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ISÓTOPOS ESTABLES, DIETA Y ESTRATEGIAS

DE SUBSISTENCIA DURANTE EL FORMATIVO


EN LA QUEBRADA DE AMAICHA DEL VALLE
(TUCUMÁN, ARGENTINA)

Tesina de Grado para optar al Título de Arqueológo


Autor: Pablo Gabriel Ojeda Pérez

Director: Dr. Carlos Baied


Co-Directora: Dra. Carolina Somonte

- 2019 -
ÍNDICE:
1. INTRODUCCIÓN, OBJETIVOS E HIPÓTESIS ......................................................................................4
2. CONDICIONES AMBIENTALES DEL ÁREA DE ESTUDIO ....................................................................9
2.1. Caracterización ambiental .......................................................................................................9
2.2. Cobertura vegetal ..................................................................................................................14
2.3. Fauna silvestre ......................................................................................................................18
2.4. Paleoambiente ......................................................................................................................21
3. MARCO TEÓRICO: CONCEPTUALIZANDO EL FORMATIVO ............................................................25
4. ANTECEDENTES REGIONALES: LAS ESTRATEGIAS DE SUBSISTENCIA Y APROVECHAMIENTO DE
RECURSOS EN EL VALLE DE YOCAVIL ................................................................................................30
5. EL CASO DE ESTUDIO: LAS OCUPACIONES HUMANAS DURANTE EL PRIMER MILENIO D.C. EN
AMAICHA DEL VALLE ........................................................................................................................40
5.1. El Remate ..............................................................................................................................42
5.2. Bajo Los Cardones .................................................................................................................45
5.3. Finca Cruz ..............................................................................................................................48
5.4. El Divisadero ..........................................................................................................................50
6. METODOLOGÍA ............................................................................................................................53
6.1. Isótopos estables: nociones fundamentales .........................................................................53
6.2. Isótopos del carbono .............................................................................................................54
6.3. Isótopos del nitrógeno ..........................................................................................................58
6.4. Identificando variaciones en la dieta de un individuo ...........................................................59
6.5. Fuentes de variabilidad isotópica ..........................................................................................62
6.6. Preservación de las señales isotópicas primaras ...................................................................64
7. SELECCIÓN Y TRATAMIENTO DE LAS MUESTRAS ..........................................................................66
7.1. Muestras humanas ................................................................................................................66
7.2. Muestras faunísticas .............................................................................................................68
7.3. Muestras vegetales ...............................................................................................................69
7.4. Procesamiento ......................................................................................................................72
7.5. Espectrometría de masas ......................................................................................................73
8. RESULTADOS ................................................................................................................................75
8.1. Resultados sobre restos humanos .........................................................................................75
8.2. Resultados sobre camélidos ..................................................................................................79
8.3. Resultados sobre muestras vegetales ...................................................................................80
9. DISCUSIÓN ...................................................................................................................................87

2
9.1. Ecología isotópica de especies vegetales ..............................................................................87
9.2. Ecología isotópica y estrategias de manejo de camélidos .....................................................97
9.3. Isótopos del carbono y paleodieta humana ........................................................................104
9.4. Isótopos del nitrógeno ........................................................................................................110
9.5. Tendencias temporales .......................................................................................................112
10. CONCLUSIONES ........................................................................................................................123
11. BIBLIOGRAGÍA ..........................................................................................................................129
AGRADECIMIENTOS .......................................................................................................................158

3
1. INTRODUCCIÓN, OBJETIVOS E HIPÓTESIS

La presente investigación tiene como objetivo general caracterizar los perfiles

paleodietarios y las estrategias de subsistencia de los grupos formativos que ocuparon la

quebrada de Amaicha, en el sector oriental del valle de Yocavil, durante el primer milenio

D.C., buscando evaluar la complementariedad de las prácticas productivas (agricultura -

pastoralismo) y extractivas (recolección - caza). Además de inferir la intensidad del

aprovechamiento e importancia en la dieta humana de distintos recursos faunísticos y

vegetales, se buscará también establecer si existió variabilidad en el patrón de consumo de

los individuos que conformaban estos grupos durante sus distintas etapas de vida (infancia,

juventud y adultez). Además, con el objetivo de identificar tendencias temporales, se

integrarán y discutirán datos de otros sitios de la quebrada de Amaicha y el valle de Yocavil

ocupados durante el Arcaico y Tardío.

Comprender los modos de alimentación y los medios de obtención de recursos de los

grupos del primer milenio D.C. resulta de especial interés si se tiene en cuenta que durante

el Formativo las poblaciones prehispánicas fueron protagonistas de una revolución

progresiva1, en la que se desarrollaron prácticas económicas productivas que terminarían

modificando definitivamente los modos de vida imperantes durante la mayor parte del

Holoceno. De hecho, desde una visión teórica cercana a la de Olivera (2001), consideramos

que la adopción de prácticas agropastoriles constituye uno de los ejes que atraviesan

transversalmente los cambios acontecidos durante el lapso temporal elegido. Así, la dieta

1
Pensamos al Formativo como una revolución por la magnitud y profundidad del impacto social que
produjo la introducción de prácticas de subsistencia productivas en los grupos prehispánicos del
noroeste argentino. Sin embargo, pensamos en una revolución progresiva en tanto el cambio, si bien
fue radical, profundo y esencial, no pudo ser violento o drástico. Por lo contrario, la implementación
de prácticas agropastoriles y sus consecuencias sociales debieron ser de naturaleza procesual,
gradual y progresiva. En este sentido apuntan, por ejemplo, trabajos recientes de Oliszewski y
colaboradores para la Quebrada de Los Corrales (2018).

4
de los grupos valliserranos resulta un componente privilegiado para abordar el fenómeno

formativo y los modos de vida aldeanos.

La problemática que hemos explicitado será abordada a partir del análisis de la abundancia

relativa de isótopos estables de carbono (13C/12C → δ13C) y nitrógeno (15N/14N → δ15N) en

restos óseos y dentales de individuos humanos recuperados en contextos funerarios de

sitios arqueológicos del pedemonte occidental de Cumbres Calchaquíes. En tanto, las

hipótesis sobre la paleodieta de los grupos formativos amaicheños que guiaron el desarrollo

de esta tesina fueron: H1) la agricultura fue una opción económica que tuvo una incidencia

equilibrada en relación a la recolección; H2) la ingesta cárnica evidencia un

aprovechamiento complementario y equivalente del pastoralismo y caza; H3) existieron

variaciones en la dieta a lo largo de la vida de los individuos humanos analizados; y H4)

existe un patrón de consumo con un correlato isotópico contrastante para los grupos

formativos en relación a aquellos que ocuparon la quebrada de Amaicha y el valle de Yocavil

durante el Arcaico y el Tardío.

Ahora bien, ¿cuáles son las perspectivas actuales sobre las economías valliserranas para

el momento estudiado? En base a evidencias del registro zooarqueológico y

arqueobotánico, en general, se sostiene que gracias a condiciones climáticas favorables, la

agricultura (¿de maíz?) habría adquirido un rol preponderante ya durante el Formativo. Este

agrocentrismo de los grupos valliserranos se intensificaría durante el Tardío, gracias a la

incorporación de variedades de maíz de mayor rinde (Olivera 1992, 2001; Killian Galván y

Samec 2013; Olivera et al. 2015). En lo que a los recursos faunísticos se refiere, se plantea

una preeminencia clara en la explotación de taxones de la familia Camelidae. Las especies

de camélidos silvestres, dominantes para momentos tempranos del primer milenio D.C.,

cederían el protagonismo paulatinamente a las especies domésticas, proceso que sería

5
acompañado por un mayor aprovechamiento de animales silvestres de menor porte

(mesofauna) (Belotti López de Medina 2007, 2010; Izeta 2007).

De todos modos, si bien es indudable que el registro zooarqueológico y arqueobotánico

puede aportar información valiosa, no deja de ser un tipo de evidencia indirecta, que

presenta una serie de problemas inherentes a su naturaleza que imposibilitan definir con

precisión el protagonismo que cada clase de recurso tuvo en la dieta de las sociedades

objeto de estudio. De hecho, además de la dificultad que presuponen ciertos procesos

tafonómicos (como, por ejemplo, la preservación diferencial), resulta muy difícil determinar

hasta qué punto los contextos de hallazgo de la evidencia zooarqueológica y

arqueobotánica son o no representativos de los patrones de consumo de un grupo dado

(Arias Cabal 2005). Este problema es aún mayor si se tiene en cuenta que aunque la

consolidación de la economía agropastoril fue acompañada por un aumento del

sedentarismo, no por ello se abandonaron las estrategias de movilidad logística que

implementaron las sociedades andinas para la explotación y obtención de recursos en pisos

ecológicamente complementarios, fenómeno que ha sido denominado como sedentarismo

dinámico sensu Olivera (1992). Dicha modalidad de explotación de recursos conlleva a

que resulte aún más problemático evaluar la representatividad de los indicios de prácticas

de subsistencia que se registren en un sitio aislado. Necesariamente, para lograr un

muestreo verdaderamente representativo, sería necesario realizar investigaciones

exhaustivas que abarquen diferentes parches ecológicos2, en extensiones espaciales muy

vastas.

2
Entendemos por parche ecológico a unidades espaciales discretas de tamaño variable que
presentan singularidades ambientales en relación con el entorno que las rodea (Forman y Godron
1981).

6
Las dificultades mencionadas han sido en parte resueltas gracias a la utilización de los

isótopos estables, los cuales ofrecen la posibilidad de ponderar el aporte real de distintas

clases de recursos a la dieta humana. Desde su irrupción en la arqueología hacia fines de

la década del 70´ (Vogel y Van der Merwe 1977; Van der Merwe y Vogel 1978; DeNiro y

Epstein 1981; Tauber 1981; Chisholm et al. 1982; 1983; Schoeninger y DeNiro1984), el

método se ha constituido en una de las principales herramientas para inferir patrones

paleodietarios. En el noroeste argentino (NOA), en las últimas dos décadas, los estudios

isotópicos han sido utilizados profusamente en la Puna y Prepuna, logrando importantes

avances sobre la dieta y estrategias de subsistencia de las poblaciones prehispánicas (por

ejemplo, Olivera y Yacobaccio 1999; Fernández y Panarello 1999-2001; Araníbar et al.

2007; Mengoni Goñalons 2007, 2009; Killian Galván y Olivera 2008; Tessone et al. 2010;

Yacobaccio et al. 2010; Pérez y Killian Galván 2011, Killian Galván et al. 2012, 2013, 2015;

Samec 2012, 2014; Samec et al. 2014, 2015; Killian Galván y Salminci 2014; Fuchs et al.

2015; Killian Galván y Seldes 2017). En contraste, en la región valliserrana, salvo para el

caso de Ambato (Dantas 2012; Dantas et al. 2014, 2015; Dantas y Knudson 2016; Gordillo

y Killian Galván 2017), los isótopos estables han sido aplicados de manera mucho más

puntual y limitada (ver Gonaldi 2006; Calo y Cortez 2009; Izeta et al. 2006, 2009; Svoboda

2010; Srur et al. 2012; Gheggi y Williams 2013).

Teniendo en cuenta esta vacancia regional, concretamente, en este trabajo presentaremos

y discutiremos los resultados isotópicos obtenidos sobre muestras de individuos inhumados

en tres sitios formativos de la quebrada de Amaicha: Bajo Los Cardones, El Remate y Finca

Cruz. Además, dado que para aplicar el método escogido es necesario lograr una base de

referencia regionalmente específica sobre la composición isotópica de los recursos

naturales que pudieron tener un impacto, ya sea directo o indirecto, en la dieta de los grupos

amaicheños, también se analizarán muestras de distintos cultivos andinos, recursos

7
botánicos silvestres y plantas con potencial forrajero. Asimismo, se obtendrán valores de

isótopos estables sobre muestras de camélidos domésticos y silvestres, tanto

arqueológicos como modernos. Estos datos sobre la ecología isotópica de nuestra área de

estudio resultan indispensables para generar interpretaciones precisas de los resultados

sobre muestras humanas y lograr así inferencias válidas sobre los perfiles paleodietarios

que buscamos estudiar.

8
2. CONDICIONES AMBIENTALES DEL ÁREA DE ESTUDIO

En este capítulo realizaremos una descripción de las condiciones climáticas y ecológicas

de la quebrada de Amaicha, tanto de la actualidad como del pasado. Prestaremos particular

atención a la caracterización fitogeográfica del área, buscando identificar y dar cuenta de la

productividad de los diversos ambientes. Por otro lado, considerando las implicancias del

modelo de sedentarismo dinámico (que desarrollaremos más adelante) y debido a las

posibilidades de que los grupos amaicheños lo hayan explotado en el pasado, también

realizaremos en este capítulo un repaso de las características ecológicas de un sector

aledaño a la quebrada: Cumbres Calchaquíes.

2.1. Caracterización ambiental

Amaicha, una quebrada semiárida con una altitud variable entre los 1700 y 3000 msnm, se

encuentra ubicada en el valle de Yocavil o Santa María, al noroeste de la Provincia de

Tucumán (Figura 1). La misma abarca la cuenca del río homónimo y cubre una extensión

espacial de 182 km 2, la cual queda delimitada hacia el este por el Abra del Infiernillo, al

oeste por el fondo del valle de Yocavil, al sur por las Sierras del Aconquija y hacia el norte

por las Cumbres Calchaquíes (Figura 2).

9
Figura 1. Ubicación del área de estudio.

10
Figura 2. Imagen satelital de la quebrada de Amaicha y regiones adyacentes.

11
Edafológicamente, predominan en la quebrada los suelos arenosos, alcalinos, con bajo

contenido de materia orgánica y un drenaje excesivo. Suelos salinos aparecen en sectores

deprimidos. El clima, de tipo BWKwb según la clasificación de Köppen, presenta un régimen

de precipitaciones de carácter monzónico, con inviernos secos y una temporada estival

caracterizada por la ocurrencia de lluvias intensas, de alta variabilidad interanual.

Precipitaciones medias de aproximadamente 200 mm (Tabla 1) y una evapotranspiración

anual promedio de entre 700-800 mm, condicionan un déficit hídrico permanente. La

temperatura media anual para la quebrada de Amaicha es de 16°C, variando entre los 20°C

para el mes de enero y los 8°C para el mes de julio. De todas maneras, la orientación y

disposición de los cordones montañosos generan condiciones de temperatura y humedad

marcadamente diferentes en distintas zonas del área, en función de la exposición a los

vientos húmedos del sudeste y a la irradiación solar (Torres Bruchmann 1981).

Precipitaciones
Mes
(mm)
Enero 75
Febrero 40
Marzo 24
Abril 7
Mayo 1
Junio 0
Julio 0
Agosto 0
Septiembre 3
Octubre 4
Noviembre 17
Diciembre 36
TOTAL 207

Tabla 1. Media de precipitaciones por mes para el valle de Santa María entre los años 1978-1987
(datos tomados de Bianchi y Yáñez 1992).

12
Cumbres Calchaquíes es un sistema montañoso que se extiende desde El Infiernillo hasta

el límite entre las provincias de Tucumán y Salta. El sector cumbral sur, en el cual haremos

foco en este trabajo, tiene una altitud variable entre los 4000 y 4700 msnm.

Edafológicamente predominan los suelos de escaso desarrollo. Presenta temperaturas

extremas, de gran amplitud térmica diaria y anual. La media anual es de 1,5°C, con una

mínima de -13°C en el mes de julio y una máxima de 16,8°C en marzo. Las precipitaciones

no superan los 300 mm y suelen darse en forma de nieve o granizo. Producto de la acción

glaciar, a una altitud cercana a los 4200 msnm, este sector presenta una altiplanicie de

valles amplios y relieves suaves (Figura 3). Vegas, ciénagas y una veintena de cuerpos de

agua de dimensión variable se distribuyen en el área (Halloy 1983; Capllonch et al. 2011).

Figura 3. Imagen satelital en perspectiva de la quebrada de Amaicha. Nótese a la izquierda de la


imagen la altiplanicie de Cumbres Calchaquíes. A la derecha, se aprecia el sector norte del sistema
de Sierras del Aconquija.

13
2.2. Cobertura vegetal

La vegetación actual del curso medio de la quebrada de Amaicha es la típica del monte y

prepuna, conformada por estepas arbustivas achaparradas, dominadas por las jarillas

(Larrea divaricata, Larrea cuneifolia y Larrea nitida), plantas de follaje permanente que

cubren aproximadamente una cuarta parte de la superficie del área. Aunque de menor

distribución, entre otros, también se registran arbustos como la falsa jarilla (Zuccagnia

punctata), retamo (Bulnesia retamo), ala de loro (Monttea aphylla), brea (Cercidium

australe), jarilillo (Gochnatia glutinosa), chilca (Baccharis salicifolia), acancio o crucecilla

(Eupatorium patens), maicha (Senecio rudbeckiaefolis), ususillo (Trichomaria usillo),

pichanilla (Senna aphylla) y atamisque (Atamisquea emarginata) (Martín et al. 2002; Phan

2010) (Figura 4).

Figura 4. Estepa arbustiva de la zona de Los Cardones.

14
En este paisaje netamente arbustivo, se dan concentraciones de cactáceas como el cardón

(Trichocerus pasacana) y la tuna (Opuntia sp.), fundamentalmente en sectores de ladera

(Figura 5). En tanto, algunas herbáceas (por ejemplo, Paspalum sp., Sporobolus maximus

y Distichiis spicata) se presentan de manera aislada, siendo su distribución estrictamente

marginal (Martín et al. 2002; Phan 2010).

Figura 5. Concentraciones de cactáceas arborescentes en sectores de ladera de la quebrada de


Amaicha.

De todas maneras, el entorno cambia en el paraje Encalilla y en las escasas zonas del área

con disponibilidad hídrica, donde se presentan pequeños bosques que incluyen

especímenes de algarrobos (Prosopis spp.), churqui (Acacia caven), chañar (Geoffroea

decorticans) y molle o aguaribay (Schinus areira) (Figura 6). En el resto de la quebrada los

árboles aparecen de manera aislada y dispersa. Sin embargo, debe destacarse que

15
distintas líneas de evidencia histórica parecerían confirmar que la distribución actual del

algarrobo y demás ejemplares arbóreos es netamente relictual a causa de la explotación

antrópica y la aridización que ha sufrido el área valliserrana en los últimos siglos (Somonte

2009: 373).

Figura 6. Algarrobal en la zona de Encalilla (imagen tomada de GEF Small Grants Programme,
s.f.).

En las márgenes de ríos (permanentes o temporarios) o aquellas zonas con napas freáticas

muy altas, además de vegetación arbórea y algunas de las especies arbustivas antes

mencionadas, existen pajonales compuestos principalmente por cortadera (Cortaderia

rudiuscula), con presencia también de junco (Sporobolus maximus), chilca dulce (Tessaria

dodoneifolia), pájaro bobo (Tessaria absinthioides), junquillo (Juncus acutus), flechilla

(Bouteloua lophostachya), pasto salado (Distichlis spicata) y pasto tul (Muhlenbergia

16
asperifolia) (Pahn 2010) (Figura 7). Sin dudas, estos son los parches más productivos en

términos de forrajimasa.

Figura 7. Ambiente de vega y pajonal en las cercanías de Bajo Los Cardones. Nótese que
Cortaderia rudiuscula resulta absolutamente dominante.

En Cumbres Calchaquíes predominan estepas herbáceas con baja presencia arbustiva

(formación de pastizal altoandino). Rodeadas por un manto casi continuo de Deyeuxia

eminens, hay una alta distribución de herbáceas como la ira (Festuca ortophylla), paja brava

(Stipa ichu), paja amarilla (Stipa leptostachya) y susurco (Mulinum sp.). En vegas y zonas

pantanosas se da una alta presencia de pastos como Werneria pygmaea, Bouteloua

simplex, Oxychloc andina, Carex incurva y Scirpus atacamensis (Figura 8). Por encima de

los 3800 msnm hay una alta presencia de plantas en cojín como la yareta (Azorella

compacta). Entre las especies arbustivas se encuentran la tola (Parastrephia sp.), tolilla

17
(Fabiana densa), añagua (Adesmia horrida), chachacoma (Proustia cuneifolia) y Baccharis

sp. (Rivolta 2005).

Figura 8. Vega Matadero, en el sector cumbral de Cumbres Calchaquíes (imagen de A. Grau,


tomada de Lomáscolo et al. 2014).

2.3. Fauna silvestre

En la quebrada de Amaicha y el valle de Yocavil, en la actualidad, el suri (Pterocnemia

pennata), las vizcachas (Lagidium viscacia), cuises (Microcavia y Galea), chinchillas

(Chinchilla), quirquinchos (Chaetophractus vellerosus) y perdices (Nothoprocta sp.) se

encuentran entre las especies silvestres que forman parte de la comunidad biótica del área

y que posiblemente fueron explotadas en tiempos prehispánicos (Izeta 2004).

18
En la altiplanicie de Cumbres Calchaquíes, entre los animales silvestres de potencial

importancia económica, se destacan los guanacos (Lama guanicoe) y tarucas

(Hippocamelus antisensis) (Figura 9). La vicuña (Vicugna vicugna) es otra especie, hoy

extinta, que probablemente ocupó este piso ecológico en el pasado. La base para plantear

esta hipótesis es la identificación de restos óseos de esta especie entre el conjunto

arqueofaunístico recuperado del sitio tardío El Observatorio, el cual se encuentra en el

pedemonte amaicheño de Cumbres Calchaquíes (Gómez Augier 2006) 3.

Figura 9. Guanacos en la altiplanicie de Cumbres Calchaquíes (imagen de A. Grau, tomada de


Lomáscolo et al. 2014).

Por otro lado, el notable protagonismo que han tenido los camélidos para las sociedades

del área andina sudamericana nos obliga a realizar algunas observaciones sobre sus

hábitos alimenticios, las cuales serán tenidas en cuenta al momento de discutir los

3
También existen evidencias de consumo de vicuña en otros sitios del valle de Yocavil (ver, por ejemplo,
Scattolin et al. 2001; Izeta y Scattolin 2006; Tarragó 2007).

19
resultados de la presente investigación. Para los mamíferos herbívoros pueden distinguirse

dos clases de estrategias tróficas: generalista y especialista. Las dietas de los animales

generalistas son variadas, mostrando una correlación significativa con la disponibilidad y

distribución de los recursos vegetales del parche ecológico en el que habitan. En cambio,

los animales especialistas muestran una preferencia alta por unas pocas especies, o bien

evitan un gran número de las especies que conforman la oferta natural del área y, por lo

tanto, existe baja correlación entre la dieta y los recursos vegetales disponibles. Sin

embargo, las preferencias tróficas de una misma especie pueden mostrar variaciones en

función de la estacionalidad o la productividad del parche ecológico en el que los animales

se alimentan, lo que podría considerarse como una estrategia intermedia (Guiñazú 2007).

Al menos en ambientes áridos con baja disponibilidad de biomasa apta para forrajeo,

gracias a una alta flexibilidad adaptativa, en general se acepta que los camélidos y,

particularmente, los guanacos adoptan un patrón trófico generalista (entre otros, Puig et al.

1996; Geisa et al. 2018) o bien intermedio (entre otros, Guiñazú 2007; Linares et al. 2010),

incorporando a la dieta especies fibrosas de baja calidad, especialmente en épocas de

sequía, durante las cuales el pastoreo de gramíneas disminuye por una menor oferta natural

y aumenta el ramoneo de especies arbustivas y arbóreas resistentes a la aridez 4. Sin

embargo, este escenario parece modificarse en pisos altitudinales por encima de los 4000

msnm. En estudios realizados en la cordillera de los Andes del centro-norte chileno, en

contradicción con las expectativas, se observó que los guanacos muestran una

alimentación selectiva, con escasas variaciones entre los años húmedos y aquellos con

menor índice de precipitaciones. Una posible causa de este comportamiento, que difiere

4
De todos modos, debemos aclarar que mientras el guanaco es pastoreador y ramoneador, la vicuña
es principalmente pastoreadora y facultativamente ramoneadora. Es decir, si bien ambas especies
poseen una plasticidad trófica notable, las vicuñas hacen un uso menos intensivo de las especies
arbustivas (Borgnia 2008).

20
con lo observado en pisos altitudinales más bajos, es la alta necesidad energética

provocada por las bajas temperaturas que se registran en estos ambientes extremos

(Cortés et al. 2003).

2.4. Paleoambiente

Estudios paleoclimáticos llevados a cabo en el área valliserrana del NOA

(fundamentalmente en el valle de Tafí) parecerían demostrar que durante la mayor parte

del primer milenio D.C. existieron en el área condiciones más húmedas y cálidas que las

actuales. Este momento, denominado como Período Húmedo del Holoceno Tardío, se

habría extendido aproximadamente entre el 2500 y 1200 AP, cuando se impusieron,

abruptamente, condiciones áridas, incluso mayores que las actuales. Hacia el 1200-1100

AP, se manifiesta entonces una tendencia de aridización macroregional: el Período

Medieval Cálido (Stine 1998). Este período de aridez se extendería hasta cerca del 800 AP,

cuando comienza un mejoramiento climático paulatino que sería interrumpido hacia el 300

AP por un evento seco y frío, la Pequeña Edad de Hielo (Sampietro y Sayago 1998; Garralla

1999, 2003; Garralla et al. 2001; Sayago et al. 2001; Zinck y Sayago 2001; Sampietro 2002;

Caria y Sayago 2008; Gómez Augier et al. 2008; Caria et al. 2010; Gómez Augier 2017)

(Figura 10).

