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NIVEL I
• un combustible
• calor
• un comburente (oxígeno)
• una energía de activación
temperatura enfriamiento
oxígeno sofocación
combustible eliminación
reacción en cadena inhibición
Para extinguir un fuego por enfriamiento, solo será necesario absorver parte
del calor total que se está produciendo, de modo tal que la temperatura resultante esté
por debajo de la temperatura de inflamación.
La extinción del fuego por separación del oxígeno, puede lograrse sofocando
la zona en llamas con un material incombustible, por ej. cubriéndolo con una manta
incombustible o húmeda, arrojando sobre el fuego tierra o arena, o cubriéndolo con
una espuma química o mecánica.
Estudios recientes de la química del fuego, han dado por resultado algunas
revisiones de la teoría de extinción de incendios, dando origen a la teoría del
“Tetraedro del fuego”.
Son los que se dan sobre materiales sólidos, tales como la madera, el papel, la
viruta de madera, los trapos, desperdicios, etc. Un factor importante a considerar en
esta clase de fuegos, es el que hace al estado de subdivisión de la materia, ya que
cuanto mayor sea la superficie de exposición al fuego, tanto mayor será el grado de
combustión que alcance. Así por ejemplo, la viruta de madera o el aserrín, arden con
mayor virulencia que una tabla de madera; un libro, demandará mas tiempo de
exposición a la fuente de calor que si se hace una pila con sus hojas, etc.
Hay polvos químicos secos especiales (ABC), que extinguen rapidamente las
llamas y forman una capa que retrasa la combustión. No obstante, para una extinción
total se recomienda continuar el proceso de extinción utilizando agua.
Son los que ocurren debido a la presencia de una mezcla de vapor y de aire
sobre la superficie de un líquido inflamable, tal como nafta, aceite, pintura, algunos
tipos de solvente, etc.
Son los que involucran equipos e instalaciones eléctricas bajo tensión, o que
ocurren tan cerca de ellos que deben ser considerados dentro de esta categoría, en los
cuales se deben usar agentes extintores no conductores. Los extintores ideales para
esta clase de fuegos, son los de anhídrido carbónico, y los polvos químicos BC
Monnex o Púrpura K. Si bien hay matafuegos a base de polvo químico triclase ABC
aptos para esta clase de fuegos, no son recomendables en instalaciones con tensiones
superiores a los 800V, por cuanto su principal componente (el fosfato monoamónico)
puede convertirse en conductor de la electricidad, con el consiguiente riesgo para el
operador. Tampoco deben utilizarse espumas ni agua, por ser buenos conductores de
la electricidad.
Existen tres formas de propagación del calor, las cuales necesitan para poder
darse, de dos condiciones básicas:
Incendio
Aquí cabe señalar que muchos incendios, son en su origen fuegos controlados
que, por una causa u otra, escapan al control de quienes los iniciaron: caso de los
incendios de bosques, incendios iniciados por chispas de soldadura, etc.
Sistemas de extinción
- confiables
- del tipo correcto para el tipo de incendio que puede ocurrir en ese lugar
- estar ubicados en lugares accesibles
- ser mantenidos en perfectas condiciones de funcionamiento, inspeccionados
frecuentemente y recargados oportunamente
- ser conocidos por el personal del lugar
Clase A
Clase B
Clase C
Letra D
Propiedades físicas
Otra propiedad digna de ser resaltada es que, al pasar de líquido a vapor, su volumen
aumenta aproximadamente 1.700 veces. Este gran volumen de vapor de agua, desplaza un
volumen igual de aire que rodea al fuego, reduciendo de este modo la cantidad de comburente
(oxígeno) disponible para que la combustión se mantenga.
Propiedades extintoras
Durante mucho tiempo, el método más eficaz para extinguir un incendio, consistió en
dirigir un chorro de agua contra la base del fuego. Este mismo procedimiento continúa
vigente aun hoy, aunque con algunas variantes que permiten un mejor aprovechamiento del
líquido, tal como el empleo del agua en forma pulverizada.
