que hacer estudios especí-
ficos, presentar un panorama teórico de características en
nuestra realidad. Partimos fundamentalmente, de algunas
investigaciones realizadas sobre la familia en México," así
como de estudios que se han hecho sobre el tipo de familia
que va formando la estructura socioeconómica de los países
industrializados. Es importante hacer esta aclaración por-
que al destacar las características del tipo de familia urbana
de clase media que se va configurando en los países desarro-
llados o en etapa de desarrollo, se hace conciencia de hacia
dónde vamos, y de cuál es el tipo de familia que como
meta y como expectativa van estructurando los procesos
socioeconómicos de la sociedad en que vivimos.
Se ha mencionado que la familia se ha ido transfor-
mando en una familia conyugal restringida; esto es, en la
que padres e hijos son propia y exclusivamente quienes
tienden a integrar este grupo social que a pesar de las mo-
dificaciones señaladas en la descripción histórica de la fa-
milia, ha mantenido una serie de funciones que le son

io LENERO Otero, Luis, luucstigaciones di! lafá1lúlia ('11 México, Instituto Mexi-
cano de Estudios Sociales, México, 19(jíl.

1l
FAMILIA Y SOCIEDAD 13

esenciales, como la legitimación de las relaciones sexuales en-


tre los padres, el vínculo generacional que permite el proceso
de crecimiento y educación de los hijos y la coparticipación de
los cónyuges en un hogar; asimismo, la competencia econó-
mica permanente, la aspiración de obtener en forma crecien-
te mejores niveles de vida, la gran movilidad social, el acen-
tuado individualismo, etcétera, han hecho que el ser humano
tienda a tener al grupo familiar como el centro primario de
satisfacción de sus necesidades emocionales. Y sin embargo,
estos rasgos distintivos de las sociedades modernas, que apa-
recen principalmente en las ciudades, están llevando a una
revaloración de la importancia que la familia actual debe te-
ner en la realización personal de todos y cada uno de sus
miembros, sobre todo de los hijos. Hay una gran inquietud
de padres, maestros, políticos y público en general, de com-
prender el malestar tan manifiesto de lajuventud, el aumento
creciente de divorcios, la delincuencia juvenil, la drogadic-
ción, el abandono escolar, etcétera. Una amplísima gama de
problemas sociales está afectando muy sensiblemente a nues-
tra sociedad y tiene un denominador común, la familia; si
ésta no cumple con las funciones físicas, psíquicas y sociales
que históricamente le corresponden, se convierte en el prin-
cipal agente motivador de conductas antisociales,
La familia debe proveer a la satisfacciónde las necesidades
integrales del hombre; sienta las bases de la supervivencia
física y espiritual del individuo; es a través de la experien-
cia familiar, de la comunicación y de la empatía, como los
miembros de la familia deben ir desarrollando lo esencial
de cada uno de ellos, al encontrar el refugio y la alimen-
tación material y anímica que permita darle un sentido
existencial humanista a su vida.
Podemos, concretando, mencionar como características
de la familia moderna las siguientes:
a) Una institución sociojurídica que conocemos por
matrimonio;
b) Una relación sexual legítima y permanente;
c) Un conjunto de normas que regulan la relación entre
los padres y éstos y los hijos, normas que pueden
ser jurídicas, religiosas y morales;
14 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

d) Un sistema de nomenclatura que defina el paren-


tesco;
e) Una regulación de las actividades económicas; y
f) U n lugar físico para vivir. II

Estos atributos, así como sus finalidades, se dan con


peculiaridades específicas, dependiendo de tradiciones, reli-
gión, orden jurídico y político, etcétera. Lo que sí se man-
tiene análogo, es la existencia de estas propiedades y de
una serie de objetivos homogéneos.
Estas características se actualizan a través de una mul-
tiplicidad de procesos sociales:
a) de contacto recíproco (conciencia de la existencia, pre-
sencia y conducta de unos miembros con los otros); b) de
intercomunicación recíproca (por actitudes, gestos, lenguaje,
etcétera); c) de interactividad (influencia recíproca); d) de
cooperación por división del trabajo (actividades para ga-
nar los medios de subsistencia, faenas del hogar, enseñanza
y aprendizaje, etcétera); e) de cooperación solidaria (padre y
madre conjuntamente realizan funciones educativas, afrontan
los mismos problemas, etcétera); f) de ajustes (entre los cón-
yuges, y de los padres con los hijos y viceversa); g) de subor-
dinación (de los hijos a los padres); h) de servicio (de los
padres para los hijos); i) de mutuo apoyo y auxilio (entre
los cónyuges y entre éstos y los hijos)."
Lo anterior va creando y fortaleciendo una interdepen-
dencia material y emotiva entre quienes integran la familia.
Se forma un sentimiento de comunidad, de pertenencia,
el nosotros frente al yo individual. Son estos procesos los
que configuran el vínculo consanguíneo, los que le dan
historicidad a la familia.

11 MAcIvER, R. M. Y PA(;E, Charles. oJ!. ctt., p. 247 Y ss.


I~ TIM.\SIII':FF, Nicolás y FAREY, S. J. Paul, So(:io!ogy: an l ntroduction lo Sociolo-
p;iml Analssis, Bruce, Milwauke, p. 22 v ss. Mencionado por REC\Sf:NS Siches, Luis,
op. cit., p. 473.
ETAPAS DE LA FAMILIA

Hay diferentes épocas por las cuales va pasando la fa-


milia de acuerdo con su propio proceso existencial, desta-
cando las siguientes:

a) La prenupcial;
b) la nupcial; y
c) la de formación y educación de los hijos.

ETAPA PRENUPCL\L

El tipo de sociedad que estamos viviendo, la etapa lla-


mada la prenupcial se caracteriza por el galanteo y la selec-
ción del futuro cónyuge. Se da como un presupuesto la libre
elección, al escoger la pareja con la cual se quiere contraer
matrimonio, fenómeno que en otra época y en otro tipo de
sociedades no aparece, sino que son los padres o los abue-
los, o los ancianos los que determinan las bodas.
En nuestra cultura está en vigor una idea que puede
ser muy peligrosa, la del amor romántico. Se considera al
noviazgo una etapa de exploración y de preparación, de
acuerdo con las normas morales y religiosas que nuestra
sociedad acepta. Todos los jóvenes tienen como expectativa
el llegar a encontrar lo que nosotros llamamos la "media
naranja". N o hay una formación previa de la personalidad
dentro de los medios institucionales que nos eduque, que
nos informe de lo que representa esta selección del futuro
cónyuge, sino que es una actitud meramente idealista y
subjetiva en la que el individuo muchas veces refleja, una
actitud emocional madura que le permita poder responsa-
bilizarse de lo que significa el matrimonio, su estado de sole-
dad y de angustia que lo lleva a actuar en forma compulsiva.
13
16 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

Es en el noviazgo en donde se presupone el conocimiento


real de los futuros esposos, los que deben decidir en un
acto que debería tener la mayor objetividad, la aceptación
para la formación de su futuro hogar. Por desgracia, el ri-
gorismo y el formulismo que nos impone en el actuar el
tipo de sociedad en que vivimos, limita en un alto grado
la libre y espontánea expresión de las manifestaciones
emocionales de las personas, impidiendo que en sus rela-
ciones se logre un vínculo real y efectivo. Es importante
prevenir de los peligros que entraña el que el noviazgo
pierda objetividad al darse dentro de ese esquema ideal ro-
mántico, que puede ser, por lo engañoso, tan perjudicial
para el futuro de un matrimonio, que en muchos aspectos
llega a impedir que se valore con madurez una serie de
prerrequisitos que deberían darse en todos aquellos que se
van a casar. Infortunadamente, los jóvenes al entablar una
relación de noviazgo, en muchos aspectos están condicio-
nados desde su inicio por los prejuicios que la sociedad, a
través de la clase social a la que pertenecen, les va impo-
niendo. Muchas veces son aspectos externos como el nivel
económico, la atracción física, el status social, los que en
un momento dado vienen a ser los factores determinantes
en la aceptación o no de una relación de noviazgo.
Algunos autores han tratado de señalar cuáles deberían
de ser los principales antecedentes a tomarse en cuenta
por aquellas personas que van a formar un nuevo hogar."
Estos son:
a) Haber alcanzado un grado de madurez físico, psico-
lógico y social. Se considera que es el adulto joven quien,
desde el punto de vista del crecimiento y desarrollo orgá-
nico, está en la mejor edad para casarse.
La madurez psicológicarepresenta, para loscontrayentes,
un requisito indispensable en cuanto a que implica el re-
conocimiento y la aceptación de la responsabilidad de la
vida en común, de la maternidad y la paternidad como

1:\ CARROl.l., Herbert A., Higiene mental, trad. Luis Romano Haces, Compañía
Editorial Continental, México, 19GB, p. 77; BIEZ.\NZ, J ohn Y BIEZANZ, Mavis, La so-
ciedad moderna, Letras, México, 1958, p. 255 Y ss.
FAMILIA Y SOCIEDAD 17

responsabilidad inherente al individuo, y el haber podido


romper las cadenas emocionales que vinculan a los futuros
esposos a sus hogares de origen.
Por otro lado, la madurez social significa que ambos
cónyuges han logrado configurar los roles que la sociedad
les demanda para integrar un matrimonio, la independencia
económica y, además, en nuestra clase media, un grado de
escolaridad superior, como los requisitos más serios que
habrán de cumplir.
b) Tener intereses y aptitudes semejantes. El individuo
va siendo estructurado desde su nacimiento por una serie
de patrones socioculturales que predominarán en la edad
adulta. En cada hogar hay normas, valores, expectativas,
que van formando el carácter sociocultural de las perso-
nas; al pensarse en contraer matrimonio, es muy impor-
tante que haya suficientes antecedentes en común para un
mejor amoldamiento dentro de las relaciones interpersona-
les; que los futuros esposos tengan características análo-
gas, que la vida cotidiana venga a fortalecer así como im-
pedir que se acentúen las diferencias.
e) Reconocer creencias afines. Cuando las personas tienen
un marco de referencia doctrinario, filosófico o religioso
similar, sus relaciones se estimulan; en caso contrario, se
presentan motivos de conflicto muy serios. Por ejemplo,
los conceptos que se tienen del papel del hombre o de la
mujer en el hogar, del manejo de la economía doméstica,
de las expectativas de los hijos, de las actividades recreativas
o del contenido de las normas morales, todos representan
focos conflictivos cuando no hay aceptación común entre
la pareja.
d) Disponer de antecedentes educativosy culturales seme-
jantes. El velo romántico con el cual se cubre el matrimonio
en nuestra sociedad, se desgarra con los actos de la vida
diaria. El matrimonio no viene a ser más que una comuni-
cación y una responsabilidad permanente; cuando sus
miembros se encuentran en muy diferente nivel cultural y
educativo es probable que ese matrimonio vaya al fracaso,
dado que no habrá una comunicación adecuada entre la
pareja. Es importante destacar esto porque la formación
18 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

cultural que cualquier persona tiene, le va dando una muy


particular visión del mundo y de la vida, y si en estos ante-
cedentes los futuros cónyuges no tienen un mismo nivel,
no podrán mantener una comunicación fácil, fluida y flexible
entre ellos.
e) Contemplar expectativas económicas semejantes.
Aunque es de valor, por los antecedentes dados en los in-
cisos anteriores, que el nivel económico del que proviene la
pareja sea lo más semejante, más que el origen, importa
la expectativa de vida que ellos tengan, el que sean cons-
cientes objetivamente de cuál es el status al que van a tratar
de integrarse. El acuerdo común facilitará una adecuada
relación o, en caso contrario, vendrá una situación conflic-
tiva. En los estudios que algunos sociólogos han hecho
sobre el nivel más conveniente, se ha encontrado que los
ingresos medios y no los altos ni los bajos, son los que
pueden dar mayor consistencia, desde el punto de vista
económico, a la relación matrimonial. Es necesario hacer
notar que en el tipo de sociedad en que vivimos, el factor
económico, por desgracia, ha venido a ser determinante
en cuanto que es fundamentalmente el que va dando las
directrices sobre la organización interna de la familia. So-
bre esto hablaremos en la última parte de este ensayo.
f) Disponer de una actitud semejante con respecto a la
vida sexual. Una de las grandes fallas culturales de la so-
ciedad es la falta de información real sobre la vida sexual
en los individuos. Seguimos manteniendo una actitud pro-
vinciana en relación a la sexualidad en el hombre, lo que
influye muchas veces en que por una deformación de los
conceptos, o una ausencia de información, la vida sexual
del matrimonio se vea mistificada. Hay que enfatizar que
la vida sexual es una forma de comunicación humana. De-
bemos formar a nuestros hijos desde niños en un marco en
donde la educación sexual sea tan natural como la educa-
ción en la aritmética, la lengua nacional, el inglés, etcéte-
ra. La sexualidad es parte de nosotros mismos, debemos
aceptarla y desarrollarla.
g) Situar la relación con la familia política. A pesar de
que nuestra realidad ha ido configurando lo que hemos
FAMILIA Y SOCIEDAD 19

llamado la familia conyugal restringida, es un hecho que


las relaciones que se van manteniendo con la familia polí-
tica son determinantes en la estabilidad del matrimonio.
En nuestra sociedad hemos institucionalizado la figura de
los suegros, los que definitivamente han ganado ese lugar
a pulso, pues representan un agente que en muchas oca-
siones, y con la mejor buena fe del mundo, vienen a dis-
torsionar la relación matrimonial, sobre todo en aquellos
casos en que está ausente el primero de los requisitos que
mencionábamos, la madurez emocional; cuántas veces tanto
el esposo como la esposa buscan apoyo moral permanente
en los padres de origen, creando con su intervención un
estado conflictivo dentro de la casa. Por ello, es de desear
que la pareja establezca los límites tanto de su participación
en los hogares paternos como de la ingerencia de los padres
dentro de la nueva casa. Como mencionaremos en el inciso
referente a los hijos, los abuelos pueden ser un extraordina-
rio foco de cariño y de ternura si saben respetar el lugar que
les corresponde en la familia que sus hijos han formado.
Es importante recordar el tipo de sociedad en que vivi-
mos; se nos prepara para ocupar principalmente un papel
económico, todo nuestro sistema educativo tiene como
meta primordial el hacer al individuo una entidad produc-
tiva, esto es, un agente económico. Pero, ¿qué pasa con
nuestros valores humanos? Una de las grandes deficiencias
que tiene nuestra cultura tradicional es la de no prepararnos
para ocupar el papel de esposa o esposo, o de padre o
madre. Se considera un proceso innato en el hombre lle~
gar a una determinada edad y contraer matrimonio, sin
tomar en cuenta todos los factores que hemos señalado an-
teriormente. Es necesario insistir en que el individuo, antes
que factor económico, es una entidad cargada de emotivi-
dad, que demanda para su existencia una serie de respuestas
afectivas, que muchas veces no está en capacidad de dar,
porque los procesos educativos que lo han formado han
amputado los canales de comunicación interpersonal e hiper-
trofiado un formalismo intelectual en su relación social.
La preparación para el matrimonio debe ser una fun-
ción social. En estudios antropológicos hechos sobre las
20 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

consecuencias que en la sociedad que vivimos puede tener


el estar o no casado, en hombres y mujeres de 30 años, se
ha encontrado que el promedio de muertes de los adultos
solteros es aproximadamente el doble que en los casados,
y que el número de fallecimientos provocados por la tubercu-
losis, los accidentes y el suicidio, el alcoholismo y la sífilis,
es mucho menor en el grupo de hombres casados. H
Los datos anteriores pueden interpretarse en una forma
muy diversa; tampoco se quiere presentar al matrimonio
como la panacea que venga a resolver todos los problemas
existenciales del hombre moderno, pero sí creemos que el
afecto mutuo, la comunicación emocional y la formación
del hogar, permiten al hombre tener una defensa frente a
la problemática física, psicológica y social de un mundo
tan complejo y tan enajenado como el nuestro.
A pesar de las posibles ventajas que el matrimonio
puede representar para el adulto joven, el varón sobre
todo se ve cada día obligado a prolongar la etapa del no-
viazgo por los requisitos sociales que debe cubrir antes de
casarse; la independencia económica y el logro de las metas
educativas son prerrequisitos que la sociedad impone como
antecedentes para dar su aceptación a un nuevo matrimonio.
Con el avance tan grande de las ciencias, se ha ido obli-
gando a quienes siguen estudios institucionales a prolongar
cada día más los años de su formación académica. Por otro
lado, las expectativas económicas de tener un determinado
status, obligan al muchacho a luchar con gran empeño
para llegar al nivel que las esperanzas de su familia y su
ambiente social le van imponiendo; esto hace que los as-
pectos afectivos se vean subordinados a presiones cultura-
les y económicas, con la atrofia consiguiente de la vida
emocional.
Afortunadamente los nuevos sistemas educativos en to-
dos los niveles, están volviendo los ojos al desarrollo para-
lelo de los aspectos cognoscitivos con la vida afectiva de los
educandos," en tal forma que la vida sea sentida y no sólo

14 MAcIvER, R. M. Y PACE, Charles. op. cit., p. 275.


15 BLOOM, Benjamín, Taxtnunnia de los objetivos de la, educación, trad. Marcelo
Pérez Rivas, El Ateneo, Buenos Aires, 1971, p. 177 Y ss.
FAMILIA Y SOCIEDAD 21

comprendida; que los jóvenes no sólo estén en capacidad


de dar una respuesta real y consciente a sus necesidades
emocionales, sino también que jerarquicen las metas y las
demandas que la sociedad les impone.

