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La educación seguirá en el centro

del debate en 2019


Por JULIÁN DE ZUBIRÍA SAMPER

El profesor Julián De Zubiría analiza los temas educativos que seguramente sean
debatidos en 2019. Invita a la nación a pasar de la discusión sobre las finanzas al
debate sobre el tipo de educación que les deberíamos dar a niños y jóvenes y a la
reflexión sobre la revolución pedagógica pendiente en Colombia.

La educación seguirá en el centro del debate en 2019 Foto: Foto: Archivo Semana Educación.
Durante todo el 2018 la educación estuvo a la orden del día. Gracias a las diez
movilizaciones de estudiantes y al histórico acuerdo celebrado con el gobierno, el
tema estuvo presente en las redes, los editoriales, las columnas y las entrevistas
de los principales diarios, revistas y noticieros. En el 2018 el personaje del año en
Colombia fue el movimiento estudiantil que organizó gigantescas y pacíficas
movilizaciones. Se ganaron el corazón de los colombianos ya que su causa fue
justa y porque la supieron defender con argumentos. En el 2019 la educación
volverá a ocupar un lugar de privilegio en el debate público. De eso se encargarán
los estudiantes, FECODE y el propio gobierno nacional.

Siguiendo el ejemplo de los estudiantes chilenos, los colombianos definiremos en


un referendo si la educación superior debe ser considerada como un derecho
fundamental y ser atendida por el Estado de manera gratuita y universal. Esta es
una idea muy ambiciosa y por ello demandaría un enorme esfuerzo fiscal en caso
de ser aceptada. En 2017, Chile estableció el derecho a la educación superior. En
consecuencia, decretó gratuidad y universalidad. Sin embargo, en el país austral
ya había sido derecho hasta 1981, cuando el general Pinochet decidió entregarle
el sistema educativo por completo al sector privado.

Le puede interesar: https://www.semana.com/educacion/articulo/acuerdo-


historico-entre-estudiantes-y-gobierno-por-la-educacion-superior-
publica/594854

Hay poca discusión sobre la conveniencia de considerar la educación como un


derecho fundamental, pero mucha sobre la viabilidad, ya que es una decisión en
extremo costosa; en particular, si se tiene en cuenta que el 50% de los ingresos de
las universidades oficiales colombianas proviene actualmente de la venta de
servicios y del cobro de matrículas. Hoy, en el país, el 52% de los jóvenes recibe
educación superior. Podemos y debemos pensar en elevar gradualmente esta
cifra, particularmente en los sectores de menores ingresos. Para el estrato 1, en
Colombia, tan solo el 10% de los jóvenes llega a educación superior. Allí hay que
focalizar los esfuerzos, entre otras, porque termina siendo altamente regresivo en
un contexto de recursos escasos otorgarles gratuidad a los estratos 4, 5 y 6 que
accedan a la educación pública. De todas maneras, no hay que olvidar que en
Colombia una cosa es lo que establece la ley y otra lo que sucede en la realidad.
En educación inicial, por ejemplo, la Ley General de 1994 estableció tres años de
educación para todos los niños. Hoy, 25 años después, sigue siendo letra muerta,
ya que tan solo el 80% alcanza un año de educación inicial. Seguimos en deuda
con los menores del país para garantizarles la educación establecida en la ley, la
cual es esencial para su desarrollo futuro. Gobernar es elegir y ésta sigue siendo
la prioridad. No sólo legal, sino, principalmente, ética y política.

Lo segundo que agitará el año educativo es que hay algunos sectores de


estudiantes que consideran que se hubiera podido alcanzar más en la negociación
con el gobierno. En general, están equivocados. El acuerdo logrado es histórico.
Si se suman todos los rubros, se alcanzaron 5,85 billones adicionales para la
educación. Entre estos, se destacan los recursos para Colciencias que para 2017
tan solo habían llegado a representar un 50% de lo invertido en 2012. Así mismo,
más de 1,3 billones van a la base presupuestal. En consecuencia, habrá un punto
de inflexión en la historia de las finanzas de la educación superior y se revertirá la
caída en sus recursos que venían teniendo las universidades oficiales durante los
últimos 25 años.

El movimiento estudiantil tendrá que estar muy pendiente de que el gobierno


cumpla con la palabra empeñada y tramite en el congreso los nuevos recursos
para la educación superior, continúe la mesa técnica sobre la reestructuración del
ICETEX y los docentes ocasionales, y dé todo el respaldo legal al acuerdo
alcanzado. Es esencial que se presente una ley de modificación de los artículos 86
y 87 de la Ley 30 de 1992, para que lo acordado no dependa de la voluntad del
gobernante de turno. Hay

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