Lo mejor es descargar el agua sobre el fuego de manera tal que pueda lograrse el
máximo efecto enfriador mediante la absorción de calor. Esto se logra haciendo que el agua
se caliente hasta su punto de ebullición y se convierta en vapor (proceso que se logra con
mayor facilidad cuando el agua se aplica en forma de pequeñas gotas en vez de hacerlo en
forma de chorro compacto).
Los principios en que se basa la acción enfriante del agua en forma pulverizada, son
principalmente:
Muchas veces, siempre que esto no genere un daño mayor que el mismo fuego,
pueden humedecerse los materiales cercanos al proceso ígneo ya que la humedad que estos
retengan, deberá ser evaporada antes de que alcancen la temperatura de ignición.
Los principales factores que determinan el efecto de una descarga eléctrica son:
4) la resistencia a tierra del cuerpo del operador, influida por su situación (si está
sobre suelo mojado o seco), la humedad de su piel, la cantidad de corriente que puede
soportar su cuerpo, la duración de la exposición a la corriente, el tipo de ropa que
utilice (si le brinda protección eléctrica o no), etc.
No obstante esto, la técnica más segura sigue siendo, siempre que esto sea posible, la
de desenergizar los equipos o instalaciones afectadas, de modo tal de convertir el fuego tipo
“C” en un fuego del tipo “A””.
Reactividad del agua con ciertos materiales
Por regla general, no debe emplearse agua en combinación con carburos, peróxido,
sodio metálico, polvos de magnesio, etc., que emiten gases inflamables y/o producen calor en
contacto con el agua.
Los carburos de algunos metales, tal como el de sodio (Na) y de potasio (K), pueden
reaccionar explosivamente en contacto con el agua. Muchos de ellos, como los carburos de
calcio (Ca), litio (Li), potasio (K) y bario (Ba), se descomponen con el agua formando
acetileno. Además del riesgo de formar un gas inflamable, algunos carburos presentan otro
riesgo de incendio al generar calor en contacto con el agua. Al añadir un tercio de su peso en
agua a uno de estos carburos, la temperatura puede aumentar suficientemente para producir la
ignición del gas generado.
En el caso del sodio, éste se oxida rápidamente en aire húmedo, pero no se conocen
igniciones espontáneas, excepto la del sodio finamente pulverizado. Cuando se calienta en
aire seco, se incendia a temperaturas próximas a su punto de ebullición (890º C). El principal
riesgo de los incendios de sodio es la rápida reacción de este con el agua. El hidrógeno
liberado por esta reacción puede entrar en ignición por el propio calor de la reacción.
Una red de hidrantes está compuesta por una serie de elemento que describiremos a
continuación:
- un hidrante, montado sobre una cañería especial, la que a su vez se puede encontrar
alimentada por un tanque elevado, un equipo hidroneumático, un sistema de bombas o
directamente por la red de agua corriente. Básicamente, el hidrante no es más que una
válvula esclusa, cuya boca roscada (generalmente de 45mm ó 63,5mm de diámetro
interior) sirve para armar la manga de incendio.
- una lanza o pitón, que se coloca en el extremo de la manga, para dar velocidad y
dirección al chorro de agua.
Manga: el término “manga”, se utiliza para identificar un tipo de tubo cilíndrico
flexible, que lleva agua bajo presión desde el punto de aprovisionamiento hasta el lugar
donde se arroja para extinguir el fuego.
Como la extinción depende fundamentalmente del eficiente transporte del agua hasta
dicho lugar, las mangas son un elemento esencial. Por tal motivo, deben ser adecuadamente
conservadas y no ser usadas para otro propósito que el específico.
La manga más simple, es un tubo de tela o fibra sintética sin costura. Los hilos que
corren a lo largo de la manga constituyen la urdimbre y son los que le dan flexibilidad y
duración, en tanto que los transversales forman la trama, que le otorga resistencia a la
presión.
