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EMOCIONES Y CONFLICTO

1. ¿Qué son las emociones?


1. Definición(es) de emoción

Una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al


ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de
origen innato, si bien algunas reacciones fisiológicas y comportamentales
desencadenadas por las emociones no son innatas sino que son adquiridas.

Las emociones tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos
rodea. Cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de
sus experiencias anteriores, su aprendizaje, su carácter y la situación concreta. Vamos
a ver algunas definiciones de “emoción” dadas por los expertos en la materia:

1. Para Reeve son fenómenos multidimensionales, implicando a la persona


en su totalidad: sentimientos, pensamientos, percepción, fisiología, intenciones
y comportamientos.
2. Para Goleman la emoción se refiere a un sentimiento y a los pensamientos,
los estados biológicos, los estados psicológicos y el tipo de tendencias a la acción que
lo caracterizan.
3. Para LeDoux nuestras emociones no son estados fríos e inertes, sino
repletos de sangre, sudor y lágrimas. En ellas hay componentes no sólo externos y
observables desde fuera sino también subjetivos e internos como la pasión, la
voluntad y una dosis de frustración.
4. Para Bisquerra una emoción es un estado complejo del organismo
caracterizado por la excitación o perturbación que predispone a la acción. Las
emociones son respuestas generadas ante acontecimientos externos o internos que
siguen el siguiente esquema:
EVENTO  VALORACION (neurofisiológica, cognitiva o comportamental) 
PREDISPOSICIÓN A LA ACCIÓN.
5. Para Bach y Dader las emociones son nuestra respuesta personal y singular
a los acontecimientos significativos de nuestra vida. Dicha respuesta es fruto de una
combinación de factores internos y externos, innatos y adquiridos, que no pueden
considerarse aisladamente.
6. Greenberg y Paivio nos hablan de esquemas emocionales, que son una
síntesis interna organizada y compleja de nuestra experiencia emocional, la cual
contiene nuestro repertorio de respuestas innatas y adquiridas mediante experiencias
el pasado y conocimientos aprendidos. Tal síntesis contiene una mezcla de recuerdos,
necesidades, ideales, significaos, expectativas, sensaciones, afectos, que no siempre
pueden traducirse en palabras, de ahí que a veces los significados de las emociones
se traduzcan en sensaciones corporales o reacciones impulsivas que cuesta entender
y explicar.
7. Para Salmurri la emoción es un sentimiento intenso, agradable o penoso,
más o menos duradero, que influye poderosamente sobre nuestros órganos,
alterando, aumentando o disminuyendo su función.

Las emociones son reacciones naturales que permiten poner a la persona alerta
ante determinadas situaciones que implican peligro, amenaza, frustración, etc.

2. Componentes o aspectos de la emoción

Los 4 aspectos o componentes de la emoción son: el cognitivo-subjetivo, el


fisiológico, el funcional y el expresivo.

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1. El componente cognitivo-subjetivo aporta el estado afectivo, representando la


experiencia subjetiva que tiene razón y significado personal.
2. El componente fisiológico incluye la actividad de los sistemas nervioso
autonómico, neuronal y endocrino.
3. El componente funcional plantea la cuestión de cómo se beneficia la persona de
la emoción: a las personas tener emociones les permite ser más efectivas en su
interactuación con el entorno. Evolutivamente, las emociones conllevan ventajas
relacionadas con la supervivencia física o social. Así, las personas que carezcan de
emociones de miedo, rabia, asco y amor estarían en clara desventaja evolutiva.
4. El componente expresivo de la emoción es su componente conductual y social.
Mediante las posturas, gestos, vocalizaciones y, principalmente, expresiones faciales
las emociones son expresadas y comunicadas a los demás, siendo así como
enviamos señales emocionales e inferimos los sentimientos privados de los otros.

3. Función de las emociones: función adaptativa y función social

La principal función de las emociones es preparar a la persona para la acción, es


decir, para dar respuesta conductual apropiada a la situación ambiental concreta
que está viviendo, esto se conoce como función adaptativa. [ver tabla en página 8]

Las expresiones emocionales facilitan la adaptación de las personas al entorno


social: ayudan a comunicar los estados afectivos, regulan la manera en la que los
demás responden al individuo o facilitan relaciones e interacciones sociales,
promoviendo la conducta prosocial. Y es que las expresiones emocionales son
potentes mensajes de comunicación no verbal.

Dentro de las expresiones emocionales destaca la expresión facial, proporcionando


información a los otros en la interacción con los otros. Esta es, junto con la mirada, el
medio más rico e importante de expresión de emociones. Así, la expresión facial se
emplea para:
- Regular la interacción.
- Reforzar al receptor del mensaje comunicativo.

En un primer encuentro entre personas el periodo más crítico suelen ser los primeros
cinco minutos, dado que en este se forman impresiones y opiniones (primeras
impresiones) acerca del carácter, personalidad, inteligencia, temperamento, hábitos
personales, capacidad de trabajo, etc. del otro que tenderán a persistir o verse
reforzadas posteriormente.

Las expresiones faciales, además de expresar las emociones, también sirven


como medio de expresión de la personalidad, de actitudes hacia los demás la
atracción sexual y el atractivo, el deseo de comunicarse o de iniciar una
interacción y el grado de expresividad durante la comunicación.

Junto con la cara, los ojos son el mejor medio que tenemos para comunicarnos sin
palabras. La cara se usa para expresar el estado de ánimo actual y para indicar la
atención que prestamos a los demás, así como para reforzar el impacto de los
mensajes verbales. La principal función de la cara en el lenguaje corporal es la
expresión de las emociones.

La expresión de la cara está en continuo cambio durante la comunicación; las


expresiones faciales “miró momentáneas”, de fracciones de segundo de
duración, suelen reflejar los verdaderos sentimientos de una persona.

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Asimismo, los complementos (bigote, barba, gafas, pendientes, maquillaje etc.)


intervienen en los mensajes no verbales al cambiar el aspecto físico de las personas,
por lo que se ha de considerar sus efectos sobre la percepción que los demás tienen
de nosotros en base a tales complementos. Esto significa que no siempre se
transmiten los mensajes no verbales que se intenta trasmitir.

