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Viajeros en el Ecuador en la segunda mitad del siglo XIX.

BCE

En la segunda mitad del siglo XIX, con la independencia de las colonias


españolas, América abrió sus puertas a toda Europa, especialmente a Francia
e Inglaterra -iconos mundiales de desarrollo, industrialización y progreso-, que
centraron su interés en las economías, los mercados, los recursos y la política
de las nacientes naciones sudamericanas. Por su parte, las nuevas repúblicas
en su afán por fomentar el comercio y apuntalar, de alguna modo, sus
economías trastornadas por los gastos de los ejércitos locales en las guerras
de la independencia, alentaron el apoyo político europeo.

En la medida en que las relaciones diplomáticas con Latinoamérica se tornaban


apremiantes, surgió un creciente número de exploradores -entre ellos
científicos y artistas- motivados por un afán de recorrer y “redescubrir” el
“Nuevo Continente”. Muchos de ellos fueron seducidos por relatos de
expediciones anteriores, como las de La Condamine y Humboldt, que estaban
colmados de alucinantes experiencias.

Las expediciones científicas contaron con artistas que plasmaban sobre el


papel la vegetación y los habitantes de estas tierras lejanas. Con el nacimiento
de la fotografía, se originó una verdadera fiebre iconográfica o sed de
imágenes “exóticas”. Por ello algunos viajeros recorrían el continente “cámara
en mano” para captar todas sus vivencias.

Los trabajos hechos en el campo fotográfico por Niepce y Daguerre fueron


pronto difundidos por toda América a través de diversas publicaciones locales y
extranjeras. El daguerrotipo hizo su aparición en nuestro continente, al llegar a
Veracruz (Méjico) en diciembre de 1839 –pocos meses después de haber sido
presentado oficialmente en la Academia de Ciencias de París-, traído por
Leverger y Jean Francois Premier, el cual realizó sus primeras tomas en 1840.

A Sudamérica, llegó a Bahía y Río de Janeiro (Brasil) en enero del mismo año
con el abate francés Louis Comte, físico de profesión, quien aparentemente
trabajó con Daguerre (Gutiérrez, 1997:346). En cuanto a los Andes, hay datos
de que este “novedoso invento” arribó con el Barón Jean Baptiste Louis Gros
(hijo del famoso pintor Antoine Jean Gros), cuyos primeros daguerrotipos datan
de 1842; el mismo año hizo su triunfal llegada a Perú a cargo de Maximiliano
Dante, quien fue el primero en instalarse en la capital peruana.

Es difícil determinar con exactitud el año y la persona que trajo la primera


cámara daguerrotípica al Ecuador. Es probable que Guayaquil, por su
condición de puerto, haya sido la primera ciudad en que se conoció la “magia”
de la fotografía con la llegada de estos “imagineros” itinerantes extranjeros”. En
cuanto a Quito, existe un dato de la presencia del daguerrotipo en (1849), en
manos de un fotógrafo itinerante -especialista en retratos- que también había
prestado sus servicios en Colombia y Venezuela.

Aparte de esta no hay más evidencia del empleo de este procedimiento; las
pocas referencias obtenidas con respecto a la llegada de la cámara fotográfica
al Ecuador únicamente dan cuenta de que algunos viajeros utilizaban la
fotografía para ilustrar sus diarios de viajes y que más tarde fueron empleadas
como modelos para realizar los grabados de revistas ilustradas o trabajos
científicos especializados.

No se sabe a ciencia cierta si en todas las expediciones iba un fotógrafo o


simplemente adquirían las fotografías en cada lugar. Esto no sería extraño, ya
que muchos viajeros, que no contaban con un profesional de este oficio,
rápidamente se ponían en contacto con los fotógrafos locales para pedir
ejemplares de la toma que más les interesaba.

Algunas de las fotografías que extendían sus colecciones (tanto personales,


como de la expedición a la que formaban parte) eran obsequiadas por
allegados y amigos o, simplemente, eran regaladas por fotógrafos ansiosos de
que sus imágenes sean “admiradas” en otros lugares.

La cámara fotográfica ocupó un papel protagónico en los viajes de estos


“imagineros” itinerantes en América. En las expediciones de la primera mitad
del siglo XIX no faltó un artista que, con pincel en mano, ilustraba sus relatos y
más tarde fue la fotografía su mejor herramienta para registrar la “imagen” de
manera directa, rápida y fácil. Los aparatos fotográficos y de revelado eran de
grandes dimensiones y algunas de las técnicas requerían de conocimientos
especializados; de ahí que la labor realizada por estos fotógrafos sea de alto
mérito.

Muchos relatos fueron escritos para un ávido público lector europeo de clase
media que se interesaba por historias de viajes a lugares exóticos. Las casas
editoras procuraban atender a lectores más cultivados, proporcionándoles no
sólo libros sino también revistas y periódicos especializados que abordaban
diferentes temas científicos y culturales.

Así por ejemplo, encontramos que el periódico francés “L´llustration”


presentaba actualidades, viajes, “chismes” y reseñas de personajes ilustres, y
las revistas “América Pintoresca” y “Le Tour du Monde” estaban dedicadas
exclusivamente a relatos de viajeros. En esta última se publicaron artículos
sobre el Ecuador, entre ellos los de Edouard André (Amerique Equinoccial,
1875-1876) y Charles Weiner (Amazone et Cordilleras, 1879-1882).