Tipo a rosca: en este tipo hay dos piezas diferentes, una que presenta los hilos de su
rosca hacia afuera (macho) y otra que tiene una anilla giratoria, cuyos hilos están en la parte
interior (hembra). El armado se logra engarzando los hilos y haciendo rotar la anilla (cada
tramo de manga tiene una unión macho y otra hembra). En tal sentido, debe tenerse en cuenta
que, todo orificio por donde sale agua debe poseer unión con rosca macho y en cambio los
orificio por donde entra el líquido, poseerán uniones con rosca hembra, es decir que la unión
macho es la que se orienta hacia el incendio.
Para permitir una mayor hermeticidad en el armado de la unión macho con la hembra,
se utiliza una junta comúnmente llamada “rodete”, la que se ubica en la cavidad o rebaje que
presentan a tal efecto la unión hembra.
El perfecto ajuste entre las dos uniones, se logra mediante la utilización de un juego
de “llaves unión”.
Tipo Storz: también conocida como “unión rápida” o de ¼ de vuelta, las que
presentan más eficiencia que las aanteriores, ya que permiten mayor rapidez en el armado,
evitan confusiones ya que las uniones son todas similares (no hay macho y hembra) y
difícilmente puedan dañarse ya que carecen de rosca con hilos.
La lanza tradicional es un tubo de cobre, que adopta la forma tronco-cónica, para dar
más velocidad al agua. En sus extremos posee sendas piezas bronce soldadas, que reciben el
nombre de “cajas”.
La caja grande es la que se arma en la manga y por tal motivo cuenta con una rosca
hembra, dotada de sus correspondientes proyecciones cilíndricas.
La caja chica sirve para el armado de la boquilla (que es la pieza que completa la
lanza) y posee para ello una rosca macho.
En este tipo de lanza, los diámetros más comunes son los que corresponden a las
líneas más difundidas, o sea 63,5mm y 45 mm.
Las lanzas modernas se apartan tanto de los diseños tradicionales que resulta
prácticamente imposible respetar la nomenclatura de cajas, tubo y boquillas, por la sencilla
razón de que tales elementos pueden no existir como tales o haberse fusionado entre si. Casi
todas ellas permiten la producción de distintas clases de chorros (niebla, lluvia, chorro pleno)
cuyas características también pueden variarse modificando la presión de trabajo.
Un incendio estará bien atacado cuando, desde los primeros instantes, se han
preservado los lugares con peligro de propagación o cuando al menos, los esfuerzos y la
atención se han dirigido a lograr tal objetivo.
Si bien no es posible encasillar en normas fijas y exactas la acción a desarrollar por las
personas encargadas del ataque al fuego, se han establecido una serie de reglas que responden
a la generalidad de los casos posibles, conocidas como “Reglas generales de ataque al
fuego” y que son las siguientes:
1) Atacar al fuego sobre su plano
3) Combatirlo desde el lado hacia el cual son impelidas las llamas, o sea contra el
viento y comenzar la extinción desde lo alto de cada pieza
4) Proteger las escaleras del local incendiado y los sitios o locales próximos con
peligro de propagación
Utilización de espuma.
- sofoca las llamas y previene la mezcla del aire con el vapor emitido por el líquido
inflamable
* fluir libremente sobre la superficie del líquido inflamable para cubrirla plenamente
* mantener cohesividad suficiente para formar una capa resistente que evite la emisión
de vapores del líquido inflamable
Existen tres tipos principales de espumas concentradas para el uso contra incendio,
formuladas para distintos tipos de riesgos: hidrocarburos líquidos, alcoholes y de aplicación
universal.
a) no son compatibles con los polvos químicos, ya que reaccionan con ellos y se
destruye la capa de espuma
Las espumas fluoroproteínicas son el resultado del esfuerzo para tener una espuma
compatible con el bicarbonato de potasio. Su formulación es similar a la de las espumas
proteínicas, además de un aditivo fluorinado sintético que mejoró su capacidad para cubrir la
superficie del hidrocarburo.