ETAPA NUPCIAL

Esta época se caracteriza por la vida conjunta de los cón-


yuges, desde el matrimonio hasta el nacimiento de los hi-
jos. Se ha considerado siempre que el primer año de vida
en común representa el momento más difícil de ajuste y de
conocimiento de la pareja. En esta etapa se crean los ci-
mientos de lo que la familia llegará a ser en el futuro; re-
presenta el ambiente natural donde el ser humano debe
encontrar la plena realización de sus expectativas. Es al
inicio del matrimonio donde se empiezan a afirmar los
roles que el padre y la madre van teniendo de acuerdo con
los antecedentes señalados. En la cultura que vivimos se da
un tipo de familia cuyo denominador común la ubica dentro
de lo que algunos autores llaman la familia tradicional,
con el padre como centro donde gira la actividad econó-
mica y social. Él da el marco de referencia de los valores
filosóficos, morales y religiosos para la mujer y para los
hijos, y además, el que de acuerdo con su ocupación y con
el monto de sus ingresos, determina la clase social a la que
pertenecen. H; Por otro lado, la madre viene a representar
el centro afectivo, da la seguridad emocional a los miem-
bros de la casa, es la administradora del hogar tanto en lo
económico como en lo emocional. En la sociedad urbana
mexicana los estudios hechos señalan que el 75 por ciento
de las familias pueden ser catalogadas como familias tra-
dicionales."
Por las modificaciones tan rápidas que la sociedad está
teniendo, vale la pena mencionar cómo estos cambios han
afectado o pueden llegar a influir la estructura interna de
la familia, sobre todo la transformación de la mujer, con
una nueva serie de expectativas que le permiten ampliar
1'; LEÑERO Otero, Luis, op. cit., p. 126 Y ss.
17 Ibid., p. 247.
FAMILIA Y SOCIEDAD 23

su campo fuera de los angostos límites del área tradicional.


En una sociedad donde es devaluada por prejuicios, sin
haber logrado que su trabajo doméstico sea apreciado, la
mujer ha sido motivada a buscar un área en donde pueda
trascender y tener una valoración personal, un mundo en
donde realmente obtenga un reconocimiento en lo jurídico,
en lo político, en lo cultural y, sobre todo en el momento
actual, en lo económico. La estructura económica de las
sociedades contemporáneas ha venido a integrar en un
grado creciente a la mujer al campo de la producción.
Es muy difícil poder describir los diferentes papeles
que la sociedad urbana de clase media le va permitiendo
tener a la mujer, pero se puede intentar hacer una ejem-
plificación tripartita.
En primer lugar está el rol de la esposa-madre tradi-
cional; con una serie de derechos y privilegios reconocidos
unánimemente: la dependencia económica del marido,
con todo lo que ello implica; una pensión alimenticia en
el caso de divorcio; la autoridad afectiva reconocida, que
implica demandar fidelidad al marido al que le ha dado
hijos, como principal obligación, y presupone una actitud
de gratitud y de correspondencia emocional de éstos y del
marido. Su principal obligación ha sido la formación de
aquellos y la constitución del hogar; de ella se espera la
prestación de servicios domésticos, una subordinación a
intereses económicos del esposo y una limitación a cual-
quier actividad de tipo socioeconómico y cultural dentro
del ambiente en el que se maneja.
Un segundo papel es el de la esposa-compañera, que
por lo regular se da en las clases acomodadas y representa
un modelo al que irracionalmente algunos grupos de clase
media alta tratan de copiar. En este caso la esposa más que
nada busca con su presencia fortalecer el papel social de
su marido; debe compartir diversiones con él y afirmar la
personalidad de éste siendo objeto de admiración. Por tan-
to, tiene que conservarse atractiva, so pena de no poder
retener al marido, dado que en esta relación el aspecto
físico de ella es altamente valorado; dedica una parte impor-
tante del dinero recibido al lucimiento del hogar y tiene
24 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

que cultivar permanentemente relaciones sociales ventajosas


para el esposo. Lo anterior lleva a segunda importancia las
relaciones con los hijos. Inclusive hay escuelas cuya principal
finalidad es formar la personalidad social de este tipo de
alumnas, tomando en consideración su futuro papel.
Por último, en tercer lugar, está la mujer colaboradora,
que en cierta forma ha venido a constituir lo que algunos
autores llaman la familia igualitaria. Aparece con frecuencia
en la clase media, siendo las modificaciones socioeconómicas
de la sociedad las que han propiciado este papel; la esposa
dedica una parte muy importante de su vida diaria a un
trabajo remunerado fuera del hogar y representa un ren-
glón muy considerable dentro de los ingresos familiares,
por lo que es considerada como una igual en relación a su
marido; tienen muchas veces la cuenta bancaria compartida
y las decisiones son comunes en aspectos de compras y
ubicación de la casa, el trabajo del esposo, la selección de
la escuela para los niños y la decisión de tener o no tener
hijos. En relación a sus obligaciones está el renunciar en
un momento dado a la pensión alimenticia en caso de di-
vorcio, a menos que haya hijos; al aceptar una participación
de las responsabilidades legales y económicas de la familia,
al no haber una expectativa de una relación caballeresca o
romántica con el padre, se considera una igualdad absoluta
entre ellos, que mantiene el equilibrio dentro de la casa."
En las familias urbanas en México hay un 25 por ciento
que tienen estas últimas características y con seguridad se
incrementarán en el futuro. La mujer está llegando a ocupar
el 40 por ciento de los empleos en el tipo de sociedades
industriales como la que nosotros estamos configurando.
Los tres tipos de papeles no los desempeña la mujer en
forma exclusiva,sino todo lo contrario, hay una interrelación
permanente entre ellos, aunque siempre será uno el que
tienda a predominar. Es motivo de conflicto para la esposa
el escoger cuál de estos roles es el que va a desempeñar,
porque muchas veces son incompatibles. Ello trae en ocasio-
nes para la familia, desconcierto y situaciones de choque.

1" BIEI.ANZ,JOhll, y Bn:Z.\NZ, Mavis, O/J. cü., p. 263.


FAMILIA Y SOCIEDAD 25

Con frecuencia la mujer tiene que variar de un papel


a otro; por ejemplo en el caso de la universitaria que se ha
preparado para realizar una carrera y por otra parte tiene
que integrarse en forma permanente al hogar; o al revés,
una mujer que se ha visto obligada a desempeñar el papel
de mujer colaboradora cuando su formación tradicional ha
sido eminentemente la de esposa-madre. Es importante
que los esposos precisen, por las consecuencias tan serias que
puede tener para el hogar, cuál es el rol que ambos van a
desempeñar dentro de la casa. En estos casos lo mejor es
que sus actividades se complementen y que ninguna persona-
lidad se vea amputada; es lo que puede llamarse una familia
democrática en donde se acepten decisiones y participaciones
por ambas partes. Pero hay etapas para realizar estos dife-
rentes papeles, condicionados a las necesidades reales de
cada familia, sobre todo las que nacen de la época del cre-
cimiento y desarrollo de los hijos. Una mujer puede, en un
momento dado, si los hijos están encarrilados, no quedarse
limitada dentro del hogar, sino buscar realizar una serie de
labores culturales, sociales, etcétera, que le permitan dar un
sentido más útil a su existencia, siempre y cuando esto no
redunde en falta de atención para la familia.
Justo es alertar a los padres de una salida falsa que se
está utilizando con el pretexto de que la mujer debe salir
de la casa. Hemos dicho que cuando las condiciones espe-
cíficas de cada familia permitan que la madre amplíe sus
horizontes, ella debe hacerlo, pero en la actualidad con
frecuencia se da el caso de que la esposa busca salir del
hogar no para realizarse en sí, sino como una fuga al aban-
dono del marido y a su falta de capacidad para comuni-
carse con los hijos. El esposo, inserto en una estructura
socioeconómica que le obliga a una competencia perma-
nente, a una lucha constante en el mercado de trabajo, a
largos desplazamientos a su oficina, etcétera, pasa en el
hogar un mínimo de horas, que utiliza para tomar alguno
de sus alimentos y reponer sus energías; pierde la comunica-
ción con la familia y el mutuo interés entre los miembros
no brota o desaparece. Cuántas veces el padre llega al hogar
a ver un programa de televisión estupidizante y destructivo
26 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

en el que le venden en comerciales los satisfactores que de-


bería buscar en la relación con sus hijos y con su esposa. Y
así la madre se siente sin el apoyo moral del esposo; tiene
que manejar la casa, los hijos, las relaciones con la escuela,
el médico, etcétera; entonces, en muchas ocasiones, rechaza
su papel por no tener estímulos afectivos que compensen su
labor, y en el momento que puede busca actividades fuera
de la casa, donde siente que existe un reconocimiento y una
compensación. Aquí el problema no es como en alguna oca-
sión ha dicho un padre: "mi mujer debe buscar algo que
hacer fuera de la casa" sino todo lo contrario, el padre es el
que debe modificar sus hábitos y la jerarquía de sus valores;
debe invertir una mayor actividad dentro del hogar, partici-
par con su mujer y con sus hijos en forma creciente dentro
de las actividades inherentes a la familia, aun a costa de que
disminuyan sus ingresos económicos. El problema de la fa-
milia urbana no es la supervivencia física, sino la espiritual;
si no se da cuenta de esto, como se verá al final de este
ensayo, se estarán reforzando las causas de la desintegración
familiar y, por tanto, la enajenación del hombre.
Uno de los principales problemas que se presentan en
esta etapa de la familia es la adecuación sexual. En nuestra
cultura, como ya dijimos, falta una correcta educación
sexual; es una de nuestras grandes deficiencias, llegando
los jóvenes al matrimonio con una deformación de lo que
es la sexualidad.
Erikson ha descrito como los aspectos más significativos
de una adecuada y madura relación sexual los siguientes:

l. mutualidad del orgasmo,


2. con un compañero amado,
3. del otro sexo,
4. con quien uno puede y quiere compartir una con-
fianza mutua, y
5. con quien uno puede y quiere regular los ciclos de:
trabajo, procreación y recreación, a fin de asegurar
también a la descendencia todas las etapas de un
desarrollo satisfactorio."
19 ERIKsON. Erik, Intancia y Sociedad, trad. Noemí Rosemblantt, Hormé,
Buenos Aires, ]966, p. 239.
FAMILIA Y SOCIEDAD 27

Como vemos en la información anterior, la sexualidad


implica un logro en tres áreas que se complementan, la
biológica, la psicológica y la social. Todas son inseparables.
La vida sexual se actualiza a través de una función orgánica
que tiene una carga emocional y social.
Se debe pugnar porque los padres y los maestros man-
tengan una actitud abierta y sana frente a la sexualidad. La
enseñanza sexual se debe dar desde el nacimiento, es una
característica inherente al hombre y no hay por qué negada.
Es clásico de nuestra deformación cultural dar enseñanza
sexual hasta que el joven llegó a la adolescencia, dejando
en esa forma enormes lagunas que repercutirán cuando se
llegue sobre todo al matrimonio. Más que nada al no poder
integrar la emotividad con la vida sexual. Erikson insiste
en resaltar el condicionamiento que la sexualidad debe te-
ner respecto a la emotividad:
"Debe ser un hecho evolutivo importante que el hom-
bre, por encima y más allá de la sexualidad, desarrolle una
selectividad en el amor: creo que se trata de la mutualidad
de los integrantes de una pareja en una identidad compartida,
a los fines de la verificación mutua a través de la experiencia
de reencontrarse, y también de perderse en el otro. Permíta-
seme subrayar aquí que la identidad más fuerte es la que
puede correr riesgos con respecto a sí misma. Por tal razón,
el amor en su sentido más auténtico presupone identidad
y fidelidad. Si bien es posible mostrar que muchas formas
del amor intervienen en la formación de las diversas virtudes,
resulta importante comprender que sólo la superación de
la adolescencia permite el desarrollo de esa intimidad, la
autoentrega de la devoción compartida, que hace que el
amor tenga su anclaje en un compromiso mutuo. El amor
íntimo es así el guardián de ese poder del estilo cultural y
personal, que da y exige convicción en los patrones com-
partidos, garantiza la identidad individual en la intimidad
conjunta e integra en una 'forma de vida' las afiliaciones
de procreación y de producción.':"

20 ERIKSON, Erik, É'lica y psicoanálisis, trad. Noemí Rosemblatt, Horrné,


Buenos Aires, 1967, p.1 00,
28 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

ETAPA DE FORMACIÓN DE LOS HIJOS

Una de las principales expectativas de todo matrimonio


es la de tener hijos. Se dijo ya al inicio de este trabajo que
son características de la familia la legitimación de la vida
sexual entre los cónyuges y la procreación de los hijos. De
acuerdo con conceptos morales, tradicionales y religiosos,
se presupone que la vida sexual dentro del matrimonio
tiene como finalidad crear nueva vida.
Las corrientes antropológicas y psicoanalíticas actuales
han demostrado que la sexualidad va mucho más allá del
mero acto de reproducción; que la relación sexual es una
comunicación emocional intensa y profunda de los seres
humanos. Por ello, vale la pena preguntarse si hubo algún
razonamiento previo al encargo de los hijos. ¿:Estánprepara-
dos y capacitados los cónyuges para tener un hijo? ¿Es un
deseo consciente y responsable? ¿Se ha logrado la madurez
necesaria, la comunicación, el respeto, la comprensión y el
amor entre los padres? ¿Se va a poder educar a ese hijo
dentro de las mejores tradiciones humanistas de nuestra
cultura? Por lo común estas preguntas no existen en la
mente de los futuros padres, sino son los convencionalis-
mas sociales, el hecho, como decíamos anteriormente, de
que estar casado implica, erróneamente, tener hijos; las
creencias religiosas y morales que consideran la idea de
que la paternidad y la maternidad son las consecuencias
lógicas, inminentes e inmediatas del matrimonio.
Cuántas veces la inseguridad personal es la que viene
a precipitar una decisión que debería mantenerse latente
mientras no se logre el grado de madurez necesario.
En muchas ocasiones el razonamiento que lleva a los pa-
dres tener un hijo, es el pensar en darle el gusto a los
abuelos "porque ya están grandes y es bueno que tengan
nietos por el poco tiempo que les queda para disfrutarlos";
o el hecho de afirmar el status social por encontrarse ca-
sados; en fin, un sinnúmero de razones que implican actos
de inmadurez y falta de reflexión. Nunca será demasiado
enfatizar en que la paternidad y la maternidad son actos
eminentemente culturales y que tener hijos debe ser fruto
de una profunda meditación, de un conocimiento real y de
30 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

una absoluta responsabilidad. Es necesario que los hijos


sean amados, que vengan a un hogar en donde el papel
que van a desempeñar haya sido valorado con toda objetivi-
dad, pero que no lleguen a un hogar como fruto de prejui-
cios y convencionalismos sociales. Los padres deben hacer
un acto de valorización y de autocrítica antes de encargar un
hijo. Así como se hablaba de los antecedentes de madurez
física, psíquica y social del matrimonio, hay que insistir en
que también se den entre los cónyuges estos prerrequisitos
antes de decidir sobre la procreación; el sentir que se ha
logrado efectivamente, dentro de las áreas mencionadas,
un ajuste que permita a los futuros hijos entrar en un am-
biente de protección física, de seguridad emocional y de
integración social adecuadas para que logren crecer al
máximo las potencialidades hereditarias que tienen.
El concepto freudiano de que la familia representaba
eminentemente un medio de dominar los instintos bioló-
gicos del niño, como un medio de represión y de integra-
ción social, ha sido totalmente superado." En la actualidad
el concepto de familia es mucho más amplio, es el troquel
en donde el ser humano va formando una personalidad e-
motiva y social que le irá fortaleciendo o disminuyendo en
todos los casos un conjunto de capacidades, que si bien son
congénitas sabemos que la única forma de realizadas es a
través de la sociedad. El individuo es el organismo más
flexible y más condicionado, pero también el que depende
de una mayor seguridad en sus relaciones personales y del
logro de su permanente deseo de compañía. Estas necesi-
dades operan en una forma mucho más continua que las
meras necesidades fisiológicas; por ello, el matrimonio no
sólo es una respuesta sexual entre los esposos, sino mucho
más que eso, es un medio para valorarse y relacionarse,
para trascender en el sentido más genuino del humanismo.
Es fundamental que los padres hayan logrado esa relación
de madurez y de realización personal que se reflejará en
un mundo amable y feliz para los hijos. No debe olvidarse
que la maternidad y la paternidad se expresan por medio

~I ACKERMAN, Nathan W, ap. cit., p. 49.


