Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
El término psicología proviene de las palabras griegas “psyché” y “logos”, pudiendo traducirse
como “estudio del alma”. Durante la Edad Antigua se creía que los trastornos mentales eran
consecuencia de la posesión por parte de espíritus y demonios, y los tratamientos consistían en
conjuros y encantamientos a los que se atribuían efectos curativos.
Entre el siglo V y el IV a.C. filósofos como Sócrates y Platón realizaron aportes que serían claves
para el desarrollo de la psicología, además del de la filosofía. Mientras que Sócrates sentó los
fundamentos del método científico, Platón concebía el cuerpo como el vehículo del alma,
verdadera responsable de la conducta humana.
En esa misma época el médico Hipócrates estudió las enfermedades físicas y psíquicas mediante el
método inductivo y las atribuyó a desequilibrios en los humores o fluidos corporales. Esta
tradición sería recogida por Roma: la obra de Galeno, que desarrolló la de Hipócrates, es una de
las mejores muestras de la influencia griega en el pensamiento romano.
En la Edad Media el pensamiento europeo quedó dominado por el cristianismo; esto provocó
retrocesos claros en el progreso científico. Aunque las teorías grecorromanas de los humores
seguían vigentes, se combinaban de nuevo con lo mágico y lo diabólico: los trastornos mentales
se atribuían a la comisión de pecados y se “trataban” mediante rezos y exorcismos.
● RENACIMIENTO E ILUSTRACIÓN
Entre los siglos XVI y XVIII, en el mundo occidental convivieron la concepción demonológica de la
enfermedad mental y el humanitarismo. La recuperación de la influencia de los autores clásicos
griegos y romanos tuvo un papel fundamental en esta segunda vertiente, que relacionaba los
trastornos psicológicos con alteraciones físicas, y no morales.
La palabra “psicología” se empezó a popularizar durante este periodo histórico. En este sentido
fueron especialmente importantes las obras de los filósofos Marko Marulic, Rudolf Göckel y
Christian Wolff.
Cabe destacar la influencia de filósofos como René Descartes, que contribuyó a la concepción
dualista que separaba el cuerpo y el alma, Baruch Spinoza, que la cuestionó, o John Locke, quien
afirmó que la mente depende de influencias ambientales. Asimismo el médico Thomas Willis
atribuyó los trastornos mentales a alteraciones en el sistema nervioso.
A finales del siglo XVIII también fueron muy influyentes Franz Joseph Gall y Franz Mesmer; el
primero introdujo la frenología, según la cual las funciones mentales dependen del tamaño de
áreas concretas del cerebro, mientras que el mesmerismo atribuía las alteraciones físicas y
psicológicas a la acción de energías magnéticas sobre los fluidos corporales.
La psiquiatría fue precedida por el alienismo, representado principalmente por Philippe Pinel y su
discípulo Jean-Étienne Dominique Esquirol. Pinel promovió el tratamiento moral de los enfermos
mentales y las clasificaciones diagnósticas, mientras que Esquirol fomentó el uso de la estadística
para analizar la eficacia de las intervenciones psicológicas.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX el aumento de los conocimientos sobre la anatomía
cerebral hicieron que los procesos mentales se entendieran en mayor medida como
consecuencias de la biología. Destacamos los aportes de la psicofisiología de Gustav Theodor
Fechner y las de Pierre Paul Broca y Carl Wernicke en el campo de la neuropsicología.
La psiquiatría se desarrolló en gran medida gracias a la obra de Karl Ludwig Kahlbaum, que
estudió alteraciones como la esquizofrenia y el trastorno bipolar, y a la de Emil Kraepelin, pionero
de las actuales clasificaciones diagnósticas basadas en los síntomas y en los signos, así como en su
curso.
Por otra parte, en este siglo Jean-Martin Charcot y Josef Breuer estudiaron la hipnosis y la
histeria, desarrollando investigaciones e ideas que inspiraron a Sigmund Freud durante los últimos
años de este siglo. Mientras tanto, en Rusia apareció la reflexología de la mano Iván Pávlov y
Vladimir Bekhterev. Con estos aportes se establecieron las bases del psicoanálisis y el
conductismo, las dos orientaciones que dominarían la psicología de la PRIMERA MITAD DEL SIGLO
XX.
● EL DESARROLLO EN EL SIGLO XX
Otra orientación teórica relevante es la psicología humanista, representada por Carl Rogers
y Abraham Maslow, entre otros. El humanismo surgió como una reacción al predominio del
psicoanálisis y el conductismo y defendió la concepción de las personas como seres libres, únicos,
tendentes a la autorrealización y con derecho a la dignidad.
El desarrollo de la ciencia del comportamiento y de los procesos mentales ha estado marcado por
el desarrollo de las neurociencias y el diálogo constante con las ciencias cognitivas en general, y
con la economía conductual. Del mismo modo, las escuelas de la corriente vinculada al
psicoanálisis han perdido buena parte de su presencia y su hegemonía, si bien se mantienen con
buena salud en Argentina y Francia.
Esto ha hecho que actualmente prime una concepción de la psicología en la que las neurociencias
y la psicología cognitivista (con muchas aportaciones del conductismo) intercambian entre
ellas herramientas y conocimientos tanto en la investigación como en las intervenciones.
Sin embargo, las críticas que el conductismo realizó contra las concepciones mentalistas y
subjetivistas de la psicología (que son aquellas que tratan "la mente" como algo separado del
contexto de una persona y las que parten desde las opiniones de la persona acerca de lo que le
pasa por la cabeza, respectivamente), siguen estando vigentes.
Esto hace que tanto el cognitivismo como el psicoanálisis y todas las perspectivas pertenecientes a
la psicología humanista sean duramente criticadas, entre otras cosas, por trabajar a partir de
conceptos muy abstractos y poco definidos bajo los cuales pueden colocarse significados muy
diversos y poco relacionados entre sí.
De todos modos, el conductismo sigue siendo una filosofía minoritaria en la psicología, mientras
que el cognitivismo goza de muy buena salud. Eso sí, la gran mayoría de investigaciones en
psicología cognitiva de tipo experimental son realizadas partiendo del conductismo metodológico,
lo cual lleva a algunas contradicciones: por un lado se tratan los fenómenos mentales como
elementos situados "dentro del cerebro" de la persona (mentalismo) y por el otro se trata de
estudiar este elemento creando estímulos y midiendo respuestas objetivas
Históricamente el estudio de la Psicología comienza por la admiración que siente el hombre ante
dos realidades que llaman poderosamente su atención: el mundo de los objetos materiales y su
propia conciencia, dos realidades que se le presentan inabarcables y desorganizadas.
La primera labor de la conciencia es poner orden en el mundo; para ello el hombre, según la
expresión bíblica, da nombre a los objetos que se presentan ante él. De esta clasificación y
categorización de los fenómenos de acuerdo a sus regularidades surge la forma más primitiva de
ciencia física. Un problema distinto surge cuando el hombre se enfrenta a su propia conciencia, es
entonces cuando se descubre como parte del mundo y al mismo tiempo distinto del mundo. Ante
un fenómeno tan extraño y tan novedoso, el hombre necesita dar una explicación que encontrará
en la mitología o en la reflexión filosófica.
En los griegos aparecen claramente estos dos momentos históricos, siendo la mitología de
Homero y la explicación filosófica de Aristóteles dos momentos cumbres de la antropología
filosófica de los griegos. Pero el camino hasta Aristóteles pasa por diversos momentos importantes
de la reflexión en la filosofía de los filósofos presocráticos, en la que vamos a detenernos
brevemente.
Todas estas teorías de la percepción, mediante representaciones de los objetos con los que
guardan una estrecha semejanza, son tan sencillas y atractivas que han perdurado durante 15
siglos, habiendo sido negadas por Johannes Müller y otros psicólogos de nuestro siglo. La
explicación de la psique humana no se centró en la percepción de los objetos, sino que hubo un
interés bastante generalizado en cuestiones fisiológicas para determinar la influencia del cuerpo y
su forma de interacción con el espíritu. Alcmeón de Crotona, que vivió en el siglo VI a.C.,
posiblemente fuera el primero en realizar disecciones anatómicas con propósitos de investigación.
Su teoría más conocida afirma que la normalidad, o buena salud, consiste en el equilibrio o
isonomía del hombre con las leyes de la naturaleza.
Íntimamente ligadas a aspectos fisiológicos aparecieron muy pronto las doctrinas de los cuatro
temperamentos básicos, dependientes de cuatro humores: sangre, flema, bilis amarilla y bilis
negra. Desde Hipócrates (470-377 a.C.) se ha venido distinguiendo el carácter de los individuos de
acuerdo con el predominio de uno de estos cuatro humores que originaban los cuatro
temperamentos: sanguíneo, flemático, bilioso y melancólico. La teoría de Hipócrates será
retomada por Galeno (131-201) en el siglo II, y tendrá vigencia, entre otros, en Juan Huarte de San
Juan, quien la utiliza en su libro Examen del Ingenios, hasta que se presenten otras teorías
anatómico-fisiológicas en el siglo XX de mano de Kretschmer, Sheldon, Pende, Pávlov, entre otros.
La idea de un alma como ente sustancial residente en un cuerpo con capacidad de existencia
independiente comenzó a ser considerada a partir de Pitágoras, al final del siglo V a.C. Platón
desarrolló esta concepción, distinguiendo en el alma las funciones nutritiva, sensitiva y racional, y
asignando el alma nutritiva a las plantas, la sensitiva a los animales y la racional a los hombres.
Estas funciones representan una jerarquía evolutiva, pues cada nivel superior incluye los
inferiores. Pero con la aparición de la racionalidad propia del hombre se introduce una fuente de
conflictos con el deseo, propio también de los animales.
Platón presenta la actividad del alma como constitutiva de las funciones básicas del hombre, lo
mismo que la noción de que las actividades más simples evolucionan hacia actividades más
complejas. Por otra parte, el alma, absolutamente perfecta en sí misma, se encuentra en el cuerpo
Platón establece la necesidad de que exista algo permanente y algo mudable, algo que permanece
para siempre y algo que muere. Por otro lado, el conocimiento requiere el uso de categorías con
que ordenar lo sensible, lo que captan los sentidos. Platón une las ideas del ser y del no ser, de lo
idéntico y lo diverso en aquellas categorías que ofrece el alma, pues “no hay para estas categorías
ningún órgano especial como para aquéllas, sino más bien que el alma por sí misma me parece
que contempla lo que es común en todas las cosas… Y por eso, no será nunca la misma cosa
sensación y conocimiento”. Mientras el conocimiento a través de los sentidos es empírico, la
categorización requiere un sustrato ideativo que Platón encuentra bajo la idea de la reminiscencia.
Por otra parte, Aristóteles se separa de la concepción que Platón tiene de alma. El alma, de
acuerdo con Aristóteles, es una entelequia del cuerpo; eso es, lo que da unidad a las distintas
funciones del cuerpo. El énfasis en la unidad del alma y del cuerpo y la importancia de considerar
Según el principio del hilemorfismo, la forma es el principio sustancial del ser (como cuando se
dice que el alma es forma del cuerpo orgánico). La forma, en su más amplio sentido, es lo que hace
que un ser sea lo que es, a saber, aquello que hace que un ser concreto sea precisamente este ser
determinado y no cualquier otro. La forma es, por consiguiente, la naturaleza del ser. En la forma
alcanza el ser toda su realidad y recorre todos sus grados.