Resultan de particular interés los estudios paleoclimáticos realizados por Garralla (1999,

2003) en el Abra de El Infiernillo, no sólo por la cercanía con la quebrada de Amaicha, sino

por basarse en evidencias polínicas que han permitido lograr una descripción sobre la

vegetación predominante para el primer milenio D.C. Si bien la autora concluye que a partir

del 2000 ± 50 AP existe un incremento con respecto a momentos previos de hasta 35% en

la proporción de polen arbóreo y arbustivo, indicador claro de condiciones de humedad

21
relativa en la zona, el aporte polínico de especies arbóreas (Alnus jorullensis, Celtis sp.,

Fuchsia boliviana y Myrtaceae) habría sido alóctono (del sector de Yungas). En tanto,

dentro de las especies locales parecerían dominar arbustos (como Nassauvia sp. y Mulinum

spinosum) y herbáceas (Cyperaceae, Gomphrena sp. y Poaceae). Luego, al menos desde

el 875 ± 20 años AP, se registra un clima más seco, similar al actual, evidente a partir de

una disminución progresiva de la cobertura vegetal de especies herbáceas como

Gomphrena sp., Caryophyllaceae, Asteraceaea, Poaceae y Cyperaceae, junto con la

aparición de especies típicas de ambientes extremos (Werneria pygmaea, Adesmia sp.,

Azorella sp. etc.). Aunque esta información no puede extrapolarse directamente a nuestra

área de estudio debido a que El Infiernillo se encuentra en un piso altitudinal más alto que

Amaicha, a 3000 msnm, las evidencias polínicas estudiadas por Garralla son hasta el

momento una de las pocas fuentes a partir de las cuales se ha logrado una caracterización

paleobotánica detallada en la región valliserrana para el lapso temporal considerado.

22
Figura 10. Esquematización de las fluctuaciones climáticas para el valle de Tafí y Abra del
Infiernillo durante el Holoceno Medio y Tardío (tomado y modificado de Gómez Augier 2017).

El modelo paleoclimático descripto concuerda con las observaciones realizadas por

Strecker (1987) sobre materia orgánica de sedimentos de terrazas del río Santa María en

la localidad de El Bañado. Además, diversos indicadores pedológicos de la secuencia

edáfica del perfil del sitio El Alacrán, en el paraje Encalilla (en la quebrada de Amaicha),

corroboran también un incremento de la aridez local desde momentos más tempranos,

23
entre el 1385 ± 15 AP y 165 ± 15 AP (Gómez Augier y Caria 2012). Sin embargo, esta

tendencia hacia condiciones de mayor aridez parece haberse visto interrumpida por eventos

fríos y húmedos de corta duración. Esto se ha propuesto a partir de una línea de evidencia

independiente analizada recientemente para el área de estudio, las microlaminaciones del

barniz de las rocas (VML) de material lítico arqueológico recuperado en un sitio amaicheño,

Planchada La Puntilla. Así, han podido identificarse siete eventos fríos y húmedos a lo largo

del Holoceno, dos de los cuales tuvieron lugar dentro del lapso considerado por la presente

investigación: uno hacia el 1400 AP (WH3) y el otro entre el 1100-900 AP (WH2) (Somonte

y Baied 2013) (Tabla 2).

Evento Datación (AP)


WH7+ 6500-7300
WH6+ 5900-6500
WH6 5900
WH5 4100
WH4 2800
WH3 1400
WH2 1100-900
WH1 650-300

Tabla 2. Eventos húmedos y fríos del Holoceno identificados a partir de microlaminaciones del
barniz de las rocas (Somonte y Baied 2013).

24
3. MARCO TEÓRICO: CONCEPTUALIZANDO EL FORMATIVO

El Formativo en el NOA ha sido caracterizado como un momento en el que empiezan a

desarrollarse grupos aldeanos sedentarios con economías mixtas, basadas en la

producción de alimentos con el aprovechamiento complementario de recursos silvestres

(Olivera 2001). Es frecuente que, a fin de explotar recursos de manera estacional o

periódica, parte del grupo ocupe puestos ubicados en parches ecológicamente

contrastantes. Justamente a ello se refiere el concepto de sedentarismo dinámico, el cual

fue propuesto para el ámbito puneño por Olivera, autor que lo define como:

(...) aquella situación en que el grupo humano posee asentamientos base en los cuales, por lo

menos, parte de sus integrantes permanece un año completo y otros asentamientos a los que se

traslada con periodicidad variable para explotar ciertos recursos imprescindibles para la

subsistencia. El lapso y periodicidad de este traslado, así como la permanencia y/o recurrencia en

los asentamientos temporarios estará en directa relación con la clase de recursos que se desean

obtener y con el tipo de acceso, directo o indirecto, a los mismos (1992: 62).

En este marco, para el área valliserrana, generalmente se acepta a la agricultura como el

eje de la vida sedentaria y los sistemas de asentamiento, mientras que la necesidad de

pasturas para los rebaños y, en menor medida, las actividades de caza y recolección

funcionarían como motores para la movilidad logística y la trashumancia (Olivera 2001). El

concepto de sedentarismo dinámico, muy cercano a las propuestas de Murra (1975) para

la macro-área andina sobre la explotación simultánea de diversos pisos altitudinales por un

mismo grupo social, es clave para comprender las estrategias de subsistencia

implementadas durante el Formativo.

25
Junto con la aparición de nuevas estrategias económicas, durante el Formativo se da un

crecimiento demográfico relativo, se desarrollan tecnologías como la cerámica, metalurgia

y textilería, y comienzan a implementarse modalidades de ocupación del espacio diferentes,

utilizándose preferentemente sectores con disponibilidad hídrica aptos para cultivo y con

fácil acceso a pasturas (Tarragó 1992, 1999; Albeck 2000).

En gran parte debido a la influencia del modelo sobre los paisajes agrarios del valle de Tafí

desarrollado por Berberián y Nielsen (1988), tradicionalmente se sostuvo una visión

homogeneizadora sobre los patrones de asentamiento del primer milenio D.C., definida por

la integración de las estructuras residenciales con los espacios productivos. El

sedentarismo disperso, entendido como la existencia de asentamientos de escasa

complejidad ocupados por unidades sociales pequeñas, fue asumido como un rasgo común

de los grupos formativos, idea que a su vez contribuyó a pensar en una agricultura de escala

doméstica, con pobres inversiones en infraestructura y bajos rendimientos.

Sin embargo, en los últimos años se ha dado una profunda revisión de los supuestos e

implicancias subyacentes tras la ambigüedad del concepto Formativo, destacándose la

complejidad del fenómeno y la variabilidad de situaciones que pueden reconocerse en

diferentes regiones (entre otros, Olivera 2001; Korstanje 2005; Delfino et al. 2009; Franco

Salvi et al. 2009). Como bien sintetizan Korstanje y colaboradores (2015), numerosos casos

de estudio (en Quebrada de Los Corrales, Laguna Blanca, Ancasti-El Alto, Ambato,

Antofalla, Tebenquiche Chico, etc.), han puesto de manifiesto la complicación interpretativa

que implica asumir acríticamente los presupuestos de este tipo de modelos. La segregación

doméstico-productiva, la baja escala espacial, los bajos rendimientos ni tampoco la falta de

infraestructura parecen entonces elementos necesariamente representativos del momento

estudiado. De hecho, la existencia de andenes, extensas canalizaciones hídricas así como

26
la implementación de técnicas de control de erosión y fertilización artificial, parecerían

demostrar lo contrario.

La organización sociopolítica sencilla y la apropiación igualitaria de recursos son otros ejes

sobre los que se ha construido la imagen del fenómeno formativo. Esta concepción parece

gozar de cierta inmunidad ante las revisiones críticas recientes. Sin embargo, más allá de

la baja complejidad sociopolítica relativa, la cooperación igualitaria, la reciprocidad

interfamiliar y los trabajos comunitarios fundados en relaciones horizontales, fue posible la

ejecución de notables obras de infraestructura agrícola (Korstanje et al. 2015), que si bien

probablemente fueron fruto de esfuerzos paulatinos, demandaron grandes inversiones de

trabajo.

Por otro lado, el Tardío, período que iniciaría entre el 1000-1100 AP, suele aceptarse como

sinónimo de jerarquización social, aumento demográfico, aglomeración poblacional y

conflictos intergrupales. Económicamente, los elementos que han sido postulados como

característicos de los modos de subsistencia de estas sociedades son la segregación

doméstico-productiva, las inversiones en infraestructura, la intensificación agrícola y el

aumento de la productividad (o rendimiento) de los cultivos. Además, durante este período,

se potenciarían las redes de interacción y afianzaría el aprovechamiento de parches

ecológicos diversificados (entre otros, González y Tarragó 2005; Gómez Augier 2017).

Ahora bien, antes de profundizar en la caracterización de los patrones de consumo y

estrategias de subsistencias implementadas durante el Formativo, debemos explicitar la

postura teórica adoptada en esta investigación para abordar el fenómeno. En primer lugar,

creemos que este tipo de modelos, acuñados en fases de conocimiento embrionario y que

buscan dar cuenta de procesos generales a nivel macroregional, sólo pueden ser de utilidad

27
si se suprimen las definiciones cronológicas subyacentes y se limitan las pretensiones

explicativas, para hacer foco, en cambio, en variables socioculturales puntuales, como por

ejemplo, la opción productiva planteada por Olivera (1998, 2001) (ver más adelante). Otra

alternativa válida es adoptar un particularismo histórico boasiano (no radical, no antiteórico)

y generar modelos situados, como resulta el caso del Modo de Vida Comunitario

Agrocéntrico desarrollado por Delfino y colaboradores para la región de Laguna Blanca

(2009, 2012). A fin de cuentas, es pertinente cuestionar la supuesta necesidad teórico-

cognoscitiva que tiene la arqueología para lograr generalizaciones interregionales y hasta

qué punto la búsqueda de regularidades no esconde un fuerte anclaje en el método

comparativo propio de perspectivas evolucionistas y etnocéntricas, el cual necesariamente

invisibiliza nuestra percepción de la diversidad cultural, sacrificando así nuestra precisión

explicativa como ciencia social.

Si bien consideramos que la génesis del término en sí es teóricamente cuestionable debido

a la inclinación subyacente hacia la búsqueda de series de rasgos esencialistas, por lo

menos a los fines de este trabajo, el Formativo resulta una noción práctica desde una visión

centrada en los modos y estrategias de obtención de recursos. Es decir, dejando el sesgo

determinista (ya sea adaptacionista o materialista), se utiliza el concepto, específicamente,

como alusión a sociedades con sistemas económicos mixtos, en las cuales se implementan

y complementan estrategias de obtención de recursos productivas (agricultura y

pastoralismo) así como extractivas (caza y recolección), aprovechando parches ecológicos

contrastantes y desarrollando, a su vez, prácticas de intercambio intergrupales de

naturaleza, escala e intensidad variable.

Somos conscientes que esta perspectiva abre la puerta a anacronismos ya que sociedades

campesinas modernas podrían ser categorizadas bajo el mismo rótulo (ver Korstanje et al.

28
2015). De todas maneras, insistimos, para la presente investigación consideramos válido

utilizar la aproximación teórica indicada por cuestiones pragmáticas, ya que resulta un

marco adecuado que nos ofrece la posibilidad de definir a las sociedades amaicheñas

estudiadas en función de nuestros objetivos concretos.

Así, en cuanto al componente temporal, siguiendo a Tarragó (1996) y Scattolin (2000,

2007), hacemos uso del concepto en sentido amplio, dejando de lado las subdivisiones

propuestas por diversos autores (entre otros, González y Pérez 1972; Núñez Regueiro

1974, 1975; Raffino 1990; Núñez Regueiro y Tartusi 2002) y aceptando que de ninguna

manera debe conceptualizarse de manera estrictamente cronológica o como un estadio

dentro de una secuencia de desarrollo unilineal. El lapso temporal utilizado en este trabajo

(el primer milenio D.C.), responde a un simple recorte con fines heurísticos. De hecho,

coincidimos con Delfino y colaboradores, quienes plantean que:

Algunos intentos modernizadores han pretendido superar la obsolescencia de las categorías


(Formativo, Período Temprano/Medio/Tardío, Período de Integración Regional, etc.) recostando las
interpretaciones en una estrategia que apela a la temporalización usando el calendario occidental
cristiano (Primer Milenio D.C., Segundo Milenio D.C., etc.). Su empleo parece proporcionar un
espacio de neutralidad, apelando a ellas por suponer que se encuentran despojadas de
connotaciones. El problema, de nuevo, es que este procedimiento no supera necesariamente la
limitación tipológica cuando se hace corresponder de forma excluyente los procesos sociales con
uno u otro paquete temporal. Esto no superaría la reificación de las categorías (2012: 397).

Habiendo aclarado nuestra postura en el debate en torno al polémico Formativo, podemos

ahora comenzar a interiorizarnos con la problemática de nuestra investigación: la paleodieta

y las estrategias de subsistencia de los grupos amaicheños.

29
4. ANTECEDENTES REGIONALES: LAS ESTRATEGIAS DE SUBSISTENCIA Y
APROVECHAMIENTO DE RECURSOS EN EL VALLE DE YOCAVIL

Antes de caracterizar el fenómeno formativo para nuestra área de estudio, debemos aclarar

que, si bien el objeto de esta investigación son los grupos que ocuparon la quebrada de

Amaicha durante el primer milenio D.C., consideramos pertinente abordar la información

que ha sido generada desde otras líneas de evidencia sobre la subsistencia prehispánica

para el resto del valle de Yocavil. Un razonamiento similar vale para la escala temporal. El

reconocimiento del carácter procesual de los fenómenos sociales nos lleva a defender la

pertinencia de contemplar, al menos someramente, qué sucede con la subsistencia de los

grupos que habitaron Amaicha y Yocavil durante el Tardío y el período de contacto hispano-

indígena. Comprender qué ocurre con la subsistencia de estos grupos más allá del primer

milenio D.C. es un camino ineludible para abordar el estudio del fenómeno formativo.

Habiendo realizado esta breve aclaración, procederemos a repasar el estado actual del

conocimiento sobre la problemática que nos ocupa.

A pesar de ser una de las regiones más intensamente exploradas arqueológicamente del

NOA, hasta el año 1997, los estudios sobre sitios formativos en el valle de Yocavil fueron

notablemente relegados en relación a aquellos de la denominada cultura Santa María del

Tardío (Tarragó y Scattolin 1999; Scattolin 2000). Recién en las últimas dos décadas, se

comenzó a trabajar sobre el fenómeno de manera sistemática, investigándose numerosos

sitios y logrando así importantes avances en el conocimiento de los grupos humanos que

habitaron el área durante el momento considerado (ver Scattolin 2001, 2007, 2010) (Tabla

3).

30
# Lab Fechado AP Sitio Bibliografía
Ua 12860 2540 ± 75
Ua 12857 2510 ± 65
Ua 12858 2455 ± 80 Quilmes Muñoz y Stenborg 1999
Ua 12859 2455 ± 75
Ua 12861 2450 ± 60
GX 25169 2170 ± 70
AA-32430 1160 ± 40 Morro Las Espinillas Scattolin 2000, 2003
GX 25168 1140 ± 70
LP1315 1990 ± 80 Pichanal 2 (Fuerte Quemado) Nastri et al. 2009
LP1541 1940 ± 80
Palamarczuk et al. 2007; Álvarez
AA87353 1766 ± 46
Soria 2 (Mesada Andalhuala Banda) Larrain et al. 2009; Spano et al.
AA87352 1762 ± 46
2015; Petrucci et al. 2018
AA87351 1730 ± 46
AA57319 1795 ± 36 Ingenio Arenal Faldas del Cerro Lazzari y Pereyra 2004
A-12775 1795 ± 70
A-12774 1680 ± 80
Antigal - Tesoro Scattolin 2007
AA60784 1615 ± 38
AA53821 1536 ± 25
YU2136 1675 ± 20
Soria 3 (Mesada Andalhuala Banda) Álvarez Larrain et al. 2016
AA99939 / YU2287 1594 ± 22
LP962 1760 ± 100
Izeta y Scattolin 1999; Scattolin et
LP940 1400 ± 40 Bañado Viejo
al. 2001
LP923 1170 ± 40
GX21580 1600 ± 120
GX21581 1560 ± 130
GX21579 1450 ± 120
AA60336 1413 ± 32 Loma Alta Scattolin 2007
GX21577 1365 ± 90
GX21578 1270 ± 95
Beta 65578 1190 ± 70
AA59414 1446 ± 36 Lampacito Scattolin et al. 2005
AA93104 1394 ± 39 Mesada del Agua Salada (Caspichango) Lanzelotti y Spano 2015
Ua 20627 1375 ± 40 El Bañado (La Vaquería) Scattolin et al. 2005
AA60337 1251 ± 31
Tesoro 1 Scattolin 2007
GX21582 1090 ± 115
LP825 1170 ± 70
Morro del Fraile Nastri et al. 2009, 2010, 2012
LP2039 1150 ± 70
LP529 1175 ± 60
LP471 1020 ± 80 Tarragó et al. 1997; Tarragó 2007,
Rincón Chico
LP248 960 ± 60 2011
AC1493 950 ± 130
Ua 2804 1065 ± 70
Pichao Cornell y Johansson 1993
Ua 2802 910 ± 70

Tabla 3. Sitios arqueológicos del valle de Yocavil, pedemonte occidental de Sierras del Aconquija y
los faldeos orientales de la Sierra del Cajón con fechados entre ca. 2500 y 1000 AP. Los sitios
formativos amaicheños se presentan en el Capítulo 5.

En Yocavil, el Formativo comienza alrededor del 2500-3000 AP, cuando aparecen las

primeras evidencias de agricultura y pastoralismo (Muñoz y Stenborg 1999). En los inicios,

al tratarse de un momento de ajuste, transición y experimentación, es probable que se

31
hayan implementado prácticas productivas muy variables en el corto o mediano plazo

(Belotti López de Medina 2007). De todas maneras, en un proceso paulatino en el que los

contextos que evidencian economías productivas van multiplicándose, la agricultura se

supone que va adquiriendo mayor relevancia, logrando un protagonismo central para los

momentos finales del primer milenio de la era cristiana. Esta tendencia de consolidación de

las prácticas agrícolas se manifestaría con cierta claridad hacia el 1500 AP, cuando

comienza un proceso de intensificación de la producción de alimentos, se ejecutan obras

comunitarias de infraestructura como andenes, terrazas y sistemas de riego, y aparecen

nuevas variedades de cultivos con mejores rendimientos (Tarragó 1992, 1999; Tarragó y

Scattolin 1999). De hecho, se ha propuesto una explosión racial para el caso del maíz en

todo el NOA durante la segunda mitad del primer milenio D.C. (Oliszeswki 2012).

Sobre los modos de subsistencia de los grupos formativos, la información generada hasta

el momento para Yocavil proviene fundamentalmente del registro arqueofaunístico. Los

sitios adscribibles al Formativo que han proporcionado las principales evidencias sobre los

recursos cárnicos aprovechados son: Soria 2 (Izeta 2007; Palamarczuk et al. 2007; Belotti

López de Medina 2007, 2011; Álvarez Larrain et al. 2009), Bañado Viejo (Izeta y Scattolin

1999; Scattolin et al. 2001), Loma Alta (Izeta y Scattolin 2006; Izeta 2008), Morro del Fraile

(en el pedemonte oriental de Sierra del Cajón) (Nastri et al. 2010, 2012) y Mesada del Agua

Salada (también conocido como El Ciénago) (Lanzelotti y Spano 2015).

Como hemos adelantado, se ha propuesto que tanto para el Formativo como para el Tardío,

existe un claro predominio de Camelidae como el recurso faunístico que más aparece

representado en los contextos arqueológicos del área de Yocavil, siendo los demás taxones

netamente marginales. A comienzos del primer milenio de la era cristiana, en función de la

composición taxonómica del registro de sitios como Soria 2 (en el sector meridional del

32
valle), parecería que los camélidos silvestres habrían ocupado un rol más importante que

los domésticos dentro de la economía de los grupos que ocuparon el área (Belotti López de

Medina 2007, 2010). Luego, se registraría un equilibrio en la proporción en la que aparecen

representados los camélidos silvestres y domésticos y, hacia el final del primer milenio D.C.,

habría tenido lugar una intensificación en el aprovechamiento de llamas, en detrimento de

la caza de animales grandes como guanacos, vicuñas y taruca. Simultáneamente, se habría

dado un aumento en la diversidad de lo taxones explotados, con un mayor consumo de

mesofauna de bajo costo de adquisición, como la vizcacha, quirquincho y suri. Esta

tendencia se sostendría y consolidaría durante el Tardío. Esta disminución de la caza mayor

se ha propuesto que pudo ser el resultado de una reducción de la movilidad de los grupos,

relacionada con mayores restricciones territoriales, y/o de una merma de la población de

camélidos silvestres causada por una menor disponibilidad de pasturas, debido a la

competencia con los rebaños, o bien, por el proceso de aridización acontecido en el área

(Izeta 2007; Pratolongo 2008; Belotti López de Medina 2015)

Siendo los conjuntos arqueofaunísticos estudiados muy escasos, este aumento en la

diversidad taxonómica que se registra en sitios arqueológicos de Yocavil no ha podido

identificarse todavía para sitios de la quebrada de Amaicha. El material recuperado en Los

Cardones, un sitio con ocupaciones fechadas entre el 960 ± 70 AP y el 450 ± 90 AP, muestra

bajísimas evidencias de explotación de mesofauna. Aunque existen restos de suri

(incluyendo cáscaras de huevo) y vizcacha (éstos últimos con marcas de corte), la

abundancia relativa de estos taxones en el conjunto es prácticamente despreciable (Salazar

2006). Por otro lado, el conjunto zooarqueológico recuperado en El Observatorio, sitio

ocupado alrededor del 500 AP, muestra un predominio absoluto de los camélidos, cuyos

33
restos representan el 91,2% sobre el total5. Cabe destacar que se ha planteado que la

funcionalidad del sitio giró en torno a la caza y procesamiento de camélidos, siendo

probable que haya sido un puesto satélite que debió estar subordinado a un centro

poblacional de mayor jerarquía (posiblemente, Los Cardones) (Gómez Augier 2005, 2006,

2017).

En tanto, el conocimiento sobre el aprovechamiento de recursos botánicos en Yocavil y

Amaicha es mucho menor al de los faunísticos. Aunque parecería indiscutible que los

camélidos ocuparon el rol protagónico, no resulta tan claro qué cultivos fueron dominantes

dentro de la producción agrícola. La atención dada a las terrazas y canchones de cultivo en

sitios del área generalmente ha girado en torno al modo de integración con las unidades

residenciales en el paisaje, no habiéndose realizado estudios que puedan esclarecer con

claridad hacia qué tipo de recursos se orientó la producción agrícola.

Hasta el momento, el material arqueobotánico recuperado en los sitios formativos del área

ha permitido determinar el aprovechamiento de recursos de recolección tales como el

algarrobo y chañar, y de cultivos como el maíz (Zea mays), quinoa (Chenopodium quinoa)

y poroto común (Phaseolus vulgaris) (Pochettino y Scattolin 1991; Chiappe Sánchez 2007;

Petrucci et al. 2018). En tanto, microfósiles detectados en artefactos de molienda de la

quebrada de Amaicha (ver próximo capítulo) permiten sostener un probable procesamiento

de amaranto (Amaranthus sp.) (Babot 2009a). De todos modos, la dificultad de distinguir

los microrestos de este pseudocereal con respecto a aquellos de la quinoa, imposibilita

aseverar esto de manera concluyente (Tabla 4). Por otro lado, para los grupos formativos

5
La muestra recuperada en el sitio fue de 113 restos óseos, pudiendo realizarse determinaciones
taxonómicas en 106 de los mismos. Entre los restos de camélidos, se han podido identificar como
de Lama glama al 6,8% y como de Vicugna al 2,9% (Gómez Augier 2005).

34
de Amaicha o Yocavil, por el momento, no existen evidencias de producción o consumo de

otros cultivos andinos que aparecen en el área valliserrana del NOA, como por ejemplo, el

zapallo (Cucurbita maxima), maní (Arachis hypogaea), papa común (Solanum tuberosum),

oca (Oxalis tuberosa) y achira (Canna edulis) (ver Oliszewski 2004; Oliszewski y Arreguez

2015; Babot 2009b).