El público para el cual los viajeros escribieron no había experimentado


directamente la realidad que ellos relataban, de ahí que las ilustraciones que
acompañaban a sus textos debían convencerlos de que eran reproducciones
fidedignas de esa realidad. Es aquí donde radica el papel fundamental que
cumplió la fotografía en la producción y difusión de imágenes del mundo
andino, sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX.

Varios de los bocetos y fotografías realizados en los viajes se transformaban en


grabados a su regreso a Europa –medio común de reproducción masiva en ese
entonces- que ilustraban todo tipo de obras. Sin embargo, en la segunda mitad
del siglo, con el perfeccionamiento de los diferentes procesos fotográficos y de
la imprenta en general, se fue eliminando poco a poco al dibujante
especializado y al grabador en el proceso de reproducción masiva de
imágenes.

Por otro lado la apertura de las ex colonias de España a estos “imagineros”


coincidió con dos momentos cruciales para la fundación de la modernidad
europea. La revolución en tecnologías visuales (aparecimiento de nuevas
técnicas de representación) y de observación que acompañaron al surgimiento
del “observador moderno” y a la aparición de un nuevo discurso científico
(teorías evolucionistas) sobre la “diferencia racial encarnada”, apoyado por las
nuevas disciplinas de la biología y la anatomía comparada.1

En las últimas décadas del XIX, la fotografía y la litografía fueron las


tecnologías preferidas para difundir en el mundo entero “los rostros” de los
Andes y de sus pueblos. La documentación de los fotógrafos viajeros permitió
convertir a sus expediciones en una experiencia tangible para un elevado
número de individuos alrededor del mundo.

1
POOLE, Deborah, Visión, raza y modernidad. Una economía visual del mundo andino de
imágenes, Lima, Sur Casa de Estudios del Socialismo, 2000. p. 34.
ARTICULOS DE PERIODICOS Y REVISTAS

1 Diario de Avisos, Guayaquil, Año I, Núm. 23, jueves 1 de marzo de 1888,


p. 125. Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit.

2 RUEDA, Salvador, “La Fotografía”, La Ilustración Ecuatoriana, Quito, Año I, 20 de febrero de 1909, p.
158. Fondo Antiguo Luciano Andrade Marín, Centro Cultural Metropolitano (Quito).

3 Los Principios, Quito, Trim. II, Núm. 24, 13 de mayo de 1883, p. 1. Fondo Jacinto Jijón y Caamaño,
Banco Central del Ecuador; Código 1391-1425, Varios Periódicos.

4 MERA, Juan León, “Conceptos sobre las artes. A mi hijo Juan León”, Revista Ecuatoriana, Quito,
Número LXIV, Tomo VI, abril de 1894, Imprenta de la Universidad, pp. 121-149. Fondo Jacinto Jijón y
Caamaño, Banco Central del Ecuador; Código 5175.

5 El Comercio, Guayaquil, Año II, Trim. IV, Núm. 195, martes 13 de marzo de 1876. Fondo Jacinto Jijón y
Caamaño Banco Central del Ecuador; Código 1385.

6 El Fénix, Quito, Trimestre IV, Núm. 44, sábado 25 de septiembre de 1880,


p. 372. Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit.

7 Diario de Avisos, Guayaquil, Año IX, Núm. 2339, sábado 2 de mayo de 1896, p. 3. Biblioteca
Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit.

8 Cuadro Sinóptico de las calificaciones hechas a las obras y productos presentados en la Exposición
Nacional, Quito, Imprenta del Clero, 1892. p. 9. Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit.

9 Diario de Avisos, Guayaquil, Año I, No.7, jueves 9 de febrero de 1888, p. 29. Biblioteca Ecuatoriana
Aurelio Espinosa Pólit.

10 El Ecuatoriano, Quito, Año 2, Trimestre 6, Número 63, lunes 9 de abril de 1849. Biblioteca Ecuatoriana
Aurelio Espinosa Pólit.

11 WIENER, Charles, “Amazone et Cordilleres “, Le Tour Du Monde, Paris, 1884, Tomo II, p. 401.
Fondo Jacinto Jijón y Caamaño, Banco Central del Ecuador.

12 Los Andes, Guayaquil, Trim. V, Núm. 61, sábado 14 de mayo de 1864. Fondo Jacinto Jijón y
Caamaño, Banco Central del Ecuador; Código 1387.

13 Diario de Avisos, Guayaquil, Año VII, Núm. 2054, 18 de marzo de 1895, p. 4. Biblioteca Ecuatoriana
Aurelio Espinosa Pólit.

14 Catálogo General de las Vistas y Panoramas de la Fotografía Artística Ecuatoriana, Quito, Imprenta
La Novedad, 1898, pp.12. Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit.

15 Revista de la Escuela de Literatura, Quito, Año II, No. 1, enero de 1887,


pp. 102-109. Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit.

16 Los Principios, Quito, Trim. II, Núm. 19, 21 de abril de 1883. Fondo Jacinto Jijón y Caamaño, Banco
Central del Ecuador.

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