Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
REPORTAJE:
Al margen de sus memorias y ensayos, el escritor búlgaro de origen sefardita y expresión alemana escribió miles de aforismos, sentencias y
textos fragmentarios. El cuarto volumen de sus obras completas reúne esos apuntes, justo el género que le hizo más popular a partir de ser
galardonado en 1981 con el Premio Nobel de Literatura.
Elias Canetti, judío sefardita nacido en Bulgaria en 1905 y fallecido en Suiza en 1994, es considerado un autor clave del siglo XX. Galaxia
Gutenberg y Círculo de Lectores iniciaron en 2002 la publicación de sus Obras completas en una modélica edición dirigida por Juan José
del Solar, bajo el asesoramiento de Ignacio Echevarría y la colaboración de solventes traductores. Hasta la fecha han aparecido tres tomos
publicados bajo títulos genéricos: Masa y poder, Historia de una vida y La escuela del buen oír, que incluyen respectivamente el gran
ensayo homónimo de Canetti, los tres libros de su autobiografía y la novela Auto de fe junto a otras prosas. Las traducciones, nuevas o
revisadas, se acompañan de un extraordinario aparato crítico dotado de apéndices, índices y textos de apoyo.
Canetti huyó de Europa en 1939 junto a su esposa Veza, pues corrían peligro de que los nazis los asesinaran por judíos. Se instalaron en
Londres, donde residirían durante más de veinticinco años. En el exilio, Canetti se obsesionó con la elaboración de un extenso estudio sobre
las masas y su relación con el poder; con esa obra singular, con la que pretendía pasar a la historia como pensador ecléctico, quería
"agarrar el siglo XX por el cuello". El macroestudio, titulado Masa y poder, vería la luz en 1960, pero los trabajos intelectuales para la obra
duraron diecinueve años. Canetti leía sin parar, filosofía, sociología, antropología, todo le interesaba y lo agotaba. Para hallar "alivio mental" a
semejante tensión, comenzó a anotar casi a diario "apuntes" sueltos que apenas si tenían que ver con la obra que lo obsesionaba. Eran
noticias breves, rápidas e imprevistas consignadas en pocas palabras, que a menudo adoptaban la forma de sentencias y aforismos, de
diversa temática e índole: el amor, la muerte, el género humano; observaciones sobre su entorno o sobre sí mismo, o también fantasías,
esbozos literarios y hasta microrrelatos. Ramalazos de espontaneidad que en un principio compartía con Veza y que, al cabo del tiempo,
continuó escribiendo para sí mismo, puesto que se convirtió en costumbre y en respiradero necesario. Poco tenían que ver los "apuntes" con
sus "diarios" propiamente dichos, a los que también se consagraba -éstos verán la luz en el año 2024-; en los primeros no consignaba
acontecimientos cotidianos, y huía siempre de la primera persona del singular.
Lichtenberg -uno de los maestros más queridos de Canetti por su arte para las anotaciones breves- aseguraba que si cualquier persona con
cabeza consignara algunos de los efímeros pensamientos que se le ocurren a menudo, seguro que se sorprendería de su propio saber; así,
Canetti, quien con esta técnica terminó por descubrirse a sí mismo y centrarse en medio de la realidad e irrealidad de cuanto lo rodeaba.
Obras completas. Volumen IV. Apuntes (1942-1993). Elias Canetti. Traducciones de Juan José del Solar, Cristina García Olrich, Genoveva
Dieterich y Beatriz Galá. Prólogo de Peter von Matt. Introducción de Ignacio Echevarría. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona,
2007. 1.196 páginas. 41,50 euros.
ALGUNOS APUNTES
ø Tres o cuatro veces al día se daba él la mano cordialmente a sí mismo, en vez de a las visitas, que nunca llegaban, y siempre se traía a sí mismo
novedades sorprendentes.
ø En el último año de guerra se impuso una sanción de diez marcos del Reich por cada lágrima. En los corazones de las madres se instalaron
micrófonos.
ø Los miedos atacan con una regularidad que los vuelve sospechosos: hay miedos mensuales, miedos semanales, miedos diurnos y miedos
nocturnos. Se presentan como si sólo estuvieran ahí para marcar el tiempo.
ø Quien venera el éxito está perdido de todas formas: si lo tiene, acaba asemejándose a él; si no lo tiene, se consume a sí mismo en la más errónea
de las nostalgias.
ø Una época en la que se habla de los alemanes, franceses e ingleses, como de los asirios, medos y persas, con un ligero asombro al comprobar
que todavía se los menciona.
ø Todas las armas son eliminadas y en la próxima guerra ya sólo estará permitido morder.