Redorta, Obiols y Bisquerra identifican 2 funciones más de las emociones, junto a


las ya mencionadas adaptativa y social, que son:
A) De motivación: una emoción predispone a la acción, siendo esto una forma de
motivación.
B) De información: la expresión emocional informa de las intenciones o de lo que
probablemente vaya a hacer la persona.

4. Tipos de emociones

Podemos clasificar las emociones desde un esquema biologista o cognitivista, si bien


ambas posturas marcan un continuo con extremos y un centro cargado de matices.

A) El esquema biologista señala que en uno de los extremos de ese continuo


están las emociones primarias o básicas. Según Reeve, una emoción es primaria
cuando tiene unas bases biológicas fundamentales, surgiendo de:
- vía neural límbica,
- origen evolutivo,
- patrón de descarga neuronal,
- una expresión facial,
- una función evolutiva o,
- un patrón discreto de feedback facial.

B) El esquema cognitivista sostiene que en el otro extremo de continuo están las


emociones secundarias o derivadas, las cuales se adquieren a medida que
aprendemos a interpretar las situaciones de otro modo gracias a la influencia de
experiencias vividas, nuevas palabras referidas relacionadas con la emoción y el
aprendizaje de reglas culturales de la manifestación de dichas emociones.

Apenas tenemos unos meses d vida. Adquirimos emociones básicas como el


miedo, enfado o alegría. Algunos animales comparten con los humanos estas
emociones tan básicas, que los humanos van haciendo más complejas gracias
al lenguaje, signos, símbolos y significados aprendidos.

Redorta, Obiols y Bisquerra clasifican las emociones según como afecten los
acontecimientos vitales de las personas en emociones positivas, negativas y
ambiguas:
- Positivas: producen resultados favorables al bienestar de las personas
(alegría, amor, etc.).
- Negativas: producen resultados desfavorables al bienestar… (tristeza, culpa,
ora, celos, etc.).
- Ambiguas: de estatus equívoco, mezclan tanto elementos negativos como
positivos, o bien se tratan de emociones estéticas (esperanza, compasión, sorpresa,
etc.

Al emitir juicios sobre las impresiones que nos causan los demás, tales impresiones
pueden llegar a mezclarse con aquellas experiencias previas que haya vivido la
persona en situaciones similares.

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2. Emociones principales y sus estrategias de regulación


No hay acuerdo acerca del número de emociones que hay, por eso nosotros vamos a
estudiar las principales emociones que pueden surgir en situaciones conflictivas: ira,
miedo, envidia, culpa, disgusto, tristeza, interés, sorpresa, admiración y alegría.

1. IRA:

Es la emoción más pasional y común en los conflictos, también la más peligrosa ya


que busca destruir o dañar. Sin embargo, también moviliza la energía hacia la auto-
defensa, defensa vigorosa y resistente. Por eso se considera una navaja de doble filo.

Rabia, cólera, rencor, odio, furia, irritabilidad, tensión, enfado, indignación,


frustración, etc. son todas emociones que pertenecen a la familia de la ira.

La ira se activa:
- Al ser herido, manipulado, engañado o traicionado.
- Al no lograrse los propósitos marcados.
- Al ser tratado de forma injusta o ruda.
- Al ser maltratado, agredido, despreciado.

La expresión facial de la ira es tensa: boca apretada, entrecejo fruncido, risa hostil,
poco franca, mirada fija hacia la causa de la ira.

La expresión corporal de la ira: puños apretados, utilización excesivamente poderosa


de manos y dedos, tono de voz elevado, enrojecimiento de cara y cuello.

La persona con ira puede presentar una actitud de desconfianza generalizada


hacia los demás.

1) La expresión facial de la amenaza es: descenso de las cejas, elevación de las


alas de la nariz y también del labio superior.
2) La expresión facial de la ironía es: retracción de las comisuras labiales.

Fisológicamente hablando, los sentimientos de irritación, rabia o cólera son estrés en


sí mismos: emociones de alta intensidad caracterizadas por una alta descarga
neuronal. Estrictamente hablando de la ira, ésta favorece la expresión de conductas
motoras que buscan causar daño o destruir. A veces, erróneamente, la ira suele
entenderse como sinónimo de hostilidad o de agresión:
a) Ira: afecto primario que dota de energía y facilita las transacciones del individuo
con su medio, pero que no aboca necesariamente al resentimiento o agresividad.
b) Hostilidad: sí conlleva animadversión hacia el agente provocador, pero no tiene
por qué acompañarse de ira ni desembocar en agresión.
c) Agresividad: es la propensión a desplegar un tipo de conducta que supone
confrontación con el agente inductor, con ánimo de dañarle.

La ira nos hace menos reflexivos ya que tendemos a hacer juicios más rápidos y
superficiales, también se tiende a pensar peor de los demás y cuanto más se piensa
en las causas de la ira más razones se tienen para estar enfadado.

Entre los principales efectos de la ira están: depresión, relaciones


interpersonales conflictivas, malos tratos a familiares, divorcios, angustia
crónica, adicciones a drogas y alcohol, baja autoestima, obesidad, afecciones
cardiovasculares, úlceras, migrañas, baja productividad laboral, etc.

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La ira mal gestionada deja cicatrices en quien la sufre y en las personas que le rodean;
así, la ira destruye relaciones personales, afecta a las relaciones laborales, fomenta la
agresividad, etc. Ante estas situaciones el autocontrol-autoconocimiento es una
competencia emocional imprescindible ya que el enemigo no está fuera, sino en uno
mismo. Es importante saber gestionar las propias emociones para poder dialogar
diferente u evitar que se transformen en violencia y destrucción.

Aunque la ira puede ser activada de diferentes maneras, su antecedente principal es el


control, sea físico o psicológico:
- Físico: retener una persona contra su voluntad encerrada tras unos barrotes.
- Psicológico: se manifiesta mediante reglas, normas o las propias limitaciones
personales.

