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Solórzano Suverza Víctor Daniel

Historia de la ciencia

2 de abril de 2018

La naturaleza Humana: entre la ciencia y la religión

Una situación que ha cuestionado a la humanidad desde sus orígenes es la relativa


a la condición humana, la cual, desde diversos puntos de vista, ha dado lugar a una
lucha entre lo que la religión y la ciencia opinan de ella. Esta lucha se manifiesta en
la medida en la que una promueve que el ser humano es un animal del cual se le
distingue su capacidad racional y la otra, por su parte, establece que el ser humano
es parte de la creación pero que ocupa un lugar especial en ella por la capacidad
de discernir que le ha dado Dios.

Esta batalla por determinar que es el ser humano la toma Ian Barbour y nos
lleva por el camino que ambas han recorrido para poder determinar una postura; en
un primer momento, observaremos la propuesta científica de la naturaleza del
hombre; en un segundo momento, analizaremos la propuesta religiosa desde un
ámbito cristiano, esto para finalmente, ver el encuentro de cada una con sus
semejanzas y sus diferencias.

El primer encuentro o acercamiento que tendremos por parte de la ciencia


será a partir de lo aportado por la biología, la cual postula que la idea de lo que el
ser humano es se ha de entender a partir de los descubrimientos que se han
presentado por los descubrimientos paleontológicos, genéticos, etc. Señalará que
el descubrimiento del homo hábilis, homo erectus y los análisis genéticos del ADN
de los simios demuestran la similitud que la especie humana presenta con estos;
aunque, también estos avances demuestran la diferencia sustancial o primaria
existente, consistente en la genuinidad de la configuración del cerebro humano
compuesto por un cerebro reptil que guía los instintos, un cerebro límbico que
señala las respuestas emocionales y el neocortex que guía los pensamientos
racionales. De lo anterior podemos concluir que, si bien el ser humano ha tenido un
avance o desarrollo evolutivo paulatino que le hacen distinto de sus parientes,
comparte un origen con todos ellos y que por más que desee negar su pasado
animal o quiera colocarse como un ser en el cual la razón domina, los instintos y las
emociones que posee como método de protección o de supervivencia ante un
ambiente hostil le son aún presentes.

Asimismo, hemos de reconocer que a pesar de esta presencia instintiva y de


estímulo que son muy propias de los animales, la diferencia en la configuración
cerebral, nos ha de llevar al reconocimiento del leguaje y del aprendizaje a un nivel
distinto del de ellos, incluso de aquellos que han desarrollado un cierto grado de
inteligencia y comunicación. Nos dirá Barbour que nosotros somos los únicos
capaces de utilizar en plenitud el lenguaje de forma consciente, en razón de que los
animales a pesar de que pueden expresar deseos, generar conceptos generales e
información de forma demasiado básica, estos no logran pasar por el pensamiento
abstracto.

Este pensamiento abstracto se presenta en la capacidad de autopercepción


y nuestra capacidad de la temporalidad y del devenir, todo esto sólo es posible por
la presencia de la construcción de un mundo simbólico que se presenta por el
leguaje y el arte, los cuales nos dan un signos y significados de nuestra existencia,
nos permiten cuestionarnos en nuestro caminar histórico y en nuestra capacidad de
vinculación.

Sin embargo, esta capacidad vinculante, que en un primer momento podría


parecer que es lo que nos permite actuar y permanecer socialmente, no es muy
distinta a la capacidad social que algunos insectos tienen para organizarse, a partir
del establecimiento de roles y de patrones de comportamiento definida por la
genética o la actividad social.

Estas características, llevarán a la ciencia a generar las posturas de la socio


biología, la cual nos dirá Barbour, que ha propuesto una visión recortada de lo que
es el ser humano. Esto se da en razón de que el para algunos autores sociobiologos,
algunos comportamientos sociales, como los altruistas tienen un carácter más bien
biológico o de preservación de la especie que uno en el que intervenga la voluntad
del hombre.

Ante esta postura biológica, la ciencia criticará la visión reduccionista, con


fundamento en la presencia cultural y la posibilidad de determinar el
comportamiento humano, los cuales son consecuencia de la actividad volutiva.
Algunos de los autores sociobiologos, para justificar este punto, dirán que este tiene
una plasticidad que está regulado por la los inhibidores y disparadores que están
provocados genéticamente de generación en generación, lo que da lugar a que
sólo se entienda el comportamiento humano a través de la biología, provocando
que todo aspecto ajeno a la composición biológica se vea menospreciado. Al ser de
este modo, el ser humano y su ser se ven encapsulados en el ámbito animal y no
da una mayor apertura a otra posibilidad de análisis. Sin embargo, un aspecto que
volverá a debatir dentro de la misma ciencia esta postura reduccionista será la
presencia de la mente y la composición cerebral.