FAMILIA Y SOCIEDAD 31

del comportamiento cotidiano de los padres, que deben


estimar sus propias posibilidades y tender a cumplir lo más
ampliamente posible las funciones desglosadas.
De acuerdo con lo anterior, la familia debe cumplir con
las siguientes expectativas biopsíquicas y sociales de cada
uno de sus miembros:
a) satisfacer las necesidades físicas; esto es, alimento,
vestido, medicinas, techo, etcétera;
b) cubrir las necesidades afectivas;
c) fortalecer la personalidad;
d) formar los roles sexuales;
e) preparar para el mejor desempeño de los papeles
sociales;
f) estimular las actitudes de aprendizaje y apoyo de
creatividad de la iniciativa individual. ~2
Es la familia eminentemente una institución biosíquica
y social; es decir, que si efectivamente por un lado tiende
a satisfacer cierto tipo de necesidades físicas de las personas
que la forman, representa también una estructura cultural,
un conjunto de relaciones a través de las que el individuo
va cubriendo sus necesidades integrales. El hombre siem-
pre busca los medios más adecuados para sus demandas, y
es dentro del grupo familiar en donde debe encontrar la
solución más inmediata. El hecho de que el individuo no so-
lamente sea un organismo, sino que además sea una enti-
dad espiritual con una gran carga emotiva, hace que las
respuestas que él busca a su alrededor se deban dar también
dentro de canales emotivos; el núcleo familiar le permite
la más inmediata y plena satisfacción a estas necesidades,
sobre todo en relación al proceso de formación de los hi-
jos, quienes por conducto de las relaciones interpersonales
y la estructura del ambiente social van configurando la or-
ganización interna de su personalidad. La familia debe
permitir que el individuo vaya fortaleciendo un conjunto
de caracteres hereditarios por medio de las normas, pautas

22 AC:KERMAN. Nathan W., Diagnóstü:o y tratamiento de las relaciones [auuliares,


Paidós, Buenos Aires, 1961, p. 39 Y ss,
32 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

y tendencias organizativas que se dan dentro de la misma;


buscar acentuar y fortalecer el núcleo de la personalidad,
la esencia misma de la naturaleza del hombre."
Pero, ¿qué pasa cuando la familia no cumple con las
funciones que hemos mencionado anteriormente? ¿Cómo
afecta a sus miembros, padre, madre, hijos, cuando no en-
cuentran dentro de sus relaciones interpersonales respuestas
a sus necesidades? No es posible dar contestaciones defi-
nitivas a estas interrogaciones, debido a que cada persona
es un ser con atributos muy especiales en los cuales, inclu-
sive la herencia como medio que posibilita, juega un papel
decisivo. Pero sí podemos considerar en términos generales
que cuando una persona no encuentra lo que requiere
para su plena realización, tendrá necesariamente que sen-
tir que está siendo limitada. Esto lo ampliaremos en el
inciso denominado Desajustes Matrimoniales.
La necesidad de satisfacción física es un imperativo
para la existencia en sí de cualquier organismo, aunque en
el hombre trasciende el mero aspecto biológico y se une al
emotivo y social. El no poder satisfacer adecuadamente
este renglón, puede llevar a la muerte. Para quienes vivi-
mos en las ciudades no es la satisfacción de las necesidades
alimenticias nuestra principal preocupación, sino las de se-
guridad emocional y las sociales. Todo ser humano necesita
entrar en relación con personas que le hagan sentir que es
querido y aceptado, desde sus primeras épocas; el niño
necesita, desde que nace, sentir que se le quiere incondi-
cionalmente M. A. Ribble nos dice al respecto:
"Los cimientos del desarrollo emocional se echan el
primer año de la vida de los niños. Estos nacen con cierta
capacidad para responder positivamente a otro ser humano.
Tras la primera semana de la vida un niño fija la mirada
en el rostro que se le acerca, pero no en un objeto inani-
mado. A las cuatro o cinco semanas la mirada suele ir se-
guida de una sonrisa o de una gárgara. Las manos del niño
se tienden hacia quien le está dando de comer, y para el
cuarto o quinto mes se da un reconocimiento definido de

~:l Ibid., p. 85 Y ss.


FAMILIA Y SOCIEDAD 33

un rostro familiar. Una carga de excitación a través de todo


el sistema muscular acompaña a la sonrisa de saludo. A
partir de este tiempo, es notoria una búsqueda y un tender
de brazos definido hacia la persona más familiar. Se ha
establecido un relacionamiento básico. No hay amor aún
en tan tierna edad, sino más bien reacción expansiva a la
satisfacción de una necesidad, una reacción que pavimenta
el camino del amor y de las funciones de percepción y
reconocimiento.
"Un modo importante de estimular en el niño las reac-
ciones sensitivas positivas, se halla en el cuidado del cuerpo.
Esto incluye la alimentación, el baño, el vestido y los arre-
glos para los periodos de sueño. Aquí el papel activo le
toca a la madre naturalmente. La habilidad y ternura con
que dichas actividades se llevan a cabo, contribuyen a ha-
cer surgir los primeros sentimientos de amor del niño hacia
otras personas que le traen confort y placer. Este primer
cuidado se convierte para él en una experiencia de relaciones
de gran importancia, por rutinaria y funcional que le pueda
parecer la situación a la madre.":"
Esta seguridad afectiva deben proporcionarla en pri-
mer lugar los padres, y hacerla extensiva los adultos que
entran en contacto con el niño, como los abuelos, tíos,
educadoras, maestros, etcétera, evitando caer en el otro
extremo, el de la sobreprotección, que impide al niño lo-
grar una independencia emocional.
Los hijos deben crecer afirmando su propia personali-
dad y que lleguen a ser no lo que los padres quieran, sino lo
que su propia capacidad les permita. Esto último deberán
los padres tenerlo muy en cuenta, dejando que los hijos se
desarrollen libremente, evitando el imponerles los crite-
rios y expectativas propias, tanto los que obligan a los hijos
a reprimir sus aspiraciones y vocaciones, como los que les
imponen metas inalcanzable s de acuerdo a sus propias po-
tencialidades. Esto es muy frecuente, los padres les van
señalando a los hijos finalidades que ellos desean que éstos

~1 RlBllLE, M. A., The Personalii» o{ the Ytnwg Chilrl, Nueva York, Columbia
University Press, 1955, p. 92 Y ss.
34 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

logren, teniendo los padres sólo criterios; subjetivos para


determinarlas. Cuán pocas veces los padres tratan de ser
objetivos en el conocimiento de las aptitudes reales de sus
hijos y guiarlos de acuerdo con ellas. Por ejemplo, es muy
frecuente encontrar padres que insisten en adelantar a sus
hijos del grado escolar que por su edad les correspondería,
sin medir las consecuencias que esto tiene para el niño. Es
sólo la vanidad del padre la que le determina al niño esta
alternativa, a pesar de que para el chico el hecho de iniciar
su vida escolar en desventaja va a ser causa de una vida
estudiantil llena de angustia. En otras ocasiones el padre
quiere que el hijo menor siga a su hermano, al que cons-
tantemente pone como ejemplo, sin paro a meditar en las
diferencias que cada ser humano tiene y que deben ser
aceptadas principalmente por él. Cuando el padre no toma
en cuenta lo anterior, es seguro que el fracaso rondará per-
manentemente la vida afectiva de ese hijo, obligando a
lograr expectativas que, si por él fuera, no tendría, y que
en realidad será muy difícil que las obtenga.
Como padres y como maestros debemos educar en li-
bertad, con el máximo de respeto a la personalidad de
nuestros hijos, que además, como dijo Gibran J alil Gibrán
no son nuestros:
y una mujer que tenía un niño contra el pecho dijo:
Háblanos de los niños, y él dijo:
Vuestros hijos, no son vuestros.
son hijos de la añoranza y de la vida por sí misma,
vienen por medio de vosotros, pero no de vosotros,
y aunque están con vosotros, no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos.
Porque ellos tienen su propio pensar.
Podéis albergar sus cuerpos, pero no sus almas.
Porque sus almas se albergan en el mañana,
que no podéis visitar, ni siquiera en sueños.
Podéis desear ser como ellos, pero no tratar
de hacerlos parecidos a vosotros,
porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer."

~,-, GlBRAN Jalil, Cibrau, El proJéla, trad. Lconardo S. Kaim, Ediciones Miguel
Bueno, México, 1971, p. 10.
FAMILIA Y SOCIEDAD 35

ETAPA DE MADUREZ

La culminación del proceso educativo de la familia en


relación a los hijos, llega cuando éstos obtienen la mayoría
de edad, esto es, la madurez física, psicológica y social.
En este caso los hijos pueden iniciar una nueva familia
o en todo caso continuar en el hogar de origen pero si
ellos son, sobre todo, autosuficientes económicamente, la
dependencia hacia las autoridades paternas se va modifi-
cando. La meta de todo padre debería ser formar hijos
libres, que a través de su proceso de crecimiento y desarrollo,
lleguen a ser lo que Stone considera el adulto sano:
"Aquel ser humano con capacidad para una verdadera
madurez, quien ha superado la niñez sin perder las mejores
características de ésta, que ha retenido los poderes ernocio-
nales básicos de la infancia, la obstinada autonomía de la
deambulación, la capacidad de sentirse integrado, el placer
y el espíritu juguetón de los años escolares, el idealismo y
la pasión de la adolescencia. Quien ha incorporado todo
ello a su nueva pauta de desarrollo dominada por la esta-
bilidad, la sabiduría, el conocimiento, la sensibilidad hacia
los demás, la responsabilidad, la fuerza y la determinación
de la edad adulta"."

2<>STONE, Joseph y CHlIRCH. Joseph, Nni«: y adolescencia, trad. Abraham


Apter, Hormé, Buenos Aires, 1965, p. 385 Y ss.
EL MATRIMONIO

Los padres son también seres humanos, y como tales


tienen a su vez que recibir una serie de respuestas dentro
del núcleo familiar. Casi siempre, al estudiar estos fenó-
menos, el investigador toma una actitud preferente por el
niño, probablemente como una forma de proteger a quien
se considera más débil y dependiente dentro de la familia.
Pero enfocar sólo los problemas de los hijos nos da una
visión parcial de la familia. Esta es una unidad forma-
da, como hemos insistido, por una variedad de miembros
interdependientes sobre todo en los bienes materiales y
en los espirituales. Hay un intercambio permanente de
amor y satisfactores económicos. Esta reciprocidad va en
todas las direcciones donde se encuentran miembros de la
familia. Generalmente, sin embargo, los padres son los
primeros en dar. Para usar una fórmula simple, las actitu-
des y acciones emocionales de cualquier miembro de la
misma, se expresan en lo que necesita, cómo intenta con-
seguirlo, qué está dispuesto a dar en retribución, qué hace
si no lo consigue, y cómo responde a las necesidades de
los otros. El proceso íntegro de distribución de satisfaccio-
nes en la familia está dirigido por los padres. En ellos
reposa especialmente el que las expectativas que pone
cada miembro en otro estén destinadas a cumplirse razona-
blemente. En el mejor de los casos, este proceso va sobre
ruedas y prevalece un ambiente de amor y devoción mu-
tua. Pero si la atmósfera familiar está llena de cambios
y desvíos bruscos, pueden surgir profundos sentimientos
de frustración, acompañados de resentimiento y hostili-
dad. El intercambio de sentimientos entre miembros de la
37
38 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

familia gira ante todo alrededor de esta oscilación entre


el amor y el odio."
Al respecto nos dice Ackerman:
"El dar y recibir emociones de las relaciones familiares
constituye el centro crucial de fuerzas que consolidan o
destruyen la salud mental. La familia determina el destino
emocional del hijo; afecta asimismo al desarrollo emocional
de los miembros adolescentes y adultos. La estabilidad de la
familia depende del complicado y sensible patrón de equili-
brio e intercambio emocionales. La conducta de cada miem-
bro se ve afectada por la conducta de cada uno de los demás
miembros. Un cambio en la interacción emocional de un par
de personas altera los procesos interaccionales de otras pa-
rejas familiares. Así las interrelaciones entre las conductas
familiares e individuales deben ser analizadas en tres dimen-
siones: l. la dinámica de la familia como un grupo; 2. los
procesos de integración del individuo a sus roles familiares
y la reciprocidad básica de las relaciones del rol; 3. la or-
ganización interna de la personalidad individual y su de-
sarrollo histórico. A medida que la familia pasa progresi-
vamente por cada fase de su ciclo de vida, del noviazgo a
los primeros años de matrimonio, o a los primeros años de
la paternidad, luego a fases más avanzadas de paternidad
con un número creciente de hijos, y por último a la madu-
rez y la ancianidad, la configuración de las relaciones fa-
miliares progresivamente se va modificando. Es el desarrollo
evolutivo de estos procesos complejos y entretejidos el que
define el crecimiento y el carácter de una familia. Es la
eficacia de los recursos de la familia para resolver los pro-
blemas y conflictos siempre cambiantes, lo que afecta el
equilibrio relativo entre la tendencia a aferrarse a lo anti-
guo y la prontitud para recibir y adaptarse a una experiencia
nueva; ésta es la capacidad de crecimiento de la familia. La
familia tiene éxito o fracaso de acuerdo con su capacidad
para alcanzar una regulación y un equilibrio apropiados de
sus funciones básicas"."
27 AC:KERMAN, Nathan W, Diagnóstico y tratamiento de las relaciones familiares,
op cit., pp. 39-40.
28 ACKERMAN, Nathan w., Psicoterapia de la familia neurática, op. cü., p. 75 Y ss.
FAMILIA Y SOCIEDAD 39

DESAJUSTES MATRIMONIALES

Cuando las personas que forman un hogar no logran


tener un ajuste adecuado en sus relaciones interpersonales,
debido en muchas ocasiones a que requisitos previos para
el matrimonio no se dan, o que no pudieron superar situa-
ciones que les están impidiendo la satisfacción de sus ne-
cesidades básicas, se originan conflictos que van a dañar
muy sensiblemente a los padres y a los hijos, y que pueden
llevar a la separación o al divorcio.
Desgraciadamente por la mistificación con relación al
matrimonio, los esposos en muchas ocasiones están ausentes
de conocimiento, cuidado, responsabilidad y respeto. Tal
posición va llevándolos a situaciones tan críticas, que algu-
nos autores las han llamado la guerra de los sexos," esto es,
el padre y la madre mantienen por ese desconocimiento
entre sí, por no haber tenido la posibilidad de lograr una
madurez emocional adecuada para llegar al matrimonio,
por no encontrar eco a sus demandas emocionales dentro
del hogar, una actitud de oposición y de lucha, algunas ve-
ces velada, en otras ocasiones latente, pero las más de las
veces manifiesta y abierta, aunque siempre encubierta bajo
los razonamientos que ambas partes se dan para justificar
su conducta. La desconfianza, la duda, el temor, la falta de
convicciones en sus propios valores, llevan a los esposos a
no aceptar compromisos y responsabilidades que el matri-
monio reclama. La hipocresía, el miedo a reconocer las li-
mitaciones, a aceptar con objetividad el mundo en el que se
vive, la dependencia incestuosa que se tiene de los hogares
originales, esos rasgos que vienen a amputar el crecimiento
y desarrollo de la personalidad de cualquier ser humano,
fomentan esta crisis en el hogar. Aramoni terna de Oswald
Spengler el siguiente párrafo para ilustrar el fenómeno:
"He aquí la secreta guerra de los sexos, guerra eterna,
que existe desde que hay sexos, guerra silenciosa, amarga, sin
cuartel, sin merced. Hay en ella política, batallas, ligas,
contratos y traiciones. Los sentimientos raciales de odio y

29 ARAMON1, Aniceto, "La guerra más larga de la historia", en IÁ! guerra de los
sexos, Instituto Mexicano de Psicoanálisis, México, 195!).
FAMILIA Y SOCIEDAD 41

de amor que se originan ambos en los hontanares del an-


helo cósmico, en el sentimiento primordial de la dirección,
dominan entre los sexos con más dureza aún que la otra
historia, entre hombres y hombres"."
Cuando aparece este estado de tensión, obviamente
está impidiendo que los miembros de la familia sean felices.
Anteriormente, en las sociedades victorianas, esta situación
había que mantenerla; los prejuicios sociales imponían la
continuidad formal de la familia. En la actualidad esto no
es así; más que por otra cosa, por las modificaciones so-
cioeconómicas que la sociedad urbana ha venido teniendo,
es probable que cuando aparecen conflictos graves en la
casa el siguiente paso sea el divorcio. En las ciudades los
lazos que vinculan a la familia con la sociedad son muy
frágiles; no existen los controles sociales de tipo religioso,
económico yjurídico, característicos de la familia tradicional
o de la familia del campo. Un factor que ha contribuido
muy sensiblemente a esto son los cambios que la mujer ha
logrado en su papel social y el alto grado de emancipación
que ha tenido. Como todo problema social, los conflictos
dentro del matrimonio deben preverse y tratar de solven-
tarse antes de que trasciendan y destruyan los medios de
defensa dentro de la casa.
En algunos estudios sobre la dinámica de la familia
media urbana, se ha encontrado que las principales quejas
de los maridos en relación con sus esposas son las siguientes:
la mujer es regañona, egoísta, desconsiderada y poco afee-
tuosa;se queja constantemente, impide al marido realizar
sus actividades favoritas, descuida su aspecto personal y
tiene un genio muy violento. A su vez las quejas de las
esposas fueron: que los maridos eran egoístas y desconsi-
derados, desordenados en el trabajo, mentirosos, demasiado
vagos al quejarse, nada inclinados a demostrar cariño, ene-
migos de compartir con la mujer las responsabilidades de
la vida diaria, y bruscos con sus hijos."

'lO tu«, p. 17.