La forma determina la especie, lo mismo que sus virtualidades y diferencias con el resto de los
seres que comparten con él la misma materia.
Además, algunas sustancias tienen en sí un principio de movimiento, son cambiantes dentro de un
orden. Entre los distintos movimientos es especialmente importante la génesis y desarrollo de
nuevos individuos vivos en los cuales se transmite la misma forma sustancial auna nueva materia.
Para explicar que las sustancias pueden cambiar sin dejar de ser lo que son, Aristóteles utiliza los
conceptos de potencia y acto. El ser potencial es, en rigor, ser actual: sólo por la actualidad puede
ser entendida la existencia de la posibilidad. Es evidente que la potencia tiene que ser anterior al
acto, ya que la potencia sólo puede actuar porque es una potencia: solamente ven que tienen la
potencialidad de ver.
Para que un organismo tenga vida es necesario que existan posibilidades de cambio, de
movimiento; la vida no se presenta como algo acabado, un ser en acto, sino un ser con enormes
posibilidades de existencia. El alma es principio de movimiento: en sí misma es vida y posibilidad
de cambio. Aristóteles advierte que existen tres categorías diferentes de seres vivos: las plantas,
los animales y el hombre. Por ser seres vivos todos tienen las capacidades de nutrición, generación
y crecimiento, pero cada una de ellas presenta un paso respecto a los seres inferiores. Así, las
plantas superan a los minerales porque poseen además un alma vegetativa, los animales superan
a las plantas porque poseen además un alma sensitiva y, finalmente, los hombres tienen un alma
intelectiva. El alma de los hombres hace posible que éstos vivan, sientan y piensen en sentido
primero y radical.
Aristóteles localizó las funciones psíquicas en el corazón, mientras su maestro Platón y los
pitagóricos las habían colocado en el cerebro. Galeno sintetiza las dos posiciones diciendo que los
espíritus animales se encuentran almacenados en los ventrículos cerebrales, que
fluyen hacia los ventrículos del corazón, de donde son distribuidos por el cuerpo a través de las
arterias. Los procesos de conocimiento comienzan con el movimiento de los objetos que afectan
los órganos de los sentidos. Percibir es recibir la forma de los objetos sin recibir su materia. Los
objetos dejan su huella en los sentidos (imagen impresa), sobre esa imagen actúa el sentido
común que une varias sensaciones para formar una imagen expresa en la que se ha eliminado lo
accidental y accesorio, conservando por abstracción, las formas inteligibles permanentes en que
está envuelto lo sensible. La sensación se produce mediante cinco receptores especializados (vista,
oído, gusto, olfato y tacto), de modo que cada uno percibe una cualidad sensorial específica de los
El logos o razón unirá distintos conceptos para formar estructuras complejas de raciocinio. El
espíritu o νοϋς se distingue del alma, como su parte superior, como aquello que es propiamente
razón y pensamiento frente a lo emocional y afectivo, que está más directamente vinculado a la
materia ϋλη o carne. Psicológicamente, el espíritu solamente es la parte superior y pensante del
alma.
Aristóteles sigue la tradición de los filosóficos estoicos, concibiendo la mente como una “tábula
rasa”, donde no hay nada escrito, todo el conocimiento viene de la experiencia como fruto del
aprendizaje. Lo aprendido se acumula en la memoria, que tiene la virtualidad de hacer que
imágenes presentes se refieran a objetos del pasado. Los animales solamente tienen memoria
pasiva, mientras que la memoria del hombre es también voluntaria. Las huellas de la memoria
mantienen un orden a través de leyes de semejanza, contraste y contigüidad.
Aristóteles parte del análisis de la realidad concreta y, por inducción, llega a la existencia de
potencias o facultades que radican en un alma o forma sustancial de establecer dependencias
causales entre eventos con contigüidad espacio-temporal, lo que exige del filósofo establecer
relaciones de necesidad entre causa y efecto, es decir, que los hechos observados no pueden ser
de otra manera de cómo suceden, dándose entre ellos una relación esencial. Con esto se intenta
analizar las esencias de las cosas, o, con otras palabras, qué son de verdad las cosas. La esencia no
se da directamente a los sentidos sino a la inteligencia, los sentidos solamente pueden captar los
accidentes, las apariencias sensibles, pero la inteligencia puede extraer de estos elementos la
esencia de las cosas, con lo cual se hace posible la ciencia.
Aristóteles distinguió claramente entre los aspectos cognitivos y motivacionales del alma. Por una
parte, señaló una serie de funciones cognitivas que van desde la sensación a la razón; y por otra,
una serie de aspectos motivacionales que van desde la simple necesidad al deseo y la voluntad. A
partir de los aspectos motivacionales, Aristóteles derivó una psicología dinámica, en la que se
aúnan el placer y la verdadera vida moral.
Aristóteles identifica a veces hábito, pero otras establece una clara distinción entre ellos. El hábito
es de mayor duración que la mera disposición. Los actos repetidos generan disposiciones, más o
menos permanentes, a obrar de cierta manera: practicando la justicia se llega a ser justo, sabio,
cultivando la sabiduría, valeroso, cultivando el valor… En una palabra, de la repetición se los
mismos actos nacen las disposiciones a reproducirlos. Se podría afirmar que los hábitos son el
elemento fundamental de la personalidad, entendidos éstos no en un ámbito puramente
biológico, sino enmarcados en el ámbito social. El hombre es eminentemente un “animal político”
y es la polis donde se realiza el hombre plenamente, interrelacionando, a través del lenguaje y las
obras, con el resto de los ciudadanos. La vida fuera de la sociedad solamente es posible para los
que son más que hombres, los dioses, o menos que hombres, las fieras.
Después de Aristóteles vino el período Helenístico, que se distinguió, entre otras cosas, por la
importante manifestación científica de Alejandría en el siglo III a.C. Herófilo y Erasistrato
descubrieron el sistema nervioso, los nervios que conducen al cerebro y a la médula espinal. Estos
autores distinguieron incluso entre nervios sensoriales y nervios motores, una distinción que no
sería válida hasta 1811, por Charles Bell. Galeno realizó vivisecciones de los nervios a nivel
modular y comprobó empíricamente que unos son encargados de la transmisión del impulso
sensorial y otros conducen el impulso motor a los músculos. Sin embargo, en general, la ciencia de
Alejandría no promovió el estudio de la psicología, pues se consideraba que la mente no debía
estudiarse como un objeto natural sometido a las leyes de las ciencias naturales.
Los estoicos (hacia el 300 a. C.) contribuyeron también al desarrollo de la psicología con la noción
de conciencia y la noción de instinto; el último debía ser ante todo un sentimiento interior de
conformidad con la razón innata expresada en las leyes de la naturaleza. En el siglo III d.C. Plotino
volvió sobre la filosofía de Platón y estableció la psicología como una ciencia de la experiencia
basada en la introspección descrita sin referencia a los procesos filosóficos. En esta línea se
inscribe también la psicología de Platón y Plotino, pero, posteriormente, en la Edad Media, la
psicología consistió en una repetición más o menos elaborada de lo expuesto por Aristóteles y San
Agustín.
En la historia del pensamiento evolucionista podemos ver uno de esos casos en los que una idea
surge ya desde muy antiguo y se va repitiendo, bajo formas más o menos diversas, de tiempo en
tiempo, pasando por períodos de olvido hasta que en un cierto momento propicio, se constituye
sólidamente.
En efecto, la teoría de la evolución tiene antecedentes remotos: desde Anaximandro, que pensaba
que la vida había tenido su origen en el agua y que los peces habían sido los primeros habitantes,
hasta Lucrecio, que nos dio su visión del desarrollo del Cosmos en De rerun natura. Pero, en
realidad, no llega a ser una característica notable del pensamiento occidental hasta la segunda
mitad del siglo XVIII. Durante este tiempo, y aún más en la primera mitad del siglo XIX, atraviesa
ese momento propicio en el que se asienta con solidez. Entonces, la idea de evolucionismo invade
diversos campos:
– También llega la influencia a la filosofía, y Hegel (1770-1831) piensa que la civilización ha sido
lograda paso a paso (evolución de la idea).
– La evolución del mundo inorgánico e inanimado, a partir del mundo físico, tiene su
representante en el marqués de Laplace (1749-1827), matemático y astrónomo francés que
Elaboró la conocida hipótesis de la nebulosa original. Igualmente, en Sir Charles Lyell (1797- 1875),
geólogo inglés creador de la visión moderna de esta ciencia, que escribe Principles of Geology
entre 1830 y 1833, pero cuyas investigaciones se extienden hasta 1860, y que defiende el
evolucionismo geológico. Lyell piensa que ha habido una serie de cambios en la Tierra por los
cuales se han ido formando los estratos de rocas, pasando progresivamente de un estado caótico
a otros diferenciados. Por tanto, lo que Lyell defendía era un “principio de uniformidad” en la
historia de la Tierra, diciendo que los acontecimientos del pasado se deben a causas naturales que
siguen operando en el presente y que son responsables de los cambios efectuados desde entonces
y de los que puedan venir, sin que debamos acudir a “catástrofes” para explicarlos. Lyell fue una
influencia directa para el evolucionismo de la materia orgánica en la obra de Charles Darwin. Hay
que advertir que, si bien el “principio de la uniformidad” lleva, cuando se aplica a los seres vivos, a
la teoría de la evolución, Darwin no debe a la teoría de Lyell nada de lo referente a cómo discurre
ésta, ni el valor de las pruebas aportadas. Es más, Lyell rechazó la evolución en sus Principles quizá
por culpa de las versiones de Lamarck, y tampoco admitió que los fósiles hallados representaran
pruebas del progreso evolutivo, que demostraran el paso de formas simples a otras más
complicadas, porque habiéndose hallado restos de peces en estratos silúricos y de plantas
fanerógamas en los carboníferos, ello inducía a creer que tales especies se daban ya en el principio
de la vida. Es sobre todo en el campo de la biología donde el evolucionismo alcanza un desarrollo
más importante y sistemático. Sigamos sus pasos más importantes.
La función crea el órgano (al hacer frente a las exigencias, el animal ejercita ciertas partes
de su organismo, y tal ejercicio perfecciona la función y crea el órgano, estoes, el
comportamiento de una generación modifica o afecta sus estructuras somáticas).
En 1828, Carl Ernsr von Baer (1792-1876) hace públicas sus leyes de embriología comparada, y en
ellas dice que los embriones de un mismo grupo formado por animales distintos se parecen entre
sí más cuanto más jóvenes son, y que a medida que se desarrollan se diferencian
progresivamente. Igualmente, afirmaba que los embriones de los animales situados en los puestos
superiores de la escala no se parecen a las formas adultas de los animales de los puestos
inferiores, sino a los embriones de éstos.