Es muy recomendable para manejar la ira la auto-observación, midiendo y


registrando la conducta cuando se tiene ira. De esta forma podrá evaluarse la ira y así
poder controlarla al responderse a preguntas importantes como: ¿Cuándo la ira es
válida, necesaria, justa…o es un problema?. Responder a estar preguntas ayudarán
a comprender cómo afecta la ira a nuestra vida y de esta forma aprenderemos a usarla
para mejorar nuestra vida.
1) Aunque sea un sentimiento feo, la ira siempre es válida; aceptar la propia ira
impide tratar de suprimirla o negarla al tiempo que constituye una ayuda para aprender
a aceptar otros sentimientos,
2) La ira es necesaria o adaptativa sólo cuando sirve de ayuda en una situación,
haciendo que las cosas terminen por mejorar. Así, la ira puede:
- Darnos vigor, energía y resistencia o… desorganizar pensamientos y acciones,
dificultando nuestra reflexión y haciéndonos compulsivos sin considerar las
consecuencias de nuestra acción.
- Usarse para expresar tensión y comunicar así nuestros sentimientos negativos,
que puede ser un paso para avanzar en la resolución de los conflictos o.
- Potenciar nuestra sensación de control, haciéndonos afirmar nuestra voluntad
o interés o… puede transmitir una impresión negativa a los demás, originando
desprecio, temor, repudio, etc.
- Proporcionar información sobre personas o situaciones, señalándonos algo
que es injusto, amenazante, frustrante, etc. o… puede conducir a la agresión.
3) La ira es justa si tiene una base razonable, es decir, libre de distorsiones
cognitivas, lo cual podría hacer que su sentimiento de ira fuera compartido por otros.
Cuando la ira es justa se convierte en fuente de energía que ayuda a defendernos
contra malos tratos. Pero aún siendo justa, esto no significa que su manera de
expresarla sea justa.
4) La ira es un problema –ya que no ayuda en la tarea de resolución de los
conflictos– cuando: es demasiado frecuente (hay que saber distinguir entre situaciones
en las que enfadarse en correcto o no), es demasiado intensa (no suele ayudar a
obtener resultados positivos), dura demasiado (la resolución del conflicto resulta más
difícil o casi imposible), conduce a la agresión (insultos, agresión física) o cuando
desorganiza el trabajo o dificulta las relaciones personales (impide la concentración y
la autosatisfacción al tiempo que repele a los demás).

La ira siempre es desagradable, pero no tiene por qué ser necesariamente mala.
Aprender a usar sus cualidades positivas hará que la vida sea más productiva.
Hay que saber distinguir entre ira válida y justa con ira innecesaria.

La técnica de tiempo fuera (time-out o suspensión temporal) consiste en aislarse de la


situación que provoca la ira y se basa en el diálogo con uno mismo, con los demás y
con la situación acerca de esa ira que se siente. para ello debe abandonarse la
situación en la que se encuentra para así poder calmarse y dedicarse a otras

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actividades que ayuden a descargar parte de la tensión psicológica y corporal que


produce la ira (los esfuerzos físicos son muy recomendables a este respecto). De esta
manera se producirá una suspensión temporal del conflicto tanto mental como
físico en el que la fusión de sus afirmaciones y de sus acciones productivas
clamará la excitación de la ir. La distracción y relajación ayudan a desviar y
canalizar la ira. Esta técnica ayuda a reconstruir la confianza, confirmando nuestro
compromiso a la persona con quien se relaciona la aparición de la ira. Llevar a cabo
esta técnica no significa que todo esté bien, sino que la ira está bajo control y, para
ello, hay que desarrollar la paciencia. Es más, si no se es capaz de hacer un
“tiempo fuera” cuando los niveles de ira son bajos es dudoso que se sea capaz
de hacerlo cuando la ira se vuelve más intensa.

2. MIEDO:

Se activa ante la percepción de un daño (psicológico o físico) o por las


presiones que tenemos en la vida. Los estímulos desencadenantes pueden ser
naturales o aprendidos por condicionamiento clásico o vicario. La palabra
“miedo” deriva de lo que es repentino y peligroso. La causa del miedo puede ser
cualquier estímulo que el individuo considere amenazante o la ausencia de algo
que proporciona seguridad.

Tiene función de proteger: intenta garantizar la supervivencia (alejarse del peligro) y


facilita el aprendizaje de nuevas respuestas que apartan a la persona del peligro. Así,
el miedo activa los esfuerzos de afrontamiento y facilita el aprendizaje de habilidades
de afrontamiento.

Las características del miedo como emoción son:


- Estado emocional negativo con una activación elevada que incita a la
evitación y escape de situaciones amenazantes.
- Señal emocional de advertencia de aproximación de daño físico o psíquico.
- Implica inseguridad respecto de la propia capacidad de soportar la situación
de amenaza.
- Emoción producida por un peligro presente ligado al estímulo que lo genera.
- Es distinto de la ansiedad: el miedo refiere a una emoción producida por un
peligro presente e inminente, ligado al estímulo que la genera, mientras que la
ansiedad es una anticipación del peligro futuro, indefinido e imprevisible (su estímulo
no es identificable).
- Cuando los intentos de afrontamiento fracasan, el miedo se convierte en
ansiedad.
- La ansiedad es un miedo no resuelto, un estado de activación sin dirección
específica, posterior a la percepción de la amenaza.

Si bien el miedo permite protegernos ante posibles peligros, cuando se torna crónico
produce inquietud, agitación o nerviosismo (ansiedad).

La evitación es una de las respuestas más frecuentes al miedo de forma que, en


cuanto se evita lo que produce ansiedad, ésta disminuye. Sin embargo, la evitación
alimenta los temores; así el alivio momentáneo refuerza la tendencia a seguir
evitando la situación u objetos temidos. Y cuando una persona se acostumbra a
evitar el miedo, éste o la ansiedad se descontrolan.

El miedo suele causar efectos subjetivos como tensión, malestar, preocupación, recelo
por la propia seguridad o salud y sensación de pérdida de control.

