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Créditos

Traductoras

Clau Mimi
Kath Mona
Guadalupe_hyuga Walezuca Segundo
nElshIA Gilsha Cruz
pancrasia123 Lvic15

Corrección y Revisión
3
Clau & Nanis

Diseño
orwzayn
Sinopsis

¿Una aventura de una sola noche realmente ardiente con una


ex estrella de rock?
Resulta que es el nuevo profesor de música de mi hijo. Ups.
Pero no lo sabía la noche que conocí a Campbell. Todo lo que
sabía era que tocaba mi cuerpo de la misma manera que tocaba una
guitarra, como si fuera su dueño.
Mi libido sigue estando elevada, cinco años después de haberme
servido a mí misma durante demasiados años, y ambos estamos listos
para otra noche o dos de diversión, especialmente porque no sólo
tenemos química en la cama, sino que nos conectamos por encima de
todo.
Es decir, hasta que me enteré que él es el hombre que vendrá a
mi casa dos veces por semana para enseñarle a mi hijo, las mejores
lecciones de música que el dinero puede comprar.
Es hora de bajar el volumen de nuestras travesuras. Sólo que
es más fácil decirlo que hacerlo.

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Puedo tocar un solo de guitarra frente a miles de personas,
puedo escribir melodías de éxito y puedo dejar de pensar en la
madre de mi estudiante desnuda.
Después de todo, yo también soy padre soltero y sé lo que es
poner a tu hijo en primer lugar. Eso es lo que hago todos los malditos
días.
El problema es que ahora que he tenido a Mackenzie, es difícil -y
lo digo en serio- dejar de desearla. También me resulta más difícil
cuando la conozco y me entero de que es una mamá increíble, una gran
amiga, y oh sí, se lleva perfectamente bien con mi hija.
Todo lo que tenemos que hacer es establecer algunas reglas. Nada
de citas, nada de sexo cuando los chicos están cerca, y nadie sale
herido.
Todo está saliendo de maravilla. Hasta que empezamos a romper
las reglas, una por una.
Hacer música con ella en el dormitorio es fácil. Pero
¿seremos algo más que un buen momento cuando la música se
detenga?
Capítulo 1
Mackenzie

N
o lo estoy mirando.
Solo estoy enfocada en contestar la siguiente
pregunta de la trivia. El maestro de ceremonias del juego
la lanza a los cuatro equipos que compiten por el premio
en el bar The Grouchy Owl. El premio es presumir de derechos.
La anfitriona se aclara la garganta, se lleva el micrófono a la boca
y pregunta:
—¿En qué hotel de Las Vegas se hospedó la despedida de
soltero...?
Estoy sentada en la silla, susurrándole la respuesta a mi
compañera de equipo (Caesars, Caesars, Caesars) para que podamos
escribirlo en la hoja de respuestas antes de que la anfitriona incluso
termine.
—¿En la película de 2009 The Hangover?
—Tan fácil —le digo a Roxy mientras me golpea la palma de la
mano y modula tramposa con la boca mientras escribe la respuesta.
No soy una tramposa. 5
Simplemente me alimentaron con una dieta constante de juegos
de preguntas y respuestas, libros de trivialidades y un sinfín de datos
sobre el mundo cuando era niña.
Eso es todo.
Además, me encantan las trivias. Las trivias me ayudaron a
atravesar algunos momentos difíciles como adulto, y por difíciles me
refiero a la ansiedad, el insomnio y el estrés. Esa clase de momentos
difíciles.
Cuando la anfitriona pasa sus cartas a la siguiente pregunta, el
chico en el escenario, el que no estoy mirando en absoluto, ajusta el
amplificador para su guitarra. The Grouchy Owl tiene un poco de todo,
desde dardos, concursos de pub, pool, música en vivo de bandas
locales. Es como un hotel de Las Vegas aquí en el West Village. Big Ike
no quiere que los clientes se vayan, así que se asegura de que las
opciones de entretenimiento sean abundantes.
Y si ese guapísimo se queda en el escenario, no querré ir a casa
por mucho, mucho tiempo. Excepto que tendré que hacerlo. Soy
Cenicienta, y en unos minutos me convierto en una calabaza.
Pero por ahora... Hola, linda vista
Cuando el chico gira el pomo del amplificador, su cabello castaño
cae sobre sus ojos. Se lo quita de la frente con un chasquido rápido y
luego pasa los dedos por las cuerdas de su guitarra. Esos dedos vuelan.
Apuesto a que volarían a otros lugares también.
Ahora que lo pienso, es mejor que le haga una evaluación
completa y adecuada, especialmente porque el reloj temático al estilo
Jeopardy!1 sonando en el teléfono de la anfitriona está contando los
segundos hasta que todos escribamos una respuesta a su última
pregunta, lo que significa que Tengo tiempo para comerte con los ojos.
Una camiseta azul delgada revela los brazos tonificados y
entintados, y rastrojo cubre su mandíbula: Rastrojo deliberado. No el
rastrojo tipo no me afeité el día de hoy, sino una gran cantidad de barba
de tres días. Ñumi.
—¿Quieres tu cámara para tomar una foto o has grabado a Guitar
Hero2 en tu cerebro para la posteridad?
Retiro mi mirada hacia Roxy.
Nota para mí misma: Desarrollar un poco de sutileza al comer con
los ojos. Sobre todo, dado que estás fuera de práctica en... todo.
Sacudo un mechón de cabello de mi hombro.
—No lo estaba contemplando.
Roxy pone en blanco sus ojos color avellana.
—Por medio de la presente, te otorgo un trofeo por el intento más 6
convincente de negación en la historia.
Resoplo.
—Bien. Es increíblemente guapo. Mira esos pómulos. Esos labios.
Esos ojos.
Ella también canta sus alabanzas.
—Esas manos, ese trasero, esas piernas.
Golpeo su brazo.
—Deja de pervertirte sobre mi caramelo para los ojos.
Mi mejor amiga sonríe maliciosamente.
—Es tan fácil ver a través de ti.
—No lo negué por mucho tiempo. —Levanto un dedo—. Fue como,
una ronda de negación.
Ella se estira para agarrar mi té helado y me lo da.
—Hablando de rondas, toma un trago. Te hará fuerte para la
ronda final del juego.
—A veces creo que me utilizas por los hechos inútiles en mi
cabeza.

1 Jeopardy! Famoso programa de concursos estadounidense.


2 Guitar Hero: Popular franquicia de videojuegos musicales.
—No tienes que pensarlo. Sabes que lo hago.
—También te amo.
—Además —dice, inclinándose más cerca—, tu caramelo para los
ojos también te estaba contemplando.
Mis cejas se disparan hasta mi cabello.
—Mentirosa, mentirosa que miente.
La anfitriona saca el micrófono de su lugar frente al señor Guitar
Hero.
—Y ahora, para la pregunta final en el Concurso de los Martes por
la noche del pub Grouchy Owl...
Como nadadoras sincronizadas, Roxy y yo enderezamos nuestros
hombros al unísono. Agarra el lápiz. Mantenlo apretado. Este no es un
juego de quién contesta primero, pero hay algo sobre estar en alerta
máxima que se siente bien. Estoy lista.
Las preguntas surgen en mi cerebro, las respuestas siguen al
instante mientras mi mente se ejercita. Los Beatles fueron los primeros
Quarrymen; con sesenta y tres, Júpiter tiene la mayor cantidad de lunas;
El Pacífico tiene 8,000 metros de profundidad.
—¿Qué canción de Whitney Houston es un anagrama de “Mention
mine to me”?
—¿Qué de qué?
Me dirijo a Roxy, y ambas tenemos cara de memes WTH con la
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boca abierta. Es cierto que la música pop es mi categoría más débil,
pero puedo manejar las preguntas básicas que rodean el género. Sin
embargo, esta pregunta es un poco a la izquierda del centro. Hago todo
lo posible para recorrer las melodías de la diva. Nos decimos
mutuamente los grandes éxitos de Whitney: "I Will Always Love You".
"Greates Love of All". "How Will I Know".
Sacudo la cabeza y Roxy frunce el ceño.
Me quedo mirando al escenario cuando el chico con el cabello de
surfista me llama la atención y modula hola, sorprendiéndome. ¿Me
está hablando a mí? Oh, sí, lo hace, ya que lo sigue con cuatro palabras
más.
Santas chalupas.
Me dio la respuesta.
Estoy oficialmente enamorada.
Agarro el brazo de Roxy.
—“One moment in Time” —le susurro, y le lanzo una sonrisa a
Guitar Hero. Porque estamos un paso más cerca de ganar, y esa es una
de mis actividades favoritas el martes por la noche durante mi escapada
de una hora a The Grouchy Owl.
Pero espera. ¿Cómo guapito se sabe una canción de Whitney
Houston? Los hombres heterosexuales pueden conocer las melodías de
Whitney, ¿verdad?
Por supuesto que pueden. Dios, eso espero. Se ve seriamente
heterosexual. Me está mirando como un hombre que disfruta de las
tetas, mira a una mujer que las tiene.
Echo otra ojeada. Sus dedos se deslizan por la guitarra mientras
la afina. Él levanta una ceja y me mira fijamente, sus labios se curvan
hacia arriba.
Mi estúpido estómago tiene la audacia de saltar.
Por supuesto, en defensa de mi estómago, el giro completo tiene
absoluto sentido. No solo es un chico de 15.5 en una escala del uno al
diez, sino que además tiene una guitarra. La forma en que maneja la
Stratocaster eleva mi libido.
Eso podría ser debido a la tristemente solitaria vida de dicha
libido en estos días.
Mientras la anfitriona recoge las hojas de respuesta, Roxy me da
un codazo en el hombro.
—Ve a hablar con él.
Ruedo mis ojos
—Oh por favor. Puedes hacerlo —añade.
—No voy a hablar con un chico al azar en el escenario de un bar, 8
preparándose para su presentación.
—¿Por qué no?
—Porque —balbuceo—. Porque es peligroso, arriesgado, loco, y
tengo un niño de trece años en casa.
—¿No está Kyle fuera ahora? ¿Práctica o algo así?
—Sí, pero necesito recogerlo en unos minutos, y eso significa que
debería irme.
Roxy hace un puchero.
—No te vayas antes de que averigüemos si ganamos. Y no te
vayas antes de hablar con el señor Guapo McMúsico.
Me río y sacudo la cabeza.
—Ve tú a hablar con él.
—No puedo. Él tiene las marcas de tus ojos sobre él.
—Bueno. Soy la dueña de la vista.
Me paro, y Roxy se une a mí para darme un rápido abrazo de
despedida.
—Te amo —le digo.
—Gracias por venir a jugar. Es bueno ver tu cara de vez en
cuando.
Me dirijo a la puerta, casi tropezando con la Big Ike de cabello
rizado en el camino.
—Oye, Mack. ¿Kyle está listo para Pine Notes? —dice.
—Empieza mañana. Está tan emocionado. —Como guardiana de
todos los conocimientos musicales en el área de los tres estados, ella
recomendó el campamento de música al que asistirá mi hijo a partir de
mañana, y parece una fantástica oportunidad.
—Los maestros allí son geniales. Él lo va a amar.
Doy un pulgar hacia arriba, me despido, y ni siquiera me molesto
en comprobar y ver si el señor Guitar Hero me está mirando, aunque
estoy tentada a hacerlo.
Me dirijo por la calle, luego doblo la esquina y recorro algunas
cuadras hasta el centro comunitario donde Kyle practica con algunos
otros chicos de su edad. Ha formado una especie de cuarteto de
cuerdas con algunos amigos de la ciudad a quienes les gusta la misma
música que a él. Poco después de mi llegada, los chicos salen corriendo
y le sonrío a mi pequeño rubio, de ojos castaños.
Está bien, ya no es tan pequeño.
Pero sigue siendo mi chico.
—Oye, monstruo —le digo—. ¿Cómo fue la práctica?
Él lanza su estuche de violín sobre su hombro.
—Estuvo bien. Trabajamos en un nuevo concierto de Brahms que 9
es totalmente vicioso.
—Esa es la única forma en que los conciertos de Brahms deberían
ser.
Durante el corto camino a casa, Kyle me regala detalles de la
música. Su voz se eleva a medida que se emociona, luego me sonríe, el
metal en sus frenillos ocupa la mayor parte de la superficie en sus
dientes.
Llegamos a nuestro edificio y entramos.
—¿Ganaste en grande esta noche? —pregunta una vez que
estamos en nuestro apartamento.
Me encojo de hombros y sonrío.
—No lo sé. Pero luchamos valientemente. ¿Tienes hambre?
¿Quieres que prepare unos huevos revueltos con papas al romero?
Él acaricia su vientre plano en su marco recortado.
—Todavía estoy lleno del emparedado que hiciste antes.
Señalo a su habitación.
—Gran día mañana. Ve a guardar tu violín y prepárate para la
cama. Salimos para llevarte al campamento a las siete y media en
punto.
Me saluda de camino a su habitación.
Unos minutos más tarde, Kyle se ha cepillado los dientes, lavado
la cara y está leyendo su biografía de Mariano Rivera. Me estaciono en
el borde de su cama gemela y toco el lomo del libro.
—¿Buen chico o chico malo?
Kyle solo lee libros sobre estrellas del deporte si los considera
buenos, así que conozco la respuesta, pero le pregunto de todos modos
porque me gusta saber qué hay en su cabeza. Por ahora, ya que no ha
llegado a la adolescencia con venganza, por lo general me dice lo que
tiene en mente.
—Definitivamente un buen chico. También es el mejor cerrador de
todos los tiempos.
Ni siquiera soy fanática de los deportes, pero lo sé.
—Seiscientas cincuenta carreras salvadas no están tan mal.
—Eres una idiota.
—De uno a otro. —Toco su frente—. ¿Te tomaste tus
medicamentos para el dolor de cabeza?
Él me da un pulgar hacia arriba.
—Bien. —Le doy un beso y le digo buenas noches—. Te amo
mucho.
—También te amo, mamá.
Cuando regreso a mi habitación, consigo un mensaje de Roxy en
mi teléfono.
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Roxy: ganamos, ¡pero fue por un pelo de nuestras barbillas!


Estuvo muy cerca, necesitamos estar más preparadas la próxima
vez. Además, todo esto podría ser tuyo.

La pantalla se llena con una imagen y hormigueos bajan por mi


cuerpo. Maldición, ese hombre es peligrosamente guapo, especialmente
con la intensidad en sus ojos mientras toca ese instrumento.
Suspiro alegremente. Lo estoy contemplando.
¿Cuál es el daño? Es probable que sea una banda que está
haciendo una aparición de una sola noche en The Grouchy Owl, como
hacen muchas de las bandas que tocan allí. Probablemente nunca lo
volveré a ver. A menos que cuentes más tarde esta noche en mis
sueños. Porque esa cara y esas manos son definitivamente el forraje
para una buena noche de fantasía.
Además, las fantasías son las únicas veces en las que he tenido
alguna acción últimamente, y por últimamente quiero decir años.
Capítulo 2
Campbell

M
e pierdo en la música mientras toco. Me pierdo en cómo
las notas y los acordes fluyen por mis venas y se
derraman de mis dedos. Tocar de esta manera, de
incógnito, me hace sentir como si estuviera volando alto, como que
puedo amar hacer lo mismo que cuando era más joven.
Navegamos por nuestro set de versiones y originales. Mientras lo
hacemos, mantengo un ojo abierto, por así decirlo, buscando a la mujer
que vi antes, con la esperanza de que se acerque. Escaneo a la multitud
de vez en cuando, buscando esas pecas, esos labios rosados, el tatuaje
que vi en su hombro cuando su parte superior deslizó un tirante.
Desapareció hace una hora, y no la he visto desde entonces.
Cuando el set termina, mis ojos curiosos buscan una vez más a la
rubia casi adicta a los juegos de trivia. Ella estuvo aquí la semana
pasada, y no estábamos tocando entonces, solo nos reunimos con Big
Ike, pero tengo una buena memoria para mujeres entintadas e
inteligentes.
Al menos, supongo que tiene un buen cerebro, dado que vi la
intensidad en sus ojos y la boca abierta mientras trabajaba en las 11
preguntas del cuestionario.
—¡Otra, otra! —grita una morena de piernas largas cerca del
frente, cubriéndose las manos con la boca.
Me dirijo a mis compañeros de banda de Righteous Surfboards y
les pregunto si están listos. Los chicos asienten, y ya que hemos tocado
todos nuestros originales más temprano en la noche, nos sumergimos
en una versión de "Wicked Game", ya que parece que eso es lo que más
agrada al público. Cuando terminamos, agradezco a la multitud, apago
los micrófonos y luego choco los cinco con los chicos, felicitándolos por
un buen espectáculo.
—Amigo, ese fue un concierto increíble —dice nuestro bajista,
Cade, que tiene veinticinco años. Habla como Sean Penn en Fast Times
at Ridgemont High, y también se viste como él, hasta los Vans. Estoy
bastante seguro de que está atrapado en una curva de tiempo.
JJ se mete las baquetas en el bolsillo trasero de los vaqueros y
mira a la multitud, dispersándose y dirigiéndose a la barra. Me mira.
—Hombre, para ser solo nuestro quinto espectáculo, eso fue
impresionante, pero si nos dejas decir quién eres, podemos atraer a un
público más grande.
Le doy a mi viejo amigo de la infancia una mirada de que no
vamos a tener esta conversación otra vez. JJ conoce el puntaje.
—Pero no lo haré, así que no podemos.
Imita estar sosteniendo un cuchillo y meterlo en su amplio pecho.
—Me estás matando, Campbell. ¿Por qué no tomas el cuchillo y
me apuñalas?
—¿Por qué no dejas que la música haga su trabajo y atraiga a la
audiencia?
—Porque, hermano, tu nombre. Quién eres. ¡Esa cara!
Cade interviene.
—Sí, tienes una cara que les gusta tanto a los adolescentes como
a las MILF3.
Me río de nuestro joven residente mientras me paso la mano por
la barbilla.
—Esta cara ha envejecido muchos años desde que les gustaba a
las adolescentes. Además, ¿podemos no hablar de chicas adolescentes
lanzándose hacia mí?
Cade me señala.
—No trates de negarlo. Cuando niegas el poder de tu propia cara,
estás descartando lo que el buen universo te dio.
Pero saben la verdadera razón por la que no uso mi antiguo
nombre artístico y no tiene nada que ver con MILFs o preadolescentes.
No uso Mason Hart porque esa no es la vida que estoy viviendo ahora.
Quiero que mi vida sea más simple.
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Me despido de los muchachos y me dirijo a mi casa a través de la
ciudad.
Esta es la vida que estoy viviendo ahora.

Cuando llego a mi apartamento en el décimo piso en Murray Hill,


el olor de algo azucarado y delicioso se agolpa por el pasillo. Deslizo la
llave en la cerradura de 10B, pero la puerta cede al instante.
Me abren la puerta desde el otro lado. Samantha sonríe
ampliamente.
—¡Tengo una sorpresa para ti!
Arrugo mi nariz, olfateando
—Hmm... ¿qué es? Mejor que no sea licor.
Mi niña de catorce años pone los ojos verdes en blanco. Nadie
puede poner los ojos en blanco como una adolescente.
—Papá —reprende.

3 MILF: madre a la que me gustaría follar.


Tampoco nadie reprocha tan bien.
—Bueno, ¿qué es ese olor?
—Es vainilla. Estoy horneando. —Sacude la cabeza—. Eres tan
ridículo.
—Bueno. Huele bien. —Dejo caer el estuche de mi guitarra en la
puerta y le doy un beso en la frente.
—Además, ¿cómo puedes decir eso? ¿Crees que los pretzels
suaves rellenos de chispas de chocolate huelen a licor?
Mi estómago gruñe, respondiendo por los dos.
—Claramente, mi estómago y yo creemos que huele maravilloso.
Pero estoy obligado a preguntar si hay algún licor en la casa del que no
sepa nada.
—¿Obligado por quién?
Agito mis brazos alrededor
—Por el código de...
—¿El código de papás entrometidos?
—No soy entrometido.
Soy tan entrometido.
Me conduce a la cocina de vanguardia y espacio abierto. Ella pidió
que la renovara, y lo hice, porque en serio, ¿cómo se supone que debo
negarle algo a una chica que no tiene una onza de problemas en su 13
cuerpo?
Al menos, ninguno del que sepa, todavía.
Ella abre el horno y toma una bandeja. Su cabello rubio
enroscado cae sobre su mejilla, y se lo quita con un guante rosado de
calavera y huesos cruzados, completo con lazos delicadamente atados
en las cabezas de las calaveras. Ironía, su nombre es Samantha Evans.
—Cuando estaba tratando de decidir qué hornear, me pregunté
qué sabores maravillosos combinan bien —dice mientras inhalo el
aroma cálido y hogareño—. Y la respuesta son los pretzels y las galletas.
He ideado esta receta para pretzels de galletas de chispas de chocolate:
Básicamente, la galleta es el relleno dentro del pretzel. Los llamo gallet-
etzels, y creo que legítimamente son las mejores cosas de la historia,
pero también pueden ser las peores cosas que alguien haya probado.
Todo es lo mejor y lo peor al mismo tiempo para ella.
No hay término medio.
Empuja un pretzel de galleta hacia mí, rebotando en sus pies
vestidos de Adidas. Tomo la golosina, me la meto en la boca y me
enamoro de una gallet-etzel.
Esta chica tiene habilidades para hornear.
—Es deliciosa —declaro mientras ajusta su delantal.
Ella entrecierra los ojos, escéptica hasta el final.
—¿Lo estás diciendo por decirlo? —La emoción en su tono dice
que quiere creerme.
—¿Te mentiría?
Lleva sus manos a sus caderas.
—Lo harías al cien por cien.
Riendo, le respondo:
—¿Entonces por qué me pides que pruebe tus cosas?
—Porque estás aquí.
Señalo la puerta.
—Dave el portero también. Ve a preguntarle.
—Buena idea. ¿Vienes conmigo?
Sacudo la cabeza
—No. Has vivido aquí por cinco años. Lo conoces. Ve, dale una y
pídele su opinión.
Ella agarra un plato y dice que volverá enseguida.
Se escabulle escaleras abajo mientras me preparo para irme a la
cama, bostezando mientras me lavo los dientes. Estos conciertos
nocturnos son divertidos, pero eran mucho más fáciles cuando tenía
diecisiete años. Me dirijo a la cocina para tomar un vaso de agua,
tragándola rápidamente.
14
Cuando Samantha regresa, me da un pulgar hacia arriba.
—Dijo que debería abrir una panadería en la esquina, y que
habría una fila por la calle todos los días.
—Te lo dije.
—Tal vez te creo. Tal vez no. —Se encoge de hombros
felizmente—. Además, ¿puedes irte? —Esta última solicitud sale
moderadamente tímida.
Estrecho mis ojos.
—¿Ir a dónde? Vivo aquí. Acabo de regresar a casa.
Ella me saca de la cocina.
—A tu habitación, papá. Necesito grabar un video ahora para mi
programa de cocina de estas galletas y no puedo tenerte en él.
—No querrías que nadie en Instagram supiera que tienes un
padre.
—Obviamente.
Esa es la cuestión: No soy bienvenido en sus videos porque soy su
padre, no porque una vez fui Mason Hart, un tercio de la banda de
hermanos que alguna vez se conoció como los Heartbreakers.
Pero eso está bien para mí.
Esta es mi vida. Mi hija de catorce años me ha enviado a mi
habitación.
No la tendría de ninguna otra manera.

15
Capítulo 3
Mackenzie
Dos semanas después…

C
uando era más joven y vivía en el salvajismo de
Connecticut, solía correr en mi bicicleta por todas partes…
hacia y desde la escuela. Por el vecindario. Con mi
hermana, Jackie a la tienda de conveniencia a comprar Butterfingers4 y
Skittles5 después de la escuela.
Ahora soy una de las muchas personas en Manhattan que
montan hacia ninguna parte en un cuarto lleno de espejos. La clase de
Spinning es una forma moderna de tortura, junto con el diseño de cejas
y la depilación con cera en el área del bikini. Pero está bien, porque en
realidad no me dirijo a ninguna parte.
—Cinco minutos más. Suban la colina. Un último empujón.
Pueden hacerlo.
La instructora en la clase a la que asistimos Jamison y yo es toda
alegre y llena de energía, pero si no fuera, su tarjeta como instructora
de ejercicios sería revocada instantáneamente por el Comité de
Instructores de Ejercicios Alegres. Ese organismo rector que se asegura
de que cualquier persona que dirija una clase en un gimnasio o centro 16
deportivo deba tener la personalidad de un maestro de segundo grado
adicto a la cafeína. O de un cachorro. Idealmente, ambos combinados
en una figura compacta, recortada, tonificada y musculosa.
La cual Candace posee.
Y honestamente, la cual yo también puedo portar ahora, me
refiero a la figura tonificada, gracias a esta clase. A pesar de que estoy
aquí entrenando para una próxima recaudación de fondos Rueda por
los Niños a beneficio de una fundación relacionada con la leucemia,
comencé las clases de spinning el año pasado cuando finalmente decidí
que quería hacerme más responsable de mi salud.
Se han evaporado quince kilos y me siento mejor y más saludable.
Sin embargo, no ha cambiado mi suerte cuando se trata de citas, pero
eso probablemente esté más relacionado con el pequeño hecho de que
NO TENGO TIEMPO PARA CITAS.
—Está bien, chica —me susurra Jamison desde la bicicleta junto
a la mía. Está en la ciudad por un rato, entre ¡Hola, Dolly! y una nueva
producción de Chicago—. Es tu última noche de libertad. ¿Vas a festejar
o jugar Scrabble en línea?

4 Butterfingers: barra de galleta con mantequilla de maní cubierta de chocolate.


5 Skittles: caramelos masticables en forma de pastillas y sabores a frutas.
A medida que el sudor cae por mi cuello, le doy una burla al
padre de mi hijo y jadeo la respuesta.
—No. Me voy a volver loca y finalmente ver la película de Idris
Elba que he querido ver.
—Ooh, ese hombre es un espécimen tan bueno.
Como el chico de The Grouchy Owl.
Jamison es más rudo en la bicicleta. Le encanta ser el mejor de la
clase. Su cuerpo lo muestra: Está tan en forma que puedes hacer
rebotar una moneda sobre él. Estoy celosa, pero solo un poco, porque
se ejercita a las cinco de la mañana casi todos los días cuando está de
gira, y eso parece una peor manera de pasar una hora que la depilación
con cera de la línea del bikini.
Mientras pedaleo con más fuerza en una colina que es tan cruel
como Candance prometió, me las arreglo para responder entre
respiraciones.
—Probablemente voy a revisar algunas de mis preguntas
principales de trivia esta noche. Ganamos hace dos semanas, pero
estuvo demasiado cerrado para nuestra comodidad, por lo que necesito
reforzar mi conocimiento.
La mandíbula de Jamison se desliza como si estuviera
completamente sorprendido.
—¿Hubo algún cerebro alto y guapo que te distrajo?
17
Resoplo y miro fijamente una fascinante marca en la pared. Esa
mancha de pintura es fascinante, y ¿cómo demonios Jamison podría
saberlo?
—Ojalá —digo mientras coronamos la colina. Si le digo que estaba
admirando los activos del guitarrista, hará un billón de preguntas,
averiguará el nombre del guitarrista, lo rastreará en las redes sociales y
le pedirá que salga conmigo.
Jamison es un entrometido. Es tan bueno en eso que estoy
bastante segura de que inventó la intromisión.
—¡Lo lograron! Ahora es el momento de calmarse —grita Candace,
empujando sus brazos en el aire.
Respiro cincuenta millones de suspiros de alivio porque el resto
de la clase es cuesta abajo.
—De vuelta a tu última noche de libertad, señorita —dice
Jamison, y regresa sin perder el ritmo de sus esfuerzos para coordinar,
manejar y dirigir el plan de eventos en mi vida social—. Necesitas hacer
algo divertido antes de que Kyle regrese mañana.
Arqueo una ceja mientras freno el pedaleo.
—¿Yo?
—Sí. Tú. —Asiente. Vigorosamente. Es la única manera en que
Jamison puede asentir.
—¿Por qué necesito hacer algo divertido? —Me encanta animarlo.
Pone sus grandes ojos marrones en blanco.
—Porque mañana regresas a mamilandia. Nunca haces nada más
que ser su madre.
—Porque soy su madre.
—Estás desperdiciando tu juventud como mártir, lo sabes.
—No, le estoy dando estabilidad, promiscuo.
Pretende lucir conmocionado.
—¿Cómo puedes decir eso sobre moi?
Me río.
—Porque es verdad.
—Quiero decir, además de eso —dice, con un guiño. Su expresión
se vuelve seria, su tono preocupado—. Pero, Mack, quiero verte salir y
divertirte. Sé que mucho ha caído sobre tus hombros con mi plan de
viaje, y soportaste la peor parte de la gestión de los dolores de cabeza de
Kyle.
Palabras más reales, nunca fueron dichas. Nuestro hijo sufrió
malvadas migrañas en la escuela primaria, del tipo que lo dejaba
acurrucado en posición fetal en una habitación de color negro oscuro.
Revisamos todos los tableros de medicamentos en línea, probamos
todas las combinaciones de alimentos, registramos los detalles en
innumerables diarios de dolores de cabeza y probamos un sinfín de
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medicamentos de venta libre hasta que finalmente encontramos un
médico que lo recibió y le recetó los medicamentos preventivos
adecuados. Esas píldoras diarias cambian la vida. De hecho, una vez
que comenzó, sus habilidades de violín se dispararon a la estratosfera.
No solo estaba aprendiendo, sino dominando conciertos en muy poco
tiempo. Su maestra nos ha dicho que tiene más talento que ella ahora,
que es una de esas cosas que dice una maestra que te hace rascarte la
cabeza, frotarte la oreja y pensar que estás escuchando cosas.
Jamison sigue defendiendo su caso.
—Ahora que lo está haciendo mejor y pateando traseros con el
violín y todo eso, ¿por qué no intentas salir más?
—Hago noches de trivia —señalo, porque eso es más que
suficiente para mí. Después de un embarazo inesperado y todos los
cambios que se extendieron a lo largo de mi vida a causa de eso, aún
pude lograr que Kyle fuera mi prioridad número uno y construir un
negocio que nos mantiene a mi hijo y a mí. Eso no me da mucho tiempo
para más que noches de trivia, pero me encantan las trivias, por lo que
estoy bien.
Él suspira dramáticamente.
—Además de trivias. Me refiero a las citas. ¿Sabes lo que hacen
dos personas cuando se gustan?
Adopto una mirada ultra confundida.
—No sé de qué hablas.
—¡Ese es mi punto! Es un pecado que no salgas. Eres joven y,
evidentemente, atractiva para los hombres.
Le doy una mirada de "tiene que ser una broma".
—Bien, eres empíricamente atractiva. Pero el reloj no se detiene.
—Soy joven. Sólo tengo treinta y tres.
—Cumples treinta y cuatro en un mes.
Siseo.
—Treinta y cuatro todavía es joven, y puedo salir cuando él esté a
salvo en la universidad. Además, estoy un poco emocionada por verlo
mañana y escuchar cómo le fue en el campamento. ¿Tú no?
—Sí, Mack. Yo también estoy locamente emocionado de verlo. Ya
tengo el auto de alquiler reservado, y creo que el año nuevo será bueno,
con todas las oportunidades en el centro comunitario: Espacio para
juegos, conciertos y salas de práctica para su cuarteto de cuerdas. Pero,
¿has pensado que tal vez en lugar de pasar la noche con Idris Elba,
podrías, no sé, volverte loca y hacer algo además de jugar juegos de
trivia?
Le saco la lengua.
—¿Por qué?
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—Eres una buena chica. Necesitas diversión.
Me río en privado. Si viera mi historial de internet, no pensaría
que soy una buena chica. Tumblr conoce el verdadero yo y sabe que
nunca debe estar en modo seguro después de las diez de la noche.
Jamison se queda en silencio por un segundo mientras nuestro
pedaleo disminuye aún más. Jamison rara vez está callado. Si está
callado, está pensando, y cuando está pensando, está agitando las
cosas. Agita las cejas y, como si estuviera atrayendo a un perro con un
juguete, dice:
—La diversión puede hacerte una mejor madre, y los estudios
demuestran que las mamás se permiten un poco de diversión de vez en
cuando y eso las hace mejores madres.
Estrecho mis ojos.
—Estás jugando sucio.
Sonríe.
—Siempre juego sucio.
Una voz astillada atraviesa la habitación.
—Bien hecho, clase. ¡Bien hecho! Nos estamos preparando para
nuestra recaudación de fondos. ¡Sigan así! —emite Candace desde el
frente de la clase.
Por fin, desmonto, y mis piernas son como de gelatina. Mis
músculos me gritan. Preguntan por qué los hago sufrir en esta clase.
Pero los hago sufrir porque es bueno para ellos y para los niños por los
que estamos recaudando dinero.
Agarro mi botella de agua, y Jamison y yo salimos de la sala de
giros, moviendo nuestra conferencia de "mi vida amorosa tiene
telarañas" al pasillo.
—Mira, sé que estás ocupada. Sé que eres la diseñadora gráfica
más solicitada en la historia de todos los universos, pero especialmente
en este universo de la ciudad de Nueva York, en el que desearía pasar
más tiempo. —Jamison trabaja como productor de teatro y supervisa a
un puñado de producciones itinerantes, lo que significa que está de gira
con frecuencia—. Pero me preocupo por ti. Quiero que abraces el
SSVUV6.
—¿Tienes catorce años?
Un movimiento de cabeza.
—En algunas formas. Necesitas vivir. La vida es corta,
aprovéchala. Te alegrarás de haberlo hecho, y serás como esta mujer
hermosa y recargada que se destaca en su mamasidad incluso más que
ahora.
—Mamasidad no es una palabra.
—Ahora lo es.
—Si salgo esta noche, ¿me dejarás en paz con lo de salir? 20
Se ríe.
—Como si algo me hiciera dejarte en paz. Bebé, estás atrapada
conmigo.
Lo miro fijamente.
—He estado atrapada contigo desde tu loca idea en la
universidad.
—Pero valió la pena. Admítelo. Valió la pena completamente.
Nunca me arrepentiré de decirle que sí a mi mejor amigo cuando
me dijo en nuestro último año que nunca había tenido relaciones
sexuales con una chica y tenía curiosidad por si le faltaba algo mientras
exploraba su bisexualidad.
Yo fui su caso de prueba, y aprendimos dos cosas: Soy un mirto
fértil y Jamison definitivamente prefiere a los tipos.
Nunca pensé que saldría nada de hacerle un favor a mi mejor
amigo, dándole la oportunidad de aprender de una vez por todas si le
encantaban las pollas el cien por ciento del tiempo o solo un poco más
de la mitad. Resultó que un revolcón conmigo fue suficiente para
confirmar que era 100% pro-pene y también para poner
accidentalmente un bollo en mi horno.

6 SSVUV en inglés YOLO siglas de You only live once, o solo se vive una vez.
Él sigue y sigue sobre un nuevo club que necesito conocer. Estoy
segura de que tienes que tener vaqueros rotos o tacones de veinte
centímetros o una cara de perra en reposo como la que nunca he tenido
para que te dejen entrar. No voy a ir. Pero le hago bromas al escucharlo.
—Y tienen bebidas con nombres como Shelter y Sin.
Wow, eso suena terrible.
—Perfecto para mí —le digo con una sonrisa falsa.
—No vas a ir, ¿verdad?
—Por supuesto que no. Pero te veré temprano para el viaje al
campamento.
Sacude la cabeza y suspira dramáticamente.
—¿Qué se supone que debo hacer contigo?

Mi noche va así: Tomo una ducha, cantando melodías a todo lo


que dan mis pulmones. Después, me seco el cabello, me aplico una
loción y doy un paseo sin prisa por algunos de mis elementos favoritos
de veinte centímetros y más. Oye, cuando el niño está lejos, me gusta
tomar algunos vuelos adicionales en solitario, y resulta que soy una
gran fanática de los activos masculinos por encima del promedio.
21
Lo siguiente es un juego rápido de Words with Friends con uno de
mis colegas diseñadores. Lo aplasto, y luego salto a Netflix. ¿The
Mountain Between Us o Molly’s Game? El debate es real.
Mientras miro los tráileres para decidir en qué estado de ánimo
me encuentro, aparece un mensaje de texto en mi teléfono.

Roxy: Resulta que es noche de juegos esta noche. ¿Quieres salir?

Mis sentidos están en alerta máxima.


Paso por mi pequeño apartamento, sopesando mis opciones.
Podría quedarme en casa y ver las dos películas. Demonios, podría
darme un maratón completo de Idris. O podría leer. Parando frente a mi
estantería, paso mi pulgar sobre el nuevo libro de preguntas que mi
papá me envió, lleno de datos divertidos sobre la geografía moderna. Es
totalmente adictivo.
Por otra parte...
Las palabras de Jamison suenan ruidosamente en mis oídos.
¿Necesito diversión en su lugar? ¿Otra noche de trivia es divertida? ¿O
es más divertido el maratón de películas y un nuevo libro?
Antes de llegar a una respuesta, aparece un segundo mensaje en
la pantalla.
Roxy: También, Hendrix está aquí.
Mackenzie: ¿Hendrix?
Roxy: ¡¡El guapito guitarrista!!!