Los sistemas de espuma contra incendio están integrados por los siguientes
componentes básicos:
- una fuente adecuada para suministro de agua
- suministro de espuma concentrada
- un sistema de distribución
- equipo dosificador de la espuma concentrada
- generadores de espuma
- aplicadores de espuma
Los sistemas fijos para aplicación de espuma se caracterizan porque todos sus
componentes están permanentemente instalados y están compuestos por una estación central
que proporciona la espuma e impulsa la solución hacia las diferentes áreas dentro de la
instalación donde se encuentran los aplicadores o puntos de descarga.
Las ventajas de este tipo de sistemas fijos, está dada esencialmente en que evita una
exposición innecesaria del personal y que pueden ser operadas rápidamente y entre sus
desventajas pueden señalarse su falta de flexibilidad al ser una instalación permanente y el
alto costo de la instalación.
Estos sistemas están diseñados para detectar incendios, sin necesidad de contar con la
presencia humana en tal proceso ni en el posterior de alarma.
Todo este sistema es alimentado por una fuente de energía principal, provista por el
sistema eléctrico normal y una fuente secundaria (una o más baterías según las características
del sistema). Este sistema secundario proporciona energía al sistema para la transmisión de
alarmas en caso de que fallase el sistema principal, o alimenta la señalización de averías u
otras funciones que no son esenciales para la transmisión de alarmas, pero que están
asociadas a la confiabilidad del sistema.
En lo que hace al tipo de sensores que pueden ser utilizados para la detección de un
proceso ígneo, pueden mencionarse:
Los detectores térmicos pueden clasificarse de una manera general en dos tipos:
Otros tipos de detectores térmicos utilizan una ampolleta de cuarzo, la cual estalla a
determinada temperatura, accionando el sistema.
Los detectores “iónicos” consisten en una o dos cámaras de ionización con los
necesarios circuitos de amplificación, las cuales actúan como elementos sensibles. Al
aplicarse un pequeño voltaje a estas cámaras, se genera una corriente de iones desde un
electrodo al otro. Al ingresar partículas de productos de la combustión en la cámara, se
adhieren a los iones produciendo una reducción de su movilidad, la que se traduce en una
reducción del flujo de corriente. Esta reducción, aumenta el voltaje de los electrodos, los que
cuando llegan a un nivel predeterminado producen la alarma.
Por lo general, poseen funciones para señalar anormalidades tales como “falta de
220V”, “avería del sistema”, “alarma silenciada”, “alarma de incendio”, etc.
El aviso de alarma puede ser dado en distintos lugares por medio de la instalación de
tableros repetidores. Asimismo, las centrales de última generación, permiten que el aviso de
incendio sea transmitido por vía telefónica a diversos números previamente determinados,
con lo cual se logra un sistema de alarma sumamente eficaz.
Asimismo y tal como ya se mencionó anteriormente, este sistema puede accionar uno
o más sistemas de extinción automática, con lo cual no solo se logra detectar la presencia de
un incendio, sino que también se da inicio al ataque por medio de la instalación adecuada ya
existente en el lugar.
El anhídrido carbónico causa muy pocos daños, o ninguno, a los equipos o a los
materiales sometidos a proceso y como no es necesario limpiar residuos líquidos o sólidos, se
reducen al mínimo tanto los daños como los períodos de paralización de las instalaciones y/o
procesos.
Otra ventaja del anhídrido carbónico, es que proporciona su propia presión para la
descarga a través de tuberías y boquillas y, como es un gas, puede penetrar y esparcirse por
todas las partes del recinto o instalación incendiada.
Los componentes de una instalación fija de anhídrido carbónico son los que se
mencionan a continuación:
- boquillas de descarga
El método de activación del sistema puede ser automático y/o manual. Normalmente
se combinan ambas formas, de modo que cuando el local protegido se encuentra ocupado por
personal, se utiliza la forma “manual” para evitar descargas accidentales y cuando se
encuentra desocupado se lo pasa a forma “automática”.
En su reemplazo, están surgiendo una variada cantidad de gases, tales como el CEA-
410 (perfluorobutano), el FM-200 (heptafluoropropano), el INERGEN (mezcla de un 52% de
nitrógeno, 40% de argón y 8% de CO2), etc.