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El cuerpo reacciona ante el miedo:


- El sistema nervioso autónomo: inmovilidad defensiva (quedarse helado) y
pasividad o acción defensiva como preparatorio del ataque/huída.
· Aumento de la frecuencia cardiaca si el miedo se produce por un
estímulo que permite el escape y disminución de la misma si no se hace necesario
escapar del estímulo.
· Mayor conductancia de la piel, sequedad de bica, dilatación pupilar,
micción y excreción, vasoconstricción periférica, descenso de la temperatura,
liberación de péptidos opiáceos que bloquean la sensación de dolor (hipoalgesia), etc.
- El sistema nervioso somático: aumento de la tensión muscular, respiración
superficial o irregular, agarrotamiento o paralización seguida de un aumento de la
actividad que facilitaría la huída/ataque. También se produce un reflejo de sobresalto
después de estímulos inesperados.

La expresión facial del miedo: ojos muy abiertos, movimiento oblicuo de cejas,
elevación de párpados, boca abierta, labio inferior desciende y se retrae, temblor
generalizado en cara y resto de cuerpo.

La expresión corporal del miedo: estremecimiento de todo el cuerpo, estado de


inmovilidad o exceso de movilidad, tendencia a enmudecer o dar gritos.

Para manejar el miedo (y poder superarlo) es esencial comprender su causa y


establecer si esta es o no racional. El desconocimiento es enemigo de la superación y
así dejaremos de temer aquello que hemos aprendido a entender.

Para que el miedo no nos paralice debemos:


1) Aceptar que tenemos miedo.
2) Identificar cuál es nuestro miedo: a veces no es fácil reconocerlo, en este
caso debemos preguntarnos cuál es nuestra motivación ya que el miedo a no lograr
esa motivación es la causa de nuestro miedo.

Para superar los miedos lo mejor es centrarse en las motivaciones


trascendentes: aquellas que empujan a seguir adelante a pesar de los riesgos.

3. ENVIDIA

La base de la envidia es el afán de poseer algo poseído por otro, que no el deseo de
privar a ese otro de lo que tiene, a no ser que el objeto en cuestión sea el único
existente y disponible, caso en que la privación del objeto al otro es una consecuencia
necesaria. Es una especie de tristeza por el bien ajeno.

La envidia origina una serie de reacciones negativas que pueden hacer que el
envidioso se aísle de los demás o tenga dificultades para relacionarse con ellos.

La envidia se produce casi siempre hacia personas muy cercanas: familia, amigos,
vecinos, compañeros de trabajo… y, entre los valores más envidiados suelen estar el
prestigio, reconocimiento, estatus ocupacional, dinero, poder, o posesiones y símbolos
materiales.

Envidia y admiración son los extremos de un continuo; para que surja la admiración es
necesario que las cualidades que se observan en el otro no representen una amenaza
para la propia valoración.

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El discurso del envidioso es repetitivo y compulsivo respecto a lo que envidia y


con quien compite.

La insatisfacción, frustración, rabia son emociones que dominan al envidioso y que


hacen que no tenga una vida gratificante. Uno ambiciona tener y ser lo que es y tiene
otro, buscando así por todos los medios la caída de su rival, en un todo vale cargado
de insultos, acusaciones, difamaciones, etc.

Se tiende a valorar en los demás aquello de lo que se carece pero casi nunca se
valora todo lo que se tiene.

La expresión facial de la envidia: empequeñecimiento de los ojos, fruncimiento de la


boca, nariz arrugada y cabeza vuelta de lado para evitar mirar lo que causa la
reacción.

La expresión facial del desprecio: dilatación de las alas de la nariz.

La expresión facial del rechazo: descenso de cejas, elevación alas de nariz, descenso
de comisuras de labios.

Entre los efectos secundarios de una envidia aguda están: ansiedad, trastornos de
sueño y apetito, victimismo, modos irónicos y altaneros o distantes, menosprecio a los
demás, impotencia, desánimo o complejo de inferioridad, rabie e ira, etc. A veces no
se envidia a personas en sí, sino situaciones o estereotipos (moda, cine, etc.).

Para superar la envidia hay que asumir con serenidad y buen humos lo que somos y
tenemos y lo que aspiramos a ser y tener.

Siempre es aconsejable un grado de ambición para asó poder superarnos a nosotros


mismos, pero siempre desde el realismo que hace una valoración global de lo que
somos y aspiramos a ser. Y todo esto no se debe hacer sobre la base de una
comparación con los demás, sino partiendo de nuestras propias percepciones,
sentimientos y perspectivas de futuro. Conocernos bien, potenciar y trabajar
nuestras cualidades y ser conscientes de nuestras limitaciones es el mejor inicio
para superar la envidia.

Una actuación excesivamente competitiva genera una dependencia unidireccional


hacia la persona envidiada, a la cual se critica, pero al tiempo se necesita de ella. La
envidia denota un sentimiento de inferioridad que no se admite, porque uno se
siente incapaz de reconoce runas limitaciones que interpreta como signos de
debilidad. Es más importante aceptar la envidia como un sentimiento humano
más, que sólo ha de preocupar si deriva en patología y perjudica el equilibrio
emocional.

Nos enfrentamos a la envidia cuando no vivimos pendientes de lo que poseemos,


cuando nos deleitamos con lo que tenemos (personas importantes, fauna, paisajes,
pequeños objetos entrañables, pequeños logros, etc.). Y es que el mejor punto de
referencia somos nosotros mismos. Establecer metas en funciones de nuestras
posibilidades, no de los que otros han conseguido.

Para prevenir la envidia podemos llevar a cabo prácticas como:


- Estimular la empatía.
- Favorecer la autoconfianza y en los demás.
- Establecer relaciones correctas y equilibradas desde la infancia.

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- Relativizar las diferencias sociales y elegir adecuadamente con quién, cuándo


y cómo compararse.
- Colaborar, dar y pedir ayuda.
- Relativizar sin magnificar el éxito propio.
- Valorar correctamente cuál es nuestra capacidad, sin infra ni sobrevalorarnos.
- Aprender a plantearse objetivos realistas de aprendizaje y a aponer en
marcha acciones adecuadas para lograrlos.

Hay dos importantes habilidades que enseñar para prevenir la envidia:


1) Compararse con uno mismo, que permite adquirir un sentido del propio
progreso personal.
2) La comparación con múltiples grupos de referencia, pero
especialmente con aquellos de rendimiento similar al propio.