Esta dualidad de presencias da lugar a los distintos tipos de comprensión de


la presencia del cuerpo y de la mente. Por un lado, algunos dirán que la mente y la
corporeidad son distintos, otros que la mente y los actos físicos se manejan en
distintos ámbitos y no tienen relación alguna, otros que los aspectos físicos y
corporales se manejan en distintas modalidades y expresiones pero que están
sincronizados; sin embargo, lo único que nos dejan ver es que la función de la mente
en el cuerpo humano es incomprensible.

Ante esto, podemos llegar a la conclusión de que la ciencia a pesar de sus


intentos y de sus avances no puede explicar la naturaleza humana en su plenitud
sino sólo un pequeño espacio de conocimiento en aquello que, por momentos,
puede comprender y dar una explicación pero que no agotan la extensión de la
esencia de la naturaleza del hombre, sí como ser natural, pero que ante la presencia
de sus componentes cerebrales, su forma de organización, sus manifestaciones
artísticas y sus expresiones lingüísticas, no son idénticas a las de los animales; por
lo que considero que es necesario que tenga otro sustento que le permita rellenar
estos huecos.
Es precisamente con la búsqueda de esta respuesta o relleno del hueco y de
la actividad del ser humano con su relación con el mundo natural, darán entrada a
la religión. Esta buscará que, en un primer momento de la historia humana, se pueda
comprender la actividad del hombre en su entorno y en su relación con las otras
creaturas según su capacidad científica y de supervivencia, lo que dará lugar en un
inicio al reconocimiento de la naturaleza como una entidad superior ante la cual se
ve pequeño y frágil y que reconocerá como una deidad.

En la medida que avance el conocimiento científico, se presentará una mayor


complejidad del desarrollo de los ritos, los relatos y la experiencia religiosa. Nos dirá
Barbour que los ritos son transmitidos por las expresiones culturales y que, a su
vez, algunos autores nos remitirán al aspecto compartido con la biología de los
animales como un comportamiento natural, otros dirán que son más bien
expresiones de la representación simbólica de lo santo y de la formación de la
comunidad como justificación de las relaciones presentadas.

El relato por su parte, da lugar a que las personas se comprendan así mismas
y ordenen su experiencia en esta relación con lo natural, lo que trae como
consecuencia que el ser de la persona que se quiere dar una explicación resuene
con sus propias vivencias y con lo que es común a todos los hombres como especie,
dando como resultado una primera comprensión de la naturaleza humana.

Finalmente la expresión religiosa será la expresión de la comprensión del


individuo con la unidad de la creación, la cual estará conectada con la percepción
de la realidad a partir del funcionamiento del hemisferio derecho que se encarga de
la integración y de la comprensión de la unidad. Ante esta perspectiva, la
experiencia religiosa, por ser un hecho creativo en la historia y proceso de la
persona da lugar a que esta tenga plena validez y no pueda ser juzgada como
incoherente o inválida en razón de que toca con lo más hondo de la razón de ser
del individuo y de su propia experiencia de vida.
Al unirse los tres aspectos anteriores, se genera que el grupo social y los
individuos comiencen a cohesionarse y que con el desarrollo de la religión se genere
un sistema normativo que permita la convivencia social. Por lo anterior, la evolución
de la comprensión de la realidad por medio de la religión y sus tres aspectos
fundantes, genera que lo que la ciencia no podía explicar en las particularidades en
la relación existente con la naturaleza y las diferentes respuestas del ser humano
se presente; sin embargo, esta comprensión de la relación ahora no sólo con el
entorno sino con el otro se dará en mayor medida gracias a la presencia del
judaísmo y del cristianismo.

Estas religiones dieron lugar a que se comprendiera al hombre como un ser


escogido por Dios, que es parte de la naturaleza pero que se le ha distinguido y que
es posible entenderlo en razón de la comunidad de la que forma parte. Su elevación
ha consistido en la gratuidad de la libertad con la que ha sido dotado el hombre por
Dios. Esta es el punto fundamental de la diferencia del hombre con el resto de la
creación, en razón de que este puede escoger o deliberar qué camino elegir y hacia
dónde desea caminar.