Ohhhhhhhhh.
Bien.
Eso suena precisamente como diversión.
Bien, bien. No va a pasar nada con el guapo guitarrista, pero me
gusta mirar caramelos para los ojos.
Caramelos visuales son mi tipo de diversión.
Me pongo mis vaqueros ajustados (gracias, clase de spinning, por
la forma en que la mezclilla se abraza y ama mi culo y mis muslos), me
pongo una camiseta que se desliza por un hombro y me subo en un par
de tacones.
Considero mi reflejo en el espejo mientras me aplico el rímel y
brillo labial rosado. Grandes ojos marrones, cabello rubio oscuro, lindas
pecas y sexy tinta de colibrí en mi hombro, inspirada en mi cita favorita
de Pablo Neruda. El colibrí en vuelo es una chispa de agua, un goteo
incandescente de fuego estadounidense.
Me doy un pulgar hacia arriba, luego una conversación. 22
—Eres divertida, Mackenzie. Eres tan divertida que eres la
definición de diversión que vive y respira.
Me dirijo a The Grouchy Owl.
Tal vez no sea exactamente lo que Jamison tenía en mente. Pero,
¿a quién le importa mientras sea una noche de juegos con un beneficio
adicional de una buena vista?
Cuando entro al bar, no veo las señales habituales de la noche de
juegos. Pero sí veo a un hombre alto y tonificado, con cabello oscuro y
algo largo, un culo fino y vaqueros rotos mientras camina por el pasillo
hacia la parte posterior de la barra.
Roxy no mintió.
Un escalofrío me recorre, y lo miro fijamente hasta que dobla la
esquina.
Maldición.
Encuentro a Roxy en el bar.
—Eh, tú. ¿Dónde está el equipo de la noche de juegos? —Observo
la escena, pero no veo al maestro de ceremonias habitual ni a los otros
equipos regulares. Ni siquiera veo a Big Ike aquí esta noche.
Roxy menea sus cejas.
—No es noche de juego. La banda de Guitar Hero está tocando.
De nada.
Le golpeo el brazo.
—¿Te pusiste de acuerdo con Jamison?
Se ríe.
—Mackenzie, me puse de acuerdo con tu libido. Me llamó y me
dijo que un buen amigo te ayudaría a tener sexo.
—¿Cómo sabes que Guitar Hero quiere eso?
—Vi la forma en que te miraba. No soy ciega. Ahora, vamos a
disfrutar de un poco de música pop. Lo siento, no es Hamilton, pero
espero que puedas encontrar en ti lo que se necesita para disfrutarlo.
—Lo haré lo mejor que pueda.
Lo hago lo mejor de lo mejor, porque cuando el objeto de mis
sucios sueños despierta se acerca a su guitarra, mi libido
definitivamente se sienta y toma nota.
Más bien se levanta y casi se precipita al escenario.
Está más guapo de lo que recordaba, y si fuera un cono de
helado, pediría una cucharada triple y lo lamería.
Sus ojos escanean la multitud. Una carga me recorre la espalda
cuando lo recuerdo diciéndome la respuesta la semana anterior, y otra
vez cuando me imagino otras cosas que su boca podría hacer.
23
Cuando sus ojos me encuentran, esa carga se convierte en
electricidad en toda regla. Su mirada se fija en la mía, y cuando lo hace,
una sonrisa torcida se extiende en su hermoso rostro.
Oh Dios.
Tal vez es hora de centrarse en mí esta noche. Tal vez sea hora de
divertirse un poco. Una noche de salvaje abandono suena
perfectamente razonable. De hecho, creo que mi libido está de acuerdo
conmigo, y tengo la sensación de que ambas podríamos ganar.
Capítulo 4
Campbell

U
na hora en el escenario aquí y allá en un bar poco
iluminado es suficiente para mí en estos días.
Es por eso que no me preocupa mucho si el público
es grande o pequeño, masculino o femenino, lleno o no. Toco porque,
bueno, tengo que hacerlo.
¿Pero esta noche? Estoy tocando para una mujer. Porque ella ha
vuelto.
La reina de las trivias ha regresado y está bailando con nuestras
melodías. Hombre, no hay nada más atractivo que una mujer atractiva
bailando una canción que escribiste, una canción que estás cantando.
Los Righteous Surfboards son un poco de pop, un poco de rock,
un poco de toque indie y mucha guitarra. Siempre guitarra.
La rubia con la constelación de pecas sacude sus caderas cerca
del frente del escenario, gracias a su amiga que la arrastró a la pista de
baile.
Dios bendiga a las amigas. Si las mujeres no tuvieran amigas, es
posible que nunca nos hablaran. Pero me encantan las compinches que 24
empujan a sus amigas a bailar.
Estoy tocando para la reina de la trivia. Estoy cantando para ella.
Ni siquiera sé su nombre. No me importa. Cuando la miro, algo crepita:
Una energía, una chispa.
Cuando termino la canción, me inclino más hacia el soporte del
micrófono.
—Muchas gracias. Y para nuestro último número, ¿alguna
petición?
La pelirroja que está al lado de mi bailarina de primera fila la
empuja. Ella niega con la cabeza, y su amiga modula con la boca
vamos, luego la rubia grita: "One Moment in Time" de Whitney Houston.
Un gemido se eleva entre los chicos de la banda.
No soy un gran fanático de la diva, nada contra ella. Solo que no
es mi taza de té, a pesar de que estoy familiarizado con la mayoría de
las grandes canciones pop, pero me encanta que mi reina bailarina
recuerde ese momento entre nosotros hace un par de semanas.
A pesar de la molestia de la banda, no retrocederé. Tengo un buen
oído y puedo escuchar la mayoría de las melodías rápidamente. Arranco
un coro de la canción, me apoyo en el micrófono y canto el estribillo.
Los ojos marrones de la rubia se ensanchan de emoción, y
aplaude con deleite.
—¿Algo más? —Recibo los nombres de algunas bandas populares
que cubrimos.
Una mirada en blanco aparece en su rostro ante la mayoría de
ellos, y luego grita:
—“High Flying Adored".
Arqueo una ceja.
—¿Evita? ¿Quieres que cantemos Evita?
—¡Sí!
Cade gime.
Me rio de él.
—Mi bajista va a rebelarse.
Ella tira otro título.
—“One Day More”.
Todo el mundo ama a Les Mis. Excepto mis chicos.
—Mira, solo hacemos musicales modernos. Ya sea Hamilton o
Book of Mormon —dice Cade a regañadientes en el micrófono.
—Me encantan los dos —grita la mujer.
Nos lanzamos a "I Believe" de The Book of Mormon en unos pocos
acordes, y cuando terminamos, la mujer con el tatuaje del colibrí
empuja sus brazos en el aire en señal de victoria. Decidido a hablar con
ella, me alejo del micrófono y me muevo hacia el borde del escenario
25
donde la llamo.
Ella se señala a sí misma y modula ¿yo?
—Sí, tú.
Da un paso adelante, y su sonrisa es tan adorable que quiero
besarla.
—Quédate. Tómate una copa conmigo.
—¿De verdad?
Me río.
—Si, en serio.
Frunce el ceño.
—¿Estás seguro?
Me rio de nuevo.
—Completamente. No vayas a ningún lado.
—Estaré por allí. —Señala la barra.
Después de desarmar el equipo, empaco mi guitarra y guardo el
estuche en la habitación de atrás antes de dirigirme a la barra. Está con
su amiga pelirroja, que me lanza su teléfono, mostrando una imagen de
la red social del bar mencionando nuestro concierto.
—Soy Roxy. ¿Supongo que eres Campbell de Righteous
Surfboard? —La pelirroja toca mi foto y mi biografía extremadamente
corta. Campbell vive y respira música, toca algunas noches y enseña
música durante el día.
—Ese soy yo.
Mi nombre completo es Campbell Mason Evans y cuando mi
hermano y yo empezamos la banda, usamos a Mason y Miller Hart.
Porque... Aliteración y corazones. Cuando nuestro hermano más joven,
Miles, se unió a nosotros unos años más tarde, tuvimos la aliteración
triple trabajando a nuestro favor.
Aunque los integrantes de Righteous Surfboaards quieren que
use a Mason Hart en las redes sociales del bar, no hay forma de que me
suba al escenario con ese nombre. Sí, los Heartbreakers han hecho
posible una gran parte de mi vida. El dinero de nuestra música ha
pagado por mi apartamento. Pagará la universidad de mi hija algún día.
Financia su escuela privada ahora, y casi cualquier otra maldita cosa.
Pero no quiero ser un Heartbreaker, porque no quiero la fama y la
notoriedad que lo acompañan. O las noches fuera de casa. Y esta
noche, quiero ser un tipo normal que toca la guitarra y que, por
casualidad, llamó la atención de una mujer increíblemente sexy.
Roxy coloca su mano sobre el hombro de su amiga.
—Campbell, esta es Mackenzie. Si eres un idiota, te encontraré y
usaré todas mis habilidades de Krav Maga contigo. 26
Asiento con crudeza.
—Debidamente señalado.
—Además, Big Ike nos cubre la espalda —dice Roxy.
Levanto mis manos en señal de rendición.
—Nunca provocaría a Big Ike, y te garantizo que no necesitarás
darme una patada.
Mackenzie se limpia la frente con un dramático fiu, luego Roxy le
da un abrazo a su amiga y se va.
Me dirijo a Mackenzie, me alegro de tener un nombre para
emparejar con la cara. La preciosa cara. No está demasiado maquillada,
usa un poco de maquillaje y un poco de brillo, pero eso es todo, como si
supiera que su fuerza reside en su sonrisa natural, sus pecas y el brillo
en sus ojos color chocolate con leche.
Inclino mi frente hacia Roxy.
—Siempre es bueno tener un amigo que esté dispuesto a ir a la
guerra por ti.
Ella sonríe.
—Si las situaciones se invirtieran, sin embargo, me limitaría a
lanzar insultos y palabras espinosas, así que me alegro de que ella sea
la defensora en este caso.
—Apuesto a que tus palabras espinosas son un golpe fuerte.
—Esperemos que nadie tenga que averiguarlo.
Señalo con la cabeza hacia el camarero.
—¿Cuál es tu veneno?
—Vodka con tónica sería genial. Pero quédate el veneno.
Me río.
—Nada de arsénico esta noche, lo prometo.
—O cualquier noche, en realidad.
—El arsénico siempre está fuera del menú.
Se ríe, luego se desvanece mientras juguetea con las pulseras en
su mano izquierda, como si necesitara algo que hacer, y me gusta que
esté un poco nerviosa. Demuestra que este no es su ambiente regular ni
su estilo. Tuve mucho de eso cuando tocaba con los Heartbreakers. No
lo necesito ni lo quiero de nuevo.
Pido su bebida y una cerveza para mí, luego me dirijo a la mujer a
la que le canté, la misma mujer en la que puse mis ojos la primera vez
que la vi en este bar en el Village hace unas semanas. Verla esta noche
se siente como suerte, o tal vez solo una oportunidad que necesito
aprovechar. Samantha está pasando la noche en la casa de una amiga,
y no veo ninguna razón por la que no debería conocer a la mujer que
bailaba en la audiencia con mis canciones.
Bailaba, y también me follaba con los ojos.
27
Y me encantó cada segundo.
Toco la barra.
—Llámame loco, pero tengo la salvaje sensación de que eres una
gran fanática de Broadway. No estoy seguro de dónde obtuve esa idea.
Solo tengo una vibra —digo juguetonamente.
Sus ojos se arrugan.
—Mi conocimiento de la música pop es muy limitado, pero me
encantan algunas melodías de programas, y también me gusta la
música clásica.
Mis cejas se alzan.
—Eso es interesante. No lo escucho muy a menudo. —Bueno, lo
escucho a menudo, pero no en este tipo de situación.
—Gran fan de Brahms, Chopin, Beethoven. —Golpea su pecho—.
Adelante, dime que soy un lerdo. Puedo soportarlo.
—¿Estás bromeando? Nunca. A mí también me agradan esos
chicos. Beethoven es mi amigo.
—¿De verdad? —Sus ojos se iluminan mientras se ríe.
—Absolutamente. Podría tocar el Concierto para violín de
Beethoven en Sol mayor en mi Stratocaster si no me crees. También
puedo tararearte algunas notas. —Lo hago, y sus ojos se abren. Deja
caer la mano de sus brazaletes, y me doy una palmadita en la espalda
por ayudarla a sentirse a gusto.
—Podría escuchar a Beethoven todo el día, y a menudo lo hago.
Me río.
—Entonces, ¿Beethoven, Broadway o busto?
Antes de que pueda responder, el cantinero desliza nuestras
bebidas. Le agradezco y le dejo unos cuantos billetes. No me dejan
pagar aquí desde que tocamos, por eso me aseguro de dar buenas
propinas.
Además, si no lo hago, en algún lugar, alguien en línea iniciaría
un hilo en el que Campbell Mason Evans, también conocido como Hart,
es una mierda con las propinas.
Mackenzie levanta su vodka con tónica.
—Con la excepción de unas pocas melodías increíbles de los años
noventa, si no fueron creadas con la intención de que fueran
interpretadas en un escenario o por una orquesta, probablemente no la
conozco.
Antes de que tome un sorbo de su bebida, me acerco, envolviendo
una mano alrededor de la de ella, sintiendo una pequeña chispa por ese
contacto.
—Los noventa fueron lo máximo y tenemos que brindar. —Suelto 28
su mano y tomo mi botella.
—¿Por los noventa y la ausencia de arsénico? —pregunta.
Golpeo mi botella de cerveza contra su vaso.
—Beberé por eso.
Se ríe ligeramente, y es un bonito sonido, uno que quiero
escuchar de ella otra vez. Aunque también quiero escuchar otros
sonidos de ella. Suspiros, gemidos y ronroneos.
Bebemos, y luego le pregunto sobre sus espectáculos favoritos de
Broadway. Pronto, nuestra conversación pasa a una discusión sobre la
importancia cultural de Rent, el poder de permanencia de Wicked y la
naturaleza que nunca envejece de Les Mis. También me dice que le
encantó una versión que vio de ese programa hace más de veinte años,
y por un momento, estoy tentado a dejar caer el nombre. De decirle que
mi hermano Miller, apenas diez meses más joven y casi con mi mismo
aspecto, y yo estábamos en esa versión, la que hicieron en el St. James.
Para preguntar si le gustaba "Little People", dado que Miller y yo fuimos
elegidos como Gavroche, de diez años, y podría haberme visto cantar la
canción de Les Mis que nunca volveré a cantar por haberla cantado
demasiadas veces cada noche por más de un año.
Pero arruinaría mi cubierta si le dijera eso, así que lo esquivo,
volviendo a ella.
—Eso debe ayudarte con tu noche de juegos, los conocimientos de
teatro, y no puedo dejar de preguntarme ¿si te veremos en Jeopardy!
alguna vez? ¿Con Alex Trebek preguntando cuál es el musical más
versionado o algo así?
Comienzo el tema musical de Jeopardy! y ella responde en unos
dos segundos.
—¿Qué es Porgy y Bess, con siete versiones?
Silbo en agradecimiento.
—Maldición, eres más que una cara bonita. Eres una fuente de
conocimiento.
Un leve rubor se extiende en sus mejillas, y no comenzó con el
comentario de ser una fuente de conocimiento. Estoy viendo su lado
nervioso de nuevo, el lado que no estaba seguro si estaba hablando con
ella después de nuestro set.
—Gracias —dice en voz baja, jugueteando con esas pulseras, y la
gratitud en su voz me hace preguntarme si no es halagada lo suficiente.
Eso es un descuido en lo que a mí respecta, pero es uno que puedo
arreglar.
—Eres hermosa, y de nada —agrego.
—Eres guapo, y tienes talento. —Lo dice como si estuviera
probando las palabras, intentando elogiar el tamaño.
Decido seguir así. 29
—Gracias, y tu cerebro es excitante. —Envuelvo una mano
alrededor de su muñeca, calmando sus dedos ocupados.
Ella deja escapar un suspiro y se encuentra con mis ojos.
—Gracias, y tu capacidad para reproducir música a pedido es
excelente. —Añade una pequeña sonrisa tímida. Ella es sexy e
inteligente con un poco de incomodidad. Es una combinación tan
deliciosa.
—Puedo tocar este gracias y de nada toda la noche. Pero... —Me
acerco a ella y paso mi dedo por su sien—. Pero también quiero saber
algo. ¿Cómo sabes todos estos pequeños hechos? ¿Tienes memoria
fotográfica?
Se ríe y sacude la cabeza.
—Ya quisiera. ¿De verdad quieres saber?
—¿Va a ser una extraña respuesta, como si te hubiesen encerrado
en un ático con solo libros de preguntas durante un año?
Ella se golpea la nariz, luego toma un trago.
—Espera. ¿Eso es?
—No completamente. Pero cerca. Cuando estaba en la escuela
primaria, mi abuelo me dijo que mi cerebro se reduciría si no lo
ejercitaba todos los días. Y eso no significaba matemáticas, o ciencia, o
lectura. Tenían que ser pequeños hechos y detalles.
—El miedo es un gran motivador.
—¿No lo es siempre? Me regalaba libros de trivias para Navidad y
los engullía todos. Me preguntaba sobre ellos y repartía recompensas
por las respuestas correctas. Una moneda aquí y allá, una galleta por
diez en fila. Por veinte o treinta, me sacaba a tomar un helado. Si
ganara algo así como noventa de cien en todo tipo de categorías, me
llevaba a un espectáculo de Broadway.
—Maldición, el abuelo no estaba bromeando. ¿Y ni siquiera
estaba tratando de crear uno de esos niños de concursos de preguntas?
Golpea su palma en la barra.
—Eso es lo loco. Pensarías que sí, pero no. Comenzó como un
juego, pero lo acepté, y es por eso que lo mantuvo. Vio que funcionaba
para mí, así que siguió adelante.
Como yo con la guitarra. Como yo y la música. Como mi voz y las
canciones. Tomé el violín cuando tenía cuatro años, el piano a los seis,
el micrófono cuando tenía ocho años, la guitarra cuando tenía doce.
—Mi abuela siempre decía que todos tenemos dones diferentes. La
clave es aprender a usar el tuyo.
Sonríe suavemente, y llega a sus ojos.
—Evidentemente, mi don es memorizar detalles a cambio de 30
recompensas. —Se detiene y luego pregunta—: ¿Qué hay de ti? ¿Cómo
te sabes todas las canciones? Juro que cantaste un estribillo de todo.
Me río y no tengo que responder de inmediato. ¿Quiero decirle la
verdad? Que mis hermanos y yo solíamos hacer espectáculos todo el
tiempo en casa. Comenzamos con espectáculos de títeres, pasamos a
juegos inventados, luego lo convertimos en comerciales, musicales y,
por último, un dúo juvenil popular, luego trío, cantando en conciertos y
arenas.
Pero "inicié mi carrera como actor infantil" no es necesariamente
lo que quieres decirle a una mujer que te ha visto tocar la guitarra en el
escenario.
La guitarra es algo sexy.
El actor infantil es un lío caliente.
Me encogí de hombros felizmente.
—Simplemente me gusta la música. —No hay mentira en esa
respuesta—. Y me gusta que hayas disfrutado mi música —agrego, mi
voz baja un poco, un poco ronca. Espero que entienda lo que quiero
decir.
Lo hace, su lenguaje corporal habla por ella mientras se acerca y
se quita el cabello de su hombro. Detecto un leve indicio de nervios en
sus ojos, tal vez un toque de incomodidad, como si no estuviera segura
de qué hacer o decir a continuación.
Pero parece que lo soluciona cuando dice:
—¿Cuánto tiempo has estado en la banda?
—Empezamos a principios de verano. Mi hija me dijo que
necesitaba un pasatiempo.
Ella desata una gran sonrisa.
—¿Tienes una hija?
Hago la señal de honor del explorador.
—Así es. No miento.
—¿En serio?
¿Tener un hijo es un factor decisivo en estos días?
—¿Eso significa que estás a punto de recibir una llamada de un
amigo que te dice que debes irte?
Eso podría haber salido más a la defensiva de lo que esperaba.
La palabra no sale de su boca.
—Yo también tengo uno de esos, ¿cómo los llamamos? hijos.
Ah, eso es interesante.
—¿Madre soltera?
Asiente.
—¿Papá soltero?
31
Asiento, sonriendo, cavando su respuesta.
—Tan solo como el día es largo.
—Mi hijo está de viaje, en un campamento. —Las palabras caen
de sus labios en una pila apresurada.
Pero sé cómo desenredarlas.
—Qué fortuito. Mi hija está durmiendo en la casa de una amiga.
Se mordisquea la comisura de los labios.
—Mi amiga Roxy cree que debería...
—¿Permitirte pasar un buen rato una noche más?
—¿Cómo supiste?
—Parecía una buena amiga. —Tomo un mechón de su cabello,
pasando mi dedo por los suaves mechones, catalogando su reacción—.
¿Quieres saber lo que estoy pensando?
Asiente.
Le lanzo una sonrisa maliciosa.
—Me pregunto si quieres que te bese alguien que ha querido
besarte toda la noche.
Un destello de vacilación cruza su rostro, luego levanta los ojos
como si estuviera pensando.
—Lo hago —susurra, y los pocos segundos de reticencia hacen
que su respuesta sea aún más dulce.
Le paso una mano por el cabello. Voy a tomarme mi tiempo para
besarla, para asegurarme de que lo quiera desesperadamente.
—He estado pensando en pasar mis manos por este cabello.
—Tienes dedos bonitos...
—¿Estabas mirando mis manos cuando estaba en el escenario?
Su voz es suave y bajita, una pequeña confesión tranquila.
—Sí. Me gusta la forma en que tocas.
—¿Qué te gustó de eso? —Rodeo mi mano con más fuerza
alrededor de su cabeza. Lo juro, el calor irradia de su cuerpo, y es muy
tentador—. ¿Te hizo pensar en algo?
Se mordisquea la comisura de los labios.
—Me hizo pensar en cómo puedes tocar… me.
Un gemido se abre camino hasta mi pecho. Ella es una mezcla
seductora de leona atrevida y cachorro torpe. La jalo hacia mí,
manteniendo su boca a escasos centímetros de la mía.
—Me gustaría tocar tu cuerpo como una guitarra. Me gustaría
hacerte cantar, hacerte gritar de placer. —Paso ambas manos por su
suave cabello, tirando de su cabeza hacia atrás.
Ella jadea, y esa es mi señal para lamer un camino hasta su 32
cuello, donde mordisqueo su mandíbula hasta que se retuerce contra
mí.
—¿Pensaste en cómo podría besarte cuando me viste tocar?
Un suspiro sexy parece escapar de sus labios, seguido por un sí.
—Me fijé en ti la otra semana. En tu stand, haciendo tu
cuestionario. No podía dejar de mirarte. Eras tan sexy y adorable, y
ahora estás tan cerca de mí, todo lo que quiero es excitarte.
Ella separa los labios, y ya no hay necesidad de decirle lo que
quiero hacer. Es hora de mostrarle.
Inclino mi boca hacia la suya y capturo sus labios. Gimo cuando
nos conectamos, y eso enciende la inconfundible química de un beso
épico. La lujuria sacude mi cuerpo y mis huesos comienzan a zumbar.
Nuestros labios se deslizan juntos, y gemimos al unísono. Beso la
comisura de sus labios y luego lamo por dentro.
Ella suspira y presiona su cuerpo contra el mío, y nos besamos
durante varios segundos deliciosamente sucios que se acumulan en un
minuto y luego más. No puedo apartar mis manos de ella. No puedo
dejar de besarla. Tocarla. Quererla. Sus labios saben a vodka con
tónica, y su lengua sabe a la mujer que quiero follar esta noche.
Pero estoy muy consciente de que las cosas que quiero hacer con
ella deben ocurrir en privado, a puerta cerrada. Rompo el beso, mi
aliento viene rápido y fuerte. El de ella también.
—¿Qué dirías acerca de salir de aquí?
Menea las cejas.
—Vivo a dos cuadras de distancia.
Esa es la cosa más sexy que alguien me ha dicho.

Cuando llegamos a su casa, enciende las luces de la cocina y


agarra el cuello de mi camisa.
—Tengo que advertirte sobre algo.
Me armo de valor. Las advertencias antes de la desnudez
generalmente no son buenas. Pero ella sonríe como si tuviera un secreto
travieso.
—Ha pasado un largo tiempo para mí.
Ese es el tipo de advertencia que me gusta.
—¿Sí?
Asiente y pasa sus labios por mi cuello. Ella es ardiente ahora que
sus nervios se han acumulado y se han puesto en camino.
33
—Y creo que podría estar un poco tensa.
—¿Quieres que te relaje?
—Lo hago, pero no te enojes si me toma solo unos segundos.
Me río.
—Te lo aseguro, no hay nada molesto en eso.
Ella mordisquea el lóbulo de mi oreja.
—Además, hueles muy bien.
—Tú también.
Su boca suave llega a mi oreja.
—Tengo ganas de lamerte por todas partes.
Sus palabras envían una sacudida a través de mí.
—Eso lo podemos arreglar.
—¿Ahora mismo?
Me alejo y encuentro su mirada. Sus ojos marrones están
ardiendo de deseo.
—¿Ahora mismo? —Lo repito porque quiero estar seguro de lo que
está diciendo.
Ella pasa la punta de su lengua sobre su labio inferior y luego
acaricia mi polla sobre mis pantalones, frotando el talón de su mano
contra mi erección.
Sí, se ha logrado la certeza.
—¿No quieres que te relaje primero?
Niega.
—Tal vez soy una sucia pervertida, pero desde la primera vez que
te vi en el escenario, he pensado en tres cosas. Hablar contigo. Besarte.
—Se detiene, y mantengo mis ojos en ella, esperando el último artículo.
Acerca su boca a la mía, susurrando contra mis labios—: Y cómo
sabrás cuando mis labios estén envueltos alrededor de ti.
Gruño fuerte y agarro sus caderas con fuerza.
—Joder, eres sucia.
Sus ojos marrones se ensanchan.
—¿Demasiado sucia?
—Cielo, no hay tal cosa, —digo, ahuecando la parte de atrás de su
cabeza. Su sonrisa me recuerda a un perfecto día de verano—. Nunca
hay nada como “demasiado sucio” cuando hablas de que mi polla se
desliza por tu lengua.
Tiembla.
—Bueno. Porque quiero eso ahora mismo.
34
Se ha ido el más mínimo rastro de incomodidad. Fuera de la
puerta están los nervios que mostró antes. Es una mujer que conoce su
mente y su cuerpo, y soy el afortunado hijo de puta que disfruta de su
certeza.
La empujo al suelo con facilidad, donde desabrocha mis
pantalones y tira de mis calzoncillos, liberando mi polla. Me duele
esperar que me pase las manos y la lengua.
En sus rodillas, toma mi longitud dura en sus manos, y siseo
cuando hace contacto.
La lujuria y el deseo me agarran mientras acaricia. Estamos en
una vía rápida para una aventura de una noche, desde este intento de
flirteo a casi follar en una hora. El deseo se acumula bajo mi piel
mientras Mackenzie me bombea con el puño, llevando la cabeza a sus
labios y abriéndola. Me atrae a su boca. Sus labios son rosados y llenos,
y están envueltos alrededor de uno de mis órganos favoritos.
Gimo en voz alta cuando desliza su lengua por la parte inferior
como si estuviera saboreando cada gusto, como si estuviera probando
una paleta. Esta es la vista más fantástica que he visto en mucho
tiempo: Una mujer hermosa e inteligente que trata a mi polla como si
fuera un caramelo.
Ella gime, zumbando contra mi eje.
Estoy tostado. Rostizado, asado y flambeado.
Pero hay una cosa que podría hacer esto mejor. Un detalle menor.
—Es tan jodidamente bueno, pero quiero que me chupes
profundamente. Llévame hasta el fondo.
Cuando me atrae a su boca caliente, creo que, no, estoy seguro,
esta es la definición de un buen momento.

35
Capítulo 5
Mackenzie

Toma eso, Jamison.


Allí tienes, Roxy
Todavía lo tengo.
Quiero decir, no es que recuerde la última vez que alardeé al
respecto.
Pero esta noche estoy alardeando... lo que sea que se alardee.
Porque Jamison tenía razón.
A veces necesitas divertirte, y esto se siente como nada excepto
diversión, esta polla en mi boca.
Pero como tengo la polla deliciosa de un extraño deslizándose
entre mis labios, supongo que es mejor dejar que los pensamientos del
padre de mi hijo y de mi mejor amiga caigan de mi cabeza como las
hojas de un árbol.
Lo dibujo en profundidad y lamo una raya deliciosa por su dura
longitud. Apenas conozco a este tipo, pero estoy atrapada en la emoción
de estar de rodillas. No es que sea sumisa. Al menos, no creo que lo sea,
honestamente no sé qué soy cuando se trata de sexo, porque mi 36
experiencia en la última década parece un mapa a través del Desierto
de Gobi con un abrevadero que aparece cada dos o tres años.
Pero tengo una imaginación activa, bien engrasada y
frecuentemente ejercitada. Es hora de empezar y estoy poniendo mi
mente en uso práctico.
Él gruñe y gime, el más sexy suspiro de placer que me impulsa a
chupar más fuerte, a jugar más. Campbell posee una polla
espectacular, y me gusta su longitud, su sabor.
Por encima de todo, me gusta que esté tan metido en mí. Es una
emoción salvaje, un bienvenido respiro de la rutina de mi vida diaria. Y
así, le doy todo a esta mamada, ya que no tiene sentido darle una
mamada a medias. Además, he visto suficientes transmisiones de
Tumblr, está bien, innumerables, y he recogido algunos consejos.
Abre grande.
Relaja tu garganta.
Convierte tus labios en una aspiradora.
Y no dejes las bolas fuera de juego.
No es ciencia espacial dar a un hombre una mamada que le haga
temblar el piso. Todo lo que se necesita es compromiso, un esfuerzo
férreo y voluntad de recorrer la distancia.
Lo tengo con creces, y lo chupo con vigor, provocando un gemido
carnal.
—Eso es tan jodidamente excitante.
Soy tan jodidamente excitante para él. El dolor que siento me
impulsa mientras Campbell envuelve sus grandes manos con más
fuerza alrededor de mi cabeza, rizándolas en mi cabello. Su voz es
ronca.
—Maldición, mírate. Solo quiero seguir follando esa boca caliente
y húmeda tuya.
La lujuria baja por mi columna vertebral ante sus palabras
sucias. He oído hablar de hombres que hablan sucio, pero nunca he
encontrado uno en mis limitados viajes. Nunca he estado con alguien
que me haya dicho algo tan inmensamente sucio en el calor del
momento.
Lo premio con una succión aún más fuerte, mis labios cerrándose
sobre su polla.
Se estremece
—Jódeme. Podría entrar en tu garganta en cualquier momento.
Sus manos caen a mis hombros, y en un instante, me mira con
curiosidad. Sí, se siente como curiosear, porque no quiero dejarlo ir.
Pero no quiero forzar mi boca sobre él. Probablemente debería evitar
eso. Succión forzada. Mejor míralo y asegúrate de no hacer eso.
37
Levantándome del suelo, me mira con ojos que brillan de deseo.
—Me estás volviendo loco.
Logrado. ¡Volví loco a un hombre! Realmente puedes aprender a
dar una buena mamada en internet.
—Si la locura es buena, ¿por qué te detuviste?
—Porque me gustaría reprogramar la mamada más excitante de la
historia, ya que no planeo acabar en tu boca mi primera vez contigo.
¡Primera vez! ¿Eso significa que habrá una segunda y una tercera?
Una chica puede soñar en grande.
—¿Dónde quieres acabar tu primera vez conmigo? —pregunto
siempre tan inocentemente.
Sus ojos se estrechan en rendijas.
—No le digas eso a un hombre. —Amasa uno de mis pechos a
través de mi parte superior—. Quiero venirme en todas partes de ti.
Estas tetas. —Su mano cae a mi trasero—. En tu trasero. —Sus dedos
se deslizan entre mis piernas, ahuecándome a través de mis vaqueros—
. En este momento, creo que realmente me encantaría enterrarme
dentro de ti y sentirte en mi polla. ¿Crees que podemos hacer que eso
suceda?
Asiento mientras mi mundo se difumina en calor y deseo y la
necesidad de desnudarme en este segundo.
Nos desnudamos, su camisa sale volando. Mis vaqueros caen al
suelo y me empujo las bragas. Ni siquiera me saco la parte superior
cuando su mano se desliza entre mis piernas. Me empuja contra el
mostrador de mi cocina y desliza sus dedos por toda mi seda.
—No estás dentro de mí —señalo mientras gimo.
Sonríe
—¿Es un problema que tu dulce coño me distrajera?
De ninguna manera.
Mi mente es estática candente mientras me acaricia, besándome
el cuello y la mandíbula con cada empuje. Muevo su mano, mis caderas
dando vueltas y círculos. Es tan raro que puedas detenerte y disfrutar
de una follada con los dedos en la cocina, en lugar de una taza de sopa.
Él engancha sus dedos, y mi voz se eleva una octava o diez
mientras grito. Tenía razón, no me ha llevado mucho tiempo llegar a la
zona O. Aquí estoy. Encantada de verte, clímax.
Este orgasmo no toma prisioneros. Se propaga desde mi centro a
cada célula de mi cuerpo, exigiendo que cada molécula se bañe en su
deleite. Estoy gimiendo y jadeando cuando él me levanta y me pone en
el mostrador. Cuando abro los ojos, él agarra su billetera y está
abriendo un envoltorio de condón.
—Ahora estás incluso más húmeda, cielo. Y no puedo esperar a
sentir que aprietes mi polla cuando me deslice dentro de ti.
38
Me quito la camiseta, el sostén y lo miro a los ojos verdes.
—Te deseo —le digo, e instantáneamente quiero abofetearme por
sonar como una novata cuando se trata de hablar sucio. Bajo mi
mirada.
Él mete un dedo debajo de mi barbilla.
—¿Qué pasa, cielo?
—Ugh. Eso fue muy básico, te deseo, en comparación con toda
esta deliciosa indecencia que tejes con tu lengua.
Antes de que retire el condón de la envoltura, toma mi mano y la
envuelve alrededor de su polla. Está dura y palpitante.
—Dilo de nuevo —insta.
Levanto una ceja.
—¿Te deseo?
No pasa nada.
Me mira fijamente, sus ojos duros y hambrientos.
—Dilo como si lo sintieras.
Cuadro mis hombros, lo miro a los ojos y susurro:
—Te deseo.
Su polla se contrae en mi palma, engrosándose más. Santo cielo.
—¿Sientes eso?
Asiento.
—¿Algo malo con tu palabra indecente?
—Supongo que no. —Sonrío como una zorra malvada.
—Ahora, dime que quieres que te folle fuerte.
Levanto la barbilla y digo con voz ronca:
—Quiero que me folles tan fuerte.
Palpita en mi mano, gruñendo palabras de maldición mientras
agarra el látex, tira el papel de aluminio al suelo, desenrolla mis dedos y
rueda la protección por su eje. Me tira hacia el borde del mostrador.
Posicionándome para alinearme con él, empuja la cabeza de su polla
contra mí. Mis rodillas se ensanchan, invitándolo a entrar.
Él empuja hacia adentro.
Veo estrellas.
Con cada centímetro, muero y voy al cielo, una y otra vez, hasta
que está enterrado hasta la empuñadura, y es como si una corte
celestial de ángeles sucios estuviera cantando un sucio "Aleluya".
Él pone su boca sobre mi cuello y me muerde. Me estremezco
cuando penetra profundamente en mí.
—¿Querías follarme la primera noche que me viste en el
escenario? 39
Oh Dios, lo está haciendo de nuevo. Me está derritiendo en
segundos con sus palabras. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello
y me muevo hacia él, moviéndome tanto como puedo en el mostrador.
—Me vine en tu nombre más tarde esa noche.
—Eso es tan excitante, tú en tu cama, masturbándote
fantaseando conmigo —gime en voz alta mientras se estrella contra mí.
Los estallidos de mi cerebro y fuegos artificiales se iluminan
detrás de mis ojos. El placer toma el control de mi cuerpo, de mis
pensamientos.
Su polla profundamente enterrada en mí.
Mi humedad sobre él.
Labios, dientes, piel.
Moler, presionar, raspar.
—Quería hacerte esto desde el momento en que te vi. Quería
follarte tan fuerte. —Sus palabras salen entrecortadas mientras me
folla. Se enreda en mí como si fuera mi dueño. Como si conociera cada
centímetro de mi cuerpo.
Como si yo fuera...
Me folla como si yo fuera su guitarra.
Puede hacer cualquier música que quiera conmigo. Puede tocar
cualquier canción con su polla y sus dedos y su boca sucia.
Jadeo cuando sus palabras se vuelven más simples.
Tan jodidamente bueno.
Tan excitante.
Quiero que te vengas
Y lo hago.
Es como un relámpago que atraviesa el cielo de verano, y luego el
trueno, y ahora mismo no tengo idea de cuál viene primero, trueno o
relámpago, o relámpago o trueno, o yo.
Grito mientras la felicidad se encrespa dentro de mi cuerpo.
Cuando abro los ojos, tiene una sonrisa salvaje y perversa
iluminando su rostro.
—Salta e inclínate sobre el mostrador, cielo.
Eso suena como una orden que quiero obedecer. Hago lo que me
pide, y se desliza de nuevo dentro de mí y va a la ciudad, agarrando mis
caderas, sus dedos clavándose en la carne de mi culo, su polla
profunda.
Él es dueño de esta mierda. Él da esta mierda. Da todas las
mierdas en el universo. Me las da. Una chispa se extiende por mi
columna vertebral, sobre mis hombros, en mi cabello.
40
Entonces, siento un fuerte golpe en mi culo. Envía un dardo de
placer a través de mi cuerpo.
—Oh Dios.
Soy recompensada con su palma en mi trasero otra vez.
Una mejilla. Luego la otra. Un empuje, un golpe, un impulso, un
golpe.
Él me monta con fuerza, azotándome y golpeando con fuerza
hasta que me corro otra vez.
Agarra mi cabello en un puño y lo tira, y ese acto cavernícola
prolonga mi orgasmo y parece desbloquear el suyo. Él está disparando a
la misma zona, y no está callado.
Mierda.
Tan bueno.
Fóllame...
Me vengo tan duro.
Creo que ahora hay un estándar de oro para aventuras de una
noche.
No para mí.
Sino para el mundo entero.
Nadie ha tenido una aventura de una noche mejor que esta.

41
Capítulo 6
Mackenzie

E
stamos en mi habitación. No estoy completamente segura
de cómo terminamos aquí. Posiblemente, este hombre sexy
podría haberme cargado.
Mientras estoy acostada a su lado, la luz de la luna filtrándose a
través de las ventanas, formulo una pregunta.
—¿Sabes si es posible convertirse en un fideo después de tener
buen sexo?
Se acaricia la barbilla.
—Creo que se necesitan varios orgasmos para que eso ocurra.
—Lástima que solo tuve tres.
—Tres es suficiente para quedar como fideo. Cuatro te reducirán
a gelatina.
—Estoy dispuesta a convertirme en gelatina.
Se ríe y me acaricia, besándome la garganta.
Oh, querido. Es tierno. Eso no es bueno porque me da ganas de
quedármelo, y no creo que eso pueda suceder. 42
Después de todo, esto es solo una noche, y estoy bien con una
noche.
Pasa una mano por mi cadera de una manera que me hace desear
una noche más.
—Por cierto, darte un orgasmo es una de las cosas más
gratificantes que he hecho.
Arqueo una ceja.
—¿Lo es? ¿Por qué?
—Te vienes fantásticamente.
Cubro mi cara con mi mano, una oleada de vergüenza corriendo a
través de mí.
—Eso suena…
—¿Caliente? ¿Sexy? ¿Increíble? La forma en que te vienes es una
cosa hermosa. Eres la más hermosa al correrte.
Me río.
—Eso no es una cosa.
—Debería serlo.
Me apoyo sobre mi codo, mi cabeza en mi mano.
—¿Sabías que el orgasmo femenino promedio dura veinte
segundos y el masculino promedio es de solo seis segundos?
—¿Y los tuyos son de sesenta segundos?
Me río de nuevo.
—¿Por qué creo que estás exagerando por tu propio ego?
Se burla.
—Cariño, mi ego es sólido gracias a esa tripleta. Pero no me
culpes por disfrutar dándote tres dosis de placer.
Sonrío.
—No te culpo.
Se vuelve a su lado, encontrándose con mi mirada. Casi espero
que tome su ropa interior, revise su cuenta de Twitter y me diga que
tiene que irse. En cambio, dice:
—Dime otro hecho sexual.
Eso puedo hacer. Fácilmente.
—Acabamos de quemar doscientas calorías. Esa es la tasa
promedio por treinta minutos de sexo vigoroso.
Bombea un puño.
—Excelente. Fitness y sexo. Dos por uno.
—Además, solo se requieren dos cucharadas de sangre para erigir
un pene promedio.
43
—¿Así que el mío requirió diez?
Lo golpeo.
—Si el tuyo tomara diez, no estarías dentro de mi cuerpo. Me
habrías desgarrado por la mitad.
Arrastra los dedos de mis pechos a mi vientre.
—Me alegra que estés intacta.
Pongo una mano en su pecho, sintiendo que su corazón late
rápido todavía.
—Además, durante el orgasmo, el corazón late a ciento cuarenta
latidos por minuto.
—Y en descanso es alrededor de cien, ¿verdad?
Asiento.
Cubre mi mano con la suya sobre su esternón.
—¿Sigue latiendo rápido?
Lo pregunta con sorprendente ternura, y con una dulzura que
hace que mi corazón se agite.
—Sí —le susurro.
Por un segundo fugaz, me pregunto si esto puede ser más que
una aventura de una noche. Me imagino citas y momentos de diversión
juntos. Latidos del corazón y orgasmos. Almuerzos y cenas y noches de
trivias.
Piso los frenos.
No puedo viajar por esta carretera. Es retorcida y peligrosa. Mi
vida no está arreglada para el romance. No está diseñada para las citas.
Está perfectamente calibrada para ser madre y dueña de un negocio, y
eso es todo.
Es por eso que este camino se siente aún más riesgoso cuando
coloca su palma entre mis pechos y dice:
—El tuyo también está latiendo rápido.
Es mejor alejarse de los corazones que palpitan.
—Esta fue la primera locura que hice este verano, y el verano casi
ha terminado.
Arquea una ceja.
—¿Esto fue una locura?
—Completamente loco. Este fue el primer verano de mi hijo en el
campamento, y pasé la mayor parte de las dos semanas en las que se
fue viendo películas y trabajando.
—¿Qué tipo de trabajo haces?
—Soy diseñadora gráfica.
44
Traza mi tatuaje de colibrí.
—¿Diseñaste esto tú misma?
Asiento.
—Ciertamente lo hice.
Le presiona un beso.
—Es atractivo y sexy y me atrajo hacia ti como un faro. Además,
me alegra poder corromperte con locura por la noche. Ser padre limita
la locura, ¿verdad? No es que puedas salir corriendo a comer pizza y
cerveza a las dos de la mañana cuando tienes al niño dormido.
—Exactamente. Por lo general, también quieres estar dormido.
Pero hubo una vez en junio, cuando mi hijo y yo salimos a tomar
malteadas y papas fritas a última hora, a las diez de la noche, en
nuestro restaurante favorito. Eso se sintió como la altura de la locura.
Sonríe.
—Qué salvaje. Si alguna vez quieres volverte realmente loca,
debes probar el Willy G's Diner en Murray Hill. Tiene deliciosas
malteadas y el mejor sándwich de queso a la parrilla que jamás hayas
comido.
Pongo una mano en mi vientre.
—Creo que mi estómago retumbó solo de pensar en un gran
sándwich de queso a la parrilla.
—Ahora estoy pensando en llamar a Willy G y ver si hace entregas
aquí.
Me río.
—¿Qué hay de ti? ¿Es ese el tipo de cosas que normalmente
haces? ¿Pedir deliciosa comida para la cena tarde en la noche?
Se ríe y pasa una mano por su espeso cabello. Su voz es un poco
grave, y me gusta ese sonido post-sexo.
—Mis actividades nocturnas usualmente involucran tocar con la
banda una o dos veces por semana y probar productos horneados para
los videos de mi hija.
—¿Tiene un programa de panadería?
—Hace videos para Snapgram. O Instachat. O Latergram, o algo
así. Y yo soy su catador.
—Eso es definitivamente salvaje.
—No estoy seguro si lo hace porque le gusta hornear o le gusta
hacer videos sobre hornear.
—Qué profundo.
—Lo es, pero es una buena niña. No me puedo quejar.
—El mío también lo es. Solo lee biografías de estrellas del deporte 45
si son buenos y tratan bien a sus esposas y no tienen condenas
penales.
—¿Verdaderos modelos a seguir, entonces?
—Exactamente. —Miro hacia abajo al cuerpo desnudo de
Campbell, las bandas tribales en sus brazos, los rayos de sol en sus
bíceps. Está tan lejos de mi vida normal, y, sin embargo, aquí estamos
teniendo las conversaciones más normales—. No puedo creer que
estemos en la cama hablando de nuestros hijos.
Se apoya en el codo.
—Es un poco agradable.
—Honestamente, lo es.
—¿Pero sabes qué sería aún mejor? Si pudiera ponerte sobre tus
manos y rodillas y darte un cuarto orgasmo.
Un escalofrío me recorre.
—Estoy a favor de los O, pero pensé que te haría una mamada.
¿Esa postergación que hicimos?
Arquea una ceja.
—Por la forma en que lo veo, si no lo cobro esta noche, significa
que puedo conseguir otra cita contigo.
Mi cuerpo se queda quieto. Parpadeo, luego miro al hombre
hermoso tendido en mi edredón. Su piel es dorada, sus brazos están
cubiertos de tinta y su mandíbula está cuidadosamente forrada en una
incipiente barba. Es un maestro jugando con mi cuerpo, pero nunca
esperé que esta clase de diversión durara más de una noche.
—¿Quieres una cita conmigo? —Las palabras salen bruscamente.
Se ríe ligeramente.
—¿Es una idea tan loca?
—Podría ser más loco que cualquier otra cosa. Pensé con
seguridad que esto era una aventura de una noche.
Se aleja.
—¿Quieres que sea una?
No tengo que contemplarlo. Sé la respuesta, a pesar que me
asusta muchísimo. He tenido el mejor momento esta noche, y quiero
otra cucharada de helado.
Es arriesgado, pero tal vez pueda lograr el equilibrio. Dos citas no
arruinarán mi vida ordenada y planificada.
—Quiero que sean dos —susurro, mi corazón acelerándose un
poco más rápido.
Sonríe y presiona un beso en mi hombro.
—Bueno. Yo también. —Sus labios viajan a través de mi clavícula,
y tiemblo cuando deja la piel de gallina en su estela—. Ahora, sobre ese
46
cuarto…
Me pone de rodillas, pero antes de ubicar un condón, presiona un
beso entre mis piernas.
Ohhhh.
Eso es algo que quiero volver a sentir. Y otra vez. Y otra vez.
Gimo como un gato. Es tan bueno, tan espectacular. Me lame en
esta postura vulnerable, una en la que normalmente no me imagino.
Pone una mano en mi espalda y me empuja hacia abajo mientras
presiona un beso caliente y húmedo entre mis piernas que envía
electricidad por todo mi cuerpo.
Cuando grito, se aleja, busca un condón y me abre.
—Creo que estás lista.
Me toma de nuevo.
Oh sí, mamá se está divirtiendo esta noche. Este es un final épico
para mi verano, y no podría estar más extasiada cuando me monta
hasta el límite de otro orgasmo. Unos minutos más tarde yacemos allí,
desnudos, sudorosos y saciados.
—He alcanzado el estado de gelatina.
Bombea un puño.
—Excelente.
—¿Qué viene después de la gelatina?
—Seis orgasmos equivalen a convertir el cerebro en chocolate
derretido por todo un día.
Asiento, como si me gustara la idea.
—Estaría dispuesta.
Entonces bostezo.
Un enorme bostezo traga camiones.
—¿Quieres que me vaya?
—Tengo que levantarme muy temprano —le digo.
Se desliza fuera de la cama.
—Vamos a asegurarnos de que duermas bien. Pero soy muy serio
en cuanto a querer una segunda cita.
Otro bostezo me golpea fuerte mientras sonrío estúpidamente.
—Yo también quiero volver a verte.
Se pone su ropa, yo me pongo una camiseta y lo acompaño
adormilada hacia la puerta. Deja caer un dulce y suave beso en mis
labios, y la ternura me dice que esto es algo más. Esto no es una
aventura de una noche en absoluto.
Intercambiamos números y, al abrir la puerta, suelto un gruñido:
47
—Nunca te pregunté más sobre ti como músico. Estaba
demasiado atrapada en tu sucia poesía para hacer más preguntas.
La esquina de sus labios se curva hacia arriba.
—Te diré más cuando salgamos. Ve a dormir, cielo.
Un minuto después, hay un mensaje de él.

