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8 pasos del márketing para aumentar la fuerza de voluntad y

cambiar hábitos

por Roser Claramunt, 26-09-13 en Blog de Roser Claramunt, Psicología / Coaching con PNL.

La fuerza de voluntad consiste en la capacidad de postergar


una satisfacción inmediata para conseguir un reto o resultado a medio o largo plazo. La American
Psychological Associationdefine la fuerza de voluntad como la ciencia psicològica del autocontrol.
A nivel físico, y teniendo en cuenta que la persona es un todo con sus dimensiones física, mental y emocional,
hay distintas investigaciones que demuestran que cuando tenemos un índice bajo de glucosa, tenemos
menor fuerza de voluntad y menor capacidad de atención. Por eso, es importante haber comido antes de
tomar decisiones importantes o en momentos de “tentaciones” para mantener el nuevo hábito que estamos
incorporando.
Independientemente que hayamos comido o no, o tengamos poca o mucha, lo cierto es que la fuerza de
voluntad es entrenable y que podemos fortalecerla y aumentarla. Y es especialmente útil cuando
necesitamos o queremoscambiar hábitos o comportamientos, o cuando queremos conseguir un nuevo
propósito u objetivo. Por eso, también es uno de los aspectos clave para el éxito de un proceso de coaching.
Habitualmente, en los procesos de coaching, una vez definido el plan de acción por parte de la persona que se
ha fijado un objetivo, siempre se le pregunta: “¿puede ocurrir algo que impida que realices este plan tal como
lo has planificado?, ¿en caso que surja, qué otra acción tomarás?, ¿qué más puedes hacer?”. Estas y otras
reflexiones son útiles para poder anticipar posibles “tentaciones” o “momentos de desmotivación” dentro de
un plan de acción para cambio de hábitos, y que, en el caso que suceda, se puedan tomar decisiones y
actuar según lo que la persona ha anticipado, sin tener que aplicar la fuerza de voluntad.
En el ámbito de la publicidad y el márketing, se explica que cuando la persona ve un anuncio publicitario sólo
pasará a la acción de comprar dicho producto o servicio si se cumplen varios pasos. Más allá del modelo
clásico AIDA (Atención, Interés, Deseo y Acción), tenemos el proceso más completo conocido como
NAICDASE (Necesidad, Atención, Interés, Confianza, Deseo, Acción, Satisfacción, Evaluación). Me basaré
en este proceso completo de decisión de compra, para establecer un paralelismo con el proceso de cambio
de hábitos y la fuerza de voluntad.
Necesidad = Fíjarse una meta clara y escríbirla. “Qué” queremos y “para qué”. Sin buscar la causa en los
demás, en el exterior, sino desde nuestro interior. No es lo mismo proponerse adelgazar 5 kg para parecernos
a un/a modelo o para cumplir con la prescripción de un médico, que adelgazar 5 kg para sentirse bien con uno
mismo/a o ganar agilidad para practicar nuestro deporte favorito. En el primer caso, viviremos nuestra fuerza
de voluntad como un sacrificio, en el segundo lo viviremos pensando en el beneficio. Y nos resultará más
fácil.
La meta debe redactarse en positivo, específica, a corto plazo (o con fechas intermedias si es a largo plazo) y
realista, es decir, asumible. Y escribirse: està comprobado que el hecho de escribirlo aumenta el compromiso
a nivel mental.

Atención = Ser realistas. Muchas de las veces que nos proponemos algo y no tenemos la suficiente fuerza de
voluntad para hacerlo, es porque no hemos sido realistas ni selectivos. Si se trata de un objetivo muy
ambicioso, será necesario dividirlo en partes más pequeñas. No podemos cambiar todo a la vez. Nos
centraremos en lo más prioritario, siguiendo un orden. La atención es limitada y selectiva.
Interés = Visualizar el resultado, al inicio y durante el proceso de cambio de hábito. Visualizar cómo nos
sentiremos, cómo nos veremos, cuan orgullosos nos sentiremos por haber conseguido nuestra meta. Y si en
algún momento, sentimos que flaquea la voluntad, recordar lo que hemos visualizado. El cerebro ya “lo habrá
visto” y eso facilitará la motivación. El premio, nuestro “para qué”, debe provocar interés.
Confianza = Valoración de los avances. Confianza en nosotros mismos, en que lo vamos a
conseguir, valorando el camino recorrido. Somos únicos, singulares, con nuestras capacidades y
habilidades. En general, somos especialistas en saber lo que no hacemos bien. Analizemos lo que sí sabemos
hacer o se nos da bien. Si solos no lo conseguimos, busquemos un apoyo externo (un familiar, una amistad, un
profesional) o personas que compartan el mismo objetivo. Una vez traspasemos nuestra zona de
confort, volveremos a sentirnos más seguros.
Deseo = Determinación. La determinación y disposición que tenemos, así como la importancia que tiene
para nosotros, el hecho de conseguirlo. Tener muy claro de quién depende que lo hagamos o no. ¿De los
demás? Si depende mí, no es ya mi voluntad, los demás, el tiempo, el dinero, etc., sino que soy yo quien elijo
la satisfacción a corto plazo en vez de centrarme en el resultado / reto a medio o largo plazo .
Acción = Acción planificada. Sin acción, no habrá cambio de hábitos. Planificar qué haremos, cómo lo
haremos, cuándo lo haremos. Podemos fragmentar el objetivo en pequeños objetivos, y en fases. Todo cambio
requiere autodisciplina. El hecho de ir alcanzando frecuentemente pequeños objetivos nos transmitirá
confianza, seguridad y fuerza de voluntad para seguir haciendo lo que nos hayamos propuesto hacer.
Satisfacción = Cuidar el diálogo interno. Ir comprobando que estamos “cumpliendo” con lo marcado y en
las fechas fijadas genera satisfacción, y será la gasolina para continuar el camino iniciado. Podemos también
premiarnos simbólicamente o animándonos con frases tipo “Voy por buen camino”, “Ya he realizado la mitad
del plan de acción”, “Ya que he llegado hasta aquí, me merezco conseguirlo”, etc.
Evaluación = ¡No tirar la toalla! Perseverar. De vez en cuando, recordarnos a nosotros mismos, ¿qué nos
llevó, en un principio, a fijarnos ese objetivo concreto?, ¿cuál era nuestro para qué?, ¿cómo nos hemos
sentido?, ¿estamos cumpliendo nuestras expectativas? Los cambios son oportunidades de aprendizaje.
Y cuando estés en el camino de alcanzar tu meta, estés en el punto que estés, recuerda una frase que nos dejó
el gran Confucio: Se puede quitar a un general su ejército, pero no a un hombre su voluntad.

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