Sitio Recursos Botánicos Referencias


Loma Alta Poroto
Tesoro I Chañar Pochettino y Scattolin 1991
Potrero Antigal Maíz
Izeta y Scattolin 1999; Scattolin et
Bañado Viejo Chañar
al. 2001
Bajo Los Cardones Chañar y maíz Chiappe Sánchez 2007
Pseudocereales (amaranto o quínoa) y
El Remate Babot 2009a, 2009b
tubérculos o raíces sin identificar
Soria 2 (Andalhuala-Banda) Chañar, algarrobo, maíz y quinoa Petrucci et al. 2018

Tabla 4. Cultivos y recursos botánicos silvestres incluidos en la dieta de las poblaciones


prehispánicas que han sido identificados en sitios formativos de la quebrada de Amaicha y valle de
Yocavil. No se incluyen recursos silvestres de consumo dudoso.

Para el Tardío, en lo que a prácticas de consumo se refiere, Rincón Chico 15 se destaca

entre los sitios arqueológicos estudiados para el valle de Yocavil, habiéndose registrado en

él evidencias de procesamiento de distintas variedades de maíz, poroto común y algarrobo.

La raza de maíz más representada en el registro del sitio corresponde a Capia (Zea mays

var. amylacea), hallándose también restos de Chulpi (Zea mays var. amyleasaccharata),

Pisingallo (Zea mays var. oryzaea) y Perla (Zea mays var. microsperma) (Raffaele 2004;

Tarragó 2007; Petrucci et al. 2018). En otro sitio tardío cercano, Rincón Chico 1, además

de evidencias de maíz y algarrobo, se han encontrado en contextos domésticos semillas de

cactáceas (Trichocereus sp. y Opuntia sp.) y restos de vegetales de hoja (Portulaca sp. y

Polygonum sp.), recursos silvestres sobre los cuales si bien todavía no existen pruebas de

consumo, ello no debería ser descartado (Petrucci y Tarragó 2015).

35
Ahora bien, aunque por lo general para el área valliserrana del NOA se suele aceptar al

cultivo de maíz como eje de la agricultura formativa (Oliszewski 2009; Oliszewski y Arreguez

2015), para Yocavil y la quebrada de Amaicha lo cierto es que por ahora no existen

demasiadas evidencias que sustenten dicho supuesto. Distinta es la situación en algunas

de las regiones aledañas, como el valle de Tafí, donde estudios sobre estructuras

productivas y espacios domésticos del sitio La Bolsa, cuyas ocupaciones se habrían dado

aproximadamente entre el 2000 y 1000 AP, han permitido plantear que el maíz y, en menor

medida, el poroto tarwi, el zapallo y algunos tubérculos, habrían sido los cultivos

predominantes (Berberián y Nielsen 1988; Franco Salvi y Berberián 2011; Franco Salvi

2012; Franco Salvi et al. 2014; Molar 2015). Para la Quebrada de Los Corrales, en el Abra

de El Infiernillo, restos arqueobotánicos recuperados en una cueva y contextos domésticos,

así como fitolitos registrados en andenes, hacen posible sostener también para el Formativo

un rol protagónico del maíz, cultivo del que se pudo identificar el consumo de 4 variedades:

Pisingallo, Culli (Zea mays var. amylacea), Capia y Morocho Amarillo (Zea mays var.

indurata) (Carrizo et al. 2003; Arreguez y González Díaz 2007; Oliszewski et al. 2008, 2018;

Oliszweski 2009; Arreguez et al. 2010; Oliszewski y Arreguez 2015).

De todos modos, si bien las evidencias arqueológicas de El Infiernillo y el valle de Tafí hacen

que sea difícil cuestionar el protagonismo del maíz durante el Formativo en tales regiones,

Korstanje (2015), a partir de estudios de microfósiles en estructuras productivas de sitios

del valle Calchaquí salteño (en las localidades de Gualfín, Quebrada Grande y Corralito),

hace un llamado de atención al señalar que para el Tardío o la breve ocupación cuzqueña

(ca. 1480-1530 D.C.) es incorrecto aceptar acríticamente al maíz como protagonista

necesario de la agricultura prehispánica. De hecho, los grupos que ocuparon los sitios

estudiados por Korstanje parecen más orientados a la producción de tubérculos que de

36
maíz, cuya presencia, en palabras de la investigadora, es escasa o dudosa. Esto último

refuerza la necesidad de atender la posible variabilidad interregional y analizar

sistemáticamente distintas líneas de evidencias que permitan corroborar uno u otro

escenario para Yocavil o Amaicha.

Por otro lado, ya para el momento de contacto hispano-indígena, en base a las crónicas de

los primeros conquistadores, una vez más se plantea que las economías valliserranas eran

eminentemente agrocéntricas, con una notable producción de maíz, aunque sin por ello

dejar de lado un fuerte apoyo en la recolección de algarroba y chañar (Lorandi 1988). Una

de las descripciones etnohistóricas más ilustrativas sobre la subsistencia de los grupos

valliserranos de las primeras décadas de la colonia la realiza en 1582 Pedro Sotelo Narváez

en su Relación de las provincias de Tucumán6, documento en el que destaca:

(…) yendose por estos valles adelante y gente se da en el balle de calchaquí [incluía al de Yocavil]

(…) tienen maneras de bibir como los del piru an hecho despoblar por fueça de armas a los

Españoles tres bezes y muerto munchos dellos (…)7 Es tierra muy abundante de papas [al margen

izquierdo: Papas turmas de tierra q´ se siembran] quinoa. mays. y frisoles çapallos trigo mayz y

çebada y todas legunbres algarroba y chañar y tienen la puna [al margen derecho: Puna es

paramo] cerca donde tienen gran suma de caça de guanacos bicuñas y tarugas y otras munchas

caças (…) (en Gentile Lafaille 2012: 602, comentarios añadidos).

Por otro lado, en 1696, Hernando de Torreblanca, un misionero jesuita asignado a la misión

de San Carlos (Salta) describe, en su Relación Histórica de Calchaquí, los enfrentamientos

6
Aunque somos conscientes de los riesgos de la utilización acrítica de fuentes etnográficas en
arqueología, dejando de lado la tentación de aplicar analogías directas, las consideramos una
herramienta valiosa como fuente de hipótesis a contrastar con el registro arqueológico.
7
Es probable que haga referencia a las fundaciones de Barco II, Córdoba de Calchaquí y San
Clemente de la Nueva Sevilla, todas en las inmediaciones de la actual ciudad de San Carlos, a unos
80 km al norte de Amaicha.

37
en el límite territorial entre los indios quilmes y pacciocas por el control de los algarrobales

que allí existían. Concretamente, comenta:

(…) Los Indios Quilmes, y demas naciones, un año de crudisima hambre, que perecian, y no tenian

recurso, si no se hacian amigos de los Pacciocas que tenian abundancia, y lo principal, eran

dueños de S. Carlos, endonde habia suma abundancia de algarroba, hicieron las paces, y con esto

se despobablan los pueblos de los enemigos á coger algarroba; y venian con sus mugeres y

chusma, y traian los carneros de la tierra [llamas], sus mantas para costales, y sin cuidado, ni

recelo, iban y venian. Los Pacciocas se previnieron de bastimento y matalotage, y se emboscaron

en un estrecho que hace el rio, y los pobres Quilmes iban á la deshilada sin recelo. Mataron

muchos, y principalmente desbarrancaron muchas mugeres en un remanso que hace el rio, y

estancado: quitáronles carneros, ropa y carga (…) (en Piossek Prebisch 1999: 80)

También, es pertinente mencionar que avanzado el período colonial y habiéndose

desnaturalizado a muchos grupos valliserranos para ser ocupados por los españoles en la

llanura tucumana, existieron numerosas quejas de encomenderos por la fuga de indios

hacia el valle Calchaquí durante el verano para la recolección de la algarroba, evento que,

según plantean los historiadores, habría ocupado un destacadísimo rol en la reproducción

de las sociedades prehispánicas (Arana 1999; Noli 2003).

El panorama que hemos delineado para el valle de Yocavil y el área valliserrana presenta

un claro contraste con los procesos ocurridos en el ámbito puneño. Para los grupos

cazadores-recolectores de la puna se esperan dietas con altos contenidos proteicos, siendo

la estrategia económica principal la caza de camélidos silvestres y, en menor medida, la

recolección de leguminosas. Durante el Formativo, la preponderancia de los recursos

cárnicos comienza a revertirse gradualmente con la introducción de la agricultura. De todas

38
maneras, el componente pastoril y la caza siguen siendo elementos centrales en las

economías puneñas formativas, aunque complementados por el cultivo a pequeña escala

de quinoa, tubérculos y cucurbitáceas. En tanto, durante el Tardío, se habría dado un

desarrollo e intensificación generalizada de las prácticas productivas agrícolas (sin que por

ello se haya socavado la importancia de la caza, que incluso parece haberse intensificado),

lo cual habría provocado un patrón de consumo con aportes más equilibrados de recursos

cárnicos y vegetales (aunque no necesariamente maíz) (Olivera 1997, 2001; Yacobaccio et

al. 1997-1998; Albeck 2000; Escola 2002; Olivera y Grant 2008; Killian Galván et al. 2016).

39
5. EL CASO DE ESTUDIO: LAS OCUPACIONES HUMANAS DURANTE EL PRIMER
MILENIO D.C. EN AMAICHA DEL VALLE

Para la quebrada de Amaicha, los sitios arqueológicos conocidos que poseen fechados

radiocarbónicos dentro del lapso temporal del primer milenio D.C. son Bajo Los Cardones,

El Remate y El Divisadero. A pesar de que se han identificado estructuras productivas y se

han recuperado restos bioarqueológicos en los sitios Bajo Los Cardones y El Remate, por

el momento, no se han desarrollado investigaciones enfocadas sistemáticamente en el

asunto aquí tratado. Muestras provenientes de estos dos sitios fueron analizadas

isotópicamente en el marco de la presente investigación junto con otras de Finca Cruz, un

sitio que todavía no cuenta con fechados radiocarbónicos pero que, sin embargo, es posible

asignar cronológicamente al primer milenio D.C. en función de ciertos elementos

contextuales que a continuación discutiremos.

El sitio El Divisadero, más allá de que tuvo una ocupación hacia los últimos siglos del lapso

temporal que aquí abordamos, será incluido en nuestra investigación ya que se han

publicado –pero no discutido– datos isotópicos de restos humanos asignados

radiocarbónicamente al período Arcaico (Gómez Augier y Caria 2012b; Gómez Augier

2017). Los mismos nos ofrecen la posibilidad de contrastar la dieta de los grupos del primer

milenio D.C. en relación a los patrones de consumo de los grupos cazadores-recolectores.

Sin embargo, aclaramos que no hemos trabajado directamente con materiales ni muestras

del sitio en cuestión.

En los apartados que se desarrollan a continuación se realizará una descripción de las

características generales de los sitios mencionados (Figura 11), destacando la información

disponible relativa a las evidencias de prácticas productivas o de consumo de recursos.

40
Figura 11. Imagen satelital con la ubicación de los sitios formativos conocidos para la quebrada de Amaicha.

41
5.1. El Remate

Las investigaciones realizadas en esta base residencial ubicada en la localidad de Los

Zazos a 2300 msnm datan de 1996, año en el que la Comunidad Indígena de Amaicha del

Valle solicitó la intervención del Instituto de Arqueología y Museo (IAM) en sitios con

problemas de conservación localizados en tierras comunitarias. Ubicado sobre una terraza

del río Amaicha (Figuras 12 y 13) cuyas coordenadas son 26° 35´ S y 66° 55´ O, el sitio se

caracteriza por un patrón arquitectónico que presenta dos sectores diferenciados. El sector

Sur se compone por unidades residenciales circulares compuestas, dispersas entre

andenes de cultivo asociados a una acequia cubierta (de una longitud de al menos 500 m)

y una posible represa ubicada al pie de un faldeo próximo. En el sector Norte, en cambio,

las estructuras habitacionales son más numerosas, presentando un patrón aglomerado

(Figura 14). Los fechados radiocarbónicos realizados sobre materiales procedentes de uno

de los recintos domésticos excavados en el sector Sur permitirían plantear que el sitio fue,

al menos, ocupado entre el ca. 1200 y 850 AP (Tabla 5) (Aschero y Ribotta 2007).

Código Fecha Corr. 1Ơ


Años AP Corr. 2Ơ DC Referencias
Lab. Corr. AP DC
LP 915 880 ± 50 SD SD 1036 - 1288 Cohen et al. 2000
UGA 8359 900 ± 40 1070 SD SD
Aschero y Ribotta
UGA 8360 1180 ± 40 1340 770-900 720 - 980
2007
UGA 8361 1130 ± 40 1310 SD SD

Tabla 5. Fechados radiocarbónicos obtenidos en El Remate.

En la misma unidad en la que se obtuvieron los materiales datados, por debajo del piso de

ocupación más antiguo, se halló una cista que contenía la inhumación de una niña, de entre

5 y 7 años de edad, cuyos restos fueron isotópicamente analizados en esta investigación.

Si bien se realizó una datación sobre una costilla de la niña, la escasez de colágeno produjo

que el fechado resultara postmoderno. De todas maneras, según Aschero y Ribotta (2007),

42
con un alto grado de confianza, puede asumirse que el entierro fue llevado a cabo durante

la ocupación más antigua de la estructura, alrededor del 1180 AP.

Figura 12. Imagen satelital con la ubicación del sitio El Remate.

Figura 13. Vista general del emplazamiento de El Remate. En el sector superior de la foto pueden
apreciarse las Cumbres Calchaquíes y en el inferior el río Amaicha. Fotografía cortesía de N.
Chiappe Sánchez.

43
Figura 14. Relevamiento planimétrico de El Remate (dibujo de E. Raúl Zelaya, tomado de Aschero
y Ribotta 2007).

44
En cuanto a las posibles evidencias de consumo, los únicos restos zooarqueológicos

recuperados en estratigrafía fueron algunos restos óseos de camélidos, una placa de

dasipódido, un fémur de tucu-tucu (Ctenomys spp.) y una concentración poco usual de

conchas de caracol (Epiphragmaphora sp.). Aunque la incidencia en la dieta debió ser poco

relevante, cabe destacar que la abundancia y el contexto de hallazgo de las conchas

permitirían plantear que los caracoles pudieron haber sido incluidos dentro de los recursos

consumidos por los ocupantes del sitio 8 (Cohen et al. 2000). En lo que a recursos vegetales

se refiere, análisis de microrestos realizados en artefactos de molienda provenientes de las

excavaciones permitieron identificar el procesamiento de especímenes de pseudocereales

(amaranto o quínoa) y tubérculos/raíces no diferenciados (Babot 2009a, 2009b).

5.2. Bajo Los Cardones

Este sitio, ubicado a 2600 msnm en la localidad de Los Cardones, ha sido estudiado

sistemáticamente desde el año 2000 y podría definirse como una base residencial integrada

de manera homogénea con espacios productivos. El asentamiento, cuyas coordenadas son

26º39’04’’ S y 65º50’29’’ O, se encuentra emplazado en las cercanías de una vega y a 120

m de la margen oriental del río Amaicha (Figura 15). Con una extensión espacial de 2 ha,

el sitio presenta numerosos recintos circulares y subcirculares, tanto simples como

compuestos, a los cuales por lo general se asocian estructuras monticulares. Los recintos

compuestos se conforman por una unidad mayor o patio (de un diámetro de 10 m o

superior), al cual se adosan otras de menor tamaño. Los recintos se encuentran inmersos

en un espacio de explotación agrícola-pastoril, donde se registran acequias, andenes,

8
De hecho, existen referencias históricas sobre el consumo de este tipo de moluscos en la Sierra de
San Javier, en el sector de selva pedemontana tucumana (Cohen et al. 2000).

45
terrazas, muros de contención y posibles corrales (Pastor y Rivero 2004; Chiappe Sánchez

2007, 2010; Somonte 2009).

Figura 15. Imagen satelital con la ubicación de Bajo Los Cardones.

Los restos óseos analizados isotópicamente fueron recuperados en el año 2007, durante la

excavación de una de las estructuras monticulares (adosadas a recintos) que aparecen en

el sitio. En ella se encontró una cista en la que se registró un entierro doble, de dos

individuos adultos, denominados Cuerpo 1 (C1) y Cuerpo 2 (C2) según el orden en que se

produjo el hallazgo (Chiappe Sánchez 2007, 2010) (Figura 16). Las dataciones

radiocarbónicas realizadas en el LATYR sobre muestras de los dos cuerpos arrojaron un

mismo fechado de 1300 ± 70 años AP (Muestras LP1951 - LP1952 / 686 - 827 AD y 839 -

864 AD, Calibración a 1 sigma con el Programa CALIB 5.0.1) (Somonte 2009).

Entre el material que acompañaba a los cuerpos se registró una punta de obsidiana, una

vasija y material cerámico fragmentado de un estilo similar al registrado para Tafí y La

Candelaria. Además, en asociación directa con el C2, aparecieron cuatro metapodios y un

46
canino de ocelote (Felis pardalis). En el sedimento que rellenaba el interior de la cista así

como en las cuadrículas excavadas alrededor de la misma, se recuperaron varias semillas

de chañar, un pequeño marlo de maíz y restos de cebil. Sobre los restos zooarqueológicos,

el taxón más abundantemente representado en el conjunto resultó ser Lama glama,

destacándose la ausencia de camélidos silvestres. También se recuperaron algunos restos

de roedores, anfibios, chinchíllidos, aves y placas de dasipódidos 9 (Chiappe Sánchez 2007,

2010).

Figura 16. Imagen del contexto mortuorio de Bajo Los Cardones (tomada de Chiappe Sánchez
2007).

9
Las placas de dasipódidos no se encuentran alteradas térmicamente, hecho que indicaría que no
se trató de animales que hayan sido consumidos (habitualmente se los cocina sobre el lomo,
quedando así las placas quemadas) (Chiappe Sánchez 2007).

47
5.3. Finca Cruz

Las intervenciones en Finca Cruz (coordenadas 26°36´17’’ S y 65°53’45’’ O), sitio ubicado

a 2060 msnm en la localidad de Los Zazos, fueron realizadas en el año 2014 a partir de

una denuncia hecha ante la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia de Tucumán

en la que se informaba sobre la aparición de entierros humanos en un viñedo propiedad del

Sr. Roberto Cruz (Figura 17). Así, en las tareas de rescate, se registraron dos cistas

funerarias semicirculares que contenían los restos de al menos tres individuos.

Figura 17. Imagen satelital con la ubicación de Finca Cruz.

En la Cista Oeste (CO) fueron recuperados restos de un individuo, probablemente

femenino, mientras que en la Cista Este (CE) fueron inhumados al menos dos individuos,

uno masculino y otro de sexo indeterminado (Figura 18). Entre el material que acompañaba

a los cuerpos se halló una pequeña vasija cerrada (tipo jarra), fragmentos cerámicos sin

48
decoración y unos pocos estilo Vaquerías, cuentas de collar, desechos de talla, núcleos de

andesita y escasos restos óseos de camélidos (Baied et al. 2014).

Figura 18. Imagen de la Cista Este.

Si bien todavía no se cuentan con fechados radiocarbónicos que permitan corroborarlo,

tanto la presencia de fragmentos cerámicos estilo Vaquerías como la similitud que presenta

la Cista Este con un contexto de entierro datado en 1560 + 25 AP del sitio Puesto Viejo 1

(Quebrada de Los Corrales, El Infiernillo) (ver Oliszewski et al. 2010) nos permiten realizar

una asignación cronológica relativa y asumir, tentativamente, que se trata de inhumaciones

llevadas a cabo durante la primera mitad del primer milenio de la era cristiana. Debe

recordarse que, aunque la cronología para Vaquerías se extiende desde el 200 A.C. al 400

D.C., sugerentemente, los contextos arqueológicos de Yocavil y regiones aledañas en los

49
que aparece este tipo cerámico han arrojado fechados casi sincrónicos, entre el 1800 y

2000 AP. En el sitio Soria 2, por ejemplo, se han identificado fragmentos de este estilo en

un contexto de fogón datado en 1940 ± 80 AP. En valle de El Cajón, en la aldea de Cardonal,

se ha registrado cerámica Vaquerías en un contexto ocupacional que se extiende entre el

1932 ± 35 y 1781 ± 35 AP. En Bordo Marcial, otro sitio cercano, se han encontrado

materiales de este estilo en un contexto doméstico datado en 1869 ± 38 AP. En el valle de

Tafí, en el montículo de El Mollar, cuyo componente formativo fue fechado entre el 1955 ±

55 y 1880 ± 65 AP, también se han recuperado restos de alfarería de este estilo (ver Bugliani

y Pereyra Domingorena 2012; Pereyra Domingorena et al. 2015).

5.4. El Divisadero

Este sitio (26°36´11” S y 65°50´04” O) localizado a 2600 msnm sobre el pedemonte proximal

de Cumbres Calchaquíes de la zona de Ampimpa presenta estructuras habitacionales

circulares, tanto agregadas como dispersas, distribuidas entre montículos, estructuras

agrícolas (canchones y andenes), canales de riego y posibles corrales (Figura 19). La

cerámica recuperada tanto en estratigrafía como en recolecciones superficiales

corresponde a estilos típicos del primer milenio D.C.: Condorhuasi, Ciénaga, Candelaria y,

posiblemente, Aguada (Gómez Augier y Caria 2012b; Caria 2014; Gómez Augier 2017).

50
Figura 19. Imagen satelital de El Divisadero.

Los fechados obtenidos en este sitio permiten plantear al menos dos ocupaciones. Las

evidencias más tempranas, del Arcaico, corresponden a inhumaciones secundarias y

múltiples de al menos 9 individuos sin ningún tipo de asociación artefactual. Los análisis

radiocarbónicos realizados sobre los cuerpos arrojaron fechados cercanos al 4000-4100

AP. La otra ocupación, en concordancia con los estilos cerámicos antes mencionados, se

dio durante los últimos siglos del primer milenio D.C., alrededor del 1250 AP. En este caso,

los fechados fueron obtenidos a partir de material recuperado en estructuras residenciales

compuestas, entre ellos algunos pocos restos de camélidos (Gómez Augier y Caria 2012b;

Gómez Augier 2017) (Tabla 6).

51
Contexto
# Laboratorio Años AP Cal. 1σ (DC / AC)
Procedencia
AA104661 4154 ± 48 2858 - 2810 / 2750 - 2723
AA94585 4114 ± 54 2835 - 2816 / 2667 - 2546
Entierro 1
AA104660 4114 ± 50 2848 - 2813 / 2692 - 2689
AA104659 4039 ± 52 2618 - 2608 / 2598 - 2595
AA104663 4038 ± 45 2573 - 2469
AA104662 Entierro 2 3991 ± 42 2563 - 2533 / 2494 - 2431
AA94586 3943 ± 55 2463-2297
AA 94587 1275 ± 43 723 -740 / 770 - 880
Recintos
AA 88060 1239 ± 47 776 - 894

Tabla 6. Fechados radiocarbónicos disponibles para El Divisadero. Calibraciones realizadas con


Radiocarbon Calibration Program Calib Rev 6.0 (Stuiver y Reimer 1986-2010) (Gómez Augier y
Caria 2012b; Gómez Augier 2017).

52
6. METODOLOGÍA

Habiendo especificado las características de los contextos de procedencia de los casos

analizados en nuestra investigación, a continuación desarrollaremos los principios,

conceptos y fundamentos necesarios para comprender los alcances (y limitaciones) del

método de los isótopos estables para aplicarlo en aproximaciones arqueológicas a la dieta

de grupos humanos.

6.1. Isótopos estables: nociones fundamentales

Los isótopos son átomos de un mismo elemento químico cuyos núcleos tienen un mismo

número atómico (cantidad de protones) pero difieren en el número másico (cantidad de

protones más neutrones). Dado que la estabilidad nuclear depende de la relación entre

protones y neutrones, existen dos tipos de isótopos: los inestables (o radioactivos) y los

estables. Mientras los primeros sufren un proceso por el cual se desintegran espontánea y

progresivamente, los isótopos estables, en cambio, no presentan decaimiento observable.

Por otro lado, la diferencia de masa entre dos isótopos permite distinguir entre variables

pesadas y livianas de un mismo elemento, que presentan ligeras variaciones en sus

propiedades fisicoquímicas. Estas variaciones provocan una mayor reactividad de las

variables livianas, dado que estas forman enlaces menos energéticos, provocando que se

rompan más fácilmente. Esto determina el fenómeno que se denomina fraccionamiento, a

través del cual se generan diferencias en la composición de una muestra dada con respecto

a la del sustrato de partida, alterando la relación de equilibrio entre ambos tipos isotópicos

(Ehrlinger 1989; Fry 2006).

53
En la naturaleza, las variantes pesadas de un isótopo aparecen en proporciones

notablemente inferiores a las variantes livianas, siendo posible utilizarlas como elementos

traza y definir así la abundancia isotópica relativa en una cantidad determinada de materia

en relación con un material de referencia estandarizado (empíricamente, resulta más

sencillo determinar la abundancia relativa de dos isótopos que sus abundancias absolutas).