4. CULPA

La culpa, vergüenza y orgullo son emociones secundarias, derivadas o complejas ya


que surgen de las emociones básicas. Al ser más complejas, requieren del desarrollo
previo de ciertas habilidades cognitivas, el desarrollo de cierta noción del yo como
separado de los demás, de una cierta autoconciencia.

La culpa nace como consecuencia de algo hecho o dicho que, generalmente, va en


contra de algún principio o código de normas o valores, motivo por el cual se siente
culpa o remordimientos. Las personas que experimentan culpa experimentan también
dolor.

No asumir la propia responsabilidad ante una determinada situación y después


de observar sus resultados genera como consecuencia el remordimiento.

La expresión facial de la culpa: descenso de los párpados.

MECANISMOS que regulan la culpa: la culpa está conectada con el instinto de muerte
y con la autodestrucción. Mal asumida arrastra a la pasividad y a la indefensión.
Genera miedo a ser abandonados y dejar de ser amados (la necesidad de ser amados
es aspiración innata del ser humano). Así, dejamos de creer en nuestra valía personal
y nos juzgamos no merecedores del amor.

La culpa se manifiesta mediante señales físicas, emocionales y mentales, a saber:


- Señales físicas: presión en pecho, dolor de estómago, de cabeza, de
espalda.
- Señales emocionales: desasosiego, nerviosismo, agresividad, irascibilidad.
- Señales mentales: autorreproches.

Es muy probable que se esté administrando mal la culpa cuando mantenemos


sistemas de pensamiento polarizados, negativos, rígidos, sobredimensionados o
perfeccionistas.

La culpa está precedida y es consecuencia de la escala de valores con que las


personas regimos nuestra vida, produciéndose un desencuentro entre nuestro
comportamiento real y nuestro ideal de comportamiento. Ante tal desencuentro hay
tres formas distintas de reaccionar:
1) Intrapunición: la persona se siente culpable exclusiva de todo lo ocurrido.
2) Extrapunición: se culpabiliza de todo a los demás, incluso de los propios
males, siendo una posible forma de no hacerse responsable de lo sucedido.

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3) Impunición: se piensa que nadie tiene culpa de nada, que todo se debe sin
más a las circunstancias. Esta forma de reaccionar es buena porque descarga de
agobio pero puede caer en simplificación e irresponsabilidad.

Cuanta mayor concordancia exista entre pensamiento y actuación y más lejos se


mantengan los razonamientos absolutos, rígidos y perfeccionistas, menos veces
se generará el sentimiento de culpa. Se han de abordar las falta de coherencia
como problemas a resolver y no como losas autodestructivas.

Para afrontar la culpa, deberíamos convertirla en:


- Una reflexión sobre por qué surge la culpa sin entrar en desvalorizaciones,
sufrimiento o desasosiego.
- Establecer mediante diálogo interior cuál es la conducta que genera la culpa.
- Buscar soluciones o alternativas para reparar el daño.
- Pedir disculpas.

Sacar lo positivo de la culpa: la culpa tiene una manifestación saludable, pues es


posible que la persona sea consciente del conflicto y entonces será capaz de analizar
las soluciones y dar los pasos oportunos que restablezcan una manera de vivir más
coherente.

4.1 La VERGÜENZA: es un deseo de desaparecer o esconderse que genera


interrupción de la acción y dificultad y torpeza al hablar.

La vergüenza es una respuesta a violar las normas de otra persona. Cuando se


siente, generalmente se teme al rechazo o abandono, debido a la transgresión de
normas externas o imaginarias.

La vergüenza es el origen de muchas dificultades personales pero también alerta de


que sin querer se ha ofendido a otras personas.

Las experiencias de vergüenza nos hacen ver a los demás como personas que sienten
lástima o desaprobación por nosotros.

La vergüenza se acaba cuando:


- La persona está segura de sus propias normas.
- Se reconoce las normas de los demás y se sabe que son distintas.
- Reconocemos limitaciones en nuestra persona y en la de los demás.
- Reconocemos nuestro error, y lo aprovechamos para aprender de él.

La vergüenza se genera cuando alguien envía reiteradamente mensajes del tipo


“eres malo, tonto, incapaz…” sin decirnos exactamente qué es lo que no le
gustó y sin dar una idea clara de qué se podría hacer en lugar de ello o de cómo
hacer las cosas. Todos estos mensajes son dados por alguna autoridad: padres,
maestros, jefes, sacerdotes, etc.

En la vergüenza severa es como si la persona tuviera sólo una norma para sí


misma: “Debo agradar a los demás”.

Para transformar la vergüenza es esencial reconocer la diferencia entre las normas de


otra persona y las nuestras propias, así como ser muy cuidadosos para decidir sobre
normas útiles para nosotros mismos.

El modelo de PNL (programación neurolingüística) es un modelo de manejo de la


vergüenza basado en la codificación de esta emoción. [ver puntos 1 a 4 de página 50]

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4.2 El ORGULLO: el orgullo es el amor propio del ego que ha llegado a creer que es
real.

Hybris designa una especie de orgullo exagerado en el cual la persona se siente


estupendamente satisfecha consigo misma y est puede provocar un rechazo en
los demás.

Las claves para abandonar el orgullo son aprender a personar y aceptar el


perdón de los demás.

5. DISGUSTO

Puede definirse el disgusto como pesadumbre, tristeza o preocupación o también


como fastidio, aburrimiento y enfado. Así, el disgusto puede generar tanto frustración
como rabia.

La persona que siente disgusto ha alcanzado un punto en el que no hay vuelta


atrás. Su tolerancia alcanzó el límite y no se contenta con otra cosa que un
cambio para mejor.

El disgusto se emplea de manera productiva y así la persona decide que quiere un


estilo de vida más gratificante.

La expresión facial de disgusto: movimientos oblicuos de cejas, comprensión de los


párpados, descenso de las alas de la nariz, descenso y retracción del labio inferior.

