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FACULTAD DE TEOLOGÍA – PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO E HISTORIA DE ISRAEL


Profesor: P. Carlos Montaño Vélez
Alumnos: Eli Yoda; Enrique Loyola; Nilson Castro; Emanuel Vega

LA MUERTE1
(1) DEFINICIÓN: LA MUERTE EN EL JUDAÍSMO
En la cultura hebraica, la muerte era considerada un acontecimiento inevitable de la
condición humana. Según fuentes halájicas (reglas religiosas judías, extraídas de la Torá), la
cesación de la respiración marca, propiamente, el momento de la muerte. La muerte no
implica, para los hebreos, la separación del cuerpo y del alma: un viviente es un “alma
viviente”, un muerto es un “alma muerta”. La muerte no es un aniquilamiento, mientras
subsiste el cuerpo (la osamenta), subsiste el alma.
En los inicios de la historia de Israel, no había certeza de la vida después de la muerte.
Se creía que los que morían iban al Sheol (mundo inferior), lugar donde las personas eran
sombras de su pasado. En la época del profeta Daniel, se fue revelando (o, mejor, fueron
comprendiendo) que hay resurrección eterna. Esta realidad se aclaró con la venida de
Jesucristo, quien abre el Reino de los Cielos a todo creyente.
Al ser la muerte el último acontecimiento de la vida, se tenía que cumplir con ciertos
rituales, muchos de los cuales se realizan hasta el día de hoy entre los judíos. Así, pues, una
vez muerta la persona no se la dejaba sola, ni se la desnudaba: se la trataba con respeto y
pudor, como si se tratara de una persona viva. Se le recostaba en el piso y los hijos eran los
encargados de cerrar los ojos de sus padres. Durante el velatorio se rezaban diferentes
salmos y se seguían ciertas normas que ayudaban a los familiares a superar el momento de
dolor.
El duelo estaba regido por normas muy estrictas, cuya función era proporcionar apoyo
a los dolientes, para luego poder retornar a la vida cotidiana. El duelo era vivido de manera
rigurosa por los familiares cercanos, por ejemplo, los dolientes se vestían con pieles de cabra
y se rasgaban la ropa en señal de duelo.
(2) DESCRIPCIÓN DE LA MUERTE
Cuidados al cadáver
Según Gn 46,4 se debe cerrar los ojos del cadáver. Eso es así porque se compara a la
muerte con el sueño. Los familiares cercanos besan al muerto. Al difunto se los entierra con
vestidos. “A los guerreros se los enteraba con sus armas, la espada bajo la cabeza y el escudo

1
Para realizar esta breve exposición sobre la muerte, nos hemos servido de las obras de: (1) LEON-DUFOUR,
XAVIER, “muerte” en: Vocabulario de teología Bíblica, Ed. Herder, Barcelona 2001; (2) DE LANGE, NICHOLAS,
El Judaísmo, Cambridge University Press, Madrid, 2000. 156; (3) Gower, Ralph, Nuevo manual de usos y
costumbres de los tiempos bíblicos, Ed. Portavoz, Michigan 1990; (4) DE VAUX, ROLAND, Instituciones del
Antiguo Testamento, Ed. Herder, Barcelona, 1976. 94.
bajo el cuerpo según Ez 32, 27.”2 El embalsamiento no es una práctica propia del pueblo de
Israel, sino una costumbre de los egipcios, que sólo fue practicada en el caso de José y Jacob.
La Sepultura
El intervalo entre la muerte y la inhumación es muy corto, probablemente se sepultaba
al muerto el mismo día. Israelitas nunca incineraron a sus muertos. Sólo para castigar a los
grandes culpables se quemaba el cuerpo. La tumba es “la a cámara funeraria excavada en
roca blanda o utilizando una cueva natural”. La entrada estrecha se sitúa a un lado. El cuerpo
se deposita sobre las banquetas que están al interior. Son tumbas colectivas utilizados por
una familia o un clan. Al lado del cuerpo se depositan objetos personales con vajilla. Esto se
realizaba para cubrir las necesidades del difundo. La evolución de la compresión de la muerte
hizo que en la época cananea y fin del período Israelita se depositaran solamente vasos o
lámparas de manera simbólica. En la época helenista las banquetas fueron sustituidos por
nichos estrechos enclavados perpendicularmente en la pared. En los casos en los que los
cadáveres estaban como enhornados, estos eran enterrados sencillamente; mientras que los
ricos preparaban una sepultura más grande, digna de su rango. La tumba está marcada con
una estela. Las tumbas no estaban al interior de la ciudad y era una propiedad de la familia.
Se enterraba en el terreno de la familia o se compraba el terreno. Así se formaban las tumbas
de familia.
(3) EFECTOS SOCIALES
La manera de celebrar la muerte también hacía del pueblo de Israel una cultura
diferente en relación a las culturas circundantes; por tanto, les identificaba. Por ello,
encontramos modos de sepultar diversos, que no suponen la incineración, como sí en otros
pueblos (incinerar el cuerpo, entonces, era símbolo de humillación social o indicador de su
condición pagana).
Así mismo, dependiendo de su estratificación social, había más sofisticación en el
rito. Si la persona era un condenado, debía ir a la fosa común, si era pobre estaría puesta
simplemente en el sepulcro (fuera de los cascos urbanos), si era rico tendría un sepulcro
preparado, en un territorio familiar, y, finalmente, si era de la familia real podía ser sepultado
dentro de la ciudad, en un lugar determinado para ello.
La ritualidad alrededor del muerto no era para adorarles, sino para acompañar a los
padres o familiares. Así mismo, hay que decir que algunos elementos de estos ritos también
eran hechos cuando había crisis o tragedias del pueblo (un duelo colectivo).
Había un banquete funerario que se celebraba socialmente para dar fin al duelo de la
familia. Después de esto era mal visto ver a los miembros de la familia seguir guardando luto
por el difunto. Así mismo, hay que decir que las viudas quedaban desprotegidas con la muerte