Una vez determinada la abundancia relativa de dos isótopos en una muestra utilizando un

espectrómetro de masas (ver Apartado 7.5.), se comparan los resultados obtenidos con los

valores de un material estándar aplicando la siguiente fórmula:

δ = ((Rmuestra / Restándar) -1) x 1000

Donde R representa la proporción del isótopo pesado con respecto al liviano. El resultado

(δ) se expresa en partes por mil (‰). Si este es negativo, significa que la muestra analizada

se encuentra empobrecida: posee X ‰ menos que el estándar internacional. En su

momento, se utilizaba como estándar del carbono (13C/12C → δ13C) al PDB (Pee Dee

Belemnite), definido por la composición de un fósil marino del Cretácico, la belemnita, de la

formación Pee Dee, en Carolina del Sur (Estados Unidos). Sin embargo, debido al

agotamiento de la fuente, hoy se utiliza un patrón prácticamente idéntico, el V-PDB (Vienna-

PDB). Para el caso del nitrógeno (15N/14N → δ15N), se utiliza el AIR (el estándar del nitrógeno

atmosférico) o bien el SMOW (Standard Mean Ocean Water) (Craig 1957; Gonfiantini 1978;

Aitken 1990; Coplen 1994; Gonfiantini et al. 1995).

6.2. Isótopos del carbono

Las plantas transforman el CO2 atmosférico en glucosa a través de la fotosíntesis,

generando un sesgo con respecto a las moléculas que contienen a los isótopos más

54
pesados (13C/12C), mecanismo por el cual la planta fija una relación de carbono distinta a la

atmosférica (Ambrose 1993). Sin embargo, este fraccionamiento en δ13C varía en función

de la vía metabólica de la fotosíntesis, la cual puede ser de tres clases: C3 (Ciclo de Calvin-

Benson), C4 (Ciclo de Hatch-Slack) y CAM (Crassulacean Acid Metabolism). Del total de

las especies botánicas, 89% presenta metabolismo fotosintético de tipo C3 y 10% tipo CAM.

Las C4 tan solo representan el 1% (Leegood 1993). Casi la totalidad de dicotiledóneas

(incluyendo los árboles), herbáceas de estación fría y arbustos son C3, mientras que buena

parte de las herbáceas de regiones cálidas y áridas presentan un patrón fotosintético C4

(Smith y Epstein 1971)10.

Las diferencias en el fraccionamiento isotópico provocan que las plantas C4 fijen el carbono

con valores medios entre -12‰ a -14‰, pudiendo variar dentro del rango -9‰ a -21‰. La

composición isotópica de las plantas C3, en cambio, presenta generalmente valores de -

6‰ a -28‰, siendo sus ratios variables entre -22‰ a -38‰ (O´Leary 1981, 1988; Tieszen

1991). Las CAM combinan una fotosíntesis tipo C3 durante el día y una C4 durante la fase

nocturna, pudiendo presentar dispersiones cercanas a uno u otro tipo de plantas o bien

valores intermedios (Vogel 1993). Las plantas con metabolismo CAM constitutivo (es decir,

que siempre permanecen en su estado CAM a pesar de ser sometidas a situaciones de

estrés) suelen presentar valores δ13C similares a las C4, mientras que aquellas de

metabolismo CAM facultativo (que también pueden fijar CO2 como una C3) presentan

dispersiones en el rango de -30‰ a -10‰ (Griffiths 1992).

10
Por esto último, si bien la representatividad de las especies C4 dentro del total de especies botánicas es
bajísima, ella aumenta notoriamente en las regiones áridas, lo que de todos modos no implica que
necesariamente presenten una mayor distribución o cobertura que las especies C3 en este tipo de ambientes.

55
En tanto, durante la vida de cualquier animal, los componentes químicos que éste procesa

a través de la digestión son incorporados a sus huesos y demás tejidos corporales. Así,

conociendo la composición química de sus restos orgánicos es posible inferir la naturaleza

de su dieta, discriminando la importancia relativa de las distintas clases de recursos

consumidos (Pate 1994; Tykot 2004, 2006; Tykot et al. 2009).

Por otro lado, distintos tejidos del hueso reflejan diferentes componentes de la dieta. La

composición isotópica del colágeno, la parte orgánica del hueso, refleja fundamentalmente

la porción proteica de la dieta. El 20% del colágeno óseo se constituye por aminoácidos

esenciales, moléculas que no pueden ser sintetizadas por el propio organismo, mientras

que el otro 80% corresponde a aminoácidos no esenciales, en cuya síntesis pueden

participar las grasas y carbohidratos (Sillen et al. 1989). Sin embargo, resulta

energéticamente más eficiente aprovechar directamente los aminoácidos no esenciales

disponibles en la dieta, hecho que explicaría la incidencia de las proteínas sobre los valores

isotópicos del colágeno (Jim et al. 2004). Lo dicho implica que en los valores de δ13C del

colágeno (δ13Ccol) los recursos cárnicos estarán sobrerrepresentados, en detrimento de los

alimentos con bajos contenidos proteicos (como la mayor parte de los vegetales). De este

modo, los valores de δ13Ccol obtenidos en humanos, por lo general, representan una

evidencia indirecta de la dieta de los animales consumidos11. Por otro lado, la composición

de la porción mineral del hueso, la hidroxiapatita, está condicionada por la dieta total. Por

lo tanto, los valores de δ13C (δ13Cap) dependerán de las proteínas, carbohidratos y lípidos

11
La excepción a esto se da cuando existen dietas con niveles de consumo cárnico extremadamente
bajos. En tales casos, la composición química del colágeno puede verse afectada por los recursos
no-proteicos aprovechados (Schwarcz 2000). Además, no debería dejar de considerarse que
muchos recursos vegetales del mundo andino tienen contenidos de proteínas relativamente altos.
Por ejemplo, según la variedad, los granos de quinoa poseen entre un 9% y 15% de proteínas (la
media resulta de 12,69%) (González et al. 2015) e incluyen una buena proporción de aminoácidos
esenciales (como isoleucina, leucina, lisina, metionina, etc.) (Koziol 1992; Repo-Carrasco 2003;
Reyes Montaño 2006). En tanto, el contenido proteico de la harina de algarroba es 13,88% y 8,16%
para el caso de la harina de chañar (Charpentier 1998).

56
consumidos (Ambrose y Norr 1993; Tykot 2004, 2006). Ello se debe a que la formación del

carbonato de la hidroxiapatita deriva del bicarbonato disuelto en sangre, cuya composición

depende del pool de carbono disponible en el metabolismo (Schwarcz 2000).

Aunque debe aceptarse cierto grado de incertidumbre al respecto (especialmente para

dietas con contenidos proteicos extremos, ya sean altos o bajos), entre la media de los

recursos aprovechados como fuente de proteínas y los valores de δ 13Ccol, para humanos,

se suele aceptar un fraccionamiento de aproximadamente +5‰ (Ambrose et al. 1997;

O´Connell et al. 2012)12. En el caso del espaciamiento entre la dieta y los valores de δ 13Cap,

aunque en distintos estudios experimentales se han observado casos con enriquecimientos

variables entre +8‰ y +14‰ (ver, por ejemplo, Harrison y Katzenberg 2003), para humanos

por lo general se asume un fraccionamiento de +9,5‰ (Krueger y Sullivan 1984; Lee-Thorp

et al. 1989; Ambrose y Norr 1993; Jim et al. 2004; Hedges et al. 2005). Una de las causas

de este enriquecimiento se ha propuesto que es la producción de metano, el cual se

encuentra empobrecido aproximadamente un 30% en δ 13C con respecto a la dieta. En

principio, a mayor producción de este gas, mayor será el fraccionamiento (Passey et al.

2005).

Además, se ha planteado que el valor absoluto del espaciamiento entre los valores

isotópicos obtenidos sobre colágeno y apatita puede utilizarse para inferir la incidencia en

la dieta de las proteínas en relación con los carbohidratos y lípidos: a menor ∆ δ13Ccol-ap,

mayor sería el consumo de proteínas animales. Según este modelo, diferencias de 1‰ -

2‰ indicarían una dieta basada casi exclusivamente en recursos cárnicos; diferencias de

12
La incertidumbre deviene del hecho de que este fraccionamiento ha sido bien documentado en
herbívoros y carnívoros (Schoeninger y DeNiro 1984; Sealy et al. 1987) pero no así en humanos, por
las dificultades experimentales que ello conlleva.

57
7‰ -11‰ reflejarían lo contrario, una dieta basada en recursos vegetales; y espaciamientos

intermedios, entre 4‰ - 6‰, supondrían un aporte equilibrado de ambos tipos de recursos

(Ambrose y Knorr 1993; Ambrose et al. 1997; Tykot 2004, 2006; Finucane et al. 2006). Sin

embargo, esto ha sido cuestionado por Kellner y Schoeninger (2007), quienes argumentan

que el ∆ δ13Ccol-ap sólo puede utilizarse como un indicador de posibles diferencias en la

composición isotópica de los recursos cárnicos y vegetales aprovechados en la dieta.

Según estos autores, dado que el espaciamiento δ 13Cdieta-col sigue un modelo de

enrutamiento, el ∆ δ13Ccol-ap será de +4‰ o +5‰ siempre y cuando no existan diferencias

en la composición de δ13C de las proteínas consumidas con respecto a la del resto de los

nutrientes. Esto implica que si los valores absolutos del espaciamiento apatita-colágeno

caen fuera del rango indicado, se produciría un sesgo que subestimaría los macronutrientes

no proteicos en la fracción orgánica del hueso.

6.3. Isótopos del nitrógeno

El 14N y 15N son los dos isótopos estables del nitrógeno. La transferencia de este elemento

hacia la biósfera se produce por dos mecanismos: la fijación simbiótica y la absorción de

nitrógeno mineral del suelo. La fijación simbiótica se produce gracias a la acción de

organismos ubicados en las raíces de las plantas fijadoras, que convierten el nitrógeno

atmosférico inorgánico (N2) en formas aprovechables por las plantas: iones de nitrato o

amonio (Pidwirny 2004). Este proceso conlleva un fraccionamiento en 15N muy bajo, por lo

que las plantas fijadoras tienen valores isotópicos prácticamente iguales a los de la

atmósfera. El resto de las plantas (que son la mayoría), en cambio, absorben el nitrógeno

de los compuestos disponibles en el suelo, los cuales son generados a partir de la materia

orgánica en descomposición o provienen de las fuentes hídricas (aguas subterráneas, la

lluvia, etc.) (Schoeninger y DeNiro 1984). La media de δ15N para las plantas fijadoras resulta

58
de +1‰ (con un rango típico de -2‰ a +2‰), mientras que para las no fijadoras es de +3‰

(con un rango variable entre 0‰ y +6‰) (Pate 1994).

Ahora bien, debido a que el nitrógeno no se encuentra presente en los carbohidratos o

lípidos, para los animales y humanos, el valor δ15N refleja, al igual que δ13Ccol, la

composición isotópica de las fuentes de recursos proteicos (Ambrose et al. 1997). Mientras

que en los herbívoros los valores de δ15N presentan un fraccionamiento de +3‰ - +4‰

(pudiendo llegar hasta +5‰) con respecto a la media isotópica de la plantas consumidas,

en el caso de los carnívoros y omnívoros, otro enriquecimiento similar se produce con

respecto a la media de los animales consumidos. Ello se explica ya que se produce un

enriquecimiento en los valores de nitrógeno por cada salto de nivel trófico (Hedges y

Reynard 2007). El mecanismo responsable de este tipo de enriquecimiento (por salto

trófico) posiblemente sea la eliminación de urea [CO(NH₂)₂], compuesto empobrecido que

es el resultado terminal del metabolismo de las proteínas y que está presente

abundantemente en la orina y la materia fecal (Ambrose 1991)13.

6.4. Identificando variaciones en la dieta de un individuo

Establecer si existieron diferencias entre la dieta infantil, juvenil y aquella de los últimos

años de vida de un individuo es posible ya que los valores isotópicos de los huesos son el

resultado de los recursos consumidos durante los últimos años de vida, mientras que la

composición de las distintas secciones de los dientes son el reflejo de la dieta durante la

13
Si bien se ha propuesto que herbívoros sometidos a constante estrés hídrico pueden presentar
valores notoriamente enriquecidos debido a mayores tasas de eliminación de urea (Sillen et al. 1989),
actualmente existen dudas sobre hasta qué punto los niveles de δ15N están condicionados por
factores fisiológicos, ya que el enriquecimiento bien puede responder a la incorporación en la dieta
de plantas con valores altos de δ15N, lo cual es característico de ambientes áridos debido a la
composición química de los suelos típicos (Hedges y Reynard 2007).

59
formación de los mismos. Esto se explica debido a que la mayor parte del colágeno óseo

se renueva en un lapso de 7-10 años14, mientras que los dientes, en cambio, no se

remodelan a lo largo de la vida de un individuo, siendo entonces su composición isotópica

la consecuencia de la dieta durante la etapa del proceso de maduración de la pieza dental

en cuestión (Tykot 2004, 2006; Hedges et al. 2007).

En esta investigación, se han utilizado muestras de la raíz y corona de los primeros y

terceros molares de los cuerpos recuperados en dos de los sitios tratados (Bajo Los

Cardones y El Remate). Hemos procedido de este modo teniendo en cuenta que la

formación de la raíz comienza una vez que la corona ha sido completamente desarrollada

(el proceso se inicia con la aparición de la cripta y luego la calcificación inicial o

mineralización de las cúspides). Por ello, la composición isotópica de la corona del primer

molar refleja la dieta de los primeros 2 o 3 años de vida del individuo, mientras que su raíz

permite inferir los patrones de consumo entre los 2,5-3 y los 9-10 años. En cambio,

isotópicamente, la corona del tercer molar es representativa de la dieta del lapso

transcurrido entre el inicio de la calcificación, hecho que se produce a los 7-9 años, y el

momento en que termina su desarrollo, a los 12-16 años. En tanto, la composición isotópica

de la raíz del tercer molar es el reflejo de la dieta entre los 12-16 y los 18-25 años (para

más detalle sobre la maduración de la dentición ver Nelson 2014) (Tabla 7 y 8).

14
Sin embargo, la remodelación del colágeno puede variar según el tipo y parte del hueso, pudiendo
oscilar en el rango de los 5 y 20 años. Por ejemplo, los huesos sometidos a fricción mecánica, como
la mandíbula, se remodelan antes que los huesos del cráneo (Hedges et al. 2007).

60
Figura 20. Dentadura humana. 1). Incisivo Central, 2) Incisivo Lateral, 3). Canino, 4) Primer
Premolar, 5) Segundo Premolar, 6) Primer Molar, 7) Segundo Molar, 8) Tercer Molar. Imagen
tomada de Nelson 2014.

Dentición Permanente
ETAPA M1 M3
Calcificación Inicial 0 7a9
AÑOS

Corona Desarrollada 2.5 a 3 12 a 16


Erupción 6a7 17 a 21
Raíz Desarrollada 9 a 10 18 a 25

Tabla 7. Etapas de maduración del primer y tercer molar (datos tomados de Nelson 2014).

Corona Raíz
Primer
0 a 3 años 3 a 10 años
Molar
Tercer 7 a 16 a 16 a 25
Molar años años

Tabla 8. Rangos etarios para la maduración de cada una secciones del primer y tercer molar (datos
tomados de Nelson 2014).

Por último, antes de cerrar este apartado, debemos aclarar que como resultado del efecto

del nivel trófico, durante la lactancia, período que suele extenderse hasta los 18 meses

después de nacido, el niño presenta en sus tejidos valores de nitrógeno y carbono

61
enriquecidos con respecto a los de su madre. Luego, a medida que se incorporan alimentos

complementarios a la dieta del infante, los valores isotópicos empiezan a declinar

progresivamente. Se estima que la magnitud de este enriquecimiento para el δ 13Ccol es de

1,2 ± 0,4‰, mientras que para el δ15N resulta de 3,2 ± 0,8‰ (Fuller et al. 2003). Este asunto

debe ser tenido en cuenta en investigaciones isotópicas al momento de interpretar los

valores de aquellas piezas dentales cuya formación se inicia durante los primeros años de

vida.

6.5. Fuentes de variabilidad isotópica

Entre las variables ambientales que inciden en el fraccionamiento isotópico del carbono se

incluyen la temperatura, irradiación solar, altitud, exposición a situaciones de estrés hídrico,

estrés osmótico (asociado a suelos muy salinos) y variaciones en las concentraciones del

δ13C atmosférico (Tieszen 1991; Heaton 1999; Tessone 2010). Sobre este último punto,

además de ligeras variaciones en las concentraciones atmosféricas asociadas a la latitud,

estacionalidad y ciertas condiciones ecológicas (por ejemplo, el canopy effect15), debemos

destacar que debido a la combustión de combustibles fósiles, los valores atmosféricos han

pasado de -6,5‰ en momentos preindustriales a -8‰ en la actualidad (Tieszen 1991). Este

fenómeno, denominado efecto Suess, hace necesario que los resultados que se obtengan

sobre muestras actuales que vayan a ser utilizados para realizar inferencias sobre grupos

preindustriales deban ser sometidos a una corrección de dicha desviación (+1,5‰) (Pate

1994).

15
Este fenómeno se manifiesta en ambientes boscosos y selváticos, densos y cerrados, donde
existen restricciones físicas para la libre combinación de las liberaciones de CO 2 empobrecido que
se produce a través de la respiración vegetal con el CO 2 atmosférico (van der Merwe y Medina 1989,
1991).

62
Para el caso del nitrógeno, se espera que a mayor aridez, mayores sean también los valores

de δ15N. Ello se debe a que los suelos salinos (o salino-sódicos), típicos de zonas áridas,

presentan mayores contenidos de nitrógeno inorgánico (en forma de nitratos y amonio)

(Sillen et al. 1989; Pate 1994; Codron et al. 2005; Hartman 2011). El efecto contrario

(empobrecimiento) se registra en suelos afectados por procesos de lixiviación intensos,

fenómeno que provoca la pérdida excesiva de sales (suelos de granulometría arenosa,

ambientes con precipitaciones torrenciales). Como han demostrado Killian Galván y

Salminci, este fenómeno puede resultar significativo en cultivos sometidos a riego, práctica

indispensable en zonas áridas o semiáridas (2014). De todas maneras, no debe dejar de

tenerse en cuenta que la salinidad (y sodicidad) puede ser el resultado también, justamente,

de prácticas de regadío. Ello puede deberse a la utilización de aguas con altos contenidos

de sales en solución, o bien a un proceso de acumulación paulatino de las sales aportadas

por el agua de riego en ambientes con tasas de evapotranspiración elevadas (altas

temperaturas, fuerte irradiación solar). Otra fuente de variabilidad que genera valores

enriquecidos de δ15N es la utilización de guano en campos de cultivo como fertilizante

natural (Killian Galván 2015). Ello se debe a que el guano posee elevados valores de δ 15N

debido a las pérdidas de 14N a través de la volatización del amonio.

Tanto para el carbono como nitrógeno, especialmente para las plantas C3, existen

diferencias en los ratios isotópicos entre los diferentes componentes bioquímicos de las

células de las plantas (lípidos, lignina, celulosa, etc.) así como entre sus diferentes tejidos

(raíces, hojas, tallos, semillas, etc.). Además, no debe dejar de considerarse que plantas

de una misma especie, que ocupan un mismo parche ecológico, pueden presentar distintos

valores isotópicos debido a diferencias genéticas dentro de una población y/o cambios

temporales en la fisiología y relación con el medio de la planta a lo largo de su ciclo de

63
desarrollo. Estas diferencias intraespecíficas generalmente son de entre 0,8‰ y 1,5‰,

pudiendo alcanzar valores más elevados en regiones áridas (Heaton 1999).

La existencia de las fuentes de variabilidad antes consideradas provoca que sea necesario

establecer la ecología isotópica específica del área de estudio, para lograr así un marco de

interpretación preciso que permita una correcta lectura de los resultados obtenidos en

muestras humanas (ver, entre otros, Ambrose y DeNiro 1986; Post 2002). Es por ello que

en este trabajo también se analizaron las señales isotópicas de restos de camélidos,

especies con potencial forrajero, muestras de cultivos y recursos vegetales silvestres de

posible importancia económica en tiempos prehispánicos.

6.6. Preservación de las señales isotópicas primaras

La señal isotópica del colágeno de los huesos y la dentina es pasible de alteraciones post

mortem debido a los remanentes originados por degradación diagenética (por la acción de

hongos o bacterias) o bien por procesos de disolución y reprecipitación de sustancias

húmicas que facilitan la incorporación de iones de carbono del medio circundante. Aunque

la hidroxiapatita del hueso es más inerte gracias a su menor contenido orgánico, mayor

densidad y mayor tamaño relativo de los cristales que conforman su estructura, todavía es

pasible a alteraciones postdepositacionales en sus valores isotópicos primarios debido a

procesos de recristalización, los cuales permiten el intercambio de carbonatos con el medio.

La apatita del esmalte, en cambio, es mucho más estable y relativamente inmune a estos

procesos ya que presenta una menor porosidad gracias a una cristalinidad mayor que la

apatita de los huesos (Elliott 1994). Lo indicado precedentemente obliga someter a las

muestras a procedimientos de purificación normalizados antes de realizar las

cuantificaciones isotópicas correspondientes (ver Capítulo 7).

64
Más allá de esto, los resultados serán confiables siempre y cuando la muestra conserve

una proporción atómica C:N típica, la cual es utilizada como uno de los principales

indicadores del grado de preservación de la composición isotópica primaria. Así, deberían

ser descartadas las muestras cuya relación atómica C:N se encuentre fuera de la gama

normal (2,9 – 3,6) (DeNiro 1985; Ambrose 1990).

Otra forma de ponderar la preservación de las señales isotópicas es evaluar el rendimiento

del colágeno y la hidroxiapatita. Para ello, las muestras son pesadas antes y después de

someterlas a los tratamientos químicos necesarios. La relación entre el peso inicial y el peso

final de las muestras permite conocer el rendimiento de cada fracción. En el caso del

colágeno, cuya concentración en huesos que no han sufrido diagénesis es de

aproximadamente 22%, un rendimiento del 1% es el estándar mínimo aceptado para

considerar los resultados como válidos (valores más bajos complican la remoción de

contaminantes) (Van Klinken 1999). Aunque no se han definido valores críticos, para

evaluar el rendimiento de la hidroxiapatita se determinan los porcentajes de materia

orgánica eliminada y también de carbonatos de origen postdepositacional (Tessone 2010).

65
7. SELECCIÓN Y TRATAMIENTO DE LAS MUESTRAS

A continuación describiremos el proceso de muestreo implementado, explicitando los

criterios tenidos en cuenta para la selección de cada tipo de material analizado

isotópicamente: las muestras humanas, botánicas y faunísticas. Se explicarán también los

tratamientos químicos a los que las mismas fueron sometidas para su procesamiento con

un espectrómetro de masas de relaciones isotópicas en el Instituto de Geocronología y

Geología Isotópica (INGEIS / UBA - CONICET), describiendo, por último, la manera en que

funciona dicho instrumento.

7.1. Muestras humanas

Un total de 9 muestras de fragmentos óseos y 13 muestras de 8 piezas dentales fueron

enviadas para ser analizadas en el INGEIS (Tabla 9). Para la selección de las muestras

óseas, en una primera instancia, se hizo un reconocimiento general de los cuerpos de los

individuos recuperados en los contextos funerarios de Bajo Los Cardones (2) y El Remate

(1) (todavía no se había realizado el rescate en Finca Cruz). De cada uno de los tres

individuos se extrajeron muestras óseas de aproximadamente 3 gramos para ser

analizadas isotópicamente. Al momento de la selección, se escogieron aquellos huesos en

el mejor estado de conservación relativo, evitando usar aquellas áreas que pudieran brindar

información morfológica y/o paleopatológica. Cuando estuvieron disponibles, también se

extrajo el primer y tercer molar de cada cuerpo16. Se seleccionaron estas piezas dentales

ya que su composición isotópica permite inferir la dieta en distintos momentos de las

primeras décadas de vida de un individuo. Los molares de los individuos de Bajo Los

16
El reconocimiento e identificación de las piezas dentarias fue realizado con la colaboración del Dr.
Edmundo Raúl González, Profesor Titular de la Cátedra de Anatomía General y Dentaria de la
Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Tucumán.

66
Cardones y El Remate fueron luego seccionados en dos, raíz y corona, para así obtener

más precisiones sobre posibles variaciones en las dietas de los individuos analizados.

Luego de enviar esta primera tanda de muestras, desde el INGEIS se nos solicitó un

segundo muestreo de fragmentos óseos de los cuerpos por problemas con el instrumental

técnico del laboratorio para la extracción de hidroxiapatita. Después de enviar esta nueva

tanda de muestras óseas, pudo lograrse una determinación sobre hidroxiapatita para la

muestra original del Cuerpo 1 de Bajo Los Cardones, motivo por el cual presentaremos dos

resultados de δ13Cap para este caso. Lamentablemente, para la niña de El Remate, no

pudieron obtenerse datos de δ13Cap de la segunda muestra enviada.

Una tercera tanda de muestras humanas fue enviada al INGEIS luego del hallazgo de los

tres entierros en Finca Cruz, aplicando los mismos criterios para la selección de las mismas.