6. TRISTEZA

Sentimiento negativo caracterizado por un decaimiento del estado de ánimo habitual


que se acompaña de una reducción significativa de su nivel de activación cognitiva y
conductual. Oscila entre la leve congoja y la depresión.

Para diferenciar la tristeza de la ira: cuando se percibe que no existe ningún plan que
pueda restablecer la meta perdida estamos hablando de tristeza.

La tristeza empuja al abandono de la meta o a su sustitución por otra, mientras


que la ira se centra en su recuperación. La persona triste sólo puede rendirse al
sufrimiento.

Es la emoción menos placentera, la que genera desamparo, desaliento, melancolía; el


sentimiento más inútil porque hace creer que no hay nada que hacer, que nadie es
culpable. Mientras que el miedo carga de energía al organismo para lucha o huir y la
ira lo hace para responder con agresión. El efecto cognitivo de la tristeza es reducción
de la atención.

La tristeza crónica se transforma en depresión: incapacidad para experimentar placer


alguno (ahedonía) y total falta de interés por todos los ámbitos de la vida. La
depresión se caracteriza por una reflexión lenta y costosa acerca de aspectos
negativos (incapacidad, desánimo). La atención y la concentración disminuyen,
produciéndose un bajo nivel de activación.

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Se produce, además, una afectación de los ritmos biológicos: alteraciones de sueño y


apetito, dolores de cabeza, ausencia de menstruación, palpitaciones, sensación de
cansancio crónico.

La expresión facial de la tristeza se caracteriza por una falta de expresión (decaimiento


general de los rasgos), por un movimiento oblicuo de las cejas, mirada baja, por el
descenso de las alas de la nariz y de las comisuras.

A veces, la persona deprimida se da cuenta de que recibe más atención de los que le
rodean ahora que cuando no estaba deprimida, pero esta es una ganancia secundaria
que, si bien explicaría por qué se mantienen algunas depresiones, puede terminar
generando rechazo al contacto y alejamiento.

Se dan una serie de errores cognitivos dentro de la tristeza o depresión, a saber:


1- Inferencia arbitraria: establecer una conclusión a partir de una experiencia
incompleta poco realista.
2- Abstracción selectiva: a partir de algo que no ha salido bien en algún
detalle se concluye que todo ha salido mal.
3- Generalización excesiva: porque una cosa haya pasado una ve, pasara ya
siempre.
4- Magnificación y minimización: dar mucha importancia a lo que ha salido
mal y olvidar lo que salió bien.

De estos errores derivan una serie de actitudes negativas, tales como:


- Creer en supuestas deficiencias personales.
- Autorreprocharse.
- Creer que es imposible que las cosas mejoren.

Para afrontar la tristeza es muy útil cambiar la forma de pensar (reestructuración


cognitiva): sustituir los pensamientos erróneos por otros más adecuados.

7. INTERÉS

Es una emoción que domina el proceso de adaptación al medio, siendo la base de


la curiosidad, la exploración del entorno y la aportación de información al ser humano.
La curiosidad está fundamentada en el interés que despiertan las cosas, sin ella no
habría investigación científica, arte, literatura, lectura, etc. El interés estimula las
conductas de exploración.

El cambio estimula el interés y despierta la curiosidad, lo cual motiva a la


persona a descubrir, explorar, investigar y manipular el ambiente.

El interés es la base de la creatividad, del deseo de aprender competencias y


habilidades.

La expresión facial del interés se denomina “cabeza de pájaro”: ojos más abiertos de
lo normal, boca ligeramente abierta, elevación de cejas y párpados y cabeza inclinada
hacia el objeto de interés.

Las adicciones y el aburrimiento son las manifestaciones extremas del interés. Así,
cuando el interés es excesivo puede generar situaciones patológicas como son las
adicciones (trabajo, juego, ordenador, etc.). El interés exacerbado deviene obsesión
por la actividad y conduce al desequilibrio. En estas situación suele mezclase interés
con ansiedad. Por otro lado, la falta de interés conduce al aburrimiento.

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8. SORPRESA

La sorpresa es la única emoción que es indeterminada (sin valencia positiva o


negativa). Se trata de la evaluación de un estímulo como inesperado. Así, las
sorpresas pocas veces son indiferentes, aunque siempre existe una sensación
agradable o desagradable. La sorpresa es la emoción más breve: se produce ante
una situación novedosa o extraña y desaparece con rapidez. Acontecimientos
repentinos, novedosos e inesperados provocan sorpresa. También se genera por
aumentos bruscos de la intensidad de los estímulos o por interrupción de una actividad
en curso, incluso ante estímulos de intensidad débil o moderada.

La sorpresa prepara al individuo para afrontar de forma efectiva los sucesos


inesperados y por ello sus consecuencias tienen función adaptativa: facilita la
aparición de emociones y conductas apropiadas ante estas situaciones nuevas o
inesperadas.

La sorpresa produce el bloqueo de otras actividades y concentra los esfuerzos en el


análisis de evento sorprendente. El principal efecto subjetivo es de “mente en blanco”
aunque también puede producirse incertidumbre por lo que sucederá a continuación.

La reacción del cuerpo humano ante la sorpresa es del sistema nervioso autónomo y
del somático:
- S.N. autónomo: desaceleración de la frecuencia cardiaca, aumento de la
conductancia de la piel.
- S.N. somático: aumento del tono muscular, interrupción puntual de la
respiración y dilatación pupilar.

La expresión facial de la sorpresa: cejas y párpados elevados, labio y mandíbula


inferior descendentes (“quedarse con la boca abierta”).

Se tienden a confundir las expresiones de sorpresa y miedo porque comparten


muchas unidades de acción: en la sorpresa la elevación del párpado superior es
débil, mientras que en el miedo las cejas descienden u la alarga la comisura de los
labios, cosa que no pasa en la sorpresa.

Expresión corporal de la sorpresa: rodillas combadas, cuerpo inclinado hacia adelante.

Consecuencias de la sorpresa: es una emoción muy breve que suele convertirse


rápidamente en otra emoción: si la sorpresa viene seguida de alegría se evalúa como
positiva, si va seguida de ira va como negativa.