En 1852, Herbert Spencer (1820-1903), filósofo inglés, publica un artículo donde la evolución era
un principio explicativo para la diversidad de formas de los seres vivientes. En 1855 aparecen sus
Principles of Psycology. En ellos se afirma que la mente puede ser comprendida como algo en
evolución. Verdaderamente, Spencer había aceptado la evolución y trataba, pues, en datos, en
pruebas, que era lo que afanosamente y a gran escala trataba de hacer Darwin. La postura de
Spencer es la de un asociacionista sobre ciertas bases procuradas por la biología y las leyes de la
herencia. Así, defiende en los Principles:
c) Diferenciación: en tal adaptación, cada animal procede de cierta manera peculiar, pero
cuanto más elevada es su posición en la escala evolutiva, tanto más complejas y
diferenciadas son sus respuestas a aquellas condiciones exigentes.
d) Utilidad de la función: cuanto más útil es una función, tanto más agradable resulta.
e) Los reflejos son las reacciones más simples, inflexibles, indiferenciadas y groseras.
Charles Darwin (1809-1882)
Darwin, apasionado por la zoología y la botánica, vive en una época en que en Inglaterra estaba en
boga la afición por los descubrimientos geográficos y viajes científicos. Le preocupan los
problemas de adaptación, supervivencia y continuidad de las especies. Con estas aficiones e
inquietudes, Chales Darwin viaja por los Mares del Sur durante cinco años (1831-1836) como
1. En cada especie nacen más individuos de los que pueden sobrevivir; no hay recursos naturales
para todos los que nacen (en 1838, Darwin lee la obra de Thomas Robert Malthus, Un ensayo
sobre el principio de población, publicada en 1789, donde defiende este mismo hecho). 2. Desde el
nacimiento, en cada especie, los individuos se diferencian entre sí, estando unos mejor dotados
que otros para la supervivencia.
3. Como consecuencia del primer principio, es necesario que, para que sobrevivan unos pocos,
perezcan los demás: por supuesto, los que sobreviven serán los mejor dotados.
4. En esta lucha continua por la vida se ponen en juego toda clase de habilidades que, con el
ejercicio múltiple y variado, en determinadas circunstancias da como resultado la adquisición de
nuevas habilidades o el desarrollo de las ya tenidas, llegando a un momento en que esa
adquisición o desarrollo se posee de tal manera y forma parte tan íntima de ese ser, que se
transmite a su descendencia.
Este último principio afirma el hecho de que las especies vivientes proceden de la paulatina y lenta
transformación de otras anteriores (de otras inferiores). Con esto quedan asentadas las bases de
la evolución de las especies, objetivo primordial de la obra de Darwin:
En 1858, Darwin había reunido ya cuantiosas pruebas y datos concretos que le permitan apoyar
sus teorías con solidez. Entonces, a punto ya de publicar su obra, recibe un artículo de Alfred
Russell (1822-1913) que, como él, había leído a Malthus, y en el que exponía una teoría basada
también en la lucha por la existencia, a pesar de que nunca llegaría a admitir la hipótesis de
Lamarck, como Darwin hizo.
Darwin se encuentra entonces sin saber qué hacer, pues ambas formulaciones, la de Russell y la
suya propia, son casi iguales, aunque la suya se basa en más datos y es más completa. Se decide
por pedir urgentemente la opinión de Lyell sobre cómo debe comportarse respecto a Russell. Lyell
estudia los manuscritos de éste y aconseja a Darwin mandarlos a la Sociedad Linneana, en unión
de los suyos propios. Allí se acuerda publicar un ensayo conjunto y se hace en la revista Linnean
Society Journal ese mismo año de 1858. Por fin, el 24 de noviembre de 1859, se publica la primera
edición de la obra de Darwin: The Origin os Species by Natural Selection or the Preservation of
Favoured Races in the Struggle for life(El origen de la especies por la selección natural o la
conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida; los 1250 ejemplares de la edición se
vendieron ese mismo día), sobre las bases de las pruebas reunidas como material de investigación
que intenta demostrar la transición de las especies. Darwin, en La descendencia humana y la
selección sexual (1871), aplica la teoría general de la evolución a la especie humana, considerando
al hombre como un animal superior con un cerebro anormal, haciéndolo descender de un
antepasado simiesco, padre a la vez del hombre y de los simios actuales: el hombre desciende de
Al estudiar la vida como función adaptativa y no el contenido de la mente cual era la misión que
Wundt tenía señalada a la nueva psicología, inicia un movimiento en pro del estudio de los
mecanismos de adaptación del organismo al ambiente, que va a culminar con el funcionalismo
americano y con las modernas teorías conductistas.
Juan Luis Vives nació en Venecia, aunque pasó gran parte de su vida en Inglaterra, en Francia y en
los Países Bajos; estudió Humanidades en Erasmo y enseñó en las universidades de Lovaina y de
Oxford. Su aporte fundamental a la psicología es la introducción del método empírico e inductivo
en la investigación psicológica a través de una aproximación fenomenológica. Rompió con la
tradición escolástica, cuyo interés estaba casi exclusivamente en determinar la naturaleza del alma
y comenzó una investigación más fenomenológica en la psicología, como aparece en su obra De
Anima et Vita (1538). Lo importante para el psicólogo no es investigar qué es el alma en sí, sino sus
fenómenos, o como él dice: “lo que es el alma no nos concierne a nosotros conocerlo; lo que
aparece, sus manifestaciones, es lo que realmente tiene importancia”. El método de
investigación referido es la introspección, a través de la cual se manifiesta al propio sujeto su
interioridad.
Luis Vives es uno de los primeros escritores que al hablar de la asociación de ideas introduce
elementos motivacionales. Estos adquieren gran importancia porque son capaces de evocar
pensamientos relacionados con estas emociones e ideas asociadas. Nos recuerda que, cuando era
joven, estando enfermo con fiebre, le dieron cerezas que le resultaron de un sabor desagradable,
a las que relacionó con su enfermedad, por lo que comenzó a odiarlas. A partir de entonces siguió
odiando las cerezas que, más que recordarle la fiebre, parecía como si se la volvieran a producir.
De alguna manera las emociones potencian la memoria. En el plano emotivo, Luis Vives estudió
también los impulsos egoístas del ser humano, las apetencias, y la ambivalencia de los
sentimientos, como, por ejemplo, el amor que se puede transformar en odio.
Luis Vives también promovió un tratamiento más humanitario de los enfermos mentales. Su
psicología empírica contribuyó al desarrollo de la psicología posterior e influyó grandemente en
pensadores como Michael de Montaigne (1533-1592). A Luis Vives se considera, con razón, el
iniciador de la psicología española y el inspirador del método inductivo aplicado a la ciencia
psicológica; su figura y su obra representaron un tránsito del Renacimiento a la psicología
moderna, que tendrá como máximo representante a Descartes.
La idea central del pensamiento del siglo XVII era el espíritu del mecanismo, tener la imagen del
universo como una gran máquina. En este siglo comenzaron a aparecer una serie de ingenios que
funcionaban cada vez con mayor perfección y que provocaban la admiración de los ciudadanos:
termómetros, barómetros, micrómetros, relojes de péndulo, fuentes, etc.
Así, pues, en el siglo XVII la ciencia tuvo un gran desarrollo, de modo que la gente comenzó a
cambiar de forma de pensar. Hasta entonces se miraba hacia atrás en busca de respuestas en
Aristóteles, los escolásticos, santo Tomás o la Biblia; pero en adelante, se mirará hacia el futuro
representado por la técnica capaz de dominar y organizar la naturaleza.
Las posiciones anteriores a Descartes sostenían que la mente puede ejercer influencia en el
cuerpo, pero el cuerpo influye muy poco en la mente. La mente tiraba de los hilos del muñeco
(cuerpo), mientras el cuerpo era prácticamente pasivo. Descartes aceptó la posición dualista. La
mente y el cuerpo son desde luego distintos, pero las relaciones entre cuerpo y mente son mucho
más estrechas de lo que se pensaba en elpasado. Él fue el primero en ofrecer un acercamiento al
problema mente-cuerpo en el terreno físico-psicológico. Al hacer esto centró el estudio de la
mente en las operaciones que ésta lleva a cabo. Los métodos de investigación se trasladaron
desde el campo metafísico al campo objetivo y de la observación.
Mente y cuerpo, según Descartes, son dos entidades distintas, que no tienen nada en común. La
materia y el cuerpo son entidades extensas, que operan de forma material y que se explican desde
los principios físicos y mecánicos. La mente es inextensa, libre, e insustancial o carente de
sustancia. Pero lo nuevo en Descartes es que la mente y el cuerpo, a pesar de ser completamente
distintos, pueden interactuar en el organismo humano. La mente puede influir en el cuerpo y el
cuerpo en la mente, de donde surge la TEORÍA DEL INTERACCIONISMO MENTE-CUERPO.
La mente inmaterial tiene las capacidades de pensamiento y de conciencia, y por tanto nos ofrece
el conocimiento del mundo exterior, aunque su más importante capacidad es la de pensar; algo
absolutamente distinto del mundo material. El pensamiento no pertenece al mundo material, por
tanto es inmaterial, libre e inextenso, pero no puede conocer el mundo sino a través del cuerpo.
La forma de interacción entre la mente y el cuerpo es tratada por Descartes de forma mecanicista.
Los movimientos de los espíritus animales en los nervios huecos producen una impresión en la
glándula pineal, y de esta impresión la mente obtiene una sensación. Lo relevante es que un
movimiento cuantitativo (el flujo de los espíritus animales) se transforma en una cualidad
puramente mental (la sensación). También la mente puede producir una impresión en la glándula
pineal, que a su vez, por la inclinación hacia un lado u otro, influye en la dirección del flujo de los
espíritus animales hacia los músculos, y de esto resulta el movimiento. De esta manera, una
cualidad puramente mental puede influir en el movimiento, una propiedad del cuerpo.
Tal vez uno de los símbolos más observados en la actualidad pero no por ello más comprendido
sea el de la psicología. Es por ello que en este breve espacio trataré de dar una visión lo más clara
posible de su significado o de lo que creemos significa.
Podemos iniciar diciendo que el símbolo Ψ es de inicio una letra del alfabeto griego que se llama
“Psi” y que se encuentra íntimamente ligada a la etimología misma de la palabra “psicología”, en
donde psico del griego ψυχή es interpretado como “alma”, “mente” o el “principio de la vida”, y
logia que se interpreta como “tratado” o “estudio”. Entonces de entrada podemos ver que el
adoptar este símbolo como el estandarte de la Psicología era para recordar sus orígenes: el
estudio del alma o la mente.
La psicología también encuentra sus orígenes en otra palabra de origen griego: psique. Esta
palabra generalmente era entendida como “mariposa” ,que de hecho si observamos el símbolo Ψ,
pareciera ser la representación de una mariposa con las alas extendidas. Posteriormente se le
brindaron otros significados como fueron “soplo”, “aliento” o “animo”.
Retomando el significado inicial de la mariposa, los griegos creían que cuando moría una persona y
exhalaba su último aliento, el alma o mente abandonaba el cuerpo volando en forma de mariposa.