De todos modos, por razones presupuestarias, en esta ocasión se decidió realizar los

análisis sobre las piezas dentales completas, sin seccionar la raíz y corona de los molares,

como se hizo en las muestras de los otros dos sitios. En tanto, tampoco se obtuvieron

determinaciones de δ13Cap sobre los restos de los cuerpos de este sitio.

67
Sitio Individuo Sexo Edad Años AP Detalle Muestra Cant.
Fragmento Óseo 2
Molar 3 - Corona 1
C1 Masculino 30 a 45 Molar 3 - Raíz 1
Molar 1 - Corona 1
Molar 1 - Raíz 1
Bajo Los Cardones 1300 ± 70
Fragmento Óseo 2
Molar 3 - Corona 1
C2 Masculino 23 a 29 Molar 3 - Raíz 1
Molar 1 - Corona 1
Molar 1 - Raíz 1
Fragmento Óseo 2
El Remate - Femenino 5a7 ca. 1180 Molar 1 - Corona 1
Molar 1 - Raíz 1
CO Masculino 20 a 35 Fragmento Óseo 1
Molar 1 1
CEC1 Femenino 20 a 35 Molar 3 1
Finca Cruz ca. 2000 - 1500
Fragmento Óseo 1
Molar 1 1
CEC2 Masculino 20 a 35
Fragmento Óseo 1

Tabla 9. Tipo de muestras humanas seleccionadas para cada cuerpo.

7.2. Muestras faunísticas

En cuanto a las muestras faunísticas, dos fragmentos óseos de camélidos –también de

cerca de 3 gramos– fueron seleccionados entre los restos zooarqueológicos disponibles en

las colecciones provenientes de las excavaciones de El Remate y Bajo Los Cardones. Se

evitaron huesos sometidos a la acción del fuego dado que, aunque luego de la combustión

se conserva la apatita, experimentalmente ha sido demostrado que las fracciones del hueso

se ven fuertemente contaminadas por los carbonatos presentes en el combustible utilizado

(Snoeck et al. 2016)17.

17
Lo mismo es válido para restos botánicos.

68
La muestra escogida del primer sitio correspondió a un fragmento de mandíbula de Lama

glama que se encontró asociado estratigráficamente a material que ya había sido fechado

radiocarbónicamente. De Bajo Los Cardones se seleccionó un fragmento de isquion

también de Lama glama proveniente del mismo montículo que contenía la cista en la que

fueron enterrados los dos individuos. Por otro lado, se efectuó una salida de campo al área

de Cumbres Calchaquíes con el fin de obtener muestras de camélidos silvestres. Así, a una

altitud de 3950 msnm, se recuperaron esqueletos prácticamente completos de 2 guanacos.

Un fragmento óseo de cada uno de estos animales fue analizado isotópicamente (Tabla

10).

Procedencia Taxa Detalle Muestra Años AP

Bajo Los Cardones Lama glama Isquion ca. 1300


El Remate Lama glama Mandíbula ca. 1180-900
Cumbres Calchaquíes Lama guanicoe Sin Identificación Actual
Cumbres Calchaquíes Lama guanicoe Sin Identificación Actual

Tabla 10. Detalle de las muestras de camélidos analizadas isotópicamente.

7.3. Muestras vegetales

Para obtener muestras de los recursos cultivables, directamente se solicitó a pobladores

con chacras en la zona de Encalilla y Los Zazos que nos proporcionaran especímenes de

aquellos cultivos andinos que manejasen en forma tradicional, sin uso de agroquímicos,

para evitar así distorsiones artificiales en los valores isotópicos de nitrógeno. De tal manera,

se obtuvieron muestras de 4 variedades de Zea mays (Capia Blanco, Amarillo, Blanco y

Colorado) cultivadas por el Sr. Marcos Pastrana y granos de tres ejemplares de

Chenopodium quinoa de la chacra del Sr. Jesús Silva.

69
En cuanto a los recursos vegetales silvestres, en agosto del 2014, se efectuó una salida de

campo para obtener muestras de especies aptas para consumo humano, o bien, con

potencial forrajero para camélidos. Las especies silvestres fueron obtenidas de tres sitios

de muestreo, elegidos con el propósito de comenzar a delinear un registro que contemple

la variabilidad ecológica de los biomas que existen dentro del área de estudio: la estepa

arbustiva, parches de vega o pajonal y los pequeños bosques. Dentro del ámbito definido

como estepa arbustiva, se realizaron extracciones en un glacis en la zona de Los Cardones

(2700 msnm). Otro muestreo fue realizado en una vega (2400 msnm) en las márgenes del

río Amaicha. El paraje de Encalilla (1950 msnm), con pequeñas concentraciones de taxones

arbóreos, fue la tercera área dónde se obtuvieron muestras de especies silvestres.

Durante prospecciones extensivas, se extrajeron aleatoriamente entre 1 y 3 muestras de

aquellas especies vegetales con posibles cualidades forrajeras (descartando arbustos

excesivamente leñosos o muy espinosos). Los ejemplares obtenidos se dejaron secar por

5 días en un ambiente de baja humedad, siendo luego conservados envueltos en papel

neutro. Las identificaciones taxonómicas correspondientes fueron realizadas por la Dra.

Soledad Cuello (INQUINOA – CONICET), verificando que no se tratara de biota

naturalizada o introducida. Luego se procedió a seleccionar los especímenes a ser

efectivamente analizados, priorizando, por cuestiones de financiamiento, el análisis de

cultivos, herbáceas, arbustos con material foliar palatable y vainas de especímenes

arbóreos de importancia económica y/o forrajera.

De ciertas especies se decidió realizar más de un análisis isotópico para así ponderar la

variabilidad intraespecífica que un taxón puede presentar en un ambiente dado. En todos

los casos se escogieron las secciones aprovechables de la planta, ya sea para consumo

humano o para la alimentación de camélidos (hojas y tallos no leñosos). En el caso de la

70
algarroba, se decidió analizar la pulpa de las vainas excluyendo a las semillas por su

dureza18 (Tabla 11).

Área de Parte
Taxa Nombre Vulgar Cantidad
Procedencia Anatómica

Vega Cortaderia sp. Cortadera Hojas 3


Paspalum sp. Pasto Hojas 1
Senecio rudbeckiaefolius Maicha Tallos y Hojas 1
Gochnatia glutinosa Jarilillo Tallos y Hojas 1
Los Cardones
Acacia caven Churqui Fruto 1
Baccharis salicifolia Chilca Tallos y Hojas 1
Geoffroea decorticans Chañar Fruto 1
Prosopis nigra Algarrobo negro Vaina (pulpa) 2
Prosopis alba Algarrobo blanco Vaina (pulpa) 1
Maíz Capia Blanco Grano 1
Encalilla
Maíz Amarillo Grano 1
Zea mays
Maíz Blanco Grano 1
Maíz Colorado Grano 1
Los Zazos Chenopodium quinoa Quínoa Grano 3

Tabla 11. Detalle de los recursos vegetales modernos, silvestres y domésticos, analizados
isotópicamente en esta investigación.

Dado que no fue posible abarcar todo el espectro de plantas, ya sea domésticas o silvestres,

con valor alimenticio para humanos o potencial forrajero para camélidos, en la discusión de

los resultados complementaremos nuestros datos con información sobre el metabolismo

fotosintético de las plantas de la quebrada de Amaicha y la altiplanicie austral de Cumbres

Calchaquíes que ha sido obtenida a partir de revisiones bibliográficas. Con este trabajo

18
De todas maneras, diversos estudios etnobotánicos sugieren que las semillas, debido al alto costo
de procesamiento que implica molerlas, no suelen utilizarse para la elaboración de harina, siendo
separadas de la misma mediante tamizado junto con el afrechillo (desecho de cáscara y fibras)
(Figueroa y Dantas 2006; Llano et al. 2012).

71
sentaremos una base sobre la ecología isotópica de nuestra área de estudio, la cual sería

necesario ampliar a futuro si se continúa con la línea de investigación desarrollada.

7.4. Procesamiento

El procesamiento, tratamiento químico y análisis isotópico de los materiales seleccionados

fue realizado en el INGEIS. Mientras que para la medición de las muestras vegetales fue

suficiente con su lavado ultrasónico, secado y molienda, para el caso del colágeno e

hidroxiapatita se siguió el protocolo propuesto por Tykot (2004) y expuesto por Tessone

(2010) que a continuación explicaremos.

En primer lugar, las muestras óseas fueron sometidas a limpieza mecánica utilizando un

pequeño torno a fin de eliminar la corteza exterior del hueso y su tejido esponjoso (por su

mayor susceptibilidad a retener partículas contaminantes del medio). Luego, las muestras

fueron lavadas ultrasónicamente con agua desmineralizada a fin de eliminar contaminantes

solubles y se procedió a su secado a 60°C durante el trascurso de 24 horas. El proceso fue

repetido en tres ocasiones, cambiando el agua en cada una de ellas. A continuación, con

el fin de aumentar la superficie de ataque, las muestras fueron fragmentadas o molidas19 y,

posteriormente, se les aplicó durante 24 horas una solución de hidróxido de sodio para

eliminar los contaminantes exógenos (sustancias húmicas y/o carbonatos provenientes del

medio edáfico).

Para la extracción del colágeno, las muestras óseas y dentarias fueron desmineralizadas

utilizando durante 72 horas una solución de ácido clorhídrico (HCl) al 2%, renovando la

19
Mientras que para la extracción del colágeno resulta suficiente la fragmentación del hueso, para separar la
hidroxiapatita es necesario proceder a su molienda y tamizado, para así obtener la sección fina.

72
solución cada 24 horas. Este ácido solubiliza el fosfato cálcico y los carbonatos, logrando

así la separación de la fracción orgánica de la inorgánica. Una vez realizado este proceso,

se volvió a aplicar a las muestras la solución de hidróxido de sodio durante 24 horas.

Finalmente, para su secado, se introdujo a las muestras en una estufa a una temperatura

menor a 60°C.

Para la extracción de la hidroxiapatita, en primer lugar se procedió a la eliminación de la

materia orgánica del hueso mediante hipoclorito de sodio al 2% durante un lapso de 72

horas. Posteriormente, se las sometió a una limpieza con agua desmineralizada. Se

concentró, con una máquina centrífuga, la fracción limpia, la cual fue luego secada en una

estufa, también a una temperatura menor a 60°C. Para la eliminación de contaminantes

carbonatados procedentes del entorno depositacional, las muestras fueron atacadas con

una solución buffer de ácido acético-acetato durante 4 horas y, finalmente, fueron

enjuagadas y secadas nuevamente.

7.5. Espectrometría de masas

Para realizar la medición de las relaciones isotópicas de una muestra, esta es volatilizada

con calor en forma de moléculas de H2, CO2, N2 o SO2. Este gas es introducido a un sistema

al vacío, en paralelo con un gas de referencia o patrón interno (calibrado según los

estándares V-PDB para carbono y AIR para nitrógeno). Este gas es bombardeado por un

haz de electrones para formar iones, que luego son conducidos por un gas de arrastre

(helio) a través de un tubo acelerador con un campo magnético. Este campo generado por

imanes, divide el haz en función de sus masas moleculares. De esta manera, se desvían

diferencialmente los isótopos pesados y livianos hacia colectores o detectores de impacto

iónico ubicados al final del tubo acelerador. Las abundancias isotópicas se obtienen en

73
función de las intensidades relativas de los haces producidos por los gases de la muestra

y los del gas de referencia (Skoog et al. 2008).

Las determinaciones isotópicas de δ13C y δ15N sobre colágeno óseo y vegetales fueron

realizadas utilizando un espectrómetro de masas de relaciones isotópicas (por sus siglas

en inglés, IRMS) Thermo Scientific Delta V Advantage al cual se le acopla un analizador

elemental Carlo Erba EA110, utilizando una interfaz ConFlo IV. Para el análisis de la

hidroxiapatita se utilizó un espectrómetro Delta S Finnigan Mat Triple Colector. Con este

instrumental, el error analítico resulta de ±0,2‰ para los valores de δ13Ccol y δ15N y de ±

0,1‰ para δ13Cap (para más detalles ver Tessone 2010 o Killian Galván 2015).

74
8. RESULTADOS

Habiendo detallado las técnicas de muestreo y los procedimientos químicos para los

análisis de laboratorio efectuados, en este capítulo presentaremos los resultados logrados,

a la luz de los cuales discutiremos las hipótesis planteadas sobre la dieta y estrategias de

subsistencia de los grupos amaicheños formativos.

8.1. Resultados sobre restos humanos

De las muestras humanas, lograron obtenerse determinaciones isotópicas de 5 de los 6

cuerpos analizados. En la Tabla 12 y Figura 21 se presentan los resultados isotópicos para

cada individuo. El individuo masculino inhumado en la CO de Finca Cruz es el único caso

para el que no se dispone de ningún dato debido a la falta de preservación de colágeno. En

otros casos en los que tampoco pudo extraerse suficiente colágeno, como las muestras

óseas de C2 de Bajo Los Cardones, y de CEC1 y CEC2 de Finca Cruz, al menos lograron

realizarse determinaciones de δ13C y δ15N sobre piezas dentarias. Por otro lado, como ya

hemos aclarado, debido a problemas técnicos del instrumental del INGEIS al momento de

procesar las muestras, sólo pudieron obtenerse determinaciones isotópicas sobre

hidroxiapatita para los cuerpos de Bajo Los Cardones.

75
d13Ccol ‰ d13Cap ‰ d15N ‰
AIE Sitio de Cronología ID Rango
Sexo Detalle Muestra vs V-PDB vs V-PDB vs AIR C/N
Nº Procedencia (AP) Individuo Etario
(± 0,2) ( ±0,1) (± 0,2)
29806 / 30517 Fragmento de mandíbula -11,5 -7,0 7,7 3,4
33480 Fragmento óseo no identificado - -7,3 - -
29810 Molar 3 - Corona -11,5 - 7,7 3,3
C1 M 30 - 45
29811 Molar 3 - Raíz -10,8 - 8,1 3,3
29799 Molar 1 - Corona -12,6 - 8,3 3,2
29805 Bajo Los Molar 1 - Raíz -11,3 - 7,1 3,3
1300 ± 70
29118 Cardones Fragmento de cráneo Sin colágeno - Sin colágeno -
33478 Fragmento óseo no identificado - -5,4 - -
29801 Molar 3 - Corona -13,3 - 8,0 3,3
C2 M 23 - 29
29802 Molar 3 - Raíz -11,3 - 8,2 3,3
29803 Molar 1 - Corona -12,4 - 8,7 3,3
29804 Molar 1 - Raíz -12,9 - 7,0 3,3
29809 Fragmento óseo no identificado -9,9 - 7,5 3,4
33479 Fragmento óseo no identificado - - - -
El Remate ca. 1180 ± 40 - F 5- 7
29807 Molar 1 - Corona -9,7 - 8,5 3,3
29808 Molar 1 - Raíz -9,4 - 8,4 3,3
36136 CO M 20 - 35 Fragmento de cráneo Sin colágeno - Sin colágeno -
36137 Molar 1 -15,9 - 8,3 3,2
36138 CEC1 F 20 - 35 Molar 3 -12,2 - 8,5 3,2
Finca Cruz ca. 2000-1500
36139 Fragmento de cráneo Sin colágeno - Sin colágeno -
36140 Molar 1 -14,0 - 8,4 3,2
CEC2 M 20 - 35
36141 Fragmento de mandíbula Sin colágeno - Sin colágeno -

Tabla 12. Determinaciones isotópicas sobre restos óseos y piezas dentarias humanas.

76
Figura 21. Dispersión gráfica de los resultados de δ13Ccol y δ15N obtenidos en muestras humanas.

La media estadística para δ13Ccol del conjunto de los resultados (n = 15) es de -11,91‰. La

desviación estándar (DE) es baja, de tan solo 1,66‰. El valor isotópico más bajo (-15,9‰)

fue obtenido del primer molar de uno de los individuos de Finca Cruz mientras que el más

positivo (-9,4‰) corresponde a la raíz del primer molar de la niña de El Remate. En el caso

de la composición isotópica de δ15N, la media resultó de 8,03‰ (n = 15), obteniéndose una

DE aún más baja: 0,5‰. Tanto el valor máximo (8,7‰) como el mínimo (7,0‰) resultaron,

respectivamente, de la corona y raíz del primer molar de un mismo individuo, el Cuerpo 2

de Bajo Los Cardones.

77
Si los resultados se agrupan y promedian por individuos, la media de δ13C baja levemente

a -12,36‰, con una DE de 1,84‰. De tal modo, la media de δ15N resulta de 8,14‰ y la DE

de 0,26‰. La mediana de los resultados obtenidos para δ13Ccol y δ15N es igual o se acerca

notablemente a la media, lo cual nos indica que los datos tienen una distribución simétrica

(Tabla 13).

Individuo d13Ccol ‰ d13Cap ‰ d15N ‰


BLC-C1 -11,5 -7,2 7,8
BLC-C2 -12,5 -5,4 8,0
ER -9,7 - 8,1
FC-CO - - -
FC-CEC1 -14,1 - 8,4
FC-CEC2 -14,0 - 8,4
Media ‰ -12,36 -6,3 8,14
Mediana ‰ -12,5 - 8,1
Rango ‰ 4,4 1,8 0,6
DE ‰ 1,84 0,9 0,26

Tabla 13. Valores estadísticos de los resultados utilizando la media de los valores para aquellos
individuos con más 2 o más determinaciones.

Por otro lado, si debido a las distorsiones que puede provocar la leche materna en las

señales isotópicas excluimos los valores obtenidos sobre la corona de los primeros molares

o de dicha pieza dental completa (para los individuos de Finca Cruz), la media de δ15N para

cada individuo varía ligeramente, empobreciéndose muy levemente, a 7,82‰ Para δ13Ccol,

en contraste con lo teóricamente esperado, en la mayoría de los casos se observa un

enriquecimiento al dejar de lado aquellas muestras cuya composición pudo ser afectada

por la lactancia. La media aumenta en casi 1‰, hecho que, de todos modos, se explica

fundamentalmente por no incluir el resultado de δ13Ccol, obtenido sobre CEC2 de Finca Cruz

(Tabla 14).

78
Individuo d13Ccol ‰ d15N ‰
BLC-C1 -11,3 7,6
BLC-C2 -12,5 7,7
ER -9,6 7,5
FC-CO - -
FC-CEC1 -12,2 8,5
FC-CEC2 - -
Media -11,4 7,82
Mediana -11,75 7,65
Rango 2,9 1
DE 1,3 0,46

Tabla 14. Datos isotópicos de δ15N agrupados por individuo sin incluir los resultados sobre
muestras de la corona del primer molar. Para los individuos de Finca Cruz se dejó de lado los
resultados sobre tal pieza dental completa.

8.2. Resultados sobre camélidos

De las 4 muestras óseas de camélidos enviadas a analizar, una (AIE 36124) arrojó una

proporción C:N superior a la aceptable, lo que implica la falta de preservación de la señal

primaria, motivo por el cual debe ser descartada (Tabla 15). El valor máximo de δ13C resultó

-11,7‰ y fue registrado sobre el espécimen arqueológico de Lama glama recuperado en

Bajo Los Cardones. El valor más bajo fue de -21,8‰ y se obtuvo sobre restos de Lama

guanicoe de Cumbres Calchaquíes. El promedio de los valores de δ13C obtenidos sobre

camélidos domésticos arqueológicos resulta de -12,8‰ (n=2). Para camélidos silvestres

sólo se cuenta con una determinación, de uno de los dos guanacos recuperados en

Cumbres Calchaquíes, siendo la señal de -21,8‰. Si se aplica la corrección debido al efecto

Suess, el valor final resulta -20,3‰.

79
El valor de δ15N máximo y mínimo fue registrado, respectivamente, sobre los ejemplares de

Lama glama de El Remate (6,4‰) y Bajo Los Cardones (3,3‰). La media fue de 4,9‰ para

las llamas, siendo 3,8‰ el único valor obtenido para guanacos.

d13Ccol ‰
d13Ccol ‰ d N‰
15
vs V-PDB
AIE N° Procedencia Taxa Años AP vs V-PDB vs AIR C/N
Corr.
(± 0,2) (± 0,2)
(± 0,2)
29798 Bajo Los Cardones Lama glama ca. 1300 -11,7 - 3,3 3,3
29800 El Remate Lama glama ca. 1180-900 -14,0 - 6,4 3,4
36124 Cumbres Calchaquíes Lama guanicoe Actual -25,4 -23,9 4,8 4,5
36125 Cumbres Calchaquíes Lama guanicoe Actual -21,8 -20,3 3,8 3,3

Tabla 15. Determinaciones isotópicas realizadas sobre camélidos arqueológicos y modernos del
área de estudio.

8.3. Resultados sobre muestras vegetales

Con respecto a la vegetación, en esta investigación se obtuvieron los valores isotópicos de

19 plantas de 11 especies diferentes (Tabla 16 y Figura 22). De ese total, 9 son de

metabolismo C3 y 2 de tipo C4 (Zea mays y Paspalum sp.). Los resultados también fueron

corregidos, sumándoles 1,5‰, a fin de eliminar la desviación provocada por el efecto Suess.

Si se agrupan aquellas determinaciones realizadas sobre una misma especie, se obtienen

los valores que se detallan en la Tabla 17.

80
d13C ‰ vs d13C ‰ vs
Muestra Parte δ15N ‰ vs
Procedencia Taxa Nombre Vulgar Metabolismo V-PDB ± V-PDB
AIE Nº Anatómica AIR ± 0.2
0.2 Corr. ± 0.2

36117 -27,9 -26,4 2


36118 Vega Cortaderia sp. Cortadera C3 Hojas -27,5 -26 1,2
36119 -22,8 -21,3 1,9
36120 Gochnatia glutinosa Jarilillo C3 Tallos y Hojas -29,1 -27,6 5,2
36122 Acacia caven Churqui C3 Fruto -25,5 -24 -0,8
36123 Baccharis salicifolia Chilca C3 Tallos y Hojas -28,6 -27,1 1,6
Los Cardones
36126 Geoffroea decorticans Chañar C3 Fruto -27,6 -26,1 4,4
36134 Paspalum sp. Pasto C4 Hojas -16,2 -14,7 0,7
36135 Senecio rudbeckiaefolius Maicha C3 Tallos y Hojas -27,6 -26,1 2,7
36131 Algarrobo -23,6 -22,1 1,7
Prosopis nigra C3 Vaina (pulpa)
36132 negro -25,5 -24 1,6
Algarrobo
36133 Prosopis alba C3 Vaina (pulpa) -25,3 -23,8 2,3
blanco
Encalilla Maíz Capia
36127 -11,6 -10,1 5,6
Blanco
36128 Zea mays Maíz Amarillo C4 Grano -12,2 -10,7 7,6
36129 Maíz Blanco -11,8 -10,3 7,3
36130 Maíz Colorado -12,8 -11,3 3,2
36114 -26,9 -25,4 5,3
36115 Los Zazos Chenopodium quinoa Quínoa C3 Grano -26,6 -25,1 4,7
36116 -25,4 -23,9 5,2

Tabla 16. Determinaciones isotópicas sobre recursos vegetales modernos de la quebrada de Amaicha.

81
Figura 22. Gráfico de dispersión de los resultados sobre δ 13C y δ15N sobre muestras vegetales
modernas. Se aplicó la corrección por el efecto de Suess para los valores de δ13C.

82
δ13C ‰ δ 15N ‰ Cantidad de
Parte
Procedencia Taxa Nombre Vulgar Metabolismo vs V-PDB vs AIR Muestras
Anatómica
Corr. ± 0.2 ± 0.2 Analizadas
Vega Cortaderia sp. Cortadera C3 Hojas -24,56 1,7 3
Gochnatia glutinosa Jarilillo C3 Tallos y Hojas -27,6 5,2 1
Acacia caven Churqui C3 Fruto -24 -0,8 1
Baccharis salicifolia Chilca C3 Tallos y Hojas -27,1 1,6 1
Los Cardones
Geoffroea decorticans Chañar C3 Fruto -26,1 4,4 1
Paspalum sp. Pasto C4 Hojas -14,7 0,7 1
Senecio rudbeckiaefolius Maicha C3 Tallos y Hojas -26,1 2,7 1
Prosopis nigra Algarrobo negro C3 Vaina (pulpa) -23,05 1,65 2
Encalilla Prosopis alba Algarrobo blanco C3 Vaina (pulpa) -23,8 2,3 1
Zea mays Maíz C4 Grano -10,6 5,9 4
Los Zazos Chenopodium quinoa Quinoa C3 Grano -24,8 5,06 3

Tabla 17. Resultados isotópicos agrupados para especies con más de una determinación.