:1I BIFZANZ, John, y BIEl.AN7., Mavis, op. cii., p. 261.
42 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

Cuando dentro del núcleo familiar no se logra un ajuste


adecuado de estas alteraciones, se puede llegar al rompi-
miento del matrimonio. En encuestas que se han hecho en
los tribunales sobre las principales motivaciones que provo-
can el divorcio, se han encontrado como las más frecuentes:
a) diferencias culturales;
b) un ajuste sexual deficiente;
c) disputas por problemas económicos;
d) diferencias en el temperamento, y
e) problemas de personalidad.
Es importante mencionar que problemas como el divor-
cio del matrimonio, no son exclusivos de una pareja y de
sus hijos; las consecuencias que puede tener un hogar des-
truido para un individuo, no sólo se van a reflejar en él y
en sus padres, sino que, inclusive, pueden tener conse-
cuencias funestas para la sociedad. Tenemos el ejemplo
dramático del asesinato de la actriz Sharon Tate por Charles
Mason, suceso que sin duda repugnó a todo mundo. Com-
partamos una interrogante que en aquel entonces el autor
hizo a sus alumnos de la Facultad de Derecho. "Supongamos
que ustedes, les decía, fuesen miembros del jurado que va
a dictaminar sobre la culpabilidad de Mason, y la pena que
puede corresponderle es la de muerte. Antes de dar su
veredicto, me permito darles los siguientes antecedentes:
Mason es hijo de padre desconocido, madre prostituta y
alcohólica; internado en un reformatorio de donde fue expul-
sado, cayó en un centro de delincuencia juvenil; drogadicto,
asaltante y alcohólico. Mi pregunta es ésta: éhasta dónde
este individuo es fruto de la sociedad, específicamente de la
desintegración familiar? Valdría la pena pensarlo".
La maternidad y la paternidad implican una gran res-
ponsabilidad para los padres. Los problemas que la desinte-
gración del hogar traen al hijo, son en tal grado alteran tes
de su conducta, que los estudios que se han hecho al res-
pecto indican deficiencias en el aprendizaje, bajo nivel in-
telectual, dificultad para ajustarse a los diferentes grupos
en los que el niño tiene que manejarse, etcétera. Los pa-
dres tienen que ser muy conscientes, en muchas ocasiones
FAMILIA Y SOCIEDAD 43

con honestidad y con valor, de la necesidad de reestructurar


la situación familiar y buscar una serie de ajustes que les
permitan a ellos una vida más plena, pero sobre todo pro-
teger a los hijos que, en última instancia, no pidieron venir
a un mundo donde han encontrado rechazo, agresiones,
indiferencia, etcétera.
Ahora bien, por otro lado, tenemos que aceptar la rea-
lidad de que los padres, como seres humanos, tienen una
serie de necesidades y limitaciones reflejadas en un mo-
mento dado en la incapacidad de resolver el problema de
la integración de su familia. En estos casos extremos, es
preferible la separación a mantener un hogar donde se ve
la violencia física o moral en el que no hay una respuesta
a las necesidades afectivas de padres e hijos, actores y pú-
blico de un espectáculo deprimente y denigrante, ampu-
tan te de su personalidad. Es conveniente enseñarles que la
vida depara experiencias amargas a las cuales se tiene uno
que enfrentar con valor y con decisión, no tratar de disi-
mular un problema que estará haciendo un daño perma-
nente y que, a pesar de que es reconocido, no es resuelto.
El divorcio, sobre todo para los hijos, puede llegar a ser un
mal necesario, el mal menor; debe ser utilizado en cierto
momento como la amputación de un miembro a un enfermo
de gangrena, quien será siempre un inválido, con limita-
ciones y desventajas en la vida, aunque haya sido el precio
de su existencia. Hay que prevenir llegar a estos extremos,
educar a los padres y a los futuros padres. Que los hijos al
nacer encuentren un hogar que los espera con gusto, en el
que los padres han buscado la paternidad como un acto
consciente y responsable, fruto de su propia madurez.
PRESUPUESTOS ANTROPOLÓGICOS
DE LA FAMILIA

En renglones anteriores se han descrito los procesos


dinámicos de la familia y resaltado la importancia tan
grande que tienen para sus miembros. Así como éstos de-
penden de la forma como la familia les responde para la
satisfacción de sus necesidades básicas, la familia, como
una unidad, está subordinada a su vez a la estructura de la
sociedad en que se encuentra inserta." Se dijo que el hombre
requiere, para el logro de los bienes y servicios que sus
necesidades le demandan, entrar en comunicación con se-
mejantes dentro de diferentes grupos, la escuela, la oficina,
el hospital, la iglesia, el club, etcétera, que integran pro-
piamente la llamada estructura social. La estructura social
es el resultado de la conducta de los miles de individuos
que forman una comunidad y que van dando, con su ac-
tuar, una serie de características a esa sociedad, base de lo
que se puede llamar el carácter social. Estos rasgos distin-
tivos van configurando la personalidad de los miembros de
la sociedad, los van modelando en tal forma que en su
actitud venga a fortalecer la estructura, las pautas, las nor-
mas, los valores de esa comunidad. Así como el niño va
adaptándose a los lineamientos que la familia le va impo-
niendo, a su vez ésta se va asimilando a las normas que la
sociedad en general le va determinando.
Toda actividad del hombre dentro de la sociedad está
regulada por normas; esto es, cualquier conducta del ser
humano se realiza dentro de reglas que pueden ser familiares,

32 GOODE, William, "The Sociology of the Family", en Merton, Broom,


Cottrell, Soóo!ogy Todo», Harper, Nueva York, 19G5, p. IRO.

45
46 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

morales, tradicionales, religiosas, políticas, económicas, etcé-


tera; el contenido puede variar y se irá adecuando a cada
caso específico, pero su proyección es institucional. Cuando
la persona no cumple con las diferentes pautas que la so-
ciedad le impone, se hace acreedora a una sanción, como
el ridículo, el rechazo, el remordimiento, la intervención
del Estado, entre otros. Lo mismo para la familia como
entidad, existe un conjunto de coacciones, de presiones,
etcétera, que ajustan su actitud ante los valores imperantes
de la sociedad, a las normas sociales reconocidas. Sus
miembros tienen que ir configurando su conducta según
los patrones establecidos que la sociedad impone; quien
no lo haga será sancionado, y ese temor al castigo, ese
miedo, es el impulso motivador más grande que tienen el
individuo y la familia para adaptarse al orden institucional.
Por tanto, debemos entender cuál es el sentido que esos
valores sociales tienen y ver qué efectos producen sobre la
familia, con el deseo de encontrar si la estructura social
está permitiendo la satisfacción adecuada de las necesida-
des físicas, psíquicas y sociales de sus miembros.
Para el hombre cotidiano esta dependencia no siempre
es fácil de captar, generalmente no se cuestiona este proce-
so, sino que se piensa todo lo contrario, que el hombre es
enteramente libre en su actuar y que su conducta no es más
que el resultado de actos volitivos racionales, que a pesar
de tener una proyección social, son en su origen eminente-
mente individuales. Las consecuencias prácticas de este
error son muy graves, el individuo y la familia llegan en un
momento dado a ser manipulados en forma inconsciente
por quienes de ten tan el poder de los medios de difusión,
económicos, educativos y políticos, fortaleciendo un siste-
ma que, como veremos en la tercera parte de este libro,
tiende a destruir a la persona y a su núcleo familiar.
Pasemos a ver cómo se configura en el hombre y en la
familia esa dimensión y dependencia social.
"Yo soy yo y mi circunstancia", dice Ortega y Casset."

:\'\ ORTr.(;A Y G¡\SSET,José, Medüacionrs del Qllijote, en Obras Completas, T. 1,


Madrid, p. 319.
FAMILIA Y SOCIEDAD 47

Lo anterior quiere decir que el hombre se encuentra


fatalmente inserto en un contorno, en una circunstancia. El
contorno comprende tanto el medio ambiente natural como
el sociocultural. Entre los dos configuran, moldean, limitan
y posibilitan a la persona humana; pero no sólo a ésta en
lo individual, como ente aislado, sino a todos los miembros
de la familia se les configura una personalidad social.
El hombre nunca puede sustraerse a esa circunstancia.
Desde su nacimiento hasta su muerte se encuentra inserto y
condicionado por ella. Ni en el caso del personaje de la no-
vela de Daniel Defoe, Robinson Crusoe, que por un accidente
llega náufrago a una isla desierta en la cual vive muchos años
sin más compañía que el mundo natural que lo rodea. No
podemos aceptar que Robinson haya podido evadirse, aun-
que sea temporalmente, de su contorno histórico social, pues
gracias a su acervo cultural, es como él logra sobrevivir. Por
su educación, en sentido sociológico, por los conocimientos
adquiridos, es como él pudo obtener de la naturaleza los sa-
tisfactores para su subsistencia; su historicidad lo salva.
La vida, pues, es la "compresencia del yo con su con-
torno"."
Esto trae como resultado el fenómeno social básico,
fundamental: la convivencia humana, que se da como un
hecho fatal, ajeno a la voluntad de las personas. Es un pro-
ceso social que se presenta como necesario, inmediato y
universal al hombre. Es la convivencia y no la sociabilidad
la causa social primaria de la cual debe partir el sociólogo
para realizar sus estudios, y no considerar otros hechos
sociales como tales. De la convivencia se desprenden los a-
gregados sociales, sobre todo la familia. Error de enormes
proporciones sería el aceptar a la sociabilidad como el fenó-
meno básico del hombre; el científico debe darle la misma
importancia a los procesos sociales que a los procesos diso-
ciales. Ya Freud destacaba la importancia de las tendencias
agresivas de las personas y su gran influencia en la forma-
ción del carácter individual y social. 'l[,

"1 RIEZLER,Kurt, Man Mutable and Lmmutahle, Regnarym, Chicago, 1950, p. 4.


:l5FREuD, Sigmund, On War, Sex and Neurosis, Arts, Science Press, New York,
1947; FROMM, Erich, El comzóJ/ riel hombre, trad. De Florentino M. Torner; Fondo de
Cultura Económica, México, 1~)GG (sobre todo el capítulo tercero); ÁIYAREZ
48 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

El individuo tiene una serie de impulsos, tendencias,


necesidades básicas que, enraizadas en su base antropoló-
gica, forman la infraestructura en la que descansa la con-
ducta del ser humano.
"La naturaleza humana no es ni la suma total de im-
pulsos innatos fijados por la biología ni tampoco la sombra
sin vida de formas culturales a las cuales se adapta de una
manera uniforme y fácil; es el producto de la evolución,
pero posee también ciertos mecanismos y leyes que le son
inherentes. Hay ciertos factores en la naturaleza del hombre
que aparecen fijos e inmutables: la necesidad de satisfacer
los impulsos biológicos y la necesidad de evitar el aisla-
miento y la soledad moral. El individuo debe aceptar el
modo de vida arraigado en el sistema de producción y de
distribución propio de cada sociedad determinada. En el
proceso de la adaptación dinámica a la cultura, se desarrolla
un cierto número de impulsos poderosos q1.}emotivan las
acciones y los sentimientos del individuo. Este puede no
tener conciencia de tales impulsos, pero, en todos los ca-
sos, ellos son enérgicos y exigen ser satisfechos una vez que
se han desarrollado. Se transforman así en fuerzas poderosas
que a su vez contribuyen de una manera efectiva a formar
el proceso social"."
Partiendo del denominador común de considerar la
actitud como el impulso motivador original del hombre,
definiéndola como: "aquella gran fuerza impulsara, de lu-
cha, que existe en cada uno de nosotros que nos impele
continuamente a hacernos más aptos para la vida"," pode-
mos proyectar, como lo indicamos en la primera parte de
este ensayo, las necesidades básicas del ser humano:
a) necesidad de seguridad física;
b) necesidad de seguridad emocional; y
c) necesidad de aceptación social.
ANllREWS,Óscar, Las [uerzas sociales, UNAM, México, 1964 (se describen las fuerzas
individuales y sociales, en su conflicto y equilibrio).
'1<; FROMM, Erich, El miedo a la libertad, trad. Gino Germani, Paidós, Buenos
Aires, 1962, p. 48.
~7 COMES, A. W. y SNYGG, D., Individual Behouior, Harper and Rowe, Nueva
York, 1959, p. 4 Y ss. La necesidad que nosotros llamamos de aprobación social,
estos autores la dividen en dos: necesidad de éxito y necesidad de status.
50 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

La satisfacción plena y total de las necesidades funda-


mentales del hombre, no se puede lograr en el ámbito
familiar y social. La renuncia y la satisfacción retardada de
estas necesidades son, como dice Freud, los prerrequisitos
del progreso. Si el hombre tuviera plena libertad para sa-
tisfacer estas necesidades en forma espontánea, se destruiría
la sociabilidad, la familia y el individuo mismo. La civilización
comienza cuando la satisfacción de dichas necesidades es
retardada y reprimida. Nos dice Freud: "La palabra civili-
zación describe la totalidad de los logros y regulaciones
que distinguen nuestras vidas de las de nuestros ancestros
animales y cuyos propósitos son: proteger al hombre de la
naturaleza y ajustar sus relaciones mutuas.
"El hombre no es un ser bondadoso por naturaleza,
todo lo contrario, es un ser agresivo, que ve a sus seme-
jantes como enemigos potenciales, de los cuales tiene el
temor de ser explotado, usado, robado, humillado, etcétera,
así que ante la amenaza de su desintegración la sociedad
tiene que crear sus propios medios de defensa por medio
de la represión"."
"La cultura debe ser defendida de la agresión de las
personas y el Derecho tiene esa finalidad. Cada cultura
debe descansar en la coacción y en la renunciación instin-
tiva. Hay que reconocer el hecho de la existencia en todos
los hombres de tendencias destructivas y, por lo tanto, ten-
dencias anticulturales y antisociales ...
"La cultura, por lo tanto, está basada en el trabajo
compulsivo y en la renunciación instintiva, que permite la
vida en comunidad, la principal finalidad de la cultura es
defendernos contra la naturaleza instintiva del hombre" .:\9
Reconocer que el individuo está limitado en la libre
satisfacción de sus necesidades básicas, no implica que
~ceptemos un total renunciamiento frente a la sociedad.
Esta, a través de sus normas y valores, tiende a sancio-
nar ciertas conductas como un medio de auto protección.

:l8 FREUll, Sigmund, Civilization and its Discontents, trad. ]ames Strackey, Co-
lIege Edition, Estados Unidos, 1962, pp. 36-58.
"9 FREUIl, Sigmund, The Fuiure of an Illusion, A. Doubleday, Anchor Books,
pp. 4-22.
FAMILIA Y SOCIEDAD 51

Infortunadamente cuando este control es utilizado más


allá de los límites de tolerancia que a la frustración tienen
las personas, éstas, como veremos más adelante, tienden a
enajenarse, a no poder desarrollar al máximo sus diferentes
capacidades físicas y espirituales en el proceso integral de
su crecimiento y desarrollo.
En cada comunidad existe una serie de canales social-
mente aprobados a través de los cuales las personas satis-
facen sus necesidades, en tal forma que al lograr esto, ob-
tienen tácitamente la aprobación social. La persona puede
violar esas normas institucionalizadas, pero al hacerlo está
enfrentándose a una opinión establecida que tenderá a
sancionarlo de acuerdo con el tipo de norma de que se
trata. La sociedad tiene que defender el orden normativo
aprobado de acuerdo a los valores imperantes y reconocidos
por los miembros de cada grupo. La evolución social del
hombre va, de acuerdo con Marcuse, de una etapa en la
que predomina el instinto biológico del hombre a la que
él llama el Principio del placer, a otra en la que esos instintos
han sido socialmente sublimados, el Principio de la realidad
y que esquematiza en la siguiente forma:"
Principio del placer Principio de la realidad
l. Satisfacción inmediata Satisfacción retardada
2. Placer Placer restringido
3. Juego Trabajo
4. Receptividad Productividad
5. Ausencia de represión Seguridad

La humanidad ha pasado de un estado en el que predo-


minaba la falta de control social del hombre, la esponta-
neidad en la satisfacción de sus necesidades, la búsqueda
constante del placer-Eras en la cual no tenía ninguna re-
presión social, a otro en el cual se han impuesto a las perso-
nas los diversos órdenes normativo-sociales, obligando a
satisfacer sus necesidades básicas por medio de los canales
socialmente aprobados, cambiando la actividad del hombre

