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PRESENTADO AL LÍDER
ALEXANDER DORADO
PEREIRA
Isaías
Fecha aproximada y lugar
El libro de Isaías fue escrito en Jerusalén, y se extiende aproximadamente desde
el año 760 a. C. hasta el año 698 a. C.
*Escenario histórico
[El nombre Isaías significa “Jehová salva”. Isaías, hijo de Amoz (Is. 1:1), fue contemporáneo de
Amós y Oseas, profetas del reino de Israel, y de Miqueas, profeta del reino de Judá. Su ministerio
profético duró más tiempo que el de los demás; él profetizó durante los reinados de cuatro reyes:
Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías (1:1). Su esposa fue profetiza (8:3), y tuvo por lo menos dos hijos,
Searjasub (que significa “un remanente volverá”) y Maher-salal-hasbaz (que significa
“el despojo se apresura, o la presa se precipita”) (7:3; 8:3).
El contexto: Israel, el pueblo de Dios, se rebeló contra Dios. No conocieron a Jehová y se llenaron
de iniquidades y corrupción. Jehová tuvo que disciplinar a Su pueblo. Primeramente, envió a
profetizarles acerca de Su castigo y, luego, empleó a diversas naciones para que los castigaran. Sin
embargo, las naciones se excedieron en llevar a cabo las intenciones de Dios; así que, Él también
profetizó acerca del juicio que vendría sobre las naciones. Luego, reveló Su deseo: que Su
disciplina sobre Israel y Su juicio sobre las naciones introduciría al Dios-hombre, Cristo, y
redundaría en la restauración de la nación de Israel.
*Capítulo clave
El tema: La salvación que Jehová efectúa por medio del Cristo encarnado, crucificado, resucitado,
ascendido y que regresa.
El pensamiento central: [Cristo es el Dios que se encarna en la humanidad para ser el Salvador del
hombre, a fin de que todo el universo que Él creó, el cual está caído, sea restaurado y llegue a su
consumación en el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad.]
*Palabras claves
Remanente - Israel - Judá - Samaria - Asiria - !ay de ...! - el Santo de Israel - Jehová de los ejércitos
- lo postrero de los tiempos - (en) aquel día - profecía sobre - Babilonia - el día de Jehová -
remanente - tierra - salvación - el Santo de Israel - Espíritu - mi Espíritu - Senaquerib - Rabsaces -
Ezequías - Isaías - oración (orar) - el Santo de Israel - Yo soy Jehová (Dios) - no hay Dios fuera de
mí - ninguno mas hay - no hay otro - redentor - redimir - gloria de Jehová - naciones.
*Una lección práctica
El esquema general: [La disciplina que Dios ejerce en amor para con Su amado Israel y Su justo
juicio sobre las naciones, introducen a Cristo el Salvador (43:3; 49:26) —quien es Dios (9:6)
encarnado para ser un hombre (7:14), que posee ambas naturalezas, la humana y la divina (4:2),
vive en esta tierra (53:2-3; 42:1- 4), es crucificado (53:7-10a, 12), es resucitado (53:10b-11),
asciende (52:13) y regresa (40:10; 64:1)— para satisfacer la necesidad de los escogidos de Dios y
de las naciones (9:1-7; 49:6), en la salvación todo-inclusiva que Dios efectúa (12:2- 3), a fin de traer
la restauración de todas las cosas (2:2-5; 11:6-9; 35:1-10; 30:26), la cual tendrá su consumación en
el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad (65:17). Así que, el contenido de Isaías abarca toda
la economía neotestamentaria de Dios, desde la encarnación hasta el cielo nuevo y la tierra nueva,
visto en el contexto del Antiguo Testamento de cómo Dios disciplinó a Israel y juzgó a las naciones.
El pensamiento central: Dios es justo con Su pueblo; Él no tolera el pecado y tiene que juzgar a los
pecadores. No obstante, Dios también está lleno de compasión para con ellos, y espera que se
arrepientan y se vuelvan a Él para recibirlos y derramar Su gracia sobre ellos.
*Palabras claves
hijo de hombre, pacto, visión (visiones), gloria, Espíritu (espíritu), sabréis (sabrán, conocerán, que
yo soy Jehová), maldad (iniquidad, perversidad, pecado), rebelarse (rebeldes, rebeliones), ira
(enojo, furor), corazón, remera (fornicar, fornicación, adulterio, adulterios, adulterar, prostituirse).
*Una lección práctica
El esquema general: En la tierra de cautividad, Ezequiel recibió las visiones relacionadas con el
recobro espiritual del pueblo de Dios, representado por el viento, la nube, el fuego y el electro (cap.
1). Dios aviva a Su pueblo y le da un corazón nuevo y un espíritu nuevo (cap. 36). El pueblo de
Dios, como los huesos secos, es avivado y conformado como el ejército de Dios (cap. 37). Luego,
Ezequiel revela la reconstrucción de la ciudad santa y del templo santo (caps. 40—48). [Hay
cuarenta y ocho capítulos en Ezequiel. Al final, Dios obtiene un templo santo y una ciudad santa en
la tierra santa. El templo santo es donde experimentamos la presencia de Dios, tenemos comunión
con Él y le servimos, mientras que la ciudad santa sirve para el reino, la administración y el gobierno
de Dios. La edificación de la ciudad santa y del templo santo es el resultado del disfrute que el
pueblo de Dios tiene de Él y del vivir que ellos llevan en la tierra santa. Cuando el pueblo de Dios
disfruta abundante y plenamente a Dios, Él obtiene de ellos una expresión en plenitud, la casa de
Dios y la ciudad de Dios. Aquí, Dios puede tener comunión con el hombre y reinar por medio de
éste; el hombre puede disfrutar a Dios, y Dios puede disfrutar al hombre. El hombre puede ser
completamente lleno de Dios y así expresar a Dios.]
[Daniel predijo que se le quitaría la vida a Cristo cuatrocientos ochenta y tres años (o sea, sesenta y
nueve semanas) después de que saliera el decreto para reedificar Jerusalén (9:25-26); que Él
recibiría el reino y regresaría (7:13-14); y que a Su regreso, Él sería como una piedra cortada no con
mano, que llegaría a ser un gran monte (el reino) y que llenaría toda la tierra (2:34-35). También
profetizó que en la resurrección futura, algunos recibirán vida eterna y otros recibirán castigo eterno
(12:2; Jn. 5:28-29); los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que
enseñan la justicia a la multitud, resplandecerán como las estrellas a perpetua eternidad (Dn. 12:2-3;
Mt. 13:43).]Después que Daniel terminó fielmente su obra, se le pidió que descansara y esperará la
resurrección, el arrebatamiento y la recompensa. Todos nosotros debemos ser como Daniel, a fin de
que recibamos la misma recompensa.