Es pertinente destacar que en los resultados obtenidos sobre las muestras de maíz de

Encalilla se observa una marcada homogeneidad en los valores de δ13C (media = -10,6‰;

r = 1,2‰; DE = 0,53‰), pero no así para los valores de δ15N que presentan una distribución

con una variabilidad llamativa a pesar de proceder de una misma chacra (media = 5,92‰;

r = 4,4‰; DE = 2,02‰). El valor más enriquecido fue de 7,6‰ y se corresponde con el

ejemplar de la variedad Amarillo. En el otro extremo tenemos a la muestra de la variedad

Colorado con un valor de δ15N 3,2‰. El registro de tal variabilidad en δ15N merece nuestra

atención, motivo por el cual discutiremos los factores que pueden dar cuenta de ello en el

próximo capítulo.

La otra especie para la cual se analizó más de una muestra fue la quinoa (n = 3), cultivo

que para δ13C arrojó una media de -24,8‰ (r = 1,5‰; DE = 0,79‰) y 5,06‰ (r = 0,6‰; DE

= 0,32‰) para δ15N, siendo entonces el recurso en el que se obtuvo menor dispersión de

los resultados.

Ahora bien, con respeto a los valores de δ13C (corregidos) de las especies silvestres, la

pulpa de las vainas de los 3 especímenes de algarrobo arrojaron una media de -23,3‰ (r

83
= 1,9‰; DE = 1,04‰) y de 1,87‰ en δ15N (r = 0,7‰; DE = 0,38‰), valor coherente para

una planta fijadora. Aparentemente, no se registran diferencias entre los valores de

algarrobo negro y algarrobo blanco. Con respecto al algarrobo, el valor registrado en la

única muestra de chañar analizada resultó empobrecido en δ13C (-26,1‰) y enriquecido en

δ15N (4,4‰).

Por último, la cortadera fue la única gramínea con potencial forrajero de la cual se analizó

más de una muestra. En los especímenes muestreados (n = 3) se observa una relativa

homogeneidad en el caso del δ15N (media = 1,7‰; r = 0,8‰; DE = 0,43‰) pero un rango

de dispersión amplio para δ13C (media = -24,57‰; r = 5,1‰; DE = 2,84‰). Esto último es

llamativo ya que las muestras proceden de un mismo parche ecológico. Tal dispersión es

causada por el valor registrado en una de las tres muestras (AIE 36119), que si bien puede

terminar resultando un outlier, para confirmarlo sería necesario que se obtuvieran

resultados sobre una mayor cantidad de especímenes.

Al contemplar el conjunto total de los resultados obtenidos sobre plantas, la primera

observación que debemos destacar es que las muestras de especies cultivables (n = 7)

presentan una media para δ15N de 5,6‰ mientras que las muestras de especies silvestres

(n = 12) mostraron un menor enriquecimiento, arrojando un promedio de δ 15N de 2,04‰.

Por otro lado, la media isotópica de los valores de δ 13C obtenidos sobre los recursos C3

muestreados con potencial alimenticio para humanos (chañar, algarrobo blanco, algarrobo

negro y quinoa) resulta de -24,43‰. En tanto, el promedio de los recursos C4 es -10,6‰,

valor que se corresponde con la media obtenida sobre granos de maíz, el único recurso con

esa vía fotosintética analizado. Si se considera el conjunto de muestras de especies aptas

para consumo humano independientemente de su metabolismo y se utilizan los promedios

84
de aquellos recursos con más de una determinación, se obtiene una media de -21,2‰ para

δ13C. Acotando también el universo de estudio a las especies aprovechables en la dieta

humana, en el caso del nitrógeno, la media resultó de 4,3‰, agrupando también los datos

obtenidos sobre recursos con más de un espécimen analizado (Tabla 18).

d13C ‰ δ 15N ‰
Taxa vs V-DPB vs AIR
Corr. ± 0.2 ± 0.2
Geoffroea decorticans -26,1 4,4
Prosopis spp. -23,3 1,87
Zea mays -10,6 5,9
Chenopodium quinoa -24,8 5,06
Media -21,2 4,3

Tabla 18. Media para especies vegetales aptas para consumo humano.

85
Humanos Camélidos Domésticos Camélidos Silvestres Cultivos Vegetales Silvestres
10

-2
-30 -27 -24 -21 -18 -15 -12 -9 -6 -3 0

Figura 23. Dispersión gráfica de todos los resultados obtenidos en esta investigación agrupados por clase. Las muestras actuales se incluyen
aplicando la corrección necesaria por el efecto de Suess.

86
9. DISCUSIÓN

Comenzaremos este capítulo tratando de delinear las implicancias de la ecología isotópica

propia de la quebrada de Amaicha y Cumbres Calchaquíes, la cual constituirá una base de

referencia para nuestros planteos ulteriores. Nos concentraremos luego en las estrategias

de obtención y manejo de recursos faunísticos para finalmente abordar los resultados

obtenidos sobre muestras humanas, procurando definir el aporte relativo de distintas clases

de recursos a la dieta de los grupos amaicheños formativos y las tendencias que pueden

identificarse al contemplar evidencias propias de otros lapsos temporales, tanto de nuestra

área de estudio así como de regiones vecinas del ámbito valliserrano.

9.1. Ecología isotópica de especies vegetales

La quebrada de Amaicha resulta un escenario dominado por plantas arbustivas C3. Con

una menor distribución relativa, aparecen también pequeños bosques de especies C3,

herbáceas C3 y C4 que se concentran en parches con disponibilidad hídrica

(fundamentalmente en las llanuras de inundación de ríos y arroyos) y grupos de cactáceas

de metabolismo CAM en los sectores de ladera (Tabla 19). Ahora bien, si hacemos foco en

la productividad natural de las especies silvestres de los diferentes entornos vegetales que

se presentan en la quebrada, deberíamos concentrarnos entonces en los bosquecillos y

vegas. Mientras que absolutamente todas las especies arbóreas cuyos frutos pueden ser

aprovechados por herbívoros (o humanos) son C3, las vegas presentan una configuración

isotópica mixta, gracias a una mayor distribución de especies herbáceas de la familia de las

poáceas (Paspalum sp., Sporobolus maximus, Distichlis spicata y Muhlenbergia asperifolia),

todas con potencial forrajero y de excelente palatabilidad.

87
De todas maneras, la estepa arbustiva, dominantemente C3 (y en menor medida CAM), no

debe dejarse de lado al momento de definir la ecología isotópica de la quebrada ya que

puede tener importancia en la dieta de los camélidos durante la estación seca,

especialmente en los meses de septiembre y octubre (los más secos del año), momento en

el cual aumenta la incidencia general del ramoneo en su dieta. Éstos animales suelen

consumir frutos de cactáceas así como tallos tiernos, hojas y frutos de leñosas que, gracias

al incremento térmico que se produce en esos meses, rebrotan produciendo biomasa de

buena digestibilidad (Martín et al. 2002).

Por otro lado, la altiplanicie del sector austral de Cumbres Calchaquíes presenta un

predominio casi absoluto de especies C3 (Tabla 20). La muy baja representación de

especies C4 en pisos altitudinales por encima de los 4000 msnm parece responder a la falta

de adaptación de este tipo de plantas a las bajas temperaturas (Tieszen et al. 1979). Esta

situación ha sido observada también en otras regiones áridas de Argentina, como por

ejemplo, el sur mendocino (Llano 2009) o la puna seca jujeña (Fernández y Panarello 1999-

2001; Samec 2014).

88
Media
Parche Vía
Taxa Nombre Vulgar d13C ‰ Bibliografía
Ecológico Metabólica
Corr.

Cortaderia sp. Cortadera -24,56


C3
Juncus acutus Junquillo - Atia et al. 2014
Paspalum sp. Pasto -14,7
Sporobolus maximus Junco -
Vegas y
Distichils spicata Pasto salado C4 - Boom 2004
pasturas
Bouteloua lophostachya Flechilla -
Muhlenbergia asperifolia Pasto tul -
Tessaria dodoneifolia Chilca dulce -
SD
Tessaria absinthioides Pájaro bobo -
Prosopis spp. Algarrobo -23,3
Geoffroea decorticans Chañar -26,1
Bosques C3
Acacia caven Churqui -24,0
Schinus areira Molle - Lounejeva Baturina et al. 2006
Larrea spp. Jarilla - Passera et al. 2010
Baccharis salicifolia Chilca -27,1
Senecio rudbeckiaefolius Maicha -26,1
Gochnatia glutinosa Jarilillo -27,6
C3
Cercidium australe Brea -
Llano 2009
Monttea aphylla Ala de loro -
Estepa Eupatorium patens Acancio -
Silva et al. 2011
Arbustiva Senna aphylla Pichanilla -
Atriplex lampa Zampa C4 - Passera et al. 2010
Trichocerus pasacana Cardón - Passera et al. 2010
CAM
Opuntia sp. Tuna - Boom 2004
Trichomaria usillo Usillo -
Bulnesia retamo Retamo -
SD
Zuccagnia punctata Falsa jarilla -
Atamisquea emarginata Atamisque -

Tabla 19. Patrón fotosintético y composición isotópica de las plantas silvestres de mayor
distribución en la quebrada de Amaicha

89
Parche Vía
Taxa Nombre Vulgar Bibliografía
Ecológico Metabólica

Stipa ichu Paja brava


Stipa leptostachya Paja amarilla
Samec 2014
Fabiana densa Tolilla
Adesmia horrida Añagua
Mulinum spinosum - Llano 2009
Festuca ortophylla Ira
C3 Quade et al. 2007
Proustia cuneifolia Chachacoma
Scirpus atacamensis - Srur et al. 2012
Cumbres
Oxychloe andina - Schittek et al. 2015
Calchaquíes
Deyeuxia eminens - Rodríguez 2013
Azorella compacta Yareta Pueyo et al. 2011
Parastrephia sp. Tola Samec 2014; Quade et al. 2007
Samec 2014; Madanes et al . 2015; Quade et al.
Baccharis sp. - C3 *
2007; Srur et al. 2012; Silva et al. 2011
Bouteloua simplex - C4 Boom 2004
Carex incurva -
SD
Werneria pygmaea -
* El género Ba ccha ri s es tá repres entado en Argentina por 96 es peci es (Gi ul i a no 2001). En l a bi bl i ogra fía ci tada hemos
encontra do referenci a s s obre el pa trón fotos i ntético de 15 es peci es que s e di s tri buyen en nues tro pa ís . De es e total
tan s ol o una pres enta metabol i s mo C4, Baccharis phyteuma (en Ma da nes et al. 2015). Si bi en no podemos ofrecer
preci s i ones a l res pecto ya que por el momento no contamos con i ndentifi ca ci ones taxonómi ca s a ni vel de es peci e
pa ra el pi s o ecol ógi co en cues tión, pres uponemos que por l a a l titud y l a s ba ja s tempera tura s es proba bl e que l a s
pl a ntas de es te género repres entada s entre l a fl ora de Cumbres Ca l cha quíes s ea n C3.

Tabla 20. Patrón fotosintético de las plantas silvestres de mayor distribución en la altiplanicie
austral de Cumbres Calchaquíes.

Con respecto a la paleoecología debe considerarse como hemos ya indicado, que

probablemente desde el 2500 AP hasta los últimos siglos del primer milenio de la era

cristiana imperaron condiciones más húmedas y cálidas que las actuales en el área

valliserrana del NOA (Strecker 1987; Gómez Augier y Caria 2012), las cuales se vieron

interrumpidas por eventos fríos y húmedos (Somonte y Baied 2013). Más allá de los

cambios climáticos acontecidos, otro factor a considerar es el proceso de degradación

antrópico al que se ha sometido la región desde épocas coloniales (sobrepastoreo,

prácticas agrícolas no sustentables y una deforestación intensiva), lo que, en conjunción

con la aridización, ha provocado la desertificación y el retroceso de la cobertura vegetal,

particularmente, de los pastizales (C3/C4) y bosques (C3) (Perea 1991; Sayago et al. 2012),

fenómeno que posiblemente dé cuenta de la pobrísima capacidad forrajera que ofrece la

90
actual configuración botánica del fondo de cuenca y laderas adyacentes. Así, el hecho de

que la distribución moderna de ciertas especies resulte relictual, nos obliga a preguntarnos

hasta qué punto la configuración fotosintética de la quebrada fue diferente en el pasado.

Una primera consideración es que, dado que los pastizales son el parche ecológico con

mayor representación de especies C4 en nuestra área de estudio, podría pensarse que un

retroceso en su distribución natural socavaría el peso relativo de los recursos con tal vía

metabólica con respecto a las especies C3. Sin embargo, esto podría descartarse si se

considera que la configuración fotosintética de los pastizales es mixta, lo cual conlleva que

un retroceso en su distribución natural no alteraría significativamente la proporción de

especies C3 versus C4 que se registra actualmente en la quebrada. En cambio, la

desaparición de especímenes arbóreos, todos de fotosíntesis C3, bien pudo implicar una

merma relevante en la proporción de la cobertura botánica de las especies con dicho patrón

metabólico. En segundo lugar, debemos tener en cuenta que la principal ventaja adaptativa

de las plantas C4 es su tolerancia al estrés osmótico que provocan los suelos salinos

gracias a una fisiología con una mayor eficiencia en la fotorespiración y menores tasas de

pérdida de agua por unidad de materia producida (Prado et al. 2010, 2017). Si además

aceptamos que una mayor humedad atmosférica fue el denominador común del escenario

paleoambiental dominante durante el Formativo, creemos que ello, necesariamente, debe

haber condicionado menores tasas de evotranspiración y, a su vez, menores índices de

salinidad. Por lo tanto, es posible plantear que la ecodistribución de las plantas C4 debe ser

mayor en la actualidad que en tiempos prehispánicos. En tanto, para el área de Cumbres

Calchaquíes tenemos confianza en que no se debieron registrar cambios significativos en

la proporción de especies C3/C4, fundamentalmente por la falta de adaptación de éstas

últimas a la altitud y temperaturas del piso ecológico en cuestión.

91
En definitiva, si bien sería pertinente realizar análisis polínicos en perfiles sedimentarios de

nuestra área de estudio haciendo foco en este problema, existen elementos que nos

permiten inferir que para el lapso temporal abordado tuvo lugar un contexto paleoecológico

en el que no existieron condicionantes que favorecieran una mayor distribución de las

especies C4. Es posible, por ende, defender una mayor representatividad, en términos

relativos, de la cobertura de las especies C3 durante el Formativo.

Por otro lado, ya hemos indicado que el posible panorama isotópico agroecológico resulta

dominado también por especies C3. A esta vía fotosintética corresponden cultivos como la

quinoa (δ13C -10,6‰), zapallo, poroto, maní y los tubérculos. Las excepciones resultan el

maíz (δ13C -24,8‰) y amaranto. De los resultados obtenidos sobre cultivos, es destacable

la baja variabilidad de los valores de δ13C, tanto para el maíz como la quinoa. Como ya

indicamos, la desviación estándar de las muestras analizadas de estas especies resultó de

0,46‰ y 0,79‰ respectivamente.

Tal homogeneidad parece confirmada por los resultados obtenidos en determinaciones

isotópicas realizadas en hojas de 10 razas de quinoa en el marco de una investigación

experimental sobre los rendimientos y productividad de dicho cultivo que fue llevada a cabo

en Encalilla por González y colaboradores (2011, 2014) (Figura 24). En dicha investigación

se registró una media para δ13C de -26,17‰ o, si aplicamos la corrección debido al efecto

de Suess, de -24,67‰ (nuestra media fue de -24,8‰). La desviación estándar, al igual que

para nuestras muestras, resultó baja: 0,64‰, hecho que nos lleva a plantear que las

diferencias fisiológicas intraespecíficas, las posibles variaciones microambientales y el

fraccionamiento propio de cada sección de la planta tienen una baja incidencia sobre las

señales de carbono.

92
Figura 24. Discriminación isotópica de δ13C en hojas de distintas variedades de quinoa cultivadas
experimentalmente en Encalilla. Resultados no corregidos por efecto Suess (tomado de González
et al. 2011).

En cuanto a las señales de nitrógeno, aunque no descartamos que puedan existir

variaciones al aumentar la cantidad de las muestras, en nuestro caso, si excluimos a los

cultivos del conjunto y se agrupan los resultados para aquellas especies con más de una

determinación, se obtiene un promedio de δ15N de 2,16‰. Este valor se encuentra

empobrecido en comparación con otras regiones del NOA, hecho que se condice con la

menor altitud y mayor humedad relativa de nuestra región. Por ejemplo, estudios sobre la

ecología isotópica de la Puna Seca jujeña realizados por Samec (2014) en pisos

altitudinales variables entre los 3650 y 4040 msnm han arrojado medias de δ 15N para

plantas C3 de 4,9‰ y para las C4 de 6,6‰.

Además, debe destacarse el hecho de que las medias de δ15N tanto para el maíz como

para la quinoa presentaron valores más enriquecidos que la mayor parte de las especies

93
silvestres (la única excepción es Gochnatia glutinosa). Como ya indicamos, la media para

los cultivos resulta de 5,6‰ mientras que para las especies silvestres es de 2,04‰. Esta

situación se explicaría por la existencia de suelos más desarrollados (con mayor contenido

de nitratos y amonio) en los parajes de Encalilla y Los Zazos, probablemente debido la

intervención humana en la conservación de los mismos (riego y abono).

Por otro lado, es importante señalar también que la variabilidad más alta de δ 15N entre las

muestras vegetales se registró en los especímenes de maíz que, a pesar de provenir de

una misma chacra, presentaron una DE igual a 2,02‰. En tanto, si bien es cierto que en el

caso de la quinoa nuestras mediciones no registraron variabilidad (DE = 0,32‰), las

determinaciones isotópicas realizadas por González y colaboradores sobre especímenes

de quinoa de Encalilla parecen indicar lo contrario (2011, 2014). En dicha investigación el

rango de las señales de δ15N fue nada menos que de 11,53‰, con un valor máximo de

6,03‰ para la variedad Amilda y un mínimo de -5,5‰ para la variedad Samaranti (Figura

25)20.

20
Lamentablemente, otros valores estadísticos no pueden ser calculados ya que el resto de los
resultados no fueron explicitados más que con el gráfico que aquí incluimos (Figura 25).

94
Figura 25. Gráfico con los valores isotópicos de δ15N en hojas de distintas variedades quinoa
cultivadas en Encalilla (tomado de González et al. 2011)

Más allá de que es probable que se registren variaciones entre distintas secciones de la

planta (motivo por el cual carece de sentido agrupar los resultados obtenidos sobre hojas

con los nuestros sobre granos), el problema que nos plantean los datos de González es

que en el experimento de Encalilla las plantas fueron cultivadas en suelos con

características fisicoquímicas similares, sin la utilización de fertilizantes ni agroquímicos y

bajo condiciones controladas de riego (250 mm por ciclo). A pesar de todo el esfuerzo

destinado a homogenizar las condiciones de cultivo, la variabilidad fue significativa. Según

los planteos de González y colaboradores (2011), la causa de ello se vincularía a la

compartimentación en la disponibilidad de nitratos y amonio de los suelos de las parcelas

de Encalilla y un aprovechamiento de diferentes fuentes hídricas.

Que bajo condiciones experimentales tan meticulosamente controladas se registre una

variabilidad tan alta, nos lleva a preguntarnos si no es válido cuestionar hasta qué punto los

95
análisis isotópicos actualísticos sobre δ 15N pueden ser representativos para investigaciones

arqueológicas21. Refuerzan nuestro cuestionamiento los valores de δ15N que arrojaron

muestras sobre tallos y granos de maíz analizados por Killian Galván y Salminci (2014) en

diferentes parcelas de cultivo manejadas de modo tradicional en Antofagasta de la Sierra.

Siendo la media de 5,01‰, el valor máximo resultó de 9,4‰ y el mínimo de -1,1‰ (la DE

fue de 3,48‰). Aún más llamativo resulta si se ponderan de manera aislada las 4

mediciones realizadas sobre muestras del predio Las Juntas, las cuales arrojaron una

media de δ15N de -0,1‰. Otro caso similar fue registrado por Killian Galván y colaboradores

(2013) en la puna jujeña para especímenes de Solanum tuberosum.

Todo esto nos infunde cierto pesimismo metodológico sobre la posibilidad de integrar

resultados de δ15N obtenidos mediante investigaciones actualísticas a casos arqueológicos.

Las condiciones ecológico-ambientales se han modificado, la ubicación de las parcelas

difícilmente sea la misma y, además, es altamente improbable que en el presente se

reproduzcan las prácticas de manejo implementadas en un momento/caso prehispánico

concreto. Aunque podría asumirse que la variabilidad detectada en grupos de control

actualísticos podría ser similar a aquella que tuvo lugar en el pasado, esta premisa siempre

será débil, a menos que se logre determinar el modo en que las variaciones ambientales

que han ocurrido desde el momento arqueológico estudiado sesgan nuestras

observaciones isotópicas en el presente. También debería lograrse un conocimiento

detallado sobre las prácticas agrícolas implementadas por los grupos prehispánicos a los

que pertenecieron los individuos cuya paleodieta se analice. Si bien esto no es imposible,

21
Debe recordarse que analizar isotópicamente ejemplares arqueobotánicos no es una solución, ya
que más allá de la baja conservación de restos vegetales en nuestra región, dicha práctica es
desaconsejada por las alternaciones diagenéticas de las señales isotópicas primitivas (DeNiro y
Hastorf 1985).

96
ambos son objetivos complejos, que por lo general no son alcanzados por las

investigaciones isotópicas en arqueología.

9.2. Ecología isotópica y estrategias de manejo de camélidos

Por el momento, contamos con dos determinaciones isotópicas sobre guanacos que

ocuparon el área de Cumbres Calchaquíes. Más allá de que una de nuestras muestras no

arrojó una proporción C:N aceptable, los dos casos son una confirmación de que C3 es el

patrón fotosintético dominante en pisos altitudinales elevados. Puede agregarse que

nuestros resultados de δ13C son coherentes con la mayor parte de las determinaciones

isotópicas para guanacos realizadas en Argentina. Barberena y colaboradores (2010)

analizaron isotópicamente 91 muestras de guanacos procedentes de Mendoza, la

Patagonia y la Pampa Húmeda, las cuales arrojaron una media de los valores de δ13Ccol de

-20,4‰. Tan sólo en 3 casos se registraron valores entre -16,4‰ y -14,7‰, siendo posible

según los autores que se haya tratado de animales sometidos a alguna clase de cautiverio.

A diferencia de las señales obtenidas sobre guanacos, los análisis sobre camélidos

domésticos arqueológicos de Bajo Los Cardones y El Remate muestran valores de δ13Ccol

con una incidencia notable de recursos C4 (media = -12,8‰), lo cual conlleva a pensar que

necesariamente estos animales debieron alimentarse en el fondo de quebrada y los

primeros faldeos del pedemonte occidental de Cumbres Calchaquíes, las únicas áreas

donde las especies C4 estuvieron representadas. Asumiendo que ya desde el primer

milenio D.C. la presión antrópica había desplazado a los herbívoros silvestres de mayor

porte al área de Cumbres Calchaquíes, es posible plantear que la caza de animales como

los guanacos, vicuñas o tarucas constituyó una actividad que proveyó fuentes de proteínas

C3. Sobre los valores de δ15N, se destaca un empobrecimiento general para los 3 resultados

97
obtenidos en comparación con los datos propios de otras regiones del NOA, como la Puna

Seca (entre otros, ver Samec 2014), hecho que debe ser considerado al momento de

discutir las señales de nitrógeno en humanos.

Con respecto a las prácticas de manejo, al menos en la actualidad, la baja capacidad de

carga de la quebrada de Amaicha hace que sea necesaria la conducción de la mayor parte

de los rebaños (de cabras y ovejas) hacia pisos altitudinales con mejores pasturas, donde

los animales permanecen durante todo o la mayor parte del ciclo anual. Adris (2014, 2016)

ha descripto prácticas de trashumancia para pastores cuya base residencial se encuentra

en el fondo de cuenca y explotan parches forrajeros de Cumbres Calchaquíes durante la

época estival, para luego, cuando ocurren las primeras nevadas (en marzo-abril),

trasladarse a los faldeos superiores de la vertiente oriental, donde los pastores y sus

rebaños permanecen durante los 8 o 9 meses que dura la estación seca. En las bases

residenciales donde habita la mayor parte del grupo familiar y a las que los pastores

regresan ocasionalmente por aprovisionamiento, se cultivan forrajes (alfalfa y maíz) para el

consumo de un pequeño número de animales, que suelen alimentarse en las

inmediaciones.

La autora antes citada plantea que evidencias de arte rupestre (con representaciones de

camélidos con jabot y cuerdas asociados a figuras humanas), pequeños corrales y

estructuras de arquitectura expeditiva asociadas a lugares con disponibilidad de forraje y

agua parecerían confirmar la profundidad temporal de estas prácticas de pastoralismo

nómade, al menos en la altiplanicie del sistema montañoso en cuestión. Según Adris,

aunque es difícil realizar precisiones cronológicas ya que por el momento no se han datado

ni excavado las estructuras arqueológicas registradas, si se tienen en cuenta algunas

representaciones guías conocidas, sería posible realizar una cronología relativa en base a

98
las graduaciones del patinado de los grabados, lo que permitiría plantear un uso recurrente

del espacio desde momentos previos al Formativo22. Sobre los primeros faldeos de la

vertiente oriental de Cumbres Calchaquíes, en cambio, no se han llevado a cabo

investigaciones sistemáticas, por lo que se desconoce la naturaleza de la materialidad

prehispánica, siendo por ende una hipótesis difícil de contrastar por el momento (Adris

2016).