4() MARCUSE, Herberl, t.1rJS y ciuilizacion, trad. Juan Careta Ponce, Joaquín
Mortiz, México, 1965, p. 28.
52 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

que podría ser considerada como un juego espontáneo y


placentero por una reglamentación de su actuar para obte-
ner el máximo de productividad en una labor económica.
A cambio de lo anterior, las personas tienen la seguridad de
ser aceptadas en su grupo y poder llevar una vida social.
La represión instintiva lleva al hombre a desarrollar su
razón y, más que nada, a establecer un orden normativo
que guía su vida y al cual debe ,atenerse. Esta nueva mora-
lidad configura el superego. Este se origina de la larga
dependencia que el infante tiene hacia sus padres; la in-
fluencia materno-paternal permanece y se integra en el
superego, el que con posterioridad va adquiriendo del am-
biente sociocultural nuevos controles que se ejercen sobre
el individuo y que constituyen los valores sociales. Tanto la
influencia normativa paterna como la sociocultural pasan
del superego al consciente del hombre, acentuando el senti-
miento de culpa y la necesidad de castigo a quien viole los
órdenes establecidos. 11
El sentimiento de culpa es la piedra angular sobre la
que se basa la represión instintiva. Cuando Moisés crea el
Derecho para el pueblo israelita, Thomas Mann describe
en su libro Las tablas de la ley, el proceso psíquico de las
personas para integrar a su aparato mental la culpa: "Y lo
que es más, oían que en esta nueva idea del Derecho iba
incluida la idea de culpa, conclusión ésta que la mayor
parte del pueblo tardó en captar" Y
El individuo acepta en principio someterse a la presión
social por el miedo a la autoridad externa. Originalmente la
renunciación del instinto fue el resultado del temor a dichas
autoridades. Posteriormente se crea una autoridad interna
cuya función consiste en vigilar las acciones e intenciones
constantes de las personas en un plan de censor, el llamado
superego, el cual impone la represión. Esta represión consiste
en un actuar, o no actuar, de acuerdo a las pautas que los
diferentes grupos en los que se mueve la persona le impo-
nen. El violar lo anterior acarrea un profundo sentimiento

41 tu:
42 MANN, Thomas, VIS tablas de la ley, trad. Raúl Schiafino, Siglo XX, Buenos
Aires, 1962, p. 87.
FAMILIA Y SOCIEDAD 53

de culpa y vergüenza, el cual "representa el más importante


problema en el desarrollo de la civilización ...".¡~
Se va configurando la noción de autoridad, la subordi-
nación de los individuos a los órdenes establecidos. Este
proceso va acentuándose conforme la civilización se va desa-
rrollando. Kafka nos dice: "Lleváis innata vuestra veneración
de la autoridad; luego siguen inculcándonos esa venera-
ción de las más diversas maneras y por todos los conductos,
durante vuestra vida, y vosotros mismos ayudáis a ello por
cuantos medios están a vuestro alcance". 14
Esto último es el precio que el hombre ha pagado a
cambio de su progreso.'¡"

NECESJD¡\D m: APROBACIÓN

De acuerdo con lo anterior, encontramos que destaca la


tendencia del hombre a aceptar el orden existente y tratar
de configurar su persona de acuerdo a éste. Es por ello que
para los efectos del ensayo que estamos realizando sobre
los presupuestos antropológicos de la familia y su repercu-
sión en el proceso de crecimiento y desarrollo humano,
destacamos la necesidad de aprobación social como la que
más relevancia tiene en la función motivadora del hombre
hacia una aceptación de los diversos normativos que se dan
en el ámbito social y familiar. Carroll nos dice:
"El hombre es un ser gregario y con objeto de mantener
el respeto de sí mismo, el individuo debe respetar a los
demás. Si procede así y su conducta es aprobada, experi-
menta un estado emocional agradable; si de su conducta
se deriva una pérdida de status, se sigue un estado emo-
cional desagradable. Deseando el estado emocional agra-
dable se va haciendo cada vez más consciente de lo que la
aprobación significa para él. Tras algún tiempo la necesidad
es aprendida y la sigue durante toda su vida"."

.1:\ Fnru», Sigruund, Citnliutlicn¡ an. its Disronteuts, op. cit., pp. 75-81.
H K\FKA, Franz, El castillo, trad. D. J. vogelmann, Lmecé, Buenos Aires, 1CJ62,
p.204.
", M,\NfIEIM, Karl, Diagnóstico de nuestro tiemjJo, trad. José Mcdina Echavarría,
Fondo de Cultura Económica, México, 1~)(i 1, p. so.
1\; CARROI.L, Herbert, "Í': cii., p. 41 Y ss.
54 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

El hombre se mueve en muchos niveles sociales, y él


debe desempeñar estos roles en tal forma que quede inte-
grado a esos diferentes grupos en los que se desenvuel-
ve, lo cual logra adecuando su conducta a las expectativas
que los demás tienen de ella y, por lo tanto, su aceptación
y conformidad a los diferentes órdenes normativos está ba-
sada en esto. De los grupos, por supuesto, es la familia el
más importante. El interés puede ser de diversos conteni-
dos, económico, emotivo, político, cultural, deportivo, etcé-
tera, pero es, en última instancia, la necesidad de aceptación
la fuerza psíquica que le configura a su conducta una pro-
yección social. Por consiguiente, encontramos que es una
coacción psíquica la fuerza que impele a la persona a inte-
grarse a los modos de conducta que predominan en su
sociedad." El instrumento que troquel a esa personalidad y
la integra a la estructura social son las normas sociales.

D Ibid.
LAS NORMAS SOCIALES

Cuando el hombre actúa, lo hace de acuerdo con el


concepto que tiene de las cosas, pero la gran mayoría de
esos conceptos no han sido pensados originalmente por la
persona en su individualidad, no han sido pensados por
ella misma, sino que su actuación es consecuencia de lo
que socialmente es aprobado, de lo que ha visto en otras
personas. El sujeto manifiesta ese modo de pensar porque
es algo que se hace. El individuo piensa y actúa no por
propia iniciativa, sino repitiendo, imitando lo que todo
mundo hace o, en todo caso, aprendiendo lo que los demás
le enseñan. En este último caso no se actúa como algo
meramente personal, sino corno reflejo de lo que el grupo
hace, el individuo se socializa."
Sobre la socialización, dice Biezanz: "No hay tema fasci-
nante ni más vital que la socialización, ese proceso por
medio del cual el organismo individual se transforma en
persona, el animal humano en ser humano. Sólo por medio
de la socialización puede perpetuarse la sociedad, existir
la cultura, convertirse el individuo en persona ... " .19
En el proceso de socialización, el individuo aprende
hábitos, ideas y actitudes aprobados por la cultura. Se
amolda al grupo social al enseñársele los derechos y deberes
que corresponden a su situación. Sus afanes se encauzan
por los canales de expresión ya aprobados; se compenetra
de tal manera de las normas y restricciones culturales que
éstas se vuelven parte de su personalidad. Las personas las
aceptan como algo que viene a imponerse sobre ellas, que

4' ORTEC'A y G\Ssl·:r, José, "El hombre y la gente", en Obras Inéditas, Revista
de Occidente, Madrid, 1959.
''1 Bn:Z¡\NZ, J ohn y BlE/ANZ, Mavis, o/J. cil: p. 20 Y ss.

55
56 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

ejercen una presión de la que es difícil sustraerse; ese algo


se afirma por sí, no requiere de un grupo particular que lo
defienda: son las normas sociales vigentes."
Cuando empleamos la palabra norma social, nos estamos
refiriendo a lo vigente, a lo que tiene vigor, lo que se ob-
serva; desde un punto de vista sociológico, podemos decir
que norma social: "es todo lo que se encuentra en mi con-
torno social y con lo cual tengo que contar"."
En relación a las normas sociales podemos decir:

a) La norma social en sí, como modo de conducta, sin


importar su contenido, aparece ante el individuo como al-
guna cosa frente a la cual no importa su aceptación, res-
pecto de la que es indiferente su adhesión, es ese algo que
se presenta como existente; algo que está allí, y en cuya
formación nosotros no hemos intervenido.
La conducta de uno o varios individuos por sí misma
no puede llegar a culminar en una norma social; se requiere,
forzosamente, de la reunión, del actuar de varias perso-
nas, pero consideradas como algo genérico, y no en singu-
laridad; actuares impersonales que pueden sustituirse y de
los que el vínculo que las une es funcional.
b) Tenemos que contar con ella; querámoslo o no, está
ejerciendo sobre nosotros una coacción.
"Para que la norma social se afirme nadie tiene que
preocuparse en sostenerla; por sí y sin necesidad de defen-
sores, mientras es vigente, predomina e impera, al paso
que la opinión particular no tiene existencia sino estricta-
mente en la medida que uno, varios o muchos se toma el
trabajo de sustentarla"." .
c) La norma social representa un poder social para el
individuo que quiera contar con ella; la persona puede
apoyarse en ella frente a los demás. e,",

''0 OI{l'E(;A Y GASSET,José, "El hombre y la gente", 01'. cit., p. IGR .


." M,YRÍAs,Julián, IJI estrurt.ura social, Sociedad de Estudios y Publicaciones,
Madrid, 1955, p. H1 Y ss.; el autor sigue la escuela de Ortega y Casset y denomina
a las "normas sociales" como "vigencias".
,',2 Olnn;,\ v GASSI';I',José, "El hombre y la gente", op. cü., p. IGil.
"~ Véanse las similitudes existentes entre las vigencias, según concepción cle
Ortega y Casset y el estudio que hace Durkheim sobre el hecho social en: DURKIIEIM,
FAMILIA Y SOCIEDAD 57

Para que un orden normativo se institucionalice es nece-


sario que su reconocimiento se halle profundamente enraizado
en la conciencia del grupo. El depender la normatividad
social en su conjunto de la sanción física es ilusorio, su
vigencia no duraría.
"Los mores [usos, costumbres, hábitos] de toda cultura
llegan a 'interiorizarse' en la estructura de la personalidad
individual, creando en cada grupo ciertas tendencias de
disposición y carácter así como creencias y valores comu-
nes" .'\ Se produce el fenómeno de la habituación, que es
el procedimiento por el que la gente adopta inconsciente-
mente su forma de pensar a las circunstancias sociales bajo
las que vive.
Cuando la persona puede desatenderse, no darse cuenta
de ese algo en su circunstancia, cuando puede sustraerse de
esa presión social, no podemos hablar de normas sociales.
Tal es el caso de ciertas costumbres de algunos grupos en
particular, que para el sujeto que no es miembro pasan
inadvertidas. Pero, si por alguna causa se las tiene que to-
mar en consideración, entonces sí son normas sociales,
aunque en este caso la persona se abstenga de cumplir con
ellas. Lo esencial en las normas sociales no es que sean,
sino que actúen.
¿Cómo se comporta el individuo frente a las normas
sociales? Generalmente en forma pasiva; la persona mues-
tra acuerdo con ellas sometiéndose. Sólo cuando el suje-
to no está en concordancia con ellas, o en caso de que la
norma no sea plena, podemos decir que el actuar de
la persona es un comportamiento activo. Así, por ejemplo,
todos nos encontramos sometidos a la ley de la gravedad,
pero cuando nos referimos a ella, es únicamente al perder
el equilibrio, o cuando un objeto se cae al suelo, ya que
estos hechos nos revelan su vigencia y sólo actuamos efec-
tivamente, en relación con ella, cuando tratamos de ir en
su contra.

Emilio, Las reglas del método sociológico, trad. Antonio Ferrer, Dédalo, Argentina,
1959, p. 30 Y ss.
o¡ MN:!vER, R. M. Y PAl;¡':, Charles, o/J. cit., p. 14~))' ss.
58 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

El hombre suele vivir intelectualmente a crédito de la


sociedad en que vive, crédito del que no se ha hecho cuestión
nunca. Vive, por tanto, como un autómata de su sociedad.
Sólo en tal o cual punto se toma el trabajo de revisar las
cuentas, de someter a crítica la idea recibida, desecharla o
adrnitirla, pero esta vez porque lo ha repensado él mismo
y ha examinado sus fundamentos."
Podemos decir que: "La estructura social consiste, muy
principalmente, en la disposición, con/tenido, intensidad y
dinamismo de las normas sociales". Estas no se explican
por la suma del actuar de los miembros que formen el
grupo, sino que tienen caracteres propios, aunque claro
está que no rigen por sí mismas, sino por el actuar de las
personas.
Cuando el sujeto que se encuentra en un momento
dado presionado por alguna o algunas normas, que es lo
que siempre sucede, trata de encontrarla o de identificarla
con algún individuo en particular, nunca lo logra, porque
esa es la esencia misma de la norma: su carácter social;
sólo puede actualizarse a través de la sociedad. Nada más
dentro de ésta, la norma rige; su territorialidad, por decido
así, está limitada a la sociedad sobre la cual impera.
La norma social debe tener, por un lado, una efectivi-
dad real, y por otro, el que sea socializan te, esto es, que
logre un consenso social que la acepte y reconozca.
Para poder precisar, en relación con la comunidad den-
tro de la cual rige una determinada norma, hay que fijarse
no sólo en ella, sino en todas aquellas con las que interfiere,
se vincula.
"La trama de normas constituye la sociedad; el área
determinada por esa coincidencia marca su extensión, las
fronteras de una sociedad trazadas por el imperio de su
sistemas de normas comunes"."
Lo anterior no quiere decir que sea posible determi-
nar con rigidez esas fronteras; no es posible delimitadas
linealmente.

"" ORIT.GA Y GAssn, José, "El hombre y la gente", op. cü., p. 165.
,,1; MARiAS, J ulián, op. cit., p. 90.
60 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

Es importante destacar la posibilidad de violar una o


varias normas sin que por esto dejen de estar en vigor.
Así, por ejemplo, las relaciones sexuales prematrimoniales
en nuestra sociedad, no son aceptadas; esto es la norma.
El que se practiquen no invalida el valor de la norma, pues
tal conducta no se manifiesta, se trata de pasar inadvertido,
evitar el "qué dirán". Todo esto demuestra la existencia de
esa norma. Si llegara el día en que las relaciones sexuales
premaritales pudieran realizarse sin importar el "qué di-
rán", sin tener que ocultarse, ese día ya no existiría esa
norma, habría dejado de tener vigor, pues ya no presionaría
a las personas.
Hay normas sociales totales, que se dan y abarcan a
toda una sociedad y que, incluso, llegan a traspasar a ésta y
a abarcar a casi toda la humanidad, sin que esto quiera
decir que caigamos en la postura del universalismo a la
manera de Spann." Así, por ejemplo, la iniciativa amorosa
del hombre es casi una norma mundial, es una norma in-
ternacional, en casi todos los países civilizados existe y sólo
en algunas sociedades primitivas se da el fenómeno con-
trario. Pero también existen normas parciales, que única-
mente abarcan a grupos determinados de una sociedad.
Hay dos formas principales de tomar en cuenta las
normas sociales:

a) El modo plenario, que es lo que hemos estado viendo:


la persona está plenamente sometida a la norma, o, en
todo caso, discrepa de ella, lo que también es una forma
de actuar frente a la presión que ejerce ésta.
b) El modo secundario: que se da cuando se conoce
una norma, nos percatamos que existe, aunque a nosotros,
en particular no se nos imponga, pero sabemos que otros
miembros de la sociedad deben cumplirla y de acuerdo
con ello nosotros actuamos. Un ejemplo de esto son las
normas que se dan en función del sexo. En cuanto al hombre,
éste tiene sus normas propias: para él se dan de modo plena-
rio y, en este caso, para la mujer se dan de modo secundario;

',7 Mencionado por ARON. Raymond, 1,([ sorio!ogía alemana contemporánea,


trad. Carlos A. Fayarcl, Paidós, Buenos Aires, 1953, p. :\8 y ss.
FAMILIA Y SOCIEDAD 61

ella sabe que el hombre debe actuar en cierta forma en


función de su sexo, que existe una presión social que lo
obliga a hacerlo."

Conforme el individuo es socializado, puede llegar a


opinar que "el eje de la tierra pasa precisamente por su
pueblo"; se produce el fenómeno sociológico del etnocentris-
mo, que se manifiesta como: "La creencia de una persona
de que su grupo y cultura son superiores a todos los de-
más" .',9 Este fenómeno se da comúnmente en el campo de
las normas sociales; se considera que nuestras normas son
más valiosas que las de otros grupos. Ahora bien, en estricto
sentido sociológico, el aspecto axiológico de las normas no
debe importamos en principio. El estudio que hacemos
sobre ellas se basa en la fuerza de su poder social, inde-
pendientemente de su contenido. Además, debemos aclarar
que para determinar la existencia de una norma, no se ve
el número de personas a las que se les impone, sino la
función que estas normas realizan en el campo social.
Para entender, para llegar a conocer y explicar el mundo
social, es necesario que recurramos a la razón. Para com-
prender el mundo social hay que verlo desde "adentro". El
mundo social no está formado por cosas, sino que está
integrado por la "disposición, contenido, intensidad y di-
namismo de las normas sociales". GO
El mundo sociocuItural debemos considerado como
una trama de normas, como un conjunto de presiones que
se interrelacionan y sostienen unas a otras, como resultado
de las tensiones operantes. Por eso el mundo sociocultural
no puede tener una realidad ajena a los hombres, quienes
con su conducta, con su forma de actuar, lo integran. La
norma se desprende de la conducta de los individuos,
como únicos entes pensantes y actuantes. Por supuesto que
no basta con la conducta de la persona o personas aisladas,
sino que se requiere que esa conducta se "filtre" en la so-
ciedad. Por lo mismo, las normas presuponen a la sociedad,

58 MARÍAS, ]ulián, op. cit., p. 93.


50 BIEZANZ, John y BIEZANZ, Mavis, op. cit., p. 82 Y ss.
60 MARÍAs,]ulián, op. cit., p. 120.
62 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

y por lo tanto, la existencia de otras normas con las que


interfieren permanentemente. Por eso hemos insistido en
que, al estudiar las normas sociales, se requiere ver su fun-
ción real.
¿Cómo dejan de estar en vigor las normas sociales? en
dos formas:
a) Por disolución:
En este caso la norma va perdiendo su fuerza paulati-
namente, se va debilitando, su vigor decrece, su presión es
cada vez menor, y esto facilita su incumplimiento; quienes la
violan no sienten ya una coacción social considerable, pues
las represalias son muy benignas; por ello, aumenta cada
vez más el número de personas que se atreven a violarla,
hasta que por último desaparece.
b) Por sustitución:
Esto es lo que usualmente sucede. Una norma sustituye
a otra. Este proceso también se da generalmente en forma
paulatina. Es imposible precisar hasta cuándo durará una
norma, cuándo será sustituida por otra. La conducta de las
personas que, en última instancia, son las creadoras y soste-
nedoras de las normas, puede estar activada en muy diversas
formas, lo que hace difícil poder predecir la línea que se-
guirán en su futuro." El control de esas conductas es igual-
mente difícil de mantener, dado que todo poder social se
apoya, en última instancia, no en una coacción material,
sino psíquica, y el hombre está motivado principalmente
por su inconsciente."
La esencia de la sociedad, por consiguiente, son las
normas sociales a las que, como ya vimos, el individuo no
puede sustraerse. La opinión pública, la opinión reinante,
está tras de esas fuerzas y las hace funcionar en las diversas
formas que corresponden a las diferentes dimensiones de
la existencia colectiva.