Campbell: Duerme bien y que tengas muchos sueños sucios sobre


mí.

Floto a mi habitación y me involucro en el sueño más sucio toda


la noche.
Capítulo 7
Campbell

¿A lguna vez has tenido relaciones sexuales tan buenas que


te roban el poder del pensamiento racional? Sí, ese fui yo
anoche.
Tal vez debería haberle dicho mi otro nombre. Posiblemente
debería haber sido un poco más detallado sobre lo que hago. Pero a ella
realmente no parecía importarle de una manera u otra, lo que era
agradable. Además, puedo contarle en nuestra segunda cita.
Pero JJ cree que debería haberle contado todo, y me está dando
un sermón mientras corremos a la mañana siguiente en Central Park.
—Solo digo que tal vez quiera saber quién eres realmente.
—Le diré cuando la vuelva a ver.
Mi baterista no está de acuerdo con mi lógica, burlándose.
—Ya sabes cómo son las mujeres. ¿De verdad crees que estará
bien y que no se molestará cuando sepa que no eres realmente
Campbell?
—Realmente soy Campbell. Noticias de última hora: Mason Hart
es un nombre artístico. 48
—Pero sigues siendo Mason Hart. No es solo un nombre.
—Soy Campbell. Y Mason es solo un nombre.
Sacude la cabeza mientras subimos una colina.
—No para las mujeres. Esa mierda importa. Mi esposa
prácticamente exigió saber qué representaba JJ en nuestra primera
cita.
—Auch. —Mi respiración se hace fuerte cuando nos acercamos a
la cima de la colina—. ¿Le dijiste?
Asiente.
—Demonios sí. Sabía que quería volver a verla. Así que lo expuse
todo. “Solo bromeando”, le dije.
—Apuesto a que fue bien.
Me golpea el brazo.
—Imbécil, le dije que significaba Jonathan Joseph, y nunca quise
que me llamaran así. Nunca lo ha hecho, pero apreció que fuera directo.
Así que apuesto a que tu chica va a estar un poquito enojada.
Agito mi mano con desdén.
—Lo arreglaré cuando la vuelva a ver.
—Espero que no esté enojada.
—No va a estarlo. Esta mujer era genial.
Me imagino a Mackenzie y su perverso cerebro rápido, sus labios
traviesos y su entusiasmo. Era salvaje y sexy y muy divertida. Entré en
la noche esperando nada más que un buen momento, y me fui con
ganas de segundos y terceros.
El sexo te jode la cabeza.
Debería saberlo.
Mis zapatillas de deporte golpean el camino de tierra que rodea el
parque.
—No es que haya mentido sobre nada. Campbell es mi primer
nombre, y Evans es mi apellido.
JJ se ríe, agarrando su vientre mientras corremos.
—Sí, y usaste el Campbell mientras estabas cantando a millones
de adolescentes y sus madres en estadios y arenas.
Me río.
—No soy tan famoso.
—Lo fuiste hace años.
Le señalo.
—Palabras claves. Hace años. Eso fue entonces. Esto es ahora.
Esa no es mi vida. Eso no es lo que soy. Ni siquiera es quien quiero ser.
—Te escucho. Entiendo que tienes alguna lógica operando a tu 49
favor. Pero sigo pensando que deberías haberle dicho que estaba a
punto de follar a un antiguo ídolo adolescente.
—¿En lugar de a un aspirante a guitarrista y profesor de violín?
Suelta otra serie de carcajadas.
—Nada de lo que haces es aspirar, Campbell. Naciste como un
prodigio de la música, y todavía eres uno.
Hemos sido amigos desde la escuela secundaria, desde que era
un niño con poca experiencia y él era un gran aficionado, a través de
mis años cantando y haciendo giras con mis dos hermanos, y después
que el trío se separó.
Desde que paramos, casi no me siento como el chico que era
antes.
En muchos sentidos ahora, solo soy Campbell Evans, profesor de
música y tutor de música, y les enseño violín a algunos de los
estudiantes más talentosos de Manhattan. No soy el tipo que cautivó a
millones cuando tenía diecisiete años y luego perdió trágicamente a la
madre de su hija cuando solo tenía veintitrés años.
Ahora, simplemente soy un padre soltero normal en Manhattan.
Bueno, en su mayor parte.
Capítulo 8

Campbell: Buenos días, cielo.


Mackenzie: Buenos días a ti también.
Campbell: ¿Dormiste bien?
Mackenzie: Déjame ponerlo de esta manera, estoy increíblemente
adolorida.
Campbell: Debería sentirme culpable por eso, pero no puedo
encontrarlo en mí.
Mackenzie: Pensé que te gustaría saberlo. Hombre de las
cavernas :)
Campbell: El hombre de las cavernas en mí está gruñendo
triunfalmente.
Mackenzie: También, anoche fue algo increíble.
Campbell: ¿Algo? ¿Solo algo?
Mackenzie: Sabes que merecías ocho medallas de oro en uno de
los Juegos de Verano.
Campbell: Amiga, ¿acabas de darme una pregunta de trivia fácil?
Mackenzie: ¿Te preocupa que te haya tratado bien en lugar de 50
compararte con Michael Phelps?
Campbell: Me parece justo. Pero me gustaría seguir ganando esas
medallas de oro al hacer que grites mi nombre. ¿Cuándo podemos salir?
¿Estás libre este fin de semana? ¿Estás ocupada con tu hijo?
Mackenzie: ¿Puedo avisarte más tarde? Creo que puedo el sábado
por la noche, pero déjame comprobar. Porque me gustaría encontrar
tiempo para lograr el estado de chocolate derretido contigo.
Campbell: Veo que he desatado un monstruo. :)
Mackenzie: Evidentemente.
Campbell: Dime algo sucio ahora.
Mackenzie: Quítate los pantalones.
Campbell: Boom. Excitación instantánea. Eres una estrella de
rock.
Mackenzie: Ja, me lo vas a poner fácil.
Campbell: Cielo, es fácil porque tenemos química. Además, me
gusta hablar contigo también.
Mackenzie: Sí, parece que tu boca tiene múltiples talentos. Espero
verte de nuevo, con y sin ropa.
Campbell: Me gusta el sonido de eso. Es música para mis oídos.
Capítulo 9
Mackenzie

—¿E ntonces?
La pregunta de una sola palabra cuelga
en el aire mientras conduzco en la autopista a
las afueras de la ciudad de Nueva York.
—¿Entonces qué?
Jamison toma su taza de café y bebe dramáticamente un poco.
—¿Vas a contarme sobre tu noche? ¿Seguiste mi consejo? ¿Te
divertiste? Porque te miro y veo a una mujer que se divirtió anoche.
Su voz está llena de conocimiento, como si pudiera decir lo que
hice al estudiar mis ojos o algo.
—¿Cómo se ve exactamente una mujer que se divirtió anoche? —
Aprieto el volante con más fuerza, agradecida por poder concentrarme
en la carretera y no en él. Jamison siempre ha tenido la extraña
habilidad de leerme. Nos conocimos en la sala común de nuestro
dormitorio el primer año de universidad, buscando la misma bolsa de
papas de chipotle en la encimera de la cocina. Tuvimos esa chispa de
amistad instantánea. Podríamos hablar de cualquier cosa comiendo 51
papas, y lo hicimos.
Toca su barbilla, y siento sus ojos en mi cara, como si pudiera
encontrar la respuesta a lo que hice anoche, mientras conduzco.
—Mmm. Definitivamente diría que tienes una especie de brillo en
ti. Noté que las mujeres usualmente lo tienen después de tener buen
sexo.
Le lanzo una mirada penetrante y luego vuelvo a concentrarme en
el tramo de la carretera.
—¿Y reconoces esto porque es todo lo contrario de lo que tuve
después de ti?
Golpea mi muslo.
—Ooh, chica mala.
—El polvo de dos segundos.
—Oh por favor. No fueron dos. Fueron como cuatro.
Me rió.
—¿Ves? ¡Te gustó! Te gustan las chicas, te gustan las chicas.
Se cubre los oídos y canta.
—La, la, la, no puedo escucharte.
Le doy un golpe en el hombro.
—Nota para Jamison: Cuando te vienes rápido, significa que te
gustó. Aunque fuera con una chica.
Me lanza una mirada fulminante, luego deja caer sus hombros.
—Toda mi reputación de gay se ha ido, se ha ido, se ha ido. —
Finge llorar.
—Tranquilo, tranquilo. Diría que sería nuestro pequeño secreto,
pero tu hijo de trece años es una evidencia.
Resopla.
—De todos modos, ¿con quién te gustó anoche? Cada vez que
tienes una pequeña cita, obtienes esa feliz y tonta mirada en ti.
—¿Entonces he tenido ese aspecto tal vez dos veces en los últimos
diez años?
Suspira con simpatía.
—Lo siento, Mack. He estado ocupado. Estoy fuera de la ciudad
todo el tiempo. Sé que no has tenido mucha oportunidad de salir.
—Está bien —le digo en voz baja—. No me arrepiento de nada.
Haría cualquier cosa por él.
Acaricia mi pierna.
—Y lo haces. Eres la mejor mamá. No hay nadie con quien
prefiera compartir un niño. Por eso quería que tuvieras la oportunidad
de salir y, mira, lo hiciste. Hurra. Ahora cuéntamelo todo.
52
Me río.
—De ninguna manera.
No quiero compartir los detalles con Jamison. Se sienten
personales. Campbell era una aventura de una noche al comienzo de la
noche anterior, y ahora es alguien con quien posiblemente voy a salir.
Un estremecimiento nervioso se mueve a través de mí, pero me
recuerdo que puedo manejar una cita.
Una cita no se extenderá al mundo de la maternidad. Puedo
programarlo cuando Kyle esté con Jamison, así que no hay razón para
preocuparme. Le diré a Roxy todo a grandes rasgos después, pero los
detalles son para mí y solo para mí en este momento.
La salida se acerca más, y enciendo las luces direccionales.
—Lo pasé bien, y eso fue todo. Hablemos de otra cosa. ¿Cuándo te
vas para tu próxima gira?
—Diez días más —dice, y me cuenta los detalles del programa que
está organizando cuando regresemos a lo que solemos ser: Padres y
amigos.
Cuando una canción suena en su lista de reproducción que nos
gusta a ambos, cantamos junto a “Lullaby of Broadway” a todo pulmón.
—Oye, ¿ha habido un musical más grande que el 42nd Street? —
pregunto cuando termina.
—Ni siquiera vayas allí. Ni siquiera digas eso. —Recita sus
favoritos—. Hamilton. Rent. Wicked. Assassins. Sweeney Todd.
Sacudo la cabeza.
—42nd Street es el más grande de todos los tiempos. No puedes
negarlo.
—No puedo hablar contigo cuando te pones así. Te vuelves loca.
Te vuelves terriblemente loca y dices estas cosas, y no tienen sentido.
Antes de darme cuenta, estamos llegando al campamento, y un
nuevo tipo de emoción me recorre mientras apago el motor. No puedo
esperar a ver a mi hijo.
Nos dirigimos al campamento y las cabañas donde se reúnen los
niños y los consejeros. Cuando veo a Kyle, con su cabello rubio en un
espeso lío en su cabeza, sus ojos marrones muy abiertos por la
emoción, no puedo contener una sonrisa. Él corre hacia mí y me
envuelve en un abrazo. Una cálida y pegajosa felicidad me inunda. Amo
a mi chico. Lo amo ferozmente, y estoy muy contenta de que todavía me
deje abrazarlo. Porque nada jamás será mejor que sus brazos alrededor
de mí y él diciendo:
—Es tan bueno verte, mamá. Te extrañé.
Esto es mejor que el sexo, mejor que un helado, y mejor que
ganar trivia. Este es el gran amor que siempre quiero amar. Él hace lo
mismo con Jamison, y nos cuenta todos los detalles sobre cómo
disfrutó jugando con otros niños que también sienten pasión por 53
Brahms y Bach.
Un hombre alto se acerca a nosotros, encontrándonos en el mar
de padres. Tiene una barba de perilla y una etiqueta con el nombre que
indica que es un maestro visitante en el campamento.
—Soy Chris Barinholtz, y trabajo con la Orquesta de Hudson
Valley.
—¿El primo de Big Ike? —pregunto, ya que comparten un
apellido.
—El único —dice, con orgullo—. Me alegra que haya recomendado
Pine Notes para tu hijo.
—Nosotros también. Es un placer conocerlo —le digo, y hacemos
presentaciones rápidas en todo.
—Me trajeron a unas pocas clases especiales, y después de
escuchar a Kyle tocar, le dije al director del campamento que
simplemente debía conocer a los padres de Kyle —dice en un profundo
y rico barítono.
Eso enciende mi interés.
—Oh, bueno, es bueno escuchar eso.
—Y estamos muy contentos de conocer a uno de sus maestros —
interviene Jamison.
Chris nos indica que nos apartemos, fuera del alcance de los
demás. Toca el hombro de Kyle.
—Escuchen. Hay muchos niños talentosos aquí en este
campamento, y he estado viniendo como profesor invitado durante
algunos años. Déjenme decirles algo, talento tan bueno como este
necesita ser alimentado. Cuando regrese a Manhattan, debe asegurarse
de que tenga el mejor maestro.
Jamison asiente.
—Absolutamente. Ha estado practicando con un profesor de violín
que tocaba en una orquesta universitaria.
Chris se burla y levanta una mano.
—No. Me refiero a alguien que realmente puede llevar el talento al
siguiente nivel. Alguien que le ayudará a florecer. Tengo algunas
personas en mente ¿Me permitirían hacer algunas llamadas en su
nombre y ver si puedo ayudar a asegurar a alguien especial para él?
Sonrío, pero dejo que Jamison responda.
—Eso sería fantástico —dice, ya que siempre ha tomado la
iniciativa en el entrenamiento musical de Kyle. Escogiendo a los
maestros, eso es. Debido a su trabajo, tiene la nariz para lo mejor en el
negocio y a menudo es capaz de tirar de las cuerdas con sus conexiones
de Broadway. Mi trabajo es más simple: Asegurarme de que Kyle sepa
cuándo serán sus lecciones. Funciona para nosotros—. Déjeme saber
con quién podría contactar. Me encantaría saber en quién está 54
pensando.
—Le enviaré un correo electrónico —le dice Chris a Jamison.
En el auto en el camino de regreso a Manhattan, Kyle habla sin
parar en el asiento trasero.
—Conocí a un niño al que también le gusta mucho el baloncesto,
así que fue muy divertido. Hablamos de LeBron y de nuestras sinfonías
favoritas. Fue tan genial.
Miro a Jamison y sonrío.
—Es genial conocer a alguien que comparte tus gustos.
—Claro que lo es —dice Jamison, devolviéndome la sonrisa.
Tenemos eso de nuestra propia manera extraña y bizarra.

Nos vamos por separado después del almuerzo, con Kyle


dirigiéndose a casa conmigo, ya que Jamison regresará a la oficina.
Pasamos la tarde desempacando y enviando ropa a la lavandería,
jugando un juego tenso de Wits and Wagers antes de que me meta en el
trabajo mientras hace una lista de los útiles escolares que necesitamos
comprar. A primera hora de la tarde, Jamison me envía un mensaje de
texto.

Jamison: Primero, tengo entradas para los Yankees el sábado por


la noche. Me encantaría traer al niño.
Mackenzie: Suena fabuloso.
Jamison: Segundo, ¡Dios mío! ¡Cruza los dedos extra fuerte,
señorita! ¡El tipo de Hudson Valley podría ser capaz de conseguirnos a
alguien fabuloso! ¡Acaba de enviarme un correo electrónico para decirme
a quién está contactando!
Mackenzie: ¿Quién es?
Jamison: No quiero estropearlo. Pero tengo la sensación de que se
resolverá rápidamente, ¡y luego te lo diré!

Me río por el mensaje, rodando los ojos. Jamison ama las


sorpresas. Le contesto, diciéndole que no puedo esperar. Pero
realmente, ¿cuál es el problema? No es que haya contratado al director
de la Filarmónica de Nueva York. Quienquiera que encuentre Chris,
estará bien.
Le escribo a Campbell que puedo reunirme la noche del sábado.
Responde rápidamente.
55
Campbell: Todavía puedo saborearte.
Campbell: Además, no puedo esperar para el sábado por la noche.

Me estremezco al releer su primer mensaje. Luego sonrío sobre el


segundo. Y mientras trabajo en un nuevo diseño, mi mente se dirige a
lo que me va a hacer el sábado por la noche.
Soy una madre tan sucia.
Capítulo 10
Campbell

C
uando me reúno con Miller a última hora de la tarde, está
probando su modelo de barco en Central Park.
—¡Voy a aplastarlo en las ligas de regatas este año!
—¿Tienen ligas de regatas? —le pregunto mientras el radio
controla su bote azul en un lago en el parque.
—Sí. Y el ganador obtiene una excelente medalla de oro en una
competición de todas las edades a finales del otoño. He reclutado a
Jackson como mi compañero de equipo y está emocionado —dice Miller,
mencionando al chico de diecisiete años que apadrina en el programa
Big Brother.
—Espero que tú y Jackson venzan a todos esos molestos alumnos
de quinto grado.
—Son feroces, y tendremos que luchar duro. Se reunirá conmigo
aquí en unos pocos minutos. Además, ¿sabes que ahora tienen ligas de
balompié en el parque? Me inscribí en una.
—¿Podrás encajarlo entre tus competiciones de Monopoly y
Batalla Naval? 56
—No lo menosprecies. Me gusta mantenerme joven.
—Estás compitiendo en un bote con niños de diez años. No
puedes ser mucho más joven.
Sonríe con una sonrisa dentuda. Tiene brillantes dientes blancos,
hoyuelos, y una piel por la que los modelos matarían. Y también lo
sabe.
—¡Y mírame la cara! Todavía parezco de veinticinco años. A
diferencia de ti. Te has puesto unos años encima.
Y todo en una noche también.
—Caramba, me pregunto cómo sucedió hace doce años cuando
murió Julie.
Sonríe con simpatía.
—Lo siento. Solo te estoy molestando. Sé que has visto tu parte de
mierda. Pero sigues siendo el segundo hermano más guapo de los
Heartbreakers.
Inclino mi cabeza.
—Aww gracias. Lo aprecio. En verdad, lo hago.
—Espera. Quise decir tercero. Miles es el segundo.
—¿Segundo? —Arqueo una ceja—. Seguramente es el primero.
Miller dirige su bote frente a otro y aplaude mientras lo supera en
una carrera de simulación, solo que está corriendo. Suspira, luego se
vuelve hacia mí.
—Campbell, ¿qué se necesitaría para volver a estar juntos?
Le doy una palmada en la espalda. Es implacable en su objetivo.
—Sabes que eso no va a pasar.
—Pero tocas con los otros chicos. The Angry Waves.
Me río y sacudo la cabeza.
—Sabes el nombre.
Resopla.
—The Gnarly Waters.
—Algo así.
—¿Qué tienen ellos que no tenga yo? Soy un mago en el teclado, y
nadie en todo el mundo puede armonizar como tú y yo.
Suspiro, con un poco de nostalgia, cuando su idea tira de una
pequeña parte de mi corazón amante de la música. Tocar con mis
hermanos fue una de las grandes alegrías de mi vida, pero ahora no hay
lugar para eso.
—Sabes que me encanta cantar contigo, pero es todo lo que viene
con eso lo que no quiero, las expectativas. Eso es lo que tienen los otros
chicos. No somos tú y yo, hermano —le digo, deseando poder darle la 57
respuesta que quiere—. Pero ¿qué pasa con Miles? ¿Por qué no lo
inician otra vez?
Miller pone los ojos en blanco.
—Está ocupado con sus cosas.
Miles lanzó una exitosa carrera en solitario después de los
Heartbreakers, y está en medio de una gira mundial de un año de
duración.
—Eventualmente la gira terminará. Díselo.
Miller suspira dramáticamente.
—Sabes cómo es la cosa. —Acaricia mi mejilla, luego su mejilla—.
Estas caras, hermano. El mundo nos ve como los Heartbreakers.
—Apuesto a que el mundo encontrará una manera de ser bueno
contigo y con Miles.
Pone mala cara y la cara más triste del mundo. Se frota un ojo y
actúa como si se estuviera rompiendo.
—¿Y si te dijera que me estaba marchitando en un desastre
patético?
Le hago un gesto.
—Te creería.
Asiente tristemente, añadiendo un ceño fruncido exagerado, como
un niño.
—¿No te sientes mal por mí?
Me río.
—No eres muy bueno para obtener simpatía cuando estás parado
aquí y haciendo el tonto. Como usualmente haces.
—Oh, disculpa. Estoy autorizado a hacer el tonto. Por eso me
rompí el culo trabajando cuando éramos más jóvenes.
Ruedo mis ojos.
—Ambos nos partimos el culo trabajando.
—Y a ambos nos encantó. —Miller menea las cejas mientras
empuja los controles de su bote—. Solo digo que esos fueron mis días
más felices, y básicamente me estás privando de volver a ser feliz de
nuevo.
—¿Tu felicidad descansa sobre mis hombros?
—Podríamos hacer una gira de reencuentro. Elegir doce ciudades.
Lo hicimos cuando nos graduamos de la universidad. Lo podemos hacer
de nuevo.
Miller ha tocado con otras bandas desde que nos separamos unos
años después de la universidad. Ha tenido algunas buenas carreras en
solitario. Le encanta tocar, pero nunca se ha establecido con una
banda. Lo quiere todo otra vez, todo como antes. 58
¿Pero yo? No quiero ese estilo de vida. No puedo arriesgarme.
Es por eso que Righteous Surfboards es un grupo paralelo. No
quiero el estilo de vida loco de los Heartbreakers. Mi enfoque es
singular, y siempre ha sido singular desde que la madre de Samantha
murió cuando solo tenía dos años. Nada de giras. Nada de quedarse
fuera demasiado tarde. Ninguna vida dictada por managers y agentes y
todas las cosas que están fuera de mi control.
Quiero que mi vida sea mía, y me gusta pagarla enseñando.
Aprieto el hombro de mi hermano.
—Te amo, Miller. Pero estoy feliz de hacer lo que estoy haciendo.
Tengo un horario apretado y trabajo con grandes niños. Pero deberías
encontrar una nueva banda. Tal vez un nuevo compañero para cantar.
¿Por qué no haces eso?
Resopla mientras conduce su bote a la orilla.
—No es lo mismo sin ti.
—Pero, ¿y si pudiera ser mejor? Sabes que te estaré animando.
Eso es lo que puedo hacer. Seré tu mayor fan.
Pero eso no es suficiente para él. Quiere mucho más de lo que yo
puedo dar.
Echo un vistazo a mi reloj. La persona a la que tengo que dar mi
todo hoy es Sam, y casi ha terminado su día como consejera en
entrenamiento en un campamento de artes local. Le digo a Miller que
necesito ponerme en marcha.
—Adelante —dice, canturreando una de nuestras melodías—.
Quieres salir a la carretera conmigo. Vámonos de viaje, chica, solo tú y
yo y los faros…
Me rio de él.
—Aún lo tengo —grita.
—Todavía lo tienes.
Al salir, paso a Jackson, deteniéndome para saludar.
—Asegúrate de mantenerlo en línea en las carreras de botes —le
digo al niño.
—No te preocupes por eso. Mantendré mi ojo en él —dice con un
guiño, y luego salgo del parque.
Mientras me alejo, tarareo un par de notas, aún amando la forma
en que suenan.
Esas melodías nunca han salido de mi cabeza o de mi corazón.
Probablemente nunca lo harán.

59
La noche siguiente, me pongo al día con Miles por Skype. Me
llama desde la playa.
—No puedo creer que hayas llegado a tiempo para ver a tu
hermano mayor —le digo cuando veo su cara sonriente en mi teléfono.
Me recuesto en el sofá, poniéndome cómodo mientras Samantha trabaja
en la cocina en un proyecto que considera secreto de estado.
—Siempre tengo tiempo para ti —dice, pero un grupo de mujeres
jóvenes pasean junto a él en la arena, distrayéndolo con sus trajes de
baño.
—Tierra a Miles…
Me devuelve la mirada.
—Lo siento. Es la hora de la siesta para Ben, así que me estaba
divirtiendo durante diez segundos.
—¿Sería útil si me pusiera un bikini?
—Por favor, nunca hagas eso —dice Miles, luego me cuenta su
gira y las últimas travesuras de Ben, su hijo de cinco años. Sam salta
frente a la pantalla y le dice hola.
Cuando se va, un viejo amigo mío llama y comienza a hablar
sobre un niño al que enseñó este verano.
—Estamos hablando de un prodigio, Campbell.
—¿De verdad?
—Me voló la cabeza. Tiene un don, tanto para lo clásico como
para lo moderno. ¿Alguna posibilidad de que puedas arreglar una
lección de prueba?
Mmm Mi estudiante de la tarde del viernes se acaba de mudar a
Miami…
—Le daré una oportunidad, pero necesito confirmarlo en la
mañana después de mirar mi agenda.
—Suena bien —me dice—. ¿Cómo están las cosas en The Grouchy
Owl?
—Me encanta —le digo, ya que Chris me conectó con su prima,
quien dirige el bar—. Lugar favorito para tocar hasta ahora.
Aunque eso podría tener algo que ver con un determinado
miembro de la clientela que ama las trivias. Termino la llamada y me
dirijo a la cocina, mi nariz se alza, olfateando las delicias.
Samantha me saca, señalando la sala de estar.
—No eres bienvenido aquí. Ultra secreto, te lo dije.
Levanto mis manos en señal de rendición, y me golpea la espalda
con una toalla.
—Lo digo en serio, papá. Sal. Sal de aquí. Necesito estar en la
zona de cocción.
60
—Me voy, me voy. ¿No ves que me voy?
—Toma tu teléfono, ve a la sala de estar, siéntate, levanta los
pies. Haz tus cosas. Escucha tu música o tus podcasts, o lo que sea que
te entretenga, pero necesito concentrarme mientras hago nuestro
postre.
Hago lo que me dicen.
Me recuesto en el sofá y agarro mi teléfono. Pero no escucho un
podcast y no abro un libro. Le envió un mensaje de texto a la mujer que
veré el sábado por la noche.

Campbell: ¿Qué hacía Beethoven antes de componer?


Mackenzie: ¿Es esto una especie de enfrentamiento? La respuesta
es mojar su cabeza en agua fría.
Campbell: ¿Cómo sé que no recurriste a Google?
Mackenzie: Voy a fingir que no dijiste eso.
Campbell: Porque eso es como una violación de tu orden mundial
básico, ¿verdad?
Mackenzie: Absolutamente. Nunca haría eso. Sería como si
sincronizaras las canciones con los labios. Ahora es tu turno. Dime
algunas de las mejores canciones que no conozco y que necesito
escuchar.
Campbell: Eso es un desafío serio. Hay tantas canciones geniales.
Diría que, si no estás escuchando Righteous Surfboards, deberías revisar
Arcade Fire, Sam Smith y cualquier cosa de The Rolling Stones, pero
espero que lo sepas. Rilo Kiley, Jane Black, Johnny Cash. Pero
realmente, creo que, según tus gustos, te va a gustar la música pop del
Top 40 más que todas.
Mackenzie: ¿Eso es algo bueno o malo?
Campbell: ¿Quieres decir si soy uno de esos snobs musicales que
piensan que escuchar algo de Katy Perry es un pecado mortal? ¿Para ser
genial, solo necesitas escuchar a las bandas hip indie que se tocan en la
radio y en las listas de reproducción de la universidad, y que te guste
Taylor Swift o Justin Timberlake es como pedir un enfriador de vino en
lugar de Pabst Blue Ribbon en Sunday Funday?
Mackenzie: Nunca ordenaría un Pabst. Nunca. ¿Eso me hace
automáticamente poco genial? Supongo que estoy bien con eso.
Campbell: Ser poco genial está en el ojo de quien lo mira. Pensé
que eras muy genial con tu conocimiento de Beethoven y tus hechos de
Broadway. De hecho, tengo un divertido dato de Broadway que
compartiré contigo el sábado por la noche.
Mackenzie: Dime ahora.
Campbell: Valdrá la pena la espera. Pero aquí está tu pista: Se 61
trata del quinto musical de Broadway de más larga duración.
Mackenzie: ¡Les Mis! No puedo esperar
Campbell: ¿Sabes lo que no puedo esperar?
Mackenzie: Dime.
Campbell: No puedo esperar para poner mi boca sobre ti otra vez.
Y no solo me refiero a tus labios.
Mackenzie: *Emoticón de fuego*

—Está bien, papá, deja de mandar mensajes sucios con una


mujer.
Alejo mi mirada de la pantalla, sintiendo un poco de calor en mis
mejillas.
—No estaba haciendo eso.
Samantha se ríe.
—Estoy aquí. Sé que no estás haciéndolo. Solo estaba bromeando
contigo.
Uf. Respiro un suspiro de alivio.
—De todos modos, estoy lista, así que inicia la sesión en Netflix.
Envío un mensaje final rápido.
Campbell: Me han convocado para ver a American Vandal con mi
hija. Me despido.
Mackenzie: Debes obedecer esa citación.

Sonrío mientras coloco mi teléfono en la mesa, abro el portátil y


descubro el hecho que Mackenzie no me molestó por estar con mi hija.
Honestamente, esa es una de las razones por las que no he salido en un
tiempo. A una mujer con la que salí hace más de un año, Amelia, no le
gustaba el hecho que era un segundo lugar después de mi hija. Cada
vez que le decía que tenía que irme para pasar tiempo con Samantha,
seguía enviando mensajes de texto. Seguía haciendo preguntas.
Enviaba fotos sexys. Como si una foto de sus tetas me hiciera querer
dejar de llevar a mi hija a su juego de fútbol.
Basta con decir que Amelia no duró mucho.
Samantha se sienta a mi lado en el sofá con un tazón de
palomitas de maíz y lo señala.
—Esta es mi nueva receta para las palomitas más extraordinarias
en todo el universo. Pero también podría ser lo peor que hayas probado.
—Yo seré el juez de eso.
Meto la mano en el tazón y me meto unos granos en la boca. Es
dulce y salado y crujiente de caramelo. 62
—Son las mejores palomitas del universo.
Nos acomodamos y observamos al falso documental, y aunque es
una sátira sobre quién dibujó pollas en los autos en un estacionamiento
de la escuela, no me avergüenzo, y ella tampoco, porque es jodidamente
increíble que todavía le guste pasar el rato con su papá.
Capítulo 11
Mackenzie

E
l tren llega a la estación al otro lado de la ciudad, y con mi
mano en la espalda de Kyle, junto a su estuche de violín,
salimos del metro. Mientras caminamos a lo largo de la
plataforma hacia las escaleras, entretejiendo las multitudes de los
viernes por la tarde, las notas reconocibles del sonido U2 de un
saxofón. Incluso alguien como yo puede reconocer " Mysterious Ways "
de U2.
La sonrisa de Kyle se extiende mientras señala a un hombre de
veinte y tantos años con barba de chivo soplando en el instrumento.
Una joven de cabello negro largo y sedoso lo acompaña en un
violonchelo.
—Esos dos son tan geniales. Tocan todas esas canciones viejas.
—¿Vieja? —preguntó mientras caminamos hacia el dúo que toca
en el borde de la plataforma.
—Ya sabes, la gente como tú escuchaba eso en su época. Son las
mejores —dice Kyle, con los ojos un poco vidriosos mientras escucha.
Levanto una ceja.
63
—¿Disculpa? ¿Gente mayor?
Él asiente.
—Sí. Gente de tu generación. La gente que escucha música vieja.
Me estremezco. Como una niña de los 90, todavía me rompe el
corazón que la música de esa década sea ahora considerada "retro", y
haré lo que sea necesario para erradicar esa suposición prejuiciosa.
—Para que conste, joven, eso no es ser viejo. Me crie en el apogeo
de Nirvana, Pearl Jam y Achtung Baby de U2, que salió a la venta en
1991, cuando sólo era una niña de segundo grado.
—Eso te hace vieja, mamá —dice, diciendo las cosas como son,
como si no me hubieran insultado ya todas las viejas emisoras de radio
y listas de reproducción de los 90—. Pero no dejes que te afecte. Me
gusta la música así de antigua. Música de hace siglos. ¿Eso lo haría
más viejo que la tierra?
Me río mientras caminamos.
—Touché.
Mete la mano en el bolsillo de los vaqueros y deja caer un par de
billetes en el estuche abierto del chelo de la joven. Ella asiente y
susurra un silencioso "gracias" mientras sigue tocando.
—Fue muy amable de tu parte darle algo de dinero —le digo
mientras subimos.
—Es una estudiante. Está haciendo su BFA7 en Julliard.
—¿Cómo sabes eso?
—Mis amigos y yo los vemos allí cuando tomamos el metro
después de la escuela. Está trabajando mucho en esta estación.
Me pregunto, como lo he hecho antes, si ese va a ser su destino.
Actuar en la calle no es una mala elección, supongo. Los músicos
callejeros pueden ser felices con lo que hacen. Pero también soy
completamente consciente de que encontrar el éxito como músico
profesional es como encontrarlo practicando deportes profesionales.
¿Será la excepción? ¿Puede conseguir un lugar en una orquesta o en el
foso para un espectáculo de Broadway? ¿Quizás tocar jingles para
comerciales? No tengo ni idea de si tendrá suficiente talento o conducirá
lo suficiente.
Y es por eso que tengo que acordarme de que sólo tiene trece
años. Puede que tenga sueños y aspiraciones, pero al final, puede
decidir ser un científico del medio ambiente, o un artista, o algo
completamente distinto. Mi papel es simplemente alimentar sus
esperanzas ahora mismo. Que se conviertan en su carrera es algo que
debe decidir el futuro.
Por eso lo llevaré a la primera lección que Jamison organizó con el
nuevo maestro. Me envió un correo electrónico hace una hora más o
menos para decirme que el tipo que Chris había estado buscando tuvo
una cancelación inesperada y que podría incluir a Kyle en su agenda de
hoy. 64
Su nombre es Mason Hart. El Mason Hart.
Eso es lo que Jamison escribió.
El nombre sólo me sonó un poco, algo sobre un grupo de
hermanos de hace años. Pero puedo buscarlo en Google después de la
lección para refrescar mi memoria, ya que no hay tiempo para hacerlo
de antemano.
Nos abrimos paso entre la multitud del viernes por la tarde en
Chelsea y llegamos al edificio de Jamison unos minutos antes de la
una.
Saludo al portero.
—Hola, Mac and Cheese y Kyle la Máquina —dice Joey con su
acento de Jersey, disparándonos una sonrisa torcida. A Joey le gusta
poner apodos.
—Hola, Joey el Terminator —responde Kyle, entrando en el juego.
El hombre uniformado le ofrece un puño para golpear.
—Tú lo sabes. Hice un gran golpe en mi partido de softball.
Eliminé a los oponentes.