De todas maneras, insistimos en que durante el primer milenio D.C. la distribución botánica

dominante debió ofrecer una mayor productividad en términos de biomasa vegetal que la

del presente. Entonces, ¿hasta qué punto esta forma de manejo pastoril puede proyectarse

a las sociedades formativas? En nuestra opinión, las prácticas de conducción de rebaños

observadas por Adris (2014, 2016) para pastores amaicheños actuales posiblemente sean

una adaptación causada por el dinamismo de las condiciones ecológico-ambientales

posteriores al primer milenio D.C., la urbanización de la llanura de inundación del río

Amaicha y restricciones territoriales que son fruto del régimen de la propiedad privada. Otra

posibilidad es que este sistema de manejo se haya implementado durante el Tardío, debido

a un aumento del tamaño de los rebaños, hecho que podría correlacionarse con una mayor

demanda de recursos debido al crecimiento demográfico ocurrido en dicho período.

Basamos este cuestionamiento sobre las prácticas de manejo propuestas en base a

observaciones actualísticas en que el valor de δ13Ccol logrado sobre la muestra ósea de la

llama proveniente de la colección de Bajo Los Cardones (-11,7‰) indica una dieta con un

considerable aporte de recursos C4. De acuerdo a los umbrales isotópicos propuestos para

22
Se plantea que una asignación temporal tentativa podría realizarse a partir de las similitudes en
los grabados registrados con aquellos del sitio formativo El Divisadero (Adris com. pers. 2015).

99
camélidos por Fernández y Panarello (1999-2001)23, los recursos C4 habrían representado

2/3 de la dieta. En el caso del camélido doméstico de El Remate (δ13Ccol -14‰), la dieta

habría sido relativamente equilibrada, con aportes similares de ambas clases de plantas.

Por el contrario, el guanaco recuperado en Cumbres Calchaquíes (δ13Ccol -20,3‰) muestra

una dieta dominada totalmente por recursos C3 (ver Tabla 21) 24.

d13Ccol ‰
AIE N° Procedencia Taxa Años AP d13Ccol ‰ % C3 % C4
Corr.

29798 Bajo Los Cardones Lama glama ca. 1300 -11,7 - 39,31 60,69
29800 El Remate Lama glama ca. 1180-900 -14,0 - 55,17 44,83
36125 Cumbres Calchaquíes Lama guanicoe Actual -21,8 -20,3 98,62 1,38

Tabla 21. Porcentajes relativos de consumo de vegetales C3/C4 para los camélidos analizados calculados de
acuerdo al modelo de Fernández y Panarello (1999-2001).

Aunque tenemos en cuenta que se nos podría objetar que debido a la baja cantidad de

muestras de camélidos arqueológicos que hasta ahora hemos analizado no deberíamos

descartar la implementación sincrónica de prácticas de manejo diferentes para ejemplares

de un mismo rebaño25, la existencia de valores de δ13C enriquecidos en muestras de Lama

glama nos lleva a plantear que durante el Formativo los animales domésticos fueron

23
Según estos autores, considerando la corrección por el efecto Suess, un valor de δCcol -20,5‰
representaría una dieta con aportes exclusivos de recursos C3. El caso contrario, una dieta
monoisotópica C4, arrojaría un δ13Ccol de -6‰. Para una dieta mixta el valor δ13Ccol resultaría de -
14,5‰. Para calcular el porcentaje del aporte de cada clase de plantas en la dieta se aplican las
siguientes fórmulas: │%C3│ = (Ccol x – 6) / 14,5 y │%C4│ = (Ccol x – 20,5) / 14,5.
24
Es pertinente señalar que se han obtenido valores isotópicos de 2 muestras de camélidos
recuperadas en El Divisadero con dataciones relativamente sincrónicas a las de Bajo Los Cardones
y El Remate. Las muestras datadas en 1239 ± 47 AP y 1275 ± 43 AP arrojaron, respectivamente,
un δ13C de -17,5‰ (AA88060) y -19,6‰ (AA94587) (Gómez Augier y Caria 2012b). Aunque por las
firmas isotópicas registradas creemos que es muy posible que se trate de guanacos,
lamentablemente, el nivel de identificación taxonómico de los restos es vago (a nivel familia), hecho
que nos impide discutir dichos resultados para la problemática de las estrategias de subsistencia.
25
Por ejemplo, Brandström y colaboradores (1979), en función de casos de estudio de pastores
modernos en el Este de África, identifican tres estrategias pastoriles posibles: a) Unilocal: todo el
rebaño se mantiene en las inmediaciones de las bases residenciales; b) Bilocal: estacionalmente el
rebaño es unilocal y el resto del año se implementan estrategias de pastoreo nómade con mayor
rango de movilidad; y c) Multilocal: parte del rebaño es unilocal mientras otros animales son
alimentados en otro lugar todo el año (este modelo ha sido discutido para el valle de Amabato, ver
Dantas et al. 2011).

100
alimentados en el fondo de quebrada, en las inmediaciones de las bases residenciales. Tal

afirmación se fundamenta en el hecho de que la ecología isotópica de Cumbres

Calchaquíes es dominantemente C3 y que la quebrada es el único ambiente en el cual

debió existir disponibilidad de recursos vegetales C4 (ya sean domésticos o silvestres).

Entonces, a pesar de que parece incuestionable que Cumbres Calchaquíes es un piso

ecológico que debió ser explotado para la caza (de guanacos, vicuñas o tarucas), o que

bien pudo ser un área de tránsito en el marco de un circuito caravanero hacia la vertiente

oriental26, los análisis de isótopos estables con los que por ahora contamos sugieren que

en tiempos prehispánicos no se utilizó a Cumbres Calchaquíes como una zona buffer ante

la merma de la disponibilidad de forrajimasa en la quebrada durante la estación seca, como

sí lo hacen las poblaciones modernas.

Por otro lado, habiendo propuesto que los camélidos debieron alimentarse en el fondo de

quebrada y no en el área de Cumbres Calchaquíes, nos preguntamos qué tipo de recursos

C4 condicionaron los valores enriquecidos de δ13C registrados en las muestras de los

animales de Bajo Los Cardones y El Remate. ¿Fueron especies botánicas silvestres o

pudieron ser cultivos aprovechados como forraje? ¿Se puede considerar a nuestros

resultados como indicadores de una dieta artificialmente dirigida?

Dantas y colaboradores, en base a una amplia cantidad de análisis realizados sobre

camélidos domésticos recuperados en sitios del valle de Ambato (un área con una

distribución equilibrada de plantas C3/C4 en los tres pisos ecológicos que la conforman),

proponen que aquellos animales que presentan valores enriquecidos acusarían una

estrategia de movilidad reducida, centrada en los alrededores de los campos de cultivos y

26
Esto ha sido abordado por Caria y colaboradores (2009) a partir del estudio de las fuentes y
distribución de recursos líticos (obsidiana).

101
con “una alimentación controlada en base a maíz” (2015: 96). En tanto, los animales con

valores empobrecidos o intermedios, con dietas con mayores aportes de recursos C3,

serían el resultado de un pastoreo nómade a campo abierto, con mayores rangos de

movilidad y un control artificial directo prácticamente inexistente de la dieta. La hipótesis,

según la cual existe una inversión del excedente agrícola en rebaños, parecería confirmada

por la identificación de silicofitolitos de maíz en los pisos ocupacionales de los corrales.

Además, la alta presencia de materia orgánica en los perfiles pedológicos de las terrazas

se explicaría por el aporte de guano de animales a los que, después de la cosecha, se los

alimenta en las parcelas con rastrojos de cultivos (Figueroa 2008, 2012)27. De esta manera,

la estrategia económica, en palabra de Laguens y colaboradores, articularía una lógica

mutualista que potenciaría la productividad agropastoril (2013).

La misma explicación sobre una dieta artificialmente dirigida con un componente

significativo de maíz puede ser esbozada para nuestros casos de estudio, especialmente

para el camélido doméstico de Bajo Los Cardones. Aunque los valores obtenidos sobre

camélidos arqueológicos no parecen corresponderse con aquellos registrados sobre

ejemplares de maíz actuales, la ya mencionada susceptibilidad de δ15N a las circunstancias

pedológicas y ambientales (y la incertidumbre que ella implica), nos llevan a sostener

nuestra propuesta. Incluso si se refutaran nuestras inferencias paleoecológicas y se

demostrara una mayor disponibilidad durante el Formativo de especies forrajeras C4 en el

fondo de quebrada, el planteo de una alimentación de rebaños controlada a base de maíz

continuaría siendo válida si se tiene en cuenta la estrategia trófica generalista (en ciertos

casos intermedia) que los camélidos sudamericanos implementan en ambientes áridos,

27
Explicaciones similares sobre valores de δ13C enriquecidos han sido esbozadas por distintos
autores (ver, por ejemplo, Fernández y Panarello 1999-2001; Finucane et al. 2006; Izeta et al. 2009;
Mengoni 2010).

102
siendo muy poco probable entonces que casualmente desarrollaran una fuerte

especialización o selectividad a favor de los recursos C4 que conformaban la oferta natural

del área.

Sin embargo, debemos destacar que no estamos de acuerdo en que necesariamente se

deba presumir un pastoreo con mayores rangos de movilidad y menor control artificial de la

dieta para aquellos camélidos domésticos con valores isotópicos intermedios (como

observamos en el caso de El Remate) o incluso empobrecidas. Aunque no descartamos

esta posibilidad, sostenemos que debe considerarse otra situación que también podría dar

cuenta de los mismos resultados. A camélidos con una dieta con un alto control antrópico,

además de maíz, bien se les pudo suministrar recursos silvestres C3, como frutos de

algarrobo, chañar o churqui. Si se tiene en cuenta que en el pasado la distribución de

especies arbóreas debió ser mucho mayor a la que se registra en la actualidad, no sólo en

Amaicha sino también en el área valliserrana en general, no debería descartarse entonces

la posibilidad de un suministro de estos recursos a aquellos camélidos domésticos

alimentándose en las inmediaciones de las bases residenciales. Además, también es viable

que restos de cultivos C3 se hayan aprovechado para la alimentación de rebaños. González

y colaboradores (2016), por ejemplo, han remarcado el potencial y valor nutricional para

alimentación animal de los residuos de quinoa que quedan después de la cosecha, así

como del afrecho (cáscara que se genera luego de procesar el grano), destacando que en

la zona de Amaicha la cosecha de este cultivo se produce en los meses de mayo o junio,

una época de baja disponibilidad de forraje.

Así, valores muy bajos de δ13C bien podrían ser el resultado de una dieta dirigida con

grandes contenidos de recursos silvestres o cultivos C3. Valores intermedios se podrían

perfectamente explicar por un aprovechamiento, de manera equilibrada, de restos agrícolas

103
de maíz y otros recursos C3. Si bien no podemos demostrar que a los rebaños formativos

se les suministró especies silvestres C3, al menos podemos afirmar que carece de sentido,

para el marco de la lógica mutualista propuesta, que los animales sean alimentados en

parcelas de maíz y se restringa su acceso a los terrenos con restos de cultivos de otras

especies. Introducir estas consideraciones en la ecuación interpretativa conlleva a que las

investigaciones arqueológicas que se realicen en el NOA deberían considerar un problema

de equifinalidad isotópica para situaciones de manejo de camélidos domésticos muy

contrastantes.

9.3. Isótopos del carbono y paleodieta humana

Si bien hemos explicado que en casos de bajos consumos cárnicos los vegetales pueden

tener alguna incidencia, en la mayor parte de los casos, el colágeno del hueso es sintetizado

fundamentalmente a partir del segmento proteico de la dieta. En humanos, generalmente

se acepta que aquellos resultados de δ13Ccol mayores a -14‰ pueden ser considerados

como el reflejo de dietas con un aporte significativo de fuentes proteicas C4, resultados de

entre -14‰ y -17‰ evidenciarían dietas mixtas y valores menores a -17‰ indicarían dietas

con fuentes de proteínas fundamentalmente C3 (Pate 1994; Hard et al. 1996; Coltrain y

Leavitt 2002). Dietas monoisotópicas C4 provocarían valores de δ 13Ccol entre -7,5‰ y -4‰,

mientras que aquellas con aportes exclusivos de recursos C3 probablemente arrojarían

valores cercanos a -22‰ (Pate 1994: 191). La media de los resultados de δ13Ccol obtenidos

sobre las muestras de los individuos de Bajo Los Cardones (-11,5‰ y -12,5‰) y,

especialmente, El Remate (-9,7‰), indican entonces una dieta con una fuente de proteínas

de patrón C4, lo cual resulta coherente con los datos isotópicos que arrojaron los ejemplares

de Lama glama provenientes de las colecciones arqueológicas de esos mismos sitios.

104
Ahora bien, dado que las especies C4 se encuentran casi ausentes en el área de Cumbres

Calchaquíes, dos escenarios deberían descartarse. En primer lugar, nuestros resultados no

se condicen con dietas con aportes significativos de proteínas obtenidas mediante la caza

de guanacos, lo que parecería confirmado por la ausencia de camélidos silvestres en el

conjunto arqueofaunístico de Bajo Los Cardones. En segundo lugar, esto también refuerza

nuestro cuestionamiento sobre el postulado de que los grupos amaicheños condujeron sus

rebaños de camélidos a Cumbres Calchaquíes como parte de una estrategia de movilidad

logística. Insistimos en que el fondo de quebrada fue el único sector de nuestra área de

estudio donde las plantas C4 estuvieron representadas, concretamente por pasturas (que

debieron tener una mayor cobertura en el pasado), algunas especies arbustivas y por

cultivos, los cuales pudieron ser utilizados como forraje.

A diferencia de lo que sucede con los individuos de Bajo Los Cardones y El Remate,

aquellos de Finca Cruz, con un δ13Ccol de -14‰ y -14,1‰, habrían consumido, en cambio,

fuentes de proteínas con un aporte equilibrado de especies C3 y C4. En sintonía con

nuestros planteos anteriores, siempre y cuando la cronología relativa que hemos propuesto

para los contextos de entierro del sitio sea válida, pensamos que este consumo alto (en

términos relativos) de proteínas C3 podría explicarse si durante los primeros siglos del

primer milenio D.C. hubo un mayor aprovechamiento de animales silvestres y que luego

esta estrategia cediera protagonismo progresivamente ante el afianzamiento del

pastoralismo.

Ahora bien, ¿qué información se desprende de los valores obtenidos sobre hidroxiapatita?

El valor absoluto del espaciamiento colágeno-apatita ha sido utilizado para ponderar el

consumo de proteínas (carne) en relación con los carbohidratos y lípidos (vegetales)

105
incluidos en la dieta. Sin embargo, como ya hemos explicado, esto ha sido dejado de lado

luego de los cuestionamientos realizados por Kellner y Schoeninger (2007), quienes

demostraron que dicho espaciamiento sólo es útil para ponderar el aporte de vegetales y

animales con distintos patrones fotosintéticos.

Por el momento, contamos únicamente con resultados sobre hidroxiapatita para los

individuos de Bajo Los Cardones. Las muestras de fragmentos óseos del Cuerpo 1

permitieron obtener dos determinaciones, siendo la media entre ambas de -7,15‰. El único

resultado sobre colágeno obtenido sobre dicho individuo fue de -11,5‰, resultando

entonces en un espaciamiento δ13Ccol-ap de 4,35‰. Para el Cuerpo 2 se obtuvo un valor alto

para δ13Cap: -5,2‰, registrándose un ∆ δ13Ccol-ap igual a 7,1‰.

Para el C1, los resultados obtenidos sobre colágeno nos indicaban que las fuentes de

proteínas aprovechadas se inscribían mayormente en el patrón fotosintético C4. Entonces,

un ∆ δ13Ccol-ap de 4,35‰ nos indica que las fuentes de energía poseyeron una media

prácticamente igual. El espaciamiento notable que se registra en el caso del C2 implica, en

cambio, que la incidencia en la dieta total de los recursos C4 aumenta al considerar los

carbohidratos y lípidos. Si bien habíamos indicado un aporte considerable de especies con

dicho patrón fotosintético al discutir los resultados sobre colágeno para el C2 (-12,5‰), lo

cierto es que no se aleja demasiado del umbral superior de lo que podría considerarse una

dieta mixta (-14‰). Un ∆ δ13Ccol-ap de 7,1‰ nos indica que al incluir las fuentes de energía

la importancia de los recursos C4 aumenta considerablemente.

Que la fracción proteica de la dieta resulte más negativa que la del resto de los nutrientes

nos permite plantear entonces que el consumo de maíz o amaranto (las únicas plantas de

valores isotópicos enriquecidos con importancia para el consumo humano disponibles

106
durante el formativo en el área valliserrana del NOA) fue dominante en la vida del individuo,

cumpliendo un rol destacadísimo en su alimentación. Esto se confirma aplicando el modelo

de regresión propuesto por Kellner y Schoeninger (2007) para estimar los patrones

fotosintéticos proteicos y no proteicos en función del cruzamiento de datos sobre apatita y

colágeno28 (Figura 26).

Figura 26. Ubicación de las señales isotópicas de los individuos de Bajo Los Cardones en relación
con las líneas de regresión proteicas del modelo de Kellner y Schoeninger (2007).

En cuanto a la variabilidad de la dieta a lo largo de la vida de los individuos analizados, para

5 de los 6 casos no se registraron cambios importantes en el patrón de consumo ya que el

espaciamiento isotópico de δ13C entre las distintas determinaciones realizadas en cada

28
Dado que las líneas de regresión de Kellner y Schoeninger (2007) han sido propuestas en base a
observaciones realizadas en animales modernos sometidos a situaciones experimentales, para
aplicar este modelo a casos arqueológicos debe realizarse la corrección correspondiente por el
efecto de Suess.

107
individuo no superó el 2‰. La excepción es el individuo femenino de la Cista Este de Finca

Cruz, en cuyo caso se observa una diferencia absoluta de 3,7‰ entre los valores del primer

y tercer molar (-15,9‰ y -12,2‰ respectivamente). Si además se tiene en cuenta el

enriquecimiento que produce la lactancia, tal diferencia implica que la mujer tuvo una dieta

con un consumo de proteínas mixtas durante los primeros 10 años de su vida mientras que

en su juventud modificó sus patrones alimenticios, incluyendo fuentes con mayor incidencia

de recursos C4. Lamentablemente, no podemos precisar la dieta durante sus últimos años

de vida dado que no contamos con resultados sobre hueso debido a la falta de colágeno

de la muestra escogida.

Por otro lado, es pertinente hacer algunos comentarios sobre la niña de El Remate. Si bien

reconocemos que los valores isotópicos obtenidos sobre la corona de su primer molar

pueden mostrar la incidencia del enriquecimiento que se produce durante la lactancia,

observar el valor que registra en la raíz de la pieza dental en cuestión nos permitiría

sostener el planteo realizado con anterioridad sobre una dieta con una fuerte base de

proteínas C4. Debe recordarse que la formación de la raíz comienza a la edad de

aproximadamente 3 años, por lo que no debería existir un enriquecimiento por el consumo

de leche materna. Si el valor isotópico de la corona del primer molar se vio afectado por el

fraccionamiento del orden de 1,2‰ propuesto por Fueller y colaboradores (2003) y, al

mismo tiempo, tenemos en cuenta que prácticamente no se registran variaciones entre las

distintas secciones de la pieza dental mencionada, es posible plantear entonces que la niña

tuvo un mayor consumo de recursos C4 durante su corta infancia que su progenitora en el

momento en que esta la amamantaba. ¿Los alimentos derivados del maíz pudieron

entonces tener un rol más destacado durante la infancia que en la vida adulta? Si bien este

parecería ser el caso de la niña de El Remate, lo mismo no se verifica al analizar los casos

de Bajo Los Cardones y, de hecho, recién hemos indicado lo contrario para la mujer de la

108
CE de Finca Cruz. Por ello, debería descartarse la existencia de un patrón que apuntale la

hipótesis planteada.

Además, debemos destacar que la niña de El Remate presenta un desgaste macroscópico

en surco a mitad de sus premolares y molares, es decir, una patología conocida como

hipoplasia del esmalte (Aschero y Ribotta 2007). En la mayoría de los casos, la hipoplasia

del esmalte es el reflejo de situaciones de estrés nutricional durante el desarrollo de la pieza

dental. Por lo general es consecuencia directa de situaciones de malnutrición o bien de

enfermedades e infecciones cuya aparición se relaciona, justamente, a problemas

nutricionales o períodos de lactancia breves que afectan el desarrollo del sistema

inmunológico (ver, por ejemplo, Novellino y Gil 2007). Dado que la visibilidad de la

hipoplasia (micro o macroscópica) depende de la duración e intensidad del factor causal,

puede afirmarse que la niña sufrió la condición que produjo la patología por un tiempo

relativamente prolongado. En base a ello nos preguntamos, si la niña sufrió algún tipo de

deficiencia nutricional, ¿es posible que se manifieste isotópicamente de manera

reconocible?

La respuesta parecería ser negativa al considerar los valores de nitrógeno ya que los

mismos se ubican dentro de la distribución normal del conjunto (ver próximo apartado). En

cambio, los valores de δ13Ccol fueron los más enriquecidos de los individuos analizados. Si

bien es sugerente considerar que las deficiencias nutricionales son habituales en grupos

con altos aportes de carbohidratos del maíz (Killian Galván 2016: 92), sin embargo,

estrictamente, al no contar con datos sobre hidroxiapatita, sólo podemos afirmar que las

fuentes de proteínas fueron dominantemente C4. ¿Tal vez un bajo consumo cárnico y un

alto aporte de vegetales C4 incidiera enriqueciendo la composición del colágeno? ¿Quizás

deficiencias en el consumo proteico causaron la patología? Es posible. De todas maneras,

109
las evidencias de un solo caso resultarían débiles para postular una correlación entre tal

enriquecimiento y las deficiencias nutricionales que la niña debió padecer, por lo que por el

momento nos limitaremos a plantear una posibilidad que sería interesante explorar en un

futuro.

9.4. Isótopos del nitrógeno

Los valores obtenidos de δ15N mostraron una homogeneidad notable: con una media de

8,14‰, el rango fue de tan sólo 0,6‰ y se registró una desviación estándar de 0,23‰.

Como hemos explicado, en humanos, el nitrógeno del colágeno óseo deriva de las fuentes

proteicas consumidas (carbohidratos y lípidos carecen de tal elemento) y presenta un

enriquecimiento típico de 3-4‰ entre la señal isotópica y la dieta. Aunque la firma isotópica

de δ15N ha sido utilizada para ponderar la importancia de la ingesta cárnica en la dieta

(Schoeninger y DeNiro 1984), se ha demostrado la alta susceptibilidad del nitrógeno a

factores del medio, fundamentalmente a la disponibilidad hídrica y la concentración de

nitratos y amonio (salinidad) en los perfiles pedológicos, situación que ha obligado a dejar

de lado modelos lineales que correlacionan directamente el δ 15N con el consumo cárnico.

Valores cercanos a 8‰ pueden considerarse empobrecidos al compararlos con resultados

sobre muestras humanas de la región puneña, que suelen presentar medias entre los 13‰

- 14‰ (ver, por ejemplo, Pérez y Killian Galván 2011; Killian Galván y Samec 2013). Esta

situación, sin embargo, creemos que no se debe a un consumo cárnico moderado o bajo

sino a una mayor humedad relativa del área vallista con respecto a la región puneña.

Nuestros datos obtenidos sobre muestras humanas son coherentes con la media obtenida

sobre camélidos domésticos arqueológicos (4,85‰) al considerar el enriquecimiento de 3‰

110
- 4‰ que se produce en cada salto trófico, hecho que parece confirmar la segunda

interpretación29.

Por otro lado, debe destacarse que los valores mínimos y máximos sobre δ 15N (7‰ y 8,7‰

respectivamente) fueron obtenidos en una misma pieza dentaria, en la raíz y corona del

primer molar del C2 de Bajo Los Cardones. Aunque podría pensarse que esto implica

cambios en los patrones de consumo proteico, es muy probable que ese espaciamiento de

1,7‰ en el δ15N de la dentina del primer molar tenga su origen en el consumo de leche

materna, la cual produce, como hemos explicado, un enriquecimiento en los valores

isotópicos de la corona. Este mismo espaciamiento, algo menos acusado, se registra en el

C1 de Bajo Los Cardones (∆ δ15N = 1,2‰). El único caso en que esto no se manifiesta es

en el caso de El Remate, lo cual se explicaría por la corta edad a la que falleció la niña.