GI Ibid.
(;2 FROMM,Erich, Más allá de las cadenas de la ilusián; trad. Enrique Martínez,
Herrero Hnos., México, 1964, Esp. Caps. VIl, VIII YIX, pp. 77-148.
FAMILIA Y SOCIEDAD 63

Las fuerzas sociales producen una dinámica social. Este


movimiento debe ser tal que propicie un equilibrio a modo
de que las presiones se ejerzan en tal forma que impidan
la desorganización, el caos, los choques y conflictos dentro
de la sociedad; ésta es la función del poder público.
Por eso el poder público supone, a su vez, una opinión
que se encuentra tras de él, en la que se apoya, y que debe
ser verdaderamente pública, para evitar la producción de
presiones encontradas que rompan el equilibrio de la es-
tructura social.
La existencia de ese poder público sejustifica, como ya
vimos, por la ambivalencia en el carácter del individuo. La
sociedad es, a la vez, di-sociedad. En su seno se da un cho-
que de conductas sociales y antisociales que hay que evitar,
a fin de que haya estabilidad y continuidad, de que perdure
el grupo social. Para que se logre un mínimo vital de so-
ciabilidad, en ocasiones se requiere que el poder público
intervenga en forma violenta hasta crear, cuando la sociedad
se desarrolla y deja de ser primitiva, un cuerpo especial,
encargado de hacer funcionar a aquel poder en forma in-
contrastable. Ese cuerpo especial es el Estado."
Muchas veces las personas tienden a oponerse a la so-
cialización, si no totalmente, cuando menos en aquello que
les impide satisfacer placenteramente sus apremios. Pero,
de hecho, vemos que en realidad es mínima la diferencia
entre lo que las personas quieren hacer y lo que la socie-
dad impone que hagan." Este proceso de socialización es
el que configura el carácter social.

G3 ORTEGA y GASSET, José, El hombre y la gente, op. cü., p. 173.


(i~ BIEZANZ, John y Mavis, op. cit., p. 210; GARGÍA Máynez, Eduardo,
Bn:zANz,
La definición del derecho, Universidad Vel:acruzana, México, 1960, p. 271.
EL CARÁCTER SOCIAL

Nos dice Fromm: "¿Qué es el carácter social? Me refiero


con este concepto al núcleo de la estructura de carácter
que es compartido por la mayoría de los miembros de una
misma cultura, en contraposición al carácter individual, en
el cual las personas que pertenecen a una misma cultura
difieren entre si.
"La función del carácter social es moldear las energías
de los miembros de la sociedad en forma tal que su con-
ducta no implique una decisión consciente en cuanto a
absorber o no las pautas sociales, sino el deseo de actuar
como tienen que hacerlo y al mismo tiempo que se obtiene
satisfacción del hecho de actuar de acuerdo con los intere-
ses y necesidades de la cultura. En otras palabras, la fun-
ción del carácter social es moldear y encauzar la energía
humana que existe dentro de una sociedad dada con el
propósito de mantener dicha sociedad en continuo funcio-
namiento.
"El carácter social es el intermediario entre la estructu-
ra socioeconómica y las ideas e ideales que imperan en una
sociedad.
"Para que la sociedad funcione satisfactoriamente, es
necesario que sus miembros no se percaten de las contra-
dicciones dentro de la misma y esto se logra por medio de
la represión del inconsciente social.
"El motivo fundamental por el cual el hombre tiende
a integrarse a su estructura social no es racional, es emotivo:
el miedo al aislamiento y al ostracismo"." Por lo anterior-
mente expuesto, vemos que hay un proceso de asimilación

n', FROMM, Erich, Más allá de las cadenas de /" ilusión, ojJ. rii., p. 92 Y ss.

65
66 JORGE SANCHEZ AZCONA

por medio del cual la persona obtiene su plena integración


social, se siente parte integrante del grupo, y la vez que
adquiere la personalidad social, fortalece la existencia real
del conjunto, la cual "existe sólo cuando vive y funciona
como una unidad". Esta unidad se inicia cuando los miembros
individuales están unidos por ciertos lazos o vínculos que
hacen su vida y comportamiento fuertemente interdepen-
dientes e infunden en su mente sentimientos de unidad,
solidaridad y comunidad de intereses."

nn SOROKIN, Zimmerman y Calpin, "A Svstematic Source Book in Rural So-


ciology", mencionado por ROlICEK, J. S., Social Control, Van Nostrand, Estados
Unidos, 195G, p. G5.
LA IDEOLOGÍA

En renglones anteriores hemos descrito, de acuerdo a la


corriente estructural funcionalista, cómo se configuran y ac-
túan sobre el hombre y la familia las estructuras sociales.
Veamos este mismo proceso de acuerdo al enfoque que
nos presenta el marxismo, que es sin lugar a dudas el punto
de vista crítico nor excelencia del sistema occidental.
Independientemente que se esté o no de acuerdo con
la teoría marxista, es un hecho que el utilizar esta metodolo-
gía como punto de referencia nos amplía muy substancial-
mente nuestro campo de estudio, en este caso la configu-
ración de las estructuras sociales y su condicionamiento
sobre el hombre y la familia.
Para Marx el punto del cual debe partir el científico
social es la economía, que es la fuerza determinante de la
historia humana. Marx no considera que existe un proceso
civilizador -a la manera, por ejemplo, de Alfred Weber-
que une a todas las civilizaciones y que, por lo tanto, éstas
se pudieran explicar a través de esa serie de conceptos típi-
cos. Sino todo lo contrario, cada época tiene que interpre-
tarse por sus propias leyes y, fuera del fenómeno económico,
no podemos encontrar un denominador común. La visión
económica del mundo sociocultural es el supuesto del que
se debe partir para analizar la estructura social. 67
La sociedad es una comunidad humana, agregado na-
tural por el hecho de que la convivencia no se puede ex-
plicar más que como un fenómeno natural y no como re-
sultado de un acuerdo de voluntades de los miembros que

67 SAIIINE, George, Historia de la teoría política, Trad. Vicente Herrero, Fondo


de Cultura Económica, México, 1964, p. 9.

69
70 JORGE SANCHEZ AZCONA

la forman, y cada sociedad gira en torno de sus propias


estructuras económicas. El hombre, motivado por la nece-
sidad de la subsistencia, dedica su principal actividad a la
obtención de los satisfactores materiales que le permitan
sobrevivir.Esta actividad está condicionada a la estructura so-
cial en la que se da. La trama social va estableciendo los
canales a través de los cuales las personas llevan a cabo su
actividad económica. Hay una relación concomitante entre
el actuar humano y la estructura social. Las personas con
su conducta van configurando las estructuras sociales, pero
a su vez éstas vienen a repercutir sobre las personas que
con su actuar las constituyen.
A esta conducta del hombre, Marx la llamó la praxis,
tratando de abarcar bajo este término toda forma de acti-
vidad humana, teórica y práctica al mismo tiempo.
Este actuar del hombre, que va modificando continua-
mente la situación existente, al cambiar las circunstancias,
lo altera también a sí mismo, produce una inversión inte-
rior en el mismo espíritu, tal que su producto reacciona
sobre su propio productor. Se verifica una acción recíproca,
un intercambio de acciones, o sea, lo que Marx llama la
"Inversión de la praxis" -unwalzende praxis-; el efecto se
convierte en causa y produce, por medio de la modifica-
ción de sí mismo la modificación continua del hombre."
En ello consiste precisamente el proceso de inversión de la
praxis. La creación del hombre reacciona sobre él mismo,
pero el hombre reacciona ante la reacción de su producto
y en esta cadena de reacciones tiene lugar un intercambio
continuo entre los términos de la relación, por lo que el
hombre, indirectamente, al crear el ambiente y producir
sus modificaciones, se crea a sí mismo y produce las modi-
ficaciones de su propio espíritu."
El hombre al actuar motivado en principio por la nece-
sidad de subsistir, va a configurar las estructuras sociales,
que tendrán también como base el fenómeno económico.
Cuando esas estructuras se han creado vienen a su vez a
GH MONDOl.FO, Rodolfo, El humanismo de Marx, trad. Oberdan Caletti, Fondo
de Cultura Económica, México, 1964, p. 9.
(;9 lbul., p. 16.
FAMILIA Y SOCIEDAD 71

influir sobre la conducta de las personas en las que se ori-


ginaron, vienen a ser los troqueladores del carácter social.
Marx divide teóricamente la sociedad en dos grandes
estructuras:
a) La infraestructura. Es la base donde se apoyan todos
los demás fenómenos sociales. En esta parte de la sociedad
sólo se da un fenómeno que es la fuerza motriz que mueve
y sostiene a todos los demás: el fenómeno económico.
Dentro de esta infraestructura encontramos las fuerzas y
las relaciones de la producción. Las primeras se constitu-
yen por los recursos naturales, equipo, técnicos, etcétera, y
las segundas por las relaciones entre las clases sociales que,
en el sistema capitalista la configuran los proletarios y los
burgueses."
b) La superestructura. En la que se dan todos los de-
más fenómenos sociales, pero condicionados en cuanto su
contenido y función por la base económica sobre la que se
apoyan. Aquí se incluye a la familia.
Por supuesto que esta dicotomía de hecho no existe así
de tajante; no hay una verdadera separación e independen-
cia entre las dos estructuras, sino que la superestructura se
apoya y adquiere carácter propio por la infraestructura so-
bre la que se encuentra.
Dado que el hombre tiene una necesidad básica de
subsistencia que es su motivación primaria, toda actividad
posterior estará condicionada a la forma en que se ha re-
suelto esa previa urgencia. Todos los fenómenos sociales
que no sean el económico, están condicionados por éste.
Las fuerzas y las relaciones de producción que se encuen-
tran en la infraestructura, determinan con su influencia el
contenido y el sentido de la superestructura." Por lo tanto,
la sociedad vendrá a ser lo que su estructura económica
sea. El individuo se encuentra inserto en una infraestructura

70 MILl5, C. Wright, Los marxistas, trad. José Luis González, Era, México,
1964, p. 68.
71 MEYER, Alfred, Marxism: Tlte Uuit» of Theor» and Practice, Harvard Univer-
sity Press, Cambridge, 1954, p. 17.
72 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

económica que forma la sustancia y esencia de la sociedad.


Este contorno económico se le impone a las personas, las
determina en su conducta."
Dado que el hombre es el sujeto actor de la historia y
en principio podría suponerse que ésta se realiza de acuerdo
al libre albedrío de aquel, la realidad es que el devenir
histórico está condicionado a las leyes que gobierna la eco-
nomía. Por eso al marxismo se le considera una corriente
materialista.
Así que, para poder conceptuar científicamente la rea-
lidad histórica, debe hacerse a través del estudio de la Eco-
nomía Política, a pesar de que, como lo expuso Marx ex-
presamente: "En el terreno de la Economía Política la
investigación científica libre, se encuentra con más enemigos
que en los demás campos de la ciencia. La particular na-
turaleza del tema de que se ocupa, levanta sobre ella y
lleva al campo de batalla las pasiones más violentas, más
mezquinas y más odiosas que anidan en el pecho humano:
las furias del interés privado". 7;
El estudio de la Economía Política es el marco de refe-
rencia en el cual se desarrolla el marxismo. La captación
de las relaciones de producción y el dominio de las mismas
sobre la personalidad humana, son dos de las tesis básicas
a que llegó Marx en sus trabajos. Él mismo nos dice: "El
resultado general al que llegué, y que una vez obtenido
sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse
así: en la producción social de su vida, los hombres con-
traen determinadas relaciones necesarias e independientes
de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden
a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas pro-
ductivas materiales. El conjunto de estas relaciones de produc-
ción forma la estructura económica de la sociedad, la base
real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y

72 MARX,Karl, Selected ¡1/ritillgs in Sociology and Social Pliilosoph», trad. T B.


Bottomore, McGraw-Hill, Londres, 1956, pp. 5:\-61.
73 Prólogo a la primera edición alemana del primer tomo de El Capital men-
cionado por MARX,Carlos y ENGEL'i, Federico, Obras Escogidas, Progreso, prepa-
rada por el Instituto de Marxismo-Leninismo, adjunto al C.C. de P.C.U .S., 1966,
p.438.
FAMILIA Y SOCIEDAD 73

política y a la que corresponden determinadas formas de


conciencia social. El modo de producción de la vida mate-
rial condiciona el proceso de la vida social y espiritual en
general. No es la conciencia del hombre la que determina
su ser, sino por el contrario, el ser social es lo que deter-
mina su conciencia"."
El hombre cree que piensa por él mismo, pero en rea-
lidad sólo refleja la forma como está inserto en su realidad
económica. Es el medio ambiente el que configura su pen-
samiento, sus creencias, sus modos de actuar, y ese medio
ambiente está determinado por las relaciones de producción,
por lo tanto son éstas, en última instancia, las que configuran
la personalidad humana. En renglones anteriores expusimos
que ese deterrninismo económico de las relaciones humanas
es lo que le da el carácter de materialista a la doctrina
marxista. Son las condiciones materiales determinadas por
las fuerzas y las relaciones de la producción las que confi-
guran la conciencia humana. Todas las ideas sociales llO
son más que un reflejo de la infraestructura, la proyección
del modo de producción de los bienes materiales.
Como hemos dicho, el primer hecho social es aquel
que va dirigido a satisfacer las necesidades materiales de
los individuos; éstos despliegan una actividad dirigida a
obtener los satisfactores necesarios para su existencia. Es
en la familia donde se producen las primeras relaciones
elementales, como una etapa previa a la primera relación
social: "Mediante la relación familiar se realiza por primera
vez y sin cesar, el ser genérico del hombre, la historia. Más
que tres etapas sucesivas, esas tres relaciones, necesidad,
trabajo y familia, son los momentos de un solo hecho his-
tórico primario que las abarca a todas a la vez","
De acuerdo con esto, para Marx las personas en la so-
ciedad tienen un concepto sobre sí mismas que es más
imaginario que real; los individuos tienden a invertir la
objetividad de la realidad dándole a ésta ciertos caracteres

7~ Prólogo de la "Contribución a la crítica de la economía política", men-


cionado por MARx,Carlos y ENGELS, Federico, Obras Escogidas, op. cit., p. 348 Yss.
75 IVES Calvez, Jean, El pensamiento de Carlos Marx, trad. Florentino Trapero,
Taurus, Madrid, 1962, p. 357.
74 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

derivados de su pensamiento, sin llegar a ver que la verdad


es lo contrario, la vida real no está determinada por la con-
ciencia sino al revés, la conciencia lo está por la vida real,
la que se rige de acuerdo a las normas de la economía
política que tienen como ley fundamental la llamada lucha
de clases:
"Los hombres son los productores de sus representa-
ciones, de sus ideas, etcétera, pero los hombres son reales
y actuantes, tal y como se hallan condicionados por un
determinado desarrollo de sus fuerzas productivas y por el
intercambio al que él corresponde, hasta llegar a sus for-
maciones más amplias"."
Es por ello que el pensamiento idealista aleja al hombre
de la verdadera realidad, al ser humano hay que estudiado
como realmente es y no como él se representa a sí mismo.
Porque "no es la conciencia lo que determina la vida sino
la vida la que determina la conciencia"."
El hombre en sociedad crea un sistema de valores a
través de los que trata de captar y de legitimar el mundo
que lo rodea." A ese proceso Marx lo llama la ideología.
Engels en una carta a F. Mehring describe lo anterior:
"La ideología es un proceso que se opera por el llamado
pensador consciente, en efecto, pero con una conciencia
falsa. Las verdaderas fuerzas propulsoras que lo mueven,
permanecen ignoradas por él, de otro modo no sería tal
proceso ideológico. Se imagina, pues, fuerzas propulsoras
falsas o aparentes. Como se trata de un proceso discursivo,
deduce su contenido y su forma del pensar puro, sea el
suyo o el de sus predecesores. Trabaja exclusivamente con
material discursivo, que acepta sin mirado, como reacción
del pensamiento, sin someterlo a otro proceso de investi-
gación, sin buscar otra fuente más alejada e independiente
del pensamiento; para él esto es la evidencia misma, puesto

iG MARX y ENC;¡':I};,Basic WriLings on Politics aud Pliilosoph», editado por Lewis


S. Feuei; Anchor Books, Estados Unidos, 1959, p. 46 Y ss.
ii MARX, Carlos y ENc;EL';, Federico, La ideología alemana, trad. de Wenceslao
Roces, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1968, p. 25.
iH SILVA,Ludovico, Teoría y práctica de la ideología, Nuestro Tiempo, México,
1971, p. 19.
FAMILIA Y SOCIEDAD 75

que para él todos los actos, en cuanto les sirva de media-


dor el pensamiento, tienen también en éste su fundamento
último" .7!l
Esta determinada forma de pensar está condicionada
por el sistema de producción, éste se le impone al individuo
en tal forma que él encuentra en sí mismo una legitimación
de la realidad en la que se vive, se justifica al sistema a
través de un conjunto estructurado de ideas. Pero estas
últimas no son fruto de todos los individuos que forman
una sociedad, sino sólo de aquellos que por tener el domi-
nio de los medios de producción requieren crear esa es-
tructura ideológica que le dé validez y legitimidad a su
posición.
"Las ideas de la clase dominante son las ideas domi-
nantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase
que ejerce el poder material dominante en la sociedad es,
al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase
que tiene a su disposición los medios para la producción
material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios
para la producción espiritual, lo que hace que se le some-
tan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de
quienes carecen de los medios necesarios para producir
espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa
que la expresión ideal de las relaciones materiales domi-
nantes, las mismas relaciones materiales dominantes con-
cebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de
una determinada clase la clase dominante son también las
que confieren el papel dominante a sus ideas"."

