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Pero este decreto que describo aquí no es aquel por el cual Dios decide salvar a
algunas personas y, para que pueda hacerlo, decide dotarlas de fe, mas condenar
a otras, y no dotarlas de fe. Sin embargo, muchas personas declaran que este es
el tipo de predestinación de la cual el apóstol trata en los pasajes que acabo de
citar [Romanos 8 y 9, y Efesios 1], Pero niego lo que ellas que afirman.[Ibíd.]
Esto contradice aquello que fue enseñado por Juan Calvino. En su obra Institución
de la Religión Cristiana, III.21.5, él define predestinación – también igualándola a
la elección y reprobación – de forma absolutamente determinista:
Existen dos grupos de palabras griegas -en sus diversas formas- usados en el
Nuevo Testamento para referirse al acto de escoger: haiéromai y eklégomai.
Justo L. González dice que la presciencia es, “en la teología clásica, el aspecto de
la omnisciencia divina por la que Dios conoce los acontecimientos que aún no han
tenido lugar y las cosas que aún no existen”. [GONZÁLEZ, Justo. Breve Diccionario
de Teología] Este sentido está incluido en aquello que la teología arminiana
comprende de la relación entre la presciencia divina y la elección de los creyentes:
Dios, desde la eternidad pasada, a la luz de su presciencia de todas las cosas,
eligió a aquellos que en el curso de la historia aceptarían libremente Su gracia en
Cristo (1ª Pedro 1.2; Romanos 8.29).
El acto cognitivo por el cual Dios conoció de entre los hijos de Adán a aquellos que
lo amarían en respuesta a su gracia, -cumpliendo las condiciones necesarias para
la salvación-, está íntimamente relacionado con la elección de individuos para el
cuerpo elegido de Cristo y su predestinación a la gloria. Dios, de hecho, conoció a
personas que ‘aman a Dios’ (v.28). No hay, por lo tanto, ningún motivo para
buscar un significado diferente del natural para el verbo proginosko en Romanos
8.29.
Shank concluye:
De este modo, la elección es el acto por el cual Dios elige hombres para sí mismo,
mientras que la predestinación es el acto determinante de Dios en cuanto al
destino del elegido que él escogió. La predestinación es la predeterminación de
Dios de la eterna circunstancia de la elección: filiación y herencia como
coherederos con Cristo (Efesios 1.5, 11), y glorificación junto con Cristo en plena
conformidad a su imagen (Romanos 8.28-30). En Efesios 1.3-14, la elección está
en vista en el versículo 4 (Porque Dios nos escogió en Él antes de la fundación del
mundo) y la predestinación no es para elección sino para la circunstancia de la
elección: adopción como hijos de Dios (v.5) y participación en la herencia eterna
(v.11). En Romanos 8.28-30, la elección es simultánea con la presciencia de Dios,
y la predestinación no es para con la elección y la salvación, sino para conformidad
a la imagen de su Hijo (v.29), una predestinación a ser realizada mediante el
llamado, la justificación y, finalmente, la glorificación (v. 30).
En suma, la elección es el acto de escoger por gracia, hecho por Dios, de aquellos
que están en Cristo para formar su pueblo (Efesios 1:4 según nos escogió en él
antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante
de él). La predestinación es el propósito determinado por Dios desde la eternidad
para ese pueblo (Efesios 1.5 “en amor habiéndonos predestinado para ser
adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su
voluntad”, Romanos 8.29-30 “Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él
sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos
también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a
éstos también glorificó”).