2
R. De Vaux, p 95
de su marido, que funcionaba como dueño y, con todo, debían ser asumidas por otro hombre.
Eran mujeres dignas de compasión y misericordia.
(4) LA MUERTE EN LA BIBLIA
En el AT
En el AT, al hombre sólo le cabe esperar en la justicia obtenida en la propia vida: no
hay vida después de la muerte. No obstante, en las creencias primitivas del pueblo, al
acontecimiento de la muerte le sigue una estancia en el Sheol: lugar de tinieblas, de olvido,
de perdición a donde cunden todos los mortales. Sólo queda allí la sobra de lo que fuimos.
La muerte corta con toda posibilidad de relación: con Dios, con los demás, con la realidad.
El Sheol es, incluso, considerado como una pesadilla. En algunos casos, se alude a que Dios
salvará a los hombres del Sheol (Sal 49, 16; Sal 16, 10-11), puesto que Él desea que “el
hombre viva” (Ez 33, 11; 18, 32; Sab 1, 13-14). Los israelitas también consideraban el morir,
como la posibilidad de “reunirse con sus padres” (Gn 49, 29). Esto dará paso a la creencia de
la posibilidad de vida más allá de la muerte.
El culto a los muertos -muy limitado- se expresa a través de diversas acciones: a
sepultándolos, cuidando las tumbas, realizando comidas funerarias u ofrendas a los muertos
(Dt 21, 23; Gn 23; 49, 29-32; 50, 12ss). No obstante, a estas prácticas se las ha visto limitadas
para no caer en el culto pagano circundante (Lev 19, 3.28; 20, 27; Dt 14, 1). El muerto vivirá
en el recuerdo de su familia y en su descendencia: tener renombre será lo único a lo que podrá
aspirar todo hombre como fruto después de la muerte (Gn 6, 4; Num 16, 2; Si 15, 6; 46, 11-
12).
La muerte se ha visto personificada a lo largo de la tradición bíblica: fuerza enemiga
que oprime al hombre, espíritu que extermina (Jer 9, 20; Ex 12, 23), como pastor fúnebre que
encierra a los hombres (Sal 19, 15). Ante esta fuerza que destruye, y que está asociada al
pecado, surgirá la pregunta por la muerte de los justos. Para resolver este misterio, será
preciso la formulación de la vida más allá de la muerte. Esta realidad afirma el total poderío
de Dios: todo queda sujeto a Él. A partir de los Macabeos, esta vida eterna será concebida
como más importante que la vida presente (2Mac 12, 43ss; 7, 9.14.23.33; 14, 46). El justo no
muere. Hay esperanzas para Él, porque Dios es fiel.
En el NT
La concepción y la vivencia de la muerte quedará iluminada aquí a partir de la muerte
y resurrección de Jesús. El triunfará sobre la muerte… es preciso que todo cristiano muera
(a sí mismo, o en forma física) para pasar a la vida nueva (conversión o resurrección). Lo que
le da fuerza al imperio de la muerte, es el pecado. Nuestra carne débil tiende a la muerte.
Sólo el Espíritu podrá darnos la fuerza necesaria para afrontarla, darle sentido y aspirar a la
vida verdadera.

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