La mitología griega representa a la diosa “Psiquis” o “Psique” -cuyo nombre puede considerarse
que significa “alma”, “mente”, o ambas- como una adolescente con alas de mariposa. Adolescente
que cuenta su propio mito.
Se cuenta que Eros- el dios primordialmente responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo-
se enamoró perdidamente de Psique. Se cuenta que Afrodita estaba tan celosa de la belleza de la
mortal Psique, pues observaba que los hombres estaban abandonando sus altares para adorar en
su lugar a una simple mujer, y fue entonces que ordenó a su hijo Eros que la hiciera enamorarse
del hombre más feo del mundo. Pero Eros terminó enamorándose de Psique, y la llevó por arte de
magia a su casa. Las hermanas también celosas de Psique fueron a visitarla y la persuadieron que
traicionará la confianza de Eros. Este al enterarse la expulsó y Psique vagó por la tierra volando,
buscando a su amor perdido. Apuleyo atribuye en su obra una hija de Eros a Psique, Hedoné, cuyo
nombre significa “placer”. Pero más allá de la mitología, podríamos interpretar la unión simbólica
de Eros y Psique como la unión entre lo físico y lo espiritual para elevar el alma más allá de la vida
Si queremos retomar el primer significado -el de los griegos- podemos pensar que el símbolo
retomado por la psicología representa su interés por preocuparse por el estudio del alma o mejor
dicho de la mente, con todo y lo que ella conlleva. Si retomamos el análisis mitológico del símbolo
podremos decir que este representa el hecho de que la psicología debiera
preocuparse también por la unión entre lo físico y lo espiritual para lograr el desarrollo más alto de
la mente. Y por último si pensamos en el símbolo como una mariposa y como tal retomamos
todos las interpretaciones que se le han dado; pensemos en que la psicología al igual que la
mariposa representa para muchos bienestar, vida, aliento, progreso, cambio, metamorfosis,
desempeño adecuado y equilibrio.
Es increíble lo mucho que un símbolo puede representar y hablar mucho más claro que las
palabras. Así que ahora cada que vean este símbolo, sabrán a que se refiere y cuál es el
compromiso que se adquiere al llevarlo.
PSIQUE
http://www.filosofia.org/enc/ros/ps9.htm
(griego psyche: alma.) Producto y condición de la interacción mediante señales entre un sistema
vivo y el mundo circundante. En cuanto al individuo la psique interviene directamente en forma de
fenómenos del denominado mundo subjetivo del hombre: sensaciones, percepciones,
representaciones, pensamientos, sentimientos, &c. Al hablar de la esencia de la psique, hay que
distinguir sus conceptos filosóficos y científicos concretos.
La psicología es una ciencia joven, pero a pesar de su corta trayectoria vital le ha dado tiempo a
crear varias corrientes psicológicas que establecen el modo en el que se investiga, los conceptos y
métodos que se utilizan para trabajar, y el objetivo que se persigue.
De hecho, la variedad de propuestas teóricas y prácticas acerca del rumbo que puede tomar la
psicología ha sido sorprendentemente grande, lo cual no significa que no puedan ser resumidas.
La psicología como disciplina separada de la filosofía apareció durante la segunda mitad del siglo
XIX. Normalmente se considera que su nacimiento coincidió con la inauguración del laboratorio de
investigaciones en psicología creado por Wilhelm Wundt en el 1879.
A partir de ese momento, empezaron a surgir diferentes enfoques de la psicología, muchos de los
cuales aparecían como reacción al resto. Son los siguientes:
Esta corriente aparecida hacia 1890 incluye a los miembros de la tradición de investigación
psicológica inaugurada por Wilhelm Wundt. Edward Titchener fue su principal representante, y
defendió la idea de que el objetivo de la psicología debía ser descubrir los elementos básicos de la
consciencia y el modo en el que interactúan entre ellos para crear los procesos mentales.
Se trata de una perspectiva reduccionista, ya que pretendía investigar desde los elementos más
básicos para entender los más complejos, y mecanicista, ya que se basaba en la idea de que un
sistema tan complejo como el que compone nuestra mente puede ser reducido a partes aisladas,
como si fuese un motor.
Justamente por su enfoque más académico que pragmático, pronto apareció otra corriente que
pasó a competir con esta: el funcionalismo.
2. FUNCIONALISMO
Una de las principales corrientes de la psicología de las aparecidas a principios del siglo XX. El
funcionalismo, que nació en la primera década del siglo XX, supone un rechazo al enfoque
estructuralista; en vez de centrarse en estudiar los componentes de la mente, tenía como objetivo
entender los procesos mentales. No se centraba en las "piezas", sino en el funcionamiento, es
decir las funciones psicológicas que se llevan a cabo dentro de nuestra cabeza (y, por extensión,
dentro de nuestro cuerpo).
Además, mientras que los planteamientos del estructuralismo tenían que ver con preguntas muy
abstractas y generales, el funcionalismo aspiraba a ofrecer herramientas útiles. La idea era
conocer cómo funcionamos para poder utilizar esos conocimientos en problemas cotidianos y
específicos.
Aunque él mismo se desvinculó del funcionalismo, se considera que William James fue una de las
grandes figuras históricas del desarrollo de la psicología que mejor encarnaba los planteamientos y
preocupaciones propios de esta corriente.
La corriente psicodinámica apareció por primera vez a través de la obra de Sigmund Freud, en los
últimos años del siglo XIX. Se basaba en la idea de que el comportamiento humano, tanto en sus
movimientos, pensamientos y emociones, es el producto de una lucha de fuerzas opuestas que
tratan de imponerse a la otra. Esta lucha es inconsciente, pero según los seguidores de esta
corriente puede ser reconocida a través de la interpretación de sus manifestaciones simbólicas.
Aunque la obra de Sigmund Freud ha dado pie a la creación de muchas teorías psicológicas y
escuelas de terapia diferentes, lo cierto es que actualmente no cuentan con aval científico, entre
otras cosas por la crítica que el filósofo de la ciencia Karl Popper realizó acerca de esta manera de
investigar.
4. CONDUCTISMO
El conductismo se consolidó poco después del psicoanálisis, y apareció siendo una corriente d la
psicología que se oponía a Freud y a sus seguidores, pero también a muchos otros investigadores
con tendencia hacia el mentalismo. Al contrario que estos últimos, los conductistas enfatizaban la
importancia de basar la investigación en elementos observables del comportamiento, evitando al
máximo la especulación no justificada y huyendo de la interpretación de los actos en clave
simbólica.
Pero a pesar de que los conductistas querían basar su trabajo en el estudio de la materia y no del
alma, eso no significa que se dedicasen a estudiar el cerebro, tal y como haría un neurólogo.
A diferencia de los biopsicólogos, para hacer su trabajo los conductistas no necesitaban conocer
detalles sobre lo que ocurre en nuestro sistema nervioso al realizar ciertas tareas. En vez de eso,
se centraban en estudiar las relaciones que se crean entre los estímulos y las repuestas. Por
ejemplo, para saber si un sistema de recompensas funciona o no en una empresa, no es necesario
saber qué circuitos de neuronas están interviniendo en este proceso.
Dos de los representantes más famosos de esta corriente de la psicología fueron John B. Watson
y B. F. Skinner.
5. GESTALT
Esta corriente, que no debe ser confundida con la terapia Gestalt, nació en Alemania para estudiar
procesos psicológicos relacionados con la percepción y con el modo en el que se llega a
soluciones ante problemas nuevos.
Para estos investigadores, tanto al ver una imagen como al tener una idea somos capaces de crear
una imagen global acerca del entorno y sus potencialidades.
Por ejemplo, al resolver un puzzle, vamos probando hasta que por casualidad lo conseguimos, sino
que se nos aparece una imagen de la resolución del problema de forma espontánea. Wolfgang
Köhler, por ejemplo, estudió cómo los chimpancés llegan a conclusiones acerca de posibles
maneras de modificar el entorno para obtener comida.
Este colectivo de investigadores desarrolló una serie de normas, las llamadas "leyes de la Gestalt",
a través de las cuales describían los procesos por los que nuestro cerebro crea unidades de
información cualitativamente diferentes de los datos que le llegan a través de los sentidos.
6. HUMANISMO
En esta corriente se cree que la función de la psicología no debe ser simplemente obtener
información y analizarla fríamente, sino que hay que hacer felices a las personas.
A la práctica, esto ha significado que los psicólogos humanistas se han basado mucho en la
fenomenología y han considerado que lo subjetivo y lo no medible directamente también debe
Uno de los representantes de esta corriente más conocidos fue Abraham Maslow, que teorizó
acerca de la jerarquía de necesidades humanas.
7. COGNITIVISMO
El cognitivismo se consolidó como corriente de la psicología a finales de los años 60, y fue una
reacción al conductismo de B. F. Skinner. Supuso una vuelta al estudio de los procesos mentales
que no eran demasiado tenidos en cuenta por los conductistas, y esto hizo que apareciese una
nueva preocupación por las creencias, las emociones, la toma de decisiones, etc.
Sin embargo, en lo metodológico esta nueva corriente se vio muy influida por el conductismo, y
utilizó muchas de sus herramientas de intervención y de investigación. Actualmente, el
cognitivismo es la perspectiva dominante.
La filosofía es la madre de todas las ciencias. Tratemos con la especialidad que tratemos y sea cual
sea el objeto de estudio, al igual que la filosofía la ciencia se basa en la búsqueda de la verdad y el
conocimiento, o bién en su aplicación práctica. De este modo, es frecuente que a menudo
encontremos conceptos y perspectivas provenientes del pensamiento filosófico en las teorías
científicas.
Uno los filósofos clásicos más conocidos e importantes es Sócrates, cuyos aportes han sido
contribuido a la generación de diferentes técnicas y modos de pensar sobre el funcionamiento del
mundo y de la mente. Veamos en este artículo algunos de los principales aportes de Sócrates a la
Psicología.
SÓCRATES, EL FILÓSOFO
Uno de los más grandes filósofos griegos (de hecho los filósofos anteriores a él son a veces
denominados como presocráticos), Sócrates nació en Atenas durante el 470 a.C., de madre
partera y padre escultor. Si bien los detalles de su vida son dudosos, los diferentes escritos indican
que este hombre de familia humilde poseía desde la infancia un gran ingenio, formándose en
diferentes disciplinas como literatura y música. Se conoce su participación en diferentes guerras
como soldado de infantería, como la del Peloponeso, y que se casó con una mujer de nombre
Xantipa.
En lo que respecta a su pensamiento como filósofo, Sócrates destacó por centrar su atención en
el terreno de la moral y la ética. Consideraba que el ser humano tiende al bien y que todo vicio es
Él mismo no se consideraba sabio, y consideraba que la mayoría de personas creían saber más de
lo que realmente conocían. Por ello, usaba la ironía y el diálogo con el fin de exponer las
contradicciones de sus interlocutores y hacer ver a los demás el nivel de conocimiento que
poseían en realidad.
Su pensamiento
También es famoso su uso de la mayéutica, que se basada en contestar a las preguntas ajenas con
otras preguntas de modo que el propio individuo elaborara su propia respuesta.