7 Bachelor of fine arts: Licenciatura en bellas artes.


—Excelente —dice Kyle con aprobación.
Tan pronto como llegamos al quinto piso, Jamison está esperando
en la puerta, prácticamente rebotando en sus pies.
—Estoy tan emocionado. No puedo esperar a que conozcas al
nuevo profesor de violín. Entra, entra, entra, entra.
Una vez que entramos, Kyle saca el violín de la funda y se frota
las manos contra los vaqueros, una señal de que está un poco nervioso.
Creo que es bueno estar un poco nervioso antes de conocer a un
profesor. Kyle se excusa para ir al baño.
Le doy un empujón a Jamison.
—Así que, ¿vas a hacer que ex estrellas del pop enseñen violín?
—¿No es salvaje? Me encantaba su música. Pero no te preocupes.
Es un profesor estupendo. Se inició en la música clásica mucho antes
del pop, así que no es un pony de un solo truco.
—¿Es un caballo de dos trucos?
—Más como un semental musical completo —dice Jamison con
un guiño.
—Bueno, muévete, entonces.
Jamison se ríe y relincha como un caballo.
—Relincho.
Llaman a la puerta. 65
—Muy bien, conozcamos a este semental —le digo.
Jamison prácticamente trota y abre la puerta, mientras dejo caer
mi bolso sobre el mostrador.
—Encantado de conocerlo, señor Hart. Déjame presentarte a la
madre de Kyle.
—Encantado de conocerte.
Me hormiguea la columna vertebral.
Esa voz.
¿Estoy oyendo cosas?
Me doy la vuelta, con el vello de mis brazos erizado.
Mi mandíbula cae al suelo, al estilo de los dibujos animados de
Acme.
Ya he conocido al semental musical, y es un pura sangre.
Es un caballo de carreras campeón con muchos trucos bajo su
montura.
Capítulo 12
Mackenzie

I
ntentemos aplicar la lógica a este momento de Dimensión
Desconocida.
¿Cómo es posible que la más sexy aventura de una
noche a punto de convertirse en una segunda cita sea también
el nuevo maestro de música de mi hijo?
¿Me están tomando el pelo? ¿Cómo incluso funciona eso? ¿Y
quién sería el bromista en este escenario? ¿El destino?
Claramente, esto es idea de esa perra llamada destino para reír a
carcajadas a costa mía.
Toma el mejor sexo de mi vida, agrega una gran conversación
postcoital, combina unos momentos tiernos, añade un divertido
intercambio de mensajes de texto en los últimos días, luego agítalo en
una licuadora con algo de sazonador "lo siento perdedor” y arruina todo
el batido.
Y me gustan mucho las malteadas.
Mis hombros se desploman, y toda mi esperanza de alguna vez
tomar otro batido de chocolate se ve frustrada por el peor golpe de 66
suerte de todos. Como, en toda la historia del universo, ya que
permitirme tener una segunda cita es algo muy importante.
Corrección: Era.
No habrá una segunda cita, porque el universo me está jodiendo.
O bien Big Ike y su primo están riéndose a carcajadas a mi costa.
No puedo creer que el chico que su primo recomendó como profesor,
también sea el guitarrista de la banda que toca en The Grouchy Owl.
Campbell me mira con un estoicismo en sus ojos verdes y una
expresión severa en sus rasgos que me dice que él también debe estar
sorprendido. Está haciendo todo lo posible para ocultarlo. No quiere
dejarlo salir frente a Jamison, y podría besarlo por eso.
Pero eso no dice mucho. Probablemente podría besarlo por
cualquier cosa. Él es increíblemente besable.
—Ho-la-a-a —digo, y sale seco y como de cinco sílabas. Mientras
le doy la mano, tratando de formar palabras otra vez—. Soy...
Mackenzie. La madre de Kyle.
—Soy Campbell Evans. Encantado de conocerte, Mackenzie —
dice, su voz un poco áspera, como si estuviera tratando de averiguar
cómo ocurrió esta confusión, incluso cuando ambos hacemos todo lo
posible para barrer nuestra pequeña historia clandestina debajo de la
alfombra.
Pero honestamente, sí quiero saber por qué él es dos personas
distintas. ¿Por qué está aquí para enseñarle a mi hijo y por qué sus
textos traviesos están en mi teléfono? Nos miramos el uno al otro por
unos segundos más, diciendo con nuestros ojos que lo que sucedió en
mi cocina, se queda en mi cocina.
Sin embargo, Jamison no está para las presentaciones
incómodas. Él salta y agarra mi brazo.
—Mack, ¿no estás emocionada? ¿Es por eso que estás toda rara?
Oh, espera. —Coloca su mano en la boca durante un segundo y luego
me señala—. Tú también tenías un enamoramiento adolescente con él.
Con ojos entrecerrados, miró fijamente a Jamison.
—¿Qué?
—Tenías que haber estado enamorada de Mason Hart de los
Heartbreakers. Es por eso que estás toda nerviosa, ¿verdad? Me lo
dijiste en la universidad.
Fruncí el ceño.
—¿Lo hice?
Póster.
Mi dormitorio.
Ese hombre.
Oh, mis estrellas. Todo está volviendo a mí. Era un estudiante de
primer año en la escuela secundaria cuando su banda de adolescentes
67
era la estrella en ascenso de la radio, y él y su hermano eran sexys,
geniales y controlados.
Mis ojos se abren, y miro fijamente al hombre que toca la guitarra
como folla y folla como toca la guitarra.
Espera. Eso no es útil, cerebro.
—¿Tú eres el Mason Hart? —digo con un chillido—. ¿La sensación
cantante adolescente, parte del joven dúo convertido en trío que tocó
con sus hermanos y tuvo tres discos de platino?
Campbell me lanza una sonrisa torcida, y es una sonrisa que
cautivó a millones hace dos décadas. Me deslizo hacia atrás en el
tiempo y las imágenes parpadean frente a mí, los hermanos demasiado
guapos para ser reales en sus videos musicales, en revistas para
adolescentes, en toda la radio.
—Sí, pero no uso ese nombre en estos días, para ser honesto.
Puedes simplemente llamarme Campbell, y estoy totalmente feliz de
concentrarme en el presente. —Su tono lo deja claro, Jamison necesita
retroceder la adoración al héroe.
Eso no es lo único de lo que tendremos que retroceder.
Tendremos que retroceder de… todo.
Antes de que el momento se desborde con más pies en la boca,
Kyle aparece, con una sonrisa tímida en su rostro mientras se acerca a
Campbell.
—Hola. Soy Kyle Markson. Encantado de conocerte. —Él extiende
su mano para saludar.
Campbell se aleja de mí, prestando toda su atención a Kyle.
—Campbell Evans. Me alegro de verte. Escuché que eres
básicamente un genio en las cuerdas. ¿Por qué no me tocas tu canción
favorita para que pueda ver con qué estamos tratando?
Y así es como el maestro de música desactiva la bomba de
tensión, centrándose en el estudiante. Los dos se dirigen a la sala de
estar, Kyle levanta su instrumento y se pone a trabajar.
Jamison y yo salimos del apartamento para darles espacio para
hacer la lección sin que los distraigamos.
—¿Puedes creer que él enseña música? —pregunta Jamison
mientras salimos a la calle—. Él puede tocar el violín como un maestro.
Ninguna sorpresa. Tocó mi cuerpo como un maldito Stradivarius.
—Él sabe cómo enseñar, ¿verdad? ¿Por favor, dime que no lo
contrataste porque tenías un enamoramiento de él en la escuela
secundaria?
Jamison pone los ojos en blanco.
—Por favorrr. Dame algo de crédito. 68
—¿Bien? Apenas escuché una palabra acerca de sus credenciales.
Jamison me mira mientras caminamos por su cuadra.
—Querida, ¿no puede un hombre emocionarse por algo? Sí,
obviamente Campbell Evans tiene credenciales grandes y gordas. El
hombre tiene una licenciatura en Bellas Artes de Julliard, por Dios
santo. No lo habría contratado solo porque es una estrella de rock o
porque conoce a Big Ike. ¡Pero hola! ¡Él es una estrella de rock! Esas
dos calificaciones son bastante impresionantes.
Resopló. Tiene razón. Realmente no debería estar dudando del
currículum del hombre. Posee algunas habilidades de música serias.
—Solo quiero asegurarme de que pueda enseñar violín —le digo,
porque es cierto. Las cosas que le hizo a mi cuerpo no son una prueba
de que sea competente para nada más que para otorgar orgasmos
demoledores.
Hay que admitir, sin embargo, que es un dios con la guitarra. Eso
lo sé a ciencia cierta.
—Sí. Busca su biografía si quieres. Comenzó a tocar el violín a los
cuatro años. Toca casi media docena de instrumentos, Mack. Es uno de
esas superestrellas musicales. Definitivamente sabe lo que está
haciendo.
Disminuyo el ritmo mientras busco en Google Mason Hart.
Las imágenes aparecen primero, y mi pulso se dispara cuando
miro un carrusel de fotos. Soy como una mujer vieja y sucia
pervirtiéndose con un adolescente, pero santa madre. El Campbell
adolescente era locamente sexy. Con la cabeza con cabello más grueso
que he visto en mi vida, y solo con esa cantidad perfecta de frente, sus
mechones no podrían haber sido más hechos a la medida para una
sensación de la música pop. Pero su rostro era para morirse. Su
mandíbula parece que nunca ha encontrado un rastrillo, y está bañado
con un encanto juvenil de rostro fresco. Es tan guapo y digno de
desmayos en una Tiger Beat8, que es una especie de sueño húmedo
adolescente.
Pero también es bastante diferente de un Mason adulto. O
Campbell, debería decir. Con músculos fuertes, brazos entintados,
rastrojo delicioso y arrugas sexy como la mierda en sus ojos, es tan
guapo como el infierno ahora.
Y todo un hombre.
Cien por ciento áspero, sexy, pervertido hombre.
Y no puedo acostarme con él otra vez.
Una lágrima pincha la parte de atrás de mi ojo. O tal vez ese es mi
deseo sexual, llorándome un río y tocando un triste trombón.
—¿Cómo es posible que una ex estrella del pop se convierta en
profesor de música? —murmuro mientras guardo el teléfono en mi
bolsillo. 69
—Por lo que Barinholtz me dijo, él siempre planeó enseñar.
Regresar el favor, si quieres. —Jamison desacelera en la esquina y se
detiene, fijándome con la mirada—. ¿Tienes algún problema con él,
Mack?
Uh-oh.
Es hora de acabar con la inquisición. Es hora de terminarla por
completo. Si le digo que conozco al nuevo maestro de Kyle en el sentido
bíblico, Jamison nunca me dejará olvidarlo. Sacudo la cabeza y pongo
una sonrisa de "todo está bien". No quiero que Jamison sepa que el
nuevo maestro es la razón por la que estaba entusiasmada en el viaje al
campamento.
—Sólo estaba sorprendida y procesando todo. Pero se ve muy bien
—digo, agitando mi teléfono—. Su biografía es convincente.
Así como sus fotos.
—Realmente tiene talento, y se ha forjado una reputación de
maestro estelar —agrega Jamison, reanudando nuestro ritmo.
—Parece totalmente estelar. —En la cama.

8 Tiger Beat: Revista estadounidense comercializada principalmente para las


adolescentes.
—Creo que mientras Kyle se lleve bien con él, será una gran
elección, y eso no es simplemente por sus antecedentes. Pero sí me
encantó saber quién era.
A mí me encantó él follándome, y ahora eso se acabó.
—Amé completamente a los Heartbreakers —continúa Jamison—.
A veces todavía escucho sus canciones.
—Oh, sí, yo también —digo a la ligera, aunque no es cierto. No
puedo recordar la última vez que escuché una de sus canciones.
—Bueno. Porque estaba preocupado. —Jamison saca su teléfono
que emite un pitido de su bolsillo y pasa su dedo por la pantalla antes
de hacer una mueca—. Mierda. Necesito llegar a la oficina. Nuestra
protagonista se torció un tobillo y abrimos en una semana.
Lo empujo hacia el metro más cercano.
—Ve, ve. Debes salvar Chicago.
Él deja caer un beso en mi frente.
—Déjame saber cómo todos piensan que fue la lección, y si
debemos continuar.
—Por supuesto —le digo, luego deambulo por su vecindario por el
resto de la hora, mi mente está ocupada todo el tiempo decepcionada de
que mi cita el sábado no pueda suceder. Salir con el maestro de música
de mi hijo sería una mala idea. Si las cosas no funcionaran con
nosotros, estaría atascada viéndolo en cada lección. Sería incómodo 70
para mí, pero potencialmente peor para Kyle. No quiero arriesgarme a
que pierda la oportunidad de trabajar con un genio musical solo porque
quiero follar a ese maestro. Y no quiero despedir a Campbell
simplemente para poder dormir con él. Eso parece un poco, ¿cómo
diremos, egoísta?
Regreso al edificio de Jamison, usando mi llave para entrar al
apartamento.
Tan pronto como la puerta se abre, la risa de Kyle encuentra con
mis oídos.
—Eso es genial. Siempre quise aprender esa canción.
—Si puedes dominar los Brahms, te la enseñaré.
—¿Lo prometes? —pregunta Kyle.
—Amigo. Considéralo un juramento de sangre.
—De acuerdo. Te lo haré cumplir.
Una sonrisa se extiende a través de mi cara cuando veo a
Campbell darle la mano a mi hijo.
—¿Cómo les fue? —pregunto.
Por favor, digan que fue horrible y no pueden imaginar trabajar
juntos, y ese momento que presencié fue la única vez que se llevaron bien
durante toda la lección.
ESPERA. Mala Mackenzie. No desees eso.
Kyle sonríe.
—Fue increíble. Me escuchó tocar y luego me enseñó a mezclar a
Bach con Jay-Z.
Campbell se encoge de hombros.
—Sólo algunas melodías de rock que suenan bastante radiales en
el violín.
Kyle se ríe.
—Sabes que ya nadie dice “radiales”, ¿verdad?
Campbell se rasca la cabeza.
—No, pero he oído que tampoco soy genial. Eso es lo que me dice
mi hija.
Reprimo otra sonrisa al pensar en nuestro intercambio de textos
anoche. Ninguno de nosotros es genial en absoluto.
Campbell me mira a los ojos, y mil pensamientos sucios pasan
por mi mente. Él doblándome sobre el mostrador. Follándome en el
mostrador. Poniéndome sobre mis manos y rodillas en mi cama.
Esas imágenes se deslizan y se estrellan con otras. La ternura que
me mostró en la cama cuando hablamos. Las preguntas que me hizo.
Los textos que compartimos sobre música, trivialidades, niños y más.
Nos conectamos físicamente, pero también empezamos a sacar 71
chispas emocionalmente. Él es el primer hombre con el que he estado
tan emocionada de salir en una cita en años.
Mientras habla sobre el potencial de Kyle, su talento en bruto y
hacia dónde lo ve dirigirse, puedo decir exactamente por qué Campbell
es bueno en la enseñanza, hay confianza, ligereza y emoción en su voz.
También puedo decir que a Kyle le gusta, ya que está escuchando,
asintiendo y sonriendo.
—Eso suena genial. Hablaré con Kyle, y puedo regresar para
confirmar otra lección —digo, y el mensaje sutil debe ser claro, quiero
asegurarme de que al niño también le guste.
Pero el niño interrumpe.
—Mamá, todo está bien. Me gusta Campbell. Estoy listo para
programar más lecciones. No tienes que preguntarme en privado para
descubrir lo que realmente pensé. Él me desafió de maneras que nadie
lo ha hecho en mucho tiempo, así que estoy bien con él.
Me río.
—Qué manera de volar mi cubierta.
Kyle sonríe mientras agarra su estuche de violín.
—Taylor me acaba de enviar un mensaje de texto. Conseguimos
una hora extra hoy para practicar en el centro comunitario, y luego
queremos jugar algunos videojuegos en su casa. ¿Puedo ir a verlo antes
de cenar?
—Sal de aquí —le digo, señalando a la puerta, contenta de que
quiera hacer música y pasar el rato con sus amigos de su cuarteto de
cuerdas. El centro comunitario está lo suficientemente cerca como para
ir caminando—. Pasaré por la casa de Taylor más tarde para recogerte.
Él se escabulle, y eso me deja sola con el hombre con el que
quiero salir, pero no puedo.
El silencio nos rodea. La torpeza se desliza entre nosotros. Estoy a
metro y medio del hombre que me ha visto desnuda, y me muero por
saber lo que está pensando y si sus pensamientos están tan
desconcertados como los míos.
Campbell me sostiene la mirada.
—De todos los bares, en todos los pueblos del mundo9.
—Sí, vaya suerte —digo, abatida.
—No tenía idea de que eras su madre.
—Sí, lo mismo aquí. —Doy un golpecito en mi pecho—. Bueno, sé
que soy su madre, pero no tenía ni idea de que ibas a ser su maestro.
Su voz es suave y cariñosa cuando cruza la sala de estar y pone
su mano en mi brazo.
—¿Preferirías encontrar otro profesor? Entiendo si no me quieres
cerca, si se siente demasiado raro. Pero quise decir lo que dije. Nunca 72
he visto a un niño con un talento tan crudo.
Gemí, deseando que él dijera algo más que eso. Quiero decir,
quiero eso. Solo deseo que esto no fuera tan frustrante.
—¿Cómo eres una estrella del pop, guitarrista y profesor de
música? —digo de golpe, porque todavía estoy sorprendida de que sea
una triple amenaza.
—Iba a contarte todo eso el sábado por la noche.
—¿Tenías tus puntos de conversación planeados para nuestra
cita?
—Me preocupaba que sin ellos no tendríamos nada que decir —
dice secamente—. Pero para responder a tu pregunta en pocas
palabras, soy realmente músico. Está en mi sangre. Está en mi alma.
Puedo tocar cinco instrumentos. Comencé con el violín a los cuatro
años, añadí el piano a los seis y luego decidí que quería aprender
guitarra porque era genial. Lo hice cuando tenía doce años. Añadí el
bajo después.
—Eso es definitivamente un prodigio.
Se encoge de hombros tímidamente.
—Sin embargo, ¿cuál es el quinto instrumento?

9 Cita de la película Casablanca.


Él menea las cejas.
—Espera a que me veas tocar el xilófono.
Me reí.
—Ahora estoy aún más triste, ya que eso habría sido un
espectáculo, tú en ese diminuto instrumento.
—Pero como dije, puedo apartarme si lo prefieres.
¿Está preguntando si prefiero salir con él en lugar de mantenerlo
como maestro de mi hijo?
—¿Quieres decir que debería hacerte a un lado para que podamos
tener una cita? —le pregunto, pero incluso mientras digo las palabras,
suenan terriblemente egoístas y completamente antiéticas respecto a
quién soy como madre. Apenas me estaba dando permiso para salir con
él cuando no era el nuevo maestro de mi hijo.
—Pero incluso si no quisieras tener una cita, podría disculparme,
si así lo deseas, si algo de esto te hace sentir incómoda —dice,
señalando de él hacia mí.
Me paso una mano por el cabello. La perspectiva de salir con él es
demasiado deliciosa para mi propio bien. Pero si cancela como maestro,
tendría que explicárselo a Jamison y Kyle, y realmente, es algo
demasiado nuevo entre Campbell y yo para ese tipo de conversación.
Oye, despedí a nuestro maestro ya que me lo follé y quiero ver si hay algo
más allá de una segunda o tercera follada. Bien, gracias.
73
Suspiro pesadamente, y el sonido está mezclado con
arrepentimiento.
—Mira, por mucho que quiera verte de nuevo, en todos los
sentidos de la palabra, no quiero que te hagas a un lado. Pero creo que
nosotros tendremos que apartarnos, si sabes a qué me refiero.
Él suspira, pero también sonríe, en reconocimiento.
—Lo entiendo.
—Necesito hacer lo mejor para Kyle, y estar involucrada con su
nuevo maestro no es una buena idea. El programa de música de su
escuela no es terriblemente bueno, así que nos gusta asegurarnos de
que las personas con las que trabaja fuera de la escuela sean de
primera categoría.
Él levanta sus manos.
—Oye, el hecho de que tu hijo sea lo primero, es otra razón por la
que me gustas tanto. —Chasquea los dedos—. Oh, espera, ya no me
puedes gustar. Solo olvidaré que te he visto desnuda y viniéndote con
fuerza en mis brazos.
—Campbell —reprocho, pero estoy reprimiendo una sonrisa—, no
puedes decir cosas así ahora.
—¿No puedo? —pregunta inocentemente—. Pero acabo de
hacerlo.
Le agito un dedo.
—Eres un sucio travieso.
Él se acerca más.
—Tú también, y es por eso que no voy a olvidar fácilmente lo
atractiva que te ves con mi polla en tu boca. Pero haré mi mejor
esfuerzo.
Un escalofrío estremece mi cuerpo mientras miro descaradamente
sus hermosos labios.
—Intentaré fingir que no sé cuán indecente es tu boca.
Y justo así volvemos a coquetear, lo que no deberíamos hacer.
—¿Deberíamos hablar de las lecciones? ¿Cómo funcionará esto?
—Trato de concentrarme en ser responsable.
—Deberíamos. Pero primero tengo una pregunta más. —Se acerca
más y pasa sus dedos por mi brazo, haciéndome temblar—. ¿Dónde
estaba el poster de mí? ¿En la pared o encima de la cama?
Libero un aliento tembloroso.
—Encima de la cama.

74
Capítulo 13
Campbell

D
ejo que la imagen permanezca un poco más, una
Mackenzie adolescente soñando despierta conmigo. Sí, eso
es tremendamente inapropiado, pero completamente
increíble. No voy a mentir.
Sin embargo, sacudo el pensamiento, porque tengo más
curiosidad por la mujer actual.
Levanto mi barbilla
—Así que... ¿Jamison?
Ella levanta una mano en el aire mientras se dirige a la cocina,
respondiendo rápidamente.
—No estamos juntos.
Riendo, sacudo la cabeza.
—Estoy claro en eso. También pude notarlo ya que tienen hogares
separados, y debido a que me llevaste a tu casa la otra noche y follaste
hasta mis sesos.
Sus ojos saltan y me señala.
75
—Oye. Tú me follaste hasta los sesos. Por favor, consigue el orden
correcto sobre joder los sesos. Además —dice, inclinando la cabeza
hacia un lado como un cachorro curioso—. ¿Por qué se llama follar
hasta los sesos? ¿Esa es la metáfora menos atractiva para el sexo?
Levanto un dedo.
—Técnicamente, lo menos atractivo sería follar hasta sacarle la
mierda a alguien.
Ella se encoge y hace un sonido de arcada.
—¿Cómo se convirtió eso en un dicho? —Sostiene dos tazas desde
su lugar en el mostrador—. ¿Té verde?
—Sí, por favor. Y no sé cómo se convirtió en un dicho. Tal vez no
quiero saber. Pero en cambio, digamos que te folle tres veces hasta
dejarte sin sentido. ¿Eso está mejor?
Arruga la esquina de sus labios mientras pone una tetera en la
estufa.
—No me dejes corta. ¿No fueron cuatro? No quiero que me quites
retroactivamente mi cuarto orgasmo.
Le lanzo una mirada.
—¿No lo sabes, Mackenzie? Los orgasmos nunca pueden ser
removidos retroactivamente. El Consejo de Orgasmos considera todos
los clímax eternos.
—Me encantan las reglas del Consejo de Orgasmos. De todos
modos, fue condenadamente impresionante. Estuviste malditamente
impresionante.
—Tú lo estuviste.
—No, tú lo estuviste.
—Nosotros lo estuvimos.
—Bien, lo estuvimos. Además, para responder a tu pregunta,
Jamison es gay. No sé si te diste cuenta de eso.
Me rasco la mandíbula mientras me muevo hacia el mostrador.
—De alguna manera me di cuenta de eso. El comentario del
póster y así sucesivamente. ¿Estaban juntos y luego salió del closet?
Ella se burla.
—Dios no.
Frunzo el ceño.
—Lo dices como si fuera la cosa más absurda de todas. Eso sí
sucede.
Asiente mientras juguetea con la tetera.
—Soy consciente de que sucede, pero en este caso, éramos
mejores amigos, y si alguna vez quieres saber la altura de la estupidez o
las profundidades de la amistad, seré yo dándole una oportunidad a mi
mejor amigo bisexual para ver si le gustaban las chicas una noche de 76
borrachera en la universidad y luego quedar embarazada por eso.
No puedo evitarlo. Me río, eso es demasiado.
—Esa sería la definición de amistad, dejar tu cuerpo así. Pero es
genial que puedan ser tan buenos amigos y co-padres.
—Soy suertuda. En realidad, no hay nadie con quien preferiría
tener un hijo. ¿Eso es raro?
Sacudo la cabeza
—No, no lo es. Tiene completo sentido, las familias pueden surgir
de las formas más inusuales.
La tetera silba, y ella la apaga y luego lo vierte.
—Estoy segura de que es fácil de decir ahora porque tengo a mi
niño, y mira, podemos seguir adelante y admitir que tengo el niño más
increíble del mundo, porque lo tengo —dice con una gran sonrisa—.
Pero todo funcionó de una manera extraña y maravillosa.
Mientras se dirige a la sala con las tazas, me dirijo al sofá.
—Parece que funcionó para ti. ¿Has estado con alguien más desde
entonces? ¿Alguna vez te casaste?
Sacudiendo la cabeza, se sienta a mi lado y sopla sobre la taza
humeante.
—He tenido citas por aquí y allá. A lo largo de los años hubo un
par de muchachos, pero ninguno con el que realmente me conecté en
un nivel significativo.
Asiento, entendiendo completamente.
—Así es como ha sido para mí, también, desde que Samantha era
pequeña. He salido, pero realmente no he encontrado a nadie que
mantuviera la situación.
Se aclara la garganta.
—¿Qué hay de ti? Tengo que confesar que no soy una persona
noticiosa sobre grandes celebridades. Realmente no conozco la historia
de ti y tu hija.
Una sonrisa se cuela en mi cara.
—Me encanta que no seas una adicta a las noticias de
celebridades —le digo, pasando un dedo por su brazo. Eso es
probablemente algo que no debería hacer. Este tipo de contacto es algo
que debería resistir, pero tocarla se siente tan natural. Su humor, su
ingenio, su amabilidad y su ridícula sensualidad me dan ganas de
tenerla en mis manos—. De hecho, me encanta que no tuvieras ni idea
de quién era yo.
—No es tan fácil conectar los puntos. Tú tienes… ¿Cuántos?
¿Treinta y cuatro?
Señalo al techo con mi pulgar. Moviendo hacia arriba
77
—Treinta y cinco.
—Me refiero a que tienes treinta y cinco, no diecisiete. No te ves
exactamente igual.
Hago un puchero y luego tomo un sorbo del té mientras le suelto
el brazo.
Ella golpea su pecho.
—¡Yo tampoco! Está bien si no nos parecemos a nuestro yo
adolescente.
—Cierto. No tenía toda esta tinta cuando era adolescente. —
Extiendo mi brazo. Ella mira los tatuajes en él y luego traza la cadena
de notas musicales envueltas sobre mi codo y el rayo de sol en mi
bíceps.
—Esto es hermoso. Me encanta el sol. Es tan brillante y
resplandeciente. Eso es un trabajo de diseño fantástico.
—Lo es, pero ¿sabes qué es aún mejor?
—¿Qué?
Extiendo mi mano sobre mi cabeza, agarrando el dobladillo de mi
camisa. En un movimiento rápido, la arranco.
Sus ojos se ensanchan.
—Campbell —susurra.
—No te preocupes. Me la volveré a poner. —Me giro para que
pueda ver la parte de atrás de mi hombro—. Probablemente te lo
perdiste la otra noche.
Jadea.
—Es el mejor Sam-I-Am de todos los tiempos. —Sus dedos salen
disparados, y puedo sentirlos viajando a lo largo de la ilustración del
personaje del Dr. Seuss con un sombrero rojo y sosteniendo un plato de
huevos verdes y jamón.
—Me lo hice cuando ella tenía tres años. Era su libro favorito. Se
lo leí probablemente diez veces al día. Al menos así se sentía.
—¿Los comerías en una caja? ¿Los comerías con un zorro? —dice
en voz baja.
—No en una caja. No con un zorro. No en una casa. No con un
ratón — respondo, relajándome con su toque mientras dibuja mi
tatuaje.
—No los comería aquí ni allá. No los comería en ningún lugar —
decimos juntos.
Su mano cae.
—Gran tatuaje.
—Gracias. —Me vuelvo a poner la camisa y me doy la vuelta para
mirarla—. Tus colibríes también son increíbles. —Y porque están
asomando por su cuello, me lanzo para un rápido beso, presionando 78
mis labios contra los pájaros y luego lamiéndolos.
Ella tiembla cuando la beso.
—No se supone que hagamos esto.
—Lo sé, pero son tan malditamente atractivas, y no pude besarlas
la otra noche. —Beso en mi camino hacia las aves, inhalando su dulce
piel, saboreando la forma en que responde a los besos más simples. Me
duele detenerme, pero me las arreglo para alejarme, haciendo mi mejor
esfuerzo por cumplir con las reglas.
Ella limpia sus manos contra sus muslos.
—Bueno, no estoy caliente y molesta en absoluto.
Meneo las cejas.
—Yo tampoco.
—Lo que quiero decir, antes de jugar sucio, es que no tenías todo
este rastrojo sexy y varonil en tus días de adolescente, o las frases
divertidas que creo que son muy buenas. Te busqué durante la lección.
—Una mirada tímida cruza su rostro.
—Me estabas contemplando cuando era un adolescente atractivo.
Se encoge de hombros como para decir ¿qué puedes hacer?
—Eras un joven de diecisiete años totalmente atractivo. Te dije
que tenía fotos tuyas en mi pared, así que tuve que revisarte después de
que aparecieras aquí. —Agarra su taza y toma un sorbo.
—¿Me comparaste con mi yo más joven?
—Mira, mi yo más joven se pervirtió en tu yo más joven, y mi yo
mayor pervierte tu yo mayor. Creo que el hombre que eres ahora es
atractivo como el pecado, pero se supone que no vamos a ir allí.
Gimo y tomo un sorbo del té. Ojalá estuviéramos allí. Pero lo
entiendo. Lo entiendo
—Además —dice con suavidad—, tengo la sensación de que no
querías que te preguntara lo que te preguntaba. ¿Es un tema fuera de
los límites que no debería volver a mencionar?
—No. —Sacudo la cabeza y finalmente le contesto—. La madre de
Sam murió cuando ella tenía dos años.
—Oh, lo siento mucho. —Se acerca y me aprieta la mano, un
gesto amable—. Eso debe haber sido tan difícil.
—Lo fue en el momento. Estuvimos casados por tres años, y la
banda todavía estaba junta, aunque no tocaba tan a menudo. Pero
hicimos una gira a los veinte años, al menos para Miller y para mí, ya
que somos más viejos que Miles. Eso fue muy duro para Julie, mi
difunta esposa. Después de que Sam nació, fue aún más difícil. Julie
terminó sufriendo de depresión posparto.
La expresión de Mackenzie está grabada con simpatía. 79
—Eso es tan duro. Yo no lo experimenté, pero he escuchado que
puede ser algo horrible.
—“Horrible” es exactamente la palabra para describirlo. —Me
estremezco al recordar aquellos días oscuros en los que no tenía ni idea
de cómo ayudar a mi esposa—. No tenía idea de qué hacer. Estaba
completamente deprimida. Honestamente, creo que la depresión
posparto probablemente nunca terminó. Se trasladó a depresión
regular. Ella estaba tomando medicamentos, y realmente luchaba
cuando yo estaba fuera de la ciudad. Traté de arreglarlo para que ella
tuviera a su familia o a su hermana y no estuviera sola, pero no fue
suficiente.
Tomo otro trago del té, agradecido por la distracción de la bebida.
Ha pasado más de una década, pero algunas historias siempre son
difíciles de contar.
—Una noche, tomó demasiadas pastillas, junto con algunas otras
medicinas que tenía. Fue letal. Su hermana llegó temprano a la mañana
siguiente para ayudar, y descubrió a Sam jugando sola en su
habitación, esperando a que su mamá se despertara. Su hermana
encontró a Julie en su cama.
Mackenzie se lleva la mano a la boca, conteniendo un sollozo
cuando un brillo de humedad cruza sus ojos marrones.
—Eso es tan triste, Campbell. Lo siento mucho por tu familia y
que tú, Julie y tu hija pasaran por eso. Es tan trágico.
—Eso es exactamente lo que fue. Me culpé a mí mismo.
Realmente me castigué mucho por eso.
Ella se retira y me mira fijamente.
—Pero no es tu culpa, Campbell.
—Se sentía como si lo fuera en ese momento.
Su voz es firme.
—No. No es tu culpa. La gente está cableada de distintas
maneras. No somos responsables de la salud mental de otra persona.
Hiciste todo lo que pudiste por ella.
Sé que lo que dice es verdad, pero una pequeña parte de mí
siempre se pregunta.
—A veces pensaba que debería haberme quedado en casa. No
estar de gira en absoluto.
—Pero no es así como se supone que debemos vivir nuestras
vidas. Se supone que no debes tener a alguien que ames bajo arresto
domiciliario.
—Lo sé ahora. Al principio fue difícil, pero realmente lo sé ahora.
Ella toma mi mano y la sujeta. No es sexual Es reconfortante.
—Eso debe haber sido tan difícil, tener veintitrés años y una niña 80
de la que preocuparte por tu cuenta.
—Sam me ayudo a través de eso. Cuidarla era mi máxima
prioridad. Tuve que concentrarme en mi vida. —Visualizo a Sam como
una niña pequeña, que quiere que la lleve al parque, que juegue con
muñecas y camiones, que haga galletas con ella—. Criar a Sam me
ayudó a dejar de extrañar tanto a su madre y forjar una nueva vida.
Eso fue hace mucho, y con el tiempo aprendí a seguir adelante.
La sonrisa de Mackenzie es suave, llena de comprensión.
—No sé si es justo esperar que alguien realmente supere una
pérdida como esa, pero me alegro por tu bien que te sientas así.
—Pero es por eso que la banda se separó —agrego, golpeando mi
pecho—. Terminé la banda. No quería tocar más así. No quería ese
estilo de vida.
—¿Es por eso que enseñas?
Niego.
—Siempre quise enseñar. Ese era el plan cuando fui a la
universidad. Todo se movió más rápido en la dirección de la enseñanza
cuando me convertí en padre soltero. Quería estar allí para Sam. No
perderme ni una cosa.
Mackenzie me aprieta la mano.
—Y ahora mira lo que has hecho. Has hecho esta increíble
segunda carrera como un maestro fantástico. Estoy emocionada de que
Kyle vaya a trabajar contigo. Realmente se iluminó al final de la lección.
—Lo hizo. Fue una maravilla enseñarle. Estoy emocionado de
trabajar con él. Es un buen niño.
Mientras bebemos nuestro té, hablamos más. Le hago preguntas
sobre su negocio de diseño gráfico, y ella me cuenta algunos de los
proyectos en los que ha trabajado durante años para agencias de
publicidad, boutiques, autores, diseñadores web y más.
—¿Siempre quisiste trabajar para ti misma?
—No en realidad.
Eso me sorprende.
—Explica.
—Bueno —dice con una expresión de disgusto en su rostro—-.
Planeaba trabajar en una agencia de publicidad, y tenía un trabajo en
fila después de la graduación, pero luego sucedió. —Hace un arco del
tamaño de una pelota de baloncesto en su vientre.
—¿No tomaste el trabajo?
Niega.
—Las horas hubieran sido demasiado brutales con un recién
nacido, por lo que viví con mis padres el primer año después de la
universidad, ahorrando dinero haciendo diseño gráfico independiente 81
por la noche. Después de un año o dos, tuve suficientes clientes para
mudarme a la ciudad, conseguir mi propio lugar y desarrollar mi
negocio, pero me tomó un poco de tiempo.
—Eso es impresionante.
Entrecierra los ojos.
—¿Es impresionante que tuviera que vivir con mis padres y un
recién nacido?
Me río, sacudiendo la cabeza.
—Es impresionante que hayas logrado todo esto, Mackenzie. No
estabas planeando un niño, pero lo hiciste funcionar, y allanaste un
camino completamente nuevo para tu carrera.
—Tal vez. —Se encoge de hombros.
—Oye, no es tal vez. Es un infierno de Sí y es increíble.
Una pequeña sonrisa se cuela en su rostro.
—Gracias.
—¿Eras una de esas niñas que siempre fue buena en diseño?
—Fui campeona de garabatos —responde, sosteniendo su barbilla
en alto—. Garabateé constantemente en la escuela. Podría haber
enseñado una clase magistral de garabatos.
—¿Sí?
—Garabateé en absolutamente todo. En todos los escritorios y
cuadernos. Me llamaron Mackagarabatos.
—Mackagarabatos —le digo, dejando que el sonido ruede en mi
lengua—. Ese es el mejor apodo que he escuchado. Eres
Mackagarabatos de ahora en adelante. No puedes ser otra cosa.
Ella pone los ojos en blanco.
—No responderé a Mackagarabatos.
Me inclino más cerca y golpeo mi hombro con el de ella.
—Haré que respondas a Mackagarabatos. Si tengo que
desgastarte con...
No puedo desgastarla con besos como quiero.
—¿Besos? —susurra suavemente.
—Besos que no podemos tener.
—No más besos —dice con el ceño fruncido—. De ahora en
adelante, solo eres el maestro de violín de mi hijo.
Paseo mis ojos sobre ella, disfrutando de la vista de su figura
tensa y corta, su cabello exuberante en el que he envuelto mis manos,
sus pecas que de alguna manera son de un tamaño adorablemente
sexy.
—Y tú eres la madre ridículamente atractiva de mi estudiante, a 82
la que follé y todavía quiero follar.
Se estremece.
—Cuando dices cosas así, lo haces mucho más duro.
Echo un vistazo a mi entrepierna.
—Oh, definitivamente es mucho más duro. Se hizo mucho más
duro en los últimos diez segundos cuando pensé en follarte de nuevo.
Ella me golpea el muslo.
—Eres muy travieso.
—Eres realmente tentadora, Mackagarabatos.
—También eres tentador, Mason Hart —dice ella, y dejo caer mi
mandíbula en una falsa sorpresa por el nombre—. Pero tenemos que ser
buenos. Acordamos ser buenos.
Asiento.
—Seremos buenos. Seremos tan buenos para no follarnos el uno
al otro.
Ella levanta un puño en victoria.
—Seremos los mejores en no follarnos.
Me dejo saborear una última mirada a la hermosa mujer a mi
lado.
—En ese sentido, realmente debería irme porque si me quedo un
segundo más, intentaré follarte en el sofá de tu ex que no es
exactamente un ex. Y si eso sucediera, tendría que despedirme en su
nombre.
Levanta una ceja en una pregunta.
—¿Por qué en su nombre?
—El sofá de un hombre es sagrado.

83
Capítulo 14
Mackenzie

B
ach y Jay-Z me dan una serenata todo el sábado mientras
trabajo en un nuevo diseño para un cliente de una agencia
de publicidad. Kyle deja de tocar para tomar el almuerzo -
mi famosa tostada de pavo con aguacate es la estrella de la comida- y
una rápida excursión a la tienda de suministros de oficina a la vuelta de
la esquina para comprar algunos artículos escolares de última hora.
Luego volvemos al apartamento e insiste en mostrarme la mezcla en la
que ha estado trabajando desde ayer.
Me siento en el sofá y le presto toda mi atención durante unos
minutos de bondad auditiva.
Animo y aplaudo al final.
—Otra vez, otra vez.
Hace una reverencia exagerada.
—Asegúrate de darle propina al músico cuando salgas.
Busco unos centavos en mi billetera y se los tiro a los pies.
Se arrodilla y las levanta con una mano.
—¡Puedo comerme una galleta! ¡Por fin puedo comerme una 84
galleta, mamá!
Su teatro me hace reír.
Cuando deja su violín en el estuche, me mira, con seriedad en sus
ojos marrones.
—¿Suena bien?
Se lo transmito.
—Sí. Para algo en lo que has estado trabajando por menos de 24
horas, suena genial.
—Claro, por supuesto. Necesita trabajo.
—Pero lo conseguirás. Es un comienzo fantástico.
Se deja caer a mi lado.
—Mamá, ese profesor es genial. Realmente me gusta. Me envió un
mensaje de texto con algunos ejercicios nuevos en los que trabajar.
Levanto la ceja.
—¿Lo hizo?
—Sí, y no son ejercicios aburridos como los que me hizo hacer mi
último maestro.
—No aburrirse es la mejor manera de hacerlo.
Se levanta de nuevo, corre a su cuarto y emerge unos minutos
más tarde con una camiseta a rayas y golpeando el interior de un
guante de béisbol bien usado.
—Papá vendrá a buscarme en quince minutos.
—Correcto. Partido de béisbol de esta noche.
Muy pronto, Jamison se detiene y padre e hijo se van a ver a los
Bronx Bombers. Me sumerjo de nuevo en el trabajo, enterrándome en el
diseño de una campaña publicitaria de viajes.
Cuando la tarde comienza a desvanecerse, mi vida social, o la
falta de ella, me golpea en el trasero.
No tengo un hijo esta noche. Se suponía que tenía una cita.
Me alejo de mi escritorio, tomo mi teléfono y llamo a Roxy.
Cuando responde, le pregunto si quiere ir al cine o a comer algo.
—Me gustaría, pero tengo una cita esta noche gracias a Plenty of
Chunka Burning Hot Love.
—¿Ése es el nuevo sitio que estás usando?
—Suena prometedor, ¿no?
—¿Es realmente un sitio de citas?
Ella se ríe.
—No. Voy a salir con un tipo que vive alrededor de la manzana.
Nos chocábamos en el metro y finalmente me invitó a salir. 85
—Oh, claro —le dije, recordando que me habló del tipo del tren—.
Eso es increíble.
—¿Qué hay de ti y Guitar Hero? ¿No se supone que saldrías con
él esta noche?
Suspiro pesadamente. No la he visto desde la tragedia de la
bofetada del destino de ayer.
—Resulta que es el nuevo profesor de música de Kyle.
—Auch.
—Lo sé.
—Es como un drama de confusión a nivel de telenovela.
—Es como una telenovela, hermana. Oh, y hay otro pequeño
detalle que no captamos cuando tocó en The Grouchy Owl.
—¿Qué cosa? —pregunta Roxy con curiosidad.
—Es Mason Hart, ex cantante y guitarrista de los Heartbreakers.
Ella grita. Su tono sube tanto que me quito el teléfono de la oreja.
—Los amaba. Todavía amo su música. El otro día estaba
escuchando “Hit the Road”. Y “Love Me Like Crazy” es una de mis
canciones favoritas.
Hago una nota mental para buscar esas canciones en Spotify más
tarde.
—Recuerdo haberlos escuchado cuando estaba en la cama en la
secundaria, mirando el techo, soñando despierta con un tipo del que me
enamoré.
—También —dice ella, sus palabras cayendo a la velocidad de la
luz—. William trabaja con Miles Hart. Lo mencionó cuando fundó su
empresa. Se lo llevó hace un año o dos.
Mi mandíbula se cae cuando menciona a su hermano, un tipo de
finanzas que recientemente lanzó su propia compañía de
administración de bienes.
—¿Estás bromeando? No me digas que Ike hizo las
presentaciones.
Ella se ríe.
—Ja. No lo creo. William consiguió algunos clientes de alto perfil
cuando empezó. Atletas y famosos. Pero aún no puedo creer que Mason
Hart trabaje en un pequeño bar local. Y que enseña música. Eso es tan
genial. Es como la cumbre de la actitud de "yo hago esto porque quiero".
Me acuerdo de la conversación que tuve con él ayer. Es
exactamente por eso que Campbell hace lo que hace.
—Lo es.
Puedo escuchar a Roxy moviéndose por su apartamento, sus 86
tacones haciendo clic contra el piso, su gabinete abriéndose y
cerrándose, ya que probablemente está dando los toques finales a su
maquillaje.
—Pero lo que hiciste fue lo mejor —dice—. ¿Te imaginas lo que
pasaría cuando ya no fuera capaz de entregar múltiples O? Lo dejarías,
pero aun así vendría a enseñar “do re mi fa so la si do”. ¿Puedes decir
súper incómodo?
Me desplomo en el sofá.
—De alguna manera, no creo que de repente pierda esa habilidad.
—Pero el punto es que las relaciones tienen una forma de no
funcionar —dice, siempre tan cínica—. Hablando de eso, necesito
largarme y ver si esta cita se convertirá en la próxima relación que
muera de una forma horrible.
—Buena suerte, mi amiga pesimista.
—Te quiero.
Cuando cuelgo, decido aprovechar al máximo mi tiempo en
solitario.
Encuentro una clase de spinning para solteronas el sábado por la
noche, ejercito mi cerebro de solterona y rocío mis músculos doloridos
en una ducha caliente cuando termino.
Para las siete, estoy agotada y me pongo pantalones de yoga y
una camiseta sin mangas. ¿Sé cómo divertirme o qué?
Tomo mi libro de trivialidades y leo varios capítulos nuevos. Abro
mi laptop y juego algunos juegos de trivia en línea. Hago clic en Netflix y
veo que Idris todavía me está esperando. Pero Netflix también piensa
que debería ver a Hugh Jackman en Les Mis, lo que me recuerda....
Un mensaje no puede hacer daño.
Agarro mi teléfono.

