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Razones por las que una psicoterapia puede fracasar

Una psicoterapia fracasa por diferentes razones, pero siempre ese fracaso es relativo. El
solo hecho de haber iniciado el proceso ya es un paso adelante. La misma disposición a
mejorar y el interés por hacerlo denotan amor propio y voluntad de estar mejor.

No es fácil tomar la decisión de exponer todo tu mundo interior a una persona que no
conoces. Sabes que es un profesional, pero eso no elimina el hecho de que todos, o la
menos la mayoría, necesitamos un mínimo grado de confianza o de afinidad para compartir
nuestros sentimientos. Si buscamos un psicoterapeuta, lo hacemos porque sentimos que
necesitamos ayuda. Pero a veces, simplemente pasa “algo” y no logramos que ese proceso
sea exitoso.

Sin importar cuál sea la razón por la que la psicoterapia fracasa, siempre se debe volver a
intentar. En el mundo de lo humano nada funciona con total perfección. Lo más importante,
en todo caso, es nuestra decisión de estar mejor. Y siempre es bueno tener en cuenta cuáles
son las principales razones por las que una psicoterapia fracasa. Esto nos puede ayudar a
evitar que ocurra. Estas son cinco de ellas.

1. Falta compromiso
El principal protagonista en una terapia psicológica es aquel que en algunos enfoques se
llama “paciente” y en otros “analizante” o “cliente”. No importa de qué clase de escuela se
trate, en todos los casos la persona que acude a una psicoterapia debe tener un compromiso
básico. Ese compromiso es, sobre todo, consigo mismo.

Se refleja con la asistencia puntual a las sesiones y con poner todo lo que sea posible de su
parte para superar sus problemas. Querer, con honestidad, encontrar las razones y los
caminos que le lleven a superar sus dificultades. Lamentablemente, no siempre es así.

2. Se espera demasiado del psicoterapeuta


Una de las razones más frecuentes por las que una psicoterapia fracasa es una expectativa
demasiado elevada en relación con el terapeuta. Hay quienes esperan de él todas las
respuestas para sus dificultades. Nada más equivocado que esto.

El psicoterapeuta no es un mago, ni un sabio, ni un vidente. Tampoco es un guía, en sentido


estricto. Su papel es el de acompañar y enmarcar el proceso que le permite a una persona
conocerse mejor. Está entrenado para ayudar a quien le consulta, el objetivo es que
interprete de una manera más objetiva o inteligente lo que le ocurre. Estrictamente, no tiene
el poder de cambiar la vida de nadie.

3. Las resistencias son muy fuertes


Es usual que tendamos a apegarnos a nuestros problemas y también a las formas erróneas
de resolverlos. Todo problema, por grave que sea, ofrece beneficios secundarios. Por
ejemplo, victimizarse contribuye a justificar la inacción o la falta de decisión para cambiar
de vida. Por eso siempre nos cuesta trabajo abandonar nuestros problemas.
A eso se le llama “resistencia”. En la mayoría de los casos es una realidad inconsciente o
pre-consciente. Las resistencias llevan a, por ejemplo, abandonar las sesiones cuando se
alcanzan puntos álgidos. Muchas veces la psicoterapia fracasa porque quien acude a ella no
logra vencer esas resistencias al cambio.

4. Si hay motivaciones equivocadas, la psicoterapia fracasa


El espacio terapéutico permite revisar la forma el la que pensamos, sentimos o actuamos. El
objetivo es identificar los factores que generan el malestar que nos lleva a consulta.
También identificar otras maneras de abordar nuestra realidad personal, para construir una
vida más plena y satisfactoria.

Sin embargo, no siempre las personas consultan motivadas por esos propósitos. A veces lo
hacen porque desean resolver un problema puntual. No quieren explorar dentro de sí
mismos, sino encontrar la fórmula para solucionar un impasse. Por ejemplo, desean que su
pareja cambie y van a consulta para que les digan cómo lograrlo. Una psicoterapia fracasa
si parte de una motivación de este tipo.

5. Mala relación con el psicoterapeuta


La relación que se establece en psicoterapia es de tipo profesional. Sin embargo, esto no
elimina el hecho de que se trata de un vínculo entre dos seres humanos. Como tal, no hay
garantía de que haya eso que llamamos “química” o buen “feeling”. La psicoterapia fracasa
en algunas ocasiones por ese factor.

Una buena psicoterapia es un regalo que toda persona debería darse alguna vez. No es algo
que vaya a solucionar todos sus problemas ni a garantizarle la felicidad. Nadie la tiene
garantizada. Sin embargo, sí se trata de un espacio que permite repensarse y renovarse.
Hacer una limpieza en nuestro mundo interior y poner algunas cosas en orden. Incluso si
fracasa, siempre deja algún aporte.

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