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REPORTAJE:

Elias Canetti en pocas palabras

LUIS FERNANDO MORENO CLAROS 3 MAR 2007

Al margen de sus memorias y ensayos, el escritor búlgaro de origen sefardita y expresión alemana escribió miles de aforismos, sentencias y
textos fragmentarios. El cuarto volumen de sus obras completas reúne esos apuntes, justo el género que le hizo más popular a partir de ser
galardonado en 1981 con el Premio Nobel de Literatura.

Elias Canetti, judío sefardita nacido en Bulgaria en 1905 y fallecido en Suiza en 1994, es considerado un autor clave del siglo XX. Galaxia
Gutenberg y Círculo de Lectores iniciaron en 2002 la publicación de sus Obras completas en una modélica edición dirigida por Juan José
del Solar, bajo el asesoramiento de Ignacio Echevarría y la colaboración de solventes traductores. Hasta la fecha han aparecido tres tomos
publicados bajo títulos genéricos: Masa y poder, Historia de una vida y La escuela del buen oír, que incluyen respectivamente el gran
ensayo homónimo de Canetti, los tres libros de su autobiografía y la novela Auto de fe junto a otras prosas. Las traducciones, nuevas o
revisadas, se acompañan de un extraordinario aparato crítico dotado de apéndices, índices y textos de apoyo.

Este cuarto volumen, de idén


tico esplendor que los anteriores, contiene todos los libros de "apuntes" (Aufzeichnungen)publicados en vida de Canetti así como otros que
vieron la luz de manera póstuma. Aquí encontrará el lector títulos tan emblemáticos como La provincia del hombre, El suplicio de las
moscas y El corazón secreto del reloj; así como los apuntes "rescatados" de Hamsptead y las dos colecciones con anotaciones de los años
1973-1984 y 1992-1993. Y también se incluye el cuaderno inédito de apuntes que Canetti regaló a su amiga la pintora Marie-Louise von
Motesiczky en 1942; y, además, algunos apuntes "descartados" que no cupieron en los libros citados. El lector de Canetti ya conocía la
mayor parte de estos libros, publicados en castellano con anterioridad por Muchnik, Galaxia/Círculo o Taurus; pero las nuevas versiones, los
inéditos y el aparato crítico del volumen -rematado con un útil índice conceptual y onomástico- lo convierten en imprescindible.

Canetti huyó de Europa en 1939 junto a su esposa Veza, pues corrían peligro de que los nazis los asesinaran por judíos. Se instalaron en
Londres, donde residirían durante más de veinticinco años. En el exilio, Canetti se obsesionó con la elaboración de un extenso estudio sobre
las masas y su relación con el poder; con esa obra singular, con la que pretendía pasar a la historia como pensador ecléctico, quería
"agarrar el siglo XX por el cuello". El macroestudio, titulado Masa y poder, vería la luz en 1960, pero los trabajos intelectuales para la obra
duraron diecinueve años. Canetti leía sin parar, filosofía, sociología, antropología, todo le interesaba y lo agotaba. Para hallar "alivio mental" a
semejante tensión, comenzó a anotar casi a diario "apuntes" sueltos que apenas si tenían que ver con la obra que lo obsesionaba. Eran
noticias breves, rápidas e imprevistas consignadas en pocas palabras, que a menudo adoptaban la forma de sentencias y aforismos, de
diversa temática e índole: el amor, la muerte, el género humano; observaciones sobre su entorno o sobre sí mismo, o también fantasías,
esbozos literarios y hasta microrrelatos. Ramalazos de espontaneidad que en un principio compartía con Veza y que, al cabo del tiempo,
continuó escribiendo para sí mismo, puesto que se convirtió en costumbre y en respiradero necesario. Poco tenían que ver los "apuntes" con
sus "diarios" propiamente dichos, a los que también se consagraba -éstos verán la luz en el año 2024-; en los primeros no consignaba
acontecimientos cotidianos, y huía siempre de la primera persona del singular.