Mackenzie: Si no podemos salir, ¿puedes al menos contarme la


historia de Les Mis que ibas a compartir?
Campbell: ¿Crees que puedas manejarlo?
Mackenzie: Ahora mi curiosidad está completamente despierta.

Un minuto después, aparece un clip de YouTube en mi teléfono.


Reproduzco un video granuloso que tiene unos veinticinco años. Y, Dios
mío, Campbell es el niño callejero de diez años más adorable que he
visto cuando canta sobre "Little People".
Cuando termina, lo llamo.
—No quiero decir esto de la misma manera que admiraba tu cara
adolescente de Tiger Beat, pero eres tan adorable en el escenario
cantando con los revolucionarios franceses.
87
Se ríe.
—Ese es mi pequeño y sucio secreto. Empecé como actor infantil.
Ahora sabes por qué no podía decirte quién era cuando te conocí.
Hubieras corrido a las colinas.
—Oh, hombre de poca fe. Creo que es completamente asombroso.
—Prácticamente reboto de emoción—. Amigo, estuviste en un musical.
No sólo eres una estrella de rock, sino que estabas en la Gran Vía
Blanca. Mi admiración por ti está por las nubes.
Se ríe más fuerte.
—Eres un encanto, Mackagarabatos.
—Cuéntamelo todo. ¿Cómo era el escenario? ¿Cómo eran los
vestuarios? ¿Cómo estuvo Fantine? ¿Era una diva total? Necesito saber
cada detalle.
Me tumbo en el sofá mientras me entretiene con cuentos de cómo
era trabajar en Broadway cuando tenía diez años. Estoy sonriendo y
riendo todo el tiempo.
Se aclara la garganta.
—Oye, ¿estás sola en casa?
—Se suponía que iba a tener una cita con un tipo fascinante y
guapo, pero eso no pasó.
—Huh. Gracioso. Se suponía que iba a tener una cita con esta
rubia cautivadora, pero el destino decidió jodernos con una motosierra.
—Deberías escribir una canción sobre eso. El destino jode las
cosas con una motosierra. Esa sería una canción increíble.
—En realidad, antes de que llamaras, estaba trabajando en una
nueva canción para Righteous Surfboards.
Me siento más derecha.
—¿Estabas? ¿Puedo oírlo? —Mi voz se eleva con esperanza.
—Aún no está lista. Pero, ¿te gustaría hacerlo cuando esté más
avanzada? —Suena ansioso por compartirlo conmigo.
—Me encantaría. Me encanta tu música, Campbell.
—Gracias. Me gusta oír eso, sobre todo porque no parece que sea
tu estilo.
—¿Estás bromeando? Me encantó escucharlos tocar. La pasé muy
bien, y no fue sólo porque estaba pensando en ti desnudo —digo, y hay
algo que me libera, estoy aprendiendo, a hablar con alguien que me
gusta, pero con quien no puedo salir. Es como si pudiera decir todas
estas cosas que podría haberme guardado. Saber que no va a ninguna
parte desata la honestidad.
—Es bueno saber que mis canciones pueden trascender los
pensamientos de desnudez.
—Es una prueba de tu talento musical. —Me recuesto en las 88
almohadas del sofá y me acomodo para la conversación—. ¿Dónde está
tu hija esta noche?
—Está jugando al minigolf. Hay un lugar de minigolf que brilla en
la oscuridad donde fue con un grupo de amigos.
—Conozco ese lugar. Es tan divertido. Todo es naranja, amarillo y
verde neón.
—Espera. ¿Tú también eres una superestrella del mini golf?
Me río.
—Soy mejor en las trivias, pero puedo aguantar en el minigolf.
—Sería divertido jugar contigo alguna vez —dice, con un tono de
voz un poco travieso.
—¿Por qué sería divertido?
Su voz hace esa cosa ronca y sexy que me gusta mientras dice:
—Sólo te estoy imaginando balanceando un palo de golf, y estoy
pensando en cómo se vería tu trasero, todo bien apretado y rogándome
que lo mordisquee.
Riendo, sacudo la cabeza.
—Tu mente vive en la alcantarilla, Campbell. Literalmente vive
allí.
—Nunca lo he negado. Soy un completo morador de alcantarillas
cuando se trata de ti, y cuando se trata de que te vengas.
—Ya estamos otra vez.
—Soy implacable. Si estuviéramos en la misma habitación, te
comería y te haría venir.
—¡Oh, Dios mío! Nunca te detienes.
—Lo sé. Es una enfermedad. Lo único que me hace parar es
cuando tus labios están en mi polla.
No puedo dejar de reírme.
—¿Qué se supone que debo hacer contigo? Dime qué vas a hacer
esta noche. ¿Qué vas a hacer cuando colguemos el teléfono?
—¿Acabar?
—Tú ganas. Tiro la toalla.
—Bien. Iba a ver un episodio de "The Discovery Prism Show".
Me siento más derecha.
—Oh, he oído hablar de eso. Se trata de lugares escondidos y
fuera de lo común para visitar en todo el mundo.
—Sí, es totalmente genial. Vi las de Viena y Ámsterdam. Pensé
que podría ir a Estocolmo esta noche.
—He querido verlo.
—Está en Netflix.
89
Acerco mi portátil y me registro en el sitio.
—¡Oye, mira eso! También está en mi Netflix.
—¿No es eso la cosa más maldita? ¿Tu Netflix tiene el de
Estocolmo?
Hago clic en los episodios, fingiendo conmoción.
—Oh, Dios mío. ¿Qué es lo que sabes? Lo tiene.
Lo vemos juntos. En el teléfono. Él en Murray Hill, yo en el
Village, nosotros tratando de ser buenos.
Nos informamos de una casa de baños escondida en Estocolmo y
de una estación de metro que es prácticamente una galería de arte.
Revisamos los episodios de Praga, Tokio y también Pekín, comentando
sobre la marcha, compartiendo nuestros pensamientos, hablando sobre
si visitaríamos esos lugares o no.
Para cuando termina la noche, hemos hecho exactamente lo que
se suponía que no debíamos hacer. Hemos tenido una cita.
Capítulo 15
Mackenzie

E
l martes, Campbell viene para una lección. Nos
comportamos y no decimos nada en relación a que vimos
Netflix juntos el sábado por la noche. No coqueteo con él.
Definitivamente no hago comentarios traviesos.
Cuando se va, lo acompaño a la puerta, por el pasillo y al
vestíbulo donde estamos solos ya que no vivo en un edificio con portero.
—Gracias. Parece que fue una gran lección —digo mientras nos
acercamos a los buzones, nuestros pasos haciendo eco a través de las
baldosas.
Pasa una mano por esos suaves y oscuros mechones.
—Fue una gran lección. Le he dado a Kyle un montón para
trabajar, pero se sumerge de lleno en las cosas. Me encanta su actitud.
—Es un trabajador duro. Absolutamente hará lo que le digas.
—Es bueno saberlo —dice, deteniéndose ante la puerta. Sus ojos
recorren mi cuerpo como si me estuviera catalogando de la cabeza a los
pies en mis vaqueros ajustados y la camiseta sin mangas suelta que
exhibe mi tinta. 90
Podría haber pasado algún tiempo extra antes de la lección
escogiendo ropa casual que se viera súper sexy. El efecto parece estar
funcionando. Soy tan mala influencia para mí misma.
—Será mejor que te vayas —digo, mi voz un poco ronca cuando
alcanzo la manija de la puerta.
Asiente sabiamente.
—¿Porque quieres saltarme encima aquí en tu vestíbulo?
Me rio.
—Exactamente.
—Es un deseo completamente mutuo involucrarse en saltarse
encima en el vestíbulo.
—Pero un deseo que es mejor dejar sin cumplir.
—Como pasa con algunos deseos.
Se va, y dos días después, vuelve porque tienen lecciones dos
veces a la semana.
Cuando abro la puerta, me estremezco por un ataque de belleza.
Es muy injusto que este hombre tenga tal abundancia de buen
aspecto. Seguramente en alguna parte, algún chico está rogando ser
golpeado con el bonito palo con el que Campbell fue golpeado más de
unas pocas veces. Campbell Evans es una maravilla, y también es
literalmente el profesor de música de aspecto más genial en todo
Manhattan. Míralo. Esos vaqueros que abrazan sus piernas… esa
camiseta que exhibe sus tatuajes… esas botas de motero que me hacen
querer saltar en la parte trasera de una moto y montar con él…
—¿Tienes una moto en realidad? —pregunto, mirando sus botas
antes de alzar mis ojos para encontrar los suyos.
—Por supuesto —dice con un guiño—. Es un requerimiento que
todos los músicos tengan una.
Me centro en la palabra tener.
—¿Pero no la usas?
Resopla.
—Diablos, no. Si la uso, mi hija adolescente pensará que está
bien salir con un chico que monte una moto y nunca, jamás, está bien
para mi hija salir con alguien que monte una moto.
—Obviamente.
Lo dejo entrar en casa y me excuso para ir a mi improvisada zona
de oficina en mi dormitorio donde me sumerjo en mi trabajo de diseño.
Durante la lección de una hora, oigo pedazos de su conversación. Kyle
ríe y hablan, discutiendo sobre Beethoven y Mozart. Campbell cuenta
una historia sobre la primera pieza de Beethoven que aprendió a tocar,
y Kyle le dice que empezó con una versión rudimentaria de “Ode to Joy”.
El violín empieza de nuevo y… no. Dos violines. ¿Campbell 91
también está tocando? La música se eleva y el instrumento llora con
felicidad mientras el hombre con el que tengo un enamoramiento lo
toca. Es como si el violín supiera que alguien que lo ama locamente está
tocando sus cuerdas, haciendo poesía con un arco. Intento
concentrarme en mi trabajo de diseño, pero oír a los dos intentar lo
básico de un dueto es demasiado distractor. La música que hacen es
cautivadoramente hermosa, una mezcla de alguien devastadoramente
talentoso con alguien intentando llegar a ese nivel.
—Ustedes chicos, suenan genial juntos. Eso fue maravilloso —
digo cuando la lección termina.
—Me gusta tocar con él —dice Kyle con seriedad, y sonrío, feliz de
que tenga la oportunidad de aprender de alguien que admira.

La siguiente semana, Kyle está sumergido en tareas de la escuela


del primer semestre, pero prácticamente está rebotando cuando
Campbell llega porque quiere enseñarle en lo que ha estado trabajando.
Cuando toca una nueva pieza, Campbell le choca los cinco, luego le da
unas pocas indicaciones. Kyle toca la música de nuevo, un poco mejor
la segunda vez.
Al final de la lección, pregunto cómo fue, pero no puedo conseguir
más de una respuesta de una sola palabra —bien—, porque están
debatiendo cuán lejos llegarán los Yankees en la post temporada. Están
discutiendo sobre promesas del campo y cómo lo está haciendo el
mánager y si el bullpen10 puede alguna vez verdaderamente lanzar
cuando cuenta.
Después de eso, Campbell le entrega a Kyle una partitura.
—¿Por qué no trabajas en esta pieza de Arcade Fire para la
próxima semana?
Los grandes ojos marrones de Kyle se amplían.
—Tienen los violines más geniales en su música.
—Sí. Es raro encontrar una banda de rock que sepa cómo usar el
violín, pero cuando encuentras una, es épico.
—Solo que no lo llamamos épico. Lo llamamos loco —dice Kyle
con un brillo en sus ojos.
Campbell se encoge de hombros.
—No sé, hombre. Podría todavía llamarlo épico cuando esos
chicos usan un estilo de orquesta para una canción de rock.
—Por ti, haré una excepción, especialmente desde que mi
cuarteto de cuerda quiere tocar una mezcla de rock y clásico para un
concierto que tenemos el próximo mes.
—¿Un concierto? Te has estado guardando eso. 92
Intervengo, todavía emocionada por las noticias de Kyle.
—Lo descubrió a principios de semana. Su cuarteto de cuerda, él
y los amigos con los que toca, fue invitado a actuar en el centro
comunitario cerca de nosotros.
Campbell alza una palma para chocar los cinco.
—Eso es loco, y nos aseguraremos que practiques duro para ello.
Kyle asiente.
—Montones de práctica.
Cuando Campbell se dirige hacia la puerta, le digo a Kyle que
tiene que ponerse manos a la obra con su tarea de matemáticas antes
de que practique Arcade Fire.
Kyle gime.
—Odio las matemáticas.
—¿En qué tipo de matemáticas estás trabajando? —inquiere
Campbell.
—Tenemos una unidad en geometría. Es malvada —dice Kyle con
un siseo.

10 Bullpen: En béisbol, es el área donde los pitchers (lanzadores) de reemplazo


calientan antes de entrar a jugar
—¿Necesitas ayuda? No se me da nada mal la geometría.
—¿En serio? —La voz de Kyle se eleva con emoción.
Campbell mira al reloj encima de la estufa.
—Sam está en la práctica de fútbol. Tengo una hora antes de que
necesite ir por ella.
—No tienes que hacerlo —digo en voz baja.
Sus ojos se clavan en los míos, sus iris amables cuando dice:
—Está bien. Quiero hacerlo.
—Déjame al menos hacerte algo de comer.
—No rechazo la buena comida.
Campbell se sienta a la mesa de la cocina para ayudar a Kyle con
el horror conocido como geometría, mientas hago unos fantásticos
sándwiches de pollo con pesto, salsa casera de alcachofa y algunos
tomates secos. Los envuelvo en servilletas y los meto perfectamente en
un recipiente. Se los entrego a Campbell en una bolsa de papel cuando
ha terminado.
—Para la cena de Sam y tuya. Como agradecimiento.
Sonríe.
—No tenías que hacer eso.
—No tenías que ayudar con las matemáticas.
—Quería hacerlo.
93
—Quería hacer esos sándwiches —digo, y después de despedirse
de Kyle, lo acompaño al vestíbulo de nuevo.
Se detiene en la puerta.
No te vayas.
Quiero que se quede. Quiero que haga a mi cuerpo cantar.
Alejando mis pensamientos de ese territorio peligroso, me
concentro en lo que puedo preguntar, las cosas que puedo hacer para
prolongar su despedida.
—¿Cómo fue tu canción? ¿Alguna vez terminaste de escribirla?
—Sí, lo hice. —Arquea una ceja con escepticismo—. ¿De verdad
querías escucharla?
—Absolutamente. —Entonces considero su pregunta—. ¿Hay una
razón por la que no querría?
Sonríe ampliamente y niega.
—Te la enviaré esta noche.
Antes de que se vaya, extiendo la mano y la pongo sobre su brazo
firme.
—Por cierto, me alegra que seas su profesor, Campbell. Y me
alegra que hayamos solucionado cómo ser amigos —digo, ya que
durante la pasada semana hemos intercambiado algunos mensajes y
charlamos durante las lecciones, pero nos hemos comportado muy
bien.
Se mueve más cerca y mete un mechón de mi cabello tras mi
oreja.
—Podríamos ser amigos, y podrías ser la madre de uno de mis
estudiantes, pero no creo que eso cambie por un segundo lo que estoy
pensando respecto a cuánto me gustaría arrancarte esos vaqueros,
deslizar mi lengua entre tus piernas y sentir tu dulce calor en mis
labios.
—Oh, Dios. —Jadeo. Mis rodillas ceden. Campbell extiende una
mano y agarra mi brazo para estabilizarme—. Eres terrible.
—¿Lo soy? ¿De verdad soy terrible?
Niego.
—No puedes resistirte a excitarme.
Susurra:
—¿Estás excitada?
—Muchísimo.
—Bien. Entonces mándame un mensaje cuando esté dormido y te
enviaré mi canción.

94

Cinco horas después, le envío a Campbell un mensaje para decirle


que estoy lista.
Responde con un archivo MP3. Me pongo mis auriculares y pulso
reproducir.
El rasgueo de una guitarra llena mis oídos. Es un ardiente y sexy
sonido, como una noche de verano, y después de unos segundos, su voz
se une, enviando un estremecimiento por mi espalda con las primeras
palabras que respira en ese gruñido ronco.
Canta sobre deseo, sobre una mujer que no puede tener, sobre la
manera en que ella se siente suave y tierna en sus manos, ardiente
contra sus labios. Cómo tiembla cuando él le susurra al oído en la
oscuridad, cómo se mueve debajo de él, como agua, como aire.
Mierda.
Esta canción es sexo.
Esta canción soy yo.
Esta canción es todo lo que quiere hacerme. La reproduzco de
nuevo, y de nuevo, mientras le escribo.
Mackenzie: Vaya. Esta canción es ARDIENTE.
Campbell: Es sobre ti.
Mackenzie: ¿Sí?
Campbell: ¿Te diste cuenta?
Mackenzie: Estaba esperando que fuera sobre mí.
Campbell: Estaba esperando que te excitara.
Mackenzie: Realmente no me he apagado desde que te fuiste.
Pero estoy más excitada ahora.
Campbell: ¿Estás en la cama?
Mackenzie: Sí.
Campbell: ¿Dónde están tus manos?
Mackenzie: ¿Dónde quieres que estén?
Campbell: Dentro de tus bragas. Entre tus piernas. Volando
sobre tu humedad. Si no puedo tocarte, deberías tocarte tú misma e
imaginar que soy yo follándote, follándote con el dedo, y lamiéndote
después de escribir una canción sobre ti.
Mackenzie: Dios, estoy muriendo. Esa es la cosa más sexy que
alguien me ha dicho alguna vez.
Dos minutos después, escribo.
Mackenzie: Mmmm… eres increíble en mi fantasía.
95
Campbell: Lo mismo aquí.

Me corro una segunda vez, imaginando a ese hombre al otro lado


de la ciudad con su mano en sus calzoncillos, su puño alrededor de su
polla, masturbándose por mí.
Capítulo 16
Campbell

T
oco la canción de Mackenzie la noche siguiente en un nuevo
lugar en el Soho. A la multitud le gusta, a juzgar por el
número de personas que intentan cantar. Por supuesto, eso
es mucho pedir ya que la melodía es nueva. Pero tratan valientemente
de adivinar las palabras y las pronuncian mientras cantamos, y esa es
la mejor señal de todas. Así es como sabes que tienes un éxito en tus
manos, cuando el público hace todo lo posible para cantártelo.
Cuando terminamos, pongo mis manos alrededor del micrófono.
—Ustedes son lo máximo. Muchas gracias por venir un jueves por
la noche. Que sus sueños se llenen de rock and roll y pensamientos
sucios, y todo lo bueno del mundo.
Choco los cinco con JJ, mientras que Cade me da un par de
pulgares arriba cuando salimos del escenario.
Empacamos el equipo, hablando de lo que salió bien con el
espectáculo.
—Estamos empezando a atraer público regular —dice Cade—. Si
miran nuestro Instagram, estamos creciendo, y la gente comenta que
viene a nuestros conciertos. Antes de que te des cuenta, van a descubrir 96
quién eres.
Me río cuando coloco mi guitarra en su caja.
—No seré el primer hombre que haga trabajos extras.
Cade me agarra del hombro.
—Y un día vas a salir, y será asombrosamente magnífico. No
puedo esperar a presenciar ese momento.
Pongo los ojos en blanco mientras me encojo de hombros. Los
miro a los dos, cambiando de tema.
—Oigan, chicos. ¿Saben que Miller está hablando de intentar
volver a estar juntos?
JJ se ríe.
—¿Cuándo es que Miller no está hablando de volver a estar
juntos?
—Cierto. Es lo que más le gusta discutir en todo el universo. Pero
estaba pensando, ¿recuerdas esa banda que abrió para nosotros hace
unas semanas cuando tocamos en el Lucky Spot? ¿La cantante
femenina con cabello negro azabache y una voz impresionante?
JJ asiente.
—Oh sí. Rebecca Crimson, atractiva como la mierda.
—Lo que sea. Es su voz de la que estoy hablando. La otra noche
me di cuenta de que tenía una de esas voces de bourbon, roncas y
sexys que podrían combinarse perfectamente con la de Miller.
JJ se rasca la mandíbula barbuda.
—Sí, tal vez. Pero si Miller quiere ser un rompecorazones, ¿cómo
va a ayudar una mujer?
—No va a ser un rompecorazones. Pero esto es lo único que
nunca ha intentado antes: Cantar con una mujer. Podría ser fantástico
con ese sonido ahumado tipo Joss Stone.
JJ silba.
—Rebecca suena como Joss. Y, por cierto, Joss Stone tiene la voz
más sexy que he oído nunca. Si pudieras follarte una voz, la de ella
sería la que me gustaría tirarme.
Cade salta mientras empaca su bajo.
—Apuesto a que follar con una voz sería como follar con un
fantasma.
Lo miro como si le hubieran crecido cinco narices.
—¿Follar a un fantasma?
—Oh sí —dice, su expresión intensamente seria—. ¿Viste a esa
chica en Facebook que se casó con un pirata fantasma? Estaba
hablando de las mejores posiciones para tener sexo con él.
Arrugo mi frente, tratando de frenar la risa.
97
—¿Y cuáles son las mejores posiciones para las relaciones
sexuales con un fantasma pirata?
—Obviamente, el fantasma tiene que estar arriba —dice Cade con
naturalidad.
—¿Porque de otra forma lo aplastarías? —pregunta JJ.
Cade se encoge de hombros.
—Probablemente. Triste, ¿eh?
—Sí. De todos modos, el sexo fantasma no es una cosa. Y follar
con una voz tampoco es una cosa. Siento decírtelo, J-Man —le digo.
—Está bien. A veces finjo que me estoy acostando con Joss Stone.
—¿Y tu esposa está de acuerdo con eso? —pregunto.
—¿Crees que no está fingiendo que soy Justin Timberlake?
Me carcajeo mientras cierro la caja de mi guitarra.
—¿Esa es tu elección? De todos los cantantes, ¿lo elegiste para su
pase de pasillo11?

11Pase de pasillo: Permiso dado por tu amante para fantasear con otra persona fuera
de tu relación.
—¡Ella lo eligió! —dice JJ indignado—. Esa es su elección. Ella
escogió a JT por encima de Adam Levine y Jared Leto.
Cade arrastra su mano a través de sus bucles rubios de surfista.
—Si yo fuera una chica con pase, elegiría a Jared Leto.
Levanto las manos.
—¿Por qué me molesto en tener conversaciones serias con
ustedes dos?
JJ me da palmadas en la espalda.
—Los hombres son cerdos, Campbell. Y apuesto a que a tu
hermano le costará cantar con Rebecca Crimson cuando vea lo buena
que está.
Suspiro pesadamente.
—Hombres y mujeres pueden trabajar juntos. Hombres y mujeres
pueden ser amigos. Hombres y mujeres no tienen que estar atrapados
en esta existencia neandertal en la que sólo piensan y respiran sexo.
JJ me golpea en el costado del cráneo.
—¿Dónde está mi amigo Campbell? ¿Qué hiciste con él?
Me doy palmaditas en el pecho.
—Estoy aquí, siendo racional.
Cade me señala.
—No, hombre. Estás enloqueciendo.
98
Mientras salimos, JJ se aclara la garganta.
—Escucha. Conozco al representante de Rebecca. ¿Quieres que
me acerque a él y tantee el terreno?
—Eso sería genial. Gracias.
—Después de eso, depende de Miller.
Pero tengo la corazonada de que esto podría ser exactamente lo
que Miller necesita.
Capítulo 17
Mackenzie

E
l siguiente miércoles recibo un SOS de mi hijo a mediodía.
Es uno de esos mensajes fantásticos que sólo un chico de
trece años puede enviar. Es decir, se necesita una Piedra
Rosetta 12 para descifrarlo. Algo así como la vez que me envió un
mensaje que decía cebollas hoy porque necesitaba recogerlas para la
colecta de alimentos de Pascua.
Este dice Sonata de Beethoven.
Le respondo y le pido más información.
Su respuesta es rápida, pero oscura y bendecida con un error
tipográfico. Partitur.
Le envió de regreso. ¿Partituras? ¿Cuáles?
Responde hoy, y luego añade un emoticono de cara de
arrepentido junto con otro de suplicante.
Vuelvo a preguntar qué partitura.
Pero no responde, y sospecho que debe haber metido su teléfono
en su mochila para volver a clase.
Es hora de que entre en acción. Afortunadamente, casi he 99
terminado con un anuncio en una revista para un relojero, fui
contratada para retocar la mano del modelo. Ahora parece que tiene la
mano más varonil, pero más suave, del mundo.
Guardo el archivo, tomo mi bolso y mi teléfono, y tomo el metro
hasta la tienda de música donde normalmente compramos nuestras
partituras. El tipo canoso que trabaja allí puede interpretar jeroglíficos
preadolescentes.
No hay tal suerte.
El tipo con cola de caballo que trabaja hoy es nuevo e
increíblemente preciso. Enumera unas cincuenta mil sonatas de
Beethoven. Me dice que hay toneladas de opciones de partituras.
—Esto no es suficiente para continuar. Quiero ayudarla. Créame,
señora, lo hago. Pero tendría que renunciar a mi título de músico si no
sacara las partituras de las estanterías. Cuando no sabes mucho de
música, necesitas ser más específico.

12
Roseta Stone o Piedra Roseta: Es un fragmento de una antigua estela egipcia de granodiorita inscrita
con un decreto publicado en Menfis en el año 196 a. C. en nombre del faraón Ptolomeo V. El decreto
aparece en tres escrituras distintas: El texto superior en jeroglíficos egipcios, la parte intermedia en
escritura demótica y la inferior en griego antiguo. Gracias a que presenta esencialmente el mismo
contenido en las tres inscripciones, con diferencias menores entre ellas, esta piedra facilitó la clave para
el desciframiento moderno de los jeroglíficos egipcios
Le disparo una mirada que dice que su actitud condescendiente
no es bienvenida.
—Primero, no tienes que llamarme “señora”. Soy más joven que
tú. Y dos, no creo que necesites entregar tu título simplemente por
ayudarme. Pero lo resolveré por mi cuenta.
Me alejo de él y llamo a Campbell, esperando no interrumpirlo.
Responde en al primer tono.
—Antigua sensación juvenil a tu servicio. ¿Cómo puedo
complacerte?
Una risa brota de mi garganta.
—Campbell, ¿y si mi hijo te hubiera llamado?
—Uno, no llama desde tu teléfono. Dos, manda un mensaje. Tres,
¿quién más podría ser sino tú? Cuatro, si no eras tú, no me avergüenza
que el mundo sepa la verdad de mi segunda carrera operando una línea
telefónica de sexo.
—Eres el mayor buscapleitos que he conocido, y estoy tratando de
recoger las partituras que Kyle necesita para la próxima lección contigo.
No quería molestarte, pero la nota de Kyle no tenía suficientes detalles.
—Sí, le di algunas cosas complicadas. ¿Necesitas ayuda?
—Como la pasta necesita salsa.
—¿Dónde estás?
Le digo el nombre de la tienda de música.
100
—Estoy a tres cuadras. Quédate ahí. No te muevas. Voy a
rescatarla, mi lady.
—No estoy indefensa —le digo, pero lo estoy ahora mismo,
considerando el desdén de colita de caballo por mí.
—Déjame creer que lo estás. Hay algo muy sexy en que estés en
una tienda de música necesitando mi ayuda.
Cinco minutos más tarde, suena la campana sobre la puerta y, a
pasos agigantados, entra un dios de la guitarra. Campbell camina hacia
mí, usando vaqueros azules descoloridos que abrazan sus muslos
fuertes y una camiseta que le queda bien y que logra mostrar sus
abdominales planos y sus brazos tonificados.
Colita de caballo lo mira con la boca abierta. No sale ninguna
palabra de su boca abierta, sólo un movimiento labial de oh Dios mío.
Campbell le hace una seña con la cabeza y dice:
—¿Cómo estás?
Colita de caballo lloriquea.
Cuando Campbell llega a mi lado, sonríe y dice:
—Me estás mirando como si fuera la respuesta a todas tus
oraciones.
—¿Cómo se hace eso?
Destella una sonrisa demasiado desvergonzada.
—¿Cómo exudo encanto en cada segundo del día? Es todo un
talento, ¿no?
Apunto a su sección media.
—No. ¿Cómo es que tienes los abdominales tan planos?
—Ah, ¿te gustan mis abdominales?
—Sí. ¿No es obvio?
Se rasca la mandíbula.
—No recuerdo tus manos en mi vientre lo suficiente para saber si
es obvio. Muéstrame. —Hace un gesto a su estómago.
Me río.
—No aquí en la tienda.
Se inclina más cerca mientras nos paramos en el pasillo en medio
de la música de tambores.
—No lo contaré en tu contra.
—¿Qué no contarás en mi contra?
—En tus esfuerzos por ser una buena chica. Creo que esto sería
una excepción en tus actividades de chica buena que valdría la pena.
Un pequeño toque no cambiará el marcador. Arrastro las uñas 101
por su estómago y casi aúllo de placer.
Campbell gruñe con una deliciosa voz que envía chispas bailando
por toda mi columna vertebral.
—Bueno, eso no es justo. Me dejaste indefenso después de que
llegué a rescatarte.
—Rescátame, entonces —le digo.
Inclina su barbilla hacia la música de violín, y sin pestañear,
arrebata la música de varias sonatas de violín, sacudiendo los nombres
mientras saca cada una de ellas de la estantería. Una vez que compro la
música, nos vamos a la calle.
—Gracias de nuevo. Supongo que debería irme.
Inclina la cabeza hacia un lado, sus ojos juguetones brillan.
—O podríamos tomar una taza de café, ya que nos encontramos a
mitad del día.
—Fue una casualidad, ¿no?
—Completamente. Conozco al tipo que dirige la tienda de al lado.
—El café de al lado suena genial.
Después de todo, somos amigos. Nos gusta la compañía del otro.
No hay razón para no tomar una taza de café.
Giramos hacia El Imperio del Café y Té Dr. Insomnia. Campbell
golpea con los puños con el tipo alto detrás del mostrador.
—Hola, Tommy. ¿Qué se necesita para tomar un café en este
antro?
El tipo respira con fuerza.
—No lo sé. Esa es una pregunta difícil.
Campbell me pregunta qué me gustaría, luego hace nuestro
pedido y me guía a una mesa cerca de la parte de atrás.
—Déjame tomar nuestras bebidas.
Habla un poco en el mostrador con su amigo y luego se une a mí
un minuto más tarde, bebidas en mano.
—Cuéntame más sobre Mackagarabatos.
Me río y tomo un trago.
—¿Qué quieres saber?
—¿Alguna hermana o hermano?
—Tengo una hermana. Jackie vive en Connecticut y tiene tres
hijos pequeños, todos menores de cinco años. Éramos cercanas cuando
crecimos.
—¿Todavía lo son?
—En su mayor parte. Intento viajar a menudo a verla a ella y a
mis padres, ya que ellos también viven allí. 102
—¿Qué les gustaba hacer a Jackie y a ti cuando eran niñas?
—Me encantaba leerle. Era casi como una gatita asustadiza, así
que la convencí y entrené para que le gustara Goosebumps.
—¿Tú la entrenaste? —Arquea una ceja mientras bebe su café.
—Por supuesto. —Cuadro mis hombros con orgullo—. Ninguna
hermana mía iba a ser una gallina. Le enseñé que podía manejar
villanos ventrílocuos espeluznantes y autos parlantes. Y cuando no la
estaba endureciendo, nos hacíamos pasar por estrellas de rock.
Sonríe ampliamente.
—¿Tocaste algún instrumento?
Niego con la cabeza.
—Destruí una increíble guitarra de aire, y ella golpeaba una
fantástica batería de mimo.
—Excelente. Veo que cumples todos los requisitos básicos para
crecer.
—Pretender estar en una banda definitivamente es uno de ellos.
Es como tener una casa en el árbol. ¿Tus hermanos y tú tenían una
casa en el árbol?
—Sí, y tocábamos música en ella.
Me río, me encanta esa imagen.
—Eso es brillante. Puedo ver eso.
—Ahora también somos muy unidos, como tú y tu hermana. —
Toca con sus dedos sobre la mesa—. Tres hijos. Eso es un puñado.
—Sí, por supuesto. Pero Jackie es más feliz cuando está hasta los
codos de macarrones con queso y legumbres.
—¿Qué hay de ti?
—A mí también me encantan los macarrones con queso.
Sonríe.
—¿Desearías tener más hijos como Jackie?
Arqueo una ceja.
—Esta es una conversación realmente profunda.
—Estoy sacando el mejor provecho de mi café por casualidad.
Sí que lo es. De hecho, me gusta eso de Campbell. No pierde el
tiempo ni las palabras. Aprovecha las oportunidades, como lo hizo la
primera noche conmigo, como pedir la oportunidad de una segunda
cita, y luego en la casa de Jamison cuando aprovechó la oportunidad de
conocerme más. Parece que hunde sus dientes en los momentos de la
vida y los saborea cuando se le acercan.
Me encuentro con su mirada, mi tono serio.
—¿Es por lo que te ha pasado? ¿Perder a la madre de Sam? ¿Es 103
por eso que tomas estos momentos y los aprovechas al máximo?
Mueve la cabeza hacia un lado como si lo estuviera considerando
por primera vez.
—Ese es un buen punto. No lo había pensado así, pero sí, tal vez
lo sea. Trato de no perder el tiempo haciendo cosas sin sentido. Quiero
saborear cada momento. —Me hace un gesto—. Y eso significa que
quiero entender a esta mujer fascinante con la que me gusta pasar
momentos al azar. Así que, volvemos contigo. Más niños, ¿síp o nop?
—Ah, mi turno otra vez. Y he pensado en ello: Más niños. Pero no
está en las cartas. Y eso está bien. Además, no puedo imaginarme
empezar de nuevo ahora. ¿Tú puedes?
Se burla, negando con la cabeza con firmeza.
—De ninguna manera. Me siento como si fuera el astronauta que
logró llegar a la luna y ahora estoy dando la vuelta para regresar a casa.
Casi listo, ¿sabes?
—Estamos casi en la recta final. Sinceramente, a veces tengo que
reírme cuando oigo a mi madre decir que tiene amigos con niños
pequeños y bebés. Están hasta los brazos de pañales y tienen niños con
dedos buscando enchufes. ¿No sientes que te has ganado tu placa?
—Tengo mis heridas de guerra. Eso no quiere decir que tener un
adolescente sea fácil. Realmente creo que los años de la adolescencia
son mis favoritos. Eso puede sonar loco, pero hay algo bueno en ser
capaz de discutir el estado del mundo, o la política, o el medio
ambiente, o lo que está bien o mal, o intimidar a tu hijo, ¿entiendes lo
que digo?
—Sí, y cuando de repente les gusta hablar de otras cosas además
de los camiones de juguete o los vestidos de princesa, puedes hacer un
impacto de una manera totalmente nueva.
—Precisamente.
A medida que vaciamos nuestros cafés, charlamos más sobre los
altibajos de la paternidad, juegos favoritos que jugábamos cuando
éramos niños, y si somos cercanos con nuestras familias. Aprendí que
Sam visita a la mamá y al papá de Campbell una vez al mes en Jersey y
siempre lo ha hecho, y que Campbell disfruta de la cercanía que tiene
con sus abuelos. Le digo que Kyle está muy unido a mis padres y a mi
hermana. Ninguno de nosotros lo dice en voz alta, pero sospecho que
ambos estamos secretamente encantados de que seamos similares en la
forma en que hemos criado a nuestros hijos. Es un lazo que nunca
busqué tener con un hombre, pero que me gusta mucho.
—Oye, Mackagarabatos —dice, levantando su taza vacía.
—¿Sí?
Se inclina hacia adelante, sus ojos sosteniendo los míos. Mi
estómago revolotea.
—Me gusta hablar contigo. 104
Sonrío como una mujer mareada a la que le gusta mucho un
chico. Como mucho más que un amigo.
—A mí también me gusta hablar contigo.
Se pone de pie y se mueve al mismo lado de la mesa que yo,
envolviendo su brazo alrededor de la parte de atrás de mi silla,
inclinándose más cerca.
—Me gusta mirarte la boca.
Tiemblo.
—¿En serio?
—Tus labios son tan jodidamente sexys. Sé que piensas que soy
un bastardo coqueto.
—No pienso eso —susurro. Bajando mi cabeza, mis flequillos caen
sobre mi frente.
Lo quita de en medio.
—¿Te avergoncé?
Niego con la cabeza.
—No, es sólo que lo estás haciendo de nuevo.
—¿Qué estoy haciendo? —pregunta, pero tiene que saberlo. La
sonrisa sexy me dice que sí.
—Me estás excitando cuando se supone que no debes hacerlo.
Gime y me quita los mechones de cabello de mi hombro. Tiemblo
por su toque.
—¿Te excitas cuando te digo lo sexy que son tus labios?
Asiento mientras el placer ilumina mi piel.
—¿Te excitas cuando coqueteo contigo?
—Todo. El. Tiempo
Sonríe.
—¿Qué más te excita?
Una parte de mí es muy consciente de que estoy jugando con
fuego. Este tipo de coqueteo es peligroso. Amenaza la vida estable y
cómoda que he labrado, una que ahora incluye a Campbell como un
accesorio regular en ella.
Pero el fuego se siente tan bien. Me atrae y me calienta. Quiero
sentir la llama, así que me muerdo el labio.
—A veces, cuando estás en mi casa y paso junto a ti mientras le
enseñas a mi hijo, juro que las mariposas lanzan un ataque a gran
escala en mi vientre, y pienso cosas sucias, y en besos, y cosas locas, y
todo es un desastre.
Algo así como un gruñido sale de su garganta.
—Es un desastre para mí también. Y a veces quiero hacer un lío 105
con tu cabello. —Mete una mano en mi nuca y tiemblo. Luego jadeo
mientras jala un pequeño mechón—. ¿Pensarías que soy un sucio
bastardo si te dijera que estoy duro como una piedra ahora mismo?
Cierro los labios y sacudo la cabeza.
—¿Pensarías que soy sucia si tratara de tocarte?
—Joder, no.
He pasado por encima de la contención, porque lo siguiente que
sé es que mi mano explorando se desliza a lo largo de su muslo,
avanzando hasta la entrepierna. Lo siento debajo de la mesa,
acariciando el duro contorno de su erección a través de sus vaqueros.
En este momento, no me importan los esfuerzos de chica buena y lo que
cuenta y lo que no cuenta. Lo único que cuenta es este fuego que
necesita ser apagado.
—Me encanta cómo te sientes —le digo.
Gime, bajo y carnal, y lleva sus labios a mi oído.
—¿Ya es momento de aquella reprogramación?
Capítulo 18
Campbell