Este filósofo no escribió ni transcribió sus reflexiones al considerar que cada individuo debe
formarse sus propias ideas. Su obra nos ha llegado a través de los diferentes discípulos, y
especialmente a través de Platón, quien reflejó y profundizó en su obra en algunos de los
conceptos estipulados por Sócrates.
Sócrates fue juzgado y condenado a muerte mediante el envenenamiento por cicuta, acusado de
corromper a los jóvenes y de no aceptar las deidades propias de los atenienses. Murió en el año
470 a.C.
El progresivo avance de la ciencia y su búsqueda de objetividad puede hacer que a muchos les sea
complicado observar la relación entre el actual estado de la materia, en este caso la psicología y la
filosofía. Sin embargo, las aportaciones de Sócrates tanto a ésta como a otras ciencias son de gran
valor e importancia. A continuación se indican algunos de dichos aportes.
1. Interés en la psique
2. Ética y moral
3. Método inductivo
Sócrates es considerado uno de los precursores en lo que se refiere a la creación del método
inductivo, al pretender que las personas accedieran al conocimiento de la verdad a través de su
experiencia en vez de partir de conocimientos supuestos y dados por buenos. Este método es de
gran importancia a su vez a la hora de generar el método científico, caracterizado por el
razonamiento hipotético-deductivo.
4. Método socrático
El diálogo socrático es una estrategia basada en la mayéutica de Sócrates que se sigue empleando
incluso hoy en día en la práctica de la psicología, siendo básico en múltiples terapias. Se basa en la
realización de preguntas de corte inductivo: el terapeuta va realizando diferentes preguntas con el
objetivo de hacer reflexionar al sujeto y encontrar su propia respuesta a lo planteado.
Sócrates se caracterizaba por hacer uso, en su método dialéctico, de la ironía. Se pretendía hacer
ver al sujeto que se consideraba sabio las contradicciones existentes en su discurso y rebatir sus
argumentos sesgados con el fin de que fuera consciente de su verdadero nivel de conocimiento.
La psicología es una de las ciencias más jóvenes, pero eso no significa que no se haya ido
gestando a lo largo de siglos, o incluso milenios.
De hecho, algunas de las grandes preguntas a las que intenta dar respuesta empezaron a generar
teorías hace más de 2.000 años. La teoría de los cuatro humores, relacionada con las distintas
clases de personalidad que podemos encontrar en los seres humanos, es un ejemplo de ello. Fue
propuesta por el griego Hipócrates.
Hacia el siglo V a.C., la Antigua Grecia, que fue la cuna de lo que se convertiría en la civilización
occidental, ya se empezaban a fraguar teorías sobre por qué somos como somos y hacemos lo que
hacemos. En realidad esta clase de propuestas teóricas también habían aparecido antes en otras
zonas del planeta, pero el caso griego fue de especial importancia porque allí se unían los avances
técnicos de Asia y Egipto con la filosofía y la potente actividad cultural y filosófica de la zona.
Grecia era una región en la que el conocimiento se divulgaba de un modo mucho más libre que,
por ejemplo, en el Imperio Persa, en el que la enseñanza de la escritura estaba muy centralizada y
se utilizaba básicamente para el comercio y la administración.
Eso explica que en tan solo tres siglos la Antigua Grecia pudiese llegar a ser un referente del
desarrollo de la filosofía y las ciencias (un su fase más embrionaria). Pero la ciencia griega, al igual
que lo que ocurría en otras partes del mundo, estaba mezclada con las religiones y una visión del
mundo aún muy fundamentada en viejos mitos. Eso es lo que explica la aparición de la teoría de
los cuatro humores.
Originariamente, la teoría de los cuatro humores, propuesta por primera vez por el médico griego
Hipócrates, se basaba en el supuesto de que el cuerpo humano está compuesto por cuatro
sustancias básicas (los denominados "humores") y que los equilibrios y desequilibrios en las
cantidades de estas sustancias en un organismo determinan la salud de este.
Estos humores se correspondían a los elementos aire, fuego, tierra y agua, que unos años antes
habían sido señaladas por el filósofo Empédocles como las materias primas de todo lo que existe.
Así pues, la teoría de los cuatro humores no estaba aislada del modo en el que se entendía la
realidad en la Antigua Grecia, sino que entroncaba con una creencia sobre el origen del planeta y
del cosmos en general; supuestamente, toda la realidad era una combinación de diferentes
cantidades de estos cuatro elementos, y de ahí surgía la teoría de los cuatro humores. Las
¿Y cuáles eran estos humores? Cada uno de ellos expresa características físicas concretas, en la
línea de los pensadores de la época, que intentaban describir la realidad a partir de propiedades
cotidianas y fácilmente identificables materialmente. Explicados muy por encima, eran estos:
1. Bilis negra
2. Bilis amarilla
3. Sangre
4. Flema
Para Hipócrates y una buena parte de los médicos que asimilaron las teorías del primero durante
los siglos posteriores, la teoría de los cuatro humores ofrecía una base sobre la que trabajar en
medicina, por muy precaria que fuese. De ese modo, muchos tratamientos para enfermedades
consistían en modificar la dieta de los pacientes de modo que, ingiriendo ciertos alimentos, sus
niveles humorales se equilibrasen. En algunos casos se realizaban sangrías para que los pacientes
perdiesen líquido con el mismo propósito.
Pero esta base para la medicina no fue lo único que surgió a partir de la teoría de los cuatro
humores. Algunos pensadores la expandieron para que fuese capaz de explicar no solo la salud de
las personas, sino también las tendencias de su conducta y de su vida mental. Entre estos
investigadores destacó Galeno de Pérgamo, un médico y filósofo romano nacido en el siglo II d.
C.
Para Galeno, los desequilibrios en las cantidades de humores tenían una influencia en el modo
en el que pensamos, sentimos y actuamos. Dicho de otra manera, sus proporciones eran la base
del temperamento de las personas. De manera natural, cada individuo tiene unos niveles de
humores que en muy raras ocasiones son totalmente proporcionadas, y eso es lo que explica las
diferencias de personalidad.
Cuando predomina el humor bilis negra, por ejemplo, creía que la persona tendía a ser
melancólica y con tendencia a la tristeza y la expresión de emociones intensas, mientras que en
los individuos en los que hay mayor proporción de flema que del resto de sustancias su
temperamento se caracterizaría por su tendencia al análisis racional de las situaciones y su
facilidad para mantener la calma.
Tal y como hemos visto, según esta visión humoral del ser humano la salud se encontraba en el
equilibrio de estas sustancias (la lógica de los equilibrios entre elementos fundamentales era muy
frecuente en la época). Se creía que algunas enfermedades o situaciones especiales podían hacer
que esta desproporción creciese, agravándose la salud de la persona y/o haciendo que su
temperamento se volviese más extremo y discordante respecto a la manera de ser de los demás.
1. Sanguíneo
Correspondía a personas alegres y optimistas, con tendencia a expresar su cariño por los
demás y con seguridad en sí mismas. Correspondía a la sustancia de la sangre.
2. Melancólico
3. Flemático
La teoría nacida con Empédocles e Hipócrates y expandida por Galeno fue uno de los pilares de la
medicina hasta la época del Renacimiento. Más allá de esta etapa histórica, sin embargo, ha
servido de inspiración a algunos psicólogos interesados por el estudio de las diferencias
individuales y la personalidad, entre ellos Hans Eysenck.
Hay que tener en cuenta que este sistema de clasificación no tiene valor científico; en todo caso,
puede servir para inspirar a la hora de desarrollar teorías e hipótesis que, con el tiempo, lleguen a
contar con evidencia empírica a su favor.
René Descartes fue un típico ejemplo de intelectual renacentista: soldado, científico, filósofo y
psicólogo especulativo. Estudió con los jesuitas, y su formación fue tanto metafísica como
humanística. Su influencia ha sido decisiva por su reformulación del racionalismo, y su inclusión en
un sistema mecanicista.
Al igual que el escepticismo de los sofistas fue respondido con el racionalismo de Platón, el
racionalismo de Descartes era una respuesta al escepticismo humanista del período anterior
que, habiendo colocado al hombre en el centro del mundo, no confiaba en sus propias fuerzas
para sostenerlo.
Prosiguió por esta vía, hasta que descubrió que de una cosa no podía dudar: de su propia
existencia como ser auto-consciente y pensante. No se puede dudar que se duda, porque, al
A partir de su propia existencia, Descartes justificó la existencia de Dios por medio de argumentos
que fueron puestos en duda ya entonces. Estableció también la existencia del mundo y del propio
cuerpo, y la exactitud general de la percepción.
Descartes creía que un método correcto de razonamiento puede descubrir y probar lo que es
verdad. Aboga, como buen racionalista, por el método deductivo: descubrir por la razón las
verdades obvias y deducir a partir de ellas el resto. Este método es opuesto al método inductivo
propuesto por Francis Bacon y adoptado por los empiristas.
Descartes, sin embargo, no descartaba la utilidad de los sentidos, aunque pensaba que los hechos
tienen escaso valor hasta que son ordenados por la razón.
A partir de Descartes la filosofía se hará cada vez más psicológica, buscando conocer la mente a
través de la introspección, hasta la aparición de la psicología como disciplina científica
independiente, en el siglo XIX, basada en el estudio de la conciencia mediante el método
introspectivo (aunque sólo para la primera generación de psicólogos).
Descartes afirma la existencia de dos tipos de ideas innatas: de un lado las ideas principales,
aquellas de las que no cabe dudar, aunque son ideas potenciales que requieren de la experiencia
para ser actualizadas. Pero también habla de ideas innatas respecto a ciertas formas de pensar (lo
que ahora llamaríamos procesos, sin contenidos específicos, sólo formas de operar: por ejemplo la
transitividad). Esta segunda clase de innatismo será desarrollado en el siglo XVIII por Kant, con sus
juicios sintéticos a priori.
Descartes enriquece la teoría de Galileo con principios y nociones de la mecánica, ciencia que
había conseguido éxitos espectaculares (relojes, juguetes mecánicos, fuentes). Pero además es
Descartes el primero en considerar los principios mecanicistas como universales, aplicables tanto a
la materia inerte como a la materia viva, a las partículas microscópicas como a los cuerpos
celestes.
La concepción mecanicista del cuerpo en Descartes es como sigue: la característica del cuerpo es
la de ser res extensa, sustancia material, por oposición a la res cogitans o sustancia pensante.
Estas sustancias diferentes interactúan a través de la glándula pineal (la única parte del cerebro
que no se repite hemisféricamente), afectándose mutuamente de forma mecánica.
El cuerpo posee órganos receptores y nervios o tubos huecos que comunican interiormente unas
partes con otras. Estos tubos están recorridos por una especie de filamentos que en un extremo se
unen con los receptores, y en el otro con unos poros (a modo de tapaderas) de los ventrículos del
cerebro que cuando se abren permiten discurrir a través de los nervios los “espíritus animales”,
que influyen en los músculos causando el movimiento. No distinguía, por tanto, nervios
sensoriales y motores, pero tenía una idea rudimentaria del fenómeno eléctrico que subyace a la
actividad nerviosa.
