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Para sostener un argumento primero debe existir una premisa, una verdad, un
punto de vista, una posición que vamos a defender. En primer lugar debemos
tener claro cuál es nuestra premisa, explicarla y justificarla. Después prever un
contraargumento, es la pregunta del otro que busca destruir nuestra premisa, pero
que es necesaria para contradecirla y así poder afirmar lo que en un inicio
empezamos a defender.
Elige tu premisa. Una premisa, o una declaración de tesis, es la teoría que intentas
demostrar. Elige algo que sea debatible y sé lo más específico posible.
Busca fuentes confiables que sustente tu premisa. Acude a la biblioteca local y busca
a un bibliotecario para que te ayude a buscar libros y revistas relacionados con tu
investigación. También puedes realizar una parte considerable de la búsqueda a través de
Internet, pero ten cuidado con los sitios que visites, pues algunos son más confiables que
otros.
Presenta tu argumento. Comienza con una introducción que explique lo que vas a
argumentar. La introducción incluirá tu premisa o tesis, y proporcionará una vista previa
de la forma en que planeas demostrarla. Básicamente, esta “vista previa” será un
resumen breve de los hallazgos de tu investigación.
Enumera las pruebas comenzando por las más sólidas hasta llegar a las más
débiles. Comienza con tu prueba más convincente para que así puedas convencer lo
antes posible a los demás sobre tu punto de vista. Luego, continúa hasta llegar al aspecto
más débil de tu argumento.
Evita hacer generalizaciones precipitadas. Esta es una declaración hecha sin las
pruebas suficientes. Por consiguiente, no te apresures a emitir un juicio sin siquiera
conocer todos los hechos. Hacer suposiciones sobre grandes grupos de personas
socavará tu argumento y podría ofender a los demás.
Evita los argumentos “pista falsa”. Estos se producen cuando intentas distraer la
atención de algo con la finalidad de evitar los puntos clave que debes abordar.
Pregunta 3