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29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la
imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a
los que justificó, a éstos también glorificó.
Introducción
Amar el pecado es mucho peor que cometerlo, ya que un hombre puede tropezar
repentinamente o cometerlo por una debilidad.1
1 Juan 2.15 (RVR60)
15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del
Padre no está en él.
Primero, Dios salva a su pueblo del placer o amor al pecado poniendo su santo temor en sus
corazones, pues «el temor de Jehová es aborrecer el mal»
Proverbios 8.13 (RVR60)
6 Con misericordia y verdad se corrige el pecado, Y con el temor de Jehová los hombres se apartan
del mal.
Segundo, Dios salva a su pueblo del placer del pecado comunicándoles un principio nuevo
y vital: «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo»
(Ro. 5:5), y cuando el amor de Dios reina en nuestro corazón, el amor al pecado es
destronado.
Romanos 5.5 (RVR60)
1
Pink, A. W. (2013). Cuatro veces salvo. (D. C. Moreno, Trad.) (p. 15). Moral de Calatrava, Ciudad
Real: Editorial Peregrino.
Tercero, Dios salva a su pueblo del amor al pecado al atraer el Espíritu Santo sus deseos
hacia las cosas de arriba, y de esta manera apartándoles de las cosas que antes les
dominaban.2
Colosenses 3.1–3 (RVR60)
1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la
diestra de Dios.
3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se
oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí,
pero no el hacerlo.
19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.
23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva
cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
2
Pink, A. W. (2013). Cuatro veces salvo. (D. C. Moreno, Trad.) (p. 16). Moral de Calatrava, Ciudad
Real: Editorial Peregrino.
Salvos de la pena, Justificación
Justificación es un término forense y tiene que ver con los tribunales de justicia, puesto que es la
decisión o veredicto del juez.
38 Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados,
39 y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es
justificado todo aquel que cree.
1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma
manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.
19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.
21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él.
1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;
8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en
nosotros.
Es posible odiar el pecado, haber sido justificado y aun sentir que el pecado quiere controlarnos.
12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus
concupiscencias;
2 Corintios 7.1 (RVR60)
1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de
carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
7 Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que
Jehová ha dicho, y obedeceremos.
31 Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito
está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.
La verdad
5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto;
porque separados de mí nada podéis hacer.
13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis
para salvación,
14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne
22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme
a los deseos engañosos,
24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de
carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor
Jesucristo;
28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por
segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.
2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero
sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
La salvación del placer o amor al pecado tiene lugar en nuestra regeneración; la salvación de la
pena o castigo del pecado ocurre cuando nuestra justificación; la salvación del poder o dominio
del pecado se consigue durante nuestra santificación práctica; la salvación de la presencia o
inherencia del pecado se consuma en nuestra glorificación: «a los que justificó, a estos también
glorificó» (Ro. 8:30
1 Corintios 15.50–57 (RVR60)
50 Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la
corrupción hereda la incorrupción.
53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de
inmortalidad.
54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de
inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.
57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.