¿C onoces esos comerciales en los que el tipo está en el


campo de golf, y ha hecho un tiro fabuloso? ¿O donde el
tipo está navegando orgullosamente los siete mares como
capitán de su propio barco? ¿Y los anuncios dicen “Este es mi lugar
feliz”?
Esos tipos no tienen nada contra mí.
Aquí mismo. Lugar feliz.
Mi amigo Tommy me dejó entrar en la pequeña oficina en la parte
de atrás de su cafetería para una mamada al mediodía, esa es la causa
para saltar de alegría. No es que le dijera explícitamente lo que iba a
pasar. Le dije:
—Hazme un favor y déjame ver tu oficina diez minutos.
Las manos de Mackenzie son demonios veloces mientras me baja
la cremallera de los vaqueros y me empuja los calzoncillos. Mi polla la
saluda con un saludo completo.
—Yo también estoy encantada de verte —murmura, mirándome la
polla. 106
—Apuesto a que la vista es aún mejor desde tus rodillas.
—Sabiondo.
Pongo mis manos sobre sus hombros.
—Permíteme ayudarte.
La guio hasta el suelo. Estoy tan jodidamente agradecido de que
estemos abandonando el acto de no-queremos-follarnos-hasta-dejarnos-
-sin-sentido, al menos por el momento.
—Me gustaría hacer un lío con tu cabello, y ahora con tu lápiz
labial.
Muestra una sonrisa mientras envuelve una mano alrededor de
mi eje, su toque envía descargas de electricidad a través de mí.
—Veamos qué podemos hacer al respecto. —Pasa la lengua por
encima de la punta, puro deseo pasando por sus ojos marrones
mientras acaricia y lame.
—Esa es una hermosa vista.
—¿Qué te parece esto? —Presiona su mejilla contra mi eje.
Me estremezco. Es sucio y reverente al mismo tiempo. Me frota
contra el costado de su rostro, y maldito infierno. Mi polla se ve bien
contra su suave piel.
Gime y susurra mientras frota, y podría morir ahora mismo. Es
tan jodidamente sexy así. Especialmente cuando golpea mi polla
ligeramente contra su rostro. Querido Señor.
—Hazlo de nuevo —le digo, y se esfuerza, y casi me quemo vivo
con la lujuria.
Como si mis oraciones más sucias han sido contestadas, arrastra
mi polla a sus labios suaves y calientes y hunde cada centímetro.
Gruño con un placer incomprensible mientras su boca engulle la punta.
—Sí, justo así —murmuro mientras hace girar su lengua sobre la
cabeza.
Levanta sus ojos entrecerrados mientras chupa. Se va a burlar de
mí, juguetear conmigo. Mis piernas tiemblan de deseo, mis músculos se
tensan de deseo.
—No lo hagas —advierto.
—¿No qué?
—No te burles de mí, cielo.
Sus ojos parpadean picardía. Riendo, llena de besos un lado de
mi eje. Curvo mis manos alrededor de su cabeza, agarrando su cráneo.
—Eso no es lo que necesito, y lo sabes.
Sonríe con la cabeza de mi polla en la boca.
—¿No lo es? —murmura.
107
Niego.
—Pon tus labios a mi alrededor.
Mueve su lengua a lo largo de mi longitud, lamiendo su camino
hacia arriba y hacia abajo, burlándose de mí como si fuera su cosa
favorita. Deslizando su mano entre mis piernas, acuna mis bolas,
acariciándolas. Me estremezco cuando pasa sus uñas por ellas. Es
como si estuviera entregando una carga eléctrica a cada célula de mi
cuerpo. Estoy iluminado. Estoy en llamas.
—Por favor —gimo.
—¿Por favor qué?
—Por favor, chúpame fuerte.
Menea las cejas y se sumerge. Todo el camino. Pasa de cero a
sesenta en dos segundos.
—Eso es, cielo. Eso es, joder. Chúpame tan fuerte que te duelan
las mejillas.
Mi polla golpea la parte de atrás de su garganta, y en algún lugar
los pájaros cantan. El cielo se abre. Un cometa cruza el cielo.
Enrollando mis manos más apretadas alrededor de su cabeza,
follo y follo.
—Este es mi lugar feliz —murmuro mientras mi polla se desliza
dentro y fuera de su boca. Sus labios rosados están tan apretados, sus
ojos tan feroces. Su atención es una belleza.
La fricción en su boca es asombrosa, y chupa con tanto
abandono, tanta determinación, que apenas puedo soportarlo. El placer
sube y baja por mi columna vertebral. La maldita felicidad se apodera
de mí, arrojándome al olvido estático.
Ardo en llamas mientras le follo la boca, temblando cuando llego
al borde.
—Mierda, cielo. Me voy a correr tan fuerte en tu garganta.
Mi visión se nubla a medida que el placer candente se apresura a
través de mí, y las olas de deseo me arrastran, derrumbándose sobre
mí. Gimo su nombre cuando me deshago.
Un minuto después, la levanto y la beso con fuerza, apartándole
el cabello del rostro.
—Ahora puedo morir habiendo tenido la mejor mamada en la
historia del mundo.
—Bien. Escribe una canción sobre ello, por favor.
Miro al escritorio, hambriento de tenerla, de enterrar mi boca
entre sus piernas.
—¿Por qué no te subes a ese escritorio y extiendes las piernas?
Niega con la cabeza. 108
—De ninguna manera. Se supone que somos buenos.
Parpadeo.
—Eso no nos detuvo hace un minuto.
Me da palmaditas en la cadera.
—No cuenta. ¿No lo sabes?
Frunzo el ceño. Quizás el orgasmo me ha robado las células
cerebrales.
—¿Por qué no cuenta mi polla en tu boca?
—Eso fue una continuación de la aventura de una noche. Así que
es como una adición a un incidente existente. No rompe mi compromiso
de ser buena. —Su expresión está llena de risa, pero hay un toque de
seriedad en sus ojos, y me dice que ha estado pensando, tratando de
encontrarle sentido a lo que pasó entre nosotros.
—¿No rompe tu determinación porque no es un nuevo besuqueo?
—pregunto, ya que también quiero entender su lógica, tal como es.
Niega con la cabeza.
—Créeme, he estado trabajando esto en mi cabeza.
Definitivamente no es un caso nuevo. Siempre había planeado hacerte
una mamada fantástica, simplemente estaba terminando el trabajo que
empecé hace unas semanas, y la suspensión del besuqueo sigue en pie.
—Su voz no es algo sin sentido, sino razonada hasta la médula—.
Ahora, si tratara de hacer algo como hacerte una paja, eso contaría
como un nuevo besuqueo y por lo tanto sería una violación. Pero tal
como están las cosas, aún estamos a salvo.
Me río, moviendo la cabeza.
—No me gustan tus reglas porque quiero probarte ahora mismo,
pero si quieres fingir que mi polla cayó accidentalmente en tu boca, que
así sea.
Se levanta de puntillas y planta un beso en mis labios.
—Si pudiera encontrar una forma de deslizarme accidentalmente
en tu lengua, créeme, lo haría.
Rezaré para que ocurra ese feliz accidente.

Un poco más tarde, me dirijo a la casa de Mackenzie para la


lección con Kyle, y me pongo cegadores para no dejar que la mamá de
mi estudiante...
Nop. No iré allí. Ni siquiera pensaré en cosas sucias mientras
enseño.
Soy Súper Profesor de Música, cien por ciento enfocado en estas
sonatas y en despedirme castamente tanto del estudiante como de los
109
padres.
Cuando vuelvo a mi apartamento esa noche, estoy abrumado por
el aroma de caramelo salado, y mis oídos son tratados con música pop
a todo volumen por cada altavoz del sistema de sonido del apartamento.
Mi hermano y mi hija están cantando en la cocina, usando
espátulas como micrófonos y bailando en sus delantales, calaveras para
Sam y unicornios con respiración de arcoíris para Miller.
—¡Chicos! ¡Tengo vecinos! No pueden ponerlo tan alto.
Bajo el volumen, pero eso no impide que mi hermano cante una
canción pop sobre la necesidad de amor. Samantha termina el estribillo
con toda la fuerza de sus poderosos pulmones, golpeando todas las
notas porque mi hija tiene un conjunto de flautas infernales en ella.
Luego lame el caramelo de la punta de la espátula y me saluda.
—Hola, papá. Miller vino a ayudarme a hornear.
Miller le guiña el ojo.
—Puedes llamarlo hornear, pero sabes que estaba haciendo un
arte mágico en la cocina.
—Son barras de brownie de caramelo salado, papá. —Samantha
señala una bandeja para hornear en el mostrador—. Y definitivamente
son los mejores.
Arqueo una ceja, esperando a que diga que son lo peor también.
Pero no lo hace. Aparentemente, cuando cocina con Miller todo es
simplemente lo mejor. Miller tiene ese efecto en la gente: Es una dosis
de positividad. ¿De mal humor? Tómate una pastilla Miller. ¿Disgustado
por el estado del mundo? Pasa una hora con Miller y todo volverá a ser
sol y unicornios.
—Hola, Campbell —dice Miller, abrazando a Sam—. ¿Nos oíste
lucirnos en ese dúo?
—Umm ¿crees que me lo perdí?
—¿Y Sam no le saca la mierda a una canción?
—Lenguaje, Miller.
—Papá —regaña mi hija—, he oído cosas mucho peores.
—Pero no necesitas oírlo en mi casa.
—De todos modos —dice Miller, reclamando el micrófono
figurativo de nuevo—, no te importa si Sam se une a una banda
conmigo, ¿verdad? Podríamos ser los Rocking Utensils.
—Por supuesto, no tendría ningún problema en dejar que mi hija
de catorce años cante contigo y haga giras por todo el mundo.
Miller bombea un puño y Sam se ríe mientras desliza los brownies
fuera de la bandeja y sobre un plato.
—Pero hablando de cantar con una mujer, ¿qué opinas de la
chica que mencioné la otra noche? —pregunto. 110
Miller emite un ruido de aprobación.
—Rebecca es buena. Podríamos hacer música hermosa juntos.
Samantha frunce el ceño.
—Si vas a cantar con una mujer, ¿por qué no lo haces con Ally?
—pregunta, mencionando a la mejor amiga de toda la vida de Miller,
quien también alguna vez fue cantante. Dominó en YouTube durante
unos años con su hermano, ganando millones de vistas con sus
mezclas inteligentes.
—¿Ally? —pregunta Miller, como si Samantha le sugiriera que
aprendiera a montar en monociclo mientras aprende rumano bajo la
lluvia.
—Ally —repito—. La mujer con la que sales todo el tiempo.
¿Morena? ¿De esta altura? —Pongo la mano por encima del hombro.
Miller se golpea la frente.
—Oh, gracias. No sabía a quién te referías.
—Miller, es la mejor. Es como escuchar a los ángeles cuando
canta —dice Samantha, mirándolo fijamente como si se hubiera vuelto
loco por no entender esto.
Intervengo
—Y es chocante que nunca hayas considerado eso, dado que eres
amigo de Ally desde siempre. —Tomo un taburete y me coloco frente a
ellos en el mostrador, esperando a que Miller me diga lo que piensa de
Ally o de la chica que canta como Joss Stone—. ¿Qué opinas, Mill?
Miller se rasca la mandíbula.
—Sabes que las cosas no siempre salen como quiero cuando toco
con alguien de quien soy amigo. Ha causado todo tipo de problemas en
el pasado.
Me burlo.
—Ally no es una alborotadora.
—Sí, pero ese no es el problema.
—¿Cuál es el problema, tío Miller?
Suspira.
—La amistad y la música no siempre se mezclan.
Sam le da una palmadita en el hombro.
—Es dulce que te preocupes tanto por ella.
Me mira fijamente, encontrando mis ojos.
—Pero el verdadero problema es que sigo herido porque no
quieres volver a cantar conmigo. Sam cree que es una buena idea que
volvamos a cantar, ¿no?
Mi hija lo golpea. 111
—No me metas en problemas con mi padre.
—Nunca podría meterte en problemas. Eres la niña de sus ojos —
dice Miller.
—Ella es la niña de mis ojos, pero también puede meterse en
problemas, especialmente si sale contigo, alborotador.
Miller mueve las cejas, asumiéndolo.
Tomo un brownie de la bandeja y le doy un mordisco. Gimo en
agradecimiento.
—Esto es divino.
Sam sonríe.
—Hablando de divino, quiero la receta de esos sándwiches que
trajiste a casa la otra noche. La salsa era para morirse. ¿Puedes
preguntarle a esa mujer de qué estaba hecho?
Sonrío, amando tener una razón legítima para enviarle un
mensaje a Mackenzie.
—Sí puedo.
Miller arquea una ceja.
—¿Una de las madres de tus alumnos te está haciendo
sándwiches? Huelo un enamoramiento. —Me señala, como un niño
cantando la melodía de besar en un árbol—. Alguien está enamorado de
Mason Hart.
—Eww, asqueroso —dice Samantha.
Pongo los ojos en blanco porque Miller está coqueteando
demasiado cerca de la verdad, y necesito desviar su atención.
—Entonces, ¿Ally cantaría contigo?
Se desliza por el mostrador y me pega en el brazo, sin dejarse
intimidar.
—¿Quién es ella? Vamos. Confiesa. ¿Quién es la hacedora de
sándwiches?
—Nadie —murmuro.
Sólo la mujer que tenía sus labios envueltos a mi alrededor como
una aspiradora hoy por la mañana. La mujer con la que no puedo
resistirme a coquetear. La mujer con la que me encanta hablar.
Miller gira hacia Sam con una mirada de asombro exagerado.
—¿Nadie? ¿Has oído eso, Sam? ¿De verdad crees que no es nadie?
—Me pregunto si a este nadie le gustaría un brownie de caramelo
salado —dice Sam juguetonamente—. ¿Quieres traerla la próxima vez
que la veas?
Asiento.
—Le encantaría. 112
Sam me señala.
—Atrapado. Ella es tan especial.
Ese es el problema. Aunque hacemos todo lo posible para evitar
enredos, rápidamente Mackenzie se está convirtiendo en alguien
especial.
O tal vez es porque estamos haciendo lo peor que podemos.
Capítulo 19
Mackenzie

—Y así es como se trata a un trapecio. —Campbell señala la


hoja de trabajo con la punta de un lápiz—. ¡Hecho!
Kyle suspira aliviado, arrastrando una mano a través de su
cabello.
—Los trapecios son lo peor.
—No es verdad —dice Campbell, su expresión es pétrea—. Los
rombos son lo peor.
—¿Estamos de acuerdo en que todos son lo peor?
—Espera a que llegues a cálculo. Todo es horrible entonces —digo
desde mi lugar en la cocina donde estoy preparando mis macarrones
con queso más excelentes, con gouda y guisantes ingleses.
Campbell estira los brazos y los coloca detrás de su cabeza.
—Lamento no estar de acuerdo. Pensaba que cálculo era bastante
divertido.
Le echo un vistazo y luego me dirijo a Kyle.
113
—¿Puedes agarrar el termómetro del armario de las medicinas?
Claramente Campbell tiene fiebre si cree que el cálculo es divertido.
Kyle se ríe.
—Creo que los alienígenas se han apoderado de él.
—Cálculo es limpio y ordenado. Tiene sentido. Sigue la lógica. No
es tan diferente de la música.
—¿Cómo diablos se te dan bien la música clásica, el rock y las
matemáticas? Eso es insensatamente injusto —señalo mientras
revuelvo el gouda derretido en el tazón de vidrio para mezclar. De
alguna manera, hemos caído en una rutina de música, ayuda con las
matemáticas y comida. Ha pasado una semana desde nuestro café por
casualidad, y nada ha vuelto a caer en mi boca. Qué pena.
Pero es lo mejor. Kyle está prosperando en el violín, y no quiero
estropearlo.
Campbell se inclina hacia atrás en su silla y me mira.
—Por la misma razón, ¿cuán buena eres en trivias, diseño gráfico
y paternidad?
No puedo evitar sonreír, aunque pongo los ojos en blanco.
—Roxy y yo ganamos en un concurso de trivias a principios de
esta semana. Estamos probando otro pub que tiene trivias, si es que Ike
no nos echa de The Grouchy Owl por ganar todo el tiempo —añado, con
un guiño.
—Eres genial, mamá —dice Kyle.
—¿Y cuán bueno es Kyle en música, baloncesto e historia? —
plantea Campbell.
Kyle da un resoplido de autocrítica.
—No soy tan bueno en baloncesto.
—Trabaja conmigo, amigo —le dice Campbell a mi hijo.
—Bien, soy bueno conociendo detalles sobre estrellas del deporte.
¿Cuán bueno es eso?
Campbell choca los cinco con él.
—Ahí tienes. De todos modos, el cálculo va de la mano con la
música. Cada pieza musical es una función. La música funciona en
intervalos y proporciones como el cálculo.
Kyle inclina la cabeza como si estuviera considerando las
palabras de Campbell.
—¿Y leer música es como leer símbolos matemáticos?
Los ojos de Campbell se iluminan.
—Sí, como una clave de sol o una clave de fa. Y cada medida se
divide en golpes, y los compases se escriben normalmente como una
fracción. 114
Kyle toma algunas partituras de la mesa y las estudia.
—Amigo. Tienes razón.
—Muchas veces los músicos son mejores que el promedio para
resolver ecuaciones matemáticas más complejas —añade Campbell—.
¿Quieres saber por qué?
La sonrisa de Kyle se ilumina.
—¿Por qué?
Campbell golpea el lado de la cabeza de Kyle.
—Porque estás entrenado para los detalles. Por disciplina. Porque
practicas hasta que eres perfecto. Todo eso lleva a resolver problemas
matemáticos.
—Si quiero mejorar mi habilidad para equilibrar mi chequera,
¿debería escuchar a Mozart? —repito y Campbell se ríe.
—No es una mala idea.
—Estoy bromeando. Soy un genio balanceando mi chequera. Las
matemáticas son difíciles, pero son importantes. Si eres naturalmente
bueno en eso, aún mejor. Pero incluso si no lo eres, todavía tienes que
aprenderlo —le digo a mi hijo.
—Totalmente, mamá. Además, tengo mucha hambre. ¿Está listo?
—Lo está, y está delicioso. Campbell, ¿quieres un poco?
Se da palmaditas en la barriga.
—No estoy seguro de que pueda vivir conmigo mismo si lo
rechazo.

Cuando terminamos de cenar, recojo algunas sobras para la hija


de Campbell. Él chasquea los dedos.
—Ella estaba pidiendo tu receta de salsa para sándwiches de la
otra semana.
—¿De verdad?
Presiona sus manos juntas en una súplica.
—¿Alguna posibilidad de que la compartas?
—¿Para ella? Por supuesto.
Tomo una hoja de papel de un cuaderno y anoto los detalles,
añadiendo un garabato de una chica en un delantal al final del papel.
—Le va a encantar —dice Campbell, mientras meto las golosinas
en una bolsa y se la entrego.
Después de que se despide de Kyle, lo acompaño al vestíbulo.
—Así que… —dice.
—Así que…
115
—Hemos sido buenos.
Es la tercera vez que lo veo desde el encuentro de la cafetería.
—No hubo ningún desliz accidental de lengua.
—Creo que merecemos medallas. —Se inclina para darme un beso
en la mejilla—. Especialmente desde que todavía quiero poner mis
labios sobre ti. En todas partes.
Yo también quiero eso.
Cada vez más, cada día que paso con él.
Quiero la risa y la picardía. Quiero las cenas y los postres.
Pero también quiero lo mejor para mi hijo.
Ya he tenido suficientes desvíos en la vida. He tenido que
improvisar en mi carrera y con mis planes. He tenido que cambiar de
camino para llegar a mi destino. Por eso necesito tener cuidado, así que
me despido. Castamente.
Más tarde esa noche, Campbell me envía un mensaje de texto con
un video de su hija.
Está comiendo una cucharada de macarrones con queso y
poniendo los ojos en blanco.
—Oh Dios mío, este es el mejor macarrón con queso de todos los
tiempos, y tú eres literalmente la mejor cocinera del mundo. Tienes una
invitación abierta para venir a mi programa de repostería cuando
quieras.

Mackenzie: ¡Me encanta tu programa! Acabo de ver una tonelada


de segmentos. Sería un honor estar en él.

Samantha: ¡El honor es todo mío! ¡Tu comida es la MEJOR! ¡ME


ENCANTA TENER COCINEROS INVITADOS EN MI PROGRAMA!

Mackenzie: No puedo esperar. ¿Tengo que llevar algo?

Samantha: ¡Sólo una receta asombrosa!

Mackenzie: Afortunadamente, esa es mi especialidad. :)

—Solo sé natural.
Puedo hacer eso. Puedo hacer eso totalmente.
Aliso mis manos por la parte delantera de mi delantal mientras 116
Samantha sonríe en el teléfono posado en su soporte en el mostrador de
la impresionante cocina.
—¡Hola a todos! ¡Tengo una fabulosa invitada especial hoy! No
puedo creer que accediera a venir a mi programa. —Se detiene y me
aprieta el hombro—. Esta mujer, que hace las mejores comidas de todo
Manhattan, está aquí conmigo. ¿Pueden darle a Mackenzie una gran
bienvenida a la pastelería?
Samantha me hace un gesto y yo saludo a la cámara.
—Hola a todos.
—Esperen a probar algunas de sus recetas. Morirán. Sólo
morirán. Muerte legítima al cien por ciento de la impresión. —
Samantha se vuelve hacia mí—. ¿Qué delicia haremos hoy?
Le hago una sonrisa fácil.
—¿Qué le dirías a unos donuts de queso crema y hierbas?
Sus ojos verdes se abren de par en par como platillos.
—Yo diría que eso suena fabulosamenteimpresionante.
Nos ponemos a trabajar en la mezcla, la medición y la cocción,
con Samantha tomando descansos para encender y apagar el botón de
grabación.
En un momento en que se apaga y nos movemos, dice:
—¿Cómo aprendiste a ser tan buena cocinera?
—No creo que sea una gran cocinera.
—Oh, espera por favor. Lo eres. Eres increíble. Todo lo que mi
padre ha traído a casa ha sido delicioso. Cuéntame tu secreto porque
quiero ser panadera algún día. Bueno, si no soy panadera, entonces
quiero ser una saltadora de esquí superestrella.
—¿Esquías?
Sacude la cabeza, su cola de caballo rubia con bucles cepillándole
las mejillas.
—No, pero quiero hacerlo. Creo que sería genial. También el
skateboarding.
—¿Así que vas a empezar salto de esquí a la edad de catorce años
en caso de que quieras ser una? —pregunto, riendo ligeramente.
—¿Mala idea?
—Creo que puedes hacer lo que quieras.
—Ojalá pudiera dibujar como tú. Me encantó tu garabato. Si
pudiera hacerme un tatuaje, lo haría.
—¿Qué te habrías hecho?
Deja de mezclar y mira fijamente al techo.
—Montañas en un codo, olas en el otro.
—Me encanta eso. ¿Alguna razón en particular? 117
Regresa al tazón de mezclar.
—Sólo el equilibrio de la vida, ¿sabes? Es un buen recordatorio
para escalar las montañas y relajarse en la playa.
Sonrío.
—Buen mantra. Me gusta eso, y sé a qué te refieres.
Me empuja el codo.
—Cuéntame tu secreto de cocina. ¿Cómo es que eres tan buena
en eso?
Estrecho los ojos, oh, tan seria.
—¿Realmente quieres saberlo?
—Sí, me estoy muriendo —dice mientras reparte la mezcla de
donuts en una bandeja.
Apunto a la mezcla de donuts.
—Cocinar es como hacer dibujos. Tienes que probarlo. Probar las
cosas. Ver lo que funciona. Nunca tuve miedo de probar algo con lápiz y
papel, y hago lo mismo en la cocina. Garabateé con comida hasta que lo
hice bien.
—Me encanta eso. Podemos llamar a este episodio garabatear con
Mackenzie.
Una hora más tarde, muerde un sabroso donut de hierbas y me
dice que quiere convertirse en una garabateadora maestra de cocina.
Es decir, después de que se convierta en patinadora.

Tres días después, Kyle corre a través de su tiempo con Campbell.


Sale corriendo por la puerta en el momento en que termina la lección
porque Jamison está de vuelta en la ciudad, esperando en un taxi para
llevarlo al Madison Square Garden a ver a los Knicks.
Me despido y vuelvo a mi apartamento, esperando ver a Campbell
a la salida. En vez de eso, me está esperando en la cocina.
—¿Qué pasa? —pregunto con curiosidad.
—Ven aquí.
Me acerco, y él alcanza la cintura de mis vaqueros. Se me pone la
carne de gallina en los brazos.
—No deberíamos hacer esto.
—Lo sé, pero no puedo evitarlo. Especialmente después de ese
video que hiciste con mi hija —dice, sus ojos nunca se apartan de los
míos.
—¿Te gustó?
Me tira más cerca, alineando mi pelvis con la suya. 118
—Fue la cosa más sexy que he visto en mi vida.
—Oh, por favor.
—Lo digo en serio, Mackagarabatos. ¿Estás ayudando a mi hija a
hornear? Santo cielo. Tan jodidamente sexy, como eres con mi chica. —
Se inclina sobre mi cuello y me da un beso en la piel—. Tan
jodidamente sexy. —Arrastra su barbilla con rastrojo a lo largo de mi
garganta, haciéndome temblar.
—¿Eso fue sexy?
Gruñe un sí.
—No puedo resistirme a ti. Sé que quieres que me mantenga
alejado, pero es jodidamente difícil, cielo.
—Es difícil para mí también —susurro, aliviada de admitir lo
obvio.
Se echa para atrás y acuna mis mejillas.
—¿Y si ponemos reglas? ¿Qué pasa si estamos de acuerdo en que
a veces te deseo demasiado para contenerme?
Me encanta que me desee así.
—¿En serio?
—Eres tan sexy, y tan divertida, y tan amable, y apenas puedo
soportar desearte tanto. Dime que es lo mismo para ti.
Su voz es tan desesperadamente sexy que me derrite.
—¿No sabes que yo también te deseo así?
Gime, tirando de mí más cerca.
—Inclínate para mí, cielo —me susurra al oído, mientras restriega
su erección contra mí—. Inclínate por nosotros para que podamos
tenernos el uno al otro de nuevo. Sólo tendremos reglas.
Doy un largo suspiro, del tipo que dice que me rindo. Porque soy
terrible resistiéndome.
—¿Como no salir?
Asiente.
Mordisqueo la comisura de mis labios.
—¿Nada de sexo con niños en la casa?
—Obviamente.
—Una última cosa. ¿Lo mantenemos en secreto?
Responde instantáneamente:
—Por supuesto.
Ya no pienso más. No contemplo desvíos ni caminos inesperados.
Dejo de preocuparme por ser buena todo el tiempo. Tal vez nunca fui
tan buena de todos modos.
Por ahora, tomo una decisión basada en cómo me siento, cómo lo
deseo. Agarro su cara.
119
—Fóllame, Campbell.
Capítulo 20
Campbell

P
or un lado, podría establecer un récord mundial por la
rapidez con la que la despojo de todo.
Por otro lado, quiero saborear cada centímetro de su
delicioso cuerpo.
En tercer lugar, el tiempo corre, y no me estoy volviendo más
joven.
Lanzo a Mackenzie por encima del hombro y la llevo a su
habitación, al estilo bombero.
—Me encanta tu cocina, y el ambiente que crea para un buen
polvo de primera a la antigua, pero tengo un plan para ti y tu cama.
—¿Implica atarme a la cabecera? —pregunta, estirando su cuello
para mirarme.
Me detengo en la puerta y la miro fijamente.
—¿Eso es algo que te gustaría, cielo?
Mueve las cejas.
—Tal vez lo descubras alguna vez. 120
Le golpeo el trasero.
—Tal vez lo haga, ahora que has derribado esa pequeña pepita.
Pero primero lo primero. —La lanzo en la cama y grita mientras rebota.
Con la velocidad del rayo, le bajo la cremallera de sus vaqueros y los
bajo por sus piernas. También se retuerce y empuja sus bragas hacia
abajo, y en cuestión de segundos, se queda sin nada en su mitad
inferior—. Joder, he extrañado esta preciosa vista. —Mis ojos se mueren
de hambre, y engullo la vista de sus fuertes piernas, sus hermosos
muslos y el paraíso perfecto entre ellos que no he pasado suficiente
tiempo visitando. Han pasado casi dos meses desde nuestra noche
juntos, y apenas puedo soportar lo mucho que la deseo. Duele. Es un
dolor físico, este deseo.
Agarrando sus tobillos, la arrastro hasta el final de la cama, con
el trasero al borde. Chilla, y me encanta cómo se ríe. Cómo encuentra
divertidos tantos momentos. Mientras deslizo mis manos por sus
pantorrillas, su risa se desvanece, y luego se mezcla en un gemido
maravillosamente necesitado cuando llego a sus muslos y los abro.
Se mueve conmigo, dejando que sus piernas se abran. Se me hace
agua la boca mientras veo la hermosa vista que tengo delante. Está
goteando por mí, ya está tan jodidamente mojada. Volteo mi rostro
hacia el interior de sus piernas y froto mi mandíbula a lo largo de la
suave piel.
Sus manos se clavan en mi cabello, y se agarra a mi cabeza.
—No te burles de mí. Me has hecho esperar demasiado.
Me río mientras froto mi rastrojo contra su otro muslo.
—¿Te hice esperar, cielo? ¿Fui yo quien te torturó?
Patea sus pies contra la cama.
—Sí. Me torturas por ser tan sexy, dulce e interesante, y por
escribirme canciones y ser genial enseñando...
Nos saco de la miseria poniendo mi rostro entre sus piernas.
Hola, dulzura. Tienes un sabor fantástico.
Su deseo inunda mi lengua. Su calor líquido llega a mis labios.
Abre sus piernas aún más, extendiéndose completamente para
mí.
Ese movimiento hace que todo mi cuerpo zumbe con lujuria
desenfrenada. Su necesidad de esta conexión física me pone más duro
de lo que estaba antes. Podría perder la cabeza por ella.
Lamo y chupo donde más me quiere. Gimiendo y jadeando, se
retuerce contra mi rostro. Pero quiero más de ella. Quiero estar cubierto
de ella.
Me detengo, me subo a la cama sobre mi espalda y la tiro encima
de mí.
—Siéntate en mi rostro, cielo. Quiero ser enterrado en tu dulzura. 121
Sus ojos se abren de impresión, pero es una sucia sorpresa
encantadora, ya que no protesta. Simplemente se sube a mi rostro y se
baja sobre mí.
—Sí —gimo mientras la lamo, mientras clavo mis dedos en la
carne de su trasero y la muevo por mis labios.
Golpea sus palmas contra la cabecera y no detiene nada, dándole
a mi rostro un baile erótico de la variedad más sucia posible. Es tan
jodidamente sexy, persiguiendo su placer, sabiendo lo que necesita,
usando mi boca para conseguir lo que quiere.
Inclina la cabeza hacia atrás, su cabello rubio derramándose
sobre sus hombros. Miro fijamente la hermosa columna de su garganta
mientras la lamo. Le gusta lo áspero y codicioso, y eso me sienta bien.
Quiero consumirla, quiero devorar cada deliciosa gota de su excitación,
quiero sentirla correrse sobre mi rostro.
A juzgar por los sonidos que hace, eso sucederá en cualquier
momento.
Oh Dios.
Sí.
Oh, jodido Dios.
Tan cerca, estoy tan cerca, tan cerca.
Está volando, gritando, llorando, mientras encuentra su
liberación. Se estremece contra mí, gimiendo ruidos incoherentes a todo
pulmón. Estoy cubierto de su placer, y no podría estar más feliz de
tener a Mackenzie inundando mi lengua.
Unos cuantos gemidos más. Un par de jadeos embriagadores. Y
oh Dios mío, eso fue increíble, y se aparta de mí, bajando de su altura.
Le beso el cuello. Tiembla mientras mis labios espolvorean su piel.
—Campbell —murmura, y suena exuberante y persistente en sus
labios.
—¿Quieres otro?
Se ríe y luego se encuentra con mi mirada.
—Te quiero dentro de mí.
—Es como si pudieras leer mi mente.
Me bajo de la cama. Se apoya en los codos, luciendo sexy como el
demonio, lleva una camisa de manga larga de color azul rey y nada
más.
—Quiero ver cómo te desvistes.
—Lo mismo digo. Quítate la camisa. Te quiero completamente
desnuda —digo mientras me desabrocho los vaqueros. Nunca fui muy
bueno resistiéndome a ella, pero en retrospectiva, ahora que la he
vuelto a tener, no creo que tuviera ninguna oportunidad.
Se sienta y se quita la camisa y el sostén, y gimo mientras miro
122
su desnudez. Sus tetas son hermosas, y su cuerpo es todo mío para
disfrutar. Salgo de mi Henley, tomo un condón de mi billetera y me
subo entre sus piernas, de rodillas.
—Deprisa, deprisa —dice, como si me estuviera animando.
Niego con la cabeza.
—No quiero estropear esta parte, señorita Fértil.
—Ohh, buen punto. Por favor, tomate todo el tiempo del mundo.
—Pensé que estarías de acuerdo conmigo en eso. —Me deslizo en
el condón y froto la cabeza de mi polla contra sus pliegues mojados. Se
hunde de nuevo en sus almohadas y gime en voz alta, un sonido de
bienvenida.
—Estoy tan excitada —susurra, como si fuera la hora de la
confesión.
—Bien. Me gusta que te excites. Vamos a mantenerte así.
Levanta los brazos hacia mi pecho y une las manos alrededor de
mi cuello. Me empujo en ella, hundiéndome en su calor.
—Oh Dios —susurra mientras me entierro en ella.
—Tan caliente. Tan jodidamente mojada.
—Te dije que estoy excitada.
—Me encanta —murmuro mientras la lleno completamente—.
Jodidamente amo toda esta humedad.
La lujuria se apodera de cada centímetro de mi cuerpo. Es
fantástico estar enterrado dentro de ella así. Me muevo en ella, y
ninguno de los dos pierde el tiempo buscando un ritmo. No somos de
los que follan lento; no parece que nos guste tardarnos. Mackenzie
levanta sus caderas rápidamente, plantando sus pies para poder
moverse conmigo, y aferrándose a mí desde adentro.
Arrastra las uñas por mi espalda y me las clava.
—Más fuerte.
—Mujer, estoy haciendo todo lo que puedo para follarte con
fuerza.
Lleva su boca a mi oído.
—Duro. Rápido. Áspero. Así es como me gusta.
Gruñendo, le digo:
—Eres perfecta, cielo. —Hago lo que me pide, follándola
despiadadamente duro, agarrando su pierna derecha y empujando su
muslo hacia arriba, para que esté abierta para mí—. ¿Así?
—Oh Dios, sí —dice, gimiendo, y me conduzco en ella, dándoselo
como quiere, sin piedad.
—Tócate —le digo.
Desliza una mano entre nosotros, baja por su estómago y frota su
123
clítoris mientras empujo hacia adentro y hacia afuera. Su boca se abre
en una preciosa O.
—Estás frotando tu dulce coño. Eso es tan jodidamente sexy. Tan
sexy como te tocas. Me hace querer verte correr una y otra vez.
Echa su cabeza hacia atrás y gime mi nombre, y se convierte en
una campana de advertencia, ya que unas pocas estocadas son todo lo
que necesita para enviarse a sí misma de nuevo sobre el borde.
Una vez que está allí, me siento tentado a ponerla en sus manos y
rodillas y golpearla, pero cuando la miro al rostro, tan feliz y hermosa,
no quiero follarla desde detrás.
Ni siquiera quiero follarla con fuerza.
Quiero mirarla.
Verla.
Catalogar cada expresión de su rostro.
Reduzco mi ritmo, bajo hasta los codos y susurro:
—Hola.
—Hola —dice, todo sexy y susurrante.
—Amo la forma en que te corres —susurro mientras me muevo
lentamente, ahora tomándome mi tiempo, girando mis caderas y
encontrando un ritmo lujurioso.
—Creo que eres muy bueno para llevarme allí. Pero ¿qué hay de
ti?
—No te preocupes por mí. —Entierro mi rostro en su cuello, y le
doy besos sobre la piel suave y lisa.
—Mmmm —murmura y vuelve a abrazarme, tirando de mí para
que nuestros pechos se junten—. Esto se siente tan bien.
—Lo sé.
Se siente jodidamente increíble.
Se siente como si hubiera dado un giro diferente en el camino.
Como si hubiésemos empezado con el calor, y hubiésemos corrido a
toda velocidad por un terreno escabroso, y ahora nos hemos desviado
completamente hacia otro lugar. Estamos conduciendo por un nuevo
camino, y éste es un poco más peligroso, pero es fantástico a su
manera.
Porque está más cerca.
Es más íntimo.
Es una conexión que no esperaba, pero que no puedo negar.
—Me encanta cómo te sientes tan profundamente en mí —
murmura. 124
En lo profundo de ella. Así es precisamente como es con
Mackenzie. Como si me estuviera perdiendo en ella, y no quiero ser
encontrado. Desaparecer en la carrera apresurada y febril hasta el final.
En vez de eso, nos deslizamos y gemimos con lenta e indulgente delicia.
Pronto, nuestros sonidos se mezclan, superponiéndose unos a
otros. Jadeos, y gemidos, y suspiros.
Tan bueno.
Sigue haciendo eso.
Se siente increíble.
Tú. Dios, tú.
El placer rebota en mi columna vertebral, electrizándome.
Mackenzie se arquea, sus manos se deslizan en mi cabello, sus
dedos se mueven a través de él mientras susurra desesperadamente:
—Estás haciendo que me corra de nuevo.
Las palabras más excitantes de la historia.
Cuando grita, inclinándose, también caigo por el acantilado.
Mi cerebro se vuelve loco. Mi mente es un borrón. Estoy tan
metido en ella. Digo su nombre, y la dejo ir, uniéndome a ella en el otro
lado.
Cuando abro los ojos, se me forman un millón de pensamientos
en la lengua, pero no digo ni una palabra. Nuestros ojos lo dicen todo
cuando nuestras miradas se encuentran.
Tiene que ser capaz de darse cuenta por cómo la miro. Por la
forma en que beso su mejilla, la comisura de sus labios, sus párpados.
Por cómo exhalo su nombre con reverencia.
—Mackenzie.
Tiene que saber que me estoy enamorando de ella.

125
Capítulo 21
Campbell

Campbell: Sólo para que sepas que sigo pensando en eso. En ti.
Mackenzie: Yo también. Está constantemente repitiéndose en mi
cabeza.
Campbell: Estuvimos increíbles la primera vez, pero eso fue…
Mackenzie: ¿Drogante?
Campbell: ¿Así es como decimos ahora cuando algo es
asombroso?
Mackenzie: Drogante o enfermo. Ambos se sienten
increíblemente mal como una forma de describir el sexo asombroso,
porque todo el mundo dice que ya no se puede decir épico.
Campbell: Me pareció épico. 
Mackenzie: A mí también.
Campbell: ¿Podemos estar de acuerdo en que estamos totalmente
bien con usar épico para describir el tipo de sexo que tuvimos?
Mackenzie: Fue más allá de lo épico. ¿Se puede repetir?
Campbell: *golpea su pecho por una victoria épica* 126
Mackenzie: Pero en una nota más seria, siento que debería
sentirme mal si seguimos teniendo sexo épico.
Campbell: ¿Te sientes mal? No quiero que te sientas mal por
nada.
Mackenzie: Lo raro es que no. Pensé que lo haría. He intentado
resistirme a ti. Tal vez no lo he intentado lo suficiente, pero lo he
intentado.
Campbell: ¿Quieres puntos por el esfuerzo? Encantado de
dártelos. 
Mackenzie: No, eso no es lo que estoy diciendo. Creo que lo que
estoy diciendo es que esperaba sentir más culpa ya que mi cabeza me
ha estado diciendo que me resista a ti. Pero no me siento así.
Campbell: ¿Cómo te sientes?
Mackenzie: Puede que sea el orgasmo el que habla, pero me
siento muy bien.
Campbell: Me gustaría asegurarme de que el orgasmo siga
hablando.
Mackenzie: El O ha hablado.
Somos malos otra vez, como un par de drogadictos. Nos colamos
en una sesión de mediodía el martes y otra el miércoles después del
almuerzo. Maldita sea, es fantástico meterse con una mujer que tiene
su propio horario. La convierte en un trozo de pastel escaparse para
deleitarse por las tardes en su casa.
Cada vez, tengo la tentación de decir algo, de dar voz a las
palabras que han estado rondando en mi cabeza, me estoy enamorando
de ti. Pero Mackenzie estableció las reglas de compromiso. Ya que ella
tiene más en juego que yo, tengo que respetar sus normas.
Pero seguro que se siente como si estuviéramos así de cerca de
romper las nuevas reglas cuando me escabullo a su casa para un
almuerzo del jueves que se siente como una cita. La tomo fuerte y
rápido mientras se inclina sobre la cama. Me la follo como a ella le
gusta, duro y rápido, trayéndole dos orgasmos antes de dejarme
terminar.
Soy un hijo de puta generoso, nunca mejor dicho.
Sigo jadeando, sigo sudando mientras digo:
—Esto fue…
—¿Increíble? —provee.
—Fue increíble.
Nos caemos juntos en la cama, y ella se da la vuelta para poner
sus brazos alrededor de mi cuello, pasando sus dedos a través de mi
cabello. 127
—Tú también lo eres.
El corazón me da vueltas en el pecho y quiero decirlo ahora. Me
estoy enamorando de ti.
Ahogo el pensamiento con un beso cálido y húmedo, seguido de
un fantástico panini de pollo con queso cheddar que me prepara para el
almuerzo.