La sorpresa tiene como final la eliminación de la discrepancia del esquema, por


ejemplo buscando la causa del suceso.

9. ADMIRACIÓN

La admiración es un sentimiento de aprobación y placer, de maravillarse con el otro.


Es vista como un proceso transitorio, afectivo, con implicaciones cognitivas y
conductuales, en parte consciente y en parte inconsciente y que tiene específicos
contenidos de fantasía que dependen de experiencia vividas o de factores
situacionales.

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EMOCIONES Y CONFLICTO

Los mecanismos que regulan la admiración son la idealización y la imitación: la


admiración induce a pensar de forma idealizada, proyectando una fantasía alejada de
la realidad. Ser conscientes de ello y no dejarse engañar ayudará a tomar decisiones
de forma más realista.

10. ALEGRÍA

En una de las emociones básicas del ser humano, junto con el miedo, la rabia y la
aversión. Es un sentimiento positivo que surge cuando nos acontecen sucesos
positivos o placenteros, si la persona experimenta una atenuación de su estado de
malestar, si se logra alguna meta u objetivo, cuando nos confirman nuestra valía
personal, etc.

El alivio del dolor físico, de problemas, el logro de metas y la reafirmación de la


propia valía personal activan la emoción de alegría.

La alegría se produce por la sensación de satisfacción y triunfo, y hace que la vida nos
resulte más agradable. También nos ayuda a relacionarnos mejor con los que nos
rodean. Se vincula al desarrollo de un carácter extrovertido y jovial o nace de éste.

Lo agradable de la alegría contrarresta experiencias vitales inevitables de decepción,


frustración y afecto negativo en general. La alegría facilita la voluntad de participar en
actividades sociales, por eso se considera a la alegría como un pegamento social que
establece uniones (amantes, compañeros, filiales, etc.).

La persona que siente alegría y sonríe a la vida va estableciendo uniones que le


hacen más feliz.

La manifestación de la alegría está sujeta a normas culturales adquiridas durante la


socialización individual, las cuales determinan cuándo, cómo, dónde, etc. Puede
expresarse esta emoción.

La sonrisa se caracteriza por la elevación de las comisuras. Sin embargo, a veces


la sonrisa se usa para:
- Ocultar decepción.
- Como respuesta de sumisión.
- Para reducir situaciones tensas y hacerlas así más llevaderas.
- Para relajar tensión.
- Para atraer la sonrisa de los demás.

Así, podemos diferenciar distintos tipos de sonrisa:


1) Sentida, auténtica, genuina (de Duchenne): sentimiento de una emoción
positiva que sólo puede ser activado de manera involuntaria.
2) Falsa o fingida: gesto risueño efectivamente vacío, aparenta sentimiento
positivo que realmente no está ocurriendo. No confundir con gesto hipócrita.
3) Enmascaradora o miserable: la persona experimenta una emoción
negativa e intenta ocultarla a los demás aparentando un sentimiento positivo.

La alegría produce beneficios como: incremento de la flexibilidad cognitiva que


facilita la génesis de soluciones creativas e innovadoras a los problemas. Las
personas se muestran más dispuestas a explorar y experimentar nuevas
situaciones ya que les resulta más fácil planificar u decidir con más rapidez. La
alegría es la solución óptima para que se den respuestas creativas a problemas
interpersonales, favoreciendo la colaboración y cooperación.

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3. Emociones, conflictos y relaciones interpersonales


Si las emociones se desbordan aparecen los conflictos, los cuales son inherentes a las
personas, si bien estos pueden vivirse como crisis o como oportunidades. De ahí que
sea importante identificar los estilos afectivos que se producen en los conflictos:

1. Estilos afectivos

Desarrollar un estilo afectivo propio es articular adecuadamente el pensamiento y la


emoción para así potenciar la creatividad y sensibilidad personales. Y es que el
impacto emocional que un mismo acontecimiento causa en varias personas
diferentes nunca se parecerá, de forma que tampoco serán iguales las respuestas
emocionales de tales personas. Si bien también es cierto que las motivaciones de
fondo no se diferencien demasiado entres estas personas: desarrollo de la
singularidad personal, aceptación incondicional de los otros, satisfacción personal ante
la propia singularidad, etc.

El estilo afectivo es la actitud vital de base marcada por la reacción emocional


más predominante en cada persona ante un acontecimiento determinado.

Hay 4 aspectos que entran en juego en las emociones humanas:


1. La situación concreta donde se produzcan.
2. Las reacciones fisiológicas específicas o sensaciones.
3. Pensamientos determinados asociados a esa emoción.
4. Tipos de respuestas concretas apropiadas para esa situación.

Si las emociones son intensas, muy probablemente aparezcan en situaciones de


conflicto, manifestándose aquí el estilo afectivo propio de la persona.

Dubos (basándose en el análisis transaccional de Ernst) realizó una clasificación de


estilos afectivos que nos permite ubicar una valoración que hacemos del otro y que los
demás a su vez hacen de nosotros ya que dicho análisis se fundamenta tanto en la
percepción de la autoestima como en las relaciones de poder que establecemos.

Yo - / Tú + Yo + / Tú -
“Me voy” (admiración, miedo, “Vete” (piedad, compasión,
vergüenza…) menosprecio, rencor…)
Tú y Yo + Tú y Yo -
“Tiremos adelante” (alegría, tristeza, “Estamos apañados” (culpa,
miedo, cólera…) desanimo, indiferencia,
desesperanza…)

En equilibrio entre razón y pasión en las fases agudas de conflicto tiende a


desequilibrarse a favor de las emociones. Pero también en las fases menos
agudas, la gestión de las emociones es crítica y la intervención adecuada
permite reconducir la situación de forma efectiva.

2. Estilos de comportamiento ante el conflicto

Ante un conflicto respondemos de diferente forma, dándose mayor o menor


disposición que se tiene para solucionar de forma positiva las necesidades que se
plantean, manifestándose así distintos niveles de agresividad o colaboración.