Será Galvani, en 1790, quien, a partir de la comprobación de que el contacto de dos metales
diferentes produce contracciones en el músculo de una rana, demuestre que la electricidad es
capaz de provocar en el cuerpo humano parecido efecto al de los misteriosos “espíritus animales”,
de lo que fácilmente podía deducirse que el impulso nervioso era de naturaleza bioeléctrica. Volta
atribuyó este efecto a la electricidad, y Galvani entendió que era engendrada por el contacto de
dos metales; de la discusión entre ambos surgió, en 1800, el descubrimiento de la pila, que inició
la ciencia de la corriente eléctrica.
Helmholtz, en 1850 gracias a la invención del miógrafo, midió la tardanza de reacción del músculo
al ser estimulado desde diferentes longitudes (26 metros por segundo). El mecanismo de la bomba
de sodio no se descubriría hasta 1940.
En la glándula pineal sitúa Descartes el punto de contacto entre el espíritu (res cogitans,
sustancia pensante) y el cuerpo, ejerciendo una doble función: control sobre los movimientos
desmesurados (pasiones) y, sobre todo, conciencia. Dado que Descartes no distingue entre
conciencia y consciencia, dedujo que los animales, que no poseían alma, eran como máquinas
perfectas sin dimensión psicológica, es decir, sin sentimientos ni consciencia. Ya Gómez Pereira
había negado la cualidad psicológica de la sensación en los animales, dejando reducidos sus
movimientos a complicadas respuestas mecánicas de los nervios actuados desde el cerebro.
Una característica, sin embargo, común a estos enfoques, como sucede ampliamente en el resto
de las ciencias modernas, es la separación radical entre el sujeto que conoce y el objeto de
conocimiento. Tanto el movimiento como el pensamiento se convertirán en automáticos,
procediendo en función de cadenas causales predeterminadas en el tiempo.
EL DUALISMO EN LA PSICOLOGÍA
UNA CORRIENTE FILOSÓFICA RELACIONADA CON PLATÓN Y DESCARTES QUE HA INFLUIDO
MUCHO EN LA PSICOLOGÍA.
por Adrián Triglia
Cuando la psicología nació a finales del siglo XIX, ya se llevaba mucho tiempo hablando acerca de
algo llamado mente. De hecho, en muchos aspectos las teorías psicológicas y las metodologías
utilizadas por los primeros psicólogos se fundamenta justamente en lo que en ese momento
histórico se entendía por "psique".
En cierto modo, la psicología se apoyaba en posiciones que no son tan científicas como filosóficas,
y que tenían mucho que ver con una doctrina conocida como dualismo.
¿QUÉ ES EL DUALISMO?
El dualismo es una corriente filosófica según la cual existe una división fundamental entre el
cuerpo y la mente. De este modo, mientras que el cuerpo es material, la mente queda descrita
como una entidad incorpórea, cuya naturaleza es independiente del cuerpo y que por
consiguiente no depende de este para existir.
El dualismo crea un marco de referencias que es muy utilizado por varias religiones, porque abre la
posibilidad a la existencia de una vida espiritual fuera del cuerpo. Sin embargo, esta doctrina no es
simplemente religiosa, y ha tenido una influencia importantísima en la psicología, tal y como
veremos.
VARIANTES DE DUALISMO
Las ideas y las creencias fundamentadas en el dualismo no siempre son fáciles de detectar y a
veces pueden ser muy sutiles. De hecho, es muy frecuente que personas que en principio
aseguran no creer en la existencia de una dimensión espiritual hablen de la mente como si esta
fuese independiente del cuerpo. No es de extrañar, porque la idea de que nuestra consciencia es
Es por eso que es posible distinguir entre diferentes tipos de dualismo. Aunque todos ellos se
basan en la idea de que el cuerpo y la mente son realidades independientes, el modo en el que
son expresadas difieren. Estos son los principales y más influyentes en Occidente.
DUALISMO PLATÓNICO
Una de las formas de dualismo más desarrolladas y antiguas es la del filósofo griego Platón, muy
relacionado con su teoría del mundo de las ideas. Este pensador creía que el cuerpo es la cárcel
del alma, que en su paso por la vida mortal se ve limitada y aspira a regresar al lugar inmaterial del
que procede mediante la búsqueda del conocimiento y de la verdad.
DUALISMO CARTESIANO
El del filósofo francés René Descartes es el tipo de dualismo que ha influido de manera más
directa en la psicología y las neurociencias. Descartes creía que el alma se comunicaba con el
cuerpo a través de la glándula pineal, y que este último es virtualmente indistinguible de una
máquina. De hecho, para este pensador un organismo podía compararse al sistema de riego: el
cerebro hacía que una sustancia viajase a través de los nervios para contraer los músculos.
DUALISMO EN NEUROCIENCIA
Aunque la ciencia moderna descarte el concepto de alma para explicar cómo funciona el sistema
nervioso, aún quedan razonamientos que pueden considerarse transformaciones del dualismo.
Por ejemplo, la idea de que la consciencia o la toma de decisiones pertenecen a una entidad
concreta ubicada en una zona específica del cerebro recuerda mucho al mito del "fantasma en la
máquina", es decir, de una especie de entidad autónoma que vive enclaustrada en el cerebro y lo
utiliza como un conjunto de botones y máquinas que puede controlar.
Aunque el dualismo resulte una vía de pensamiento muy recurrida a la hora de hablar acerca de la
naturaleza de la mente, en los últimos siglos ha perdido su popularidad en el ámbito científico y
filosófico. Esto es así en parte porque es una corriente filosófica que plantea muchas más dudas
de las que responde.
Si nuestros actos y nuestra consciencia se explican por la existencia de un alma dentro de nuestro
cuerpo... ¿de dónde surge la consciencia y la capacidad de realizar actos de esta entidad
espiritual? ¿Cómo puede una entidad incorpórea expresarse solo a través de un cuerpo y no a
través de cualquier cosa, dado que al ser inmaterial no puede existir en el tiempo y en el espacio?
El siglo XIX fue una tapa histórica que en los países occidentales quedó marcado por el rechazo al
dualismo y el triunfo de la idea de que la mente no es algo independiente del cuerpo. Esto es, se
asumía el monismo materialista, según el cual todo lo relacionado con la psique son expresiones
del funcionamiento de un organismo.
Sin embargo, en el mundo de la psicología no siempre se actuaba de manera consistente con esta
idea, en parte por lo fácil que resulta caer en el dualismo y en parte por la inexperiencia, al no
contar con precedentes en la investigación psicológica.
Por ejemplo, aunque Sigmund Freud se declaraba ateo y menospreciase el dualismo, en la práctica
sus teorías se fundamentaban en una metafísica tan marcada que era difícil distinguir sus ideas de
la de una persona que creyese en las almas.
Del mismo modo, la mayoría de los primeros psicólogos experimentales confiaban en el método
introspectivo, aceptando la idea de que la mente es algo que puede ser estudiado mejor "desde
dentro", como si en el interior de la cabeza de alguien existiese alguien capaz de elevar la vista y
describir lo que ve de manera neutral (dado que los fenómenos mentales serían algo así como lo
que ocurre en la máquina que funciona independientemente de uno mismo). Además, otras
figuras de la historia de la psicología se negaron a descartar el dualismo: por ejemplo, William
James y Carl Jung.
En todo caso, el dualismo sigue siendo una ruta de pensamiento a la que solemos recurrir de
manera automática, independientemente de las conclusiones a las que hayamos llegado a través
de la reflexión acerca de la naturaleza de la mente. Puede que en algún momento desaparezca
totalmente del mundo de la investigación, pero fuera de este es poco probable que lo haga.
Franz Joseph Gall fue el creador de la frenología, una disciplina pseudocientífica que relacionaba
el comportamiento y la personalidad de los individuos con la morfología de las distintas áreas de
su cerebro, y en consecuencia también del cráneo. A pesar de la falta de solidez de sus hipótesis,
Gall es una figura clave en la historia del estudio anatómico del cerebro.
En este artículo haremos un repaso de la biografía, la obra y las aportaciones de Gall. Nos
centraremos en los aspectos más relevantes en torno a la frenología, término al que el propio Gall
se oponía al considerar que alejaba sus propuestas de los ámbitos de la anatomía y la fisiología.
Franz Joseph Gall nació en Tiefenbronn, Alemania en el año 1758. Sus padres eran nobles de
origen lombardo y católicos fervientes; Gall era el segundo de sus doce hijos, por lo que
procuraron que se convirtiera en sacerdote. No obstante, le interesaban más el comportamiento
y la anatomía humanas que la religión, por lo que estudió medicina en Estrasburgo.
Gall se mudó a Viena, Austria para finalizar sus estudios. Allí fue alumno de dos personalidades de
la medicina del siglo XVIII: Maximilian Stoll y Johann Hermann. Se especializó en neuroanatomía, si
bien prestó una mayor atención al cerebro que al resto del sistema nervioso.
Su primer trabajo fue en un manicomio, donde llevaba a cabo observaciones sobre las personas
internadas. Poco después abrió su propia clínica, también en la ciudad de Viena, y empezó a
obtener fama gracias a sus escritos y a sus conferencias; esto llevó a que se le ofreciera el cargo de
médico jefe de la corte austriaca, que Gall rechazó.
En 1796 Gall comenzó a dar charlas en torno a su hipótesis de que el tamaño y la forma de las
distintas áreas del cerebro se pueden determinar inspeccionando el cráneo, y que esta
información revela la personalidad y las aptitudes intelectuales. Su colaborador Johann Gaspar
Spurzheim dio a la disciplina el nombre de “frenología”, aunque Gall la consideraba
neuroanatomía.
Después de trabajar en Viena, Gall ejerció también en Berlín y en París; murió en Montrouge,
cerca de la capital francesa, en 1828. Las dos obras fundamentales de Gall llevan por título “Las
funciones del cerebro y de cada una de sus partes” y “Anatomía y fisiología del sistema nervioso
en general y del cerebro en particular”.
A grandes rasgos, Franz Joseph Gall afirmaba que a cada área cerebral le corresponde una
determinada función mental, y que se puede estudiar la asociación entre anatomía y
comportamiento a través del análisis de la forma de la parte del cráneo que cubre unas u
otras regiones del cerebro.
De forma más particular, el método de Gall y sus seguidores consistía en examinar las
irregularidades, las protuberancias y las hendiduras de la parte externa del cráneo utilizando sus
dedos, además de instrumentos como cintas métricas y el célebre craneómetro, un calibrador
creado específicamente para evaluar la morfología del cráneo.
La frenología fue popular durante la primera mitad del siglo XIX. Las ideas de Gall se expandieron
por Europa desde su núcleo en Edimburgo, y desde el viejo continente llegaron a América y a
África al coincidir en el tiempo con la colonización y la conquista de estos territorios por parte de
los países europeos.
No obstante, y a pesar de que Gall inspiró a un gran número de discípulos y de teóricos y de que
sigue influyendo de forma puntual determinados planteamientos en la actualidad, la fuerte
oposición de la comunidad científica a la frenología hizo que esta pseudociencia quedara
desacreditada unos 40 años después de que Gall empezara a propagar sus hipótesis.