Esa noche, nos enviamos mensajes de texto. Confiesa que nunca


ha visto a Mi Loca Exnovia. Es un musical, una comedia y una parodia,
así que le digo que es un crimen que nunca la haya visto.
Ya que nuestros hijos están durmiendo, sintonizamos un episodio
juntos por teléfono.
—Maldición, tienes razón. Es un buen programa —dice cuando
termina el episodio—. Además, viendo la tele juntos por teléfono,
¿somos idiotas?
—¿Más o menos?
Se ríe.
—Creo que puede ser algo más que eso. Tiene que ser una
completa tontería.
—Somos unos idiotas épicos.
Pero me gusta así, y me gusta en todos los sentidos.
—Nos vemos mañana en la clase de Kyle. Voy a fingir que no
estoy pensando en ti desnuda.

Por primera vez, me cuesta mirar a los ojos a su hijo cuando voy a
su casa al día siguiente. Pero eso no es porque esté pensando en su
madre desnuda. Es por lo que siento por su madre.
Mientras trabajo con Kyle, una nueva y dura conciencia se
apodera de mí. Pensé que Mackenzie era la que tenía más en juego,
pero ahora veo lo que está en juego para mí.
Me preocupo mucho por su hijo. Me gusta trabajar con él. Quiero
verlo triunfar. Por eso no quiero ser el profesor de música que se
acuesta con las madres de los alumnos. No quiero tener esa reputación,
ni con Kyle ni con nadie.
Quiero ser mejor que eso. Quiero ser un ejemplo, no sólo para mi
hija, sino para todos los niños con los que trabajo.
El problema es que no sé cómo hacer eso si me estoy escondiendo
128
y manteniendo mis verdaderos sentimientos en un sucio secreto.
Capítulo 22
Mackenzie

R
oxy agarra un calabacín extra ancho en el mercado de
verduras el fin de semana.
—Entonces, ¿la resistencia está funcionando bien
para ti?
Le saco la lengua.
—Espera, ¿no fue eso lo que te hizo? —pregunta Roxy,
inexpresiva.
La miro fijamente.
—Lo hizo, y fue espectacular —le digo mientras el recuerdo del
sexo espontáneo con Campbell de la otra noche me hace chisporrotear
de la cabeza a los pies. Y el sexo en la cama al día siguiente. Y el sexo
en cuatro patas que tuvimos el día siguiente. Y los textos que me
manda.
El Pienso en ti mientras me quedo dormido. Todavía pensando en ti
mientras despierto.
Un hormigueo se desliza por mi pecho. Son tan peligrosos, pero
tan deliciosos. Me hace temblar por todas partes, por dentro y por 129
fuera. No sé qué hacer con todas estas nuevas emociones, se sienten
tan bien que no puedo encontrar cómo rechazarlas.
—Perra suertuda. —Roxy quita su cabello rojo de su hombro y
luego mira atentamente la verdura en su mano.
—Definitivamente fue sexo de “perra suertuda” con él. Pero
entonces, el sexo con Campbell ha sido de la variedad "suertuda" desde
el principio.
—No estoy celosa. No estoy celosa en absoluto —murmura
mientras baja la larga verdura verde. Baja la voz para que el hombre
barbudo que maneja el puesto no pueda oír—. Siempre pienso que me
gustará el calabacín por sí mismo. Pero es un truco. El calabacín te
engaña con esa forma. Es como un tipo súper sexy que es muy aburrido
por dentro.
—¿Como el chico del metro?
Ella pone los ojos en blanco.
—Tan aburrido. Estaba a nivel de aburrido como berenjena.
—Vaya. Dice mucho el que lo compares con una berenjena.
—Exactamente. Te digo que está llegando al punto en que voy a
llamar a un alto el fuego en todas las citas. Voy a marchar directamente
al banco de esperma más cercano y dejaré mi dinero en un hombre alto
de Harvard que ama a los cachorros.
Mis ojos casi se salen.
—¿En serio?
Asiente vigorosamente.
—Amar a los perros es crítico, ¿no crees?
—No. Quiero decir, ¿hablas en serio sobre el asunto del banco de
esperma?
Se encoge de hombros.
—Tal vez. Algún día. Me gustan los niños. También me gustan los
hombres. El problema es que encontrar a un hombre heterosexual,
interesante y leal que no viva en casa de sus padres es casi tan
desafiante como hacer que un calabacín tenga un buen sabor crudo.
Buen punto.
—El problema con el calabacín y la berenjena es que tienes que
vestirlos demasiado.
—Exactamente —me apoya Roxy—. El calabacín, solo es tolerable
si está escondido entre otras verduras. La berenjena, tiene que engañar
a todos con salsa untada por todos lados. No tiene un verdadero sabor
real por sí misma.
—Gracias a Dios por el pan de calabacín, entonces.
—Amén. Esa es la única forma en la que realmente me gusta el
calabacín, y entonces es mejor que sea prácticamente pastel de
calabacín.
130
Nos paseamos al siguiente puesto. Es exuberante, con hongos de
todas las formas y variedades, shiitake y cremini y una hermosa
canasta de rebozuelos también.
—Pero los champiñones son tan deliciosos.
—¿Eso quiere decir que tu chico —dice, paseando junto a los
portobellos—, es como un delicioso plato de champiñones salteados?
Arrugo la nariz.
—Es extraño pensar en las verduras no fálicas para describir a un
hombre. Pero los champiñones son muy sabrosos. —Cuento con mis
dedos—. Así como el brócoli asado con queso parmesano, y como las
judías verdes con semillas de sésamo y ajo, y también los corazones de
alcachofa fritos.
Ella me mira con hambre en sus ojos.
—Gracias. Ahora se me hace agua la boca, y te secuestraré para
que puedas hacer todos esos platos para mí, porque suenan increíbles.
—Suenan bien —le digo mientras selecciono algunos hongos ya
que comenzaré con eso para la cena. Pero definitivamente necesito
hacer corazones de alcachofas fritos también. Mientras elijo las setas,
una idea aparece en mi cabeza—. Apuesto a que a la hija de Campbell
le gustaría hacer corazones de alcachofas fritos conmigo. Le encanta
aprender a cocinar nuevos platos sabrosos, ya que se centra más en los
dulces. Le encanta descifrar cosas en la cocina y probar nuevas recetas.
Roxy se congela mientras agita las morillas.
—Oh, Dios mío, te estás enamorando de su hija también.
—¿Qué? —me burlo cuando encuentro sus grandes ojos.
Ella me señala como si yo fuera el culpable en la línea de
sospechosos de la policía.
—Estás enamorada de su hija.
Sonrío.
—Sí, ella es genial. Pero no me estoy enamorando de ella, o de él,
en realidad.
Roxy arquea una ceja muy escéptica mientras compro los hongos,
incluyendo las morillas para ella.
—Es sólo sexo —susurro al salir del puesto de setas.
—Pero sí te gusta tener sexo con él.
—Obvio. Me da múltiples orgasmos, y es una estrella de rock en
la cama.
—Y fuera de eso —dice en voz baja.
—También es un chico muy interesante, y tenemos excelentes
conversaciones, y su hija es divertida, pero eso es todo lo que hay. No
me estoy enamorando de él. No me estoy enamorando de ninguno de 131
ellos.
—Supongo que es bueno que no estés saliendo con él. Quiero
decir, no querrías intentarlo con él ni nada de eso. Dios nos libre.
—Roxy, salir con él ni siquiera es posible. —Caminamos por la
fila, y escaneo los frijoles verdes y los guisantes de azúcar, en busca de
alcachofas—. Kyle lo está haciendo muy bien con Campbell como
profesor. Tiene un concierto al final de la semana con el que está tan
emocionado. Y, además, incluso si persigo algo, ¿cuáles son las
posibilidades de que funcione?
Roxy levanta un dedo.
—Ahora estamos llegando a alguna parte. Esa es tu
preocupación, ¿no? No si te estás enamorando de él.
Suspiro pesadamente.
—No puedo pensar en enamorarme de él. No tengo un gran
historial con los hombres. No olvides que soy la chica que quedó
embarazada el último año de la universidad y luego me gradué con un
bebé.
—Y ni siquiera has intentado salir en serio desde entonces.
—He salido. Ha habido algunos tipos. —Recuerdo un par de
nombres de hombres con los que he tenido más de unas pocas citas
durante los últimos trece años. Hmm Esa es una lista corta.
—Y ninguno de esos tipos se ha convertido en algo serio. No es
como si hubieras traído a alguno de ellos para que conociera a Kyle. —
Me rodea con un brazo—. Entiendo que es tu prioridad número uno. No
estoy sugiriendo que debería ser otra cosa que eso. —Me aprieta el
hombro y toma un latido—. Pero, ¿crees que tal vez te hayas quedado
atrás cuando se trata de citas porque tienes miedo de tu propio
historial?
—¿Hola? Teniendo en cuenta que mi embarazo accidental a los
veinte años también descarriló mis planes de carrera, parece una
preocupación razonable.
—Este es exactamente mi punto. —Me nivela con su mirada sobre
una mesa de rúcula—. No te has perdonado a ti misma por quedar
embarazada tan joven, y no te das la oportunidad de ser nada más que
una supermamá. Es como si, si fueras menos que una supermamá,
volverías a cometer errores, así evitas arriesgarte.
—Pero... —No tengo nada que decir. Tiene razón. No me arriesgo
mucho cuando se trata de hombres. Tomo decisiones seguras o nada.
Aunque últimamente, he estado tomando decisiones secretas, y
esas tampoco son las mejores.
Lo que también prueba mi punto: Soy un desastre cuando se
trata de romance.
Los ojos de Roxy se iluminan. Agarra un paquete de espárragos y
se dirige al vendedor para pagar por ello. Pero cuando lo pone en su 132
bolsa de lona, sus palabras me siguen molestando.
Salimos del puesto, y le hago una pregunta. No estoy segura de
querer su respuesta, pero probablemente necesito escucharla.
—¿De verdad crees que me estreso por mi pasado a cuadros?
—Si. Realmente creo que lo haces. Creo que necesitas dejarlo ir.
No es que hayas hecho algo terrible. Convertiste algo no planeado en
algo completamente hermoso. Has forjado una vida maravillosa para ti,
tu hijo y el padre de tu hijo, y tienes esta familia moderna, genial y al
azar. A tu hijo le va genial. Eres una diseñadora gráfica con talento y
has creado un negocio propio que es mucho mejor que cualquier otro
concierto corporativo que hubieras tenido si hubieras aceptado el
puesto en esa agencia de publicidad.
No tomar el trabajo después de la universidad fue un riesgo, pero
se convirtió en una fantástica recompensa con el tiempo, dado que mi
negocio en solitario ha crecido a pasos agigantados.
—Es verdad.
—Además, eres una gran amiga y una fantástica cocinera. Has
convertido todo en, bueno, en una deliciosa rebanada de pan de
calabacín.
—Me gusta un buen pan de calabacín.
—Ven aquí. —Agarra mi brazo y me lleva a un vendedor que
vende dulces. Compra algunos artículos y luego me da una pequeña
rebanada de pan—. Prueba esto.
Lo muerdo, y mis papilas gustativas cantan aleluya.
—Está rico.
—¿Ves? El pan de calabacín a veces puede saber exactamente
igual que el pastel.
Pero incluso mientras mastico, no estoy segura de que el pastel de
calabacín sea lo que quiero. No puedes tener algo tan sabroso todos los
días.

Cuando llega la noche del viernes, ayudo a Kyle a ajustarse la


corbata, y caminamos diez cuadras hasta el centro comunitario para el
concierto de otoño. Los padres están apresurados y bulliciosos por
dentro, ya que la mayoría de los artistas son niños de varias escuelas de
la ciudad.
Encuentro a Jamison rápidamente. Está en el auditorio,
sonriendo y viéndose guapo. Le da a Kyle un abrazo y luego un choque
de cinco.
—Ve por ellos, tigre —dice. 133
Mientras Kyle se dirige al backstage, me recuerdo que él es razón
suficiente para no ir más lejos con Campbell. No quiero arruinar nada
bueno, y lo que tienen Kyle y Campbell es algo muy bueno.
Jamison y yo tomamos nuestros asientos. Nos reunimos
brevemente con su producción de Chicago, y me pregunta cómo va el
trabajo con un nuevo cliente de la agencia. A las mil maravillas, es la
respuesta para ambos.
Tal como dijo Roxy.
Ahí va una de sus marcas de verificación, definitivamente tengo
un excelente trabajo. Es un trabajo que no esperaba tener hace trece
años. Nunca me propuse tener esta carrera, pero la amo con locura.
También me encanta mi loca amistad con el padre de mi hijo,
aunque ciertamente nunca pensé que mi mejor amigo de la universidad
y yo formaríamos un equipo para criar a un niño. Es curioso cómo
tantos momentos inesperados se convirtieron en oportunidades
bienvenidas.
Pero, aun así, eso no significa que cada momento inesperado lo
hará o pueda hacerlo.
Alégrate con lo que tienes.
Después de unos minutos, siento una mano en mi hombro. El
calor me atraviesa, y por un breve momento, estoy aterrorizada de que
la mano pertenezca a alguien de quien no debería sentir una chispa.
Pero cuando miro hacia arriba, los ojos verdes y una hermosa
mandíbula me saludan.
Un resplandor parece extenderse en mi pecho, y los hormigueos
corren por mis brazos, un nuevo cóctel de sensaciones gemelas. El
deseo y la felicidad me llenan cuando miro al hombre guapo que está a
mi lado.
—No me percaté que vendrías —le digo.
Campbell está con su hija, que me saluda.
—Hola, Mackenzie. No puedo esperar a escuchar a Kyle tocar.
—Y no me lo perdería por nada —dice Campbell, y mi corazón se
desmaya.
Órgano tonto. Desmayarse es para niños.
Se sientan a nuestro lado, y pronto Sam y Jamison hablan de
Hamilton.
—Lo he visto cinco veces y juro que mejora cada vez —le dice Sam
a Jamison.
Su mandíbula se desajusta de sus bisagras.
—Chica, no puedo ni siquiera contigo. Solo lo he visto tres veces.
Es, literalmente, el mejor espectáculo del universo.
—¡Lo sé! Voy de nuevo en unas pocas semanas.
134
Dirijo mi mirada hacia ella.
—¿Vas a ir por sexta vez? Solo lo he visto una vez, y básicamente
tuve que vender mi alma al diablo para conseguir el boleto.
Jamison sonríe maliciosamente y golpea su pecho.
—Soy el diablo de quien habla. Y no fue tan difícil. Solo llamé a
mis amigos en el programa.
—Oh, fue difícil —corrijo—. Tuviste que llamar diez veces.
Él resopla.
—Eso no es tanto.
Me dirijo a Sam.
—Entonces, ¿cuál es tu secreto?
Sonríe con picardía e inclina su frente hacia su papá.
Campbell sonríe, una sonrisa hermosa y torcida que se atreve a
hacer que mi corazón se dispare. Pero le recuerdo a mi corazón que se
calme.
—¿Cuál es tu secreto? ¿Sacaste la carta de Rompecorazones?
Asiente y luego sopla sobre sus dedos.
—Es útil de vez en cuando. Sin mencionar la tarjeta "Yo estuve en
Les Mis".
Jamison interviene.
—Tienes que subir la apuesta. Deberías interpretar a Jean
Valjean a continuación. Sería alucinante verte como el líder en una
nueva puesta en escena.
—Sí, papá. Eso sería genial.
Campbell se ríe, sacudiendo la cabeza.
—No sé si puedo sacar a Valjean. Él tiene bastante rango.
Jamison levanta un dedo.
—Escucha, si alguna vez quiere interpretar a Jean Valjean, mejor
ven a mí y hablaremos sobre cómo armar una producción. Tiraré de las
cuerdas que pueda alcanzar para producir una nueva versión contigo
como 24601.
Me dirijo hacia Campbell, bajando la voz.
—Si interpretaras al líder, te vería tres veces. Tal vez incluso
cinco.
—¿Sí? ¿Serías una fanática de Les Mis? —pregunta
juguetonamente.
Bajo a un susurro completo.
—Tiraría mis bragas al escenario si fueras Valjean.
—Eso es todo un incentivo. Lo consideraré más en serio ahora.
—Hazlo. 135
El silencio desciende sobre el auditorio mientras se eleva el telón.
Todos los ojos se vuelven hacia el escenario cuando comienza el
concierto. Un guitarrista clásico toca una canción y le sigue una banda
de música. Un trío de chicas viene a continuación, cantando acapella.
Todos son buenos, y es una delicia ver a los diferentes grupos de
estudiantes de secundaria y preparatoria.
Al final, el cuarteto de cuerdas sale al escenario: Dos violines, un
violonchelo y una viola. Son el acto de clausura del concierto. Estos
cuatro niños son los más serios con la música, y eso se nota.
Pasan de Brahms a Beethoven, a Arcade Fire a Jay-Z, y la piel de
gallina brota de mi piel con cada pieza. Es hermoso y estimulante al
mismo tiempo mientras tocan una mezcla de música clásica y rock.
Cuando termina, Jamison y yo estamos de pie, aplaudiendo y
gritando.
—¡Bravo!
Los músicos se inclinan ante otra ronda de estruendosos
aplausos. Me dirijo a Campbell y lo rodeo con mis brazos.
—Eres increíble. Tú hiciste esto.
Me acerca y sacude su cabeza.
—No, él hizo esto. Te lo dije, el chico tiene talento.
Sonrío en sus brazos, saboreando la fuerza de su abrazo y su
masculino olor mientras percibo un leve aroma en su cuello. Dejo que el
abrazo dure un poco más de lo debido, porque se siente tan bien. Tan
correcto también. Así es exactamente cómo debe funcionar la vida: Él
asistiendo a un concierto en el que actúa mi hijo.
Pero eso es lo que también me aterra.
No sé cómo este sentimiento podría durar lo suficiente como para
hacer que el riesgo valga la pena.
Porque cuando miro el escenario y la cara sonriente de Kyle, el
orgullo en sus ojos, no quiero arriesgarme a algo que pueda herirlo.

Más tarde esa noche, Kyle todavía está en lo más alto del
espectáculo. Prácticamente está rebotando en las paredes de nuestro
apartamento, recapitulando la actuación. Que es precisamente como
puedo decir que es como un perro que necesita salir a pasear.
—Necesitas quemar algo de esa energía. ¿Por qué no nos
volvemos locos esta noche?
Deja de pasearse por la sala de estar.
—Déjame adivinar, mamá. ¿Eso significa malteadas y papas
fritas? 136
Asiento con entusiasmo mientras limpio la barra de la cocina, mi
forma de descargar el exceso de energía.
—¿Qué otra cosa podría significar?
—No puedo pensar en algo que me gustaría más que hacer un
batido y papas fritas a las nueve y media de un viernes.
—Sabemos cómo divertirnos. —Estoy agarrando mi abrigo,
bufanda y gorro cuando mi mente retrocede en el tiempo—. ¿Quieres
probar un nuevo lugar? Campbell recomendó un sitio llamado Willy G's
en Murray Hill. Dijo que es el mejor.
Kyle esboza una sonrisa dentuda.
—Suena bien. Vamos. —Toma su teléfono de la mesa de café y
dice—: Espera. Necesito enviar un mensaje de texto a un amigo.
—Puedes traer a alguien si quieres —ofrecí mientras tiraba de la
gorra tejida de color azul claro sobre mi cabeza. Noviembre ha dado
paso a noches frías.
—Está bien, mamá. No necesito traer a nadie. Solo necesito
enviarle un mensaje de texto a alguien.
Veinte minutos más tarde, después de una abundante revisión
del metro de nuestras escenas favoritas de todos los tiempos de Harry
Potter, montando al dragón fuera de Gringotts en la parte superior,
llegamos al bullicioso restaurante de Campbell.
Aunque no estoy pensando en él en absoluto.
Justo como no lo estaba mirando en The Grouchy Owl.
Mientras agarro la manija de la puerta, saboreando la ráfaga de
aire cálido que trae consigo el olor de la comida, la grasa y las
hamburguesas, le hago una pregunta a mi hijo.
—En una escala de uno a diez, ¿qué tan impresionantes son los
merenderos?
Kyle pone los ojos en blanco.
—Mamá, no hacen escalas tan altas.
—Esa es la respuesta perfecta.
Los merenderos son uno de mis aspectos favoritos de Nueva York.
He estado en restaurantes de todo el país y nunca he encontrado uno
que se pueda comparar con los que tenemos en Manhattan. Llámame
una snob de la comida de Nueva York. Lo asumiré. Los merenderos de
Nueva York son los mejores del mundo, y son una de las razones por
las que he elegido improvisar una vida para los dos en esta ciudad.
Cenas, espectáculos de Broadway, arte, museos, amigos, familia,
deportes y entretenimiento. Me encanta todo lo que la ciudad tiene para
ofrecer.
Incluyendo malteadas y papas fritas. 137
Una vez que estamos dentro, una mujer de cabello rizado con un
uniforme de mesera verde menta nos dice que ocupemos una cabina.
Elegimos una grande cerca de la parte posterior, nos deslizamos en los
asientos de vinilo naranja y examinamos el menú. Sacudo la cabeza
mientras miro la gran cantidad de ofrendas.
—¿Por qué estoy mirando? Sé lo que voy a pedir.
—Una malteada y papas fritas.
Las palabras salen en un profundo estruendo, y no son de mi
hijo.
Levanto la vista del menú para ver al hombre por el que estoy
loca.
Capítulo 23
Campbell

—¿ Hola?
Lo dice como una pregunta, con una
expresión de sorpresa. Su mirada conecta con la
mía y luego con Sam a mi lado.
—Qué bueno verlos aquí —digo, pero yo también estoy
sorprendido. Sam fue la que los vio cuando entramos en el restaurante
hace un minuto.
—Mencionaste este lugar una vez —dice Mackenzie rápidamente.
Un leve rubor se extiende por sus mejillas, recordándome que sabe
exactamente cuándo fue esa vez, la primera vez que me llevó a casa.
Mueve su mano como para descartar ese pensamiento, para que no
suban a sus mejillas dos puntos más brillantes de color rojo manzana—
. He querido probarlo desde entonces.
Sonrío, con la esperanza de que transmita lo que quiero decir.
Recuerdo esa noche. Me acuerdo de la vez que mencioné este lugar en tu
cama.
—Es el mejor. A Sam también le encanta. Fue su idea venir aquí
esta noche. 138
Mackenzie arruga su frente.
—Oh. ¿Lo fue?
Mira a Kyle, cuya cara está enterrada en el menú, estudiándolo
como si su vida dependiera de memorizar las páginas cubiertas de
plástico.
Capto la leve insinuación de una sonrisa en sus labios, sin
embargo, y cuando miro a Sam, lleva una sonrisa a juego.
Tengo el presentimiento de quién podría haber llegado con la idea
de este lugar esta noche, estos dos niños. No estoy seguro de cómo se
originó el plan, o si los dos simplemente jugaron a ser el mensajero,
pero apostaría que este encuentro fortuito es menos casual de lo que
pensé. Podrían ser titiriteros.
—¿Quieren acompañarnos? —pregunta Mackenzie.
—Nos encantaría —responde Sam rápidamente, su velocidad
confirmando más mis sospechas.
Pedimos y, mientras esperamos nuestra comida, los chicos se
sumergen en una discusión sobre Fortnite, memes divertidos, y música
que les gusta.
Mackenzie y yo hacemos lo mismo, sólo que nos lanzamos a
diseccionar el último episodio de The Discovery Prism Show.
—¿Viste ese sobre algunos pintorescos lugares en el Atlántico? —
pregunta.
—¿Como la caverna con el gran órgano de estalactitas?
Su rostro se ilumina.
—Sí. ¿No es la cosa más genial del mundo? Realmente quiero ir a
verlo en algún momento.
En las profundidades de las cuevas de Virginia hay un órgano de
iglesia que se ve normal al principio. Resulta que los tubos están
hechos de estalactitas, y cuando pulsas las teclas, toda la cueva se
convierte en un instrumento musical. El órgano en la cueva toca
clásicos como “America the Beautiful”, “Moonlight Sonata” y “Silent
Night”.
—A mí también me encantaría visitarlo. Y el Museo Victrola. No
está tan lejos, dado que está en Delaware. ¿Has visto el episodio sobre
el Museo Vitrola?
Niega.
—Me lo perdí.
Si no lo ha visto, apuesto a que quizás no sepa una de las cosas
más peculiares sobre el museo.
—De ahí viene la frase “Put a sock on it13”.
Un destello de curiosidad cruza sus ojos.
—¿Lo hace?
139
—Eso es lo que la gente solía sugerir a los vecinos que tenían
cuernos Victrola, de esta manera bajaban el volumen cuando tocaban
muy alto. ¿O ya sabías esa? Es probablemente una de tus respuestas
de trivia súper fáciles.
Se ríe, moviendo la cabeza.
—Puedes preguntarme el nombre del perro de Victrola: Nipper; su
raza: Terrier mezclado, y si Victor fue el mayor fabricante de
instrumentos durante años: Sí. Pero si me preguntas de dónde viene la
famosa frase “put a sock on it”, me acabo de enterar hace unos dos
segundos.
Elevo un puño.
—Maldita sea. He logrado lo imposible.
—Bien hecho.
—¿Has visto el episodio en Sídney?
—No, pero sigo queriendo verlo.
—Yo también…

13
Frase hecha que se usa para decirle a alguien que esté callado o que deje de hacer tanto ruido.
Literalmente se traduciría por: Pon un calcetín encima.
Sonrío, y ella me devuelve la sonrisa como si tuviéramos un
pequeño secreto, y como si quisiera que le pidiese tener otra cita
clandestina. Lo curioso es que nuestras citas de Netflix telefónicas han
sido algunas de las mejores que he tenido, y sé que, si lo hacemos de
nuevo, será otra gran cita.
El problema es que quiero mucho más que una cita telefónica.
Más que un encuentro secreto.
Lo quiero todo.
Y no quiero esperar más.
La camarera llega con papas fritas y malteadas. Se lo
agradecemos y Sam dice:
—Brindemos. —Eleva su vaso de plata.
—¿Por qué estamos brindando? —pregunto.
—Por planes geniales.
La miro.
—¿Planes geniales? ¿Cuáles son exactamente estos planes
geniales?
Ella acaricia mi mano.
—No preocupes a tu linda cabecita por ello, papi. —Mira a Kyle.
Él contiene una risa mientras chupa el batido con una pajita.
—No podemos decirlo por el momento.
140
Los labios de Mackenzie se abren en pregunta.
—¿Nosotros? ¿Tienen planes geniales?
—Tenemos secretos —confirma Samantha con confianza.
Alzo mi vaso.
—Entonces brindemos por los secretos al fondo de los cuales
llegaremos.
Quiero ser divertido, pero al instante una punzada de culpa me
atraviesa el pecho. Debido a que somos los que estamos escondiendo
secretos de nuestros niños.
Ni Mackenzie ni yo lo hemos expresado, pero estoy muy muy
seguro de que nuestros corazones están en la misma página. Lo sé por
cómo me sonríe. Por el glorioso abrazo con el que me envolvió al
principio. Lo sé por la forma en que quiere ver un programa juntos de
nuevo por teléfono, y lo sé por cómo me besó, cómo me ha hablado, y
cómo se ha acercado tanto como para compartir su corazón.
Me ha dicho que piensa que soy increíble.
Y pienso la misma maldita cosa de ella.
Cuando sus ojos se encuentran con los míos mientras se lleva el
vaso a los labios, estoy seguro de que esto es algo real. Sabe lo que
siento.
Lo mismo.
Ella siente lo mismo que yo.
Es por eso que esta culpa corta más profundamente. Duele más.
Mi culpa no se trata de sexo.
El sexo es privado. El sexo es personal, y mi culpabilidad no se
deriva del hecho de que mi hija no sabe con quién estoy durmiendo. No
necesita saberlo.
Pero seguro que debería saber quién me importa. Con quién salgo
en citas. Quién quiero hacer parte de su vida.
Después de comernos las patatas y bebernos las malteadas,
Samantha gesticula hacia Kyle.
—¿Sabes que tienen una máquina de discos aquí?
—Vamos a verla —dice Kyle.
Salen de la cabina, y tan pronto como están lejos por el pasillo,
deslizo una mano bajo la mesa. Tomo la de Mackenzie, y ella entrelaza
sus dedos con los míos.
—Hola, cielo —digo en voz baja.
Sus párpados se agitan.
—Hola, guapo —dice.
—Estás preciosa.
Baja la mirada a su atuendo.
141
—¿Con vaqueros y suéter?
—Sí, con vaqueros y suéter, te ves absolutamente impresionante.
—Tengo un sombrero también. ¿Quieres verlo? —Agarra un
sombrero del asiento a su lado y posa, viéndose como un conejo de
nieve, como Claudia Schiffer al final de Love Actually.
Mi corazón hace saltos mortales, y mi voz es áspera mientras
digo:
—Te ves preciosa con sombrero. Te ves preciosa con cualquier
cosa. Quiero que nieve para que puedas salir y yo pueda besarte en la
nieve.
Une su mano con más fuerza con la mía.
—Quiero eso.
Alentado por su respuesta, espeto el deseo en mi corazón.
—Sal conmigo.
Ella parpadea.
—¿Qué?
—En una cita.
—¿Como la que vamos a tener?
Echo un vistazo a la esquina de la cafetería. Sam y Kyle están
conversando animadamente en la máquina de discos.
—Sí. Quiero que salgas conmigo. De verdad. Delante de la gente.
—¿Como que se lo digamos a los chicos?
Asiento, sintiendo una oleada de excitación. Sintiéndome bien.
—Sí.
La preocupación destella a través de su rostro mientras mueve su
barbilla hacia los chicos.
—¿Crees que lo saben?
—No lo sé. Tal vez seamos terribles en ocultar nuestros
sentimientos.
Sus ojos se encuentran con los míos. Están abiertos y llenos de
emoción.
—Podría ser porque me siento como que están tratando de
atraparnos como en Parent Trap.
Alzo una ceja.
—¿Parent Trap?
—Es una película. Lindsay Lohan hace de gemelas idénticas en
su debut en el cine, una actualización de una película de 1961 de
Disney —dice, después usa su mano—. Los detalles no importan. El
punto es que las niñas intentan juntar a sus padres de nuevo. 142
—¿Así que crees que lo saben?
—¿Qué es lo que saben, Campbell? —pregunta en voz baja, su
tono invitándome a decirle más.
Aprieto su mano bajo la mesa.
—Creo que saben que estoy loco por ti. —Mi piel se calienta, y mi
corazón golpea más duro, a la espera de una respuesta de ella,
inmediatamente mientras una sonrisa se extiende a través de su cara.
—Apuesto a que saben que yo también estoy loca por ti.
Ahora estoy sonriendo como un tonto feliz.
—Chicos inteligentes.
—Tan inteligentes —dice, y de alguna manera su sonrisa es
imposiblemente grande y aún más hermosa.
—Creo que pensaron todo esto de “malteadas y papas fritas” de
esta noche
—Eso estaría bien conmigo. Que estén contentos con nosotros —
dice con alivio en su voz, como si su aprobación fuera todo lo que
alguna vez quisiera.
Zapatos chirrían en el linóleo, y bajamos nuestras manos como si
estuvieran en llamas.
Una fracción de segundo más tarde, Samantha y Kyle aparecen
en la cabina, amplias sonrisas en sus rostros.
—Tenemos algo muy emocionante que queremos decir —dice
Samantha, rebotando en su Adidas.
—Es genial —dice Kyle.
La sonrisa de Mackenzie es más grande que la de ellos.
—Dígannos. Estamos listos.
—Muy listos —agrego, el entusiasmo rebosando en mí. La
posibilidad de que quizás quieran que estemos juntos es emocionante.
Samantha extiende sus manos.
—Imagínense esto: Un cuarteto de cuerda de música rock con
una cierta cantante.
Kyle me señala violentamente.
—Y queremos que seas nuestro maestro. ¿Estarías dispuesto a
hacerlo? No sólo enseñarme a mí, ¿sino ser el entrenador de todo el
cuarteto de cuerda? Samantha será nuestra cantante, y podríamos
tocar en más lugares en Manhattan y sería una nueva banda de rock
moderna genial.
Mi mandíbula casi cae.
No era una trampa para nosotros en absoluto.
No eran dos chicos metiéndonos en una cita. 143
Esto eran dos adultos tontamente pensando que su deseo de salir
coincidía con los intereses de sus hijos adolescentes.
Qué tontos fuimos.
Lo que estos chicos quieren no es que seamos una familia Brady
contenta y mezclada. Quieren que sus vidas rueden con normalidad.
Eso es todo en lo que están pensando. Eso es todo en lo que deberían
estar pensando.
Miro a Mackenzie, y cuando nuestros ojos se encuentran, todas
sus emociones son claras: Tristeza y resignación. Sentimos lo mismo
por el otro, así que sentimos la misma gran decepción ahora. Ella traga
y asiente, como si fuera doloroso. Entiendo eses gestos gemelos
completamente; tenemos que hacer lo que es mejor para ellos.
Ser amigos. Ser padres. Apoyarles en sus sueños.
No ser amantes que podrían no funcionar. Que podrían
separarse. Que podrían poner sus necesidades por delante de las de sus
hijos.
—Estaría feliz de enseñar a su nuevo cuarteto. ¿O es realmente
un quinteto? —pregunto, irónicamente.
—¡Sí! —Sam eleva un brazo en el aire con victoria—. Somos un
quinteto.
Se van y vuelven a la máquina de discos.
Suspiro, arrastrando una mano por mi cabello mientras
contemplo a Mackenzie.
—Creo que hemos querido creer que querían lo mismo que
nosotros.
Su voz es pesada.
—¿Tonta esperanza?
Asiento, con una sonrisa un poco autocrítica, una sonrisa de
tonto.
—Eso era. ¿Verdad?
Suspira.
—No esperan que estemos juntos, Campbell.
—Sí, lo sé. Son niños. Sólo quieren ser niños. Quieren aprender y
divertirse y explorar el mundo.
—Quiero eso para ellos.
Y esa es parte de la razón por la que me he enamorado de ella,
porque ella quiere esto tanto como yo.
—Yo también.
Ella espera un latido.
—Todavía estoy loca por ti, pero tal vez eso significa que
deberíamos dejar esto, nosotros.
Trago con dureza.
144
—Todavía estoy loco por ti también. Pero tal vez deberíamos
mantener las cosas como están.
Sus hombros caen.
—Si van a estar tocando juntos, será lo mejor para ellos, ¿no te
parece?
Sí. Ése es el truco. Creo que es mejor si continuamos poniéndolos
delante. Eso es lo que prometí hacer hace más de una década. Eso es lo
que siempre he hecho. Mackenzie no es una mujer al azar que no está
conectada con mi familia. Si ése fuera el caso, salir con ella no sería un
problema, pero está envuelta en mi vida ahora, y yo enredado en la
suya.
Es una receta para complicaciones a largo plazo.
Asiento.
—Mantener todo estable y seguro, eso es lo que queremos.
—Sí.
Esas palabras hacen eco, estable y seguro. Eso es lo que más nos
importa. Es por eso por lo que, durante el resto de la noche, no nos
volvemos a tomar de la mano.
Me meto en la cama después de medianoche, pasando un pulgar
sobre mi teléfono. Quiero enviarle un mensaje. Quiero decir algo. Decir
cualquier cosa. Pero si continuamos enviándonos mensajes,
continuaremos llamándonos, continuaremos viéndonos, y
continuaremos jodiéndolo.
No podemos hacer más esas cosas.

Campbell: Supongo que deberíamos dejar de enviarnos mensajes,


dado que vamos a ser buenos de una vez por todas.
Mackenzie: Probablemente tengas razón. Deberíamos volver a
ser… ¿madre y profesor?
Me duele decir que sí, pero es lo que tengo que decir. Arrancar la
tirita.

Campbell: Sí.
Mackenzie: De acuerdo.
Campbell: Adiós.
Mackenzie: Adiós.
145
Me temo que podamos hacer esto toda la noche, y alguien tiene
que pararlo, así que no respondo.
Capítulo 24
Mackenzie

T
odo me duele.
Me duele el corazón.
Me duele la cabeza.
¿Ahora mismo, sin embargo? Mis piernas piden clemencia a
gritos.
Mis muslos están quemando algo feroz, cortesía de la clase de
spinning de recaudación de fondos, Jamison y yo estamos pedaleando
para recaudar dinero para la leucemia un sábado por la mañana.
Como siempre, es festivo y alegre, ya que tiene el poder en su
lugar.
—El cuarteto de cuerdas es tan lindo. ¿No son adorables?
—Sí.
Pedalea, con el pecho en alto, la barbilla levantada, como si
tuviera toda la energía del mundo.
—Suenan tan bien. Fui a su práctica la otra noche. Fueron
brillantes en el concierto, y ya son diez mil veces mejores con la voz de 146
Sam cantando.
Eso es una exageración. Son tal vez un tres por ciento mejores,
aunque eso sigue siendo impresionante. Tienen un entrenador-
instructor que da lo mejor de sí mismo a los niños.
—Campbell está pateando traseros enseñándoles —añade
Jamison.
—Sí. —Mi voz es tan plana como mi corazón.
—¡Y Sam! Vaya conjunto de flautas que tiene. Sin embargo, no me
sorprende. Supongo que está en sus genes.
—Sí.
Jamison me mira fijamente.
—¿Alguien envenenó tu pastel?
Me estremecí pensando en la broma del arsénico que Campbell
hizo la noche que nos conocimos en The Grouchy Owl. Sacudo la
cabeza.
—No. Esto es difícil.
Me mira fijamente, viendo a través de mi calva mentira mientras
pedalea como si el viento estuviera bajo sus velas.
—Has estado entrenando durante meses. Puedes hacer esto
mientras duermes.
Me río con rudeza.
—No puedo pedalear mientras duermo. Es un poco difícil.
Pero el hecho es que puedo hacerlo mejor, así que me concentro,
montando más fuerte, aunque me gustaría que esto fuera más fácil. No
el spinning, sino la ruptura.
El sándwich Campbell de pavo frío que he estado comiendo sabe
terrible.
Es como un plato de miseria, seguido por un vaso de amarga
tristeza.
No hemos tenido ningún contacto excepto en las clases, y me he
mantenido al margen durante las mismas.
No nos hemos enviado mensajes. No nos hemos llamado. No
hemos visto programas juntos, y no hemos aterrizado desnudos en la
cama del otro accidentalmente o a propósito. Tampoco he ido a su casa
a hacer videos o a compartir recetas con su hija.
Eso hace que me duela aún más el corazón. Me agrada
Samantha, y también la extraño.
He hecho todo lo posible por meterme en el trabajo, poniendo toda
mi energía y concentración en un nuevo proyecto de diseño. Pero
cuando trabajo en un efecto de ráfaga de sol, pienso en su maldito
tatuaje.
Y eso dificulta la concentración. 147
Está en todas partes. Todo me recuerda a él.
La vida es tan injusta. ¿Quién decidió que las rupturas tenían que
doler más que pisar Legos?
Cuando termina el evento de ciclismo, Jamison empuja ambos
brazos en el aire, salta de su bicicleta, y me felicita por lograrlo.
Salgo de la habitación con piernas de gelatina y quiero darme una
bofetada por haber pensado en ese adjetivo. Eso es lo que Campbell me
hizo la primera noche que estuvimos juntos: Me dio cuatro orgasmos y
me redujo a gelatina.
Pero no son los Os los que extraño locamente. Es el hombre.
En el vestíbulo del gimnasio, Jamison y yo tomamos un poco de
agua.
—¿Sabes por qué creo que tu pastel está envenenado?
Morderé el anzuelo.
—¿Por qué?
—Un tipo. Es sobre un tipo.
—Oh, ¿lo es?
Sonríe.
—Es el profesor de música. Siempre has estado enamorada de él.
Y por si sirve de algo, creo que deberías decírselo.
Me burlo, como si no hubiera acertado, y me sacudo el cabello.
—Por favor.
Jamison pone los ojos en blanco.
—No lo niegues, Mackenzie. Es tan obvio que es mejor que te lo
tatúes en la frente.
—¿Es así?
—Dame algo de crédito. Me di cuenta en el concierto. La forma en
que lo miraste. La forma en que te miraba. Así es como ves a Idris Elba.
Así es como todos miramos a Thor.
Me río.
—Eso es ridículo.
—Todo el mundo ama a Thor.
—Cierto —lo reconozco, porque eso es tan cierto como la ley de la
gravedad.
—Y mira, si Thor te quisiera de la misma manera que el resto del
mundo lo quiere a él, te diría que lo hicieras. Deberías ir tras ello con
Campbell.
—No es tan simple —digo con un poco de tristeza.
Se encoge de hombros. 148
—¿Por qué no? Algunas cosas son simples.
—Es el profesor de Kyle.
Jamison se agarra a sus mejillas.
—Oh, Dios mío. Tienes razón. Eso significa que nunca deberías
tocarlo.
—Hablo en serio.
Se encoge de hombros.
—Siempre hay algo. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Sales con
él, resulta ser un gran idiota, rompes con él, y encontramos un nuevo
profesor? —Chasquea los dedos—. Hecho. Si te rompe el corazón, lo
coceré en un pastel de carne como Sweeney Todd, y encontraré un
nuevo profesor que sea mejor que la calle 42.
Me río ligeramente.
—Te amo a ti y a tus planes de venganza. Pero en realidad, Kyle lo
adora. Kyle está prosperando con él.
Jamison pone las manos en sus caderas.
—Los niños son resistentes, Mackenzie. Kyle lo está haciendo
muy bien porque hemos criado a un gran chico. No sacrifiques tu
propia felicidad por esto.
—Pero, ¿cómo sé si puedo ser feliz con Campbell? ¿Cómo sé si
vale la pena el plan de salida de Sweeney Todd si llega a ese punto?
¿Y si me rompe el corazón? El pensamiento me aterroriza, dado
que mi corazón siente que ya le pertenece, y eso le da poder sobre su
destino.
Pero… ¿y si no lo rompe?
—No lo sabes. De todos modos, aprovecha la oportunidad —dice.
Levanto las manos. Estoy cansada de hablar en círculos.
—En realidad, a la mierda. Es mejor que sepas la verdad.
Tuvimos algo durante un tiempo. Y fue maravilloso, porque él es
maravilloso. Pero decidimos terminar las cosas por los chicos.
Un destello de triunfo brilla en los ojos azules de Jamison.
—¡Lo sabía! Sabía que había algo entre ustedes dos. Y ahora
tienes que contármelo todo.
Me agarra de la muñeca, me lleva a una cafetería y me sirve café
con leche hasta que confieso. Para que conste, un café con leche de
vainilla es todo lo que necesito como suero de la verdad.
Jamison golpea la mesa con sus puños, grita y vitorea mientras
comparto los detalles básicos.
—Ustedes dos son tan perfectos juntos, es asqueroso, pero de una
manera hermosa —dice.
Me río.
149
—Bueno, gracias. Me alegro de que nos encuentres asquerosos.
—Asqueroso, encantador y perfecto. Lo apruebo. Y ahora no
puedes echarte atrás. Tienes que ir tras esto. Esto es mucho más de lo
que pensaba. —Extiende la mano a través de la mesa y aprieta la mía—.
Kyle lo entendería totalmente.
—¿De verdad lo crees?
Mientras Jamison asiente, un núcleo de esperanza se eleva en mí,
una burbuja de posibilidades.
—Absolutamente —dice, y luego agrega—: Sabes, podrías hablar
con Kyle y discutirlo con él. A ver cómo se siente.
Tiemblo. El pensamiento es vagamente aterrador.
—No quiero estropear las cosas si es feliz.
—No te das suficiente crédito por lo buena que eres para hacer las
cosas.
Le doy una mirada escéptica.
—¿Crees que soy buena en eso?
—Por supuesto que sí. Y eres una malabarista de primera. —
Hace malabares con mímicas—. No sólo eres buena para hacer las
cosas bien. Eres muy buena en eso. Míranos a ti y a mí, a ti y a Kyle, a
ti y al diseño gráfico. Sabes cómo resolver las cosas. Ahora, deja de
estar tan asustada y hazlo.
Ve tras ello.
¿Debería?
¿He estado equivocada todo el tiempo sobre mi historial?
Siempre he pensado que era defectuosa. Pero tal vez he estado
mirando mi vida a través del prisma equivocado. Quizás he descubierto
cómo sacar el máximo partido de lo inesperado. El embarazo
inesperado, el cambio inesperado de carrera, convertí esas curvas en
home runs.
Campbell también ha sido inesperado, supongo. Nunca pensé que
caería en una aventura de una noche, y nunca pensé que resultaría ser
el tipo del que estoy enamorada.
Porque eso es lo que pasa con Campbell.
Por eso estoy tan triste.
Amo a ese tipo.
Lo quiero como mío.