79 ENGELS: "A. F. Mehring", publicado en MARX y EN(;ELS, Obras Escoeidas,


op. cit., p. 502.
HO MARX, Carlos y EN<;F.l$, Federico, La ideología alemana, op. cit., p. [',O.
LA SOCIEDAD INDUSTRIAL
Y LA FAMILIA

En renglones anteriores hemos descrito la configuración


social del hombre y de la familia; la dependencia que tie-
nen en relación a las normas y estructuras sociales que rigen
en su sociedad y que se actualizan en el carácter social, el
que condiciona el proceso de crecimiento y desarrollo de
los miembros de la comunidad.
Tanto en el enfoque estructural funcionalista como en
el marxismo, encontramos varios puntos de contacto, des-
tacando entre éstos el que el proceso de socialización, que
se lleva a cabo a través del carácter social, es un proceso
que para la mayoría de los miembros de la sociedad es
inconsciente.
Esto último dificulta en primer lugar su estudio, no es
fácil preocuparse, tratar de captar y analizar un proceso
que se sale de nuestro mundo cotidiano inmediato.
Generalmente el individuo no cuestiona el pequeño
ámbito en el que crece y se desarrolla. Probablemente sea
sólo en la adolescencia en donde muestra cierto tipo de
rebeldía, la que tiende a ser más formal que de fondo. Hay
una aceptación tácita a los valores y costumbres imperan-
tes, que a pesar de poder ser criticados, pocas veces se
lucha conscientemente por modificar o derogar.
El hombre común y corriente cree ser dueño de su
conducta, no le es dable comprender que él es fruto, en
alto grado, de su medio ambiente, y por tanto es éste el
que lo posibilita en su actuar. Motivado por las necesidades
básicas que describimos en la primera parte de este libro,
el ser humano actúa V busca la satisfacción adecuada de
aquellas de acuerdo a 'los patrones que su sociedad le da.
77
78 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

Cuando una sociedad posibilita la satisfacción óptima de


las necesidades del hombre y su familia, podemos conside-
rarla sana; en cambio cuando esto no se logra, estamos frente
a un ambiente social necrófilo, destructivo, enajenante.
Veamos qué tipo de sociedad, de acuerdo al contenido
de su carácter social, es la mexicana.
México, por ser un país en desarrollo, es paradójica-
mente una nación muy polarizada en cuanto a sus clases
sociales.
Por un lado, podemos hablar del México rural, con ca-
racterísticas muy específicas que afectan sensiblemente la
dinámica familiar; como son la pobreza lacerante del cam-
po, el alcoholismo, la desnutrición infantil, el analfabetis-
mo, la insalubridad, la necesidad del padre de emigrar al
extranjero o a las ciudades, el hacer trabajar a los niños en
el campo, etcétera, provocan en la vida rural una problemá-
tica muy seria que le impide a las personas poder solventar
sus necesidades materiales y espirituales. Pero este México
depende en muchos aspectos de otro México, el urbano, el
de las grandes ciudades, el que se está industrializando.
Este último es, para los efectos del presente trabajo, el que
debemos estudiar; por ser el México que tiene el control
económico, político, militar y educacional, que le permite
señalar el camino que estamos siguiendo, el del industria-
lismo, de acuerdo a los modelos del sistema capitalista.
Incidentalmente, el otro patrón institucional, el desarro-
llo industrial comunista, tiene una serie de puntos de con-
tacto de rasgos comunes con el desarrollo capitalista, sobre
todo en lo que se refiere a la formación psicológica del in-
dividuo que, al hablar de los caracteres de las sociedades
industriales, pueden abarcarse bajo el mismo rubro.
Es necesario recalcar que nos estamos refiriendo de
nuevo a las sociedades urbanas. Con anterioridad se señaló
la dificultad de abarcar bajo conceptos tan generales los
distintos matices que se dan en una sociedad, pero dado
que éste es un patrón, un modelo a alcanzar, teóricamente
se puede hacer un análisis del mismo tratando de considerar
que en la mayoría de los casos la estructura que queremos
formar, tiende a asimilarse, en la forma más amplia posi-
ble, al siguiente esquema:
FAMILIA Y SOCIEDAD 79

El modelo industrial de producción implica la concen-


tración masiva de los individuos en la ciudad, la monopoli-
zación de la producción a través de las grandes empresas
que tienen una dirección minoritaria de la que depen-
den cientos de miles de trabajadores y empleados; éstos
tienen que homogeneizarse en actitudes y expectativas en
grado superlativo para poder trabajar en forma armónica,
fácil, fluida, sin alteraciones que se reflejen en la produc-
ción. Tal sistema va creando, por su especialidad, una rígida
burocratización, la cual va influyendo en la configuración
del carácter de los individuos que laboran en él. Hay un
proceso de troquelamiento en la personalidad y mentalidad,
en los valores y las normas de las personas, que tienen que
aceptar este orden normativo o de lo contrario corren el
riesgo de ser excluidos o sancionados. Ello obliga a que
el hombre moderno tenga un carácter conservador y teme-
roso, con deseo manifiesto de evitar cualquier actitud nueva
que implique un peligro. El precio que se paga por la disi-
dencia es extremadamente alto. La actitud del individuo es-
tá marcada de por vida por el tipo de empresa en la que
está integrado. Se supone que el empleado o trabajador,
hará carrera dentro de las instituciones en las que presta sus
servicios, tanto del gobierno como de la iniciativa privada,
pues cada día es menor el campo de trabajo que se tiene en
las profesiones liberales o en el pequeño comercio.
Así es como la persona tiene una identificación y un
sentido de realización al poder actuar dentro de las nor-
mas que la organización le demanda. Cuando su conducta
es reconocida como adecuada dentro de este tipo de es-
tructuras laborales, se siente satisfecho. Cuando actúa de
acuerdo con los valores que se imponen, es recompensado
económica y psicológicamente. Pero estos sistemas de pro-
ducción obligan, para su subsistencia, a que se cumplan
varios requisitos: el primero, se ha dicho, es el de la pro-
ducción en conjunto, alcanzar un alto grado de desarrollo
en el ciclo económico, producción-consumo. Para lograrIo,
se requiere igualar los gustos de los miembros de la socie-
dad a fin de que agoten toda la producción; el sistema se
obliga entonces a utilizar medios publicitarios, educativos,
políticos, religiosos, etcétera, en este proceso de homogeneizar
80 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

las aspiraciones y las necesidades económicas del público


consumidor.
Las personas sometidas a este indoctrinamiento, pier-
den su conciencia moral y su personalidad individual, ne-
cesario para que el hombre asimile lo más rápidamente
posible las expectativas y los valores que permiten subsistir
a la sociedad económica, no importando consecuencias,
despersonalización creciente de la persona, falta de respeto
a su integridad y su intimidad, desprenderlo de su hogar
para que dé mayor número de horas de trabajo, etcétera.
Se acepta como moral, como legítimo, todo lo que ayude
y estimule a acrecentar y fortalecer el sistema de produc-
ción, y el hombre pierde toda posibilidad de desarrollar
sus aspectos emocionales, vocacionales, de comunicación
semejantes, con sus hijos y su esposa. En este proceso de
desintegración, la familia se ha resentido además con la
participación constante de la mujer dentro de la estructura
económica, ya no sólo como una forma de que se realice,
sino como un medio de poder llevar al hogar más dinero
que les permita obtener un ascenso permanente en su vida
económica.
Tales son algunas de las aspiraciones básicas impuestas
por los valores reconocidos dentro del sistema industrial. La
sociedad está obligando al individuo a convertirse en una
máquina de producción y en un artículo de consumo. Los
patrones sociales se nos imponen coactivamente; todo el sis-
tema educacional tiene como principal meta el logro de una
personalidad preferentemente económica; el niño desde su
inicio en la escuela es educado con la idea de que puede
llegar a ser alguien, lo que quiere decir hacer dinero.
El hombre moderno viene a fortalecer su personalidad
cuando puede, a través de la remuneración que ha recibido
por su trabajo, comprar y consumir; éste es el momento en
que se afirma, en que logra su máxima plenitud, en que
siente que se realiza. Todos los grandes medios de comuni-
cación nos están insistiendo reiteradamente en que la máxi-
ma finalidad de todo ser humano debe ser comprar más
artículos, mejores y más caros, no importa para qué sirvan.
El problema principal al que nos está llevando la es-
tructura socioeconómica, es el de una absoluta enajenación
FAMILIA Y SOCIEDAD 81

del individuo: no poder dar la dimensión que corresponde


a sus aspiraciones emocionales que se encuentran fuerte-
mente sometidas a presiones ficticias que los sistemas de
publicidad han creado y que no son fundamentales para la
subsistencia del ser humano. El hombre que dedica su
máximo esfuerzo, el mayor desgaste físico y mental para
su trabajo, tiene que renunciar al contacto cotidiano de la
familia; aún más, el tiempo que dedica a su casa no es sino
para recuperar energías que le permitan seguir aumentando
su rendimiento económico. El padre y la madre van per-
diendo comunicación entre sí, los hijos que desde temprana
edad se ven obligados a ir a la guardería, abandonan la
familia a una edad en que es imprescindible la presencia
física y la comunicación afectiva con sus padres.
Los espectáculo: públicos han hecho, además, que las
horas de ocio no se pasen dentro de la casa, sino fuera de
ella o, incluso, en la presencia física del domicilio, pero con
la intromisión de la televisión que viene a romper el mun-
do íntimo del hogar. Estas horas que se supone el hombre
se debe dedicar en plenitud a su mujer y a sus hijos, son
prostituidas y utilizadas por la infiltración de un adoctri-
namiento que viene a fortalecer la ideología del sistema.
Se nos insiste, a través de estos medios de publicidad ma-
siva, en necesidades que nos van creando; se nos manipula
en tal forma que nos vemos obligados a estar de acuerdo
con los intereses y los valores de los comerciantes. Se nos
invita a adaptarnos a un mundo falso, en donde la satis-
facción de nuestras necesidades solamente la logramos por
medios artificiales, en donde nos sentimos realmente hom-
bres en el momento en que nuestras fuerzas de trabajo nos
reinvierten el máximo de beneficio posible. Las relaciones
entre el hombre y sus semejantes obviamente son solamente
de presencia física, dado que no hay posibilidad de una
comunicación entre entidades enajenadas, con acciones
que los obligan a estar siempre en competencia. No es el
hecho de estar en una fábrica con miles de trabajadores,
es el que no puede entrar en comunicación real ni con
ellos ni consigo mismo. Hay un miedo tremendo del in-
dividuo a tratar de separarse de esos patrones de conducta,
pues sabe que inmediatamente las sanciones se le harán
82 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

sentir, castigos que se van a reflejar en sentimientos de


inseguridad, de angustia y de culpabilidad; el sistema no
acepta disidentes.
¿Cómo considerar sana a este tipo de sociedad? A pesar
que millares de personas compartan las mismas actitudes,
los mismos valores necrófilos y destructivos, eso no hace
que la sociedad sea sana. El que la mayoría de las personas
no puedan lograr el dominio de ellas mismas y mantengan
una dependencia con los medios de manipulación, no con-
vertirá ese actuar como normal, ya que tal debería ser sólo
considerado aquel que le permita al ser humano la satis-
facción de sus necesidades básicas y no aquellas que los
miembros de una sociedad puedan pensar que son necesi-
dades, pues esto es resultado de una actitud subjetiva e
irracional, dado que le son impuestos coactivamente, e in-
ternalizados como si fueran propios.
Nos dice Fromm: "En general toda nuestra actitud hacia
la vida se está haciendo hoy cada vez más mecánica, nuestro
propósito principal es producir cosas, y en el proceso de
esta idolatría de las cosas nos convertimos en mercancías.
A los individuos se les trata como números. La cuestión no
es aquí si se les trata bien y están bien alimentados (tam-
bién las cosas pueden ser bien tratadas); la cuestión es si
las personas son cosas o seres vivos. La actitud hacia los
hombres es ahora intelectual y abstracta. Se interesa uno
en las personas como objetos, en sus propiedades comu-
nes, en las reglas estadísticas de la conducta de las masas,
no en los individuos vivos. Todo esto va unido al papel
cada vez mayor de los métodos burocráticos. En centros
gigantescos de producción, en ciudades gigantescas, se ad-
ministra a los hombres como si fueran cosas; los hombres
y sus administradores se convierten en cosas, y obedecen a
las leyes de las cosas. Pero el hombre no nació para ser una
cosa; es destruido si se convierte en cosa; y antes de que
eso se realice, se desespera y quiere acabar con toda vida.
"En un industrialismo burocráticamente organizado y
centralizado, se manipulan los gustos de manera que la
gente consuma el máximo y en direcciones previsibles y
provechosas. Su inteligencia y su carácter se uniforman
FAMILIA Y SOCIEDAD 83

por el papel siempre creciente de pruebas que seleccionan


al mediocre y falto de ánimo con preferencia al original y
atrevido. En realidad, la civilización burocrática-industrial
que triunfó en Europa y en los Estados Unidos creó un tipo
nuevo de hombre, que puede describirse como el hombre
organización, el hombre autómata y el hamo consumens","
En este tipo de estructuras el hombre tiene como cuali-
dades el ser práctico, pragmático, cuidadoso, reservado,
tenaz, imperturbable, ordenado, metódico y obediente, so-
bre todo esto.
y como aspectos negativos el ser: sin imaginación, mez-
quino, avaro, suspicaz, frío, ansioso, inflexible, obsesionado
y posesivo. Cualidades que predominan en la sociedad.
¿Cuál es el precio que paga la familia por adaptarse a
este tipo de sociedad? Su propia destrucción.
El ser humano al no poder realizarse, madurar integral-
mente, va creciendo como un ser atrofiado, que nunca po-
drá llegar a trascender existencialmente y esta frustración
obviamente se reflejará e influirá de una manera decisiva en
sus relaciones familiares, en donde la promiscuidad, la indi-
ferencia sexual, el hermafroditismo y la desexualización vie-
nen a ser características prominentes del núcleo familiar.82
El doctor Jorge Silva ha elaborado una tipología de los
caracteres predominantes de los esposos en la sociedad ac-
tual, la que nos muestra el grado tan grande de necrofilia y
de enajenación al que hemos llegado; nos dice este autor,"
"I. Los individuos de carácter predominantemente re-
ceptivo (pasivo):
A) Se casan por depender de alguien, por tener al-
guien quien los cuide y los proteja. Buscan en el cónyuge
un amor incondicional de madre, aunque ese cónyuge sea
hombre. Son incapaces de dar amor y se sienten con el
derecho de exigido. Con frecuencia llaman a su cónyuge e

81 FROMM, Erich, El corazon. del hombre, op. cii .. p. o l.


82 DERBEZ, Jorge, "La Differcnce-Masculino y Femenino", publicado en La
guerm de los sexos, op. cit., p. 88.
8:l SIl.VA,Jorge, "Un campo de batalla-Matrimonio y Sexo", publicado en
La guerm de los sexos, op. cit., p. 147 Y ss.
84 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

hijos 'mamá', 'madre', 'mamacita', 'papá', 'padre', 'papacito'.