Si bien es innegable que ciertas áreas del cerebro son determinantes en algunos procesos
mentales, como sucede con el hipocampo y la consolidación de recuerdos o con la amígdala y el
aprendizaje emocional, hoy en día los planteamientos similares a los de Gall son vistos por norma
general como reduccionistas y erróneos desde la base.
Por otra parte, el trabajo neuroanatómico de Gall favoreció el progreso de las técnicas de
disección debido a que contribuyó a la popularización del método de separar las fibras del cerebro
una a una en lugar de cortar porciones de tejido de forma arbitraria. También inspiró las
inquietantes hipótesis de Cesare Lombroso sobre la influencia de la anatomía en la criminalidad.
En la historia de la Psicología hay pocas figuras tan relevantes como Wilhelm Wundt.
En pleno siglo XIX, este investigador hizo que naciera la psicología científica y fue uno de los
primeros en enfrentarse a los problemas prácticos y epistemológicos de estudiar los procesos
mentales con la intención de extraer conocimiento generalizable a muchas personas. En este
artículo me he propuesto hacer un breve repaso de su papel como iniciador de una ciencia que
hasta hace no tanto tiempo era una de las muchas facetas de la filosofía.
Conozco a muchas personas que, cuando se han propuesto empezar a estudiar psicología por su
cuenta como parte de una afición, empiezan leyendo libros de filósofos clásicos como Platón o
Aristóteles.
No sé exactamente por qué empiezan con este tipo de lecturas, aunque me lo puedo imaginar:
son autores muy conocidos, sus libros son de fácil acceso (aunque de difícil interpretación) y,
además, representan los primeros intentos por examinar de manera sistemática el funcionamiento
de la mente humana.
Sin embargo, las obras de estos filósofos no tratan fundamentalmente sobre psicología (por
mucho que etimológicamente la palabra psicología tenga sus raíces en los orígenes de la filosofía
occidental) y, de hecho, tampoco nos dicen nada sobre las metodologías que se utilizan hoy en día
en la investigación sobre la conducta. El origen de la ciencia del comportamiento es relativamente
reciente: tuvo lugar a finales del siglo XIX y corrió a cargo de Wilhelm Wundt.
La psicología parece haber formado parte de nuestra existencia desde hace ya mucho tiempo;
básicamente, desde que empezamos a hacernos preguntas sobre cómo pensamos y de qué modo
percibimos la realidad, hace milenios. Sin embargo, esto solo es una verdad a medias. Ni la
psicología es simplemente la formulación de preguntas acerca de la conducta y los procesos
mentales, ni ha existido independientemente del desarrollo de nuestra historia.
Es por eso que, aunque en ciertos aspectos puede decirse que filósofos como Platón y Aristóteles
sentaron las bases de la psicología, el encargado de hacer emerger esta ciencia como una
disciplina independiente fue Wilhelm Wundt, un investigador alemán que, además de filósofo,
invirtió muchos esfuerzos en hacer de los procesos mentales algo proclive a ser estudiado a través
Hasta el siglo XIX, la tarea de muchos filósofos había sido crear teorías sobre el funcionamiento de
la mente humana basadas en la especulación. Autores como David Hume o René Descartes
hablaban sobre la naturaleza de las ideas y el modo en el que percibimos nuestro entorno, pero no
construían sus teorías a partir de la experimentación y la medición. A fin de cuentas, su trabajo era
examinar las ideas y los conceptos más que explicar de manera pormenorizada cómo es el cuerpo
humano. Descartes, por ejemplo, hablaba sobre las ideas innatas no porque hubiera llegado a la
conclusión de que estas existen a partir de experimentos controlados, sino a partir de la reflexión.
Sin embargo, en la época de Wundt el desarrollo del estudio del cerebro y los avances en materia
de estadística contribuyeron a que se fueran preparando las bases necesarias para que se pudiera
empezar a estudiar el comportamiento y la sensación mediante instrumentos de medición. Francis
Galton, por ejemplo, desarrolló los primeros test para medir la inteligencia, y hacia 1850 Gustav
Fechner empezó a estudiar el modo en el que la estimulación física produce sensaciones según su
intensidad y el modo en el que son estimulados nuestros sentidos.
Wundt llevó más allá el estudio científico de la mente al pretender generar teorías sobre el
funcionamiento global de la consciencia basadas en la experimentación. Si Galton había
pretendido describir las diferencias psicológicas entre las personas para hallar tendencias
estadísticas y Fechner había utilizado las pruebas de laboratorio para estudiar la sensación (un
nivel muy básico de consciencia), Wundt quería combinar la estadística y el método experimental
para generar una imagen de los mecanismos más profundos de la mente. Es por eso que decidió
dejar de impartir clases de fisiología en la Universidad de Heidelberg para pasar a investigar en
Leipzig los procesos mentales más abstractos.
Gran parte de los experimentos de Wilhelm Wundt se basaban en la metodología utilizada por
Gustav Fechner a la hora de estudiar la percepción y la sensación. Por ejemplo, durante un breve
lapso se le mostraba un patrón de luces a una persona y se le pedía que dijera lo que
experimentaba. Wundt se tomó muchas molestias para hacer que fuese posible comparar casos
entre sí: el tiempo que debía durar un estímulo era controlado a rajatabla, al igual que su
intensidad y su forma, y la situación de todos los voluntarios que se utilizaban también debía ser
Wundt creía que a partir de estas observaciones controladas en las que se manipulan variables se
podía ir "esculpiendo" una imagen sobre los mecanismos básicos secretos de la mente. Lo que
quería era, fundamentalmente, ir descubriendo las piezas más simples que explican el
funcionamiento de la consciencia para ver cómo funciona cada una y de qué modo interactúan
entre sí, del mismo modo en el que un químico puede estudiar una molécula examinando los
átomos que la forman.
Sin embargo, también se interesó por procesos más complejos, como por ejemplo la atención
selectiva. Wundt creía que el modo en el que atendemos a ciertos estímulos y no a otros está
guiado por nuestro interés y nuestras motivaciones; a diferencia de lo que ocurre en el resto de
seres vivos, decía Wundt, nuestra voluntad tiene un papel muy importante a la hora de dirigir los
procesos mentales hacia metas decididas por nuestro propio criterio. Esto lo llevó a defender
una concepción de la mente humana llamada voluntarismo.
EL LEGADO DE WUNDT
Hoy en día las teorías de Wundt han sido descartadas, entre otras cosas, porque este investigador
confiaba demasiado en el método introspectivo, es decir, en la obtención de resultados según el
modo en el que las personas hablan sobre lo que sienten y experimentan. Tal y como se sabe hoy
en día, aunque cada individuo tenga un conocimiento privilegiado acerca de lo que ocurre en su
cabeza, este casi nunca es válido y es producto de una gran cantidad de sesgos y limitaciones
perceptivas y cognitivas; nuestro organismo está hecho de una manera en la que saber
objetivamente cómo son los procesos psicobiológicos que operan en su trastienda es mucho
menos prioritario que sobrevivir sin distraerse demasiado.
Es por eso, entre otras cosas, que la Psicología Cognitiva actual tiene en cuenta esos procesos
mentales inconscientes que, a pesar de ser diferentes a los teorizados por Sigmund Freud,
influyen poderosamente en nuestra manera de pensar y sentir sin que nos demos cuenta y sin que
tengamos posibilidad de adivinar sus causas por nosotros mismos.
Sin embargo, a pesar de las lógicas limitaciones del trabajo de Wilhelm Wundt (o quizás por
ellas), toda la comunidad de la psicología actual está en deuda con este pionero por ser el primero
en utilizar de manera sistemática el método experimental en un laboratorio dedicado
exclusivamente a la psicología.
La Psicología ha dado a luz a gran cantidad de teorías y modelos teóricos por medio de los que se
busca explicar el comportamiento humano.
Son propuestas concretas que en la mayoría de los casos sólo buscan explicar una parcela
pequeña del conjunto de temas que puede explicar la psicología, ya que se basan en el trabajo
que han ido realizando multitud de investigadores meses, años y décadas atrás. Sin embargo, todo
este entramado de propuestas tuvo que empezar en algún punto en el que no se sabía
prácticamente nada sobre cómo nos comportamos y percibimos las cosas.
¿Cómo era enfrentarse al estudio de la Psicología en esos años? ¿En qué consistía tener que
poner los cimientos de la Psicología moderna?
Para responder a estas preguntas es conveniente echar la mirada atrás y revisar la vida y la obra
de William James, un filósofo y psicólogo que se propuso investigar uno de los conceptos más
básicos y universales en lo que respecta al estudio de la mente: la consciencia.
La vida de William James empezó como la de cualquier representante de las clases altas
americanas. Nació en el año 1842 en Nueva York, en el seno de una familia acomodada, y el hecho
de poder disponer de los cuantiosos recursos económicos de sus padres le permitió formarse en
buenas escuelas, tanto en los Estados Unidos como en Europa, y empaparse de las diferentes
tendencias y corrientes filosóficas y artísticas que caracterizaban cada lugar que visitaba. Su padre,
además, era un famoso teólogo muy bien relacionado, y la cultura burguesa que envolvía a toda la
familia probablemente ayudó a que William James fuese ambicioso a la hora de fijarse metas
vitales.
En definitiva, William James lo tenía todo para convertirse en una persona bien posicionada: los
recursos materiales y también las influencias de las élites neoyorquinas relacionadas con sus
parientes le acompañaban en ello. Sin embargo, aunque en 1864 empezó a estudiar medicina en
Harvard, una serie de paréntesis académicos y complicaciones de salud hicieron que no terminase
sus estudios hasta 1869 y, de todas formas, nunca llegó a ejercer como médico.
Había otro ámbito de estudio que llamaba su atención: el binomio formado entre la Filosofía y la
Psicología, dos disciplinas que en el siglo XIX aún no se habían separado del todo y que por aquella
época estudiaban los asuntos relacionados con el alma y el pensamiento.
En 1873, William James regresó a Harvard para impartir clases de Psicología y Filosofía. Ciertas
cosas habían cambiado desde que se licenció en medicina. Había sometido su experiencia vital a
un examen filosófico, y se había esmerado tanto en ello que se veía con fuerzas para convertirse
en profesor a pesar de no haber recibido educación formal sobre el tema.
Sin embargo, a pesar de no haber asistido a clases de filosofía, los temas por los que se interesó
eran del tipo de los que habían marcado los inicios de la historia de los grandes pensadores. Como
no podía fundamentar sus estudios en investigaciones anteriores en Psicología porque está aún no
se había consolidado, se centró en estudiar la consciencia y los estados emocionales. Esto es, dos
temas universales e íntimamente ligados con la filosofía y la epistemología al estar presentes en
todas nuestras formas de interactuar con el entorno.
Logró aproximarse a una idea intuitiva (aunque no del todo exhaustiva) de lo que es la consciencia
trazando una analogía entre esta y un río. Se trata de una metáfora para describir la consciencia
como si fuese un flujo incesante de pensamientos, ideas e imágenes mentales. Una vez más, en
este punto puede comprobarse la íntima conexión entre el abordaje a la Psicología de William
James y los temas filosóficos, ya que la figura del río ya había sido utilizada muchos milenios antes
por Heráclito, uno de los primeros grandes pensadores de Occidente.