De todas maneras, los resultados de Bajo Los Cardones también muestran que los valores

de la raíz del primer molar se encuentran ligeramente empobrecidos no sólo en relación

con la corona de esa pieza dentaria sino también con respecto a las señales isotópicas del

tercer molar y aquellas propias de fragmentos óseos. Aunque no es posible identificar

concretamente los recursos implicados, esto podría indicar que los individuos de Bajo Los

Cardones, durante sus primeros 10 años de vida, tuvieron dietas con fuentes proteicas

ligeramente distintas a aquellas aprovechadas durante el tránsito a la juventud y el resto de

su vida adulta. Una posible explicación para esta situación es que haya existido un menor

aporte cárnico en la dieta durante la infancia, hecho que pudo provocar que ciertos recursos

29
Sin embargo, el hecho de haber analizado las muestras de solo 2 camélidos nos hace ponderar
con cautela la media obtenida, especialmente si se tiene en cuenta que existió un rango de 3,1‰
entre ambas.

111
vegetales tengan algún tipo de incidencia en la síntesis de aminoácidos, disminuyendo así

la media de δ15N levemente.

9.5. Tendencias temporales

Si se consideran los resultados registrados sobre muestras humanas obtenidas en

contextos de otros sitios del valle de Yocavil y se incluyen aquellas con fechados asignables

al período Arcaico y Tardío (Tabla 22), se observa una clara tendencia en la que aumenta

progresivamente el enriquecimiento de δ13C en los valores isotópicos obtenidos sobre

colágeno. Mientras la media para los casos del Arcaico resulta de -17,8‰ (n = 7), la de los

casos datados entre el 2500 y 1000 AP es de -12,0‰ (n = 10) y de -11,06‰ (n = 8) la de

aquellos individuos del segundo milenio D.C. (Figura 27 y Tabla 23)30.

30
Debe mencionarse que estudios isotópicos sobre seis individuos que habitaron Tolombón durante
el segundo milenio D.C. (fechados contextualmente entre el ca. 720 y 350 AP) han sido realizados
por Gheggi y Williams (2013), registrándose valores isotópicos de entre -9,9‰ y -9,03‰ en el caso
del δ13Ccol, y entre 11,7‰ y 3,2‰ en el caso de δ15N. Más allá de que no se han realizado fechados
radiocarbónicos directos sobre los cuerpos, se ha decidido no incluir dichos resultados dentro de los
casos considerados dado que la mayor parte de dichas determinaciones (5/6) arrojaron proporciones
atómicas C:N fuera del rango normal.

112
Cod. Lab. Sitio Años AP d13Ccol ‰ d13Cap ‰ d15N ‰ Bibliografía

AA104661 4154 ± 48 -17,7 - -


AA104660 4114 ± 50 -18,0 - -
AA104659 4039 ± 52 -17,4 - - Gómez Augier 2017
AA104663 El Divisadero 4038 ± 45 -17,9 - -
AA104662 3991 ± 42 -17,3 - -
AA94585 4114 ± 54 -18,2 - - Gómez Augier y Caria 2012;
AA94586 3943 ± 55 -17,8 - - Gómez Augier 2017
AIE36137/36138/36139 -14,1 - 8,4
Finca Cruz ca. 2000-1500
AIE36140/36141 -14,0 - 8,4
SD 1766 ± 47 -12,4 - -
SD Soria 2 1762 ± 47 -11,8 - - Greco 2012
SD 1730 ± 47 -10,1 - -
AA59414 Lampacito 1446 ± 36 -12,0 - -
Scattolin et al. 2005
UA20627 El Bañado - La Vaquería 1375 ± 40 -12,0 - -
AIE 29799/29805/29806/29810/29811/30517/33480 -11,5 -7,2 7,8
Bajo Los Cardones 1300 ± 70
AIE29801/29802/29803/29804/33478 -12,5 -5,4 8,0
AIE29807/29808/29809 El Remate ca. 1180 ± 40 -9,7 - 8,1
Beta 162379 Rincón Chico 1 630 ± 40 -9,8 - - Tarragó 2011
Beta 122100 Rincón Chico 25 890 ± 40 -15,1 - - Marchegiani 2008
AA87360 885 ± 36 -8,6 - -
Medanitos
AA87355 863 ± 43 -10,7 - - Álvarez Larrain et al. 2012
AA87356 Santa María 755 ± 35 -8,4 - -
SD 755 ± 41 -13,2 - -
El Calvario de Fuerte Quemado Greco 2012
SD 695 ± 42 -9,6 - -
AA87354 Entre Ríos (Quebrada de Shiquimil) 654 ± 43 -13,1 - 10,2 Álvarez Larrain et al. 2012

Tabla 22. Resultados isotópicos obtenidos sobre muestras humanas recuperadas en la quebrada de Amaicha y otros sitios del valle de Yocavil.
Nótese que para los casos muestreados en la presente investigación se han agrupado los resultados de las múltiples determinaciones realizadas,
utilizándose en esta tabla la media de dichos valores.

113
Figura 27. Gráfico con la dispersión temporal de las señales isotópicas de δ 13Ccol para el área de
Amaicha y otros sitios del valle de Yocavil. Los casos de Finca Cruz se ubicaron gráficamente en el
1750 AP, es decir, a la mitad del rango temporal que hemos asumido tentativamente para estos
entierros (2000-1500 AP).

Aunque todavía no se cuentan prácticamente con resultados sobre hidroxiapatita que nos

permitan diferenciar con claridad entre el consumo directo o indirecto de recursos C4, aun

si este enriquecimiento se explicara porque los camélidos domésticos fueron sometidos a

una alimentación artificial, la conclusión sería la misma: esta tendencia temporal que se

registra en los valores de δ 13Ccol nos indica un progresivo aumento de la importancia del

maíz en la dieta de las poblaciones amaicheñas a lo largo del primer milenio D.C. y una

consolidación de este escenario durante el Tardío 31.

31
Esto es contrastante con el rol secundario del maíz durante el Tardío para otras áreas valliserranas
(ver Korstanje 2015) o para la Puna (ver Killian Galván et al. 2016).

114
Cantidad de Desviación
Lapso Temporal Media ‰ Mediana ‰ Rango ‰
Muestras Estándar ‰

4500 - 2500 AP 7 -17,8 -17,8 0,9 0,32


2500-1000 AP 10 -12,0 -12,0 4,4 1,41
1000 - 500 AP 8 -11,06 -10,25 6,7 2,45

Tabla 23. Medidas estadísticas de los resultados isotópicos obtenidos en muestras humanas
recuperadas en sitios arqueológicos de la quebrada de Amaicha y valle de Yocavil.

Figura 28. Diagrama de caja para los resultados de muestras datadas entre el 4500-2500 AP.

115
Figura 29. Diagrama de caja para los resultados de muestras datadas entre el 2500-1000 AP.

116
Figura 30. Diagrama de caja para los resultados de muestras datadas entre el 1000-500 AP.

117
Figura 31. Gráfico comparativo de los diagramas de caja de los valores isotópicos obtenidos para
Amaicha y Yocavil.

En el caso del nitrógeno, la cantidad de datos disponibles para el valle de Yocavil todavía

es escasa para discutir tendencias temporales. Sin embargo, parecería que existe una

homogeneidad relativa entre los valores obtenidos para la mayor parte de los individuos

analizados (Figura 32). El rango entre el valor mínimo (del C1 de Bajo Los Cardones) y el

máximo (del individuo de la Quebrada de Shiquimil, del sitio Entre Ríos), resulta de tan solo

2,4‰. De todas maneras, debemos mencionar que ese rango de enriquecimiento es

consistente con la tendencia hacia la aridización que se registra a partir de la transición

hacia el segundo milenio D.C.

118
Figura 32. Gráfico con la dispersión temporal de las señales isotópicas de δ15N para el área de
Amaicha y valle de Yocavil. Una vez más, los casos de Finca Cruz se ubicaron gráficamente en el
1750 AP.

Por otro lado, es interesante observar qué sucede en áreas vecinas a nuestra región de

estudio, como el valle de El Cajón y El Infiernillo. En la primera área mencionada, resultados

isotópicos han sido obtenidos sobre restos humanos recuperados en sitios del sector

pedemontano occidental, en la localidad de La Quebrada (en las inmediaciones del límite

del área valliserrana con el ámbito puneño)32. Mientras los casos más tempranos muestran

un dominio marcado de fuentes proteicas C3, a partir del 2100-2200 AP se comienzan a

registrar dietas más equilibradas, aunque más moderadas en cuanto al aporte de recursos

C4 si se comparan con los sitios de Yocavil cuyas evidencias hemos considerado en este

32
La Quebrada se encuentra a aproximadamente 55 km en línea recta del sitio Finca Cruz.

119
apartado. En tanto, el caso del sitio Campo de Los Indios (en el fondo de valle), con una

asignación cronológica para el siglo XIV, muestra ya una dieta con un consumo proteico

indiscutiblemente marcado por recursos C4 (Tabla 24 y Figura 33).

Cod. Lab. Área Sitio Años AP d13Ccol ‰ d13Cap ‰ d15N ‰ Bibliografía

AA97850 El Aumento 3678 ± 39 -17,1 - -


AA87286 Bordo Marcial 2056 ± 48 -18,7 - -
AA101318 2187 ± 45 -18,5 - - Cortes et al. 2016
El Cajón Tres Cabezas
AA101317 2164 ± 47 -15,4 - -
AA87292 Cementerio - Duna 1915 ± 48 -16,1 - -
AA102679 Campo de los Indios 577 ± 45 -7,2 - - Bugliani y Cortés 2015
UGAMS#25521 3770 ± 30 -18,7 - -
UGAMS#22893 3580 ± 25 -18,8 - -
Oliszewski et al . 2018
UGAMS#25519 Puesto Viejo 1 3490 ± 25 -19,3 - -
El Infiernillo
UGAMS#22273 3300 ± 25 -19,6 - -
UGAMS#04251 1560 ± 25 -18,4 -6,7 9,9 Oliszewski et al . 2010
UGAMS#22271 El Molle 1 2100±20 -22,8 - - Oliszewski et al . 2018

Tabla 24. Resultados isotópicos obtenidos sobre muestras humanas recuperadas en regiones
vecinas al valle de Yocavil.

-25

-20

-15

-10
δ13 Ccol

-5

0
4000 3500 3000 2500 2000 1500 1000 500 0
Años AP

Figura 33. Gráfico con la dispersión temporal de las señales isotópicas de δ 13Ccol para el área de El
Cajón.

Para El Infiernillo la situación es contrastante ya que se registra un dominio de los recursos

proteicos C3 para casos que cubren el rango temporal del 3800 - 1500 AP (Tabla 24 y

120
Figura 34). De hecho, el caso de Puesto Viejo 1 de mediados del primer milenio D.C.

(Oliszeswki et al. 2010) muestra un notable espaciamiento δ13Ccol-ap (11,7‰), lo que nos

indica una dieta con fuentes de proteínas C3 y fuentes de energía marcadamente C4, es

decir, una estrategia de subsistencia contrastante a la que fue implementada por los

ocupantes de los sitios de Amaicha y Yocavil. Así, teniendo en cuenta la ausencia de micro

o macrorestos de amaranto en el registro de Puesto Viejo 1, es posible afirmar que la dieta

del individuo tuvo un alto componente de maíz, cultivo del cual existen numerosas

evidencias en el sitio. Si bien las fuentes de energía coinciden con lo observado para los

casos de Bajo Los Cardones (sitio que se encuentra a una distancia lineal de tan solo 6

km), los recursos proteicos aprovechados fueron isotópicamente diferentes, motivo por el

cual resulta improbable el aprovechamiento de rastrojos de cultivos C4 para la alimentación

de rebaños y es imposible ponderar el peso relativo de la caza versus el pastoralismo en

tales grupos según los lineamientos que hemos discutido con anterioridad en esta tesina.

-25,0

-20,0

-15,0
δ13Ccol

-10,0

-5,0

0,0
4000 3500 3000 2500 2000 1500 1000 500 0
Años AP

Figura 34. Gráfico con la dispersión temporal de las señales isotópicas de δ 13Ccol para el área de El
Infiernillo.

121
Considerando que, por una cuestión altitudinal, la ecología isotópica propia de El Infiernillo

necesariamente debe caracterizarse por una restringida distribución de especies silvestres

C4 (resultando un escenario más similar al que se registra en Cumbres Calchaquíes que al

de la quebrada de Amaicha), las explicaciones posibles para dar cuenta de los resultados

obtenidos son: 1) la caza de camélidos silvestres y otros animales de menor porte constituía

uno de los principales componentes de la dieta y su importancia no se vio socavada durante

el primer milenio D.C.; 2) se aprovecharon camélidos domésticos que pastaron libremente

en el área y/o que fueron artificialmente alimentados con frutos silvestres o restos de

cultivos C3, o 3) existió un aporte proteico a la dieta que combinó de alguna manera

indefinida lo indicado en las primeras dos opciones.

Por último, es definitivamente interesante destacar que Oliszeswki y Arreguez (2015) han

propuesto que los grupos que ocuparon Quebrada de Los Corrales implementaron

estrategias para obtener recursos de la quebrada de Amaicha. Esta afirmación se basa en

que a pesar de la ausencia total de árboles en El Infiernillo, los conjuntos arqueobotánicos

recuperados en contextos arqueológicos de la primera mitad del primer milenio D.C.

evidencian una alta presencia de frutos de especies arbóreas silvestres, tales como

algarrobo y chañar (luego del 1500 AP las ocupaciones humanas habrían abandonado la

quebrada debido a un evento volcánico). Si los pobladores de la Quebrada de Los Corrales

obtuvieron recursos naturales de nuestra área de estudio, pensamos que sería

interesantísimo explorar si ello se dio mediante una extracción directa, en el marco de una

movilidad logística propia del sedentarismo dinámico de estas sociedades, o bien, fue fruto

de relaciones de intercambio con los grupos amaicheños. Por otro lado, en el caso de que

la última opción fuese la respuesta, surgiría un segundo interrogante: ¿qué obtuvieron los

grupos de la quebrada de Amaicha por esos recursos?

122
10. CONCLUSIONES

Antes de la presente investigación, la escasa información que se disponía sobre aspectos

dietarios de las antiguas poblaciones de la quebrada de Amaicha derivaba de micro o macro

restos faunísticos y botánicos hallados en diferentes contextos arqueológicos del área. A

pesar de que este tipo de evidencia permitía tener una idea general sobre las especies

consumidas en el pasado, no resultaba posible discriminar el peso relativo de las distintas

clases de recursos aprovechados. Por ello, se decidió utilizar a los análisis isotópicos como

medio para abordar el perfil dietario de las poblaciones amaicheñas y las estrategias de

subsistencia implementadas durante el Formativo. Para aplicar el método escogido, fue

necesario el abordaje de la ecología isotópica como paso previo a realizar las inferencias

sobre la paleodieta prehispánica. A continuación procuraremos sintetizar los alcances y

limitaciones de la investigación realizada.

Con respecto a la ecología isotópica, al considerar el panorama agroecológico hemos

indicado que el maíz y el amaranto resultan las únicas especies C4 dentro del conjunto de

cultivos prehispánicos posibles. En tanto, las especies vegetales silvestres aptas para

consumo humano (chañar y algarrobo) son de patrón fotosintético C3. Por otro lado, la

ecología isotópica de las especies vegetales silvestres con potencial forrajero de la

quebrada de Amaicha muestra un contraste notable en la distribución de especies C3 y C4

entre el fondo de quebrada y el área de Cumbres Calchaquíes. En el primer sector, lugar

de emplazamiento de las bases residenciales prehispánicas, aunque se registra una

distribución fitogeográfica con mayor peso relativo de especies C3, existen pasturas C4 de

alta palatabilidad para herbívoros. En Cumbres Calchaquíes, en cambio, C3 resulta el

patrón fotosintético dominante, situación que se explica por la falta de adaptación de las

123
especies C4 a ambientes de altitud elevada (por sus efectos sobre la temperatura e

irradiación solar).

Definir esta zonificación isotópica resultó fundamental para procurar delinear el modo de

obtención de los recursos proteicos y el peso relativo del pastoralismo-caza para las

poblaciones amaicheñas. Como hemos discutido, proponemos que las llamas debieron ser

los únicos camélidos con firmas isotópicas enriquecidas en δ13C, por la simple razón de que

el fondo de quebrada fue el único parche con disponibilidad de especies vegetales C4 (ya

sean silvestres o agrícolas). Esto último, según hemos planteado, a su vez conlleva que

identificar valores enriquecidos en humanos demuestra un alto componente pastoril en la

dieta en relación con la caza. Los valores de δ13Ccol obtenidos sobre camélidos silvestres

confirman que los mismos constituyen una fuente proteica empobrecida isotópicamente, lo

cual resulta coherente con el dominio de vegetación C3 en pisos altitudinales elevados.

En tanto, las muestras arqueológicas de camélidos domésticos nos indican que

probablemente los rebaños tuvieron un alto aporte relativo de recursos C4, lo que a su vez

implica que tales animales debieron alimentarse en el fondo de quebrada y que es

altamente probable que sus dietas fueran artificialmente dirigidas. La existencia de

camélidos con un fuerte componente de recursos vegetales C4 en sus dietas se explicaría

por el uso de recursos del mundo agrícola (maíz o rastrojos de ese cultivo) para la

alimentación de los rebaños. Esto pudo ser una respuesta a las necesidades de forraje

durante la estación seca o bien una estrategia mutualista desarrollada a fin de maximizar

los rendimientos agropastoriles.

En la dieta de las poblaciones amaicheñas, desde el Arcaico existe una tendencia clara en

la que se da un aumento progresivo de los recursos C4 dentro de las fuentes proteicas

124
aprovechadas. Así, en el caso de los individuos del sitio El Divisadero se observa que las

fuentes de proteínas están dominadas por el consumo de recursos C3. Luego, si nuestra

asignación cronológica de Finca Cruz es acertada, durante la primera mitad del primer

milenio D.C., las poblaciones amaicheñas mostrarían un consumo de fuentes proteicas que

podrían categorizarse como mixtas, con aportes equilibrados de recursos C3 y C4, lo cual

podría interpretarse como una señal del afianzamiento de las prácticas productivas. Hacia

fines del primer milenio de la era cristiana, como demuestran los casos de estudio de Bajo

Los Cardones y El Remate, se consolida esta tendencia, que luego continúa durante el

Tardío, observándose una incidencia cada vez mayor de recursos C4 en los valores de

δ13Ccol. Esta tendencia de aumento progresivo en el aprovechamiento de fuentes de

proteínas C4, que coincide con lo observado para otros casos del valle de Yocavil,

proponemos que resulta un claro indicador del aumento del peso relativo del componente

pastoril en la dieta y del cultivo del maíz, recurso cuyo impacto en la fracción proteica de la

dieta se habría producido de manera indirecta, por la implementación de las prácticas de

manejo de rebaños que hemos sugerido.

Por otro lado, los resultados del espaciamiento δ13Ccol-ap obtenidos para los individuos de

Bajo Los Cardones refuerzan el planteo de que avanzado el primer milenio D.C. los recursos

vegetales C4 cumplieron un rol muy destacado en la dieta, particularmente en el caso del

Cuerpo 2. Esto no puede indicarnos otra cosa que dietas con altos componentes de

recursos del mundo agrícola y, particularmente, de maíz, el único recurso que presenta

señales enriquecidas disponible en nuestra región de estudio y para el que al mismo tiempo

existen otras líneas de evidencia que permiten inferir su importancia para la subsistencia

humana.

125
Esta situación, que conlleva una incidencia baja de los recursos de recolección como el

algarrobo y chañar en los patrones de consumo del grupo que ocupó Bajo Los Cardones,

minó nuestras expectativas y parece refutar entonces la hipótesis sobre una posible dieta

mixta con un aporte equilibrado de productos agrícolas y frutos silvestres (la cual, debemos

reconocer, derivaba del contenido de las fuentes etnohistóricas para el momento de

contacto hispano-indígena). Esto, a su vez, nos obliga a considerar que el valor o función

social de un recurso dado no necesariamente presenta una relación directamente

proporcional con su incidencia real en la dieta.

Ahora bien, ¿qué información se desprende de los análisis de δ15N? En primer lugar, debe

destacarse que si se contemplan en conjunto las mediciones de δ15N sobre muestras

humanas y camélidos arqueológicos, la media en humanos cumple con el esperado

fraccionamiento para dietas donde los camélidos domésticos constituyeron la principal

fuente de proteínas. En segundo lugar, aunque no estamos en condiciones de cuantificarlo,

hemos planteado que una mayor humedad durante la mayor parte del primer milenio D.C.

debió provocar que las señales medias hayan sido más bajas que las que se registran en

el presente, hecho que necesariamente debe tener su correlato isotópico en fauna y

humanos. El caso de la quebrada de Shiquimil analizado por Álvarez Larrain y

colaboradores (2012) parecería apuntar en esa dirección interpretativa.

Se estableció, en términos generales, que existió una homogeneidad relativa en los

patrones de consumo a lo largo de las diferentes etapas de vida de los individuos

analizados, detectando en algunos casos variaciones durante la infancia. Además, nos

hemos confrontado con el hecho de que existe una alta variabilidad en las señales de

nitrógeno ante modificaciones en las condiciones del medio. Esto debe resultar un llamado

de atención sobre las dificultades que conlleva analizar muestras botánicas actuales para

126
responder problemas arqueológicos (este no es el caso de los valores de δ 13C). Si bien, a

grandes rasgos, podríamos estimar el sesgo producido por las variaciones climáticas

acontecidas, la alta susceptibilidad de las firmas de nitrógeno a la naturaleza de los suelos

y, por ende, tanto a factores microambientales como agroecológicos (prácticas de

fertilización, régimen de riego, rotación de cultivos, etc.) provoca que asumamos que la

metodología implementada implica un nivel de incertidumbre difícil de superar al intentar

enfocar casos arqueológicos bajo la lupa de análisis actualísticos de δ15N sobre muestras

vegetales. De todos modos, más allá de habernos tropezado con este problema, no

tenemos dudas que ya con los datos disponibles se ha logrado sentar una base sobre las

estrategias de subsistencia de las comunidades prehispánicas de la quebrada de Amaicha.

A futuro, para continuar con la línea de investigación de esta tesina, en primer lugar, debería

corroborarse mediante dataciones radiocarbónicas si es válida la asignación temporal

relativa que hemos realizado para los cuerpos de Finca Cruz. Para reforzar nuestras

propuestas sobre las estrategias de subsistencia, el tipo de consumo proteico y el modo de

manejo de rebaños, también sería necesario aumentar la cantidad de muestras de

camélidos analizadas isotópicamente, particularmente, de especímenes arqueológicos de

Lama glama, ya que, como hemos explicado, se debe considerar la posibilidad de que

animales de un mismo rebaño hayan sido sometidos, de manera simultánea, a modos de

manejo distintos. Analizar restos arqueológicos de guanacos, tarucas y mesofauna (en este

último caso, de especies para las que se cuente con restos que presenten evidencias de

consumo) constituiría otro avance importante. Además, sería necesario ahondar en la

caracterización paleoambiental de nuestra área de estudio y, al mismo tiempo, ofrecer

mayores precisiones sobre la cobertura botánica de la quebrada de Amaicha en el pasado.

127
Por otro lado, si bien debido a recortes espaciales del área de investigación propios del

proyecto del que formamos parte, por el momento nos hemos concentrado en la quebrada

de Amaicha y la altiplanicie de Cumbres Calchaquíes, sería interesante articular los

avances logrados en esta tesina con información que se genere sobre la paleoecología

isotópica de sectores vecinos a nuestra área de estudio, como el norte de Sierras del

Aconquija y los faldeos orientales de Cumbres Calchaquíes. Aceptar que en tiempos

prehispánicos las estrategias de subsistencia debieron implicar, ya sea a través de

explotación directa o intercambio, la extracción y producción de alimentos en áreas

ecológicamente diversas, nos lleva a pensar que es ineludible ahondar nuestro

conocimiento sobre la posible incorporación de recursos de estos parches en la dieta de las

poblaciones amaicheñas formativas.

128
11. BIBLIOGRAGÍA

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AGRADECIMIENTOS

Sin ninguna duda, el mayor agradecimiento se lo debo a mis padres por brindarme su apoyo

incondicional desde un comienzo para estudiar una carrera universitaria que tal vez no

hubieran imaginado. Con sinceridad, agradezco además la insistencia y la paciencia de

años que tuvieron para que terminara esta tesina y lograra el título.

Agradezco también particularmente a mis directores, Carolina y Carlos, por la calidez

humana que siempre los caracterizó, los momentos compartidos en las campañas en la

quebrada de Amaicha (las cuales recuerdo con especial cariño) y el afecto con el que me

orientaron en esta investigación.

A Violeta Killian Galván, que a pesar de no conocerme personalmente se convirtió en una

guía indispensable para interiorizarme en el mundo de los estudios isotópicos aplicados en

arqueología. Gracias por el tiempo, la excelente predisposición, las correcciones y todos

los aportes hechos a lo largo de los años.

A Nurit Oliszewski y Pilar Babot, gracias por la rápida revisión de esta tesina, por las

correcciones y los comentarios, los cuales resultaron una verdadera motivación para cerrar

este trabajo.

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Dr. Carlos Baied Dra. Carolina Somonte

Dra. Pilar Babot Dra. Nurit Oliszewski

Pablo G. Ojeda Pérez

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