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Se recomienda en primer lugar analizar en qué medida la relación con la otra parte es
o no importante para la persona implicada. Así el valor que se concede a la relación se
verá afectad por:
- La existencia o no de relaciones previas.
- Si la relación es positiva o negativa.
- El deseo de mantener la relación en el futuro.
- El nivel de compromiso con la relación.
- El nivel de comunicación entre las partes.
- La duración de la relación y su historia previa.

En segundo lugar, se plantea la importancia que se concede al interés, el cual se


puede valorar como la importancia o valor dado al resultado que se espera obtener.
Según este análisis (relación/resultado) se obtienen las 5 tendencias o estilos más
frecuentes del comportamiento humano, a saber:

Competitivo - Baja importancia a la relación y alta al resultado: pretende vencer al otro


(objetivos personales). Agresividad.
- Se tiende a sobrevalorar la propia contribución y a desacreditar la del otro.
- Usado en negociaciones en que no tiene por qué intentar preservarse la
relación en un futuro.
- Puede usar la comunicación basada en amenazas y castigos, ocultar
información.
Evitador - Baja importancia de resultado y de relación: ignora todo lo posible el problema,
evitándolo, minimizándolo. No hay acción y la persona tiende a retirarse. Perder-
Perder.
- En un momento puede no resultar interesante o provechoso negociar (por
ejemplo, cuando ambas partes tienen más que perder que ganar, cuando se
está seguro de no conseguir nada, etc.)
Acomodador - Alta importancia a la relación y baja al resultado: desea resolver el conflicto
(sumiso) aunque eso le suponga renunciar a sus propios intereses. Pasividad.
- Significa adaptarse al punto de vista del oponente, accediendo ante sus
exigencias.
- Puede utilizarse cuando se considere que la otra persona puede estar
equivocada, cuando la relación con la otra parte es muy importante, o cuando se
crea necesario ceder.
Colaborador - Da importancia intermedia a la relación y al resultado: se compromete a buscar
una solución negociada al conflicto. Asertividad.
- Se consiguen acuerdos aceptables para las partes aunque realicen alguna
concesión para conseguir cerrar la negociación.
- La colaboración es similar a la cooperación, aunque frente a ésta la eficacia
comunicativa y el mutuo conocimiento entre las partes es menor.
Cooperador - Da alta importancia a relación y a resultado: lo más importante es la solución
conjunta de los conflictos (objetivos comunes). Ambas partes salen ganando.
- Además de obtener un buen resultado, es necesario mantener una buena
relación con el otro.
- Cooperar implica compartir información de forma completa y abierta entre las
partes. Exige apertura, confianza, diálogo, un clima de integración.
- Resulta convincente cuando los intervinientes en el conflicto se necesitan
mutuamente o cuando tienen objetivos comunes.
- El esfuerzo de cada uno es evaluado en su justo valor, sea de quien sea.

3. Interacción de emociones, conflictos y relaciones interpersonales

Cuando las relaciones se mantienen con personas con las cuales convivimos las
emociones son intensas. Las emociones aparecen de forma súbita y muchas veces
son de corta duración, así que puede ser convincente establecer unas pautas de
actuación que ayuden a gestionar aquellas emociones más presentes y comunes en
las relaciones sociales.

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4. Modelos de gestión de las emociones en las relaciones


interpersonales
Se usa el término “gestión emocional de los conflictos”; la experiencia nos ofrece unos
patrones, no obstante las personas son imprevisibles y los sucesos a veces
inesperados. Sin embargo este hecho lejos de paralizar a las personas, las ha de
mover hacia la acción, creando diferentes estrategias para afrontar la incierta vida
humana. Vamos a ver distintos modelos de manejo o gestión de las emociones.

1. Modelo de Mayer

Divide la inteligencia emocional en 4 áreas o ramas de habilidades para gestionar las


emociones:
1) Percibir emociones en caras o imágenes.
2) Usar emociones para facilitar el pensamiento.
3) Comprensión de emociones: saber comprender información emocional
mediante el lenguaje.
4) Manejo de las emociones capacidad para manejar emociones y relaciones
emocionales para el crecimiento personal e interpersonal.

- La áreas 1), 3) y 4) incluyen razonar acerca de las emociones, mientras que 2)


únicamente incluye el uso de las emociones para realzar el razonamiento.
- Mientras que “percibir emociones” estaría en la base, en la cima estaría “manejar
emociones”.

2. Modelo de competencias emocionales de Goleman

Goleman incluye 5 competencias:


1) Conocimiento de las propias emociones.
2) Capacidad para controlar las emociones.
3) Capacidad para automotivarse.
4) Reconocimiento de las emociones ajenas.
5) Manejo de las relaciones.

3. Modelo multifactorial de Bar-On

Sostiene que la inteligencia emocional se conforma por los siguientes componentes


factoriales:

Intrapersonales - Autoconcepto
- Autoconciencia emocional
- Asertividad
- Independencia
- Autoactualización
Interpersonales - Empatía
- Responsabilidad social
- Relaciones interpersonales
De - Prueba de realidad
Adaptabilidad - Flexibilidad
- Solución de problemas
De Manejo del - Tolerancia al estrés
estrés - Control de impulsos
De Estado de - Optimismo
ánimo y - Felicidad
motivación

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4. Modelo de Redorta, Obiols y Bisquerra

Su modelo se denomina “lectura de emociones”, el cual está conectado con el


aprendizaje de la comunicación no verbal y que consta de dos premisas básicas:
1) Correcta discriminación de 10 emociones relevantes.
2) Acción inmediata recomendada a partir de la emoción discriminada.

5. Aplicación a la resolución de conflictos y la mediación

Podemos usar en la resolución de conflictos los modelos anteriores o alguno otro


nuevo que se haya creado, pero siempre es conveniente practicar tales modelos.

Redorta, Obiols y Bisquerra proponen interiorizar cómo las personas deben


reaccionar para conseguir resultados efectivos en la gestión emocional de las
situaciones conflictivas:

- Ira: calmarla y desviarla.


- Miedo: comprenderlo para poder ofrecer su función de protección.
- Tristeza: cuidar y atender a la persona que la sufre.
- Comprender y compartir la alegría.
- Evitar y explicar la envidia.
- (…)

La gestión emocional en resolución de conflictos y mediación se orienta a la


acción.

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