EL PRECEDENTE DE HERÁCLITO
Heráclito se enfrentó a la tarea de definir la relación existente entre el "ser" y el cambio que
aparentemente forman parte de la realidad. Todas las cosas parecen permanecer y mostrar
cualidades que las hacen estables en el tiempo, pero a la vez todas las cosas cambian. Heráclito
sostuvo que el "ser" es una ilusión y que lo único que define a la realidad es el cambio constante,
al igual que un río que, aunque en apariencia es una sola cosa que permanece, no deja de ser una
sucesión de partes de agua que nunca más vuelven a repetirse.
William James creyó útil definir la consciencia como si fuese un río porque establecía de este
modo una dialéctica entre un elemento estable (la consciencia en sí, lo que se quiere definir) y
otro que está cambiando constantemente (el contenido de esta consciencia). Recalcaba así el
hecho de que la consciencia está compuesta por unidades de experiencia únicas e irrepetibles,
LA NATURALEZA DE LA CONSCIENCIA
Eso implicaba reconocer que en la consciencia hay poco o nada que sea sustantivo, es decir, que
pueda ser aislable y almacenable para su estudio, ya que todo lo que pasa por ella está ligado al
contexto. Lo único que permanece en esta "corriente" es las etiquetas que queramos ponerle para
definirla, es decir, nuestras consideraciones sobre ella, pero no la cosa en sí. A partir de esta
reflexión William James llega a una conclusión clara: la consciencia no es un objeto, sino un
proceso, del mismo modo que el funcionamiento de un motor no es en sí algo que exista
separado de la máquina.
¿Por qué existe la consciencia, pues, si no puede ni ser ubicada en un tiempo y un espacio
determinados? Para que nuestro cuerpo funcione, dijo. Para permitir que podamos servirnos de
las imágenes y los pensamientos para sobrevivir.
William James creía que en el flujo de imágenes e ideas que constituyen la consciencia existen
partes transitivas y partes sustantivas. Las primeras remiten constantemente a otros elementos de
la corriente de pensamientos, mientras que las segundas son aquellas en las que podemos
detenernos un tiempo y notamos una sensación de permanencia. Desde luego todas estas partes
de la consciencia son transitorias en mayor o menor medida. Y, lo que es más importante, todas
son privadas, en el sentido de que el resto de personas sólo las puede conocer indirectamente, a
través de nuestra propia consciencia de lo que vivimos.
Las consecuencias prácticas de esto de cara a la investigación en Psicología eran claras. Esta idea
suponía admitir que la Psicología experimental era incapaz de comprender totalmente, sólo a
través de sus métodos, cómo funciona el pensamiento humano, si bien puede ayudar. Para
examinar el flujo de pensamientos, dice William James, hay que empezar estudiando el "yo", que
aparece a partir de la propia corriente de la consciencia.
Esto significa que, bajo este punto de vista, estudiar la psique humana equivale a estudiar un
constructo tan abstracto como el "yo". Esta idea no gustó a los psicólogos experimentales, que
preferían centrar sus esfuerzos en estudiar hechos comprobables en un laboratorio.
Una vez hechas estas consideraciones básicas sobre lo que es y lo que no es la consciencia, William
James pudo empezar a proponer mecanismos concretos por los cuales nuestros flujos de
pensamiento guían nuestra conducta. Una de estas aportaciones es la Teoría de James - Lange,
ideada por él y Carl Lange casi a la vez, según la cual las emociones aparecen a partir de la
consciencia de los propios estados fisiológicos.
Esta es una teoría que atenta contra la manera convencional en la que concebimos el
funcionamiento de nuestro sistema nervioso y nuestros pensamientos, y lo mismo ocurría a finales
del siglo XIX. Hoy, sin embargo, sabemos que lo más probable es que William James y Carl Lange
sólo tengan parte de razón, ya que consideramos que en ciclo entre la percepción (ver algo que
nos asusta) y la acción (correr) es tan rápido y con tantas interacciones neuronales en una y otra
dirección que no se puede hablar de una cadena causal en sólo un sentido. Corremos porque
estamos asustados, y también estamos asustados porque corremos.
Las creencias de William James pueden parecer estrambóticas a día de hoy, pero lo cierto es que
gran parte de sus ideas han sido los principios sobre los que se han erigido propuestas
interesantes que aún hoy siguen vigentes. En su libro The Principles of Psychology (Principios de la
Psicología), por ejemplo hay muchas ideas y nociones que son útiles para entender el
funcionamiento del cerebro humano, a pesar de haber sido escrito en una época en la que apenas
se estaba descubriendo la existencia de los espacios sinápticos que separan unas neuronas de
otras.
Quizás por esta unión entre la Psicología y la corriente filosófica del pragmatismo estadounidense
(que más tarde definiría también al conductista B. F. Skinner) y por el hecho de ser uno de los
pioneros en tierras americanas, se considera que William James es el padre de la Psicología en los
Estados Unidos y, muy a su pesar, el encargado de introducir en su continente la Psicología
Experimental que en Europa estaba siendo desarrollada por Wilhelm Wundt.
En definitiva, si bien William James tuvo que enfrentarse a la costosa misión de contribuir a
establecer los inicios de la Psicología como ámbito académico y práctico, no se puede decir que
esta tarea le haya resultado poco agradecida. Demostró verdadero interés por lo que investigaba y
pudo utilizar esta disciplina para desplegar propuestas sobre la mente humana excepcionalmente
agudas. Tanto que, para los que vinieron detrás de él, no hubo más remedio que darlas por buenas
o esforzarse por refutarlas
Allan Paivio acuñó en la década de 1970 el concepto del mentalismo para referirse al uso del
método introspectivo como técnica básica de la psicología científica. Posteriormente el término
pasaría a aplicarse a cualquier corriente de esta disciplina que se centrara en el análisis de
procesos mentales no observables de forma objetiva, como el cognitivismo tradicional.
El término “mentalismo” se utiliza en psicología para hacer referencia a las ramas de esta ciencia
que focalizan sus esfuerzos en el análisis de los procesos mentales como el pensamiento, la
sensación, la percepción o la emoción. En este sentido el mentalismo se opone a las corrientes que
estudian prioritariamente las relaciones entre conductas observables.
De este modo podríamos incluir orientaciones teóricas muy diversas dentro del mentalismo. Las
que se asocian de forma más habitual con el término son el estructuralismo de Wilhelm Wundt y
Edward Titchener, el funcionalismo de William James y el cognitivismo contemporáneo, pero el
psicoanálisis o el humanismo también podrían ser vistas como mentalismo.
La palabra fue popularizada por el psicólogo cognitivista Allan Paivio, conocido sobre todo por sus
aportaciones en el campo de la codificación de información. Este autor usó el concepto
“mentalismo clásico” para hacer referencia a la psicología estructuralista y a la funcionalista, que
estudiaban la conciencia a través del método introspectivo y de la subjetividad.
Uno de los aspectos más característicos de las propuestas que son calificadas como mentalistas es
que se oponen a la comprensión de los fenómenos psicológicos como un puro subproducto de
los procesos fisiológicos, considerando que esta visión tiene un carácter reduccionista y obvia
aspectos relevantes de la realidad.
Para la mayoría de mentalistas el pensamiento, las emociones, las sensaciones y otros contenidos
mentales son de algún modo tangibles. En este sentido, podríamos entender las perspectivas
mentalistas como sucesoras del dualismo filosófico cartesiano, que se relaciona a su vez con el
concepto del alma y que ha influido de forma clave el pensamiento occidental.
En sus inicios como disciplina científica (a finales del siglo XIX y principios del XX) la psicología
oscilaba entre el polo mentalista y el conductista. La mayoría de propuestas de la época se
situaban en uno u otro de los extremos, se identificaran o no sus autores con las perspectivas
mencionadas; en este sentido era clave la hegemonía del método introspectivo.
El nacimiento del conductismo tal y como hoy lo entendemos se atribuye a la publicación del libro
“La psicología tal como la ve el conductista”, de John B. Watson, que tuvo lugar en el año 1913. El
padre de la orientación conductual defendió la necesidad de estudiar de forma exclusiva los
aspectos observables y objetivos del comportamiento de los seres humanos.
De este modo Watson y otros autores clásicos como Iván Pávlov, Burrhus F. Skinner y Jacob R.
Kantor se opusieron a quienes conceptualizaban la psicología como el estudio de la conciencia.
Dentro de esta categoría encontramos tanto a los estructuralistas y a los funcionalistas como a los
seguidores del psicoanálisis, que dominaron la psicología durante décadas.
El auge del conductismo llevó a una reducción del interés por los procesos psicológicos, y en
particular por la conciencia. No obstante, a partir de la década de 1960 aproximadamente empezó
a producirse lo que hoy en día llamamos “Revolución Cognitiva”, y que consistió sencillamente en
una vuelta al estudio de la mente a través de técnicas más objetivas.
En la segunda mitad del siglo XX el cognitivismo convivió con el conductismo radical skinneriano, la
variante más exitosa de esta perspectiva; no obstante, resulta evidente que el “nuevo
mentalismo” se preocupó mucho más que el clásico por la objetividad. Esta tendencia hacia la
integración con la evidencia científica como base se ha mantenido hasta la actualidad.
EL MENTALISMO EN LA ACTUALIDAD
El mecanismo de Descartes fue continuado en Francia durante el siglo XVII por las contribuciones
de Nicolás de Malebranche (1638-1715). Pero este siglo, además, tuvo innovaciones importantes
dentro de la ciencia y la tecnología que aportaron datos y métodos de estudio importantes para la
psicología. Johann Kepler (1571-1630) había notado que el cristalino del ojo era simplemente la
lente y no el órgano fundamental de la visión, y que proyectaba una imagen invertida en la retina,
por lo cual dedujo que era la retina el órgano de la visión. Kepler formuló la pregunta sobre ¿cómo
vemos de forma correcta cuando las imágenes retinianas están invertidas?, cayendo en el error
común de pensar que los objetos debían estar representados con similares patrones en el cerebro.
Posteriormente, Descartes demostró, usando un ojo de toro, que la imagen invertida la producen
las lentes en la parte posterior del ojo. En este siglo se produjeron otros dos descubrimientos de la
percepción. En 1638, Galileo (1564-1642) mostró que la altura de los tonos depende de la
frecuencia de la vibración del aire, y que la razón es de dos a uno para la octava y de tres a uno
para la quinta. En 1672, Isaac Newton (1642-1727) presentó en el Royal Society su teoría sobre la
percepción del color, demostrando, a través de sus experimentos con un prisma, que el blanco es
unaMmezcla de colores.
Aun cuando la filosofía del siglo XVII tuvo sus centro en Francia, sin embargo, durante el siglo XVII
los hechos más importantes se produjeron en la psicología fenomenológica, especialmente en
conexión con el desarrollo del empirismo y asociacionismo británico.
BIBLIOGRAFÍA:
. TORTOSA FRANCISCO Y CIVERA CRISTINA, 2006. Historia de la Psicología. MADRID. Editorial: INTERAMERICANA DE ESPAÑA.