150
Capítulo 25
Campbell

—¿Cómo suena eso para una lista de canciones?


Mis zapatillas golpean el suelo en Central Park mientras subo una
colina con JJ.
—Genial —respondo, aunque no tengo ni idea de qué canciones
ha cantado. He estado pensando en Mackenzie la mayor parte del
tiempo. Preguntándome qué está tramando. Curioso respecto cómo ha
sido su semana.
—Excelente. Cantaremos “London Bridge is Falling Down”,
entonces.
Dirijo mi mirada a mi compañero de banda.
—¿Qué?
JJ se ríe a carcajadas.
—Amigo, no tienes idea de lo que he estado hablando.
—Claro que sí. —Trato de encubrir mi falta de atención—. Has
estado hablando de lo genial que es que los Righteous Surfboards se
hayan convertido en algo, de cómo tenemos seguidores, y luego 151
estuvimos repasando canciones para nuestro próximo concierto en The
Grouchy Owl.
Mueve los ojos cuando llegamos a la cima de la colina.
—Dije eso hace cinco minutos.
Atrapado.
—Lo siento. Estaba concentrado en correr.
Se mofa.
—No creo que estés concentrado en correr. Has estado distraído
toda la semana.
—¿Lo he hecho?
El aire de otoño es fresco, y el viento pasa a nuestro lado.
—Has estado en otra parte, hombre. Apenas te has concentrado
en nada de lo que dije sobre la banda. ¿Aún quieres hacer esto?
Me enfurezco ante la sugerencia de que no estoy del todo
involucrado.
—Por supuesto.
Me pega en el brazo.
—Entonces tal vez necesitas averiguar por qué no has sido capaz
de mantenerte concentrado. Está bien si tienes mierda en la cabeza.
Respeto eso. Sólo sé honesto conmigo al respecto. ¿Necesitas un
descanso?
Necesito un descanso de mis propios pensamientos.
Necesito un descanso del hecho de que extraño a Mackenzie como
si fuera una religión.
Pero, sobre todo, lo que necesito es un descanso.
No hablar con ella a diario es brutal. Sam y los chicos del
cuarteto de cuerdas se están divirtiendo mucho, pero yo me divertiría
aún más si los cuatro pudiéramos pasar el rato juntos de nuevo:
MacKenzie, Sam, Kyle y yo.
Eso es lo más loco. No sólo extraño a la mujer. Echo de menos
estar con ella y su hijo. Echo de menos que pase tiempo con mi hija, y
anhelo los momentos en que los cuatro estuvimos juntos.
Eso es lo que quiero recuperar. Todo ello. Quiero a Mackenzie y a
nosotros cuatro.
Lo quiero todo.
De alguna manera.
—No. No necesito un descanso —le digo a JJ cuando nos topamos
con una sección plana del camino, y le doy mi enfoque como se merece.
Cuando terminamos, estoy tentado de llamar a Mackenzie. Para
tratar de averiguar cómo hacer esto. Pero aún no estoy listo. Necesito
idear un plan de juego. Necesito hablar con alguien más. 152
Pero ese alguien no está en casa cuando vuelvo de mi carrera.
Está en la práctica de fútbol, y tal vez sea lo mejor, ya que aún no estoy
seguro de qué decir.
Elijo el plan B cuando Miller me manda un mensaje y me pide
que me reúna con él para almorzar.
Miller siempre está contento. Tal vez se me pegue.
Capítulo 26
Mackenzie

—¿… de qué instrumento vino?


Mi mente apenas registra las
palabras de la anfitriona del nuevo pub
que hemos estado probando para las
trivias del sábado por la tarde. Sólo puedo pensar en las palabras de
Jamison de hoy. Su consejo. Su aliento. Es lo único en lo que pienso.
Roxy chasquea los dedos delante de mí.
—Tierra a Mackenzie.
Parpadeo y encuentro a Roxy mirándome, sus ojos como los de
una rana.
—¿Qué?
—La pregunta —dice con urgencia—. ¿Cómo es que no lo sabes?
Pensé que eso sería algo que tú sabrías.
Se me caen los hombros.
—Me perdí totalmente la pregunta. Lo siento mucho. Me estaba
quedando dormida.
153
—El dicho: “ponte un calcetín en la boca”; viene de…
Suena un timbre desde el teléfono de la anfitriona.
—Se acabó el tiempo.
Gimo mientras miro la línea de respuesta en blanco para esa
pregunta.
—Es Vitrola. Apesto.
La expresión de Roxy se suaviza y me da una palmadita en la
mano.
—Has estado así todo el día. ¿Te hiciste una lobotomía, o los
extraterrestres se hicieron cargo anoche?
Me río con tristeza.
—Sólo estoy pensando.
—Me doy cuenta. Puedo ver literalmente los engranajes girando
en tu cabeza.
—No puedes verlos literalmente.
Apunta a mi cráneo.
—Oh, sí puedo. Giran rápidamente en tu gran cerebro. —Inclina
la cabeza—. ¿Qué es eso? ¿Qué ha puesto un calcetín en tu cerebro?
Respiro profundamente.
—Jamison cree que debería hablar con Kyle y decirle lo que siento
por Campbell. Básicamente, pedir su bendición o algo así.
Me preparo para que diga que es una locura.
—Jamison tiene razón —dice Roxy, con toda naturalidad.
—¿La tiene?
—Tiene tanta razón que da miedo lo acertado que es.
—¿Estás segura de que no estás diciendo esto para recuperar el
enfoque de tu compañera de trivias?
Sacude la cabeza, alborotando su cabello rojo.
—Lo digo porque algunas cosas en la vida son simples. Las
complicamos con preocupaciones, pero al final del día, esto es algo
simple. Le dices a tu hijo cómo te sientes, te aseguras de que le parezca
bien y luego tomas tu decisión. —Toma un sorbo de su té helado y
luego guiña el ojo—. Y también necesito una compañera de trivias con
enfoque láser.
Me río, y cuando la anfitriona lanza la siguiente pregunta sobre el
nombre original de los Beatles, estoy en eso tan rápido que no es
ninguna sorpresa que ganemos toda la ronda.

154
Capítulo 27
Campbell

M
iller no está solo cuando lo encuentro en la cervecería del
East Village, la que también alberga juegos de arcade
retro. Está apretando una palanca de mando en una
consola Frogger, y a su lado hay una morena que reconozco al instante.
Me acerco a ellos justo cuando la rana de Miller muere
brutalmente.
—¡Ja! ¡Gané! —dice Ally, empujando un puño victoriosamente en
el aire. Los brazaletes enredan sus muñecas, y sus ojos azules brillan.
Se da la vuelta y le choca los cinco.
—Algún día te venceré.
Juro que Miller tiene la mano chocando los cinco más tiempo del
que lo he visto hacerlo en el pasado.
Sus ojos encuentran los míos. Se suelta y se aclara la garganta.
—Hola.
Ally se da la vuelta y me da un gran abrazo.
—¡Campbell! Me alegra verte. Espero que no te importe que haya 155
estropeado tu cita de almuerzo fraternal.
—En absoluto. Hace tiempo que no te veo. ¿Cómo diablos estás?
¿Cómo está Chloe? ¿Cómo va el trabajo?
Ally muestra una sonrisa cuando menciono a su hija.
—Ella está genial. Está pasando el rato con mi hermano y Macy
esta noche. Y el trabajo está muy ocupado, pero es bueno, así que no
me puedo quejar. Menos mal que puedo desahogarme llevando a este
desgraciado a los videojuegos.
Miller mira a Ally.
—Pero vas a ayudarme, ¿verdad? Llevas años diciendo que
puedes ayudar a mejorar mi puntuación en Frogger, Q*bert y Donkey
Kong. Desde que nos conocimos.
—Él cree que puedo ser su tutora de videojuegos —dice Ally,
poniendo los ojos en blanco como si fuera el colmo de la hilaridad.
—Oye. Eres increíble en eso. Además, necesito ser hábil en todas
las cosas divertidas y juegos.
Ella le da palmaditas en el hombro.
—Ya, ya, ya. Pobre Miller. Es triste cuando no has dominado toda
la diversión del universo, lo sé.
Nos dirigimos a una mesa, y después de ordenar, inclino mi
barbilla hacia Ally, agradecido de tenerlos a los dos para una doble
distracción hoy.
—¿Te dijo que he estado tratando de convencerlo de que empiece
a cantar con Rebecca Crimson?
Ally endereza su columna vertebral.
—¿Quieres que cante con Rebecca?
—¿No crees que sonarían fantásticos?
Ally me mira fijamente, con la expresión en blanco. No dice nada.
Miller interviene.
—Entonces él dijo que podría cantar contigo.
—¿Y qué le dijiste a eso? —La expresión de Ally sigue siendo
estoica.
Miller le da una mirada curiosa.
—Le dije que nunca cantarías conmigo, ya que eso arruinaría
nuestra amistad. Esa fue la respuesta correcta, ¿verdad?
Parece relajarse, pero cuando dice que sí, me pregunto si esa no
es la respuesta correcta, si hay una razón más profunda por la que los
dos nunca han intentado cantar juntos. Si hay más de ellos dos en
general.
Pero antes de que pueda aprovechar las posibilidades de mi 156
hermano y su mejor amiga, Ally me sonríe alegremente.
—Dime qué has estado haciendo. Quiero saberlo todo. Miller dijo
que te va muy bien con la enseñanza, y puede que haya una nueva
mujer en tu vida.
Miller pone una palma en la mesa.
—Sí, tu enamoramiento. ¿Cuál es la historia?
Suspiro y luego decido dar los detalles. Después de darles lo
básico, me trago mi orgullo y pido consejo.
—¿Qué hago ahora?
Ally mira a Miller, sonriendo tímidamente. Él le devuelve la
sonrisa, pero parece confundido.
—¿Para qué es eso? —le pregunta.
Ella lo está mirando.
—Es tan adorable. ¿No te parece adorable? Como, ¿escribir una
canción sobre eso es adorable?
Los ojos de Miller se iluminan.
—Eso sería una gran melodía.
Frunzo el ceño.
—¿Cómo me está ayudando eso?
Ellos miran para otro lado y se vuelven hacia mí.
—¿No es obvio? —pregunta ella.
Miller se arremanga la camisa.
—Esto es lo que tienes que hacer.
Me inclino y escucho, y mientras lo explican, me pregunto si son
locos o brillantes.

157
Capítulo 28
Mackenzie

C
uando Kyle regresa a casa después de la práctica esa tarde,
mi estómago está en nudos, tan retorcido como están de
mezclados mis sentimientos. No es que sea una cosita
delicada. Es sólo que lo amo tan jodidamente tanto, y quiero todo para
los dos. Quiero la vida de "perra afortunada".
Deja la caja del violín y anuncia que está hambriento.
—Menos mal que hice uno de mis sándwiches espectaculares. —
Le deslizo un plato y me habla de su práctica mientras come.
Lo escucho. Una vez que termina, estoy lista para el piso. He
esperado lo suficiente, y no va a ser más fácil si espero a que se termine
el sándwich. Respiro profundamente, me encuentro con sus ojos y
hablo con el corazón.
—Kyle, ¿cómo te sentirías si quisiera salir con tu profesor de
música?
Inclina la cabeza.
—¿Campbell?
—Sí. —La preocupación sube por mi garganta.
Se rasca la mandíbula. 158
—Pensé que ya estaban saliendo...
Balbuceo.
—¿Sí?
—¿No es así? Siempre lo acompañabas a la puerta, le dabas
sándwiches y lo invitabas a quedarse a cenar. La forma en que se
hablaban me hizo pensar que estaban saliendo.
He sido atrapada por mi hijo. Mis mejillas están calientes y rojas.
—Me gusta. Me gusta mucho —digo.
Se encoge de hombros despreocupadamente.
—Entonces deberías salir con él. Tener citas con él. Como sea que
lo llamen los adultos hoy en día.
¿Es así de simple? Evidentemente, lo es para un niño de trece
años.
—¿Debería? —pregunto porque quiero estar segura.
Toma otro bocado, masticando pensativamente antes de dejar el
sándwich.
—Pensé que ya lo hacían, pero tal vez lo dejaste porque estabas
un poco triste.
Y, sí, soy así de transparente, así que le doy total honestidad.
—He estado triste. Me gusta, pero me preocupaba que te
complicara las cosas si salía con él. ¿Y estás seguro de que no te
molestaría?
Se ríe un poco.
—Mamá, no me importa si sales con él.
—Pero ¿qué pasa si no funciona?
—Podemos hacer las clases en casa de papá si no quieres
encontrarte con él. O alguien más puede enseñarme. Estoy bien con lo
que sea que decidas. —Se zambulle de nuevo en el sándwich, sonriendo
mientras lo termina—. Oye, ¿has oído que los Yankees podrían estar
poniendo a su primera base en el bloque comercial?
—No, cuéntame más.
Mientras escucho los detalles de la especulación comercial más
reciente, no estoy segura de por qué estoy tan sorprendida de que Kyle
esté bien con esto. No debería sorprenderme. Después de todo, crie a
este chico para que aguantara los golpes. Le enseñé a manejar lo que la
vida le deparara. Y está haciendo exactamente eso. Lo está haciendo
admirablemente.
Me está diciendo que la vida lo hará cambiar, y que pueden ser
para bien o para mal, pero sea lo que sea que sea, él puede manejarlos.
Eso me hace feliz. Ridículamente feliz.
Cuando limpia su plato, me da las gracias por hacer el sándwich. 159
—¿Y mamá?
—¿Sí?
—Si funciona con Campbell, sería genial. Si no funciona, eso
apestaría, pero apestaría más para ti que para mí. Y si apesta para ti, le
daré un puñetazo, le daré una paliza y básicamente haré que su vida
sea miserable. ¿Eso suena razonable?
Me río.
—Suena increíblemente razonable.
—Bien. —Chasquea los dedos, como si se acordara de algo—.
Necesito ir a la tienda de música. ¿Puedes venir conmigo?
—Por supuesto —digo, encantada de que todo sea como de
costumbre con la persona que más quiero.
Capítulo 29
Campbell

C
uando regreso a casa esa tarde, sopeso la sugerencia de
Miller y Ally. No es una mala idea del todo. Pero no es el
siguiente paso que necesito dar. Antes de que pueda hacer
eso, necesito hablar con mi hija.
La encuentro en la cocina, sosteniendo un plato de galletas.
Galletas ordinarias con chispas de chocolate. Oh-oh. Eso significa que
no está horneando para su programa. Está horneando para mí.
—Papá. —Deja las galletas y señala un taburete en el mostrador—
. Siéntate. Tenemos que hablar.
En privado, me muero de preocupación. Una preocupación
lamentable.
—¿Es ahora cuando me hablas de un chico que te gusta?
He estado temiendo este momento toda mi vida.
—Es algo así.
Me abrazo. Sabía que esto llegaría pronto. Me doy una charla de
ánimo mientras cruzo al mostrador. Estoy listo. Puedo manejarlo.
Puedo ser un gran padre y darle un gran consejo sobre tipos. 160
Mantente lejos, muy lejos de ellos.
—¿Qué está pasando? ¿Cuál es su nombre? Háblame.
Me mira fijamente.
—Su nombre es Campbell Evans.
Me estremezco de sorpresa.
—¿Qué?
—Esta conversación es sobre ti. —Mueve los ojos como la
campeona que es—. Sé que te gusta Mackenzie.
Empiezo a hablar, pero hace un gesto de silencio con la mano.
—No hables. Tengo cosas que decir ahora mismo.
Levanto mis manos en rendición.
Desliza el plato hacia mí.
—Toma una galleta.
Rechazarla no es una opción, así que muerdo una, y es deliciosa.
—Sé que te gusta mucho. Ha sido obvio desde el primer día.
También puedo decirte que rompiste con ella.
Trato de hablar alrededor de la galleta.
Samantha niega con la cabeza.
—No. Necesitas escuchar ahora mismo, porque me preocupa que
vayas a tomar una decisión tonta. Y por eso necesito hablar. Puedo ver
que ustedes se separaron. Lo puedo decir por el hecho de que estás
deprimido. Soy una mujer. Tengo intuición y puedo sentir estas cosas.
Sé que tú también le gustas.
Intento frenar una sonrisa, pero es un esfuerzo inútil.
—Escucha, papá. Este es el asunto. Kyle y yo hemos hablado de
esto.
—¿Lo han hecho? —Apunto a mi pecho—. Oh, espera. ¿Puedo
hablar?
—Se te permite una pregunta. La pregunta de lo hicieron. Sí,
hemos hablado de ello. Somos muy maduros y sabemos cómo manejar
esto.
—¿En serio? ¿Sabes cómo manejar esto?
Asiente con un aspecto solemne.
—Queremos que sepan que, si volvieran a estar juntos, tendrían
nuestra bendición.
Sonrío y me río.
—¿Hablas en serio? Porque venía a casa a hablarte de esto, Sam.
—¿En verdad? —Baja la guardia de su chica dura.
—Así es. Tienes razón en todo. He estado deprimido y triste. Estoy
loco por Mackenzie, pero no estaba seguro si era una mala idea
161
involucrarse con alguien que ya está envuelto en nosotros. Pero la he
extrañado tanto que quería hablar contigo de ello.
—Papá, eso es tan dulce —dice, una sonrisa se extiende en su
rostro—. Me honra que hayas querido preguntar. Pero es tu vida, y
quiero que seas feliz. Esto es lo más feliz que has estado. Y aunque no
recuerdo a mamá, nunca vi que te preocuparas tanto por una mujer.
Creo que sería una tontería si no te arriesgaras con ella.
Se me forma un bulto en la garganta y lo trago. Las casi lágrimas
no son por la madre de Sam, y ni siquiera son por Mackenzie. Son por
esta increíble chica mía y lo mucho que ama a la gente en su vida.
Me hace darme cuenta de que no me fue tan mal criándola solo.
De hecho, he criado a una niña increíble que se está convirtiendo en
una persona fantástica. La acerco y la envuelvo con mis brazos.
—Saliste muy bien, ¿lo sabías?
Apoya su mejilla contra mi hombro.
—Eso es porque tengo un gran padre.
Cuando nos separamos, se pasa la mano por el rostro. Le pongo
una mano en el cabello.
—Te quiero, Samantha.
—Te quiero, papá —dice, luego me sonríe y me da un puñetazo en
el brazo—. Y deja de preocuparte. Todo va a estar bien. La niña está
bien, y el padre también.
Sonrío más de lo que nunca lo he hecho.
—Eso es lo mejor que me han dicho en la vida.
—Está bien, tonto. Vamos a buscar a tu mujer.
—Suena como un plan.
—Además, la mirada en tu rostro ahora mismo no tiene precio. —
Sostiene su teléfono, toma una foto y me la muestra—. Esta es la
imagen de un tipo que se está enamorando.
Niego con la cabeza.
—Te equivocas, Sam. Este es un tipo que ya está enamorado.
Señala la puerta.
—Bien. Entonces, tenemos que ir a un lugar.

162
Capítulo 30
Mackenzie

—P ensé que la tienda de música quedaba a dos cuadras de


Lexington —digo cuando Kyle gira en la calle 36.
Sacude la cabeza.
—La que me gusta está al final de la calle.
Le lanzo una mirada como si se hubiera vuelto loco.
—No estoy tan segura. Esta cuadra está llena de restaurantes y
tintorerías y…
Me detengo cuando me doy cuenta de lo que hay en esta cuadra.
Un restaurante.
—¿Kyle? ¿Vamos a una tienda de música?
Sus ojos brillan.
—¿Quién diría? Es de Willy G. No tenía idea de que la tienda de
música estaba justo al lado del restaurante. Y mira quién está ahí.
Señala la puerta y a las dos personas que están frente a ella: 163
Campbell y su hija.
Kyle se golpea la frente.
—Mamá, recuerdo dónde está la tienda. Está dos cuadras más
arriba. Nos vemos luego.
Kyle gira y sale corriendo hacia la esquina. A él se le une su
compañera en la trampa atrapa padres mientras Sam se escapa
también, corriendo por la calle y alejándose de su padre.
—Vaya. ¿A dónde van ustedes? —grita Campbell con una voz
fuerte, autoritaria y un poco caliente.
Sam se despide con la mano.
—No te preocupes. Vamos a tomar un helado. Vuelvo enseguida.
Se han ido. Sólo un par de chicos de Nueva York, yendo por la
ciudad.
Me acerco a Campbell, bebiendo la vista de él en sus vaqueros y
jersey de lana, su rastrojo tan sexy como la noche en que lo conocí. Su
cara es aún más hermosa, ya que conozco al hombre detrás de su
hermoso exterior.
Me detengo en la puerta, las mariposas aleteando dentro de mí,
los colibríes batiendo sus alas.
—Hola.
La palabra de dos sílabas sale entrecortada, pero llena de
significado.
Me saluda con una hermosa sonrisa que ilumina el cielo nublado
de la tarde.
—Hola, cielo.
Inclino mi frente hacia los niños, quienes claramente, sin hacer
preguntas, planearon esta reunión. No sé quién le envió el mensaje a
quién, y no sé si eso importa.
—Creo que es seguro decir que esta es oficialmente la trampa
atrapa padres.
Sonríe.
—Sí, creo que sí, y no podría estar más feliz. Me han dado la
bendición oficial para invitarte a salir.
Me río con alegría. Tan alegremente.
—¿Qué me dices? Hoy también obtuve mi bendición oficial.
Él toma mi mano y une sus dedos con los míos, y sonreímos como
almejas felices.
—¿Te gustaría tener una cita oficial conmigo en Willy G's? Tienen
las mejores malteadas y papas fritas de toda Nueva York.
—Me encantaría.
Me abre la puerta, y entramos y tomamos un puesto. Nos 164
sentamos en el mismo lado, y antes de pedir, me pone las palmas de las
manos en la mejilla y roza mis labios con un beso. Me estremezco por
ese simple toque.
—Estoy deseando que llegue más tarde.
Me besa de nuevo.
—Bien. Tengo un suministro interminable para ti.
Nos separamos, y no puedo dejar de mirarlo, no puedo dejar de
saborear este momento.
—Así que estamos saliendo. Me gusta salir contigo.
—En realidad —dice lentamente—, hay algo que necesitas saber
primero.
Me pongo tensa. ¿Hay algún otro obstáculo que tengamos que
superar? ¿Otra razón por la que no podemos estar juntos?
—¿Qué pasa?
—Ya hemos pasado uno de esos hitos que ocurren cuando sales
con alguien.
Me relajo, me río.
—¿Quieres decir orgasmos?
—Eso no, cielo. Uno diferente. Porque esto es más que una cita.
Esto es estar juntos. —Pasa el dorso de sus dedos por mi mejilla,
bloqueando sus ojos con los míos—. Estoy enamorado de ti.
Mi corazón se eleva fuera de mi pecho.
—Yo también estoy enamorada de ti.
Me acerco y beso su mandíbula, la comisura de su boca, sus
labios. Lo beso lentamente, un beso tortuoso que lo hace gemir. Me tira
más cerca, susurrándome al oído.
—Ahora todo lo que quiero hacer es sacarte de aquí y tomarte.
Me río y retrocedo.
—Mejor que sea una buena chica, entonces, ya que ahora no es el
mejor momento para eso.
Desliza su mano por mi espalda, apretando la parte superior de
mi trasero.
—¿Qué tal si le compro a la buena chica que amo un batido y
papas fritas?
—Suena como un razonable premio de consolación.
Un poco más tarde, nuestros hijos aparecen, agarrando el banco
frente a nosotros.
—¿Están finalmente juntos? —pregunta Sam con una exagerada
rabia.
165
Campbell me rodea con su brazo, apretando mi hombro.
—Estamos juntos.
—Tomó mucho tiempo —dice, fingiendo estar molesta.
Kyle se aclara la garganta.
—Nos tocó ayudarlos. ¿Qué harían sin nosotros, Sam?
—Estarían tan tristes —dice con el ceño fruncido.
—Gracias a Dios por nosotros.
Samantha mira a su padre.
—Papá, ¿crees que deberías invitarla a tu espectáculo esta
semana en The Grouchy Owl? Porque apuesto a que le encantaría ir.
—Veo que la trampa atrapa padres continúa, y creo que esto es lo
que va a ser salir contigo —le digo a Campbell.
Sam se ríe.
—Somos una especie de paquete.
Kyle dice:
—Lo mismo digo.
—Deberías besarla —dice Sam.
Campbell sacude la cabeza.
—No la voy a besar delante de ustedes dos.
Kyle finge tener arqueadas, y Sam se ríe y luego levanta una
mano y choca los cinco con mi hijo.
De alguna manera, eso es todo lo que necesito para decidir que
tiene sentido acercarme al chico que amo y darle un beso rápido delante
de nuestros hijos.
Un beso casto.
Aun así, es todo tipo de epopeya. Especialmente cuando los
cuatro disfrutamos de nuestra merienda juntos y luego vamos al cine.
Es un día perfectamente inesperado.

166
Epílogo
Campbell

M
ientras afino mi guitarra, Mackenzie acierta otra
pregunta, dando en el clavo cuando Big Ike cuestiona
qué palabra va antes de vest, beans y quartet.
Mi mujer me mira y vocaliza string, luego rebota en su asiento
mientras procede a escribirlo en el papel frente a ella. Estoy dispuesto a
apostar que acertará cada pregunta esta noche, y tengo razón cuando
su equipo es anunciado como el ganador antes de que nuestra
actuación empiece.
La vitoreo, luego me vitorea cuando enciendo el micrófono y los
chicos y yo nos lanzamos en uno de los temas favoritos de nuestros
fans.
Esta vez, la audiencia se sabe la canción. No somos famosos, pero
tenemos suficientes seguidores para que la multitud pueda cantar con
nosotros.
Es por eso que The Grouchy Owl se siente un poco como casa, y
me gusta eso. Me gusta tener un lugar donde pueda tocar, un lugar
donde pueda ser yo mismo. He extrañado el escenario, y esta banda me
ha dado una salida a ese profundo y duradero amor mío. 167
Después de una canción, Miller aparece, dándome una
inclinación de barbilla mientras deambula. Lo invité, así que no me
sorprende verlo.
Sin embargo, lo que me sorprende es que Ally también está aquí.
Supongo que no debería estar sorprendido. Son mejores amigos, y
pasan el rato todo el tiempo. Pero algo parece diferente entre ambos
ahora, y no sé si fue esa chispa de celos que vi en los ojos de ella en la
cervecería o si estoy viendo en Miller una nueva conciencia de la mujer
que ha sido su mejor amiga por mucho tiempo.
Mientras se dirige a la barra con ella, los saco de mi mente.
Estoy mucho más interesado en la mujer que está bailando para
mí. La mujer que voy a llevar a casa esta noche.
A mi casa.
Porque mi hija está en casa de una amiga y su hijo está con su
padre, y después de tocar en esta presentación, voy a tocar el cuerpo de
Mackenzie toda la noche.
De hecho, es hora de hacérselo saber.
Bueno, no con esas palabras exactas.
Pero cuando terminamos el tema que estamos cantando,
pregunto al público si están listos para una nueva canción.
—¿Aceptas peticiones? —grita Mackenzie con una sonrisa boba.
Encuentro su mirada, dándole una sonrisa astuta.
—Podría. ¿Qué quieres?
—“Bring Him Home”.
Cade resopla desde su lugar sobre el escenario.
—De ninguna manera Les Mis.
Mackenzie sugiere algunos temas pop, ya que ha estado
ampliando su repertorio musical.
Niego a cada petición.
—¿Qué tal una nueva canción que escribí?
—Ve por ello —grita Miller desde la barra, y asiento hacia él.
—Fue tu idea —le digo, ya que esto es lo que Ally y Miller
sugirieron que hiciera en la cervecería… escribirle una canción—. Esto
es para cierto alguien a quien me gusta llamar cielo.
Entonces canto el nuevo tema.
Es sobre enamorarse inesperadamente. Es sobre arriesgarse. Es
sobre dares cuenta que siempre va a haber una razón para estar
separados, pero que hay muchas más razones para estar juntos.
Cuando la canción termina, extiendo mi mano y tiro de Mackenzie
hacia el borde del escenario. Planto un enorme beso en sus labios, uno
que dice que es toda mía y todos pueden saberlo. 168
—Amo tu nueva canción —susurra.
—Yo te amo a ti.

Más tarde esa noche, cuando estamos solos en mi casa por


primera vez, la desnudo completamente. La extiendo sobre mi cama,
saboreando su cuerpo, besándola por todas partes. Le hago el amor y se
siente como el inicio de una fantástica nueva vida juntos.
Cuando terminamos, se acurruca a mi lado y pasa sus dedos por
mi pecho.
—Voy a hacerte panqueques por la mañana.
Poso un beso en su frente.
—Me gusta que te guste alimentarme.
—Me gusta alimentarte, y me gusta escuchar música contigo, y
me gusta ver The Discovery Prism Show contigo. Más que nada,
simplemente me gusta pasar el rato contigo.
La acerco más.
—Creo que eres bastante épica.
—Creo que también eres bastante épico.
Entonces, vemos un episodio de nuestro programa favorito. En la
cama.
Es mucho mejor que verlo en el teléfono, porque una vez que
salen los créditos, la tengo de nuevo.
Una vez más.

169
Otro Epílogo
Mackenzie

M
i boca se está haciendo agua.
—¿Cuánto tiempo más? —le pregunto a
Samantha, esforzándome por controlar la súplica en mi
voz. ¿Pero puede alguien en el mundo culparme? Las
galletas con mermelada de cereza que está haciendo para la fiesta de
Navidad que celebramos esta noche huelen al paraíso.
Como lo hacen las galletas de jengibre con relleno de crema de
mantequilla y caramelo. Por no mencionar las bolas de mantequilla de
maní cubiertas de chocolate.
—Casi están listas —dice Samantha, mirando el temporizador en
el horno.
—Estoy muriendo, Sam. Muriendo, te digo —comento,
desmayándome dramáticamente cerca del fregadero como si fuera a
desfallecer en la cocina.
—Esto es ciertamente tortura al más alto grado —añade Ally,
hablando desde su lugar ante la encimera junto a Chloe, donde están
espolvoreando azúcar glas sobre el budín de pan y Nutella—. Deberías
intentar hacer esto sin meter todo tu rostro en el bol —dice Ally. 170
—Creo que deberíamos considerar hacer una rápida escapada con
el budín de pan —sugiere Chloe.
Samantha gira y señala con su batidor a Ally.
—No arruines mis dulces de Navidad. Si lo haces, te desterraré de
la Zona de Dulces de Samantha.
Los ojos azules de Ally se ensanchan en disculpa.
—¡No! ¡Destierro no! —Junta sus manos en súplica—. Prometo no
meter mi rostro en el postre.
Mientras trabajamos para terminar el horneado, Ally empieza a
tararear. El lindo pequeño tono es pegadizo y cosquillea en mi oído.
—Oye, Ally. ¿Qué estás cantando?
—Me gusta. Vale totalmente tararearlo —dice Sam.
Ally no responde de inmediato. Simplemente sonríe, un poco
traviesa y un poco pícara.
—¿Qué tienes bajo la manga?
Menea una ceja.
—Bien, ¿saben que Miller finalmente decidió tener audiciones
para elegir a un nuevo Garfunkel para su Simon?
Asiento, ya que Campbell me contó los detalles básicos del plan
de Miller. Campbell finalmente convenció a su hermano de tomar una
dirección nueva en su carrera musical.
Ally deja el azúcar glas, mira de lado a lado como si se asegurara
que nadie está cerca, luego nos indica que nos acerquemos más.
Obedecemos, juntándonos, ansiosas por que hable.
—Aquí está mi plan.
Entonces nos cuenta, y las primeras palabras que salen de mi
boca cuando ha terminado son:
—Eso es una genialidad.
Samantha chilla.
—No puedo esperar a oír cómo va todo.
Más tarde esa noche en la fiesta de Navidad, le echo un vistazo a
Miller mientras habla con Miles, que está en la ciudad durante un
descanso de su tour. Brevemente, me pregunto cómo reaccionará Miller
al plan de Ally.
Campbell viene desde detrás para envolverme con sus brazos y
pasar sus labios por mi cuello y todos mis pensamientos son para él.
Tengo tanta suerte de estar aquí, con el hombre que amo y su
familia, que resulta que también adoro.
No.
No es suerte.
171
Hice esto funcionar. Al igual que hice con Kyle, y al igual que hice
con mi trabajo. Parece que este es el verdadero patrón de mi vida.
—¿Oye, Campbell? —susurro.
—¿Sí?
—Eres un historial malditamente bueno.
Se ríe ligeramente y me besa más.
—Suena como el título de una buena canción.
Pensándolo, lo hace. El tipo que quieres cantar no solo toda la
noche, sino toda tu vida.
Ese es el tipo de historial que sé que vamos a tener.
Escena de bonificación
Mackenzie :

E
studio la colección de Nippers.
Sí, el Museo Victrola en Dover, Delaware, es un
homenaje a este perro, hay toneladas de estatuas de
Nipper, así como el fonógrafo.
—Definitivamente es un terrier mixto —digo.
Campbell considera la miríada de estatuas.
—Pero la pregunta sigue siendo: ¿Con qué está mezclado?
Miro más fijamente la estatua del perro, tratando de descubrir
qué más podría ser.
—No es que podamos hacer pruebas de ADN de su perro.
—Ni siquiera creo que las pruebas de ADN para perros sean
precisas. Cade tiene un perro salchicha mestizo y cuando envió el ADN
para su análisis, le dijeron que su perro era una mezcla de Corgie y
Husky.
Me río.
—Quizás Nipper esté mezclado con un Rottweiler entonces. 172
—O un sabueso afgano.
—Mejor aún, tal vez un zorro.
—Lo que sabemos es, que el padre de Nipper tenía problemas de
compromiso.
Lo empujo.
—Estoy bastante segura de que todos los perros tienen problemas
de compromiso en ese sentido.
Campbell se ríe mientras paseamos por el museo para ver la
colección de fonógrafos. Campbell ama todas las cosas musicales y
quise traerlo aquí como parte de nuestro viaje sin niños.
—¿Te das cuenta de que venir aquí nos hace completos idiotas?
—apunto
—¿Completos? ¿Fue realmente este viaje o entrar en este museo
lo que hizo oficial el ser unos tontos totales?
—Este museo. Ahí es donde entró en vigencia la certificación
oficial de idiotas.
Campbell asiente pensativamente, sus ojos verdes parpadean con
una mezcla de luz y travesuras que conozco muy bien.
—Cielo, odio decírtelo, pero nuestra certificación oficial de idiotas
llegó cuando dijiste “¿Qué te parece si hacemos un viaje por todos los
destinos de The Discovery Prism Show?”.
Resoplo.
—¿Con eso? ¿Cuando hice la oferta?
—Absolutamente.
—Ah. —Pretendo parecer sorprendida—. Pensé que la
certificación oficial había llegado cuando tú dijiste “Suena como el mejor
viaje del mundo”.
Se ríe, desliza un brazo alrededor de mí y planta un beso en mis
labios justo en medio del museo. Su beso hace que mis rodillas se
debiliten y mi estómago haga volteretas.
¿Cómo puede este hombre despertar esta clase de reacción aun
meses después de nuestro primer beso épico en The Grouchy Owl? Ah,
sí, es porque estoy locamente enamorada de él y locamente lujuriosa
por él, y ninguna de esas cosas ha cambiado.
De hecho, lo que siento por él solo se ha intensificado.
Es por eso que mi estómago salta cuando profundiza el beso, su
lengua explorando mi boca, sus labios presionados firmemente contra
los míos. Tiene los mejores labios en el universo y me encanta que
quiera tenerlos todo el tiempo sobre mí.
Rompemos el beso, no sea que terminemos apareándonos aquí en 173
medio de todos estos antiguos reproductores de discos.
—Mejor tenemos cuidados o alguien podría decirnos que nos
pongamos un calcetín encima.
Levanta una ceja:
—Con suerte, esta noche.
.
***

Tomamos camino a Virginia, bajando en las Cuevas Luray, donde


escuchamos las estalactitas ancestrales interpretar la Sonata Luz de
Luna. Mientras la maravillosa música hace eco bajo tierra, Campbell y
yo estamos en silencio, escuchando con reverencia mientras las notas
reverberan, disfrutando un de los pequeños descubrimientos que tanto
nos deleitan. Nos enamoramos por muchas razones, pero una de esas
era nuestra afinidad por desenterrar lugares interesantes, bizarros,
únicos, que hacen grande nuestro mundo.
Cuando termina Beethoven, me doy vuelta para irme, y luego
parpadeo cuando lo encuentro apoyado en una rodilla. Carraspeo
mientras abre una pequeña caja de terciopelo.
—Mackenzie, te amo, y amo explorar este grandioso mundo
contigo. Quiero seguir explorándolo todo, desde Nueva York, hasta los
órganos de estalactitas y los museos fonográficos, y la música, las
películas, y malteadas, y criar dos maravillosos adolescentes juntos.
¿Quisieras ser mi esposa?
La felicidad me inunda, mientas arrojo mis brazos a su alrededor,
y digo que sí a casarme con este increíble hombre.
Más tarde, esa noche en el hotel, definitivamente alguien nos dice
que le pongamos un calcetín encima.

174
Acerca de la Autora

Lauren Blakely es conocida por


su estilo romántico contemporáneo,
dulce, sexy e ingenioso, y es una de las
escritoras más vendidas del New York
Times y del Wall Street Journal. Sus
heroínas son fuertes e inteligentes y
sus héroes tienen corazones de oro y
son fantásticos y divertidos.

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