La relación se caracteriza por la sumisión pasiva, servil de
un cónyuge a otro. Sexualmente son potentes o impotentes,
frígidas o capaces de una respuesta orgásmica, dependiendo
esto último más de un desarrollo biológico normal de la
mujer que de su maduración psico-sexual porque en gene-
ral los unos o las otras, no quieren crecer, desean perma-
necer niños.
B) Un segundo tipo, muy semejante al anterior, pre-
senta como característica fundamental que el matrimonio se
ve motivado por el temor a vivir solos. Este temor a la
soledad es tan grande que sólo casándose se atreven a ale-
jarse del hogar paterno. Su característica es el parasitismo
y la poca o nula importancia que tiene el cónyuge.
Son promiscuas o promiscuos en sus hábitos sexuales,
porque el compañero o la compañera, nunca son impor-
tantes ni significativos, son meros objetos sexuales. Hay
que decir que las mujeres con este carácter, son mucho
menos promiscuas que los hombres.
"Il. En el tipo de carácter predominantemente explo-
tador (posesivo):
C) Se casan por tener posesión y dominio sobre al-
guien. Los hijos y el cónyuge son vistos como propiedad
exclusiva, quienes merecen poca atención, y no toleran que
otras personas se las puedan tener. El ver a los hijos o
cónyuge amados por alguien, les resulta insufrible, porque
ven amenazada su relación simbiótica sadomasoquista. Su
característica es la explotación agresiva, abierta o encubierta,
de que son objeto los seres que les 'pertenecen'. Si regalan
y obsequian es tanto para controlar y explotar, como para
encubrir su explotación sádica y su sumisión masoquista.
Pretenden ser personas amorosas pero repudian la posible
felicidad de otros.
Sexualmente buscan anular al compañero o a la com-
pañera y llegan a provocar impotencia genital en caso de
que el anulado sea el hombre.
Otra actitud frecuente es tratar de forzar la relación sexual
antes de que el esposo salga de casa; el objeto exclusivo de
FAMILIA Y SOCIEDAD 85

esto no es el amor, sino restarle potencia al esposo para evi-


tarle así posibles aventuras; esto puede suceder aun no exis-
tiendo evidencias de infidelidad por parte del esposo.
"lII. Los de carácter predominante acumulativo (des-
tructivo ):
D) Se casan y paulatinamente anulan y destruyen al
cónyuge. Son seres mezquinos, suspicaces y fríos en todas
sus relaciones, pero más aún en la conyugal. Los seres huma-
nos son vistos como cosas, propiedades y manejan el hogar
a base de miedo, del terror o bien de la imposición calcula-
dora. El ejemplo más típico en la mujer, es la Bernarda
Alba de Carda Lorca. Uno de los cónyuges emplea frecuen-
temente el ninguneo y el devalúo, hasta anular todo vestigio
de vitalidad e iniciativa en el otro, además de utilizar, en
algunos casos, la brutalidad o la imposición física.
En lo sexual, ellas son reciamente frígidas y frecuente-
mente disfrutan de hacérselo saber al hombre. Son sober-
biamente despreciativas o aparentan una sumisión irreal
que enmarca conscientemente o inconscientemente sus
verdaderas motivaciones. Odian la vida y lo vivo y no es
raro encontrar aquellas que prefieren a los animales, pe-
rros o gatos, a los seres humanos; su caracterología se per-
cibe en su actitud sensiblera poco constructiva hacia los
animales, no los educan y sí los miman en exceso. Despre-
cian el sexo y desprecian a los enamorados, las embarazadas,
toda muestra de afecto, ternura y cariño que no lleven
implícita la sumisión total.
Ellos son promiscuos y no es infrecuente que sean atentos
y amables con las prostitutas o sus amantes ocasionales, y
fríos o bien descorteses, groseros y vulgares en su acerca-
miento sexual a la esposa, a la que inclusive llegan a lastimar
con pellizcos y mordidas.
"IV. Carácter predominantemente mercantil.
E) Son seres pueriles, inconsistentes, que se casan con
el mejor partido posible. 'Partido' es una mujer u hom-
bre deseable en el mercado de valores, no necesariamente
por sus cualidades físicas y menos aún por sus cualidades
86 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

morales, sino por lo que poseen en bienes materiales, pres-


tigio social, poder político o porque potencialmente pre-
sentan posibilidades de buenos proveedores. Oportunistas
y carente s de principios, gobiernan sus hogares dentro de
las normas prevalecientes en su grupo y subgrupo social.
Este tipo de matrimonio se va tornando más frecuente-
mente entre las clases sociales media alta y alta. Su vida
sexual varía con la moda reinante en su ámbito y va desde
la gazmoñería hasta la promiscuidad de ambos sexos.
Los tipos hasta ahora descritos corresponden en un
grado mayor o menor, a una persistencia de la simbiosis
infantil con la madre, o con la madre y el padre; es decir
mantiene vivo el tipo de relación existente en su infancia
y preadolescencia, porque no han superado su forma de
vinculación primaria. Esta clasificación está abierta a toda
una gama de subtipos y a la mezcla real de diferentes ca-
racteres, con elementos tanto positivos como negativos". R4
Los tipos mencionados anteriormente no son fruto ex-
clusivo del sistema industrial de producción. En el caso de
México influye todo nuestro acervo histórico y cultural, pero
el sistema actual ha permitido su existencia y consolidación,
si no ha sido la causa determinante sí es condicionante, en
un alto grado de ello, sobre todo del tipo mercantilista. Una
sociedad sana configuraría una personalidad diferente, la
cual es descrita por el mismo doctor Silva:

"V Carácter predominantemente, amoroso, productivo:


F) Son seres que se casan libres de los lazos de dependen-
cia más ostensibles y de sus temores irracionales más acen-
tuados. Se casan porque en realidad aman, en el sentido
claro que habla Fromm en El arte de amar, con un profundo
interés por conocer a la persona amada, con respeto a él o a
ella y porque desean compartir en una comunión creciente,
su felicidad y su vida; en todo momento buscan estimular lo
positivo y lo amoroso en su cónyuge. No desean controlar ni
ser controlados; su relación es de equidad e igualdad. Este
tipo de matrimonio por desgracia, está en minoría''."

~I Ibid., p. 100.
H:' Ibid.
88 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

No se desea dejar la idea de estar en contra de la in-


dustrialización como un medio que permita al ser humano
mejores condiciones económicas de vida. Tenemos la res-
ponsabilidad de luchar por el progreso de México, de po-
der llevar una elemental justicia, una igualdad mínima a
los hombres del campo. Se trata de estar alertas en contra
de las consecuencias a las que la industrialización, sin un
concepto humanista, nos está llevando. Debemos ser con-
sientes de la existencia de la enajenación y la destructividad
como características de las sociedades de consumo, y lu-
char en su contra en el proceso de nuestro propio desarro-
llo; buscar armonizar una evolución económica con una
evolución espiritual del ser humano; que el precio por
avanzar en lo material no sea a costa de la emotividad.
Es necesario enfatizar la necesidad de que aceptemos
este reto: todos somos responsables; esperar que los cambios
vengan de fuera sin una participación permanente y activa
de todos nosotros es no resolver el problema. Debemos
luchar para vivificar nuestra personalidad. El hecho de
que miles de personas piensen en la misma forma, no im-
plica sanidad en esos pensamientos ni que se dé un hu-
manismo dentro de su conducta. Debemos pregonar con
el ejemplo y éste puede obligamos, en un momento dado
a tener que modificar la forma como nos integramos en la
sociedad.
Es un hecho que no podemos romper con el ambiente
social en el que vivimos, en una forma radical, pero tam-
bién es cierto que el hombre tiene un margen de libertad
para actuar dentro de la estructura social en la que se de-
senvuelve.
Por tanto, es aceptable reconocer la libertad, el libre
albedrío, como característica de todos los hombres. Esa li-
bertad debemos entenderla como la forma en que el hombre
se encuentra, en un momento dado, inserto en su contorno.
Las diferentes posibilidades que tiene el sujeto dentro de
ese ámbito. El hombre siempre está actuando; esa es la
forma de responder al por qué vital que menciona Ortega
y Gasset, al hombre nada le es dado, él tiene que formar
su propio destino, toda su conducta tiende a contestar en
FAMILIA Y SOCIEDAD 89

forma mediata a ese por qué, es la forma como el hombre


le da un sentido a su vida.
Por el sólo hecho de vivir, el hombre se ve fatalmente
obligado a ejercitar su libertad y, por tanto, es responsable
de su actuar. El ambiente social sólo condiciona al sujeto,
pues le permite, en todo caso, elegir el objeto de su cono-
cimiento o el camino de su conducta. La presión social no
impone al individuo inexorablemente un camino, una meta;
no lo determina. El que la persona se encuentre inserta en
la sociedad, no quiere decir que ésta absorba la totalidad
de su ser. El hombre no puede sustraerse del contorno
social, pero aunque esté dentro, a la vez su esencia íntima,
su yo íntimo responde a dicho ambiente. Incluso la inicia-
tiva personal que procede de una intimidad puede, en un
momento dado, originar un proceso social que puede lle-
gar a modificar, a cambiar la estructura social. No quere-
mos decir que el individuo en este caso, se sustrae de su
contorno social sino que, aunque en su devenir el hombre
está dentro de la sociedad, dicha incrustación no es [tia, el
individuo tiene cierta flexibilidad en su actuar; la presión
social nunca llega a suprimir esa movilidad, a hacerla de-
saparecer, no determina a la propia personalidad, sólo la
condiciona. La persona es y debe ser en última instancia
como sujeto con voluntad propia, la que actúe y decida.
Así como se ha reconocido que la sociedad impone una
serie de normas y que el violarlas lleva implícita una serie
de sanciones, es una realidad que hay un campo para poder
actuar. El primer paso es ser consciente, preocuparse efec-
tivamente de este problema y tener el valor para cambiar
actitudes y aspiraciones.
Fortalecer la unidad familiar. Nunca será suficiente in-
sistir en lo que la familia representa para el ser humano. A
pesar de la aparición de una serie de instituciones extrafa-
miliares, como son las guarderías, las escuelas, las institu-
ciones de servicio social, asistencial, médico, etcétera, no
debemos delegar en ellas la formación de nuestros hijos.
Hemos dicho que la sociedad moderna acentúa la falta
de respuesta emocional del individuo y, a pesar de que la
liberalidad de cierto tipo de normas permite en las grandes
90 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

ciudades que las personas puedan buscar la satisfacción de


esas necesidades afectivas fuera de la casa, es un hecho que
las mayores posibilidades de realización humana se dan
dentro del núcleo familiar. Los sentimientos de culpa, de
vergüenza, de frustraciones, por no poder trascender dentro
de la familia, nunca podrán ser superados por relaciones
interpersonales extrafamiliares. El individuo debe volver la
mirada al hogar y tratar de reinvertir el máximo esfuerzo
dentro de él.
Sin discusión, el principal aspecto que va a fortalecer
una relación familiar, es la comunicación entre los padres,
quienes a través de su relación personal muestran a los
hijos las pautas de lo que ese hogar será.
Pero, écómo lograr una verdadera comunicación en el
tipo de sociedad que hemos descrito?
En su libro El arte de amar, Erich Fromm señala que el
principal problema existencial del ser humano es la sepa-
ratidad, la necesidad de que el hombre rompa su soledad
y el aislamiento moral y trascienda en sus relaciones in ter-
personales. Para lograr esto último, Fromm indica que son
cuatro los prerrequisitos fundamentales para que cualquier
persona logre esta trascendencia, y que su conducta sea
una actividad productiva que le dé un sentido existencial
humanista a su vida.
Estos preceptos son el conocimiento, el cuidado, la res-
ponsabilidad y el respeto. Veamos cada uno de ellos:

a. El conocimiento. Esto es, el buscar y tener realmente


la información, la captación de la esencia de las personas
y del mundo que nos rodea. El preocuparnos por no aceptar
lo que nos imponen, el cuestionar los valores que imperan
en nuestra sociedad, y sólo aceptar y acatar aquello que
realmente consideremos como valioso por su objetividad.
En el caso de las relaciones familiares, buscar la trascen-
dencia con el cónyuge opuesto y con los hijos, conocerlos
realmente como son y no como quisiéramos que fueran.
b. El cuidado. Si conozco a las personas y al mundo que
me rodea podré tener una actitud de preocupación real y
consciente de ellos. La comunicación sólo se logra cuando
FAMILIA Y SOCIEDAD 91

está basada en ese compartir y esmerarse en las relaciones


en las que el individuo se maneja. No se puede aceptar
una familia sana en la cual no hay cuidado mutuo de sus
miembros.
c. Responsabilidad. Es una actitud en la cual se comparten
como propias las necesidades de los demás, en la que se
tiene el deseo de que cada individuo vaya creciendo de
acuerdo a sus capacidades y vaya satisfaciendo sus propias
necesidades. En la familia se acentúa este compartir de
responsabilidades, las necesidades propias de cada uno
son a su vez de todos como unidad.
d. Respeto, Limitar nuestra participación en las relaciones
interhumanas, en tal forma que permitamos a las personas
a nuestro alrededor que desarrollen al máximo sus capaci-
dades inherentes, que nuestra conducta sea un estímulo y
no un obstáculo."

Si los padres logran que sus relaciones entre sí y con


sus hijos se den dentro de estos presupuestos, indudable-
mente que el éxito será una consecuencia lógica de sus
esfuerzos. Hay que aceptar el reto que la vida nos presenta,
debemos sacarle el máximo provecho, no en un sentido
económico, sino en los aspectos humanos más íntimos, y
de éstos las relaciones entre los padres y los hijos son las
más importantes.
Luchemos por la supervivencia, tengamos el coraje de
enfrentamos a esa estructura social que nos está desinte-
grando. Los adultos no podemos negar nuestra responsa-
bilidad generacional, "si existe alguna responsabilidad en
el ciclo de la vida, ella consiste sin duda, en que una gene-
ración debe a la siguiente esa fortaleza que le permitirá
enfrentar las cuestiones finales a su manera, libre de la
pobreza debilitante o de los conflictos neuróticos provoca-
dos por la explotación emocional"."
Debemos darle un sentido humanista a nuestra cultura,
hacer del hombre el principio y el fin de ella. Eduquemos

S¡¡ FRI);IM, Erich, El arie de amar, trad. Noemí Rosenblatt, Paidós, Buenos
Aires, 1%5, p. :l~)Y ss.
" ERIC¡;SON, Lrick, L/im y Psicoanálisis, o/J. cii., p. 104.
92 JORGE SÁNCHEZ AZCONA

a nuestros hijos dentro de lo que Fromm llama el carácter


revolucionario, esto es "el que está identificado con la hu-
manidad y trasciende en consecuencia los límites angostos
de su propia sociedad, y el que es capaz, a causa de esto, de
criticar su sociedad o cualquier otra desde el punto de vista
de la razón y la humanidad. Quien no se adhiere a la ado-
ración provincial de la cultura en la que ha nacido, lo cual
no es más que un accidente de tiempo y geografía. Quien
es capaz de mirar a su alrededor con los ojos abiertos del
que está despierto y encuentra sus propios criterios, que le
permitan juzgar lo accidental de lo que no es accidental y
basar su razón en las normas que existen en la raza humana
y para ella".Rs
Para concluir, la familia ha venido a representar histó-
ricamente el medio más adecuado para la solución de las
necesidades integrales del hombre, y aunque algunos au-
tores consideran que las expectativas futuras de la organi-
zación humana son inciertas, creemos que en la actualidad
la solución que tenemos a la mano, la más visible, la más
adecuada y la que representa una mayor plenitud en la
respuesta, es la familia. Como dice Linton: "En el ocaso de
los dioses, que la superciencia y la locura de los estadistas
nos están preparando, es posible que el último hombre
pase sus últimas horas buscando a su mujer y a su hijo"."

SS FROMM, Erich, The Dogma oj Christ, Double Da}, Nueva York, 1966, p. 162.
S9 FROMM, Horkheimer y PARSONS, Merton, o/J. cit., Prólogo de R. Linton,
p.29.
Familia y sociedad es un esfuerzo por entender el
papel de la familia urbana de clase media de nues-
tro país y los cambios sociales que desde la conso-
lidación del neoliberalismo, a mediados del siglo
pasado, le están afectando. El libro analiza a esta
unidad básica en la formación del ser humano y
señala su indiscutible vínculo social, en donde las
LIBRERíA PORRÚA diferentes estructuras se interrelacionan con ella.
DESDE 1900
JUSTO SIERRA La obra describe una visión interdisciplinaria
Y ARGENTINA
CIUDAD DE MtXlCO

del origen, estructura y los fines de la familia en


relación a padres e hijos, a su vez, destaca el deci-
sivo poder condicionante que las estructuras sociales y por tanto de
la ideología imperante tienen sobre el individuo y la familia.
Uno de los temas en que se hace énfasis es el de la relación entre
familia y política. Desde el punto de vista del autor, es en el núcleo fa-
miliar en donde se deben sembrar los valores que con posterioridad
las personas reflejarán en sus acciones políticas, particularmente
como electores. Según se señala, en el caso específico de México, la
ausencia de estos valores ha permitido encumbrar a una clase política
que no ha sido capaz por años de cubrir las aspiraciones de igualdad
y libertad en el país. Una clase política que proviene de una matriz
social en donde la falta de educación, moralidad, civismo y visión de
los electores ha prohijado este tipo de personalidades, que con su
actuar cotidiano debilitan en forma creciente el exiguo tejido social.
En estas páginas se reclama una acción educativa y política donde se
reconozca, se respete y se fortalezca a la instancia prioritaria para
educar: la familia.
El libro es una llamada de atención que busca demostrar que sin
educación en valores, seguirá sin componerse no solamente el rum-
bo político y, por tanto, el destino del país, sino además la sociedad
seguirá inserta, como individuos, en la enaje-
nación que el neoliberalismo le ha impuesto en
la deshumanizada sociedad que ha formado.

Decimocuarta edición
Segunda en Editorial Porrúa 9 789700 777238

Das könnte Ihnen auch gefallen