Lichtenberg -uno de los maestros más queridos de Canetti por su arte para las anotaciones breves- aseguraba que si cualquier persona con
cabeza consignara algunos de los efímeros pensamientos que se le ocurren a menudo, seguro que se sorprendería de su propio saber; así,
Canetti, quien con esta técnica terminó por descubrirse a sí mismo y centrarse en medio de la realidad e irrealidad de cuanto lo rodeaba.

Andando el tiempo, algunos


de estos apuntes vieron la luz, primero en una antología de textos del autor y, más tarde, a petición de un editor alemán, en una selección en
forma de libro. Pero sólo a partir de la concesión del Nobel de Literatura en 1981, los Apuntes conquistaron a más lectores y fue a partir de
esa fecha cuando aparecieron los libros que hoy admiramos. Con todo, lo publicado constituye apenas un diez por ciento del total de los
"miles" de apuntes todavía inéditos. El biógrafo oficial del escritor, Sven Hanuschek, ha denominado a este cúmulo de anotaciones breves "el
macizo central" de la obra de Canetti. En efecto, lo que comenzó como un ejercicio de oxigenación y descanso mental se transformó en un
proceso ininterrumpido, en un "método" bastante anárquico pero muy eficaz de enfrentarse al mundo, a sus enigmas y sorpresas, en un
modo de vivirlo, pensarlo e intentar comprenderlo. Para Canetti, como para Descartes, pensar era sinónimo de vivir. Y vida y pensamiento es
lo que en suma contienen los apuntes, estos fragmentos de lucidez, cromáticos, desiguales, tan serios y solemnes o tan jocosos, y ya "tan de
Canetti", maestro de la respiración breve y no de parrafadas de largo aliento; son, pues, ráfagas sapienciales de un pensador anárquico y
libre, dotado del suficiente orgullo como para querer pensarlo "todo de nuevo" por sí mismo -y a partir de mil puntos diferentes-, "a fin de que
todo se junte en una sola cabeza y vuelva a ser unidad". Nada extraño que en los Apuntes esté lo mejor de Canetti.

Obras completas. Volumen IV. Apuntes (1942-1993). Elias Canetti. Traducciones de Juan José del Solar, Cristina García Olrich, Genoveva
Dieterich y Beatriz Galá. Prólogo de Peter von Matt. Introducción de Ignacio Echevarría. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona,
2007. 1.196 páginas. 41,50 euros.

ALGUNOS APUNTES
ø Tres o cuatro veces al día se daba él la mano cordialmente a sí mismo, en vez de a las visitas, que nunca llegaban, y siempre se traía a sí mismo
novedades sorprendentes.

ø Las naciones son rameras y plañideras.

ø En el último año de guerra se impuso una sanción de diez marcos del Reich por cada lágrima. En los corazones de las madres se instalaron
micrófonos.

ø Él quiere morir en secreto, para no concederle

el triunfo a nadie, y como

última cena se come su testamento.

ø Siempre es falso el futuro: tenemos demasiada influencia sobre él.

ø Los miedos atacan con una regularidad que los vuelve sospechosos: hay miedos mensuales, miedos semanales, miedos diurnos y miedos
nocturnos. Se presentan como si sólo estuvieran ahí para marcar el tiempo.

ø Ya sólo por saber menos me gustaría saber más.

ø Él le teme a todo, porque no puede olvidar nada.

ø Quien venera el éxito está perdido de todas formas: si lo tiene, acaba asemejándose a él; si no lo tiene, se consume a sí mismo en la más errónea
de las nostalgias.

ø El asombro vive de la casualidad. En la ley se asfixia.

ø El hombre es la medida de todos los animales.

ø Una época en la que se habla de los alemanes, franceses e ingleses, como de los asirios, medos y persas, con un ligero asombro al comprobar
que todavía se los menciona.

ø El conquistador ya no sabe cómo volver del mapa.

ø La ética del anciano es su salud.

ø Todas las armas son eliminadas y en la próxima guerra ya sólo estará permitido morder.

Selección de Apuntes para Marie-Louise (1942).

Traducción de Juan José del Solar.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de marzo de 2007

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