El caminar deliberativo y la naturaleza del hombre se entiende por el llamado


a la vivencia en comunidad, el cual sólo se comprende en la medida en la que el
individuo está integrado a una comunidad y el nivel de relación que guarda con cada
uno de sus integrantes, consigo mismo y con Dios, lo que revela el carácter social
del hombre, más allá de un carácter meramente evolutivo o instintivo que es
propuesto por la ciencia como más arriba se ha señalado. La comunidad la entiende
el judío y el cristiano como aquél círculo que se configura como su familia y su
pertenencia cultural y religiosa que le dan sentido al individuo como persona.

También la religión cristiana y judía dieron lugar a la comprensión de la


naturaleza humana como semejanza con Dios y distinta de esta esencia por la
presencia del pecado. Esto nos muestra una doble visión del ser humano, la primera
que es incluyente de la presencia divina y la segunda es la fragilidad negativa del
hombre que lo lleva a autodestruirse como especie, circunstancia que en ningún
otro ser se presenta sino es por motivos biológicos de supervivencia.
La dualidad de ambas esencias, dan entrada a la posibilidad de la esperanza
ante la fragilidad y pequeñez del hombre, además de la posibilidad de la
configuración de una explicación de la desgracia humana y de su posible resolución
con la configuración de la voluntad del hombre con la divina, pero conservando la
individualidad.

A su vez, la religión cristiana dio como resultado una gran variedad de


interpretaciones de la interacción del cuerpo y del espíritu; por muchos siglos, se
tomó la idea dualista, pero en la actualidad se ha comprendido que no hay tal
separación entre cuerpo y alma, sino que el hombre es una integridad, lo que
permite la integración y comprensión de la ciencia con el aspecto religioso. Este
aspecto tiene una gran sincronía con el entendimiento dualista de la ciencia, siendo
este un punto en el que ambas posturas son acordes y que han llegado a la
conclusión de una integración del ser humano en todas sus áreas.

Ahora bien, lo que dará una mayor comprensión a la naturaleza humana es


la presencia de la persona de Cristo, el cual hará que la cristiandad se cuestione si
este es sólo Dios o es una manifestación de la divinidad, situación que llegará a
solucionarse con la asimilación de la naturaleza humana y divina y que se entenderá
por la entrega de la voluntad al Padre, dando lugar a un impacto y convencimiento
de los primeros seguidores. Esta actitud llevará a que nos percatemos que lo
importante no es la sustancia o esencia humana sino la actitud que él tuvo con
respecto a la divinidad.

Esto me deja ver que con la presencia de la religión cristiana la explicación


de la naturaleza humana se ve ahora como una participación de la esencia divina
en su ser como individuo, el cual es parte de una comunidad y que se encuentra en
relación con la naturaleza, con la cual comparte la finitud, pero se distingue por la
conciencia.

Ante todo lo anterior, puedo concluir que el ser humano se entiende como
un ser biológico que ha tenido un desarrollo y evolución concreta que se ve reflejada
en su composición corporal y que en la explicación de su realidad busca que la
ciencia le dé una dirección a su existencia y diferenciación de su forma natural, la
cual no puede ser explicada en plenitud, debido a que no todos los conocimientos
con los que se ha hecho pueden ser entendidos en razón de la ciencia; este vacío
o hueco existencial dan lugar a que la comprensión de la naturaleza humana pueda
comprenderse de forma complementaria desde el punto de vista espiritual, lo que a
su vez da lugar a que en la medida en que la evolución se dio, se presentara la
construcción social y normativa, además de comprender su propia existencia.

Esta conclusión sólo es posible si se reconoce que esta comprensión de la


naturaleza humana sólo es posible si entre la ciencia y la religión se lleva a cabo un
diálogo y un respeto de aquello que se entiende y se postula, pero reconociendo
hasta cierta medida la limitación de la comprensión. En el caso presente, se ha de
reconocer la gran aportación de la ciencia para comprender el origen del ser
humano y de la comprensión del funcionamiento y capacidad social pero que se
queda corta en la explicación de aquello que no es posible comprender; ahí es
donde entra la religión y esta permite dar luz a aquello que para la ciencia es oscuro
como el comportamiento, la unidad social y el sentido de existencia del individuo.

Bibliografía:

Barbour, Ian. Religión y ciencia, Editorial Trotta, España, 2004

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